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¿Te cuento?, sí, te cuento: hoy estoy inquieto.
Emociones que afectan al niño en la segunda infancia
Autores
López Cubillos Claudia Rocío
Celis Ángel Nelson Fernando
Universidad Distrital Francisco José de Caldas
Especialización en Infancia Cultura y Desarrollo
Bogotá D. C, Julio 2017
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¿TE CUENTO?, SÍ, TE CUENTO: HOY ESTOY INQUIETO.
EMOCIONES QUE AFECTAN AL NIÑO EN LA SEGUNDA INFANCIA
Claudia Rocío López Cubillos y Nelson Fernando Celis Ángel1
Mi niño juega a crear universos y mientras contemplo la magia de sus dedos rosa,
me hago un personaje más de cada aventura que diseña,
que fantásticamente experimenta, que goza:
en el fondo también yo estoy creando con él una mágica historia.
N. F. C. A.
INTRODUCCIÓN
Reconocer las emociones de un niño de cinco años que, se encuentra desarrollando la capacidad
de comunicarse verbalmente, en aras de comprender y dar respuesta asertiva a lo que está
viviendo y que quizá le inquieta, se convierte en la principal motivación para realizar un ejercicio
de construcción literaria. Lo que se presenta aquí es el proceso de generación de una
herramienta para abordar las emociones, con la estructura de cuento corto que posibilite el
diálogo, enfocando al niño hacia la expresión abierta de lo que está experimentando, lo que
siente y que posiblemente no sabe nominar y que está en proceso de comprender.
Para esto, los investigadores se realizaron una pregunta que orientó el ejercicio: ¿Cómo lograr
que un niño de cinco años, identifique, distinga y exprese las emociones que le inquietan, a
1 Licenciada en Educación con énfasis en educación especial y Licenciado en teología, respectivamente; estudiantes
de la Especialización en infancia cultura y desarrollo. Asesora del trabajo Docente Diana Landazábal.
3
través de la lectura dialogal e interactiva de un cuento?, interrogante que implicó, en primer
lugar sumirse en una detallada pesquisa y producción de material, considerando el hecho que
motivó a los investigadores a realizar el ejercicio investigativo, la observación de su hijo de
cinco años, que no siempre logra comunicar lo que interiormente le afecta, dado que está apenas
aprendiendo a comprender y regular o controlar lo que siente.
El objetivo de este ejercicio fue diseñar una historia flexible e interactiva, acompañarla de
ilustraciones llamativas y proponer una guía metodológica para usarla en función del propósito
expresado anteriormente. Lo que se espera es abrir una puerta para una empresa mayor de
construcción de relatos que, enfocados en un tópico a la vez, puedan constituirse en una
colección invaluable tipo “kit de herramientas”, asequible para los padres y cuidadores que no
cuentan con formación psicológica o pedagógica para apoyar a los niños y niñas en el manejo
apropiado de su universo emocional. El interés es dar soporte a los niños frente a lo que les
inquieta, posibilitando esto con materiales que, además fortalecerían procesos lectores en los
mismos niños y niñas.
MARCO TEÓRICO
Infancia
Desde el concepto de infancia nos encontramos con la importancia que ésta adquiere a partir del
siglo XVII, ya que ocupa un espacio considerable y sobresaliente dentro de la familia y la
sociedad; sólo por mencionar un expositor destacado del concepto de infancia y su articulación
4
con los elementos sociales, podríamos indicar el nombre de Philippe Ariès2, cuyos trabajos dan
cuenta en detalle de este tema y en los que destaca el posicionamiento del niño como centro de
atención dentro de la institución familiar, la cual toma nuevas formas en torno a él y le confiere
una importancia nunca antes vista, por tal motivo se debe retomar la importancia del niño y la
relación con el adulto, especialmente en el adecuado manejo por parte de éste de las emociones
que en el niño y niña confluyen.
Kohan (2004), por otra parte, interpreta el pensamiento de Sócrates, con respecto a los textos que
se deben considerar en la formación de los niños, al afirmar que “... no se permitirá que los niños
escuchen relatos que contengan mentiras, opiniones y valores contrarios a los que se espera de
ellos en el futuro. Porque si se piensa la vida como una secuencia en desarrollo, como un devenir
progresivo, como un fruto que será resultado de las semillas plantadas, todo lo que venga
después dependerá de esos primeros pasos. Las marcas que se reciben en la temprana edad son
‘inmodificables e imborrables’3” (p. 51); todo comprendido desde una mirada de formación en la
cual el adulto está encargado de aportar al crecimiento y desarrollo cognitivo del niño.
La infancia es vista -además de-, como una etapa por la cual toda persona debe pasar, también
como la base de lo que habrá de ser como adulto, por tal motivo dentro de las reflexiones de
Kohan (2004) sobre las concepciones de infancia iniciales se resalta que “en principio, esta
visión de la infancia parece positiva, poderosa: de ella puede devenir casi cualquier cosa; ella
casi todo lo puede ser. Sin embargo, esa potencialidad, ese ser potencial, esconde, como
2 Entre los múltiples trabajos del autor, se encuentra la obra “El niño y la vida familiar en el antiguo régimen” (1992),
Taurus. Si bien en este texto mencionamos a Ph. Ariès, como marco de referencia para hablar de estudios sobre la
infancia, no hemos realizado abordaje de su obra con ocasión del mismo. 3 La expresión hace referencia a la afirmación de Sócrates, que refiere Platón en el diálogo La República (II 378e)
5
contracara, una negatividad en acto, una visión no afirmativa de la infancia. Poder ser cualquier
cosa en el futuro cobija un no ser nada en el presente” (p. 53).
Con Kohan (2004) también se rescata a la infancia como una experiencia constante de la relación
del niño con su medio, en el cual los dos juegan un papel sobresaliente para la construcción y
elaboración del niño, por eso este autor retoma un elemento determinante en el desarrollo del
sujeto en la infancia y es el lenguaje, desarrollando ese pensamiento de la siguiente manera:
“Es la infancia donde cada ser humano se apropia del lenguaje y hace del sistema de signos
adquiridos un discurso con sentido, esto es, se constituye en sujeto del lenguaje al decir “yo”.”
(p. 270-271). La experiencia aparece como base fundamental en el desarrollo, en la construcción
del sujeto, ante lo cual el autor agrega, considerando las concepciones que se visibilizan en la
infancia y su relación con el entorno, que: “La experiencia es la diferencia entre lo lingüístico y
lo humano, entre lo dado y lo aprendido, entre lo que tenemos y no tenemos al nacer. De este
modo que el ser que no nazca ya hablando, que tenga infancia, que su ser hablado no estén
determinados de antemano, es lo que constituye la experiencia, lo que la vuelve posible.” (p.
271).
Kohan, (2004) propone y da sentido al concepto de infancia, desde lo positivo y la esperanza y le
da valor este momento del ser humano, explicándolo de la siguiente forma: “Que la historia
humana tiene a la infancia por patria significa que de ella se deriva, que de ella se origina y que
sin ella nada es. Por eso, la infancia es sentido (hacia) y territorio (en la) de la experiencia. Una
historia sin experiencia ¿sería humanidad? [...] La infancia ha dejado de ser una etapa
cronológica y se ha vuelto una condición de posibilidad de la existencia humana” (p. 273).
6
El pensamiento narrativo
Según Ramírez y Gómez (2000), para hablar del desarrollo narrativo, se toma como fuente la
obra de Jerome Bruner, quien expone dos modalidades de pensamiento, el lógico-científico y el
que nos interesa puntualmente el pensamiento narrativo, el cual construye buenos relatos,
ocupándose, según Bruner, de las intenciones y las acciones humanas y de las vicisitudes y
consecuencias que marcan su transcurso.
El arte de narrar se constituye en la posibilidad de recrear, de elaborar el mundo, mucho de ello
con elementos de la realidad, dando sentido a lo que se vive y se vincula con las experiencias de
las personas, origina productos narrativos que son compartidos.
“El pensamiento narrativo, de la misma manera que un relato, incorpora la realidad social y
cobra sentido a partir de agentes (personajes) ambientes, escenarios, intencionalidad, relaciones y
acciones. La inseparabilidad de los personajes con lo demás narrativo, ya que de ningún modo se
trata de construcciones arbitrarias” (Ramírez y Gómez, 2000, p. 20).
De acuerdo a lo que Bruner expone sobre narrativa la narración elabora un modelo de mundo
posible que existe en la mente del destinatario que le permite reconocer una gran cantidad y
variedad de fábulas y relatos, cualquiera que sea la expresión en que se encuentran.
La experiencia es un insumo importante en la narrativa, como dice el autor, quien propone la
importancia de la verosimilitud, el juego y la relación de lo simbólico y las estructuras sociales.
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“El pensamiento narrativo está mediatizado y permeado por la cultura, por los relatos circulantes
en el imaginario colectivo, por la nomenclatura que un grupo social ha construido para darle
sentido y significado a su experiencia y a su vida” (Ramírez y Gómez, 2000, p. 20).
La psicología y el desarrollo emocional del niño
Es de resaltar aquello que afirma Pachón (2009) “La medicina y la psicología fueron, tal vez, las
ciencias que le abrieron la puerta al estudio sistemático de los niños, por lo menos dentro de la
antropología norteamericana. La psicología infantil y, posteriormente, el llamado Desarrollo
infantil acumularon un volumen muy importante de información basado en el ‘test’, datos
recogidos en situaciones experimentales y observaciones directas en guarderías o lugares de
juego.” (p. 435). Efectivamente, el aporte de la psicología a la comprensión de los universos de
la infancia, especialmente -aquí su toque característico-, en cuanto al estudio de las emociones,
su caracterización y evolución a través de los primeros años, es muy importante a la hora de
producir materiales enfocados en los niños y niñas.
A lo anterior se suma el abordaje realizado por Goleman (2003), en el ámbito de las emociones y
su correspondencia con las funciones cerebrales, que expresa el camino que la disciplina
conocida como neurociencia afectiva, va realizando en su estudio de la relación cerebro /
emociones, nutriéndose, además, de la sabiduría milenaria de oriente. Uno de los aspectos que
mayor investigación motiva a realizar, es el de el modo como la experiencia puede,
efectivamente, modificar el cerebro y cómo esto determina la respuesta emocional. De igual
manera, cobra especial relevancia las conexiones entre las diferentes partes del cerebro y las
8
emociones y cómo estas podrían ser reflejo de condiciones morfo fisiológicas y operacionales
del mismo.
Quizá uno de los aportes más interesantes de la obra de Goleman (2003), es el referido a las
influencias culturales; la pregunta por el modo como influye el entorno cultural, el contexto o las
circunstancias en las cuales se desarrolla la persona, en las emociones y como éstas son
expresadas. El interés por los determinantes culturales de la conducta humana, mediado por la
diversidad cultural presente en países como los Estados Unidos de América, ha movido a
profundizar en el tema, a fin de arrojar luces sobre cómo minimizar las conductas destructivas y
potenciar las constructivas; sin embargo, esto conlleva entrar en un campo que podría ofrecerse
como cargado de prenociones y prejuicios y enmarcar la discusión en la eterna diferenciación
entre Oriente y Occidente, cada uno como locus proprius de la diferenciación cultural moderna;
máxime cuando este campo de discusión ha arrojado siempre que así como existe diferenciación
entre una y otra cultura predominantes, también hay grandes cercanías y no es posible concluir
que se contraponen, o son sustancialmente distintas.
La referencia de Goleman (2003) en este apartado de su obra, es el trabajo investigativo de
Jeanne Tsai, psicóloga estadounidense hija de migrantes taiwaneses. Tsai refiere la distinción
entre el “yo independiente” (el yo separado de los demás, compuesto de atributos internos),
típico de la cultura occidental, y el “yo interdependiente” (el yo ligado a los demás, parte del
mismo contexto social), de la cultura oriental, que se define más en función del rol social que
desempeñan, que de cualidades internas. Sin embargo, como lo va presentando el mismo autor a
través de sus interlocutores, tales distinciones son difíciles de sostener, en la medida que son
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muchos los factores que las determinan y no solo el hecho de clasificarlas culturalmente como
entre Orientales y Occidentales, clasificación que no da cuenta real de la diversidad cultural
presente incluso al interior de cada una de estas mismas distinciones. Las investigaciones al
respecto, desde el campo de la psicología cultural, son escasas y definitivamente, para nada
concluyentes; incluso muchas de estas se realizan con población Oriental residente en los
Estados Unidos (migrantes o hijos de migrantes), y esto ya genera un sesgo, por lo menos a la
hora de pretender definir categorías claras que sean válidas como axiomas de diferenciación
entre la Cultura Oriental y la Occidental.
En el trasfondo se encuentra también la distinción entre lo individual y lo colectivo, como
elementos característicos de una u otra tradición cultural y los correspondientes estudios
comparativos realizados al respecto desde diversas disciplinas, de los cuales no se pueden
establecer generalizaciones, máxime cuando cada cultura vive procesos transformacionales y de
cambio permanentes, que hacen más difícil la labor investigativa.
Ampliando el cuadro descriptivo del desarrollo emocional del niño, para Papalia, Wendkos y
Duskin (2009), la segunda infancia (3-5 años), es la etapa en que éste se da de modo
determinante, apareciendo, además del fortalecimiento del autoconcepto y la autoestima, la
autorregulación emocional, la capacidad de reconocer y “administrar” las propias emociones por
parte del niño. Los autores reafirman además, lo que se mencionaba antes con relación a las
influencias culturales en el desarrollo psicosocial del niño, y que identificaba también Goleman
(2003), “La cultura influye en la socialización de la expresión emocional por medio de la
interacción con los cuidadores.” (Papalia, Wendkos y Duskin, 2009, p. 329). De ahí la
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importancia de considerar el desarrollo emocional en la segunda infancia, como un referente a la
hora de construir relatos que motiven al niño a expresar lo que siente y dar curso adecuado a su
universo interior, en compañía del cuidador.
Por otra parte, Chías y Zurita (2010), con relación a las emociones indican que, “Como en la
mayoría de las áreas, los niños observan cómo sus padres experimentan, expresan y viven las
emociones y lo incorporan como modelos a seguir. Cuando ven que las personas que les rodean
se permiten estar alegres, enfadados o tristes, y reciben una explicación acorde a su edad de qué
es lo que están sintiendo y qué es lo que ha ocurrido para que se sientan así, los niños podrán ir
aprendiendo, entendiendo e incorporando qué es adecuado sentir, y cómo expresarlo.
Los niños necesitan poner nombre a las emociones que están experimentando. En familias donde
se niegan los sentimientos y no se habla de lo que les pasa a ellos, a los padres o a las personas
que les rodean, los niños pueden acabar confundidos.” (p. 36). Lo cual contribuye a fortalecer el
hecho de que deba pensarse en estrategias comunicativas que favorezcan los procesos de diálogo
y expresión de los estados emocionales del niño, en un ambiente de confianza y protección, de
familiaridad y comprensión, como es la familia. Lo que se quiere resaltar es justamente, “la
importancia que tiene el esquema nuclear que cada niño hace suyo desde la primera infancia,
sobre el que se va a ir conformando su personalidad hasta que llegue a la etapa adulta.” (Chías y
Zurita, 2010, p. 38)
Este tema ofrece tantos matices y es por demás tan interesante, que bien valdría la pena dedicar
más tiempo a explorarlo, considerando también la diversidad cultural presente en Colombia:
lugar desde el cual nos ubicamos al generar nuestra reflexión sobre las emociones en la infancia
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y para diseñar material adecuado para acompañar al niño en los procesos de identificación y
expresión de las mismas.
La Literatura en la Educación Inicial: importancia de la lectura de cuentos
En el Distrito Capital se orientan los procesos educativos de primera infancia con el apoyo del
“Lineamiento pedagógico curricular para la educación inicial”; el cual aborda la literatura como
uno de los pilares, como un medio de exploración, de construcción cognitiva y de crear vínculos
con el entono.
En el documento se deja claro que “hablar de literatura en la primera infancia implica abrir las
posibilidades a todas las construcciones de lenguaje –oral, escrito y no verbal– que envuelven
amorosamente a los recién llegados para darles la bienvenida al mundo, que son parte de su
historia familiar y cultural y que se transmiten de generación en generación, unas veces en la
materialidad de un libro y muchas otras veces a través de ‘libros sin páginas’, es decir, de
creaciones provenientes de la tradición oral que circulan en la memoria de los pueblos.”
(Alcaldía Mayor de Bogotá, 2013, p. 55).
El niño y la niña comienzan a explorar las ilustraciones, las palabras que el adulto utiliza para
referirse a las imágenes, a los objetos y a las acciones, el niño y la niña junto con el adulto van
explorando la literatura, desde el medio gráfico, y comienza una relación entre las palabras y las
imágenes, al construir sus propias historias.
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El niño y la niña comienzan a relacionarse con otros mundos, otros aparte del real, de la
cotidianidad. Uno de los aprendizajes más fuertes que en la primera infancia están ligados a la
lectura de cuentos, se encuentra relacionado con el uso de expresiones, movimientos corporales,
gestos y sonidos para representar los personajes de una historia.
Una de las reflexiones que el lineamiento propone, acerca del uso de la literatura como estrategia
de aprehender, es: “en la experiencia como lectores, en tanto constructores de sentido, resultará
crucial para su desarrollo emocional y cognitivo y les ofrecerá bases para acercarse
paulatinamente a las operaciones propias de la lengua escrita. Sin embargo, esto no significa que
deba enseñárseles a decodificar prematuramente, sino que la experiencia literaria y la
familiaridad con la lengua oral facilita su acercamiento a la lengua escrita y brinda la motivación
esencial para buscar en la literatura una forma de ‘leer-se’ y de explorar sentidos” (Alcaldía
Mayor de Bogotá, 2013, p. 57-58).
En la educación inicial, se invita a la infancia a que se acerque a los libros, y es aquí donde el
adulto ocupa un lugar muy importante en la motivación de los niños, por tal razón debe el adulto
hacer uso de diversas estrategias, para garantizar que sea valiosa la hora de la lectura o del
acercamiento a la narración de historias de tradición oral o de formación en valores. Es
importante garantizar el acceso de los niños a las obras de literatura y no encaminarlo todo a la
alfabetización, sino también a la capacidad de que sea el niño un explorador, un autor de su
propia historia, un productor de obras literarias, lo cual, desde el abordaje de las emociones,
aportaría además, importantes elementos de comprensión de la realidad del niño o niña y de sus
procesos cognitivos.
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METODOLOGÍA
Población
El ejercicio investigativo se desarrolla con un niño de cinco años, con el cual se trabaja durante
dos meses, por medio del uso de breves relatos que involucran emociones, para finalmente
diseñar un cuento que permita identificar, distinguir y expresar las emociones que le inquietan, a
través de la lectura dialogal e interactiva.
Enfoque
Para este ejercicio investigativo se ha usado el enfoque cualitativo, que permite observar y
describir las interacciones del niño con las historias que refieren o involucran la expresión de
emociones, a la par que se hace uso de los instrumentos adecuados para recabar información
sobre los hallazgos presentes en este ejercicio.
Para Bonilla-Castro y Rodríguez (2005), “La principal característica de la investigación
cualitativa es su interés por captar la realidad social ‘a través de los ojos’ de la gente que está
siendo estudiada, es decir, a partir de la percepción que tiene el sujeto de su propio contexto.” (p.
84); así mismo, en la relación entre el investigador y el sujeto, destacan que los investigadores
cualitativos “tienen que desarrollar una comunicación directa permanente con los sujetos
investigados, porque su interés implica de hecho comprender el conocimiento que ellos tienen de
su situación y de sus condiciones de vida.” (p. 93)
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Momentos de la investigación
Siguiendo el esquema propuesto por Bonilla-Castro y Rodríguez (2005, p. 126), son
principalmente tres las etapas del proceso, las cuales se han seguido en este ejercicio
investigativo:
1. Definición de la situación (problema) a investigar. Para este ejercicio se realizaron los
siguientes pasos:
a. Exploración de la situación, considerando el abordaje teórico del módulo sobre emociones en
la infancia.
b. Formulación del problema de investigación.
- Diseño de la propuesta.
- Preparación del trabajo de campo.
2. Trabajo de campo. El trabajo de campo estuvo desarrollado de la siguiente manera:
(a) Recolección de datos cualitativos y (b) Organización de la información.
Lo anterior a partir de talleres que implicaron:
- Desarrollo de actividades lúdicas y de lecto - escritura con el niño.
- Construcción de la historia que vendrá presentada en el libro, con el apoyo del niño.
- Diseño del libro interactivo.
- Uso del libro con el niño y retroalimentación de la experiencia.
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3. Identificación de patrones culturales que organizan la situación. En esta fase se realizó el
análisis de los datos e interpretación y a partir de allí se realizó la escritura del artículo producto
del ejercicio investigativo.
Técnicas e instrumentos
Si bien para el desarrollo del presente ejercicio investigativo se ha hecho uso de diversos
recursos para la compilación de información y producción del material final (relato del ejercicio
y producto tipo libro interactivo), destacamos en principio dos instrumentos, la observación y las
técnicas grupales.
Observación (percepción e interpretación):
“La observación permite al investigador conocer directamente el contexto en el cual tienen lugar
las actuaciones de los individuos y, por lo tanto, le facilita acceder al conocimiento cultural de
los grupos a partir de registrar las acciones de las personas en su ambiente cotidiano. (...)
Observar, con un sentido de indagación científica, implica focalizar la atención de manera
intencional, sobre algunos segmentos de la realidad bajo estudio, tratando de captar sus
elementos constitutivos y la manera como interactúan entre sí, con el fin de reconstruir
inductivamente la dinámica de la situación.” (Bonilla-Castro y Rodríguez, 2005, p. 227-228,
228-229).
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En el presente ejercicio investigativo se realiza análisis de gestos y expresiones en el niño,
asociadas a emociones, cuando escucha, narra o actúa historias inventadas. Se realiza registro
fotográfico y toma de apuntes.
Entrevista informal conversacional (no estructurada) y entrevista narrativa:
Esta modalidad de entrevista cualitativa está caracterizada porque “las preguntas se formulan en
torno a un asunto que se explora ampliamente, sin usar ninguna guía que delimite el proceso. [se
usa] cuando el objetivo es aclarar o entender mejor alguna situación sobre la que se están
realizando observaciones. (...) [También] cuando se espera que el entrevistado elabore
libremente una narración detallada de algún evento particular, con poca intervención por parte
del entrevistador. Esta modalidad de entrevista individual no estructurada conocida como
entrevista narrativa, (...) es un tipo particular de entrevista individual a profundidad, no
estructurada, a partir de la cual se anima al informante a contar una historia sobre un evento
particular del contexto social del cual hace parte, cuyos hechos son objeto de estudio de la
investigación en cuestión.” (Bonilla-Castro y Rodríguez, 2005, p. 161-162, 180).
Esta modalidad de entrevista ha sido desarrollada en el presente ejercicio investigativo
explorando el lenguaje sobre emociones y el comportamiento asociado a las mismas por parte del
niño; así como motivando la construcción conjunta de la historia (propuesta del investigador y
variaciones y aportes propios del niño). El niño narra además anécdotas en las cuales expresa
claramente estados emocionales, valiéndose de sus propias expresiones y construye historias
ficticias en las que expresa la comprensión que tiene de las mismas.
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Talleres:
- Construcción de historias y relatos ficticios junto con el niño. En principio, concediendo la
libertad al niño de plantear situaciones que describen sus emociones, indicando puntualmente
que no es necesario que se correspondan con experiencias vividas, se le invita a crear personajes,
caracterizarlos, e incluso dibujarlos. Juntos con él se va tejiendo la historia y “pintando” su
trasfondo, hasta llegar a posibles finales plausibles para el niño, sobre los cuales se discute su
cercanía con acontecimientos que le sucedieron en la realidad. El ejercicio implica, además de
una gran dosis de creatividad por parte del niño, la motivación suficiente para que dé vía libre a
su imaginación, y llegue incluso a expresar lo que experimenta frente a cada emoción trabajada.
Se utilizan elementos diversos para ayudar a construir los relatos, como imágenes tomadas de la
web, música, personajes conocidos por el niño y sus propios dibujos.
- Desarrollo de actividades lúdicas que involucran emociones en el niño y la necesidad de
expresarlas. Algunos juegos construidos in situ, con el propósito de explorar las emociones del
niño, se valen de su capacidad creativa y su imaginación, para llevarle a expresar, como si las
estuviera experimentando, emociones que, frecuentemente él mismo vive. Entre los juegos hay
dinámicas que implican correr, buscar objetos ocultos, fingir estar escondido o estar huyendo.
Adicionalmente, el uso de papel y lápiz para completar expresiones en rostros, así como partes
de la cara con diferentes expresiones que deben ser ubicadas en diseños de rostros inexpresivos
(ojos cerrados, sonrisas, bocas que expresan enfado o tristeza, ojos expectantes, etc.).
- Improvisación de juegos de roles con el niño usando objetos diversos (muñecos, títeres,
implementos de uso cotidiano). Crear historias en las que el niño es protagonista y debe valerse
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de muñecos que emulan personajes diversos, posibilita, además de adentrarse en historias que
permiten explorar emociones diversas, la caracterización por parte del niño, de tales emociones
involucradas, representarlas, describirlas con gestos y actuaciones, según su estilo y lo que ha
aprendido por imitación de sus parientes, así como de los personajes que conoce por la televisión
o el cine. En algunos juegos, el investigador fue parte de la historia, incluso su motivador, en
otros, sólo un espectador pasivo, en otros fue uno de los personajes siguiendo indicaciones del
niño sobre cómo actuar y representar ciertas situaciones.
RESULTADOS
1. Desarrollo de actividades lúdicas y de lecto - escritura con el niño.
Valiéndose de materiales dispuestos especialmente con el fin de identificar las emociones
recurrentes en el niño y su respuesta física a las mismas, se logró determinar cuatro
principalmente (miedo, enojo, tristeza, alegría), y categorizar otras secundarias, estableciendo
asociaciones con las básicas identificadas. El material producido en el ejercicio investigativo se
enfoca en las cuatro principales e incluye algunas actividades que permiten explorar otras.
Algunos de materiales usados, como el “dominó de las emociones” y láminas que muestran
puntualmente situaciones que motivan análisis y reflexión sobre las mismas emociones, junto al
dibujo de historias y expresivos personajes en papel con lápices de colores, crayones y pinturas,
fueron “trazando” el rumbo para el diseño del libro que se presenta como producto y
evidenciaron el aporte del uso de materiales interactivos como motivador para el diálogo en
19
torno a las emociones y su manejo por parte del niño. La construcción de historias y la creación
de materiales que involucra en el proceso al niño, le permite hacerse co-autor de relatos en los
que presenta su sentir, sus necesidades de resolución frente a situaciones que le afectan, así como
sus propias respuestas terapéuticas y sanadoras ante emociones como el miedo y el enojo.
El uso de la tableta y la computadora, posibilitó una mejor interacción, así como la facilidad de
ampliar la experiencia, involucrando suficientes imágenes, juegos interactivos, videos y música.
El ejercicio de revisión de material audiovisual consideró ver junto con el niño la película
“Intensamente” y dialogar sobre sus propias emociones. Estos recursos multisensoriales,
trasladan la dinámica dialógica al plano de la virtualidad y, con la guía del investigador, va
derivando su alcance a los centros de atención que son relevantes para el niño, a la par que
generan apertura hacia otras formas de interacción, mediada por el vasto mundo de la internet.
La exploración de materiales afines al ejercicio investigativo, presentados bajo la forma de libros
y que, son fácilmente encontrados en las librerías, sirvió como referente y apoyo, para acercar al
niño al ejercicio de “leer” una historia, describirla como relato continuo, hacer un análisis basado
en las emociones que, (a) parecen estar presentes en los personajes y (b) que el mismo niño
experimenta con el relato, y comentar los hallazgos haciendo aportes a modo de sugerencias al
cuento o descripción de finales alternativos al que presenta el material impreso. Cabe decir que
existe un ilimitado número de producciones impresas enfocadas en el campo de las emociones,
lo que no quita originalidad a cada nueva propuesta de relato, antes bien, cada libro pensado en
este ámbito, anima la producción de otros que enriquecen y amplían la posibilidad de abordarlo.
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Se presentan algunas fotografías del proceso de interacción del niño con los recursos utilizados
en las actividades lúdicas y de lecto-escritura:
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2. Construcción de la historia que viene presentada en el libro, con el apoyo del niño.
Habiendo definido las cuatro emociones básicas, se dispuso cuatro situaciones tipo, inspiradas en
la experiencia del niño, el uso de su lenguaje particular, la exploración emocional que él mismo
realizó y los posibles desenlaces a las mismas. En el libro producto de este ejercicio
investigativo, acompañadas de imágenes escogidas y/o elaboradas con la orientación del niño,
viene presentado el relato de este modo:
Entre hojas secas, gotas de lluvia, tormenta y la luz del sol, se ve un niño jugando, saltando,
llorando, gritando, refunfuñando y escondiéndose…
Una mañana se asomó por la ventana y viendo el paisaje, le preguntó a su mamá, ¿hoy voy
al jardín? Con la respuesta afirmativa… se escuchó un largo suspiro y todo el rostro se
transformó…
Hurgando entre la tierra un bichito me encontré, lo veo con mis ojos, lo siento en mi piel,
brinca y brinca, no lo quiero dejar caer, sus pequeñas patitas cosquillas me hacen tener, y
una sonrisa florecer. Mas en mis amigos otras reacciones puede haber... ¿cuál es la tuya?
¡Por favor la cortina de mi cuarto puedes cerrar que un monstruo quizá logre entrar ...! Ya
lo veo asomadito y su antena roja no para de brillar... En el pecho siento un ligero
palpitar... ¿Cómo escondo lo que siento, sin que me vuelva a lastimar?
¡ La hora de jugar ya terminó!...
Un rato más... Quiero seguir jugando... ¿Por qué nunca te esperas?... Aish.
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Magia magia que la rabieta desaparezca ya...
Por tratarse de un libro que busca identificar, distinguir y expresar las emociones que inquietan al
niño, a través de la lectura dialogal e interactiva de un cuento, gran parte del contenido está
representado en imágenes, pero, finalmente, su valor agregado está en el diálogo que posibilita y
la construcción de nuevos relatos que suscita el encuentro del niño con los trazos de su propia
historia. De ahí que además del relato principal se incluyan otras actividades que permiten
explorar el universo emocional del niño, con su imaginación y más allá del mero juego de
preguntas y respuestas.
3. - Diseño y disposición del libro interactivo.
Diseñar el material, fue la mejor excusa para recordar el maravilloso ser que es Joel (nuestro
hijo), su manera de expresar las emociones y el modo como reacciona ante diferentes situaciones
de la vida, “aterrizando” esto en un libro que aborda principalmente las emociones de la tristeza,
la alegría, el miedo y el enojo.
Inicialmente se tuvo en cuenta qué comprende el niño de sus emociones, mostrándole diversas
imágenes de rostros que podrían representarlas, para que las explicara con sus palabras y
describiera los gestos que observa en las imágenes.
Este ejercicio, además de enriquecedor en la medida que permite resignificar algunas situaciones
particulares vividas por el niño, motivó al escoger cada corta historia, hacer que el recuerdo
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jugara un importante papel en la construcción conjunta de las historias. Las historias fueron
organizadas de siguiente manera:
- La tristeza se ubicó en un momento del día en que la rutina puede agobiar al niño, como es la
mañana y la preparación para ir hacia el jardín. El niño transforma su rostro cuando se le pide
que se prepare para ir al jardín y no porque no le guste ir al mismo, sino porque para él, es
fundamental, ser llevado por sus padres a la puerta de éste, para compartir esos cortos momentos
juntos; el apego y la necesidad de afianzar su seguridad, generan en el niño en ocasiones un
deseo profundo de no separarse de sus padres y una aparente nostalgia al tener que, finalmente
hacer un acto de desprendimiento. Es importante preguntar al niño cómo se siente, y por medio
del juego procurar conocer todo lo que puede ocurrir en un momento que cada día, aun siendo
rutinario, motiva emociones diversas, abriendo así el panorama a todas las posibles respuestas.
Tanto el análisis de la situación real vivida por el niño, como el ejercicio de plantearla con
palabras e invitarlo a hablar sobre ella, hicieron visible que, si bien predomina la tristeza en el
acto de “desprenderse” de sus padres, otras emociones como la nostalgia, el desgano y, en
ocasiones un efervescente entusiasmo, acompañan al niño es esta situación concreta.
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Esta emoción trae dos actividades alternas, en la primera, el niño puede ubicar aquellas cosas que
le agrada realizar, y en la segunda, puede jugar con adhesivos que representan rostros
motivadores.
- La emoción que inspira el fragmento siguiente, está relacionada a un gusto particular que tiene
el niño por el juego y la exploración de los “bichos” (insectos, arácnidos, anélidos), su rostro se
ilumina cada vez que ve un insecto ya sea en la casa, en la calle o en un paseo fuera de la ciudad;
sus reacciones vienen asociadas a preguntas como: “¿mamá qué come la lombriz?”, a
afirmaciones como “a mí me gusta la naturaleza y no la voy a dañar”, o con acciones como
buscar un lugar seguro para que nadie aplaste o le haga daño al animalito. Este tipo de conductas
no es común en los niños y niñas de los contextos en los que se desenvuelve, cuyas reacciones
generalmente son distintas; en la observación de sus coetáneos se identifica en ocasiones
desagrado, miedo, repulsión, amenaza (v. gr. una niña que al ver una araña se esconde detrás de
la madre o un niño que frente a la misma situación le pone el pie encima). La emoción de la
historia del “bichito”, está relacionada con la alegría.
La actividad invita a observar diversos “bichos” (insectos, arácnidos, anélidos) y observar qué
gesto nace al imaginarte si te encuentras con uno de ellos; las reacciones pueden ser numerosas,
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por ejemplo, generalmente toleramos y contemplamos con agrado más a la tierna mariquita que a
una pegajosa lombriz. Cada reacción es diversa y está ligada a la crianza del niño y las
enseñanzas recibidas en casa.
- La noche puede inspirar cosas muy bonitas y románticas, pero para muchos niños y niñas la
oscuridad es símbolo de que cosas tenebrosas pueden ocurrir, y asocian que la luz da mayor
tranquilidad y seguridad. El niño que inspira estos cuentos tiene un especial miedo por una
antena con luz roja, ubicada al frente de su ventana y aunque se le ha explicado el uso que tiene
para las telecomunicaciones, él continúa pidiendo noche tras noche, que por favor bajen la
cortina del cuarto para poder entrar en la habitación. Muchas veces también hemos sentido
miedo en la noche al ver aquellas sombras que se mueven detrás de la cortina, o a aquellos
sonidos que mueven el césped pero como adultos podemos interpretarlos, pero los niños y niñas
generalmente no lo asocian con cosas buenas.
La actividad que acompaña esta narración tiene que ver con poder sacar el miedo, poder
canalizarlo, ponerlo simbólicamente en una hoja y con seguridad, darle un lugar fuera de
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nosotros, en este caso dibujarlo en un postick, posteriormente arrugarlo, tirarlo, tacharlo o
botarlo, también es posible tomar ese dibujo y de forma muy divertida crear una historia. Es
importante el rol del cuidador en esta actividad ya que orienta la emoción del niño, lo
comprende, le ofrece protección por medio de un abrazo amoroso, puede ir explicándole que el
miedo se vence poco a poco y puede darle ejemplo de situaciones que también le generaron
miedo en su infancia.
- Las “rabietas” de los niños logran descontrolar al adulto, los momentos compartidos se alteran
y las emociones se ven afectadas; al no comprender por qué se dio el enojo se intentan diferentes
estrategias e incluso chantaje para calmarlo. Esta narración se da desde el momento agradable y
divertido del juego y cuando entra la voz de la madre o el padre interrumpe todo para dar fin al
mundo de fantasía del niño, ante lo cual se da la reacción casi inmediata de la rabieta provocada
por el enojo, el grito, “berrinche” y “refunfuño”. El niño dice frases particulares de desagrado:
“ya no eres mi amigo”, “no te quiero”, “estoy cansado contigo”, “no me dejas en paz”, etc. Es
positivo dar un giro a la situación y reaccionar con un juego y hacer que de forma mágica salga
la rabieta para convertirse en un personaje con ojos y boca.
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Por tal motivo, la actividad que acompaña esta emoción tiene que ver con dibujar con tiza la
rabieta sobre una pizarra, y ponerle unos ojos y una boca, el cuidador ayuda al niño a darle un
nombre divertido al personaje que surja y a decirle que es mejor que esté en el tablero y no en su
corazón.
4. Uso del libro con el niño y retroalimentación de la experiencia.
Tras imprimir el libro, se puso en manos del niño, se permitió interacción libre, observando sus
reacciones que pasaron de la sorpresa, a la reafirmación de su “orgullo” por ver materializado el
fruto de un producto en cuya elaboración, él mismo intervino; posteriormente se procedió a
realizar lectura guiada, reflexionando sobre las emociones presentes en los breves relatos,
ejercicio que, si bien se había realizado varias veces previamente, al tener el libro en sus manos,
contó con una notablemente aumentada emoción. En el encuentro con las actividades
complementarias del libro, el niño exploró diversas posibilidades de juego y se encontró
expectante frente a cada nuevo reto, especialmente en el uso del dado con dibujos de las partes
del rostro.
El uso del libro y la relectura de la historia motiva en gran medida al niño, máxime cuando se
sabe protagonista de cada página del mismo. Aprendió a contar la historia él mismo, aún cuando
no sabe hacer lectura de textos escritos en grafía convencional hispánica; en cada nuevo
acercamiento a ésta juega con la posibilidad de establecer relatos conexos y explorar diversos
finales.
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DISCUSIÓN (AMPLIACIÓN DE LA REFLEXIÓN TRAS LOS RESULTADOS DEL
EJERCICIO INVESTIGATIVO)
¿Cómo lograr que un niño de cinco años, identifique, distinga y exprese las emociones que le
inquietan, a través de la lectura dialogal e interactiva de un cuento?, fue el interrogante que orientó
el ejercicio investigativo que, como estudiantes de la Especialización en infancia cultura y
desarrollo de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas, desarrollamos como parte del
“Curso de profundización y actualización: Afectividad y emociones en la infancia y la
adolescencia”.
La motivación principal para abordar el problema y caminar en su resolución, ha sido Joel, nuestro
hijo de 5 años, que día a día ha ido creciendo en la expresión de su universo emocional, no sólo
desde las afirmaciones que realiza y los interrogantes que transmite, sino también desde el
inventario de nuevas expresiones que, con su lenguaje corporal, hace presentes al evidenciar lo
que está sintiendo en determinadas circunstancias de su cotidianidad y ante diversos estímulos del
medio. Joel es, ante todo, más allá de un sujeto concreto, la representación de un universo
insondable de niños y niñas que, sin entender los grandes misterios de la vida (tampoco los adultos
lo hacemos), se esfuerzan en permitir que emerjan transparentemente, sus emociones, o por lo
menos, prestan su existencia toda para el fluir de los mundos interiores que determinan al ser
humano en su relación con el medio que habita, aun cuando éstos no logren ser siempre
descifrados, aprehendidos por los otros, comprendidos.
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Poner a Joel por protagonista de una historia ficticia, liberando algunas de sus inquietudes de modo
que conformen palabras, juegos de imágenes, actividades expectantes de interacción, es arriesgar
un tanto de su realidad, en el juego de hacerse código que comunique a otros la complejidad
emocional de la segunda infancia y permita “transcribir”, de modo representacional otros universos
interiores, para quienes aborden en la brevedad de relatos y actividades propuestas, su propia
expresión de sentires.
Las palabras, imágenes, motivaciones a la acción, son pretexto para establecer ejercicios dialógicos
que, de la mano del cuidador o cuidadora, devienen en la práctica de expresar verbalmente las
emociones que afectan al niño o niña y permitirse un encuentro y contacto con su interioridad, en
aras de facilitar que el ejercicio narrativo, libere tensiones, resuelva adecuadamente tales
emociones y le lleven a adquirir la destreza de hablar de lo que siente y lo que esto genera en su
ser. Aunado al interés de dar soporte afectivo y asertivo a los niños frente a lo que les inquieta,
posibilitado esto con materiales oportunos y de fácil manejo, se fortalecen además, procesos
lectores en los mismos niños y niñas, que en la segunda infancia van dando apertura a los mismos,
no sólo como parte de su desarrollo cognitivo, sino por la curiosidad característica de esta etapa
de su proceso vital, que les hace ávidos lectores de materiales impresos.
Más allá de la observación de la respuesta del niño en el encuentro con la historia impresa y del
compromiso con las interacciones sugeridas en la misma, como investigadores, inmersos también
en el ejercicio interactivo que despliega el cuento, descubrimos el potencial de la dinámica de ida
y vuelta, que implicó identificar las emociones de un niño frente a diversas situaciones,
transformarlas en una historia que pretende interpretarlas y usar dicha historia para re-encontrarse
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con las emociones identificadas. Como en un juego que va diseñando sus reglas conforme se va
jugando, el ejercicio investigativo nos movió más allá del objeto de investigación, al plano de la
reflexión personal, sobre el propio universo emocional, para explorarlo y ponerlo en confrontación
con el del niño / niña -alguna vez también lo fuimos-, objeto del ejercicio. En este caminar, se
fueron dando posibles respuestas a la pregunta original y emergieron nuevos desafíos, de ahí que
las “reglas de juego”, se fueran ajustando y, el producto acabado logre recoger el insumo dado por
el niño objeto de estudio, a la par que se abre a reflexiones aún no planteadas, a nuevos escenarios
en construcción que, involucran a los futuros lectores del cuento, que, con el asocio de su
protagonista, tomó por nombre: “Currumplumplito. Lo siento en mi cuerpo, interprétalo con el
corazón”, y que podría servir como referente simbólico o relato identitario de un indefinido
número de pequeños lectores.
Como resultado de un ejercicio investigativo conectado con un breve curso de profundización y
actualización, enmarcado en un aspecto específico de la infancia, no como producto de una
investigación, lo cual, definitivamente, en ningún momento pretendió ser, surge el material que
presentamos y que, de antemano indicamos, fue del total agrado de su motivador y protagonista,
más allá de lo cual, pierde toda relevancia su impacto en la academia o en otros ejercicios
investigativos, aun cuando pueda ser que los motive y disponga.
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CONCLUSIONES
La experiencia como base fundamental en el desarrollo emocional del niño, en la construcción de
su subjetividad, y en el afianzamiento de su capacidad de auto regulación, entre otros aspectos
que configuran su desarrollo personal, la relación con el medio -incluyendo a las personas que
tienen a cargo su crianza-, y su evolución integral en él, puede ser “leída” y estimulada de modo
constructivo, por medio de materiales adecuados al proceso de desarrollo que vive el niño,
enfocados a la vez en el aprendizaje de habilidades y fortalecimiento de capacidades para la
identificación, comprensión y manejo de su universo emocional.
La experiencia, para un niño de cinco años, viene permeada por la cultura, la cual a su vez
influye en la socialización de la expresión emocional, que se da gracias a la interacción con los
cuidadores. Tales interacciones, matizadas del elemento cultural en el que se desarrollan,
determinan además el auto reconocimiento del niño como sujeto emocionalmente condicionado,
lo que implica, que busque comprender y manejar su expresión emocional como respuesta
oportuna a estas interacciones.
Teniendo pues, como base la experiencia, el encuentro del niño con su propia historia y todos los
procesos que en ella experimenta, es claro que los aprendizajes más fuertes que se dan en la
infancia y, especialmente a los cinco años de edad, están ligados a la lectura de cuentos, máxime
cuando el proceso es acompañado por los cuidadores, y el mismo involucra el uso de
expresiones, movimientos corporales, gestos y sonidos para representar los personajes de una
historia o el ambiente que les rodea. De la interacción del niño con los materiales de lectura,
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surgen nuevas habilidades de lecto-escritura, que incluyen la decodificación del relato (textos,
imágenes, sentidos), la capacidad de expresarlo con las propias palabras y representarlo a través
de la propia corporalidad, la ejemplificación y la interpretación de su enseñanza en términos de
aporte a la propia historia.
Contar con materiales adecuados para la exploración emocional del niño y el acompañamiento
de sus inquietudes frente a esta dimensión de su ser, posibilita un encuentro más cercano, menos
rígido, lúdico e incluso productivo, que le lleva a identificar, distinguir, comprender, expresar sus
emociones en el diálogo con el cuidador, a través de la herramienta “cuento interactivo” y aún
más allá de la relación establecida durante el proceso lector, a otros escenarios dialogales de su
experiencia de vida.
REFERENCIAS
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