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Por

Martha Kilpatrick

UNA EDICION DEL MINISTERIO SULAMITA

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Todas las Escrituras citadas provienen de la Biblia

Ampliada, a menos que se especifique lo contrario.

Derechos de reproducción © 1954, 1958, 1962, 1964,

1965, 1987 por The Lockman Foundation.

Las citas de las Escrituras señaladas NIV son tomadas de La

Santa Biblia, Nueva Versión Internacional. Derechos de

reproducción NIV © 1973, 1978, 1984, por medio de

International Bible Society.

Para esta versión en español, se han utilizado varias versiones de la

Biblia (JER=Jerusalen, N-C=Nacar-Colunga, RV60=Reina Valera

1960, NVI=Nueva Versión Internacional, etc.) En múltiples ocasiones

se ha optado por modificarlas para adecuarse a la versión “Biblia

Ampliada” (Amplified Bible), inexistente en nuestro idioma y usada

con frecuencia por el autor..

Traducido por Círculo Santo

Madrid, 2010-2011.

Derechos de Reproducción © 1986, 2009 - Martha Kilpatrick.

Serie “Knowing God Booklet Series”. Primera Impresión.

Todos los derechos reservados. Este librillo está protegido bajo las

leyes de propiedad intelectual de los Estados Unidos de América.

Este librillo no puede ser copiado ni reimpreso para ganancia

comercial ni beneficio alguno, ni reproducido de ninguna forma

por ningún medio. Las peticiones para citar este librillo pueden

dirigirse a:

Shulamite Ministries

P.O. Box 10

Suches, GA 30572

Para más información, comuníquese con nosotros por Internet en

www.shulamite.com , o llame al 888-355-5373 (USA)

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Oír a Dios comprende 6 librillos:

Una Necesidad Vital .......................................... SI

El Secreto de la Oración ................................... SI

Decisión .............................................................. NO

Considerad los Lirios .......................................... NO

La Vida Oculta ................................................... NO

La Habitación Interior ........................................ NO

Otras series de librillos:

Conocer a Dios (ya disponible)

Amar a Dios (ya disponible)

Otros escritos de Marta Kilpatrick

El Único y el Todo

Adoración

Carro de Fuego

Además de estos libros, hay multitud de artículos y

enseñanzas, una transmisión semanal de audio por Internet

(“podcast”, transcrito y traducido al español), y un

devocional diario: “Maná en la mañana.” Todos ellos puedes

encontrarlos en www.shulamite.com, en la sección

“En Español”

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a través de Internet en www.shulamite.com,

o llamando al 888-355-5373

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Introducción a la serie de librillos

Oír a Dios Cuando Juan Enslow vino por primera vez en calidad de director

de Ministerio Sulamita en 1995, se topó con un cesto repleto de

cintas de audio, algunas con fechas y títulos y otras no, y otras

pocas sin indicación ninguna acerca de sus orígenes o de la

relación que guardaba con las demás. A través de los años, lidió

con la ardua tarea de unir los pedazos, que constituyen las

revelaciones primordiales de Marta.

Al principio, estas enseñanzas (algunas datan de los años ’80)

aparecieron en grabaciones de CD llevando los mismos títulos que

estas series impresas. Ahora, después de lo que parece haber sido

un sueño hecho realidad, nos agrada presentar estas enseñanzas,

transcritas y editadas, para tu disfrute y enriquecimiento personal.

Desde el Ministerio Sulamita creemos que la historia será testigo de

que Marta Kilpatrick pertenece a ese hilo inagotable de santos

que, a través de los siglos, verdaderamente han seguido y

conocido a Jesucristo de un modo único y personal.

Las enseñanzas en estos librillos suponen un desafío a los creyentes

para que se rindan sin ambigüedades, cimiento del auténtico

cristianismo, y una cuestión que con frecuencia Marta expresa de

modo punzante. Además, la pasión de Marta por Cristo es una

invitación para todos aquellos que están dispuestos a conocer y

adorar al Cordero y Señor que ella conoce en su propia vida diaria

y terrenal, y, no obstante, celestial.

Es nuestro deseo que seas bendecido a través de estos librillos.

Que el Señor te conceda Su propio Espíritu de mansedumbre,

sabiduría y entendimiento mientras le buscas entre páginas.

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Una Necesidad Vital

¡Ah, cómo conocía David a Dios! Le vio de muchas formas, en muchos nombres, como resultado directo de su experiencia personal con el Señor de su vida.

Jehová es mi luz y mi salvación... Jehová es la Fortaleza y Refugio de mi vida.

Salmos 27:1 (Versión Ampliada)

Dios era el brillo de ese hombre, su rescate, refugio y protección. Su Señor era del todo suficiente y cubría todas sus necesidades. David fue sostenido en toda necesidad y por ello vio que sólo “necesitaba” a Dios. Era libre de tener un deseo ferviente, una oración con una meta. En el versículo 4 de Salmos 27, escribía, “Una cosa he demandado al Señor...” Los deseos de David se vieron reducidos a un único deseo. María de Betania se redujo a sí misma a una elección. Y a esa única “cosa” nos habrá de reducir el Señor... si estamos dispuestos. Yo no empecé deseando una cosa. ¡Empecé deseando miles de cosas! Pero Dios metió en un embudo mis mil deseos reduciéndolos a un único deseo que se convirtió una necesidad gigantesca. Mediante la disciplina del Espíritu, por la frustración de la vida, por presentar una visión a través de alguien... o usando la Escritura, o cómo fuere... Él me cercó para acabar queriendo una cosa.

El Señor te estrecha para agrandarte. Te reduce para enriquecerte. Así pues, ¿qué es esta sola cosa que David deseaba?

Una cosa he demandado a Jehová,

esta buscaré, escudriñaré y pediré (con insistencia): que esté yo en la casa de Jehová

(en Su presencia) todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura (dulce atractivo y deleitoso amor)

de Jehová y para meditar, considerar y buscarlo en su templo. Salmos 27:4 (Versión Ampliada)

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David pedía una cosa. No pedía ser rey... No solicitó riquezas. Sólo pidió estar en la presencia del Señor, VERLE en toda Su belleza. Parecería una trivialidad de escaso valor... ¿sólo verle? Pensamos que Él hubiera preferido que le construyésemos algo, que HICIÉSEMOS algo grande para Él. No, Él quiere que solamente deseemos... mirarle a Él, vivir siempre ante Él, observando las maravillas de Él.

Escuchando la Llamada David oyó a Dios decir:

Dijiste: “Buscad mi rostro.” (escudriñar y buscar Mi presencia como vuestra necesidad vital)

Mi corazón te responde: “Tu rostro (Tu presencia), oh Señor, buscaré, y escudriñaré

(por mi necesidad y bajo la autoridad de Tu Palabra) Salmos 27:8-9, Versión Ampliada

David escuchó algo. Tienes que escuchar esta voz... ...porque esto no es lo que nos dicen que Dios quiere de nosotros, y no es lo que yo supongo que Dios quiere de mí. Puedes oír a Dios diciéndote, “Sólo una cosa quiero de ti... y quiero que busques esto... estar en Mi presencia, disfrutándome, conociéndome.” David respondió cuando escuchó esa llamada. Dijo: “¡SÍ! Señor, quiero, elijo eso. ¡Eso bucaré! Pediré esto. De modo insistente buscaré Tu presencia como mi necesidad básica.” Nos ponemos histéricos cuando tenemos una necesidad. La inseguridad nos pone nerviosos. Nos preocupamos. Tenemos miedo. Pero toda necesidad se satisface estando con Él. Lo que Dios quiere para nosotros es lo mismo que el Salvador pide de nosotros. Sobre todo quiere ser conocido como Él es realmente...

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y que nosotros disfrutemos siempre los deleites de Su presencia.

El Creador nos ha hecho de tal forma que Él Mismo es nuestra vital necesidad y nuestra única satisfacción. Lo único necesario es el tema principal: verle a Él.

Esta es la meta final en el deseo de Dios para Su nueva creación en Cristo. Quiere que le conozcamos, que contemplemos al Hijo y disfrutemos Su belleza. David habla proféticamente de la venida del Señor Jesús. David respondió con una fuerte decisión y con el propósito de perseguir ese tema principal. La vida y las dificultades le redujeron para que únicamente quisiera... ver al Señor. Quedó asombrado por la profunda suficiencia del Señor en toda situación... peligro, guerra o traición.

Nada Duradero En una ocasión me dispuse a vivir 6 meses como si fueran los últimos de mi vida. Los viví como si estuviera sucediendo de verdad. Todas las cosas entraron en una perspectiva natural. Las prioridades se ordenaron por sí mismas. ¿Cómo pasaría el tiempo que me quedaba? Empecé a ver lo que era eterno, ¡lo que era importante y lo que no lo era! Me di cuenta de que el trabajo más grande que tenía eterna importancia era la oración. Nada había por encima. ¡Mis oraciones sobrevivían! Nada hay más permanente que la oración. Me asombro ante lo poco que se habla de la oración en el Nuevo Testamento. Si la oración es tan primordial, ¿por qué parece escatimarse su enseñanza en las Escrituras? Creo que es por esto: Para saber lo que es la oración, tienes que orar. Te allegas a Su presencia con el propósito de estar con Él... basta con verle, con considerar lo que Él dice. De alguna forma, en esa unión, ¡te ves orando!

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Descubres que tienes respuestas. Conocimiento. Rumbo. Pero todo eso no deja de ser un fruto. El propósito es hallar Su presencia.

El asunto consiste en contemplar al Cordero de Dios.

La Oración es Contemplación La oración no es un trabajo organizado. La oración es una relación. La oración fluye de una relación auténtica y muy privada. Ser consciente de la oración –lo que dices o durante cuánto tiempo lo dices– es perder la oración. La oración es Cristo y sólo Cristo. ¡Te introduces en la presencia del Hijo de Dios! Allí orarás inconscientemente lo que Él revele e inspire. Acudes a Él ... para contemplar al Señor, para meditar con Sus pensamientos, para considerar Su hermosura. Descubres Su corazón, Su oración, Su sabiduría. ¡En el Salmo 27, David estaba describiendo la oración! Decía, “buscaré”, y lo buscó mostrándolo. Fue. Estaba disponible. Dio tiempo a Dios. Ves, Dios tiene que venir. No puedes hacer que venga. No puedes hacer que hable. No puedes hacer que haga nada. La sumisión en la oración ha de ser absoluta. Él viene y te ministra.

Una Vida de Oración Una vida de oración es un estilo de vida radical. No puedes caminar como el mundo camina y ser consciente de la presencia de Dios. Si quieres oración, habrá muchos “no” en tu vida. Tu “sí” por Dios producirá muchos “no”. David los tuvo. Lee el Salmo 101 en el que toma decisiones, elecciones drásticas, para alcanzar su relación con Dios.

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Si eliges este estilo de vida no sólo serás diferente al mundo, ¡serás distinto de otros cristianos! Es un estilo de vida radical, pero yo creo que es el más elevado y enriquecido

que pueda conocer la humanidad.

En el Nuevo Testamento hay un hombre que se cita como ejemplo sobresaliente de oración. Cuando Santiago habla de la oración poderosa –una oración que hubiera de sanar a un enfermo– nombra a Elías. Quizás nos acordemos de Elías por su gran poder, pero Santiago le recuerda por su gran oración. Santiago 5:17-18 dice:

Elías era un hombre sujeto a pasiones, igual que nosotros, y oró fervientemente para que no lloviera,

y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses. Y otra vez oró, y el cielo dio lluvia

y la tierra produjo su fruto. En una ocasión llegué a una frase de Colosenses que decía, “Perseverad en la oración.” El Señor me resaltó mucho ese versículo. Busqué la palabra ‘perseverad’ y en el original significaba que entregabas tu vida a algo. Cuando compartía algunas de estas cosas, una amiga me dijo, “Martha, de lo que hablas es de una vida de oración y de lo que algunos hablan es de una pequeña área de oración.” Tuve en mucha estima su entendimiento. “Orad sin cesar.” ¡Parece imposible! Sin embargo... Estuve orando durante mucho tiempo para recibir oración antes de que pudiera entender la oración. Años pensando que mi vida de oración no alcanzaba lo que se suponía debía ser. Pero oraba para que pudiera entender la oración, para que fuera formada y asimilada en mí. En mi listado anual de prioridades, ¡la ORACIÓN estaba en la parte más alta! Durante muchos años miraba esa lista y me entristecía porque consideraba que mis oraciones eran inadecuadas. ¡No me importaba preguntar si mi oración le resultaba satisfactoria al Señor!

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Siempre pedía y aún hoy sigo pidiendo oración. Entiendo que el Espíritu es la fuente de la que mana la oración.

La Oración Es... ¡Al final pude ver lo que era la oración! Había estado “orando” todo el tiempo. Lo que David describió como su único deseo, ciertamente su única ORACIÓN –la oración que buscaba, inquiría y aun solicitaba con insistencia–

era morar en la presencia del Señor para admirar la belleza del Señor, y en ese estado de perpleja contemplación

meditar, considerar y escudriñar en Su presencia. ¡Esto es oración! Es la oración para la oración. Oración es comunión con la Persona de Cristo, y empieza echando un vistazo, contemplando con un ojo sencillo a Jesucristo. A partir de esa “meditación” del Señor, al volverte simplemente hacia Él, te es otorgado el poder de escuchar, ver y conocer. De “meditar, considerar y escudriñar.” ¡De Él! Para Él... ¡Y eso es oración! Mi definición de la oración es estar en Su presencia. No tengo por qué hablar. No tengo por qué pedir, ni siquiera Él tiene que estar hablando. ¡Pero Él habla! Tomos enteros de secretos, montículos sinfín de riqueza. “Te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.” (Jer. 33:3) La oración es una vida de hambre pasional de Cristo, para

conocerle, entregado con devoción para estar al tanto de Él... Quién es, qué quiere y cómo piensa. Para mí eso es una vida de oración. Fue la “única elección de David”... necesitar la presencia de Dios como algo imprescindible y vital.

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Deleitándose en Su Voluntad En Mateo 6:9-13, la oración del Señor empieza con la conciencia de quién es Dios, Su presencia y alabanza: “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre...” Pero, ¿sabes qué viene a continuación?

“Hágase tu voluntad, como en el cielo, también en la tierra.” (v 10) Quiero decirte que sólo conocerás a Dios en Su voluntad. Él sólo habla en el contexto de Su voluntad. Sólo se revelará a Sí Mismo dentro de Su voluntad, y Su voluntad puede convertirse en la pasión de tu vida, consumiéndote.

He aquí, en la cabecilla del rollo está escrito acerca de mí: Oh Dios mío, el hacer tu voluntad me ha agradado.

Salmos 40:7-8

Tenía una amiga –una amiga dominante y de férrea voluntad– que llegó a mi vida y mantuvimos una relación maravillosa y honesta. Yo le decía,

“No me vas a gobernar; ya me han capturado. Puedes caminar conmigo, pero no vas a arrebatarme Su voluntad.”

Siempre andaba diciéndome lo que debía hacer. Y yo le decía sonriente, “Su voluntad es el más preciado tesoro que tengo y no puedes arrebatármela. Tengo a Dios; Él ha tomado Su lugar. ¡Tú no vas a ser mi dios!” Así, Su voluntad ha de ser algo tan precioso para ti que se convierta en tu búsqueda y tu tesoro, por esta causa: porque quieres conocerle y amarle.

Sólo puedes escucharle en Su voluntad. Él siempre está hablando en el contexto de Su voluntad.

Muchos se quejan de que Él no habla. La pregunta es: ¿estás en Su voluntad? En ese terreno, en ese lugar, ¡Él habla por los codos! En Su voluntad, en el lugar en que te encuentres... ahí habla Él. Su voluntad es donde le hallarás y le descubrirás. Así pues, lo que persigues es descubrir Su presencia

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con el fin de conocer Su propósito y elección. “Pero no sea mi voluntad, sino la tuya.” Lo que tú quieres puede ser rendido a Sus pies.

Influyendo en una Nación En el Nuevo Testamento, se resalta a Elías como uno cuyas oraciones eran contestadas y cuyas oraciones influían en una nación. Elías apareció bajo el reinado de Acab y Jezabel. Emergió de una larga historia secreta con Dios en preparación. Sabía cómo escuchar a Dios y caminar con Dios, y cómo atraer la voluntad de Dios desde el cielo a la tierra. No se trata de llevar mi voluntad a los cielos y que Dios ejecute mi voluntad. Eso no es oración. Oración es ponerme en contacto con Su voluntad y traerla a la tierra. Ese es el propósito de la oración. La oración es para que el Cielo gobierne, no para ajustar o arreglar la tierra. Eso es oración. Ese es el ejemplo de Elías, que hizo un largo camino de preparación con Dios en lo secreto. La preparación para orar siempre queda oculta y se fundamenta en una historia privada y profunda con el Señor. Elías no era un personaje conocido en las memorias de Israel antes de que apareciera de la nada. Pero yo te digo que había estado siguiendo los pasos del Señor durante difíciles e intensos años, porque se requiere... tiempo para orar así,

para poder trastocar naciones. Antes de que empezara a hablar, Pablo estuvo preparándose

catorce años de silencio en el desierto. Los humanos valoramos la utilidad... pero Dios valora que estés en Su presencia, siendo formado y preparado. Es por eso que las Escrituras dicen que al novicio no le sea dada

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posición... pues no está preparado. Debes formarte. Elías llegó como un torbellino, pero Dios le había formado en lo secreto y privado.

Entonces Elías tisbita, que era de los moradores de Galaad, dijo a Acab: ¡Vive YHVH, Dios de Israel, en cuya presencia estoy, que

no habrá rocío ni lluvia en estos años, sino por mi palabra! 1 Reyes 17:1

Y estaba hablando de la palabra de Dios, no de la palabra de Elías. La oración es hallar lo que Dios quiere hacer, y después ser la vasija en la que Dios pueda mostrarlo. Meditar, considerar y escudriñar en Su presencia... ¡eso es más difícil que decirle a Él lo que ha de hacer y llamarlo oración!

Irse Para Escuchar Así que Elías declaró la palabra del Señor. Date cuenta que dijo: “El Dios de Israel, en cuya presencia estoy.” (v 1) Una traducción dice, “ante el cual sirvo.” (NIV) Elías había estado en la presencia del Señor... y porque había estado en la presencia del Señor conocía el corazón y voluntad de Dios, y vino para proclamarlos.

Y la palabra de YHVH vino a él diciendo: Apártate de aquí, dirígete al oriente

y escóndete junto al arroyo de Querit. 1 Reyes 17:2

Una vida oculta... esa es la vida de oración, la vida de María de Betania. En su mayor parte, desconocida. Colosenses 3:3 dice, “Nuestra vida está oculta con Cristo en Dios.” David hablaba de ir a un “lugar secreto” con Dios (Salmos 91:1).

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Si has de conocer la voluntad de Dios, vas a tener que “Marcharte de aquí.” Lo cual quiere decir dejar atrás las competiciones humanas, la actividad frenética y los valores temporales del mundo, las ambiciones, metas y egoísmos del ser humano. Significa dejarlo todo... incluso a ti mismo. Tienes que “marcharte de aquí” para encontrar la voluntad de Dios. Tendrás que alejarte del cauce del pensamiento de la gente y meterte en el cauce del pensamiento de Dios. María lo hizo. ¿Lo ves? Se alejó del frenesí, de las prisas, de la competición, de la pomposidad: los valores terrenales que Marta representa. Te alejarás DE una cosa... del mundo. Y acudirás A Una Persona. Dios dijo: “Aléjate de ahí. Aléjate del lugar donde Acab reina y donde todos adoran a Baal y marcha a otro lugar... conmigo.” Para Elías fue el arroyo de Querit:

Y fue e hizo conforme a la palabra del Señor, pues partió y vivió junto al arroyo de Querit, que está frente al Jordán.

Y los cuervos le traían pan y carne por la mañana, y pan y carne al atardecer, y bebía del arroyo.

1 Reyes 17:5-6 Pan y carne... Pan que representa la vida real de Cristo que entra en ti... un misterio.

Si no coméis mi carne y bebéis mi sangre, no podéis vivir. Juan 6:53, parafraseado.

Elías participó de la mesa de su Dios. Dios está en ti, pero tiene que entrar en ti de

alguna manera. Tienes que ser lleno del Espíritu. (Efe. 5.18) Elías también tenía la carne de la palabra. Masticaba la palabra de Dios. Y aparte tenía el agua, el agua viva, que simboliza la comunión con el Espíritu.

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A solas con Dios

Y vivió junto al arroyo de Querit. 1 Reyes 17:5

¿Quién estaba con él? Nadie. Estaba a solas con Dios. En una ocasión, hace ya años, ocurrió que mi vida empezó a ralentizarse y la de mi marido a acelerarse. Estaba fuera desde las 7 de la mañana hasta las 9 de la noche. Con todos los niños en la facultad, empecé a estar muy sola, y pensaba que mi marido era el que tenía que solventar el problema. ¡Pero el Señor quería estar a solas conmigo! Acudí al Señor, y le dije, “¿qué significa esto, Señor?” Y Él dijo, “Este es tu tiempo conmigo y Yo lo llenaré de Mí.” Cuando lo acepté como Su voluntad, ¡la presencia de Cristo inundó mi espíritu, mi vida, mi tiempo! Esa época ha sido una de las mejores experiencias de mi vida con Él. Dios había provisto horas sinfín para que yo estuviera en la Palabra,

para que mirara por la ventana, para que caminara con Él, tuviera comunión con Él, y al poco tiempo yo era la que no deseaba una vida distinta. Estaba contenta y cómoda. Pero tuve que ser resintonizada a la soledad a la que Dios nos llama.

Todo espacio vacío existe para que Dios lo llene con Su compañía. Dios te ha llamado a la comunión de Su Hijo, Jesucristo.

Así que Elías estaba sólo y esta vida secreta es... soledad.

La vida cristiana debería ser tal que lo que los demás vean sea la punta del iceberg, y la riqueza de tu vida –la vastedad de tu vida con Cristo– no sea conocida ni vista por los demás.

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Entregando el Tiempo a Dios

Y sucedió que pasados los días se secó el arroyo. 1 Reyes 17:7

El tiempo de juicio había sido establecido... tres años y medio sin lluvia. Pero el tiempo con Dios no tiene medida. NO puedes decir, “Voy a estar una hora con Él”, ni decir, “seis horas es demasiado.” No, no prestas atención al tiempo cuando estás con Dios. Cuando Él te lleva a un lugar, lo será para un tiempo. De cierto modo, tendrás que tirar el reloj y tu concepto del tiempo, porque estos nos tientan a creer que hemos malgastado el tiempo. Una noche no me sentía cansada. ¡No podía dormir! Me quedé despierta e intenté leer las Escrituras, pero no veía nada en ellas. Así que me senté y me quedé mirando. Sabía que estaba con el Señor, pero nada parecía ocurrir. A las cuatro de la mañana me fui a la cama. Al día siguiente empecé a entender ciertas cosas de mi existencia que jamás había visto antes, como un río que fluía con pensamientos. Y supe que lo había recibido durante aquellas horas de vela, aunque entonces no lo supe. Llegó después. Ni un segundo con el Señor queda sin provecho aunque parezca lo contrario. No puedes medir el tiempo ni sujetar los minutos. El tiempo es para Dios y ha de ser derramado en Él sin restricciones....

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No son los Números

Y la palabra del Señor vino a Elías diciendo: “Levántate, vé a Sarepta de Sidón y mora allí; he aquí, Yo he ordenado allí a

una mujer viuda que te sustente.” Y él se levantó y fue. 1 Reyes 17:8-10

Dios envió a Elías desde su soledad a ministrar a una mujer necesitada que nada tenía que ofrecerle. Cualquiera puede ministrar cuando se recibe algo a cambio, pero es un signo de madurez ministrar a alguien que no tiene nada que darte. Elías tenía que procurar la voluntad de Dios incluso para ella, y para que así hubiera la provisión suficiente para no perecer. Muchas veces Dios te enviará a sostener a una sola persona. Con el tiempo, Elías tuvo que ministrar a su hijo y después a la nación. Nuestro concepto del ministerio se basa en los números. Y no puedes huir de ellos a menos que te conviertas en un Elías.

Escuchaba a un ministro hablar de las muchas veces que atendió reuniones en una asociación de ministros. Cada vez que iban, preguntaban: “¿y cuántos miembros tienes tú? ¿cuántos tienes los domingos?” Me decía que dejó de ir porque no quería centrarse en los números. La influencia y la importancia no pueden medirse por números. David sufrió una fuerte disciplina por el Señor por contar sus tropas. Buscaba sentirse arropado por los números en vez de por una profunda dependencia de Dios. Debemos estar dispuestos a ministrar a uno. Ese es un aspecto increíble del ministerio de Jesús: que Él se detuviera una y otra vez... sólo por una persona. Me resulta en lo personal muy real porque durante dos años Dios me entregó a una sola persona. Una persona muy necesitada, rígida, difícil y dolorosa... en exclusiva a ella.

Durante el tiempo que estuve con ella –horas y horas y horas– yo decía, “Señor, ¿sólo ella?” Y Él decía, “Sí.” Después decía, “Estupendo. No me importa dónde estoy. Sólo importa que esté en Tu voluntad. No importa cuántos. ¡Sólo importa que esté donde Tú estás!” A su debido tiempo, supe que había adquirido toda una educación espiritual imposible de aprender en ninguna academia.

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¿Ves?, si Su voluntad es tu ardiente pasión, sea donde sea, hallarás Su presencia, y da igual lo oscuro o estrecho que sea ese lugar, ¡allí estarás contento! No importa dónde sea, ni lo que sea, ni el número.

Venciendo en el Día a Día Elías aprendió a orar mientras vivía oculto. Oración en comunión con otros es maravilloso, pero no aprendes a orar ahí. Aprendes a orar cuando estás solo. Elías aprendió a orar a solas y entonces le fue entregado un gran desafío cuando el hijo de la viuda murió. Elías aprendió a encontrar la voluntad de Dios y a ponerla en oración hasta que era manifestada.

Derramó su vida en el niño; oró tres veces y el niño vino a la vida. Fue su ensayo personal para conquistar la muerte. Dios te ofrecerá una pequeña muerte que vencer y después una muerte mayor que vencer, y después una mayor, y luego otra mayor. ¡Él busca que venzas la muerte de una nación! Tiene grandes planes para ti. Pero sólo llegarás hasta ahí pasito a pasito. ¿Sabes? Medito en Elías en esa pequeña aldea olvidada, en una época de polvorienta sequía en la única compañía de una pobre viuda. Aunque tenían aceite y comida, no leo que tuvieran verduras. Creo que durante los años que estuvo con ella Elías probablemente vivió una vida bastante modesta. Me imagino que arreglaría el gozne de la puerta. Me imagino que saldría con su cubo para buscar agua. Me imagino que pasaría largas horas con el Señor. Me imagino que su vida vivía inmersa en lo ordinario. Damos por sentado que caminar con Dios es siempre algo fastuoso y eso no se corresponde con la realidad. La realidad es el día a día... el desayuno en la mesa, las reuniones de la Asociación de Padres del colegio de tus hijos, o lo que sea que hagas. ¡Para mí eran partidos de fútbol! Después mis hijos fueron al instituto y para mí fue lo que eso conlleva. En otra ocasión fue cuidar de un padre que se moría.

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En el día común y corriente, la pregunta pertinente –la ÚNICA pregunta– es: ¿Está Él ahí y estás tú junto a Él? ¿Te contentas con ser uno más del montón? ¿Atesoras todos los días porque cada uno de ellos estás con Él? ¿O sólo atesoras los días en los que eres consciente de que Él te usa? Ves... María de Betania atesoraba el momento del día a día. María vivía en éxtasis por tenerle a Él presente. Alguien le decía a una mujer, “hablas como si hubieras tenido una infancia feliz.” Y decía ella, “¡La tuve! Pero cuando la vivía no era consciente de ello.” ¿Ves lo que quiero decir? ¿No es así cómo vivimos? Como madre de niños ya adultos puedo decirte que no supe cuán feliz era yo cuando eran pequeños. Oh, ¡vivir como gente corriente y atesorar los deberes del día a día! Hay gran sanidad en los deberes del día a día. La habilidad de hacerlos. ¡El privilegio de hacerlos!

No hay tarea sin beneficio en el Señor. Si haces tu trabajo en el Señor hay beneficio. Si haces tu trabajo como si fuera una interrupción de tu vida de glamour, tu trabajo queda sin fruto. Su presencia está en la fregona, en el trabajo, en las tareas cotidianas. Creo que Elías llevaba una vida de lo más normal. Pero también creo que ese hombre estaba CON Dios. Nos acordamos de lo espectacular, ¿no es verdad? Creemos que es lo mejor que pudiera pasar. No, Elías pasaba mucho más tiempo viviendo el día a día. De hecho, si pudieras contar sus milagros no hizo muchos. ¡Aunque fueran espectaculares cuando los hizo!

¿Ves? Cuando estás a solas con Dios, hay un incremento de Su poder dentro de ti. No eres consciente de ello, pero el tiempo que inviertas en la presencia de Dios incrementa el poder de tu espíritu. Si vas por ahí predicándole a todo el mundo, ministrándoles a todos, lo que haces es dispersar tu poder. Elías lo almacenaba. Lo almacenaba por estar con Dios.

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Así que conquistó la muerte en la vida del niño. Los tres años y medio se acercaban a su fin...

El Auténtico Gobierno

Pasados muchos días, al tercer año, la palabra del Señor llegó a Elías, diciendo: Vé, preséntate a Acab, y enviaré lluvia sobre la faz

de la tierra. 1 Reyes 18:1 Elías vivía en esta vida oculta. El versículo 10 dice que Acab era el rey que había procurado hallarle y no había sido capaz.

¿Está tu vida tan oculta que la gente te busca? Nuestro concepto consiste en salir y agarrar al mundo de las orejas. No, el mundo vendrá a tu puerta. Si tienes comunión con Él y tienen un centelleo de ello, el mundo vendrá a tu puerta. ¿Por qué Acab el rey acudía a Elías, este insignificante profeta del que nadie sabía nada?

Cuando Acab vio a Elías, le dijo: ¿Eres tú el que perturbas a Israel? Y él respondió: No he perturbado yo a Israel, sino tú y

la casa de tu padre. (v 17-18) Ves, Dios quería salvar a Su nación de la adoración de Baal, y Acab, el adorador de Baal, era el rey. Pero Dios es Rey y quiere gobernar.

Quiere hallar a alguien a través del cual pueda gobernar. Acab sabía que Elías gobernaba a Israel. Cuando turbas al rey de una nación, estás por encima del rey. Cuando gobiernas la lluvia sostienes el poder.

Elías no decidió cuál sería el juicio. No, escuchó la palabra de Dios y la hizo visible al orarla. Acab sabía dónde estaba el poder. El poder no estaba en Elías. Elías era un hombre normal como tú y yo. Ese no es el asunto. Elías era un hombre corriente y común... El poder estribaba en el hecho de que Elías estaba con Dios en Su presencia,

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invirtiendo largos periodos de su vida con Él, y conocía Su voluntad. Cuando conoces la voluntad de Dios, ¡ostentas el poder del país! Y después Dios quiere que la veas, la respaldes y la ores. Un día iba caminando por la calle. Miro al Señor cuando camino y Él me mira, pero no siempre habla. Sólo disfrutaba de Él, y decía, “quiero que ores por tu país. Tu país va a entrar en una crisis.” Cuando llegué a casa, apareció la crisis de Libia en los periódicos. Mi hija estaba en casa, y le conté, “Ah, el Señor me lo dijo...” Ella decía, “Mamá, ¡me asustas!” No, soy normal y corriente, como todos. Pero caminaba con Dios. Estaba ahí afuera con Él, y Él quería algo, y me lo dijo. Eso no es especial. Lo único especial que tiene es que se trata de Dios. Él quiere hablar a cualquiera que desee escuchar. Ese era el secreto de Elías. Elías era un hombre como nosotros. Pensamos y decimos, “¡ELÍAS!” No, Santiago se cuida mucho de decírnoslo, “no era especial, era uno más.” Elías se puso en contacto con la voluntad de Dios y cuando la tocó, se convirtió en aquel a través del cual se manifestó. Dios gobierna a través de Sus vasijas, Sus hijos, pero sólo gobierna a través de aquel que es gobernado por Dios. Cristiano, ¡tú no gobiernas nada! No, no, no tienes ningún gobierno. Dios gobierna a través tuya, y sólo habrás de ser el vehículo de Su gobierno. ¡Hay un sólo Rey! Somos reyes porque estamos en el Rey, no porque nosotros seamos reyes. ¡Estamos en el Rey! Si eres gobernado por Dios, Él gobernará a través de ti.

Orando por Lluvia Así que Elías oró y Dios le mostró qué hacer. Elías subió a la montaña y se encaró en su famoso duelo espectacular con los profetas de Baal. Se divirtió bastante riéndose de su dios. Decía: “¿Dónde está vuestro dios? ¿Está dormido? ¿Quizás esté comiendo?” (parafraseado, 1 Reyes 18:27)

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Se lo pasó en grande burlándose del falso dios. Y ganó la batalla. Ganó la confrontación. Entonces supo... Cuando la adoración a Satanás fue postrada en ruinas, supo que podía pedir la lluvia. ¿Ves? Cuando conoces la voluntad de Dios, aún queda un trabajo por hacer, y es algo que a mí me resulta difícil recordar. Conozco la voluntad de Dios, y mi tendencia es a decir, “Maravilloso... ahora está en Tus manos, Señor.” No, ¡es entonces cuando viene el tiempo de orar! Voy a decirte cómo aprendí a orar. Ni siquiera sé si es correcto. Pero todo cuanto puedo hacer es decirte cómo llegas a saber cómo orar. Esperas, y escuchas, y oyes, y buscas Su voluntad; y cuando escuchas Su voluntad, ¡ahí es cuando oras!

¡Oras Su voluntad! Esperas, escuchas, buscas y escudriñas Su voluntad. Él es el Rey. “Buscad primero el reino de Dios.” (Mateo 6:33)

Encuentra Su voluntad y entonces te pones a orar. No empiezas orando, ¡por favor, escucha lo que digo! Hay mucha enseñanza incorrecta al respecto de la oración. ¡No empiezas orando! Empiezas estando con Él, buscando Su presencia como necesidad perentoria. La presencia del Señor –contemplarle– es la más urgente necesidad de tu vida. Tu existencia pende de ello. Tu destino lo pide. La necesitas para respirar. Jesús Mismo oraba, “hágase Tu voluntad en la tierra como en el cielo.” Esa fue la primera petición en Su oración modelo. (Mt 6:10) El primer asunto fue la alabanza, adoración, reconocimiento; pero después Él oraba por conocer la voluntad de Dios y hacerla PALPABLE.

¡Sólo eso es orar! Él oraba por traer Su voluntad a la tierra y ese ha de ser nuestro único deseo. Él es el Rey y tú sólo gobernarás en este mundo si eres gobernado.

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Dios no tiene la idea de tener 16000 pequeños reyes. ¡No! Hay un Rey y ese es Jesús. Pero Él quiere que Jesús gobierne en y a través de gente normal. “No de la nobleza...” son muchos llamados (1 Cor 1:26)

Orando con Fervor Tras la grandiosa victoria, Elías supo que era tiempo de orar por la lluvia. Se echó al suelo y oró... con intensidad y fervor, con todo lo que tenía en él. Y envió a su siervo para ver si la oración estaba siendo contestada... si había una nube en el cielo. Una vez, dos veces envió al siervo a ir y mirar. Si yo hubiera sido el siervo, habría dicho: “¡No voy más!” Pero ese querido siervo continuó yendo hasta que vio una diminuta y pequeña nube del tamaño de un puño. ¿Ves? Elías aprendió a orar hasta que el asunto estaba resuelto. Ah, esa es mi debilidad. Mi fuerza secreta consiste en saber la voluntad de Dios. (¡Eso me llevó años!) Puedo escudriñar Su voluntad, pero entonces... entonces llega la siguiente fase. El Señor Dios condena la vana repetición, decir palabras.

No. Se trata de orar la voluntad de Dios con fervor y deseo. Tu primera oración es conocer Su voluntad. Cuando tocas Su voluntad, empiezas a orar de una manera muy distinta. Oras para que Su voluntad se haga. Tengo mi Biblia subrayada en lugares donde Dios ha revelado Su voluntad hacia mí, y yo digo, “¡Qué bien!”, y cierro la Biblia. Pero estoy aprendiendo por el poder y la gracia de Dios, a sostener esa palabra dentro de mí y ante Él y a orarla hasta que la fe es edificada. Y una vez edificada la fe, ella hace surgir el fervor de la oración y entonces oras hasta que sucede.

Y eso es lo que Elías hizo para que lloviera.

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Emitiendo Energía Divina Aunque Elías había conquistado la fortaleza de Satanás en la nación, los gobernantes, Acab y Jezabel, seguían ahí. Y Jezabel amenazaba con matarle. Yo misma he visto esto. Te enfrentas a la fortaleza de Satanás, y cuando está destruida después el rey y la reina deben caer. En un sentido práctico, significa que en tu vida puede que ores para que Dios sea el Rey de un área en particular. Cuando eso es conquistado, puede que todavía tengas problemas ahí, pero pronto será derrocado. En Lucas 10:38.42, Marta simboliza la fuerza humana –haciendo lo que ella creía que era la voluntad de Dios– ¡y que no obtuvo beneplácito de Jesús! María simboliza la energía divina; hizo la voluntad de Dios. Y su galardón fue eterno. ¿Qué usas tú? ¿Fuerza humana o energía divina? Cuando estás con Dios en el lugar secreto, el poder de Dios crece en ti. Elías emitió esta energía divina y cuando ya no había más, Elías se agotó. A menos que hayas enseñado alguna vez, no puedes imaginarte cuánta energía se invierte en enseñar y ministrar. Dicen que una hora de enseñanza es como ocho horas de duro trabajo... incluso en el Espíritu, incluso en la energía divina. Así que Elías estaba agotado, y huyó para salvar su vida. Huyó al desierto y se sentó bajo un enebro. Su sentido de visión y su propósito se habían desvanecido. Había hecho la voluntad de Dios. La había puesto en evidencia en oración. Había permanecido en pie en presencia del Señor y había visto la victoria. Ahora, necesitaba una nueva visión de la voluntad de Dios... mediante una fresca experiencia de la Presencia vital. ¿Ves? Cuando eres un orador, te mueves de un propósito a otro, de visión en visión. No hablo de la visión de cosas que se ven. Hablo del conocimiento de la voluntad de Dios. Elías había conquistado... y cuando alcanzas una meta espiritual grande, a veces te topas con esto. Te entristecerás.

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Y dirás, “No soy mejor que mis padres.” (1 Reyes 19:4) Tu visión de lo que tiene valor o no se desvanecerá. Tu visión de ser guiado se desvanecerá.

Elías estaba agotado humanamente hablando, pero también creo que estaba espiritualmente vacío... no sólo de su energía espiritual, sino de su visión y propósito. Así que necesitaba toda una nueva revelación de Dios. Elías se sentó en el desierto y Dios bajó al desierto a estar con ese hombre. Dios se encontró con él y le alimentó. Pero Dios le alimentó en el desierto para que pudiera tener las fuerzas para ir a la montaña. En las Escrituras, la montaña siempre representa la oración. Es un símbolo de un acercamiento a los cielos. Dios te dará de comer en el desierto si estás ahí. Te dará el maná y enviará ángeles que cocinarán tu pan sobre piedra. Pero él te alimenta ahí para ELEVARTE, de manera que puedas escalar la montaña de la comunión con Él... porque Su revelación está en la montaña. No está en el lugar del abatimiento. Te sobrepondrás a tu desespero a través de la palabra de Dios, a través de Su comida, venga de donde venga.

Necesitas en novedad, “Su presencia como necesidad perentoria.”

Experimentando a Dios en la Montaña Elías tuvo que desplazarse desde el desierto hasta la montaña... el Monte Horeb donde Moisés vio la zarza ardiente. Volvió a ese lugar –las Escrituras lo mencionan como un lugar físico– del destino y de la revelación del propósito de Dios para su vida individual. Tuvo que tener comunión con Dios hasta que su espíritu empezó a escalar. Su espíritu empezó a escalar para acercarse a Dios, a un mayor contacto con Dios. La montaña consiste siempre en acercarse a Dios en la mayor intimidad. Abandonas el mundo... dejas caer las preocupaciones. Aparcas las cuitas... pones en segundo plano tus responsabilidades. Dejas ir lo tuyo.

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Y empiezas a subir hacia Dios de modo que Su voz es todo cuanto hay. Elías lo hizo. Le llevó cuarenta días y cuarenta noches poner en calma su excitación por la victoria y la desesperación de sus miedos. Como ves, no puedes escuchar a Dios si estás alterado, ¿verdad? O si estás contrariado. Tu trabajo consiste en aquietarte. Así sucedió con Elías. Sólo escuchó a Dios cuando pudo calmarse y detenerse. Quiero que escuches una palabra: quietud. La calma es algo necesario para oír la voz de Dios. Así que allí en la montaña, el Señor le hizo una pregunta:

“¿Qué haces aquí, Elías?” Y Elías dijo, “¡Pobre de mí! Me han abandonado y me quieren matar.

Nada, Señor, no queda nada. Ni siquiera tengo alguien con quien tener comunión. ¡No tengo nada!”

1 Reyes 19:10, parafraseado

Y el Señor dijo, “Sal afuera y ponte de pie en el monte, delante del Señor.”

1 Reyes 19:11

¡Entra en la presencia del Señor y quédate ahí! ¿Ves? Aprendes sólo a ser capaz de quedarte ahí... y esperar. Esperas hasta que Él escoja venir y escoja hablar. Una amiga mía enfrentaba una cirugía y me llamó contrariada y temerosa, y le dije, “muy bien, probablemente podría darte una palabra, como que Dios te ama mucho; pero prefiero que acudas a Él.” Después le dije, “te voy a decir lo que yo haría si estuviera en tu lugar. Acostaría a todos, les daría un beso de buenas noches y me iría a estar con el Señor.” “Y me quedaría con el Señor hasta que Él me calmara y me diera Su voluntad, Su seguridad, Su promesa.” Y le dije, “pero te quiero advertir, cuando vayas a estar con el Señor, no puedes decirle cuándo ha de mostrarse.” “Tienes que decir: ‘Señor, aquí estoy. Habla, Señor, tu siervo escucha. Me quedaré todo el tiempo que Tú quieras que me quede, y si decides no

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hablarme, también está bien. Pero aquí me voy a quedar, esperando. Aquí mismo estoy. Tú eres el Jefe’.” Después mi amiga me dijo, “tuve un tiempo maravilloso, pero hice lo que me dijiste que no hiciera. Abrí mi Biblia y esperé unos 15 minutos, y el Señor no hablaba, y me puse de los nervios. Le decía, ‘¡Aquí estoy! ¡Habla! ¡No estás hablando!’...” Le dije que tenía que ir en un espíritu humilde... un espíritu sumiso. Así es como María escuchaba, “Señor, estoy a Tus pies y me encantaría oír cualquier cosa que tengas que decir.” Mi amiga continuó contándome “...después me acordé de lo que me habías dicho. Y decía, ‘Oh, Señor, aquí estoy. Si quieres hablar, estoy disponible. Y si no quieres, también me parece bien. Sólo me voy a sentar aquí contigo hasta que tenga Tu paz’.” Muy poco después, Él empezó a hablarle y le dio una palabra maravillosa en Lamentaciones 3 sobre las bendiciones de Dios para los que esperan en Él.

Enfrentando Nuestra Vulnerabilidad Elías subió hacia la montaña para estar en presencia de Dios.

Hubo un huracán tan violento que hendía las montañas y quebrantaba las rocas ante el Señor. Después del huracán, un

temblor de tierra... y después del temblor, fuego. 1 Reyes 19:11-12

Esas tres cosas hablan al hombre de la soberanía de Dios. ¿Qué hacemos cuando hay sequía? Oramos. Quiero decir, que aún los gobernantes oran (o dicen que oran). ¿Qué hacemos en presencia del fuego? Vulnerabilidad. Un día sufrimos un incendio cerca de casa, y me sentí muy vulnerable ante él. Las catástrofes nos dicen que hay un poder detrás de nuestro poder.

Y cuando tenemos un enemigo o un problema que aparentemente nos ha derrotado, necesitamos una visión

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nueva de la soberanía y del poder de Dios. Elías había estado en el Monte Carmelo, derrotando a los profetas de Baal, pero había olvidado el poder de Dios sobre Acab y Jezabel. ¡Me puedo identificar con esto! Era un hombre normal y corriente, acuérdate. Elías olvidaba que Dios podía derrotar a 400 profetas de Baal, lo que significa que Dios es soberano. ¡Dios es DIOS! ¡No se ha levantado del trono ni por un instante! Puede que deje bailar a las Jezabeles un ratito, pero la última palabra es Suya. Y el que tiene la última palabra es soberano. Cuando estás desesperado, necesitas que te muestren otra vez el poder de Dios y la soberanía de Dios. Eso hizo con Elías. Le recordó: “Yo soy el Señor del viento!” Cuando Jesucristo dormía en la barca y salió a apaciguar las tormentas, los discípulos decían: “¡Eres Dios!” ¡Dios es el único que puede sujetar lo que está fuera de control! ¿Sabes? En estos días nos creemos invulnerables al tiempo y a elementos de la naturaleza como el propio fuego. Pero en aquel día, al vivir tan cerca de la naturaleza, sabían que ante un huracán y un incendio y una tormenta ¡el hombre es pequeño! Elías tenía que ver el enorme poder y soberanía de Dios. ¡He aprendido que mi primer trabajo ante la ansiedad es deshacerme de ella! Después, escuchar. Dejar que la Palabra me alimente y edifique mi fe. Las Escrituras dicen: “Por nada estéis angustiados.” (Filip. 4:6) Primero de todo, no hay razón ninguna para la ansiedad. ¡Él es Rey! En segundo lugar, no puedes moverte en el Espíritu si estás angustiado. Debemos aprender que el estado de ansiedad es anormal y a tratar con él.

Te enfrentas a él mediante la Palabra de Dios y la oración.

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La Restauración de Elías Tras el terremoto, hubo un fuego, pero el Señor no estaba en el fuego. Y tras el incendio vino un sonido de viento apacible. Esa es la brisa del Espíritu.

Y sucedió que al oírlo, Elías cubrió su rostro con su manto, y salió y estuvo de pie a la entrada de la cueva. Y he aquí, vino

a él una voz, y le preguntó: “¿Qué haces aquí, Elías?” 1 Reyes 19:13

Dos veces le hizo Dios la misma pregunta. Pero entonces el Señor le dio una nueva dirección, una nueva visión, una nueva asociación, una nueva autoridad, un nuevo concepto de victoria, y un nuevo siervo. Dios dio a Elías los nombres de aquellos que serían ungidos: el rey de Judá y el rey de Israel. Así que Elías regresó y profetizó a Acab y a Jezabel de sus muertes y de los perros que lamerían su sangre (1 Reyes 21:19-23). Jezabel, cuyo corazón se había endurecido por aquel entonces, no le prestó atención. Pero Acab escuchó. El rey malo que había adorado a Baal le escuchó. Te digo, ese es el poder de la oración... Acab reconoció que no era rey. Tenía el oficio, pero estaba hueco por no tener a Dios. Por ello, al final tuvo que postrarse temeroso... sí... con miedo ante el Dios de Elías. Y el Señor dijo: “¿Has visto cómo se ha humillado Acab delante

de mí? Por cuanto se ha humillado delante de mí, no traeré el mal en sus días.”

1 Reyes 21:29 Dios le dio a Elías un nuevo propósito, dirección, y autoridad... y ese es el fruto de la oración.

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Conociendo Tu Valía Tu valía no es mide por cómo te evalúas a ti mismo. Si me evaluara a mí misma, diría “polvo”, y a veces diría, “¡estúpida!” Pero mi evaluación está completamente errada; no puedo vivir conforme a ella. Tengo que percibirme a mí misma como Dios me percibe. Ves, nada soy y nada eres. Nada, cero. Dios invierte mucho tiempo demostrándome que nada soy. Pone las cosas muy difíciles para probarme que nada soy. ¡Soy nada! ¡He dejado de intentar ser algo, sea lo que sea! Di cosas: “Esposa, madre, etc.” He dejado de intentarlo en el sentido del esfuerzo humano. No, pues nada soy. ¡PERO hay otro factor! Tengo un valor para Dios. Merecía la pena morir por mí. ¡Ante Dios me merecía la mejor sangre del universo! Mi valía es aquella de la única Sangre Santa del universo. Así pues, he llegado a todo un nuevo entendimiento de mi valor, que mi valía reside en la medida de cuánto soy amada y en QUIÉN es el que me ama. Así pues, sigue adelante y se normal, sabiendo que tu valía se mide por Cristo “quien te amó y se dio por ti.” (Gal 2:22) No tienes que SER nada para tener un valor en Él. Todo cuanto tienes que hacer es ser consciente de Su presencia. No tienes que ser nada. Si Él quiere algo de ti, lo hará. Recuerda, Elías era un “hombre normal”, pero gobernó una nación ¡a través del gobierno de Dios sobre él!

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Gobernando por la Oración Por tanto, eso significa orar... Espero haberte dado un paisaje GRANDE de la oración. La oración es gobernar. Así pues, si de verdad vas en serio respecto a ponerte al día con Dios; si de verdad has abrazado tu elección, entonces no sólo serás llamado a ser normal y corriente, sino que Dios se encargará de que lo seas. Porque Él te reducirá y te reducirá y te reducirá hasta que lo único que quede sea Cristo habitando tu vasija terrenal y normal. (Col. 1:27; 2 Cor. 4:7) El crecimiento no es una expansión o incremento. El crecimiento es hacerse pequeño. Juan el Bautista decía, “Él debe crecer, y yo menguar.” (Juan 3:30) Dios te reduce tanto que tu normalidad se te hace ineludiblemente aparente a tus ojos, e incluso tu fulgor humano desaparece... sobre todo tu fulgor humano. Si has de ser vasija para Cristo, debes ser sacrificado por la Cruz de todo cuanto crees que eres y crees poder hacer. ¡Pero ESO significa una absoluta libertad en los brazos de una vulnerable dependencia! Esta es la gran paradoja que ejemplifica Elías: ser una persona tan del montón viviendo en un lugar normal y corriente, que requieras la presencia de Cristo como tu necesidad vital,

como centro de tu vida, como la necesidad más básica de tu existencia. Cuando el propio Señor Jesús es la única necesidad de tu existir,

Su presencia fluirá como un río inundando tu tosquedad. Esto –tan sólo disfrutar de Su Presencia– se convertirá en la más grande aventura humana, llena de gozo, de llenura personal y, sorprendentemente,... de importancia extraordinaria para el mundo y para los cielos.

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Podemos solicitar Su presencia basados en la autoridad de Su Palabra. La autoridad de Su Palabra es esta: Estoy contigo. A Moisés le prometió: “Iré contigo.” A Jacob le garantizó: “Estoy contigo.” A Jeremías le demostró: “Estoy contigo.” Una afirmación sencilla... dada a todos los que Dios ha llamado. La garantía de Su presencia con ellos, una cercanía prometida que solventaba cualquier dilema. Mientras ascendía al Padre, el Señor Jesucristo entregó la comisión de Su voluntad y propósito a todos los que son Sus verdaderos discípulos. La capacitación para esta comisión, la plena provisión para su cumplimiento consistió en esta promesa sencilla pero sobrecogedora de Su íntima, firme e inquebrantable Presencia.

Entonces Jesús se acercó y les habló, diciendo: Toda potestad (todo poder de gobierno) me ha sido

entregada en cielo y tierra.

Id pues, discipulad a todas las gentes, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo;

enseñándoles a guardar todas las cosas que os mandé.

He aquí Yo estoy con vosotros todos los días (perpetuamente, de forma uniforme, en toda ocasión),

hasta el (mismo) fin y consumación de los siglos. Amén (así sea).

Mateo 28:17-20 Versión Ampliada

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El Secreto de la Oración

Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho.

En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto,

y seáis así mis discípulos. Juan 15:7

El Último Mensaje Plenamente consciente de su inminente arresto y del terrible viaje a la Cruz, Jesús ofrecía las que serían –y sólo Él lo sabía– Sus últimas palabras a los discípulos. Sabiendo que estaba a punto de morir, seis veces repitió el legado

de la oración que les dejaba a ellos y a todos Sus futuros discípulos:

“Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré.” Juan 13:13

Una promesa formidable, un regalo duradero que abarcaba todo ‘imprevisto’.

Contemplando a Jesús orar Me imagino a Jesús y a los discípulos viajando, acampando a un lado del camino mientras viajaban por Israel de ciudad en ciudad, haciendo muchos kilómetros polvorientos. Cuando se detenían para pernoctar, en un momento dado buscarían a Jesús y éste se habría marchado. Con el tiempo aprendieron adonde iba, y por qué... Lucas estuvo especialmente al tanto de este patrón de conducta de Jesús.

Pero Él se retiraba a lugares solitarios y oraba. (5:16)

Salió al monte a orar, y pasó la noche en oración a Dios. (6:12) Sólo Lucas menciona que... “...y mientras oraba, fue abierto el cielo.” y el descendió el Espíritu. (3:21) “Estando orando...” Pedro vio que Él era el Cristo. (9:18)

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“Y mientras oraba,” fue transfigurado. (9:28) Cuando Jesús se unía a ellos otra vez, los discípulos podían observar que Su guía era clara y firme. Quizás brillara con la Presencia del Padre.

Todo lo que hacía lo era después de la oración. Nombró a sus discípulos después de esa “toda la noche en oración.” Sabía lo que iba a suceder y lo que debía hacer... porque había orado. Había escuchado y había visto. (Juan 5:19)

Cuando levantó a Lázaro de entre los muertos, Jesús no pidió a Dios que lo levantara. Dijo, “Gracias.” Por la oración, sabía de antemano el plan de Su Padre. Así pues, cuando se acercó a la tumba, alzó Sus ojos y dijo:

“¡Padre, te doy gracias porque me has oído!

Yo sabía que siempre me oyes, pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor,

para que crean que Tú me enviaste.” Juan 11:41,42

Así que sabemos que Jesús manejaba... no sólo la oración de petición sino la oración contestada. ¡Su oración fue oída, y la respuesta de Dios se hizo una realidad visible!

Inspirados para Orar ¡Los discípulos andaban en la presencia viva del Hijo de Dios! Podrían haber preguntado los secretos del universo. Habían visto surgir el poder del tiempo que Jesús pasaba en oración. Sólo Lucas registra su petición: “Señor, enséñanos a orar...” Lucas 11:1

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La Esencia de la Oración El perfil que dio Jesús a la oración fue profundamente sencillo y precioso. (Lucas 11:2-4) Adorar: Reverencia y temor reverente ante la naturaleza e identidad de Dios. En el Cielo nace la fuente de la oración y su respuesta. Relación con ‘nuestro’ Padre como Sus hijos. Para Dios: La primera petición es Su reino, que Su reinado y gobierno aparezcan en la tierra del mismo modo que Él lo designa en el cielo. Para nuestras necesidades básicas: El Pan Diario... la vida misma de Cristo.

Perdonar nuestros pecados, como nosotros perdonamos a los demás... la Sangre de Cristo. Guárdanos del pecado y del mal... la guía del Espíritu Santo.

Jesús ponía de relieve el orden de la oración, la prioridad de la oración: Mira al Cielo. Adora al Padre. Pide primero por la voluntad de Dios y por el Reino. La última petición es por nuestras necesidades básicas. Jesús entregó el patrón de la oración, y es gloriosa cuando la recitamos en oración junto a otros cristianos, o solos ante el Señor. Sin embargo, Cristo no dio un modelo memorístico para repetirlo como descerebrados. ¡Más bien estaba revelando qué es la oración! ¡Una aventura asombrosa! La oración no es mero pedir. La oración es toda ella una relación... Una conversación santa con nuestro mismísimo Creador. Un encuentro vivo con el Dios Altísimo y sobre todo: ¡una relación íntima y transformadora con nuestro Padre en el Cielo!

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Hambriento a Medianoche Jesús no sólo enseñó a los discípulos los entresijos de la oración; siguió enseñándoles una parábola. ¿Os acordáis? Una parábola esconde la verdad y revela la verdad de una forma tan inmensa y preciosa que sólo los seguidores con gran deseo de entender,

cavarán buscando el tesoro.

Oculta entrelazada en la historia y enseñanza de Cristo estaba: el secreto de la oración contestada. ¡Esto es una maravilla! Sólo Lucas registra esta parábola:

Les dijo también: «Si uno de vosotros tiene un amigo y,

acudiendo a él a medianoche, le dice: “Amigo, préstame tres panes,

porque ha llegado de viaje a mi casa un amigo mío y no tengo qué ofrecerle”,

y aquél, desde dentro, le responde:

“No me molestes; la puerta ya está cerrada, y mis hijos y yo estamos acostados; no puedo levantarme a dártelos”,

os aseguro, que si no se levanta

a dárselos por ser su amigo, al menos se levantará por su importunidad,

y le dará cuanto necesite.» Lucas 11:5-8

El Inicio de la Oración “Nada tengo” es el inicio de la oración. La necesidad viene primero. Mientras creamos que tenemos algo... persuasión, contribución, conocimiento, no seremos capaces de orar en el poder acuciante de la pobreza.

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La oración únicamente se inicia en profunda dependencia y absoluta pobreza. Los pobres de espíritu tienen en su mano la dinámica del reino por el mero hecho de ¡saber que no tienen nada! Oswald Chambers escribió: “La mayor bendición espiritual es saber que nos han deshauciado;

si no llegamos a eso, Nuestro Señor es impotente.” En Pos de lo Supremo – 28 de noviembre.

En una ocasión el Señor me dijo, “llamas oración a estrujar tus manos.” Oración no es ponerse con ceño preocupado ante el Señor, ponerte histérico ante tu impotencia e ignorancia. Oración es no resisitir que ERES impotente e ignorante.. Nada podemos solucionar, y no sabemos QUÉ orar. “Hay una necesidad y no tengo nada.” ¡Qué asombroso que la nada sea la esencia primaria de la oración! Impotente para proveer. Incapaz de dar. Incapaz de cambiarte a ti mismo. ¡Ahora puedes orar! Cuando nada tienes, cuando nada puedes hacer y cuando nada posees... entonces, estás preparado para orar.

La Santidad de tu Necesidad El orgullo susurra que nuestra necesidad es vergonzosa. Un molesto problema, un fracaso.

Pero Dios le dijo a un querido pastor: “Tu necesidad es santa.” Nuestra necesidad de Él es Su gozo. Nuestra necesidad es Suya... “Todo cuanto necesitamos es necesitar.” John Gertsner

Dios trabaja para producir necesidad y nosotros luchamos para producir suficiencia. Pero el hambre es el estado normal y sano de todos nosotros.

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Al no conocer nuestra impotencia en todas las cosas, no entendemos que la necesidad es nuestro auténtico estado existencial. La realidad de la humanidad es la indigencia.

Bienaventurados los pobres de espíritu porque de ellos es el reino de los cielos.

Mateo 5:3 Conocemos bien ese versículo, pero, ¡vaya, qué poco nos gusta SER pobres! ¡Pero la pobreza de espíritu es la posesión del reino! ¡Posesión! Todo lo del reino es distinto a lo del mundo. Cuando acudes a un trabajo secular, tienes que dar la talla antes de realizar el trabajo y ser recompensado. Pero en el reino, tienes que ser mendigo antes de poder entrar. El principio del reino es el opuesto del mundo. En muchas áreas, me ha costado años alcanzar el punto de salida de la oración, que es, “hay una necesidad, y yo no tengo nada.” Desde el momento en que aceptas el vacío, orarás. Al igual que el ‘hombre que necesitaba pan’ de la parábola, buscarás. Pedirás. Y hallarás el secreto...

Niño Impotente

“La impotencia es el verdadero secreto y el poder que impulsa la oración.”

Ole Hallesby ¡Escucha, amigo! En la impotencia se halla la mejor oración. De nuestro corazón sale el sonido que llega al corazón de Dios, con mayor efecto que nuestro catálogo de opiniones y chorreo de palabras. Desde el momento en que estés atrapado en la impotencia, Él se inmiscuye personalmente para contestar la oración que brota apasionadamente de la pobreza de tu espíritu. Yo sólo oro, de verdad oro y tengo comunión, cuando hay una necesidad real.

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La llave del cofre de la oración: vive necesitado,

acepta la impotencia. Cuando como niños impotentes –en toda humildad– nos obligan a vivir cómodamente en una condición permanente de absoluta NECESIDAD y dependencia incesante, entonces viviremos la oración como un estilo de vida. La oración no es un momento determinado. La oración no es una actividad concreta. La oración es una contemplación alegre del Padre en una situación de necesidad sin resquicios, como la de un niño.

La auténtica madurez significa vivir cómodo en la humillante pobreza de espíritu, en dependencia de Dios.

La inmadurez es vivir ensimismado en una fantasía de poder y llamar a eso ‘Dios’...

La Respuesta es No, No, No ¡Date cuenta de que el ‘amigo’ que tenía provisiones del pan necesario, se negó a darlo!

“No puedo levantarme a dártelos.” Lucas 11:7

El “hombre del pan” simboliza al Señor, Quien es el Pan. ¿Por qué nos niega lo que necesitamos? Porque el Padre quiere que nuestro deseo profundice hasta tocar el manto de Jesús. La necesidad puede ser desalentadora. La necesidad enseguida se hunde en la incredulidad y la desconfianza de que Dios no quiere... ¡ni puede!

¿Por qué “No”? Nuestro Padre podría parecer que no escucha nuestra oración. Quizás incluso diga ‘no’ a nuestra oración.

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Y muchas veces puede haber una larga demora. ¿Por qué? Él debe traernos a la humildad de un niño necesitado e inoportuno con la fe sencilla de que el Señor lo tiene... lo puede hacer, lo quiere responder, y lo DEBE dar. Él corteja nuestra pasión a un nivel más alto y nuestro orgullo a un peldaño más abajo. El deseo apasionado vuelto a Dios es “gran fe”, y la fe ferviente traerá la respuesta a la oración. El Padre quiere que alcemos nuestras manos a Él de tal manera que nos veamos recubiertos de la gran pasión del Espíritu Santo hacia el propósito de Dios y entonces llegue la respuesta. Toda oración perseverante alcanzará al Espíritu Santo, después del Espíritu llega al trono. El deseo potenciado por el Santo Espíritu no se volverá atrás, ni puede hacerlo.

La Hora más Oscura El amigo con necesidad no pidió hasta que se hizo medianoche; la hora más oscura simboliza el mayor de los vacíos. La plenitud de Dios sólo llega cuando entramos, y después atravesamos la desesperación de la negra impotencia. Antes de enseñar, y cuando empiezo a escribir, Dios no me llena, sino que me vacía. No reboso, sino que desespero. Mis momentos más tenebrosos han sido durante esos días y horas antes de ponerme en pie para hablar... hasta que aprenda como Pablo aprendió:

Mi fuerza y poder se perfeccionan (se cumplen y completan) y se muestran con mayor efectividad en (tu) debilidad.

2 Corintios 12:9, Ampliada

El suministro de Pan, la plenitud del Espíritu, llega una vez pasada la medianoche.

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Oración desde el Trono

Nuestra humana suficiencia propia es tan inmensa que somos demasiado débiles como para vivir necesitados. Vivir en perpetua dependencia exige gran coraje y pocos toleran semejante vulnerabilidad. Así que el Santo Espíritu nos habrá de guiar a las profundidades de la humildad que conlleva la necesidad, y después a las alturas de Su cumplido propósito. La oración que necesitamos descubrir es la oración que proviene del Trono de la voluntad del Padre; sólo esto es oración que recibirá respuesta. El Espíritu Santo conoce el plan divino y te guiará para que oigas y para que ores ese glorioso propósito por el bien ¡de tu existencia y de tu mundo!

Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, también en la tierra. Mateo 6:10

Guía que Humilla Tengo un ejemplo magnífico para la senda de oración en una preciosa invitada que vino a verme desde China. Ambos progenitores fueron encarcelados por causa del cristianismo. Cuando fue adulta, Dios le dijo: “Vas a ir a América.” Pero esto le resultaba imposible, porque no hablaba inglés y porque al ser cristiana, le habían negado una educación. ¡La idea misma parecía ridícula! Pero Dios lo dijo, así que empezó a llamar a puertas cerradas. Primero necesitaba un ‘padrino’ en los Estados Unidos. Tenía un familiar en América, así que le pidió a este primo suyo que fuera su padrino. Ser padrino implicaba una responsabilidad económica, así que el primo le dijo, “no, tengo esposa y tres hijos. No me puedo permitir apadrinarte.” Así que esperó, y cuando aquel se graduó del seminario ella volvió a preguntarle si la apadrinaba. Le dijo, “No, no puedo permitírmelo.” Volvió a preguntarle una tercera vez. La respuesta seguió siendo un claro “¡No!”.

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Después Dios, por el Espíritu, le habló un día y le dijo, “escríbele y pídelo otra vez.” Lo había pedido tres veces y había sido rechazada. ¿Pedirlo cuatro veces? Le dijo al Señor, “Ah, me daría demasiada vergüenza. ¡No quiero que me digan lo mismo otra vez!” ¿Ves lo que queda de manifiesto? ¡Orgullo! El orgullo no persevera, ¡y muchos menos ruega! Dios trabaja en nuestras vidas para producir una cualidad que detestamos: ¡Humildad! Sólo la humildad pedirá y perseverará. El orgullo no quiere necesitar, y mucho menos rogar. Admitió lo duro que fue escribir esa carta, “humillarme y volver a pedir.” De nuevo, su Dios insistió, así que consiguió que alguien le tradujera la carta al inglés. “¿Podrías ser mi padrino?” La sorprendente respuesta de aquel hombre fue, “¡Sí!” Ahora tenía que obtener un pasaporte antes del 18 de mayo de aquel año. Me dijo que los funcionarios comunistas de China son auténticos tiranos. La primera petición la rechazaron con crueldad, pero el Señor la mantuvo en un espíritu de insistencia para que volviera. La echaron atrás una vez más, diciéndole que era un asunto imposible. Ella oraba y oraba. Compañeros creyentes oraron, y Dios dijo, “vuelve a la oficina consular.” Ella les tenía pánico y no quería volver a enfrentarse a otro martillazo. Pero Dios decía, “vé y pide.” Esta es su historia, una historia de perseverancia potenciada por el Espíritu: llegó a la mesa del funcionario consular y se quedó allí. Se quedó clavada. Allí se quedó, ella mirando al funcionario y el funcionario mirándole a ella. Ambos petrificados. Allí se quedó cinco minutos, contemplándose uno al otro sin pronunciar media palabra. Entonces el hombre parpadeó y le dijo, “te daré tu pasaporte. Vete allí, siéntate y lo arreglaré.” ¡Y estuvo en América el día 18 de mayo! Así que tenemos la necesidad, el deseo, la obediencia, la humildad, y eso nos llevará a... Una audacia auspiciada por el Espíritu.

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El Poder de la Audacia A nos ser que hayamos confundido el mensaje de arriba a abajo, Jesús deja muy claro el motivo del ‘amigo’ que se levanta a medianoche para dar el pan.

Os aseguro que, si no se levanta

a dárselos por ser su amigo, por su insistencia descarada y perseverancia

al menos se levantará, y le dará cuanto necesite.»

Lucas 11:8 Versión Ampliada (énfasis mío) Dios no nos contesta como ‘amigo’, aunque Cristo sea nuestro Mejor Amigo. ¡La relación en la oración no es la de amigos e iguales! ¡La oración es única y sencillamente una relación con un PADRE! La ‘familiariadad’ en la oración en resumidas cuentas es esta: un niño querido, con un denuedo franco y abierto, le pide a su Padre amoroso todo cuanto necesita y cuanto felizmente espera.

De la Pasión a la Perseverancia Espiritual La madre canaanita es el ejemplo vivo de esta parábola. Seguía a Jesús y “...con clamor [voz alta y en desazonada urgencia] rogaba diciendo:

¡Ten compasión de mí, Señor, hijo de David! Mi hija está horrible,

cruel y miserablemente endemoniada.” Mateo 15:22-29 Versión Ampliada

Era una necesidad tan terrible que seguía a Jesús, gritándole con inmisericorde insistencia. ¡Su deseo era tal que no se estaba quieta ni se marchaba! Al principio, Jesús parecía que la ignoraba. “No le respondió palabra.” Los discípulos querían que se fuera por ser una molestia,

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“porque da voces tras nosotros.” Así que respondió y dijo, “No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel.” Parecía Su ultimátum y Su segundo ‘No.’ Pero no se achicó. No se desanimó. Su necesidad y oración habían tocado el Espíritu. Le fue infundida Fe en que Jesús podía y sanaría a su hija, y exigió con arrojo: “¡Señor, ayúdame!” Entonces Jesús la insultó como mujer gentil, Su tercer ‘No.’ Para los judíos, el ‘perro’ había que evitarlo y estaba sucio.

“No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos.”

Y ella dijo: “Sí, Señor; pero aun los perrillos comen de las migajas

que caen de la mesa de sus amos.”

Entonces respondiendo Jesús, dijo: “Oh mujer, grande es tu fe; hágase contigo como quieres.”

Y su hija fue sanada desde aquella hora. Mateo 15:26-28

Jesús sostenía el poder para librar a su hija y SÓLO Él tenía el poder. Su abandono ante su propia necesidad la hizo bajar la cerviz, humillándola lo suficiente como para buscar a Dios, arrojándose a los pies de Jesús. Esta madre, a través de su desesperación, recibió fe del Espíritu para recibir el poder de sanidad de Jesús. ¡Más aún, recibió Su eterna alabanza al respecto de su fe, que era “excepcional”!

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Llamados a la Perseverancia Después Jesús abre el significado oculto de la parábola. Revela la esencia de la oración, la senda de la oración, y más aún... los secretos mismos de Su propia vida de oración íntima y oculta.

Y yo os digo: Pedid y seguid pidiendo, y se os dará; buscad y seguid buscando, y hallaréis;

llamad y seguid llamado a la puerta, y se os abrirá. Lucas 11:9,10 Versión Ampliada

Pedid, Buscad, Llamad Muchos que piden no buscan. Muchos que buscan se dan por vencidos y no llaman. Pedir es el inicio de la oración, lo que necesito, lo que quiero de Dios. Lo que quiero decirle. Lo que quiero que oiga. Pedir es necesitar el Oído de Dios. Buscar es entender, escuchar al Espíritu para que identifique el problema, la solución y la promesa de Dios, lo que yo necesito escuchar. Buscar es querer la Voz de Dios. Llamar es el grande y vigoroso deseo del Espíritu Santo de poseer nuestra intercesión. Él es el poder de la insistencia. Suyo es el denuedo santo que supera el anhelo humano. Llamar es perseguir la Presencia de Dios.

Orando por Oración Muchas veces he sentido una necesidad imperiosa de pedir en oración ser capaz de “orar para obtener oración.” Cuando pides tener oración y buscas el rostro de Dios, lo que encuentras es la presencia del Espíritu Santo. Dios es el Manantial de todo; Cristo es la expresión de Dios;

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y el Espíritu es la acción de Dios en el mundo. Al entregar el Espíritu Santo, el Padre nos dio acceso a Su poder de intervención. Así pues, Dios es el Alfa y el Omega de la oración,

el origen y el cumplimiento de todo cuanto quiere darnos... y que sólo nos dará en la medida en que pidamos.

“Pedid.” El último y prioritario mandamiento de Jesús.

El Reino para el Rey En Su última disertación, Jesús dio la gran promesa, no sólo de la oración, sino de la oración contestada; y el propósito de la oración contestada no es sólo que nuestras necesidades sean cubiertas, que nuestras bendiciones y anhelos sean suplidos. El propósito entero de Jesucristo era y es dar gloria al Padre. Este es el ‘por qué’ de todo cuanto hizo, la gran pasión de Cristo para agradar y dar honor y gloria al Padre. ¿Te acuerdas?

En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos.

Juan 15:8 El fruto que Cristo desea es la oración contestada, y ello para que el amor y esplendor del Padre sean vistos sobre la tierra. Muchos dicen ser discípulos. La prueba de que somos discípulos yace en nuestras oraciones contestadas para que nuestro Padre en los cielos sea visto, glorificado, exaltado y se maravillen de Él. Mi necesidad es cubierta dentro del propósito “para la gloria del Padre”. Abrazando esa motivación secreta para orar, mi propio destino se desvela, y se sostiene al intimar con Cristo. Vaya, parece un asunto tan inverosímil, ¿querer Su gloria y no la mía? Mediante la obra de la Cruz en tu vida, el Espíritu de Dios te reduce a esa motivación.

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Al experimentar una vida en el Espíritu, eres transformado a esa meta y enfoque. Es del todo imposible para la humanidad normal, y sólo está disponible en tu nueva creación... deleitarse en que el Padre sea vindicado, ¡en la evidencia visible de Su intervención en este mundo!

Deseando Sus Deseos La oración que llega a oídos de Dios es maravillosa. La oración que toca el corazón de Dios es eufórica. La oración que halla el propósito de Dios, trae Su reino a la tierra. ¡Ah, eso es gloria eterna... para el Padre! Y ese nivel de oración es sólo en el Santo Espíritu. ÉL es la gran fuente y pasión imperiosa de la oración... el Sello del Espíritu busca la voluntad del Padre. Ser una vasija del poder de la oración del Espíritu, tener tanta hambre de Él como para llamar hasta que la puerta de los consejos de Dios se abra... eso es gobernar y reinar en la tierra sobre aquellas cosas que te preocupan.

“Más que mi respuesta, más que la solución que ellos dan,

¡quiero estar en comunión CONTIGO! Señor, quiero que TÚ obtengas el deseo de tu corazón!”

Cuando anhelas que ÉL obtenga Sus deseos,

más de lo que tú quieres lo tuyo, tu necesidad se funde a Su propósito y Él depliega ante ti Sus Inmensas Ideas

y te invita a unirte a Su manfiestación de ellas. Llamar a la pueta es la poderosa insistencia para entrar y acceder a los cielos. La puerta a los cielos se abre ante aquel que desea el propósito del cielo más que la solución de la tierra.

Venga tu reino... Porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos.

Mateo 6:13

El Reino es por causa de Él. El primer asunto de la oración, ¡y el Definitivo!

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El Gobierno del Reino El secreto de la oración, el poder del deseo valiente sólo mora en Una Vida:

Porque un Niño nos es nacido, Hijo nos es dado; El dominio estará sobre su hombro, Y se llamará su nombre:

Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Lo dilatado de su principado y la paz no tendrán fin

sobre el trono de David y sobre su reino, para disponerlo y afirmarlo con la justicia y el derecho,

desde ahora y para siempre. ¡El celo del Señor de los Ejércitos hará esto!

Isaías 9:6,7 Miremos al significado hebreo de la palabra ‘celo’. Esta es la definición del Strong #335: Impudicia exenta de vergüenza.

Temeridad, audacia, descaro e insolencia.

Cristo es el Intercesor Sólo el celo del Hijo puede alcanzar el incremento de Su reino sobre esta tierra y conseguir la paz que Él promete en calidad de Rey. Damos por hecho que entendemos la parábola de Lucas 11, así que no pedimos por interpretación. Creemos que Jesús habla de un hombre que ruega por su amigo a medianoche. ¡Es Cristo el que ora! Él Mismo es el secreto de la oración contestada. Él es el gran intercesor, cuyas peticiones son oídas y otorgadas. Cristo Jesús... el cual también está a la diestra de Dios intercediendo y rogando por nosotros. Romanos 8:34 Biblia Ampliada Sólo Cristo tiene la confianza exuberante de que Sus oraciones son contestadas, porque Él es el Único Engendrado, y únicamente ora el deseo de Su Padre. Su audacia proviene de la pureza de Su corazón. Su motivación es la gloria de Dios. ‘Cristo en nosotros, esperanza de gloria’ es el orador interior.

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Celo Interior Sólo el celo de Cristo cumple el propósito de Dios y Su celo nos es dado gratuitamente en el Espíritu Santo.

Así que el poder impulsor de nuestra oración es el Celo de Cristo Mismo,

¡impartido por el Espíritu Santo! El celo es energía dinámica y podemos experimentar el celo de Cristo para Sus propios propósitos. ¡Solamente Su Celo Sagrado es un deseo energético irreprensible para la gloria de Dios! Si le permitimos ser nuestra energía, Él será llama de fuego en ese sagrado celo, que no ruega al Padre como si Él se resistiera; ¡El Celo es la explosión del Amor de Dios! Cuando nuestro corazón le pertenece por completo, esa audacia del Señor vivirá y se expresará dentro de nosotros. Nuestra nueva creación es un nuevo corazón, una nueva vida, ¡una nueva identidad que proviene de nuestro Vínculo inquebrantable con Jesús! Para mover la naturaleza y la humanidad y los mundos, Dios busca un deseo más allá de la capacidad humana, una demanda exuberante y confiada, ¡el celo del Hijo de Dios entregado mediante el Santo Espíritu de Dios! Esta sorprendente intensidad espiritual está ante nosotros cuando oramos. No sólo podemos tocar Su celo, sino que podemos experimentar y expresar al Padre el arrojo exuberante del propio Señor Jesucristo.

Las Demandas del Celo Interior Para esto sólo servirá un ejemplo palpable. Quiero contar una historia, el relato personal de muchas de las personas a las que he sido llamada. Reuniendo muchas experiencias, comprendré una única historia que es verdadera, Esta persona era una mujer religiosa y yo sabía que el Señor la deseaba para Sí con Su gran deseo. Trabajé con ella muchas veces y siempre me topaba con un

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muro de resistencia, superioridad y lógica. Era una persona muy difícil, y sostenía sus ideas como un rígido dogma. Pero seguía hambrienta por el Verdadero Dios, y yo estaba llena del deseo de Cristo de que ella le perteneciera por completo a Él. Yo experimentaba el celo de Su corazón, que se golpeaba con un muro de orgullo. Al fin, ¡clamé a Él con todo mi descaro! No pedí nada... exigí:

“Señor, yo he hecho mi parte. ¡Ahora haz Tú la Tuya!” Yo tenía ‘una amiga que venía de viaje visitándome’ con una necesidad, y yo había dado todo cuanto tenía. ‘No tenía nada más que darle.’

De inmediato, ese muro en ella se vino abajo... ¿cómo? ¡Pues no lo sé! Ella (ellos) se abrieron y se hicieron humildes, los aprendices más preciosos, preparados para ver al Señor Jesús en todo Su misterio y desafío. Esos muros muchas veces no eran más que enormes miedos unidos a ese peculiar orgullo que procura salvarse a sí mismo... por sí sólo. El celo de Cristo se había introducido en mí para soportarlo. Su celo –mediante el Espíritu Santo– me había empujado a amar.

Y por último, Su celo explotó en una EXIGENCIA a todas luces audaz, donde no se exigía nada de ella, ¡sino de ‘nuestro’ Padre!

Un Niño Audaz Dios quiere que nos levantemos en Cristo para exigir, con un derecho como hijo de Dios. “TÚ eres MI PADRE, y vas a hacer esto porque Tú puedes y yo soy tu niño y tengo ‘un amigo necesitado’.” Eso es fe confiada. Con la certeza de a Quién le pertenezco y de Su bondad.

Vivir dentro del reino de Dios, donde Él lo gobierna todo, significa orar con todos los derechos de un hijo de Dios confiado...

no exigir por presunción que el Señor me obedezca, sino vivir en el lugar de rendición bajo Su Apadrinaje.

En nuestra independencia adulta, eclipsamos, ofendemos y despreciamos al Espíritu Santo, y así echamos a perder nuestra oportunidad de resguardarnos en ese poder y bendición de Dios sólo disponibles para Sus ‘hijos’.

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Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios.

Romanos 8:14 Esta frase “ser guiado” expresa el sentido del término griego. Significa ‘ahora, continuamente.’ Guiados por el Espíritu hoy, mañana y siempre. Siempre tenemos la opción de seguir el Espíritu o rendirnos a nuestras ideas. Aquel que es guiado de modo consistente por el Espíritu, experimentará el clamor deleitoso del niño... “¡Abba, Padre!” El Espíritu Santo está ahí para llevarnos a experimentar nuestra adopción como hijos e hijas de Dios. Sólo ahí, en la posición como Su hijo podemos experimentar plenamente el poder de la oración que proviene del Espíritu de Cristo (Romanos 8:15,16) Vivimos para conocer, oír, seguir, obedecer... al Espíritu de Dios

El Espíritu Santo Ora ¡Toda oración contestada depende de seguir al Espíritu donde Él guía! Ser guiado... La oración no son 60 minutos donde uno pide sino una vida de absoluta rendición al Espíritu Santo, Que es la Fuente de oración porque nos trae la voluntad de Dios. Vivir de contínuo bajo el señorío del Espíritu significa vivir en un flujo natural de oración inconsciente como un manantial, siempre en comunión con el Padre, al extremo de que un sencillo pensamiento es oído como una oración que debe responderse y cada deseo ha provenido de la propia visión de Dios. Bajo el Bendito Espíritu, la oración es respirar... un pensamiento, un anhelo, un suspiro, un querer.

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Y asimismo, también el Espíritu ayuda nuestra debilidad, pues no sabemos qué orar como conviene, pero el mismo Espíritu

intercede con gemidos indecibles; y el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque intercede por los santos conforme a Dios.

Romanos 8:26,27

El Fuego y el Espíritu Escribiendo sobre la vida práctica en el poder del amor, Pablo dice:

“No seáis perezosos y estad celosos; sed fervientes en el fuego del espíritu, sirviendo al Señor.”

Romanos 12:11 Versión Ampliada Esta es una traducción muy precisa de la palabra original (Strong #2204) El significado original da a entender un celo que arde, una fuerza que bulle. Se utiliza respecto a Cristo cuando está en el Templo (se cita Salmos 69:9)

“El celo por Tu casa me consume.” Juan 2:17

La imagen de Cristo limpiando el Templo es un pequeño atisbo de Su celo, que puede entrar en erupción en clamor en voz alta e intensa acción. Su celo es AMOR intenso.

El Amor de Dios es sobre todo, un fuego ardiente que es celoso y todo lo consume. En Cristo algo arde con intensa pasión buscando la vindicación de Dios y la gloria de Dios.

Ese es el Fuego del Espíritu. Puede explotar con ira sagrada o con compasión divina, en la más intensa expresión del corazón de Dios. ¡Tú y yo se supone que siempre hemos de estar encendidos, ardiendo con el celo que Cristo tiene hacia el Padre!

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Vasos llenas de Celo El ferviente deseo de Cristo hacia la gloria del Padre es un fuego tal que no se conoce en el mundo del cristianismo nominal. Es ofensivo para nuestra imagen de un Cristo ‘decente’. Él siempre fue un escándalo. Si leemos las Escrituras, comprobamos que Su celo se ha perdido en nosotros. Sin embargo, cualquier creyente puede conocerle en lo íntimo,

vivir EN Él con plenitud, y experimentar el fuego del celo de Cristo que es nuestra energía, gozo, poder... nuestro llamado.

Muchas veces al hablar con otros, experimento el fuego ardiente del Espíritu por ellos, y tengo que decirles, “No estoy enfadada. Es el entusiasmo y el celo del Señor. ¡Entiéndelo! Estoy llena de la pasión de Dios por ti, con Su gran amor.” Nuestro Dios es ciertamente fuego consumidor. Su Amor es estremecedor, entusiasta y ferviente con la fuerza plena de Su pasión. En Su amor abrasador, Él nada retiene. Su amor es como el sol, no deja de producir un enorme poder y energía generosa, una fuerza dinámica que sostiene toda la vida en este minúsculo planeta.

El amor de Dios es así. El Santo Celo de Cristo es un deseo por la gloria de Dios pleno de energía, indomable, incluso explosivo. Su vida en nosotros –si le dejamos ser nuestro combustible– romperá en ese celo sagrado, que no ruega a Dios como si Él se resistiera. ¡El Celo es el Amor ferviente de Dios!

Poder en el Celo Al escribir esto mismo, la energía de Su celo es casi más de lo que mi cuerpo puede contener. ¡Siento como si pudiera correr un maratón! ¡El propio celo de Cristo está vitalizando este escrito! El Espíritu Santo es una fuente activa del celo de Dios y Su presencia enciende la intensidad divina como un fuego en el creyente! La rendición completa y constante al Espíritu tendrá siempre como resultado el celo rugiente del Señor.

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El celo de Cristo llevará a cabo Su obra y establecerá Su reino. Eso implica que SÓLO SU CELO es capaz de hacerlo. Así que el mandato que Pablo menciona para el ministerio (v 6,7), el amor (v 9,10) y para las relaciones con otras personas es que hemos de vivir... no en base al entusiasmo humano y la habilidad natural sino por el celo que el Espíritu imparte y otorga. ¡El Celo es un mandato! Y el mandato es: “¡Pide! ¡Busca! ¡Llama!” hasta que recibas lo que Él expresó como SU voluntad para ti. Este ‘esfuerzo de búsqueda resplandeciente’ debiera ser el estado normal del creyente, el poder y el único poder del discípulo de Cristo. Este celo debería potenciar y revigorizar cada actividad, ¡desde el tedio diario de la vida al glorioso misterio de Su Vida sobre esta tierra! El Celo es nuestro regalo. El Celo es nuestro recurso. El Celo es el poder del Espíritu Santo de Cristo por dentro nuestro. Y Él ordena en Romanos 12:11 que hemos de... “No ser perezosos y estar celosos; ser fervientes en el fuego del Espíritu.” Así hay que servir en poder al Señor, ¡en el Espíritu! Pablo podía escribir acerca del celo y darlo como mandato porque lo experimentaba. ¡Vivía por esa gran energía del Espíritu! Un poder impulsaba a Pablo más allá de sí mismo, una energía que no era normal, algo imposible para la humanidad.

(A Cristo) anunciamos y predicamos... en lo cual también trabajo (hasta fatigarme), luchando conforme a Su energía sobrehumana,

la cual actúa poderosamente en mí. Colosenses 1:28a y 29 (Versión Ampliada)

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Un Vistazo al Intercesor

La parábola del Amigo a Medianoche rinde muchos secretos. Un tesoro escondido es que aquí tenemos un pequeño aperitivo del secreto mismo de la vida de oración de Jesús. ¡También es un hombre que ora y exige! Oculto entrelazado en la historia vemos que Él ora con exuberancia, con descaro, ¡confiado como Hijo de Dios que le escuchan y responden! Mientras otros duermen, Él vela, ¡consciente y rogando

por la tragedia y sed de la humanidad! Él ora con tal amor y pasión perseverante que deja en evidencia nuestra oración lógica, exenta de lágrimas. ¡Lo que es más sorprendente, hemos de ser vasos de ese amor firme y de ese pedir intrépido!

El Secreto Volvamos a Lucas 11 donde descubriremos el secreto de la oración contestada, y el propio Jesús nos lo dice claramente... si escuchamos. De hecho, ya he mencionado el secreto a lo largo de todo este escrito... Para repasar de Lucas 11: v 1-4 La Oración del Señor v 5-8 La Parábola del Amigo a Medianoche v 9-10 Pedid, Buscad, Llamad v 11-13 El Secreto de la Oración ¿Y a cuál de vosotros, como padre, si su hijo le pide pan le dará una

piedra; o le dará en lugar de un pescado una serpiente? O si le pide un huevo, ¿le dará un escorpión?

Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a

vuestros hijos [regalos que son para su bien], ¿cuánto más el Padre celestial dará el Espíritu Santo

a los que se lo pidan y continúen pidiéndole? Lucas 11:11-13 Versión Ampliada

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Yo creía que el secreto de la parábola era la constancia humana. Pero mi constancia (y la de los demás) fallaba y yo desesperaba con la oración que no era contestada. Después escudriñé el significado de esta “descarada perseverancia.” El Celo es sólo un aspecto de Cristo... el secreto yacía en la Persona de Cristo. Un día vi la esencia del secreto en ese último versículo de Jesús donde enseña la parábola.

¿Cuánto más el Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?

En esta frase queda explicada toda la parábola y el ‘secreto’ es desvelado con meridiana claridad.

Así que... ¡pedir, buscar y llamar es orar con fervor por la presencia y dominio del Espíritu Santo!

Él es ambos, el objeto de la oración y el poder de la oración. La respuesta a toda oración es el Espíritu Santo. La búsqueda para suplir cualquier necesidad es en realidad una búsqueda del Espíritu Santo. El secreto de la oración contestada descansa por completo en el Espíritu Santo. A Él se le muestra, en las escrituras que he citado aquí, como

Aquel que hace la oración que SERÁ contestada. El Espíritu Santo escucha la oración del Padre; infunde esa oración en ti. Él es la energía de la oración perseverante y ¡Él el poder para hacerla realidad!

Él es el manantial de toda esperanza, y los recursos para suplir cualquier necesidad. Es el poder que anula nuestra debilidad y el cumplimiento que ignora nuestra imposibilidad.

Cuando oras, estás orando por la intervención y mover del Espíritu Santo. El Celo de Cristo es la energía y el poder.

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Toda la plenitud de Quién ES Cristo, llega a nosotros a través del Espíritu Santo, Una vez más, al igual que empezamos, terminamos con las últimas palabras de Jesús antes de su muerte aterradora.

Pero cuando venga Aquél, el Espíritu de la Verdad,

os guiará en toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta,

sino que hablará cuanto oirá, y os anunciará las cosas que han de venir.

Juan 16:13

La Versión Ampliada dice:

Él me honrará y me glorificará, porque tomará (recibirá, atraerá a Sí) lo que es Mío y

os lo revelará (declarará, descubrirá, transmitirá).

Todo lo que el Padre tiene es Mío. Por esto dije que [el Espíritu]

tomará las cosas que me pertenecen y os las revelará (declarará, descubrirá, transmitirá).

Juan 16:14-15 Mientras les decía “adiós” a los discípulos, aunque no lo comprendían, Jesús les estaba prometiendo los recursos de una nueva vida, una nueva creación... la vida del Espíritu que mora dentro. Una vida vastamente superior. Pues por el Espíritu Cristo mora dentro, y Él no abandona; está presente y vivo en mí para siempre. Jesús prometió que mediante Su muerte, enviaría al Espíritu Santo para morar por dentro: para comunicar, para revelar, e incluso para recordar todo lo de Cristo.

Pero el Consolador [Consejero, Auxiliador, Intercesor, Abogado, Fortalecedor, Guardia]

el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre [en Mi lugar, para representarme y actuar en Mi nombre]

os enseñará todas las cosas. Él os hará recordar... todo cuanto os he dicho.

Juan 14:26

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El Espíritu Santo es cuanto necesitamos, es plenamente adecuado para enfrentar cada dilema humano y gestiona toda voz de cielo... sobre todo la voz de la oración. Lo tenemos para pedir, ¡de manos del Padre que lo prometió! ¡Pidamos!

Padre, soy tu niño, nacido de nuevo a novedad de vida.

Pero por mi cuenta soy inepto, débil, ignorante e incapaz,

¡además de poco fiable, inestable e incorregible!

Todo lo que me queda de esperanza y toda mi desesperada necesidad depende del Espíritu Santo. Rindo mi cuerpo, mi voluntad, mi mente y mi tiempo a Él.

¡MI TODO!

¡Envía el Espíritu Santo para tomar el control y para que se convierta dentro de mí en la presencia de Cristo Mismo!

¡Entonces seré capaz de “orar en el nombre de Jesús”!

Según Tu promesa, sólo pido para que sea dado el Santo Espíritu.

En el incomparable y precioso Nombre de Jesús.

Amén.

¡Gracias!

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