4
22 hiems·mmdcclxiiii·auc La despensa de un hogar ibero VIDA COTIDIANA Por Roger Benito/Raquel Onrubia. La unidad básica de población en el ámbito ibérico era el oppidum, un nú- cleo amurallado que representaba el centro político, administrativo, eco- nómico y religioso de un territorio. Cada oppidum estaba dominado por un reyezuelo, apoyado en una cas- ta militar que controlaba el terreno. Fuera de las murallas se encontraban las zonas productivas (cultivos, pas- tos y minas), así como pequeños nú- cleos escasamente defendidos donde se llevaban a cabo actividades de transformación como la metalurgia o el curtido de pieles. Un ejemplo muy - rritorial se daba en la ciudadela de Calafell. Para la investigadora M.ª tenía a su alrededor algunas estruc- turas defensivas, hoy desaparecidas, y pequeños núcleos especializados. Así, los restos aparecidos en Les Guàrdies (El Vendrell) se dedicaban al trabajo del hierro; Masies de Sant Miquel (Banyeres del Penedés) a las tareas agrícolas y l’Argilera (Cala- fell) a la pesca. Los derivados producidos en los núcleos secundarios se trasladaban al oppidum para su distribución entre toda la población. De esta forma, la comunidad se aseguraba el control del excedente de producción para uti- denota el gran número de campos de silos situados a lo largo de la costa y las rutas comerciales. Asimismo, el La estructura de una sociedad de sus miembros. En el caso de los pueblos iberos esta través de las fuentes arqueo- lógicas y los autores clásicos greco-romanos. La centraliza- ción de la producción agraria para su posterior distribución sentaba las bases de una di- ferenciación bastante clara de la dieta de los habitantes de cada asentamiento. MUNDOANTIGUO

Stilus article ibercalafell despensa hogar ibérico

Embed Size (px)

DESCRIPTION

Como era la alimentación en época ibérica? (Artículo publicado peor Roger Benito Julià i Raquel Onrubia Cambre para la revista Stilus (2011) miembros de IBERCALAFELL (www.ibercalafell.org.es))

Citation preview

Page 1: Stilus article ibercalafell despensa hogar ibérico

22 hiems·mmdcclxiiii·auc

La despensa de un hogar ibero

VIDA COTIDIANA

Por Roger Benito/Raquel Onrubia.

La unidad básica de población en el ámbito ibérico era el oppidum, un nú-cleo amurallado que representaba el centro político, administrativo, eco-nómico y religioso de un territorio. Cada oppidum estaba dominado por un reyezuelo, apoyado en una cas-ta militar que controlaba el terreno. Fuera de las murallas se encontraban las zonas productivas (cultivos, pas-tos y minas), así como pequeños nú-cleos escasamente defendidos donde se llevaban a cabo actividades de transformación como la metalurgia o el curtido de pieles. Un ejemplo muy ������������ �� ������������ �-rritorial se daba en la ciudadela de Calafell. Para la investigadora M.ª

������ ����� � �� � �� ��������tenía a su alrededor algunas estruc-turas defensivas, hoy desaparecidas, y pequeños núcleos especializados. Así, los restos aparecidos en Les Guàrdies (El Vendrell) se dedicaban al trabajo del hierro; Masies de Sant Miquel (Banyeres del Penedés) a las tareas agrícolas y l’Argilera (Cala-fell) a la pesca.

Los derivados producidos en los núcleos secundarios se trasladaban al oppidum para su distribución entre toda la población. De esta forma, la comunidad se aseguraba el control del excedente de producción para uti-������ �� ���� ����������� ��denota el gran número de campos de silos situados a lo largo de la costa y las rutas comerciales. Asimismo, el

La estructura de una sociedad

��� ������� �� �� ���� �����

de sus miembros. En el caso

de los pueblos iberos esta

��������� ��� �� ��� ���� ��

través de las fuentes arqueo-

lógicas y los autores clásicos

greco-romanos. La centraliza-

ción de la producción agraria

�� ��� �������� ��� ��������

para su posterior distribución

sentaba las bases de una di-

ferenciación bastante clara de

la dieta de los habitantes de

cada asentamiento.

MUNDOANTIGUO

Page 2: Stilus article ibercalafell despensa hogar ibérico

23 invierno·2011

acopio de alimentos, detectable en la existencia, dentro de los oppida, de recintos de almacenaje de difícil ac-ceso, hacían posible también la resis-tencia en caso de asedio.

���� �� ����� �� ������ � ��grupos aristocráticos tenían en su mesa abundante carne –tanto de caza como de animales de cría– y pesca-�� ����� �������� �� ���������huevos, leche, vinos de importación y otros alimentos exóticos.

Por contra, los campesinos con-sumían ocasionalmente carne proce-dente de los animales que ya no eran útiles para la producción. La dieta de este colectivo dependía en gran par-te del cereal y las leguminosas, con complementos regulares como la re-colección de frutos, mariscos, caza menor y pesca.

Legumbres y cereales, la baseLos iberos tenían unos hábitos ali-menticios similares a la conocida hoy como dieta mediterránea. La base de la alimentación procedería de produc-tos del campo. La agricultura ibérica era de rotación bianual, esto es, se de-jaban reposar los campos un año en-tre siembra y siembra. Se cultivaban plantas leguminosas (lentejas, gar-

banzos, habas, alfalfa y guisantes) y cereales (trigo, cebada, mijo y avena).

La carne, que no era un plato de diario, provenía de los animales do-mésticos. Los rebaños ibéricos es-taban formados principalmente por especies ovinas y caprinas, aunque también disponían en menor medida de cerdos, caballos y gallinas.

�������������������������-les era diferente según su sexo. Así, los ovicápridos machos eran sacri-��������������� ����������alcanzar su tamaño máximo. En cam-���������������������������� ��los cinco y los ocho años de edad, cuando su utilidad secundaria (leche, crías, lana) deja de ser rentable. Este control permitía que se regenerase el ganado, manteniendo siempre la máxima productividad. Por eso mis-�� ����������������������������sobrantes después de la cría, con el objeto de mantener un número regu-lar en la manada.

Una forma de satisfacer las necesi-dades que no cubría la producción ga-nadera era la caza de conejos, liebres, jabalíes y aves salvajes. Esta activi-dad, signo de prestigio, encontraba un fecundo campo en la riqueza cinegé-tica de la zona, como atestigua Estra-����!�������������!��� ����"

La abundancia de ganados de toda especie es allí enorme, así como la caza. Los anima-

El grano y las leguminosas cul-tivadas eran la principal fuente alimenticia de los iberos, aunque su dieta se veía complementada con otros aportes circunstanciales.

�������� ��������hacia la ciudad, don-de eran distribuidos entre la población

Fotos: Ibercalafell

La religión ibérica es desconocida en muchos aspectos, pero sa-bemos que veneraban animales �������������������� �������deidadas con elementos natu-rales. A todos ellos les rendían culto en santuarios, templos y recintos urbanos. Los santuarios se situaban en cuevas y espacios apartados, aunque se cree que también había recintos con este ������� ��������������������Estas áreas no se diferencian de las viviendas por la forma arqui-tectónica sino por no tener signos de que se desarrollase en ellos una actividad doméstica habitual.

En relación con ritos religio-sos se han documentado sacri-��������� ������������������la protección del hogar recién fundado. Son muy esporádicos y se distinguen de las inhumacio-nes domésticas porque no llevan ofrendas funerarias. En algunos casos, como el de la ciudadela de Calafell, van asociados a sa-��������������������

También se documentan nu-merosas inhumaciones anima-les, seguramente con carácter fundacional o protector. No se ha hallado ninguna pauta regu-lar en su localización ya que se han localizado tanto en espacios domésticos (muros, pavimen-tos), como en espacios urbanos y muros de defensa del poblado. La variedad de animales usados es muy amplia: ovicápridos, suidos, équidos, gallinas y val-vas de moluscos, de los que a veces solo se ofrece una parte de ellos. La mayoría de estos restos aparecen inhumados y no es extraño encontrarlos des-carnados o quemados.

Los usosreligiosos de los animales

Page 3: Stilus article ibercalafell despensa hogar ibérico

24 hiems·mmdcclxiiii·auc

les dañinos son raros, excep-ción hecha de unas liebrecillas que agujerean la tierra y a las que algunos llaman “leberi-des”. Estos animales, como se alimentan de raíces, destruyen plantas y semillas. Así ocurre en casi toda Iberia, exten-diéndose el mal también has-ta Massalia, e incluso las islas (Geografía�����������!�

La pesca y la recolección de moluscos complementaban la dieta de los asentamientos cerca-nos al mar. No se conoce ningún resto de embarcación ibérica para la pesca, por lo que se cree que esta actividad se practica-ba desde la costa, con redes y anzuelos. En las excavaciones de Alorda Park (cerca de la ciudadela de Calafell) se en-contraron diversos anzuelos de pesca.

Los iberos conocían la uti-lidad del olivo y la vid. Rela-cionado con esta última espe-����� #��$���%�� �������que «los iberos, como otros pueblos bárbaros y guerre-ros, beben el vino puro»(Leyes, I, 637). Por su parte, Posidonio dice que «los celtíberos to-man vino con miel, pues la tierra da ���� �!����� �&��$�� �������a los mercaderes que navegan hasta allí».

En lo que atañe a la calidad del vino ibérico los autores greco-roma-nos no se ponen de acuerdo. Para Pli-nio el Viejo, que escribe hacia el año '*�������$���� ��������������Lauro (Liria) y las Baleares era exce-��� ��+���������/������������-nica, hacia el año 50 d. C., opina que los caldos hispanos eran agrios. Sea cual fuese la opinión más extendida, lo cierto es que el vino pasaba por ser una bebida de prestigio como lo era también la cerveza. A este respecto, el escritor Ateneo de Naucratis recoge hacia el 200 d. C. una cita muy reve-ladora de Polibio:

Parecida en su aspecto y mag-��������������"�������������

de cierto rey ibe-ro. Cuenta que ese rey había tratado de igualar el lujo de los feacios, salvo el hecho de que las cráteras que estaban colo-cadas en el centro de la casa sólo contenían vino de cebada (oinou krithinou), aunque es-taban hechas de plata y oro (Deipnosophistai, I, 28, 18).

La fruta también formaba parte de la dieta ibérica. Los estudios carpoló-gicos han demostrado que consumían manzanas, ciruelas, higos y granadas. Estrabón indica: «Olivo, viña e higue-ras abundan en la costa de Levante y también en gran parte de la costa ex-terior. La costa norte no produce estos frutos por su frío» (Geografía III, 4, 16). Estas referencias no nos permiten saber si los alimentos procedían de frutales cultivados o bien de árboles silvestres.

������� �� �!�� � 8!� �� ��-yoría de los alimentos se recogía en los meses de buen tiempo, era prioritario almacenar la produc-ción para asegurar su conser-vación durante el resto del año. ��� ������������������!-minosas se guardaban en recipien-tes cerámicos, silos, sacos y pieles.

En estos últimos casos, los alimentos se elevaban del suelo para impedir el acceso a los roedores. Por su parte, los líquidos como el vino y el aceite se transportarían en ánforas.

Aunque la mayoría de cereales se �!���������������������������-mos descartar que se consumiesen en forma de sopa, sémola o papilla. Es probable que se reservase una parte para elaborar cerveza y otra (de grano vestido) para comerciar con griegos o fenicios. Por su parte, la paja resul-tante de la cosecha se reservaría para alimentar a los animales.

El procesamiento de las legumbres ��� �#� ���� ��� +� ��������� ��caso de necesidad, pero habitualmen-te se consumiría después de hervirlo, salvo la alfalfa que seguramente se destinase sólo a la alimentación de los animales estabulados.

��������������� ������� ����� ���frutos secos era una práctica habitual,

pero tampoco se puede descartar el tratamiento de los alimentos para

prolongar su conservación, con vistas a los meses de invierno.

��yoen pricióvac���

Page 4: Stilus article ibercalafell despensa hogar ibérico

25invierno·2011

La conservación de la fruta resulta más complicada, ya que es un produc-to que se ha de consumir enseguida. Se secarían al aire las almendras, los higos, las pasas, los piñones y las ave-llanas. «Los montañeses se nutren de bellotas, que secan y pelan moliéndo-las luego para hacer pan» (Estrabón, Geografía, III, 3, 7). El resto de frutas (manzanas, membrillos, ciruelas) se conservaría en recipientes cerámicos después de hervirlos con miel y agua hasta formar una compota.

Por último, en el caso de la carne y el pescado, lo más habitual era se-carlos, ahumarlos en tiras delgadas o salarlos. En algunos casos, siguiendo la experiencia de la aceituna, se ma-ceraba el pescado en aceite o vinagre.

Alimentación y sociedad ������ � ����� �� �� �#�� � ���-menticios de los estratos más altos. 9 �� ����������� ������ 8!� ���� �� ����������������� ���������<�=������!��� ��>�������=���alimentos y bebidas estaban reser-

vados para los personajes poderosos & �!�����!������������9��tenemos el ejemplo del pasaje de Po-libio que citaba Ateneo de Naucratis. Estrabón también hace referencia a las costumbres culinarias de la noble-za: «Beben zýthos –un tipo de cerve-za, según el profesor Fernando Que-sada–. Y el vino, que escasea, cuando lo obtienen lo consumen enseguida, derrochándolo en espléndidas co-milonas familiares», en las que las mujeres de la tribu de los bastetanos «bailan también mezcladas con los hombres unidos unos y otros por las manos» (Geografía, III, 3, 7).

Los banquetes de los iberos del norte eran diferentes, ya que saltaban por encima del fuego demostrando su destreza. Los asistentes a estos even-tos se sentaban en bancos de piedra «ocupando los puestos de más res-peto, según su edad y dignidad» y se iban pasando la comida en orden.

Entre los pueblos del interior tam-bién se organizaban festines para ce-lebrar grandes acontecimientos. Dio-

doro describe uno de ellos, al hablar del matrimonio de Viriato:

Habiéndose expuesto con mo-tivo de sus bodas gran canti-dad de copas de plata y de oro y vestidos de muchas clases y colores, Viriato se apoyó en su lanza, miró con desdén todas estas riquezas sin asombrarse ni maravillarse de ellas, antes bien manifestando desprecio...

A pesar de que le rogaron insistentemente, ni se lavó ni tomó asiento en la mesa que estaba llena de todo tipo de manjares. Únicamente tomó panes y carne y los distribuyó entre sus acompañantes, limi-tándose por su parte a llevarse a la boca un poco de comida. Luego mandó que le llevaran a ���$�������������������al modo que suelen hacer los iberos, sentó a la novia en su caballo y partió al punto hacia la sierra en busca de su escon-dida morada (Biblioteca Histó-rica, XXXIII, 7, 1-6).

No podemos documentar cuáles eran los productos que consumían los estratos más bajos de la sociedad ibérica. Por oposición podríamos ������8!��������$�������$�-za o, si lo bebían, era de baja calidad. Es probable que la dieta fuera fun-damentalmente de productos proteí-nicos de origen vegetal, leguminosas sobre todo, para aguantar las jorna-����� ����=�?

#�$%&'%*+�/�&03+��*��4�556!7�Breve historia de los íberos. Ediciones Nowtilus.

#�"%��9;��*��4�55�!7�Íberos de la A a la Z. La vida en Iberia durante el primer milenio antes de Cristo. Espasa, Madrid.

#�<0;'0&/=��*����<0;/0>0;0��J. (2005): Els Ibers del Nord. &�����3�����%�� �����$����-lona.

PARA SABER MÁS:

Entre el siglo VIII y el VI a. C., época conocida por los investi-gadores como el periodo Ibérico Antiguo, se fueron acentuando en los pueblos ibéricos las dife-rencias entre el estrato aristocrá-tico y el campesinado.

Entre el V y el III a. C., el Ibé-rico Pleno, la expansión del poder ������ �� �B������� ����������agrícola dieron origen a nuevos grupos dedicados a tareas más ������������%����G���������� �-crática se situaba el estamento militar: el reyezuelo, los guerre-ros más destacados y sus fami-lias. Un paso por detrás estarían los aristócratas civiles, sacerdo-tes y escribas. Por último, encon-tramos un amplio y heterogéneo grupo formado por artesanos, campesinos, pescadores, gana-deros, entre otros.

La aparición de las élites