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TS, Sala Segunda, de lo Penal, S de 1 Oct. 2007 A este respecto, véase nuestra STS 786/2003, de 29 de mayo (LA LEY 2463/2003), la cual ha declarado que tal prueba pericial de «inteligencia policial» cuya utilización en los supuestos de delincuencia organizada es cada vez más frecuente, está reconocida en nuestro sistema penal pues, en definitiva, no es más que una variante de la pericial a que se refieren tanto los arts. 456 LECrim., como el 335 LEC, cuya finalidad no es otra que la de suministrar al Juzgado una serie de conocimientos técnicos, científicos, artísticos o prácticos cuya finalidad es fijar una realidad no constatable directamente por el Juez y que, obviamente, no es vinculante para él, sino que como el resto de probanzas, quedan sometidas a la valoración crítica, debidamente fundada en los términos del art. 741 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal. En tal sentido podemos también citar la sentencia de esta Sala 2084/2001 de 13 de diciembre (LA LEY 1696/2002) La prueba pericial es una variante de las pruebas personales integrada por los testimonios de conocimiento emitidos con tal carácter por especialistas del ramo correspondiente de más o menos alta calificación científica, a valorar por el Tribunal de instancia conforme a los arts. 741 y 632 de la LECrim. y 117.3 de la Constitución (STS 970/1998, de 17 de julio). Dicho de otro modo: la prueba pericial es una prueba personal, pues el medio de prueba se integra por la opinión o dictamen de una persona y al mismo tiempo, una prueba indirecta en tanto proporciona conocimientos técnicos para valorar los hechos controvertidos, pero no un conocimiento directo sobre cómo ocurrieron los hechos (Sentencia 1385/ 1997, de 13 de 1997). Como ha sostenido acertadamente el Ministerio Fiscal en esta instancia, en los funcionarios policiales que elaboran los llamados «informes de inteligencia», como en los expertos en legislación fiscal o de aduana, puede concurrir esa doble condición de testigos, sean directos o de referencia, y peritos. Se trata además de pruebas cuya utilización en los supuestos de delincuencia organizada es cada vez más frecuente, y su validez, como ya lo hemos declarado con anterioridad. En suma, este tipo de prueba, se caracteriza por las siguientes notas: 1º) Se trata de una prueba singular que se utiliza en algunos procesos complejos, en donde son necesarios especiales conocimientos, que no responden a los parámetros habituales de las pruebas periciales más convencionales; 2º) En consecuencia, no responden a un patrón diseñado en la Ley de Enjuiciamiento Criminal, no obstante lo cual, nada impide su utilización en el proceso penal cuando se precisan esos conocimientos, como así lo ha puesto de manifiesto la jurisprudencia reiterada de esta Sala; 3º) En todo caso, la valoración de tales informes es libre, de modo que el Tribunal de instancia puede analizarlos racional y libremente: los informes policiales de inteligencia, aun ratificados por sus autores no resultan en ningún caso vinculantes para el Tribunal y por su naturaleza no podrán ser considerados como documentos a efectos casacionales; 4º) No se trata tampoco de pura prueba documental: no puedan ser invocados como documentos los citados informes periciales, salvo que procedan de organismos oficiales y no hubieran sido impugnados por las partes, y en las circunstancias excepcionales que señala la jurisprudencia de esa Sala para los casos en que se trata de la

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TS, Sala Segunda, de lo Penal, S de 1 Oct. 2007

A este respecto, véase nuestra STS 786/2003, de 29 de mayo (LA LEY 2463/2003), la cual ha declarado que tal prueba pericial de «inteligencia policial» cuya utilización en los supuestos de delincuencia organizada es cada vez más frecuente, está reconocida en nuestro sistema penal pues, en definitiva, no es más que una variante de la pericial a que se refieren tanto los arts. 456 LECrim., como el 335 LEC, cuya finalidad no es otra que la de suministrar al Juzgado una serie de conocimientos técnicos, científicos, artísticos o prácticos cuya finalidad es fijar una realidad no constatable directamente por el Juez y que, obviamente, no es vinculante para él, sino que como el resto de probanzas, quedan sometidas a la valoración crítica, debidamente fundada en los términos del art. 741 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal. En tal sentido podemos también citar la sentencia de esta Sala 2084/2001 de 13 de diciembre (LA LEY 1696/2002)

La prueba pericial es una variante de las pruebas personales integrada por los testimonios de conocimiento emitidos con tal carácter por especialistas del ramo correspondiente de más o menos alta calificación científica, a valorar por el Tribunal de instancia conforme a los arts. 741 y 632 de la LECrim. y 117.3 de la Constitución (STS 970/1998, de 17 de julio). Dicho de otro modo: la prueba pericial es una prueba personal, pues el medio de prueba se integra por la opinión o dictamen de una persona y al mismo tiempo, una prueba indirecta en tanto proporciona conocimientos técnicos para valorar los hechos controvertidos, pero no un conocimiento directo sobre cómo ocurrieron los hechos (Sentencia 1385/ 1997, de 13 de 1997).

Como ha sostenido acertadamente el Ministerio Fiscal en esta instancia, en los funcionarios policiales que elaboran los llamados «informes de inteligencia», como en los expertos en legislación fiscal o de aduana, puede concurrir esa doble condición de testigos, sean directos o de referencia, y peritos. Se trata además de pruebas cuya utilización en los supuestos de delincuencia organizada es cada vez más frecuente, y su validez, como ya lo hemos declarado con anterioridad.

En suma, este tipo de prueba, se caracteriza por las siguientes notas: 1º) Se trata de una prueba singular que se utiliza en algunos procesos complejos, en donde son necesarios especiales conocimientos, que no responden a los parámetros habituales de las pruebas periciales más convencionales; 2º) En consecuencia, no responden a un patrón diseñado en la Ley de Enjuiciamiento Criminal, no obstante lo cual, nada impide su utilización en el proceso penal cuando se precisan esos conocimientos, como así lo ha puesto de manifiesto la jurisprudencia reiterada de esta Sala; 3º) En todo caso, la valoración de tales informes es libre, de modo que el Tribunal de instancia puede analizarlos racional y libremente: los informes policiales de inteligencia, aun ratificados por sus autores no resultan en ningún caso vinculantes para el Tribunal y por su naturaleza no podrán ser considerados como documentos a efectos casacionales; 4º) No se trata tampoco de pura prueba documental: no puedan ser invocados como documentos los citados informes periciales, salvo que procedan de organismos oficiales y no hubieran sido impugnados por las partes, y en las circunstancias excepcionales que señala la jurisprudencia de esa Sala para los casos en que se trata de la

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única prueba sobre un extremo fáctico y haya sido totalmente obviada por el Tribunal sin explicación alguna incorporada al relato de un modo, parcial, mutilado o fragmentario, o bien, cuando siendo varios los informes periciales, resulten totalmente coincidentes y el Tribunal los haya desatendido sin aportar justificación alguna de su proceder; 5º) El Tribunal, en suma, puede apartarse en su valoración de tales informes, y en esta misma sentencia recurrida, se ven supuestos en que así se ha procedido por los jueces «a quibus»; 6º) Aunque cuando se trate de una prueba que participa de la naturaleza de pericial y testifical, es, desde luego, más próxima a la pericial, pues los autores del mismo, aportan conocimientos propios y especializados, para la valoración de determinados documentos o estrategias; 7º) Finalmente, podría el Tribunal llegar a esas conclusiones, con la lectura y análisis de tales documentos.

Por lo demás, al haber comparecido los dos funcionarios citados, que son autores de todos los informes, y tratarse de un equipo de investigación, que se encuentra organizado como una Brigada Especial de la Policía, se le puede aplicar la doctrina legal acerca de los Laboratorios Oficiales (pues, en suma, es lo mismo), y de ahí que no exista tacha alguna en cuanto a la participación de los mismos, a efectos de la comparecencia de ambos funcionarios. Por lo demás, las traducciones han sido confrontadas con las ofrecidas por los traductores que se han aportado por las defensas, y el Tribunal de instancia se ha inclinado en ocasiones, por éstas últimas. No existe, pues, indefensión causante de nulidad, como quieren los recurrentes.

TS, Sala Segunda, de lo Penal, S de 2 Nov. 2006

La doctrina constitucional relativa al valor probatorio del atestado policial se resume en los siguientes puntos:

1) Solo puede concederse al atestado valor de auténtico elemento probatorio si es reiterado y ratificado en el juicio oral, normalmente mediante la declaración testifical de los agentes de Policía firmantes del mismo (SSTC. 100/85 (LA LEY 10339-JF/0000), 101/85 (LA LEY 476-TC/1986), 173/85 (LA LEY 68200-NS/0000), 49/86 (LA LEY 73012-NS/0000), 145/87 (LA LEY 94306-NS/0000), 5/89 (LA LEY 1212-TC/1989), 182/89 (LA LEY 3179/1989), 24/91 (LA LEY 1650-TC/1991), 138/92 (LA LEY 1995-TC/1992), 301/93 (LA LEY 2348-TC/1993), 51/95 (LA LEY 13051/1995) y 157/95 (LA LEY 2612-TC/1995)). Ello es así porque únicamente pueden considerarse auténticas pruebas las practicadas en el acto del juicio oral, con posibilidad de debate contradictorio y en presencia del Juzgador para conseguir así, en su caso, la convicción de éste sobre los hechos enjuiciados, mediante el contacto directo con los elementos utilizados. El atestado policial, así como los datos de investigación policiales que constan en el mismo, tienen en principio, únicamente, valor de denuncia, lo que deriva del art. 297 LECrim . La instrucción previa, se llama diligencias previas o de cualquier otro modo, tiene una naturaleza análoga, si no idéntica a la del sumario, y, como éste, su finalidad consiste en la averiguación del delito y la identificación del delincuente, siendo su función procesal la preparación del juicio oral (art. 299 LECrim .). Ahora bien, lo dicho no significa que las diligencias sumariales (en sentido amplio) e incluso las policiales, carezcan de eficacia probatoria. No cabe negarles tal para desvirtuar la presunción de inocencia si fueron obtenidas con las garantías que la Ley y la CE. exigen y son reproducidas en el acto de la vista con posibilidad de contradicción por el acusado. En consecuencia, vulnera el derecho a la

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presunción de inocencia la sentencia condenatoria que se dicte sobre la única base del atestado policial no ratificado (STC. 303/93 (LA LEY 2390-TC/1993)).

2) No obstante lo anterior, el atestado tiene virtualidad probatoria propia cuando contiene datos objetivos y verificables, pues hay partes del atestado, como pueden ser planos, croquis, huellas, fotografías que, sin estar dentro del perímetro de las pruebas preconstituidas o anticipadas, pueden ser utilizadas como elementos de juicio coadyuvantes, siempre que sean introducidos en el juicio oral como prueba documental a fin de posibilitar su efectiva contradicción por las partes (SSTC. 132/92 (LA LEY 1977-TC/1993), 157/95 (LA LEY 2612-TC/1995)) por cuanto ninguna de las enumeradas son practicables directamente en el juicio oral por ser imposible su reproducción en idénticas circunstancias.

Por lo mismo, las pericias técnicas que se adjuntan al atestado no pierden por ello su propio carácter y constituyen pruebas preconstituidas que despliegan toda su validez probatoria si son incorporadas debidamente al proceso.

3) Por ultimo, en cuanto al carácter de prueba documental del atestado policial cabe precisar que el atestado, con independencia de su consideración material de documento, no tiene, como regla general, el carácter de prueba documental, pues incluso en los supuestos en los que los agentes policiales que intervinieron en el atestado presten declaración en el juicio oral, las declaraciones tienen la consideración de prueba testifical (STC. 217/89 (LA LEY 3758/1989), SSTS. 2.4.96, 2.12.98, 10.10.2005 (LA LEY 14096/2005), 27.9.2006 (LA LEY 110263/2006)). Solo en los casos antes citados -planos, croquis, fotografías, etc.... el atestado policial puede tener la consideración de prueba documental, siempre y cuando, como hemos subrayado, se incorpore al proceso respetando en la medida de lo posible los principios de inmediatez oralidad y contradicción (STC. 173/97 de 14.10 (LA LEY 10767/1997)).

SEGUNDO: Expuestas estas consideraciones la parte impugna el valor probatorio del atestado (fotos 1 a 33), de la Brigada de Investigación Tecnológica de Madrid que se inicia por un escrito firmado por el Comisario Jefe de la Brigada en el que se indica que como consecuencia de la investigación desarrollada por esa Brigada se ha comprobado que en un determinado cana del Servicio Internet IRC se ha procedido por diversos usuarios a intercambiar archivos de pornografía infantil, los cuales dice acompañar en un disco compacto que se adjunta como "anexo 2; obrando igualmente en dicho atestado, como anexo 3", un conjunto de fotografías pornográficas (folios 12 a 15), que finalmente se atribuyen a Jesús María , las cuales proceden del volcado a papel de los archivos existentes en dicho disco compacto, y tal impugnación se basa, como ya hemos adelantado, en que dicho atestado, que aparece firmado por el Comisario Jefe de la Brigada, en momento alguno fue ratificado en la fase sumarial por dicho mando policial o por cualquier otro funcionario que efectuara las investigaciones que se plasman en el mismo, y de igual manera, ningún funcionario policial ratificó el mismo en el acto del juicio oral, ni se procedió a su lectura, ni, en definitiva, fue sometido a la oportuna contradicción.

La impugnación no debe ser atendida. La sentencia de instancia, Fundamento de derecho primero, apartado 1º y 7º, analiza la cuestión planteada relativa a las investigaciones de la Brigada de Investigación Tecnológica de Madrid, que se inician con un oficio del Comisario Jefe de fecha 29.3.2005, en el que tras exponer el conocimiento que se tiene de que a través de

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distintos canales del Servicio de Internet IRC, (Internet Relay Chat) se producen intercambios de archivos con pornografía infantil, facilitando dicho servicio de Internet que los usuarios puedan intercambiar archivos, quedando estructurados los Servidores a su vez en Canales, habiéndose comprobado por dicha Brigada que en el canal,"100% Preteen Girl Sex Pics", el cual se encontraba alojado en el servidor de IRC,Undernet" diversos usuarios ofrecían archivos de pornografía infantil, lo que llevó a la localización a partir de su dirección IP, de varios usuarios que, a través de "File Server" han compartido o puesto a disposición de los usuarios del canal anteriormente citado archivos de imagen y/o vídeo protagonizados por menores de edad, se solicita del Juzgado Decano de Instrucción de Madrid, solicitando que se librase Mandamiento Judicial dirigido a los proveedores de acceso a Internet (Auna Telecomunicaciones y Compañía Telefónica de España S.A.U.), con el fin de que informasen de cuantos datos posean en orden a identificar a los usuarios de diversas direcciones IP, así como las líneas telefónicas desde las que se efectuaron las conexiones (folios 3 a 5), siendo uno de ellos el usuario IR6279/F-Server de la dirección IP 81.34.106.196 y las impresiones referidas a dicho usuarias las de los folios 12 a 15, y como expedido el referido mandamiento por el Juzgado de Instrucción 23 de Madrid (folios 29, 30 y 31), se informa por Telefónica España SAU. (folio 33), con fecha 22.4.2005, que los muestreos efectuados en la conexión interesada, se obtiene que la IP. 81.34.106.196 corresponde a una ADSL dinámica que inicia conexión a través de la linea telefónica 954.18.33.55, cuya titular corresponde a Penélope -madre del acusado- con domicilio de instalación en la CALLE000 NUM000 , bajo, parcela NUM001 , Simón Verde, 41927 de la localidad de Mairena de Aljarafe (Sevilla)

Las anteriores diligencias pueden ser consideradas de naturaleza objetiva, cuya ratificación deviene innecesaria, desde el momento en que no son sino el inicio de las actuaciones judiciales y de la obtención de las verdaderas pruebas de cargo, que la propia sentencia de forma exhaustiva valora en el Fundamento de derecho primero:

c) - el informe pericial 83PI/2005 de 11.11.2005, emitido por la Comisaría General de la Policía Científica -Unidad Central de Identificación, Sección de Tecnología de la Imagen-, Grupo de Pericias informáticas, sobre la infracción existente en los dos discos duros intervenidos, y que llega a la conclusión de la existencia, especialmente en uno de ellos, el C, de una gran cantidad de material pedófilo y la transferencia a otros usuarios a través de Internet, utilizando la aplicación MIRC y seleccionando la opción que permite ver el trafico de archivos recibidos y enviados, entre los remitidos desde el ordenador del acusado se muestra la ruta y el nombre del archivo que es remitido, observándose una unidad F, que es en la que se encuentran archivados los que se han remitido, nombres tales como "niñas, enculadas," etc.

Consecuentemente, no puede sostenerse que la condena del recurrente se base en un atestado policial carente de ratificación, por lo que el motivo no resulta atendible.

TC, Sala Primera, S de 10 May. 2007

8. Con argumentos que ya fueron analizados y rechazados por este Tribunal en anteriores resoluciones, se cuestiona con carácter general la validez de las pruebas documentales que acompañaron a las demandas contencioso-electorales y que consistían en informes policiales,

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no ratificados ante el Juez, sobre las actividades de algunos miembros de las candidaturas o sobre la vinculación de las mismas con los partidos políticos ilegalizados en la Sentencia del Tribunal Supremo de 27 de marzo de 2003 (LA LEY 1435/2003). Se pretende con su impugnación negarles valor probatorio por su origen o por su forma de incorporación al proceso. Pues bien, la queja debe ser rechazada al apreciar que, de conformidad con la doctrina constitucional expuesta en el FJ 12 de la STC 99/2004 (LA LEY 1315/2004), la Sala sentenciadora distingue los documentos y datos objetivos recogidos o incorporados a los informes de las meras opiniones o juicios de valor emitidos por los funcionarios que los suscriben, dando valor indiciario únicamente a los primeros y razonando con cautela acerca de su eficacia probatoria. Así pues, hemos de concluir que "en cuanto en la Sentencia recurrida la Sala toma en consideración, no las opiniones de los agentes, sino documentos y datos objetivos que figuran en los informes policiales, es de perfecta aplicación la doctrina recogida en la STC 5/2004, de 16 de enero (LA LEY 412/2004), en la que no se estimó infracción constitucional alguna por la utilización de informes policiales como medio de prueba, al apreciarse que el informe [policial] examinado, constituya o no una auténtica prueba pericial, no ha tenido, por tanto, más trascendencia probatoria que la que la Sala le ha concedido al material informativo en él agrupado, una vez fiscalizado su contenido y contrastado con otras pruebas practicadas durante el proceso. El órgano judicial ha ponderado en consecuencia la credibilidad de aquel material, sin hacer abstracción de la circunstancia de que se incluía en un informe elaborado por personas cuya imparcialidad había sido objeto de tacha por la parte, sino, por el contrario, advertido de la sospecha abrigada por ésta, contrastando su contenido con otras pruebas y limitando el alcance de la pericia examinada al mero tratamiento agrupado de una información cuya verosimilitud ha verificado por sí la propia Sala" (FJ 14).

TS, Sala Especial del art. 61 LOPJ, A de 30 Mar. 2011

1) Informes elaborados por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.

Respecto a dichas informes, la STS de esta Sala 7/2005, de 26 de marzo, estableció:

"En cuanto a los informes elaborados por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado debemos tener en cuenta, tal y como sostenía el Tribunal Constitucional en la STC 99/2004 (LA LEY 1315/2004), de 27 de mayo (FJ 12 ), que "abstracción hecha de la calificación de este medio de prueba como pericial, lo relevante es la distinción entre los documentos o datos objetivos que se aportan con los informes, de un lado, y lo que pudieran ser meras opiniones o valoraciones de sus autores, de otro lado, pues su relevancia probatoria a la hora de su valoración es muy diferente".

Con base en esta doctrina, será determinante extraer de los citados informes los documentos y datos objetivos a ellos incorporados, a fin de establecer la necesaria distinción entre ellos y las posibles opiniones subjetivas que por los miembros de los citados Cuerpos pudieran verterse en los mismos, de la misma manera en que se hizo en las SSTS de esta Sala de 27 de marzo de 2003 (LA LEY 1435/2003) y 21 de mayo de 2004. (LA LEY 1592/2004) Este criterio de valoración

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de los informes policiales fue avalado por las SSTC 5/2004 (LA LEY 412/2004), 99/2004 (LA LEY 1315/2004), 110/2007 (LA LEY 12473/2007) y 44/2009 (LA LEY 573/2009).

Por tanto, ha de reconocerse plena virtualidad a tales documentos y a los datos objetivos contenidos en ellos como elementos hábiles para formar la convicción de la Sala en orden a alcanzar la conclusión que resulte procedente sobre la acreditación o no de la continuidad o sucesión a la que antes hemos hecho referencia.

Por otra parte, en cuanto a la actuación de los funcionarios que han intervenido en los informes, la parte demandada ha expresado en sus alegaciones y también en la comparecencia una posible "manipulación" de aquéllos, consistente en "mutilar" en la redacción definitiva una parte que, por el contrario, sí figuraba en un texto provisional que fue objeto de publicación -sin que conste que para ello hubiera autorización oficial- en un periódico. Sin embargo, la parte demandada no ha imputado formalmente tacha alguna de parcialidad a los referidos funcionarios, los cuales han negado que existiera tal manipulación.

Al hilo de esta mención conviene recordar la jurisprudencia que esta Sala ha establecido sobre el particular y que ha resultado ratificada desde la perspectiva del respeto a los derechos fundamentales por el Tribunal Constitucional. Así, hemos afirmado que no cabe dudar de la imparcialidad de los funcionarios policiales autores de los referidos informes, puesto que, como ya mantuvimos en las Sentencias de esta Sala de 27 de marzo de 2003 (LA LEY 1435/2003) y 21 de mayo de 2004, (LA LEY 1592/2004) con fundamento en el art. 5.b) de la Ley Orgánica 2/1986, de 13 de marzo, de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, tales funcionarios actúan en el cumplimiento de sus funciones con absoluta neutralidad política e imparcialidad y, en consecuencia, salvo prueba en contrario, no es posible predicar de éstos interés personal, directo o, incluso, otro distinto de la más fiel aplicación de la ley en ningún procedimiento, puesto que -insistimos, salvo prueba de cualquier clase de desviación- se limitan a cumplir con el mandato normativo previsto en el artículo 11 de la norma antes citada, de "elaborar los informes técnicos y periciales procedentes".

A ello debe añadirse que el Tribunal Constitucional en sus Sentencias 5/2004 y 99/2004 ha afirmado que no cabe tachar de parcialidad a quienes resulten ser autores de los informes policiales en términos razonables y, por tanto, constitucionalmente admisibles.

El valor probatorio de los atestados, informes y documentos policiales está directamente asociado con su contenido y con la información que aporten y depende en buena medida de la razón de ciencia que quepa deducir de su examen y de su consistencia, ya que el valor y eficacia que cabe atribuirles no reside en cualidades intrínsecas de los documentos mismos por razón de su origen o de las formalidades a que se ajustan, sino en los datos, informaciones y circunstancias que en ellos se hacen constar y en su consistencia. No tienen, pues, el valor propio de una prueba tasada, sino que su valor probatorio está subordinado a la apreciación de las restantes pruebas acerca de los hechos sobre los que recae la información, es susceptible de ser destruido de contrario y está subordinado al principio de contradicción procesal.

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TS, Sala Segunda, de lo Penal, S de 17 Feb. 2009

La doctrina de esta Sala Casacional ha declarado con reiteración que el contenido de los atestados policiales no son documentos a los efectos de un "error facti" como el pretendido por los recurrentes. Únicamente aquellos extremos de absoluta naturaleza objetiva, como croquis o fotografías podrían tener esta consideración, pero desde luego no las observaciones, informes y juicios de valor que se expongan en los atestados policiales. Esto es lo que ocurre en el caso sometido a nuestra consideración casacional, puesto que se cuestiona, de nuevo en este motivo, el punto de venta de las sustancias estupefacientes. También se llevan a cabo alegaciones acerca de la naturaleza de las sustancias vendidas, poniéndolo en duda, cuando consta en autos, a los folios 258-263, la remisión de las sustancias intervenidas al laboratorio oficial, al folio 264, el acta de recepción, y a los folios 353 al 363 los diversos informes analíticos. Pero es más: la Sala sentenciadora de instancia nos dice lo siguiente: " no se ha impugnado la naturaleza, peso o pureza de la droga incautada " ,

TS, Sala Segunda, de lo Penal, S de 13 Oct. 2009

1) En primer lugar (motivo Décimo Quinto), se cuestiona el valor de la denominada "prueba pericial de inteligencia", realizada por miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado encargados de la persecución y represión del fenómeno terrorista, que se consideran carentes de la naturaleza pericial que se les atribuye, así como de la necesaria imparcialidad respecto de los informantes y construida sobre elementos documentales faltos de validez procesal.

Cuestiones que ya han sido abordadas por esta Sala en diversas ocasiones con una respuesta unánimemente positiva, en el sentido de la admisión de esta clase de prueba, como elemento probatorio plenamente válido y susceptible de valoración por parte del Tribunal de instancia, si bien con ciertas características propias.

Así, en primer lugar, la reciente STS de 22 de Mayo de 2009 (caso "EKIN") (LA LEY 67225/2009), recordando la doctrina precedente, decía:

"A este respecto debemos destacar nuestras sentencias 783/2007 de 1.10 y 786/2003 de 29.5 , que han declarado que tal prueba pericial de «inteligencia policial» cuya utilización en los supuestos de delincuencia organizada es cada vez más frecuente, está reconocida en nuestro sistema penal pues, en definitiva, no es más que una variante de la pericial a que se refieren tanto los arts. 456 LECriminal EDL1882/1, como el 335 LECivil, cuya finalidad no es otra que la de suministrar al Juzgado una serie de conocimientos técnicos, científicos, artísticos o prácticos cuya finalidad es fijar una realidad no constatable directamente por el Juez y que, obviamente, no es vinculante para él, sino que como el resto de probanzas, quedan sometidas a la valoración crítica, debidamente fundada en los términos del art. 741 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal (LA LEY 1/1882) . En tal sentido podemos también citar la sentencia de esta Sala 2084/2001 de 13 de diciembre (LA LEY 1696/2002) . La prueba pericial es una variante de las pruebas personales integrada por los testimonios de conocimiento emitidos

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con tal carácter por especialistas del ramo correspondiente de más o menos alta calificación científica, a valorar por el Tribunal de instancia conforme a los arts. 741 y 632 de la LECr ."

Medio de prueba que, por otra parte, caracterizaba así la STS de 1 de Octubre de 2007 (LA LEY 139151/2007):

"...este tipo de prueba, se caracteriza por las siguientes notas:

1º) Se trata de una prueba singular que se utiliza en algunos procesos complejos, en donde son necesarios especiales conocimientos, que no responden a los parámetros habituales de las pruebas periciales más convencionales;

2º) En consecuencia, no responden a un patrón diseñado en la Ley de Enjuiciamiento Criminal (LA LEY 1/1882) EDL1882/1 , no obstante lo cual, nada impide su utilización en el proceso penal cuando se precisan esos conocimientos, como así lo ha puesto de manifiesto la jurisprudencia reiterada de esta Sala;

3º) En todo caso, la valoración de tales informes es libre, de modo que el Tribunal de instancia puede analizarlos racional y libremente: los informes policiales de inteligencia, aun ratificados por sus autores no resultan en ningún caso vinculantes para el Tribunal y por su naturaleza no podrán ser considerados como documentos a efectos casacionales;

4º) No se trata tampoco de pura prueba documental: no puedan ser invocados como documentos los citados informes periciales, salvo que procedan de organismos oficiales y no hubieran sido impugnados por las partes, y en las circunstancias excepcionales que señala la jurisprudencia de esa Sala para los casos en que se trata de la única prueba sobre un extremo fáctico y haya sido totalmente obviada por el Tribunal sin explicación alguna incorporada al relato de un modo, parcial, mutilado o fragmentario, o bien, cuando siendo varios los informes periciales, resulten totalmente coincidentes y el Tribunal los haya desatendido sin aportar justificación alguna de su proceder;

5º) El Tribunal, en suma, puede apartarse en su valoración de tales informes, y en esta misma sentencia recurrida, se ven supuestos en que así se ha procedido por los jueces "a quibus";

6º) Aunque cuando se trate de una prueba que participa de la naturaleza de pericial y testifical, es, desde luego, más próxima a la pericial, pues los autores del mismo, aportan conocimientos propios y especializados, para la valoración de determinados documentos o estrategias;

7º) Finalmente, podría el Tribunal llegar a esas conclusiones, con la lectura y análisis de tales documentos."

Concluyendo la ya mencionada STS de 22 de Mayo de 2009 (caso EKIN):

"En definitiva podemos concluir que se trata de un medio probatorio que no está previsto en la Ley, siendo los autores de dichos informes personas expertas en esta clase de información que auxilian al Tribunal, aportando elementos interpretativos sobre datos objetivos que están en la causa, siendo lo importante si las conclusiones que extraen son racionales y pueden ser asumidas por el Tribunal, racionalmente expuestas y de forma contradictoria ante la Sala."

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Afirmada, por consiguiente, la genérica posibilidad de este medio probatorio, a pesar de sus indudables peculiaridades, el siguiente argumento esgrimido por el Recurso es el de la falta de imparcialidad de los peritos autores de los informes, por tratarse de funcionarios directamente implicados en la averiguación de esta clase de conductas vinculadas con el fenómeno terrorista.

Pero hay que poner de relieve cómo, en ocasiones como la presente, estamos ante una actuación llevada a cabo por los miembros de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado que, en todos los supuestos, actúan profesionalmente, en búsqueda de la verdad de los hechos objeto de investigación, cumpliendo independientemente con la misión que a este respecto tienen atribuida por la legislación que regula su actividad con carácter general.

Sin que tengan otra vinculación personal que permita dudar su imparcialidad ni acierto, más allá de lo que es la valoración racional acerca de la solidez de las opiniones que expresan, función que lógicamente compete al Tribunal "a quo" y que sólo desde esa perspectiva puede ser objeto de examen en Casación.

Como ya afirmaba, de nuevo, la STS de 22 de Mayo de 2009 (caso EKIN):

"...con referencia a las alusiones sobre la recusación y falta de imparcialidad de los peritos, debemos recordar que la imparcialidad de los peritos es una exigencia que si bien está vinculada a la necesidad de que se garantice que la prueba pericial responda exclusivamente a los especiales conocimientos técnicos de su autor, sin embargo está condicionada por el hecho de que los peritos actúan únicamente aportando un eventual elemento probatorio que, por un lado, está sometido en su práctica a las exigencias de la inmediación y contradicción, y, por otro, no tiene carácter tasado, debiendo ser valorado con el conjunto de medios probatorios por el órgano judicial. En este sentido la eventual parcialidad de los peritos por su relación objetiva o subjetiva con el procedimiento solo adquiere relevancia constitucional en los supuestos en que dicha pericial asume las características de prueba preconstituida y no cuando pueda reproducirse en la vista oral, ya que, en este último caso, el órgano judicial, con la superior garantía que implica la inmediación y la posibilidad de contradicción, podrá valorar todas las circunstancias del debate de la misma y sopesar, en su caso, la influencia que en el desarrollo de la prueba pudiera tener un eventual interés del perito con el hecho y con las partes.

En esta dirección la Sala de instancia resuelve acertadamente la cuestión planteada de acuerdo con la doctrina de esta Sala mantenida, entre otras, en la sentencia 50/2007 de 19.1 , en la que se articuló por la defensa semejante esquema argumentativo: recusación -tacha, por estar comprometida la imparcialidad de los testigos- peritos por su adscripción al Ministerio del Interior, y su presunta vinculación al éxito de la investigación desarrollada, que rechaza por cuanto el artículo 5 de la L.O. 2/1.986 (LA LEY 619/1986) , de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, impone a sus miembros que su actuación sea siempre políticamente neutral. Razonamiento correcto, por cuanto como hemos tenido ocasión de decir en la STS. 792/2008 de 4.12 , los funcionarios de la Policía Judicial llevan a cabo sus declaraciones de forma imparcial y profesional, en el sentido de que no existe razón alguna para dudar de su veracidad, cuando realizan sus cometidos profesionales, teniendo las manifestaciones que prestan un alto poder convictivo, en cuanto no existe elemento subjetivo alguno para dudar de

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su veracidad, precisamente en función de la profesionalidad que caracteriza su cometido profesional, la formación con la que cuentan y la inserción de la policía judicial en un Estado social y democrático de Derecho, como es el nuestro, todo ello de conformidad con los arts. 104 (LA LEY 2500/1978) y 126 CE (LA LEY 2500/1978); y falta de imparcialidad objetiva de los testigos-peritos por haber participado en tomas de declaración, remisión de solicitudes y cintas magnetofónicas al Juzgado y envío de informes periciales con igual destino, impugnación que igualmente desestima pues el Tribunal puede -y debe- ejercer en todo momento del proceso el control sobre la legalidad de la actuación de los intervinientes policiales, sea cual sea su forma de aportación en el proceso (incluida la fase plenaria) y extendiendo su actuación tutelar al tratamiento y análisis de la información que los integrantes policiales le ofrezcan siendo perfectamente natural que el conocimiento de los testigos-peritos sea consecuencia de su directo contacto con el material probatorio que ellos mismos aportan. Pero ninguna de las actuaciones desplegadas por los testigos-peritos en la causa comporta tener interés directo o indirecto en la misma ni afecta a la imparcialidad objetiva de sus asertos o negaciones porque -téngase presente- no han sido llamados al plenario para que realicen aportaciones fácticas, sino para que analicen hechos procesalmente preexistentes al plenario. Con independencia de ello, la jurisprudencia (Auto del T.C. 111/92 y S.T.S. de 29-2-69) ya ha establecido y fijado el contenido de lo que sea "interés directo", como interés personal, afectivo, ético o económico; contenido que no se percibe como presente en el actuar de los testigos-peritos en la presente causa. Argumentación también convincente por cuanto, con fundamento en el art. 5.b de la LO. 2/86 (LA LEY 619/1986) de Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, tales funcionarios actúan en el cumplimiento de sus funciones con absoluta neutralidad e imparcialidad y, en consecuencia, no es posible predicar de éstos interés personal y directo en ningún procedimiento, puesto que se limitan a cumplir con el mandato normativo previsto en el art. 11 de la norma antes citada, al elaborar los informes procedentes.

Consecuentemente la admisión como peritos de estos funcionarios no vulnera los derechos fundamentales de los acusados, atendiendo precisamente a que como funcionarios públicos deben servir con objetividad los intereses generales, sin perjuicio del derecho de las partes a proponer pruebas alternativas. La vinculación laboral de los funcionarios con el Estado que ejercita el ius puniendi no genera, en absoluto, interés personal en la causa ni inhabilita a los funcionarios técnicos especializados para actuar como peritos objetivos e imparciales. Todo ello, obviamente, sin perjuicio de la necesidad de que el dictamen se someta al procedente debate contradictorio y a la debida valoración judicial conforme a las reglas de la sana crítica, pudiendo en todo caso la parte acusada proponer los dictámenes alternativos que estime procedentes, los cuales, asimismo, habrán de ser valorados por el Tribunal. Por tanto, conforme al criterio jurisprudencial ya reiterado de las sentencias 643/1999 y 1688/2000, 20/2001, 2069/2002 , la cualidad de funcionario público que actúa como perito no constituye causa de recusación ni determina pérdida de imparcialidad."

Es de interés, por tanto, también resaltar en este momento lo que decía la STS de 19 de Julio de 2002 (LA LEY 136173/2002):

"Se trata (este informe) de una clase de prueba utilizada con frecuencia en estas causas penales referidas a esta banda terrorista. Son muchos los años de investigación de las fuerzas

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de seguridad sobre ETA y a lo largo de todos ellos se han ido acumulando datos sobre su funcionamiento, sus miembros y también sobre las personas que han ido participando como sus dirigentes. Estas investigaciones, y sus resultados expuestos en cada proceso por medio de informes escritos y luego trasladados al juicio oral mediante las declaraciones testificales de sus autores, pueden tener valor como prueba de cargo, evidentemente no como manifestación de las opiniones personales de estos testigos, sino por los documentos manejados que constituyen el fundamento de esas opiniones».

Siendo así, decaerá la pretensión impugnatoria de los recurrentes, tanto si se considera centrada en la exclusiva consideración de la prueba (en realidad específica e innominada legalmente, que participa de una naturaleza como de la otra) como pericial, en cuyo caso habría que estar a lo argumentado por la sala de instancia, como, sobre todo, si se parte de su consideración como testifical, como también insinúan los recurrentes, dado que, en tal supuesto, donde hay que poner la atención es en el examen de los documentos manejados por los funcionarios, sobre su aportación, y, a partir de ellos y de los indicios de este modo proporcionados, en la corrección de las inferencias realizadas por el tribunal de instancia." (En el mismo sentido STS de 31 de Mayo de 2006 (LA LEY 150038/2006)).

De manera semejante a lo que nos recuerda el Fiscal, en su escrito de impugnación del presente Recurso, recordando cómo:

"...la Sentencia dictada el 21 de mayo de 2004 por la Sala conformada en el Tribunal Supremo con arreglo al art. 61 de la Ley Orgánica del Poder Judicial (LA LEY 1694/1985), en recurso electoral 2 /2004 , de conformidad con lo que ya había señalado la ya dictada por la misma Sala con fecha 27 de marzo de 2003 , declaró que hay que atribuir naturaleza de prueba pericial cualificada a los informes emitidos por las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, porque el Ordenamiento Jurídico español alberga un acabado diseño del estatuto jurídico al que se encuentran sometidos los funcionarios de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado en garantía de que en su actividad de colaboración y servicio a la justicia actúen con plena imparcialidad y sometimiento no menos pleno a la Ley y al Derecho. Esa realidad no supone sino una particularización de la regla más general de sujeción a la legalidad de todos los poderes públicos españoles, como único cauce viable para conseguir un verdadero reinado del Estado de Derecho (arts. 9.1 (LA LEY 2500/1978) y 103.1 de la Constitución (LA LEY 2500/1978) y art. 5 de la L.O. 2/1986, de 13 de marzo (LA LEY 619/1986) , de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad).

Precisamente este estatuto jurídico de los Cuerpos y fuerzas de Seguridad es el que permite un pleno control de legalidad por parte de los Tribunales de Justicia sobre la actuación policial. En el caso del informe de inteligencia aquí debatido existió un control, ya que los elementos que aportaban eran perfectamente comprensibles y fiscalizables por el Tribunal en su examen conjunto con el resto de pruebas de la causa; a diferencia de lo que ocurriría con otras pruebas periciales que aporten aspectos científicos o técnicos inaprensibles, por puras limitaciones de la inteligencia humana, por los Tribunales, el componente pericial de los informes de inteligencia, exclusivamente limitado al tratamiento, agrupación y análisis de información con arreglo a experiencia, y, lo que es más importante, los juicios de inferencia alcanzados a la luz de todo ello, resultan fiscalizables en todos sus aspectos por la Sala sentenciadora."

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Lo que, evidentemente, nos remite también, en última instancia, al valor de la documental utilizada por los peritos, aspecto que, como vimos, se cuestiona igualmente en este motivo.

Es ésta además una cuestión que en realidad no fue planteada a lo largo del procedimiento, hasta que se suscita en el informe final de las defensas, que habiendo tenido oportunidad tanto de interrogar al respecto a los peritos, de ofrecer una contra-pericia y, en todo caso, de impugnar ese valor de los documentos con uso de los medios procesales hábiles para acreditar tal desautorización, no lo hicieron en el correspondiente momento procesal hábil para ello.

Planteamiento, por otra parte, el del valor procesal de los documentos utilizados por los peritos para sustentar sus informes, que más pormenorizadamente se aborda, de nuevo, en los motivos que siguen y sobre lo que habremos de extendernos a continuación cuando procedamos al examen de los mismos.

Por consiguiente, ha de concluirse en el acierto de la Resolución aquí recurrida cuando afirma al final de su primer Fundamento Jurídico que:

"Así, este Tribunal cuenta con lo suministrado por los Sres. Peritos del informe de inteligencia a través del dictamen emitido, para aquellas parcelas que por sí mismo, no puede saber. Parte para ello de la aportación conjunta de diversos documentos hallados en distintas fechas y a varias personas, pero que, sobre un mismo objeto, permite una visión global que por más próxima a la realidad resulta más acertada, siendo lo trascendente las explicaciones acerca de la propia interrelación documental; la experiencia acumulada por tales peritos a lo largo de más de quince años sobre E.T.A. y las organizaciones que se mueven alrededor, según afirmaron, contribuye de manera eficaz al examen de la vinculación que con aquélla se plantea en esta causa, y esa máxima de conocimiento que han ido adquiriendo resulta primordial en conjunción con el resto del material probatorio practicado, a fin de desentrañar lo que en este proceso ha sido planteado."

Prueba que, por otra parte, fue libremente valorada por la Audiencia, como lo demuestra el hecho de que no todas las manifestaciones efectuadas por los peritos sean acríticamente admitidas por la Sala, sino que, antes al contrario, ésta considera como no suficientemente acreditados extremos tan importantes como el de la coordinación existente entre las actividades de "señalamiento" de objetivos llevados a cabo por GPA y las de semejante contenido realizadas por KALE BORROKA, la función de "captación" de nuevos integrantes de la organización ETA supuestamente llevada a cabo por GPA o la "doble militancia" que los peritos también atribuían a varios de los acusados afirmando su simultánea integración en GPA y EKIN.

Todo lo cual evidencia que nos encontramos ante un medio probatorio procesalmente válido, útil para el correcto esclarecimiento de los hechos y adecuadamente valorado en este caso, con criterios de independencia y razonabilidad, por parte de los Jueces "a quibus".

TS, Sala Segunda, de lo Penal, S de 15 Oct. 2009

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En cuanto a los informes periciales, en realidad se trata de pruebas personales, mediante las cuales quienes poseen conocimientos y saberes técnicos, ordinariamente fuera del alcance del Tribunal, informan a éste acerca de dichos extremos. Cuando se trata de pericias médicas, psiquiátricas o psicológicas, no forman parte del informe pericial los datos contenidos en la anamnesis, dado que las manifestaciones efectuadas al perito por la persona que es reconocida no pueden sustituir a las prestadas ante el Tribunal a los efectos de su valoración como material probatorio. En el caso de que el perito relate su existencia, se tratará en todo caso de un testimonio de referencia, respecto a la noticia de unos hechos obtenida en circunstancias que precisarían de una consideración especial.

Tampoco corresponde a los peritos establecer la credibilidad del testigo, pues aun cuando puedan aportar al Tribunal elementos de juicio que pueden ser tenidos en cuenta acerca de su capacidad de fabulación o respecto a la impresión profesional y técnica del perito en relación a la coherencia de la versión que ante el mismo se sostiene, la decisión acerca de la credibilidad corresponde al Tribunal teniendo en cuenta todo el material probatorio disponible.

En todo caso, el dictamen pericial no vincula al Juez, pues la valoración de la prueba le corresponde a éste en su conjunto, como parte de la función de juzgar (artículo 117.3 de la Constitución).

Esta Sala ha admitido excepcionalmente la virtualidad de la prueba pericial como fundamentación de la pretensión de modificación del apartado fáctico de una sentencia impugnada en casación cuando el Tribunal haya estimado el dictamen o dictámenes coincidentes como base única de los hechos declarados probados, pero incorporándolos a dicha declaración de un modo incompleto o contradictorio, de modo que se altere relevantemente su sentido originario o bien cuando haya llegado a conclusiones divergentes con las de los citados informes, sin expresar razones que lo justifiquen.

Pero, como se ha dicho, exclusivamente en relación a las conclusiones de la pericia como tal, no siendo extensible a cualquier otro aspecto contenido en el cuerpo del informe.

AN, Sala de lo Penal, Sección 3ª, S de 5 Abr. 2010

Primero.- Sobre la eficacia probatoria de los denominados "informes policiales de inteligencia" elaborados en función del examen de la documentación remitida con la Comisión Rogatoria precitada.

Hemos de comenzar precisando que la Sala ha de atenerse al contenido de los informes de la Unidad Central de Inteligencia relativos (1) tanto a consideraciones generales en torno al sub-aparato o red de captaciones de ETA, (2) cuanto al resultado de la tarea policial relativa a las desencriptaciones y/o revelación de claves que permitieron la ulterior identificación de los acusados como sujetos a quienes se hace referencia en la mencionada documentación incautada en Francia, siendo así que los funcionarios policiales disponían para ello -no así la Sala, huelga decirlo- no sólo de los pertinentes conocimientos profesionales prácticos, sino

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también de otros datos o elementos fruto de precedentes investigaciones, que vinieron a confirmar la bondad de tales identificaciones, (3) así como a las referencias a la materialidad de las acciones que la unidad policial informante considera realizadas por los ahora acusados y de las conclusiones en torno a su respectiva cuantitativa y cualitativamente diversa vinculación con ETA.

Tales informes son, como queda dicho, los de fechas 25/Septiembre/03 (ff. 330 a 402), 10/Noviembre/03 (ff. 2.648 a 2.764), 14/Noviembre/03 (ff.2.765 a 2.800, 17/Noviembre/03, integrado en las diligencias policiales 31.838 (ff. 3.557 a 3.621), y 30/Marzo/04 (ff. 4.688 a 4.786), informes que en ocasiones son reproducidos parcialmente en los atestados relativos a las detenciones de los acusados

Ello dicho, tales informes de inteligencia considerados por la Sala, obrantes en autos a los ff. referidos y ratificados en el plenario por sus autores, tienen el mismo origen que los también precedentemente valorados respecto de otros acusados en la Sentencia nº 44/06, de 17/Noviembre, dictada por la Sección Cuarta de esta Audiencia, sustancialmente confirmada por la STS de 1/Octubre/07, por lo que resulta imprescindible la cita de esta última resolución al respecto indicado, siendo la tesis jurisprudencial la de atribución de valor probatorio a los mencionados "informes de inteligencia", aunque la cita se haga aquí de modo resumido o esquemático:

Las comisiones rogatorias, permiten traer válidamente al proceso, mediante tal mecanismo de cooperación internacional, una voluminosa documentación, que será analizada policialmente mediante los informes periciales de inteligencia, a los que posteriormente nos referiremos, y de ahí servir, mediante prueba documental, para reforzar la convicción judicial, sobre todo a través de las anotaciones que se contienen en tal documentación, y de los elementos que son estudiados por los funcionarios policiales, siendo libre el Tribunal "a quo" de acoger sus conclusiones, o desviarse de las mismas. Y ello con la confesión en sede policial, con pleno reconocimiento de hechos, de muchos de los imputados, lo que cerraba el círculo del razonamiento judicial, atribuyendo, sin duda, valor, a las anotaciones practicadas en tales documentos. Siendo ello así, no puede mantenerse, como hacen los recurrentes, que los datos e indicios resultantes de tales comisiones rogatorias, no hayan sido corroborados por otras pruebas de distinta naturaleza, como se exige en nuestra STS de 31/Mayo/06.

Por otra parte, añade la mencionada STS:

1º) Se trata de una prueba singular que se utiliza en algunos procesos complejos, en donde son necesarios especiales conocimientos, que no responden a los parámetros habituales de las pruebas periciales más convencionales;

2º) En consecuencia, no responden a un patrón diseñado en la Ley de Enjuiciamiento Criminal, no obstante lo cual, nada impide su utilización en el proceso penal cuando se precisan esos conocimientos, como así lo ha puesto de manifiesto la jurisprudencia reiterada de esta Sala;

3º) En todo caso, la valoración de tales informes es libre, de modo que el Tribunal de instancia puede analizarlos racional y libremente: los informes policiales de inteligencia, aun ratificados

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por sus autores no resultan en ningún caso vinculantes para el Tribunal y por su naturaleza no podrán ser considerados como documentos a efectos casacionales;

4º) No se trata tampoco de pura prueba documental: no puedan ser invocados como documentos los citados informes periciales, salvo que procedan de organismos oficiales y no hubieran sido impugnados por las partes, y en las circunstancias excepcionales que señala la jurisprudencia de esa Sala para los casos en que se trata de la única prueba sobre un extremo fáctico y haya sido totalmente obviada por el Tribunal sin explicación alguna incorporada al relato de un modo, parcial, mutilado o fragmentario, o bien, cuando siendo varios los informes periciales, resulten totalmente coincidentes y el Tribunal los haya desatendido sin aportar justificación alguna de su proceder;

5º) El Tribunal, en suma, puede apartarse en su valoración de tales informes, y en esta misma sentencia recurrida, se ven supuestos en que así se ha procedido por los jueces "a quibus";

6º) Aunque cuando se trate de una prueba que participa de la naturaleza de pericial y testifical, es, desde luego, más próxima a la pericial, pues los autores del mismo, aportan conocimientos propios y especializados, para la valoración de determinados documentos o estrategias;

7º) Finalmente, podría el Tribunal llegar a esas conclusiones, con la lectura y análisis de tales documentos.

Por lo demás, al haber comparecido los dos funcionarios citados, que son autores de todos los informes, y tratarse de un equipo de investigación, que se encuentra organizado como una Brigada Especial de la Policía, se le puede aplicar la doctrina legal acerca de los Laboratorios Oficiales (pues, en suma, es lo mismo), y de ahí que no exista tacha alguna en cuanto a la participación de los mismos (...).

Y por lo que hace a los hechos ahora enjuiciados, la Sala ha de recordar que los informes de referencia fueron ratificados y ampliamente matizados en el plenario por los diez funcionarios del CNP intervinientes en su elaboración. Otra cosa es la valoración de la eficacia probatoria de tales informes y de los documentos en que se asientan respecto de los hechos imputados a cada acusado, que luego se hará.

Finalmente, hemos de precisar que el contenido de los informes policiales examinados ha de valorarse con suma cautela en cuanto se asiente en manifestaciones verbales o escritas, en opiniones, en datos, en citas, en afirmaciones o en referencias de cualquier clase que sean de la autoría o procedan de tercero o terceros desconocidos o que, siendo conocidos, no han comparecido como testigos para posibilitar la adveración de su participación en la elaboración de los precitados elementos y su fundamento, por lo que en modo alguno cabe atribuir en tal caso a tales informes policiales un valor absoluto, debiendo ser considerados con el necesario relativismo en cuanto no vengan corroborados por datos ciertos de alguna objetividad extraídos de otras diligencias de prueba.

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CORTE SUPREMA DE JUSTICIA .PLENO JURISDICCIONAL DE LAS SALAS PENALES PERMANENTE Y TRANSITORIAS

ACUERDO PLENARIO Nº 2-2007/CJ-116

CONCORDANCIA JURISPRUDENCIAL.

ART. 116º TUO LOPJ

ASUNTO: Valor probatorio de la pericia no ratificada.

PRECEDENTE VINCULANTE: Fundamentos Jurídicos 8° y 9°

Lima, dieciséis de noviembre de dos mil siete.

ACUERDO PLENARIO

I. ANTECEDENTES.

1. Las Salas Penales Permanente y Transitorias de la Corte Suprema de Justicia de la República, con la autorización del Consejo Ejecutivo del Poder Judicial, acordaron realizar un Pleno Jurisdiccional de los Vocales de lo Penal, a fin de dar cumplimiento a lo dispuesto en los artículos 22° y 116° del Texto Único Ordenado de la Ley Orgánica del Poder Judicial.

2. Para estos efectos, con carácter preparatorio, se delimitó el ámbito de las Ejecutorias Supremas que correspondían analizar y se aprobó revisar las decisiones dictadas en 2006. A continuación, el Equipo de Trabajo, bajo la coordinación del señor San Martín Castro, presentó a cada Sala un conjunto de Ejecutorias que podían cumplir ese cometido. Las Salas Permanente y Transitorias, en sesiones preliminares, individual y en conjunto, resolvieron presentar al Pleno las Ejecutorias que estimaron procedentes, y que constan en las carpetas de discusión y materiales que se distribuyeron a cada uno de los señores Vocales Supremos de lo Penal.

3. En el presente caso, el Pleno decidió tomar como referencia las Ejecutorias Supremas que analizan y deciden sobre la virtualidad procesal de pericias no ratificadas –entre ellas, la recaída en el Recurso de Nulidad número 3927-2005/San Martín, del veintiséis de abril de dos mil seis-.

4. En tal virtud, se resolvió invocar el artículo 116° del Texto Único Ordenado de la Ley Orgánica del Poder Judicial que, en esencia, faculta a las Salas Especializadas del Poder Judicial dictar Acuerdos Plenarios con la finalidad de concordar jurisprudencia de su especialidad. Dada la complejidad y especiales características del tema abordado, que rebasa los aspectos tratados en las Ejecutorias Supremas analizadas, se decidió redactar un Acuerdo Plenario incorporando los fundamentos jurídicos correspondientes necesarios para configurar una doctrina legal y disponer su carácter de precedente vinculante.

5. Su deliberación y votación se realizó el día de la fecha. Como resultado del

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debate y en virtud de la votación efectuada, por unanimidad, se emitió el presente Acuerdo Plenario. Se designó como ponente al señor San Martín Castro, quien expresa el parecer del Pleno.

II. FUNDAMENTOS JURÍDICOS.

6. El Título VI “Peritos” del Libro Segundo “De la Instrucción” del Código de Procedimientos Penales regula, entre otros aspectos, el nombramiento, número, plazo y emisión del dictamen o informe pericial, así como la entrega del citado dictamen o informe y el examen de los peritos por el Juez Penal. Esa diligencia sumarial –el examen pericial-, según el artículo 168° del citado Código, es obligatoria para el Juez y su realización debe cumplir con el principio de contradicción, a cuyo efecto debe citarse a las partes, cuya concurrencia es facultativa.

El Título III “Audiencias” del Libro Tercero “Del Juicio” de la Ley Procesal Penal prevé la concurrencia de peritos al acto oral. El artículo 259° del citado Estatuto dispone que los peritos, cuando se les cite, serán examinados por las partes procesales y el Tribunal, sin perjuicio de que los dictámenes periciales –presentados en la instrucción o en la audiencia- se lean obligatoriamente.

7. Es evidente que la prueba pericial es de carácter compleja; y, más allá de los actos previos de designación de los peritos [que no será del caso cuando se trata de instituciones oficiales dedicadas a esos fines, como la Dirección de Criminalística de la Policía Nacional, el Instituto de Medicina Legal, la Contraloría General de la República –cuando emite los denominados ‘Informes Especiales’-, que gozan de una presunción iuris tantum de imparcialidad, objetividad y solvencia], consta de tres elementos: a) el reconocimiento pericial (reconocimientos, estudios u operaciones técnicas, esto es, las actividades especializadas que realizan los peritos sobre el objeto peritado), b) el dictamen o informe pericial –que es la declaración técnica en estricto sentido-, y c) el examen pericial propiamente dicho. A ellos, de uno u otro modo, se refiere el Código de Procedimientos Penales tanto al regular la instrucción como al normar el juicio oral.

8. La obligatoriedad del examen pericial en caso de pericias preprocesales o realizadas en sede de instrucción surge del artículo 259° del Código de Procedimientos Penales. Si bien esa es la regla general en materia pericial, que concreta el principio de contradicción –y cuando se hace en el acto oral, que es su sede natural, adicionalmente cumple los principios de inmediación y publicidad-, es razonable excepcionarlo sin mengua del contenido esencial de dichos principios cuando el dictamen o informe pericial –que siempre debe leerse y debatirse en el acto oral- no requiere de verificaciones de fiabilidad adicionales o cuando su contenido está integrado por aportes técnicos consolidados que no sólo se basan en hechos apoyados exclusivamente por la percepción de una persona –primacía del aspecto técnico sobre el fáctico perceptivo-, con lo que el derecho de defensa no se desnaturaliza ni se lesionan los principios de inmediación, contradicción y oralidad. En esos casos, sencillamente, el examen pericial, como toda prueba con un aspecto relevantemente documental, no es condición ineludible de la pericia como medio de prueba válido, valorable por el Juez del juicio. En consecuencia, su no actuación no es causal de nulidad de la sentencia –la obligatoriedad a que hace referencia la ley procesal no la ata a la nulidad de la pericia en caso de incumplimiento- ni de exclusión de la pericia como medio de prueba.

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9. Lo expuesto precedentemente no significa que las partes no tienen derecho a solicitar la presencia de los peritos para el examen correspondiente. Sólo se tiene en cuenta (1) las características de la prueba pericial –con especial referencia cuando se trata de pericias institucionales o emitidas por órganos oficiales-, y (2) que los principios han de acomodarse a la realidad social –la presencia ineludible de los peritos que la elaboran impediría la eficacia de la función pericial de esos organismos pues se dedicarían a concurrir a cuanto órgano judicial los cite con mengua efectiva a su labor de auxilio a la justicia-, ello sin perjuicio de reconocer que la actividad impugnativa de la defensa puede cuestionar o atacar el aspecto fáctico –falsedad- o el aspecto técnico –inexactitud- del informe pericial. Para lo primero, sin duda, es indispensable la concurrencia de los peritos, pero para lo segundo, basta el análisis integral del dictamen pericial y, en su caso, su refutación mediante pericia de parte.

Si las partes no interesan la realización del examen pericial o no cuestionan el dictamen pericial, expresa o tácitamente –lo que presupone el previo conocimiento del dictamen y acceso a sus fuentes- es obvio que su no realización en nada afecta el derecho a la prueba ni los principios que la rigen. Por el contrario, si las partes lo solicitan o requerida la concurrencia de los peritos y éstos –por cualquier motivo- no concurren, el análisis de la eficacia procesal del informe pericial estará dado por las características del cuestionamiento formulado, la necesidad objetiva del examen pericial solicitado y los recaudos de la causa. En estos casos, la regla será la pérdida de eficacia probatoria autónoma de la pericia, a menos que las objeciones de las partes –debidamente explicitadas- carezcan por entero de entidad, por ser genéricas o formularias, o por ser tardías o extemporáneas.

TS, Sala Segunda, de lo Penal, S de 25 Oct. 2011

Llegados a este punto es necesario recordar la doctrina jurisprudencial expuesta en la sentencia de esta Sala 480/2009 de 22-5 (LA LEY 67225/2009) (caso Ekin) sobre la naturaleza y validez de la llamada «prueba de inteligencia», decíamos que a)A este respecto debemos destacar nuestras sentencias 783/2007 de 1.10 y 786/2003 de 29.5, que han declarado que tal prueba pericial de «inteligencia policial» cuya utilización en los supuestos de delincuencia organizada es cada vez más frecuente, está reconocida en nuestro sistema penal pues, en definitiva, no es más que una variante de la pericial a que se refieren tanto los arts. 456 LECrim. (LA LEY 1/1882), como el 335 LEC, cuya finalidad no es otra que la de suministrar al Juzgado una serie de conocimientos técnicos, científicos, artísticos o prácticos cuya finalidad es fijar una realidad no constatable directamente por el Juez y que, obviamente, no es vinculante para él, sino que como el resto de probanzas, quedan sometidas a la valoración crítica, debidamente fundada en los términos del art. 741 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal (LA LEY 1/1882). En tal sentido podemos también citar la sentencia de esta Sala 2084/2001 de 13 de diciembre (LA LEY 1696/2002). La prueba pericial es una variante de las pruebas personales integrada por los testimonios de conocimiento emitidos con tal carácter por especialistas del ramo correspondiente de más o menos alta calificación científica, a valorar por el Tribunal de instancia conforme a los arts. 741 (LA LEY 1/1882) y 632 de la LECrim. y 117.3 de la Constitución (LA LEY 2500/1978) (STS 970/1998, de 17 de julio). Dicho de otro modo: la prueba

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pericial es una prueba personal, pues el medio de prueba se integra por la opinión o dictamen de una persona y al mismo tiempo, una prueba indirecta en tanto proporciona conocimientos técnicos para valorar los hechos controvertidos, pero no un conocimiento directo sobre cómo ocurrieron los hechos (Sentencia 1385/ 1997).

Como ha sostenido acertadamente el Ministerio Fiscal en esta instancia, en los funcionarios policiales que elaboran los llamados «informes de inteligencia», como en los expertos en legislación fiscal o de aduana, puede concurrir esa doble condición de testigos, sean directos o de referencia, y peritos. Se trata además de pruebas cuya utilización en los supuestos de delincuencia organizada es cada vez más frecuente, y su validez, como ya lo hemos declarado con anterioridad.

En suma, este tipo de prueba, se caracteriza por las siguientes notas:

1º) Se trata de una prueba singular que se utiliza en algunos procesos complejos, en donde son necesarios especiales conocimientos, que no responden a los parámetros habituales de las pruebas periciales más convencionales;

2º) En consecuencia, no responden a un patrón diseñado en la Ley de Enjuiciamiento Criminal, no obstante lo cual, nada impide su utilización en el proceso penal cuando se precisan esos conocimientos, como así lo ha puesto de manifiesto la jurisprudencia reiterada de esta Sala;

3º) En todo caso, la valoración de tales informes es libre, de modo que el Tribunal de instancia puede analizarlos racional y libremente: los informes policiales de inteligencia, aun ratificados por sus autores no resultan en ningún caso vinculantes para el Tribunal y por su naturaleza no podrán ser considerados como documentos a efectos casacionales;

4º) No se trata tampoco de pura prueba documental: no puedan ser invocados como documentos los citados informes periciales, salvo que procedan de organismos oficiales y no hubieran sido impugnados por las partes, y en las circunstancias excepcionales que señala la jurisprudencia de esa Sala para los casos en que se trata de la única prueba sobre un extremo fáctico y haya sido totalmente obviada por el Tribunal sin explicación alguna incorporada al relato de un modo, parcial, mutilado o fragmentario, o bien, cuando siendo varios los informes periciales, resulten totalmente coincidentes y el Tribunal los haya desatendido sin aportar justificación alguna de su proceder;

5º) El Tribunal, en suma, puede apartarse en su valoración de tales informes, y en esta misma sentencia recurrida, se ven supuestos en que así se ha procedido por los jueces «a quibus»;

6º) Aunque cuando se trate de una prueba que participa de la naturaleza de pericial y testifical, es, desde luego, más próxima a la pericial, pues los autores del mismo, aportan conocimientos propios y especializados, para la valoración de determinados documentos o estrategias;

7º) Finalmente, podría el Tribunal llegar a esas conclusiones, con la lectura y análisis de tales documentos.

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Se añadía en la referida sentencia en cuanto a la naturaleza de este medio probatorio que no puede desconocerse, no obstante lo anterior, que esta misma Sala en otras sentencias, 119/2007, 556/2006 y 1029/2005 se inclina por no calificar estos informes de inteligencia como prueba pericial, precisando que: «es claro que apreciaciones como la relativa a la adscripción o no de alguien a una determinada organización criminal, o la intervención de un sujeto en una acción delictiva a tenor de ciertos datos, pertenecen al género de las propias del común saber empírico. Salvo, claro está, en aquellos aspectos puntuales cuya fijación pudiera eventualmente reclamar una precisa mediación técnica, como sucede, por ejemplo, cuando se trata de examinar improntas dactilares. Pero ese plus de conocimiento global no determina, por ello solo, un saber cualitativamente distinto, ni especializado en sentido propio. Y, así, seguirá perteneciendo al género de los saberes comunes, susceptibles de entrar en el área del enjuiciamiento por el cauce de una prueba testifical, apta para ser valorada por el juez o tribunal, directamente y por sí mismo».

Ahora bien aun cuando esta sentencia 119/2007 niega la condición de prueba pericial a estos informes, sí precisa que: «participan de la naturaleza de la prueba de indicios, en la medida que aportan datos de conocimiento para el Tribunal sobre determinadas personas y actividades. Y esos datos si son coherentes con el resultado de otros medios de prueba pueden determinar, en conjunción con ellos, la prueba de un hecho, siempre que éste fluya del contenido de todos esos elementos valorados por el órgano sentenciador».

Esencial será constatar si las conclusiones obtenidas por los funcionarios del servicio de información de la Guardia Civil o Brigada policial, pueden ser asumidos por la Sala, a la vista de la documental obrante en la causa y el resto de las pruebas practicadas en el plenario, esto es, si se parte de su consideración como testifical donde debe ponerse atención es en el examen de los documentos manejados por los funcionarios policiales y así, a partir de ellos y de los hechos proporcionados de este modo, y como este Tribunal de casación podría controlar la racionalidad de las inferencias realizadas por el Tribunal de instancia.

En definitiva podemos concluir que se trata de un medio probatorio que no está previsto en la Ley, siendo los autores de dichos informes personas expertas en esta clase de información que auxilian al Tribunal, aportando elementos interpretativos sobre datos objetivos que están en la causa, siendo lo importante si las conclusiones que extraen son racionales y pueden ser asumidas por el Tribunal, racionalmente expuestas y de forma contradictoria ante la Sala.

Consecuentemente las declaraciones de los autores de los informes en el juicio oral, basada en las vigilancias policiales y documentación intervenida, puede constituir un indicio más en el que fundamentar la convicción de la Sala.

Voto particular que formula el magistrado Perfecto Andrés Ibáñez a la sentencia número 1097/2011, de fecha 25 de octubre, que ha resuelto el recurso de casación número 10344/2011P.

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Mi discrepancia se debe al valor dado, por la sala de instancia y también en la sentencia de casación, a la llamada «prueba pericial de inteligencia»; con las negativas consecuencias que luego se siguen ya en concreto, en la apreciación de los datos aportados como de cargo.

Así las cosas, en primer término, creo imprescindible hacer una precisión de naturaleza conceptual. También llamar la atención sobre una preocupante implicación semántica de ese concepto, a la que luego aludiré.

Es un tópico de la teoría de la prueba en el proceso que la pericial es aquella en la que el juez se vale del auxilio de expertos, cuando resulte preciso realizar investigaciones u obtener datos o conclusiones que requieran particulares competencias técnicas, científicas o artísticas. Lo determinante, en tal clase de supuestos, es la especificidad del tipo de conocimiento requerido, que lo hace propio de especialistas, que lo son en cuanto diestros en el empleo de nociones y métodos que por su grado de abstracción y complejidad, trascienden el acervo de conocimientos propios del hombre culto y del jurista, y exceden también del campo de las máximas de experiencia de uso común.

Pues bien, a tenor de este concepto, hasta ahora pacífico, resulta claro que las aportaciones policiales de las que aquí se trata no son de carácter pericial. En efecto, pues apreciaciones como las dirigidas a establecer la posible pertenencia de un sujeto a un grupo criminal o su intervención en la ejecución de un hecho delictivo, a partir de datos como los obtenidos mediante vigilancias, seguimientos, interceptaciones y otras actuaciones típicas del quehacer policial estándar, son de las que se fundan en recursos propios del común saber empírico. Por eso, el agente policial que, haciendo uso de ellos, investiga un cierto sector de la criminalidad, podrá saber más del mismo que el juez, pero el suyo no es un conocimiento de clase distinta del que este obtiene normalmente a través de las pruebas testificales y pone a contribución para aplicar la presunción de inocencia como regla de juicio o para comprobar si ha sido correctamente aplicada. Así, ese posible plus de información no hace de esta un saber cualitativamente diverso de aquel con el que los jueces y tribunales operan, en general, en materia de hechos.

Dejar de lado esta circunstancia, por demás obvia, para atribuir a tales prestaciones policiales carácter pericial, produce consecuencias gravemente perturbadoras, en el orden teórico y también en el de la apreciación de la prueba. Aparte de la poco estética e incluso depresiva, implícita en la aceptación, como si tal cosa, de la idea de que un tribunal pueda necesitar pericias de inteligencia. Cuando sucede que la intervención del perito se justifica solo por la necesidad de auxiliar al juzgador, proporcionándole una específica competencia en el orden cognoscitivo, de la que carece.

En cuanto a los efectos negativos del primer tipo, el fundamental es el representado por la desnaturalización del propio objeto de la prueba, e incluso del verdadero perfil de la actividad misma. En efecto, pues, de un lado, lo que el supuesto perito ofrece aquí al juez son datos contenidos en los archivos policiales, obtenidos, por lo general, merced al trabajo de otros agentes; en rigor procesal, los únicos habilitados para llevarlos al juicio, como asunto de conocimiento propio directo (si efectivamente lo fuera), para su examen contradictorio. Cuando no concurre tal circunstancia, cuando, por ejemplo, como en este caso, los autores del informe pericial, atribuyen al inculpado la presencia en algún lugar y el uso de determinadas

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llaves, por así constar documentado en sus dependencias, en realidad, operan como una suerte de anómalos testigos (que no peritos) por referencia a aquellos antecedentes escritos. Por eso, dar a la información de este carácter el rango que le atribuyen la sentencia de instancia y la de la mayoría, produce una doble distorsión: del estatuto procesal del policía compareciente, que, en realidad, reelabora y luego escenifica o verbaliza un atestado que, por esto solo, no deja de serlo; y de la naturaleza misma de los datos, simple material de esa procedencia y, por ello, con exclusivo valor de denuncia (STC 68/2010; STS 1228/2009).

En la sentencia de la que discrepo se postulan, entre otros rasgos caracterizadores de esta prueba, y para justificar su naturaleza pericial: que es «singular» y se apoya en «especiales conocimientos que no responden a los parámetros habituales de las pruebas periciales más convencionales»; que no existe para ella una previsión legal, lo que no impediría su utilización; y que no vincula al juzgador.

Pues bien, al respecto, debo objetar que la «pericial de inteligencia», más que singular es atípica. Por lo ya expuesto y porque, no solo no está legalmente prevista, sino que rompe abiertamente los criterios, legales y doctrinales, consolidados de clasificación de los medios de prueba. De ahí que, en contra de lo que se dice, no es que nada impida su utilización, es que esta carece de legitimidad legal y de todo sustento teórico. Pues solo se justifica por el propósito meramente pragmático de conferir en el enjuiciamiento un rango privilegiado a datos policiales de archivo, que, de estar rigurosamente a la ley y a la jurisprudencia antes citada, no tendrían más valor que el propio del atestado (297 LECrim. (LA LEY 1/1882)). Y no es del todo cierto que tal singular pericial no vincule al juzgador, ya que este, al tratarla de tal, acepta situarse en una implícita posición de inferior capacidad cognoscitiva frente al perito, al que, con tal cualificación, reconoce no solo como poseedor de un caudal de datos sobre algún hecho, sino también como portador de un saber cualificado o especial.

En la sentencia de la mayoría, como en otras que sustentan el mismo criterio, con lenguaje de la Ley de Enjuiciamiento Civil, se predica de la «pericial de inteligencia» la finalidad de transmitir al tribunal «conocimientos técnicos, científicos, artísticos o prácticos» para «fijar una realidad no constatable directamente por el juez». Pero con patente impropiedad, porque lo aportado por los agentes policiales al tribunal es un conocimiento que no puede decirse científico y tampoco técnico ni artístico. Podría ser «práctico», si esta calidad la brindase, sin más, el simple origen en la reiteración de una praxis profesional, pero esto solo no basta. En efecto, pues para que el conocimiento empírico obtenido en el desempeño de alguna de las de esa índole (de carácter no propiamente científico o técnico) pueda decirse pericial, tendría que exceder del acervo de saberes propios del juez, en tanto que ciudadano culto y jurista. Dicho de otro modo, será perito práctico, por ejemplo, el agricultor experimentado, que, a partir de los vestigios disponibles, valore para el juez si los daños causados en un sembrado son atribuibles a la acción de las ovejas o a la de los conejos silvestres del coto de caza colindante. Pero no el policía que sepa y dé cuenta de la inserción de un sujeto en cierto ambiente, de su presencia en determinados lugares o del mantenimiento por él de algún tipo de relaciones, u otros similares, porque valorar datos de esta clase e inferir conclusiones al respecto es labor genuinamente judicial. De lo contrario, todas las brigadas policiales pasarían de inmediato a ser grupos de peritos en la valoración de los datos fruto de su propia actividad investigadora, y los juzgadores se verían reducidos a la poco lucida condición de sujetos inhábiles para

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interpretarlos por sí mismos, ya se trate homicidios, de drogas, de prostitución infantil o de cualquier otra que pueda imaginarse.

Con lo expuesto, no estoy negando que pueda haber, como en efecto hay y se sabe bien, en los cuerpos policiales profesionales avezados, por ejemplo, en la persecución del terrorismo de ETA, que cuentan con amplísimo bagaje de datos y una experiencia invalorable, que sería suicida no utilizar y mantener al margen de la respuesta jurisdiccional. Pero esos conocimientos, organizados en las correspondientes bases de datos, y aportados como tales por los agentes que los conocen y los manejan con eficacia reconocida, tienen su campo procesal de operaciones en la fase de investigación y su destinatario natural en el juez instructor. Ahora bien, su eventual acceso al juicio oral solo puede producirse en el riguroso respeto de las reglas que lo disciplinan, que son las que impiden el uso de atajos como el representado por la tan mal considerada «pericial policial de inteligencia».

Pasando del plano conceptual a la consideración del valor que merecen en concreto, como prueba de cargo, las aportaciones de fuente policial a esta causa, se advierte lo siguiente. Se han examinado las declaraciones del ahora recurrente y de su compañera sentimental, de carácter exculpatorio, para negarles valor convictivo. Con ello, según resulta también de la sentencia de casación (folios 23 a 25), lo que realmente contó para la condena fueron los datos ofrecidos por los funcionarios, asumidos en su totalidad, como de fuente pericial, cuando, entiendo, no gozan de tal carácter y son, en su conjunto, simple información de atestado pues no fue llevada al juicio por los agentes que practicaron las distintas actuaciones. El resultado es que aquellos, a mi entender, sin ser peritos, por lo que dispone el art. 297 (LA LEY 1/1882),2º LECrim., tampoco pudieron actuar como testigos, de lo que debió seguirse que sus manifestaciones no podían recibir el valor determinante que se les atribuye en las dos sentencias consideradas.

Hay por último, en la sentencia recurrida, una afirmación inaceptable, subrayada además en negrita (folios 24-25), que atribuya a esta sala la defensa de una actitud de método insostenible, por errónea, sobre la que la mayoría no se pronuncia, y que creo requiere ser enérgicamente cuestionada.

Sostiene la Audiencia: «Y nos dice con toda claridad el Tribunal Supremo que no resulta factible, en modo alguno, analizar uno por uno los indicios, para así negarles a cada uno de ellos, considerados de forma aislada, valor probatorio, con entidad suficiente como para considerar enervado el principio de presunción de inocencia».

Pues bien, el análisis individualizado de los indicios es, desde luego, «factible», puesto que puede hacerse. Pero es que, además constituye un paso obligado del razonamiento probatorio.

En el terreno en que se mueven estas reflexiones, indicio es cualquier dato, circunstancia o comportamiento que el juez entiende significativo, en cuanto lógicamente relevante, porque de él —a la luz de máximas de experiencia— pueden derivarse conclusiones acerca del hecho que se trataría de probar. O, dicho de otro modo, un hecho conocido que sirve al juez porque indica (informa), mediante un razonamiento inductivo, sobre otro hecho del que no se sabe y que debería probarse.

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Pero sucede que no todos los hechos que indican lo hacen con idéntica fuerza, con precisión equivalente. Lo normal es que no sean completamente unívocos; y los hay particularmente ambiguos. Además, lo indicado, por su relación con el thema probandum, puede pertenecer al núcleo de la imputación, o bien a su periferia. Así, a tenor de estas consideraciones, es claro que cada dato probatorio de posible valor indiciario debe ser primero examinado y evaluado en su individualidad, para saber si goza de aptitud llevar a alguna parte, y, en este caso, hasta dónde. Pues ocurre que un indicio vale lo que vale por sí mismo, de manera que un mal indicio aporta poco o nada y dos malos indicios son un mal indicio y otro mal indicio, pues ninguno de ellos podrá dar al otro lo que no tiene y, en consecuencia, juntos no se refuerzan y no hacen uno medianamente bueno.

En consecuencia —no importa insistir— los datos probatorios de valor indiciario deben ser, en un primer momento, tratados del modo que acaba de decirse, para luego, si son de calidad, estudiarlos en su relación, con el fin de ver si efectivamente convergen y en qué punto o momento del hecho que se trata de probar.

Para terminar, y como conclusión de todo lo expuesto, mi criterio es que la sala de instancia ha atribuido eficacia probatoria de cargo a un conjunto de aportaciones que no debieron ser apreciadas de ese modo y, por eso, tendría que haberse estimado el primer motivo del recurso.