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TERR PERIODISTAS Panfleto Universitario irreverente e independiente para los alumnos más inquietos. Propiedad del Grupo 33. Número 44. Época II. Año 0. Precio 0. Del 30/9/09 al 6/10/09. Crónica sentimental canaria Por Caminante Despistado La alargada sombra de Larra Por Camarada Manzhirova Perdidos Rules!!! Por Lost in Las Margaritas 2.Comienzo. El avión aún no ha aterrizado cuando una montaña gigante se abre paso entre el azul del mar. Es el Teide. No me extraña que esté mitificado. Es el Rey de la isla. Eso, al menos, piensa un extraño al aterrizar en Tenerife norte. La universidad es una pirámide. Sin metáfo- ras. Una pirámide vacía, mirándose hacia dentro. Quizá ese sea el drama de este oficio. El mirarse el ombligo en vez de pisar la calle, de escribirla. La biblioteca está vacía y me da la sensación de que sólo mi grupo recibe lec- ciones por la tarde. La cafetería también sin gente. Nunca estuve en una universidad vacía. El mar preside al fondo. Hay palmeras en lugar de chopos. Y los compañeros pare- cen cercanos, accesibles. Para conocer un lugar uno debe perderse por sus calles. Hay pocas sensaciones de libertad más explícitas que no saber por donde paras. Y mejor no hacer preguntas, al menos durante un rato. Ya me perdí por la Laguna. Me encuentro entre alguna de sus plazas. Ah! y tranquilidad. Relajación. Se hace difícil caminar con la sombra de la tragedia a cuestas, con la realidad de una pro- fesión denostada desde fuera y desde dentro, con esos grandes hombres de la historia que cayeron bajo el peso de unas circunstancias que se les escaparon de las manos. Ahí están los casos de Wenceslao, que proclamó al final de la segunda república que rendía sus es- fuerzos de cambiar las cosas; de Ortega, que abandonó aquel grave proceso reformatorio de la política y silencio su voz durante la dicta- dura, de Larra, el eterno Larra. Su larga sombra parece perseguir al pe- riodista. Y hoy más que nunca, tiene que luchar no solo con la creencia popular de que su pro- fesión es basura, no solo con la realidad eco- nómica de una falta de respeto a la profesión, sino también con el propio desánimo, con esa desagradable sensación en la nuca de estar perdiendo el tiempo. Creo que la única forma de encarar el futuro es a través del respeto. Ese debe ser el caballo de batalla de los años que viven. Recuperar el respeto para la pro- fesión desde la opinión pública y desde el in- terior. Un profesor dijo en clase hace unos días que se mostraría satisfecho si la única cosa que aprendiéramos en la facultad fuera a dejar de llamar periodistas a los que no lo merecen. ¿Respetas lo que haces? Esa es la primera pregunta que te tienes que hacer, por- que si no es así es muy difícil que alguien te No sé si conocen o habrán visto alguna vez la serie norteamericana “Perdidos”. Si su res- puesta es “no”, permítanme decirles que no están para nada a la última. Y si su respuesta es “si”, enhorabuena. Enhorabuena porque están la tanto de una de las últimas revolucio- nes televisivas. El argumento parece simple: unos desgraciados sufren un accidente de avión y se estrellan en una isla desierta. Pero la isla….bueno lo mejor es que lo vean. Que quede bien claro que soy el primero que despotrica sobre la pésima programación tele- visiva española que, salvo algunos canales au- tonómicos como ETB en el País Vasco o TV3 en Cataluña, deja mucho que desear. Cré- anme cuando les digo que es imposible encon- trar un programa sobre la prensa del corazón y el famoseo patrio en la programación del canal autonómico catalán. Pero ese es otro tema. Esta semana quiero hablar de, para mí, la mejor serie de la historia de la televisión. Por- que no se puede catalogar de otra manera a “Perdidos”. Una trama que juega con el espec- tador a través de giros de guión imprevisibles, una fascinante mezcla de suspense, acción, fi- vaya a tomar en serio . ¿Te respetan en tu tra- bajo? Sinceramente, por muy trabajador y muy ilusionado que sea uno es muy difícil no terminar por relajar el empeño si día a día no te sientes valorado, sea por dinero o por otra razón. Las empresas de comunicación han adoptado una esencia capitalista muy alejada de la realidad de la propia comunicación hu- mana. El amarillísimo, la pasión por los asuntos de sangre y por la con- frontación, son recursos que afloran de manera cíclica en las diferentes épocas del periodismo. Recursos que mueven grandes cantidades de público, pero que son un agujero que se va ca- vando sobre la propia base de la empresa. Poco a poco, se van devaluando, van ven- diendo su alma a cambio de un trozo de carne. La carne al fin se pudre, el alma se pierde y la empresa quiebra. ¿Y qué necesita el público entonces, si no es lo que demanda o solo lo que demanda? Quizás esos viejos tópicos que parecen flotar en el vacío; veraci- dad, honradez, compromiso y dedicación por una información de calidad, por una opinión fundada en conocimientos, por artículos que busquen soluciones y no se limiten a denun- ciar. Todo esto suena a vieja y pesada retórica de aula. Ahora toca hacerlo real. Por nosotros, por lo que pueda dar al mundo. Y por qué no, por esos viejos hombres que quisieron cam- biarlo todo. losofía… todo ello en píldoras semanales de 40 minutos que te dejan con ganas de más, de mucho más. Es uno de los pocos espacios te- levisivos que no juzgan al espectador como un cerebro vacío e idiotizado y obliga, capítulo a capítulo, a un esfuerzo mental por intentar se- guir la trama y descifrar los enigmas que en- cierra. De ahí que hayan surgido cientos de teorías que explican el porqué de tan miste- riosa isla y sus habitantes accidentales. Cómo siempre, España va con retraso. Mien- tras en Estados Unidos se espera con ansia el estreno de la sexta y última temporada, aquí nos tenemos que conformar con la tercera. Pero el refugio de los “losties”, nombre con que se cataloga a los seguidores de la serie, se en- cuentra en Internet donde se puede seguir la serie a la vez que en yanquilandia y encontrar las cinco temporadas subtituladas al caste- llano. Por eso espero que no dejen pasar la oportunidad de engancharse a uno de los ma- yores acontecimientos televisivos de nuestro tiempo y olvidarse un rato de Zelayas, impues- tos, chanchullos políticos y demás. No puedo despedirme de otra manera: “na- masté, gracias y buena suerte”. Expresiones callejeras Esta imagen se puede encontrar en las gran- des ciudades gracias a los artistas que de manera desinteresada van dejando pincela- das de arte, filosofía, política y gamberrismo a base de plantillas y sprays. A Terroperio- dista le encanta este arte callejero, indepen- diente e irreverente, asi que si te encuentras con cualquier pintada, pegatina o cartel cu- rioso, saca el móvil, fotografíalo y mándalo a [email protected] Salud!!! Plaça de Anna Frank, Barri de Grácia, Barcelona.

TERR PERIODISTAS · 2010-01-11 · del mar. Es el Te ide. No me textraña cque cesté mitificado. Es el Rey de l a i sla. Eso, al menos, pi ensa un extraño a l aterrizar nen Tenerife

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Page 1: TERR PERIODISTAS · 2010-01-11 · del mar. Es el Te ide. No me textraña cque cesté mitificado. Es el Rey de l a i sla. Eso, al menos, pi ensa un extraño a l aterrizar nen Tenerife

TERR PERIODISTASPanfleto Universitario irreverente e independiente para los alumnos más inquietos. Propiedad del Grupo 33.Número 44. Época II. Año 0. Precio 0. Del 30/9/09 al 6/10/09. Crónica sentimental canaria Por Caminante Despistado

La alargada sombra de LarraPor Camarada Manzhirova

Perdidos Rules!!!Por Lost in Las Margaritas

2.Comienzo.

El avión aún no ha aterrizado cuando una

montaña gigante se abre paso entre el azul

del mar. Es el Teide. No me extraña que esté

mitificado. Es el Rey de la isla. Eso, al menos,

piensa un extraño al aterrizar en Tenerife

norte.

La universidad es una pirámide. Sin metáfo-

ras. Una pirámide vacía, mirándose hacia

dentro. Quizá ese sea el drama de este oficio.

El mirarse el ombligo en vez de pisar la calle,

de escribirla. La biblioteca está vacía y me da

la sensación de que sólo mi grupo recibe lec-

ciones por la tarde. La cafetería también sin

gente. Nunca estuve en una universidad

vacía. El mar preside al fondo. Hay palmeras

en lugar de chopos. Y los compañeros pare-

cen cercanos, accesibles.

Para conocer un lugar uno debe perderse por

sus calles. Hay pocas sensaciones de libertad

más explícitas que no saber por donde paras.

Y mejor no hacer preguntas, al menos durante

un rato.

Ya me perdí por la Laguna. Me encuentro

entre alguna de sus plazas. Ah! y tranquilidad.

Relajación.

Se hace difícil caminar con la sombra de la

tragedia a cuestas, con la realidad de una pro-

fesión denostada desde fuera y desde dentro,

con esos grandes hombres de la historia que

cayeron bajo el peso de unas circunstancias

que se les escaparon de las manos. Ahí están

los casos de Wenceslao, que proclamó al final

de la segunda república que rendía sus es-

fuerzos de cambiar las

cosas; de Ortega, que

abandonó aquel grave

proceso reformatorio de

la política y silencio su

voz durante la dicta-

dura, de Larra, el eterno

Larra. Su larga sombra

parece perseguir al pe-

riodista. Y hoy más que

nunca, tiene que luchar

no solo con la creencia

popular de que su pro-

fesión es basura, no solo con la realidad eco-

nómica de una falta de respeto a la profesión,

sino también con el propio desánimo, con esa

desagradable sensación en la nuca de estar

perdiendo el tiempo. Creo que la única forma

de encarar el futuro es a través del respeto.

Ese debe ser el caballo de batalla de los años

que viven. Recuperar el respeto para la pro-

fesión desde la opinión pública y desde el in-

terior. Un profesor dijo en clase hace unos

días que se mostraría satisfecho si la única

cosa que aprendiéramos en la facultad fuera

a dejar de llamar periodistas a los que no lo

merecen. ¿Respetas lo que haces? Esa es la

primera pregunta que te tienes que hacer, por-

que si no es así es muy difícil que alguien te

No sé si conocen o habrán visto alguna vez la

serie norteamericana “Perdidos”. Si su res-

puesta es “no”, permítanme decirles que no

están para nada a la última. Y si su respuesta

es “si”, enhorabuena. Enhorabuena porque

están la tanto de una de las últimas revolucio-

nes televisivas. El argumento parece simple:

unos desgraciados sufren un accidente de

avión y se estrellan en una isla desierta. Pero

la isla….bueno lo mejor es que lo vean.

Que quede bien claro que soy el primero que

despotrica sobre la pésima programación tele-

visiva española que, salvo algunos canales au-

tonómicos como ETB en el País Vasco o TV3

en Cataluña, deja mucho que desear. Cré-

anme cuando les digo que es imposible encon-

trar un programa sobre la prensa del corazón

y el famoseo patrio en la programación del

canal autonómico catalán. Pero ese es otro

tema.

Esta semana quiero hablar de, para mí, la

mejor serie de la historia de la televisión. Por-

que no se puede catalogar de otra manera a

“Perdidos”. Una trama que juega con el espec-

tador a través de giros de guión imprevisibles,

una fascinante mezcla de suspense, acción, fi-

vaya a tomar en serio . ¿Te respetan en tu tra-

bajo? Sinceramente, por muy trabajador y

muy ilusionado que sea uno es muy difícil no

terminar por relajar el empeño si día a día no

te sientes valorado, sea por dinero o por otra

razón. Las empresas de comunicación han

adoptado una esencia capitalista muy alejada

de la realidad de la propia comunicación hu-

mana. El amarillísimo, la

pasión por los asuntos

de sangre y por la con-

frontación, son recursos

que afloran de manera

cíclica en las diferentes

épocas del periodismo.

Recursos que mueven

grandes cantidades de

público, pero que son un

agujero que se va ca-

vando sobre la propia

base de la empresa.

Poco a poco, se van devaluando, van ven-

diendo su alma a cambio de un trozo de

carne. La carne al fin se pudre, el alma se

pierde y la empresa quiebra. ¿Y qué necesita

el público entonces, si no es lo que demanda

o solo lo que demanda? Quizás esos viejos

tópicos que parecen flotar en el vacío; veraci-

dad, honradez, compromiso y dedicación por

una información de calidad, por una opinión

fundada en conocimientos, por artículos que

busquen soluciones y no se limiten a denun-

ciar. Todo esto suena a vieja y pesada retórica

de aula. Ahora toca hacerlo real. Por nosotros,

por lo que pueda dar al mundo. Y por qué no,

por esos viejos hombres que quisieron cam-

biarlo todo.

losofía… todo ello en píldoras semanales de

40 minutos que te dejan con ganas de más, de

mucho más. Es uno de los pocos espacios te-

levisivos que no juzgan al espectador como un

cerebro vacío e idiotizado y obliga, capítulo a

capítulo, a un esfuerzo mental por intentar se-

guir la trama y descifrar los enigmas que en-

cierra. De ahí que hayan surgido cientos de

teorías que explican el porqué de tan miste-

riosa isla y sus habitantes accidentales.

Cómo siempre, España va con retraso. Mien-

tras en Estados Unidos se espera con ansia el

estreno de la sexta y última temporada, aquí

nos tenemos que conformar con la tercera.

Pero el refugio de los “losties”, nombre con que

se cataloga a los seguidores de la serie, se en-

cuentra en Internet donde se puede seguir la

serie a la vez que en yanquilandia y encontrar

las cinco temporadas subtituladas al caste-

llano. Por eso espero que no dejen pasar la

oportunidad de engancharse a uno de los ma-

yores acontecimientos televisivos de nuestro

tiempo y olvidarse un rato de Zelayas, impues-

tos, chanchullos políticos y demás.

No puedo despedirme de otra manera: “na-

masté, gracias y buena suerte”.

Expresiones callejerasEsta imagen se puede encontrar en las gran-

des ciudades gracias a los artistas que de

manera desinteresada van dejando pincela-

das de arte, filosofía, política y gamberrismo

a base de plantillas y sprays. A Terroperio-

dista le encanta este arte callejero, indepen-

diente e irreverente, asi que si te encuentras

con cualquier pintada, pegatina o cartel cu-

rioso, saca el móvil, fotografíalo y mándalo a

[email protected] Salud!!!Plaça de Anna Frank, Barri de Grácia, Barcelona.