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TEMA 1 – EL ÁMBITO DE LA MORALIDAD : ÉTICA y MORAL ¿Qué es la Ética? Es la disciplina filosófica que se ocupa de los asuntos morales, nuestra CONDUCTA bajo el punto de vista del bien, del deber o del valor, calificándola como buena o mala, debida o incorrecta, valiosa o sin valor moral. Es una disciplina conocida con dos nombres diferentes, Ética y Moral , que vienen de distintas raíces etimológicas. I. APROXIMACIÓN SEMÁNTICA: ARANGUREN (1909-1996) fue el primer sistematizador de los estudios éticos en España e hizo hincapié en esta doble etimología . Así: Ética deriva de las palabras griegas: o Êthos: Esta poseía dos sentidos fundamentales, de los cuales El más antiguo hacía referencia a residencia, morada, lugar donde se habita. Martin Heidegger señala que la actual traducción de êthos por carácter o modo de ser piensa en términos modernos, no griegos; significando el término êthos estancia o lugar donde se mora. A partir de ese sentido, el significado fue evolucionando hasta llegar a designar el lugar desde el que (metafóricamente) se vive, esto es, las disposiciones del hombre en la vida , su carácter . o Éthos: Platón y Aristóteles derivaron êthos de éthos, es decir, derivaron el carácter de la costumbre y acercaron el sentido de éthos (costumbre) al de héxis (hábito que se adquiere a través de la repetición). De ahí la importancia de la educación. El carácter sería una segunda naturaleza, fuente de nuestros actos y resultado de ellos, frente al temperamento o talante, que nos es dado y en relación al cual hemos de forjar nuestra personalidad moral. Como decía Kant , el carácter es lo que el hombre hace de sí mismo por voluntad”, sometida a la ley moral. Moral: Los términos êthos y éthos fueron traducidos al latín con mos, de dónde provino moral. Pero en la traducción prevaleció el sentido de costumbre o hábito, en detrimento del resto de acepciones, con lo que la reflexión ética se deslizó desde el plano del carácter moral al de su desgajamiento en hábitos y finalmente hacia una

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TEMA 1 – EL ÁMBITO DE LA MORALIDAD: ÉTICA y MORAL

¿Qué es la Ética?

Es la disciplina filosófica que se ocupa de los asuntos morales, nuestra CONDUCTA bajo el punto

de vista del bien, del deber o del valor, calificándola como buena o mala, debida o incorrecta,

valiosa o sin valor moral.

Es una disciplina conocida con dos nombres diferentes, Ética y Moral, que vienen de

distintas raíces etimológicas.

I. APROXIMACIÓN SEMÁNTICA:

ARANGUREN (1909-1996) fue el primer sistematizador de los estudios éticos en España e hizo

hincapié en esta doble etimología. Así:

Ética deriva de las palabras griegas:

o Êthos: Esta poseía dos sentidos fundamentales, de los cuales

El más antiguo hacía referencia a residencia, morada, lugar donde se

habita.

Martin Heidegger señala que la actual traducción de êthos por carácter o

modo de ser piensa en términos modernos, no griegos; significando el

término êthos estancia o lugar donde se mora.

A partir de ese sentido, el significado fue evolucionando hasta llegar a

designar el lugar desde el que (metafóricamente) se vive, esto es, las

disposiciones del hombre en la vida, su carácter.

o Éthos:

Platón y Aristóteles derivaron êthos de éthos, es decir, derivaron el carácter de

la costumbre y acercaron el sentido de éthos (costumbre) al de héxis (hábito que

se adquiere a través de la repetición). De ahí la importancia de la educación.

El carácter sería una segunda naturaleza, fuente de nuestros actos y resultado de ellos, frente al

temperamento o talante, que nos es dado y en relación al cual hemos de forjar nuestra

personalidad moral. Como decía Kant, “el carácter es lo que el hombre hace de sí mismo por

voluntad”, sometida a la ley moral.

Moral: Los términos êthos y éthos fueron traducidos al latín con mos, de dónde provino

moral.

Pero en la traducción prevaleció el sentido de costumbre o hábito, en detrimento del resto de

acepciones, con lo que la reflexión ética se deslizó desde el plano del carácter moral al de su

desgajamiento en hábitos y finalmente hacia una atomización de la vida moral, que acabaría

centrándose en los actos (buenos o malos), tomados aisladamente. Esto difumina la unidad de la

vida moral, porque esos actos en realidad no se entienden sin un trasfondo y una cierta unidad

que les da sentido.

Así entre los actos, los hábitos y el carácter hay una especie de círculo:

- Nuestros actos y hábitos dependen de nuestro carácter.

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- Nuestro carácter se forja a través de sucesivas elecciones y decisiones; es decir, a través

de actos y hábitos.

El modo de ser será el resultado de nuestra disposición o talante, elaborado por el carácter que,

a través del comportamiento, nos vamos apropiando. Pero el centro de gravedad está en la vida

en su conjunto, más que en los actos aislados, que sólo cobran relevancia en cuanto se

supone que en ellos se expresa la vida moral; es decir, el objeto unitario de la moral sería la vida

en su unidad temporal o, como suele denominarse, la vida moral, dentro de la cual los actos y

hábitos constituyen simples elementos.

En el sentido apuntado, ética y moral vendrían a ser sinónimos y en él se imbricaría la vida

moral (ethica utens) y la reflexión filosófica sobre ella (ethica docens), en cuanto a disciplina

susceptible de ser enseñada. Para la gran tradición moral occidental, el fin de la Ética consistía

en:

El aumento en el conocimiento.

El perfeccionamiento del hombre, pues con respecto a la virtud no basta con conocerla

y proclamarla, sino que hay que intentar tenerla y practicarla.

Aun siendo cierto que siempre habrá una gran distancia entre la conducta y los referentes ideales,

se trataría de mermarla.

Diferencia entre ética y moral : Podemos distinguirlas basándonos en las diferencia

entre el filósofo moral (cuya labor es teórica, referida a la práctica) y el moralista (cuya

labor es alentar y reformar la práctica moral de los humanos).

La distinción se funda en que, aunque el filósofo moral reflexiona sobre la vida práctica, no por ello

tiene forzosamente que jugar el papel de moralista, sino que puede limitarse a una reflexión

teórica general sobre el fundamento de la moralidad. Partiendo de esta perspectivva, podemos

decir que:

La moral hace directa referencia al comportamiento humano y lo califica en bueno o

malo, haciéndose cargo del mismo los diferentes códigos o principio que tratan de

regular las acciones de los hombres.

Ejemplo: Moral griega, cristiana, budista, marxista…

La ética (también denominada filosofía moral o Moral con mayúscula, para indicar que

nos referimos a una disciplina) es la rama de la filosofía que piensa la vida moral, sin

proponerse prescribir o aconsejar como lo hacen los principios morales, sino más bien

reflexionando sobre ellos, para intentar ver cómo funcionan y dar razón de los mismos,

buscando sus categorías específicas.

La Ética se revela como un saber teórico-práctico porque reflexiona sobre la vida moral de los

hombres y porque, aunque adopta la adecuada distancia reflexiva de la acción diferenciándose de

la retórica/propaganda, guarda suficiente relación como para advertir que se investiga con la

finalidad de ser buenos.

En resumen:

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- “ética” y “moral” con minúscula = Moral vivida

- Ética y Moral o filosofía moral = Reflexión filosófica sobre la moralidad, sobre las diversas

formas de moral vivida.

Señalar que este uso no es regular en todos los autores.

II. LA ESTRUCTURA CONSTITUTIVAMENTE MORAL DEL HOMBRE:

El sentido más obvio de la palabra moral es el que considera a la vida humana en términos de su

bondad o maldad.

Ejemplo: Bueno aparece en ARISTÓTELES como el predicado fundamental de la vida moral. Posteriormente, esa

centralidad la han pretendido ocupar el deber con KANT y el valor con MAX SCHELER.

El significado más usual de moral –ya se refiera al bien, deber o valor– es el adquirido por su

contraposición a inmoral –entendido como lo malo, indebido o no valioso.

Sin embargo, antes que a inmoral, el término moral puede contraponerse a otros como amoral y

desmoralizado.

A. Moral – amoral : (Ética – Estética)

Etimológicamente, la “a-moralidad” supone la supresión de las dicotomías a las que antes se hacía

referencia (bueno-malo, debido-indebido…). Un sujeto amoral no sería aquel que elige lo malo

frente a lo bueno (ese sería el inmoral), sino que sería el que ni siquiera se cuestiona la

alternativa y pretende situarse más allá o más acá de la misma.

1. Más acá de la alternativa entre el bien y el mal, no haciéndose cargo de la misma:

Hay que hablar en este punto de Kierkegaard (1813-1855) y del hombre del estadio

estético, el que toma sus decisiones desde una cierta indiferencia. Elige ahora esto, luego lo otro,

sin que en ninguna de esas elecciones comprometa su existencia. Digamos que lo que el hombre

elige es no elegir.

Sin embargo, el propio KIERKEGAARD mostró cómo no elegir supone también una forma de

elección, aunque en sentido impropio.

La diferencia radical entre el hombre del estadio estético y el del estadio ético no es que uno

elija el mal y otro el bien, sino que:

El hombre del estadio estético no quiere hacerse cargo de la cuestión, colocando a

merced del capricho en sus elecciones.

El hombre del estadio ético sí tiene en cuenta esta cuestión, teniendo en cuenta esta

cuestión.

Esta disyuntiva no expresa la elección entre Bien y Mal, sino aquella elección mediante la cual se

elige Bien y Mal, o se anula el Bien y el Mal. Por tanto, en la elección no se trata de elegir

bien, sino de la seriedad, la forma, el páthos con el que se elige .

Kierkegaard considera que es la elección la que nos constituye. Subraya la importancia que

para la vida humana tiene el hacerse cargo de que no todo da igual, de que no todo vale lo mismo,

de que unas cosas son mejores que otras. El indiferente pasa por alto su responsabilidad y,

al negarse a realizar así su libertad, se abandona a la COSIFICACIÓN, se convierte en

“cosa”.

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Ejemplo: Ya señaló Fernando Savater que el indiferente es cosa entre cosas: sabe que de las cosas no puede

esperarse nada, porque todas dan lo mismo, y él no se siente llamado a introducir en ellas las debidas

distinciones.

2. Más allá de la alternativa:

En “Más allá del bien y del mal”, Nietzsche señala que ofrece una crítica a la modernidad, sin

señalar que sus intenciones consistan el anular toda disyuntiva entre bien y mal.

El texto nace como intento de acabar con la jerarquía de valores establecida en el mundo moderno

a través de la secularización 1 de la moral cristiana , que él consideraba una moral de la

decadencia y del resentimiento, prolongada en la democracia y en el socialismo. Según

Nietzsche, el perdón nace de la cobardía, el ideal de igualdad del temor a lo superior.

No intenta anular la disyuntiva entre el bien y el mal, sino establecer otro bien y otro mal , crear

una nueva jerarquía de valores. Defiende la figura del superhombre frente a la moral del

rebaño, en vez de una moral reactiva, que no pretende nada y es propia de espíritus sometidos, él

propone la moral de alguien rudo, poderoso, plantado en sí mismo.

Sin embargo, parece difícil situarse más acá o más allá de la moralidad desde una perspectiva

individual. Tampoco se han dado sociedades en las que no haya un sistema de normas y

preferencias vinculantes para el grupo.

Así pues, el fenómeno de la amoralidad ha de entenderse como un problema más psicopatológico

que ético o como un concepto límite en el que los casos de auténtica privación del sentido del bien

y del mal serían la excepción que confirma la regla.

B. Moral – desmoralizado :

1. El ánimo como moral:

Cuando decimos de alguien que se encuentra «desmoralizado» o que está «bajo de moral», no

pretendemos decir que se comporte de mala manera. La vida moral consiste en obrar bien y

en mantener, en medio de las dificultades que la vida acarrea, el suficiente ánimo para

afrontarla.

El sentido, pues, que adquiere «moral» cuando se contrapone a «desmoralizado» viene a ser el

de «fuerza para vivir», ánimo, coraje, que luego habrán de emplearse en el bien o en el mal, pero

sin los cuales ni uno ni otro pueden realizarse. Ese significado del término es previo al de moral

como «bueno», hasta el punto de que este último ha de montarse sobre aquél.

2. Moral como estructura:

Fue ARANGUREN quien subrayó la importancia radical de este aspecto de la moral, refiriéndose al

concepto de moral como estructura.

A pesar de que en la actualidad los antropólogos discuten la posibilidad de una cierta capacidad de

aprendizaje en los animales, una de las diferencias básicas entre los animales y el hombre

podría expresarse diciendo que el animal se halla AJUSTADO AL MEDIO, frente al característico

DESAJUSTE que con éste mantiene el ser humano.

Pues ante estímulos similares, la respuesta del animal se puede predecir, dado que su

equipamiento biológico le proporciona respuestas instintivas, no racionales. Al hombre en

cambio, ningún aspecto de la realidad le viene ofrecido unívocamente. Al poder dar diferentes

1 Secularización es el proceso que experimenta una sociedad cuando la religión pierde influencia sobre ella y otras esferas del saber ocupan su lugar. La ilustración es un periodo secular ejemplar.

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respuestas y hacer diversas propuestas, tiene que interpretar la realidad y elegir, lo que

comporta una vida inestable que, a la vez, es la otra cara (y el riesgo) de su propia libertad.

La naturaleza, en el hombre, siempre se encuentra mediada por la cultura, entendida en

el sentido antropológico, como lo que se refiere a los sistemas políticos y sociales, la variabilidad

de las relaciones sexuales y los aspectos más instintivos del impulso de conservación, hasta el

punto de que lo que en unas sociedades es considerado apetecible, en otras provoca

repugnancias. A esto se refería ORTEGA cuando decía que “un tigre es siempre un primer

tigre, mientras que el hombre no es ya nunca Adán”. Así destaca ORTEGA frente a la

seguridad instintiva del animal, la vida humana es un quehacer: la vida nos ha sido dada, pero,

a diferencia de los animales, esta no nos ha sido hecha, teniendo cada uno que determinar su

propia vida.

Así, hay algo de lo que los hombres no somos libres: de dejar de serlo, pues como decía

SARTRE (existencialista – no cree en el poder de la pasión; el hombre es responsable de su

pasión) estamos condenados a la libertad.

A esta obligada elección ZUBIRI y ARANGUREN la denominaron moral como estructura. Pero

el hombre, estructuralmente moral, puede conducirse luego debida o indebidamente, moral o

inmoralmente, que es a los que ambos autores se referían como moral como contenido: el

hombre, animal hominizado, no se encuentra directamente humanizado, siendo esta tarea de

encontrar su humanidad una tarea principalmente moral.

[El hombre es estructuralmente moral porque por naturaleza está obligado/condenado a elegir. El

resultado de la elección en sí, si bien o mal, ya no hace referencia a la moral como estructura,

sino a la moral como contenido].

El hombre, que es animal hominizado, no se encuentra directamente humanizado, sino que esta

tarea de encontrar su humanidad, su rostro humano, es una tarea básicamente moral.

3. Determinismo y libertad:

Al destacar la forzosa libertad humana, parece que nos hemos acercado a la posibilidad de que,

aunque el hombre se piense libre, su conducta se puede encuentrar sometida a un estricto

determinismo. KANT trata esta cuestión en la tercera de las antinomias a las que se refiere en la

“Dialéctica trascendental” de su Crítica de la razón pura y concluye la imposibilidad para la

razón práctica de resolverla, pues por más que nuestra conciencia se presente como libre, no se

puede saber si esa conciencia de libertad es una ilusión que no somos capaces de desentrañar en

su significación real.

Por eso, para KANT, la libertad será asunto de la razón práctica, indemostrable para el uso

teórico y sin embargo condición de posibilidad de la vida moral, puesto que no sería posible

imputar responsabilidad moral a quien careciese de libertad, la cual aparece como un

requisito indispensable, como la razón de ser de la moralidad, si bien esta es la vía de acceso o la

razón de conocimiento de la libertad.

Frente a lo que es, al orden del ser (a lo dado, que está regido por la causalidad), el hombre trata

de establecer lo que debe ser. Y aunque, si estuviéramos determinados tal intento sería un

fracaso, el ombre no puede renunciar a él como no puede suprimir su lenguaje moral: “pues

aunque ser buenos o malos resulte independiente de nuestra voluntad, la moralidad subsiste como

la lucha por hacer lo que nos dicta nuestra conciencia”.

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Esto no quiere decir que el hombre no se encuentre sometido a múltiples

condicionamientos. Pues se suele distinguir entre conductas compulsivas y deliberadas o, como

las llamaban los escolástico (siguiendo lo establecido por ARISTÓTELES en el Libro III de la Ética

Nicomaquea): actus hominis, los que lleva a cabo el hombre sin plena deliberación; y actus

humani, los únicos incumbidos por la Ética, sin descuidar que la falta de deliberación también

puede ser imputada al hombre.

Pues, cuando excusamos la conducta de una persona, por una serie de circunstancias, lo hacemos

a costa de convertirla en cosa entre las cosas, sin poder evitar lo impuesto por la causalidad. Tal

beneficio de la causalidad (según MUGUERZA) puede ser aplicado siempre que hablemos en

PASADO; pero no podemos utilizarlo en primera persona y para referirnos al futuro, pues en ese

mismo momento claudicaríamos de nuestra responsabilidad y de nuestra humana condición,

convirtiendo nuestra libertad en facticidad, que es a lo que SARTRE llamaba mala fe.

Es cierto que la libertad y la responsabilidad no se ejercen en ausencia de

condicionamiento. De hecho, lejos de pensar la libertad como falta de límite es en su seno

donde hemos de realizarla y cuando los límites sobrepasan un cierto grado hablamos de

conducta coaccionada. Frente a la idea de que el límite impide la vida humana, FREUD destacó

que sólo la renuncia a una imaginaria plenitud y omnipotencia da acceso al orden humano del

deseo y al lenguaje, por el que simbolizamos lo ausente. Pero la falta de límites no permite

nuestra realización (los límites SON NECESARIOS), sino que nos extravía y al carecer de todo

tipo de referencias no sabríamos hacia dónde dirigirnos. En cambio, el límite, la perspectiva,

nos orienta y nos abre al mundo.

III. MORAL – INMORAL, MORAL COMO CONTENIDO:

A. Moralidad y eticidad :

A partir de la condición estructuralmente moral se monta ese otro nivel de la moralidad por el que

el humano trata de ajustarse a la realidad no sólo de cualquier forma, sino de la manera más

justa/buena/preferible (que es a lo que ZUBIRI y ARANGUREN denominaban moral como

contenido).

Estos contenidos de la moralidad suelen venir ofrecidos socio-históricamente por las religiones,

las normas de convivencia, es decir: por los códigos culturales. Esa normatividad encarnada

en las instituciones denominada eticidad (Sittlichkeit) por HEGEL cuando se refiere a las

valoraciones sedimentadas en las instituciones superadoras de la mera moral.

HEGEL critica a KANT, insistiendo en el formalismo de sus principios morales, su universalismo

abstracto la impotencia del deber y el rigorismo de la convicción que no tiene en cuenta las

circunstancias y posibles consecuencias de un aplicación descontextualizada de dichos principios.

Ésta polémica se ha renovado por las éticas discursivas e K.O.APEL y HABERMAS y el debate

entre LIBERALES y COMUNITARISTAS, al insistir éstos últimos en que la subjetividad siempre

viene mediada y se constituye en horizontes sociales, que son los únicos desde los que las

elecciones éticas pueden cobrar sentido.

HEGEL concede que la reflexión sobre el deber como principio universal de la voluntad autónoma

puede trascender la eticidad, las formas de vida de una comunidad; por eso, su propuesta de

superar la mera moral en las instituciones del Estado busca evita un repliegue en la pura

interioridad que privada de contenidos objetivos, carecería de criterios para rebasar su

particularidad y se extraviaría en lo arbitrario.

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Sin embargo, la historia más reciente cuestiona radicalmente el ideal hegeliano y marxista de

la coincidencia entre el hombre y el ciudadano; porque cuando el espíritu de un pueblo es

pervertido hasta el punto de alimentar una eticidad mortífera, el espíritu que ha desertado de las

instituciones que se han vuelto criminales se refugia en la conciencia moral de un pequeño

número de individuos (RICOEUR).

Es preciso poner de relieve que el hombre no se debe abandonar sin más a la normatividad

socialmente vigente y, aún cuando concuerde con ella, habrá de asumirla personalmente si no

quiere ser un mero producto de la presión social, cayendo en lo que HEIDEGGER llamó la

banalidad del das Man/del se (se dice, se hace…); si quiere seguir la ley que se da a sí mismo y

no una imposición ajena (la moral cerrada de HENRI BERGSON).

Si el hombre simplemente se abandona a la vigencia social, se hace ESCLAVO en vez de dueño de

sí (ROUSSEAU: “el impulso del simple apetito es esclavitud; la obediencia a la ley que uno se ha

prescrito es libertad”).

B. “ Bueno” en sentido instrumental y en sentido moral . Técnica y práctica.

Cabría preguntarse, ¿es que el hombre puede elegir el mal, lo menos bueno? La Ética a

Nicómaco de ARISTÓTELES se abre con la declaración de que: “El bien es aquello hacia lo que

todas las cosas aspiran”, por lo que parece que el hombre no puede obrar mal.

Sin embargo, “bueno” es un término ambiguo, no usándose siempre en sentido moral. En ciertas

ocasiones tiene un significado puramente instrumental (en cuanto adecuado a su fin), como

cuando decimos que un cuchillo es bueno porque corta bien. Ya desde ARISTÓTELES y la

ESCOLÁSTICA se sale al paso de esta equivocidad, al indicar que el hombre se comporta sub

ratione boni, lo que no quiere decir que su comportamiento sea moralmente bueno. Así, nuestros

intereses pueden hacernos olvidar otros aspectos que deberían haber sido tenidos en cuenta en

nuestras elecciones.

Fue KANT el que se ocupó de aclarar este tema en la Crítica de la razón práctica. Así, las

expresiones “bonum” y “malum” entrañan una ambigüedad, que las hace susceptibles de un

doble sentido, que solventó al distinguir entre:

- “das Gute” (lo bueno) y “das Wohl” (lo provechoso) para referirse a bonum.

- “das Böse” (lo malo) y “das Übel” (lo perjudicial) para referirse a malum.

Las primeras expresiones hacen referencia al aspecto moral , las segundas a lo meramente

apetecible , a lo instrumental , sin relación a la voluntad en cuanto determinada por la ley de la

razón.

Hay un adagio escolástico que dice: nihil appetimus, nisi sub ratione boni; nihil aversamur, nisi sub

ratione mali [nada apetecemos que no se halle bajo la razón de lo bueno, ni nada detestamos que

si no es en razón de lo malo]. Tiene un uso correcto pero, dado que las expresiones latinas bonum

y malum entrañan ambigüedad, es susceptible de un doble sentido generador de confusión. El

idioma alemán tiene la suerte de ser tan rico que alberga expresiones que no dejan pasar por alto

esa diversidad de acepciones. El alemán cuenta con mayor número de conceptos, lo cual facilita la

exactitud de los términos y las ideas.

Esto es importante porque se pueden extraer dos juicios absolutamente distintos cuando:

Se pondera lo bueno y lo malo inherente a una acción.

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Se considera en torno a nuestro provecho y perjuicio (es decir, si se mira desde el punto

de vista instrumental).

El provecho/perjuicio siempre significan sólo una relación con nuestro estado de agrado o

desagrado, y cuando deseamos o aborrecemos un objeto, tal cosa tiene lugar únicamente por

cuanto ese objeto queda relacionado con nuestra sensibilidad y con el sentimiento de

placer o desplacer que produce.

Sin embargo, el bien o el mal significan siempre una relación con la voluntad en tanto que

ésta se vea determinada por la ley de la razón a hacer algo como un objeto suyo, pues la

voluntad constituye la facultad de convertir una regla de la razón en causa motriz de una acción

(mediante la cual pueda realizarse un objeto). Este bien o mal queda por lo tanto estrictamente

referido a acciones y no al estado sensitivo de las personas .

Y de haber algo absolutamente bueno o malo, únicamente podría serlo el modo de actuar, la

máxima de la voluntad y por ende la propia persona que actúa en cuanto buen o mal ser

humano, mas nunca cabría calificar así a una cosa.

En la Crítica para la razón pura, KANT diferenció entre dos usos de la razón en atención a la

relación del conocimiento con su objeto:

Uso teórico de la razón/conocimiento teórico, que consiste en emplear el

conocimiento para determinar el objeto y su concepto.

Uso práctico de la razón/conocimiento práctico empleado para convertir el objeto en

realidad.

Práctico se define en el Canon de la obra como todo lo que es posible mediante libertad. Pero

este sentido es tan amplio que abarca:

o La técnica o aplicación práctica de la razón teórica, que trata de escoger los

medios idóneos para conseguir un fin previamente estipulado.

o Lo moral o propiamente práctico, donde la libertad se ejerce de manera

eminente en la discusión y elección, no de lo que es bueno como medio para

algo o en función d elo agradable/conveniente, sino de lo bueno en sí.

En la Fundamentación para una metafísica de la costumbres (1785), KANT diferenció entre

dos tipos de imperativos:

Los imperativos hipotéticos dependen del fin propuesto o de determinadas condiciones

(“si A entonces B”) y basta con que a alguien no le importe la condición para que dejen de

regir.

Pueden ser problemáticos cuando el fin o la condición de los que dependen pueden ser

sustituidos por otros, dando lugar a reglas de habilidad técnica. Y, si se tratase de un fin al

que ha de suponerse tienden todos los seres humanos (como sería la felicidad), nos

encontraríamos con imperativos hipotéticos asertóricos, de carácter pragmático, como

los que se encuentran en los consejos prudenciales para la felicidad.

Los imperativos categóricos no están sometidos a ninguna condición y formulan

simplemente “debes o no debes tal o cual”.

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En el Canon, KANT había insistido en que la moral no se ocupa tanto de la felicidad, que ya

procuramos por mera inclinación, sino de hacernos dignos de esa felicidad a la que

aspiramos:

Felicidad es la satisfacción de nuestras aspiraciones (extensiva, atendiendo a su variedad;

intensiva, en relación a su grado; y protensivamente, respecto de su duración). La ley práctica

derivada del motivo de la felicidad es la pragmática (regla de prudencia). En cambio, la ley

consistente en la dignidad de ser feliz es la moral (ley ética).

Por eso, considera sólo prácticos los imperativos categóricos que se expresan en mandatos de

moralidad, por ser donde se ejerce la libertad del ser humano, capaz de obrar conforme a las

leyes de la naturaleza y a su autonomía (conforme a las leyes que se da a sí mismo). Estos

mandatos expresan leyes práctico morales y no reglas técnico-prácticas .

La distinción kantiana entre técnica y práctica es paralela a la establecida por ARISTÓTELES

entre poiesis (fabricación, cuyo fin es distinto del que fabrica), que produce obras exteriores al

agente, y praxis (realización), que es la acción inmanente que tiene su propio fin.

C. Éticas materiales y formales :

Conviene señalar que la moral como contenido no es necesariamente una ética material, sino

que puede venir constituida por una ética formal:

- Algunos códigos morales prescriben de modo bastante concreto lo que se debe hacer,

regulando el contenido de nuestro comportamiento (éticas materiales).

- En otras ocasiones, en cambio, los principios morales son puramente formales y ofrecen,

tal como diría KOLAKOWSKI, una ética sin código.

La filosofía moral de KANT, por ejemplo, se preocupó, más que de establecer una serie de

preceptos morales, de indagar qué condiciones ha de reunir un precepto para ser considerado

moral, a saber: ser autónomo (expresión de la ley que se da cada cual a sí mismo) e

incondicionado. Así se expresa el imperativo categórico, cuya primera versión decía:

“Obra sólo según aquella máxima por la cual puedas querer que al mismo tiempo se convierta

en una ley universal”.

No dice qué hemos de hacer en concreto, sino tan sólo CÓMO hemos de obrar para que

nuestro comportamiento sea efectivamente moral . De este modo, la moral como

contenido es puramente formal, vacía de contenido.

IV. MORAL COMO ACTITUD

Junto a la moral como estructura y la moral como contenido se puede destacar, según

ARANGUREN, la importancia de la moral como actitud, cuya guía sería la conciencia, sometida

a múltiples condicionamientos, pero, al fin y al cabo, última instancia de la ética, pues sólo los

individuos son capaces de actuar moralmente, responsabilizándose de sus acciones.

A. El individualismo ético y la ética social :

La conciencia puede y debe abrirse al diálogo con los demás, cuyas razones tendrá que tener en

cuenta, y deberá de dejarse interrogar por la filosofía de la sospecha, así denominada por

RICOEUR, para desenmascarar sus dobleces y engaños. La conciencia es la instancia

irrebasable de la moral.

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De ahí se deduce un individualismo ético que insiste en el que el individuo es el único e

insustituible protagonista de la moral. Sin embargo, tal individualismo no debe olvidar que la

génesis del individuo está socialmente mediada, esto es que la identidad personal se genera a

través de una serie de identificaciones o que la individualización se produce a través de la

socialización.

La conciencia debe abrirse al diálogo con los demás posibilitando que el individualismo no lleve a

desentenderse de los otros. Ya que, si bien la decisión moral se ejerce en última instancia de

manera solitaria, desde la responsabilidad intransferible de cada cual; eso no significa que no

pueda ser solidaria, generando una ética social/transpersonal a nivel:

- Ética interpersonal/de la alteridad, en la que el otro es un alter concreto.

- Ética impersonal/de la aliedad, en la que el otro es un alius, otro innominado y

distante, al que estoy obligado en las tareas colectivas de la sociedad y de la humanidad

común.

B. Ética de la convicción y ética de la responsabilidad :

Hablando de la conciencia encontramos el contexto adecuado para introducir una nueva

categorización de la ética, planteada por MAX WEBER (1864 – 1920) en Politik als Beruf,

donde contrapone los conceptos de:

Gesinnungsethik /Ética de la intención o de la convicción : La asimila a la ética kantiana,

que se mueve por principios incondicionados, con independencia de los

resultados derivados de su actuación, es decir, sin entrar en un cálculo de las

consecuencias derivadas de su acción.

Esta ética resulta acósmica y políticamente inoperante.

Verantwortungsethik /Ética de la responsabilidad: El político se mueve conforme a esta

ética, pues tiene que estar atento a las consecuencias previsiblese incluso

laterales o no deseadas de su acción.

Esta ética desliza al político por la pendiente de la violencia y el mal , porque ninguna ética

del mundo puede eludir el hecho de que para conseguir fines buenos hay que contar en

muchos casos con medios moralmente dudosos y con la posibilidad de consecuencias laterales

moralmente malas.

Se ha señalado este dilema como un falso dilema, pues como KANT insistía una buena voluntad,

no es tal por lo que produzca o logre, ni por su idoneidad para conseguir un fin propuesto, siendo

su querer lo único que la hace buena de suyo. Más no por ello se desentiende de los fines que

estime moralmente deseables y que se deben lograr, haciendo para ello acopio de todos los

recursos que se hallen a su alcance; sólo que la moralidad de la acción no reside en el

resultado, pues al valor de la buena voluntad nada añade la utilidad ni el fracaso.

De ser así, no hay dos tipos de ética sino que lo que manifiesta WEBER es la compleja relación

entre ética y política.

V. ÉTICA Y METAÉTICA

Decíamos que el contenido de la moral suele proceder de las tradiciones sociales, concepciones de

la vida y el mundo, de la cultura antropológicamente entendida. Y que la reflexión filosófica de

la ética no tiene por qué tener un carácter normativo (su papel no es el de reformadores morales)

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pero ello no implica una asepsia axiológica ya que, aunque no intente dirigir la acción de un

modo inmediato, su crítica y reflexión sobre la moral tiene incidencia en el obrar.

Esa doble vertiente de la ética queda catalogada en la distinción entre ética normativa y

metaética/ética crítica.

A. Ética normativa : éticas teleológicas, deontológicas, axiológicas.

La ética normativa es una disciplina filosófica que trata de señalar lo bueno o lo malo en la

vida humana, lo que debemos hacer en el orden de los principios, siendo misión de la phrónesis

(prudencia aristotélica como deliberación sobre lo bueno de forma general) su aplicación a la

inmensa variabilidad de los casos particulares.

La Ética al reflexionar y criticar la moral como forma de vida, investiga en qué medida lo moral es

una dimensión constitutiva del hombre y las categorías en que puede expresarse. Los principales

modelos de ética normativa han sido dos:

Los teleológicos (de télos, fin), ejemplificados por la ética aristotélica en la que el Bien

es aquello a lo que las cosas tienden, siendo la eudaimonía (la felicidad) el fin buscado

por los humanos.

La tarea fundamental de la ética, según ARISTÓTELES, consiste en esbozar un modo de vida

del cual podamos razonablemente esperar que nos conduzca a la felicidad.

Los deontológicos (de déon, deber).

KANT señala que la ética no se preocupa tanto de la felicidad como de que nos hagamos

dignos de ella. A su entender, si la naturaleza hubiera tenido como fin que el hombre fuese

simplemente feliz, le habría equipado con lo necesario para ello , a través de un sistema

instintivo con los fines y los medios necesarios para conseguirlo. Sin embargo, al dotarle de

razón y libertad, parece que el humano queda alejado de la verdadera satisfacción,

de lo cual deduce KANT que el fin de la razón no es la consecución de la felicidad, sino

el hacernos dignos de ella, a través de una buena voluntad

Si la razón nos ha sido asignada como capacidad práctica, que debe tener influjo sobre

la voluntad, entonces el auténtico destino de la razón tiene que consistir en generar

voluntad buena en sí misma y no como medio con respecto a uno u otro propósito.

Por tanto, aquí la buena voluntad queda asimilada al cumplimiento del deber por el

deber.

Ambos modelos forman los dos paradigmas éticos por excelencia: el teleológico aristotélico

y el deontológico kantiano; con todas sus variantes hasta la actualidad y con sus tensiones.

En el mundo contemporáneo, MAX SCHELER, con su Ética axiológica (de axión, valor),

trató de otorgar al concepto de valor la centralidad que antes habían detentado el fin y el

deber, estableciendo así un tercer paradigma ético.

B. Ética crítica o metaética : Teorías descriptivistas y no-descriptivistas

Más allá de la ética normativa, la Metaética al pretender un estatuto de cientificidad neutral, se

ha concebido como un examen libre de presupuestos, como un estudio de segundo grado del

lenguaje moral, un metalenguaje de ese leguaje-objeto que sería el lenguaje de la moral. No

se encarga de los problemas normativos de la Ética, sino de analizar el significado de los

términos y enunciados.

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Desde este punto de vista, las teorías éticas se clasifican en:

1. Descriptivistas:

Dentro de éstas:

Las teorías naturalistas dicen que las condiciones de verdad de los enunciados morales

son similares a las de las ciencias empíricas, por lo que los métodos de éstas serían

suficientes para determinar su verdad o falsedad, sin precisar de ninguna premisa

ética, dado que el significado de los enunciados éticos (como la definición aristotélica del

Bien como aquello a lo que todas las cosas tienden) es similar al de aquellos otros en los

que no aparecen términos éticos.

Las teorías intuicionistas:

A principio del S. XX, G.E. MOORE critica esa concepción al pensar que incurre en la que

denominó falacia naturalista. Con su punto de vista dio lugar a la posición intuicionista,

que comparte con el naturalismo el que los enunciados éticos pueden ser verdaderos o falsos

y el que los términos éticos se refieren a propiedades, pero sosteniendo que éstas no son

definibles ni empíricamente observables (bueno sería tan indefinible e inanalizable como

amarillo) sino que son propiedades morales sui generis , sólo accesibles a la intuición .

2. No descriptivistas:

Encuentran sus antecedentes en HUTCHESON y D. HUME. Para el No-descriptivismo, los

términos éticos no se refieren a propiedades y los enunciados éticos no pueden ser

considerados/metalingüísticamente parafraseados como verdaderos o falsos , sino únicamente

correctos o incorrectos (desde un punto de vista moral).

Ejemplo: “Esta mesa es blanca” es una proposición que puede ser metalingüísticamente

parafraseada diciendo: “Esta mesa es blanca es una proposición verdadera o falsa”, porque la

mesa es un hecho del mundo, no un valor introducido en él.

Si decimos “matar es malo”, la afirmación parece descriptiva pero es prescriptiva, pues malo no

es ningún hecho del mundo, sino un valor introducido por el sujeto que juzga, por lo que,

suponiendo que lo malo ha de evitarse, equivale a “no se debe matar”. De una proposición

prescriptiva, como la anterior, únicamente cabe decir que nos parece correcta o incorrecta,

pero no verdadera o falsa.

Dentro de las teorías no-descriptivas podemos señalar:

El emotivismo –creado por C.L.STEVENSON y que sigue la teoría verificacionista del

significado del positivismo lógico– considera que un enunciado ético no describe nada

del mundo, sino que expresa las actitudes o emociones del hablante, haciendo imposible

el discurso racional en Ética.

El prescriptivismo –creada por R.M. HARE– insiste en que la función de los

enunciados éticos, aunque no sea descriptiva, es asimilable a la de otros

enunciados no fácticos (como ordenar, prescribir, aconsejar…), sólo que las

convicciones éticas no deberían identificarse con la posesión de actitudes, deseos o

emociones personales, sino con la de actitudes impersonales o morales si es que el

discurso ético es racionalmente posible, sin reducirse a la retórica emotiva.

Finalmente conviene señalar que, pese a la diversidad de orientaciones de la filosofía moral

analítica (de la metaética), cuya tarea consiste simplemente en esclarecer el lenguaje de la

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moral, no parece que sus intentos de neutralidad valorativa/axiologica hayan logrado la

neutralidad que ellas mismas reclamaban , comportando, en cambio, el riesgo de renunciar a la

labor crítica de la filosofía y a la propia razón en la implícita aceptación del orden de cosas dado.

Sin tener que compartir todos los presupuestos del racionalismo crítico de K.S.POPPER y

H.ALBERT, estos destacaban que la metaética no puede tomar la metodología practicada en los

sistemas éticos como un factum que se puede entender pero no cambiar, sino que habrá de

iluminar críticamente las reglas de juego que fácticamente se dan. Pues sólo cuando se plantea la

cuestión de en qué medida la pretensión a un reconocimiento general parece aceptable empieza la

revisión filosófica, que ha de consistir tanto en una valoración crítica de tales normas con

independencia de que se trate del dominio moral, político, científico, económico o cualquier otro.

Esa pretendida neutralidad de los filósofos morales analíticos en realidad se ha manifestado en

una indisimulada preferencia por el utilitarismo, como bien indicó en su día J. MUGUERZA –

porque han “…abandonado el análisis del lenguaje moral para ponerse a dar consejos sobre el

mejor modo de ordenar nuestros asuntos en la práctica moral de la vida cotidiana…”.