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SONETOS DEL PANTEÓN MUNICIPAL DE ATLIXCO. Soneto esculpido en una piedra de cantera verde, que flanquea alegóricamente la portada del Panteón del Hospital Real de San Rafael y San Juan de Dios. De la autoría de Indalecio Caballero. Insigne vecino y poeta sanmiguelense del siglo XIX) He aquí el lugar que observa estrictamente la ley mejor al hombre interesante, la igualdad a que aspira en todo instante la igualdad que sanciona dignamente. Puede en la sociedad por accidente dificultarse ley tan importante, porque suele el poder salir triunfante y el rico criminar al indigente. Aquí no hay que envidiar la valentía, del pudiente la suerte afortunada, el empleo pingüe o gran sabiduría, porque aquí son, concluida la jornada, poder, riqueza, ingenio y jerarquía, polvo, cenizas, vanidad y nada. En el Panteón Municipal de Atlixco se encuentra también este soneto con el numero romano IV. Soneto para el panteón de San Fernando de Francisco Manuel Sánchez de Tagle; también se encuentra escrito en la entrada del Panteón Municipal de Atlixco con el numero romano VI

Sonetos Del Panteón Municipal de Atlixco

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SONETOS DEL PANTEN MUNICIPAL DE ATLIXCO.

Soneto esculpido en una piedra de cantera verde, que flanquea alegricamente la portada del Panten del Hospital Real de San Rafael y San Juan de Dios. De la autora de Indalecio Caballero. Insigne vecino y poeta sanmiguelense del siglo XIX)

He aqu el lugar que observa estrictamente la ley mejor al hombre interesante, la igualdad a que aspira en todo instante la igualdad que sanciona dignamente. Puede en la sociedad por accidente dificultarse ley tan importante, porque suele el poder salir triunfante y el rico criminar al indigente. Aqu no hay que envidiar la valenta, del pudiente la suerte afortunada, el empleo pinge o gran sabidura, porque aqu son, concluida la jornada, poder, riqueza, ingenio y jerarqua, polvo, cenizas, vanidad y nada. En el Panten Municipal de Atlixco se encuentra tambin este soneto con el numero romano IV.

Soneto para el panten de San Fernando de Francisco Manuel Snchez de Tagle; tambin se encuentra escrito en la entrada del Panten Municipal de Atlixco con el numero romano VI Francisco Manuel Snchez de Tagle fue un poeta, escrito, abogador y poltico, nacido en Michoacan el 11 de enero de 1782 y falleci en ciudad de Mxico el 7 de diciembre de 1847. Para el panten de San Fernando.SONETO.

De su cuerpo y de si vive olvidadaDel hombre el alma, huyendo sus enojos,Y ocultando los otros y sus ojosLa espantosa miseria de su nada.

Llega la muerte, y la costumbre usadaProsigue, y de engaarse los antojos,Y los humanos mseros despojosEntre marmrea lpida dorada.

No en ella te detengas, pasagero.brela, y v lo que ocultarte quierenDe los llegados su fin postrero.

Qu ves?HorrorTus ojos mas no esperenQue podredumbre y polvo lastimero.As viven los hombres, y as mueren.

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Verso del Poema A la Muerte de Filis de Jos Cadalso; tambin Juan Melndez Valdez poeta espaol del siglo XVIII utiliza el verso. Verso del poema A la Muerte de FilisApenas te apareces ya eres idaDejando la esperanza ms amableCual mustia flor de vstago partida.Oh!, rompa ya el silencio el dolor mo,y al labio salga en dolorido acentola aguda pena en que morir porfo.

Con lastimeros ayes gima el viento;y entre suspiros rtal quebrantola falta de la voz supla el lamento;

ciegos los ojos con su amargo llanto,lejos de la alma luz, siempre en oscuranoche fenezcan en desastre tanto.

Truqueseme la dicha en desventura,ni jams bien alguno esperar pueda,pues me rob la muerte mi luz pura.

Filis!, amada Filis!, ay! Qu quedaya a mi dolor?, faltaste, mi seora?Cmo la voz el sentimiento veda!

All volaste al cielo a ser aurora,dejando en llanto y sempiterno olvidoesta alma triste que tu ausencia llora.

Qu?, ni mi dulce amor te ha detenido?,ni la amarga orfandad en que me dejas?Tan mal, querida Fili, te he servido?,

as de este infeliz, as te alejas?Vuelve, adorada, vuelve a consolarme;no ms desdees mis dolientes quejas.

Pero t no pudiste abandonarme;el golpe de la muerte, el golpe fieroslo de ti, mi bien, logr apartarme.

Oh muerte!, muerte!, oh golpe lastimero!Ay!, sabes, despiadada, lo que hiciste?De todos tus delitos, el postrero.

A quin con mano brbara rompisteel feliz hilo de la tierna vida,y en el sepulcro despiadada hundiste?

A Filis!, a mi Filis!, mi querida,mi inocente zagala! Su ternura,en qu ofenderte pudo, fementida?

No te movi su anglica hermosuraa que no mancillases insolentetan delicada flor en su alba pura?

jams yo te cre tan inclemente;mas este golpe, golpe lamentable,oh, cun a costa ma me desmiente!

Oh dura mano!, oh brbara, implacable!A quin, clamo sin fin, tu saa fierahiri con su guadaa abominable?

A Filis!, a mi Filis...! testo esperaa inocencia y amor, mientras riendoeterno un siglo la maldad prospera!

Huye, inhumana, al Trtaro tremendo;y en sus abismos hndete entre horrores,hndete, oh monstruo, tus hazaas viendo...

Deliro en mi pasin; y mis dolorescrecen, inmensos como el mar. Cuitado!,qu he de hacer sin mi bien, sin mis amores?

Que ya no gozar su alegre lado!,ni oir ms sus suavsimas razones!,ni he de ver de su rostro el tierno agrado!

Sus ojuelos, imn de corazones,aquellos ojos cuya lumbre claratras s arrastraron tantas atenciones!

Y aquel cuello, aquel talle, aquella raragracia que en noche eterna se oscurece!Ay, muerte dura, de mi bien avara!

Lloro, y llorando mi tormento crece;pero, qu mucho!, si en mi acerba penatodo el orbe dolido se enternece:

con horrsono silbo el aire suena,ni el agua corre ya como sola,ni la tierra es fructfera ni amena,

ni arrebolado asoma el albo da,ni en la cima es del cielo el sol fulgente,ni la luna en la noche hmida y fra.

El Tormes el raudal de su corrientedetiene por seguir mi amargo llanto,de ciprs coronada la ancha frente.

Con lgubre aparato y triste canto,de sus ninfas el coro le rodea;ay, cul doblan sus voces mi quebranto!

No ya el ncar sus cuellos hermosea,ni sembrado de perlas y coralessu cabello en los hombros libre ondea.

Mustio taray y tocas funeraleshoy visten todas por la Filis ma,de su agudo pesar ciertas seales.

Oh, cul con ellas yo la vi algn dadel seco agosto en la enojosa llamatriscar alegre en la corriente fra!

Hoy en llanto su pecho se derrama;y con doliente lgubre alarido,cual si la oyese, cada cual la llama.

El raudo Tormes con mortal quejidotambin las acompaa; y su lamentomerece de Neptuno ser odo.

Neptuno, el que del hmido elementomodera la soberbia impetuosa,ocupando entre dioses alto asiento;

el que con voz y diestra poderosa,con su tridente en carro de coralesalza o calma su furia sonorosa,

retrajo el curso a repetir mis males,y en ronco son los hrridos tritonesdieron de su dolor ciertas seales.

Del hmido palacio los salonesretumbaron con fnebres gemidos,y temblaron columnas y artesones.

Las focas y delfines doloridosen rumbo incierto tras su dios vagaban,de tan nuevos prodigios aturdidos,

y como que asombrados preguntaban:Qu horror es ste y doloroso estruendo?,y los mseros llantos remedaban,

las colas escamosas revolviendoy en las cerleas ondas excitandodesapacible son, ronco y horrendo.

Por las vecinas playas lamentandosonaban de otra parte los zagalesen tristes coros el desastre infando.

Mas ay!, ay!, que sus cantos a mis malesen nada alivio dan; mas antes crecenen mis ojos dos fuentes inmortales;

que si ya, gloria ma, no merecenestar colgados de tu faz save,mejor en ciego llanto as fenecen.

Oh dolor sobre todos el ms grave!,oh sombra, oh fugaz bien!, incierta vida!,quien en ti se confa poco sabe:

apenas apareces, ya eres ida,dejando la esperanza en ti fundadacual mustia flor del vstago partida.

Quin pudiera decirme que mi amada,mi tierna palomita, de repenteas del seno me sera robada,

cuando a aguardarla fui junto a la fuentela tarde antes del aciago daen la margen del Tormes trasparente?

Cmo me recibi!, con qu alegrade m burlando mi temor culpaba,y fiel su eterna llama me ofreca!

Con qu halageos ojos me miraba!,y con cuntos dulcsimos favoresmis dudas, mis zozobras alentaba!

Oh mi acabado bien!, oh mis amores!,quin entonces creyera tal fracaso,ni tras ventura tal estos dolores?

Rindote la vida al primer paso,quin recelara que su luz tempranacorriera as tan sbito a su ocaso?

Contino, Filis, de mis ojos manaun mar de ardiente lloro, ay sin ventura!,aciago fruto en mi esperanza vana.

Tu eterna ausencia mi dolor apura;y el no haberla, ay de m!, jams pensadodobla al msero pecho la amargura.

Bien deb, puesto que me vi encumbradoa lo sumo del bien que en hombre cabe,temblar el triste fin en que he parado.

Pero quin con amor temerlo sabe,ni entonces hace del agero cuenta,ni del bho que suena aciago y grave?

En vano desde el roble en que se asientaanuncia la corneja el caso triste,que a un pecho con pasin nada amedrenta.

T, Batilo infeliz!, volar la vistela noche en que enferm tu Fili amada,y su fnebre voz seguro oste.

Acurdome tambin que a la alborada,dejando ya paciendo mi ganado,a hablarla fuera en su feliz majada;

y vi un lobo feroz haber robadouna mansa cordera, blanca y bella,que devoraba sobre el fresco prado.

Corr compadecido a socorrella;y sbito..., a mis ojos..., qu portento!:en humo denso se me huy con ella.

Yo, hasta aquel punto de temor exento,del espantable caso sorprendido,ca sobre la hierba sin aliento.

Oh, qu de tiempo estuve all tendido!Y cuando ya en mi acuerdo hube tornado,ay!, a llorar en tanto mal sumido,

sin poder proseguir lo comenzado,y atnito de ver prodigios tales,volv lleno de horror a mi ganado.

All luego encontr nuevas sealesque algn terrible caso me anunciaban,ageros ciertos de mis crudos males.

Mis mansas ovejillas se espantaban,y cual si las siguiera un lobo fiero,girando en torno del redil balaban.

A un lado o quejido lastimero;a examinarlo corro..., y de repente...Callarelo, o dir tan triste agero?

Vi dividida por agudo dientela corderita a Filis prometida,que mi mano cuidaba diligente.

Al pie de ella la madre doloridacon dbiles balidos la lloraba,queriendo con su aliento an darle vida.

Entonces yo sent que me apretabael corazn un miedo desusado,y trmulo mil males me anunciaba.

Oh mi Fili!, oh mi bien!, oh desgraciado!,qu pudieron decirme estos ageros?Que era ya de tu vida el fin llegado;

que esto anunciaban los prodigios fieros,y esto la triste ave y la cordera.Ay, acabados gustos verdaderos!

Vida fugaz, cual sombra pasajera!Ya a la ma no queda sino llanto,prueba aun bien dbil de mi fe sincera.

Crecer inmenso mi mortal quebranto,hasta que huyendo este nubloso sueloen lazo a ti me una eterno y santo.

Ni, oh mi luz!, pienses que jams consuelohallar podr mi espritu abatido,que en ti el bien me dej con presto vuelo;

y en lgrimas y penas sumergido,tu imagen sola cada vez ms vivami pecho ocupa, de su amor herido.

La horrible parca que de ti me privala ansia no apagar con que l la adora,que su llama en tu falta ms se aviva

y acuerda al alma triste en cada horatu dulcsimo amor, tu fe sincera.Ay, cul padezco, y se me parte ahora!

La tierna dbil voz, la voz postreraque en tu labio son ya moribundo,jams podr olvidarla aunque yo muera.

Pues qu si el espectculo profundose me presenta de tu muerte aciaga?En un mar de mis lgrimas me inundo.

Deja, mi amor, que en ellas me deshaga,y que en largos suspiros exhaladomi espritu a sus ansias satisfaga.

Parceme mirarte en el cuitadotrance de la postrera despedida,dbil la voz, el rostro demudado,

del todo casi ya desfallecida,fijos en m con gesto lastimerolos ojos, y su luz oscurecida,

dicindome: Batilo, yo me muero;y al quererme abrazar aun dbilmente,en mi boca lanzando el ay postrero,

oh dolor!, cunto estabas diferentede aquella que antes por tus gracias fuisteel milagro de amor ms reverente!

Oh, no me aflijas ms, memoria triste!Deja, deja acabarme en mi amargura;yo ir presto, mi bien, do t subiste.

Mi fe, mi firme fe te lo asegura;no puedo ya vivir de ti apartado,que el ansia de te ver mi vida apura.

Entonces, de temores sosegado,en lazo ardiente, casto, verdadero,por siempre a ti me gozar ayuntado.

Ay!, qu en la tierra, miserable, espero?Muerte cruel, tan pronta con mi amada,en m ejecuta, en m, tu golpe fiero!

Arrncame esta vida quebrantada,llvame con mi Filis al sosiegode que el nima est necesitada.

Muvante, oh cruda, mi infelice ruego,la vida que aqu paso dolorosa,y el largo llanto con que el campo riego.

No pienses, no, mostrarte rigurosa,mi pecho hiriendo en ansias abismado,que antes sers en tu rigor piadosa,

pues yo de alivio ya desesperado,ni curo tener cuenta con mi vida,ni un breve alivio a mi infeliz cuidado.

Mis lgrimas son siempre sin medida,y en los suspiros con que canso al cieloel alma se me arranca dolorida.

Ni para alimentarme hallo consuelo,ni es otra mi bebida que mi llanto,ni del sueo me alivia el vago vuelo;

pues cuando al fin, rendido en mi quebranto,entre sus blandas alas me adormece,despavorido al punto me levanto;

que mil sombras tristsimas me ofrece,tendiendo yo la mano arrebatadoal bien que niebla vana desparece.

Tal es de mi vivir el triste estado,huyendo en torva faz siempre las gentes,y de ellas por sin seso baldonado.

Slo en mis ovejillas inocentescompasin halla mi amoroso anhelo,si es que cabe en mis ansias inclementes.

Ellas solas me siguen en mi duelo;y en torno rodendome apiadas,doblan con su balar mi desconsuelo.

Las que tuve a mi Filis destinadas,todas, sin quedar una, han fenecido.Ay corderas, cual ella desgraciadas!

A las otras el prado florecidojams mueve a pacer, aunque acabandolas miro con tristsimo balido.

Aqu las tiernas cras van quedando,las madres all caen sin aliento,todas, en cuanto mueren, suspirando,

mientras Melampo, fiel, su sentimientome muestra lastimado en ronco aullido,los pies me lame y me contempla atento,

o ya el camino corre conocidoque a la majada de mi Filis gua,torna, se para, y cae sin sentido.

Su compasin enciende el alma ma.Oh!, fenezca esta vida desastrada,que de ir a acompaarte me desva.

Oh mi bien!, mis amores! Oh eclipsadalumbre de estos mis ojos!, mi consuelo!,rosa en abril florido marchitada!,

llvame donde ests con presto vuelo;acabe, acabe mi mortal quebranto,y all te abrace en el sereno cielo.

Pdeselo con ruego y tierno llantoa Aquel que inmvil ve desde su alturami firme amor y mi deseo santo.

Entonces s que, libre de amargura,mi alegre suerte con la tuya uniendo,gozar el lleno bien que ac me apura.

Entonces s que el alma, en ti viviendo,se adormir feliz en paz gloriosa,sus finas ansias coronadas viendo;

y con habla dulcsima y sabrosaconversando contigo mano a mano,podr llamarse sin temor dichosa.

Qu?, no te mueve mi dolor insano?De tu Batilo, Filis, ya te olvidas?Su voz desdeas?, su clamar es vano?

D estn las voluntades tan unidas?,d estn...? Mas no se cuida all en el cielode las cosas viviendo prometidas;

y ya en paz alma, roto el mortal velo,de un infeliz en su dolor perdidot las ansias no ves ni el desconsuelo,

mientras sobre tu losa aqu tendidoyo besndola estoy sin apartarme,ni temblar, ay!, el msero gemido,

hasta que mi dolor llegue a acabarme,y suba en vuelo alegre arrebatadodonde pueda por siempre a ti juntarmey gozar tu semblante regalado.