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Trágico Edith Stein (1891-1942) VVALTRAUD IiERBSTRITH (TERESIA A MATRE DEI) mujer No es la primera vez que Edith Stein se encuentra al lado de mujeres cuyo paso por la vida, o cuya presencia aún en la misma, tiene un mensaje particular. La peculiaridad de esta presencia condiciona en cierto modo nuestra visión de Edith. Hay que admitirlo y aceptarlo. Aspiramos sobre todo a que quede visible el proceso espiritual de su vida, un proceso que ya desde un principio se desarrolla en circunstancias difíciles y que culminará en circunstancias trágicas. 1. ¿QUIÉN FUE EDITH STEIN? Edith Stein, discípula de Husserl, pedagogo, activa feminista, carmelita y mártir en la cámara de gas de Ausschwitz, es hoy cada vez más apreciada. En muchas ciudades existe una "Casa Edith Stein", una "Escuela Edith Stein", un "Colegio Edith Stein" o una "Calle Edith Stein". Alemania se hace cada vez más consciente de que en Edith Stein honra a una de sus muje- res más ilustres. Edith Stein nació en Breslau el año 1891. Fue el undécimo vástago de una familia judía dedicada a la industria de la ma- dera. Cuando tenía año y medio murió su padre; su madre hubo de dedicarse enteramente a mirar por el futuro de sus siete hijos (cuatro habían muerto de pequeños). El ejemplo de esta mujer creyente y de firme carácter dio a la familia consistencia y segu- ridad. Edith estaba especialmente unida a ella. La señora Stein

Trágico mujer · de almas, que el camino hacia la verdad no pasa en último tér mino por la ciencia, sino por la experiencia de la inhabitación de Dios en el alma humana. Edith

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Page 1: Trágico mujer · de almas, que el camino hacia la verdad no pasa en último tér mino por la ciencia, sino por la experiencia de la inhabitación de Dios en el alma humana. Edith

Trágico

Edith Stein (1891-1942)

VVALTRAUD IiERBSTRITH

(TERESIA A MATRE DEI)

mujer

No es la primera vez que Edith Stein se encuentra al lado de mujeres cuyo paso por la vida, o cuya presencia aún en la misma, tiene un mensaje particular. La peculiaridad de esta presencia condiciona en cierto modo nuestra visión de Edith. Hay que admitirlo y aceptarlo. Aspiramos sobre todo a que quede visible el proceso espiritual de su vida, un proceso que ya desde un principio se desarrolla en circunstancias difíciles y que culminará en circunstancias trágicas.

1. ¿QUIÉN FUE EDITH STEIN?

Edith Stein, discípula de Husserl, pedagogo, activa feminista, carmelita y mártir en la cámara de gas de Ausschwitz, es hoy cada vez más apreciada. En muchas ciudades existe una "Casa Edith Stein", una "Escuela Edith Stein", un "Colegio Edith Stein" o una "Calle Edith Stein". Alemania se hace cada vez más consciente de que en Edith Stein honra a una de sus muje­res más ilustres.

Edith Stein nació en Breslau el año 1891. Fue el undécimo vástago de una familia judía dedicada a la industria de la ma­dera. Cuando tenía año y medio murió su padre; su madre hubo de dedicarse enteramente a mirar por el futuro de sus siete hijos (cuatro habían muerto de pequeños). El ejemplo de esta mujer creyente y de firme carácter dio a la familia consistencia y segu­ridad. Edith estaba especialmente unida a ella. La señora Stein

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llevaba hábilmente el negocio y sacaba adelante a sus hijos airosa e inteligentemente. Cuando la situación económica de la ¡familia estuvo asegurada, permitió a sus dos hijas más jóvenes, Erna y Edith, haoer los ,estudios académicos (algo verdaderamente raro para una mujer por aquel entonces).

Edith Stein se mostró ya en la escuela como una mujer llena de entereza y tenacidad. Aprendía fácilmente e iba desarrollando un agudo sentido de observación, que le sería muy provechoso más tarde, cuando se dedicó a la Fenomenología. Aunque era la más joven de la familia, todos buscaban su consejo y ayuda por la claridad y seguridad de su juicio. Su CÍrculo de amigas contribuyó a afirmar en ella la conciencia de superioridad y de seguridad en sí misma. Tenía el sentimiento de haber nacido para algo grande. Pero esta seguridad en sí misma fue poco a poco sacudida por el problema del sentido de la vida.

Ni en la fe judía de su madre, ni en la postura liberal de sus hermanas encontraba Edith Stein alivio. Desde los trece años se confesó atea y anduvo sola su camino interno. Sus preguntas cen­tra1eseran: ¿Qué es la verdad? ¿Cuál es el sentido de la vida humana? Terminado el bachillerato,se matriculó en psicología en la Universidad de Breslau. Pero el método puramente mecá­nico usado a principios de siglo para la explicación científica de los prooesos anímicos, que reducía el alma a un manojo de per­cepciones sensoriales, no pudo satisfacerla. Ella buscaba algo más que los fenómenos transitorios; buscaba el "fundamento real de las apariencias cambiantes". Si se eliminaba de los procesos anímicos el espíritu, el sentido y la vida, no quedaba más que un "campo de ruinas" 1.

El traslado de Edith Stein a la Universidad de Gottingen en 1913 y su posterior actividad como asistente en Friburgo de Brisgovia (desde 1916 hasta finales de 1918) fueron motiva­dos por estos temas fundamentales: ¿Qué es el centro esencial del hombre? ¿Existe el alma? ¿Existe una verdad última válida? ¿Cuál es el objetivo al que se dirige la vida humana? En esta búsqueda de la verdad encontró Edith Stein una importante ayuda en el fenomenólogo Edmund Husserl. Husserl pertenecía a los pioneros de una nueva ciencia del espíritu y del alma. In­tentaba llevar a sus discípulos a una comprensión del "funda-

1 EDITH STEIN, Welt und Person, Herder, 1962, p, 64,

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mento de la realidad", y puso las bases de una nueva "vuelta al objeto", de manera que se hizo sospechoso de tomismo, Mu­chos de sus alumnos, por ejemplo, la congenial amiga de Edith Stein Hedwig Conrad-Martius, encontraron el acceso a los valo­res objetivos e incluso a la fe en el Dios vivo a través de la doctrina imparcial de su maestro. Mientras Husserl no llegó al final del camino que había emprendido, muchos de sus amigos se convirtieron a la Iglesia evangélica o a la católica. No sólo Husserl, sino también el fenomenólogo Max Scheler, que enseñó circunstancialmente en Géittingen, ensanchó su horizonte espi­ritual al enseñarla a considerar los valores religiosos, que le eran desconocidos hasta entonces. Edith Steinconfrontó el "mundo de los valores" de Scheler con conceptos como humildad, arre pentimiento, amor a Dios, etc. Se le abría un mundo nuevo que ella iba a repensar siguiendo el método fenomenológico, sin pre­juicios ni "anteojeras". A ello se añadieron experiencias de tipo personal.

El encuentro con cristianos convencidos, como, por ejemplo, el filósofo Adolf Reinach, la puso en contacto con la vivencia práctica de los valores religiosos. Comprendió que el amor al prójimo de un cristiano creyente se diferencia esencialmente de un afecto puramente humano. A la autoseguridad interna de la estudiante sucedió ahora una torturante pregunta, a la que tam­poco la filosofía podía dar una respuesta. La guerra mundial de 1914 le dio ocasión d~ cambiar el estudio por una obra prác­tica de amor al prójimo en un hospital de guerra. Desarrolló su trabajo con ejemplar espíritu de sacrificio, y volvió a la Univer­sidad sólo cuando su ayuda ya no fue necesaria.

En 1916 marchó Edith Stein a Friburgo como primera asis­tente de Husserl. Allí se doctoró con la nota más alta, dio cursos de filosofía y preparó el manuscrito de Husserl para su publi­cación. En el otoño de 1917 recibió la noticia de la muerte de Reinach en los campos de batalla de Flandes. Esto fue para ella una gran pérdida. En Reinach había encontrado por primera vez un amor y una bondad que superaban todas sus experiencias anteriores y parecían venir de otra esfera. Pero Edith Stein no podía o no quería cr'eer en esa otra esfera. La idea de Dios no tenía para ella realidad. Llena de oscuridad interna se dirigió a casa de la señora Reinach para ayudarle a ordenar la herencia

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literaria de su marido. Temía este encuentro, porque no sabía qué debía decir a la joven viuda. Inesperadamente fue ella misma la consolada. La conducta de la duramente probada señora Reinach hizo presentir a la atea Edith la fuerza redentora de la cruz de Cristo. No encontró a una mujer descorazonada, ni mal­diciendo su suerte, sino a una cristiana fortalecida por la espe­ranza en la vida eterna. Esta impresión fue fascinadora. Poco antes de su muerte decía Edith Stein al P. Hirschmann, ha­blando de esta gracia inicial: "Fue el momento en que mi incre­dulidad se derrumbó y brilló Cristo, Cristo en el misterio de su Cruz" 2.

La situación de la guerra mundial a punto de terminarse, el deseo de un trabajo cientLfico independiente ,Y los desengaños personales (su amigo el profesor ingarden dijo que a Edith Stein no se la había reconocido en Friburgo 10 que había merecido) contribuyeron a que se fuera haciendo cada vez más lúcida para la búsqueda de la verdad. Comenzó a leer el Nuevo Testamento, y se preguntaba si debía convertirse al protestantismo o al cato~ licismo. Intervino activamente en los sucesos de su tiempo, se interesó vivamente por el tema feminista y por la vida política. Escribió dos importantes estudios sobre la causalidad psíquica y ~l Estado. Entre 1919 y 1921 trató inútilmente -a pesar de la recomendación de Husserl- de conseguir una cátedra en alguna Universidad alemana. Por el mismo tiempo se derrumbaron sus esperanzas de casarse con un viejo amigo de estudios. Todas estas experiencias ens'eñaron a Edith Stein qué poco sólida era la confianza en la sola ciencia.

En 1921, durante un descanso veraniego en Bergzabern, se encontró ~n la biblioteca de su amiga la señora Hedwig Comad­Martius con la autobiografía de Teresa de Avila. Este libro la fascinó de tal manera que se 10 leyó en una noche. Cuando 10 cerró, era para ella claro que había encontrado la verdad. Te­resa de A vila -no sólo una de las mujeres más famosas de la literatura universal, sino también una santa de la Iglesia cató­lica- mostró a Edith Stein, como aguda psicóloga y conocedora de almas, que el camino hacia la verdad no pasa en último tér­mino por la ciencia, sino por la experiencia de la inhabitación de Dios en el alma humana. Edith Stein conocía ya por propia ex-

2 WALTRAUD HERBSTRITH, Das wahre Gesicht Edith Steins, Kaffke, 19763, p. 44.

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periencia este contacto del alma con un mundo dHerente de paz y d~ refugio supramundano, pero conocía también la resistencia de la voluntad dominada por la razón humana, que se cierra a estas experiencias precisamente porque la desbordan. En el en­cuentro con Teresa la gracia había tocado su voluntad y llevado su razón más allá de sus fronteras.

El día 1 de enero de 1922 se bautizó Edith Stein. Poco des­pués abandonó su actividad científica y se retiró a Espira para ejercer como maestra en la escuela de las dominicas. Esta acti"" vidad docente, que duró ocho años, fue para la convertida un tiempo de maduración y de desarrollo de nuevas pos~bilidades. Mientras a ella la irrupción de la gracia de Dios la constreñía a retirarse del medio vital en el que se había movido hasta ahora, el mundo dentífico se fijaba en sus estudios publicados en anua­rios filosóficos. El P. Przywara la animó a estudiar a Santo Tomás, y poco a poco se dio cuenta de que también la ciencia podía ayudar al seguimiento de Cristo. Esto lo aprendió sobre todo en Santo Tomás, cuyo mundo conceptual le costó mucho asimilar. Fruto de este esfuerzo fue la traducción de sus Inves­tigaciones sobre la verdad, en la que Edith Stein quiso entablar un diálogo entre la fenomenología y la philosophia pe'rennis.

El anhelo auténtico de Edith Stein era el Carmelo de Santa Teresa de Avila. Pero como no logró entrar sino después de diez años, durante ese tiempo se fue convirtiendo en una neoescolás­tica, de la cual afirmaba Husserl que la Iglesia católica no tenía otra de igual rango por aquel entonces. Otro campo de trabajo se le abrió a través de su actividad pedagógica. Su labor entre la juventud la estimuló a reflexionar sobre la urgente necesidad de una nueva educación de la mujer. Sus libros Die Frau y Frauen~ bildung und Frauenberufe son el resultado de sus numerosas conferencias dentro y fuera de Alemania. Cada vez se la invitaba más a hablar en congresos y reuniones sobre los problemas de la ,formación de la mujer. Se preocupó de planificar una reforma de la escuela, y se opuso a la orientación excesivamente mascu­lina de la formación académica de la joven, como ya lo había proclamado ~l movimiento feminista no confesional. El profesor Vierneisel, de Heidelberg, dijo de una reunión en Salzburgo: "La conferencia de Edith Stein convenció, porque respiraba el pathos del movimiento feminista, y la propia conferenciante encarnaba

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visiblemente sus pensamientos" 3. Edith Stein terminó con el general e "indeterminado algo" que se enseñaba a las jóvenes en la formación superior, .Y con las representaciones de la mujer como "gloria del hogar". No debía impedirse a la mujer ninguna posibilidad en el campo intelectual, aunque guardando siempre su puesto lo perculiar i'emenino.

Esbozó la imagen de la mujer desde la perspectiva bíblica como compañera del hombre y madre de la vida que de ella brota. Este carácter de compañera y madre no se limita al as­pecto anímico-corporal, sino que exige también consorcio y en­trega maternal a la mujer soltera y dedicada a una actividad profesional. Sea jurista, médico, profesora o cualquier otra cosa, la mujer es siempre compaiicra del hombre, que pone en la misma profesión un acento distinto y nuevo, es decir, el feme­nino. Edith Stein tenía una clara idea de 10 que la mujer podía dar a la sociedad, pero adv'ertía bien que ello no debía perjudicar los valores propios de la mujer. Oponiéndose al materialismo y biologismo rechazó un orden social que "negaba radicalmente la educación, la peculiaridad y el destino propio de la mujer, y que no deja lugar a una orgánica colaboración de los sexos ni a una configuración orgánica social, sino que quiere empotrar a todos los individuos, como átomos indi.ferenciados, en una actividad económica mecánicamente regulada". Asimismo recha­zó un orden social y una educación "que valora a la humanidad y a la relación entre los sexos de manera puramente biológica, que desconoce la importancia específica y la principalidad del espíritu en relación con lo vital, e ignora por completo umi. orien­tación sobrenatural" 4.

Edith Stein no veía la contribución de la mujer a una sana vida social ni en una sumisión esclavizante, ni en una autoafir­mación 'arrogante. Pedía a la mujer un sentido de amor servicial que penetrara todos los campos, desde el manual hasta el inte­lectual, y que la hiciera fecunda para la vida del pueblo. Por eso reflexionó sobre los deberes del Estado y de la Iglesia en rela­ción al programa de formación. "Como poder organizado, el Es­tado tiene, más que ninguna otra contextura social, la posibilidad de cultivar y fomentar en su seno todos los objetivos terrenos o también d{! oprimirlos. La existencia y desarrollo de la familia

3 Ibd., p. 96. 4 EDITH STEIN, Die Frau, Herder, 1959, p. 157.

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dependen de su protección. El tiene también la posibilidad de intervenir en el campo de la educación y de la formación. En cierto sentido esto forma parte incluso de la seguridad de su existencia ... Cuando ... ~l Estado o la iniciativa privada no solu­cionan suficientemente el problema de la formación, o lo mien­tan de una manera que no puede estar en consonancia con los objetivos sobrenaturales, es derecho de la Iglesia fundar sus pro­pias organizaciones y tomar en sus manos la tarea de la forma­ción ... Si ~l Estado quiere realizar convenientemente dicha tarea, debe hallar personas apropiadas para ello, y dispuestas a llevarlo a cabo en su nombre, es decir, necesita educadores que sean verdaderos padres y madres" 5.

Estado, Iglesia y I:¡'amilia no deben entrar en conflicto, sino que deben limitarse a su correspondiente papel. La usurpación dictatorial por parte del Estado, el .falso desempeño de sus dere­chos por parte de la Iglesia, y la falta de equilibrio en el come­tido que corresponde en la educación al hombre y a la mujer, son factores perturbadores de una educación ,eficaz. Puede ima­ginarse la impresión que causaron las conferencias de Edith Stein no sólo en las mujeres, sino también en los hombres.

Un nuevo radio de acción se abre para Edith Stein en 1932 a través de su actividad científica y pedagógica en Münster (Westfalia), ~n la Escuela Superior de Pedagogía. Con alegría y energía se fue familiarizando con sus nuevas tareas. Pero era consciente de su larga ausencia de la palestra científica, y pensó que no podría llenar todas las lagunas. "No es nada agradable -escribía- estar en un puesto de responsabilidad para el que le faltan a una tantas cosas necesarias, y se tienen pocas pers­pectivas de poderlas conseguir. Pero mientras los indicios insi­núen que el Señor me quiere en este puesto no puedo desertar" 6.

Muy pronto la mostró el Señor que tampoco este sitio era para ella el definitivo. La subida de Hitler al poder trajo como con­secuencia la discriminación de los judíos. También Edith Stein fue víctima de ella. Ella caía bajo las leyes para los no arios, y ya en 1933 fue removida de su puesto de profesora. Ahora tenía el camino libre para realizar su auténtico deseo, el que había mantenido siempre en medio de su actividad científica y pedagógica: la entr,ega radical a Dios en una Orden contempla-

5 Ibd., pp. 162 Y 167. 6 Cartas a Hedwig Conrad-Martius, Estella, Edit. Verbo Divino, 1963, p. 12.

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tiva. Declinó una invitación para ir a Suramérica, y entró en el Carmelo de Colonia en el otoño de 1933. A muchos causó extra­ñeza que una mujer tan bien dotada cambiara su brillante acti­vidad por una monótona vida de penitencia y de sencillo trabajo manual.

La entrada de: Edith Stein en el Carmelo no puede ser medi­da con reglas humanas. No la impulsaron a ello ni la huida del mundo, ni el pesimismo, ni las desilusiones. Su seguimiento de Cristo dentro de una clausura, que parecía separada de la forma normal de vivir, era respuesta a una llamada de Dios que se le había hecho ya hacía tiempo, y a la que ahora podía responder ayudada por unas circunstancias favorables. Mientras los nazis pensaron poder postergarla privándola de su puesto, la prestaron más bien un servicio por el que ella estaba agradecida. Cuando en el locutorio de Colonia pidió su ingr.eso en la Comunidad, expresó los motivos de su vocación con estas palabras: "No pue­de ayudarnos la actividad humana, sino la pasión de Cristo. Mi deseo es participar en ella" 7. Esto era todo un programa de vida; para llevarlo a cabo le quedaban aún nueve años.

El papel que Edith Stein había desarrollado en el mundo continuó desarrollándolo en el Carme10, aunque de otra manera. Para ella no había ninguna diferencia es·encia1 entre el sencillo trabajo manual y la actividad intelectual. La convivencia con "sencillas" mujeres no la veía como una humillación, sino como un enriquecimiento y como una ayuda para avanzar rápidamen­te en el camino del amor. Lo que ella pensaba sobre su vocación intelectual dentro de la sencillez del Carmelo, aparece claro en las palabras con las que caracteriza la tensión que puede surgir cuando el intelectual se considera ilegítimamente superior al sen­cillo hombre del pueblo: "Cuando la razón se arriesga a dar de sí el máximum, es cuando llega a sus propios límites. Corre en busca de la verdad última y más alta, y descubre que todo nues­tro saber ·es una chapuza. Entonces se desmorona nuestra sober­bia, y vemos dos cosas: o nuestra razón cae en la desesperación o se postra respetuosamente ante la verdad inescrutable, y acepta humildemente en su fe lo que la actividad natural de la razón no puede alcanzar. Entonces el intelectual consigue a la luz de la

7 THERESIA A MATRE DEI, OCD, Edith Stein aut der Suche nach Gott, p. 9. Estas palabras no se hallan en la traducción castellana: Edith Stein. En busca de Dios. Estella, Edit. Verbo Divino, 1974'. Si, en cambio, en la I.n edic., 1969, p. 9.

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verdad eterna la justa relación a su propio entendimiento. Ve claramente que las verdades más elevadas y últimas no son des­cubiertas por la razón humana, y que en las cuestiones más esen­ciales, y por tanto en la vida práctica, un hombre sencillo, en fuerza de una más alta iluminación, puede ser superior al sabio más ilustre. Por otra parte reconoce la esfera legítima de acti­vidad de la razón natural .Y desarrolla aquí su trabajo lo mismo que el labrador cultiva su campo, como algo bueno y útil, pero muy limitado, como toda obra humana. El que llega hasta aquÍ, no mirará ya a nadie "por encima del hombro". Tendrá aquella sencilla y natural bondad, aquella profunda modestia sin hipo­cresía, que vence todas las barreras con desenvoltura y libertad de espíritu. Podrá expl'esarse sin recelo entre el pueblo en su lenguaje intelectual, porque para él es tan natural como lo es el popular para el pueblo, y porque no le concede más categoría que a éste. Y podrá dedicarse a sus problemas intelectuales, porque ésta es su profesión; utilizará su razón como el carpintero utiliza la mano y la garlopa, y cuando pueda ser útil a los demás con su trabajo, estará dispuesto a ello con sumo gusto" 8.

Edith Stein hubo de utilizar también en el Carmelo su razón "como el carpintero la mano y la garlopa". Después de haberse ocupado durante año y medio de todos los trabajos de la casa que se le ofrecían, el Provincial de los Carmelitas expresó su deseo de que terminara su trabajo para presentación a cátedra Akt und Potenz, que se había quedado en mero proyecto. Este difícil trabajo intelectual no era fácil de encuadrar dentro del horario normal de vida del Carmelo.Pero en dos años de labo­riosa actividad logró refundir aquel estudio en la obra Endliches und Ewiges Sein. Por causa de la persecución de los judíos no pudo tener la alegría de verlo publicado. Terminado el manus­crito, volvió a ocuparse de los trabajos de la casa. Al mismo tiempo escribía pequeños trabajos que le pedían las revistas. En su interesante artículo Gebet der Kirche se vio lo profundamente que había penetrado en la misión del Cm'melo, es decir, en el seguimiento orante y víctima propiciatoria. En la relación viva del hombre con Dios ve Edith Stein el medio de salvación de una época amenazada por el materialismo. El hombre orante es el hombr,e maduro, mayor de edad, porque no vive de sus pro-

8 EDITH STEIN, Del' Intellekt und die Intelelctuellen, en: Das heilige Feuer, 18 Jg., 1931, pp. 271/72.

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pias y limitadas fuerzas, sino de la fuerza de Dios. Esta fuerza convierte también a la mujer en apóstol, en signo visible de la redención y restauración del mundo en Cristo. "El Señor escogió con predilección como instrumentos suyos, para realizar algo grande en su Iglesia, a mujeres que, como María, se olvidaron totalmente de sí mismas identificándose con la vida y sufrimien­tos de Cristo: Brígida, Catalina de Siena; y cuando Santa Teresa, la animosa reformadora de su Orden en la época de la gran apostasía de la fe, quiso ayudar a la Iglesia, vio el remedio en la r,enovación de la verdadera vida interior" 9. No se trata de oponer la liturgia de la Iglesia como oración subjetiva a la inte­rioridad subjetiva. Sólo la acción interna es el acto personal que da consIstencia a la oración objetiv::l y a la vez se alimenta de ésta. Esa interioridad es la acción más pura, la presencia salva­dora del amor de Dios en el pobre instrumento humano.

Colonia no {ue la última estación para Edith Stein. Las cir·~

cunstancias políticas la obligaron a dejar su querido Carme10 y a escapar a Echt, en Holanda. Allí fue recibida con gran amor, que 1e ayudó a sobrellevar la difícil suerte de sus hermanas y amigos, gran parte de los cuales cayeron víctimas de la persecuc

ción contra los judíos. En los años que siguieron al estallido de la guerra, Edith Stein tuvo cada vez más clara conciencia de que Dios le pedía el sacrificio de su vida. Rehusó los ofrecimien­tos que se le hicieron de ·emigrar a América. Es verdad que in­tentó, junto con su hermana Rosa, que atendia la portería del convento de Echt, trasladarse a Suiza.P,ero presentía que eso no era la auténtica solución de su futuro. En los últimos nueve me­ses antes de su prisión, trabajó en un estudio sobre S. Juan de la Cruz. La meditación de sus obras -junto a la guía de Teresa de Avila- había dado sentido y objetivo a su vida carmelitana. Considerando el camino del alma hacia Dios tal como 10 pre­senta Juan de la Cruz, comprendió Edith Stein que nadie tiene un amor tan grande como el que da la vida por sus amigos. Vio claramente que la vida en la verdad exige enfrentarse al mal, y que este mal no es una ilusión o una debilidad humana, sino una fuerza espiritual, que puede robar a los hombres su dignidad. Hacia el final de este estudio, escrito apresuradamente, encon­tramos estas palabras: "Cristo Jesús inicia su obra de conquista

9 EDITH STEIN, Das Gebet der Kirche, Karmel Ktiln, 2. AUfl., 1965, p. 19.

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de las almas, exponiendo su propia vida por la vida de aquéllos, en lucha contra los propios enemigos y los de las almas. Expulsa a Satanás y demás espíritus malos, donde quiera que tiene un encuentro personal con ellos. Arranca a las almas de su tiranía. Desenmascara sin miramiento ninguno la malicia humana, donde quiera que se le enfrenta ella, ciega, embozada o empedernida. Tiende su mano a todos aquellos que reconooen su condición pecadora, la confiesan arrepentidos y anhelan librarse de ella. Pero reclama de ellos que le sigan incondicionalmente y renun­cien a todo lo que en sus almas se oponga a su espíritu, al espí­ritu de Dios ( ... ). El aniquilamiento progresivo de la naturaleza da cada vez más y mayor Cfl'bida a la luz de arriba y a la vida divina. Esta se apodera de las fuerzas naturales y las transforma, espiritualizándolas y divinizándolas. De esta manera viene a ve­rificarse una nueva encarnación de Cristo en los cristianos, equi­valente a una resurrección tras la muerte en cruz. El nuevO. hombre ostentará las señales de las llagas de Cristo subre su cuerpo" 10.

El 2 de agosto de 1942 Edith Stein fue arrancada de su con­v-ento con salvaje violencia por la SS. Como acto de venganza contra la carta abierta de los obispos holandeses, fue deportada a Auschwitz junto con numerosos compañeros de infortunio, y allí murió -probablemente el 9 de agosto- en la cámara de gas. Su vida muestra, por su amor a la verdad, su rectitud y su ca·­pacidad de entrega, a qué dignidad está llamado el hombre. Ni el odio, ni el racismo, ni las masacres, ni la discriminación de cualquier tipo pueden dañar al hombre que ha conocido su voca­ción a la unión con Dios. La vida y muerte de Edith Stein se han convertido en señales que r-evelan la victoria del amor de Dios contra toda la tenebrosidad de la culpa humana. Son un rayo de esperanza de la unidad del mundo en la paz y libertad que desean todos los hombres de buena voluntad.

n. EL CAMINO ESPIRITUAL DE EDITH STEIN

El camino de Edith Stein se realiza en tres etapas o modos de existencia, que podemos describir más concretamente con los conceptos de ateísmo-filosofÍa-fe. En esta gradación podemos ver que Edith Stein es una persona de nuestra época, con los pro-

10 EDITH STEIN, La ciencia de la Cruz, San Sebastián, Edie. Dinor, 1959, pp. 355-356.

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blemas, convulsiones e ideas del siglo. Lo que llama la atención en 'Su evolución espiritual es su fidelidad a 10 que ella cree ser la verdad. El encuentro con la verdad tiene lugar por etapas; es decir, Edith Stein va avanzando paso a paso, un conocimiento prepara el camino a otro. Esto exige un constante ajuste y a'uto­rectificación. El espíritu investigador debe cambiar de ideas, to­mar nuevos caminos, unir las nuevas perspectivas a las antiguas o abandonar viejos caminos. El único objetivo es la verdad, se pregunta por el sentido de la existencia, se busca la armonía entre el pensamiento y la acción.

Edith Stein, en su búsqueda de la verdad, de la norma de los valores objetivos que dan luz a la vida, se ha decidido por el camino de la filosofía. Pero si se considera atentamente su tra­yectoria vital, se ve que se ofrecían a su talento muchas posibili­dades de autorrealización. Aparte de sus cualidades prácticas femeninas, con las que hubiera podido fundar una familia o de­dicarse a profesiones pedagógico-sociales, muestra también una inclinación y una gran perspicacia en el campo político. Se puede uno imaginar a Edith Stein no sólo como educadora o sociólogo, sino también en puestos de responsabilidad en la esfera política. Ha aceptado la suerte tal como le ha sido reservada, y, ayudada por factores externos e internos, ha querido ante todo esclarecer la cuestión fundamental: ¿Qué es la verdad? Cuando murió, a los cincuenta y un años, había mostrado cómo a través de una búsqueda honrada e imperturbable se pueden solucionar ciertas cuestiones en el camino hacia la 'Verdad.

El optimismo del siglo XIX, para el que las ciencias positivas eran el valor absoluto, comenzó a declinar con el cambio de siglo. Los prejuicios racionalistas y las corrientes a ellos unidas, el escepticismo, el psicologismo y el subjetivismo, provocaron una crisis en la ciencia. La pretensión racionalista fracasa ante las necesidades existenciales. "El ideal de la Edad Nueva, que fue también el de la Antigua, de construir una filosofía que in­cluyera todo lo existente dentro de un sistema racional, y confi­gurara la vida entera mediante módulos racionales, ha fracasado. Este ideal ha nacido en conexión con las modernas ciencias matemáticas de la Naturaleza; lo decisivamente nuevo frente a la Edad Antigua es el ideal del método matemático. Este método debe ser seguido hasta sus orígenes y discutido en cuanto a su

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significado, porque el desconocimiento de este significado, y la ampliación de su campo de aplicación motivada por ese desco­nocimiento son los culpables del ,fracaso de la filosofía moder­na" 11.

Este desvío está en el fundamento del concepto moderno de naturaleza, que, como mundo corpóreo cerrado en sí mismo, excluye todo 10 anímico, para investigarlo después siguiendo el método científico natural. Las leyes matemáticas son el verda­dero ser de la naturaleza, lo objetivo, El m1mdo de los sentidos es sólo lo subjetivo 12.

Dos pensadores ayudan a Edith Stein a superar los prejui­cios racionalistas: Husserl y Max Scheler. Husserl viene del mundo de las matemáticas. Incorpora el método estrIctamente científico de las ciencias positivas, pero no quiere aceptar sin examen el fundamento pre-científico. Se plantea preguntas corno éstas: ¿Qué es el Estado? ¿Qué es el pu~blo? ¿Qué es el alma? Se aparta de la manera de pensar cliticista de la filosofía mo­derna inaugurada por Descartes, esbozando la idea de una onto­logía formal. Su Investigaciones lógicas está dedicada a los análisis ontológicos formales y materiales. Ellas abren a Edith Stein una nueva perspectiva de la realidad y objetividad del ser. La fenomenología de Husserl no se orienta sólo a la metodología de las ciencias, sino a la cosa misma. Este procedim1ento se ve como "vuelta al objeto", y posibilita la vuelta a antiguas tradi­ciones: Platón, Aristóteles y la escolástica 13. Investiga la estmc­tura esencial del mundo objetivo, e incluye en esa investigación el gran "campo de la conciencia", no sólo un aislado "cogito", como Descartes. Husserl no se apoya sólo en la experiencia sen­sorial, como hace el empirismo, sino que pretende llegar a una ciencia de la esencia a través de la intuición de la esencia. La idea que nos suscitan los fenómenos, las cosas, no es sólo expe­riencia sensorial, sino también acto espiritual. Con este descu­brimiento se abre a Edith Stein y al círculo de discípulos de Husserl todo un mundo de 'Verdad.

Mirando hacia atrás escribe Edith Stein: la "psicología cien­tífico-natural del siglo XIX está hoy superada en cuanto a sus concepciones básicas. El redescubrimiento del espíritu y el es-

11 EDITH STEIN, Welt una Person, Verlag Herder, Freiburg, 1962, p. 36. 12 Iba., p. 34. 13 Iba., p. 9.

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fuerzo por construir una legítima ciencia del espíritu son con seguridad uno de los cambios más grandes que se han producido en los últimos decenios en el campo científico. Y no sólo se ha hecho de nuevo justicia al espíritu y a la plenitud de sentido de la vida anímica, sino que también se ha redescubierto su funda­mento real, aunque todavía hay psicólogos ... que juzgan ilegí­timo hablar del alma en un contexto científico" 14.

Los años de la primera guerra mundial transcurren para ella en medio de mucho trabajo. Se prepara para el examen estatal en Historia y Germanística, y pide a Husserl una orientación en un tema de doctorado sobre la "impatía". Al mismo tiempo siente la urgencia de traducir sus ideas en un obrar desintere­sado. Se ofrece de enfermera a un hospital austríaco de apes­tados. Se entrega a este trabajo con el mismo afán con que se había entregado hasta ahora al estudio, con la misma intensidad y con el mismo sentido de la responsabilidad. Cuando ya no es necesaria, vuelve a su estudio, rogando la llamen de nuevo en cualquier momento de necesidad. En 1915 hace su examen esta­tal y pasa a ser asistente de Husserl, en 1916, en la Universidad de Friburgo. Allí se doctora en 1917; el tema de su tesis es la "impatía". En su disertación leemos: "Al encontrarnos impáti­camente con un área de valores a la que estábamos cerrados, nos hacemos conscientes de una deficiencia o de un falso va­lor" 15. La disertación termina preguntándose si la experiencia religiosa no será acaso también un ~enómeno digno de tenerse en cuenta.

De 1918 a 1921 pasa Edith Stein por un período de crisis religiosa. Sus cartas al profesor Ingarden reflejan su proceso in­terno 16. Tras dos años de actividad como asistente, Edith Stein está preparada para colaborar con Husserl como compañera in­dependiente. Pero no soporta por más tiempo estar personalmen­te al servicio de Husserl preparando sus manuscritos. Anhela in­dependencia y tranquilidad para reflexionar sobre los cambios que están sucediéndose en su espíritu. Le gustaría hacer oposi­ciones a cátedra. Pero en el tiempo de la postguerra hay pocas perspectivas, especialmente para una mujer. En medio de su pro-

14 Ibd., p. 64. '5 EDITH STEIN, Zum Problem der Einfühlung, Inauguraldissertation, Halle, 1917,

p. 13. 16 Philosophy and Phenomenologial Research, A Quarterly Journal, Vol. XXIII,

Dec. 1962, Nr. 2, pp. 161 ss.

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pia apurada situación y de la de un pueblo vencido y aparente­mente sin salida, conserva vivo su optimismo ante la vida, y su confianza en el desarrollo del espíritu. "Todo lo que ahora (1917) es tan horrible, y que yo no qu1ero ciertamente paliar, es el espí­ritu que debemos superar. Pero el nuevo sepíritu ya está ahí, y quiere claramente imponerse. Le tenemos clarísimo en la filosofía y en los inicios de un nuevo arte: el expresionismo. Tan cierto como es que el materialismo y el naturalismo han sido ya supe­rados, así lo es que el nuevo espíritu se hace presente en todas las esferas de la vida (aunque lentamente y a base de dolorosas luchas)" 17,

En el tiempo de la postguerra tomn p(lrte (lctivn en el c(lmpo poLítico. Para ella 110 hay po_red de separación entre "individuo y sociedad", entJ1e vida privada y bien público. Sabe, sin em­bargo, delimitar bien las fronteras entre el aspecto personal del hombre y las exigencias del Estado. Confía en la evolución del espíritu en los pueblos y cree en la victoria del bien en los hom­bres. Pero ve también el trágico encadenamiento del bien y del mal, la autosuficiencia y limitación de cada ser humano. Su espí­ritu humanitario exige del Estado una dirección prudente y me­surada del individuo, y un respeto a los impulsos personales, "intraanÍmicos" 18.

Edith Stein ve el peligro de los "ismos" políticos y del len­guaje violento de los jerarcas marxistas. A pesar de ello no pier­de su fe en el "reino del espíritu", en la victoria de un orden objetivo de valores. Son dignos de atención sus 'estudios sobre "Causalidad psíquica" e "Individuo y comunidad", concebidos corno contribuciones a la fundamentación filosófica de la psico­logía. Se aleja igualmente de un insano individualismo de cuño liberal y de un estatalismo que atropella autoritariamente la dig­nidad personal. Para ella lo importante es un "cosmos espiri­tual", surgido de los actos de conciencia que están en "ensam­blaje con el mundo". El "sujeto de la vida consc1ente es el puro yo, que no es otra cosa que el punto de irradiación de la vivencia sin ninguna especificación cualitativa. El sujeto de la vida del espíritu es la persona, que es un centro de acción cualitativa­mente determinado, y determinado como único e irrepetible; su cualidad es la que da plena concreción a los actos que de ella

17 Selección epistolar, Madrid, Edit. de Espiritualidad, 1976, p. 42. 18 Cfr. Eine Untersuchung über den Staat, en Jahrb. t. Philosoph. -u. Phiinomenolog.

Forschung, 7. Bd., Verlag Niemeyer, Halle, 1925, p. 120.

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surgen. Es además la fuente de energía de la que se alimentan los actos; no saca sólo su fuerza vital de sí misma, sino que expe~ rimenta las aportaciones del mundo objetivo; y el mundo obje­tivo, en cuanto aporta o roba fuerzas a la subjetividad, pertenece al cosmos espiritual como 'espíritu objetivo'" 19.

En 1921 se convierte Edith Stein al catolicismo. En el diá­logo que establece entre Tomás de Aquino y su educación feno­menológica, permanece fiel a sí misma. Se acerca sin prejuicios a la obra del Aquinate. Le interesa el conocimiento de la verdad, ahora sobre la base de la fe, y a este modo de proceder no está acostumbrada. No se asusta y lucha con los conceptos de este pensador medievaL Lucha que da su fruto y tiene su expresión en su Husserl Phanomenologie und die Philosophie des heiligen Thomas von Aquino (1928), y en su manuscrito Ala und Pdtenz, que más tarde refundirá bajo el título de Endliches und Ewiges Sein; y además en la traducción en dos tomos de la obra de santo Tomás De' Veritate. Fruto de ello es también su contacto con la Neo-'escolástica.

Además de Husserl y Max Scheler, influye en Edith Stein Heidegger. Con instinto certero capta lo esencial de su filosofía, aunque no pudo seguir su posterior desarrollo.

Edith Stein sabe que la verdad no se debe sólo investigar, sino ante todo hacer. Su búsqueda de la verdad filosófica, am­pliada después por las cuestiones teológico-religiosas, se convierte en un elemento integrante de su vida práctica y de su cosmo­visión. Su acción personal es para ella la realización de los 'Va­lores conocidos. Esta realización es puesta tan radicalmente en práctica, que ya mucho antes de su vida en el Carmelo se hace visible en ella el ,fenómeno de lo santo. Muchos de los que estu­vieron en contacto con ella, y de los que se preocupó espiritual o corporalmente, se sintieron atraídos hacia ella por eso.

Ya dentro del Carmelo refunde, como hemos dicho, su tra­bajo de habilitación Acto y Potencia en otro que titula Ser tem­poral y eterno. Este trabajo es el intento de una persona edu­cada en la visión fenomenológica de la esencia de entrar en contacto con un pensador medieval. Es convincente la fuerza con que su espíritu dialoga con el mundo tan distinto del Aqui-

19 Individuum und Gemeinschaft, en Jahrb. f. Philosoph. u. Phiinomenolog. Forschung, Verlag Niemeyer, Halle, 1922, p. 279.

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nate. Su vivo lenguaje hace posible no sólo mirar habia el tra­bajo intelectual de los siglos pasados, sino también intentar haoer presente esta herencia por medio de un diálogo fructífero. En lenguaje tranquilo y persuasivo trata en primer lugar las cuestiones fundamentales sobre las que la obra se basa. 'Por ejemplo: "La cuestión del ser en el couer de los tiempos", las "Dificultades de la expresión verbal", "Sentido y posibilidad de la 'Filosofía cristiana"'. Aquí aparece su facultad de mostrar la conexión de las cuestiones, y de poner en relación las distin­tas corrientes intelectuales. En los capítulos siguientes estudia todo el "círculo del ser" para penetrar en sus "leyes internas" y en la "multiplicidad de su sentido". Lo hace por medio del concepto tomista del "acto y la potencia", pero dentro de una perspectiva fenomenológica.

Sigue estudiando después el "ser esencial y verdadero", el concepto aristotélico de sustancia, los trascendentales (el ser como ta1), la imagen trinitaria de la creación, y la fundamen­tación del ser individual, para terminar con una mirada a Cristo como el centro interior de la unidad del género humano.

La debilidad de la obra está quizá allí donde Edith Stein abandona el análisis filosófico en beneficio de una interpreta­ción teológica. No está familiarizada con el campo de la inves­tigación teológica. La forma más alta de conocimiento es el amor, pero aquí termina la argumentación filosófica, y entramos en la esfera de la mística, de la sabiduría de Dios o de la teo­logía mística, como dice Dionisio Areopagita.

Hacia el final de su vida logra Edith Stein dar un nuevo paso en esta dirección, investigando la teología simbólica del Areopagita. Titula este estudio Wege del' Gotteserkenntnis (Ca­minos del conocimiento de Dios). Los análisis de este libro so­bre la teología positiva y la teología negativa, y sobre la relación entre ambas, sirven de fundamento para su obra siguiente, Kreu­zeswissenschaft (La ciencia de la cruz), un estudio sobre San Juan de la Cruz (1941-42). Edith Stein usa aquí menos con­ceptos tomísticos, centrándose en su investigación de la obra del Santo en la visión profunda de los procesos anímicos y en los sucesos de conciencia, que ella presenta fenomenológica­mente en su relación con las intervenciones de Dios. De nuevo tenemos aquí un auténtico diálogo, esta vez con las experiencias

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de este místico. Su análisis demuestra una profunda comumon de vivencias internas. En lenguaje sobrio se explican los mis­teriosos contactos de lo divino en la esfera anímico-espiritual. No está en primera fila el problema del conocimiento, sino la ciencia de la cruz, la necedad del no entender, la dolorosa conversión de la razón, de la actividad natural del conocer, a la ciencia divina. Husserl y Scheler, Tomás y Juan de la Cruz: siempre recorre Edith Stein el camino del conocimiento hasta el punto en el que se le aparece la luz de lo santo requiriéndola existencialmente de tal manera, que se convierte en su forma de vida. Edith Stein no pudo retocar la obra sobre S. Juan de la Cruz. Su estilo es desigual; la terminología se acerca a veces a lo edificante. A pesar de ello, este trabajo constituye una bue­na introducción al mundo sanjuanista. Con la Ciencia de la Cruz termina su producción.

Lo que de ella nos queda, al fin de cuentas, es que había logrado integrar la verdad y la vida práctica. Su experiencia de Dios la capacitó para aceptar la theologia crucis como forma de vida y para entrar así en la verdad de la resurrección de Cristo. En sus palabras sobre Juan de la Cruz parece insinuar su propia suerte: "Sobre estas almas derramará su luz y vida divinas; pero como esta luz y esta vida aniquilan irresistible­mente todo 10 que las contradice o se les opone, las almas las experimentan, ante todo, en forma de noche y de muerte. Es la noche oscura de la contemplación, la crucificación del hom­bre viejo.

La noche será tanto más oscura y la muerte tanto más atroz, cuanto el asedio del amor divino se haga más apretado e insistente sobre el alma, y cuanto más sin reserva el alma se entregue a él. El aniquilamiento progr,esivo de la naturaleza da cada vez más y mayor cabida a la luz de arriba y a la vida divina. Esta se apodera de las fuerzas naturales y las transforma, espiritualizándolas y divinizándolas. De esta manera viene a verificarse una nueva encarnación de Cristo en los cristianos, equivalente a una resurrección tras de la muerte en Cruz" 20.

Humanamente hablando, es lamentable que un espíritu como el de Edith Stein, tan humano, tan honradamente luchador, tan clarividente, enmudeciera tan pronto. Nos queda su ejemplo,

20 EDITH STEIN, La ciencia de la Cruz, San Sebastián, Edic. Dinor, 1959, p. 356.

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que es encargo y recomendación de practicar su método de pura objetividad, sus esfuerzos en pro de una comprensión intelec·· tual de la verdad y su profunda penetración de la unidad que está en la base de todos los anhelos humanos. Su respeto a la dignidad del hombre, a la irrepetibilidad de la persona humana, y su valerosa muerte por los demás, libremente aceptada, son para nosotros una luz en el camino hacia la verdad.

In. EL PAPEL DE LA MUJER SEGÚN EDITH STEIN

Desde 1929 el nombre de Edith Stein comenzó a sonar den­tro y fuera de Alemania por sus conferencias en diversos luga­res. No se trataba ahora de los círculos filosóficos, sino del sec­tor de la formación y educación de la mujer. Torna partido en los problemas de la mujer moderna, emancipada, profesional, aclarando y abriendo caminos. Se la escucha con sumo interés. Sus conferencias son reunidas posteriormente en sus libros Die Frau (La mujer) y Frauenbildung und Frauenberufe (Forma­ción y profesiones de la mujer). Edith Stein quiere hacer des­pertar a la mujer para las tareas que la esperan en la política, la escuela y la vida familiar. Termina con las idílicas repr,esen­taciones de la mujer y la enseña su papel de complemento del hombre. Se preocupa de los planes de reforma de la Escuela, hasta ahora unilateralmente orientada a la educación masculi­na. Lo decisivo no es que la mujer sea en todo igual al hombre, sino que ella aporte nuevos valores del espíritu y del corazón a la vida profesional, orientada de forma exclusivamnete mascu­lina.

En ~l campo político, económico y cultural se echa con frecuencia de menos la voluntad de inteligencia mutua, de me­diación, de servicio a los demás, en una palabra, de respeto a la dignidad de la persona humana. Este es el campo propio del papel femenino. La técnica ha acercado a todos los pueblos de la tierra. Cualquier auto afirmación egoísta en el orden eco­nómico o cultural, cualquier entes amiento de los frentes tiene consecuencias catastróficas. Muchas palabras de Edith Stein suenan proféticamente. La mujer no puede seguir mirando con indiferencia cómo la vida d~l Estado y de los pueblos va to­mando formas que impiden el desarrollo sano y libre del hom-

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bre 21. Reclama una educación auténtica e integral de la mujer. Escribe: "Se dice que 'a la mujer le basta con amar y que no Le interesa preguntar demasiado el qué y para qué'. Pero éste es el peligro grave de desviación y de falta de objetivo y orien­tación. En esas palabras se pone en claro la importancia de la dirección masculina, pero eso no significa renuncia al propio juicio ni vocación de dependencia. La inteligencia puede y debe ser necesaria para la actividad. Nunca puede ser dema­siado clara y aguda. Pero la educación de la inteligencia no puede hacerse a costa de la formación del sentimiento" 22.

Tratando de la aportación propia de la mujer a la vida del pueblo, se expresa así: "El hon1bre tiende fácilmente a desarro-­liarse sólo en una dirección. En la mujer se da un afán natural de totalidad y armonía de conjunto, y esto a su vez en un doble sentido: quisiera ser ella misma una persona en el sentido in­tegral, desarrollada plenamente y en todos los aspectos, y qui­siera ayudar a otros a ser aSÍ, y en su relación con las personas quisiera conducirse como persona integral. Estos dos rasgos ca­racterísticos, en cuanto son naturales, no son aún un valor, incluso llevan consigo grandes peligros, pero a base de una recta educación pueden llegar a ser algo de máximo precio. Lo mejor será que nosotros pongamos primero en claro en qué consiste el valor del compromiso personal y de la orientación a la totalidad ... El compromiso personal se justifica y adquiere su valor objetivo porque de hecho la persona está por encima de todos los 'Valores objetivos. Toda verdad es para ser conocida por la persona, toda hermosura para ser mirada y medida por la persona. En este sentido todos los valores objetivos son para la persona ... " 23.

El compromiso personal, la persona total, el consorcio ple­no y complementario : he aquÍ las líneas directrices que Edith Stein señala a la mujer. "Quisiera recordar de nuevo, escribe en otro lugar, cómo los valores femeninos pueden aprovecharse fructuosamente también en la vida política. Al legislar existe siempre el peligro de decidir desde arriba, de escribir preciosos párrafos sin tener sufidentemente en cuenta las circunstancias

21 Cfr. Frauenbildung und Frauenberute, Verlag Sehnell und Steiner, MUnehen, 4. Aufl., 1956, p. 13.

22 Die Frau, Verlag Herder, Freiburg, 1959, p. 82. 23 Ibd., p. 208.

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reales y las consecuencias práctícas. A la peculiaridad femenina le repugna este procedimiento abstracto, y a ella corresponde atender a lo concreto humano; y así puede servir de correctivo. Se ha comprobado también el beneficioso contrapeso que supone el influjo femenino en otra degeneración de la objetividad mascu­lina. La realidad, que para el político está en primer lugar, a la que él se ha consagrado, es su partido. Y esto puede llevar a la máxima irrealidad al tratarse de cualquier proyecto de ley. ASÍ, en las deliberaciones sobre la ley para la juventud, existió hace años el peligro de que el proyecto fracasara por la opo­sición de los partidos. Entonces se juntaron las mujeres de los diversos partidos, y consiguieron un arreglo. Prevaleció así el deseo genuinamente femenino de ayudar a la necesidad huma~ na sobre la estrechez del punto de vista de los partidos. Lo mis­mo que en la legislación, puede la peculiaridad femenina ser muy benéfica en la aplicación de la ley y en el servicio admi­nistrativo, si ayuda a que no se ponga en práctica de manera abstracta la letra de la ley, sino que se acomode a las per­sonas" 24.

Edith Stein veía el papel de la mujer en ser la compañera del hombre, pero con igualdad de derechos. Deseaba ella, jus­tamente, para la mujer el acceso a las profesiones que hasta entonces habían estado reservadas al hombre. Por otra parte, se oponía a una educación de las jóvenes puramente masculina, porque veía en la igualdad de derechos, no una identidad, sino un complemento: "la lucha hay que dirigirla contra una for­mación femenina que estaba casi ,exclusivamente en manos de los hombres, y cuyos objetivos y caminos estaban determina­dos por hombres. La gran masa aceptaba esto como una reali­dad inmutable. Y sin embargo se trataba de algo meramente histórico, que ni siquiera procedía de las tinieblas de la Anti­güedad, sino que era una conquista de la Edad Nueva: de algo que no ,era ni mucho menos una realidad en todas las naciones, sino que se ha:bía avecindado precisamente en Alemania" 25. Si bien Edith 'Stein quería que se tuvieran en cuenta en la forma­ción de la mujer sus características naturales, y se fijó más en sus actividades asistenciales que en las "profesiones femeninas", defendió que la mujer podía especializarse igual que el hombre

24 Ibd., pp. 216-217. 25 Frauenbildung und Frauenberufe, pp. 25/26.

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en todas las profesiones. "Sólo una ceguera subjetiva ha podido cuestionar que las mujeres sean capaces de ejercer otras pro­fesiones que las de esposa y madre. La experiencia de los últi­mos decenios, y en el fondo la experiencia de todos los tiempos 10 ha demostrado. No hay ninguna profesión que no pueda ser ejercitada por una mujer. .. Ninguna mujer es sólo 'mujer', cada una tiene peculiaridad indi'vidual y sus aptitudes lo mismo que el hombre, y por ellas está capacitada para esta o aquella acti­vidad profesional artística, científica, técnica, etc. Por principio la aptitud individual puede serlo para cualquier campo, incluso para aquellos que menos üenen que ver con las características femeninas" 26,

Sintiendo internamente el problema, habla Edith Stein de las exigencias a las que expone a la mujer moderna la vida eco­nómica, y le señala el modo y manera de acomodarse a ellas como mujer. "Se puede decir, escribe, que también las profe­siones que por sus características puramente objetivas no están en consonancia con 10 específicamente femenino y más bien ha­brían de ser 'consideradas como específicamente masculinas, pueden ser ejercidas de manera auténticamente femenina en de­tenninadas condiciones. El trabajo ¡;n una fábrica, en un co­mercio, .<:n la administración estatal o municipal, en las corpo­raciones legislativas, en un laboratorio químico o en un Instituto matemático, todo esto exige incorporarse en un material muer­to o intelectual-abstracto. Pero en la mayoría de los casos se trata de un trabajo que supone la compañía de otras personas, que ha de realizarse al menos con otros en el mismo espacio, y frecuentemente compartiéndolo con ellos... Se puede decir que, precisamente aquí, donde todos están en peligro de con­vertirse en un trozo de máquina, y de perder sus valores huma­nos, puede la peculiaridad femenina obrar como beneficioso contrapeso. Quién sabe si alguien va a necesitar en el sitio de trabajo ayuda y comprensión y puede conservarse o suscitarse en su alma un algo vital que de otra manera se secaría. Es ésta una manera de modelar la vida profesional mediante la peculiaridad femenina, distinta de como lo hace normalmente el hombre. También es posible otro modo. Todo lo abstracto es, en resumidas cuentas, parte de un concreto. Todo lo muerto sirve finalmente a lo viviente. Toda actividad abstracta está por

26 Ibd., p. 93.

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ello al fin al servicio de un todo viviente. El que logra y con­serva viva esta mirada sobre la totalidad, se sentirá unido a ella en las ocupaciones más áridas y abstractas, y se le harán por ello más tolerables, las hará en muchos casos objetivamente mejor y con más sentido que si la parte hace perder de vista el todo" 27.

Tampoco en los oficios eclesiásticos estaba Edith Stein por una diferenciación innecesaria. Trató incluso del sacerdocio de la mujer. Si bien no defendió que la mujer debiera aspirar al sacerdocio, dijo, sin embargo: "Me parece que dogmáticamenete no hay nada que pueda impedir a la Iglesia llevar a cabo una tal novedad hasta ahora inaudita. En cuanto a si es recomen­dable prácticamente, hay argumentos en pro y en contra" 28.

Opina que "en la Escritura, y concretamente en el relato de la creación, no se habla de un dominio del hombre sobre la mujer" 29. A su modo de ver, debieran también revisarse las opiniones tradicionales teniendo en cuenta el desarrollo histó­rico. La Iglesia no es para ella una organización estática. Debe tener en cuenta los cambios de todo lo terreno; ella puede intro­ducir la verdad eterna y la vida eterna en el tiempo sólo si se acerca a cada época como ésta es, y si respeta sus caracterís­ticas. Puesto que para las mujeres católicas, lo mismo que para las demás, habían cambiado las condiciones de vida, deberían ser creadas también para ellas nuevas formas de vida; y no era en absoluto necesario que esto sucediera de antemano autori­tativamente; más bien era conforme a una praxis ampliamente probada, mirar primero al juego de las fuerzas naturales.

NOTA BIBLIOGRAFlIOA

1. BIBLIOGRAFÍA GENERAL

La bibliografía de y sobre Edith Stein es muy abundante. Para la bibliografía de Edith Stem resulta hoy imprescindible el Elenco pre­parado para la ca'llSa de Beatificación (Gli scritti della serva di Dio Edith Stein. R<oma, Postulazione Generale O.C.D., 1977, :pp. 12-32).

La bibliogr,afía sobre Ediúh Stein es éPecogida y fichada práctica­mente en su integpidad en estas ·tl'es b~b.liagrafías anurules:

- Carmelus (desde 1954, recogiendo lo puhlicado en 1953).

27 Ibd., PP. 94-95. '" Ibd., p. 170. 29 Ibd., p. 142.

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- Archivum bibliographicum carmelitanum ~desde 1956, recogien­do las publicaciones de 1955. Es el más completo).

- Bibliographia internationalis Spiritualitatis ~desde 1969, recogien­do Las publicaciones, de 1966).

2. BIBLIOGRAFÍA EN CASTELLANO

A Traducción de escritos de Edith Stein

- El secreto de Nochebuena (con este título se tradujo el opúsculo Weihnachtsgeheimnis), en Dra Edith Stein. Madl'id, Edit. de Es­piritualidad, 1953, pp. 43-66.

- La ciencia de la c/'Uz. San Sebastián, Edic. Dinür, 1959. - Cartas a Hedwig Conrad-Martius. Estella, Edi,t. Verbo Divino,

1963. - Estrellas amarillas. Autobiografía: infancia y juventud. Madi-id,

Edit. de EspkituaHdad, 1973. - Selección epistolar (1917-1942). Mfrdrid, Edil. de Esrpir1tuaHdad,

1976.

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- ALBERTO DE LA VIRGEN DEL CARMEN, Dra. Edith Stein: filósofa, convertida, carmelita, mártir. M'aJcLrid, Edit. de Espiritufrlidad" 1953.

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- CELIA LÓPEZ SÁINZ, Edith Stein. Bilbao, Edic. Paulinas, 1965. - TERESIA A MATRE DEI r.w ALTRAUD HERBSTRITH), Edith Stein.

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- LOBATO, A., La pregunta por la mujer. Salamanca, Sígueme, 1976, pp. 175-285.

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