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ISFD Nº 83 Profesorado en Historia con trayecto en Ciencias Sociales Curso: 3º GH Asignatura: Investigación Histórica I Docente: Prof. Jorge Levorati Alumno: Fernando Alessio Ciclo Lectivo: 2012 RESEÑA DE LIBRO Mónica Mangione. El Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo. Rosario, Santa Fe. Kolektivo Editorial Último Recurso. 2004. 53 páginas. El Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo fue un movimiento carismático dentro de la Iglesia Católica argentina, que intentó articular la idea de renovación de la Iglesia subsiguiente al Concilio Vaticano II con una fuerte participación política y social; formado únicamente por sacerdotes activos que trabajaron principalmente en villas miseria y barrios obreros, entre 1967 y 1974 (o 1976 como algunos sostienen) fue uno de los canales por los se condujo la acción social, muy cercano a organizaciones de la izquierda peronista y en ocasiones al marxismo. Este movimiento no era exclusivo de nuestro país. En otros países tomó diferentes nombres, por ejemplo en Chile se lo llamó “Cristianos para el Socialismo”, en Colombia “Golconda”. En este trabajo de investigación Mónica Mangione se interesa por la divulgación y comprensión de una parte de la historia de nuestro país, que considera poco desarrollada por los autores contemporáneos. 1

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ISFD Nº 83Profesorado en Historia con trayecto en Ciencias SocialesCurso: 3º GHAsignatura: Investigación Histórica IDocente: Prof. Jorge LevoratiAlumno: Fernando AlessioCiclo Lectivo: 2012

RESEÑA DE LIBRO

Mónica Mangione. El Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo. Rosario, Santa Fe.

Kolektivo Editorial Último Recurso. 2004. 53 páginas.

El Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo fue un movimiento carismático dentro de la

Iglesia Católica argentina, que intentó articular la idea de renovación de la Iglesia subsiguiente al

Concilio Vaticano II con una fuerte participación política y social; formado únicamente por

sacerdotes activos que trabajaron principalmente en villas miseria y barrios obreros, entre 1967 y

1974 (o 1976 como algunos sostienen) fue uno de los canales por los se condujo la acción social,

muy cercano a organizaciones de la izquierda peronista y en ocasiones al marxismo.

Este movimiento no era exclusivo de nuestro país. En otros países tomó diferentes nombres, por

ejemplo en Chile se lo llamó “Cristianos para el Socialismo”, en Colombia “Golconda”.

En este trabajo de investigación Mónica Mangione se interesa por la divulgación y comprensión de

una parte de la historia de nuestro país, que considera poco desarrollada por los autores

contemporáneos.

La obra El Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, (M.S.T.M.) está dividida en quince

apartados, los que nos llevan a recorrer antecedentes, orígenes, desarrollo, crisis y declinación de

esta agrupación. Incluye también una introducción, donde pone de manifiesto las intenciones de la

autora y una conclusión en la que expresa sus opiniones.

En la Introducción, además de manifestar su interés, explica qué fue el M.S.T.M., cuáles fueron sus

objetivos, así como sus antecedentes y su vigencia. Asimismo pretende profundizar en el período

final del Movimiento (1970 – 1974), etapa en la que se produjeron fracturas internas que derivaron

en su debilitamiento y posterior desintegración.

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Para introducirnos en esta historia hace un recorrido por el contexto mundial de la época: Había

dos formas contrapuestas de organización de las sociedades: una capitalista, que alcanzaba su

máxima expresión en los Estados Unidos y en los países de Europa Occidental, y otra socialista,

representada fundamentalmente por la Unión Soviética, los países de Europa Oriental y China.

Cada bloque luchaba por extender su influencia y casi ninguna región del mundo quedó al margen

de estas luchas.

Las diferencias entre los países desarrollados (ricos) y subdesarrollados (pobres) fueron muy

marcadas. África fue escenario de innumerables luchas, y en América Latina la revolución

socialista cubana convivía con dictaduras y democracias alternadas en los demás países.

Los reclamos no cesaron en toda la década, y fueron protagonizados por los jóvenes, como por

ejemplo en Francia donde estudiantes universitarios parisinos protagonizaron una rebelión contra el

sistema de evaluación y exámenes de La Sorbona. En el fondo eran jóvenes cansados de uniformes

y totalitarismos. América Latina se expresaba con violencia. Surgieron así distintos grupos

armados.

En Estados Unidos, los jóvenes serían protagonistas de una nueva cultura: La Hippie, mediante la

cual mostraban su oposición frente a la participación de su país en la guerra de Vietnam. Pronto,

juventudes de muchos países del mundo adoptaron esta cultura como forma de protesta, en

oposición al sistema imperante en el mundo.

La autora analiza luego la postura de la Iglesia Católica, sosteniendo que no se mostró ajena a esa

necesidad de cambios. El Papa Juan XXIII, reformista, considerado el Padre de la Iglesia Moderna,

tenía el propósito de acercar la Iglesia a los hombres sin importar raza, posición y jerarquía. Lo hizo

a través de dos encíclicas “Mater e Magistra” de contenido social y “Pacem in Terris” que

estimulaba la participación activa de los católicos en la vida pública, además de la cooperación con

los no católicos.

Juan XXIII fue el iniciador del Concilio Vaticano II, Concilio reformador de la Iglesia que la acercó

a los fieles. A su muerte, su sucesor Paulo VI lo culminó. Este Concilio es de vital importancia para

esta obra porque representa la génesis del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo.

Posteriormente aparece la encíclica “Populorum Progressio”, documento de gran importancia

elaborado por Paulo VI que trataba la gravedad de la situación de los países más pobres, sus

problemas económicos y la indiferencia de los países del primer mundo. Critica la aplicación del

sistema capitalista en Latinoamérica relacionándolo con el concepto de “violencia

insitucionalizada”, llamando a todos los fieles a erradicarla.

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Fue así como jóvenes sacerdotes al recibir la encíclica “Populorum Progressio” se sintieron

comprometidos a actuar. A mediados de 1967 el obispo brasileño Hélder Câmara lideró un grupo

de 18 obispos de Latinoamérica, Asia y África que redactó una proclama, en la que se vinculaba la

situación de pobreza y desamparo de los ciudadanos del Tercer Mundo con la explotación a la que

las corporaciones multinacionales, con el aval de los gobiernos de los países industrializados, los

sometían, y expresando el compromiso religioso con la mejora de la misma.

En los siguientes apartados nos introduce en el origen, desarrollo, fractura y fin del movimiento.

El Manifiesto de los 18 Obispos fue la piedra fundacional de este movimiento. La autora describe, a

través de las palabras del Padre Miguel Ramondetti, fundador, a fines de 1967, junto con el Padre

Rodolfo Ricciardelli y el Padre André Lanzón, en una entrevista que le efectuó en junio de 2000.

Ramondetti dice que “…A los tres se nos ocurrió la peregrina idea de enviar el documento por

correo a una lista de sacerdotes que habíamos confeccionado….” “…Nada más les pedimos que

adhirieran al texto de ese documento. Y empezaron a llover respuestas inmediatas…” “…Casi todos

los que nos escribían nos proponían un encuentro para debatir estos temas, Nosotros ni soñábamos

con esto….”. Según las fuentes consultadas por la autora resultan cerca de 300 los sacerdotes del

país que adhirieron al manifiesto, dispuestos a actuar.

Se hizo necesario entonces organizarse. Había un “Responsable General”, tres integrantes de un

“Secretariado” y los “Coordinadores” que representaban a distintas zonas del país y los

“Delegados” o “Responsables” encargados de la promoción y enlace en cada diócesis.

Según el Informe sobre el Primer Encuentro Nacional de Responsables Zonales de mayo de 1968 se

puede observar los objetivos del movimiento: “…..Buscar un compromiso cristiano ante la realidad.

Ha llegado la hora en que no podemos limitarnos a estar de acuerdo en los principios sin

comprometernos. O estamos o no estamos. No cabe otra actitud”.

Con el fin de divulgar sus actividades editaron un Boletín llamado “Enlace”. No sólo estaba dirigido

a los miembros de la Iglesia sino también al público en general, que lo recibía a través de la

distribución de las diferentes diócesis. Poco a poco este movimiento se hizo conocido.

En junio de 1968, ochocientos sacerdotes de América Latina se dirigen a Medellín, a la reunión del

CELAM (Consejo Episcopal Latinoamericano). El M.S.T.M. redactó una “Carta a los Obispos de

Medellín”, firmada por 431 sacerdotes argentinos, más de 200 brasileros, casi 100 uruguayos, 50

bolivianos, entre otros, y que se dio a conocer antes del encuentro. En la carta se les pide observen

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la situación económica de América Latina, las enormes diferencias existentes, la violencia generada

por esas diferencias, y la posición de la Iglesia Católica, muchas veces cómplice de este mecanismo

opresor. Esta carta formó parte de la documentación entregada a cada integrante de la Asamblea.

Hubo tres encuentros más del Movimiento entre 1969 y 1970, producto de los cuales se

profundizaron las actividades. Principalmente su accionar se desarrollaba en los barrios marginales.

Comenzaron entonces a participar de actos y marchas. Se observa entonces, a través de sus

comunicados, una posición política más intransigente que en sus orígenes, quizás producto de la

inclusión en sus filas de sacerdotes más revolucionarios.

La autora da como ejemplo de esto el informe del Segundo Encuentro del Movimiento en mayo de

1969, y cita “……Ello implica ineludiblemente nuestra firme adhesión al proceso revolucionario,

de cambio radical y urgente de sus estructuras y nuestro formal rechazo del sistema capitalista

vigente y todo tipo de imperialismo económico, político y cultural…..” “…..Para marchar en

búsqueda de un socialismo que no implica forzosamente adhesión a partidos socialistas, pero sí a la

socialización de los medios de producción, del poder económico y político y de la cultura…..”

Ya en el tercer encuentro ponen de manifiesto su inclinación política al pronunciar su adhesión al

movimiento peronista, al que consideraba un elemento clave en la incorporación del pueblo

argentino al proceso revolucionario. Su vinculación con el peronismo lo llevó a promover la

vuelta de Perón al país. Esta posición llevó a la ruptura con la cúpula de la Iglesia Católica

argentina.

Además no pocas voces se alzaron en contra. Variadas publicaciones (libros, artículos

periodísticos, etc.), como así también opiniones desde dentro de la Iglesia minaron su

accionar social, impregnándola de agitación política.

El compromiso adoptado con respecto al peronismo hizo que se los vinculara con

organizaciones guerrilleras, que también buscaban el regreso de Perón. Lo que sí es cierto

es que algunos miembros del M.S.T.M. tenían contactos con algunos miembros del

movimiento montonero, por ejemplo los padres Carlos Mugica y Alberto Carbone.

Esta vinculación, más la participación de sus miembros en todas las protestas sociales, llevó

a todo el movimiento a ser víctima de arrestos, atentados y asesinatos.

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La cada vez mayor politización del movimiento generó fracturas. Las diferencias

ideológicas de sus miembros determinó una crisis muy profunda. De hecho se había

dividido en dos: Por una parte estaban los que propiciaban un socialismo latinoamericano

pero consideraban que la figura de Perón estaba muy lejos de eso. Por el otro, aquellos que

habían optado por el peronismo. Estos últimos eran mayoría y su máximo representante era

el Padre Carlos Mugica, figura clave que tomó un mayor protagonismo al convertirse en el

nexo entre la prensa y el movimiento. Mugica tenía una profunda admiración por Juan

Perón, veía sólo a él con capacidad suficiente para terminar con las injusticias sociales,

políticas y económicas que acechaban a los más necesitados.

El 11 de Mayo de 1974 es asesinado Mugica por la triple A. Este hecho, sumado a los

alrededor de 20 sacerdotes muertos diezmaron al movimiento. El golpe del 24 de marzo de

1976 dio piedra libre para el exilio de los que quedaban con vida. Luego, con la

democracia, muchos regresaron, alejados del ministerio.

En la conclusión, Mónica Mangione sostiene que el surgimiento del M.S.T.M. en 1967 en

Argentina no es casual. Situaciones de violencia y opresión ocurrían en todo el planeta,

siendo los más perjudicados los países del Tercer Mundo, nuestro país incluido.

La autora dice que el error fatal del M.S.T.M. fue hacer política partidista porque “….no

corresponde a los hombres de unidad como los sacerdotes…” “…..Mucho menos

corresponde, en nombre del Evangelio, el proponer un sistema determinado, llamado

socialismo. El Evangelio y la Iglesia, como alguna vez dijo Paulo VI, no proponen ningún

modelo de sociedad. Esa no es función de la Iglesia ni de sus sacerdotes….”. Esta toma de

posición aceleró su crisis y su posterior disolución.

Asimismo, el movimiento fue muy importante. No pasó desapercibido, generó conciencia

en muchas personas, miembros de la Iglesia o laicos.

La autora, utilizando distintas prestigiosas fuentes, (bibliográficas, documentos oficiales,

correspondencias, entrevistas personales con actores principales) todas muy interesantes, traza un

camino que podría haber sido explorado con mayor profundidad.

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Profundizar, por ejemplo, en el accionar del Movimiento dentro de los barrios obreros y marginales,

hubiera ayudado a comprender los alcances y su penetración en dichos barrios, y hasta qué punto su

ideología los impregnaba.

Aún así, esta obra es relevante porque resulta una guía de consulta muy importante para saber qué

sucedió en nuestro país en esos años con el poder el pueblo y la iglesia. Resulta interesante también

como punto de partida para otros trabajos de investigación.

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