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Fascículo No. 18 1 Corintios (Parte 1)
1
INSTITUTO BÍBLICO DEL AIRE
FASCÍCULO INTERNACIONAL NÚMERO DIECIOCHO
Un estudio versículo por versículo de 1 Corintios
(Parte 1)
Fascículo No. 18 1 Corintios (Parte 1)
1
Capítulo 1
"La Primera Iglesia de Corinto"
(1 Corintios 1:1–9)
La iglesia que Pablo plantó en Corinto tenía muchas
preguntas y problemas que exigían el consejo inspirado del más
grande misionero y plantador de iglesias que ha conocido jamás
la iglesia de Jesucristo.
La iglesia estaba irremediablemente dividida porque estaba
polarizada alrededor de varios líderes que Pablo había colocado
ahí para enseñar y discipular a estos creyentes. Un hombre – tal
vez un líder de la iglesia – estaba teniendo un amorío con su
madrastra. Todos sabían de esto, pero nadie estaba haciendo nada
al respecto. Se estaban demandando unos a otros en los
tribunales civiles, y se estaban emborrachando con el vino
cuando celebraban la Cena del Señor.
Pablo se enteró de muchos de estos problemas a través de
una de las muchas iglesias caseras del lugar. Además, los
creyentes de Corinto le habían escrito una carta en la que le
hacían preguntas acerca del matrimonio, un problema relacionado
con el culto a los ídolos, el papel de las mujeres en la
iglesia, especialmente ciertos aspectos de la adoración en la
iglesia, la función del Espíritu Santo en una iglesia, la
resurrección, y asuntos de mayordomía. Pablo aborda el problema
de sus divisiones en los primeros cuatro capítulos, la
inmoralidad y sus pleitos legales en los capítulos cinco y seis,
y luego los asuntos planteados por la carta que le habían
enviado, en los capítulos siete al dieciséis.
Luego de esta breve reseña de 1 Corintios, veamos los
versículos iniciales. En el versículo uno, Pablo se describe
como “llamado a ser apóstol de Jesucristo por la voluntad de
Dios”. Cuando uno se adentra en el contenido de esta carta y el
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de 2 Corintios, descubre que la iglesia de Corinto cuestionaba
el derecho de Pablo a llamarse apóstol. Así que él
inmediatamente señala el hecho de que había sido “llamado a ser
apóstol por la voluntad de Dios”.
Pablo dirige esta carta a “los santificados en Cristo
Jesús” (2). La palabra “santificado” significa “separado”.
Cuando uno es separado para seguir a Cristo, forzosamente se
aleja de las cosas que son pecaminosas. Pero el énfasis en las
Escrituras, con relación a la santificación, no es que uno sea
apartado del pecado, sino que ha sido llamado a ser separado
para quien nos ha llamado a la comunión con Él (1:9). La
expresión favorita de Pablo para designar a los creyentes era
“santos”. El hecho de que Pablo escribiera a estos creyentes,
conociendo sus muchos problemas, y que los llamara “santos”, nos
muestra que ser santificado no significa no tener pecado en
nuestra vida. Sí significa que un creyente es llamado a vivir su
vida separado para Cristo y del pecado.
En la segunda mitad del versículo dos, Pablo escribe: “…
con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de
nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro”. Esta carta
no está dirigida solamente a la iglesia de Dios en Corinto, sino
a todo el que invoque el nombre de Jesucristo, a partir del
momento en que se escribió y para todas las generaciones, en
todo el mundo. Esto significa que la carta está dirigida a usted
y a mí. “La iglesia de Dios” es la iglesia invisible y
universal, y “la iglesia de Dios que está en Corinto” es la
iglesia visible en su expresión local.
El versículo 3 contiene el saludo: “Gracia y paz a
vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.” Este
era el saludo habitual de Pablo, porque él creía que si un
creyente tiene gracia, entonces tiene todo tipo de bendiciones
maravillosas en su vida, que Dios le ha dado; no porque las
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merezca o porque las haya logrado por sus propios esfuerzos,
sino porque Dios le ha dado esas bendiciones. La gracia no es
sólo el favor inmerecido de Dios, sino que es también el poder,
el carisma de Dios, que hace que sea posible que funcione como
seguidor de Jesucristo. El resultado de tener la gracia de Dios
es que los creyentes corintios fueron “enriquecidos en él y no
les faltaba ningún don”(5, 7).
La segunda venida de Jesucristo era una enseñanza muy
importante para Pablo. Así que dijo a estos creyentes del primer
siglo de Corinto que ellos estaban “esperando la manifestación
de nuestro Señor Jesucristo” (7). Mientras esperaban su retorno,
escribió Pablo, Jesús podría “confirmarlos hasta el fin, para
que fueran irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo”
(8).
¿Cómo podía ser que Pablo tuviera esta confianza
(especialmente en esta iglesia, con todos sus problemas) en que
estas personas continuarían y no se apartarían hasta el día
mismo de la venida de Jesucristo? La confianza del apóstol
estaba puesta en que “Fiel es Dios, por el cual fuisteis
llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor”
(9).
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Capítulo 2
"¿Está Cristo dividido?"
(1 Corintios 1:10–17)
Estos versículos en el capítulo uno revelan el propósito de
esta carta. Como se mencionó, 1 Corintios fue escrita a una
iglesia que tenía muchos problemas. En los primeros cuatro
capítulos, Pablo aborda el problema de las divisiones en la
iglesia. Se enteró de las divisiones en la iglesia de “vosotros,
hermanos míos, por los de Cloé” (11). La iglesia de Corinto se
reunía en hogares repartidos por toda la ciudad. Todas las
iglesias que fundó Pablo se reunían de esta forma. Pablo recordó
a los ancianos de Éfeso que él había enseñado “públicamente y
por las casas” (Hechos 20:28). Las iglesias del Nuevo Testamento
se reunieron en casas durante los primeros trescientos años de
la historia de la iglesia.
Las iglesias caseras de Corinto estaban polarizadas
alrededor de sus líderes. Como Pablo había sido el que fue a
Corinto y predicó el evangelio cuando estas personas fueron
salvas, algunos decían: “Yo sigo a Pablo. Pablo me llevó a
Cristo, y yo voy a seguirlo a él”. Antes de convertirse, Pablo
era un gran erudito, un rabino, un fariseo que había estudiado a
los pies del famoso rabino Gamaliel (Hechos 22:3). Poder decir
que uno se había sentado a los pies de un maestro famoso como
Gamaliel equivalía a decir, hoy, que uno tiene un título de una
universidad prestigiosa. En otras palabras, Pablo contaba con
todas las credenciales intelectuales. La cultura griega del
tiempo de Pablo otorgaba un gran valor al conocimiento. Los
creyentes de Corinto, que tenían un gran respeto por la
formación intelectual, sólo escucharían a Pablo y tenían poco
respeto por Pedro.
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No todos en Corinto eran intelectuales, sin embargo; a
muchas personas de ese lugar les gustaba la predicación
práctica, con los pies en la tierra y sencilla de Pedro. Algunas
personas no captaban las enseñanzas de Pablo tan bien como la
predicación devocional de Pedro. Si bien Pedro no tenía
educación, como descubrimos cuando leemos sus cartas, ponía
énfasis en la aplicación devocional y práctica de las cosas
espirituales.
Luego había un joven llamado Apolos, que probablemente fue
un griego muy elocuente antes de convertirse. Dado que los
corintios valoraban mucho la elocuencia, algunos de ellos
decían: “Yo sigo a Apolos. Él es el que me dice algo”.
Finalmente, había un grupo dentro de la iglesia de Corinto
que era especialmente piadoso. Estas son las personas que Pablo
describe como los que eran “de Cristo”. Lo que quiere decir
Pablo es que estaban diciendo: “Yo no sigo a ningún hombre. Yo
sólo sigo a Cristo” (12).
Después de rotular estas divisiones en la iglesia, Pablo
aborda esta polarización alrededor de sus líderes haciendo una
pregunta muy profunda: “¿Está dividido Cristo?”.
En un versículo, Pablo nos da una vista panorámica de lo
que es realmente la salvación. Escribe: “Fiel es Dios, por el
cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo
nuestro Señor” (9). Ahora bien, si la salvación es esencialmente
un llamado para que tengamos una relación con Cristo, si es
posible que tengamos una relación con el Cristo resucitado y
viviente, entonces Pablo ha hecho una pregunta muy profunda:
“¿Está Cristo dividido?”.
En su carta a los colosenses, Pablo escribe, en esencia,
que Cristo en nuestros corazones es nuestra única esperanza
(Colosenses 1:27). Su pregunta es, en realidad: “¿Qué siente el
Cristo que vive en nosotros y tiene comunión con nosotros acerca
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de las diferencias raciales, las clases sociales, el aborto, la
clonación de seres humanos, las formas de adoración, la doctrina
o cualquier otro tema que nos divide?.
¿Está Cristo dividido? Piénselo. La respuesta obvia debería
ser un “¡No!” rotundo. Y la deducción obvia tiene que ser que si
Cristo realmente vive en nosotros, entonces no deberíamos estar
divididos. Si estamos divididos porque estamos polarizados
alrededor de nuestros líderes, hay algo que está mal en nuestra
relación con Cristo, y hay algo que está mal en la forma en que
vemos a nuestros líderes.
En el versículo trece, Pablo se usa a sí mismo como un
ejemplo de cómo deberían ser percibidos los líderes. “¿Fue
crucificado Pablo por vosotros? ¿O fuisteis bautizados en el
nombre de Pablo?”. Está preguntando: “Yo no morí en la cruz por
ustedes, ¿no es cierto? Así que, ¿por qué algunos de ustedes
dicen: ‘Yo soy de Pablo’?”. No se dirige a los que estaban
polarizados alrededor de otros líderes. Se dirige
diplomáticamente a los que lo siguen a él en “la Primera Iglesia
de Corinto”.
Pablo señala que él bautizó sólo unos pocos creyentes de
Corinto, y luego hace esta afirmación profunda, que compara el
bautismo con el evangelio: “Pues no me envió Cristo a bautizar,
sino a predicar el evangelio; no con sabiduría de palabras, para
que no se haga vana la cruz de Cristo” (17). Separar el bautismo
del evangelio significa que no somos bautizados para ser salvos.
Somos bautizados porque somos salvos. El bautismo es como una
ceremonia de casamiento donde hacemos un anuncio público de una
decisión que ya ha sido tomada en privado.
Para dejar en claro este punto, Pablo dedicará el resto del
capítulo uno y los capítulos dos, tres y cuatro a explicar lo
que realmente sucede cuando el evangelio se predica, se cree y
las personas son se convierten. Obviamente, se está dirigiendo a
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quienes sólo seguirían su liderazgo porque él era quien había
predicado el evangelio en Corinto cuando se convirtieron.
Muchos cometen el error de intentar hacer que el evangelio
de Jesús sea intelectualmente atractivo. Les gusta hacerlo tan
profundo y lógico que parecen creer que “si tan solo pudiera
contestar todas tus preguntas intelectuales, entonces estoy
seguro de que serás salvo”.
Pablo nos dice aquí que esto no fue lo que ocurrió cuando
él predicó el evangelio en Corinto. No predicó el evangelio
usando palabras atrayentes de sabiduría humana. Declara que él
no fue enviado a predicar el evangelio allí con las palabras
cautivantes de la sabiduría humana. Si hubiera hecho esto,
habría vaciado a la cruz de Cristo de su poder, y su fe habría
estado arraigada en la sabiduría humana. Escribe que estuvo
entre ellos con mucha debilidad y temblor. Se había propuesto
deliberadamente no saber nada entre ellos sino a Jesucristo, y a
éste crucificado. Cuando él proclamó el evangelio en su ciudad,
ellos habían sido testigos de una demostración de poder en el
Espíritu Santo.
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Capítulo 3 "La predicación de la cruz"
(1 Corintios 1:18–2:5)
Si las personas que reciben esta carta entienden y aplican
lo que Pablo ha escrito en estos versículos que acabamos de ver
(1:10-17), no se polarizarán alrededor de sus líderes y no
estarán divididas.
En el versículo dieciocho, Pablo explica lo que es la
predicación de la cruz y cómo las personas responden a ese
mensaje: “Porque la palabra de la cruz es locura a los que se
pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder
de Dios”. Cuando Pablo dice que fue a Corinto para predicar el
evangelio, la palabra que usa para “predicar” significa que fue
simplemente anunciando el evangelio como un heraldo que comunica
el decreto de un rey.
Cuando Pablo dice que se propuso no saber nada entre ellos
sino a Jesucristo, y a Él crucificado, la perspectiva histórica
que aprendemos del libro de Hechos nos ayuda a apreciar estas
palabras que Pablo escribe a los corintios. El capítulo
diecisiete de Hechos describe una experiencia que Pablo tuvo en
Atenas, que hizo un profundo impacto en su ministerio en
Corinto.
Cuando estuvo en Atenas, fue invitado a predicar en el
areópago, un lugar muy prestigioso y culto que dominaba Atenas,
donde los eruditos, políticos y grandes oradores eran invitados
a debatir los temas filosóficos importantes de su tiempo y
cultura. Era un gran honor ser invitado a debatir o enseñar ahí.
Algunos estudiosos creen que Pablo sucumbió a las presiones
culturales de ese lugar, con su énfasis en la filosofía y en los
debates intelectuales. Predicó un gran sermón allí, sobre la
colina de Marte. El texto fue tomado de una inscripción que
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tenía uno de los ídolos de ese lugar, y su final incluía citas
de filósofos y poetas griegos. Fue un sermón importante, pero
sus resultados fueron magros. No hay ninguna carta de Pablo a
los atenienses, y no planta una iglesia allí. Sólo unos pocos
responden favorablemente a ese mensaje ingenioso y magnífico.
Pablo fue a Corinto directamente después de esa experiencia
en Atenas. Cuando llegó a Corinto, el Señor le dijo en una
visión: “No temas, sino habla, y no calles; porque yo estoy
contigo, y ninguno pondrá sobre ti la mano para hacerte mal,
porque yo tengo mucho pueblo en esta ciudad” (Hechos 18:9-10).
Pablo predicó el evangelio en Corinto durante un año y medio.
Lea lo que Pablo escribió a los corintios acerca de su
predicación del evangelio en Corinto, manteniendo en perspectiva
el contexto histórico que encontramos en el libro de Hechos
(Hechos 17-18) sobre su ministerio en Corinto. Allí no usó una
inscripción en un ídolo como texto. No citó a filósofos y poetas
griegos. Simplemente anunció dos hechos acerca de Jesucristo.
Predicó el evangelio. No debatió sobre el evangelio. No lo
defendió. Simplemente lo anunció (1 Corintios 2:1-5).
Concluye esta carta con una declaración del evangelio y
cómo él predicó ese evangelio en Corinto (15:1-4). Pablo creía
que cuando predicaba (anunciaba) el evangelio – que Jesucristo
murió por nuestros pecados y resucitó de los muertos – el
Espíritu Santo daría el don de la fe a algunos de los que oyeran
ese evangelio. Los que creyeran, serían las personas que Dios
había mencionado cuando dijo que tenía mucho pueblo en la ciudad
de Corinto.
¿Por qué creen algunos?
¿Por qué algunas persona creen en el evangelio cuando es
predicado y otras no? No es que los que creen sean tontos y los
que no creen son listos. No se trata de que los que creen sean
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listos y los que no creen son tontos. Pablo nos dice que la fe
es un don, y que el Espíritu Santo lo da a las personas que
creen cuando escuchan que el evangelio es proclamado. El
Espíritu Santo los mueve a saber que es cierto lo que están
escuchando. Ellos creen porque han recibido el don de la fe
(Efesios 2:8; Filipenses 1:29).
En el versículo diecinueve, Pablo cita al profeta Isaías:
“Destruiré la sabiduría de los sabios, y desecharé el
entendimiento de los entendidos” (Isaías 29:14). En el versículo
diecinueve del capítulo tres, Pablo cita el libro de Job: “Él
prende a los sabios en la astucia de ellos” (Job 5:13). Dios
estaba prediciendo a través de Isaías que el intelecto del
hombre sería su ruina. Como prueba del cumplimiento de esa
profecía, Pablo pregunta: “¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el
escriba? ¿Dónde está el disputador de este siglo? ¿No ha
enloquecido Dios la sabiduría de este mundo?” (20). Dios inicia
su diálogo con el hombre haciendo la pregunta: “¿Dónde estás
tú?”. Luego pregunta a Caín: “¿Dónde está tu hermano?”. Más
adelante, Dios pregunta a Abraham: “¿Dónde está tu esposa?”. La
pregunta aquí es: “¿Dónde está el sabio?”. Lo que está queriendo
decir la pregunta es: “¿Dónde está espiritualmente el sabio?”.
¿Por qué es la sabiduría del mundo necedad para Dios? La
respuesta de Pablo es que “el mundo no conoció a Dios mediante
la sabiduría” (21). Dios sabe que la sabiduría comienza con el
temor (o conocimiento) del Dios Creador (Proverbios 9:10).
Pablo resume la forma en que los judíos se acercan a Dios
cuando escribe que “los judíos piden señales”. Describe la forma
en que las personas que viven en Corinto se acercan a Dios – y a
todo lo demás – cuando escribe que “los griegos buscan
sabiduría”. Por esta razón, la simple declaración del evangelio
de Cristo crucificado es una piedra de tropiezo para los judíos.
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No les da una señal más allá de la señal que reciben todos los
demás cuando oyen el evangelio.
Los griegos piensan que el evangelio es “locura”, porque
uno no tiene que ser un intelectual para entender el evangelio.
Pero para las personas que son “llamadas” – no importa si son
judíos o griegos – la predicación del evangelio de Cristo
crucificado es la sabiduría y el poder de Dios que obra el
milagro de la salvación en sus vidas cuando escuchan y creen.
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Capítulo 4 "El hombre natural y el hombre espiritual"
(1 Corintios 2:6-16)
En el versículo seis del capítulo dos, Pablo comienza uno
de mis pasajes favoritos de la Palabra de Dios:
"Sin embargo, hablamos sabiduría entre los que han
alcanzado madurez; y sabiduría, no de este siglo, ni de
los príncipes de este siglo, que perecen. Mas hablamos
sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la
cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra
gloria, la que ninguno de los príncipes de este siglo
conoció; porque si la hubieran conocido, nunca habrían
crucificado al Señor de la gloria. Antes bien, como está
escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido
en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para
los que le aman. Pero Dios nos las reveló a nosotros por
el Espíritu;
"Porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo
de Dios. Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del
hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así
también nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu
de Dios. Y nosotros no hemos recibido el espíritu del
mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que
sepamos lo que Dios nos ha concedido, lo cual también
hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana,
sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo
espiritual a lo espiritual.
"Pero el hombre natural no percibe las cosas que son
del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las
puede entender, porque se han de discernir
espiritualmente. En cambio el espiritual juzga todas las
Fascículo No. 18 1 Corintios (Parte 1)
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cosas; pero él no es juzgado de nadie. Porque ¿quién
conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas
nosotros tenemos la mente de Cristo” (2:6-16).
Todo gran maestro como Pablo sabe cómo aprende la gente.
Aprenden por “la puerta del oído”, por lo que oyen. Esto abarca
todo lo que nos dicen nuestros padres, pastores, maestros y
otras personas. También aprendemos por “la puerta del ojo”.
Aprendemos de lo que vemos. Esto incluye todo lo que leemos y
observamos. Por esta razón la educación audiovisual, donde
aprendemos a través del ojo y el oído simultáneamente, es una
forma de enseñanza eficaz.
Pablo menciona el ojo, el oído y el corazón en este pasaje.
El corazón representa la voluntad. Es difícil enseñar a quienes
no quieren aprender. Nuestro Señor nos dijo: “El que quiera
hacer… conocerá” (Juan 7:17). Los discípulos son seguidores de
Cristo que aprenden al hacer cosas y luego pasan el resto de sus
vidas haciendo lo que han aprendido. Este es el significado
esencial de la palabra “discípulo”. ¡Con razón Jesús estaba
buscando personas que tuvieran la voluntad de hacer para que
pudieran conocer!
El mensaje primario de este gran capítulo de las Escrituras
es que para aprender la verdad espiritual debemos tener otra
puerta: la puerta del Espíritu Santo. Pablo usa una ilustración
hermosa para explicar este punto. Nos desafía a pensar en el
hecho de que sólo el espíritu de un hombre conoce los
pensamientos de ese hombre. La única forma en que podríamos
saber lo que está pensando otra persona sería que tuviéramos el
espíritu de esa persona dentro de nosotros.
De la misma forma, el único que sabe lo que Dios está
pensando es el Espíritu Santo de Dios. Cuando tenemos el
Espíritu Santo, tenemos la capacidad de conocer los pensamientos
Fascículo No. 18 1 Corintios (Parte 1)
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de Dios. En un sentido muy real, ¡cuando tenemos el Espíritu
Santo en nosotros, tenemos la mente misma de Cristo!
Pablo enseña enfáticamente que la única forma de conocer
verdad espiritual es tener al Espíritu Santo, porque la verdad
espiritual se aprende espiritualmente. Si uno no tiene el
Espíritu Santo, no puede conocer la verdad espiritual. En el
versículo quince encontramos la expresión “el [hombre]
espiritual”. ¿De qué está hablando Pablo?
Está describiendo a la persona que ha creído en el
evangelio y ha experimentado el milagro de la salvación,
mediante el cual ha recibido el Espíritu Santo. Esta persona no
tiene que ser necesariamente un intelectual, ni tiene que tener
una capacitación formal en teología, si bien es maravilloso que
una persona espiritual la tenga.
Me intriga el hecho de que los primeros cuatro apóstoles no
tenían educación. Alcanzaron a todo el mundo para Jesús porque
eran hombres espirituales que habían recibido el Espíritu Santo.
Hay aproximadamente dos millones de pastores en este mundo hoy,
de los cuales menos de cien mil se han recibido en seminarios.
El Cristo resucitado y viviente sigue llegando a este mundo a
través de personas que son como los primeros cuatro apóstoles.
En estos versículos, Pablo está trazando el perfil de dos
tipos de hombres. Este patrón se repite a lo largo de la Biblia.
Los salmos se refieren a los bienaventurados y los impíos; Jesús
describe al sabio y al necio (Salmo 1; Mateo 7:24-27). Pablo
describe aquí al hombre espiritual y al hombre natural. La
palabra en el original que se traduce como “natural” es “no
espiritual”. Lo que nos está presentando, simplemente, es al
hombre que tiene al Espíritu Santo morando en él y el hombre que
no tiene al Espíritu Santo viviendo en él.
Cuando los pastores predican y enseñan las Escrituras hoy,
pueden mirar a la congregación y distinguir al hombre espiritual
Fascículo No. 18 1 Corintios (Parte 1)
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del hombre natural. Cuando Pablo oraba por los efesios, decía:
“… alumbrando los ojos de vuestro entendimiento” (Efesios 1:18).
Las personas que comunican la Palabra de Dios a otros pueden ver
cómo se iluminan sus ojos con entendimiento cuando escuchan la
Palabra de Dios.
Análogamente, a veces es fácil detectar a la persona que
Pablo describe como el hombre natural, o no espiritual. Esa
persona simplemente no entiende las cosas espirituales. De
hecho, considera que son locura. ¿Por qué? Porque no tiene al
Espíritu Santo. Sus ojos no se iluminan con el entendimiento. (A
veces, sus ojos están cubiertos por los párpados, porque se
duerme al escuchar la palabra de Dios).
No deberíamos esperar que personas no espirituales
comprendan verdades espirituales ni que tengan valores
espirituales. Cuando trate de compartir su fe y su experiencia
de Cristo con personas seculares, debe orar pidiendo que el
mismo Espíritu Santo que abrió sus ojos y oídos abra los ojos y
los oídos de esas personas, para que puedan nacer de nuevo y
recibir el Espíritu de Dios.
Esto nos plantea algunas preguntas importantes. Por la
gracia de Dios, ¿ha creído usted en el evangelio y ha nacido de
nuevo? ¿Vive el Espíritu Santo en usted? ¿Tiene esa “puerta del
Espíritu” que puede abrir su puerta del ojo, su puerta del oído
y su puerta del corazón, para enseñarle verdades espirituales?
¿Tiene acceso a los pensamientos de Dios y a la mente de Cristo,
porque el Espíritu Santo vive en usted? ¿O es usted un hombre
natural o no espiritual, que no puede comprender las verdades
espirituales y dice que el evangelio es locura?
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Capítulo 5
"Palabras que enseña el Espíritu Santo"
(1 Corintios 2:6-16)
El Espíritu Santo tiene muchos ministerios y funciones. Es
Consolador y Consejero. Nos regenera, nos convierte en nuevas
criaturas de adentro hacia fuera. Jesús lo llamó "Paracleto”.
Esta palabra griega significa que “viene al lado de nosotros, se
adhiere a nosotros a fin de asistirnos”.
Uno de los ministerios importantes del Espíritu Santo es
enseñarnos. Cuando Jesús presentó el concepto del Espíritu Santo
a los apóstoles, les dijo que ésta sería una de sus funciones:
“él os guiará a toda verdad… y os hará saber las cosas que
habrán de venir” (Juan 16:13). En una oportunidad, después de
enseñar públicamente, Jesús estaba solo con sus apóstoles,
contestando sus preguntas y explicándoles su enseñanza en
privado. Les dijo que les era dado a ellos entender su mensaje,
pero no a otros. ¿Qué era lo que les era dado a los apóstoles
para que pudieran entender su enseñanza?
Jesús solía hacer esa observación acerca de su enseñanza.
Después de enseñar acerca del matrimonio, dijo que sólo a
quienes les era dado podrían recibir tal enseñanza acerca del
matrimonio (Mateo 19:11). Cuando se le preguntó por qué enseñaba
en parábolas, respondió que sólo podrían entenderlo aquellos a
quienes les había sido dado (Mateo 13:11). Obviamente, lo que
era dado para que su enseñanza pudiera ser comprendida era el
Espíritu Santo.
El apóstol Juan dice que tenemos una unción en nosotros, y
que esa unción nos puede enseñar. Llega a decir que no
necesitamos que ningún hombre nos enseñe, porque esta unción en
nosotros puede enseñarnos (1 Juan 2:20, 27).
Fascículo No. 18 1 Corintios (Parte 1)
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El apóstol Pablo concuerda totalmente con su Señor y sus
colegas apóstoles cuando nos dice que el Espíritu Santo que vive
en nosotros puede enseñarnos la verdad espiritual. Pablo expresa
esta verdad hermosamente cuando menciona sus objetivos de misión
como maestro de la Palabra de Dios. Dice que enseña la verdad
espiritual a las personas espirituales en “palabras que enseña
el Espíritu”. Esto es lo que quiere decir cuando afirma que la
verdad espiritual se discierne espiritualmente y que él enseña
la verdad espiritual a personas espirituales (2:13).
Cuando usted lee o escucha la predicación o la enseñanza de
la palabra de Dios, ¿encuentra que está pensando: “Esto tiene
que ver con lo que leí o escuché la semana pasada, o ayer?”. ¿Me
permite que lo desafíe a darse cuenta de algo? Que esto
significa que el Espíritu Santo le está enseñando la Palabra de
Dios “en palabras que enseña el Espíritu”. Según Jesús, Pablo y
el apóstol Juan, la única forma en que podemos entender la
Palabra de Dios es tener al Espíritu Santo en nosotros como
nuestro maestro que nos revela cosas espirituales. Esta es una
de las razones por las que vino a vivir en usted, y una de las
formas más importantes en las que le ministra.
Si la capacidad de comprender la verdad espiritual
estuviera basada en la inteligencia o la educación de unas
personas, sería sumamente injusto. No tenemos todos la misma
inteligencia u oportunidades de educación. ¿Quién escoge la
combinación genética que dio origen a sus dones intelectuales o
las circunstancias de la vida que determinaron sus oportunidades
de educación?
Pedro no podía escribir sus cartas, pero, sin embargo,
cuando usted las estudia ¿piensa que no sabía acerca de las
cosas espirituales? ¡Pero si era un gigante espiritual! Dice que
Dios ha puesto a nuestra disposición “todas las cosas que
pertenecen a la vida y a la piedad” (2 Pedro 1:3). No necesitaba
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poder leer y escribir para ser espiritual. Tenía al Espíritu
Santo en él, y no necesitaba que ningún hombre le enseñara,
porque el Espíritu Santo le enseñaba.
La misma comprensión espiritual está a disposición de los
creyentes hoy. “Pedid, y se os dará”, enseñó Jesús. “Buscad, y
hallaréis; llamad, y se os abrirá” (Mateo 7:7). Si usted acude a
la Palabra de Dios pidiendo, buscando y llamando, el Espíritu
Santo abrirá la Palabra de Dios para usted. Él será su Maestro.
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Capítulo 6
"¿Quién es Pablo?"
(1 Corintios 3:1–7)
Después de dividir a la familia humana en hombres naturales
y hombres espirituales, Pablo presenta una tercera categoría al
empezar el tercer capítulo de la primera carta a los corintios.
Palabras más, palabras menos, escribe: “¿Cómo puedo llamarlos a
ustedes, pillos y bribones de Corinto? ¿Cómo puedo hablarles
como hombres espirituales cuando están divididos porque están
polarizados alrededor de sus líderes humanos?”.
Pablo concluye: “No pude hablaros como a espirituales, sino
como a carnales, como a niños en Cristo” (3:1). Así que ahora
tenemos el hombre espiritual (el que ha recibido el Espíritu y
comprende cosas espirituales), el hombre natural (el que no ha
recibido el Espíritu de Dios y no comprende las cosas
espirituales) y el hombre carnal. (Pablo usa la palabra “hombre”
genéricamente). Deberíamos preguntar: “¿Quién es esta persona
carnal?”.
La palabra “carnal” es una traducción de la palabra griega
que quiere decir “carne”. ¿Qué está sugiriendo Pablo aquí? ¿Tres
tipos de hombres? Tal vez, pero hay otra forma de ver el pasaje.
El hombre natural no puede ser espiritual porque no tiene el
Espíritu. No tiene opciones. Anda en la carne todo el tiempo
porque no tiene la capacidad de andar en el Espíritu.
El hombre espiritual, por otra parte, tiene el Espíritu
Santo, pero ¿es espiritual todo el tiempo? ¿Anda siempre en el
Espíritu? No; tiene una opción. Puede andar en el Espíritu, y
puede moverse y tener su ser en el Espíritu, y puede generar el
fruto del Espíritu. Pero no lo hace siempre. Así que, cuando el
hombre espiritual no anda en el Espíritu, Pablo lo llama
“carnal”.
Fascículo No. 18 1 Corintios (Parte 1)
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Ahora bien, usted podría decir: “Un momento. No existe tal
cosa como un hombre carnal y espiritual”. Pero, piénselo. ¿Hay
realmente algún otro tipo de hombre espiritual? Jesucristo fue
ciento por ciento espiritual todo el tiempo, pero ¿lo somos
nosotros? Deberíamos serlo, somos llamados a serlo y podemos
serlo, pero ¿somos espirituales todo el tiempo? Un estudioso de
la Biblia define la palabra “carne” así: “naturaleza humana sin
la ayuda de Dios”. Cuando el hombre espiritual confía en su
naturaleza humana y no busca ayuda de Dios, es carnal, según el
apóstol Pablo.
Pablo comenzó su carta recordando a los creyentes de
Corinto que estaban santificados y eran llamados a ser santos.
Ahora les está diciendo que no están viviendo de acuerdo con su
llamado. La prueba de esto eran sus celos y sus pleitos.
Parafraseando y resumiendo, Pablo escribe: “Tengo que tratarlos
como personas que aún están andando en la carne, porque eso es
justamente lo que están haciendo. De hecho, he decidido
tratarlos como si fueran bebés, porque es lo que son ustedes”.
Los bebés espirituales todavía no han aprendido que no son nada
sin la ayuda de Dios. Intentan vivir como santos en sus propias
fuerzas sin buscar ninguna ayuda de Dios.
Pablo escribe que los bebés aún no han desarrollado sus
sistemas digestivos, así que deben recibir alimentos
predigeridos, como la leche. Lamenta tener que alimentarlos con
alimento para bebés y tratar a la iglesia de Corinto como si
toda la iglesia fuera una guardería.
Si el único alimento espiritual que usted recibe es lo que
alguien como su pastor ya ha digerido, entonces es posible que
usted sea un bebé espiritual y que esté alimentándose de la
leche de la Palabra. Cuando uno es un bebé, la leche es una cosa
maravillosa. Pedro nos exhorta, como bebés recién nacidos, a
desear fervientemente la leche no adulterada de la Palabra, para
Fascículo No. 18 1 Corintios (Parte 1)
21
que podamos crecer (1 Pedro 2:2). Pero la única ocasión en que
damos una dieta regular de leche a una persona madura es cuando
está enferma.
Es importante seguir a Pablo y considerar el argumento de
estos primeros cuatro capítulos. Recuerde que Pablo está
encarando el problema de las divisiones en la iglesia cuando
pregunta: “¿Qué, pues, es Pablo, y qué es Apolos?”. Pablo
contesta su propia pregunta varias veces cuando escribe que él y
Apolos son sólo ministros (siervos), a través de quienes los
corintios llegaron a creer, “según lo que a cada uno concedió el
Señor” (5).
Pablo comienza la mayoría de sus cartas describiéndose como
siervo de Jesucristo. Pablo y Apolos eran simplemente esclavos
que Dios asignó para que predicaran el evangelio y pastorearan
la iglesia de la ciudad de Corinto. Pablo pasa a contestar su
propia pregunta: “Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo
ha dado Dios” (6, 7). Pablo reprende a los corintios por
polarizarse alrededor de sus líderes, lo que causaba divisiones
en la iglesia.
En resumen
Pablo concluye que aún estaban andando en la carne, porque
su comunidad espiritual estaba llena de pleitos y envidia. Su
comportamiento también demostraba que eran simplemente bebés
espirituales. El punto importante que está remarcando es que,
dado que Dios es el poder detrás del gran milagro de la
salvación que habían experimentado a través de su predicación
del evangelio en Corinto, deberían polarizarse alrededor de
Dios, y no de los siervos que Dios envió a Corinto para plantar
y regar. Deberían rendirse a Dios y seguir a quien envió a su
Hijo al mundo para su salvación y había enviado a Pablo a
Corinto a hablarles de las Buenas Nuevas.
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Fascículo No. 18 1 Corintios (Parte 1)
22
Capítulo 7
"Construir sobre el fundamento"
(1 Corintios 3:8–17)
En el tercer capítulo de su primera carta de a los
corintios, Pablo usa una metáfora hermosa, cuando dice que los
creyentes de Corinto son el campo de Dios. Él y Apolos son como
labradores. Él plantó la semilla del evangelio y la Palabra de
Dios en su campo, y Apolos ha regado esa semilla, pero Dios ha
dado vida a esa semilla para hacerla creer. En el versículo
nueve, Pablo cambia la metáfora y dice a los mismos creyentes:
“vosotros sois… edificio de Dios”.
Tanto Pedro como Pablo enseñaron que el templo donde Dios
vive es el cuerpo de un creyente. Pedro agrega a esa metáfora el
concepto de que somos piedras vivas en un templo que Dios está
construyendo hoy (1 Pedro 2:5). ¡Qué hermosa descripción de la
iglesia del Cristo viviente resucitado!
Usando la ilustración del edificio, Pablo continúa:
“Conforme a la gracia que me ha sido dada, yo como perito
arquitecto para el fundamento, y otro edifica encima; pero cada
uno mire cómo sobreedifica. Porque nadie puede poner otro
fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo” (10-
11). Pablo está diciendo que la iglesia de Corinto es como un
edificio, y él puso el fundamento de ese edificio cuando predicó
el evangelio en Corinto y los miembros fundadores de la iglesia
experimentaron la salvación.
Pablo era un misionero. No quería predicar el evangelio
donde Cristo ya había sido predicado. Él quería predicar donde
nunca se había predicado de Cristo. Quería poner fundamentos.
Pero Pablo sabía que el cristianismo es un esfuerzo de equipo, y
él creía que otros como Apolos y Pedro harían el seguimiento de
Fascículo No. 18 1 Corintios (Parte 1)
23
su ministerio en lugares como Corinto. Ellos edificarían sobre
este fundamento que había puesto cuando predicó el evangelio.
Pero ahora leemos una advertencia que da a quienes
edificarían sobre ese fundamento:
"Y si sobre este fundamento alguno edificare oro,
plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca, la
obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la
declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de
cada uno cuál sea, el fuego la probará. Si permaneciere
la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa.
Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si
bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego” (12-
15).
Muchos estudiosos creen que Pablo se está refiriendo al
tribunal de Cristo, cuando serán juzgados los creyentes. Otro
juicio que se presenta en las Escrituras es el del gran trono
blanco, cuando los incrédulos serán juzgados y condenados a la
muerte eterna (Apocalipsis 20:11-15).
Sin embargo, lo fundamental en el tribunal de Cristo no es
la condenación. Nadie será condenado en este juicio. El tema del
juicio es la evaluación. ¿Cuál es el valor total de su vida
después de confiar en Cristo para que sea su Salvador? “Sólo una
vida que pronto pasará; sólo lo hecho por Cristo quedará”. ¿Qué
está construyendo usted sobre el fundamento de Cristo? ¿Cosas
que durarán, como el oro, la plata y las piedras preciosas, o
cosas que no durarán, como la madera, el heno y la hojarasca?
La metáfora del juicio sugiere que estamos acumulando
madera, heno y hojarasca mezclados con oro, plata y piedras
preciosas. Cuando seamos evaluados como creyentes, Jesucristo
aplicará fuego a todo lo que hayamos acumulado. Cuando se
aplique el fuego a la madera, el heno y la hojarasca, serán
Fascículo No. 18 1 Corintios (Parte 1)
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consumidos. El fuego purificará el oro, la plata y las piedras
preciosas.
La verdad que se está enseñando es que después que
experimentamos la salvación, cuando somos carnales e intentamos
vivir por Cristo y servirlo sin confiar en que Él lo haga
posible, estamos acumulando madera, heno y hojarasca. Cuando
somos espirituales y vivimos en Cristo y nos movemos en Él y
dependemos de Él, estamos acumulando los metales y piedras
preciosos. Cuando se apague el fuego, quedará determinada la
calidad de nuestra eternidad.
Pablo no está enseñando que somos salvos por nuestras
buenas obras. Lo que se consume en este fuego no es nuestra
salvación. En realidad, está advirtiendo a los que estaban
edificando sobre el fundamento que él había puesto, como perito
arquitecto, en las vidas de los creyentes de Corinto. Ese
fundamento era Cristo, quien era el fundamento de la salvación
de quienes creyeron en Corinto.
Pablo continúa con la ilustración de los creyentes
corintios como un edificio y concuerda con Pedro cuando
pregunta: “¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu
de Dios mora en vosotros? Si alguno destruyere el templo de
Dios, Dios lo destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual
sois vosotros, santo es” (16-17).
Pablo y Pedro concuerdan en que Dios ya no vive en templos
hechos de mano de hombre. Ya no vive en esa carpa de adoración
del desierto, o en el templo de Salomón. Si somos creyentes,
nuestro cuerpo es el templo de Dios. Él vive en nosotros; y
nunca deberíamos profanar ese templo.
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Capítulo 8
"El sabio y el ignorante"
(1 Corintios 3:18–20)
Pablo vuelve al tema que comenzó en el versículo 17 del
primer capítulo cuando escribe aquí, en el capítulo tres: “Nadie
se engañe a sí mismo; si alguno entre vosotros se cree sabio en
este siglo, hágase ignorante, para que llegue a ser sabio.
Porque la sabiduría de este mundo es insensatez para con Dios;
pues escrito está: El prende a los sabios en la astucia de
ellos. Y otra vez: El Señor conoce los pensamientos de los
sabios, que son vanos” (3:18-20).
Pablo no está enseñando que cuando nos convertimos en
seguidores de Cristo dejamos de utilizar nuestro cerebro. En el
capítulo dos nos dijo que el Espíritu Santo nos enseña,
“acomodando lo espiritual a lo espiritual” (2:13). Antes de
venir a Cristo, muchas personas, como yo, ni siquiera sabían que
tenían una mente. Cuando experimenté la salvación, tenía 19
años. ¡A esa edad yo pensaba que mi cabeza era un nudo que
evitaba que mi espina dorsal se desenrollara! Después de acudir
a Cristo, sin embargo, desperté a la realidad de que Dios me
había dado una mente. Ungido por el Espíritu Santo, he utilizado
esa mente mucho más desde que vine a Cristo que lo que había
hecho antes. Eso ocurre con muchos creyentes.
¿Qué quiere decir Pablo con “la sabiduría de este mundo”? A
veces, cuando las Escrituras utilizan la palabra “mundo”, están
refiriéndose a un sistema de creencias, un sistema de valores,
la manera en que piensa el mundo, o lo que el mundo considera
importante. Eso es lo que Pablo quiere decir con “la sabiduría
de este mundo” (19). Si nos ponemos a pensar en ello, no
deberíamos esperar que la gente que no es espiritual posea
valores que tienen las personas que son espirituales.
Fascículo No. 18 1 Corintios (Parte 1)
26
Las Escrituras dejan en claro que cuando nos transformamos
en creyentes tenemos valores espirituales. Hemos experimentado
“la renovación de nuestro entendimiento” (Romanos 12:2). No
deberíamos pensar como piensa el mundo. Estamos en unión con el
Cristo viviente. El Espíritu Santo vive dentro de nosotros. Dios
se ha transformado en la fuente de nuestros valores y de
nuestros pensamientos.
Así que cuando Pablo presenta este contraste – la sabiduría
de este mundo y la sabiduría de Dios –, escribe: “Estén
dispuestos a ser considerados como tontos por este mundo para
que a los ojos de Dios puedan ser verdaderamente sabios”.
Salomón dijo: “El temor de Jehová es el principio de la
sabiduría” (Proverbios 9:10). El temor de Jehová es lo mismo que
la fe en el Señor. Temer a Dios no significa que usted lo vea
como una especie de tirano. Significa reverenciar a Dios porque
cree en Él. Dado que cree en Dios, usted tiene temor de
deshonrar el templo donde vive.
¿Tiene temor de desobedecer a Dios? ¿Cree tanto en Dios que
tendría temor de pecar y desobedecerle, porque cree que lo
castigaría? Ese es un temor del Señor saludable. También es una
evidencia de fe, y el principio de la sabiduría. Usted está
comenzando a ser sabio cuando cree en Dios. Si quiere ser sabio
a los ojos de Dios, entonces esté dispuesto a ser considerado un
insensato por el mundo. ¿Es usted sabio en las cosas de Dios?
¿Es sabio en las cosas del Espíritu? ¿Es sabio en lo que se
refiere al entendimiento de las Escrituras?
El mundo denomina insensatas a las personas espiritualmente
sabias de Dios. No nos debería sorprender saber que la
“sabiduría” del mundo es considerada insensatez por Dios, porque
a través de su sabiduría el mundo no lo conoce. El plan de Dios
es salvar a la gente a través de la predicación del evangelio.
El hombre no espiritual escucha el evangelio y dice:
Fascículo No. 18 1 Corintios (Parte 1)
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“¡Insensatez!” Pero Dios mira la sabiduría de ese hombre
mundanal y dice: “¡Insensatez!”
En su gran oración a favor de los apóstoles y de su
iglesia, escuchamos a Jesús orar: “Y esta es la vida eterna: que
te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a
quien has enviado” (Juan 17:3). De acuerdo con Jesús, conocer a
Dios y a su Hijo es donde comienza la vida. Pablo está de
acuerdo con Jesús cuando escribe en estos versículos que quienes
hacen este descubrimiento son sabios, y aquellos que les falta
esa cualidad eterna de vida son insensatos.
Fascículo No. 18 1 Corintios (Parte 1)
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Capítulo 9
"Administradores de misterios"
(1 Corintios 3:21–4:5)
Pablo ahora llega a su conclusión respecto del primer
problema en la iglesia de Corinto que presenta en esta carta: el
problema de la división entre creyentes porque están polarizados
alrededor de los líderes de su iglesia. Su conclusión se
encuentra en el versículo veintiuno: “Así que, ninguno se gloríe
en los hombres; porque todo es vuestro: sea Pablo, sea Apolos,
sea Cefas, sea el mundo, sea la vida, sea la muerte, sea lo
presente, sea lo por venir, todo es vuestro, y vosotros de
Cristo, y Cristo de Dios” (21-23).
Pablo está diciendo que Dios sabe lo que usted necesita
para llevarlo a la salvación y hacerlo crecer en su fe. Y Él se
ocupa de que usted tenga todo lo necesario como para concretar
estos milagros en su vida. Así que si Él cree que usted necesita
a Pablo, le enviará a Pablo. Si cree que necesita a Apolos, le
enviará a Apolos. Si cree que necesita a Cefas (Pedro), le
enviará a Pedro. Dios utilizará todos los sucesos de su vida y
los hará obrar conjuntamente para su bien. Él es la Causa
Primera de todo ello. Por eso Pablo concluye su argumento
diciendo a los corintios que no se enorgullezcan de estos
hombres que Dios les ha enviado.
En el capítulo cuatro, Pablo escribe: “Téngannos los
hombres por servidores de Cristo, y administradores de los
misterios de Dios” (1). Otra versión expresa: “mayordomos de las
cosas secretas de Dios”. En realidad, Pablo está diciendo aquí:
“Solo somos siervos (esclavos) de Cristo. Vinimos a Corinto
porque Cristo nos envió a Corinto. Todo lo que ocurrió en
Corinto se debe a Cristo y no a nosotros.”
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En el capítulo dos, Pablo escribió que enseñaba “la
sabiduría oculta de Dios”. Un misterio es un secreto que al
final se revela. El evangelio se va a revelar cuando Jesucristo
vuelva de nuevo, y la historia de la humanidad sea consumada en
Cristo. La Biblia tiene mucho para decir sobre el futuro. Cuando
Pablo nos habla más adelante en esta carta sobre la vida después
de la tumba, escribe: “He aquí, os digo un misterio” (15:51).
Los eventos del futuro son un misterio para nosotros ahora, pero
un día serán revelados.
Sin embargo, Pablo está explicando a estos creyentes
corintios que él y los demás líderes, que les habían traído la
salvación, deberían ser considerados mayordomos de los misterios
futuros y presentes de Dios. Hay muchas cosas del Evangelio y de
las Escrituras que estarán ocultas para nosotros hasta que el
Espíritu Santo nos revele estas verdades. En ese sentido, toda
la verdad espiritual que Dios quiere compartir con nosotros es
un misterio. Pablo se consideraba un mayordomo de estos
misterios juntamente con otros que enseñan las Escrituras.
Pablo continúa: “Ahora bien, se requiere de los
administradores (mayordomos), que cada uno sea hallado fiel”
(2). En Lucas 16 Jesús nos da una parábola que enseña el
concepto de la mayordomía. En esa parábola, y en otras, enseña
que todos nosotros somos mayordomos. Como hijos de Dios, estamos
administrando cosas que pertenecen a otra Persona. “No sois
vuestros… habéis sido comprados por precio”, escribe Pablo más
adelante en esta carta (6:19-20).
Los mayordomos son gerentes. La mayordomía significa que
nuestro tiempo no es nuestro, nuestras energías no son nuestras.
La mayordomía no está relacionada únicamente con nuestro dinero
y nuestras posesiones. Se relaciona con cada dimensión de
nuestra vida. En este pasaje profundo, Pablo relaciona la
mayordomía con los misterios presentes y futuros de Dios.
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Lo importante para los mayordomos es que seamos fieles,
porque un día tendremos que dar cuenta de nuestra mayordomía.
¿Podremos gozarnos en esas palabras del Maestro: “Bien, buen
siervo (mayordomo) y fiel”?
Luego de presentar ese pensamiento en el versículo dos,
Pablo escribe esencialmente: “Ustedes me han estado juzgando a
mí y a mi mayordomía. Francamente, no estoy impresionado”.
(Tenga en cuenta que todavía se está dirigiendo a sus seguidores
en Corinto, aquellas personas que creen que Pablo es el más
grande).
En realidad, lo que Pablo está preguntando aquí es: “¿Qué
es lo que realmente saben de mí? De hecho, ¿qué es lo que
realmente sé yo de mí mismo? Es más, ni siquiera me juzgo a mí
mismo, y les diré por qué. No conozco las motivaciones de mi
corazón. Sólo Dios las conoce y por eso Él es el único
calificado para juzgarme (Jeremías 17:9,10; Salmos 139:23,24).
Por lo tanto, es el Señor quien me juzga. Así que cuando se
trate de juzgar a otras personas (positivamente, no por causa de
pecado), no juzguen nada hasta que el Señor venga”. De acuerdo
con Pablo, cuando el Señor venga, “aclarará también lo oculto de
las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones; y
entonces cada uno recibirá su alabanza de Dios” (5).
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Capítulo 10
"Modelos de martirio"
(1 Corintios 4:6–21)
En el versículo siete del capítulo cuatro, Pablo plantea
tres preguntas profundas. La primera es: “¿Quién te distingue de
los demás?”. Uno de los grandes milagros de Dios es que los
seres humanos son todos distintos por diseño, y Él tiene un plan
diferente para cada uno de nosotros. Por ejemplo, al final del
evangelio de Juan, Pedro preguntó a Jesús cuál era su plan para
Juan. Y el Señor respondió: “Si quiero que él quede hasta que yo
venga, ¿qué a ti? Sígueme tú” (Juan 21:22).
Más de seis mil millones de personas viven sobre la tierra
hoy. Sin embargo, cada uno de nosotros es único. Todos tenemos
huellas digitales diferentes. Nuestras voces pueden ser
identificadas con equipamiento electrónico sofisticado, porque
no hay dos de nosotros que tengamos la misma voz. Nuestra
estructura dental es diferente. Nuestro ADN afirma
inequívocamente que cuando Dios nos hizo a usted y a mí y al
resto de los miles de millones de personas, rompió el molde cada
vez. Y ha estado haciendo eso desde que creó al primer hombre y
a la primera mujer.
La segunda pregunta de Pablo en el versículo siete es:
“¿Qué tienes que no hayas recibido?”. Usted no tiene nada que no
haya recibido de Dios. Piense en cuán pasivo fue usted en su
creación. ¿Eligió usted nacer? ¿Escogió a sus padres? ¿Decidió
en qué parte del mundo o en qué período de la historia nacería?
¿Definió usted sus propias habilidades, o sus dones
espirituales? Si se pone a pensar en ello, no hay nada de lo que
tenga que no haya recibido de Dios.
Su tercera pregunta es: “Y si lo recibiste, ¿por qué te
glorías como si no lo hubieras recibido?”. ¿Qué derecho tiene
Fascículo No. 18 1 Corintios (Parte 1)
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usted de estar orgulloso de cualquier habilidad – natural o
espiritual – como si Dios no se la hubiese dado?
Lea cuidadosamente las respuestas de Pablo a estas
preguntas para sí mismo y para los demás apóstoles. “¡Nosotros
somos insensatos por amor de Cristo… somos débiles… somos
despreciados! Hasta esta hora padecemos hambre, tenemos sed,
estamos desnudos, somos abofeteados, y no tenemos morada fija.
Nos fatigamos trabajando con nuestras propias manos; nos
maldicen, y bendecimos; padecemos persecución, y la soportamos.
Nos difaman, y rogamos; hemos venido a ser hasta ahora como la
escoria del mundo, el desecho de todos” (10-13).
Claramente, este era el costo de ser uno de los seguidores
de Cristo. Pablo y los otros apóstoles eran “modelos de
martirio”. Pero Pablo no estaba escribiendo esto para hacerlos
sentir mal a los corintios. En cambio, era un recordatorio para
que tuviesen sus corazones fijados en valores celestiales y no
en tesoros terrenales. Justo antes de ir a la cruz, Jesús oró:
“Padre, la hora ha llegado; glorifica a tu Hijo, para que
también tu Hijo te glorifique a ti” (Juan 17:1).
El Dr. A. W. Tozer, un pastor piadoso de Estados Unidos,
solía enseñar que cada discípulo de Jesús debía orar algo
parecido a esto: “Padre, glorifícate a ti mismo y envíame la
cuenta. Cualquier cosa, Padre… ¡sólo glorifícate a ti mismo!”.
Todo discípulo de Jesús debería estar dispuesto a “tomar su
cruz”. En esto Pablo y sus colegas apóstoles son excelentes
modelos para todos nosotros. Por eso rogó a los corintios y a
otros que siguieran su ejemplo (16).
Fascículo No. 18 1 Corintios (Parte 1)
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Capítulo 11
"La disciplina en la iglesia"
(1 Corintios 5:1–5)
Después de dedicar cuatro capítulos de esta carta al
problema de las divisiones en la iglesia de Corinto, cuando
Pablo escribe el quinto capítulo de esta carta, aborda un
problema diferente. Era sabido que en las iglesias caseras de
Corinto había inmoralidad sexual. Específicamente, un hombre
estaba manteniendo relaciones sexuales con la mujer de su padre.
(Podría haber sido la madrastra del hombre). Pablo escribe: “Y
vosotros estáis envanecidos. ¿No debierais más bien haberos
lamentado, para que fuese quitado de en medio de vosotros el que
cometió tal acción?” (2). La forma en que Pablo aborda este
segundo problema entre los corintios sirve como modelo bíblico
para lo que denominamos hoy “la disciplina en la iglesia”.
La motivación para la disciplina en la iglesia
La motivación para la disciplina en la iglesia es la misma
motivación que tienen los padres cuando disciplinan a sus hijos:
el amor, y la esperanza de que la persona descarriada en última
instancia sea rehabilitada, restaurada, y salvada en el sentido
más pleno de la palabra. El consejo inspirado del apóstol Pablo
a los corintios es: “No deben ignorar el pecado en la iglesia.
Deben confrontar el pecado y rescatar al creyente errante”.
Además de nuestro amor para con el creyente caído, la
motivación para la disciplina en la iglesia está arraigada en la
realidad de que hay un sentido en que todos deberíamos poder
decirle a una persona que está procurando saber acerca de
Jesucristo: “Si usted quiere saber lo que es un discípulo de
Jesucristo recién nacido, venga a vivir a mi casa por un par de
meses”. Por la gracia de Dios, deberíamos poder dar esa
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34
invitación desafiante a los buscadores sinceros. Fue ese tipo de
testimonio de vida dinámico el que difundió el evangelio por
todo el mundo romano de los primeros siglos de la historia de la
iglesia.
Jesús invitó a los doce apóstoles a vivir con Él por tres
años. Esa experiencia cambió las vidas de los apóstoles para
siempre. De la misma forma, la iglesia está destinada a ser un
ejemplo al mundo; “una luz sobre el candelabro”, como la
describió Jesús. En el contexto de esa metáfora, Jesús dijo:
“Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean
vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en
los cielos” (Mateo 5:16).
Los ejemplos individuales y colectivos que la iglesia
presenta al mundo son el corazón mismo del evangelio que la
iglesia proclama a este mundo. Como Satanás sabe esto, su
estrategia consiste en atacar a estos ejemplos. Por eso siempre
ha habido un problema con la inmoralidad en el Cuerpo de Cristo,
especialmente entre los líderes. El maligno quiere desacreditar
el ejemplo de los líderes, porque su fracaso moral y espiritual
hará un impacto negativo sobre más personas.
¿Cómo debemos tratar con la inmoralidad entre creyentes?
Este capítulo de la carta de Pablo a los corintios es una de las
más importantes respuestas en el Nuevo Testamento a esa
pregunta. Según Pablo, si un hombre se encuentra involucrado en
pecado sexual, deben confrontarlo las personas de la iglesia. El
objetivo de la confrontación es que el hombre confiese y
abandone su pecado. La buena noticia es que Dios lo va a
perdonar (1 Juan 1:9). Como consecuencia, debería haber
restauración y rehabilitación espiritual (Gálatas 6:1).
Es importante observar que, en la iglesia de Corinto, el
pecado no era una cosa del pasado. Todavía estaba ocurriendo
cuando Pablo escribió esta carta. Aún peor, lo habían “oído” las
Fascículo No. 18 1 Corintios (Parte 1)
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personas que compartieron el problema con Pablo. Aparentemente,
todos lo sabían y nadie estaba haciendo nada al respecto.
Esta es la receta de Pablo para este problema:
"Ciertamente yo, como ausente en cuerpo, pero presente
en espíritu, ya como presente he juzgado al que tal cosa
ha hecho. En el nombre de nuestro Señor Jesucristo,
reunidos vosotros y mi espíritu, con el poder de nuestro
Señor Jesucristo, el tal sea entregado a Satanás para
destrucción de la carne, a fin de que el espíritu sea
salvo en el día del Señor Jesús” (3-5).
La estrategia de la disciplina en la iglesia
La última parte de la receta de Pablo revela la estrategia
del apóstol, que es la salvación presente y final del hombre que
está viviendo en pecado. Debe ser rescatado de su pecado. La
iglesia debe recuperar al hermano que ha se ha desviado del
camino. Cuando Pablo escribe una segunda carta a los corintios,
da instrucciones para que la iglesia vuelva a recibir a la
comunión a este hombre (2 Corintios 2:4-8).
La disciplina de los líderes de la iglesia
La naturaleza pública de esta disciplina de la iglesia
lleva a algunos estudiosos a creer que el hombre involucrado en
este pecado era un líder de la iglesia de Corinto. En sus cartas
a los pastores, Pablo instruye a Timoteo: “A los que persisten
en pecar, repréndelos delante de todos, para que los demás
también teman. Te encarezco delante de Dios y del Señor
Jesucristo, y de sus ángeles escogidos, que guardes estas cosas
sin prejuicios, no haciendo nada con parcialidad” (1 Timoteo
5:20-21). Cuando comparamos este consejo escrito a Timoteo con
la receta para la disciplina de la iglesia en el quinto capítulo
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Fascículo No. 18 1 Corintios (Parte 1)
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de esta carta a los corintios, concluimos que el hombre
involucrado debe de haber sido un líder de la iglesia de
Corinto.
Después de haber recriminado a esos creyentes en el
capítulo cuatro por haberlo juzgado y haberles ordenado que no
juzgaran nada hasta la venida del Señor, en este capítulo ahora
les recrimina por no haber juzgado a este hermano. Ni Pablo ni
Jesús enseñaron que nunca deberíamos juzgar nada o a nadie.
Jesús enseñó que deberíamos juzgarnos a nosotros mismos antes de
juzgar a otros (Mateo 7:1-5). Pablo enseñó que no deberíamos
juzgar las motivaciones de otros porque ni siquiera conocemos
las motivaciones de nuestros propios corazones.
En este capítulo, Pablo nos está diciendo que debemos
juzgar y disciplinar a aquellos que pecan dentro de la iglesia,
especialmente los líderes. Esto no significa que si un líder
está pecando, de alguna manera vaya a “perder” su salvación, o
que debería ser excomulgado de la iglesia. El único pecado para
el cual debería haber expulsión de la iglesia es el pecado que
continúa después de ser confrontado, sin confesión y
arrepentimiento.
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Capítulo 12
"Para que puedas ganar a tu hermano"
(1 Corintios 5:6–12)
La iglesia no es el poder y la influencia poderosa de Dios
en el mundo que Cristo desea que sea. Hay muchas razones para
ello. Tenemos una aquí mismo, en Primera Corintios 5: una falta
de disciplina en la iglesia. Si a Pablo le afectaba fuertemente
la falta de la disciplina en la iglesia de Corinto, ¿cómo se
sentiría el gran sembrador de iglesias respecto de las iglesias
hoy? La iglesia está diseñada para ser la morada de Dios en el
mundo. Tanto Pedro como Pablo nos dicen que los creyentes en la
iglesia han de ser como piedras vivientes en la iglesia que el
Cristo resucitado está construyendo hoy en este mundo (1 Pedro
2:5; 1 Corintios 3:9,16).
¿Se preocupa Cristo hoy por la pureza y el poder de su
iglesia? Ambas cosas van de la mano. Si la iglesia no es pura,
no será poderosa. El propósito de la disciplina en la iglesia es
mantenerla pura y poderosa.
El propósito de la disciplina en la iglesia
Un propósito de la disciplina en la iglesia es la
restauración de la persona que ha caído en pecado. El propósito
de la disciplina en la iglesia no es solamente castigar al
ofensor. En Mateo 18, el Señor dio esta instrucción: “Si tu
hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos;
si te oyere, has ganado a tu hermano. Mas si no te oyere, toma
aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos
conste toda palabra. Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia;
y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano” (15-
17).
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Fascículo No. 18 1 Corintios (Parte 1)
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Esto parece muy severo. ¿Pero cuál es el propósito de la
disciplina en la iglesia? “Que puedas ganar a tu hermano”. Por
amor a él, usted debe confrontarlo y disciplinarlo. Si
verdaderamente es una persona espiritual, entonces confesará su
pecado. Se arrepentirá. Se alejará de su pecado. Será restaurado
al lugar desde donde cayó. Y usted habrá ganado a su hermano.
Pero si no es un auténtico hermano en Cristo, si solo es “un
lobo vestido de oveja”, entonces, por amor a Cristo y a su
iglesia, usted está obligado a preservar la pureza de la iglesia
al tratarlo como un pagano porque, en realidad, eso es lo que
es.
Otro propósito de la disciplina en la iglesia es el amor
por Cristo y su iglesia. La gloria de Dios, la gloria de Cristo,
la pureza, el poder y el testimonio de la iglesia en el mundo
son todos propósitos de la disciplina en la iglesia. Si dejamos
de aplicar la disciplina en la iglesia, es como si estuviésemos
diciendo que no nos preocupan ninguna de estas cosas. No nos
importa lo que glorifica a Dios y al Cristo resucitado y
viviente. No nos interesa el testimonio de la iglesia en el
mundo. Ni siquiera nos interesa la persona que ha caído.
En el verso nueve, Pablo indica que ésta no era la primera
carta a los corintios: “Os he escrito por carta, que no os
juntéis con los fornicarios; no absolutamente con los
fornicarios de este mundo, o con los avaros, o con los ladrones,
o con los idólatras; pues en tal caso os sería necesario salir
del mundo” (9-10). Sabemos que el Señor nunca quiso que nos
retirásemos del mundo. “No ruego que los quites del mundo, sino
que los guardes del mal” (Juan 17:15).
Se nos encomienda que nos relacionemos con la gente de este
mundo que es inmoral. Esto puede impactarlo. Tal vez ni siquiera
le guste. Tal vez se niegue a hacerlo. Pero recuerde que Jesús
nos envió al mundo de la misma forma en que el Padre lo envió a
Fascículo No. 18 1 Corintios (Parte 1)
39
Él al mundo. ¿Se relacionó Él con gente inmoral? Lea los cuatro
evangelios, y verá que lo hizo. Estas fueron las personas que
respondieron cuando predicaba el Evangelio. ¿Cómo va a compartir
el Evangelio usted con pecadores si no tiene ningún contacto con
ellos?
Pablo estaba diciendo a los corintios que debían separarse
de personas inmorales que decían ser creyentes. “Mas bien os
escribí que no os juntéis con ninguno que, llamándose hermano,
fuere fornicario, o avaro, o idólatra, o maldiciente, o
borracho, o ladrón; con el tal ni aun comáis” (11). Si un hombre
dice ser creyente y su estilo de vida no es lo que debería ser,
usted no debería asociarse con él. Tarde o temprano, la gente
descubrirá cómo vive una persona. Jesús dijo que somos conocidos
por el fruto que producen nuestras vidas. Si otros ven que usted
se asocia con un hermano profesante que no está viviendo la vida
que dice vivir, pensarán que usted es tan falso como él.
Fascículo No. 18 1 Corintios (Parte 1)
40
Capítulo 13
"Contiendas de discípulos"
(1 Corintios 6:1–8)
Cuando Pablo escribe el sexto capítulo de esta carta,
aborda todavía otro problema de la iglesia corintia. Los
creyentes estaban teniendo problemas para llevarse bien unos con
otros a tal punto que estaban llegando a entablar demandas unos
contra otros en los juzgados civiles de la ciudad de Corinto.
Esta conducta era una contradicción de todo lo que Pablo
creía y les había enseñado. ¿Por qué habrían de ir los creyentes
a un juzgado pagano y comparecer ante un juez, que es un hombre
natural, un hombre no espiritual, y decirle: “Somos hombres
espirituales, pero tenemos un problema y no tenemos la sabiduría
para resolverlo. Aunque nosotros tenemos el Espíritu Santo y
usted no lo tiene, necesitamos la sabiduría que usted tiene y
que nosotros no tenemos”? Pablo tenía este problema en mente
cuando escribió en el capítulo dos: “El [hombre] espiritual
juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie” (15).
Aún más, escribe Pablo, un día los creyentes “juzgarán al
mundo” (2). Si hemos de hacer eso, ¿por qué no podemos juzgar
sobre los asuntos triviales de la vida? “El solo hecho de que
tengan litigios entre ustedes significa que ya han sido
completamente derrotados”, es la esencia de lo que Pablo escribe
en el versículo siete.
Así como la asociación con creyentes profesantes hipócritas
estaba desluciendo su testimonio (capítulo 5), estos litigios
iban en contra de todo lo que decían creer. Así que el apóstol
ofrece esta solución: “¿Por qué no sufrís más bien el ser
defraudados?” (7). Daría mucha más honra al Señor aceptar
simplemente las pérdidas y ser defraudados. En cambio, ustedes
son los que están actuando mal y defraudando a sus propios
Fascículo No. 18 1 Corintios (Parte 1)
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hermanos, y mientras tanto están haciendo quedar a Cristo y a la
iglesia como tontos.
Una solución espiritual general
Al ir estudiando las medidas correctivas de la epístola,
usted encontrará que Pablo da una solución específica a cada
problema que aborda en la iglesia de Corinto. Sin embargo,
cuando llegamos a los capítulos doce a catorce, ofrece
soluciones espirituales que son de carácter más general. La
solución general para todos los problemas que está abordando en
la iglesia corintia se encuentra en los capítulos doce a
catorce, especialmente el capítulo trece. El amor “agape” que
Pablo bosqueja en ese capítulo es desinteresado, no egocéntrico.
Por naturaleza, el “yo” está en el centro de todo lo que
pensamos o hacemos. Pero Pablo dice que cuando Cristo entra a
nuestras vidas nos da un nuevo centro.
Por ejemplo, cuando Pablo se encontró con Jesucristo camino
a Damasco, encontró un nuevo centro para su vida. Su vida ahora
giraba alrededor de Cristo. En vez de estar interpretando y
evaluando todo a la luz de lo que significaba para él, ahora
veía todo desde el punto de vista de cómo afectaba a Cristo.
Pablo encaraba cada dificultad en su vida preguntando: “¿Qué
puede haber para Cristo en esto? ¿Cómo puede esto glorificar a
Cristo?”.
Esta es la perspectiva que propone estos creyentes que
están haciendo demandas unos contra otros. No piensen cómo
resolver estos conflictos de acuerdo con los intereses de cada
uno, sino en cómo resolver estos conflictos de una manera que
glorifique a Cristo. Una solución centrada en Cristo y centrada
en otros para estas disputas pasa por honrar su amor por Cristo
y su iglesia, sufriendo la pérdida usted.
Formatted
Fascículo No. 18 1 Corintios (Parte 1)
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Una solución espiritual específica
Pablo ofrece a los discípulos en disputa una solución
alternativa en el versículo cuatro: “Si, pues, tenéis juicios
sobre cosas de esta vida, ¿ponéis para juzgar a los que son de
menor estima en la iglesia?”. No está sugiriendo literalmente
que cuando tenemos un problema debemos buscar las personas que
tienen la menor sabiduría o experiencia en estos temas. Está
diciendo que los creyentes, que son personas en las que mora el
Espíritu Santo, están mucho más calificados para entender los
problemas de las personas espirituales que las personas que no
tienen al Espíritu Santo.
Así que, si hay un problema entre dos personas en su
iglesia local, relacionado con una herencia o asuntos de
negocios, usted debería encontrar personas piadosas en la
iglesia que tienen experiencia en negocios y acudir a ellas con
la controversia. Pídales que se sienten con las partes
involucradas y que den una opinión juiciosa sobre estos asuntos.
El consejo inspirado de Pablo ha sido considerado seriamente y
se lo denomina hoy “derecho canónico” en la Iglesia Católica
Romana.
Formatted
Fascículo No. 18 1 Corintios (Parte 1)
43
Capítulo 14
"Soluciones específicas para los pecados sexuales"
(1 Corintios 6:9–20)
Como el apóstol Pablo abogaba por la libertad espiritual y
se oponía al legalismo, algunos de los creyentes más
intelectuales en Corinto estaban diciendo: “Tengo la libertad de
hacer cualquier cosa por el Espíritu que reside en mí. Soy libre
de hacer lo que me plazca”. Pero no era eso lo que Pablo
enseñaba. Si bien él odiaba el legalismo, no estaba diciendo a
la gente que en el Espíritu tenían la libertad de hacer lo que
quisiesen.
Él comienza este pasaje recordándoles: “¿No sabéis que los
injustos no heredarán el reino de Dios?” (9). Luego continúa
diciendo que algunos de ellos habían sido sexualmente inmorales,
adúlteros, prostitutas, homosexuales, etc. “Mas ya habéis sido
lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido
justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de
nuestro Dios” (11).
Pablo dice a estas personas que fueron rescatadas de ese
tipo de vida: “¿Como pueden tomar tan a la ligera este
milagro?”. Tal vez algunos de los creyentes corintios tenían
dificultades para dejar sus viejas formas de vida. Todavía
luchaban con tentaciones para pecar sexualmente. Y eso es
comprensible. Una persona así puede tener mayor dificultad en
alcanzar la victoria en esa área que las personas que nunca han
participado en esa forma de vida. Aun así, Pablo aclara que las
nuevas criaturas en Cristo no tienen libertad para pecar.
En el versículo doce, Pablo habla de las personas que tal
vez lo estaban citando equivocadamente en cuanto a su libertad
espiritual. “Todas las cosas me son lícitas”. Pablo inserta su
razonamiento: “Mas no todas convienen”. “Todas las cosas me son
Fascículo No. 18 1 Corintios (Parte 1)
44
lícitas”, arguye Pablo, “mas yo no me dejaré dominar de
ninguna”.
Cuando usted acude a Cristo tal como es, Él lo cambia, y
usted no se va tal como vino. De ahí en adelante hay un solo
poder que debería controlar su vida, y ese es el poder del Señor
Jesucristo resucitado, el poder del Espíritu Santo. Si Jesús es
el Señor de su vida, entonces nadie ni nada puede ser Señor. No
está bien que un creyente que está supuestamente controlado por
el poder del Espíritu Santo y bajo el señorío de Jesucristo esté
bajo el control de cualquier otra persona o cosa.
En el versículo trece, Pablo usa una profunda metáfora para
hacer un otro gran razonamiento. “Las viandas para el vientre, y
el vientre para las viandas; pero tanto al uno como a las otras
destruirá Dios. Pero el cuerpo no es para la fornicación, sino
para el Señor, y el Señor para el cuerpo”. Pablo está diciendo
lo siguiente: Dios nos ha dado un apetito para la comida, y nos
ha dado un estómago para digerir la comida. Eso es bueno. Pero
la Biblia está diciendo: “Eso no significa que deberías comer
mas de lo debido”.
Nuestros cuerpos no fueron hechos para la inmoralidad
sexual. Fueron hechos para Dios, para ser su morada. Cuando
Jesús murió por usted en la cruz, lo compró y lo redimió a un
gran precio. Y por haberlo comprado es su dueño, y usted le
pertenece. Por lo tanto, Pablo dice: “Glorificad, pues, a Dios
en vuestro cuerpo” (20).
Hay varias líneas de razonamiento en este pasaje, pero todo
se resume en esto: “Huid de la fornicación” (18). No hay otro
pecado que afecte el cuerpo como éste. Como su cuerpo es el
templo de Dios y usted es uno con Él y, tal vez, con un cónyuge,
usted no tiene ningún derecho de participar en una unidad física
y sexual con otras personas. Pablo razona que nuestro cuerpo,
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45
que es el templo de Dios, nunca debería ser una carne con una
prostituta (16,19).
Las Escrituras nos dicen en varias partes que no somos
columnas fuertes. Por eso no debemos meternos en situaciones
comprometedoras donde seamos tentados y luego esperar que nos
libre el Señor. En cambio, debemos huir de las tentaciones
sexuales. Debemos construir vallas de protección, fijando normas
y creando una estructura que no quebrantaremos, porque en lo
recóndito de nuestro corazón realmente no queremos cometer
pecado sexual.
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Capítulo 15
"El manual del matrimonio"
(1 Corintios 7)
Cuando Pablo escribe el séptimo capítulo de 1 Corintios, no
sólo aborda un problema diferente sino que comienza una nueva
sección de la carta. Él se había enterado por la iglesia casera
de Cloé de las divisiones en la iglesia, la persona inmoral y
los litigios. Pablo ahora aborda problemas que le fueron
presentados en una carta que él había recibido de esta iglesia.
Al contestar sus preguntas sobre el matrimonio, Pablo nos
ha dado lo que muchos pastores consideran es un manual del
matrimonio. Este capítulo ha llegado a ser un manual que los
pastores han utilizado desde que fue escrito cuando los
feligreses tienen preguntas sobre el matrimonio, el divorcio, el
nuevo matrimonio y muchos otros temas del matrimonio.
Para comprender las enseñanzas específicas de este
capítulo, debo comenzar con algunas observaciones generales. La
primera proviene de los dos primeros versículos. Pablo escribe:
“Bueno le sería al hombre no tocar mujer; pero a causa de las
fornicaciones, cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga
su propio marido”. Esto parece ser una terrible perspectiva del
matrimonio, ¿no es cierto? La clave para entender los versículos
uno y dos se encuentra en el versículo veintiséis, donde Pablo
escribe: “A causa de la necesidad que apremia; que hará bien el
hombre en quedarse como está”. ¿Qué quiso decir con “la
necesidad que apremia”?
Durante los primeros trescientos años de su historia, la
iglesia experimentó muchos períodos de persecución severa. Esta
es una razón por la cual los creyentes se reunían en iglesias
caseras antes de que el emperador romano Carlomagno hiciese que
el cristianismo fuera legal para los ciudadanos romanos en 313
Fascículo No. 18 1 Corintios (Parte 1)
47
d.C. La iglesia fue una organización secreta durante tres
siglos. Todo este capítulo debería leerse a la luz de la
“necesidad que apremia”, que era la persecución de los
creyentes. Esta es una razón por la cual Pablo escribe que si
uno fuese soltero por cualquier razón, mejor sería seguir siendo
soltero. Pero, si uno fuese soltero y estuviese luchando con la
tentación, entonces a fin de evitar la inmoralidad, uno debería
casarse. Es mejor casarse que quemarse por la pasión.
Una segunda observación general se refiere a la inspiración
divina de este capítulo. Hay lugares en este manual del
matrimonio donde Pablo escribe: “No tengo mandamiento del Señor;
mas doy mi parecer”. O escribe: “No yo, sino el Señor”. Estas
afirmaciones suenan como si Pablo estuviera escribiendo: “Yo no
les estoy diciendo; el Señor les está diciendo” o “El Señor no
les está diciendo, yo les estoy diciendo”. Algunas personas han
concluido equivocadamente que las secciones de este capítulo
donde Pablo dice que no tiene ninguna palabra del Señor no están
inspiradas divinamente. No deje de observar que las últimas
palabras de Pablo en el capítulo son: “Yo tengo el Espíritu de
Dios”. Lo que Pablo quiere decir es que cuando nos está diciendo
lo que piensa está escribiendo bajo la inspiración del Espíritu
Santo (7:40).
Si Pablo no nos dice cuándo está hablando él o el Señor,
¿cuál es el significado de todas estas afirmaciones? Pablo está
construyendo muy cuidadosamente sobre la enseñanza de Jesús
acerca del tema del matrimonio. Si la pregunta que los corintios
le habían hecho estaba relacionada con lo que Jesús había
enseñado respecto del matrimonio – por ejemplo, en Mateo 5 o
Mateo 19 – entonces Pablo está escribiendo esencialmente: “Yo no
tengo que contestar esa pregunta porque el Señor ya la
contestó”.
Fascículo No. 18 1 Corintios (Parte 1)
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Pero algunas de sus preguntas estaban referidas a temas que
Jesús no había abordado. Una de las preguntas era ésta:
“Supongamos que un hombre y una mujer se casaron cuando ninguno
de ellos era creyente. Luego, cuando tú y los otros predican,
uno de ellos se salva, pero el otro no. ¿Qué deberían hacer
ahora estas personas?”. Jesús no abordó este problema del
matrimonio.
Cuando Pablo trata con esta pregunta en los versículos doce
en adelante, dice: “No tengo un mandamiento del Señor, pero les
diré lo que pienso”. Pero recuerde, esta es una instrucción
inspirada, porque está escribiendo bajo la inspiración del
Espíritu de Dios.
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Capítulo 16
"La vida sexual de los creyentes casados"
(1 Corintios 7:1–6)
A lo largo de la historia de la iglesia, los seguidores
devotos de Cristo han reflexionado sobre esta pregunta: ¿Cuál es
el propósito de las relaciones sexuales en la vida de una pareja
casada? ¿Es simplemente la procreación? ¿Es ése el único
propósito? En los versículos tres a cinco, Pablo da un consejo
matrimonial inspirado sobre la intimidad física a las parejas
santificadas casadas en Corinto.
Escribe lo siguiente: “El marido cumpla con la mujer el
deber conyugal, y asimismo la mujer con el marido. La mujer no
tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino el marido; ni
tampoco tiene el marido potestad sobre su propio cuerpo, sino la
mujer. No os neguéis el uno al otro, a no ser por algún tiempo
de mutuo consentimiento, para ocuparos sosegadamente en la
oración; y volved a juntaros en uno, para que no os tiente
Satanás a causa de vuestra incontinencia” (3-5).
La única base para rehusar a su pareja los derechos de él o
de ella en esta área de intimidad sexual es para que se dediquen
por separado al ayuno y a la oración. Luego, deben reanudar sus
relaciones de nuevo, para no ser tentados.
Hay varios principios importantes que podemos obtener de
estos versículos. El primero es este: Los dos son una carne. El
cuerpo de la esposa pertenece al marido, y el cuerpo del marido
pertenece a la esposa. El marido no tiene derechos absolutos
sobre su cuerpo; su esposa tiene derechos sobre el cuerpo de él.
Y lo opuesto es verdad también: la esposa no tiene derechos
absolutos sobre su cuerpo. Su marido tiene derechos sobre el
cuerpo de ella también.
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Un segundo principio es que la mejor defensa contra la
tentación de cometer adulterio es una buena ofensiva: tener una
relación física buena y satisfactoria en su matrimonio. De ese
modo, cuando usted salga al mundo e interactúe con otras
personas, no será tan vulnerable a la tentación, porque usted ya
estará satisfecho. Los Proverbios del Antiguo Testamento dan
este mismo consejo a los hombres jóvenes casados (Proverbios
5:15-20).
Un tercer principio es que la palabra operativa en las
intimidades físicas de la relación matrimonial es la palabra
“mutuo”. Muy a menudo se presentan preguntas respecto de lo que
es correcto o incorrecto, lo que es normal o anormal. ¿Cuál es
el promedio de veces que una pareja debe tener relaciones
sexuales? La respuesta a todas estas preguntas es que la pareja
debería hacerse esta pregunta: “¿Qué es mutuo?”.
Otro principio importante es que la relación que tiene cada
uno con Dios continúa siendo individual y privada, aun cuando
esta relación es vital para su matrimonio, y disfrutan juntos
gran parte de su relación con Dios.
Jesús enseñó que la relación entre dos personas casadas no
es solamente física. Cuando ideó el matrimonio, Dios planificó
que la pareja casada fuera una en espíritu y en mente, y que la
intimidad física debería ser la expresión gozosa de esos niveles
más profundos de la relación. Pablo está construyendo sobre este
principio del matrimonio de Jesús al agregar esta noción de que
la relación que tiene la pareja con Dios continúa siendo
individual y privada además de una relación compartida. La unión
espiritual que hace que la pareja casada sea uno no es
simplemente el hecho de que oran juntos o que van a la iglesia
juntos. El hombre y su esposa deben tener cada uno una unión
espiritual con Cristo.
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51
Si usted descubre que su relación matrimonial se está
debilitando, si no tiene la profunda comunión que debería tener,
¿qué es lo que debe hacer? Ambos deben buscar una relación más
profunda con Dios. El vínculo espiritual que une espiritualmente
a una pareja casada tiene la fortaleza o la debilidad de sus
relaciones individuales con Cristo. Así que si desea fortalecer
su matrimonio, acérquese más a Él.
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Capítulo 17
"El consejo matrimonial inspirado de Pablo"
(1 Corintios 7:7–16)
En el medio de su mensaje sobre el matrimonio, Pablo
aclara, en los versículos siete y ocho, que él es soltero:
“Quisiera más bien que todos los hombres fuesen como yo… Bueno
les fuera quedarse como yo”. Algunos estudiosos creen que, como
Pablo era miembro del Sanedrín, tiene que haber estado casado en
algún momento, así que concluyen que era viudo en el momento de
escribir Primera de Corintios. Ya sea que siempre fue soltero o
quedó solo después de estar casado, el principio que sienta aquí
es el mismo: Si usted es soltero, permanezca soltero.
Al final de este capítulo Pablo enseña nuevamente que las
personas solteras, las vírgenes que nunca han estado casadas,
harían bien en seguir siendo solteras. Aun aquellas personas que
han vuelto a estar solas, deberían permanecer solas. Toda esta
enseñanza tiene que verse a la luz del versículo veintiséis, que
alude a “la necesidad que apremia”, o la persecución de los
creyentes. Obviamente Pablo estaba razonando que la persecución
sería mucho más llevadera para una persona soltera que para una
persona casada con hijos.
Pablo creía también que la venida del Señor era inminente;
otra razón por la cual decía a las personas que no estaban
casadas que se mantuviesen en ese estado. Además escribió que
las personas no casadas podrían centrar su atención enteramente
en agradar al Señor. En muchos lugares en este capítulo Pablo
argumenta a favor de mantenerse soltero, pero también dice que
si usted no puede manejar la vida de soltero, si su deseo sexual
es tan fuerte que arde de pasión, entonces siga adelante y
cásese. Sin duda alguna Pablo defiende la posición del celibato
en este capítulo. Él sostiene que el celibato es un don.
Fascículo No. 18 1 Corintios (Parte 1)
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Aparentemente, el don del celibato significa que usted puede
estar satisfecho sin el matrimonio porque está “casado” con el
Señor.
En los versículos diez a once, Pablo se dirige a la pareja
de creyentes casados, a la misma pareja a la que estaba hablando
en los versículos tres a cinco. Su mandamiento a ellos es que no
se divorcien. Esto es consistente con lo que enseñó Jesús. Por
lo tanto, escribe: “No yo, sino el Señor”. Nuestro Señor dio una
excepción a esta regla: la excepción de la infidelidad. Jesús
enseñó que el matrimonio es un contrato que está basado en la
condición de exclusividad. Cuando se viola la exclusividad, se
puede declarar roto el contrato. Dios y Jesús no ordenan a los
creyentes que vivan con una pareja que no vivirá con ellos en
exclusividad.
El verso doce empieza con la respuesta de Pablo a otra
pregunta que los corintios le habían formulado en su carta sobre
el matrimonio. Aparentemente, le habían preguntado qué debía
hacer un hombre o mujer creyente si estaba casado o casada con
un inconverso. Pablo escribe: “Si algún hermano tiene mujer que
no sea creyente, y ella consiente en vivir con él, no la
abandone. Y si una mujer tiene marido que no sea creyente, y él
consiente en vivir con ella, no lo abandone” (12-13)
Jesús no abordó el tema de los “matrimonios mixtos”, en los
que un cónyuge es creyente y el otro no. Estos matrimonios
probablemente eran el resultado de que un cónyuge recibiera la
salvación después del casamiento, algo que ocurre a menudo hoy
también. Por supuesto, esto también podría ser el resultado del
casamiento de un creyente con un inconverso, lo cual la Biblia
nos prohíbe hacer (2 Corintios 6:14).
Fascículo No. 18 1 Corintios (Parte 1)
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El divorcio en la Biblia
En un matrimonio mixto, Pablo no le da la opción del
divorcio al creyente, sino al inconverso. Esto es muy justo en
muchos sentidos. Supongamos, por ejemplo, que un hombre
inconverso está casado con una mujer que se ha vuelto creyente
después de su casamiento. Cuando estaban casados como
inconversos, eran compatibles; compartían el mismo sistema de
valores. Luego, la esposa se convierte en creyente. ¿Qué debe
hacer ella ahora? Pablo le dice que debe seguir comprometida con
su esposo. Pero si su esposo la mira y le dice: “No eres la
mujer con la que me casé. Quiero salir de este matrimonio”,
entonces Pablo dice que lo deje ir. Un hermano o una hermana no
están sujetos al compromiso en tales casos (15).
Si, en cambio, el esposo inconverso dice: “Está bien, no
eres la persona con la cual me casé, pero todavía te amo. Quiero
permanecer en este matrimonio”, el consejo inspirado de Pablo al
cónyuge creyente es que permanezca en el matrimonio. ¿Por qué?
“Porque el marido incrédulo es santificado en la mujer” (14). La
esperanza, por supuesto, es que ella pueda guiarle a Cristo.
Debemos definir lo que significa para él que haya deseado
quedarse en el matrimonio. Él debe vivir en exclusividad con
ella. Cuando Pablo escribe que ella no queda sujeta a
servidumbre cuando él se separa, ¿significa que ella está libre
para casarse de nuevo? (Yo estoy de acuerdo).
Interpreto que “no sujeto a servidumbre” significa que ella
está libre de casarse de nuevo.
Formatted
Fascículo No. 18 1 Corintios (Parte 1)
55
Capítulo 18
"Los trasfondos de los matrimonio mixtos"
(1 Corintios 7:17–24)
He dividido este gran capítulo sobre el matrimonio en
secciones, porque creo que cada división representa la respuesta
de Pablo a las preguntas que estos corintios le formularon en su
carta. Cuando estudiamos estas respuestas de Pablo, podemos
inferir cuáles habrán sido sus preguntas.
Basados en este principio, en este pasaje podemos resumir
que Pablo estaba contestando una pregunta de (o sobre) personas
que habían estado casadas más de una vez. Piense en la cultura
de Corinto y lo que la vida de las personas que pertenecían a
esta iglesia debió de haber sido antes de que se convirtieran.
Recuerde que, en el capítulo seis, Pablo dijo que habían estado
involucrados en todo tipo de forma de vida pecaminosa
imaginable. En esta sección, él aborda los alocados trasfondos
de los matrimonios mixtos de algunas de las parejas en la
iglesia de Corinto.
Note cómo en este pasaje los versículos diecisiete, veinte
y veinticuatro presentan el mismo principio. “Cada uno como el
Señor le repartió, y como Dios llamó a cada uno, así haga” (17).
“Cada uno en el estado en que fue llamado, en él se quede” (20).
“Cada uno, hermanos, en el estado en que fue llamado, así
permanezca para con Dios” (24).
Permítame ilustrar esta situación a través de la historia
de una pareja mayor que conocí. Durante el transcurso de dos
años llegué a conocer a la pareja bastante bien. Una noche, me
preguntaron si me quedaría después de una clase bíblica que
tenían en su casa porque querían contarme su historia.
Ella había sido una artista de circo antes de convertirse.
También había vivido una vida muy inmoral, al punto de haber
Fascículo No. 18 1 Corintios (Parte 1)
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estado casada tres o cuatro veces. Y luego conoció a su esposo.
Él había sido un criminal y también había estado casado tres o
cuatro veces. Durante un feriado en una gran ciudad, escucharon
a un predicador que estaba al frente de una cruzada en ese
lugar. Se convirtieron, pero a medida que estudiaban la Biblia,
se preguntaron: “¿Qué hacemos con nuestro matrimonio?”.
Encontraron un pastor y su consejo para ellos fue: “Vuelvan a
los que fueron sus primeros cónyuges, y si están vivos y no se
han vuelto a casar, entonces pueden volver a casarse con ellos.
Pero la relación de ustedes es adulterio. ¡Deshagan esta unión
inmediatamente!”.
Se amaban demasiado como para divorciarse, especialmente
porque ambos habían confiado en Cristo para su salvación y lo
estaban siguiendo. Pero cada vez que tenían una unión física,
creían que estaban cometiendo adulterio. Su sentido de culpa era
inmenso. Justamente en nuestra clase bíblica habíamos estudiado
este capítulo sobre el matrimonio, y me preguntaron: “¿Qué nos
puede decir Pablo?”. Les indiqué este pasaje y les dije que
Pablo les había dicho tres veces que permanecieran en su
matrimonio, porque ese era su estado civil cuando Cristo los
encontró.
A Pablo le gustaba utilizar la palabra “llamado” para
describir la experiencia de la salvación, según indican este
pasaje y otros. Creo que Pablo se estaba dirigiendo a parejas
como la que describí, y esencialmente les dice: “Cuando
Jesucristo los encontró, ¿cuál era su estado matrimonial? No
importa cuál haya sido, manténganse en ese matrimonio”. Eso es
lo que aconsejé a esa pareja de edad. Realizamos una ceremonia
de casamiento para ellos, una ceremonia espiritual en la que
pedimos la bendición de Dios y su aprobación sobre la unión en
la que estaban en el momento en que fueron llamados a seguir a
Cristo.
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Cuando los pecadores son salvados, son justificados. No es
solo que todos sus pecados son perdonados. Es como si nunca
hubiesen pecado. Ahora, apliquemos el principio de la
justificación al trasfondo de las personas que se encuentran en
matrimonios mixtos. ¿Están justificados en todo, con excepción
de sus matrimonios anteriores? ¡No! El consejo inspirado de
Pablo en estos versículos es consistente con el evangelio. No
importa con quién usted estaba en el momento en que Dios lo
llamó, quédese en ese estado matrimonial y pida a Dios que lo
bendiga. Su pasado está bajo la sangre de Jesucristo, y eso
incluye sus matrimonios.
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Capítulo 19
"La santidad del celibato"
(1 Corintios 7:25–40)
Todo el consejo en el último párrafo del capítulo siete de
Primera de Corintios está dirigido a las personas que no están
casadas, ya sea que nunca estuvieron casadas o ahora no lo están
por causa de muerte o divorcio. Como hemos dicho anteriormente,
para entender la enseñanza de Pablo aquí, es necesario tener en
mente lo que dice el versículo veintiséis: “Tengo, pues, esto
por bueno a causa de la necesidad que apremia (la persecución);
que hará bien el hombre en quedarse como está”. Además de lo
antedicho, Pablo creía que el Señor volvería pronto. “El tiempo
es corto… La apariencia de este mundo se pasa” (29,31).
Pablo también quería que las personas solteras siguieran
siendo solteras porque podían dedicarse al servicio del Señor de
una forma en que las personas casadas no podrían. “Quisiera,
pues, que estuvieseis sin congoja. El soltero tiene cuidado de
las cosas del Señor, de cómo agradar al Señor; pero el casado
tiene cuidado de las cosas del mundo, de cómo agradar a su
mujer” (32-33). Pablo dice que se cumple lo mismo en las
mujeres. Él deseaba que las personas solteras estuviesen libres
de los enredos mundanales.
A lo largo de este capítulo, Pablo hace una fuerte defensa
del celibato. No deberíamos pensar que es algo extraño que haya
personas en el Cuerpo de Cristo que se sientan guiadas a servir
al Señor sin distracciones. Uno pensaría, por lo que Pablo dice
en este capítulo, que una persona soltera puede estar más
dedicada al servicio del Señor, y que sería muy sabio de parte
de una iglesia llamar a un pastor soltero.
Pero, al mismo tiempo, Pablo deja en claro que el
matrimonio seguía siendo una opción. “¿Estás ligado a mujer? No
Fascículo No. 18 1 Corintios (Parte 1)
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procures soltarte. ¿Estás libre de mujer? No procures casarte.
Mas también si te casas, no pecas”. (27,28)
Con respecto a las viudas, Pablo escribe: “La mujer casada
está ligada por la ley mientras su marido vive; pero si su
marido muriere, libre es para casarse con quien quiera, con tal
que sea en el Señor. Pero a mi juicio, más dichosa será si se
quedare así; y pienso que también yo tengo el Espíritu de Dios”
(39-40). Obviamente, este mismo consejo se aplica a los hombres
que han perdido a sus esposas.
Si usted pierde a su cónyuge por muerte, aunque haya tenido
el matrimonio más maravilloso imaginable, usted está libre para
volver a casarse. Es una cosa normal, natural que usted lo haga.
De hecho, justo después de crear al hombre, Dios dijo: “No es
bueno que el hombre esté solo” (Génesis 2:18). Dios no pretendía
que el hombre o la mujer anduviesen incompletos en la vida, aun
cuando fueran los últimos diez o quince años de sus vidas.
Al concluir este estudio del capítulo sobre el matrimonio,
debo enfatizar que no ha habido otra época en la historia en que
este capítulo haya sido tan importante a la iglesia como lo es
ahora mismo. El matrimonio está siendo atacado hoy en todo el
mundo. Satanás sabe que las parejas casadas son los arcos desde
donde los hijos, que son como flechas, son lanzados al mundo.
(Salomón dio este ejemplo en el Salmo 127). Si usted fuese
Satanás y supiera cuán verdadero es esto, ¿qué haría? ¿No
cortaría el hilo de aquel arco? ¿No procuraría destruir los
matrimonios? Eso es exactamente lo que está haciendo; es por eso
que el divorcio es una epidemia en todo el mundo.
Para la gloria de Dios y para nuestro propio bienestar y
felicidad espiritual, debemos fortalecer nuestros matrimonios,
que son el corazón de la familia, la unidad básica, central y
vital a través de la cual Dios quiere poblar la tierra con
personas que serán la sal de la tierra y luz del mundo.
Fascículo No. 18 1 Corintios (Parte 1)
60
Capítulo 20
"Amor por el hermano más débil"
(1 Corintios 8)
El capítulo ocho de la primera epístola de Pablo a los
corintios comienza su respuesta inspirada a otra pregunta más
que seguramente le habían formulado respecto de un problema que
existía en la iglesia de Corinto: comer carne que había sido
sacrificada a los ídolos.
Antes de haberse convertido en creyentes, muchos de los
corintios a quienes Pablo les escribió esta carta estaban
involucrados en la adoración de ídolos. La idolatría era
sumamente inmoral porque ellos adoraban a dioses que, según
creían, eran la esencia del amor erótico. Su adoración de estos
dioses involucraba prostitutas del templo y la misma experiencia
sexual para aquellos que tenían preferencias homosexuales. Se
les proveían jovencitos para esa “experiencia de adoración”.
Ofrecían sacrificios de carne a estos ídolos. Esa carne se
recogía y se vendía con descuento en los mercados de Corinto.
¿Era correcto para un seguidor de Cristo comprar esta carne y
servirla en la mesa, teniendo en cuenta que había sido asociada
con la idolatría y el peor tipo de inmoralidad? La iglesia de
Corinto estaba fuertemente dividida en este tema.
Antes de acudir a Cristo, muchos creyentes corintios eran
adoradores de ídolos. De hecho, la adoración de ídolos era un
aspecto importante de la cultura griega. Un estudioso dijo que
cuando Pablo fue a Atenas, como está descrito en Hechos 17, era
más fácil encontrar un dios en esa ciudad que encontrar a un
hombre.
Con relación a este tipo de culto, se ofrecían buenas
porciones de carne como sacrificio a los ídolos. Esa carne luego
era recolectada por los carniceros, quienes la vendían en los
Fascículo No. 18 1 Corintios (Parte 1)
61
mercados con descuento. Dada la persecución de los creyentes de
ese tiempo, podemos asumir que sufrían económicamente por su fe
y que eran pobres. Los creyentes tenían que ser ahorrativos, y
muchos de ellos no veían nada malo en comprar y comer esta carne
que había sido ofrecida a los ídolos.
Pero luego estaban aquellos en Corinto que tenían
conciencias muy sensibles. Pablo dice que tienen “conciencias
débiles” (10). Tal vez habían participado en la adoración de
ídolos, y como parte de ese culto habían estado activos en todo
tipo de inmoralidad sexual. Para ellos, no era correcto el comer
la carne que estaba asociada con estas conductas impías. ¿Quién
tenía razón y quién no la tenía? Cuando Pablo escribe el
capítulo octavo de esta carta, da a los corintios su respuesta a
esta pregunta.
Comienza con algunas palabras acerca del conocimiento. Los
griegos eran grandes en conocimiento. Ellos adoraban el
intelecto y la educación. Así que Pablo comienza por centrarse
en el conocimiento. “Sabemos que todos tenemos conocimiento. El
conocimiento envanece, pero el amor edifica. Y si alguno se
imagina que sabe algo, aún no sabe nada como debe saberlo. Pero
si alguno ama a Dios, es conocido por él” (1-3). La cuestión no
es lo que usted conoce, sino cuánto ama usted. La cuestión no es
lo que está bien o lo que está mal, sino cuánto ama al hermano
más débil que cree que esto está mal.
Tal vez piense: “¿De qué forma concebible podría esto
aplicarse hoy a mí? Yo no adoro a ídolos, ni compro carne que ha
sido ofrecido a ellos”. Tal como hicimos con el capítulo del
matrimonio, busquemos principios en el capítulo ocho que se
apliquen a nosotros.
Pablo elogia a quienes creían que estaba bien en comer esta
carne. Sin embargo, Pablo dice que no todos comprenden que hay
un solo Dios verdadero y que los ídolos no son otra cosa que
Fascículo No. 18 1 Corintios (Parte 1)
62
madera, piedra, oro y plata. Y cuando comen la comida que ha
sido sacrificada a los ídolos, sus débiles conciencias son
contaminadas. “Pero fíjense que el ejercicio de su conocimiento
superior que les da la libertad de comer esta carne no se
convierta en una piedra de tropiezo para el hermano más débil”
9).
Jesucristo ama a la persona que es considerada como débil
en su conciencia, o débil de mente. Él amó a esa persona lo
suficiente como para morir por ella. Ahora Pablo pregunta: “¿Lo
amas lo suficiente como para renunciar a un plato de carne?”. De
nuevo, la cuestión no es lo que está bien o mal, sino ¿cuánto
ama usted a las personas que creen que está mal.
Piense en algo de su cultura, o de su vida, o de su
iglesia, que a su criterio no está mal, porque usted tiene buen
discernimiento. Pero tal vez conozca a creyentes que no son tan
discernidores como usted. Ellos no ven el asunto tan claramente
como usted. Por razones propias, creen que el asunto está mal. Y
si ven que usted hace esto, los lastimará espiritualmente.
Usted se podrá preguntar: “¿Por qué debe verse limitada mi
libertad por la débil mente o conciencia de una persona?”. Ahí
es donde interviene el amor. Por esto Pablo dice que no es una
cuestión de conocimiento. El conocimiento lo envanece a uno y lo
hace sentir orgulloso, pero el amor lo edifica a usted y a los
demás. Jesucristo amó al hermano más débil lo suficiente como
para morir por él. ¿Cuánto lo ama usted? De puro amor, no por
conocimiento, ¿está dispuesto a renunciar a cosas que pueden
ofender a un hermano más débil?
Fascículo No. 18 1 Corintios (Parte 1)
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Capítulo 21
"A todos me he hecho de todo"
(1 Corintios 9:1–23)
Supongamos que un pastor ha fundado una iglesia y ha
llevado a los miembros de ella a Cristo. A medida que crece la
iglesia, requiere un cuerpo pastoral, así que contrata a varios
ministros. ¿Qué pasaría si la iglesia sostuviera a todos esos
ministros, pero no lo hiciera con el pastor fundador? ¿Sería
correcto esto?
Eso es lo que pasó en Corinto. Los ministros que edificaron
sobre el fundamento de Pablo eran sostenidos por la iglesia,
pero Pablo nunca recibió el sostén de los creyentes corintios.
En el capítulo nueve, él usa esto como un ejemplo del hecho de
que estaba aplicando el principio del “hermano más débil” en su
propia vida. Él consideraba a los corintios como hermanos más
débiles en el área del ofrendar.
Aparentemente, algunas personas de la iglesia corintia
cuestionaron el derecho de Pablo de llamarse apóstol. Recuerde
que los apóstoles elegidos en Hechos 1 habían sido elegidos
porque habían estado con el Señor desde el tiempo de su bautismo
hasta su ascensión. Según ese criterio, Pablo no estaba
calificado para ser un apóstol. Después de tratar este tema en
el capítulo nueve, va a volver al asunto del amor hacia el
hermano más débil en el capítulo diez.
Pablo escribe: “¿No soy apóstol? ¿No soy libre? ¿No he
visto a Jesús el Señor nuestro? ¿No sois vosotros mi obra en el
Señor? Si para otros no soy apóstol, para vosotros ciertamente
lo soy; porque el sello de mi apostolado sois vosotros en el
Señor” (1-2).
Un apóstol (un enviado) era uno que era enviado, como un
misionero. Pablo alega que él fue enviado a Corinto, y la gente
Fascículo No. 18 1 Corintios (Parte 1)
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de ese tiempo era sumamente pagana. Pero, como resultado de su
llegada, habían experimentado la salvación; ellos eran el
resultado de su trabajo para el Señor. Estos corintios que
habían sido paganos, que ahora están en Cristo, dice Pablo, eran
una evidencia convincente de su apostolado.
Continúa: “Contra los que me acusan, esta es mi defensa:
¿acaso no tenemos derecho de comer y beber? ¿No tenemos derecho
de traer con nosotros una hermana por mujer como también los
otros apóstoles, y los hermanos del Señor, y Cefas? ¿O sólo yo y
Bernabé no tenemos derecho de no trabajar? … Si nosotros
sembramos entre vosotros lo espiritual, ¿es gran cosa si
segáremos de vosotros lo material? … Pero no hemos usado de este
derecho, sino que lo soportamos todo, por no poner ningún
obstáculo al evangelio de Cristo” (3-6,11-12).
Pablo tenía el derecho de recibir el sostén de la iglesia
corintia, pero no había recibido ningún sostén de ellos, de los
de Éfeso, o de los de Tesalónica. La iglesia que lo había
sostenido mientras había ministrado a estas iglesias era la de
Filipos. Pablo entendía que los filipenses eran lo
suficientemente maduros, que tenían motivos legítimos para
sostener su ministerio, así que les otorgó el gran privilegio de
sostenerlo.
No quería que los creyentes corintios tropezaran por este
tema. Si hubiese insistido en recibir su sostén legitimo,
algunos de ellos podrían haber dicho: “Solo está procurando
tomar dinero de nosotros”. Así que Pablo se aseguró de ofrecer
el evangelio gratuitamente en Corinto, para que nadie pudiese
verse impedido de venir a la fe en Cristo. ¿Puede ver usted cómo
estaba aplicando el principio del hermano más débil en su
relación con la iglesia corintia?
Esto nos lleva a uno de los pasajes más grandes de la
Biblia respecto de lo que la gente denomina una filosofía para
Fascículo No. 18 1 Corintios (Parte 1)
65
el ministerio. Pablo dice en el versículo 16, “Me es impuesta
necesidad; y ¡ay de mí si no anunciare el evangelio!” Así veía
las cosas Pablo. Se habría sentido miserable si no hubiese
predicado el evangelio. Su compromiso era el de ofrecer el
evangelio “gratuitamente” (18) y, al hacerlo, estaba aplicando
el principio del amor hacia el hermano más débil.
Es en este contexto que Pablo nos da su filosofía del
ministerio: “Por lo cual, siendo libre de todos, me he hecho
siervo de todos para ganar a mayor número” (19). Para el judío,
el que estaba sujeto a la ley, se hizo como uno sujeto a la ley.
Para el débil, él se hizo débil, para ganar a los débiles para
Cristo. “A todos me he hecho de todo, para que de todos modos
salve a algunos” (22).
Todo lo que hagamos debe ser medido en términos de cómo va
a impactar en otros. Debemos estar centrados en los otros.
Deberíamos estar centrados en los hermanos más débiles, no en
nosotros mismos, y todo por amor del evangelio. Pablo colocaba
al judío religioso, al hermano más débil, el creyente legalista
y a las personas díscolas y perdidas en el centro de su vida y
ministerio. Se convirtió en esclavo de esas personas y se
decidió a hacer cualquier cosa con tal de que lo escucharan y
luego compartir el evangelio con ellos.
Fascículo No. 18 1 Corintios (Parte 1)
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Capítulo 22
"Correr para ganar"
(1 Corintios 9:24–27)
Pablo concluye el capítulo nueve utilizando ilustraciones
del mundo del atletismo para animar a los creyentes jóvenes de
Corinto a que perseveren en su fe. “¿No sabéis que los que
corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se
lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. Todo
aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para
recibir una corona corruptible, pero nosotros, una
incorruptible. Así que, yo de esta manera corro, no como a la
ventura” (24-26).
El primer ejemplo del deporte que el apóstol utiliza es el
de una carrera. Supongamos que los corredores están compitiendo
en una carrera de diez kilómetros. Regulan su ritmo con los ojos
puestos en la meta al final de la carrera, la cinta que romperán
cuando crucen la línea de llegada. Si regulan su ritmo
correctamente, en el preciso momento en que estén rompiendo la
cinta, habrán dado todo lo que podían dar a fin de ganar esa
carrera. La regulación del ritmo es crítica para correr la
carrera bien y ganarla. Los corredores no quieren dar todo de sí
demasiado pronto, para no sufrir un colapso en la pista antes de
terminar la carrera. Ni tampoco quieren terminar la carrera con
mucha energía sin consumir que podría haber sido utilizada para
ganar.
Pablo aplica este concepto a la filosofía del ministerio
que nos ha delineado en este capítulo (19-23). Su meta como
misionero era evangelizar el mundo, y haría lo que fuese
necesario, dentro de la ley de Cristo, para lograr este
objetivo. Él sabía que su recompensa – las personas que
Fascículo No. 18 1 Corintios (Parte 1)
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aceptaran el evangelio a través de su predicación – sería
eterna.
En el versículo veintiséis, utiliza otra ilustración del
mundo del atletismo: “De esta manera peleo, no como quien golpea
el aire” (26). Continúa: “Sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo
en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo
mismo venga a ser eliminado”. (27) Tal vez Pablo había sido un
atleta cuando era joven, pues utiliza varias de estas
ilustraciones en sus epístolas. En Efesios 6, por ejemplo, habla
de la lucha libre. En este pasaje, después de comparar su punto
de vista de la vida y el ministerio con la forma en que un
corredor de maratón planifica su carrera, él compara su
perspectiva sobre su vida y ministerio con la forma en que un
boxeador prepara su plan de lucha.
Cuando un boxeador se prepara para una pelea, pasa meses
enteros elaborando una estrategia para ella Estudia las
películas de su adversario, observando debilidades en aquel
hombre e identificando sus oportunidades para ganar. Además,
sabe cuáles son sus propias fortalezas y debilidades. Toda esta
preparación es parte de su estrategia para ganar la pelea.
Como un corredor de larga distancia, un boxeador, y
cualquier otro atleta que se prepara para un evento, Pablo tenía
su objetivo muy en claro. Cuando Cristo lo salvó en el camino a
Damasco, lo llamó a Pablo a un ministerio. Y para que ese
ministerio se cumpliera, Pablo ideó un plan para la forma en que
viviría su vida: él sería todo para todas las personas, para que
poder llevar la mayor cantidad de personas a Cristo. Así como un
atleta somete su cuerpo a un régimen severo de entrenamiento y
disciplina, Pablo hizo lo mismo. No quería encontrar al final de
la carrera – una carrera a la cual había invitado a otros a
correr con él – que había hecho alguna cosa que lo
descalificara.
Fascículo No. 18 1 Corintios (Parte 1)
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Ojalá cada seguidor de Cristo tuviera esta filosofía de
vida y ministerio. Esta es la actitud que deberíamos tener
acerca de la vida para la cual hemos sido salvados y a la cual
hemos sido llamados. ¡Cómo sería glorificado Dios, cómo sería
exaltado Cristo, cómo se implementaría la Gran Comisión, si más
creyentes tuvieran la filosofía del ministerio y de la vida que
el apóstol Pablo expresa aquí, en estos magníficos versículos!
Fascículo No. 18 1 Corintios (Parte 1)
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Capítulo 23
"Ejemplos y advertencias"
(1 Corintios 10:1–22)
En Primera de Corintios 10, Pablo vuelve al tema de comer
carne ofrecida a los ídolos. A aquellos que creían que era
correcto comer esta carne, les da una advertencia: “Mirad a
Israel según la carne; los que comen de los sacrificios, ¿no son
partícipes del altar?”(18). En otras palabras, “¿No te das
cuenta de que te estás asociando con ello si comes esta carne
ofrecida a los ídolos?”. ¿Es posible tener comunión con Cristo y
el pan de Cristo, que representa su cuerpo, y aún así estar
participando en esta idolatría y todas las cosas que están
asociadas con ella?
Después de citar algunos ejemplos del Antiguo Testamento,
incluyendo el culto a los ídolos del que participaron los
israelitas cuando estuvieron en el desierto, Pablo dice en el
versículo 11: “Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y
están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han
alcanzado los fines de los siglos”.
La palabra “ejemplo” proviene de la palabra griega “tupos”,
que significa “tipo”. Un tipo es como el tipo de la imprenta, un
símbolo que deja una impresión en la página impresa. Así que
estos ejemplos que menciona Pablo son, en realidad, pequeñas
alegorías que buscan hacer una impresión sobre los creyentes
corintios y sobre nosotros hoy.
"Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga”
(12). Si está pensando “¡Oh, yo nunca caería!”, que Israel sea
una advertencia para usted. Porque usted también puede caer en
pecado. Debemos tener cuidado de no repetir los errores que
cometieron los hijos de Dios en el Antiguo Testamento. Su
historia fue registrada, en parte, para que no cometamos los
Fascículo No. 18 1 Corintios (Parte 1)
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mismos errores. Y no solamente los israelitas que peregrinaron
en el desierto pecaron. Salomón, por ejemplo, también cometió
errores. Y al final de su vida dijo, en esencia: “No hagas lo
que yo hice. Aprovecha mi experiencia y evita las consecuencias
que sufrí. Permite que mi vida sea una advertencia para ti”
(Salmos 127:1,2; Eclesiastés).
Cada tentación que tuvo David, la puede tener usted. Cada
tentación que tuvo Salomón, la puede tener usted. Cada tentación
que los israelitas tuvieron, la puede tener usted. ¿Por qué?
Porque eran personas, y usted es una persona. Dios está
utilizando los mismos recursos hoy que los que utilizó entonces:
seres humanos imperfectos. Las personas imperfectas siempre
serán tentadas y serán capaces de caer.
Pero Pablo nos da esperanza en el próximo versículo. “No os
ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es
Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis
resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la
salida, para que podáis soportar” (13). Observe que el versículo
siguiente nos muestra la salida, que es huir.
Los malos deseos que entran en su vida no son nada nuevo ni
diferente. Otras personas han enfrentado estas mismas
tentaciones. Pero puede confiar en que Dios impedirá que la
tentación sea tan fuerte que usted no pueda enfrentarla, pues Él
ha prometido esto y hará lo que ha prometido.
Pablo menciona pecados específicos cometidos por los
israelitas que él quería que los creyentes corintios evitaran:
idolatría, inmoralidad sexual, tentar al Señor, y murmuración.
Luego, en el versículo catorce, menciona la idolatría de nuevo
al volver al tema de comer carne ofrecida a los ídolos y cómo
eso puede afectar al hermano más débil. “Por tanto, amados míos,
huid de la idolatría” (14). El comer carne ofrecida a los ídolos
trae aparejada una asociación con la conducta inmoral.
Fascículo No. 18 1 Corintios (Parte 1)
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Es imposible enfatizar demasiado cuán pecaminosas eran esas
prácticas. De hecho, la adoración de los ídolos incluso estaba
relacionada con el mundo de los espíritus. “Lo que los gentiles
sacrifican, a los demonios lo sacrifican” (20). Por eso dijo a
los corintios que huyeran. Manténgase alejados de los templos y
todo lo que está asociado con ellos.
Esto también es una buena advertencia para nosotros: huir
inmediatamente de estas tentaciones. No crea que es una columna
fuerte y que podrá encontrar una forma de escapar de las
tentaciones que puedan entrar en su vida. Recuerde que aunque su
espíritu esté dispuesto, su carne es débil. No ceda a la carne.
La enseñanza consistente sobre la tentación es que debemos orar
para que no seamos tentados. En su oración por los discípulos,
Jesús nos enseñó a orar cada día: “No nos metas en tentación”
(Mateo 6:13; 26:40,41).
Fascículo No. 18 1 Corintios (Parte 1)
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Capítulo 24
"Tres principios de amor"
(1 Corintios 10:23–33)
Al concluir Pablo este magnífico tratado sobre el tema de
comer carne ofrecida a los ídolos, repite lo que ha dicho en el
capítulo ocho respecto de la libertad en Cristo. Todo es lícito,
dice, pero no todo es beneficioso o constructivo. Nuevamente,
insiste en que debemos buscar el bien de los demás por encima de
nuestro propio bien.
Luego da instrucciones específicas. “De todo lo que se
vende en la carnicería, comed, sin preguntar nada por motivos de
conciencia; porque del Señor es la tierra y su plenitud” (25-
26). Más aun, aconseja, si alguien te invita a cenar, y hay
carne sobre la mesa, no preguntes: “¿Esta carne fue sacrificada
a los ídolos?”. Simplemente cómela sin hacer preguntas. Pero si
tu anfitrión dice: “Quiero que sepas que esto fue sacrificado a
los ídolos”, no lo comas, por motivos de conciencia” (28). Y
Pablo aclara: “La conciencia, digo, no la tuya, sino la del
otro” (29).
Pablo se anticipa a la pregunta de los corintios. “¿Por qué
se ha de juzgar mi libertad por la conciencia de otro?” (29).
¿Por qué, se podrá preguntar usted, debo ser guiado y limitado
por lo que otro piensa? ¡Para la gloria de Dios! “Si, pues,
coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria
de Dios. No seáis tropiezo ni a judíos, ni a gentiles, ni a la
iglesia de Dios” (10:31-32)
Su anfitrión es un candidato para la salvación. Dado que
hizo esa observación, probablemente crea que los seguidores de
Cristo no comen carne que ha sido sacrificada a un ídolo. Otra
respuesta a esta pregunta en una sola palabra es “amor”. Observe
Fascículo No. 18 1 Corintios (Parte 1)
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cómo cada problema que Pablo trata en la iglesia corintia –
incluso éste - es resuelto en el capítulo del amor.
Hay tres principios que emergen aquí, que guiaban la ética
personal que Pablo describió y prescribió en el capítulo nueve.
Él no buscaba su propio bien, sino el bien de los demás. Él
colocaba al judío, al gentil, al creyente legalista y el hermano
más débil en el centro de su vida. Él no buscaba su propia
gloria, sino la gloria de Dios, aun en los temas más pequeños,
como el comer y el beber. ¿Qué es lo que glorifica a Dios? ¿Qué
resulta en la salvación y edificación de los demás? ¿Estoy
buscando mi propia ganancia o la ganancia de otros? Estos son
principios maravillosos que deberían gobernar las vidas éticas
de los creyentes.
Estos principios son para todo creyente, pero a veces los
discípulos que son jóvenes en su fe no pueden captar estos
absolutos éticos. A medida que maduren, sin embargo, aceptarán
los principios que guiaron la vida y filosofía del ministerio
del más grande misionero, pastor, maestro, y autor de la iglesia
del Nuevo Testamento.
Para ser un líder en una iglesia, un seguidor de Cristo
debe creer y ser modelo de esta filosofía de vida y ministerio
que Pablo ejemplifica y describe en los capítulos ocho, nueve, y
diez de Primera de Corintios. El amor es el fruto del Espíritu y
la evidencia de la madurez espiritual. El amor también debe ser
la carta de presentación de cada creyente. El amor está en el
centro de esta filosofía ética centrada en Cristo y centrada en
otros. Si usted cree y vive esta filosofía ética, Cristo y la
evangelización y la edificación de otros estarán en el centro de
su vida.
Todas las personas que usted conoce son una oportunidad
para el evangelismo o para edificación. Sea que la persona es un
creyente o un inconverso, su pasión debería ser servirlas como
Fascículo No. 18 1 Corintios (Parte 1)
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un esclavo para la edificación o salvación de ellas. Debe estar
decidido a no hacer nada que pudiese impedir que las personas
acudan a Cristo si no son creyentes. Y, si son creyentes, su
gran obsesión debería ser que nada de lo que usted haga pueda
ofenderlos, ser una piedra de tropiezo a su fe o impedir su
crecimiento.
Estos principios – la gloria de Dios, la evangelización de
los inconversos, y la edificación de los creyentes – también son
los principios por los cuales deberíamos resolver los “temas
grises”, aquellos temas que la Biblia no condona o condena
expresamente, en nuestras relaciones. Cuando usted se enfrente a
uno de estos temas difíciles – el equivalente a comer carne
ofrecida a los ídolos – piense en la gente que lo está
observando. Luego examínese. ¿Está centrado en usted, o está
centrado en Cristo, o está centrado en otros para la gloria de
Dios, la salvación de las personas perdidas, y la edificación de
los creyentes?
Yo lo desafío solemnemente a que usted haga que las
prioridades ministeriales de Pablo que él nos comparte en el
capítulo nueve y al final del capítulo diez sean sus propias
prioridades absolutas. Tome el compromiso de ser un esclavo para
cada ser humano con quien usted se encuentre. Póngalos en el
centro y prometa que usted se convertirá en todo para todos
ellos a fin de que sean salvos. Además, tome el compromiso de
que no hará nada que pueda ofender a los religiosos, los paganos
o los creyentes cuyas vidas se crucen con la suya.
(Darrel, entiendo que sugeriste en uno de tus emails que
deberíamos tener más cierre aquí. Estoy de acuerdo. Eso también
plantea el tema, el fascículo 19 continúa esta exposición de
Primera Corintios. ¿Cuál es la secuencia de tiempo entre los
fascículos 18 y 19 para los oyentes? - Virginia)