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La Noche de Pascua Rodrigo García Monge, S.J. A través del análisis del relato presentado por el Éxodo de la salida de Egipto y Paso del Mar, se manifiesta la pedagogía de Dios que lleva a su pueblo, Israel, a los creyentes, a experimentar su libertad. Con todo, este camino no es lineal, sino que se ve obstaculizado por el temor, la desconfianza, la oscuridad, la muerte. Sin embargo, contra toda desesperanza, la mano de Dios sigue acompañándonos en esta experiencia de pascua, que es nuestra historia, para desde ella regalarnos vida plena. Aunque estrictamente la “Noche Pascual” es la noche de la décima plaga, del paso del ángel exterminador por Egipto, la tradición ha interpretado la escena junto al “Mar de las Cañas” como pascual. También en ella hay un paso, de un lado al otro del agua, de la noche de la esclavitud a la mañana de la libertad. Hay un pasar de la vida a la muerte, de la muerte a la vida, nacimiento a través de la muerte de esta vida a la vida más plena en Dios. Como señala Juan: “Antes de la fiesta de la Pascua (es decir, del paso), sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo” (Jn 1,31). Todos podemos reconocernos de algún modo en este relato. Como señala Mercedes Navarro: “Éxodo es un relato que narra un nacimiento, dato típicamente humano. Y lo narra en un paradigma que reproduce el esquema básico de la biografía humana: salir–atravesar–entrar. El ser humano va haciendo su vida según este sencillo esquema espacial, simbólico, que se repite continuamente y que, a menudo, se invierte (entrar–pasar a través de–salir): al nacer, el ser humano sale del vientre de su madre. Atraviesa la vida y entra en la muerte. O, a la inversa: entra en la vida (nace), la atraviesa (vive) y sale (muere). El grupo de hebreos que había en Egipto, según el Éxodo, nace como pueblo en el paso del Mar. Para contarlo utiliza un paradigma simbólico antropológico: sale de Egipto, atraviesa el Mar y entra en el desierto” 1 . El texto del Paso del Mar es complejo, uno de los ejemplos clásicos de ‘distinción de fuentes’ de la exégesis histórico- crítica 2 . De cada relato ya se podría estudiar los símbolos usados. 1 NAVARRO, M.: “El libro del Éxodo”, Reseña Bíblica 9 (1996) 23. 2 A partir del doble relato del milagro del mar en Ex. 14,21 y las tensiones que allí se originan: por una parte, separación del mar y

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PAGE 4La Noche de Pascua

La Noche de Pascua

Rodrigo Garca Monge, S.J.

A travs del anlisis del relato presentado por el xodo de la salida de Egipto y Paso del Mar, se manifiesta la pedagoga de Dios que lleva a su pueblo, Israel, a los creyentes, a experimentar su libertad. Con todo, este camino no es lineal, sino que se ve obstaculizado por el temor, la desconfianza, la oscuridad, la muerte. Sin embargo, contra toda desesperanza, la mano de Dios sigue acompandonos en esta experiencia de pascua, que es nuestra historia, para desde ella regalarnos vida plena.

Aunque estrictamente la Noche Pascual es la noche de la dcima plaga, del paso del ngel exterminador por Egipto, la tradicin ha interpretado la escena junto al Mar de las Caas como pascual. Tambin en ella hay un paso, de un lado al otro del agua, de la noche de la esclavitud a la maana de la libertad. Hay un pasar de la vida a la muerte, de la muerte a la vida, nacimiento a travs de la muerte de esta vida a la vida ms plena en Dios. Como seala Juan: Antes de la fiesta de la Pascua (es decir, del paso), sabiendo Jess que haba llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los am hasta el extremo (Jn1,31). Todos podemos reconocernos de algn modo en este relato. Como seala Mercedes Navarro:

xodo es un relato que narra un nacimiento, dato tpicamente humano. Y lo narra en un paradigma que reproduce el esquema bsico de la biografa humana: saliratravesarentrar. El ser humano va haciendo su vida segn este sencillo esquema espacial, simblico, que se repite continuamente y que, a menudo, se invierte (entrarpasar a travs desalir): al nacer, el ser humano sale del vientre de su madre. Atraviesa la vida y entra en la muerte. O, a la inversa: entra en la vida (nace), la atraviesa (vive) y sale (muere). El grupo de hebreos que haba en Egipto, segn el xodo, nace como pueblo en el paso del Mar. Para contarlo utiliza un paradigma simblico antropolgico: sale de Egipto, atraviesa el Mar y entra en el desierto.

El texto del Paso del Mar es complejo, uno de los ejemplos clsicos de distincin de fuentes de la exgesis histrico-crtica. De cada relato ya se podra estudiar los smbolos usados. Pero es preferible analizar el relato en su textura final. Supuesta la lectura del pasaje (Ex 13,1714,31) voy a analizar algunos puntos que me parecen ms relevantes.

Dios no los llev por el camino ms corto

Se nos ensea, en geometra plana, que el camino ms corto entre dos puntos es la lnea recta. El problema es que la geometra euclidiana, plana, no funciona en la realidad, sino slo al interior de sus propios postulados. En un mapa se puede calcular la distancia en lnea recta, pero sobre el terreno la cosa cambia. Para llegar a la meta, se hace necesario retroceder, volver a partir, hacer rodeos, detenerse, explorar, etc. As es la vida. Para llegar desde la esclavitud a la total entrega, a la experiencia plena de la libertad de Dios, hay que andar y desandar el camino (los discpulos de Emas tuvieron que hacer un largo recorrido para llegar a Jerusaln: caminar cansados y desanimados, acompaados por un forastero desconocido y perdido, hasta descubrir, al final, lo que haba estado ocurriendo: que era Jess quien los acompaaba, que, decididos a abandonarlo, l mismo los estaba yendo a dejar a la casa. Recin entonces estuvieron capacitados para integrar la comunidad de los discpulos, de los que creen que Jess est vivo, se nos aparece en el camino de la vida, nos explica las Escrituras y parte el pan para nosotros). La pedagoga de Dios, la maduracin en la vida, no va por el camino ms corto, sino por los caminos que permiten experimentar progresivamente la libertad hasta hacer de un (pueblo) esclavo un sujeto capaz de libertad.

No sea que, al verse atacado, se arrepienta el pueblo y se vuelva a Egipto

Estamos al final de la ltima plaga, la definitiva. Podemos decir que el pueblo ya es libre. Aun as, Dios es consciente de que puede haber conflicto, dificultad. Si hay que combatir, si se ven atacados, dice Dios. El pueblo se ha decidido a partir, a vivir en libertad, a poner los medios para que Dios acte en medio de l. Con todo, parece que eso no basta, en el sentido de que no hay ninguna garanta infalible de que esa libertad se conserve intacta. La libertad es algo que viene de Dios, pero no una cosa, sino un dinamismo complejo que pone en movimiento la responsabilidad. Hay que caminar y asumir el riesgo que implica el elegir a Dios, elegir la vida. Elegir implica siempre renunciar. Partir donde Dios nos lleva nos obliga a dejar algo. Para que nazca algo, otra cosa debe morir y dar fruto. Es algo que no queremos dejar, algo que nos atenaza y nos impide, por su parte, partir. Los egipcios persiguen al pueblo libre, es decir, nuestra historia siempre nos acompaa y no siempre su recuerdo, su presencia, consciente o inconsciente, es fuente de vida ni esperanza. Parece que el narrador quisiera advertir al lector, advertirnos, sobre la presencia de la lucha tambin despus de una primera liberacin, de la tentacin de regresar a un pasado imposible que aparece como falsa solucin a la inseguridad de comprometer la libertad arriesgando todo lo que se tiene.

Jess tambin habla de esta lucha cuando se refiere a la casa edificada sobre roca: no se trata de la casa que no es nunca golpeada por el viento y la tormenta, sino que, golpeada, como todas, por la dificultad, resiste por la calidad de sus cimientos. Lo mismo ocurre en la parbola del sembrador: la semilla que cae entre las piedras corresponde a quienes reciben la palabra con alegra, pero en la hora de la dificultad y la prueba, sucumben y abandonan el mensaje del Evangelio. Quien, por el contrario, da fruto abundante, tambin ha sufrido la inclemencia del sol, tambin ha enfrentado la dificultad, y la ha superado, no ha sido derrotado en ella.

Acaso no haba tumbas en Egipto?

Israel sale de Egipto con la conciencia clara de la victoria: la noche anterior han muerto todos los primognitos de Egipto, slo se han salvado los hebreos. Adems, han despojado a sus enemigos de sus riquezas. El contraste entre la victoria de los esclavos y la derrota de quienes los opriman es radical.

Sin embargo, el narrador nos advierte de que las cosas no sern tan simples, porque Faran, una vez ms, ha decidido perseguir a Israel. De esto, Israel, en cambio, no sabe nada: va de la mano de Moiss, confiando en que Dios ya ha hecho todo lo que era necesario. Estn de fiesta. Como en nuestra vida, cuando confiamos en que todo est resuelto porque Dios ha actuado y Dios es poderoso, en un determinado momento los hebreos se vuelven a mirar atrs y descubren el peligro, descubren que la intervencin de Dios, que la fe en Dios no son un conjuro contra el peligro que nos acecha, no nos hacen invulnerables al mal que nos ataca tanto desde fuera como desde dentro de nuestras vidas. Comienza la primera murmuracin (Ex 14,11-12):

Acaso no haba sepulturas en Egipto para que nos hayas trado a morir en el desierto? Qu has hecho con nosotros sacndonos de Egipto? No te dijimos claramente en Egipto: Djanos en paz, queremos servir a los egipcios? Porque mejor nos es servir a los egipcios que morir en el desierto.

Podemos imaginarnos lo que se decan: no fuimos razonables, era mejor quedarnos all, entregumonos a quienes nos persiguen; demos la pelea hasta morir todos, si Moiss es slo un agente divino para acelerar nuestra desgracia, si Dios nos trajo para morir aqu, si quiere destruirnos, dmosle en el gusto; propongo que nos entreguemos, los egipcios nos necesitan para trabajar y nos perdonarn la vida.

Veamos en qu situacin se encuentran: est oscureciendo, estn delante del mar, que es la muerte, un suicidio (el mar simboliza el regreso el caos original de antes de la creacin, volver a la confusin, la oscuridad, el sin sentido). Atrs estn los egipcios, que significan volver a la esclavitud o entregarse directamente a la muerte. La vida se vuelve imposible, no se puede avanzar ni retroceder. Lo mejor sera que los tragara la tierra. Pero eso no ocurre. La experiencia de la muerte, apenas lograda la liberacin, se presenta y mueve a la desesperanza: parece que Dios no calcul bien, que Dios se olvid de nosotros, Dios se distrajo, Dios tiene mucho que hacer y ya hizo por nosotros todo lo que poda y deba hacer, ahora es la hora de los dioses de Egipto. O bien, simple y trgicamente, Dios nos quiere matar. Dan ganas de regresar, las cadenas con las que miedo nos ata nos invitan a retroceder, a elegir la esclavitud de una vida mediocre, sin aceptar desafos, sin dar la pelea por la vida en abundancia. Surge la pregunta por el sentido de tanto esfuerzo que ahora parece intil: la cena pascual, con tanto rito, el equipaje, las despedidas, la sangre en las puertas, el despojo de los egipcios. Todo eso no vali nada porque todo terminar aqu en el mar. Si Dios nos sac de Egipto para morir en el desierto, todo fue una burla.

Volvamos al texto: Como estaba de noche, los israelitas no vieron nada. Slo saban que caminaban en direccin al mar. Sorprendentemente, no llegaban nunca a la orilla, no tocaban el suelo mojado del borde, sino que seguan y seguan caminando, para darse cuenta, a la maana siguiente, iluminados ya nuevamente por el sol, al mirar atrs, que haban cruzado el mar sin mojarse los pies, que haban pasado por la muerte sin ninguna herida. Que la muerte estaba flotando en el agua y ellos estaban vivos.

La respuesta al clamor

En Ex. 14,10 se narra que los israelitas, llenos de temor, clamaron a Yhwh y en 14,15 tenemos la respuesta divina a ese clamor: Por qu sigues clamando a m? Di a los israelitas que se pongan en marcha. Cmo responde Dios a la oracin que pide Su presencia, que clama liberacin de la muerte inminente? En otras palabras, cmo se produce el milagro? o, lo que es lo mismo, cmo se supera el miedo?

Tendemos a asociar un milagro con un prodigio que acontece en la naturaleza, inexplicable con nuestra razn, segn lo que conocemos como leyes naturales. Pero, en este relato, habra que preguntarse: el evento milagroso y sobrenatural no consiste ms bien en la respuesta del pueblo que en el prodigio de Dios? Que Dios, creador del universo y del pueblo, acte como lo hizo en la semana primordial de la creacin o en el diluvio, que ordene a Moiss lo correcto, que sepa todo lo que ocurre y tenga una palabra eficaz, que escuche, como antes, el clamor de su pueblo amenazado es eso un milagro? Que Dios se acerque al hombre necesitado, a eso llamamos milagro? O, lo que la mayora de la gente considera milagroso, que Dios venga a hacer lo que el hombre quiere. De eso nos habla el relato?

La pascua propiamente tal, el paso de una situacin a otra, se manifiesta en la accin de Dios quien, a travs de Moiss, invita a caminar hacia adelante. Mirar hacia atrs, como la mujer de Lot, paraliza. Caminar, avanzar, aunque no se sepa cmo, escuchando la voz de Dios y obedecindole, aunque no se vea nada, es la salvacin. Es interesante notar que en este relato, cuando hablan los israelitas, o los egipcios, usan el tiempo pasado, mientras que Moiss y el Seor usan tiempos referidos al futuro (futuro o imperativo...). La salvacin nos sale al encuentro desde el porvenir de Dios.

Ms parece entonces que aqu el milagro consiste en el hecho de que el pueblo se decide a hacer la voluntad de Dios, contra toda evidencia. La palabra que Dios da a Moiss no habla en primer lugar de prodigio. Se trata de una orden: Di a los israelitas que se pongan en marcha. El paso de la muerte a la vida, del temor a la confianza, del desconocimiento al reconocimiento y la alabanza supone caminar, desplazarse, de noche, sin ms certeza que la de la fe. Al que se atreve a caminar se le abre un camino seco en medio del mar. Para el que no se atreve (lo mismo que para el que camina contra la palabra de Dios, en este caso Egipto), siempre estar delante el agua, es decir, la muerte. El que quiere cuidar su vida, la pierde, el que la pierde, se la recupera, la recibe de vuelta, multiplicada. Para salir del temor es necesario arriesgarlo todo, poner todo en las manos de Dios, sabiendo que nada ha escapado de Sus manos, de Su visin, que incluso nuestro fracaso y aparente destruccin forman parte del camino que l recorre con nosotros en la historia, en la vida. Dios no realiza milagros por fuera de nuestra vida y nuestra libertad, sino que acta desde dentro de ella, desde dentro de la historia, para salvarnos.

Conocer o no conocer

Segn el relato, en su forma final, un asunto clave es el del conocimiento. El lector est informado de todo lo que ocurre. Israel, en cambio, no. Lo que provoca el temor de Israel es justamente que no sabe lo que est pasando. No sabe que la presencia de Faran y su ejrcito forman parte del plan de Dios. El obstculo al plan del pueblo crea una tensin dramtica fuerte. No es slo la presencia del enemigo la que mata, sino el temor, la desconfianza. Cmo superar Israel su miedo, su crisis? Confiando, caminando, atravesando el mar, que no ve. Creyendo que, aunque no sabe ni ve, Dios s sabe, s ve lo que pasa, y actuar, acta, para salvar Su obra, para cumplir Su palabra, para llevar a trmino lo que l mismo ha comenzado en Israel. Entrar en el mar, caminar hacia el mar, es volver al diluvio, que todo lo destruy; es regresar al caos original, antes de que las aguas se abrieran, dejando el suelo seco para que habitara el hombre, imagen y semejanza de Dios, es nacer a la libertad a travs de la muerte a la esclavitud o a toda seguridad que no provenga de Dios mismo. La salvacin de Israel viene precisamente de que camina hacia su propio abismo. Y all, en la fe, no se mojan sus pies (mientras que Faran, fuera de la fe, camina en la misma direccin y encuentra la muerte). Ms all, ms ac, del abismo, en el mismo abismo, en la decisin de caminar por l, est Dios, que garantiza que la vida no se pierde, que lo nico que se puede perder en esta pascua es lo que no vale la pena, lo finito, lo pasajero, mientras que lo verdadero, lo divino, no nos puede ser de ninguna manera quitado. Y si la Escritura toca este tema (tambin aparece en los relatos de vocacin: Ex 3,19: Ya s que faran no los dejar ir sino forzado por mano poderosa), lo que nos quiere decir es que cuando la desolacin, la desesperanza, las heridas, el dolor, la desconfianza, el miedo, la angustia y la muerte, toquen nuestra vida, y no veamos ya qu hacer, entonces no hemos de olvidar que cuando partimos, llenos de entusiasmo, de consuelo, de fuerza, confirmados fuertemente por la presencia clida del Espritu Santo, Dios ya saba las dificultades que enfrentaramos, ya saba del temor que viviramos, las ganas de regresar, de renunciar, de dejarlo todo para volver atrs. Somos nosotros los que tenemos que convencernos de que en esta experiencia pascual sigue siendo posible encontrar el verdadero rostro de Dios, que no nos salva ni doblegndonos, ni mgicamente (desde fuera) ni anglicamente (de una vez para siempre), sino caminando con nosotros, como Jess con los discpulos de Emas. Todo lo que vivamos est dentro de este camino, porque Dios ha querido morir con nosotros si es necesario, para llenarnos de vida, para llamarnos, desde dentro del sepulcro, a la vida plena.

El reconocimiento de Yhwh Al final el narrador nos comunica que Egipto finalmente reconoce a Yhwh como el Dios contra el cual estn luchando (Ex 14, 25b: Y exclamaron los egipcios: Huyamos ante Israel, porque Yhwh pelea por ellos contra los egipcios.). Esto ya haba sido anunciado (Ex 7,5: Y los egipcios reconocern que yo soy Yhwh, cuando extienda mi mano sobre Egipto y saque de en medio de ellos a los hijos de Israel). Segn los profetas Ezequiel y Jeremas, los signos y palabras de los profetas no lograron la conversin de Israel, el reconocimiento de Yhwh como su nico Dios. Esto slo aconteci en el exilio. A partir de esta idea, cuando en el relato del Mar se habla de Egipto, en realidad se est hablando de Israel rebelde a Dios, cobarde, volcado hacia un pasado que le proporciona falsa seguridad. El reconocimiento de Dios se vuelve un evento final, porque slo ocurre en la propia condena, en la propia muerte. Esta palabra de juicio y castigo se vuelve palabra de esperanza, porque el Dios que se revela en el fracaso de los propios proyectos, en la ruina de quien ha puesto su confianza en la autojustificacin que no puede asegurar la vida y que sobrevive quitando la vida a los dems, es el mismo Dios que quiere librar de esa inseguridad, de esa esclavitud, de esa muerte. Del mismo Israel de duro corazn, que ha sido identificado con Egipto, puede decirse que en su ruina ha reconocido la voz de Dios que siempre invita a poner la confianza absoluta en l y caminar por Sus caminos hacia la otra orilla, hacia la luz y la vida. Tambin para los extraviados y perdidos, con corazn de piedra, hay aqu una palabra de esperanza, un llamado a confiar, en la noche de la fe, en la presencia de un Dios que sale al encuentro para salvar y slo para esto.

Navarro, M.: El libro del xodo, Resea Bblica 9 (1996) 23.

A partir del doble relato del milagro del mar en Ex. 14,21 y las tensiones que all se originan: por una parte, separacin del mar y marcha entre murallas de agua, y por otra, viento que seca el mar y los egipcios que instalan su campamento en el lecho seco, para verse luego atrapados por el agua que regresa a su sitio.