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INTRODUCCIÓN El presente trabajo denominado Posmodernismo designa el estado de la cultura después de las transformaciones que han afectado a las reglas de juego de la ciencia, de la literatura y de las artes a partir del siglo XIX. Aquí se situarán esas transformaciones con relación a la crisis de los relatos, donde la ciencia está en conflicto con los relatos y la mayor parte de los relatos se revelan fábulas. En tanto que la ciencia busca lo verdadero, debe legitimar sus reglas de juego. Es entonces cuando mantiene sobre su propio estatuto un discurso de legitimación y se llama filosofía. El objeto de este estudio es la condición del saber en las sociedades más desarrolladas, denominada «postmoderna». El término está en uso en el continente americano, en pluma de sociólogos y críticos. En el Capítulo I se habla sobre el concepto de posmodernidad que es definiría por una doble caída: La del discurso científico y la del compromiso social. Se critica el uso exclusivo de la razón, se considera que no hay explicación racional absoluta del mundo, no hay ciencia que valga.

Trabajo de Posmodernismo Terminado

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INTRODUCCIÓN

El presente trabajo denominado Posmodernismo designa el estado de la cultura

después de las transformaciones que han afectado a las reglas de juego de la

ciencia, de la literatura y de las artes a partir del siglo XIX. Aquí se situarán esas

transformaciones con relación a la crisis de los relatos, donde la ciencia está en

conflicto con los relatos y la mayor parte de los relatos se revelan fábulas. En tanto

que la ciencia busca lo verdadero, debe legitimar sus reglas de juego. Es entonces

cuando mantiene sobre su propio estatuto un discurso de legitimación y se llama

filosofía.

El objeto de este estudio es la condición del saber en las sociedades más

desarrolladas, denominada «postmoderna». El término está en uso en el

continente americano, en pluma de sociólogos y críticos.

En el Capítulo I se habla sobre el concepto de posmodernidad que es definiría por

una doble caída: La del discurso científico y la del compromiso social. Se critica el

uso exclusivo de la razón, se considera que no hay explicación racional absoluta

del mundo, no hay ciencia que valga. También se habla sobre sus diferentes

características. La condición postmoderna es, sin embargo, tan extraña al

desencanto, como a la positividad ciega de la deslegitimación. El criterio de

operatividad es tecnológico, no es pertinente para juzgar lo verdadero y lo justo.

En el Capítulo II En la obra Gianni Vattimo Propone aclarar la relación que vincula

los resultados de la reflexión de Nietzsche y Heidegger, por un lado, reflexión a la

que constantemente se remite, con los discursos más recientes sobre el fin de la

época moderna y sobre la posmodernidad y aclarar la relación que vincula los

resultados de la reflexión de Nietzsche y Heidegger. Tomar la crítica Heiggeriana

del humanismo o el anuncia nietzscheano del nihilismo consumado como

momentos “positivos” para una reconstrucción filosófica, y no tan sólo como

síntomas y denuncias de la decadencia.

Para nuestro trabajo nos hemos valido de diversas fuentes tanto bibliográficas

como de internet.

Con el presente trabajo hemos logrado aportar de alguna manera en recolectar

información acerca del Posmodernismo y poder dar a conocer y /o compartir con

nuestros compañeros de clase la importancia de esta corriente y las obras de los

representantes.

Para la realización del presente trabajo hemos encontrado algunas dificultades por

la falta de libros sobre el tema en la biblioteca de la universidad; acudiendo a la

internet para descargas estos libros.

Finalmente, se da a conocer las conclusiones y la respectiva bibliografía que fue

necesario para realización de este trabajo.

CAPITULO I

1.1. La POSMODERNIDAD

Para algunos intelectuales europeos, la postmodernidad surge del fracaso

del proyecto moderno de la ilustración y del fin de los grandes sistemas

filosóficos que buscaban una comprensión totalizadora del mundo .El

mundo de fines del siglo XX es un mundo en donde existe un gran

escepticismo y pesimismo por un modelo de sociedad perfecta y se

cuestiona una historia universal totalizadora, ya que se inclina por una

historia de los pueblos, comunidades e individuos.

La posmodernidad también se definiría por una doble caída: La del discurso

científico y la del compromiso social. Se critica el uso exclusivo de la razón,

se considera que no hay explicación racional absoluta del mundo, no hay

ciencia que valga. Pero sobre todo se rechaza cualquier sistematización

que pretenda englobar una totalidad, o cualquier fundamentación de tipo

teórico, dado que se considera que todo es lúdico.

En la vida social se insiste en la “diversidad”, que en el fondo viene a

significar que cada quien, y a cada grupo humano, viva como le parezca

conveniente. No debe haber reglas absolutas, ni metas de una perfección

humana que fuera deseable para todos.

La existencia de las diversas manifestaciones populares sirvió de pretexto

para que teorías posmodernas nieguen la posibilidad de teorías

totalizadoras.

1.1.1. CARACTERISTICAS:

a) Frente a la universalidad y la objetividad del racionalismo propone la

particularidad y la diferencia de interpretación.

b) Frente a la Europa etnocentrica, defiende una visión cosmopolita y

plural de las culturas.

c) Rechaza la idea del progreso, ya que no consideran que las ciencias

y la tecnología son fuente de desarrollo y bienestar para la

humanidad, debido a que han traído muchas desgracias.

d) Rechaza la idea de la emancipación de los oprimidos a través de una

revolución.

e) Considera que el proyecto de la Ilustración sería un sueño optimista.

f) Rechaza la existencia de un sentido en la historia y propone que la

historia y las ciencias solo son discursos.

g) Asume que el individuo es la única realidad que cuenta, todo lo

demás es secundario y circunstancial.

h) Renuncia a toda posible unidad, reconciliación o armonía universal.

1.1.1.1. Características histórico social

En contraposición con la Modernidad, la Postmodernidad es la

época del desencanto. Se renuncia a las utopías y a la idea de

progreso.

Se produce un cambio en el orden económico capitalista,

pasando de una economía de producción hacia una economía

del consumo.

La revalorización de la naturaleza y la defensa del medio

ambiente, se mezcla con la compulsión al consumo.

Los medios de masas y el marketing se convierten en centros

de poder.

Deja de importar el contenido del mensaje, para revalorizar la

forma en que es transmitido y el grado de convicción que pueda

producir.

1.1.1.2. Características socio psicológicas:

Los individuos sólo quieren vivir el presente; futuro y pasado

pierden importancia.

Hay una búsqueda de lo inmediato.

Proceso de pérdida de la personalidad individual.

La única revolución que el individuo está dispuesto a llevar a

cabo es la interior.

Se rinde culto al cuerpo y la liberación personal.

Se vuelve a lo místico como justificación de sucesos.

Pérdidas de fe en la razón y la ciencia, pero en contrapartida se

rinde culto a la tecnología.

El hombre basa su existencia en el relativismo y la pluralidad

de opciones, al igual que el subjetivismo impregna la mirada de

la realidad.

Pérdida de fe en el poder público.

Desaparición de idealismos.

Existen divulgaciones diversas sobre la Iglesia y La creencia de

un Dios.

1.2. LA CONDICION POSTMODERNA DE JEAN-FRANCOIS LYOTARD

1.2.1. BIOGRAFIA DEL AUTOR:

Jean-François Lyotard (Versalles, 1924 - París, 1998): Filósofo

francés. Colaborador del grupo Socialismo o Barbarie, sus obras se

encuadran en el freudomarxismo (Discurso, figura, 1971; A partir de

Marx y Freud, 1973). Crítico de la razón ilustrada (La condición

posmoderna, 1979), es también autor de El entusiasmo (1986). De

formación fenomenológica, después de ejercer como profesor

durante algunos años en institutos y de practicar el activismo político

y teórico con el grupo Socialismo o Barbarie, impartió clases de

filosofía como profesor ayudante en la Sorbona y en la Universidad

de Nanterre.

Con su obra La condición postmoderna (1979), superó este

planteamiento: la época posmoderna se caracteriza por la

decadencia de la legitimación de varios niveles de existencia a través

de los "grands récits" y por la emergencia de una multiplicidad de

lenguajes irreductibles entre sí. A través de la elaboración de una

teoría del lenguaje que se basa en la constatación de la

inconmensurabilidad de los múltiples juegos lingüísticos, llegó a

defender la necesidad de formular una nueva teoría del juicio de

valores, partiendo del modelo kantiano.

1.3. LA POSMODERNIDAD

Se entiende por «postmoderna» la incredulidad con respecto a los

metarrelatos. Ésta es, sin duda, un efecto del progreso de las ciencias; pero

ese progreso, a su vez, la presupone. Al desuso del dispositivo

metanarrativo de legitimación corresponde especialmente la crisis de la

filosofía metafísica, y la de la institución universitaria que dependía de ella.

La condición postmoderna es, sin embargo, tan extraña al desencanto,

como a la positividad ciega de la deslegitimación. El criterio de operatividad

es tecnológico, no es pertinente para juzgar lo verdadero y lo justo. El saber

postmoderno no es solamente el instrumento de los poderes, sino que hace

más útil nuestra sensibilidad ante las diferencias, y fortalece nuestra

capacidad de soportar lo inconmensurable. No encuentra su razón en la

homología de los expertos, sino en la paralogía de los inventores.

1.4. LA CIENCIA POSTMODERNA COMO INVESTIGACIÓN DE

INESTABILIDADES.

Se ha indicado anteriormente que la pragmática de la investigación

científica, especialmente en su aspecto de búsqueda de nuevas

argumentaciones, traía a primer plano la invención de «jugadas» nuevas e

incluso de nuevas reglas de juegos de lenguaje. Ahora importa subrayar

este aspecto, que es decisivo en el actual estado del saber científico. De

este último se podría decir paradójicamente que está a la búsqueda de

«vías de salida de la crisis», siendo la crisis la del determinismo. El

determinismo es la hipótesis sobre la que reposa la legitimación por medio

de la performatividad: definiéndose ésta por una relación input/output,

entrada/salida.

Tal es la «filosofía» positivista de la eficiencia. Al oponerle aquí algunos

ejemplos relevantes, se trata de facilitar la discusión final de la legitimación.

Se trata, en suma, de mostrar con algunos elementos que la pragmática del

saber científico postmoderno tiene, en sí misma, poca afinidad con la

búsqueda de la performatividad.

La expansión de la ciencia no se hace por medio del positivismo de la

eficiencia. Es lo contrario: trabajar con la prueba es buscar e «inventar» el

contra-ejemplo, es decir, lo ininteligible; trabajar con la argumentación, es

buscar la «paradoja» y legitimarla con nuevas reglas del juego de

razonamiento. En los dos casos, la eficiencia no se busca por sí misma,

viene dada por añadidura, a veces tarde, cuando los socios capitalistas se

interesan al fin por el caso. Pero lo que no puede plantearse con una nueva

observación es la cuestión de la legitimidad. Pues es la propia ciencia la

que se plantea esta cuestión y no la filosofía la que se la plantea.

Lo que ya no tiene vigencia no es preguntarse lo que es verdadero y lo que

es falso, es representarse la ciencia como positivista, y condenada a este

conocimiento sin legitimar, a este semi-saber que le atribuían los idealistas

alemanes. La pregunta: ¿De qué sirve tu argumento, de qué sirve tu

prueba? forma de tal modo parte de la pragmática del saber científico que

asegura la metamorfosis del destinatario del argumento y de la prueba en

cuestión, en destinador de un nuevo argumento y de una nueva prueba y,

por tanto, la renovación a la vez de los discursos y de las generaciones

científicas. La ciencia se desarrolla, y nadie contesta que se desarrolla

desarrollando esta pregunta. Y esta pregunta en sí misma, al desarrollarse,

conduce a la pregunta, es decir, a la

Metapregunta o pregunta de la legitimación: ¿De qué sirve tu «de qué

sirve»?.

Ya se ha dicho, el rasgo más llamativo del saber científico postmoderno es

la inmanencia en sí misma, pero explícita, del discurso acerca de las reglas

que le dan validez. Lo que ha podido pasar a fines del siglo XIX por pérdida

de legitimidad y caída en el «pragmatismo» filosófico o en el positivismo

lógico, no ha sido más que un episodio, del cual el saber surge por la

inclusión en el discurso científico del discurso acerca de la validez de

enunciados con valor de leyes. Esta inclusión no es una operación sencilla,

ya se ha visto, da lugar a «paradojas» asumidas como eminentemente

serias, y a «limitaciones» del alcance del saber que, de hecho, son

modificaciones de su naturaleza.

En general, se admite que la naturaleza es un adversario indiferente, pero

no astuto, y se distingue a las ciencias de la naturaleza de las ciencias del

hombre basándose en esa diferencia. Eso significa en términos pragmáticos

que la «naturaleza» en el primer caso es el referente, mudo, pero tan

constante cómo un dado lanzado un gran número de veces, con respecto al

cual los científicos intercambian enunciados denotativos que son las

jugadas que se hacen unos a los otros; mientras que en el segundo caso, al

ser el hombre el referente, es también un «compañero» que, al hablar,

desarrolla una estrategia, incluida la mixta, frente a la del estudioso: el azar

al que éste escapa entonces no es de objeto o de indiferencia, sino de

comportamiento o de estrategia, es decir, agonístico.

La ciencia postmoderna hace la teoría de su propia evolución como

discontinua, catastrófica, norectificable, paradójica. Cambia el sentido de la

palabra saber, y dice cómo puede tener lugar ese cambio. Produce lo

desconocido y sugiere un modelo de legitimación que en absoluto es el de

la mejor actuación y el de la diferencia comprendida como paralogía.

CAPITULO II

2.1. BIOGRAFIA DE GIANNI VOTTIMO

Gianni Vattino nació en 1936 en la ciudad de Turín, Italia. En esta ciudad

estudio y se graduó en filosofía, posteriormente continuo su preparación

académica en la universidad de Heidelberg, Alemania, realizando estudios

en los cursos impartidos por H.G. gadmer y k. loewith, y ha continuado su

preparación junto a filósofos de la talla de Hans_Georg y Luigi pareyson. En

1964 comienzo la docencia de estética en la facultad de letras y filosofía de

Turín, de la que fue su decano. Su actividad filosófica están influida por los

planteamiento de Nietzsche y Heidegger, que para el constituyen los

simientos de toda la filosofía en el futuro. Ha sido profesor visitante de la

universidad norteamericano de yañle, los ángeles, new york univercity y

state university de nueva york. Ha impartido seminarios y conferencias en

varias universidades del mundo. Junto con furio colombo y umberto eco, ha

trabajado en programas culturales en los años cincuenta, el Rai-tv, dirigió

además el programa semanal político-informativo el “Horizonte”. Ha sido

miembro de diferentes comités científicos y de varias revistas italianas y

extranjeras; es socio de la academia de las ciencias en Turín. Ha dirigido

también la revista “Revista de estética”, Italia, ha recibido varios galardones

entre ellos el de doctor honoris causa en las universidades de la plata

(argentina, 1996), Madrid (2003). Actualmente es vicepresidente de la

academia del latinidade.

Acerca de su extensa labor filosófico podemos agregar los siguientes datos:

después de dedicarse a la envestigaion de la estética antigua (III conceto di

fare in aristotele, 1961) y al estudio del significado filosófica de, la poesía

novecentista de vanguardia (posia e ontología, 1967), se ha centrado

especialmente en la filosofía alemana moderna y contemporánea:

Schleiermacher (Schleiermacher, filósofo del interpretazione, 1968);

Heidegger (essere, storia e linguoggio in Heidegger, 1976 y introduzione a

Heidegger, 1971);

Nietzsche (II soggetto e la maschera, 1974 y introzione a Nietzsche, 1985).

Estos trabajos han tenido gran revuelo y han sido traducido con su reciente

dialogo con Nietzsche. Sabio 1961-2000(garzanti 2000)

2.2. ¿Qué es el posmodernismo para Gianni Vattimo?

Para Vattimo, como para aquellos filósofos, la posmodernidad se

caracteriza por presentarse como el fin de la historia.

2.3. EL FIN DE LA MODERNIDAD OBRA DE GIANNI VATTIMO:

2.3.1. SECCIÓN PRIMERA - El nihilismo como destino

2.3.1.1. APOLOGÍA DEL NIHILISMO

La cuestión de la posmodernidad, ¿qué es la posmodernidad, y

porqué la posmodernidad?, es un asunto presente de gran

importancia y relevancia. Gianni Vattimo en el texto El fin de la

modernidad, muestra un panorama general del precedente y los

elementos a posteriori de lo que actualmente llamamos la era

posmoderna. Elementos como, nihilismo, humanismo,

hermenéutica, entre otros, nos ayudarán en el análisis de la

condición posmoderna.

El nihilismo como elemento precedente y posterior a la vez del

pensamiento posmoderno.

En orden primario se debe poner en claro que el nihilismo no es

netamente una cuestión historiográfica, aunque pareciera

contradictorio, sí es un problema histórico, "en el sentido de la

conexión que establece Heidegger entre Geschicht (historia) y

Geschick (destino)"

Dado que el nihilismo se encuentra en una constante acción, un

devenir de la acción, es imposible hacer un balance de él.

Vattimo propone una postura que debemos tomar frente al

nihilismo que consiste en recurrir a los textos de nietzscheanos,

específicamente la actitud encuentra esplendor en la expresión

"nihilismo consumado".

En primera instancia Nietzsche concibe al nihilismo como: "la

situación en la cual el hombre abandona el centro para dirigirse

hacia la x"; en cambio para Heidegger es: el proceso en el cual,

al final del ser como tal ya no queda nada, no es cuestión de

error o engaño, porque si fuese así, el hombre podría valerse de

la solidez actual y siempre presente del ser mismo, que parece

olvidado, pero en realidad no se encuentra desaparecido o

disuelto.

En el nihilismo se atañe ante todo al ser mismo, no es solamente

una cuestión humana. Heidegger y Nietzsche en sus

concepciones del nihilismo muchas veces encuentran

concordancia en sus contenidos y formas de manifestación:

Nietzsche: la totalidad del proceso nihilista se sintetiza en la

muerte de Dios, que conlleva a la desvalorización de los valores

supremos (con esto se crea un relativismo axiológico).

Heidegger: el ser se aniquila, el ser se destruye en cuanto se

transforma en valor, ésta postura se encuentra permeada por la

idea nietzscheana del nihilista consumado.

Aunque como he expuesto, existen diversas coincidencias en las

concepciones de Heidegger y Nietzsche en cuanto al nihilismo;

sin embargo también existen algunas diferencias metodológicas.

Para Heidegger, después del nihilismo hay algo más, existe la

posibilidad; mientras que para Nietzsche, el nihilismo es la

finalidad misma de todo cuanto existe. Es todo lo que el hombre

debe esperar y querer, es un limitante volitivo, que demarca el

alcance de la esperanza. Pero ¿cómo entender lo que pareciera

una contradicción?, por un lado el nihilismo como la muerte de

Dios y por otro lado, la desvalorización de los valores supremos,

trascendentales y en cierto grado la tentativa de alcance de los

valores universales, que trae consigo la reducción del ser a valor,

por lo que el ser se transforma o convierte en nada.

Con lo anterior expuesto podemos afirmar a manera de síntesis,

que para el nihilismo desde una perspectiva heideggeriana, es la

indebida pretensión de que el ser se encuentra a merced del

sujeto, dejando así de subsistir autónomamente. Para la

comprensión del nihilismo heideggeriano y su relación íntima con

la concepción nihilista nietzscheana, se debe atribuir al valor

(como término), la aceptación rigurosa de valor de cambio,

¿dejando a un lado la perspectiva de valor como reducción del

ser?, por supuesto que no, sino que se debe buscar la reducción

del ser en el sentido de cambio, una reducción del ser como valor

de cambio.

Aún con los argumentos sostenidos, aún sigue abierta la

cuestión: ¿cuál es la similitud o coincidencia de posturas

nihilistas nietzscheanas y heideggerianas? Según Vattimo, "la

coincidencia se ve, si se considera el hecho de que también para

Nietzsche los que desaparecieron no son los valores tout court,

sino los valores supremos, resumido precisamente en el valor

supremo por excelencia, Dios. Con ello Heidegger a argumentar

que el concepto valor libera en sus potencialidades sólo allí

donde no se encuentra la instancia final del valor supremo, o

séase Dios, así en éste proceso los valores se despliegan en su

verdadera naturaleza.

Por lo tanto como primer indicio de conclusión, tenemos que la

concepción nietzscheana-heideggeriana de nihilismo, es la

transformación del valor de uso en valor de cambio; ello no

significaría que el nihilismo delegaría el poder al sujeto, sino que

el ser se encontraría disuelto completamente en el discurrir del

valor, en la transformación indefinida de la equivalencia

universal.

Por último haciendo un análisis de nuestra realidad en el rubro

del impacto nihilista, ¿cómo podemos juzgar la postura de la

cultura del siglo XX, ante el confronto nihilista? ¿Cuál fue su

respuesta? En el rubro filosófico, específicamente en la rama

marxista, se tuvo la pretensión de recuperar en el plano práctico

político, el valor de uso y nominatividad. Aquí la sociedad

socialista se concibe como "sociedad en la que el trabajo se

libera de sus caracteres de alienación porque el producto del

trabajo sustraído al círculo perverso de la mercantilización,

mantiene con el productor una relación fundamental (pero cuanto

más se esfuerza esta desalineación del trabajo en huir de la

idealización de la producción artesanal y artística, tanto más se

debe definir en términos de complejas mediciones políticas que

terminan por hacerla problemática al revelar por fin su carácter

mítico)."

Ahora hagamos el proceso inverso, ¿cuál es la visión del

nihilismo, sobre la cultura del siglo XX? La cultura en éste tiempo

parece como si todo proyecto de reapropiación quedara

eliminado o extinto. "La perspectiva de la reapropiación ya en la

forma de la defensa de una zona libre del valor de cambio, y en

la forma más ambiciosa (que pone en campaña, por lo menos en

el plano teórico, el marxismo y la fenomenología), de dar un

nuevo fundamento a la existencia dentro de un horizonte

sustraído al valor de cambio y centrado en el valor de uso, ha

sufrido un deterioro no sólo en cuanto normativo, sino que, en

realidad, la perspectiva de la reapropiación perdió precisamente

significación de norma ideal

2.3.1.2. LA HERMENEÚTICA NIHILISTA DE GIANNI VATTIMO.

“La crisis del Humanismo no es superación sino Verwindung,

exhortación en la cual el hombre es llamado a recobrarse del

humanismo, a remitirse a él y a remitírselo como algo que le está

destinado”. (Gianni Vattimo).

La verdad para Vattimo no es una verdad de la historia, sino que

es una verdad histórica. Esto es, que a la verdad se la interpreta

en el horizonte del tiempo y que no puede quedar fijada en un

tiempo. La verdad no coincidiría con una teleología histórica, ni

con una metafísica que la entienda como verdad del objeto o de

la presencia. Para Vattimo ya no hay presencia de la verdad, sino

una interpretación histórica de la verdad. En este sentido, se

hace necesario relacionar la hermenéutica con la modernidad.

El nihilismo, la crítica a la modernidad y a la metafísica clásica,

pasando por la concepción de verdad y de la historia, serán los

componentes de una hermenéutica filosófica en sentido

Vattimiano.

El filosofar de Gianni Vattimo pretende establecer un nexo entre

Nietzsche y Heidegger. En este sentido, propone asumir el

nihilismo como condición esencial de la filosofía hermenéutica.

La vocación nihilista de la hermenéutica es un llamado a pensar

la Verwindung, una torsión que va más allá de la metafísica. La

llamada ontología del declinar, tras la explicación de los

términos, deviene una interpretación del ser-en-el-mundo a una

con el sujeto de la caída del ser en ocaso. Es decir, una

hermenéutica que realiza una Verwindug de la metafísica y del

sujeto a partir del pensar del ser como ocaso en el acontecer del

nihilismo como chance. El acceso a las chances positivas

operaría, para Vattimo, a través de “la destrucción de la

ontología” (“Se trata de abrirse a una concepción no metafísica

de la verdad, que la interprete no tanto partiendo del modelo

positivo del saber científico, sino partiendo de la experiencia del

arte y del modelo de la retórica”. IBD Vattimo)

Rememorar no es traer a la presencia el recuerdo de lo olvidado,

sino más propiamente, sacarlo del pensar calculador. Si la

ontología puede pensar debe imperativamente experimentar el

nihilismo. La idea de Vattimo al radicalizar la cuestión del

nihilismo consiste no en una superación, sino a una oportunidad

para pensar dicho experimentar.

El experimentar del nihilismo no es fundamental, sino des-

fundamentación. La des-fundamentación es un “salir” de la

metafísica del Gründ que, como hemos atisbado en el apartado

anterior, hace referencia a la noción de sujeto. Lo que queda

ahora es la des-posesión. La ontología del declinar sería así un

pensar de la intemperie y del abismo. Esto es, una ontología del

Ab-Gründ. La ontología no sería una doctrina del ser del ente,

sino una interpretación de nuestro ser-en-el-mundo a una con el

acontecer del ser. Desde esta óptica, el pensar re-memorador

hermenéutico, asume la vocación nihilista. El pensar re-

memorador, que asume el nihilismo, significa en Vattimo, que es

necesario pensar la nada como competencia de ser. Para Gianni

Vattimo la posmodernidad se vincula con el fin de la historia. En

efecto: “las caracterizaciones más ampliamente aceptadas de la

posmodernidad sea aquella que la presenta como el fin de la

historia”.

El Fin de la historia se vincula con la caída de los llamados

“grand récits”. La caducidad de estos discursos globales

provienen de un conflicto de racionalidades o, si se quiere, de la

“debilidad” de la razón para articular un discurso capaz de

comprender el devenir de la historia. La reflexión Vattimiana nos

lleva a plantear que la historia no tendría un sentido teleológico.

La historia no tiene un fin y pide ser reflexionada como un final.

Reflexionar la historia como un final implica asumir el final de la

modernidad. Para Vattimo : “pensar lo posmoderno como fin de

la historia, como el final del fin, no significa, entonces, darse

cuenta de que la cuestión hubiera ya dejado de proponerse, sino,

al revés, situar en el primer plano de una atención central la

cuestión de la historia como raíz de legitimaciones”. Es decir, lo

que ha llegado a su fin es la legitimidad de los “meta-relatos”

historicistas modernos, por cuanto éstos serían expresión de una

“metafísica de la voluntad de poder” que concibe la historia de

modo lineal. Dice Vattimo: “La modernidad es la época de la

legitimación metafísico-historicista, la posmodernidad es la

puesta en cuestión explícita de este modo de legitimación”

2.4. FIN DE LA MODERNIDAD

2.4.1. CARACTERISTICAS GENERALES

• Rechazo radical de todo ideal de fundamentación y de toda ambición

de totalidad.

• Rechazo de los medios de socialización y de las instituciones.

• Pérdida del horizonte histórico el hogar finito, que hace desaparecer la

preocupación histórica, centrándose en el presente y en la finitud.

• Desarrollo de todos los aspectos de la persona, empezando por el

cuerpo.

• Renuncia a toda posible utopía de unidad, reconciliación o armonía

universal.

• Disposición mental alegre, abierta, divertida, que atenta contra todo

concepto serio.

• El humorismo descafeinado, o de sonrisa falsa

• El individuo es la única realidad que cuenta; todo lo demás es

secundario y circunstancial.

• Desdramatización de la vida quedando en un mero espectáculo.

Vida placentera y hedonista

2.5. MARTIN HEIDEGGER: HERMENEÚTICA:

Gianni Vattimo en “El Fin de la Modernidad” reconoce a Heidegger como el

filósofo que sentó las bases de la ontología hermenéutica. Y ello por cuanto

afirmó la conexión entre Ser y Lenguaje (“El Lenguaje es la morada del Ser”,

decía Heidegger). Pero, más allá de esta tesis -continúa Vattimo- Heidegger

legó dos aspectos que tienen una importancia básica para el hermenéutico.

Estos son:

1). El análisis del Dasein como “totalidad hermenéutica”; y, en sus obras

tardías:

2). El esfuerzo de definir un pensamiento ultra metafísico atendiendo al

Andenken (Rememoración), más específicamente, a la relación con la

tradición.

Para Heidegger, “en la hermenéutica se configura para el existir una

posibilidad de llegar a entenderse y ser ese entender”. El entender se da en

una unidad interpretativa que Heidegger llama facticidad. (“facticidad es el

nombre que le damos al carácter de ser de “nuestro” existir “propio”. IBD

Heidegger). La hermenéutica permite que el existir se entienda como entender

dando lugar a la posibilidad de entender-se en cada ocasión.

Heidegger plantea que el comprender no es ningún tipo de aprehensión

intelectual o conocimiento de alguna especie, sino el modo más propio de ser

del Dasein. Esto es, que el modo de ser-en-el-mundo es comprender. Pero,

además, el comprender manifiesta el ser del Dasein como ser posible. La

comprensión nunca es absoluta y necesaria porque el ser del que comprende

tampoco lo es.

En este punto, se puede vislumbrar la vinculación que establece Heidegger

entre comprender y muerte, en el sentido del término de las posibilidades

posibles, esto es, del término de la posibilidad de ser: la muerte. Por tanto, la

comprensión como apertura es, al mismo tiempo, apertura de ser muerte.

El sentido, que para Heidegger es lo articulable en la apertura comprensora,

se comprende en la interpretación. La interpretación sería el despliegue del

comprender y, en cuanto tal, se funda en este (“Toda interpretación se funda

en el comprender”. IBD Heidegger). Esto supone el surgimiento de una

estructura ontológica circular. En otros términos, la posibilidad de la

interpretación se da por el comprender y el sentido es el poder ser del Dasein

como comprender en la interpretación.

2.6. Adiós a la verdad

2.6.1. Más allá del mito y la verdad objetiva

Según Popper, los enemigos de la sociedad abierta son todos aquellos

teóricos, para comenzar, los filósofos de los cuales habla Platón en la

República.

También ellos, en efecto, pretenden basar la política en una verdad: En

el caso de Hegel, la verdad de la historia que se realiza de manera

providencial aún más allá de las intenciones de los hombres que la

hacen, en virtud de lo que él llama «astucia de la razón.

Si se le da la razón a Popper, como creo que debe hacerse, la

conclusión a la cual se debe llegar es que la verdad misma es enemiga

de la sociedad abierta y, en particular, de toda política democrática.

Está claro que si se piensa la verdad como la piensa Popper es decir,

como un continuo proceso de prueba y error, un camino que a través de

la falsificación pura y simple de hipótesis que se revelan caducas e

insostenibles se libera de representaciones erradas.

También con el método de la falsificación de hipótesis erradas, que

Popper opone a la idea del conocimiento como inducción y formulación

de leyes de validez universal, en efecto parece que nos acercamos de

forma progresiva a una verdad dada que continúa fungiendo como

norma para el pensamiento.

Son las contradicciones de la democracia exportada por la fuerza y,

además por medio de la guerra preventiva, las que hoy nos ponen

frente a la necesidad de repensar en forma crítica la relación entre

política y verdad.

Platón, la verdad de las cosas es puesta en las ideas, es decir, en

aquellas esencias trascendentes que hacen de modelo inmutable de las

vanas realidades y que garantizan la posibilidad misma de hablar con

sensatez.

El cristianismo, la verdad de las cosas es puesta en el más allá, que

conoceremos sólo al ver a Dios en la otra vida.

Kant, en cambio, hace residir la verdad en la mente, en las estructuras

estables con las que la razón organiza un mundo de fenómenos del

cual, sin embargo, no sabe cómo es «en sí mismo».

Nietzsche piensa que lo que existe es puro juego de fuerzas, conflicto

entre interpretaciones.

Heidegger, en cambio, piensa que si se reconoce la conclusión nihilista

de la filosofía occidental y el hecho de que al final el «mundo

verdadero» no sólo desaparece sino que es sustituido por el mundo de

la organización tecnológica y de la racionalización industrial donde

también el hombre deviene puro objeto de manipulación, ello depende

del propio error metafísico de haber imaginado la verdad como

correspondencia, y al ser, como «objeto». En otras palabras, si se parte

de la doctrina platónica de las ideas, según la cual la verdad es un

orden estable dado al que el sujeto debe conformar sus propias

representaciones, por necesidad se llega al positivismo y al mundo del

dominio tecnológico incondicionado.

El ser verdadero es más bien la luz dentro de la cual nos aparecen los

objetos o, mejor aún, el conjunto de presupuestos que nos posibilitan la

experiencia. .Para probar que una proposición corresponde de veras a

un estado de cosas, necesitamos métodos criterios modelos de los

cuales debemos disponer ya antes de cada verificación.

La razón por la cual Heidegger y con él gran parte del pensamiento

existencialista del siglo xx y, sobre todo, aquella corriente filosófica que

hoy llamamos hermenéutica, rechaza la idea de la verdad como

objetividad es una razón ético-política.

Incluso Nietzsche decía que la voz de la conciencia que escuchamos en

nosotros es sólo la voz del rebaño, el peso de la disciplina social

introyectada y devenida nuestro daimon. Es de aquello que os resulta

más evidente, añade Nietzsche, de lo que más debéis dudar, por esa

precisa razón.

La conciencia del carácter interpretativo de toda nuestra experiencia

parece dejar. Un vacío.

Puesto que la verdad es siempre un hecho interpretativo, el criterio

supremo en el cual es posible inspirarse no es la correspondencia

puntual del enunciado respecto de las «Cosas», sino el consenso sobre

los presupuestos los que se parte para valorar dicha correspondencia.

Allí donde la política busca la verdad no puede haber democracia.

Un ejemplo, incluso admirable, es la época barroca: por una parte, un

amplio conformismo asegurado por la autoridad absoluta de los reyes y,

por otra, un maquiavelismo explícitamente teorizado.

Se hace cada vez más evidente la contradicción entre el valor de la

verdad «objetiva» y la conciencia de que aquello que llamamos realidad

es un juego de interpretaciones en conflicto.

Esa hipocresía debe ser condenada, no porque admite la mentira

violando el valor «absoluto» de la verdad como correspondencia, sino

porque viola el vínculo social con el otro podríamos decir que va contra

la igualdad y la caridad, o contra la libertad de todos.

La necesidad de saber la verdad objetiva sobre tantos hechos de este

tipo no tendría sentido si no estuviera inspirada a su vez en _la

necesidad de hacer justicia, por lo-tanto, de hacer valer no la objetividad

en cuanto tal sino el derecho de todos los que sufrieron o sufren hasta

ahora.

2.6.1.1. La tarea política del pensar

Popper opina que Platón es un peligroso enemigo de la sociedad

abierta porque tiene una concepción esencialista del mundo.

Yendo mucho más allá de Heidegger y del propio Popper, es

simple identificar el final de la filosofía como metafísica con la

afirmación, práctica y política, de los regímenes democráticos.

El final de la filosofía deja un vacío que las sociedades

democráticas no pueden dejar de tomar en consideración. Es

decir, por una parte la filosofía entendida como función soberana

de los sabios en el gobierno de la polis está muerta y enterrada.

Por la otra, tal como sugiere el título de la conferencia de

Heidegger que habla de una «tarea del pensar» después del final

de la filosofía-metafísica.

Se trata de un poder más peligroso aún, si bien más desleal y

fraccionario o al punto de que el propósito revolucionario de

“golpear el corazón y del Estado” deviene absurdo pues el poder

está distribuido en forma objetiva entre los muchos centros que

cultivan las ya riadas especializaciones.

La tarea del pensar en esta situación, ya sea que nos refiramos a

Marx o a Heidegger, aunque quizá no a Popper, es la de pensar

en la que queda oculto en la “cotidiana presentación”.9$),901~; o

sea, para Marx la concreción dialéctica de los nexos que la

ideología nos esconde; para Heidegger, la verdad como alétheia,

como apertura de un horizonte (o de un paradigma) que hace

posible toda verdad entendida como una conformidad hacia las

cosas, verificación o falsificación de ro proposiciones véase

Heidegger 1951.

En la era de la democracia, el evento del ser al cual el

pensamiento debe dirigir su propia atención es quizás algo

mucho más amplio y menos definido, acaso más cercano a la

política.

2.6.1.2. De la fenomenología a la ontología de la actualidad

La metafísica debe ser superada o al menos no debe

aceptársela, no porque no incluya al sujeto de la teoría y sea por

lo tanto incompleta, sino porque, con su objetivismo, legitima un

orden histórico y social en el que la libertad y la originalidad de la

existencia son canceladas.

Un pensamiento que se esfuerza por salir del olvido del ser a

favor del ente (o sea, de la identificación del ser con el objeto) es

sólo aquel que compromete e involucra ante todo al ente que se

esfuerza por cumplir esa operación.

Darse cuenta del paradigma al cual somos lanzados y

suspender de éste la .pretensión de validez definitiva a favor de

una escucha del ser como no dicho.)

2.6.1.3. El principio de Tarski

Nietzsche resuelve de forma brutal escribiendo que «no existen

hechos, sólo interpretaciones, y ésta también es una

interpretación» (véase más arriba, Cap. 1, «Política sin verdad»).

Marconi también recomienda aceptar la tesis de Tarski porque no

podemos dejar de hacerlo para explicar nuestra experiencia

común.

Sólo podemos reconocer que vemos las cosas con ciertos

prejuicio: con ciertos intereses de base, y que si acaso es posible

la verdad, ésta es el resultado de un acuerdo que no necesitó de

evidencia definitiva alguna, sino de la caridad, la solidaridad y la

necesidad humana (¿demasiado humana?) vivir en paz con los

demás.

2.6.1.4. Filosofía y política

Hablando de filosofía y política, deberemos prestar mucha

atención a las condiciones efectivas de existencia de quien

ejerce la filosofía como profesión en nuestras sociedades, en

particular a la posición de la filosofía en la escuela (que, creo,

debería extenderse mucho más allá de los límites actuales).

La política, por su parte, hace experiencia de la propia

imposibilidad de estar de acuerdo con la «verdad», ya que en

cambio debe dejarse guiar por el juego de minorías y mayorías,

por el consenso democrático.

Como es natural, una política sin «verdad» no es sólo y

necesariamente una política democrática, sino que también

puede ser una política despótica que en lugar de ir más allá de la

metafísica, tan sólo retrocede más acá de su propio

descubrimiento y reivindicación; también por cierto una política,

de inspiración metafísica, de los derechos naturales del hombre.

La principal pregunta a la que se debería intentar dar respuesta

es: ¿qué pasa con la relación filosofía/política en un mundo don

e, sea como consecuencia del final de la metafísica o como

consecuencia de la consolidación de la democracia, no puede

(¿ya?) pensarse la política en términos de verdad?

Heidegger lleva a reconocer que no «existe» el ser, sino que éste

acontece y que, por lo tanto, no podemos remontarnos a un

objetó que se da en presencia una vez que se han disipado las

nieblas del olvido en el que ha caído.

La ontología de la actualidad, cuando se esfuerza por pasar de

las enunciaciones pragmáticas a la elaboración concreta, no

tiene sin embargo una vida más fácil que las filosofías

fundacionales.

Llamar a la filosofía a una mayor conciencia de qué significa el

evento, si es que es tal, del final de la metafísica y del

advenimiento de la democracia en el pensamiento.

2.6.2. El futuro de la religión

2.6.2.1. Sólo un Dios relativista puede salvarnos

Para Heidegger, el Dios que puede salvarnos no es una entidad

metafísica dada de forma objetiva como siempre igual,

Para la Iglesia, la sociedad ideal sigue siendo aquella en la que

Dios es el «fundamento» de la convivencia humana y en la que

la Iglesia es reconocida corno la voz que habla en su nombre.

Es tan simple como que no la toman en serio, como tantos

jóvenes que acuden en masa a sus discursos pero que con

certeza no dejan de protegerse con el preservativo en sus

relaciones sexuales

Si la Iglesia continúa pensando la fe como un depósito de

verdades más ciertas que las que asegura la ciencia, por

ejemplo, profesando aún un creacionismo más o menos literal o

pretendiendo imponer a las instituciones estatales su propia

«antropología bíblica», terminará fatalmente por sucumbir, en

un mundo donde la ciencia y la conciencia de los derechos son

un patrimonio cada vez más común.

2.6.2.2. Nihilismo, sexualidad y cristianismo posmoderno

La importancia de la sexualidad en la vida humana es una

creencia que está desapareciendo de forma progresiva.

Aquellos que aún creen en esto son sólo los psicoanalistas y los

sacerdotes, no sólo católicos.

Dentro de la lucha contra los «matrimonios» homosexuales la

Iglesia comprende muchas intenciones distintas.

La muerte de Dios anunciada por Nietzsche no es otra cosa que

la muerte de Jesús en la cruz. La muerte de Dios significa, en

Nietzsche, la disolución final de los valores supremos y de la

creencia metafísica en un orden del ser objetivo y eterno, o sea,

el nihilismo.

El juego lingüístico de la ciencia no tiene nada que ver con el de

la religión, ninguna de las dos puede arrogarse el derecho de

decir la última palabra. Aún soy de esta opinión

2.6.2.3. Para un cristianismo no religioso

La crítica de Heidegger a la metafísica, en cuanto a la

pretensión de definir la verdad como dato objetivo, parte de

aquí y luego apunta a los aspectos ético-políticos de la

metafísica.

El concepto de interpretación aquí es todo: no existe

experiencia de verdad Que no sea interpretativa; no conozco

nada si no me interesa, pero si me interesa es evidente que no

lo miro con desinterés.

La cuestión se configura así: la interpretación es la idea de que

el conocimiento no es el reflejo puro del dato, sino el

acercamiento interesado al mundo con esquemas que también

son cambiantes en el curso de la historia.

Son argumentos de tipo no tradicionalista sino de transmisión,

de lenguaje, de clásicos que compartimos. Cuando digo que

estoy convencido de que Dios me ha creado, sólo consigo

pensar que sin la textualidad bíblica mi vida de ser pensante en

este momento carecería de sentido. Sería como quitar a Dante

de la historia de la literatura italiana.

Si el cristianismo no nos liberara de la verdad objetiva, ¿de

veras podríais ustedes creer, siquiera en parte, siquiera de

forma alegórica, lo que dice la Sagrada Escritura?

Cuando se dice «te amo», este «te amo» no describe ningún

fenómeno objetivo. Esto podrá rebatirse: -«Sí, porque si me

toco el pulso cuando pienso en ti, siento que late más». ¿Pero

en verdad sería ésa la objetividad de la frase «te amo»? Es

cierto entonces que ese discurso de la interpretación, de la

existencia, madura en una progresión histórica que es también

la progresión histórica de la cultura y de la ciencia occidental.

Si veis un incidente vial, corréis a casa para ver en la televisión

lo que en verdad ocurrió, porque estabais en un punto desde el

que no habéis visto demasiado bien. Esto es lo que vivimos a

diario. Que el mundo verdadero se ha convertido en fábula

también puede expresarse en los términos del nihilismo de

Nietzsche.

La metafísica es un acto de violencia, quiere apropiarse de las

«terrenos más fértiles», o sea, de los primeros principios para

dominar todas las consecuencias.

La verdad que nos hace libres es verdadera porque nos hace

libres. Si no nos hace libres debe ser descargada. Por eso me

niego a admitir que el pensamiento débil, con todo lo que éste

significa, sea sólo una especie de prédica sobre la tolerancia.

Es la idea de un proyecto de futuro como progresiva eliminación

de los muros: muro de Berlín, muro de las leyes naturales que

son predicadas contra la libertad de los individuos, muro de la

ley del mercado.

2.6.2.4. La fe de Europa

El cristianismo por mucho tiempo ha sido y sigue siendo aún

hoy un factor de división más que de cohesión y de unidad.

El obispo de una gran diócesis italiana hace poco afirmaba que

para favorecer la convivencia pacífica de los inmigrantes

extranjeros de religión musulmana con los italianos, era

necesario hacerles aprender no sólo los rudimentos de nuestra

lengua y de nuestra cultura, sino también la religión católica.

El cristianismo que fundó la Europa moderna es el del respeto a

la persona y no el de las hogueras de herejes y brujas.

El cristianismo podrá ayudar a la constitución de una Europa

unida y, en perspectiva, también de un mundo unido, sólo si

desarrolla su propia esencia de religión de la caridad y no del

dogma, abriéndose a la aceptación de todas las culturas y todas

las mitologías religiosas, fiel al espíritu de hospitalidad y

disolución de la violencia de lo sagrado que es el núcleo de la

prédica de Jesús.

2.6.3. El final de la filosofía

2.6.3.1. Pensamientos sobre la ética

Por ejemplo, la ética metafísica cae de forma fatal bajo la crítica

conocida como la «ley de Humé», según la cual no es lícito,

como hace la metafísica, pasar sin razones explícitas de la

descripción de un estado de hecho a la formulación de un

principio moral.

Creo que sólo trabajando en torno a este complicado nudo de

conceptos, una filosofía «responsable» puede hablar hoy de

ética.

La puesta en juego, cualquiera sea el modo en que se proceda

a lo largo de este razonamiento, parece ser la asunción de la

disolución de los principios como punto de partida para avanzar

hacia una ética ya no metafísica, es decir, que ya no pretenda,

ni siquiera de modo subrepticio, construirse corno aplicación

práctica de una certeza teórica sobre fundamentos últimos.

En la ética de la finitud, el respeto por el otro no está ni siquiera

de forma remota basado en el presupuesto de que éste sea

portador de la razón humana igual en todos.

2.6.3.2. Filosofía y emancipación

Entre las consecuencias de la crisis del comunismo mundial y

del olvido en el que ha caído Marx, también puede mencionarse

la pérdida de confianza en el poder emancipador de la filosofía,

o sea, en su capacidad de producir efectos prácticos en la vida

individual y colectiva de la humanidad.

«Tesis sobre Feuerbach», que reclamaba a la filosofía la tarea

de no limitarse a interpretar el mundo, sino más bien de

transformarlo.

La autenticidad de la existencia no es cuestión del sujeto

individual, sino, mucho más, una cuestión que implica la

condición histórica, que él llama geschichtlich-geschicklich, _ y

que prefiero traducir como «histórico-destina.

Para pensar el ser, o para hacer la crítica de la ideología, es

preciso no detenerse -dice Heidegger- en la simple presencia

de lo que se da de forma inmediata.

Marx invita a criticar siempre la ideología en nombre de una

«verdad». El derecho del proletariado a hacer la revolución se

basa, a fin de cuentas, en el hecho de que sólo el proletariado

ve la verdad (del hombre, de la historia, incluso de la economía.

2.6.3.3. Dialéctica, diálogo y dominio

En una cultura que habla sin cesar sobre diálogo, nadie cree de

veras que el diálogo pueda ser una vía de solución a nuestros

problemas de relaciones entre individuos, grupos y culturas

diferentes. Aquellos que aún creen en esa retórica son

platónicos retrasados, o sea, metafísicos con una fe sólida en la

objetividad de la (de su) verdad y que siempre esperan verla

triunfar de un intercambio «no opacado»

Ahí donde existe diálogo como búsqueda de una verdad única,

el diálogo se resuelve siempre en conflicto, en lucha por la

dominación) Sin embargo, también debe afirmarse que el

diálogo nos ayuda a salir de los conflictos, en el sentido de que

la búsqueda de diálogo no puede no encontrar la exigencia de

terminar con la lucha violenta y la dominación.

No ignorar, en ninguna teoría, esa fase fundadora que implica

una iniciativa de emancipación que sólo puede ser llamada

«revolucionaria».

CONCLUSION:

1. la postmodernidad surge del fracaso del proyecto moderno de la ilustración

y del fin de los grandes sistemas filosóficos que buscaban una comprensión

totalizadora del mundo .El mundo de fines del siglo XX es un mundo en

donde existe un gran escepticismo y pesimismo por un modelo de sociedad

perfecta y se cuestiona una historia universal totalizadora, ya que se inclina

por una historia de los pueblos, comunidades e individuos.

2. El Posmodernismo designa el estado de la cultura después de las

transformaciones que han afectado a las reglas de juego de la ciencia, de la

literatura y de las artes a partir del siglo XIX.

3. El saber postmoderno no es solamente el instrumento de los poderes, sino

que hace más útil nuestra sensibilidad ante las diferencias, y fortalece

nuestra capacidad de soportar lo inconmensurable. No encuentra su razón

en la homología de los expertos, sino en la paralogía de los inventores.

4. Concluimos de la obra de Gianni Vattimo en el fin del modernismo, nihilismo

y hermenéutica en la cultura pos moderna. Sobre el transcurso de lo

moderno, al posmoderno y como también de la deshumanización.

5. El ser verdadero es más bien la luz dentro de la cual nos aparecen los

objetos o, mejor aún, el conjunto de presupuestos que nos posibilitan la

experiencia. .Para probar que una proposición corresponde de veras a un

estado de cosas, necesitamos métodos criterios modelos de los cuales

debemos disponer ya antes de cada verificación.

6. Para Heidegger, el Dios que puede salvarnos no es una entidad metafísica

dada de forma objetiva como siempre igual,

BIBLIOGRAFIA:

1. François Lyotard. La condición postmoderna - Informe sobre el saber.

Traducción de Mariano Antolín Rato. Ediciones Cátedra S.A. 1987. Bs.

Aires - R. Argentina. , Segunda edición: junio 1991.

2. Filosofía una perspectiva Crítica, editorial lumbreras

3. Vattimo Gianni, Adiós a la verdad.

4. Vattimo, Gianni, El fin de la modernidad.