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Nuestra sociedad ha llegado a un punto crítico en el que la delincuencia se ha convertido en parte de nuestro día a día.
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UNIVERSIDAD MARIANO GALVEZ DE GUATEMALA
DESARROLLO HUMANO Y PROFECIONAL
SECCIÓN “I”
CATEDRÁTICA: Ing. HILDA LIZET ARRIOLA SUCHINI
No. De tarea #2
Tema: Tomografía Social en Guatemala
Carnet: Nombre: No. Celular:0900-15-14542 Brandon Jorge Mario Adolfo Sánchez 541325230900-15-17902 Brayan Adalberto Canizales Rodas 320132710900-15-23071 Steven Moises Velasquez Reyes 58550885
Tomografía Social en Guatemala
Nuestra sociedad ha llegado a un punto crítico en el que la delincuencia se ha
convertido en parte de nuestro día a día. En la actualidad se reconoce la
trascendencia de la delincuencia como un problema social que afecta todos los
países, tipos de sociedades y clases sociales, esto ha llevado al Estado a
buscar una definición precisa sobre la delincuencia. En nuestro país se define
la delincuencia como “El conjunto de infracciones de fuerte incidencia social
cometidas contra el orden público”.
En las personas hay dos aspectos de gran influencia que pueden llevarlos a
convertirse en delincuentes, éstos son la conducta y la violencia de la persona,
así como el ambiente en que se desenvuelve. Además, en la conducta y la
violencia hay diversos factores que los determinan, éstos pueden ser factores
internos, externos y psicológicos.
La delincuencia, siendo un problema tan grave, ha llevado a que se divida en
categorías o tipos, entre los cuales se menciona la delincuencia organizada, la
delincuencia común y la delincuencia juvenil. En nuestro país la máxima
manifestación de delincuencia la generan los grupos denominados “maras” o
“pandillas”, los cuales realizan actos delictivos que van desde el crimen
organizado hasta el crimen común, logrando de esta forma el apoderamiento
de las diferentes áreas del país, cabe mencionar que estos grupos tienen sus
propios rituales y una cultura definida, en la que se establecen leyes y deberes
e incluso un orden jerárquico, que les proporciona medios para alcanzar un
crecimiento sustancial. Debido a este crecimiento se ha generado una
delincuencia que crea una esfera de miedo, en la cual las personas exigen al
Estado el derecho a la seguridad, que éste debe garantizar; sin embargo, y
ante la ineficiencia de los organismos encargados en velar por la seguridad de
las personas, han perdido la credibilidad en ellos y se han conformado con vivir
en estas condiciones precarias que prohíben.
Y si no se está "peor", al menos la actual explosión de violencia abre
inquietantes interrogantes sobre la sociedad post conflicto que se está
construyendo y las perspectivas futuras. En ese sentido, preocupan altamente
dos cuestiones: de hecho, las causas estructurales que pusieron en marcha
ese enfrentamiento interno en la década de los ‘60 en el siglo pasado no han
cambiado, a lo que se suma la pesada carga dejada por uno de los más
sangrientos conflictos internos con características de "guerra sucia" que
vivieron las sociedades latinoamericanas en el marco dela Guerra Fría,
secuelas que han sido muy poco abordadas, lo que refuerza una cultura de
impunidad ya histórica en el país. En ese escenario, la debilidad estructural del
Estado obra como un elemento que, en vez de facilitar procesos, los complica
especialmente.
Hoy día, repitiendo y superando los índices de violencia que se podían
encontrar durante la guerra, la situación cotidiana nos confronta con nuevas
formas de violencia. No hay enfrentamientos armados entre Ejército o fuerzas
estatales y movimiento guerrillero insurgente, pero la situación de inseguridad
que se vive a diario, en zonas urbanas y rurales, comparativamente es más
preocupante. Han aparecido nuevas expresiones de violencia en estos últimos
años: además de la tasa extremadamente alta de homicidios, asistimos a una
explosión del crimen organizado manejando crecientes cuotas de poder
económico.