8
Una exposición nos muestra las múltiples facetas del artista guatemalteco radicado en México. Páginas 2 y 3 Mérida, el gran desconocido Suplemento Cultural Una idea original de Rosauro Carmín Q. Guatemala, 3 de diciembre 2011 “Cuando oigas a la alondra cantar” de Carlos Mérida.

Suplemento Cultural 03-12-2011

  • Upload
    la-hora

  • View
    222

  • Download
    1

Embed Size (px)

DESCRIPTION

Suplemento Cultural 03-12-2011

Citation preview

Page 1: Suplemento Cultural 03-12-2011

Una exposición nos muestra las múltiples facetas del artista

guatemalteco radicado en México. Páginas 2 y 3

Mérida, el gran desconocidoSu

pleme

nto C

ultur

alU

na id

ea o

rigin

al d

e R

osau

ro C

arm

ín Q

.

Guat

emal

a, 3

de

dici

embr

e 20

11

“Cuando oigas a la

alondra cantar”

de Carlos Mérida.

Page 2: Suplemento Cultural 03-12-2011

2 Suplemento Cultural Nueva Guatemala de la Asunción, 3 de diciembre de 2011

Desde la portada

MériDa, el gran DesconociDoC ristina

Navas y Mé-r i d a ,

nieta del artista guatemalteco, recientemente estuvo en Gua-temala para par-ticipar en la in-auguración de la exposición “Carlos Méri-da, 120 años”, en Galería Ana Lucía Gómez -arte latinoame-ricano- (16 calle 7-30 zona 13), la cual estará en exhibición hasta el 23 de diciem-bre.

Navas y Méri-da es colabora-dora ad honorem en la Embajada de Guatemala en México para im-pulsar proyec-tos de arte. Ella, desde que vivía su abuelo, estu-vo involucrada en el impulso

del arte, gracias a una galería en donde se im-pulsan a jóve-nes valores de la plástica. Como uno de sus obje-tivos, está la de impulsar la obra de Carlos Méri-da. En este ca-mino, se ha dado cuenta de que en Guatemala, pese a ser el país na-tal de su abuelo, la proyección de su obra no es tan buena como de-bería ser para un artista de su im-portancia.

Con la expo-sición actual en la galería Ana Lucía Gómez, también se lanzó una publicación, producida por la Fundación Mario Monteforte Toledo, con la cual se intenta recopilar todo lo elaborado en el trabajo de la gráfica por parte de Carlos Mérida.

UNA GALERÍADe acuerdo con Cristina Navas y

Mérida, su participación más direc-ta en el arte dio inicio cuando mu-rió su padre. Entonces, su abuelo, Carlos Mérida, quiso ayudar a su mamá económicamente, pero no lo hizo dándole dinero, sino que le brindó las gráficas de la obra “Cuando oigas a la alondra cantar” (que forma parte de la portada de este suplemento).

Entonces, su madre con esta obra logró iniciar una galería, la cual completó solicitando a otras ga-lerías afines a Mérida que les en-tregaran obras a consignación de artistas famosos mexicanos, con lo que llamó la atención. De las gráfi-cas de “Cuando oigas a la alondra cantar”, pudo continuar con la ga-lería, en donde se dio preferencia por los artistas noveles, quienes hoy día son los artistas consagrados de México.

Según recuerda Cristina Navas y Mérida, su abuelo era un hombre polifacético dentro del arte, sobre todo por la experimentación y el estudio del arte. Se vio involucrado en prácticamente todos los aspectos

del arte visual en México.Fue uno de los fundadores del

movimiento muralista, innovando y siendo pionero en varias técnicas. Como iniciador, le tocó, además, el papel de experimentar y probar con las técnicas, lo que le obligó a teo-rizar sobre este arte.

De acuerdo con su nieta, Mérida siempre conservó ese carácter cu-rioso. Sus problemas de oído, eran aprovechados ya que a su aparato le bajaba todo el volumen y se con-centraba en investigar lo que a él le llamaba la atención.

En el muralismo, Mérida alcanzó a ver terminado su último mural, el cual, como características tiene que era movible. Es decir, que los due-ños de edificio podrían demolerlo, pero llevarse el mural a las nuevas instalaciones, gracias a que Mérida ideó una especie de tornillos para separarlo de la superficie del in-mueble.

Entre otras técnicas, también se involucró en el arte teatral, al con-feccionar escenografías para obras y ballet, incluso creando vestuarios para los personajes.

“Mi abuelo, si estuviera vivo, es-toy segura que estaría estudiando el arte electrónico, porque él siempre estaba incursionando en lo nuevo”, dice su nieta.

DESCONOCIMIENTONavas y Mérida reconoce que no

ha conocido a nadie que le diga que no le gusta la obra de su abuelo.

Carlos Mérida (1891-1984) es un artista gua-temalteco que

realizó la mayor parte de su obra en México. Para Gua-

temala, participó en un período de

transformaciones dentro del arte na-cional, haciéndose

notar como parte fundamental del movimiento que

cambió la concep-ción artística a

mediados del siglo XX. Pero, a pesar de haber sido tan

importante, su obra y sus aportes

pasan, hoy día, inadvertidos en

nuestro país.POR MARIO

CORDERO ÁVILA

Page 3: Suplemento Cultural 03-12-2011

Suplemento Cultural 3Nueva Guatemala de la Asunción, 3 de diciembre de 2011

Desde la portada

MériDa, el gran DesconociDo“En todo caso, me dicen que no lo conocen”. Y ése es uno de los temo-res de su nieta. “No quiero que en unos años nadie sepa quién es Car-los Mérida”, confiesa.

En Guatemala, a pesar de ser un artista fundamental, parece no tener el espacio que merece. Incluso, la mayoría de sus obras se confunden en el imaginario popular y no se sabe que son de él.

Con cierta decepción, Navas y Mérida revela que en el Museo Na-cional de Arte Moderno, que lleva el nombre de “Carlos Mérida”, ape-nas se conoce su obra.

La familia donó todas las conde-coraciones y diplomas que Mérida recibió durante su trayectoria. Es un patrimonio familiar, pero que se optó para que mejor estuviera en el museo, con la esperanza de que allí sería mejor apreciado.

Pero desde hace algunos años, la dirección del Museo decidió retirar esos diplomas y medallas, y guar-darlos, por lo que el valioso aporte de la familia Mérida se vio enga-vetado.

Mérida, a pesar de que aún sigue siendo el artista guatemalteco más importante y universal del siglo XX, permanece sin ser reconoci-do en el país. Su obra debería estar en el inconsciente colectivo de los guatemaltecos, pero es muy poco lo que conocemos de él, para tan pro-lífica obra.

SEMBLANZACarlos Mérida (1891-1984) fue

un destacado pintor, escultor y ar-tista plástico guatemalteco, radi-cado sobre todo en México. Pese a

que los diferen-tes gobiernos le facilitaban la ciudadanía mexicana, él nunca dejó de sentirse y au-todenominar-se como guate-malteco.

Mérida inició sus estudios del arte siendo ado-lescente, adentrándose a la escultu-ra; sin embargo, sus profesores lo motivaron para que se enfocara en la pintura. Viajó en su juventud a Europa, junto con el también pintor guatemalteco Carlos Valenti. En 1919 se trasladó a México, donde se destaca en la renovación del mu-ralismo mexicano. En 1922 Mérida trabajó con Diego Rivera para pin-tar los murales del Anfiteatro Bolí-var en la Ciudad de México.

Junto con Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfa-ro Siqueiros fundó el Sindicato de Obreros, Técnicos, Pintores y Es-cultores. Su primera obra personal fue en 1923 cuando pintó la Bi-blioteca Infantil del Ministerio de Educación Pública de Guatemala (“Caperucita roja y los cuatro ele-mentos”).

En 1927 regresó a París, donde estuvo dos años y contactó con Paul Klee, Miró y las nuevas co-rrientes artísticas; como resultado de ello abandonó la figuración polí-tica para desarrollar una etapa mar-cada por la abstracción en la forma y sus raíces indígenas en los temas. A la vuelta de su viaje a París, en

1929, fue nombrado director de la Galería del Teatro Nacional en México, y tres años más tarde diri-gió la Escuela de Danza.

En 1940 participó en la Exposi-ción Internacional Surrealista cele-brada en México. Un año más tar-de fue nombrado profesor de arte en el North State Teacher Colle-ge en Denton, Texas, y a partir de 1949 comenzó sus investigaciones sobre integración de las artes, apli-cando los resultados en los murales que realizó para la Secretaría de Recursos Hidráulicos (1949), para el centro infantil del multifamiliar “Miguel Alemán”, de [Av. Co-yoacán] (1950), y para el edificio multifamiliar “Presidente Juárez”, en la ciudad de México (1950-1952) [Av. Cuauhtémoc]; en este último la temática se centró en tor-no a una serie de leyendas mexi-canas acerca del origen del mundo —”El Popol Vuh” (aludiendo al libro antiguo descubierto en Gua-temala de los maya-quichés, “Los ocho dioses del olimpo mexica-no”, “El Ixtlexilt”, “Los cuatro so-les”—. Los multifamiliares Juárez y los murales fueron severamente dañados por el temblor del 19 de septiembre de 1985.

Desde 1950 su arte experimenta ciertos cambios y su obra ofrece un estilo más próximo al cons-tructivismo, como se observa en el edificio de Reaseguros Alianza de la ciudad de México, cuyo mural “Estilización de motivos mayas” (1953) está realizado en mosaico de vidrio. Con esta misma técnica, en la década de 1950 realizó diver-sos murales para empresas comer-ciales y privadas mexicanas. Tam-bién en 1956 realizó, en el Palacio Municipal de Guatemala, un mo-saico de vidrio (La mestiza de Gua-temala). Desde entonces, Mérida alternó la realización de murales para México y Guatemala, en los que dominaban motivos abstrac-

tos y constructivos. Con el espíritu innovador que le caracterizaba, en 1964 hizo un muro vitral en la sala “Cora Huichol” (Los adoratorios) del Museo Nacional de Antropo-logía de México D.F. y en 1968, otro en el Centro Cívico de San Antonio (Texas) (La confluencia de las civilizaciones en América). En 1965 recibió la medalla de oro de la Dirección General de Cultura y Bellas Artes de Guatemala, y en 1980 “Orden del Águila Azteca” de la Secretaría de Relaciones Ex-teriores de México.

Page 4: Suplemento Cultural 03-12-2011

4 Suplemento Cultural Nueva Guatemala de la Asunción, 3 de diciembre de 2011 Suplemento Cultural 5Nueva Guatemala de la Asunción, 3 de diciembre de 2011

Ese es el Mago de las letras españolas. Me temo que las gentes no se hayan enterado todavía. Ese es el Mago. Yo lo preconicé así. Es un Mago: trueca los vocablos en gemas, y maravilla contemplar los tesoros

de pedrería que posee y la cuasi divina facilidad con que los emplea en cuanto escribe.Alejandro Sawa (1862-1909)

POR JAIME BARRIOS CARRILLO

Enrique Gómez Carrillo, o Ca-rrillo como muchas veces se le lla-maba, fue el escritor de lengua es-pañola más leído y publicado de su época; traducido también a muchos otros idiomas: al francés, alemán, checo, inglés, sueco, italiano, japo-nés, portugués, rumano y griego. Muy pronto, a los 22 años, era ya miembro de la Academia Españo-la de la Lengua, lo que aprovechó para sus cartas de presentación a numerosísimos personajes del arte y las letras, a los cuales realizó en-trevistas memorables, entre ellos Oscar Wilde, Augusto Strindberg, Daudet, Zola y muchos otros.

Cuando el escritor español Ale-jandro Sawa, famoso por su tem-peramento y su vida bohemia, es-cribió que Enrique Gómez Carrillo era “El Mago de las letras españo-las”, estaba expresando una idea generalizada de la época. Sawa re-trataba al Carrillo de principios de antes de 1909, el que había conoci-do en París y había visto brillar en las conversaciones de los cafés pa-risienses con su erudición incom-parable y a quien se le asociaba a nombres como Jean Móreas, Oscar Wilde, Paul Verlaine y toda la fl or y nata de la intelectualidad y litera-tura francesa.

La pregunta central sería: fue un hombre sólo de su época o es un autor que tiene de nuevo vi-gencia en el mundo posmoderno?

Las reediciones actuales de sus li-bros en diversas partes del mundo marcarían un indudable retorno al estrado, a la preferencia de los lectores, al creciente interés de los estudiosos e investigadores, pues Gómez Carrillo en la historia del periodismo y la literatura españo-la resulta siendo como en el verso de Coronel Urtecho: ”el paisano inevitable”.

Y si su obra es inmensa y siem-pre sorprendente, abarcando no-vela, cuento, crítica, traducción, ensayo y crónicas, su misma vida fue como una novela; “una novela ejemplar” decía él mismo parafra-seando a Cervantes. Un hombre de muchas aristas: el periodista y escritor, el polemista, el traductor, el diplomático y sobre todo el más grande cosmopolita de la lengua castellana.

Fue Carrillo acaso el bohemio a ”caballo entre dos siglos”? La fra-se es del español Castillo-Puche y la retoma Augusto Monterroso en su libro La Vaca. Es decir: fue el modernismo realmente nuestro romanticismo? Habría que precisar un poco ese cabalgar entre centu-rias. Porque el modernismo no fue una escuela sino un movimiento. Un acontecer literario hispanoame-ricano, que fl oreció en diferentes ciudades y momentos históricos. Comenzó balbuceante en La Ha-bana, siguió en México, pasó por Guatemala ( Martí, Darío, Choca-no, Barba Jacob y todos los nacio-

EL MAGO DE LAS LETRASColaboraciones

FOTO LA HORA: ARCHIVO

Enrique Gómez Carillo con Raquel Meller. Enrique Gómez Carrillo a los 35 años.

Enrique Gómez Carrillo en Fez, Marruecos, 1924.

Última foto de Enrique Gómez Carillo.

Enrique Gómez Carillo en 1891.

nales) y culminó apo-teósico en Buenos Aires y en el mismo Madrid. En ese pro-ceso, Rubén Darío y Gómez Carrillo fue-ron casi como decir “el modernismo”.

Como modernis-ta de pura cepa, fue un cultivador de la llamada “Belleza”. Afirmaba: “El arte, que en poesía es tan anticuado cual el mundo, en prosa es una conquista recien-te. Labrar la frase lo mismo que se labra el metal, darle ritmo como a una estrofa, retorcerla ni más ni menos que un en-caje.”

El modernismo an-tecedió a las llama-das vanguardias la-tinoamericanas. Sus máximas alturas fue-ron las cimas de la poesía dariana, que se prolongó a tra-vés de su infl uencia (cuánto no le segui-remos debiendo a Rubén). Mas suele considerarse (gran equivocación) que la prosa modernista no alcanzó el mismo nivel de la poesía. Las vanguardias latinoamericanas, en todo caso, no hubieran sido posibles sin Darío y sin Gómez Carrillo, estos dos fueron casi como decir “el mo-dernismo”. Augusto Monterroso los llama “grandes limpiadores de establos”.

La prosa modernista significó, además, una especie de globaliza-ción literaria e informativa. Sobre todo a través de los grandes pe-riódicos El Liberal, en Madrid, y La Nación en Buenos Aires. Estos diarios permitieron la circulación masiva de textos que de otra ma-nera se hubieran reducido a peque-ños grupos de lectores afi nes o en el peor de los casos en las gavetas del olvido.

El periodismo en castellano les debe mucho a los modernistas cen-

principales periódicos del continente, sobre todo en La Nación de Buenos Aires.

Donde Carrillo po-nía la letra algo se consumaba. Sus cró-nicas eran leídas por millares de personas. Vivía en Paris, su “tie-rra prometida”, pero escribía para los his-

panohablantes. Además se sabía meter en las editoriales francesas, que lo traducían y publicaban y desde muy joven logró un puesto en la poderosa editorial Garnier, desde donde él decidía a que es-critor español se publicaba. Lo que le acarreó no pocas antipatías, al extremo que Pio Baroja lo llamó “rastacueros”. Mas tuvo también muchos amigos que ponderaron su obra, entre estos Blasco Ibáñez, Jacinto Benavente, Leopoldo Alas “Clarín” y Benito Pérez Galdós. Fue un hombre que no podía pasar desapercibido, fuera por sus textos o por su vida de giros exacerbados con duelos, amores múltiples y via-jes para entonces impresionantes.

No debe pasarse por alto su la-bor de crítico literario. Desde sus primeras travesuras en Guatema-

en la literatura. La mujer fatal de sus novelas sobre la bohemia. La mujer ideal de su novela “El Evan-gelio del Amor.” Escribió decenas de reseñas sobre mujeres artistas. Pergeñó sobre la psicología de la mujer y sobre el sentido de la moda femenina.

En la vida fue, sin embargo, un auténtico Casanova. Tuvo relacio-nes amorosas con mujeres estela-res de su tiempo, incluso algo con Isadora Duncan. Y se levantó el rumor de que había sido amante de la celebérrima vedette Mata Hari; algo que él negó siempre rotunda-mente, llegando a escribir un libro sobre la base de que él nunca se había encontrado con la exótica y semidesnuda bailarina.

El gran amor de su vida fue pro-bablemente Raquel Meller, la diva de España y una de las mujeres más admiradas en todas partes; incluso Chaplin pretendió que trabajara con él. Raquel no fue simplemente una cupletista sino una artista uni-versal y la primera gran estrella del cine español. El matrimonio fue su segundo, había estado casado antes muy brevemente con la escritora peruana Aurora Cáceres. Con Ra-quel adoptaron una hija llamada Elena Gómez Carrillo. Tuvo tam-bién una hija biológica con la can-tante de ópera Anny Pérey, la que también se llamó Elena.

Después del divorcio de Raquel Meller en 1922, pareció caer en de-

época, de este hombre nacido en la Ciudad de Guatemala y convertido en habitante prominente del pla-neta llamado literatura universal. Juan Mendoza en su biografía del cronista, criticaba acerbamente la gran ingratitud nacional con Enri-que Gómez Carrillo, quien se que-jara al fi nal de su vida así:

“En Guatemala no me quieren, iré sólo para que me insulten”. Pocos comprendieron en el país (habrán comprendido ahora?) que Enrique Gómez Carrillo fue el es-critor que puso por primera vez a Guatemala en el mapa de la litera-tura universal.

Gómez Carrillo parece ahora sacudirse más y más el polvo del olvido. Se viene dando, especial-mente en España, un creciente in-terés por la vida y la reedición de su obra: encontramos en estudios de doctorado, como “Oriente en la crónica de viajes: el modernis-mo de Enrique Gómez Carrillo” por Karima Hajjaj Ben Aume de la universidad Complutense de Ma-drid, también la tesis doctoral “La autobiografía modernista de Enri-que Gómez Carrillo” del investiga-dor guatemalteco Aroldo Solórza-no en la Universidad de California y en Francia el trabajo de Claude Murcia de Viot: ”Enrique Gó-mez Carrillo, Intermediaire Cul-turel entrel la France, l’Espagne et l’Amerique Espagnole” de la Uni-versidad de París.

Destacamos las reediciones ac-

tuales de obras como “Fez la anda-luza” (2010) , “Treinta años de mi vida: el despertar del alma” (2011), “La miseria de Madrid” (2010), “El Japón heroico y galante” por la editorial Libris (2010), la no-vela “Maravillas” por BiblioLife (2009), los ensayos de “Literatura Extranjera: Estudios“ (Among the ruins) por Nabu Press (1910), la edición digital alemana de Mata Hari (2009) y la reedición francesa del Evangelio del Amor (l’evangile de l’amour) .

Además de la biografía de su contemporáneo Juan Mendoza y la posterior de Alfonso Enrique Ba-rrientos, tenemos la extraordinaria biografía de Edelberto Torres Espi-noza (reeditada recientemente por la editorial guatemalteca F y G ).

Defi nitivamente la prosa de Gó-mez Carrillo cautiva, integra al lector a un mundo de sensaciones y también dimensiones espacio temporales que tienen vigencia permanente. Precursor y vanguar-dista, pionero y clásico, es Gómez Carrillo un autor que hoy vuelve y emerge con su magia literaria del olvido.

Está enterrado en el Père Lachai-se (donde solamente hay solamente dos escritores latinoamericanos en-terrados, Gómez Carrillo y Miguel Ángel Asturias). Este es el cemen-terio de los personajes ilustres de París y en su tumba el epitafi o reza: “Siempre alerta en medio de tantas cosas adormecidas”.

troamericanos, Rubén Darío y Gó-mez Carrillo junto a nombres como Máximo Soto Hall, León Pacheco, Salomón de la Selva, Arturo Am-broggi y Toño Salazar. Y el perio-dismo se hizo con Gómez Carrillo más literario y la literatura se nu-trió de la experiencia periodística. Profesionalizó la escritura, siendo un viajero incansable de agudas observaciones, que trabajaba so-bre la reelaboración existencial (”sensaciones” las llamaba) de sus materiales. Clásicos son sus libros sobre Grecia, Japón, Egipto y Jeru-salén. Gómez Carrillo llegó a ser director de periódicos españoles como El Liberal, que equivaldría hoy a serlo de El País u otro dia-rio de primera línea en España. Y publicó miles de artículos en los

la (criticando agudamente a la edad de sólo 16 años al ídolo nacional de Guatemala

José Milla) hasta sus obras madu-ras sobre literatura extranjera y sus numerosas introducciones y prólo-gos a libros de otros autores, que constituyen muchas veces magní-fi cos ensayos literarios. Resulta to-davía sorprendente su conocimien-to sobre literatura universal, japo-nesa, inglesa, sueca, italiana.

Su novelística superó la mitoma-nía para dar el paso a la fi cción, más allá de lo meramente confe-sional. Sus novelas son también aventuras que permiten la explo-ración de su ser interior y a la vez la captación de Paris fi nisecular y de Madrid, ambas ciudades vivi-das por un eufórico jovencito que apenas tenía 20 años y que estaba obsesionado por la literatura.

Imposible en una semblanza atra-par la vida y la obra del escritor probablemente más prolijo de la lengua castellana. Los famosos 87 volúmenes, contabilizados por su biógrafo Juan Mendoza, constitu-yen miles de páginas, de niveles muy diversos y temas innumera-bles.

Su biógrafo Alfonso Enrique Ba-rrientos, sostiene que fue uno de los primeros feministas, en el sen-tido de que dio un lugar la mujer

presión. Y se refugiaba más y más en el ajenjo y el coñac, lo que le fue minando su salud pues seguía trabajando con gran intensidad como siempre lo había hecho. No obstante alcanzó a escribir cinco o seis libros en los últimos años, en-tre los que sobresalen sus crónicas sobre la ciudad de Fez en África del Norte. Su labor de periodista lo acompañó hasta el fi nal, publi-cando su última crónica el 3 de no-viembre de 1927, el mismo día en que enfermó.

Casó en terceras nupcias con la salvadoreña Consuelo Sunción, a quien llevaba más de 30 años. La Suncín contrajo matrimonio poco después con el Conde de Saint Exupéry, creador del El Principi-to. Se refugió psicológicamente en Consuelo a que llamaba “la luz de mis últimos días”. Gómez Carrillo falleció once meses después del casamiento, el 29 de noviembre en París de 1927. Con él parecía ter-minar una época. Manuel Ugarte, escritor argentino expresó: ”Fue maestro de la frase corta. Llevó a la perfección el arte difícil de man-tener el interés del lector. Nadie le podrá negar un puesto entre los grandes escritores iberoamericanos de su tiempo.”

Murió el mismo año que surgía la Generación del 27, jóvenes que se reunieron en torno al tricentenario del poeta Góngora. Gómez Carrillo no alcanzó a compenetrarse de lo que traía este movimiento ni tam-poco pudo captar plenamente lo que signifi caron las vanguardias. A los 54 años era un hombre prema-turamente envejecido y melancóli-co, sentado en el trono de una pre-sencia literaria que pronto dejaría de ocupar.

Al fi nal de su vida le entró a un “chapinismo sincero”, como él mismo Gómez Carrillo expresa. El escritor belga y premio Nobel Mauricio Maeterlinck, impresiona-do por sus descripciones de Guate-mala le dijo: “vamos a morir allá!”. Carrillo le contestaba: “No es tierra para morir sino para vivir”.

No pudo sin embargo realizar el viaje. El “glorioso retorno” sigue esperando. Porque Guatemala no parece darse por aludida de la im-portancia de Gómez Carrillo, de “la gloria”, como se decía en su

Page 5: Suplemento Cultural 03-12-2011

4 Suplemento Cultural Nueva Guatemala de la Asunción, 3 de diciembre de 2011 Suplemento Cultural 5Nueva Guatemala de la Asunción, 3 de diciembre de 2011

Ese es el Mago de las letras españolas. Me temo que las gentes no se hayan enterado todavía. Ese es el Mago. Yo lo preconicé así. Es un Mago: trueca los vocablos en gemas, y maravilla contemplar los tesoros

de pedrería que posee y la cuasi divina facilidad con que los emplea en cuanto escribe.Alejandro Sawa (1862-1909)

POR JAIME BARRIOS CARRILLO

Enrique Gómez Carrillo, o Ca-rrillo como muchas veces se le lla-maba, fue el escritor de lengua es-pañola más leído y publicado de su época; traducido también a muchos otros idiomas: al francés, alemán, checo, inglés, sueco, italiano, japo-nés, portugués, rumano y griego. Muy pronto, a los 22 años, era ya miembro de la Academia Españo-la de la Lengua, lo que aprovechó para sus cartas de presentación a numerosísimos personajes del arte y las letras, a los cuales realizó en-trevistas memorables, entre ellos Oscar Wilde, Augusto Strindberg, Daudet, Zola y muchos otros.

Cuando el escritor español Ale-jandro Sawa, famoso por su tem-peramento y su vida bohemia, es-cribió que Enrique Gómez Carrillo era “El Mago de las letras españo-las”, estaba expresando una idea generalizada de la época. Sawa re-trataba al Carrillo de principios de antes de 1909, el que había conoci-do en París y había visto brillar en las conversaciones de los cafés pa-risienses con su erudición incom-parable y a quien se le asociaba a nombres como Jean Móreas, Oscar Wilde, Paul Verlaine y toda la fl or y nata de la intelectualidad y litera-tura francesa.

La pregunta central sería: fue un hombre sólo de su época o es un autor que tiene de nuevo vi-gencia en el mundo posmoderno?

Las reediciones actuales de sus li-bros en diversas partes del mundo marcarían un indudable retorno al estrado, a la preferencia de los lectores, al creciente interés de los estudiosos e investigadores, pues Gómez Carrillo en la historia del periodismo y la literatura españo-la resulta siendo como en el verso de Coronel Urtecho: ”el paisano inevitable”.

Y si su obra es inmensa y siem-pre sorprendente, abarcando no-vela, cuento, crítica, traducción, ensayo y crónicas, su misma vida fue como una novela; “una novela ejemplar” decía él mismo parafra-seando a Cervantes. Un hombre de muchas aristas: el periodista y escritor, el polemista, el traductor, el diplomático y sobre todo el más grande cosmopolita de la lengua castellana.

Fue Carrillo acaso el bohemio a ”caballo entre dos siglos”? La fra-se es del español Castillo-Puche y la retoma Augusto Monterroso en su libro La Vaca. Es decir: fue el modernismo realmente nuestro romanticismo? Habría que precisar un poco ese cabalgar entre centu-rias. Porque el modernismo no fue una escuela sino un movimiento. Un acontecer literario hispanoame-ricano, que fl oreció en diferentes ciudades y momentos históricos. Comenzó balbuceante en La Ha-bana, siguió en México, pasó por Guatemala ( Martí, Darío, Choca-no, Barba Jacob y todos los nacio-

EL MAGO DE LAS LETRASColaboraciones

FOTO LA HORA: ARCHIVO

Enrique Gómez Carillo con Raquel Meller. Enrique Gómez Carrillo a los 35 años.

Enrique Gómez Carrillo en Fez, Marruecos, 1924.

Última foto de Enrique Gómez Carillo.

Enrique Gómez Carillo en 1891.

nales) y culminó apo-teósico en Buenos Aires y en el mismo Madrid. En ese pro-ceso, Rubén Darío y Gómez Carrillo fue-ron casi como decir “el modernismo”.

Como modernis-ta de pura cepa, fue un cultivador de la llamada “Belleza”. Afirmaba: “El arte, que en poesía es tan anticuado cual el mundo, en prosa es una conquista recien-te. Labrar la frase lo mismo que se labra el metal, darle ritmo como a una estrofa, retorcerla ni más ni menos que un en-caje.”

El modernismo an-tecedió a las llama-das vanguardias la-tinoamericanas. Sus máximas alturas fue-ron las cimas de la poesía dariana, que se prolongó a tra-vés de su infl uencia (cuánto no le segui-remos debiendo a Rubén). Mas suele considerarse (gran equivocación) que la prosa modernista no alcanzó el mismo nivel de la poesía. Las vanguardias latinoamericanas, en todo caso, no hubieran sido posibles sin Darío y sin Gómez Carrillo, estos dos fueron casi como decir “el mo-dernismo”. Augusto Monterroso los llama “grandes limpiadores de establos”.

La prosa modernista significó, además, una especie de globaliza-ción literaria e informativa. Sobre todo a través de los grandes pe-riódicos El Liberal, en Madrid, y La Nación en Buenos Aires. Estos diarios permitieron la circulación masiva de textos que de otra ma-nera se hubieran reducido a peque-ños grupos de lectores afi nes o en el peor de los casos en las gavetas del olvido.

El periodismo en castellano les debe mucho a los modernistas cen-

principales periódicos del continente, sobre todo en La Nación de Buenos Aires.

Donde Carrillo po-nía la letra algo se consumaba. Sus cró-nicas eran leídas por millares de personas. Vivía en Paris, su “tie-rra prometida”, pero escribía para los his-

panohablantes. Además se sabía meter en las editoriales francesas, que lo traducían y publicaban y desde muy joven logró un puesto en la poderosa editorial Garnier, desde donde él decidía a que es-critor español se publicaba. Lo que le acarreó no pocas antipatías, al extremo que Pio Baroja lo llamó “rastacueros”. Mas tuvo también muchos amigos que ponderaron su obra, entre estos Blasco Ibáñez, Jacinto Benavente, Leopoldo Alas “Clarín” y Benito Pérez Galdós. Fue un hombre que no podía pasar desapercibido, fuera por sus textos o por su vida de giros exacerbados con duelos, amores múltiples y via-jes para entonces impresionantes.

No debe pasarse por alto su la-bor de crítico literario. Desde sus primeras travesuras en Guatema-

en la literatura. La mujer fatal de sus novelas sobre la bohemia. La mujer ideal de su novela “El Evan-gelio del Amor.” Escribió decenas de reseñas sobre mujeres artistas. Pergeñó sobre la psicología de la mujer y sobre el sentido de la moda femenina.

En la vida fue, sin embargo, un auténtico Casanova. Tuvo relacio-nes amorosas con mujeres estela-res de su tiempo, incluso algo con Isadora Duncan. Y se levantó el rumor de que había sido amante de la celebérrima vedette Mata Hari; algo que él negó siempre rotunda-mente, llegando a escribir un libro sobre la base de que él nunca se había encontrado con la exótica y semidesnuda bailarina.

El gran amor de su vida fue pro-bablemente Raquel Meller, la diva de España y una de las mujeres más admiradas en todas partes; incluso Chaplin pretendió que trabajara con él. Raquel no fue simplemente una cupletista sino una artista uni-versal y la primera gran estrella del cine español. El matrimonio fue su segundo, había estado casado antes muy brevemente con la escritora peruana Aurora Cáceres. Con Ra-quel adoptaron una hija llamada Elena Gómez Carrillo. Tuvo tam-bién una hija biológica con la can-tante de ópera Anny Pérey, la que también se llamó Elena.

Después del divorcio de Raquel Meller en 1922, pareció caer en de-

época, de este hombre nacido en la Ciudad de Guatemala y convertido en habitante prominente del pla-neta llamado literatura universal. Juan Mendoza en su biografía del cronista, criticaba acerbamente la gran ingratitud nacional con Enri-que Gómez Carrillo, quien se que-jara al fi nal de su vida así:

“En Guatemala no me quieren, iré sólo para que me insulten”. Pocos comprendieron en el país (habrán comprendido ahora?) que Enrique Gómez Carrillo fue el es-critor que puso por primera vez a Guatemala en el mapa de la litera-tura universal.

Gómez Carrillo parece ahora sacudirse más y más el polvo del olvido. Se viene dando, especial-mente en España, un creciente in-terés por la vida y la reedición de su obra: encontramos en estudios de doctorado, como “Oriente en la crónica de viajes: el modernis-mo de Enrique Gómez Carrillo” por Karima Hajjaj Ben Aume de la universidad Complutense de Ma-drid, también la tesis doctoral “La autobiografía modernista de Enri-que Gómez Carrillo” del investiga-dor guatemalteco Aroldo Solórza-no en la Universidad de California y en Francia el trabajo de Claude Murcia de Viot: ”Enrique Gó-mez Carrillo, Intermediaire Cul-turel entrel la France, l’Espagne et l’Amerique Espagnole” de la Uni-versidad de París.

Destacamos las reediciones ac-

tuales de obras como “Fez la anda-luza” (2010) , “Treinta años de mi vida: el despertar del alma” (2011), “La miseria de Madrid” (2010), “El Japón heroico y galante” por la editorial Libris (2010), la no-vela “Maravillas” por BiblioLife (2009), los ensayos de “Literatura Extranjera: Estudios“ (Among the ruins) por Nabu Press (1910), la edición digital alemana de Mata Hari (2009) y la reedición francesa del Evangelio del Amor (l’evangile de l’amour) .

Además de la biografía de su contemporáneo Juan Mendoza y la posterior de Alfonso Enrique Ba-rrientos, tenemos la extraordinaria biografía de Edelberto Torres Espi-noza (reeditada recientemente por la editorial guatemalteca F y G ).

Defi nitivamente la prosa de Gó-mez Carrillo cautiva, integra al lector a un mundo de sensaciones y también dimensiones espacio temporales que tienen vigencia permanente. Precursor y vanguar-dista, pionero y clásico, es Gómez Carrillo un autor que hoy vuelve y emerge con su magia literaria del olvido.

Está enterrado en el Père Lachai-se (donde solamente hay solamente dos escritores latinoamericanos en-terrados, Gómez Carrillo y Miguel Ángel Asturias). Este es el cemen-terio de los personajes ilustres de París y en su tumba el epitafi o reza: “Siempre alerta en medio de tantas cosas adormecidas”.

troamericanos, Rubén Darío y Gó-mez Carrillo junto a nombres como Máximo Soto Hall, León Pacheco, Salomón de la Selva, Arturo Am-broggi y Toño Salazar. Y el perio-dismo se hizo con Gómez Carrillo más literario y la literatura se nu-trió de la experiencia periodística. Profesionalizó la escritura, siendo un viajero incansable de agudas observaciones, que trabajaba so-bre la reelaboración existencial (”sensaciones” las llamaba) de sus materiales. Clásicos son sus libros sobre Grecia, Japón, Egipto y Jeru-salén. Gómez Carrillo llegó a ser director de periódicos españoles como El Liberal, que equivaldría hoy a serlo de El País u otro dia-rio de primera línea en España. Y publicó miles de artículos en los

la (criticando agudamente a la edad de sólo 16 años al ídolo nacional de Guatemala

José Milla) hasta sus obras madu-ras sobre literatura extranjera y sus numerosas introducciones y prólo-gos a libros de otros autores, que constituyen muchas veces magní-fi cos ensayos literarios. Resulta to-davía sorprendente su conocimien-to sobre literatura universal, japo-nesa, inglesa, sueca, italiana.

Su novelística superó la mitoma-nía para dar el paso a la fi cción, más allá de lo meramente confe-sional. Sus novelas son también aventuras que permiten la explo-ración de su ser interior y a la vez la captación de Paris fi nisecular y de Madrid, ambas ciudades vivi-das por un eufórico jovencito que apenas tenía 20 años y que estaba obsesionado por la literatura.

Imposible en una semblanza atra-par la vida y la obra del escritor probablemente más prolijo de la lengua castellana. Los famosos 87 volúmenes, contabilizados por su biógrafo Juan Mendoza, constitu-yen miles de páginas, de niveles muy diversos y temas innumera-bles.

Su biógrafo Alfonso Enrique Ba-rrientos, sostiene que fue uno de los primeros feministas, en el sen-tido de que dio un lugar la mujer

presión. Y se refugiaba más y más en el ajenjo y el coñac, lo que le fue minando su salud pues seguía trabajando con gran intensidad como siempre lo había hecho. No obstante alcanzó a escribir cinco o seis libros en los últimos años, en-tre los que sobresalen sus crónicas sobre la ciudad de Fez en África del Norte. Su labor de periodista lo acompañó hasta el fi nal, publi-cando su última crónica el 3 de no-viembre de 1927, el mismo día en que enfermó.

Casó en terceras nupcias con la salvadoreña Consuelo Sunción, a quien llevaba más de 30 años. La Suncín contrajo matrimonio poco después con el Conde de Saint Exupéry, creador del El Principi-to. Se refugió psicológicamente en Consuelo a que llamaba “la luz de mis últimos días”. Gómez Carrillo falleció once meses después del casamiento, el 29 de noviembre en París de 1927. Con él parecía ter-minar una época. Manuel Ugarte, escritor argentino expresó: ”Fue maestro de la frase corta. Llevó a la perfección el arte difícil de man-tener el interés del lector. Nadie le podrá negar un puesto entre los grandes escritores iberoamericanos de su tiempo.”

Murió el mismo año que surgía la Generación del 27, jóvenes que se reunieron en torno al tricentenario del poeta Góngora. Gómez Carrillo no alcanzó a compenetrarse de lo que traía este movimiento ni tam-poco pudo captar plenamente lo que signifi caron las vanguardias. A los 54 años era un hombre prema-turamente envejecido y melancóli-co, sentado en el trono de una pre-sencia literaria que pronto dejaría de ocupar.

Al fi nal de su vida le entró a un “chapinismo sincero”, como él mismo Gómez Carrillo expresa. El escritor belga y premio Nobel Mauricio Maeterlinck, impresiona-do por sus descripciones de Guate-mala le dijo: “vamos a morir allá!”. Carrillo le contestaba: “No es tierra para morir sino para vivir”.

No pudo sin embargo realizar el viaje. El “glorioso retorno” sigue esperando. Porque Guatemala no parece darse por aludida de la im-portancia de Gómez Carrillo, de “la gloria”, como se decía en su

Page 6: Suplemento Cultural 03-12-2011

6 Suplemento Cultural Nueva Guatemala de la Asunción, 3 de diciembre de 2011

La cuLtura, poder intangibLeRevista de libros

Varios años de experiencia en la promoción de políticas públicas desde la cultura aparecen reunidos en este libro: El poder de la cultura / Recurso estratégico del desarrollo durable y la gobernanza democrática. En sus páginas, el representante de UNESCO en Guatemala, Edgar Montiel, hace un recorrido por los cambios, los retos, las posi-bilidades, los acuerdos y las interrogantes que se plantean alrededor de la cultura en esta era global.

POR VANIA VARGAS

Ocupa los últi-mos lugares de importancia en los planes de gobierno y, sin embargo,

constituye una herramienta de poder. No tan inmediata ni cuantificable como otros po-deres del Estado, pero con la capacidad total para convertir-se en un vehículo de desarro-llo democrático y riqueza para la región.

Hablamos de la Cultura: “Esa elaboración comunitaria mediante la cual los indivi-duos se reconocen, se autorre-presentan y asignan significa-ciones comunes al mundo que los rodea”.

Desde la antigüedad ha sido un elemento de cohesión. Su tarea fundamental ha sido

la uniformidad de rasgos; su objetivo cimentar la nación. Fue el caso en la expansión del imperio romano, esa misma fue la experiencia americana.

Con la aparición de la era cibernética el mundo se con-virtió en una enorme aldea a merced de una gran cantidad de información y símbolos de aquellos que han logrado aca-parar el espacio virtual, difun-dir su lenguaje, sus ideologías y permear en culturas, que si bien logran enriquecerse, co-rren el peligro de homogeni-zarse, perder su identidad en permanente construcción.

Esta nueva colonización empezó a mediados del siglo XX, luego de la Segunda Gue-rra Mundial, cuando se dio un cambio de registro a nivel global.

La era tecnológica explotó, los medios de comunicación se multiplicaron y revolu-cionaron la manera de ver el mundo.

A través de ellos, las mino-rías se manifestaron, la reali-dad se fragmentó, se diversi-ficó. La tierra se convirtió en una aldea, y la inmediatez de la información y la apertura de las sociedades, en unas de sus grandes características.

Con ellas aparecieron, ade-más, algunos grandes retos: hacer uso de estas herramien-tas para visibilizar las cultu-ras, fomentar una postura crítica para discernir entre la avalancha de información, así como humanizar el proceso de globalización que había hecho de la realidad un espectáculo y que amenazaba con llevar a las sociedades a abandonar sus tradiciones con vistas a una universalización.

Retos que continúan vigen-tes y que aspiran a hacer de la tecnología un instrumento de reivindicación mediante el cual se fomente la diversidad cultural y se propicie un diá-logo que fortalezca el conoci-miento de “los otros”; moderar las ambiciones lucrativas del mercado, y remarcar la casi invisible diferencia que existe entre informarse y formarse, entre información y conoci-miento.

EL CASO DE AMÉRICA LATINA

De acuerdo con Montiel, el panorama global para el con-tinente americano se plantea alentador. Tomando en cuenta la experiencia que éste ha te-nido en el choque de culturas, en el mestizaje, en adoptar elementos de otras sociedades y contribuir con los propios a lo largo de la historia, no solo durante el siglo XVI sino, ac-tualmente, durante la nueva colonización que plantea la constante emigración hacia Estados Unidos.

El reto para nuestras socie-dades, pareciera ser la toma de conciencia de toda la riqueza cultural que alberga la región y, al mismo tiempo, conser-var cierto grado de resistencia

Montiel, Edgar “El poder de la cultura. Recurso estratégico del desarrollo durable y la gobernanza democrática” Lima: Fondo de Cultura Económica, 2010.

para alcanzar un equilibrio entre la tradición cultural y la universalización que plantea esta nueva era y que atenta di-rectamente contra las identi-dades.

América Latina es una re-gión cultural. Cuna de civiliza-ciones, una región lingüística-mente diversa, que ha aporta-do al mundo seis Nobeles de Literatura, grandes composi-tores, intérpretes, ritmos, gas-tronomía, así como reflexiones e ideas filosóficas, elementos que puestos al servicio de las relaciones internacionales y del desarrollo compartido constituyen un verdadero po-der intangible.

Y se denomina intangible porque no se basa en intereses económicos ni en el ejercicio del temor, sino, más bien en una serie de elementos que tienen la capacidad de persuadir, en cier-tos valores que pueden modifi-car una conducta determinada.

Este poder se basa en la cultura, las bellas artes, el pa-trimonio material, las costum-bres, ideas y religiones de los pueblos. Prácticas que durante la Segunda Guerra Mundial, por ejemplo, evitaron que países como Roma y París fue-ran bombardeados.

Riqueza de la que se han

valido en la actualidad, países tan pequeños como Grecia, que ha sabido explotar su pa-sado histórico, ha logrado el reconocimiento internacional, y ha logrado atraer para sí un poder perceptible.

Visibilizar estas posibilida-des dentro de las sociedades, fomentar el reconocimiento de la diversidad cultural y la tole-rancia como una fuente de po-der y desarrollo para la región ha sido la tarea de entidades como UNESCO, que a través de la emisión de varios acuer-dos que fortalecen la cultura de los pueblos, pretende hacer que esta se convierta en un elemento fundamental para el desarrollo, y de una prioridad gubernamental a la altura de la salud, la educación o el cuida-do del medio ambiente.

A través de ejemplos palpa-bles, y documentos que refuer-zan esta postura, El poder de la cultura, de Edgar Montiel, se constituye como un docu-mento importante para com-prender las posibilidades de desarrollo que aún no han sido totalmente explotadas, y llama la atención de los gobiernos, los individuos y las sociedades para tomar conciencia de su cultura y colocarla en el lugar que le corresponde.

Page 7: Suplemento Cultural 03-12-2011

Suplemento Cultural 7Nueva Guatemala de la Asunción, 3 de diciembre de 2011

Creyente o no cre-yente de esta fanta-sía, no le cae nada mal deshacerse de todas aquellas co-sas que ya sólo cau-

san estorbo en la casa, porque más allá de ser simplemente una leyenda fantástica o una forma de arreglar el desorden de su ho-gar, esta tradición viene siendo también una sana terapia para limpiar su mente y su espíritu.

Al quemar todo lo viejo que tiene y deshacerse de una vez por todas de aquellos recuerdos que no son precisamente gratos, usted tiene la oportunidad de empezar de nuevo, sin rencores, sin frustra-ciones, sin enojos y sin enemigos.

Al carecer de todos estos ma-les, porque dejó que se quema-ran en la hoguera de las seis de la tarde, usted podrá nuevamente poseer la paz y la armonía que los mismos recuerdos no le de-jaban tener, esas memorias que quedaron atrapadas en los viejos estados de cuenta, los recibos de agua, de luz y de teléfono que atesora desde hace varios años, como que si se sintiera orgulloso del agobio que le hicieron pasar cuando se juntaron con la co-legiatura de los patojos, que se arruinó la refri y que encima de todo fue el mismo mes que le ro-baron el radio del carro.

Puede que estos no sean pre-cisamente los males que le ago-bian a usted, si no es padre de familia, pero seguro tendrá otros dependiendo de su situación, la tarjeta de la ex, sus calificacio-nes, que no le dejaron disfrutar las vacaciones como hubiera querido, algunos exámenes mé-dicos, escoja usted, para algunos los males serán mayores que para otros, pero seguro que todos po-demos encontrar los nuestros, y si no es así, agarre uno colectivo, este año, que fue electoral, segu-ro le lleno de descontentos, sino es que también de algo de basu-ra que la millonaria e incansable campaña proselitista pudo haber ido a depositar a su casa.

En fin, el objetivo principal es deshacerse de todo lo que no le deja vivir en paz para poder estar a tono con la armonía de la época navideña, es por eso que tiene tanto sentido iniciar la temporada con este festejo, con este ritual de sanación, que podría llegar a verse como una limpia colectiva, que nos prepa-ra para un mes de fraternidad y que nos deja el camino limpio para iniciar un nuevo año lleno

Análisis cultural

Cuentan los abuelos que el diablo se queda en las cosas viejas, lo cual resulta algo irónico o tal vez es que hablan por experiencia propia. Sea cual sea la razón, por si las moscas, mejor si saca todo lo viejo que ya no usa y lo quema para este siete de diciembre.

¿Se vA A quedAr con el diAblo en Su cASA?

de esperanza. Sin embargo, debido a la cons-

ciencia de algunos “ambienta-listas extremos”, como me gusta llamarles y que afortunadamente tenemos (y digo afortunadamen-te porque nos ayudan a mantener cierta responsabilidad en cuanto a los recursos que consumimos), me veo en la obligación de tocar el tema desde el aspecto de la res-ponsabilidad ambiental.

Queda de más recordarles que quemar plásticos, llantas, colchones o cualquier otro tipo de producto que contenga un alto contenido de contaminan-tes no deben ser incluidos en la fogata, sobre todo porque proba-blemente los más perjudicados serán los que asistan al festejo, ya que de alguna u otra forma sal-drán un poco más intoxicados de lo que llegaron.

Pero hay algunos “extremos” que consideran que aún dejando fuera los productos altamente nocivos para la salud y para el ambiente, aún no es responsable hacer las luminosas fogatas. Yo me pregunto, ¿Cuánta contami-nación causa en realidad la hora que dura la hoguera comparado con la que se tiene todos los días debido al uso de automóviles? ¿No es más perjudicial la defo-restación que sufre el país en el Petén? ¿Por qué aún no conta-mos con la infraestructura sufi-ciente para aprovechar nuestros recursos hídricos y así poder de-jar de quemar búnker?

A mi parecer, creo que exis-ten batallas mucho más impor-tantes por ganar y campos mu-cho más grandes en los cuales hacer consciencia a las personas como para tener que sacrificar una tradición centenaria que se da una vez, por una hora al año.

Cuando ya se cuenta con la tecnología para impulsar nues-tros vehículos con recursos re-novables, cuando la tala de árbo-les es indiscriminada en nuestro país, cuando no se hace nada para ampliar la producción de la energía creada por hidroeléctri-cas es allí donde deben aparecer los “ambientalistas extremos”, no en un festejo tan importante y tan terapéutico para nuestra so-ciedad, que poco a poco pueden llegar a matar por ideas falsas.

Investigando un poco, leí un artículo donde un ambientalis-ta de nombre Yuri Melini decía que la cantidad toxinas liberadas al ambiente durante la Quema del Diablo era la misma que ge-neraba todo el parque vehicular

en un día, por supuesto esto ni siquiera estaba respaldado con un dato en el que demostrara la medición, por lo cual asumo que esto es un vaga adivinación y probablemente exagerada, sin embargo si esto fuera cierto es como si simplemente se le agre-gara un día al año.

Esto significa que al dejar de celebrar la Quema es como si en lugar de manejar mi carro para llegar a la universidad un día al-guien me diera jalón, o que un día decidiera irme en bicicleta, toda su protesta se basa en una cantidad tan poco sensible y a esto aún hay que resaltarle que es una tradición que se celebra únicamente en Guatemala, y principalmente en la capital y en la Antigua. ¿En realidad están basando su batalla en algo tan ínfimo, tan pequeño?

No sería mejor convencerme de que use la bicicleta más segui-do, con dos días del año en que todos los usuarios de sus vehí-culos propios decidan usar la bi-cicleta en lugar de su automóvil particular o con dos veces que consigan compartir el carro con alguien más, solo allí estarán lo-

grando el doble de lo que hayan podido lograr con extinguir una de las pocas tradiciones que po-demos decir que si es propia. Es por eso que les llamo “extremos” porque son aquellos que toman una batalla sólo por tomarla, sin analizar el resultado que conse-guirán en realidad.

Pero para no convertirme en “extremo” yo también, solo que de las tradiciones culturales, quiero explicarles los resultados que se pueden obtener de la ce-lebración, aparte del tratamiento terapéutico que expuse al princi-pio. El sentido de identidad que tanto hemos perdido, sobre todo los capitalinos, que se hacen lla-mar ladinos la mayoría, como si esto fuera un término de supe-rioridad, nos deja en un panora-ma muy confuso.

Cuando un grupo se empie-za caracterizar por lo que no es, y no por lo que es, vale la pena preguntarse si en realidad es un grupo entonces. ¿Cómo me pue-do sentir identificado con lo que no soy? Si la verdad es que no soy muchas cosas, es decir, solo porque no sea perro, no quiere decir que soy humano, podría

ser mono también. Si no soy in-dígena, no quiere decir que por eso pertenezca a un grupo de-terminado.

Pero si vamos un poco atrás en la historia, vamos a encontrar características similares y tradi-ciones propias de los citadinos, que claro muchas ya se han ido perdiendo. Para hacer esto es propio remontarnos a la vida de barrio y hacer un repaso de cada uno, pero para no aburrirlos voy a regresar a esa tradición que se compartía por todos los barrios de la Ciudad Capital el siete de diciembre.

Esta es una tradición propia de la capital, algo con lo que si nos podemos sentir identifica-dos, algo que nos distingue de cualquier otro no indígena de un país extranjero, es una fuer-te tradición a la cual nos pode-mos atar para no perdernos en el mundo globalizado, donde las diferencias culturales sim-plemente ya no se distinguen y pierden importancia. Esa identi-ficación con una tradición y con nuestra cultura puede ser lo que nos motive a defender lo que es nuestro y que nos ayude a traba-jar juntos, y es justamente eso, la idea de “trabajar juntos” otro de los grandes beneficios que nos deja esta tradición.

Usualmente se organizaba la cuadra o el barrio entero para celebrar este festejo, algo que lograba la unidad de todos, una convivencia importante para fortalecer el tejido social que cada vez se percibe con más debilidad. Hoy tengo vecinos a los que no conozco más que de vista, simplemente porque ya no existe aquel ambiente propi-cio de las fiestas de barrio que ayudaban a conocer a las demás personas que habitan la misma manzana que yo.

Es por eso que creo realmen-te conveniente rescatar esta fiesta y salvarla del olvido guatemalte-co, de esa falta de memoria que nos hace olvidarnos de toda esa basura que acumulamos y que no sacamos a quemar, luego esa misma basura se convierte en un estorbo de nuestra vida diaria y como no nos deshacemos de ella se la empezamos a tirar al vecino, porque no lo conocemos y no nos importa su bienestar. Sinceramente lo exhorto a sacar todos los males este próximo sie-te de diciembre y sobre todo le recomiendo fraternizarse con su vecino ¿O prefiere quedarse con el diablo dentro de su casa?

POR JUAN PABLO BARILLAS

Page 8: Suplemento Cultural 03-12-2011

POR MARCIA VÁZQUEZ PERALTA

Revista de libros

Historia, arte y conservación del cementerio General de Guatemala

Sánchez, Julio Mariano, et.al. “Historia, arte y conservación del Cemente-rio General de la Ciudad de Guatemala”. Guatemala: Universitaria, 2011. 493 páginas.

E n 1882 que-da clausura-do definiti-vamente el cementerio de San Juan

de Dios. Se describe con detalle la forma en que el diseño siguió el de la ciudad con trazo de da-mero, con calles jardinizadas y la plantación de variedad de ár-boles. Se llama cuadros a lo que en la ciudad se denomina manza-nas. En realidad el cementerio es la idealización de la ciudad, en el que se pueden erigir monumen-tos magníficos para embellecer el espacio que en ocasiones sirve de paseo para jóvenes estudian-tes y familias como sucede en La Reforma de Buenos Aires o el Panteón de Sucre, por ejemplo.Explica que el edificio principal del Cementerio, las oficinas y los panteones erigidos fueron con-cebidos para demostrar el poder del gobierno y las capacidades económicas de las familias que financiaban los panteones, ya co-nocidos como mausoleos.Hace una descripción de la ar-quitectura y funciones de los diferentes salones y espacios cubiertos.Trata del uso del espacio conocido como Los Cerritos, que original-mente se creyó eran montículos naturales y que más tarde Carlos Navarrete descubrió que se trataba de vestigios prehispánicos que co-rresponden a un área marginal de Kaminal Juyú.El plano original contempla la isla y la de Fábrica Media de-dicada a los desposeídos y a las Hermanas de la Caridad. Los planos fueron actualizados por la arquitecta Dominique Chang.La destrucción causada por los terremotos de 1917 y 18 causó destrozos en las edificaciones y obligaron a las autoridades a reconsiderar las dimensiones de los mausoleos y monumentos.El crecimiento de la ciudad su-puso para el gobierno de Estrada Cabrera la autorización de una ampliación del cementerio en veinte manazas. Dicha amplia-ción se hizo efectiva en el go-bierno de Jorge Ubico.El libro ofrece una explicación

acerca de la nomenclatura de los espacios para sepultura: utiliza-ción indistinta de los vocablos: mausoleo y panteón, columbario ó galería, nicho y sepultura.Trata el aspecto más difícil de resolver, como es la sobrepobla-ción, la falta de supervisión en la construcción de mausoleos que ha dado lugar a la creación de ca-llejones en desorden, el abando-no de las edificaciones por parte de los deudos y la falta de recur-sos para una administración ade-cuada. Además advierte del peli-gro que corren los monumentos y mausoleos por el crecimiento de los árboles y la maleza que cubre las orillas de los cuadros.Otro de los problemas abordados es el vandalismo y la destrucción de las esculturas mortuorias.

ESTILO ARTÍSTICOAníbal Chajón hace un recorri-do por la historia del arte deci-monónico y principios del siglo XX a través de los estilos con que se plasmaron los monumen-tos, donde explica que siendo más fácil implementar una obra escultórica de tamaño natural o menor, los artista que participa-ron de este trabajo, en su mayo-ría marmoleros italianos como son Antonio Doninelli, Francis-co Durini y Martino Barsanti. Hicieron del cementerio una idealización de una ciudad, con parques adornados de monu-mentos alegóricos y fantásticos, se inspiraron en las corrientes románticas, neoclásicas, Arte Deco y Art Nouveau, movimien-to en auge en la Europa de entre siglos.Otro escultor destacado es Do-mingo Goycolea, de quien dice Chajón, citando a la historiado-ra Alcira Goicolea, se inspiraba en los modelos de cementerios franceses. Los primeros monu-mentos están inspirados en el Romanticismo, con la conse-cuente nostalgia del Medioevo y, que dio como resultado las no-menclaturas de Neogótico, Neo-románico y Neorenacentista.

PATRIMONIO NATURALRespecto al patrimonio natural el biólogo Estuardo Solórzano pre-

Diario La Hora y Editorial Universitaria sortean dos libros de “Historia, arte y conservación del Cementerio General de la ciudad de Guatemala”. Tan sólo envíe un correo electrónico a [email protected], con el asunto “PROMOCIÓN CE-MENTERIO”, o envíe una carta a las oficinas de La Hora (9ª. calle “A” 1-56 zona 1) e incluya su nombre, documento de identificación y teléfono.

Hacemos saber también que los dos libros de “Correspon-dencia del exilio. Luis Cardoza y Aragón y Juan José Arévalo (1950-1967)” fueron ganados por César Estuardo del Valle C., y Roberto Díaz Rojas, quienes pueden pasar a partir del lunes, de 8:00 a 17:00 horas, a recogerlo en Diario La Hora.

Y los ganadores de tres libros de “El tiempo viejo” de Ramón A. Salazar fueron entregados a María Eugenia Gordillo, Rolan-do Chinchilla Castañeda y Vitty Herrera.

Gracias por su participación y les instamos a que sigan par-ticipando.

PROMOCIÓNGánese un libro

Los historiadores Manuel Morales y Aníbal Chajón dedican un capítulo a los antecedentes del actual ce-menterio, detallan las diferentes localizaciones de los cementerios ubicados en la recién inaugurada ciudad de la Nueva Guatemala de la Asunción, el primero en la actual plaza Gómez Carrillo, el segundo al lado del hospital San Juan de Dios, durante el gobierno del presidente Mariano Gálvez en 1831 y el actual, por orden del presidente Justo R. Barrios, en 1876, abierto al público en 1881, e inaugurado con el entierro de Ignacio Zamora el 1 de julio de ese año.

8 Suplemento Cultural Nueva Guatemala de la Asunción, 3 de diciembre de 2011

senta un completo estudio sobre la flora del lugar, recorre la his-toria de cada especie, su fecha de siembra, sus cualidades. hace una detallada descripción de las especies que lo conforman, con aproximadamente 950 árboles entre los que destacan las arau-carias, cipreses, pinos, man-zanote, eucalipto; ciertamente sembrados de manera irregular, y, además, hubo alguna refores-tación con múltiples subespe-cies, ello muestra una jardiniza-ción desordenada.Explica también la edad de los árboles y la incidencia de los vientos así como la calidad del suelo que los mal nutres y la im-portancia de la vegetación para la protección a los mausoleos.Estrategias para la conservación y revitalización del Cementerio GeneralAbarca las recomendaciones para rescatar el inmueble, po-sibles soluciones integrando a diferentes entes estatales. Se su-giere la modificación de asfalto en adoquinado, prohibición de nuevas construcciones en El Ce-rrito. Limpieza de la vegetación salvaje que obstruye las galerías y daña los monumentos.Conservación y protección de los inmuebles, así como la res-tauración de algunos de ellos.Entre algunas de las propuestas, está de atraer a los propietarios de los inmuebles, bien por la dote, la exoneración del IUSI o por la apreciación a quien mejor mantenga la obra y, por otra par-te, sancionar a quienes alteren o destruyan parcial o totalmente el patrimonio cultural.Fortalecer la seguridad inter-na, capacitar personal para el mantenimiento, cobrar por el ingreso a turistas, construir ca-minamientos o ciclovías, hacer un estudio sobre la situación del pórtico y de los edificios más antiguos, para buscar solucionar los remozamientos y conserva-ción de cada uno.Además incluye un recorrido por los cementerios de otros de-partamentos y su descripción y situación actual y concluye con una importante bibliografía de consulta.