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TEMA 2: ÉTICA GRIEGA
I. EN BUSCA DE LA EXCELENCIA
El gran objetivo de la filosofía moral griega fue buscar la excelencia del ser humano. Por
eso se la puede denominar también como ética de las virtudes (virtud en griego = areté =
excelencia de una cosa).
Virtud es un concepto que remite al fin (télos) o a la función de aquello a lo que se aplica. Así, la
araté consiste en desempeñar bien el propio fin, realizar bien la función de cada cosa. Y para
los griegos, todo debía tener su areté: la areté de un rey era gobernar, la de un zapatero hacer
zapatos, etc. [es decir, areté es la función óptima de cada cosa]
Todo tenía su fin, su télos, de tal forma que alcanzar ese fin era conseguir la virtud, la excelencia.
Y de esta manera, la ética debía ocuparse del télos, de la función o de la areté del ser
humano.
A ese fin al que tiene cada cosa, y por extensión al del ser humano, los griegos le llamaban
agathós, el “bien”. Ser virtuoso, aplicado a los humanos, será, pues, lo mismo que ser bueno, ser
buena persona. Y puesto que la virtud es la excelencia, alcanzar ese bien y tener areté consistirá
en ser el aristos, el mejor. De todos estos conceptos, podemos ver que la sociedad griega era una
sociedad competitiva y meritocrática.
Para los griegos, buscar la dimensión ética de la existencia implicaba esforzarse por
forjar una manera de ser virtuosa. Así planteada, la ética supone dos cosas:
a) Que la naturaleza o la vida humana tiene un fin determinado que hay que realizar.
b) Que esa realización depende del ser humano.
Nadie nace siendo virtuoso, sino que la virtud puede y debe adquirirse. Precisamente en
ese intento de adquirirla consiste la formación del carácter o la formación moral de la persona.
Más que entender la ética como un conjunto de deberes o de normas, los griegos la entienden
como la adquisición de una segunda naturaleza o de una serie de virtudes (de ahí que la ética
estuviera estrechamente vinculada con la educación).
Contexto histórico :
1. En la época prefilosófica, antes de que se diera un pensamiento reflexivo sobre la virtud, ésta ya
existía en la vida y en lenguaje. Los buenos, los mejores, en los poemas homéricos, son los
héroes, cuyo ethos/manera de ser es guerrear y luchar con el fin de salir victoriosos del
combate. Ya lo decían HERÁCLITO, “la guerra es el padre de todas las cosas”; y PLATÓN, “la
guerra es el espacio natural del hombre pues no todos los hombres son, pública o privadamente,
enemigos de los demás sino que cada uno es enemigo de sí mismo; pues hay por naturaleza una
guerra perpetua y no declarada de cada ciudad contra todas las demás”.
El héroe homérico, el ser que tiene todas las cualidades que había que tener para ser virtuoso:
nobleza, valor y éxito. El bien consistía en poseer todas esas cualidades.
Estamos ante una concepción muy aristocrática de la ética, propia de una sociedad muy
jerarquizada, en la que el mérito corresponde al estatus que tiene una persona porque le ha sido
dado por nacimiento y no porque se lo haya ganado como agente moral. En una sociedad tal,
no todos los hombres podían llegar a ser virtuosos; únicamente podía llegar a serlo el héroe
que, necesariamente, tenía que ser noble. Es una concepción del comportamiento excelente:
Aristocrática , sólo es bueno o virtuoso aquel que tiene el privilegio de poder serlo.
Material , sólo es bueno o virtuoso aquel que es reconocido públicamente como tal.
La vida interior contaba poco porque faltaba la dimensión pública de la virtud. Por eso el
héroe necesita al poeta para que divulgue sus actos y los haga famoso.
Estamos en una cultura de la vergüenza, en la que el aprecio de la sociedad es fundamental
como indicador del valor moral de la persona (más tarde llegará la cultura de la culpa, más
propia de un pensamiento cristiano o de una filosofía de conciencia que valora y se arrepiente de
sus actos). La vergüenza se desarrolla en una sociedad donde hay medidas externas y objetivas
de la reputación o el honor que merece una persona.
2. El inicio de la reflexión filosófica, del pensamiento racional, da comienzo a las dudas
relativistas con respecto al bien o la virtud. Los filósofos empiezan a darse cuenta de que lo que
se suele identificar con la virtud o con la justicia no coincide con lo que deberían ser la virtud o la
justicia. Y es ahí, en esa distinción entre lo que es y lo que debería ser donde radica
propiamente el pensamiento ético, en el espacio entre la ontología y la deontología surge la
ética.
II. LOS SOFISTAS, SÓCRATES Y PLATÓN : La virtud es conocimiento.
1. Los sofistas:
Esa duda metódica que nace con la filosofía alcanza su cenit con los SOFISTAS (siglo V), que
representan la época ilustrada del pensamiento griego. Sin embargo, los sofistas se
convirtieron en algo así como mercenarios del saber y no se limitaban a ser sabios, sino que
cobraban por serlo. Así, SÓCRATES (470-399 a.C.) y PLATÓN (428/427-347 a.C.) se
escandalizan por la instrumentación que los sofistas hacían de sus enseñanzas.
Para distinguirse de ellos, SÓCRATES no convierte su saber en mercancía. Él busca saber, pero
no se propone enseñar lo que sabe, sino poner de manifiesto las lagunas que cada cual
tiene en su conocimiento.
Así, los primeros diálogos platónicos narran disputas entre SÓCRATES y los sofistas en los que
éste tira de las afirmaciones de sus oponentes para mostrar la vulnerabilidad de las mismas.
Porque en realidad, los sofistas habían llegado a un punto en el que ya no buscaban la
verdad. Aceptan que ni la ética ni la política pueden permitirse juicios que vayan más
allá de la opinión (de la doxa).
Para los SOFISTAS, ni la ética ni la política son ciencias porque se basan en opiniones y
no en verdades y, por lo tanto, no son demostrables. Por eso pensaban que a lo único que
uno puede aspirar es a convencer o persuadir de la utilidad de una cosa. Por eso se convirtieron en
maestros de la retórica, el arte de la persuasión, empleándolo para conseguir la adhesión a
aquellas ideas o leyes que juzgan más convenientes.
Lo resumió PROTÁGORAS (uno de los sofistas más importantes) diciendo que “el hombre es la
medida de todas las cosas”. En esa frase se ve bien ese relativismo propio de los sofistas. Ni los
juicios morales ni las leyes son otra cosa que convenciones. Lo que es justo en una ciudad
puede ser injusto en otra, por lo que no existe una esencia de la justicia ni de la virtud.
[SÓCRATES: concepción ESENCIALISTA/INTELECTUALISTA del bien – SOFISTAS: visión
CONVENCIONAL/PRAGMÁTICA del bien]
2. Sócrates:
La ética socrática deriva de la máxima: “Conócete a ti mismo”, porque sólo el que aprende a
conocerse sabrá lo que es bueno para sí mismo, refiriéndose a buscar el bien del alma por encima
del bien del cuerpo. Por tanto, este bien no diferirá de un individuo a otro, dado que las almas se
parecen, en teoría, unas más a otras que los cuerpos.
Según SÓCRATES, el bien o la virtud la encuentra cada cual en sí mismo, utilizando el
método de la mayéutica, que consiste en encontrar y conocer el bien que cada cual lleva dentro .
Teoriza poco sobre la ética, pero da ejemplo de ella. En los diálogos socráticos, más que decir lo
que es la virtud, nos dice lo que la virtud no debe ser, refutando siempre y reiterativamente
las opiniones de quienes participan en los diálogos.
3. Platón (428/427 – 347 a.C.):
A PLATÓN le afecta mucho la muerte de su maestro SÓCRATES. Éste destacaba por un discurso
anclado en la independencia. Y es precisamente esa independencia la que resulta políticamente
impertinente y la que hace que el estado ateniense acabe por condenarlo a muerte. Ésta condena,
PLATÓN la entiende como una muestra clara de la indignidad de la política .
La muerte de SÓCRATES ocurre cuando PLATÓN tiene 30 años (399 a.C.). Unida a la
decadencia de la democracia ateniense le llevan a desconfiar irremediablemente de la política.
Cuando nace PLATÓN (428 o 427 a.C.), PERICLES, que representa el período álgido de la
democracia griega, ha muerto y la guerra del Peloponeso ha acabado con la victoria de Esparta
sobre Atenas (404 a.C.). A partir de entonces, la democracia degenera en manos de unos grupos
oligárquicos que pasan a la historia con el nombre de los “treinta tiranos”.
Hay dos ideas que resumen el pensamiento moral de Platón:
a) Sólo los verdaderamente filósofos deberían llegar a los cargos públicos
(entendiendo filósofos en su sentido etimológico: los que se empeñan en querer saber, en
buscar la verdad, los que están en condiciones de ser excelentes y los que en
consecuencia, gobernarán mejor).
Ésta idea está bellísimamente expuesta en la metáfora de la caverna: sólo los que se atreven a
salir de la caverna y contemplar la realidad son los auténticos amantes del conocimiento y los
poseedores de las virtudes aptas para el gobierno.
PLATÓN afianza así la tesis de que la virtud es conocimiento, de que sólo el sabio es
totalmente virtuoso y basta conocer el bien para vivir conforme a él. Esto es una visión
intelectualista de la vida moral central para el idealismo platónico.
b) La segunda idea deriva de la primera y es que el pensamiento moral platónico sigue
siendo elitista y aristocrático .
No como en la era prefilosófica (la homérica), el virtuoso ahora no es el héroe, sino el sabio. No
todos los hombres pueden acceder a la condición de sabios y mucho menos lo pueden las mujeres.
La República es su obra más representativa del pensamiento moral y político y ofrece una visión
utópica de la ciudad constituida por una división estamental de sus miembros. Y, al igual que el
alma tiene tres partes: vegetativa – sensitiva – racional [VSR], la ciudad está formada por tres
estamentos: obreros – guardianes – filósofos [OGF].
Cada estamento tiene las virtudes que le son propias porque ha de cumplir una función
(un télos): los obreros trabajar, los guardianes defender la ciudad y los filósofos gobernarla.
Por lo tanto, la educación y formación del carácter de unos y otros deberán ser diferentes y
concomitantes a la función de cada estamento.
El fin es tanto el bienestar común como el buen funcionamiento de la ciudad. Por eso es
una utopía, es un ideal que no está en ningún lugar pero que se concibe como lo mejor.
Para terminar podemos decir que la ética socrático-platónica reacciona frente al relativismo
de los sofistas con la Teoría de las ideas. Muchos de sus diálogos giran en torno a preguntas
como “Qué es la justicia?”. A diferencia de los sofistas, que remitían, para contestar, a lo que los
hombres opinaban sobre tales ideas, PLATÓN busca la idea, la esencia de cada una, su verdad.
Un último apunte hay que tener en cuenta: la complementariedad de ética y política. El ser
humano, para los griegos, es un animal comunitario, social por lo que la ética no es pensada
desde el individuo, sino desde la colectividad. El ser humano es virtuoso, tiene que serlo,
porque vive en la polis y se debe a ella.
III. ARISTÓTELES : La ética de la felicidad
ARISTÓTELES (384 – 322 a.C.) fue el gran sistematizador del discurso ético que dio pie al
desarrollo de la filosofía moral occidental. Muchas de sus ideas ya estaban en los filósofos
anteriores, pero fue él quien las recogió, las ordenó y las desarrolló.
Casi todos son compendios de las lecciones que daba en el LICEO y que fueron recopiladas.
Son TRES las obras que recogen el pensamiento ético de ARISTÓTELES:
Ética a Nicómaco
Ética a Eudemio
Magna Moralis
El bien es aquello hacia lo que todas las cosas tienden, así es como empieza la Ética a Nicómaco.
Hablar del bien de algo es hablar de su fin, aquello que la cosa persigue. EN el casso de los seres
humanos, en el caso de los seres humanos los bienes o fines que buscamos se subordinan
unos a otros y esos fines que se encadenan tienen que acabar en un fin último en el que
converjan todos.
ARISTÓTELES parte de la concepción del hombre como ser social o político , un ser que se
completa en los demás, en la comunidad. Por eso, el fin último del hombre no puede ser otro
que la política, entendida como aquella actividad que no sólo incluye los fines de todas las
ciencias, sino el bien de la ciudad, que es el mismo que el de todos los individuos . La ética, en
ARISTÓTELES, se confunde con la política y, de algún modo, está subordinada a ella.
El núcleo de la ética es que el hombre tiene un fin. Ese fin que busca el ser humano, según
ARISTÓTELES, es la felicidad. La felicidad es aquello hacia lo que todos los seres humanos
tienden, por lo que ése y no otro debe ser el cometido de la ética : conducir al ser humano a la
felicidad.
A. La virtud y la felicidad :
Como ya hemos dicho, la ética es una disciplina prescriptiva, no descriptiva: nos habla de lo
que debería ser y no de lo que es , nos habla de valores y no de hechos .
Para dirigir la existencia humana hacia su fin, la felicidad, primero hay que averiguar en qué
consiste la felicidad. Para ARISTÓTELES, la felicidad es lo que todos quieren, pero no
está allí donde la mayoría busca (en la riqueza, los honores, etc.), sino en la vida virtuosa.
Es decir, si bien todos estamos de acuerdo que lo que buscamos es la felicidad, pero no hay
unanimidad sobre el significado o contenido que debe tener ese fin. No la hay porque el sentido
de la felicidad es subjetivo , dependiente de las necesidades de cada uno: el pobre la sitúa en el
dinero, el enfermo en la salud…
Ante esta diversidad de perspectivas, la misión del filósofo es precisamente tratar de ir más allá
de las subjetividades y determinar objetivamente dónde debe hallarse la felicidad y por
qué.
Partiendo de la idea de que la ética griega se articula en torno a la idea de virtud, la excelencia de
la persona. Y que esa excelencia viene dada por la determinación del fin o de la función que tiene
la vida humana. ¿Cuál es nuestra función en este mundo?
Para contestar a este interrogante, ARISTÓTELES se refiere a los tres géneros de vida de la
división platónica: vegetativa (las plantas) – sensitiva (propia de los animales) – racional
(propia del hombre). A diferencia de las plantas y los animales, el hombre es un animal racional,
tiene logos . Y realizar ese género de vida específicamente suya es su fin en este mundo.
La vida virtuosa consistirá pues, en desarrollar esa capacidad racional que radica en el
alma y establece la regla del comportamiento. No es que rechace la actividad sensitiva o
desiderativa, sino más bien trata de encauzarlos hacia el fin que es la virtud o la felicidad; por
tanto, vivir de acuerdo con la razón significa tratar de conseguir que los deseos y la sensibilidad de
cada uno no obstaculicen ni entorpezcan el camino hacia la vida feliz).
Ese aprendizaje del discernimiento no es estrictamente intelectual y ARISTÓTELES rechaza la
tesis platónica de que la virtud es conocimiento , diciendo que las ideas no son el punto de
partida del conocimiento moral: no sabemos qué es el bien porque conozcamos la
definición ideal del bien. Aprendemos a ser buenas personas a través de la práctica,
enfrentándonos con situaciones difíciles y procurando elegir bien. Las situaciones humanas son
muy distintas unas a otras, por lo que generalizar en materia de comportamiento humano siempre
es una simplificación poco acertada. Por eso es erróneo hacer descansar la virtud en un
saber puramente teórico.
La virtud es una actividad práctica que consiste en saber escoger el término medio, un
término medio particular en caa caso y para cada persona.
B. La virtud y el término medio :
De ahí se sigue que la ética aristotélica define la virtud como el término medio. La idea de
medida y moderación está arraigada en el pensamiento griego que remite a la doctrina de los
Siete Sabios concretada en máximas (de nada demasiado, la medida es lo mejor, domina el
placer…
Hemos dicho que la vida feliz es una vida reglada por la razón y no abandonada al desorden de los
deseos y la pasión. Esa regla tiene que ver con la moderación, porque las cosas se destruyen
tanto por exceso como por defecto –le ocurre al régimen político igual que al comportamiento
humano. Los nombres de las virtudes refieren a todas aquellas cualidades o maneras de ser
propias de la buena conducta o la conducta adecuada para ser feliz.
ARISTÓTELES ha dejado distintas listas de virtudes, pero conviene fijarnos en las cuatro
virtudes que más tarde fueron denominadas como cardinales por la interpretación cristiana:
Prudencia
Justicia
Fortaleza, virtud derivada del valor guerrero de los poemas homéricos y qu es término
medio entre la temeridad y la cobardía.
Templanza, es el nombre de la moderación misma y el término medio entre la
intemperancia y la insensibilidad.
Salvo la justicia , que el propio autor reconoce que es complejo definirla como un
término intermedio, las demás virtudes constituyen el término medio entre dos extremos;
y en el caso de la prudencia, es el término medio propiamente dicho.
Ya hemos dicho que la prudencia (phrónesis) es una de las virtudes dianoéticas. El prudente
es aquel que sabe juzgar rectamente, tomar la decisión justa, el que, a fuerza de intentar ser
virtuoso, acaba siéndolo.
Las virtudes aristotélicas se clasifican en dos grandes tipos debido al rechazo de su autor de
una concepción puramente intelectual de la virtud y de la convicción de que la vida virtuosa no
consiste únicamente en una actividad racional, sino también sensitiva:
Éticas : se originan mayormente por la costumbre y son las que más directamente
contribuyen a formar el carácter de la persona (justicia, templanza...)
Ser virtuoso no consiste en realizar de vez en cuando un acto virtuoso, sino en serlo durante
toda la vida, siendo valiente o justo el que está habituado a serlo, el que actúa así siempre
forjándose un carácter valiente, justo o moderado.
Partimos del supuesto de que las virtudes no son naturales, no las tenemos por naturaleza,
sino que se adquieren por costumbre. La virtud radica en la capacidad de adquirir buenas
o malas costumbres que acaban moldeando y conformando nuestro carácter.
Dianoéticas (o intelectuales): no se adquieren por la costumbre, sino por la
enseñanza, pero una enseñanza no exclusivamente teorética, sino derivada de la
experiencia (prudencia, sabiduría, contemplación, inteligencia práctica…).
EL hombre prudente es el que sabe juzgar rectamente, tomar la decisión justa, aprovechar el
momento oportuno, hacer lo que conviene en cada caso. No existe una definición general son
casos de hombre prudentes, como Pericles. Es prudente el que sabe aplicar adecuada y
justamente los conocimientos propios de su actividad.
La prudencia constituye la síntesis de todas las virtudes, porque consiste en esa regla que
manda buscar la medida y el término medio; y que se encuentra personificada en el hombre
prudente.
En la Ética a Nicómaco la definición de virtud hace referencia al prudente, pues: La virtud es un
modo de ser selectivo, siendo un término medio relativo a nosotros, determinado por la razón y
por aquello por lo que decidiría el hombre prudente. Aquí están todos los rasgos característicos de
la virtud:
- Un modo de ser selectivo, porque la elección del término depende de las situaciones que
nunca son iguales.
- Término medio relativo a todos, a cada uno le corresponde determinar dónde está para él
y en su caso el término medio.
- Determinado por la razón, que actúa sobre el deseo y rectifica sus excesos o defectos.
- Determinado por aquello por lo que decidiría el hombre prudente.
AUBENQUE explica en su libro La prudencia en Aristóteles como la ética centrada en la
prudencia es una ética consciente de la contingencia y el azar de la existencia humana.
A diferencia de los dioses, que conocen y dominan el destino y viven en un mundo perfecto, los
humanos desconocen la perfección y no tienen más remedio que arriesgar elecciones y cargar con
sus consecuencias. Los dioses no se equivocan porque sólo pueden hacer el bien, están más allá
de la virtud. Pero la vida humana no es así y por eso necesitamos la ética: la ética sustituye a la
providencia divina, facultad que no les ha sido dada a los humanos.
La prudencia nos habla de una ética trágica, que carece de garantías y de respuestas
prefabricadas, de una ética situacional.
C. La justicia y la amistad
Mientras que la virtud por excelencia desde el punto de vista del intelecto es la prudencia,
desde la perspectiva de la costumbre (éthos), la virtud central es la justicia.
La justicia es la virtud perfecta y su perfección radica en la capacidad de ordenar
armónicamente la convivencia humana, pues iguala las cosas que son desiguales.
ARISTÓTELES distingue entre:
Una justicia legal, la de las leyes.
Una justicia natural, la que tiene en todas las partes la misma fuerza y no está sujeta al
parecer humano.
La justicia no se identifica con la ley positiva (SOFISTAS), pero tampoco tiene una
esencia inmutable y fundamental (PLATÓN).
Lo importante para la ética es que, a diferencia de los héroes homéricos, que tenían como virtud
básica la nobleza, ahora la virtud por excelencia es la justicia, lo que significa un paso
fundamental para el pensamiento ético, porque en él se ha introducido el valor de la
igualdad.
Sin embargo, hay que admitir que esa igualdad dista mucho de ser la igualdad de todos ante la
ley, ya que muchos quedaban fuera: los esclavos, las mujeres, los trabajadores que carecen de
tiempo y capacidad para dedicarse a la vida política. Estamos aún ante una ética muy
aristocrática, pues la vida política es propia de los hombres libres, para cuya forma de vida se
piensan las virtudes intelectuales y morales.
No obstante, la novedad propiamente aristotélica no radica en su concepción de la justicia, sino en
la vinculación que en la ética tiene la justicia con la amistad .
Para entender la función de la amistad en la teoría ética, hay que volver a recordar la definición
aristotélica del hombre como animal político : si el espacio natural del hombre es la comunidad, si
el individuo no es concebible sino en su relación con los otros, la amistad acabará siendo un valor
fundamental más importante que la justicia. En esta afirmación hay una verdad indiscutible
solamente empañada por la concepción aristotélica de la igualdad.
Si el hombre es un animal político, por naturaleza tenderá a relacionarse con sus semejantes. La
semejanza, por tanto, es el supuesto de la relación de amistad.
La semejanza que Aristóteles destaca es altamente selectiva. Pues los hombres no son todos
iguales, por lo que la desigualdad o la falta de semejanza provoca distintas formas de
amistad de las que sólo una es la amistad auténtica:
Amistad interesada , la que tiene su móvil en la utilidad o el interés.
Amistad que busca placer .
Estas dos primeras formas de amistad tienden a disolverse porque son fruto del exceso, que
es malo.
Amistad completa , la que está motivada por el bien, la única que puede calificarse
como moral.
La amistad basada en el bien o en la virtud es duradera y no envilece al que la practica. Esa
amistad (caracterizada por la reciprocidad, intimidad, sentimiento desinteresado y deseo de
comunión) sólo puede darse entre iguales y entre hombres buenos, ya que sólo los iguales
pueden llegar a ser auténticos amigos. No sólo eso: ni el eros (deseo) ni el agape (don) se
encuentran en la amistad verdadera, pues esta debe ser activa, busca más amar que ser
amado.
La felicidad, que es el fin de la vida virtuosa, se encuentra en la autarquía, una especie de
autosuficiencia que, aunque nunca puede ser completa en los humanos, pero sí es posible
acercarse a ella. La autosuficiencia es propia del hombre griego porque busca poder prescindir de
cuanto no depende de uno mismo y es incontrolable y sentirse orgulloso de ser un dechado de
virtudes. Esa autoestima, ese amor propio está representado por otra virtud ética: la
magnanimidad, que consiste en el aprecio de sí mismo que debe sentir quien vive de acuerdo a
la virtud.
La amistad es necesaria y permite el reconocimiento de uno mismo en el otro, estimarse a sí
mismo por medio del otro. Dice AUBENQUE que la amistad es una necesidad que viene a sustituir
a la autarquía divina.
La amistad aristotélica es intimidad, comunidad, porque el contexto en el que se da es el de la
política. De ahí su necesidad y valor por encima de la justicia, pues la estabilidad de cualquier
régimen político no puede depender sólo de la justicia, pues la justicia natural es utópica y los
regímenes políticos aceptables se basan en relaciones de desigualdad, por lo que ARISTÓTELES
pensó que lo único que podía mantener unidos a los ciudadanos de la polis era la verdadera
amistad.
D. De la ética a la política
En el trasfondo de la ética de las virtudes, se encuentra una definición del hombre como animal
político. Ninguna teoría ética puede librarse de la necesidad de partir de una definición del ser
humano y al definir al hombre como animal político e indicar que el fin de la acción humana es la
felicidad, ARISTÓTELES está diciendo implícitamente que la felicidad que hay que buscar no
es tanto la del individuo como la de la comunidad.
Ya dice al inicio de la Ética a Nicómaco que la ciencia que debe ocuparse del fin último de la vida
humana es la política, pues el todo es mejor que las partes.
Hoy en día esa afirmación puede parecer extraña e incluso equivocada, pues después de la
modernidad, el valor máximo lo tiene el individuo y no la comunidad o sociedad (de tal
principio nacen, de hecho, los derechos humanos). Pero aunque el liberalismo moderno signifique un
progreso hacia las libertades individuales, también es cierto que uno de los defectos de las
democracias liberales radica en la excesiva atomización del individuo (desconexión de unos con
otros, excesiva individualización). De esa problemática surge un Neoaristotelismo que se plasma
en ciertas corrientes filosóficas contemporáneas, como el comunitarismo o el republicanismo, ambas
críticas con un liberalismo que ha perdido la dimensión comunitaria de la persona sin la cual ni la
democracia ni la ética pueden prosperar.
Otro aspecto de la teoría de ARISTÓTELES a destacar es que la distancia entre la teoría y la
práctica es una obsesión constante en la ética aristotélica. Partiendo de una corrección a la
tesis plátonica de que la virtud es el conocimiento, que quiere decir que basta conocer la virtud
para ser virtuoso; ARISTÓTELES emplea la una explicación que posteriormente será recogida por
otros muchos filósofos: la debilidad de la voluntad. EL acto ético es siempre un acto
voluntario, y la voluntad es una facultad distinta del conocimiento, al que a veces, no
secunda: vemos donde está el bien, pero nos inclinamos hacia el mal, pues la voluntad es débil.
Al final del Libro X de la Ética a Nicómaco, manifiesta la necesidad de la política o de la ley
para conseguir que los imperativos éticos se cumplan. Dado que los razonamientos solos no
bastan para hacernos buenos, no hay más remedio que hacer uso de la coacción.
Tras la ética impone adentrarse en la política, cosa que hará ARISTÓTELES siguiendo su método
inductivo yendo de los hechos a las teorías o ideas. Comparando las distintas constituciones de
las polis griegas espera establecer cuál es la mejor forma de gobierno.
IV. LA ÉTICA EN LAS ESCUELAS HELENÍSTICAS
En el Siglo IV y III a.C. aparecen en Grecia unas escuelas que, no haciendo una contribución a la
filosofía moral tan sólida como la de ARISTÓTELES, sí expresan una ideas presentes en el
discurso moral posterior.
A. Cínicos :
Los cínicos desarrollan un pensamiento y una conducta radicalmente contracultural,
anárquico y de autarquía extrema.
DIÓGENES (que vivía en un tonel por rechazar las convenciones sociales) defendía a los esclavos
por considerar que la libertad está en el alma. ANTÍSTENES hablaba con deferencia y respeto a
las mujeres.
La virtud basta para ser feliz y no es otra cosa que la total independencia con respecto a la
sociedad: vivir de acuerdo con la naturaleza.
Su filosofía carece de una teoría física que fundamente su concepción de lo natural frente a lo
convencional, carece de una base teorética coherente y firme, pero mantienen la convicción de
que es la naturaleza lo que constituye la libertad o la autarquía, que es el objetivo de la
vida moral.
B. Estoicos :
Constituyen una escuela filosófica muy prolongada en el tiempo, desde el s. III a.C. hasta el s. II
d.C. Frente a los cínicos, desarrollan un pensamiento mucho más completo.
Se basa en la idea de que existe un cosmos donde se integran todos los seres y que está
sometido a una ley de la naturaleza que rige tanto en la naturaleza física como en la conducta
humana. La función de la filosofía será llegar a conocer esa ley con el fin de adaptarse a
ella y reconocerla como inevitable. El objetivo del sabio es aceptar voluntariamente lo que no
puede ser de otra manera, cooperar con el cosmos.
Se trata de una filosofía determinista y materialista, en la que la libertad será el
conocimiento de la necesidad. La inmortalidad es una idea absurda, puesto que la muere no
puede ser nada más que la reintegración en la materia o en el orden natural de las cosas. El mal
es aquello que pretende eludir ese orden natural inevitable. De ahí que predique la
ataraxia como forma de vivir, que es la aceptación de lo que no se puede evitar ni depende de
nosotros (el infortunio, sufrimiento, muerte…). Será virtuoso el que consiga esa ataraxia, que
es la despreocupación , verse liberado de cualquier preocupación, la tranquilidad interna .
ZENÓN fue uno de los primeros estoicos. La época álgida la representan EPICTETO, SÉNECA y
MARCO AURELIO.
El estoicismo había llegado a una concepción cósmica de la igualdad: Todos los hombres son
iguales en la medida en que todos son parte del mismo cosmos y están sometidos a la misma ley
natural. Da lo mismo el esclavo que el señor, lo importante es saberse y sentirse libre.
Congraciarse con la realidad es lo que ha venido a entenderse como la resignación estoica, la
única forma de hacer frente a la adversidad está en nuestras manos y puede transformar la
inquietud y el dolor en paz interior. La única arma que tenemos es el pensamiento, lo único
que nos hace libres.
C. Epicúreos :
Aunque EPICURO (341 – 270 a.C.) frecuenta la Academia, no llega a conocer a ARISTÓTELES.
Con él toma cuerpo una concepción óptima del bien que se aleja mucho de la visión política del ser
humano propia de ARISTÓTELES y que preconiza con la afirmación del individuo y de su
conciencia como núcleo de la moral, algo que desarrollará el cristianismo y se consolidará con
las filosofías modernas.
Más que un sistema filosófico, el epicureismo es una manera de vivir, una especie de religión.
La Carta a Meneceo es una síntesis de los principios y convicciones que articulan esta manera de
vvir y acercarse a la felicidad. El pensamiento de EPICURO se articula en torno a 3 ideas:
a) Tanto la ciencia física como la lógica son interesantes sólo en la medida en que
son útiles y eficaces para conseguir la felicidad.
a. La lógica, que versa sobre los cánones del conocimiento y los criterios de verdad,
EPICURO señala que el criterio básico del conocimiento es la sensación, que
siempre es verdadera, y el error se origina en el juicio que imagina o se
representa ideas sin fundamento real.
Los criterios de verdad son los sentidos, las presunciones y las pasiones, es
decir, lo que nos entra por los sentidos, lo que podemos presumir que ocurrirá gracias
a la memoria y lo que nos produce placer o dolor.
b. La física le entiende de forma materialista. Pues ve el cosmos como un
compuesto de átomos que se mueven mecánicamente, lo cual hace superfluo el
recurso a cualquier tipo de intervención divina como motor.
La utilidad y el interés de la física consisten en que nos ayude a superar el miedo
a la muerte, una de las mayores causas de infelicidad. Así, establece que la muerte
no debe preocuparnos, porque mientras vivimos no estamos muertos y cuando
morimos, simplemente, ya no estamos.
b) La felicidad consiste en el placer, que es ausencia de dolor.
EPICURO es un filósofo hedonista, que basa su ética en torno a la identificación de felicidad
y placer. Ese placer que hay que procurarse para ser feliz es un placer selectivo, que
consiste en la apatheia o en la serenidad de ánimo, el intento de evitar toda inquietud,
que se consigue a través de:
a. Disolver los miedos, que son ilusorios, pues ni la divinidad ni la muerte son de
temer.
b. Hacerse con la idea de que es tan fácil procurarse el bien como soportar el
dolor.
Esto se explica mejor añadiendo que, aunque todos los placeres son buenos, no todos
hay que procurárselos; y aunque todos los dolores son malos, no hay que evitarlos
todos. El sabio es aquel que llega a saber qué placeres son convenientes y qué
dolores son positivos, cosa que consigue independizándose de sus propios deseos y
por el cultivo del pensamiento/vida espiritual.
c) Conseguir la independencia con respecto a los deseos y a los demás hombres , la
autarquía, en la que reside el placer.
Para esta autarquía, la política es un estorbo, porque se basa en la ambición y es ilusorio
creer posible la transformación del mundo.
El epicúreo predica la abstención política. Lo único que merece ser tenido en cuenta es el
valor de la amistad utilitaria pues los amigos dan seguridad y confianza, siendo un motivo de
placer u felicidad.
La ética epicúrea, pese a ser hedonista, es tremendamente austera, una ética individualista
pero solidaria que parte del lema: “Vive en lo oculto”, porque desprecia las ambiciones y el poder
mundanos.