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3.2. Traducibilidad de las Metáforas Existen opiniones muy diversas: 3.2.1. NIDA (1964) y VINAY & DARBELNET (1958/1960) parecen llegar a la conclusión de que nuestra figura es en esencia intraducible, y su opinión es compartida por DAGUT (1976 y 1987). La razón que se aduce es la siguiente: puesto que la metáfora es una creación única e irrepetible, por ello mismo será imposible el trasvase a otra lengua, pues lo que haríamos entonces sería crear otra metáfora nueva. La única solución posible es "explicar" la figura. Para DAGUT, la metáfora se basaría en un anisomorfismo, una imprevisibilidad pura que cerraría las posibilidades a cualquier tipo de sistematización. La única generalización posible sería en todo caso con referencia a un binomio textual. 3.2.2. La segunda postura, defendida por KLOEPFER (1967), REISS (1971) y MASON (1982), niega que ni siquiera exista este problema, es decir, que la traducción de la metáfora no constituiría un problema esencial sino que su dificultad sería equiparable a la de otro fenómeno cualquiera de la traducción. Consecuentemente, niegan la necesidad de una teoría de la traducción de la metáfora, puesto que sólo puede haber teoría de la traducción en general y cada metáfora ha de tratarse como un fenómeno único y aislado. El único problema de la figura, pues, sería su interpretación; en caso de no lograrse ni siquiera ésta, siempre se podría recurrir a una traducción "palabra por palabra". 3.2.3. Son fundamentalmente VAN DEN BROECK (1981), RABADAN (1991) y NEWMARK (1988) quienes defienden que la metáfora sí presenta dificultades particulares y muy específicas que requieren un tratamiento aparte. Además, sí se podrían hacer generalizaciones, igual que se hace con el resto de los fenómenos de traducción. RABADAN afirma además que la metáfora conforma una de las áreas de inequivalencia interlingüística, es decir, que presenta de modo recurrente dificultades para su trasvase. 3.2.4. La postura conciliadora está representada por SNELL- HORNBY (1988), que opina que ni la metáfora es intraducible, ni es totalmente traducible: la posibilidad de trasvase depende del texto en que se halle inserta y de factores ad hoc. Así pues, como podemos observar en la tabla que aparece a continuación, un 42% de los autores mencionados opina que la

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3.2. Traducibilidad de las Metáforas

Existen opiniones muy diversas:

3.2.1. NIDA (1964) y VINAY & DARBELNET (1958/1960) parecen llegar a la conclusión de que nuestra figura es en esencia intraducible, y su opinión es compartida por DAGUT (1976 y 1987). La razón que se aduce es la siguiente: puesto que la metáfora es una creación única e irrepetible, por ello mismo será imposible el trasvase a otra lengua, pues lo que haríamos entonces sería crear otra metáfora nueva. La única solución posible es "explicar" la figura. Para DAGUT, la metáfora se basaría en un anisomorfismo, una imprevisibilidad pura que cerraría las posibilidades a cualquier tipo de sistematización. La única generalización posible sería en todo caso con referencia a un binomio textual.

3.2.2. La segunda postura, defendida por KLOEPFER (1967), REISS (1971) y MASON (1982), niega que ni siquiera exista este problema, es decir, que la traducción de la metáfora no constituiría un problema esencial sino que su dificultad sería equiparable a la de otro fenómeno cualquiera de la traducción. Consecuentemente, niegan la necesidad de una teoría de la traducción de la metáfora, puesto que sólo puede haber teoría de la traducción en general y cada metáfora ha de tratarse como un fenómeno único y aislado. El único problema de la figura, pues, sería su interpretación; en caso de no lograrse ni siquiera ésta, siempre se podría recurrir a una traducción "palabra por palabra".

3.2.3. Son fundamentalmente VAN DEN BROECK (1981), RABADAN (1991) y NEWMARK (1988) quienes defienden que la metáfora sí presenta dificultades particulares y muy específicas que requieren un tratamiento aparte. Además, sí se podrían hacer generalizaciones, igual que se hace con el resto de los fenómenos de traducción. RABADAN afirma además que la metáfora conforma una de las áreas de inequivalencia interlingüística, es decir, que presenta de modo recurrente dificultades para su trasvase.

3.2.4. La postura conciliadora está representada por SNELL-HORNBY (1988), que opina que ni la metáfora es intraducible, ni es totalmente traducible: la posibilidad de trasvase depende del texto en que se halle inserta y de factores ad hoc.

Así pues, como podemos observar en la tabla que aparece a continuación, un 42% de los autores mencionados opina que la metáfora sí es traducible, aunque casi todos admiten un grado considerable de restricciones; un 25% afirma que la traducción de la metáfora no constituye un problema per se y por ello no requiere un estudio aparte; otro 25% opta por declarar a la metáfora intraducible, basándose en que se trata de una creación única imposible de reproducir en otra lengua; por último, un 8% adopta una postura conciliadora, que consiste en una absoluta contextualización de la metáfora, es decir, en no hacer generalizaciones a no ser con referencia a un binomio translémico en concreto y haciendo depender siempre la traducibilidad de la metáfora de un gran número de factores, tanto intratextuales como extratextuales.

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