Sobre el patrimonio

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    Tema 1. La ruta del patrimonio. Orgenes, sustentos y

    transformaciones

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    Tema 1. La ruta del patrimonio. Orgenes, sustentos y

    transformaciones

    Segn la perspectiva tradicional, el patrimonio es, ante todo, un legado material,por ende, se entiende un objeto, que la acepcin ms generalizada lo define comocualquier cosa material con presencia sensible a los sentidos. Pero los objetos quenos preocupan no estn dados en la naturaleza, sino son creaciones humanas atravs de recursos tecnolgicos que lo constituyen en un bien cultural, definido porJosep Ballart, como: aqul depsito de objetos heredados, especialmente

    designados, que procuran satisfacciones intelectuales y espirituales y hastaincluso fsicas, porque son testimonio del conocimiento acumulado de lahumanidad o del ingenio o sensibilidad de alguna persona o colectivo (2002: 23).

    Se infiere, desde esta visin, que son los testimonios materiales los que nos abrenlas puertas hacia el pasado, incluso la ciencia moderna no puede prescindirtotalmente de los objetos, de hecho, el conocimiento se ha transmitidopreferentemente a travs de un objeto: el libro, y tiene como efecto histricoconcomitante el surgimiento de bibliotecas, lo cual sera el origen de lascolecciones patrimoniales colectivas junto a la creacin de monumentos.

    Pero otro autor espaol, Llorenc Prats, contradice en cierta manera estaperspectiva material del patrimonio al sealar que: Ciertamente la historia del

    patrimonio cultural no es la historia de los que lo conforman, perotampoco puede entenderse meramente como una historia del , independientemente del contexto sociopoltico e intelectual en que stese produce (2004:21).

    Esta aparente contradiccin se debe sin duda al trnsito que experimentaactualmente el campo del patrimonio desde una perspectiva tangible a unaintangible. Eduardo Nivn (2009) evidencia este proceso a partir del anlisis de lasconvenciones internacionales sobre patrimonio haciendo notar que en un principioy en un mundo post Segunda Guerra Mundial el nfasis estuvo puesto en objetosproclamados por Estados nacionales. Sin embargo, a partir de los setentas delmismo siglo de este conflicto, el trmino patrimonio se ampla hacia la idea delegado hacia generaciones futuras, incorporando preocupaciones hacia el

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    patrimonio natural y los derechos particulares de distintas sociedades ocomunidades, proceso que en la dcada de los ochentas del siglo pasado refuerza

    la idea de intangibilidad desprendindose incluso de la nocin de legado parasostenerse en la idea de actualizacin de la memoria.

    Incluso Guy Di Mo (2008) extiende este desprendimiento conceptual y prcticodel patrimonio ms all de la intangibilidad, llevndolo a una extensin espacial deltrmino, con base en la proteccin patrimonial con la que hoy son investidosparques nacionales, espacios industriales y martimos, incluso paisajes culturalesy pueblos completos, con su paisaje humano incluido.

    Es este hecho el que tambin ha hecho perder validez a ideas del patrimonio

    ligadas a conceptos, tales como originalidad, escasez o nobleza asociados aobjetos que pierden funcionalidad, ya que es cada vez ms difano que estavalorizacin de la obsolescencia o antigedades una construccin social o culturalproducidas por un poder pblico o privado, y de la cual los debates actuales tomanms distancia, ya que lo asumen como un hecho de la vivencia actual y futura,como lo define con total profundidad una miembro de un colectivo patrimonialistade la Ciudad de Mxico:

    Patrimonio es un espacio de identidad que se logra a partir de las acciones en

    conjunto y que tiene un valor significativo para las personas que lo habitan, que

    lo usan y que eso que como identidad les da nombre, esencia, que les da

    pasado, presente y futuro y que tiene que ver con una vida de las personas que

    estn ah (Yadira).

    Otro elemento que ha complejizado su relacin con la nocin de patrimonio eneste contexto es su relacin con la concepcin de tiempo histrico. Ballart sostieneque La conciencia del tiempo que pasa lleva a la historia. Con ella los individuos y

    los grupos manifiestan su voluntad de no morir, de conservar lo mejor que tienen,tanto lo material, como lo inmaterial (2002:32). No obstante, reconocer que el

    nacimiento de la concepcin de patrimonio tiene directa relacin con unaconciencia histrica parece limitado ante los nuevos debates patrimoniales, queprecisamente cuestionan la construccin de la propia categora como un procesoindependiente a algn tipo depoder poltico-social.Al respecto, Prats nos previenede la tentacin historicista de reunir todo patrimonio en una misma lgica: Al

    introducirlas en una misma secuencia histrica se produce una asimilacin formal

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    entre ellas, en detrimento de sus respectivas funciones y significados en loscontextos sociales en que se producen. Ms grave an sera aplicar este mismo

    concepto de patrimonio a las colecciones de arte primitivo, ya que stas noexistan hasta que la sociedad occidental las constituy, fundamentalmentedurante, y como consecuencia, del colonialismo. Cualquier aproximacin histricaque no contemple estos hechos peca, por tanto, de presentismo y etnocentrismo yresulta de escasa utilidad (2004: 21).

    Con esta afirmacin se relativiza la concepcin clsica e historicista delpatrimonio, para abrirnos a nuevas dimensiones de ste. No obstante, a estasnuevas consideraciones, lo que parece innegable es el vnculo de continuidad queste produce, y ya no slo restringido de las sociedades con conciencia

    trascendente, sino es la identidad la que comienza a activar la concienciapatrimonial. Como lo sostiene el mismo Prats (2004), son representacionessimblicas que porta el sujeto social en su propia identidad, es algo que se llevaadentro pero que pierde potencialidad si no son expresadas pblicamente, por esolos referentes patrimoniales estn asociados a identidades polticas locales,regionales o nacionales preferentemente. Aunque es evidente que este marcointerpretativo queda estrecho ante el nuevo escenario global, y vuelve a poner enel centro de la produccin simblica del patrimonio las interacciones identitarias,que se constituyen en la propia praxis cultural.

    Esta reflexin terica acerca del concepto tiene un inmediato correlato en la propiaconstruccin social del trmino, como lo evidencia un importante dirigente activistapatrimonial de Valparaso:

    Mira, para el portuario el patrimonio se da primero en el trabajo, en las

    costumbres, y en lo que ellos generan como cultura, y eso en un par de aos ms

    se va a perder si nos meten el borde costero, eso est claro, porque, por ejemplo,

    el canto achorado de los bares tiene que ver con los viejos que salen a chupar

    despus de los turnos, o no te met al turno a trabajar, sino te quedai chupando,

    tiene que ver con eso (Alberto).

    Entonces ya no es el pasado el criterio validador del patrimonio? La respuestafrente a esta inquietante pregunta puede vincularse a que tambin la propiaconnotacin de pasado ha comenzado a mutar. Persiste una concepcin clsicacomo la planteadapor Ballart (2002) en cuanto a que es el pasado el activo msseguro con que cuentan las personas desde el momento que utiliza la facultad de

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    recordar y acumular memoria, y es esa condicin la que le permite proyectar elfuturo y los eventuales cambios con una sensacin de seguridad. Ahora, lo

    importante es que este proceso no es slo individual, sino que las sociedadesmodernas tambin las utilizan como mecanismo de resguardo, de all laimportancia de las efemrides nacionales y la construccin de grandes hroes.

    Pero emergen otras significaciones del pasado, ms afn a los actuales procesosde poder de las identidades y los territorios. En sintona con Eduardo Nivn(2009), se podra sostener que el pasado asociado a grandes hombres y asituaciones excepcionales es reemplazado por hechos de la gente comn y suscreaciones, la bsqueda de hroes nacionales es sustituida por experienciascolectivas, y la contemplacin de monumentos y antigedades nobles es

    abandonada por la experiencia de los objetos propios, que se liberan del auraesttico para adquirir funciones simblicas y socio espaciales (Di Mo; 2008, Soja;1993).

    Ha cambiado entonces la mirada moderna sobre el pasado? Sin duda, ante uncierto agotamiento del paradigma moderno y de la idea de progreso, pareciera serque este pasado menos grandilocuente y ms cotidiano, inspira nuevas fuentes decreatividad para combatir la amnesia de la modernidad, pero no por un afn deparlisis temporal, sino justamente con la intencin de provocar una ruptura con la

    sociedad de produccin y consumo. Buscamos identidad en esos intersticios a losque la globalizacin desenfrenada no puede alcanzar, porque estn al resguardode nuestra propia memoria.

    Pero si queremos comprender cmo llegamos a este punto de inflexin, que paraalgunos autores pone en riesgo la propia concepcin de pasado, debemosrecapitular y recordar que la misma modernidad se fund mirando hacia el pasado,un pasado eminentemente monumental, pero que en ningn caso deslegitima lamirada retrospectiva. Qu pasado tuvo a la vista la modernidad temprana? Lasociedad renacentista no mir el oscuro Medioevo sino las fuentes clsicas de la

    cultura greco-romana. Destaco este aspecto, porque al parecer es una constantedel pensamiento moderno, que se reconoce un tiempo pretrito pero no elinmediatamente anterior, es como plantea Jurgen Habermas una necesidad dedistinguirse de los antiguos, pero no es una negacin de todo pasado.

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    Un claro ejemplo de ello es la opcin que hizo el Estado nacionalista mexicanoposterior a la Revolucin, en el sentido de negar el pasado colonial, pero restituir

    el pasado prehispnico como imaginario de identidad nacional.

    Se constituira, as, el pasado como un eslabn de resocializacin del individuotanto en su identidad personal como con su comunidad, pero no para anclarlo,sino para proyectarlo con una slida trayectoria colectiva como soporte. Tambinprofundamente representativo, de este comportamiento, es el caso de Rhodesiadel Sur, que una vez que obtuvo su independencia adopt el nombre deZimbabwe, principal sitio arqueolgico de esa nacin, que los blancos nuncahaban reconocido. En este caso podemos constatar un ejemplo de cmo elpasado puede ser la base para proyectar el futuro.

    Por consiguiente, es el mismo dinamismo desbocado de la modernidad lo queprovoca paradjicamente un ansia de pasado de las sociedades actuales.Lowenthal (2010) seala incluso, que el pasado sigue teniendo hoy la fuerzapotente que siempre tuvo en los asuntos humanos, como fuente de identidadpersonal y colectiva; y como baluarte contra el cambio masivo y angustiante. Estoha ido configurando dos actitudes sociales ante el pasado. Por un lado, una actitudprogresista que tiende a mirar con desdn lo antiguo, con una obsolescencia deslo das, como un obstculo para alcanzar el desarrollo. Y por otro, una actitud

    ciudadana que valora su pasado, recupera su memoria y una audiencia a favor delpatrimonio que crece en nmero y estimacin social.

    La fortaleza del pasado en plena sociedad moderna tambin se refleja en el valorsocial que se otorga a obras pretritas frente a la futilidad imitativa de los objetosdesechables que circulan hoy, incluso an se valora ms el casern colonial(inclusive destruido) sobre los conjuntos habitacionales funcionales construidos enla periferia para sectores medios, citando a Ruskin La mayor gloria de un edificio

    no depende de su piedra ni de su oro. Su gloria est en su edad, en esa sensacinprofunda de expresin, de vigilancia grave, de simpata misteriosa, de aprobacin

    o de crtica que para nosotros se desprende de sus muros largamente baadospor olas de humanidad (1987: 217).

    Y esta bella fascinacin por lo antiguo sigue inmanente en el hombre moderno, poreso no debe sorprender que a pesar de encontrar huellas de preservacin delegados materiales en civilizaciones como la china y mesopotmica, no es hasta la

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    Era Moderna que se institucionaliza la preocupacin por los bienes culturales,como sujetos de preocupacin polticos y jurdicos. Es decir, el legado cultural se

    seculariza reemplazando la visin sacralizante de los objetos, de esta maneraadquieren estos bienes la ciudadana moderna, y pasan a la custodia de lainstitucin poltica ms representativa de la modernidad: el Estado. El conceptode patrimonio moderno se ha de ver, por lo tanto, a la luz de este proceso deinstitucionalizacin histricamente determinado donde el sujeto es la nacin y elinstrumento el Estado (Ballart, 2002: 55).

    Consecuentemente el legado patrimonial se desprende de su carcter sagrado ydel mero coleccionismo individual, para constituirse en preocupacin de losEstados. Las primeras acciones provinieron desde las propias monarquas, como

    la de Carlos I de Espaa, quien a principios del siglo XVI tom severas medidaspara proteger los monumentos precolombinos de Las Indias o la ordenanzadictada en 1666 por el rey de Suecia para declarar propiedad de la Corona todaslas antigedades que se descubriesen en el reino.

    Guy Di Mo (2008) establece un ciclo espacial del patrimonio entre la Edad Mediay el siglo XVIII, ya que ste sale de la proteccin privada y familiar a la esferapblica y colectiva, lo que significara el triunfo poltico, simblico y social en laconstruccin del patrimonio, rompiendo la proteccin particular en espacios

    ntimos, abriendo un campo de goce y acceso universal en espacios pblicos.

    Y fue, sin duda, el impacto de la Revolucin Francesa quien expropi los tesorosen manos de la monarqua, la aristocracia y la Iglesia para ponerla en custodia delEstado lo que marc la intromisin pblica en bienes inclusive privados porconsiderrseles bienes pblicos de carcter cultural, por ende, de todos losciudadanos de la Repblica, lo que sentara las bases de lo que hoy se considerapatrimonio moderno. En el fondo, como plantea Gonzalo Castellanos (2010), lapropia idea del Estado Moderno est imbricada con la idea de patrimonio,consagrndose la responsabilidad de ste en su proteccin jurdica de acuerdo al

    inters social, econmico y simblico de las sociedades y sus pocas, asegurandoincluso el acceso de las personas y la comunidad al goce de los bienes culturales.

    Pero no es hasta el s. XIX que el Estado-nacin interviene como tal en nombre delbien comn. Uno de los primeros organismos pblicos destinados a proteger elpatrimonio en Europa es la Comisin Real Danesa para las Antigedades,

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    creada en 1807, con el propsito de preservar los monumentos prehistricos quecomenzaban a ser reconocidos como smbolos de la identidad nacional.

    Deben pasar casi ochenta aos para que otro Estado europeo se decida aintervenir el patrimonio (segn Ballart el principal obstculo fue no violentar el ansagrado derecho a la propiedad privada). Fue en Gran Bretaa, en 1882, donde seaprueba una ley, tras diez aos de discusiones, para proteger los monumentosantiguos. En Alemania se crea en 1904 el Heimatschutz, instrumento estataldestinado a proteger tanto las reas de inters natural como los monumentoshistricos. En Francia slo hasta 1913 se dicta una Ley de Proteccin delPatrimonio Histrico, y en Espaa aparecen dos Leyes complementarias, la deExcavaciones Arqueolgicas en 1911 y la de Monumentos Histricos y Artsticos

    que data de 1915.

    En el caso latinoamericano, Mxico fue uno de los pases pioneros en el tema dela proteccin del patrimonio, nacin que desde el siglo XIX cont con normaslegales para proteger su pasado. Inclusive a partir del caso mexicano, se puedeconstatar adems cmo el carcter dinmico de la modernidad tambin alcanza alpropio Estado Moderno, que transita en el primer tercio del siglo XX de unaconcepcin Liberal a una Social o Intervencionista.

    En las primeras dcadas del siglo XX se produjo una tendencia mundial delegitimacin de la injerencia estatal en todos los rdenes de la vida social. En loeconmico se erigi como promotor de la industrializacin nacional o abiertamentecomo ente productivo, en lo social fortaleci la salud y educacin pblica, cre yadministr sistemas previsionales para los trabajadores, instaur polticashabitacionales para sectores modestos, y en la cultura promovi la creacin deprogramas e institucionalidad cultural en favor de las mayoras. Y en consecuenciaa su misin, el Patrimonio tambin fue de inters social: Como tal estadointervencionista, no puede menos que adoptar un papel activo a la hora de regularel marco jurdico en el que se sita al patrimonio cultural. En este contexto se

    generaliza la opinin de que las manifestaciones del patrimonio histrico sonpatrimonio de todos (...). Entonces, el Estado interviene invistiendo a la comunidadde unos derechos que nacen del mismo hecho de reconocerse una titularidadsocial sobre el patrimonio. Consecuentemente, durante la primera mitad del sigloXX, en algunos pases de Europa se procede a la constitucionalizacin de estosderechos y por ende de la proteccin del legado patrimonial (Ballart, 2002: 55).

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    1.- Plaza de Espaa, Sevilla (Mauricio Rojas A., mayo 2007).

    Y tal vez el cuerpo legal que en Europa mejor refleje ese espritu es la

    Constitucin de la Repblica espaola de 1931, que en su artculo 45 seala:

    Toda la riqueza artstica e histrica del pas, sea quien fuese su dueo,constituye Tesoro Cultural de la Nacin y estar bajo la salvaguardia delEstado, que podr prohibir su exportacin y enajenacin y decretar lasexpropiaciones legales que estimase oportunas para su defensa. El Estadoorganizar un registro de la riqueza artstica e histrica, asegurar su celosacustodia y atender a su perfecta conservacin. El Estado proteger tambinlos lugares notables por su belleza natural o por su reconocido valor artsticoe histrico.

    Y en Latinoamrica, nuevamente es Mxico quien aparece como un paradigma dela poltica estatal hacia la cultura, concebida como un proyecto nacional moderno:Cuando en 1939 Lzaro Crdenas resolvi emitir la Ley Orgnica del Instituto

    Nacional de Antropologa e Historia y en 1940 apoy la organizacin del CongresoIndigenista de Pztcuaro, toda la antropologa, arqueologa, conservacin de

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    monumentos prehispnicos e histricos, sus museos como la docencia, pas amanos del Estado; as tambin, sus dispersas dependencias y sus profesionales

    fueron adscritos a diversas entidades universitarias, tcnicas, civiles yparaestatales (...). Gracias a la adopcin de este particular impulso revolucionario,el Estado dio un paso clave en la conformacin de la nacin moderna, por mediode una poltica que intentaba eslabonar coherentemente el nuevo vnculo social(Urteaga; 1994: 119).

    Hemos visto, entonces, que es la conciencia histrica que desarrollan los Estadosmodernos en busca de la afirmacin de la identidad nacional, lo que permite laconsagracin de los hitos de estos pueblos, y que se considera necesariapreservar para la transmisin a las futuras generaciones de estos bienes

    simblicos identificados en una primera etapa como infraestructura fsica; talescomo edificaciones, obras de arte y objetos valiosos destinados a ser exhibidos ofacilitados en los nuevos espacios para dicho propsito: el Museo y la BibliotecaPblica, abriendo una nueva dimensin espacial para el patrimonio.

    El segundo paso fue instituir polticas culturales desde el Estado, queresguardaran ya no slo el patrimonio tangible, sino tambin el intangible comouna manera de preservar los orgenes de la identidad nacional como un biensimblico imprescindible. Toda esta red institucional y legal es tejida por el Estado,

    depositario de la soberana nacional.

    De esta manera, a pesar de su carcter aparentemente autoritario, laconservacin del patrimonio estaba claramente radicada en el Estado nacional, elsistema funcionaba en los marcos previstos por la autoridad poltica con plenalegitimidad social. Sin embargo, a pesar del adecuado pacto social de ese modelo,este orden entra en crisis ante la propia modernizacin del Estado en la dcada delos ochenta. El socilogo alemn Ulrich Beck nos describe este fenmeno a partirde la existencia de dos modernidades: () el modelo de la primera modernidad

    que se pens y organiz sobre la unidad de la identidad cultural (Pueblo), del

    espacio y del Estado cuando an no estaba a la vista, ni se auspiciaba, una nuevaunidad de la humanidad, del planeta y del Estado mundial (1998: 23).

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    Es decir, el modelo de la segunda modernidad estara asociado al proceso deglobalizacin, con el visible efecto del debilitamiento del Estado nacional, por lo

    cual es evidente que la concepcin de la proteccin patrimonial, por parte delEstado, se ver sometido a una fuerte tensin por el carcter eminentementeprivatizador de la globalizacin.

    Pero hay otro elemento que viene a variar la concepcin del patrimonio, y socavarel poder del Estado en la definicin de ste. El creciente protagonismo de laspropias comunidades portadoras del patrimonio que se levantan como unintersticio entre lo estatal y el inters privado. Como seala Prats (2004), elrepertorio patrimonial tambin puede ser activado por la sociedad civil, no obstante

    este autor cataln, restringe su accin al beneplcito de algnpoder, sin embargo,la propia dinmica y fortaleza que ha ido adquiriendo la sociedad civil o tercersector, ha ido relativizando esta necesidad, ya que en algunos casos sonasociaciones civiles quienes han forzado a los poderes pblicos y/o privados aconceder autoridad y capacidad de decisin hacia estos actores sociales, tal es elcaso del Sitio de Yungayuna asociacin civil de Santiago de Chile, que gracias asu accin sociocultural (activacin patrimonial) lograron llamar la atencin no slode las autoridades sino de la sociedad en general del deterioro que afectaba a unode los barrios ms tradicionales de la capital chilena, el Barrio Yungay, y lograron,basados en una eficaz estrategia poltica, la nominacin de sitio histrico

    concedida por el Consejo de Monumentos Nacionales de Chile. Pero no se handetenido all, su movimiento ha continuado activo defendiendo el barrio de laamenaza de la voracidad inmobiliaria, formando gestores culturales,protegindose de un turismo emergente o fortaleciendo su asociacin a travs dela obtencin de fondos pblicos destinados al fortalecimiento de la sociedad civilpara la articulacin con otras asociaciones patrimoniales, no se puede afirmar quedependan de estos poderes ya que actan con plena autonoma, ms bien lospoderes pblicos se han visto en la necesidad de validar su activacin cultural.

    En el escenario actual parece extrao constatar que la valorizacin del patrimonioprovena no de las propias comunidades sino del Estado nacional. Esto se debafundamentalmente a dos motivos principales: la legitimidad del Estado comorepresentante de la soberana popular en el apogeo de la modernidad, y elcarcter ineludiblemente de clase del Estado, que, en nombre de la modernizacinde las culturas nacionales, impuso un modelo hegemnico de patrimonio. Y ste,segn Guillermo Bonfil Batalla, contiene el problema de actuar como si no hubiese

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    un conflicto de clases en su construccin: El patrimonio cultural de los pueblossometidos y de las capas y clases sociales subalternas en el seno de la propia

    sociedad colonizadora fue, en trminos generales, considerado ilegtimo y, enconsecuencia, no se integr a la cultura dominante que ms adelante setransform en el modelo de una cultura nacional nica (1994: 29).

    Incluso, Bonfil Batalla considera que la incorporacin de elementos indigenistas alpatrimonio nacional sigue conteniendo el problema, ya que se lo utilizadescontextualizadamente, y reinterpretados con una mirada occidental. Por eso, elproblema no se resuelve con la sola incorporacin, sino emerge una nuevaconcepcin que deja de mirar al patrimonio como representacin monumental deuna determinada cultura nacional y como un acervo esttico, para considerarlo

    como un bien cultural construido (hasta hace poco slo por la clase dominante) enforma dinmica, por ende, en constante transformacin: Cuando los estudios

    dejaron de centrarse exclusivamente en el sentido interno de los objetos o bienesculturales, y pasaron a ocuparse de su proceso de produccin y circulacin social,tanto como de los significados que diferentes receptores les atribuyen, la nocinde patrimonio como acervo result inoperante. Se hicieron evidentes lasdesigualdades en la constitucin y la reproduccin cotidiana del patrimonio cultural(...). Impulsadas por estos planteamientos, diversas investigaciones han pasado

    de la conceptualizacin como acervo culturala construccin social, esto es, como

    una cualidad que se atribuye a determinados bienes o capacidades, seleccionadoscomo integrantes del patrimonio, de acuerdo a jerarquas que valorizan unasproducciones y excluyen otras. (Rosas Mantecn; 1998:4)

    De esta manera, como lo afirma Nstor Garca Canclini (1994), el patrimonio dejade ser un asunto del pasado, y se abren nuevas dimensiones como patrimonio

    vivo, patrimonio como uso social y el patrimonio popular. As se rompe la

    apropiacin privilegiada del patrimonio por parte de las clases dominantes, y seabre la posibilidad que sean movimientos sociales quienes preserven el patrimonioincluso de las modernizaciones estatales y los efectos nocivos de la rentabilidadprivada.

    Soja (1993) introduce un anlisis que permite comprender la nueva dimensinterritorial del patrimonio en los pases llamados en vas del desarrollo, con base enuna toma de conciencia espacial, y la lucha por el control de la produccin del

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    espacio en un sistema polarizado entre centros hegemnicos y centrossubalternos que se reproducen en las ciudades latinoamericanas, y en donde la

    apropiacin de espacios simblicos propios, como los patrimoniales, empiezan atomar fuerza en esta nueva conciencia socio espacial democrtica.

    Se entiende entonces, como estos nuevos factores tienen inmediatasconsecuencias en el debate, investigacin y praxis social en torno a lo patrimonial.Es imposible ignorar la prdida de hegemona del Estado nacional, el crecienteprotagonismo de nuevos actores sociales en su consagracin y proteccin, y elpropsito de convertir al patrimonio en un activo econmico vinculadoespecialmente a la industria turstica. Este mapa lo podramos sintetizar en torno a

    cuatro categoras emergentes del patrimonio:

    a) Patrimonio Producto

    Si bien este componente deriva de la idea clsica de patrimonio-objeto, sucapacidad omnvora ha permitido incorporar elementos intangibles a laexplotacin econmica de bienes y expresiones culturales, asociados,aunque no nicamente, al fenmeno turstico.

    Eduardo Nivn nos permite comprender esta nueva dimensin patrimonial

    que resita al objeto patrimonial, ya no slo con esa aura esttica intocabley digna de contemplacin tan propia de la alta modernidad, paraadentrarnos en el legtimo uso econmico del patrimonio:

    La inmensidad de bienes que podran ser tratados como patrimonio-producto se reduce mediante un proceso de seleccin o, como seala

    Ashworth, de interpretacin del patrimonio (). La interpretacin supone

    una serie consciente de decisiones acerca de qu productos del devenirhistrico seran vendidos y cules no, y en lo sucesivo como cualquierproceso industrial exitoso, estas elecciones estn ms en funcin de la

    demanda que de la oferta (2010:32).

    Nivn opta por un camino sin atajos para transparentar el carcterinstrumental y econmico que ha ido adquiriendo el patrimonio, tanto as quehay estudios que informan que las tiendas de souvenir de los museos recibenms visitas que las propias colecciones de stos.

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    Cabe sealar en todo caso que este propio carcter de activo econmico esel fundamento para un pensamiento crtico sobre una cierta industria

    patrimonial que fomenta el consumo: Yo asumo de que Valparaso entra delleno a tratar de insertarse dentro de una lgica uni-industrial, abandona el

    mundo del trabajo y, digamos, trata de subsistir bajo la lgica del consumo,

    lase que el consumo que puede producir a estas alturas Valparaso son

    imgenes del pasado.(Entrevista Pablo, agosto 2006).

    De esta lectura del patrimonio-producto tambin hay plena conciencia enlas discusiones actuales y viene a dar fundamento a otra lnea emergentedel patrimonio: el conflicto, situacin que a continuacin revisamos.

    b) Patrimonio Conflicto

    Tal vez una de las dimensiones ms desacralizadoras de la nocin clsica depatrimonio. Me refiero a que asistimos a la conformacin del patrimonio comoun campo de conflicto, en la medida que esa idea otrora de factor de consensoy unin nacional est siendo reemplazada por una visin construida desdeabajo con distintas legitimidades sociales que las hacen colisionar con el

    sentido y la prctica dominante en materias patrimoniales, construidashistricamente desde la lgica nacional por las lites hegemnicas. PatriceMel lo expone de la siguiente forma:

    La entrada al tema por el aspecto de los conflictos vuelve as posible elanlisis de la construccin social del patrimonio. Si bien la accin patrimoniales el resultado de compromisos, estos a su turno se construyen cada vez mscomo consecuencia de conflictos o de controversias (2010:124).

    Como podemos apreciar este es un cambio paradigmtico bastante radical,

    dado que la idea innocua del patrimonio como un conjunto de smbolosunificadores pasa a ser desplazada por una lgica controversial como origen ysustento del mismo.

    Este nuevo paradigma toma vida y asiento en distintos territorioslatinoamericanos desde la defensa de los espacios pblicos en San Telmo,

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    Buenos Aires hasta la pugna por la defensa de un barrio obrero en Tlalpan,Mxico DF., pasando por la recuperacin de la memoria histrica de los

    Derechos Humanos en Santiago de Chile.

    Y este hecho social ha provocado el nacimiento de movimientos socioculturalesque los expertos han denominadopatrimonialistas, un actor social colectivo quedesde sus subjetividades sociales e histricas da vida a una nueva forma deafrontar un cierto abandono de la poltica pblica en el resguardo delpatrimonio, a favor justamente de intereses econmicos, lo que ha estimuladoesta activacin cultural en torno a la memoria y la historia, pero tambin concapacidad de construir nuevos patrimonios si con esto consigue detener enalguna medida el avance frentico del capital, sobre todo inmobiliario.

    c) Patrimonio Derecho

    Desde las primeras declaraciones de las Naciones Unidas, a mediados del sigloXX, en torno a los Derechos Humanos siempre incorpor la dimensin de losDerechos Culturales, aunque segn Gonzalo Castellanos (2010), con unmarcado sesgo individualista y libremercadista, excluyendo derechos colectivosy de minoras, fue no obstante un gran avance para los derechos ciudadanosincorporando aspectos tales como el derecho al goce de las artes y la cultura, ala participacin en el progreso cientfico, derechos de autor, defensa de lalibertad de expresin, creacin e investigacin entre los ms destacados.

    Incluso Castellanos (2010) menciona que aunque no se tipifican comoculturales se pueden encontrar planteamientos que caben plenamente en locultural como el derecho a la nacionalidad, e inclusive el autor va ms all ysostiene que los derechos culturales son exigibles aunque no se encuentrenpositivados, como lo demostraran lo que Castellanos llama derechos humanosde segunda generacin, como el derecho a la educacin y a la proteccinsocial, hasta llegar hacia fines de siglo XX, a lo que se denominan derechos detercera generacin, absolutamente vinculado a la dimensin cultural. Son de

    tipo colectivo, y en este momento histrico se repara la flagrante ausencia delderecho de las minoras culturales.

    Este hecho devela la relevancia que ha ido adquiriendo el tema de los derechosculturales, tal como se observa en el Informe Anual de Derechos Humanoselaborado por la Universidad Diego Portales en el cual se seala: La

    importancia de asegurar su vigencia es indudable en pases como Chile, en los

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    que se exhiben altas tasas de desigualdad. Se trata de derechos que tienden agarantizarles a las personas niveles de vida mnimamente dignos, por lo cual su

    inobservancia importa directamente una afectacin a la calidad de vida de quepueden gozar los ciudadanos de un Estado (Informe Anual DerechosHumanos, 2003:380).

    Es en este contexto es que la defensa patrimonial ha desencadenado unaconciencia ciudadana, y que en conjunto a nuevas corrientes tericas, hanconfigurado lo que actualmente se denomina el derecho de acceso alpatrimonio cultural. ste es entendido como la prerrogativa que tiene todapersona, individual o colectiva a la capacidad de conocer, comprender, entrar,

    visitar, hacer uso, mantener, intercambiar y desarrollar el patrimonio cultural, y

    de beneficiarse del mismo, adems de la creacin de otros, sin impedimentospolticos, religiosos, econmicos o fsicos. (Tello, 2012:192).

    Esta afirmacin nos permite concluir la fuerza y consistencia con queemerge esta visin del patrimonio como un derecho, que cobra especialprotagonismo en recuperacin de patrimonios inmateriales colectivos, oalimenta incluso conflictos patrimoniales cuando se asocia al derecho ala ciudad (Rojas y Bustos, 2015).

    d) Patrimonio Dialgico

    Tal vez sta es la dimensin ms evidente del profundo cambioepistemolgico que est experimentando lo patrimonial transitando de unvalor radicado en objetos a una cualidad que es inherente a los sujetos. Poreste factor tambin es el aspecto en donde la ciencia antropolgica puederealizar el aporte ms significativo al campo del patrimonio. El antroplogoFrancisco Cruces lo expone del siguiente modo:

    Las polticas de la diversidad y la preocupacin multiculturalista por laconvivencia entre diferentes colocan al patrimonio inmaterial en una lgicapeculiar, la del reconocimiento, donde el dilogo pasa a primer plano. Tal

    vez por esta razn nos hemos ido haciendo crecientemente conscientes delas potencialidades dialgicas del patrimonio, de su capacidad para poneren contacto y comprensin mutua las diversas culturas (2010:38).

    Cruces ejemplifica esta dimensin emergente del patrimonio en el propioespacio domstico (no necesariamente privado) dndole un carcter casiminimalista cuando narra que el mejor intercambio patrimonial se da en la

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    cocina de su propio hogar, en el dilogo junto a Vivian, una cruceamigrante en Madrid que cuida a su hijo durante la semana y de la cual ha

    aprendido, sin etnografa mediante, de la oposicin histrica entre cambas ycollas, la danza del taquirari, el picante de lengua y el majadito tostao,mientras el pequeo Daro ya reconoce el ritmo sabroso de la bachata.

    Esta microfsica del patrimonio permite comprender el profundo cambioontolgico que vive en su concepcin y vivencia lo patrimonial, ste deja deestar radicado necesariamente en objetos para alcanzar sentidosintangibles de tal magnitud que expertos como Cruces lo sitanesencialmente en su carcter dialgico, es decir en el dilogo interculturalque produce y nos enriquece como individuos y sociedades.

    Sin embargo, es importante aclarar que el debate en relacin a lainmaterialidad del patrimonio tiene sus propias controversias, ya que al fin yal cabo generalmente se soporta en una materialidad como lo es el propiosujeto. Evidencia de esta dualidad conceptual es el reconocimiento querealiza el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes de Chile, a personasdestacadas en la supervivencia de artes y oficios tradicionales, denominadoTesoros Humanos Vivos en donde se ha premiado a cultores de canto a

    lo divino, poesa popular y medicina indgena, que si bien caben endimensiones intangibles, quien recibe el premio es el propio cultor.

    Esta dualidad, que ms que un problema se debe concebir como unaoportunidad, se puede apreciar en una investigacin que me correspondidirigir en torno a la comunidad migrante peruana en Santiago de Chile. Esteestudio permiti demostrar que los migrantes peruanos utilizan supatrimonio de religiosidad popular como un mecanismo no de reafirmacinde su identidad nacional, sino que por el contrario lo tienden como unpuente de integracin con la sociedad chilena (Caba y Rojas, 2014), esdecir esencialmente como un dilogo inclusivo.

    Esta clasificacin de nuevos factores intervinientes en el fenmeno patrimonialacta como corolario del pensamiento que hemos ido construyendo diacrnica ysincrnicamente permitiendo aunar elementos histricos, tericos y de la propiaproduccin patrimonial (prctica y narrativa) contempornea.

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    Estas transformaciones son especialmente evidentes en Amrica Latina, endonde el patrimonio histrico fue seleccionado y consagrado a travs de acciones

    e instrumentos polticos que permitieron excluir bienes y producciones de lossectores populares e indgenas que no fuesen coadyuvantes a la idea de nacinconstruida hegemnicamente por las lites, con sus cuadros dirigentes y suspartidos incluidos, han sido totalmente obsecuentes con el debilitamiento delEstado como agencia de desarrollo social, mientras los movimientossocioculturales (ambientalistas, patrimonialistas, de gnero o minoras) claman porun mayor rol pblico en las definiciones polticas, pero no como aquel Estadoautoritario que tanto dao caus en Amrica Latina, sino una poltica pblica queconciba lo pblico como un proceso participativo y democrtico, en donde las

    voces ciudadanas sean protagonistas de las propias polticas que las afectan. Esta

    nueva corriente participativa se ve reflejada incluso en las normativasinternacionales respecto a la proteccin del patrimonio como lo veremos en elprximo texto.

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    Lecturas sugeridas

    http://bibliotecadigital.academia.cl/bitstream/123456789/617/1/Nestor%20Garcia%20Canclini.pdfNstor Garca Canclini.

    file:///C:/Documents%20and%20Settings/Mauricio/Mis%20documentos/Downloads/1878-3929-1-SM%20(1).pdfMauricio Rojas Alcayaga.

    http://www.laciudadviva.org/opencms/export/sites/laciudadviva/recursos/documentos/4.1.pdf-ee0306f4bcc24f9798e64624d105f783.pdfJavierHernndez Ramrez.

    http://www.portalpatrimonio.cl/programas/thv/ Tesoros Humanos Vivos.

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    Beck, U. (1998). Qu es la globalizacin? Falacias del globalismo, respuestas ala globalizacin.Barcelona: Paids.

    Bonfil, G. (1994). Nuestro patrimonio cultural: un laberinto de significados enMemoria del simposio patrimonio y poltica cultural para el siglo XXI. Mxico:INAH.

    http://bibliotecadigital.academia.cl/bitstream/123456789/617/1/Nestor%20Garcia%20Canclini.pdfhttp://bibliotecadigital.academia.cl/bitstream/123456789/617/1/Nestor%20Garcia%20Canclini.pdfhttp://bibliotecadigital.academia.cl/bitstream/123456789/617/1/Nestor%20Garcia%20Canclini.pdfhttp://bibliotecadigital.academia.cl/bitstream/123456789/617/1/Nestor%20Garcia%20Canclini.pdfhttp://bibliotecadigital.academia.cl/bitstream/123456789/617/1/Nestor%20Garcia%20Canclini.pdfhttp://localhost/Documents%20and%20Settings/Mauricio/Mis%20documentos/Downloads/1878-3929-1-SM%20(1).pdfhttp://localhost/Documents%20and%20Settings/Mauricio/Mis%20documentos/Downloads/1878-3929-1-SM%20(1).pdfhttp://localhost/Documents%20and%20Settings/Mauricio/Mis%20documentos/Downloads/1878-3929-1-SM%20(1).pdfhttp://localhost/Documents%20and%20Settings/Mauricio/Mis%20documentos/Downloads/1878-3929-1-SM%20(1).pdfhttp://localhost/Documents%20and%20Settings/Mauricio/Mis%20documentos/Downloads/1878-3929-1-SM%20(1).pdfhttp://www.laciudadviva.org/opencms/export/sites/laciudadviva/recursos/documentos/4.1.pdf-ee0306f4bcc24f9798e64624d105f783.pdfhttp://www.laciudadviva.org/opencms/export/sites/laciudadviva/recursos/documentos/4.1.pdf-ee0306f4bcc24f9798e64624d105f783.pdfhttp://www.laciudadviva.org/opencms/export/sites/laciudadviva/recursos/documentos/4.1.pdf-ee0306f4bcc24f9798e64624d105f783.pdfhttp://www.laciudadviva.org/opencms/export/sites/laciudadviva/recursos/documentos/4.1.pdf-ee0306f4bcc24f9798e64624d105f783.pdfhttp://www.portalpatrimonio.cl/programas/thv/http://www.portalpatrimonio.cl/programas/thv/http://www.portalpatrimonio.cl/programas/thv/http://www.laciudadviva.org/opencms/export/sites/laciudadviva/recursos/documentos/4.1.pdf-ee0306f4bcc24f9798e64624d105f783.pdfhttp://www.laciudadviva.org/opencms/export/sites/laciudadviva/recursos/documentos/4.1.pdf-ee0306f4bcc24f9798e64624d105f783.pdfhttp://localhost/Documents%20and%20Settings/Mauricio/Mis%20documentos/Downloads/1878-3929-1-SM%20(1).pdfhttp://localhost/Documents%20and%20Settings/Mauricio/Mis%20documentos/Downloads/1878-3929-1-SM%20(1).pdfhttp://bibliotecadigital.academia.cl/bitstream/123456789/617/1/Nestor%20Garcia%20Canclini.pdfhttp://bibliotecadigital.academia.cl/bitstream/123456789/617/1/Nestor%20Garcia%20Canclini.pdf
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