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SUSTANCIA Y MÉTODO EN EL PENSAMIENTO DE LEOPOLDO ZEA Charles A. HALE Universidad de Iowa UNO DE LOS HECHOS más significativos en la historiografía mexicana de los últimos veinticinco años, es el desarrollo del género conocido como "Historia de las Ideas". # Los orígenes de este movimiento se encuentran ya en 1925, cuando el his- toricismo alemán y la filosofía existencialista se introdujeron en México a través de las ideas de José Ortega y Gasset. Pero el impulso más reciente proviene del Seminario de Historia de las Ideas iniciado en El Colegio de México y en la Uni- versidad Nacional Autónoma de México por el filósofo espa- ñol transterrado José Gaos. Grande ha sido la influencia de Gaos; y es necesario advertirlo, pues la historia de las ideas en México ha sido dominada, hasta la actualidad, por sus discípulos y allegados —autores como Leopoldo Zea y Luis Villoro, entre los primeros, y Edmundo O'Gorman, entre los segundos. 1 La importancia de este hecho, ampliamente reconocida en México, no se ha apreciado lo suficiente en el extran- jero, particularmente en los Estados Unidos de América, * Utilizamos en este ensayo el término Historia (con mayúscula) para designar a la historiografía o ciencia histórica; historia (con mi- núscula) para designar la realidad o hechos historiados [traductor]. I Esta afirmación no incluye a algunos de los estudiosos de las ideas políticas en especial, como lo es Jesús Reyes Heroles. Por otra parte, quiero hacer notar aquí mi agradecimiento a Josefina Vázquez de Knauth y a Andrés Lira González. A la primera por sus valiosas críticas y sugestiones; al segundo, por la sensitiva e imaginativa traduc- ción de este ensayo. 285

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SUSTANCIA Y MÉTODO E N EL PENSAMIENTO DE

LEOPOLDO ZEA Charles A . H A L E

Universidad de Iowa

U N O DE LOS HECHOS m á s significativos en la h i s tor iograf ía mexicana de los ú l t i m o s ve int ic inco años , es el desarrollo de l g é n e r o conocido como " H i s t o r i a de las Ideas " . # Los or ígenes de este m o v i m i e n t o se encuentran ya en 1925, cuando el his-tor ic i smo a l e m á n y la f i losof ía existencialista se i n t r o d u j e r o n en M é x i c o a través de las ideas de J o s é Ortega y Gasset. Pero el i m p u l s o m á s reciente proviene de l Seminario de H i s t o r i a de las Ideas in ic i ado en E l Colegio de M é x i c o y en la U n i ­vers idad N a c i o n a l A u t ó n o m a de M é x i c o por el f i lósofo espa­ñ o l transterrado J o s é Gaos. Grande ha sido la in f luenc ia de Gaos; y es necesario adver t i r lo , pues l a h i s tor ia de las ideas en M é x i c o h a sido dominada , hasta la actual idad, por sus d i s c í p u l o s y allegados —autores como Leopo ldo Zea y L u i s V i l l o r o , entre los pr imeros , y E d m u n d o O ' G o r m a n , entre los segundos. 1

L a i m p o r t a n c i a de este hecho, ampl i amente reconocida en M é x i c o , n o se ha apreciado l o suficiente en el extran­je ro , par t i cu la rmente en los Estados U n i d o s de A m é r i c a ,

* Utilizamos en este ensayo el término Historia (con mayúscula) para designar a la historiografía o ciencia histórica; historia (con m i ­núscula) para designar la realidad o hechos historiados [traductor].

I Esta af irmación no incluye a algunos de los estudiosos de las ideas políticas en especial, como lo es J e s ú s Reyes Heroles. Por otra parte, quiero hacer notar aqu í m i agradecimiento a Josefina Vázquez de K n a u t h y a Andrés L i r a González. A la primera por sus valiosas críticas y sugestiones; a l segundo, por la sensitiva e imaginativa traduc­ción de este ensayo.

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a ñ o s treintas, el mensaje de Ariel era algo viviente para el p r o p i o Ramos. 5 E n suma, el l i b r o de R o d ó , Ariel, ha expre­sado en cierta forma la r e a f i r m a c i ó n c u l t u r a l lat inoamericana de l presente siglo, pero ha planteado, al mismo t iempo, u n d i lema , a l descubrir la i d e n t i d a d la t inoamericana en valores espirituales, humanistas y ar i s tocrát icos , con el consiguiente rechazo del u t i l i t a r i s m o , e l a f á n de lucro , l a tecnolog ía y la m e d i o c r i d a d democrá t i ca . E l arielismo " h a supuesto o edif i­cado u n a v i r t u d , cerrando los ojos a l a crudeza del retraso e c o n ó m i c o " . 6

L e o p o l d o Zea n o se encuentra directamente en la t radi­c ión del pensamiento de R o d ó , pero ha heredado en buena parte l a p r o b l e m á t i c a planteada p o r éste. Como filósofo e h i s tor iador , Zea se dedica a la b ú s q u e d a de lo mexicano; esto es, a l a b ú s q u e d a de l o caracter ís t ico y esencial de la cu l tura mexicana, tratando de encontrar sus diferencias y propieda­des d e n t r o de "Occ idente " o c u l t u r a europeo-occidental, par t i cu la rmente con respecto a Estados Unidos . Asimismo, ha ex tendido su a tenc ión sobre toda A m é r i c a L a t i n a , para pre­sentar l o que p o d í a llamarse u n a f i losof ía de la his tor ia la t inoamericana . Zea comenzó a escribir en la d é c a d a de los cuarentas, cuando M é x i c o estaba p o s e í d o por l a fiebre de la m o d e r n i z a c i ó n , coincidencia c rono lóg i ca que no carece de interés .

Exis ten dos tendencias en e l pensamiento de Zea; ten­dencias que, bajo u n a aparente a r m o n í a , presentan u n con­f l i c t o : p o r u n a parte, habla Zea como l i b e r a l mexicano (o, m e j o r d icho, lo que él ha conceptuado como l i b e r a l mexi­cano de l XIX), in te rpre tando la h i s tor i a de M é x i c o , y m á s

5 Samuel Ramos, El perfil del hombre y la cultura en México^ 4? ed., México, 1963, p. 113. Se me ha informado que R o d ó continúa siendo u n autor cuya lectura es obligatoria en la Escuela Nacional Preparatoria en México.

6 R. P. Dore, "Some Comparisons of L a t i n America and Asian Studies w i t h Special Reference to Research on Japan", Social Science Research Council Items, 17 ( junio , 1963), p . 19.

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a ú n , la h i s tor ia la t inoamericana como u n esfuerzo progre­sivo tendiente a l a " e m a n c i p a c i ó n menta r ' , por el cual se t ra ta de apartar a l N u e v o M u n d o de las instituciones, de l a sociedad y, en especial, de los valores del r é g i m e n co lon ia l e s p a ñ o l . Por otra parte, Zea busca la i d e n t i d a d c u l t u r a l en l a rea l idad h i s tór ica ; y de esta manera se rebela contra el l i ­beral ismo y contra la F i lo so f í a I lus t rada de la his tor ia , que, seña la , h a n relegado a ciertos pueblos no "progresistas" y racialmente no europeos al " m a r g e n " de la his tor ia , a l mar­gen de l a h u m a n i d a d misma.

E l p r i m e r trabajo i m p o r t a n t e de Zea fue u n estudio sobre e l posit ivismo en M é x i c o , publ icado en dos v o l ú m e n e s en 1943-44.7 C o n esos v o l ú m e n e s , s e g ú n escribió, se in ic ió lo que é l l l ama u n a creciente " p r e o c u p a c i ó n por m i r e a l i d a d " ; u n a p r e o c u p a c i ó n est imulada por l a crisis de l a segunda Guerra M u n d i a l y por el desmoronamiento de las tradicionales rela­ciones culturales. Zea se encaró a l estudio del posit ivismo, n o para determinar f i losóf icamente el valor de sus pr inc ip ios , s ino para demostrar c ó m o fueron adaptados y usados en M é x i c o , i n t e n t a n d o destacar el carácter propiamente mex i ­cano del pos i t iv i smo: lo "c i rcunstanc ia l " , no lo universal de esta f i losof ía en M é x i c o . E l posit ivismo, así entendido , fue, s egún Zea, " l a e x p r e s i ó n de una rea l idad p r o p i a de la cir­cunstancia mex icana" , 8 o, m á s concretamente, la f i losof ía de u n determinado g r u p o : l a " b u r g u e s í a mexicana" . Los posi­tivistas mexicanos c o n t i n u a r o n el esfuerzo de los pr imeros liberales que actuaron bajo la d i recc ión ideo lóg ica de J o s é M a r í a L u i s M o r a , luchando por l a in tegrac ión de una clase media , la e d u c a c i ó n secular (laica) y la abo l i c ión de p r i v i ­legios corporativos. E l posit ivismo en manos de la clase media mexicana fue i n s t r u m e n t o para abo l i r "viejos h á b i t o s y cos­tumbres que la C o l o n i a h a b í a impuesto" , o, en otras pala-

7 Zea, El positivismo en México, México, 1943; Apogeo y decaden­cia del positivismo en México, México, 1944. Ambos trabajos se han vuelto a publicar recientemente en u n solo volumen (México, 1968) .

8 El positivismo... (1968), p. 38.

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bras, el medio para lograr l a e m a n c i p a c i ó n menta l . 9 E n su l i b r o Dos etapas del pensamiento en Hispanoamérica (1949), Zea presenta el mismo tema, e x t e n d i é n d o l o a varios pa í ses hispanoamericanos y sin presentar variedades nacionales es­pecí f icas . L a h ipótes i s presentada en la in terpre tac ión de M é x i c o se generaliza a q u í para L a t i n o a m é r i c a .

N o por esta in te rpre tac ión del posit ivismo, en el que se apoyaron quienes actuaron bajo el r é g i m e n de Díaz , debe­mos entender a Zea como apologista del Por f i r i a to ; el posi­t iv i smo en M é x i c o según Zea fue una ideo log í a de la bur­g u e s í a mexicana que buscaba el orden de spués de haber u t i l i z ado el pensamiento francés enciclopedista y el l ibera­l i smo en u n a pr imera etapa combativa.10 E n este sentido, el pos i t iv i smo const i tuyó la ju s t i f i cac ión necesaria para hacen­dados y especuladores, pues p e r m i t i ó explicar, por sus exi­gencias de "amor", orden y progreso (el lema " a m o r " es una i n n o v a c i ó n mexicana al posi t ivismo f r a n c é s ) , el acercamien­to de la b u r g u e s í a a sus enemigos tradicionales, los grupos pr ivi legiados , clero y m i l i c i a . L a b u r g u e s í a fracasó en sus afanes emancipadores; este fracaso de la b u r g u e s í a nacional se conf i rma a la larga, durante el Por f i r i a to , por el hecho de haber sucumbido como independiente y activa para llegar a ser la servidora de l a gran b u r g u e s í a occidental , que explo­taba impunemente la r iqueza n a t u r a l de M é x i c o . L a situa­c i ó n argentina, según Zea, fue s i m i l a r . 1 1

Fue precisamente la R e v o l u c i ó n de 1910 la que d io las "bases para realizar los fracasados ideales de la b u r g u e s í a p o r f i r i s t a " . 1 2 L a R e v o l u c i ó n , dice Zea, creó el " e sp í r i tu mes­t i z o " y p r o d u j o , a l mi smo t i empo , u n a " a u t é n t i c a b u r g u e s í a n a c i o n a l " que logró organizar la e c o n o m í a para servir a los

9 Id. " P r ó l o g o " a El positivismo... en la edición de 1953. Desgracia­damente este interesante y revelador conjunto de afirmaciones fue omi­t ido en la edición de 1968.

10 Id., El positivismo... (1968), pp . 46-47. 1 1 Id. Dos etapas del pensamiento en Hispanoamérica. México, 1949,

p. 281. 12 Id., El Occidente y la conciencia de México. México, 1953, p . 72.

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intereses nacionales en lugar de servir a los intereses extran­jeros. Zea s e ñ a l a que el posit ivismo no sucumbe en 1910, pues t iene i m p o r t a n c i a en la ac tua l idad . 1 3 E l concepto de " l a c u l t u r a mestiza" que se desprende de esta interpreta­c ión de l a R e v o l u c i ó n , se encuentra, s egún Zea, ya en el siglo XIX. E n El Occidente y al conciencia de México (1953) , l a lucha por la e m a n c i p a c i ó n m e n t a l se presenta

como la lucha entre los "mestizos l iberales" y los "cr io l los conservadores"; habla a q u í de una b u r g u e s í a mestiza en el p e r í o d o de D í a z , pero los ideales de los mestizos, l ibera l i smo y progreso económico , según Zea, só lo se real izan a p a r t i r de 1940: los m á s remotos lugares del p a í s es tán siendo invadidos desde entonces, por u n a " f e b r i l ac t iv idad mestiza" que trans­f o r m a l a e c o n o m í a y viene destruyendo las reminiscencias y h á b i t o s tradicionales de la Colonia . Mes t i zac ión es enton­ces para Zea equivalente a nac iona l i zac ión é tn ica y c u l t u r a l ; es t a m b i é n equivalente de m o d e r n i z a c i ó n económica .

A l esfuerzo por l a e m a n c i p a c i ó n m e n t a l se ha presentado resistencia n o sólo desde el i n t e r i o r de cada rea l idad nacio­n a l , p o r los grupos privi legiados e inst i tuciones heredadas; t a m b i é n desde fuera se presenta resistencia. Esta opos i c ión ext ran jera proviene, s egún Zea, del moderno colonial i smo oc­c identa l , de l a b u r g u e s í a europea y norteamericana que trata de mantener la s u p r e m a c í a m u n d i a l , a l i á n d o s e a las fuerzas reaccionarias y a los grupos privi legiados de los pa í se s l a t ino­americanos, para i m p e d i r el logro del progreso l ibe ra l . Este a rgumento f a m i l i a r en nuestros d ías , presentado en diversos escritos p o r A r n o l d J. Toynbee , ha conducido a Zea a iden­t i f i car e l esfuerzo que se realiza en L a t i n o a m é r i c a con el de otros pa í se s n o occidentales de As ia y Áfr ica . E l nuevo na­cional i smo es, entonces, algo m á s que la mera reacc ión con­t r a Occidente ; es u n esfuerzo para realizar l a " a u t é n t i c a un iver sa l i zac ión de esa cu l tura [occ identa l ] " . 1 4

1 3 I d . , El positivismo... (1953), pp . 9-10. I4 Id., América en la historia... México, 1957, p. 91; véase también

La filosofía como compromiso, México, 1952, p. 36; Occidente..., pp. 42-44.

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JUNTO con el esfuerzo por l a m o d e r n i z a c i ó n encontramos l a b ú s q u e d a de la i d e n t i d a d c u l t u r a l ; o como dice Zea:

L a p r e g u n t a p o r e l ser mexicano, n o es sino u n p r e g u n t a r p o r la j u s t i f i c a c i ó n f i losóf ica o r ac iona l de ese nues tro perma­nente e m p e ñ o e n mantenernos como i n d i v i d u o s c u l t u r a l e s . 1 5

Examinemos de cerca este segundo p u n t o . L a b ú s q u e d a de una o n t o l o g í a c u l t u r a l debe presentarse como algo s imi­lar a la d e m o s t r a c i ó n de Zea en el sentido de que el posit i-vismo fue adaptado a la circunstancia mexicana. E n verdad, se i m p o n e entonces u n rechazo necesario a los valores del posit ivismo, a u n en su f o r m a "mexicanizada" . Este rechazo es el producto de la R e v o l u c i ó n Mexicana. Zea sostuvo en u n p r i n c i p i o que la " a u t é n t i c a " revo luc ión fue u n a r e b e l i ó n de las masas i n d í g e n a s no inspirada en teorías europeas i m ­portadas. Hecho i m p o r t a n t e , pues hasta ese m o m e n t o l a so­luc ión de los problemas nacionales se h a b í a buscado fuera de la rea l idad nacional . "Por p r i m e r a vez —dice Zea— el m u n d o occidental y su c u l t u r a fue puesto entre p a r é n t e s i s . " Los nuevos asertos f i losóficos, como los del existencialismo en Europa, a f i r m a n que el h o m b r e no es una abs t racc ión , sino u n ser en una s i tuac ión hi s tór ica concreta. E n l o suce­sivo no debemos "adaptar determinados valores a l a rea l i ­dad p r o p i a de M é x i c o , sino abstraer de esta rea l idad los valores que le sean peculiares" . 1 6

A h o r a sí, considerando a l a R e v o l u c i ó n como u n a res­puesta a u t ó c t o n a frente a l Occidente, podemos preguntar le ¿cuáles son esos valores? E n Conciencia y posibilidad del me­xicano (1952) , Zea s eña l a l a pesadilla de l a sociedad occi­denta l c o n t e m p o r á n e a , en l a cual el i n d i v i d u o ha pasado a

Zea desarrolla la idea de una lucha de clases vertical, y la de una lucha horizontal entre los pueblos coloniales y las potencias imperialistas. Hace referencia expresa al concepto de Toynbee del proletariado interno y externo.

15 Id., p . 15. 16 Id., Conciencia y posibilidad del mexicano. México, 1952, p . 85.

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ser u n mero engrane dentro del vasto sistema tecnológico . E n contraste con esto presenta el "casi p r i m i t i v o " m u n d o mexi­cano, integrado por relaciones personales y familiares, don­de l a dureza de la po l í t i ca y de l a burocracia es amort iguada med iante el amiguismo, desde el presidente hasta los fun­cionarios de puestos m á s bajos; el operador de camiones, a u t o m ó v i l , a u t o b ú s , etc., antropomorf iza su vehícu lo , lo u t i ­l i za en su v i d a d iar ia , pero no ve en éste u n simple instru­m e n t o para la a c u m u l a c i ó n rac iona l de riqueza. E n una palabra , l a sociedad mexicana, no obstante sus defectos, y q u i z á s p o r éstos, precisamente, "puede dar or igen a u n t i p o de c o m u n i d a d verdaderamente h u m a n a " , que se o p o n d r í a a l " m a q u m i s m o " racionalista del Occidente c o n t e m p o r á n e o . 1 7

Siguiendo esta l ínea , Zea escr ibió u n comentario enco­m i á s t i c o a l l i b r o de F r a n k T a n n e n b a u m , México: the Strug-gle for Peace and Bread (1950) , que resultara molesto para los modernizadores mexicanos. 1 8 Zea s impat i zó claramente con la in te rpre t ac ión que T a n n e n b a u m hizo de l a Revolu­c i ó n M e x i c a n a a l considerarla como una e x p r e s i ó n n o ideo­l ó g i c a de l a masa r u r a l , con su consejo, en el sentido de se­g u i r u n a " f i lo so f ía de las p e q u e ñ a s cosas" (phylosophy of little things) en l a po l í t i c a e c o n ó m i c a , y con su a fán por destacar los recursos humanos dent ro de las comunidades rurales . Zea v io en T a n n e n b a u m u n autor par t icularmente s igni f icat ivo , y lo citó con mucha frecuencia en sus ensayos escritos entre 1952-53.

L e o p o l d o Zea no es, evidentemente, u n indigenista ; pues él m i s m o ha apuntado que el uso de l a pa labra " a u t é n t i c a " , t a l como la emplea para referirse a l a R e v o l u c i ó n , no es si­n ó n i m o de i n d í g e n a , agregando que no es "esta etapa de nuestra h i s tor i a prop iamente i n d í g e n a " ; 1 9 s e g ú n vimos, con­sidera a l M é x i c o c o n t e m p o r á n e o como una " c u l t u r a mestiza".

17 Este argumento general se presenta en Ibid., pp . 100-104. 18 Zea, "Notas a u n l ib ro : México y sus problemas", Problemas agrícolas e industriales de México, 3, N ú m . 4, pp . 183-187.

19 Id., Occidente..., p . 71 .

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A su manera de ver, el i n d i o no debe quedar fuera de la sociedad moderna , n i s iquiera para protegerlo de ella; h a b r á que incorpora r lo de una manera genuina, t anto é tn ica como cu l tura lmente . Zea concluye que la naciente c u l t u r a mestiza es "occ identa l " , y, al mismo t iempo, d i s t inta . Pero, nos pre­guntamos nosotros, ¿en q u é valores descansa esta c u l t u r a : en los l lamados antioccidentales, comunitar ios y personalistas, o en los "fracasados ideales de la b u r g u e s í a p o r f i r i s t a " , a que nos referimos antes? Es ésta la pregunta que queda sin con­testac ión hasta este momento en los estudios de Zea re la t i ­vos a la i d e n t i d a d mexicana.

N o obstante, Zea ha a ñ a d i d o otra d i m e n s i ó n en sus estu­dios. América en la historia (1957), su t raba jo m á s ambicio­so hasta l a fecha, está encaminado a encontrar " e l sentido o re lac ión de nuestra his tor ia , la de nuestra A m é r i c a , con la h i s tor ia s in m á s " . E n este cambio de " l o mex icano" a " l o americano" , que apuntaba ya en sus pr imeros ensayos, los va­lores y l a t rad ic ión h i spán icos constituyen el tema central . E l concepto mestizo sigue presente, pero juega u n papel me­nor en los argumentos de Zea. E l nacional ismo m i l i t a n t e , y con frecuencia exclusivista, ha oscurecido el estrecho lazo inte­lectual entre M é x i c o y E s p a ñ a durante los ú l t i m o s cuarenta y cinco años . A l p r i m e r impacto de l a f i losof ía de Ortega y Gasset, en los m i l novecientos veintes, s i gu ió la emigrac ión de los intelectuales e spaño le s que l legaron a M é x i c o a fina­les de l a d é c a d a siguiente. Ent re los emigrados se encontraba el maestro de Leopoldo Zea, J o s é Gaos. Samuel Ramos apun­tó que Ortega y Gasset hizo posible " l a ju s t i f i cac ión episte­m o l ó g i c a de una f i losof ía n a c i o n a l " . 2 0 E l corolar io de estos acontecimientos fue el acercamiento esp ir i tua l en el que se u n i e r o n E s p a ñ a y M é x i c o . E l l i b r o de Zea, América. . ., ilus­t ra claramente este proceso.

N a t u r a l m e n t e , Zea encuentra los fundamentos de la his­to r i a l a t inoamericana en el siglo XVI, en el cual " l a cu l tura

20 Citado por Patrick Romanell , La formación de la mentalidad mexicana. México, 1954, p. 161.

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europea cristiana h a b í a sido puesta en crisis por la moder­n i d a d " . 2 1 L a cu l tura occidental , basada en el protestantismo i n d i v i d u a l i s t a y, posteriormente, en las instituciones liberales y en la t ecnolog ía i n d u s t r i a l , viene a ser s inón imo de mo­d e r n i d a d . O p o n i é n d o s e a este " m u n d o occidental " encontra­mos al " m u n d o h i s p á n i c o " , dedicado a defender la cristian­d a d or todoxa o catolicismo romano , y a propagar esta fe en A m é r i c a . Desde el p u n t o de vista del Occidente, dice Zea, E s p a ñ a q u e d ó al margen de la his tor ia , al margen de la hu­m a n i d a d misma. L a d i c o t o m í a entre E s p a ñ a y Occidente se r e p r o d u j o en el Nuevo M u n d o , y el resultado ha sido las dos A m é r i c a s : la A m é r i c a Ibera y la A m é r i c a Sajona. 2 2 L a carac ter izac ión que Zea hace de E s p a ñ a está i n f l u i d a por l a obses ión de la "pecu l i a r idad hispana" de A m é r i c o Castro, y, aparentemente, por la a f i r m a c i ó n que ha hecho este autor en el sentido de que E s p a ñ a no puede ser apreciada desde el p u n t o de vista del "pragmat i smo ins t rumenta l del siglo ú l t i m o " . Luego de acuerdo con Castro, la his tor ia de E s p a ñ a debe verse desde dentro , o " v i t a l m e n t e " , como " u n a t rama de valores" que h a n sido "objet ivados" en realizaciones con­cretas. 2 3

Zea llega m á s lejos al decir que en el siglo XVI e spaño l , e l e sp í r i tu erasmista a b r i ó pos ib i l idad de llegar a u n i n t e n t o de reconc i l i ac ión entre E s p a ñ a y el Occidente, pese al acuer­do entre el crist ianismo t rad ic iona l con los modernos ideales humanistas . E l erasmismo e s p a ñ o l buscaba la f l e x i b i l i d a d , la re forma, dentro de la Iglesia catól ica , a f i n de hacerla "apta para asimilar los nuevos valores de la m o d e r n i d a d " precisa­mente en l a manera en que los misioneros estaban asimilan­d o a nuevos y diversos pueblos dentro de la crist iandad. Por

21 Zea, América en la historia, p . 17. 22 Id., pp. 9, 17, 236. Esta visión ha sido presentada en Occi­

dente. .., p. 21. 23 véase , Castro, The Structure of Spanish History. Prínceton, 1954,

pp . 5, 31. Para advertir la relación de Zea con Castro, véase Zea, América en la historia, pp . 226 y ss.

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debajo de estas tendencias a la f l e x i b i l i d a d y a l acomodo de la cr i s t iandad con respecto a los nuevos valores, estaba el " e s p í r i t u de comunidad i b e r o " , 2 4 que l levó al fracaso esos intentos de reconci l i ac ión ; mientras que el Occidente fue do­m i n a d o por el e g o í s m o ind iv idua l i s t a , en E s p a ñ a d o m i n ó " u n esp í r i tu l i m i t a d o , localista, escolást ico y orgul loso" .

E l esfuerzo para reconci l iar a E s p a ñ a con Occidente re­aparece en los "ec léc t icos " del siglo XVIII. A través de ellos, dice Zea, " E s p a ñ a toma conciencia de su s i tuac ión m a r g i n a l en la nueva h i s tor ia " . E n el siglo XX la occ identa l izac ión o, como dec ían , la " e u r o p e i z a c i ó n " de E s p a ñ a , fue buscada por la G e n e r a c i ó n del 1898, c u l m i n a n d o en Ortega y Gasset. L a p r e o c u p a c i ó n de Ortega, s egún Zea, se expresa como " l a toma de conciencia de E s p a ñ a la que p e r m i t i r á a ésta incorporar­se en l a universa l idad representada por la c u l t u r a occi­d e n t a l " . 2 5

E l tema central de Zea se resume en el c ap í tu lo f i n a l , "Catol ic i smo y moderni smo en la conciencia iberoamerica­n a " ; esto es, la tens ión entre m o d e r n i z a c i ó n e i d e n t i d a d cul­t u r a l que se extiende para abarcar a todo el m u n d o hispá­nico. H a b l a poco de los emancipadores mentales del siglo XIX que f i g u r a r o n preeminentemente en sus trabajos anteriores. E n lugar de los emancipadores de diversos países toma a q u í a tres figuras: A n d r é s Bel lo , Francisco B i lbao y, sobre todo, a S i m ó n Bo l ívar , pues fueron ellos quienes adv i r t i e ron con mayor énfasis lo p e r j u d i c i a l de la ciega imi tac ión de Occi­dente. Ellos, a l i gua l que los eclécticos españoles del XVIII y l a G e n e r a c i ó n del 98, deseaban la modern izac ión de la A m é r i c a L a t i n a , "pero sin renunc iar a la herencia rec ib ida" . E l m u n d o h i spán ico d e b e r í a incorporarse a la " h i s t o r i a " sin dejar de ser e s p a ñ o l . 2 6

C o m o es de suponerse, en l a obra de Zea, N o r t e a m é r i c a

24 Id., pp. 242, 245, 253. 25 Id., p. 152. 26 Id., pp . 33, 154, 267. Zea parece, también, simpatizar menos con

los liberales españoles del siglo XIX que con los de los siglos XVIII y XX.

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se presenta como contexto fundamenta l para ubicar históri­camente a L a t i n o a m é r i c a . Sin embargo, debe tomarse en cuenta que la ac t i tud de nuestro autor ha cambiado desde l a d é c a d a de los cuarentas; 2 7 a medida que Zea t iende a a f i rmar el v í n c u l o con E s p a ñ a , su ambivalencia hacia Esta­dos Unidos ha dado lugar a intr incados antagonismos. E n 1949, p u d o escribir sobre " L a in terpre tac ión de las culturas ibero y norteamericana" , dedicar u n l i b r o a la F u n d a c i ó n Rockefel ler —entre otras personas—, y hablar de dos Norte-a m é r i c a s : u n a repudiada y otra admirada por los mexica­nos . 2 8 Para 1957, los Estados Unidos r e s u m í a n lo negativo de l a c u l t u r a occidental en ese momento de su hi s tor ia . Se ex­t iende ampl iamente a l hablar del pur i t an i smo como " l a ex­p r e s i ó n religiosa de los ideales del hombre m o d e r n o " . Para Zea, el l iberalismo! del siglo XIX fue una f i losof ía capitalista, que d io las bases para el í m p e t u imperia l i s ta encarnado en el "dest ino mani f ies to" . Los Estados Unidos representan para Zea la m o d e r n i d a d " s impl i s ta " , que ha te rminado por rele­gar a toda Europa al estado marg ina l , a t r i b u i d o en p r i n c i p i o a l m u n d o h i s p á n i c o . 2 9 C o n t i n ú a , entonces, la nota ambiva­lente en Zea, pues parece que l a opos ic ión hacia Estados U n i d o s n o se d ir ige a los valores mismos, sino hacia el i m ­per ia l i smo norteamericano que i m p i d e que tales valores se real icen por otros pueblos . 3 0

27 Véase: Abelardo Villegas, La filosofía de lo mexicano. México, 1960, p. 163.

28 Véase: Zea, " T h e Interpretat ion of the Ibero-American and N o r t h -American Cultures", Philosophy and Phenomenological Research, 9 (1948-1949) , pp . 538-544; "Norteamérica en la conciencia latinoameri­

cana", en Filosofía como compromiso, pp. 82-83 (Una plática en 1947, a l cumplirse el centenario de la guerra con los Estados Unidos ) . La dedicatoria se encuentra en Dos etapas...

29 Pero, agrega Zea, Europa (probablemente al igual que el mundo hispánico) ha iniciado ahora la defensa de su tradición: "se declara clásica y cristiana frente al capitalismo y a la burguesía que ahora han tomado asiento en América Lat ina" , América en la historia, pp . 160-161.

3 0 Véase, p. ej., Ibid., p . 169. En trabajo más reciente Zea ha

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Zea te rmina su l i b r o América... evocando el " i d e a l bo-l i v a r i a n o " . B o l í v a r per tenec ió a la t rad ic ión de los reforma­dores peninsulares que s o ñ a b a n con una gran comunidad , que, "empezando por ser hispana, p o d r í a llegar a ser s imple y puramente h u m a n a " . Esto es, una comunidad que pud iera incorporar diversos pueblos, respetando ampliamente sus cos­tumbres. T a l idea l se basa en la rea l izac ión de los valores occidentales, en el a m p l i o sentido del t é rmino ; es decir, los valores de Grecia, de R o m a , y de la crist iandad; no só lo los de la cu l tura m o d e r n a . 3 1 E l nuevo ideal en la b ú s q u e d a de una A m é r i c a L a t i n a modernizada es, para Zea, la t r ad i ­ción h i s p á n i c a reformista . É l mismo parece identificarse con la generac ión de Ortega, y concebir los problemas de L a t i ­n o a m é r i c a como similares a los de E s p a ñ a . E l prob lema de la m o d e r n i z a c i ó n - i d e n t i d a d c u l t u r a l tiene en A m é r i c a L a t i n a una d i m e n s i ó n especial, pues la modern izac ión , inevitable­mente, trae aparejado u n sospechoso carácter norteamericano.

I I I

Veamos ahora el m é t o d o de Zea como historiador. Zea con­sidera la H i s t o r i a de las Ideas en estrecha re lac ión con la H i s t o r i a de l a F i lo so f í a ; es u n a forma de verla inspirada en Ortega y Gasset, cuyos antecedentes pueden encontrarse en D i l t h e y y, a ú n m á s lejos, en Hegel . T o d o sistema filosó­fico se encuentra h i s t ó r i c a m e n t e condicionado, las verdades o pr inc ip ios de tales sistemas no t ienen j a m á s u n alcance universal y eterno; sólo lo t ienen con respecto a la circuns­tancia en que se o r i g i n a n y func ionan ; "es decir, que valen de una manera absoluta para una circunstancia dada" . 3 2 A l

señalado enfáticamente la relación entre América Latina y el Tercer Mundo. Véase: " Ident idad en América Lat ina" , Latino América, N ú m . 1 (1968) , pp . 9-23, y La filosofía americana como filosofía sin más. Mé­

xico, 1969. 31 Zea, América en la historia, p . 275. 32 Véase: Zea, El positivismo..., ed. de 1968, pp. 22-23; Ortega y

Gasset, Concord and Liberty, Nueva York, 1946, p. 128.

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m i s m o t i e m p o , sostiene Zea, cada m o m e n t o de l a his tor ia " t i e n e su f i losof ía , es decir, una forma de e x p r e s i ó n concep­t u a l que le es p r o p i a " . E l resultado de esta " h i s t o r i c i d a d " de l a f i losof ía es la necesidad del ajuste to ta l , o la sumis ión , de l his tor iador-f i lósofo a la rea l idad pasada que estudia. L a H i s t o r i a debe hablarnos de la condic ión humana , del H o m ­bre, que, s e g ú n Ortega, no tiene naturaleza, sino his tor ia . E l pasado f o r m a así una parte indi so luble de nuestro presente, de t a l suerte que es imposible separarlo de éste para objet i ­v a r l o . Quienes comparten en cierta forma esta pos ic ión, au­tores como el p r o p i o Zea, Lu i s V i l l o r o y E d m u n d o O'Gor-m a n , h a n renunciado a todo i n t e n t o de ser "ob je t ivos " o " c i e n t í f i c o s " ; ya que, consideran, que si el h i s tor iador hace cortes o s e p a r a c i ó n entre el pasado y el presente en obsequio a la o b j e t i v i d a d o c ient i f i c idad del estudio, su labor p e r d e r á su s ignif icado p r o p i o ; pues h a r á n del pasado una cosa muer­ta y sin sent ido . 3 3

Siguiendo tales supuestos, considera Zea, es como el his­t o r i a d o r de las ideas puede encabezar una de las tareas m á s urgentes en la rea l idad americana, pues puede ser u n g u í a en la " t o m a de conciencia" de nuestra A m é r i c a , al irnos des­cubr iendo en nuestra p rop ia historia , el pasado nos impone l imitac iones , ciertamente; pero al mismo t i empo es en él don­de descubrimos las posibilidades para nuestro actuar. E l his­t o r i a d o r de las ideas debe descubrirnos y seña larnos estas posibil idades. E l mayor interés de Zea se concentra, según puede verse, en " e l f u t u r o de nuestra A m é r i c a " ; 3 4 considera

33 Llay una breve y acertada exposición de este punto de vista por V i l l o r o y por O'Gorman en: A. R. Lewis y T . F. McGann, eds.: The Neto World Looks at its History. Aust in , 1963, pp . 173-182, 200-204.

34 Véase: Zea, "La Historia Intelectual en Hispanoamér ica" , Me­moria del Primer Congreso de Historiadores de México y Estados Uni­dos. México, 1950, p. 315. Para una lúcida discusión sobre los postulados del existencialismo en la historiografía, véase: John L . Phelan: "Mé­xico y lo mexicano", Hispanic American Historical Review, 36 (1956) , 306-318. Otro interesante desarrollo sobre estos temas es el de W i l l i a m D . Raat, "Ideas and History i n México: A n Essay on Methodology".

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que A m é r i c a ha adolecido de "conciencia h i s t ó r i c a " ; esto es, ha sido incapaz de negar su pasado dialécticamente, pues se ha l i m i t a d o a negarlo lógicamente, sin haber lo asimilado en la p r e p a r a c i ó n de su f u t u r o , como lo exige la negac ión dialéct ica . As í , los emancipadores mentales de l siglo XIX ca­recieron de conciencia h i s tór ica ; t r a t a ron de amputar el pa­sado co lon ia l a l negarlo de manera lóg ica . Esfuerzo inút i l , que ha conducido a infructuosas y repetidas discusiones sobre temas que debieran haberse superado hace m u c h o t i empo , tales como hispanismo vs. indigenismo, " t r a d i c i ó n " vs. " p r o ­greso", etc. 3 5

Los supuestos hegelianos (historicistas) y existencialistas de los que parte Zea, i m p o n e n ciertas l imitaciones a la con-f i a b i l i d a d de su trabajo en cuanto H i s t o r i a : si el h i s tor iador se ha l l a tota lmente compromet ido con el pasado, y si su p r i n c i p a l ob je t ivo se encuentra en el f u t u r o , ¿no tenderá , natura lmente , a c o n f u n d i r m á s que a aclarar, la s i tuac ión his tór ica que estudia? U n e jemplo nos sirve para expl icar este prob lema que planteamos: Zea concibe a l pensamiento del siglo XIX mexicano como u n esfuerzo para l a emancipa­ción m e n t a l ; concepto que nos parece inadecuado, y errado, ya que se trata de una in terpre tac ión basada completamente en la re tór i ca y en las formas con las que los pensadores l i ­berales revis t ieron sus ideas. Zea desconoció las diversas mues­tras de la d i scus ión par lamentar ia y l a correspondencia per­sonal entre los liberales; se interesó poco en el contexto social e i n s t i t u c i o n a l de las ideas que trata —hechos "ob je t ivos " que quedan fuera de lugar en sus propós i tos , r econozcámos lo así . Pero sea como fuere, creemos que puede demostrarse, entre otras cosas, que el "emancipador m e n t a l " J o s é M a r í a L u i s

Trabajo presentado en la Tercera Reunión de Historiadores Mexicanos y Norteamericanos, celebrada en Oaxtepec, Morelos, México, del 4 al 7 de noviembre de 1969.

3 5 Véase: Zea, Dos etapas..., pp. 15-24; "His tor ia intelectual" , pp. 316-317.

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M o r a no rechazó la herencia e s p a ñ o l a ; antes bien, estuvo m u y lejos de hacerlo. T r a t a b a , en rea l idad, de volver a la i n s p i r a c i ó n reformista de los Borbones y de las Cortes de C á d i z a l enfrentarse a los problemas mexicanos que consi­deraba semejantes a los de E s p a ñ a . 3 6 Joseph Barager ha su­ger ido u n a a f in idad m u y s imi lar entre las ideas de Sarmiento y l a t r ad ic ión l ibe ra l e s p a ñ o l a . 3 7

Resulta i rón ico que Zea se presente en la actual idad bus­cando en la misma t rad ic ión reformista e s p a ñ o l a la so luc ión para el problema de l a i d e n t i d a d c u l t u r a l lat inoamericana, d e n t r o de l m u n d o c o n t e m p o r á n e o . Pero su ac t i tud hacia los emancipadores mentales sigue siendo ambivalente ; lo que nos hace confundirnos cuando tratamos de aclarar sus puntos de vista: su renuncia a la o b j e t i v i d a d como historiador, lo l l eva a identificarse con los protagonistas de su historia , sin darnos o p o r t u n i d a d de aclarar si en Dos etapas.. . ha citado o parafraseado a los pensadores de l siglo XIX, o b ien, si ha presentado su prop ia in te rpre tac ión de esa histor ia .

L o que hace poco satisfactorio el t rabajo de Zea como o b r a hi s tor iográ f ica , es l a i m p o s i b i l i d a d de separar a l filó­sofo del his tor iador . N o es posible advert i r c u á n d o asume la i n t e r p r e t a c i ó n prop ia de los hechos, y c u á n d o los presenta como tales. Y en re l ac ión con esto, podemos traer a cuento o t r o prob lema : Zea trata a l posit ivismo mexicano como f i lo­so f í a de una clase, la b u r g u e s í a mexicana. Para determinar a esa clase acude a Justo Sierra, u n o de los prominentes po­sitivistas directamente estudiado a lo largo de su trabajo, y a través de sus escritos analiza buena parte del pos i t iv i smo. 3 8

Esto puede ser buena f i losof ía , en cuanto in terpre tac ión ; pero

Véase m i l ibro : Mexican Liberalism in the Age of Mora, 1821-1853. New Haven y Londres, 1968, especialmente el capítulo 4.

37 Barager, "Historiography of the R i o de la Plata Area since 1930", Hispanic American Historical Review, 39 (1959) , p. 591, en nota.

38 Para una crítica detallada de los estudios de Zea sobre el posi­tivismo, véase: W i l l i a m D. Raat, "Leopoldo Zea y el positivismo, una revaluación" , Latino América, NO 2 (1969) , pp. 171-189.

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es, ciertamente, objetable como hi s tor iogra f í a . Estoy de acuer­do en que los historiadores norteamericanos d e b e r í a m o s apre­ciar con cuidado a los intelectuales lat inoamericanos; pero no por esto debemos determinar nuestra v i s ión del pasado por las visiones que los intelectuales estudiados han tenido en y de su p rop ia real idad. E n pocas palabras, el historiador de las ideas puede, l e g í t i m a m e n t e , comprometerse en la "se­rena per secuc ión de 'temas y propós i to s ' ob je t ivos " . 3 9

L a H i s t o r i a de las ideas del p r o p i o pa í s (como toda his­tor ia , aunque quizás con mayor fuerza dicha historia) tiende a seguir los dictados de la experiencia nacional ; el historia­dor de las ideas se encuentra buscando, por sobre todas las cosas, l a def in ic ión de los ideales y valores nacionales; se compromete en el destino de su nac ional idad . Esto ha sido, y es, u n a verdad inevi table en los Estados Unidos ; y resulta cierto, y qu izá s m á s evidente, en el caso de los pa í ses la t ino­americanos. A q u í el h i s tor iador extranjero tiene una opor­t u n i d a d ú n i c a y d igna de explotarse: a l no encontrarse d i ­rectamente afectado por los sentimientos patr iót icos , dispone qu izá , de mayor l i b e r t a d para relacionar las ideas dentro del contexto his tór ico que les es p r o p i o ; contexto que no se ago­ta dent ro de las fronteras del pa í s o pa í ses estudiados. E n otras palabras: quizás con mayor fac i l idad que el his tor iador nat ivo , el extranjero puede lograr u n estudio crítico y com­parat ivo a l a vez. 4 0

A m p l i a n d o nuestro e jemplo sustantivo anterior , conside­ramos que hay mucho por hacer sobre la his tor ia inte lectual a p a r t i r de 1910. Se dice frecuentemente que la R e v o l u c i ó n

3 9 La afirmación que hago aquí se encuentra constatada en lo dicho por Richard M . Morse en: " T h e Strange Career of 'Lat in Amer­ican Studies' The Armáis of the American Academy of Political and Social Science, 356 (1964), pp. 109-110.

4 0 Es interesante notar que Luis V i l l o r o ha incitado a sus colegas para atender al contexto social e inst itucional en que se dan las ideas historiadas: "Histor ia de las Ideas", Historia Mexicana, 15 (1965-1966) , pp . 165-166.

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Mexicana careció de ideo log í a —lo que en u n sentido l i m i ­tado puede ser verdad. E l que no se encuentren grandes figuras de ideó logos , como Rousseau o L e n i n , no es sino u n pretexto absurdo para renunciar a l estudio de la i d e o l o g í a o de las ideas de ese m o v i m i e n t o . ¿ H e m o s tratado de averi­guar hasta q u é p u n t o o en q u é medida la R e v o l u c i ó n r o m ­pe con el l ibera l i smo del siglo XIX? ¿Acaso las doctrinas comtianas no i n f l u y e r o n en el programa social de l a Consti­tuc ión de 1917, como sug i r ió T a n n e n b a u m en 1929 4 1 —en t a l caso, c ó m o y en q u é medida? ¿ P o d r í a m o s comprender m e j o r el agrarismo de Morelos , Y u c a t á n y otras partes del p a í s si buscamos posibles afinidades ideo lóg icas y sociales con el anarquismo campesino de E s p a ñ a ? 4 2 D e b e r í a m o s t a m b i é n , entre muchas otras cosas, seguir la caracter ización que hizo R a m ó n Ruiz , a l d i s t ingu i r entre " e u r o p e í s t a s " y "nat ivis tas" en la po l í t i ca educativa, estudiando paralelamente las ideas de J o s é Vasconcelos.

Ser ía interesante investigar l a posible re lac ión entre l a f i losof ía f o r m a l ( s i s temática) y los cambios de los pr inc ip io s en la po l í t i ca soc ioeconómica . Hasta ahora la f i losof ía y los p r inc ip io s de acc ión del gobierno se han considerado cate­g o r í a s aparte. Patr ick R o m a n e l l ha s eña l ado que, desde el p u n t o de vista del cambio f i losófico, 1925 fue m á s impor­tante que 1910, pues el abandono de los pr inc ip ios de Comte y Spencer, para asimilar los de Bergson, fue sin eluda menos crít ico que el abanelono de estos ú l t imos , para llegar a los de l a f i losof ía orteguiana y los del existencialismo a l e m á n . 4 3

¿ N o p o d r í a n encontrarse hechos equiparables en otras áreas? E l hi s tor iador de las ideas que estudie a M é x i c o necesita una fo rmac ión completa y fundamenta l en las complicadas f i lo -

41 Tannenbaum, The Mexican Agrarian Revolution. Washington, 1929, pp. 179-180. Tannenbaum se refiere particularmente a una afir­mación hecha en 1922 por Andrés Mol ina Enríquez.

42 Me interesa remarcar la importancia de este tópico, consciente de las implicaciones contradictorias que pueden desprenderse en la obra de John Womack, Jr.: Zapata y la Revolución Mexicana. México, 1969.

43 Romanell . Formación de la mentalidad mexicana, p. 165.

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sof ías europeas de este siglo y estar famil iar izado con Espa­ñ a . Para explicar el impacto de l a f i losof ía alemana en Mé­xico , por e jemplo, debemos, p r i m e r o , explicarnos su impacto en E s p a ñ a .

F ina lmente , el estudio comparat ivo nos p e r m i t i r á superar el estéril debate sobre la o r i g i n a l i d a d o l a imi tac ión en el pensamiento la t inoamericano. A u n cuando este debate ha obsesionado a Zea y a otros autores, como es comprensible, es u n o de los asuntos que el h i s tor iador extranjero, en cuan­to no compromet ido con la rea l idad nacional historiada, no se ve precisado a atacar. E n su pos ic ión , el historiador ex­t ran jero p o d r á rechazar l a d i s t inc ión entre l o "occ identa l " y l o " h i s p á n i c o " , y comenzar su t raba jo con el simple supuesto de que L a t i n o a m é r i c a , a l i g u a l que E s p a ñ a , h a n formado y f o r m a n parte de Occidente en lo que se refiere a su cu l tura inte lec tua l . L a pregunta que se hagan d e b e r á ser, entonces, sobre el p o r q u é y el c ó m o ha sido posible que ciertas corrien­tes de pensamiento se hayan de f in ido y hayan alcanzado sig­ni f i cac ión en el m u n d o h i s p á n i c o , a diferencia de otras que n o l o h a n hecho. Para responder a tales preguntas, será ne­cesario penetrar pro fundamente en el estudio de las ideas mismas y en las peculiaridades sociales e institucionales del m u n d o h i s p á n i c o . Sobre esta base será posible tener una v i s ión diferente de l a H i s t o r i a de las Ideas en L a t i n o a m é r i c a , y lograr, a l mismo t iempo, u n a me jor c o m p r e n s i ó n de los supuestos de que h a n p a r t i d o Leopo ldo Zea y sus colegas.