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MARTES 10 DE DICIEMBRE DE 2013 Escriben: Atilio Boron, Carlos Fidel, Horacio González, María Alicia Gutiérrez, Eduardo Jozami, Guillermo Levy, Rodolfo Livingston, Damián Loreti, María Moreno, Adrián Paenza, Adriana Puiggrós, Mario Rapoport, Alejandro Rofman, Pedro Saborido, Hugo Yasky, Raúl Zaffaroni. SUPLEMENTO ESPECIAL 30 AÑOS P ágina I 12 .

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MARTES 10 DE DICIEMBRE DE 2013

Escriben: Atilio Boron, Carlos Fidel, Horacio González, María Alicia Gutiérrez, Eduardo Jozami, Guillermo Levy, Rodolfo Livingston, Damián Loreti,

María Moreno, Adrián Paenza, Adriana Puiggrós, Mario Rapoport, Alejandro Rofman, Pedro Saborido, Hugo Yasky, Raúl Zaffaroni.

SUPLEMENTO ESPECIAL

30 AÑOS

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30 AÑOS DE DEMOCRACIA ■■■■

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CULTURA POLÍTICA

Por Horacio González

... príncipe amargo del escollo Mallarmé

Un fantasma ronda la época democrática, queno suele ser fácilmente reconocido por el po-lítico. Que nunca es posible que se realice to-

do a lo que aspiramos. Precisamente, el acertijo ma-yor de la política es que todo político sabe profun-damente que esto es así, que el tiempo y la letranunca alcanzan, pero tiene la certeza de que si lodice perderá vigencia, revelará la falla de una débilu oscura conciencia. En algún momento, Alfonsínsupo asomarse a este pensamiento después de fijarsu programa máximo: con la democracia se educa,se come y se cura. Era un intento de reabsorber enla teoría democrática todas las acciones que en lasociología corriente se llamaban políticas sociales yen la política revolucionaria se consideraban ámbi-tos autónomos, esferas de carencia, a ser rescatadaspor el cambio revolucionario.

Semejante “cambio de ejes” –para emplear termi-nología arcaica– precisaba un suplemento anímicomayor que el de por sí las antiguas pasiones revolu-cionarias ya contenían. Entonces se llamó “utopía” a

la democracia así concebida, pues era la fórmula ca-paz de insuflarle vida y plenipotencia social a unapalabra que el elenco de frases anteriores considera-ba banal.

Pero están las concesiones que tuvo que hacerante diversos infortunios, desde ya económicos, pe-ro, notoriamente, por las manifestaciones de fuerzasarmadas del viejo orden militar. Las llamó así,“concesiones”, según el vocabulario corriente, sinllegar a decir –porque quizá no lo sabía– que másno se podía hacer. Atinó a sugerir que había límitesinesperados, bien o mal definidos –...“estos hom-bres, héroes de Malvinas”–, límites que era proble-mático definir con cualquier frase que fuese, aun-que esa notoriamente tenía el sabor desagradablede ser parte de una difícil negociación. La frase eratambién una frontera, frente a la cual no se pudodecir algo que sonar más claro: lo hago aunque nome gusta. Es el fastidio amargo del escollo, esas se-cretas obligaciones que son típicas de los bruscoscambios no analizados. Ese es el infortunio, tejidointerno que atenta contra las posibilidades del polí-tico, su naufragio momentáneo, que vacila en ad-mitir, a veces tomado con humor, pero que es indi-soluble de la democracia.

En la tradición peronista existe este reconoci-miento en forma de boutade: tragar un sapo todoslos días. Las páginas que Perón dedica a esta cir-cunstancia batraciofágica presentan el tema comoun acatamiento indispensable a la astucia, como unremedio frente al azar o la fortuna, que obliga a unasagaz resignación del activista, tragando en silenciola pócima amarga de lo real. ¿Debe decirlo o no? Elcaso del senador Pichetto puede parecer poco rele-vante, pero ilustra severamente sobre una de las ca-racterísticas de estos treinta años borrascosos. Elpolítico “no debería” decir que hace una cosa dife-rente de la que piensa. Pero el hecho de que estohaya ocurrido, ¿no habla a favor de que lo que lla-mamos democracia debe ser una reflexión más pro-funda sobre la distancia entre la ética de la convic-ción y la ética de la responsabilidad? En vez de vi-tuperar al senador, deben bucearse allí largos sínto-mas de irresolución de lo que es la relación del serpolítico con la veracidad íntima de los convenci-mientos que albergamos y nos albergan. Hay queacercarlos a las cambiantes coyunturas, no alejarlosde ellas. Son el “príncipe democrático” bajo la for-ma de escollo declarable, sincerable, revelable.

Podríamos así definir las modulaciones de estos

Democracia,

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treinta años de democracia como una continuidad sa-lutífera aunque problemática, definida en realidad porsus muchas discontinuidades y tropiezos. Especialmen-te en el tema de los estilos políticos respecto de cómoreconocer la debilidad de fuerzas ante la operación delos “factores” adversos internacionales. Pululan los ad-versarios encubiertos, grandes empresas, fuerzas econó-micas mundiales, organismos financieros planetarios.El mundo está “globalizado” (la palabra encierra tantatrivialidad como capacidad de impregnar la época en-tera) y eso supone una velocidad de circulación demercancías, flujos financieros, ilegalidades, imágenesuniversales coactivas en triple play, teoría de la infor-

mación, experiencias manipuladoras de clonación,proyectos de vigilancia total, cárteles entrelazados conpolicías y organizaciones políticas, desconocimientodel carácter no renovable de la naturaleza por parte decapitalismos depredadores, modelos humanos produci-dos por una fábrica homogenizadora de sensibilidades,vulgares hedonismos, mercantilización de los placeres,la fruición cultural industrializada, el cautiverio invisi-ble de la experiencia humana.

¿Qué deben hacer los gobiernos democráticos fren-te a ello? ¿Podemos ya tener una respuesta maduraen nuestro país? En primer lugar, habría que recono-cer más específicamente esas fuerzas ciclópeas, connuevas cautelas aunque no con ausencia de decisio-nes. Es preciso introducir mayores virtudes filosóficasextraídas de las viejas raíces humanistas en el hori-zonte neodesarrollista que abruma incluso los mo-mentos de cambio más decididos. La cautela lleva auna suerte de realismo crítico, que permite que lasnecesarias readecuaciones se constituyan en unaplástica conversacional y discursiva de los gobiernos,para evitar que la política parezca ser un desfile de“etapas o segmentos” que emergerían por decreto.Las mutaciones o renovaciones deben ser explicadasestoicamente, con el sentimiento de que no nos hu-

biera gustado que ocurrieran, que se hubiera preferi-do no hacerlo, que no se esperaba la aparición decontradictores tan vigorosos que insinuarían su per-dón si ahora nos asociamos a ellos. El sentimientoque debe generarse es un actuar en medio del esco-llo, el atascadero.

El reconocimiento de las fuerzas antagónicas debeser descripto y tratado como una tensión dramáticaque las haga popularmente visibles. Son muy impor-tantes los gestos silenciosos –todos los entendemos–,pero más importante es el habla del político que de-be mostrar su valiente congoja y, como recomendabael maestro Max Weber, saber decir “a pesar de todo”.Explicitar las mudanzas no como un adosamientoautomático a nuevas etapas, sino con un soplo dedisconformidad que la sociedad perciba. La democra-cia no es una ninfa permanente sino un trato críticocon una época, aunque sin dejar de invocarla o con-siderarla en sus límites. En estos treinta años, no hi-cimos sino debatir sobre si actuar como vástagos deuna etapa (modernizadores globalizantes que disimu-lan su infortunio) o en intersticios abrumados queaún permiten que nos movamos con autonomía antepoderes mundiales que colisionan entre sí. ¿No eshora de definir este debate?

infortunio, globalización

Nunca es posible que se realicetodo a lo que aspiramos. Todopolítico sabe que esto es así,pero tiene la certeza de que si lodice perderá vigencia.

Las fotografías que ilustran el interior de este suplemento fueron realizadas porVíctor Bugge, quien sumó su enorme talento al lugar privilegiado que ocupó durantelos 30 años de democracia: la responsabilidad sobre las imágenes oficiales de todos

los presidentes. Justamente hoy se inaugura, en el Salón de los Pasos Perdidos delCongreso nacional, una muestra con una selección de sus extraordinarias fotos, que

reflejan sin necesidad de palabras las últimas tres décadas de la vida nacional.

(Las fotos de portada de los sucesivos traspasos presidenciales fueron distribuidas por la agencia DyN.)

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DERECHOS HUMANOS

Por Eduardo Jozami

En diciembre de 1990, una nutrida movilizaciónrepudió los indultos decretados por el presidenteMenem. El entusiasmo militante, habitual en

los actos de derechos humanos, parecía esta vez algoforzado. Se advertía la bronca contra el gobernanteque sacaba de las cárceles a los condenados por el Jui-cio a las Juntas, pero un dejo de tristeza en muchosrostros –el recuerdo más perdurable de aquel día–mostraba que había conciencia de lo difícil que seríaremontar otra vez el camino. Podía pensarse que está-bamos en el final de un ciclo.

En vísperas de ese acto, un grupo de militantes de-cidimos renunciar al Partido Justicialista como expre-sión de repudio: las diferencias con el menemismo yaeran notorias, pero el indulto vulneraba un límite éti-co que no podía ser traspasado. Ese y otros gestos tu-vieron alguna repercusión, pero las cosas parecían or-denarse en el sentido deseado por el desaprensivopresidente. La derrota de Seineldín y los carapintadassublevados permitía un control de la fuerza militarque nunca había tenido Alfonsín y, poco después, laimplantación de la convertibilidad generaría un cli-ma de estabilidad que alejaba el fantasma de las doshiperinflaciones recientes.

Menem había recorrido Europa en 1989, el año dela caída del Muro de Berlín y del bicentenario de laRevolución Francesa, ocasión que fue propicia paraproclamar el fin de esa y de todas las revoluciones.Según el balance de su viaje que hizo el presidente,en todo el mundo se buscaba dejar atrás las contra-dicciones ideológicas, se vivía una hora de reconcilia-ción. Desde el primer momento, el riojano había te-nido gestos inequívocos en ese sentido, cuando incor-poró a su gobierno a Alvaro Alsogaray y corrió aabrazar en su lecho de enfermo al máximo referentehistórico del antiperonismo, el almirante Isaac Rojas.La repatriación de los restos de Juan Manuel de Ro-sas, tema de grandes divergencias durante un siglo,parecía confirmar esa voluntad de reconciliación. Enese contexto fueron sancionados los indultos, que in-cluían, también, a integrantes de las organizaciones

guerrilleras que, en su momento, habían sido procesa-dos siguiendo el criterio de rechazo a las dos violen-cias sostenida por el gobierno alfonsinista.

El movimiento de derechos humanos mantuvosiempre sus reclamos y movilizaciones, pero quienesconcurríamos a ellas teníamos derecho a dudar de siesa obstinada minoría podría convocar a la mayoríasocial necesaria para revertir el camino de impuni-dad. La aparición de la Agrupación H.I.J.O.S., en1995, postulándose como relevo natural del movi-miento de familiares, y la magnitud de la moviliza-ción por los veinte años del golpe, pusieron en evi-dencia un lento proceso de acumulación de volunta-des y, también, el deterioro del consenso, que en losprimeros años había logrado la política menemista.Las declaraciones de Scilingo reconociendo los vue-los de la muerte y la autocrítica del general Balzamostraron –cualquiera sea la valoración que se hagade los motivos del comandante en jefe– hasta quépunto se hacía difícil mantener el olvido sobre loscrímenes de la dictadura.

Hacia finales de la década del ’90 se registraronavances significativos. Los procesamientos en el exte-rior generaron una fuerte solidaridad internacional ylos juicios de la verdad, aunque desprovistos de la po-sibilidad punitiva característica del proceso penal,permitieron que se conocieran los testimonios queconmovieron a muchos y contribuyeron a hacer into-lerable la situación de impunidad. Algunos proyectoslegislativos impulsaron sin éxito la derogación de lasleyes de punto final y obediencia debida. Mientras,

en la ciudad de Buenos Aires y en otros lugares seproponían homenajes que rompían con el tácito pac-to de silencio sobre la militancia de los ’70 (impuestoen los albores de la democracia), se proyectaba la cre-ación de museos de la memoria o de monumentos co-mo el que hoy se eleva en la costa del Río de la Plata.Películas y textos que compilaban experiencias mili-tantes contribuyeron a avivar el interés por conocerlo ocurrido en los años de plomo y aportaron tambiéna fortalecer la demanda de justicia.

Este nuevo contexto no fue suficiente para que elgobierno de la Alianza, a comienzos del siglo, avanza-ra en lo más mínimo en relación con la demanda dejusticia. Esta pervivencia de la impunidad fue otro delos factores que incidieron en el severo desprestigio dela política que se expresó en las jornadas del 2001. Sinembargo, aunque eran cada vez más los que reclama-ban el fin de la impunidad, no se veía cómo la políticapodía hacerse cargo de esta demanda. Viendo lo queocurrió después, es fácil concluir que la derogación delas leyes sólo podía pensarse en el marco de un pro-yecto más global de transformaciones, como el prota-gonizado por los presidentes Kirchner desde 2003.

Las primeras declaraciones de Néstor Kirchner sor-prendieron al movimiento de derechos humanos, ha-bituado a desconfiar de los dirigentes políticos, mu-cho más si provenían de los partidos tradicionales.Pero, cuando al discurso del 25 de Mayo le sucedie-ron gestos como el retiro del cuadro de Videla en elColegio Militar o el anuncio de la recuperación de laESMA como espacio de memoria, ese escepticismoinicial se transformó en el más entusiasta de los apo-yos. Algunos, sin embargo, creyeron que debían pre-venir el riesgo de la cooptación de los organismos porel Gobierno, sin advertir que ningún principio deautonomía de las organizaciones sociales podía justifi-car que no se apoyaran las medidas que el movimien-to de derechos humanos venía reclamando desde elcomienzo de la democracia y al gobierno que se hacíacargo de ese legado. Hoy, las políticas de memoria,verdad y justicia constituyen uno de los grandes lo-gros de estos treinta años y el sello identificatorio delproceso político iniciado en 2003.

La aparición de H.I.J.O.S. y lamovilización por los veinte añosdel golpe pusieron en evidenciaun lento proceso deacumulación de voluntades.

El legado

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CAMBIOS INSTITUCIONALES

Por Eugenio Raúl Zaffaroni

Sin duda que lo más importante institucional-mente en estos treinta años ha sido que un pre-sidente electo mayoritariamente ha sucedido a

otro y las dificultades que hubo se resolvieron dentrode la legalidad y por mayoría parlamentaria. Esta esla mejor noticia de las tres últimas décadas.

En cuanto a cambios institucionales, es destacableque la reforma constitucional de 1994, con todos susdefectos, pasó en limpiouna situación confusa:hay un texto que fueaprobado por una asam-blea en la que participa-ron todas las fuerzas polí-ticas, lo que da por supe-rada una derogación porbando militar, una refor-ma introducida por unaasamblea no convocadapor el Congreso y elegidacon el partido mayorita-rio proscripto, una refor-ma temporal por acto “defacto” y otras irregulari-dades.

El mayor mérito de esareforma fue la incorpora-ción de los instrumentosde derechos humanoscon jerarquía constitu-cional. En otros aspectosinstitucionales, todo que-dó a medio hacer y nosha provocado serios pro-blemas (la naturaleza dela autonomía de la Ciu-dad de Buenos Aires, queno deja en claro que sea una provincia; la integra-ción del Consejo de la Magistratura, etc.). Tampocose suprimieron cláusulas obsoletas que, si bien no tie-nen vigencia, empañan el texto (el racismo de la“inmigración europea”, las condiciones para ser se-nador, etc.).

En el orden legislativo no pueden dejar de men-cionarse las leyes que destrabaron el divorcio (impul-sada por la primera Corte Suprema constitucional),la eliminación del servicio militar obligatorio, la dematrimonio igualitario, la de Identidad de Género,la Asignación Universal por Hijo, el voto optativodesde los 16 años, la mayoría de edad a los 18 años,la ley de medios audiovisuales, etcétera.

Se derogó el Código de Justicia militar, con la dis-cutida “ley marcial”, con pretexto de la cual se co-metieron muchas aberraciones a lo largo de más deun siglo, y se dio a los soldados argentinos el derechode defensa, antes prácticamente negado. Se derogó

con esto la última previsión de pena de muerte, pa-sando a contar la Argentina entre los países con le-gislación abolicionista, como la gran mayoría de lasdemocracias asentadas.

En el orden local se derogaron los famosos “edic-tos”, que daban lugar al control policial más arbitra-rio imaginable en la Ciudad de Buenos Aires.

El Congreso y el Poder Judicial destrabaron losprocesos por crímenes de lesa humanidad, obstaculi-zados por las leyes de amnistía y los indultos incons-

titucionales. Con dificultad, pero con seguridad, sepusieron en marcha los procesos y se está penando alos culpables. Somos el único país que lo está ha-ciendo por aplicación de las leyes ordinarias y pormedio de los jueces naturales.

Se resolvió por vía jurisprudencial el complejo te-ma heredado del “corralito”. Por la misma vía se hizoefectivo el derecho a la doble instancia en materia

penal, hasta hace pocos años burlado con el pretextode una supuesta imposibilidad de revisión de los “he-chos”. Se declaró la inconstitucionalidad de la reclu-sión accesoria por tiempo indeterminado, resabio le-gal de la pena en Ushuaia.

Queda mucho por hacer. En principio, en cuantoal Poder Judicial, cabe observar que se rige por undecreto-ley “de facto”. Es necesario un código judi-cial moderno y racional. Por otra parte, el Consejode la Magistratura permanece trabado; es urgente

una nueva organizaciónque permita su funciona-miento.

En cuanto a la materiapenal hubo una regresión,con leyes inconsultas quedestruyeron el viejo yhasta cierto punto sabiocódigo de 1921. Es urgen-te un Código Penal orde-nado, que brinde seguri-dad jurídica. Hoy ni si-quiera sabemos cuál es elmáximo de la pena deprisión y hasta hay tribu-nales que sostienen queaún existe la pena de re-clusión.

No se ha concretadouna nueva legislaciónpenal de niños y adoles-centes: es menester aca-bar con la ideología tu-telar para los menores de16 años y adecuar la leya la Constitución, comotambién derogar la posi-bilidad de aplicar la pe-na del adulto al menor

entre 16 y 18 años. No se concretó la despenalización del consumo de

tóxicos prohibidos, lo que permite que las policíasdisimulen su inactividad frente al narcotráfico des-perdiciando esfuerzos inútiles en un campo propicioa la extorsión.

No se han pensado nuevos modelos de policía, se-guimos con la idea de ocupación territorial del sigloXIX, poco matizada.

Se está discutiendo un nuevo Código Civil y Co-mercial, lo que es de fundamental importancia: setrata de la columna vertebral del derecho privado,que regula actos de la vida desde antes del nacimien-to hasta después de la muerte.

El esfuerzo institucional ha sido grande, pero nohay que bajar los brazos y solazarse con lo hecho.Siempre que se empuja hacia adelante, no faltan losque esperan el resuello para detener el avance y, sipueden, para volver al pasado.

Avancesy temas pendientes

El esfuerzo institucional ha sido grande, pero no hay que bajar los brazos ysolazarse con lo hecho.

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DEUDA EXTERNA

Por Mario Rapoport *

La deuda externa es un fenómeno que cabalgabuena parte de la historia económica argenti-na. Desde los primeros años de vida indepen-

diente los créditos fueron acumulándose y conellos las dificultades de pago. Problemas fiscales yendeudamiento externo han ido entrelazándose ypotenciándose de manera recíproca provocandosucesivas crisis. Los ciclos económicos internacio-nales tuvieron en él un mecanismo principal detransmisión, donde generalmente se combinaronplétoras de capitales disponibles en los países cen-trales en busca de mayores rentabilidades y críti-cas coyunturas locales. Siguiendo un círculo per-verso, en cada renegociación los acreedores, y losorganismos internacionales que les servían, impo-nían políticas de ajuste cuyo objetivo era el depermitir el pago de deudas anteriores, de maneraque los créditos que debían servir para suplir lafalta de capital interno para el desarrollo termina-ron convirtiéndose de manera invariable en unobstáculo mayúsculo para ese propósito.

La calidad de la democracia se mide no sólo porlo político, sino también por sus instituciones, suslogros económicos y su mayor grado de inclusiónsocial, y tiene directa relación con los condiciona-mientos que presenta el endeudamiento externo.En 1983, la democracia renació pero el peso de la

deuda contraída por la dictadura militar fue un fac-tor que trabó el desarrollo futuro. El endeudamien-to legado por la dictadura era de 45 mil millonesde dólares, cinco veces superior a las exportacionesanuales, y al momento de la asunción de Alfonsín,existían 20 mil millones de dólares de atrasos enlos pagos. El esfuerzo comercial no resultaba menoral fiscal, dado que el Estado había absorbido los pa-sivos privados, proceso que se prolongó durante elgobierno radical.

La nueva administración intentó al principio re-negociar la deuda sin ahogar el crecimiento, pero laintransigencia de los principales acreedores, lamagnitud del esfuerzo económico involucrado y lafalta de firmeza política deterioraron esa estrategia.La ilegitimidad de parte de la deuda no estuvocuestionada, mientras que el ajuste a fin de obtener

el saldo comercial y fiscal necesario fue enorme yno tuvo éxito. El Plan Austral y el Plan Primaverafracasaron. La hiperinflación coronó el ocaso de unrégimen acosado por las debilidades propias, la opo-sición política y de las corporaciones y la crecientedureza de acreedores y organismos financieros mul-tilaterales.

Luego de la entrega anticipada del mandato pre-sidencial, con una deuda externa de 60 mil millo-nes de dólares, se consolidó un modelo que conidas y vueltas venía fortaleciéndose desde 1976,comandado por los grandes grupos económicos li-gados al capital transnacional. En 1992, la Argen-tina ingresó al Plan Brady, una reestructuraciónde la deuda con aval del Tesoro de los EstadosUnidos. Gran parte de la deuda reestructurada,unos 38 mil millones de dólares, cotizaba a un va-lor muy inferior al nominal, y pudo haber sido res-catada por el gobierno, que sin embargo optó porbeneficiar a la banca extranjera hipotecando losingresos futuros. Esta regularización de deuda ar-gentina vino acompañada por la implementaciónde la Ley de Convertibilidad con un tipo de cam-bio inamovible de un peso por un dólar. Se procu-ró volver así a los mercados de capitales interna-cionales con la intención de acelerar la toma dedeuda externa, pública y privada, pero su inciden-cia en expandir la producción fue magra. La aper-tura externa y la liberalización económica interna

En 1983, la democracia renaciópero el peso de la deudacontraída por la dictaduramilitar fue un factor que trabó el desarrollo futuro.

Un palo en la ruedade la democracia

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contribuyeron a incentivar la especulación, a fi-nanciar cuantiosos saldos negativos en la balanzacomercial y en la cuenta corriente y a otra fuertefuga de capitales.

Los intereses pesaban cada vez más en las cuen-tas públicas, a su vez melladas por la privatizaciónde la seguridad social, que redujo cerca de un diezpor ciento anual los ingresos del Estado. Luego dela crisis de México, en 1994, el problema del en-deudamiento se agravó. Las privatizaciones y ven-tas de los principales activos públicos no habíancontribuido a remediar la situación y sí a perderel control de la economía. La sobrevaluación delpeso abarataba los bienes importados y dañaba lacompetitividad de las exportaciones: la depen-dencia de los préstamos internacionales fue cadavez mayor. El endeudamiento terminó constitu-yendo casi la única fuente de divisas. La deudaexterna bruta, pública y privada, representaba yacasi seis veces las exportaciones anuales argenti-nas.

A la vuelta del siglo, con el nuevo gobierno de laAlianza se eligió una profundización del ajuste co-mo la única alternativa para tratar de mantener laconvertibilidad y el pago de la deuda, aplicandomedidas como un aumento de impuestos a los sec-tores medios, la rebaja de salarios y jubilaciones o laley de flexibilización laboral, pero esto redujo la de-manda interna y agravó la situación. La acelerada

salida de depósitos y fuga de capitales llevaron algobierno, a principios de 2001 y con el consejo delFMI, a organizar una ingeniería financiera denomi-nada blindaje, por la cual diversos organismos in-ternacionales, bancos y el gobierno de España poní-an a su disposición 40 mil millones de dólares, acambio de mantener el tipo de cambio atrasado yseguir las políticas ortodoxas, lo que favorecía a lasmultinacionales que podían prever su futura salidadel país. Esta operación profundizó la recesión yaceleró la fuga de capitales y la repatriación antici-pada de ganancias por grandes empresas como Rep-sol. Un ruinoso megacanje de títulos soberanos rea-lizado por Cavallo incrementó los niveles de en-deudamiento.

Frente a la corrida bancaria, a comienzos de di-ciembre de 2001, el gobierno impuso un límite se-manal a los retiros bancarios (“corralito”) y restrin-gió la salida de divisas. La convertibilidad, de he-cho, se derrumbó. Días después, el FMI anuncióque no liberaría un desembolso pactado con Argen-tina abriendo el camino a la cesación de pagos. Ladeuda externa se aproximaba a los 170 mil millonesde dólares.

Tras la caída de De la Rúa, se declaró el defaultde la deuda pública externa y el estallido del enor-me desequilibrio cambiario acumulado reveló laverdadera dimensión de la deuda externa pública,que del 53 por ciento del PBI en 2001, con un tipo

de cambio artificialmente bajo, pasó al casi 150 porciento. El default alivió momentáneamente lascuentas públicas y externas, difiriendo pagos, y seinició entonces una traumática negociación con losacreedores, que condujo a reestructurar la deuda,en 2005 y 2010, con la aceptación del 93 por cien-to de los tenedores. Se emitieron tres tipos de bo-nos y se logró una reducción importante de la deu-da pública externa, que en junio de 2013 ascendía a66,6 mil millones de dólares, con un cronograma devencimientos sustancialmente más holgado. Tam-bién se pagó la deuda con el FMI. De todas formas,no se resolvieron todos los problemas derivados delendeudamiento. Todavía queda responder a losacuerdos del canje, está pendiente la deuda con elClub de París, y existe el problema creado por losfondos buitre.

Las divisas ingresadas sirvieron mayormente ala especulación financiera y salieron del país enforma de pago de intereses, beneficios repatriadosy fuga de capitales. El actual gobierno está tratan-do de cerrar el capítulo de la vieja deuda y de ob-tener financiamiento externo sin ceder soberaníacomo en el pasado, procurando aplicarlo a las ac-tividades productivas, al crecimiento y a una dis-tribución más equitativa de los ingresos. Espere-mos que así sea.

✱ Economista e historiador.

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ECONOMÍA

Por Carlos Fidel * y Alejandro Rofman **

En treinta años de vida democrática, la socie-dad argentina asistió a la pugna entre dos mo-delos por hegemonizar el poder. Uno repre-

senta el propósito de configurar una nación agroex-portadora, sustentada en las ventajas que provienende los extensos territorios y lafertilidad natural. A éste se lecontrapone la propuesta deuna estrategia productiva di-versificada, que intenta dina-mizar las ventajas del agrocombinadas con la amplia-ción de los sectores de baseindustrial, basada en un densomercado interno.

El golpe militar de 1976,llevado a cabo por una alianzaideológica entre sectores mili-tares y civiles conservadores,había delineado un nuevo tra-zado de las relaciones socialesque modificó de modo negati-vo la distribución del ingresoy la estabilidad de las fuentesde trabajo. El gobierno consti-tucional votado en 1983 pocopudo hacer para modificar suraíz estructural, condicionadopor el enorme peso de la deu-da pública en dólares. Inclusotuvo que adelantar su retiradaen 1989 en medio del descon-trol hiperinflacionario y unafuerte conflictividad social.

El gobierno que lo sucedióen ese 1989 pone en vigenciatodos los principios de la es-trategia neoliberal, aplicandofielmente los enunciados delllamado Consenso de Was-hington y rematando los bienes del Estado sin con-templaciones para intentar cumplir con los com-promisos del endeudamiento. Pero sostener el mo-delo de convertibilidad implicó, entre otras cues-tiones, que la deuda externa se incrementara en un120 por ciento. La continuidad del mismo modeloconservador neoliberal más allá de fines de los ’90(gobierno de la Alianza) profundizó las condicio-nes de inestabilidad, que culminaron con la fuertecrisis monetaria, productiva, social y política de fi-nes del año 2001.

La descomunal crisis económica y social que mar-có el fracaso del modelo de predominio del mercadohizo volar por los aires el rígido sistema cambiario ytornó impagable la deuda pública externa e interna.Las dimensiones del derrumbe del tejido social resul-taron inéditas. A partir de 2003, desde el gobiernonacional se pone en marcha una estrategia alternati-va a la anterior basada decididamente –con avancesy retrocesos, aciertos y errores– en una política eco-nómica y social centrada en una sociedad de trabajo,

inclusiva y con creciente redistribución progresivadel ingreso. Los logros están a la vista y las asignatu-ras pendientes no son pocas: crecimiento de la pro-ducción, caída del desempleo y un notorio achica-miento de la pobreza y la indigencia. Otro aspectorelevante ha sido la reestructuración de la deuda, encesación de pagos desde fines del año 2001.

Pero en ese mismo período, la ampliación de lademanda global creó un indeseado fenómeno cola-teral: el resurgimiento de la inflación, alentada porla puja redistributiva. Frente al impulso de la de-manda popular, el capital pudo reajustar precios in-justificadamente. A la vez, reapareció, en los ini-cios de esta década, la cuestión de la restricción ex-

terna. La expansión del consumo de bienes manu-facturados se encontró con un proceso de integra-ción vertical y horizontal de la industria muy in-completo, excepto en el área de los alimentos ma-nufacturados, acentuado en los sectores de las ma-nufacturas de origen industrial que deben importarinsumos y bienes de producción por no estar insta-

ladas en el país estas activi-dades.

El poder económico alta-mente concentrado, basadoen las elevadas rentabilida-des de la explotación agríco-la exportadora, la interme-diación financiera y la mo-nopolización y extranjeriza-ción de las principales ramasindustriales, extraña la “li-bertad plena de los merca-dos” y pretende una bruscadevaluación del tipo de cam-bio y la desaparición de la re-gulación económica, cam-biaria y de precios. La estra-tegia oficial consiste en noceder espacio a esos sectores,sólidamente apoyados por losgrandes sistemas mediáticosde comunicación.

La persistencia, desde2003, de un proyecto de per-fil “progresista”, de inclusiónsocial y de creación de em-pleo, enfrenta este gran des-afío a futuro. Profundizar lorealizado para fortalecer unadistribución crecientementeequitativa del ingreso, apun-talando el Estado de Bienes-tar reconstruido en formapaulatina, es la consigna pa-ra la década que viene. Dar

cuenta de los errores o de las acciones pendientespara que la transición desde un modelo conserva-dor a otro basado en la valorización del trabajo seacontinuada sin desmayos es una tarea compleja ydifícil, en un escenario mundial poco propicio porla crisis persistente en los países centrales y el aco-so local de los que quieren retornar a épocas ante-riores, cuando los dueños del poder económico loeran también del poder político.

Sólo una activa participación popular y la fideli-dad a una estrategia que ha mejorado sustancial-mente el perfil social de los sectores popularespuede asegurar que ese desafío se encare con posi-bilidades ciertas de continuidad: de lo que hoy es-tá presente y no se retroceda a épocas trágicas delpasado.

✱ Investigador y docente de la Universidad Nacional de Quilmes.✱✱ Investigador principal del Conicet en el Centro deEstudios Urbanos y Regionales/Conicet).

A partir de 2003 se pone enmarcha una política económicay social centrada en unasociedad de trabajo, inclusiva ycon creciente redistribuciónprogresiva del ingreso.

Dos modelos en pugna

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Martes 10 de diciembre de 2013

9PáginaI12

Por Hugo Yasky *

Festejamos 30 años de gobiernos elegidos por elvoto popular, pero es bueno aclararlo: nadie re-gala democracia. Si hay democracia es porque

hubo lucha y resistencia popular. La CTA, como re-presentante de una porción significativa de la clasetrabajadora, jugó, junto a otras organizaciones socia-les y políticas, un rol fundamental en ese proceso.

En la Argentina, estamos viviendo el ciclo más lar-go de vida democrática. Nuestro país transitó una os-cura tradición de golpes militares, siempre orquesta-dos por las oligarquías del poder económico, que in-tentaban poner límites a la expresión de las mayorías.Después del terrorismo de Estado y de esos años enlos que sufrimos la pérdida de 30 mil compañeros, larecuperación de la democracia significó también sos-tener una larga resistencia para pasar a dotarla decontenido vivo.

Durante estas tres décadas atravesamos distintos es-cenarios. La democracia de los primeros años de Al-fonsín, tutelada y con el aliento en la nuca de los mi-litares todavía presentes en la escena política, era unademocracia frágil. Había que defenderla como unacopa de cristal, frente a los embates de los sectoresque, escudándose en el poder militar, se servían deella para imponer condiciones. Luego atravesamos loque se llamó la década pérdida, el menemato. En eseperíodo, asistimos a la entrega de nuestro país; lairrupción salvaje de las políticas neoliberales de los’90, el dolor de haber convertido a la Argentina enun laboratorio en el cual se gestaban los ensayos delas políticas de flexibilización y privatización, el in-tento de municipalización del sistema educativo; elintento de convertir a la salud en un negocio priva-do, más la transferencia de los servicios hacia las pro-vincias que antes garantizaba el Estado nacional.

Todo ese período fue también un tiempo de luchay de debate, no tanto contra la amenaza de la dicta-dura militar sino frente al hecho concreto de la irrup-ción de la dictadura económica.

Los sectores que fuimos capaces de proclamar nues-tra rebeldía disputamos de manera activa lo que en-tonces se nos mostraba como irreversible, mientrasotros decían y teorizaban acerca del final de la Histo-ria. En esas condiciones, la rebeldía y la resistencia

fueron también un acto de disputa en el terreno inte-lectual, porque hubo que inventar razones en un mo-mento en que el Poder nos ignoraba. Tuvimos quehacernos fuertes en un discurso, el de resignificar lademocracia. ¿Democracia era simplemente votar re-presentantes, nuevos miembros de un Poder Ejecuti-vo que después aplicarían políticas que decidían otrosfuera de nuestro territorio? ¿O democracia era aceptarde manera sumisa que nuestras decisiones en el terre-no económico y de los proyectos sociales fueran im-puestas, simplemente, por un ministro de Economíaque viajaba a Washington y firmaba una carta de in-tención?

En ese período, transitamos una democracia de ba-ja intensidad, la democracia que Washington imagi-nó para los países periféricos. Aquella democracia enla cual la voluntad de las mayorías no podía ser teni-da en cuenta, porque las políticas del gobierno tendí-an a favorecer a las minorías y se aplicaban para ex-poliar a las inmensas mayorías populares en funcióndel pago de la deuda externa.

En ese tránsito de fin de ciclo aparece la conforma-ción de la Alianza (Alianza por el Trabajo, la Justiciay la Educación), casi como un atajo, que a poco deandar se mostró como el cierre, el fin de fiesta del ne-oliberalismo. Y de la peor manera: con el asesinato demás de treinta compañeros y compañeras víctimas dela represión en las calles en aquellas jornadas de di-ciembre de 2001. Por medio de esta larga resistencia,los que no nos arrodillamos ante la lógica de los po-derosos, ni nos resignamos a aceptar como inevitablela política de desigualdad y exclusión social, pudimosmantener la llama encendida que posibilitó el alum-

bramiento de la tercera década. En esa resistencia resignificamos la democracia. La

democracia entendida como el avance hacia políticasde contenido social y la recuperación de la políticacomo herramienta a favor de los intereses de las ma-yorías populares. Ese es el gran debate que hoy tene-mos en nuestro país. La democracia sin límites nifronteras, extendida en el plano de la ampliación delos derechos: civiles, de género, de pueblos origina-rios, de los jubilados. La democracia, entendida in-clusive como una forma de socialismo, en tanto y encuanto no haya límites impuestos desde los poderesfácticos o económicos financieros.

Hoy estamos protagonizando esa puja muchos pue-blos de América, particularmente y de manera muyintensa en nuestro país. La puja por consolidar unademocracia que tenga sustento en la organización yen la movilización de los sectores populares, que pue-da plantearse nuevos horizontes sociales de reivindi-cación de los excluidos, nuevos horizontes para las mi-norías discriminadas para que puedan ampliar dere-chos. Y también, limitar, porque ampliar derechos delas mayorías es limitar los privilegios de las minorías.

Es un momento de intensas disputas, de marcadascontradicciones. Un momento en el que los podero-sos tratan de hostilizar. Arturo Jauretche decía “cuan-do los pueblos ganan derechos, viven esos momentoscomo momentos de felicidad, de avance y cuando losprivilegiados pierden esos privilegios los viven, al re-vés, con odio, con resentimiento”. De alguna mane-ra, estas dos cosas están tiñendo estos últimos tiem-pos de nuestra democracia.

El presente, todavía es una tarea inconclusa, llena deinterrogantes y también de acechanzas. Los movimien-tos populares de Argentina y de América latina, a pe-sar de todo, siguen su camino de avance. Estamosconstruyendo una democracia que no es de baja inten-sidad, que no acepta los límites de los poderosos, quepone en cuestión las razones del dominio imperialista yfundamentalmente que les devuelve a los pueblos laesperanza de vivir en sociedades en las que la indigni-dad del hambre, la exclusión y la violencia contra losoprimidos desaparezcan de manera definitiva.

✱ Secretario general de la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA).

GREMIOS

Los sectores que fuimoscapaces de proclamar nuestrarebeldía disputamos lo queentonces se nos mostraba como irreversible.

Movilizacióny organización

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30 AÑOS DE DEMOCRACIA ■■■■

10

CIENCIA

Por Adrián Paenza

Hablemos un poco de ciencia en estos últimostreinta años. Haber vuelto a la democracia,tal como se vio a lo largo de estas tres déca-

das, no necesariamente garantizó un retorno al pa-raíso. De hecho, el gobierno más débil, el que me-nos aval tuvo en las urnas (un 22 por ciento de vo-tos con los que ganó Néstor Kirchner) fue el queprodujo el primer “quiebre” y cambio fundamental.

Me explico. Alfonsín tuvo un apoyo descomunal,no sólo por parte de quienes lo votaron, sino porparte de todo el resto que quería respirar, vivir enun clima de libertad, sin opresiones ni censuras nicrímenes ni desapariciones. Su llegada fue un sím-bolo: “Con la democracia se come, con la democra-cia se cura, con la democracia se educa”. Sí, todoeso es cierto, pero después hay que poner el dinero,porque nadie trabaja gratis (ni debería hacerlo), na-die construye sin materiales, nadie siembra sin se-millas, nadie cura sin medicamentos.

Alfonsín tuvo un gesto muy particular al desig-nar a don Manuel Sadosky al frente de lo que hoysería el Ministerio de Ciencia y Técnica. Pero talcomo sucedería por más de veinte años (hasta2003), los presupuestos e inversiones en cienciafueron siempre miserables, migajas con valor sim-bólico, pero nunca hubo una política de Estadoque le diera entidad a la ciencia como un compo-nente determinante e importante en la genera-ción de un país distinto. Para ello hace falta pre-supuesto: no hay otra.

Acompañando esta nota hay un par de cuadros.Este tipo de cuadros no siempre son revisados porel lector con detenimiento, sino que parecen seruna suerte de “adorno”. Le propongo que esta vezno sea así. No importa cuál es o sea mi opinión alrespecto. No importa cuánto aborrezca yo toda laépoca menemista de entrega vergonzosa, de rela-ciones carnales, de “pizza y champagne”. No im-porta si usted estuvo a favor de la Alianza (y la-mentablemente yo estuve y la voté) porque secomprometieron a hacer algo que nunca hicieron(hablo de ciencia, pero usted cambie el rubro porel que prefiera). Cuando anunciaron en su plata-forma que llevarían el presupuesto para ciencia ytécnica al uno por ciento del Producto Bruto In-terno (PBI), yo “compré” inmediatamente: lescreí. Pero después Dante Caputo, en una memora-ble (para nosotros) entrevista en Día D, junto aHoracio Verbitsky, terminó reconociendo sin“despeinarse”: “Paenza, eso es mucho dinero”.¿Mucho dinero? Sí, claro que es mucho dinero, so-bre todo si ustedes no están dispuestos a cumplircon sus promesas.

Es por eso que los cuadros que acompañan la no-ta son tan importantes. Los datos comienzan en elaño 1996, pero marcan una tendencia. Fíjese cómoes posible, sin conocer a ninguna de las personasinvolucradas (presidentes o secretarios de Cienciacircunstanciales), entender cuáles eran las inten-ciones: el porcentaje –entre 1996 y 2002– estuvooscilando como máximo en el 0,45 por ciento (en1999) y mínimo en el 0,39 por ciento (en 2002).Pero no bien llegan al gobierno los Kirchner, la si-tuación cambia, la tendencia cambia. Del 0,41 por

ciento en 2003 se pasa a un 0,65 por ciento en2011 y la estimación para 2012 es de un 0,74 porciento, aunque la gente del Ministerio de Ciencia yTécnica prefiere que no use esta estimación por te-mor a que el número sea un poco menor. No im-porta: si el número no es exactamente ése, la ten-dencia se mantendrá. Es un salto brusco, funda-mental, fundacional. Es un incremento de más del80 por ciento. Eso sí que es mucho dinero. ¿Sufi-ciente? Seguro que no, seguro que aún hoy todoslos que estamos involucrados en producir y/o difun-dir la ciencia en el país, en promoverla, en mostrarla necesidad de ser independientes produciendo loque nosotros necesitamos, resolviendo los proble-mas que nosotros tenemos, tomando las decisionesen términos de energía, farmacología, nanotecnolo-gía, biogenética, creación de software, fabricaciónde reactores nucleares, lanzamiento de satélites,biotecnología, criptografía, etc; etc. consideramosque es insuficiente. Y está bien que así sea.

Pero los datos no se terminan ahí. Si uno quieremirar lo que sucede en el Primer Mundo, allí estáJapón invirtiendo el 3,26 por ciento del PBI en2010. O los Estados Unidos (con todas las crisis queatraviesa) con el 2,9 por ciento en 2009 o Alema-nia con el 2,82 por ciento en 2010 también. Revisela lista y vea lo que sucede ahora con la Argentina.Dentro de los países con los que podemos compa-rarnos, solamente estamos debajo de Brasil, pero siel porcentaje estimado de 2012 (0,74 por ciento) seconfirma, estaremos casi un 60 por ciento por enci-ma de México y de Chile. Y si se prefiere elegir eldel año 2011, con el valor de 0,65 por ciento, en-

Sadosky fue una personaextraordinaria para el país. Otra vez: “fuera” de lo ordinario,“extraordinario”... pero sin plata.

El dilema de la voluntad

Investigación y desarrolloInversión en Investigación y Desarrollo (I+D)

Inversión en I+D Inversión en I+D Año como % del PIB en millones de $1996 0,42% 1.136

1997 0,42% 1.229

1998 0,41% 1.230

1999 0,45% 1.285

2000 0,44% 1.247

2001 0,42% 1.141

2002 0,39% 1.216

2003 0,41% 1.542

2004 0,44% 1.959

2005 0,46% 2.451

2006 0,49% 3.237

2007 0,51% 4.127

2008 0,52% 5.410

2009 0,60% 6.817

2010 0,62% 8.908

2011 0,65% 11.917

2012 0,74% 16.024

Fuente: MINCyT

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Martes 10 de diciembre de 2013

11PáginaI12

tonces invertimos casi un 40 por ciento más queMéxico, que tiene el triple de habitantes que nues-tro país.

Eso es poner el dinero donde uno pone la boca. Siuno se va a comprometer a mejorar la calidad de vi-da de la población, la inversión en ciencia y técni-ca es determinante. ¡No hay ninguna otra forma!Ninguna... salvo, que el precio a pagar sea la inde-pendencia. Entonces sí, busquen a Menem o a Ca-vallo. Ellos sí que saben cómo se hace. No por na-da, siendo ministro de Economía, Cavallo mandó alos científicos a lavar los platos: toda una declara-ción de principios.

Esta nota se supone que hacía una reflexión sobrelos treinta años que pasaron, sobre lo que significa-ron para la ciencia en democracia. Me da un pocode pudor no poder satisfacer a los editores del diarioque me la pidieron. Sadosky fue una persona ex-

traordinaria para el país. Otra vez: “fuera” de lo ordi-nario, “extraordinario”... pero sin plata. La clasepolítica no pudo (o no quiso) ver nunca lo que sig-nifica la inversión en ciencia, trazar políticas quetuvieran que ver con pensar un país que vivirían losciudadanos en una época en donde ellos ya no serí-an “el poder”. Esa fue la gran visión de NéstorKirchner. Esa es la gran visión de Cristina, más alláque usted esté de acuerdo con ella o no. Cuandopase el tiempo, cuando se haga una mirada retros-pectiva y un análisis más sobrio y honesto de sugestión, su aporte en este sentido le permitirá ocu-par un lugar muy destacado en la historia argenti-na, lo mismo que Néstor, quien fue el que lo inició,hace diez años.

Claro que importa la democracia, pero hay mu-cha gente del ambiente científico que se cuestionahoy lo que sucederá en el país si hay un cambio deorientación política en 2015. ¿Habremos maduradopara entender que aun sin Cristina (y sin Lino Ba-rañao) no podemos darnos el lujo de prescindir dellugar que hoy ocupa? De hecho, es obvio que a nin-gún gobierno se le ocurriría prescindir del Ministe-rio de Educación, y eso sucede porque todo el mun-do comprende la importancia de proveer una edu-cación básica a la población, pero ¿un Ministeriode Ciencia?

Por último, y antes de dejarla/dejarlo en compa-ñía de los cuadros que figuran acompañando lanota, quiero hacer una reflexión junto a usted,que está leyendo estos datos. No sólo aumentó elporcentaje del PBI que se invierte en Ciencia yTécnica, sino que, como ese PBI fue aumentandoa lo largo de los años, hagamos el análisis usandouna moneda un poco más estable que la nuestra–digamos el dólar o el euro, aunque entiendo lainflación que vive el Primer Mundo también– pe-ro para hacer cuentas que nos dejen más tranqui-los. En el año 2002, de acuerdo con los datos queprovee el FMI (fuente insospechable, ¿no? nadiediría que está a favor de este gobierno...) el PBI dela Argentina fue de 97.732 millones de dólares. LaArgentina, ese año, destinó el 0,39 por ciento delPBI a la investigación, o sea, alrededor de 381 mi-llones de dólares. El año pasado, 2012, el PBI

(siempre con estimaciones del FMI) del país fuede 474.890 millones de dólares, y el porcentajedestinado a la ciencia y a la técnica se estima enalrededor del 0,74 por ciento. ¿Quiere hacer lacuenta conmigo? Eso significa, 3514 millones dedólares... o sea, ¡casi 10 veces más! y en solo diezaños. Pero como los datos de 2012 no están con-firmados aún, hagamos las cuentas usando los nú-meros de 2011 y comparémoslos con los de 2002.En ese caso, siempre en millones de dólares, elPBI fue de 447.179 y el porcentaje dedicado a laciencia y la técnica fue del 0,65 por ciento, o sea,2907. Si usted divide 2907 por 381 descubre queaun tomando este camino más conservador, el nú-mero se multiplicó casi por ¡ocho! [1]

Eso sí, no tengo dudas de que con la democracia,seguro que se cura, se educa y se come... pero, créa-me que el dinero que uno destina a esos efectosayuda muchísimo.

[1] En realidad, 2907 dividido por 381 es 7,6299(casi 7,63).

política

La inversión en cienciaInversión comparada con algunos países

País Año I+D/PBI

Japón 2010 3,26%

EE.UU. 2009 2,90%

Alemania 2010 2,82%

Francia 2010 2,25%

Australia 2008 2,24%

Canadá 2011 1,74%

Portugal 2010 1,59%

España 2010 1,38%

Italia 2010 1,26%

Brasil 2010 1,16%

Argentina 2012 (estimado) 0,74%

Argentina 2011 0,65%

México 2010 0,47%

Chile 2010 0,44%

Uruguay 2010 0,40%

Panamá 2010 0,19%

Colombia 2010 0,19%

Bolivia 2009 0,15%

Perú 2004 0,14%

Paraguay 2008 0,06%

Nicaragua 2002 0,04%

Fuente: MINCyT, OCDE y Ricyt

La ciencia en el PBI

PBI (en millones Porcentaje del PBI

de dólares) en Ciencia y Técnica

1996 272.150 0,42%

1997 292.859 0,42%

1998 298.948 0,41%

1999 283.523 0,45%

2000 284.204 0,44%

2001 268.697 0,42%

2002 97.732 0,39%

2003 127.643 0,41%

2004 151.958 0,44%

2005 181.549 0,46%

2006 212.710 0,49%

2007 262.454 0,51%

2008 328.555 0,52%

2009 310.351 0,60%

2010 369.992 0,62%

2011 447.179 0,65%

2012 474.890 0,74%

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30 AÑOS DE DEMOCRACIA ■■■■

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V amos al Juicio a las Juntas: habiendo sidopresidente del tribunal que juzgó a lasjuntas militares, ¿nos podrías relatar sobre

la relación que tuvo la Cámara Federal con elgobierno alfonsinista durante el juicio?

–No tuvimos una gran relación, salvo algunaspersonas que individualmente pudieran haber teni-do algún contacto como Andrés D’Alessio y Ricar-do Gil Lavedra. En realidad, esa Cámara tuvo unavirtud y es que fue bastante plural: había tres radi-cales con Julio Strassera, un justicialista –yo– y tresindependientes –Torlasco, Ledesma y ValergaAráoz–. Ni Gil Lavedra ni D’Alessio cumplieronninguna función de apéndice del Ejecutivo contrala Cámara, todo lo contrario, hubo un desempeñomuy digno, muy independiente y no hubo ningunadecisión de las que se tomaron que no hubiesen si-do por consenso o por discusión consensuada. Pesea la gravedad de las circunstancias, pese a la impor-tancia de lo que estábamos haciendo, y pese al es-cozor que en el gobierno radical producían algunasde las medidas que estábamos tomando, las cosasfuncionaron muy razonablemente.

–Entonces ustedes no recibieron presiones nimarcaje de cancha del Poder Ejecutivo.

–Nada. En todo caso preocupaciones que noshacían llegar fundamentalmente antes del co-mienzo del juicio por el daño que podía hacer lapublicidad, los temblores que podía producir quese les diera publicidad a las audiencias.

–¿Eso tuvo que ver con que las audiencias nosalieran por la televisión?

–En realidad las audiencias se filmaron y todoslos días había escenas de las audiencias pero nosalían con audio, pero había 500 periodistas, en-tre extranjeros y nacionales, acreditados en la salasiguiendo el juicio. Es más, hasta estaba El Diariodel Juicio, que publicaba día a día las audiencias.Había un diario sólo para eso.

–Me gustaría saber qué opinión tiene a casitreinta años del juicio sobre dos puntos que fue-ron polémicos o se discutieron en torno al Jui-

cio a las Juntas: la cuestión de imputar por ar-ma y no por junta, que es algo que había pedidola fiscalía, y el famoso punto 30 que permitiócontinuar con los procesamientos para abajo.

–El punto 30 lo defiendo fervientemente por-que fue lo que a nosotros nos permitió, de algunamanera, despegarnos de la estrategia alfonsinistaque era la de juzgar a los máximos responsables yde ahí para abajo impunidad. Con el punto 30nosotros rompimos este esquema.

–¿Recibieron alguna respuesta, alguna quejapor eso?

–En mi caso particular no; pero sé que les preo-cupó mucho. En ese sentido, jugó muy bien Al-fonsín porque, más allá del temor que le podía ex-presar alguno de sus ministros y de la presión quepodían ejercer sobre él, el hombre dijo “tienen li-bertad para hacer lo que quieran”. Esta es la purarealidad. Con relación a la imputación por arma,el problema era que la Junta era un aparato políti-co que no se acreditó que hubiera tenido la másmínima injerencia en materia de decisión de lu-cha contra la guerrilla. Se delegó en cada Fuerza,tanto es así que los planes difieren de una a otraFuerza. La Junta Militar nunca dictó un plan derepresión sino que cada Fuerza dictaba el propio.

(...)–La última pregunta es más personal. ¿En qué

cambió tu vida haber sido el presidente del tribunalde un juicio histórico como el Juicio a las Juntas?

–No creo que haya cambiado mucho. El habertomado parte en ese acontecimiento en sí me hapermitido darme cuenta que significó el hecho másimportante que produje en mi vida. Pasa el tiempoy me doy cuenta de que es la proyección más im-portante, principalmente por lo que encuentro enel exterior, cómo tantos países nos reclaman, nosrequieren para que hablemos de esto, para home-najearnos; por ejemplo, se está tramitando un ho-menaje en la Universidad de Salamanca que digi-talizó la totalidad del juicio y que se va a presentaren esas condiciones. Noruega nos distinguió y todala filmación de juicio está depositado en una urnade seguridad junto a la Constitución histórica delpaís. Todas estas cosas a uno le da la impresión dela importancia que ha tenido lo que hicimos y bá-sicamente la necesidad. No imagino una Argenti-na descansando en un indulto. Muchas veces mepregunté qué hubiese pasado si no hubiera habidoun juicio y me imagino una Argentina muy dife-rente. Nosotros confiamos tan ciegamente en lapublicidad del juicio porque creíamos que nadiedespués nos iba a poder reprochar a nosotros si fui-mos justos, injustos o complacientes. Creíamos quelo mejor era desplegar todo arriba de un escenariopara que la gente viese lo que pasó. Creo que esofue lo mejor que hicimos: mostrar y que todo elmundo viera, que tuviera la oportunidad de saberqué cosas habían pasado, que no era un verso, queera la realidad, que había gente que había padecidotodo eso porque sino todo el mundo se olvida fácil.Eso de tener activa la memoria y presentes los he-chos me da la impresión de que es lo que más nosprotege de que no se reedite.

✱ Extractado del libro Del país sitiado a la democracia. Diálogos a los 30 años, de Guillermo Levy (editor). Ed. Gorla.

La Argentina que encontraste en 1984, des-pués de haber pasado varios años entre laclandestinidad, el campo y el exilio, ¿en

qué se diferenciaba y en qué se parecía a la de19761977?

–Argentina no era tan diferente a la BuenosAires de la que me arranca el secuestro. Yo dejode circular por Buenos Aires a partir de octubrede 1977 y retorno en mayo de 1984. Una de lasdiferencias notorias era que no veías milicos portodas partes, pero como los milicos de aquellosaños también andaban de civil, la sensación deque podían estar en todas partes permanecía. Pa-sé años sin poder tomar el subte en la estaciónAcoyte, y todavía hoy me produce resquemor es-tar en un lugar donde siento que me pueden versin que yo me dé cuenta. Por ejemplo, en los pri-meros tiempos, no podía ir a la terminal de Reti-ro o a la terminal de Constitución, porque eranlugares donde yo sabía que los milicos hacían es-táticos, donde se instalaban por horas. Esa sen-sación de que te pueden estar mirando desdecualquier parte la tuve que vencer para partici-par en movilizaciones, para estar en reunionesen la circunscripción 14, cuando formé parte deesa agrupación que se llamaba 11 de Marzo; para

expresar alguna opinión política sin tener queestar mirando si había algún “servicio”. El fan-tasma del servicio es una cosa con la que convi-vía. Durante años viví y nadie sabía mi direc-ción. Hasta que me fui a Uruguay, viví seis añosen una casa que no conocía prácticamente na-die, que no visitaba prácticamente nadie, ni mifamilia me visitó en esa casa y, por ejemplo,cuando me preguntaban en dónde vivía, yo de-

cía cerca del cementerio de Lomas, cuando enrealidad vivía en Sarandí. Sentía que tenía quevivir manejándome con las normas de la clan-destinidad, de protegerme de cualquier amenaza.De hecho, me fui a vivir a zona sur porque,cuando empecé a buscar vivienda, sentía una in-quietud permanente en todas partes y en el úni-co lugar –aunque parezca absurdo– donde mesentía tranquila era en zona sur, cruzando el Ria-chuelo; quizá porque la Marina no operaba ahí,no sé. Ese componente estuvo muy presente enese tiempo. Ahora, yo diría que, en otros aspec-tos, Buenos Aires no me parecía tan distinta aaquella que había dejado. Lo que sí fue tremen-damente fuerte todo el tiempo, sobre todo en losprimeros tiempos, fue el recorrer la ciudad y elGran Buenos Aires por la razón que fuere y en-contrar siempre los vacíos, “en este lugar me en-contré con tal y está desaparecido”, “en este lu-gar me encontré con este otro y está desapareci-do”. Era algo que yo tenía profundamente pre-sente y muy recordado.

✱ Extractado del libro Del país sitiado a la democracia. Diálogos a los 30 años, de Guillermo Levy (editor). Ed. Gorla.

TESTIMONIOSLeón ArslanianPresidente del tribunal que en 1985 juzgó y condenó a las

tres primeras juntas militares.

“No imaginouna Argentinadescansando en un indulto”

Graciela DaleoUna de las fundadoras de la Asociación de Ex Detenidos Des-

aparecidos. Coordinadora de la Cátedra Libre de Derechos

Humanos, Facultad de Filosofía y Letras (UBA).

“Sentía quedebía vivir conlas normas de laclandestinidad”

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Martes 10 de diciembre de 2013

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ARGENTINA Y EL MUNDO

Por Atilio A. Boron *

La lenta y escarpada marcha de la democratiza-ción latinoamericana estuvo marcada, desdesus comienzos en los años ’80, por el influjo

ejercido por el contexto internacional y, sobre to-do, por la política imperialista de Estados Unidos.La Argentina retomó la interrumpida marcha haciala democracia a fines de 1983, en una época signa-da por el apogeo de la contrarrevolución neocon-servadora, impulsada por un tridente reaccionarioconstituido por Ronald Reagan en Estados Unidos,Margaret Thatcher en el Reino Unido y Juan PabloII en el Vaticano, culpables de haber ocasionadouno de los mayores retrocesos económicos, socialesy culturales de la historia contemporánea. El climaideológico alimentado por este trío, hostil al ideariodemocrático, se combinó con la crisis de la deudaexterna y el inicio de un ciclo recesivo en la econo-mía mundial que, al revés de lo que ocurriera en laEuropa de posguerra, le imprimió un signo social-mente regresivo a los procesos democratizadores. Sien Europa esto ocurrió bajo la influencia del keyne-sianismo, entre nosotros tuvo lugar bajo la sofocan-te presión ejercida, en nombre de la oligarquía fi-nanciera mundial, por el FMI, el BM y el Departa-mento del Tesoro de Estados Unidos. Las ásperasrelaciones entre Alfonsín y Reagan ilustran muybien esta brutal contradicción. Ya en los ’90, fue elConsenso de Washington el que codificó la políticaeconómica “correcta”. El país que aplicó con mayorminuciosidad las recomendaciones de ese manualpara la dependencia fue la Argentina de Menem,quien privatizó, desreguló y liberalizó todo, algoque ni siquiera había hecho Pinochet en Chile(que preservó la Codelco en manos del Estado) oSalinas de Gortari en México, que en el gran rema-te de empresas públicas se abstuvo de liquidar a Pe-mex y la CFE. Bajo estas condiciones era evidenteque la promesa democrática iría a rebajarse a unademocracia de “baja intensidad”, reducida a un pe-riódico ritual que convocaba a los ciudadanos a lasurnas para elegir a quienes luego habrían de gober-nar en nombre del capital. Pese a estas restriccio-nes, y a la enorme deuda social que se acumularíaincesantemente hasta el catastrófico desplome de laconvertibilidad, el vigor de los organismos de dere-chos humanos y sus fuerzas políticas aliadas alcanzópara poner en marcha un proceso inédito en Amé-rica latina y que constituye sin duda el mayor méri-to del período democrático que sitúa a la Argentinaen un lugar de vanguardia en el plano internacio-nal: el juzgamiento de los principales responsablesdel terrorismo de Estado y de las atrocidades pro-movidas por el Plan Cóndor urdido por el imperio.Proceso que tuvo sus altibajos (leyes de obedienciadebida y punto final) y que, con la anulación de di-chas leyes durante el gobierno de Néstor Kirchner,abriría una etapa sin precedentes de juicio y castigo

a centenares de represores que aún hoy no tieneigual en América latina y en pocos países del mun-do. Una prueba: los familiares de las víctimas espa-ñolas del franquismo acuden a la Argentina paraque se les haga justicia a sus reclamos. De la manode la política de “juicio y castigo” vino otro logroexcepcional en el marco latinoamericano: haberasegurado la supremacía civil sobre las fuerzas ar-madas, algo hasta ahora imposible para nuestros ve-cinos –principalmente Chile y Brasil– tantas vecesexaltados como “modelos a imitar” y en los cualesla autonomía de las fuerzas armadas –en algunos ca-sos constitucionalmente avalada, como en Chile–impide no sólo el enjuiciamiento de las monstruosi-dades cometidas en los tenebrosos años ’70, sino si-quiera el establecimiento de unas muy acotadas“comisiones de la verdad”.

La faceta internacional de las políticas que el me-nemismo ensayó puertas adentro fue la de las “rela-ciones carnales” con EE.UU. y cuyas perniciosasconsecuencias se expresarían en la hostilidad deWashington años más tarde. Tanto servilismo y ob-

secuencia –participación en la primera guerra delGolfo, liquidación del misil Cóndor, etcétera–, jus-tificados por la necesidad de ganarse la amistad deEstados Unidos, demostraron ser totalmente inúti-les. “Estados Unidos –como lo asegurara su sextopresidente, John Quincy Adams– no tiene amista-des permanentes sino intereses permanentes.” A lahora de la verdad, la Casa Blanca respaldó a losfondos buitre y vetó préstamos a la Argentina apro-bados por el Banco Mundial, entre muchos otrosgestos inamistosos para con la Casa Rosada. El go-bierno de la Alianza siguió, en sus líneas funda-mentales, con la orientación heredada de su prede-cesor, y la Argentina pagó muy caro el precio de se-mejante error. El previsible derrumbe de la conver-tibilidad sumergió a la democracia argentina a unasituación caótica sin precedentes, luego de la cualse produjo una trabajosa y precaria reconstruccióndel sistema político y, finalmente, la asunción deNéstor Kirchner. En la etapa inaugurada en mayode 2003 se produciría una significativa reorienta-ción de la política exterior, progresivamente incli-nada hacia Latinoamérica y asociada a los proyec-tos de unidad continental liderada por Hugo Chá-vez y que encontró en la derrota del ALCA, enMar del Plata, su más acabada expresión.

La coyuntura geopolítica actual plantea renova-dos desafíos a la democracia argentina. Estados Uni-dos, un imperio que según sus ideólogos se enfrentaa la irreversible declinación de su poder global, en-saya una nueva estrategia destinada a recuperar elcontrol total de la región. Su ilusión es rediseñar elmapa sociopolítico latinoamericano tal como estabaen vísperas de la Revolución Cubana. Para ello tra-baja para implosionar los proyectos integracionistas–Unasur y Celac–; poner fin a las experiencias boli-varianas, comenzando por Venezuela; provocar un“cambio de régimen” en Cuba y, a la vez que conso-lida los gobiernos de sus incondicionales aliados,procura erosionar mediante la guerrilla mediática alos gobiernos cómplices del revés sufrido en Mar delPlata: Argentina, Brasil y Uruguay. Ese y no otro esel significado de la Alianza del Pacífico, una inicia-tiva sólo en apariencia latinoamericana y, más queeconómica, geopolítica. De ahí la importancia cru-cial de defender y fortalecer la Unasur. Bajo estasdesfavorables condiciones, el avance democrático setorna lento e incierto, y pese a importantes conquis-tas tales como la AUH, jubilaciones, reestatizacio-nes varias, matrimonio igualitario, ley de medios,expansión de la inversión en educación, ciencia ytecnología, entre otras, las asignaturas pendientesen el caso argentino: pobreza, inequidad distributi-va, regresividad tributaria, fuga de capitales, vulne-rabilidad externa y agresión medioambiental se tor-nan mucho más difíciles de resolver.

✱ Director del PLED, Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini.

El servilismo y obsecuencia para ganarse la amistad de Estados Unidos demostraronser totalmente inútiles.

El factor internacional

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30 AÑOS DE DEMOCRACIA ■■■■

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Por María Moreno

Cuidado con las alegorías. La libertad guiando alpueblo de Eugène Delacroix está representadapor una gorda con vestuario muy poco ade-

cuado para la lucha –una túnica desnudista que lepone las tetas en las narices al espectador–, es zurda(tiene el fusil en la mano izquierda y la bandera enla derecha: ¿la libertad será exclusiva de la izquier-da o para una mujer es más importante agitar unabandera que disparar su fusil?), el burgués de su cos-tado le apunta con su arma al pecho y, más allá delcontexto histórico preciso, a lo que guía es a unapila de cadáveres (¿sabiendo que su precio es formarparte de ellos?). La República suele ser la mismagorda nutricia con gorro frigio que tiene un vagoparecido al de Papá Noel. Un índice de democraciaes quizá que a la democracia se la haya dejado derepresentar con una figura femenina (las alegoríasno tienen derechos ni poder, ni trabajan ni estu-dian, ni cogen ni quedan embarazadas).

Treinta años de democracia para las mujeres nopodrían pensarse sin la presencia renovada de los fe-minismos –-de su transmisión a menudo larvada,quizá difícil de capitalizar–- y de los que no hay aúnuna historia plena quizá porque tuvieron un límitepreciso en su construcción política, en la conexióncon otras luchas y su capacidad de legar para el pre-sente. A veces sus acciones llegaron a tener la formade un oxímoron: el 3 de septiembre de 1945, laAsamblea Nacional de Mujeres, presidida por Victo-ria Ocampo, resolvió rechazar que el voto de las mu-jeres “fuese otorgado por decreto por un gobierno defacto”; a las Madres de Plaza de Mayo cuya figura nocesa de ser pensada en un más allá de la política, en supleno valor simbólico, se las acusó alguna vez porcarta de no ser feministas. Que Evita acusara de

“burguesas” a las sufragistas mientras les daba el su-fragio a las mujeres plantea un tema recurrente: el dela autoadscripción: ¿es feminista quien declara serloo aquel/lla cuyas prácticas abren a la invención deun sujeto diverso y sexuado, individual o colectivoque determinada interpretación puede reconocer co-mo feminista? (cuando el intelectual Carlos Monsi-váis se autoadscribía como “cronista” no estaba utili-zando la modestia afectada sino el deseo de filiarseen una tradición crítica latinoamericana).

Un rasgo específico en los movimientos de muje-res locales fue efecto de que la peste de la psicologíaprendiera en Argentina con una fuerza que sorpren-dió a los mismos fundadores del psicoanálisis: con lafundación de la Asociación de Psicólogos, en 1962,la licenciada fue relevando a la maestra normal ennúmero y responsabilidades para el pasaje que JorgeBalán denominó “del diván al sillón” y gran salidalaboral para mujeres de clase media y con deseos detransformar su autorreferencia en conocimiento desí. La psicóloga reemplazó a la maestra en prolifera-ción y respetabilidad, pero a menudo desde la inte-gración a instituciones en donde se conservaba elstatu quo respecto de la posición de las mujeres en elparadigma psi. Durante los primeros años de la de-mocracia, el Foro de Psicoanálisis y Género, los tra-

bajos de la licenciada Ana María Fernández, de Ire-ne Meler y de Martha Rosemberg, las prácticas pio-neras de María Luisa Lerer, Graciela Sikos, LiliaMisraji y Mabel Burin, desde una heterogeneidad deposiciones teóricas y tareas militantes, no han con-sentido en el silencio sobre los términos mismos conque la teoría psicoanalítica y psicológica define lafeminidad, cuestionaron supuestos de la clínica ygeneraron una escucha en género.

Momentos fecundos En cuanto a las militantes de los grupos revolu-

cionarios de los años ’70, ¿cuántas mujeres no al-canzaron, urgidas por dicotomías más urgentes oatroces, a apoyar sus miradas en la palabra –hoy enpleno estallido– “género”? Si bien la clandestinidadno favorece la heterogeneidad de los discursos, lapolarización de la lucha –en muchos casos, militari-zación– no da lugar a la reinscripción de zonas con-sideradas accesorias como la diferencia de los sexos,la equidad en el acceso a los lugares de conducción,la revolución de los placeres, la diversidad, la éticareproductiva, la relación entre estética y política.Hubo experiencias proteicas como la del grupo Po-lítica Sexual, cofundado en 1972 por Néstor Per-longher, representante del ala ultra del Frente deLiberación Homosexual de la Argentina y que nu-cleaba a disidentes eróticos, pedagogos piageteanosy feministas y la creación en Montoneros de laAgrupación Evita.

Los momentos fecundos no son los que producenfrutos sino los que generan algo no capitalizable,pero donde alianzas provisorias enriquecen a losque habrán de separarse por sus diferencias. O sonlos momentos fundantes en donde todo está por in-ventarse y aún no se ha instalado ni la comodidadinstitucional ni el riesgo de aniquilación. Hay dos

GÉNERO La presencia del

Treinta años de democracia para las mujeres no podríanpensarse sin la presencia renovada de los feminismos.

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Martes 10 de diciembre de 2013

15PáginaI12

trabajos académicos de primera necesidad: Las“mujeres políticas” y las feministas en los tempranos se-tenta: ¿Un diálogo (im)posible? de Karin Grammáti-co y Las mujeres dicen basta: movilización, política yorígenes del feminismo argentino en los 70, de Alejan-dra Vassallo.

Según la investigación de Alejandra Vassallo enUFA (Unión Feminista Argentina), fundada en1970, considerada “burguesa” por la izquierda y de laque formaban parte Gabriela Christeller, LuisaBemberg, Nelly Bugallo, Leonor Calvera y MaríaElena Walsh, funcionaron grupos de mujeres políti-cas como las pertenecientes al grupo Muchacha, delPST (Partido Socialista de los Trabajadores), quelograron incorporar algunas reivindicaciones femi-nistas en el interior del partido, y Nueva Mujer, li-derado por Mirta Henault, en su origen pertene-ciente al grupo Palabra Obrera y, según su propiomito de origen, convertida al feminismo luego de le-er Mujeres, la revolución más larga, de Juliet Mitchel.

Según el artículo de Grammático, en 1973 elPRT-ERP decidió lanzar un Frente de Mujeres y elfolleto El ERP a las mujeres argentinas. La iniciativa,de acuerdo a la entrevista que le hace al investiga-dor Pablo Pozzi, se debió a que las militantes delpartido en los años setenta habían alcanzado el 40por ciento de la totalidad de la organización. Esaversión del Frente nunca se realizó. La demanda deun grupo de mujeres militantes exigió que el Frentedejara de ser el anuncio de un buró político tan im-permeable a las reflexiones sobre género como a lainfluencia del feminismo. En un documento elabo-rado en julio, se evidenció, por primera vez, “que sedejaba de lado toda referencia a la familia, los hijosy la maternidad, para considerar a la mujer argenti-na como una parte fundamental de la revoluciónen pie de igualdad con el hombre”.

El trabajo de Alejandra Vassallo es valioso por-que cuestiona la separación radical entre mujeresdispuestas a revisar su condición en las praxis de lospartidos revolucionarios y otras a lo sumo liberalesque interpretaban a las mujeres políticas como noquímicamente puras en las luchas de género, conta-minantes cuando no cooptadoras desde el patriar-cado rojo. Si bien las escisiones fueron calculables,fue la militarización de las luchas y la presencia dela dictadura lo que cortó devenires tal vez menosirreversibles y más complejos que se retomaron endemocracia. Para algunas militantes fue el exilio elque liberó el acceso a la experiencia feminista; amenudo disueltos sus partidos o exterminados, enlos intersticios de las luchas internacionales por losderechos humanos alcanzaron a sentirse interpela-das por esas que hacían con la mano en alto la se-ñal de la vagina. Es que en medio de las noticiasque parecían abrir a un duelo renovable, de la culpade haber sobrevivido a tantos, el exilio permitió –secontinuara en la práctica militante, aun en limita-dísimas condiciones, o se haya tomado distanciascon éstas– restituir a la vida cotidiana aspectos ena-jenados por la militancia, donde el modelo políticomilitar parecía haber comprometido la vida toda. Elideal sacrificial, el ascetismo que imponía la clan-

destinidad y la precipitación de los hechos encon-tró un límite en las democracias de llegada que, almismo tiempo que quitaban el paréntesis a los de-seos personales en suspenso, informaban sobre sudimensión política.

Ana María Amado, Martha Vasallo, Lila Pastori-za son algunas de esas militantes que volvieron“apestadas” y continúan desde sus prácticas profe-sionales y combativas ya en democracia poniéndo-les palabras a unas tensiones de género a las que lapolítica hace aún oídos sordos aun con su múltipleoferta de leyes.

Treinta años Hoy la puja por la existencia plena en la ciudad

se desarrolla entre sujetos que hacen estallar el ca-samiento entre sexo, género, cuerpo y deseo y luchancontra el femicidio (la mujer bonzo se debe al últi-mo look criminal de género), la trata (en el año‘13, el mismo número de la Asamblea que abolió laesclavitud) y los crímenes de odio (de travestis yprostitutas).

El feminismo y el movimiento Glttb dialogan co-mo lo hacían el Frente de Liberación Homosexualy las feministas de izquierda antes del ‘76 –los su-plementos Soy y Las12 recogen esa herencia (nohay origen, se inventa políticamente en función deun proyecto). También dialogan con las leyes que,enunciadas como una perfección de la democracia(Ley 23.264 de patria potestad compartida y cuida-do de los hijos; Ley 26.485 para prevenir, sancionary erradicar la violencia contra las mujeres; Ley26.364 sobre trata de personas; Ley 24.417 de vio-lencia familiar; Ley 25.673 de Creación del Progra-ma Nacional de Salud y Procreación Responsable;Ley 19.075 de matrimonio igualitario), contienenlos históricos postulados de los feminismos.

feminismo

Un índice de democracia esquizá que a la democracia se lahaya dejado de representar con una figura femenina.

1982 Se creó Lugar de Mujer, un colectivo heterogéneo en el queconvergían diversas organizaciones, que acompañó las primerasleyes a favor de las mujeres, como las de patria potestad comparti-da y divorcio vincular y que aún existe como espacio político.1982 Se fundó ATEM (Asociación de Trabajo y Estudio de la Mujer)25 de Noviembre, en homenaje al Día Internacional contra la Vio-lencia Social, Sexual y Política establecido por el Primer EncuentroFeminista Latinoamericano y del Caribe. Este grupo fue el primeroen relacionar desde el vamos violencia política con violencia sexuale interesarse por las organizaciones de Madres, Abuelas de Plazade Mayo y Familiares de detenidos desaparecidos. Bajo el eslogande que la violencia contra las mujeres es una cuestión de derechoshumanos, investigaron la situación de las mujeres militantes encautiverio y bajo tortura, así como la visibilización de las mujeresdesaparecidas en cuanto a género. Publican la revista Brujas.1988 Durante el Día Internacional de la Mujer, Ilse Fuscova, directo-ra de Cuadernos de Existencia Lesbiana, salió a la plaza con carte-les que difundían su publicación. 1991 Ilse Fuscova, con un chal color fucsia –el color del feminis-mo–, abrió el closet sobre la mesa de Mirtha Legrand y se declarólesbiana. 2005 Se creó la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto LegalSeguro y Gratuito, que incluía 29 organizaciones muy heterogéneasde todo el país. Se realizaron acciones nacionales como una mar-cha multitudinaria de la que participaron 15.000 mujeres, accionesparlamentarias como el apoyo de 23 firmantes de todos los bloqueslegislativos, efectos en fallos en el Poder Judicial, como cuando seimputó y procesó a los médicos que se negaron a realizarle una in-tervención terapéutica a una mujer que sufría cáncer porque poníaen peligro su embarazo, y en Río Negro se autorizó el aborto a unamenor de 13 años que había sido violada. 2008 Se hizo el 1º Encuentro Nacional de Mujeres Lesbianas y Bi-sexuales. 2012 La Corte Suprema de Justicia de la Nación pronuncia un falloa favor del “aborto no punible”.

Algunas fechas demócratas

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30 AÑOS DE DEMOCRACIA ■■■■

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DIVERSIDAD SEXUAL

Por María Alicia Gutiérrez *

Hace escasos treinta años el país iniciaba elproceso de transición a la democracia y seabría un horizonte de esperanzas e ilusiones

que habían sido arrebatadas unos años antes. Du-rante treinta años, nuevas generaciones han experi-mentado vivir su cotidianeidad alejadas de modelosautoritarios. No es poco y es mucho para celebrar.

El 10 de diciembre de 1983, un grupo importantede la ciudadanía argentina festejaba la llegada de lademocracia con la tristeza de los ausentes. El cuer-po fue un eje central en las políticas de derechoshumanos que comenzaban a gestarse. Sin embargo,las luces y las sombras del proceso destilaban poten-cialidades y también fisuras por donde se escapabasistemáticamente la exclusión de los cuerpos de losdesaparecidos, de la pobreza, de las sexualidades in-visibilizadas, entre otros.

Los derechos individuales como derechos perso-nalísimos marcaron una inflexión en la joven de-mocracia y tomaban forma nuevos sujetos y colecti-vos sociales que demandaban su inclusión. Situa-ción paradojal en la región latinoamericana: altiempo que se perdían derechos universales consa-grados (como el derecho al trabajo) se lograba po-ner en las calles y en el campo legislativo demandasque hacían a la diversidad de los cuerpos.

La presencia y la lucha de los grupos de diversi-dad sexual (aunque no portaran ese nombre) no fueexclusiva del proceso democrático iniciado en 1983hasta el presente. Hace pocos días se homenajeó alFLH (Frente de Liberación Homosexual) y se reco-gió la historia de Las Safinas marcando una signifi-cativa genealogía. Grupos emblemáticos como Po-

lítica Sexual daban cuenta de la inminente necesi-dad de pivotear en la sexualidad como una clavepara la liberación. La oscura noche de la dictadurapareció borronear con desapariciones, persecucio-nes y exilios forzosos toda una historia que bienve-nida sea su recuperación.

En la década de los ’80, la aparición en la escenapública de sujetos sociosexuales va a darles una im-pronta y una resignificación muy potente a las luchasde aquellos años. El estallido de la categoría génerocuestionó la esencialidad y el binarismo que el siste-ma sexo/género continuaba sosteniendo. El sexo co-mo categoría política fundante de la sociedad con he-gemonía heterosexual sería repensado como construc-ción del orden discursivo. Diversos son los colectivosque toman estatuto público en esos años en un inten-to de incorporar las demandas específicas sobre la se-xualidad en el contexto de una lucha política integralpor mejores condiciones de vida para todos y todas.

Las fisuras de la teoría, así como las prácticas polí-ticas, toman forma en sujetos que expresan su deseoy la necesidad de romper el encorsetamiento social,en el contexto de los derechos humanos y en la de-

manda de autonomía y libertad para decidir sobre elcuerpo. Los gays, las lesbianas, los trans, las travestisy el conjunto de las diversidades alzan la voz parareclamar por su condición de identidad específica,pero también por un universal ciudadano que losexcluye. Los diferentes grupos marcaron con su im-pronta un derrotero que se visualizó en la organiza-ción de las Marchas del Orgullo, que fueron progre-sivamente sumando a colectivos diversos.

El matrimonio igualitario y la Ley de Identidad deGénero (entre otras) en los inicios del siglo XXI co-ronaron una fase de la lucha imposible de lograr sinla existencia de un régimen democrático. Imposiblede lograr, también, sin una inmensa cartografía de or-ganizaciones que hicieron de la resistencia y la pre-sencia su sentido vital. En muchos sentidos otorganla legalidad consagrada para el régimen heterosexualy con ello hacen justicia ante la discriminación. Sondiversas las posiciones de los diferentes grupos políti-cos de diversidad sexual sobre el impacto, en la vidacotidiana, de las leyes. Quizás ello signifique que larealidad, la vida y los cuerpos no se coagulan con laexistencia de leyes, sino que los logros reactivan laamplificación y continuidad de las luchas. De ello dacuenta, entre tantas, la enorme deuda de la democra-cia con el aborto legal, seguro y gratuito.

El Estado de Derecho y la libertad son imprescin-dibles para que los cuerpos continúen recuperandosu dignidad y la intensa búsqueda de una vida quemerece ser vivida para la inmensa mayoría de laciudadanía.

✱ Docente e investigadora facultad de Ciencias Sociales UBA. Integrante de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito.

Cuerpos de la política,política de los cuerpos

En los ’80, la aparición en laescena pública de sujetossociosexuales va a darles unaimpronta muy potente a lasluchas de aquellos años.

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Martes 10 de diciembre de 2013

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“No hay dilema irresoluble entre inclusión y crecimiento.”

(Axel Kicillof, PáginaI12, 3-12-2013.)

Por Rodolfo Livingston *

Si no es irresoluble quiere decir que el dilemaexiste. En el municipio de Tigre, los barrioscerrados de Nordelta representan un creci-

miento económico constante. Constructoras, “des-arrolladores”, “brokers” y Sergio Massa están con-tentísimos y parece que también los votantes. Esosí, los barrios están cercados por murallas y alam-brados electrificados para aislarse de los excluidoslindantes que no tienen cloacas ni agua potable, niviviendas aceptables. Un modelo de flagrante cre-cimiento y exclusión, hasta el momento, indisolu-ble. En el tema vivienda social, el problema princi-pal no es la construcción, sino el suelo. Los asenta-mientos crecen porque el suelo es gratis, todosconstruyen como pueden. En el mercado de la vi-vienda, los terrenos resultan inalcanzables para lamayoría de la gente. Los planes Pro.Cre.Ar enfren-tan hoy el encarecimiento de los terrenos debidojustamente al éxito del plan, un sistema de créditosmuy bueno, accesible y rápido en su tramitación.

El dilema no es irresoluble, pero no está en víasde solución porque todos los gobiernos (con excep-ción de los planes de Evita, que construyeron ciu-dad) siguen transfiriendo al mercado tierras públi-cas que podrían destinarse a vivienda social y a par-ques, que también escasean en nuestras ciudades.

El espacio exterior se convierte cada vez más enun escenario para la especulación y las gananciasindividuales sin límites. Las tierras y los edificios de

Puerto Madero (170 hectáreas en la costa de la ciu-dad) eran propiedades colectivas destinadas a paseopúblico, pero por arte de magia se creó la “Corpora-ción Puerto Madero” (1991), donde crecen los edi-ficios más altos y costosos de la ciudad. El Estadovendió nuestras tierras a precio vil.

El terreno donde se levantó a fines de 1980 –y vio-lando los códigos vigentes– la torre de lujo Le Park,hasta hace poco la más alta de Latinoamérica, era undepósito de tranvías desactivado y fue vendido a parti-culares. Se desconoce también el destino de los fondos.

Los gobiernos contribuyen a los negocios particu-lares con infraestructuras pagadas por el Estado. Enestos días se discute la construcción de un gigantescoshopping en Caballito contra la voluntad de los ve-cinos y las organizacionales que defienden la ciudadde tantos atropellos. ¿Cuál sería entonces la relaciónentre urbanismo y democracia? ¿A quién represen-tan nuestros representantes?

Mientras tanto, la vivienda continúa en estadode “emergencia habitacional” en nuestra ciudad,con 500.000 personas en asentamientos, “hoteles”paupérrimos, casas tomadas, casillas y en la calle.

Los sucesivos gobiernos encararon el tema con dis-tintos resultados y alcanzaron un máximo históricode viviendas construidas durante el período kirch-nerista (2003 al 2010): 860.362 unidades que alo-jan a 3.871.629 personas, pero el déficit sigue cre-ciendo.

1) Se debería imponer a los grandes emprendi-mientos privados con suelos del Estado, a cambio desus ganancias, la construcción de vivienda social.

2) El suelo no precisa estar en el piso, tambiénpueden considerarse como suelo los 126.000 edifi-cios vacíos que existen en la CABA.

3) Se necesita del urbanismo y de la participa-ción ciudadana para tener un plan para la ciudaddonde quede firmemente establecido dónde se pue-de edificar viviendas, infraestructura y parques ydónde no, con dibujos y normas.

La primera causa de este divorcio entre la inclu-sión y el desarrollo de estos grandes emprendimien-tos inmobiliarios es la nula participación ciudadanaen el control de las tierras del Estado que, unida a lacodicia individual como único móvil de la conductaempresaria, esencia del capitalismo, genera negociospara unos pocos. Tanto los políticos como el puebloconciben en forma separada el desarrollo, la econo-mía y su correlato en el hábitat. “Por lo menos datrabajo”, se dice para justificar cualquier desatinocomo los ya citados o los bares en las plazas. El urba-nismo es visto como una cuestión para los “técni-cos”. “Yo de arquitectura no entiendo nada”, dicen.

Es necesario comprender que política y urbanismoson la misma cosa, porque todo se desarrolla en elespacio y, en democracia, el espacio nos pertenece.

✱ Arquitecto, urbanista (PropAmba).

URBANISMO

Las ciudades, el suelo y sus usos

El espacio exterior se convierte cada vez más en un escenario para laespeculación y las gananciasindividuales sin límites.

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EDUCACIÓN

Por Adriana Puiggrós

Acomienzo de la década de 1970 el sistema es-colar argentino necesitaba una reforma en suestructura, sus contenidos y sus métodos de

enseñanza. El gobierno de Héctor Cámpora, siendoministro de Educación Jorge Taiana (p), gestó unatransformación de la educación que llegó a los másexcluidos. En cuanto a Isabel Perón y luego la últi-ma dictadura, no solamente tuvieron como objeti-vo resguardar los privilegios económicos y sociales,sino que su política educativa reaccionó contra losgrandes cambios culturales que sacudían a la socie-dad, tanto en las costumbres como por la germina-ción de una pedagogía heredera de la educación pú-blica, de la educación popular y gratuita del pero-nismo, de la “escuela activa o escuela nueva” y dela pedagogía de la liberación.

Se restaura el régimen constitucional El gobierno de Raúl Alfonsín produjo hechos deci-

sivos en la educación: la convocatoria a los juiciosde los represores, la democratización de las institu-ciones educativas y el Congreso Pedagógico nacio-nal, que comprometió al país con educación demo-crática. Empero, en ese evento hubo consenso enhabilitar la consideración tanto de la educación pri-vada como de la pública, lo cual produjo una confu-sión favorable a un nuevo mercado. Durante más deun siglo los argentinos se habían enorgullecido pormandar a sus hijos a la escuela pública, que era la delEstado; ahora se desdibujaba el campo de lo público,como un preámbulo de lo que ocurriría en la décadasiguiente. El menemismo dio la espalda a los más ca-ros principios de justicia social y primacía del Estadoen la educación, balcanizó el sistema escolar, negan-do un verdadero federalismo, deterioró las condicio-nes de trabajo de los docentes y afectó los compro-misos de los argentinos con su Nación y su Estado aladmitir que las leyes del mercado rigieran la educa-ción pública. No estoy poniendo en duda la legitimi-dad de las escuelas y universidades privadas. Lo quedestaco es el peligro que produce la confusión lin-güística y política entre lo público y lo privado que

posibilita descalificar el lugar principal que nuestraConstitución, nuestra tradición educativa y los dere-chos de nuestro pueblo otorgan al Estado en materiade educación. El cuadro lo completó el gobierno dela Alianza, que traicionó su propio programa y pro-fundizó la crisis. Las luchas encabezadas por los tra-bajadores de la educación evitaron que se completa-ra la privatización del sistema escolar, como ocurrióen Chile con catastróficas consecuencias. Pero elmercado se inscribió en el discurso de muchos espe-cialistas en educación, economistas devenidos en pe-dagogos y la gran parte del personal universitario.

La educación en el kirchnerismoNéstor Kirchner, al asumir la presidencia de la Na-

ción, se encontró con la crisis educativa más profun-da de la historia del país y encaró de inmediato la re-forma que había fracasado más de treinta años atrás.Lo más importante: pronunció el mensaje pedagógi-co que más profundamente ha penetrado en la socie-dad: la política referida a los derechos humanos, es-pecialmente la reapertura de los juicios a los represo-res de la última dictadura. Su primera medida de po-lítica educativa fue solucionar el conflicto salarialdocente; envió al Congreso proyectos que sustituye-ron a las leyes de educación neoliberales; establecióuna política abierta a las convenciones colectivas detrabajo; llevó el salario docente a un nivel de digni-dad, comenzó un extenso programa de construccio-nes escolares, recuperó la educación técnica, abrió el

Canal Encuentro. El gobierno de la presidenta Cris-tina F. de Kirchner, además de continuar aquellaspolíticas sumó llevar el presupuesto educativo a másdel 6,50 del PBI; una transformación tecnológica en-cabezada por el programa Conectar Igualdad; el des-censo del analfabetismo a menos del 2 por ciento yla finalización de la educación primaria y secundaria(Programas Fines) de cientos de miles de personas; lacreación de nuevas universidades, que se poblaronde cerca de trescientos mil alumnos en tres años, queen su mayor parte son los primeros de su familia quellegan a la universidad.

Lo que faltaEntre los problemas críticos que subsisten: la orga-

nización del trabajo docente (acuerdos de medianoplazo sobre incrementos salariales, unificación decargos, regularización de retribuciones a los suplen-tes, promoción del trabajo en equipo); capacitacióny actualización de los docentes en sus áreas específi-cas; programas de formación intensiva en puntoscruciales de la escolaridad y, especialmente, forma-ción político- cultural de todos los trabajadores de laeducación.

Múltiples y diversas instituciones habitan, sinconformar un sistema, el campo de la educaciónsuperior. Hay universidades que han dictado nue-vos estatutos que ya no responden a la ley de 1995,aún vigente. El crecimiento y aumento de la com-plejidad de la educación superior pública y privadaes inevitable y preocupante, salvo que se encareuna política decidida a planificarla, lo cual no de-be ser conflictivo con la autonomía, que tiene ran-go constitucional. Pero hay que sostener el papelprincipal de Estado, la gratuidad real de la educa-ción de grado en las sedes centrales y subsedes delas instituciones públicas, vincular las institucionessuperiores con la producción y el conjunto de lavida nacional y local, erradicando una autonomíaperdida en la lógica del mercado. El Gobierno estáa tiempo de cambiar la legislación y de tomar lasriendas de la construcción del sistema de educa-ción superior que están demandando la cultura, lasociedad y la economía argentinas.

Las luchas encabezadas por lostrabajadores de la educaciónevitaron que se completara laprivatización del sistema escolar,como ocurrió en Chile concatastróficas consecuencias.

Treinta años de luchas

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Martes 10 de diciembre de 2013

19PáginaI12

Por Pedro Saborido

Escuché muchas veces, aunque no me animo asuscribirlo, que la palabra, en los tiempos enque está prohibida o censurada, puede adqui-

rir las más elegantes formas para sortear ese encie-rro.

Supongo que con el humor, en 30 años de demo-cracia, pudo haber pasado algo parecido. Dicho es-to, con la aclaración de que esa primera idea puedeaparecer cuando uno habla del humor en democra-cia, que es la relación entre el humor y el poder, elhumor y los que gobiernan, es algo más cercano alo que se denomina comúnmente “humor político”.

Mientras en tiempos de dictadura los humoristasjuguetean con metáforas, guiños, sobreentendidos ytodo tipo de gambeta a la censura y al castigo, bus-cando la complicidad del público, una vez instaladala libertad de expresión, el humor con respecto alpoder se hace más directo y puede ir desde lo sofis-ticado a lo elemental.

Mientras Tato desbordaba de surrealismo alusivo,CQC plantaba a sus noteros a hablarles en la cara,a burlarse en persona, llevando esa burla en repre-sentación de toda una audiencia.

Y si antes el humor político quedaba en manos deespecialistas (Tato, por ejemplo, cuya carrera tele-visiva se basó casi exclusivamente en esta marca),con treinta años de democracia al humor políticolo puede ejercer desde un fino humorista hasta elmás básico contador de chistes.

El humor, tanto el político como el que se basaen otros aspectos de la vida, desborda, como des-borda la palabra, después de la dictadura.

Y en el primer agite de la democracia recién es-trenada se esparce por todos lados, empieza a hacerparte de todo.

Sin embargo, durante los años de Alfonsín, to-davía, en cuanto al humor político, persiste el res-peto y lo institucional. Todavía hay elegancia o

recato en cuanto al humor político.Quizá fue Menem, cuya ruptura del protocolo, sus

modos campechanos y cierto pintoresquismo entreexótico y grotesco, quien contribuyó a ese clima endonde el humor político dejó de ser sólo la miradapunzante, el análisis y la ironía justa para sumar lacaricatura primitiva, la imitación y el brochazogrueso sobre los personajes de la agenda política.

Por supuesto que los propios políticos ampliaronel rango del humor. Hacia finales de los ‘80 empe-zaron a habitar no sólo programas políticos sinotambién shows televisivos, programas cómicos y to-do tipo de experiencias mediáticas, lo que los con-virtió en personajes de la tele: ya no tenía que serhumor político, sino humor con políticos.

Esa distancia que desapareció entre el político yel ciudadano, ese pedestal, esa pompa y solemnidadde la que se alejó el político y el funcionario, paramostrarse como “uno más”, como “uno que hablacomo vos” y que compartía un sillón con Neustadt,con Mirtha, con Susana o con una barra con Cala-bró, permitió la aparición de un humor políticomás directo.

Pero el humor en democracia no es sólo la rela-ción del humor y el gobierno. Es también el humorque se planta en otros rubros de la vida. Y desde elhumor picaresco hasta el costumbrista, el humorsiempre fue una de las primeras avanzadas sobre loscambios culturales.

El hecho de pensar que ver una mujer desnuda en

cine podía conectarse automáticamente con unapelícula de Olmedo y Porcel hace suponer que elhumor fue siempre uno de los lugares donde se en-saya aquello que luego será costumbre. Desde la iro-nía, las formas de hablar, las puteadas, la pérdida delas formalidades, son muchos los avances que en-cuentran en el humor un lugar de ensayo.

Y así como la metáfora puede perderse cuando nohay censura, el “humor profesional” se desdibujacuando se lo practica en otros ámbitos. Si habláramosexclusivamente de medios, podemos ver hasta en laforma de escribir de muchos columnistas, en la mane-ra en que, por ejemplo, PáginaI12 titula una noticia.Pero también en esos conductores de noticieros quehacen bromas, en los conductores de televisión quedejaron de ser espectros sonrientes de esmoquin, paraser tipos con chispa, transgresión, cancheros e infor-males, tipos “como vos”, en los técnicos de fútbol, yhasta en los mismos políticos, muchos de los cuales sedestacan por su humor, sus ironías hacia el adversa-rio, sus formas piolas y cancheras.

Es decir, al humor en los medios lo empezaron aejercer todos, o casi todos. Ya no es patrimonio ex-clusivo del humorista. Y de la misma forma, con laaparición de las redes sociales, el humor también seejerce de otra manera. Aquel que era humorista enun asado o en una mesa de café, ahora podrá com-partir su destreza con miles de personas que ni si-quiera conoce.

No creo que haya pasado con el humor algo de-masiado distinto de lo que pasó con la palabra engeneral. Caruso Lombardi o Longobardi pueden ha-cer un chiste de la misma manera que cualquier hu-morista lo hace. Un programa de espectáculos pue-de ser también un programa hecho con humor. Unpolítico puede también ser gracioso o irónico en susobservaciones.

En 30 años se sigue deshaciendo la exclusividadde los humoristas.

No me parece nada mal.

La democratización del chiste

Al humor en los medios loempezaron a ejercer todos, ocasi todos. Ya no es patrimonioexclusivo del humorista.

HUMOR

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30 AÑOS DE DEMOCRACIA ■■■■

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MEDIOS Y LIBERTAD DE EXPRESIÓN

Por Damián Loreti

Preguntarse qué pasó en estos treinta años de de-mocracia en materia de derechos vinculadoscon la expresión, la información y la comunica-

ción implica analizar las acciones y omisiones de ac-tores estatales y no estatales. Un brevísimo repasonos coloca frente a una línea de tiempo que comienzaen 1984 con la derogación del Código Penal de ladictadura, el fin de la censura cinematográfica y la ra-tificación de la Convención Americana sobre Dere-chos Humanos. A ello se sumó la intervención deldirectorio militar del Comfer por funcionarios políti-cos y la suspensión del plan de concursos elaboradopor las juntas militares para controlar los medios du-rante los siguientes 20 años.

Poco después llegaría el proyecto de radiodifusióndel Consejo para la Consolidación de la Democra-cia junto con el surgimiento de las FM comunita-rias –y el combate para mantenerlas abiertas–. Co-mo contracara de este fervor democrático, es nece-sario recordar el encarcelamiento de Daniel Lupa yotros periodistas por orden del Poder Ejecutivo, sincausa judicial. Este dato también nos permite,treinta años más tarde, comprender la magnitud delos avances alcanzados.

A fines de la década del ‘80 crece el desarrollo de laindustria del cable, aparecen las señales satelitales y,tras la llegada de Carlos Menem al gobierno, se pro-mueve la privatización de los canales a manos de losprincipales editores de medios gráficos de la Argenti-na: el Grupo Clarín y Editorial Atlántida. De estamanera, se admiten por primera vez los conglomera-dos mediáticos y la propiedad cruzada.

En 1992 Horacio Verbitsky fue condenado por des-acato y su denuncia en la Comisión Interamericana

de Derechos Humanos terminó con un acuerdo desolución amistosa que derogó esta figura. El PoderEjecutivo promovió como respuesta inmediata unconjunto de “leyes mordaza” que desembocaron ennuevas denuncias ante la CIDH. Como resultado, laComisión emite un informe que ilustrará posterioresprocesos de despenalización en el continente.

Nada de esto alcanzó para evitar los asesinatos deJosé Luis Cabezas y Mario Bonino, mientras arrecia-ban los juicios por calumnias e injurias contra perio-distas y se anunciaba desde el gobierno la “ley del pa-lo contra los delincuentes periodísticos”. Mientrastanto, las modificaciones a la ley de radiodifusión dela dictadura por decreto de necesidad y urgencia au-mentaron la capacidad de concentración de los gru-pos mediáticos en un 600 por ciento en una sola no-

che. En Canal 7 se cortan manzanas; en Radio Na-cional se rifan los archivos.

Con la reforma constitucional de 1994 se incorpo-raron los tratados internacionales de Derechos Hu-manos y el ejercicio del derecho de rectificación fueavalado por los tribunales. También se reconoció ju-dicialmente por primera vez el derecho de acceso a lainformación en el caso Tiscornia. No obstante,Eduardo Kimel –el periodista que investigó y sacó ala luz los hechos del caso– es sometido a una torturajudicial de una década, para terminar condenado a

prisión por su relato de la Masacre de San Patricio. Sobre el fin de la década, las radios ya se cuentan

por miles, pero hacen falta recursos de amparo parafrenar los decomisos de las emisoras no comerciales.A la vez, los derechos de televisación del fútbol seconcentran y las pymes del cable se convierten enciudadanos de segunda frente al fútbol de primera.

Las jornadas del 19 y 20 de diciembre encontraronal gobierno de De la Rúa usando sus últimos reflejospara intentar prohibir las transmisiones en vivo delos noticieros desde la Plaza de Mayo y las principalesciudades del interior. No lo logró: las cámaras regis-traron la brutal represión que dejó más de treintamuertos en todo el país.

Ya en 2003, junto con una serie de políticas desti-nadas a transparentar la administración pública, Nés-tor Kirchner firmó el decreto 1172, la primera normaque garantizó el acceso a la información producidapor el Poder Ejecutivo. Más tarde se prohibirán las le-yes secretas y se ordenará desclasificar las anteriores.

En 2004 la Coalición por una Radiodifusión De-mocrática propuso sus 21 puntos para una nueva leyde medios audiovisuales. Son años de acelerada recu-peración de derechos para los trabajadores de la co-municación, como parte del proceso general de creci-miento del empleo y la protección social: se restauranlos derechos de los canillitas limitando la capacidadde exclusión contra las publicaciones más pequeñas yse reconocen los derechos de imagen de los actores.

Ya con Cristina Fernández en la presidencia sedespenalizaron las calumnias e injurias siguiendo elmandato de la Corte Interamericana en el caso Ki-mel y reconociendo la responsabilidad estatal por laviolación de los derechos humanos del periodista.Avanzan en paralelo la declaración de interés públi-co de la producción del papel para periódicos y losforos para debatir el primer proyecto de Ley de Ser-vicios de Comunicación Audiovisual. El procesodura más de seis meses, participan personas y enti-dades en todo el país y el texto final se aprueba poramplia mayoría en ambas cámaras. Cuatro años des-pués, las audiencias ante la Corte Suprema vuelvena dar lugar a una discusión sin precedentes sobrequé debe hacer el Estado en materia de libertad deexpresión, con los actores sociales en el Palacio deTribunales y en la calle.

La perspectiva de aplicación integral y simétricade la LSCA es hoy un desafío central, junto con laentrada en vigencia de las no tan conocidas leyes deacceso a la web para personas con discapacidad y deacceso a la información de los repositorios de inves-tigación científica. Muchas cosas quedan fuera dellistado y otras tantas por hacer: ley de acceso, cláu-sula de conciencia, leyes de publicidad oficial y desubsidio al pluralismo, la expansión de la TDT y laTDA. Pero alcanza con mirar a uno y otro lado dela línea de tiempo –o con encender la televisión yencontrarse con Pakapaka, Encuentro o TecnópolisTV– para reconocer que las cosas han cambiado enel sentido correcto.

Del Estado a lascorporaciones

La perspectiva de aplicaciónintegral y simétrica de la LSCAes hoy un desafío central.