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Un futuro hecho con sus manosSituación y horizonte del Campo de Dalías,

en la provincia de AlmeríaVíctor Pérez-Díaz

Juan Carlos Rodríguez

La Fundación Cajamar no se responsabiliza de la información y opiniones contenidas en esta publicación, siendo responsabilidad exclusiva de sus autores.

Edita: Fundación CajamarDiseño y maquetación: Beatriz Martínez BelmonteFoto de cubierta: Cedida por DuniaImprime: Escobar Impresores, SL. El Ejido (Almería)ISBN: 978-84-937759-2-6Depósito legal: AL-XXXX-2010Fecha de publicación: Marzo 2010

© del texto: Víctor Pérez-Díaz y Juan Carlos Rodríguez Pérez© de la edición: Fundación Cajamar

Un futuro hecho con sus manos. Situación y horizonte del Campo de Dalías, en la provincia de Almería

Todos los derechos reservados. Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta publicación, así como la edición de su contenido por medio decualquier proceso reprográfico o fónico, electrónico o mecánico, especialmente imprenta, fotocopia, microfilm, offset o mimeógrafo, sin la previa autorizaciónescrita de los titulares del Copyright.

PRESENTACIÓN ........................................................................................................................ 7

1. Una problemática y una agenda ...................................................................................... 15

2. Narrativa y contexto de un diagnóstico ............................................................................. 27

3. El éxito del pasado como clave de la identidad colectiva, y del éxito futuro ................... 333.1. El modelo de desarrollo almeriense .......................................................................... 363.2. Bases institucionales, sociales y culturales del modelo ............................................ 40

4. Los retos económicos, y la dinámica en curso ................................................................ 474.1. Forcejeando con problemas recientes: los retos del sector agrario ......................... 484.2. Una mirada rápida a otros sectores ........................................................................... 62

5. El reto de la inmigración, difícil pero manejable ............................................................. 675.1. La segunda ola de la inmigración: áreas de procedencia y de asentamiento ......... 675.2. Trayectorias de inmigración, y expectativas de futuro ............................................... 76

6. Los recursos de la cultura y la sociedad .......................................................................... 876.1. El nivel de educación formal ...................................................................................... 876.2. Universidad e investigación ....................................................................................... 996.3. Usos de determinados bienes culturales ................................................................. 1056.4. Sociedad civil, capital social .................................................................................... 116

7. Un horizonte complejo y esperanzador .......................................................................... 123

Referencias y fuentes de datos ............................................................................................... 131

Índice

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Presentación

El propósito de estas primeras páginas se limita a poner en antecedentes al lector sobrela justificación y el contenido de la obra que tiene ahora mismo en sus manos. Soy conscientede que una monografía como ésta hubiera merecido, cuando menos, de un prologuista mása propósito, a la altura de la categoría de sus autores. No obstante, y aunque con seguridadhay quien pudiera haberlo hecho mejor, asumo mi responsabilidad como Presidente de laentidad editora y, sin adelantar los razonamientos ni entrar en detalles del discurso que secontiene en esta obra (lo que, etimológicamente, sería efectivamente un pro-lógos), firmogustosamente esta presentación en gratitud a la deuda que la Fundación Cajamar ha contraídocon Víctor Pérez-Díaz y Juan Carlos Rodríguez.

De hecho, si en lugar de un estudio sociológico hablásemos de una función dramática ouna pieza musical, estas páginas iniciales bien podrían componer un exordio, en tanto que loque persiguen es "excitar la atención y preparar el ánimo de los oyentes", en este caso lectores.Nada más. Mi tarea, por tanto, se limitará a explicar cómo surge la idea de este libro, por quédebía escribirlo quien lo escribe y, si me apuran, por qué en este preciso momento.

En 1954 vió la luz la obra del escritor Juan Goytisolo Campos de Níjar, que con el tiempose ha convertido en un referente clásico de la pobreza y el olvido en el que vivía el campoalmeriense a mediados del siglo XX. Pasados más de veinte años, en 1975, Rafael PuyolAntolín publicó, con el rigor del geógrafo profesional, un estudio con un título muy significativo:Almería. Un área deprimida del Sudeste español. El autor, como es lógico, se centraba enfenómenos como el desempleo, la emigración, la escasa industrialización, el declive de laexportación uvera y la minería y el progresivo abandono de las prácticas agrícolas tradiciona-les. No obstante, también recogía, aunque de manera todavía prudente, la expansión de losenarenados y al incipiente avance de las primeras estructuras invernadas en el litoral de laprovincia. En todo caso, Puyol Antolín no podía siquiera imaginarse hacia a dónde caminaba lanueva agricultura del Poniente almeriense, y los efectos de arrastre que tendría sobre el restode la economía provincial.

La cuestión es que, 35 años después de la aparición de ese estudio, es evidente que laexitosa experiencia de un modelo de desarrollo basado en la agricultura intensiva constituye unepisodio singular en la historia económica española reciente, responsable de un aceleradoproceso de convergencia de la provincia con la media de la renta y la riqueza nacionales, apartir del subdesarrollo y la miseria.

Desde fechas muy tempranas comenzaron a aparecer trabajos académicos, más omenos afortunados, que, desde una perspectiva fundamentalmente economicista o agronómica,presentaban un análisis del fenómeno. El número de tales publicaciones ha ido creciendoconforme pasaban los años, aunque no creo que sea oportuno repasar aquí el listado exhaus-tivo de la bibliografía disponible sobre el tema. Al lector interesado lo remito a algunos de los

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Un futuro hecho con sus manos. Situación y horizontedel Campo de Dalías, en la pronvincia de Almería

textos promovidos por nuestra entidad, especialmente comprometida con la cuestión. Entreellos, pueden destacarse el Informe que publicó en 2004 el Instituto de Estudios de Cajamarbajo el título El modelo económico Almería basado en la agricultura intensiva, o los artículosfirmados por Jerónimo Molina Herrera o Andrés Sánchez Picón, entre otros, en La economía dela provincia de Almería (Cajamar, 2005). En ellos encontrará el curioso y el erudito una síntesisbastante lograda de todo lo escrito al respecto hasta el momento.

Lo que, a fin de cuentas, quiero decir es que, a día de hoy, disponemos de un relatosuficientemente elaborado de cómo se ha producido el desarrollo económico del Ponientealmeriense a partir del éxito de la agricultura protegida. Sin duda alguna, quedan aspectos enla sombra que antes o después habrá que abordar, pero el análisis económico de este procesoha sido objeto de una especial atención, como difícilmente podría haber sido de otra manera,sobre todo a partir de la creación de la Universidad de Almería en 1993.

Y hablo de relato, de narración, de manera totalmente consciente. ¿De qué otra formapodríamos llegar a comprender los fenómenos socioeconómicos si no fuese a través de unaexplicación de naturaleza narrativa? Permítaseme remitirme a los clásicos del pensamientopara justificar mi afirmación. Decía Ortega en 1935, dentro de su Historia como sistema:

"Frente a la razón pura físico-matemática hay, pues, una razón narrativa. Para comprender algo humano, personalo colectivo, es preciso contar una historia. Este hombre, esta nación hace tal cosa y es así porque antes hizo tal otra yfue de tal otro modo. La vida sólo se vuelve un poco transparente ante la razón histórica" (subrayado en el original).

Nada más lejos de mi intención que detenerme aquí en exceso en los pormenores deesta historia. De cómo se pasó de un desierto demográfico y económico a un sistema produc-tivo local próspero y en continuo crecimiento, me interesa tan sólo destacar el protagonismo detres agentes fundamentales: el Instituto Nacional de Colonización, los técnicos de campo y lasfamilias campesinas. Los tres actores participaron activamente de una cronología que pode-mos resumir de forma esquemática, y que dio lugar a lo que hoy es la agricultura intensiva dellitoral almeriense: sondeos y elevaciones de agua (años 50); extensión de los cultivos enarenados(años 60); y expansión de los invernaderos (a partir de los años 70).

De dichos actores, quizá el más meritorio, sin querer desmerecer a ninguno, sea elcampesinado, por haber partido con una profunda desventaja: su pobreza y su falta de pers-pectivas, que lo lanzaron a la emigración durante las décadas centrales del siglo XX. Puedenidentificarse tres generaciones sucesivas (de campesinos a agricultores, de agricultores a em-presarios) que, engarzados como los eslabones de una cadena y compartiendo en cada mo-mento una problemática y unas aspiraciones comunes, han mantenido en constante evolución laagricultura intensiva almeriense desde los años 50 hasta la actualidad.

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Presentación

La primera generación de agricultores que participó en este exitoso proceso, la de losniños de la guerra nacidos en los años 30 y 40, y criados en la etapa más oscura de la historiareciente de la provincia, destaca por su capacidad para desprenderse de las rutinas heredadas,de la inercia de la tradición, y adoptar valientemente las nuevas técnicas de cultivo (hoy diría-mos que fueron especialmente receptivos a la innovación). Es cierto que, además de tenerpoco que perder, contaron con unas armas de las que sus padres carecieron para hacer frentea la escasa productividad secular del campo almeriense (el agua que les proporcionó el INC yla enmienda de unos suelos salitrosos y estériles gracias a la nueva técnica del enarenado).Pero también lo es que pusieron todo su esfuerzo y su empeño en sacar adelante su pedazo detierra invernada, con el solo recurso de sus manos y las de su familia.

La segunda generación de agricultores del Poniente, la de los nacidos en los años50 y 60, contaba ya con la ventaja de la experiencia previa del éxito de sus mayores, y con elincentivo de un crecimiento exponencial, y en apariencia inagotable, de la riqueza generadapor el sector. No obstante, ellos protagonizaron el gran salto adelante de organizar la oferta enorigen, constituir cooperativas y lanzarse a exportar a los mercados europeos. Supieron, endefinitiva, capitalizar una herencia notable, pero invirtieron buena parte de las rentas genera-das en bienes de consumo (como símbolo del triunfo social). Además, un porcentaje significatiivode sus hijos optó por incorporarse tempranamente al trabajo familiar, extraordinariamenterentable, dejando de lado e incompleta su formación académica y profesional. Este déficit hatenido un impacto significativo en el desarrollo cultural de la comarca, que incluso se ha dejadonotar en la manera de afrontar las problemas colectivos, como la ordenación del territorio, elimpacto medioambiental de la actividad agrícola o la gestión del fenómeno migratorio, quecomenzó a despuntar a principios de los años 90.

En la actualidad, está tomando el relevo la tercera generación de agricultores, la de losnacidos en los 70 y los 80. Ellos se enfrentan a nuevos retos (el aumento de la concurrenciainternacional, la liberalización del comercio agrícola, la exigencias medioambientales y decalidad, la irregularidad de la mano de obra), pero también muestran otro tipo de inquietudes,como la formación, la gestión empresarial y la tecnificación de las explotaciones o la reorgani-zación comercial del sector.

Acabo de esbozar, apresuradamente y quizá con demasiada osadía, una interpretaciónsociológica de la evolución de las familias campesinas del Campo de Dalías, que culmina conla figura de los actuales empresarios agrícolas del Poniente, y del contexto histórico en el que sedesenvuelve cada generación. Y es que éste es precisamente el objeto del libro que nos ocupa.Frente a la proliferación de estudios económicos sobre el fenómeno, apenas si contamos conalgunas aproximaciones parciales al análisis de la sociedad en la que se ha gestado estemodelo de desarrollo. Abrumados por la espectacularidad de las cifras y la rapidez de loscambios, con demasiada frecuencia hemos obviado a las personas, a sus protagonistas y a su

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problemática más allá del invernadero y de la empresa de comercialización. Caminamosa ciegas por el entramado sociológico de la comarca, apoyándonos con demasiada frecuencia, ya falta de mejores guías, en las percepciones personales, los tópicos compartidos y los lugarescomunes. Pero buena parte de la realidad social que se mueve en torno al enjambre deplástico se nos escapa desde el punto de vista académico.

Es cierto que, en el último decenio, el fenómeno migratorio y las relaciones entre lapoblación autóctona y los miles de personas llegadas a la comarca procedentes de más de uncentenar de países, ha captado la atención y el interés de los investigadores universitarios. Setrata de una tarea loable, pero insuficiente. Lo cierto es que el sujeto colectivo en su conjunto, elprotagonista indiscutible de todo fenómeno social, no ha sido analizado de forma global, másallá de aproximaciones etnográficas o parciales, y en momentos y lugares muy concretos.Sabemos muy poco de nosotros mismos, entre otros motivos porque hemos evolucionado muyrápidamente (y lo seguimos haciendo), dando lugar a un conjunto social heterogéneo, a unacomunidad de lazos difusos más allá de los puramente económicos o productivos.

La Fundación Cajamar, que tanto se ha preocupado por promover estudios de índoleeconómica y productiva sobre el sector hortofrutícola de la comarca, tomó conciencia hacemucho tiempo de la ausencia de un relato sociológico en torno al Campo de Dalías. A falta deinvestigaciones empíricas teníamos, no obstante, muchas intuiciones que había que contrastarcon la realidad. A grandes rasgos, y sin entrar en matices, sabemos que en la conformación dela población actual del Poniente se han superpuesto dos fenómenos migratorios. Lo que hacemedio siglo era apenas un páramo, hoy concentra a buena parte de la población provincial;cientos de miles de personas que cuyo origen puede clasificarse en dos aluviones. El primerotuvo lugar en los años 70 y 80, con familias procedentes de los pueblos del interior y de lasprovincias limítrofes, que venían atraídas por la disponibilidad de tierra y por la rentabilidad delas explotaciones. El segundo se gestó a partir de los años 90, y ha estado protagonizado porinmigrantes de muy diverso origen (primero magrebíes y subsaharianos; después deLatinoamérica y Europa del Este), que han venido, fundamentalmente, a sustituir a la manode obra familiar en el trabajo cotidiano bajo el plástico y a conformar las plantillas de loscentros de manipulado.

Se trata, en definitiva, de dos revoluciones demográficas en apenas treinta años: pue-blos que apenas llegaban a los 4.000 habitantes en los orígenes del fenómeno superan ahoralos 80.000, en un proceso exponencial que hasta ahora no parece haberse detenido. Lógica-mente, no ha habido tiempo material para que las instituciones y las redes sociales se conso-liden, para que los diferentes grupos se cohesionen. La precipitación, la velocidad y la esponta-neidad del fenómeno, además de la falta de previsión y planificación por parte de las administra-ciones, explican buena parte de los desajustes que se ponen de manifiesto en este estudio.

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Presentación

Porque no cabe duda de que esa desestructuración social actúa, inevitablemente, como elemen-to retardatario del desarrollo socioeconómico del Poniente, más allá de las cifras de negocio y delas cuentas de resultados.

Buena parte del éxito económico de la comarca se ha basado en esfuerzos y en talentosindividuales, localizados dentro del invernadero, y que rápidamente eran imitados por el resto;o en todo caso en iniciativas de grupos reducidos, a la vanguardia de cada una de las genera-ciones. El resultado no ha sido del todo malo, siempre que la dimensión de los problemas hapermitido que cada agente los abordase en solitario, superando las dificultades con imagina-ción y, sobre todo, con trabajo, máxime si tenemos en cuenta la situación de partida, de abso-luto subdesarrollo. Sin embargo, a nivel organizativo existe un palpable retraso: el avance enlo económico no tiene parangón con los logros a nivel sociológico y cultural.

Al margen de los esfuerzos individuales, lo cierto es que, conforme ha ido aumentandola complejidad del modelo, se ha hecho evidente la necesidad de la cooperación entre losagentes en cuestiones tales como la planificación de infraestructuras, la mejora de las canaliza-ciones de riego, el mantenimiento de la limpieza en el campo o la representatividad del sectorcon respecto a la administración, actuando como grupo de presión en la defensa de sus legíti-mos intereses.

Una adecuada atención a estos retos colectivos habría ido a favor, en todo caso, de lasinversiones individuales. Pero lo cierto es que, desde los inicios del modelo, hemos asistido aun desfase cada vez mayor entre el desarrollo tecnológico y agronómico (en estructurasinvernadas y técnicas de producción), cada vez más acelerado y complejo, y la capacidad delos distintos agentes sociales para colaborar en una dirección común. Y pocos parecen habercaído en la cuenta de que, conforme cualquier sistema productivo alcanza un estado de madu-rez y consolidación, como es el caso del almeriense, el desarrollo individual encuentra cadavez más obstáculos para seguir avanzando si el entorno institucional que lo rodea, en el sentidomás amplio de la palabra, no es el adecuado (como, por ejemplo, en el caso de la ordenaciónterritorial o la organización comercial de la oferta).

La brecha existente entre el crecimiento económico, que ha sido espectacular, y eldesarrollo de la sociedad civil, que parece estancado, no ha hecho sino crecer desde los años 70.Como se ha dicho anteriormente, la riqueza generada se ha derivado en gran medida hacia elconsumo, y no hacia la inversión en capital humano y en bienes públicos, olvidándonos de quela cultura es a la organización social lo mismo que la investigación al aparato productivo: elmotor que le permite avanzar, superar las dificultades y no estancarse.

Pero, ¿cuál es entonces el relato sociológico y la problemática actual de una sociedaddesbordada por la rapidez de su propio crecimiento? Para intentar responder a esa pregunta,la Fundación Cajamar decidió que probablemente lo mejor era recurrir a un observador exter-

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no, a alguien ajeno al proceso que se aproximase a la cuestión sin conclusiones preconcebi-das. A nosotros, los almerienses, metidos en nuestro trajín cotidiano, nos hubiera sido másdifícil aislarnos, mirarnos desde lo alto y abordar introspectivamente, sin prejuicios, nuestrasituación. De ahí, en parte, la carencia de trabajos previos.

He aquí la génesis de este libro que lector tiene en sus manos. Se buscó a un sociólogo deprestigio reconocido, como es Víctor Pérez-Díaz, Catedrático de la Complutense y director deAnalistas Socio-Políticos, para que dirigiese la elaboración de un diagnóstico sobre una situa-ción actual, señalase nuestras fortalezas y propusiese un tratamiento de los problemas másurgentes, como punto de partida para un debate, esta vez sí, interno. En su labor le acompañóel también profesor de la Complutense Juan Carlos Rodríguez, colaborador habitual deVíctor Pérez-Díaz desde hace varios años en ASP, y coautores de múltiples publicacionessobre los más diversos aspectos de la sociedad española. La juventud del Profesor Rodríguezlo hace menos conocido, pero sus actitudes y su capacidad de trabajo me trajeron a lamemoria otra cita clásica, la de cuando el malhadado protagonista del Lazarillo sostiene quedeterminó "en arrimarse a los buenos, por ser uno de ellos". Evidentemente, lo está consi-guiendo. A ellos les hemos pedido que nos ayuden a entender la situación, dibujando un puntode partida de cuyos derroteros tan sólo nosotros, los almerienses, seremos responsables.

Conviene recordar que el Catedrático Pérez-Díaz ya coordinó en 2008 el volumen XIV denuestra Colección de Estudios Mediterráneo Económico, titulado: "Modernidad, crisis yglobalización: problemas de política y cultura". La edición en papel se agotó hace meses, comoera de esperar, pero los textos siguen disponibles en la página web de la Fundación. Meinteresa ahora rescatar unas palabras de su Introducción a aquella obra, cuando, en un epígra-fe titulado precisamente "Se trata de la cultura…", Pérez-Díaz decía, en referencia a la proble-mática actual de la realidad española, y reclamando el protagonismo de la sociedad civil sobreel discurso político y mediático dominante:

"La primacía del entendimiento se plantea en todos los ámbitos y a todos los niveles de la sociedad. No escuestión de actuar sin entender la situación. Tampoco es cosa de delegar ese entendimiento en los demás; entre otrascosas porque todo depende del entendimiento local que cada cual tenga de su propia situación, a compartir con losdemás, de una forma u otra. El mercado es una forma de compartir conocimientos; el debate es otra. Las dos sonnecesarias" (subrayado en el original).

Sugiero que de la cita nos quedemos con tres elementos: el entendimiento, nuestropapel activo en el mismo (y no como meros receptores pasivos), y la interrelación que debeexistir entre lo económico (el mercado) y lo social (el debate) a la hora de compartir conoci-mientos y tomar decisiones conjuntas. Lo que me recordó, por otra parte, la actitud proactivapara según qué cosas de las dos generaciones anteriores de agricultores, y que ahora le toca ala tercera demostrar.

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Presentación

Termino comentando brevemente algunas de las conclusiones que alcanzaron los au-tores a través de su investigación y sus periódicas visitas a Almería para entrevistarse conrepresentantes de los diferentes sectores económicos, sociales y culturales de la provincia.Para ilustrar su propuesta, Víctor Pérez-Díaz y Juan Carlos Rodríguez se valen de la metáforade la triple hélice del motor que ha de impulsar el desarrollo socioeconómico de la comarca acorto y medio plazo: el mercado, la sociedad civil y la política (la administración). Partiendo deese planteamiento, la agenda que proponen los autores pasa por la atención a varios puntosineludibles. Debemos, en primer lugar, reafirmarnos en nuestra propia identidad, basada en eltrabajo, el esfuerzo y el sacrificio, para poder asumir y llevar a buen puerto el proyecto deconstruir un futuro hecho con nuestras manos (parafraseando el título del estudio). Bajo esapremisa, los autores nos sugieren, a fin de cuentas, la revitalización de la sociedad civil, laintensificación de las redes sociales y del tejido asociativo, así como la mejora de los niveles deeducación formal (la escasa formación constituye una rémora histórica del modelo) y el fomen-to de los bienes públicos.

Los retos que nos quedan por asumir desde el punto de vista del sector hortofrutícola sonmuchos, y están en la clave del relevo generacional: la captación de mayor valor añadido en lacadena comercial, la reorganización de la oferta, la modernización de las estructuras y elredimensionamiento de las explotaciones. Pero, además, debemos hacer frente a lasexternalidades medioambientales del modelo, a las irregularidades en el mercado de trabajo,a los requerimientos que plantea el fenómeno migratorio y a la perentoria necesidad de laordenación de un territorio proteico en continua transformación desde hace medio siglo.

Víctor Pérez-Díaz y Juan Carlos Rodríguez entienden este trabajo, y nosotros con ellos,como una propuesta de debate sobre nuestra realidad, lo que en definitiva constituye el propó-sito último de las Ciencias Sociales en general. De esta manera, se presenta una agenda, unahoja de ruta para el futuro inmediato, que corresponde a los almerienses pulir, matizar y concre-tar, en un ejercicio de responsabilidad y, por qué no decirlo, de mera supervivencia.

Porque el objetivo de este libro consiste en llamar la atención sobre las carencias cultura-les y la frágil cohesión social de una comarca que se ha ido inventando a sí misma sobre lamarcha, y a marchas forzadas, y sin ningún tipo de planificación previa. La crisis actual estáponiendo a prueba la fortaleza de sus cimientos y su capacidad de gestión. Asimismo, se hapretendido espolear el debate al respecto en la sociedad almeriense, y animar a los investiga-dores de nuestra Universidad a profundizar en las líneas de trabajo que se insinúan en estaobra, una vez detectadas los principales conflictos y desafíos que nos ocupan.

Por ello, no entienda el lector este libro como una estación de término, una obra cerrada,sino como una lanzadera puesta a disposición de los académicos y los especialistas paraseguir avanzando en un conocimiento, a mi juicio, vital. Y esto es así porque, en la actualidad,


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no encontramos ante un escenario doblemente complejo. Por un lado, el modelo de desarrollobasado en la agricultura intensiva ha alcanzado su madurez (quizá no su plenitud), por lo quenecesita de importantes dosis de imaginación e innovación para mantener intacta su fortaleza,amenazada por el incremento progresivo de la concurrencia internacional y por el comporta-miento oligopolístico de la gran distribución. Por el otro, hemos de ser conscientes de que porprimera vez en décadas la fase depresiva del ciclo económico internacional nos afecta plena-mente, fruto de nuestra apertura al exterior y del estallido de la burbuja inmobiliaria. Habrá querecordar, en este sentido, que la crisis económica de los 70 y primeros 80 (producida por el alzadel precio de la energía y la reconversión industrial), y que dio lugar a los ahora tan recordadosPactos de la Moncloa, coincidió, en Almería, con la etapa de expansión y consolidación delmodelo, por lo que no sólo apenas sí se notaron sus efectos, sino que se continuó el procesode convergencia.

Desde los primeros pasos de la Caja Rural de Almería en los años 60, hasta la creacióndel recién estrenado Grupo Cooperativo Cajamar, los objetivos de la organización, en tanto quecooperativa de crédito, han sido el fomento de la economía social y el desarrollo local. LaFundación Cajamar, cuyo origen está en el compromiso social de la entidad matriz, se propusodesde un principio poner en conexión conocimiento y sociedad, servir de nexo entre las ideasy los avances producidos en las aulas universitarias y en los centros de investigación con elconjunto de la ciudadanía ante la que responde.

Con la edición de esta obra se ha pretendido ofrecer a la sociedad almeriense algunosinstrumentos de análisis y diagnóstico de los que hasta el momento carecía. A partir de ahora,el tratamiento de los problemas es cosa de todos. A Víctor Pérez-Díaz y a Juan Carlos Rodríguezse les pidió que nos pusieran delante del espejo. La imagen resultante es la de una sociedadhecha a sí misma a través del esfuerzo colectivo, que ya ha olvidado la miseria que la caracte-rizó durante tanto tiempo y que pretende situarse a la vanguardia del desarrollo. Sin embargo,sus rasgos son ambivalentes: frente al mérito del crecimiento endógeno se sitúan los conflictosde una sociedad aún joven, inmadura desde el punto de vista social, sin que exista la suficienteconexión y colaboración entre los diversos grupos que la conforman. Que dicha imagen mejorecon el tiempo o que se vaya deteriorando progresivamente está en nuestras manos.

En definitiva, editamos este estudio pensando ya en la cuarta generación de empresariosagrícolas, para que no dejen de ser conscientes del legado que reciben, y con el deseo de que,cuando ellos asuman el protagonismo, muchos de los déficit culturales, organizativos ymedioambientales que hoy nos aquejan hayan sido superados.

Juan del Águila MolinaPresidente de la Fundación Cajamar

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1. Una problemática y una agenda

La comarca del Campo Dalías, el Poniente almeriense, constituye uno de los ejem-plos más positivos de lo que puede lograr, en relativamente poco tiempo, un colectivo degentes campesinas, trabajadoras, porfiadas y razonables, que emplean las fuerzas desus manos, su ingenio, y su capacidad para apoyarse en comunidades familiares y susredes sociales más próximas para llegar más lejos. Confiadas en sí mismas, arrancandode muy poco, y sabiendo buscar y aceptar algunas ayudas cruciales de profesionalesagrarios y de instituciones financieras eficaces y poco ostensibles, es decir, ayudas degentes e instituciones próximas, casi de su mismo carácter, en una o dos generaciones,estas gentes humildes, es decir, pegadas al humus de la tierra y llenas de humanitas, hansido los protagonistas de un crecimiento económico extraordinario. Éste, a su vez, hasido una pieza decisiva para la metamorfosis parcial pero muy real de una provincia que,de rezagada se ha vuelto puntera y referente para el conjunto de Andalucía y del Levanteespañol. Como indicador de ello baste señalar que si bien en los años treinta del siglopasado la renta per cápita de la provincia era la mitad de la del conjunto de España, ya amediados de los años ochenta se situaba en torno al 80% de la media nacional y veinteaños después estaba a punto de alcanzarla. Mientras, en estos mismos últimos veinteaños, el conjunto de Andalucía se ha mantenido poco más o menos al mismo nivel, infe-rior, en torno a un 77% de la media española.

Habiendo construido su reciente pasado y su presente de este modo, con su esfuer-zo, sólo les queda prolongarlo sin perder la fuerza moral y el sentido de la realidad que lesha valido de tanto hasta ahora, reforzando sus saberes, haciendo más denso su tejidosocial, y encarando, así, los retos futuros. Para ello necesitan entender los problemas concuidado, y trazar una hoja de ruta con la que orientar sus pasos, que irán completando yrectificando adaptándose a las circunstancias y a la vista de las oportunidades que sevayan presentando. Les hace falta un mapa.


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Este estudio se propone como una contribución a esa tarea de aclarar los problemasy trazar el recorrido. Intenta ser útil para que los propios interesados resuelvan, ellos, suspropias dudas y decidan su rumbo. Debería ser un paso más en una línea de investiga-ción y reflexión sobre la realidad social almeriense, que habría que desarrollar muchomás en el futuro.

El estudio consta de dos partes muy distintas, de carácter y extensión muy diferen-tes. En este capítulo inicial resumimos la problemática y la agenda en cuestión. Lo hace-mos yendo directamente al meollo de los problemas, formulándolos con suma brevedad yproponiendo soluciones. Viene a ser una especie de resumen ejecutivo sui generis, queanticipa la segunda parte. Esa segunda parte, en cambio, es bastante más larga, puesincluye el resto de los capítulos, del segundo al octavo. El tono en ella es distinto. Es másreflexivo, tentativo incluso, descriptivo y a veces minucioso. Contiene el diagnóstico y lasexplicaciones que justifican el capítulo inicial.

Reafirmar la propia identidad

Con ello, entramos ya en materia. A nuestro juicio, lo primero que la sociedad delCampo de Dalías tiene que hacer es reafirmar su propia identidad, ser fiel a sí misma y alcamino ya recorrido. Reafirmar su cultura básica, que la define: una cultura del trabajointenso y bien hecho, una cultura de la cohesión de las familias y de las redes sociales deafinidad, vecindad y tratos comerciales u otros, basadas en la lealtad y la confianza mu-tua, y una cultura del aprendizaje continuo.

Ésta es la cultura moral por excelencia, que, como moral vivida, se ha convertido enhábito y carácter. Ésta es la cultura moral que cabe transmitir (traditio) a las generacionessiguientes, la piedra angular que hace que el edificio se pueda sostener, y lo que hapermitido al grupo sobrevivir y prosperar. Si la pierde, si no sabe transmitirla, decaerá.

Obsérvese que esta cultura no ha sido la de una sociedad cerrada sobre sí misma,sino abierta, de muchas maneras, a tratos diversos, que ha permitido a esas gentesrecibir ayuda y les ha proporcionado oportunidades cruciales. Han sabido recibir ayuda delo más próximo y de lo más lejano. Los técnicos agrónomos y los servicios financieros enla propia Almería les han proporcionado enormes servicios y se los siguen proporcionan-do; así como ha sido decisiva la demanda de sus productos en mercados lejanos. Se ha

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forjado así, por un lado, una densa relación de intercambios y confianza recíproca con esemundo de técnicos e instituciones locales. Ése es un activo básico que explica buenaparte del éxito pasado; y les servirá en el futuro.

Pero, por otro lado, el trato con lo lejano es igualmente fundamental. La proyeccióninternacional de la zona, de la provincia, es muy importante, y clave de su futuro. En estaépoca de globalización, la zona y la provincia arrancan con ventajas comparativas muynotables, que deberían acrecentarse. Es así como han hecho las cosas, es así como hanformado su carácter, es así como les ha ido bien, y es probablemente así como lesseguirá yendo bien.

Entre otras, han aprovechado la ventaja comparativa de la periferia, esto es, un mayorgrado de libertad para evitar o contrarrestar la tendencia al control y bloqueo de decisionespor parte de los poderes centrales de turno. Todo se ha conseguido, en efecto, con unrecurso mínimo a las intervenciones administrativas y las subvenciones procedentes delos aparatos políticos locales o regionales. De hecho, mantener la distancia de esosaparatos políticos ha sido mucho más positivo que negativo. Esas intervenciones hansolido dar lugar a consecuencias no deseadas, salvo cuando han sido un elemento añadi-do o complementario a soluciones emanadas desde el propio tejido económico y socialdel Poniente almeriense (caso de la lucha biológica contra las plagas).

Afrontar con decisión una serie de retos económicos

Esto supuesto, tienen que enfrentarse, ciertamente, con retos importantes. Véamoslopor partes, y atendiendo selectivamente a algunos de ellos. Comenzamos con los retoseconómicos del sector agrario, que ha sido y es el grueso de la actividad de la zona.

Estos retos incluyen, primero, el del mayor valor añadido incorporado a los productosagrarios, por ejemplo, los productos llamados de cuarta gama y de quinta gama, incluyen-do la oferta de productos "saludables". Esto supone tener en cuenta al consumidor último,pero también a los comercializadores. Todo ello plantea por supuesto múltiples problemasde atención a la demanda, y de reorientación de los procesos productivos.


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En segundo lugar, en la comercialización se plantea el reto del modo de organizar yhacer funcionar las cooperativas, incluyendo el de definir su carácter como empresas conuna visión a largo plazo y poco dependientes de los intereses a corto de sus miembros. Locual, por su parte, recoge una cuestión central a la que no se acaba de dar respuesta: lanecesidad de equipos directivos profesionalizados y con espíritu empresarial, pero tam-bién capaces de inspirar confianza, responder ante sus socios y, en su caso, persuadirlos.

Responder a ambos retos conlleva afrontar, en tercer lugar, el del mayor tamaño,tanto de las unidades productivas como de las de distribución. En este último caso, lodecisivo son los problemas de coordinación y de acción colectiva, susceptibles de serresueltos de formas diversas. No conviene, en todo caso, forzar las soluciones medianteintervenciones públicas, pues pueden acarrear efectos no deseados, como ha podidoocurrir en algunos ámbitos y casos señalados.

En general, independientemente de la cuestión del tamaño, los productores han deresponder a un cuarto reto, el de la modernización organizativa. Éste supone un desarro-llo de la capacidad de comunicación en todas las direcciones, hacia dentro y hacia fuerade la organización.

Ello puede extenderse a un quinto desafío, por otra parte singular, el de la sucesiónfamiliar, especialmente en un momento en el que comienza a darse, gradualmente, unrelevo generacional. Asunto delicado, pero sumamente importante, dadas las experien-cias y las expectativas distintas que se han ido creando entre las diferentes generaciones.

Por último, pero no en último lugar, hay que añadir el reto del manejo de las conside-rables externalidades de la producción de invernadero, sobre todo las de caráctermedioambiental, tanto las que provocan directamente las explotaciones como las deriva-das en general del crecimiento económico alentado desde la agricultura. Hay que tener encuenta que, a estos efectos, conviene considerar tanto la perspectiva de los demandantesde los productos como el aumento de la sensibilidad ambiental de la población de lacomarca, autóctonos o residentes extranjeros.

Pero también hay que situar el problema de las externalidades en el contexto másgeneral de las necesidades de un entramado de infraestructuras de apoyo y de serviciospúblicos, que la comarca no puede darse a sí misma, y que requieren una negociacióninteligente con elites políticas diversas. Para lo cual es preciso proveerse de los mediosinstitucionales y de apoyo estratégico adecuados.


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Sobra decir que no toda la vida económica almeriense se limita al sector agrícola ysus ramificaciones más o menos directas. A este respecto, cabe recordar, por una parte,el enorme potencial del sector turístico, probablemente, de nuevo, construyendo a partirdel modelo de "sol y playa", aunque yendo más allá de él, incorporando, quizás, elemen-tos de turismo "natural" y las correspondientes consideraciones medioambientales.

Y, por otra, hay que tener siempre presente la posibilidad de cometer errores, comoel excesivo crecimiento del sector de la construcción, incluso mayor que en el conjunto deEspaña, y que ha podido detraer recursos muy necesarios en ramas más productivas y defuturo; pero siempre teniendo en cuenta que en esto, como en tantos temas, no convienepecar ni por exceso ni por defecto a largo plazo, y estar alerta ante las oportunidades quepara el sector traería un manejo razonable de una futura recuperación económica general.

En última instancia, hay que responder a todos estos retos siendo conscientes deque el modelo de desarrollo almeriense es susceptible de ser imitado con mayor o menoréxito por competidores no demasiado lejanos, al menos a largo plazo. Y, por supuesto,puede erosionarse y decaer por razones internas, de fatiga, inercia o pérdida de motiva-ción interna, por mal funcionamiento de las instituciones de apoyo, o interferencias diversas.

Afrontar los retos sociales, sobre todo el de la inmigración

Ahora bien, todos estos problemas, primordial pero no exclusivamente económicos(y con una obvia dimensión política, que no hacemos aquí objeto de nuestro análisis, peroque deberá ser objeto de suma atención), se dan, obviamente, en interdependencia conotros de carácter social. Por lo pronto, el crecimiento económico de los últimos lustros haatraído una mano de obra inmigrante muy numerosa, lo cual plantea retos no sólo deeficiencia o eficacia económica, sino de convivencia y de inclusión social. A su vez, estosproblemas específicos son parte de un problema más general acerca de cuál sea el tipode comunidad humana que se va a ir construyendo en la zona, lo que supone atender aproblemas potenciales (o reales) entre diversos grupos sociales, y entre generaciones,por ejemplo. En todo caso, aquí centramos la atención en los problemas de la inmigra-ción, por su importancia estratégica, y por su relativa urgencia.


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A este respecto conviene tener en cuenta, en primer lugar y ante todo, que cuál seala actitud fundamental que la comunidad del Poniente almeriense adopte ante el fenómenode la inmigración define, y definirá, a largo plazo, el tipo de sociedad que quiera ser; y quesería muy de desear que esa actitud fuera coherente con su propia identidad. Ahora bien,la identidad de esa comunidad se ha forjado en torno a la definición del Campo de Dalíascomo una tierra de oportunidades para ellos mismos, en tanto que ellos mismos eraninmigrantes. Éste es el dato básico. No procedían de aquí, sino de fuera. Vinieron a unatierra de oportunidades, de manera análoga a como los europeos del siglo XIX definieron laAmérica a la que llegaron tras un largo viaje. Así pues, no pueden ser fieles a sí mismossin reafirmar esta característica como definitoria de la sociedad que ellos mismos hancreado con su esfuerzo. No es una tierra "de señoritos", una sociedad de clases cerradaso estamentos cerrados, de pirámides de status; sino una tierra abierta al esfuerzo, alingenio, y a la capacidad de organizarse y de establecer alianzas basadas en la confianzamutua. Una tierra que sigue y debe seguir siendo de oportunidades para sus hijos, y paralos que puedan venir de fuera.

Es obvio que en este tema hay que ser realista y prudente; en éste, como en todoslos temas, por lo demás, el realismo y la prudencia son de rigor. Pero la actitud fundamen-tal dicta el modo y los criterios, y marca el rumbo. No se trata, por tanto, de situarse antela inmigración en la actitud de tratar de evitar los conflictos o evitar lo peor, simplemente.Sino de encarar la situación pensando en que la experiencia inmigratoria puede y debe serusada como un factor muy importante en un juego de suma positiva en la que todosganen, y, por lo pronto, contribuya a que la sociedad autóctona no pierda su propia identi-dad y se torne esclerótica.

En segundo lugar, nunca hay que perder de vista que la gente de fuera que hayallegado o siga llegando es muy diversa. No cabe aplicar a sus problemas una fórmulaúnica. Cada grupo tiene su carácter, su orientación económica peculiar, sus proyectos dereagrupamiento familiar, su propensión a la vuelta a sus lugares de origen, sus formas desociabilidad, y una cultura a mayor o menor distancia de la cultura autóctona. Los proce-sos de su incorporación al conjunto social son complejos y diferenciados entre sí. Ibero-americanos, europeos del este, marroquíes o subsaharianos: cada uno representa unmundo distinto. Esto requiere atender a problemas muy diferentes de inclusión social,convivencia entre culturas, educación y formación profesional, acceso al crédito y a losservicios sociales, formación de tejidos asociativos. Tampoco los problemas son seme-


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jantes allí donde la población inmigrante es muy reducida y allí donde, como en El Ejido,por ejemplo, los nacidos fuera de España han pasado en poco más de diez años de seruno de cada veinte a uno de cada tres habitantes.

Junto a la atención a los inmigrantes de países que se pueden ir integrando a partirde posiciones de trabajo manual y subordinación en el tejido productivo, hay que atenderasimismo, en otro orden de cosas, a los europeos procedentes de la Europa más próspe-ra del norte o el centro del continente, y que han elegido la comarca u otra zona de laprovincia como lugar de residencia para su jubilación. Esta comunidad puede ser de im-portancia crucial para reforzar las redes de contactos con los mercados europeos adondeprecisamente va o puede ir el producto local, para difundir buenas prácticas profesionalesde toda índole, para mejorar la calidad de la organización social y política, y, last but notleast, para mejorar el conocimiento de idiomas extranjeros y la familiaridad con lo extran-jero, que son dos herramientas fundamentales en la gran estrategia de la zona de cara ala creciente globalización.

La lógica de una estrategia de inclusión de los inmigrantes de la mano de obra básicacomo de los residentes extranjeros es, en último término, la misma. Se trata, por último,de formar una comunidad humana compleja y enriquecida por diversas aportaciones, queimpulsen el conjunto hacia adelante, hacia una sociedad más capaz de ahondar en supropia experiencia y de sobrevivir en un medio de mayor complejidad.

Estas tres ideas (Almería como tierra de oportunidades, la diversidad de la inmigra-ción, la inmigración como posibilidad de enriquecimiento cultural y social) pueden guiar laacción de los actores más relevantes en este ámbito: las asociaciones de acogida ysolidaridad con los inmigrantes, las asociaciones de estos mismos inmigrantes, las aso-ciaciones empresariales y, probablemente, los ayuntamientos. Sobre todo a ellos lescorresponde tejer entramados locales de confianzas y lugares de encuentro y conoci-miento mutuo. Esto es fundamental para paliar, en lo posible, uno de los principales retosde la conformación de una sociedad plural vivible, el de la segregación, con el riesgo actualde la formación y perpetuación de comunidades cerradas y, en la práctica, incomunicadas.


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Desarrollo del tejido asociativo

Ahora bien, si la comunidad doméstica almeriense quiere resolver estos dos retos, eleconómico y el de la inmigración, tiene que hacerlo con los recursos sociales y culturalesa su disposición. Estos recursos son, por ahora, insuficientes. En consecuencia, la co-munidad tiene que incluir en su agenda, y en su hoja de ruta, tareas que incrementen ymejoren esos dos tipos de recursos, sin lo cual no podrá afrontar aquellos retos.

En términos cuantitativos, el tejido asociativo almeriense no ocupa un lugar inferioren un hipotético ranking andaluz, sobre todo si calculamos la ratio de asociaciones percápita sobre la población de españoles. Quizá, por tanto, hay una base de la que partir,aunque la evolución cuantitativa reciente sea dudosa, y esa ratio sea relativamente baja enla comarca de Poniente.

En todo caso, los retos económicos y de cohesión social requieren un tejido asocia-tivo no sólo más trabado sino, sobre todo, uno que, precisamente por su orientaciónnormativa, refuerce una cultura de la confianza tanto dentro de los grupos como en susrelaciones con otros grupos, y favorezca así el clima de apertura moral de la sociedad.

Conseguir esto requiere la presencia de emprendedores sociales de cierto carismapersonal y la difusión de creencias y formas de vida caracterizadas por ciertas virtudesmorales. Es inútil predicar estas cosas en los términos de una moral abstracta y sincretista;se requiere una activación de sentimientos morales e incluso filosóficos y religiosos espe-cíficos, con lo que ello implica. Se trata de promover valores de lealtad, juego limpio,tolerancia y respeto, libertad y responsabilidad personal, solidaridad con las gentesvulnerables: todos estos sentimientos morales suelen estar anclados en determinadasconcepciones religiosas y filosóficas que es inútil, y contraproducente, poner entre pa-réntesis o marginar. Tendrán que estar presentes en el espacio público, como lo estánen el ánimo de las personas en cuestión. Fácil o difícil, es un reto inevitable y potencial-mente muy enriquecedor.

Este tejido asociativo, asentado en valores y sentimientos morales que habrán de serhechos explícitos de alguna forma, es importante también, recordémoslo, a título instru-mental. Las gentes tienen que organizarse para todo tipo de propósitos. Tienen que saberhacer lobbies, y ello a muchos efectos. Para negociar el imaginario social con los mediosde comunicación social. Para negociar las políticas públicas con las autoridades y los


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representantes políticos de turno, sin delegar en ellos el protagonismo de lo que debe ser,sobre todo, una acción ciudadana. Para establecer alianzas con numerosos agentes delmedio próximo pero también de medios más lejanos, en el corazón de Andalucía, en elLevante español, en el conjunto de España, en muchos (y no pocos) lugares del exteriorde España. Esa participación en los tejidos asociativos les permite adquirir la experiencianecesaria para hacer tales alianzas, y, en su caso, para atreverse a protagonizarlas.

Mejora sustantiva de los recursos educativos

Volviendo ahora la atención al tema de los recursos culturales, es obvio que el nivelde educación formal es bajo, y éste es un flanco muy débil en una estrategia de desarrolloa largo plazo. La educación formal favorece el desarrollo de la capacidad para el pensa-miento abstracto que permite manejar una multiplicidad de situaciones particulares, ladisciplina y el orden en la exposición oral y escrita, el razonamiento de largo recorrido, lacapacidad para integrar información de muchos tipos, lo cual facilita los tratos con losexpertos correspondientes (y la formación local de estos mismos expertos, obviamente).Todo ello es necesario a partir de un punto en el desarrollo de la sociedad, al que ya se hallegado, desde hace un tiempo.

Pues bien, sabemos que el nivel de educación formal de la zona es insuficiente. Elporcentaje de la población con estudios superiores es inferior a la media nacional (y anda-luza). Las tasas de fracaso escolar en Almería son, en cambio, claramente superiores ymuy altas, especialmente para los varones. Asimismo, el nivel educativo de la inmigraciónes, lógicamente, dadas sus condiciones, más bien bajo, sus tasas de fracaso escolarmás altas que las de los nacionales, y afrontan una segregación escolar por titularidad delcentro (público o privado) de las más altas de España. En otro orden de cosas, parecesingularmente baja la matrícula de las escuelas de idiomas, lo que no augura bien parauna zona que depende tanto de sus tratos con el exterior.

A su vez, la matrícula universitaria no ha hecho más que caer desde comienzos desiglo, lo cual responde, sobre todo, a la caída de las cohortes de almerienses españolesen edad universitaria (casi no hay inmigrantes en la universidad). De todos modos, seobservan caídas sustantivas de la matrícula en enseñanzas de ciclo largo, incluidas laagronomía y las ciencias (también las ciencias medioambientales) por encima de loesperable demográficamente.


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La investigación de la Universidad de Almería ha ido creciendo, aunque su peso en elconjunto de la española parece ahora estancado y el número de doctores tiende a la baja.Queda bastante camino por recorrer si se pretende ascender en el ranking de universida-des españolas y se aspira a una relación más productiva con la economía almeriense.

Obviamente, resolver el grave problema del déficit educativo almeriense requeriría, sinduda, una mejora sustancial de la calidad, la eficacia y la eficiencia del sistema deenseñanza andaluz, algo difícil de conseguir a corto o medio plazo, dada la trayectoria delos últimos lustros. Ante ello, la sociedad almeriense tiene dos opciones, la de esperar aque llegue esa solución global o la de no conformarse, procurando soluciones parcialesque sí pueden estar en sus manos.

Primero, los padres de los alumnos pueden implicarse mucho más en la educaciónde sus hijos, de una diversidad de maneras, en la confianza de que esa implicaciónpuede mejorar los rendimientos educativos de aquéllos. Esto no es baladí, y no escostoso económicamente.

Segundo, las asociaciones empresariales, de todo tipo, pueden avanzar mucho másdecididamente en la formación de sus futuros trabajadores. Obviamente, habrán de hacer-lo colectivamente, compartiendo entre todos los costes de la formación, al modo alemán.Y, si no por generosidad, habrán de hacerlo por interés propio, directo, para conseguir unamayor productividad y adaptabilidad de la mano de obra, o indirecto, para contar con unasociedad más educada, y, por tanto, más innovadora, y, por tanto, con más futuro económico.

Tercero, en ese último sentido, cabe imaginar que la formación proporcionada por lasasociaciones empresariales no se limite a una mera formación "ocupacional". ¿Por quéno plantearse el reto de mejorar el nivel educativo y cultural de la población en general,comenzando por los más jóvenes, los que "fracasan" escolarmente? El aprendizaje du-rante toda la vida (lifelong learning) es probablemente una característica de la economíadel conocimiento, pero no es evidente que deba limitarse a la mera adquisición de compe-tencias laborales.

Obviamente, no podrían hacerlo solas, pero sí puede pensarse en colaboracioneslocales o provinciales con la caja rural, con concejales inteligentes y dispuestos, con losvoluntarios de la multiplicidad de asociaciones culturales y educativas existentes, o, inclu-so, con los centros escolares públicos y privados dispuestos a explorar los reducidos (ono tanto) márgenes de maniobra con que cuentan.


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Es decir, cabe explorar la mayor flexibilidad de la institución familiar, las institucioneseconómicas y sociales (y políticas) pegadas al terreno, también, en la solución de losproblemas educativos almerienses. Eso, o esperar a que la solución venga desde arriba.

Conviene, asimismo, acercar la escuela, la universidad, la investigación a las necesi-dades de la vida económica y social de la zona, y viceversa.

Urge remediar un déficit cultural, que constituye un flanco débil en la gran estrategiade desarrollo a largo plazo; aunque conviene recordar que este flanco débil se puedeconvertir en un talón de Aquiles cuando la insuficiencia de la educación formal se combinacon un debilitamiento de la cultura moral de la comunidad a la que nos hemos venidorefiriendo; es decir, si apareciera una generación no sólo poco preparada por su educaciónformal sino una que, al tiempo, hubiera perdido la moral del esfuerzo, de la solidaridadfamiliar y social, la confianza en sí misma, y la capacidad de riesgo para mirar lejos.

Mejora sustantiva de los recursos culturales

Queda, por último, la cuestión de la difusión de la cultura en el sentido que se sueledar convencionalmente al término: lecturas, teatros, cine, medios de comunicación e in-formación. Esto puede ser más o menos importante según la calidad de la cultura encuestión. Menos, si se trata de una cultura excitada y superficial, o de una informaciónruidosa y partidista o sectaria, evidentemente.

De todos modos, hay que confiar en que el cultivo (es decir, la cultura) de la lectura,la música, las artes plásticas, el teatro y el encuentro con el medio natural y con la culturatradicional puede y debe dar consistencia personal a las gentes, mejorar sustancialmentesu capacidad para el manejo del mundo, y ampliar su sensibilidad y su horizonte. Todoello puede servir también de puntos de encuentro para gentes de culturas originarias dis-tintas, y de generaciones, géneros y grupos sociales diferentes, en torno a valores deverdad, de belleza, y, de manera implícita o explícita, de búsqueda del bien.

Valores, todos ellos, muy afines a la cultura de la innovación y la creación intelectualy científica que habrá de calar en Almería si de verdad se pretende afrontar los retoseconómicos ya vistos incorporando cada vez más dosis de economía del conocimiento.

Un futuro hecho con sus manos. Situación y horizontedel Campo de Dalías, en la provincia de Almería

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En este sentido, resulta inquietante que diversos indicadores sugieran usos muymodestos de los recursos culturales disponibles por parte de la población. La produccióneditorial per cápita es muy baja comparativamente, y parece decaer. La asistencia alteatro y al cine también es relativamente baja, y no remonta. La oferta de espaciosescénicos parece reducida. El consumo de diarios de información general es muy bajo,como lo es el de Internet.

Y no cabe achacar todo ello sólo al nivel económico o educativo medio almeriense. Sinos fijamos sólo en los universitarios, presumiblemente los más proclives a esos consu-mos culturales, se observa un patrón similar de consumo cultural inferior a la media anda-luza, y, probablemente, la española: leen menos libros, van menos al teatro y a museos,incluso viajan menos al extranjero.

Construir, o más bien reforzar, las iniciativas ya en curso para fomentar estas prácti-cas culturales constituye una parte obligada de la agenda de los próximos años.

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2. Narrativa y contexto de un diagnóstico

Nuestro diagnóstico de la situación del Campo de Dalías o, más bien, de la comarcadel Poniente almeriense, parte de una explicación de cómo se ha forjado la identidad de lacomunidad en cuestión y cómo se ha llegado a la situación actual. Ello sirve de base parapergeñar los grandes rasgos de los problemas de la zona de cara al futuro, y apuntar losrecursos de que dispone para resolverlos.

Recurrimos al pasado porque éste suele ser un buen predictor del futuro, aunque, porsupuesto, no se trata de hacer un razonamiento determinista, que no tendría mucho sen-tido. Con todo, hay que saber cuáles son las instituciones que se han ido creando a lolargo del tiempo, y cuáles los rasgos de carácter de las personas, que se han hecho,también, con el tiempo por medio, pues esas instituciones y ese carácter tienen unainfluencia muy importante en cómo responde la población actual a la situación presente.Influyen en su definición de esa situación, en lo que percibe como oportunidades y comoriesgos, en lo que cree que ha aprendido del pasado de cara a aplicar esa lección alpresente y al futuro, y, en consecuencia, en la proclividad de esa población a actuar deuna forma u otra.

La clave para explicar el pasado es la siguiente. En el éxito de la experiencia decrecimiento económico de esa comarca de Almería lo fundamental ha sido, y es, el factorempresarial, de alerta, de flexibilidad y de aguante de un colectivo de pequeños campesi-nos, inmigrantes de la primera generación desde las comarcas de la montaña almeriensea las de planicie, capaces de trabajar duro, de aportar el trabajo de toda la familia, decomprender las ventajas de una combinación de oportunidades que se les presenta. Portanto, gentes con el capital cultural preciso, en forma de sentido común y capacidad dealerta, con las virtudes civiles y mercantiles que ello conlleva, adecuadas a la tarea, y conel capital social de una familia y un círculo reducido, pero importante, de contactos.

Con esos recursos, atienden a una combinación de oportunidades y formulan suspropuestas, a la vista del capital y las técnicas de que disponen, en lo que intervienenotros agentes que facilitan su actuación, todo ello operando en determinados mercados.Primero, un capital en la forma de una tierra árida pero relativamente accesible, y unaayuda de crédito modesta, que les facilita una institución, en este caso una caja rural dedimensiones inicialmente modestas. Segundo, una tierra en la que subyacen unos acuíferosa los que se puede tener acceso, y que puede ser explotada con unas técnicas tradiciona-


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les de aprovechamiento del sol y la humedad, que pueden ser puestas al día (los parralesreconvertidos en invernaderos) con la ayuda, crucial, de unos expertos disponibles, eneste caso, técnicos de nivel académico medio, ingenieros técnicos agrícolas o peritosagrónomos. Tercero, una tierra capaz de aportar una variedad de productos vegetales con laposibilidad de ofertarlos en un momento del año en el que encontrará muy poca competen-cia, a un mercado lejano pero accesible (la Europa de Holanda, Alemania y otros países).

De manera que los protagonistas de la experiencia son unas gentes humildes, esdecir, unos campesinos que son como el humus de la tierra; recordemos las raícesetimológicas comunes: humilitas, humus, o simplemente homines. Estos agentes sabenestablecer unas relaciones inteligentes con la tierra, las instituciones de crédito, los ex-pertos y las redes comerciales. No son los grandes empresarios, ni los organismos delestado, ni las fuerzas vivas de la provincia. Todas estas elites y las autoridades estáncomo al margen del acontecimiento; quizá afortunadamente, porque no van a interferir en él.

Ésta es la historia, la narrativa subyacente en la experiencia del éxito del Campo deDalías. Una narrativa interesante, y en cierto modo ejemplar e incluso llamativa, porqueestablece una distancia respecto a las grandes narrativas convencionales según las cua-les lo que hace falta para el desarrollo de una sociedad es mucho capital, mucha visión alargo plazo a cargo de grandes dirigentes, y mucha investigación y desarrollo e innovaciónprotagonizada por universidades e instituciones de alto rango. La experiencia almeriensemuestra que, al menos a esta escala, no hace falta tanto. Lo crucial es la presencia decierto tipo de gentes, con un capital cultural que no es necesariamente el de una educa-ción formal de gran nivel, pero que supone, en cambio, ciertas sabidurías tradicionales queson reminiscentes de sabidurías religiosas antiguas, de campesinos clásicos, o del tipode "los últimos serán los primeros", como puede ser lógico, dado que estamos hablandode una región cristiana, o cristianizada, desde hace al menos unos cinco siglos, cuandofue repoblada con cristianos viejos. Como quiera que se llegue a precisar cuál es elancla histórica de la moral en cuestión, lo cierto es que ésta remite a una moral delaboriosidad, persistencia, modestia, densidad de las relaciones familiares, y círculosreducidos de sociabilidad.

Una vez establecida la génesis del fenómeno, nuestro paso siguiente es analizar losproblemas en curso, comenzando por seguir, desde el punto de vista económico, losvericuetos del camino recorrido por la comarca desde el crecimiento inicial. En ese cami-no se van poniendo a prueba la capacidad de las gentes para adaptarse y para aprender,

Narrativa y contexto de un diagnóstico

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y rectificar, al enfrentarse con una variedad de problemas y atendiendo a los retos consi-guientes: retos de añadir valor en la producción y mejorar la comercialización, optar poruna forma u otra de coordinación de las actividades de comercialización, y atender altamaño de la explotación, la sucesión familiar en la empresa, y otros problemas.

Lo cual nos aboca a considerar un problema particular, que ya no es de índole sólo oprincipalmente económica, aunque viene de la mano de aquel crecimiento, y de estosproblemas. Se trata de la inmigración (si se quiere, la "segunda inmigración") de gentesque, esta vez, proceden mayoritariamente del extranjero (marroquíes, senegaleses, ecua-torianos o rumanos, por ejemplo). Un problema complejo, difícil, que pone a prueba lacapacidad de la población de la comarca para resolver problemas de bien común.

El paso siguiente consiste en tratar de entender los factores de carácter social ycultural que pueden contribuir a mejorar la capacidad de manejo de todos estos proble-mas. Nuestro argumento es que si bien un nivel muy bajo de educación formal no fueobstáculo para el crecimiento en una primera fase de desarrollo, ello no es así, ni será así,en la fase siguiente, en la que nos encontramos. La educación formal, si es de ciertacalidad, proporciona saberes y capacidades importantes a la hora de afrontar una contabi-lidad, tratar con extranjeros al menos en inglés, o acometer unos proyectos con comple-jidades jurídicas, financieras y logísticas de cierta entidad. En este sentido, subrayamosel contraste entre lo que serían las necesidades de educación formal a la vista de laevolución económica y social, y la realidad actual de un nivel educativo insuficiente. Eldiagnóstico se completa con una consideración de la universidad, y su aportación a laformación y a la investigación. Asimismo, pensamos que, quizá (o quizá, no: todo depen-de de la calidad de las cosas) el uso de bienes culturales tales como los que proporcionael sistema disponible de cultura y entretenimiento (lectura de periódicos, uso de Internet,visita a museos, asistencia a obras de teatro, etcétera) puede ampliar el horizonte de lasgentes y facilitarles el trato con otras culturas diferentes. Ello podría ser útil de muchasmaneras, bien porque mejore el nivel general de información, bien porque amplíe horizon-tes, bien porque ese ambiente cultural atraiga una clase media acostumbrada a esosusos, que podría, a su vez, proveer de servicios al tejido empresarial en cuestión. Elargumento sobre la cultura es tentativo, y explicaremos este carácter del argumento en sumomento. Asimismo, es probable que una dosis importante de capital social del tipobridging social capital (Putnam 2000), es decir, en la forma de redes sociales y familiareso de asociaciones que conectan comunidades diferentes, sea útil para reforzar institucio-nes que, a su vez, ayuden a resolver tensiones sociales (por ejemplo, las resultantes de la


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inmigración), o a facilitar organizaciones de la vida económica (por ejemplo, las derivadasde la necesidad de crear cooperativas o alianzas estratégicas entre empresas). De todosmodos, en lo que se refiere a las asociaciones, en particular, la impresión es la de que eltejido asociativo tiene todavía una densidad débil.

En la última sección, resumimos el argumento, reuniendo y relacionando entre sí susdiferentes partes, y lo situamos en una perspectiva de futuro, recogiendo las sugerenciaso propuestas que se han ido haciendo a lo largo del estudio. Ahí planteamos dos proble-mas, el de los mecanismos de esfera pública y de gobernanza apropiados a un sistemaabierto complejo, y el del tipo de actuaciones que, respecto a ello, cabe desear, y esperar,de distintas autoridades públicas. Los puntos que destacamos a este respecto son dos.Primero, que la agenda a largo plazo del futuro de una comarca, o de una provincia, comode las que aquí se trata, no es asunto único o principal de las autoridades públicas sino,sobre todo, de la sociedad misma, es decir, del conjunto de los agentes sociales. Nodeberían éstos delegar en otros la elaboración de esa agenda, y sí hacer el esfuerzo deelaborarla, discutirla y rectificarla continuamente. Segundo, que la tarea principal, y suma-mente importante, de las autoridades públicas es proveer ciertos servicios y bienes colec-tivos imprescindibles (infraestructuras, servicios sociales, justicia y seguridad, por ejem-plo), y facilitar un foro de debate, comportándose siempre de manera abierta, transparentey responsable ante la sociedad.

Ha de tenerse en cuenta que los razonamientos y las propuestas contenidos en esteestudio han sido fruto de una serie de debates, y se sitúan en el horizonte de una conver-sación que debe continuar, protagonizada por los agentes sociales. Nos hemos apoyadoen diversos estudios hechos por autores diferentes, y hemos tratado de recoger eltestimonio de los propios protagonistas de esta experiencia, procurando entenderlos einterpretarlos lo mejor posible.1 En cierto modo, les devolvemos lo que en buena parte noshan dicho junto con nuestra interpretación, en la esperanza de que nos corrijan, y de queeste ir y venir de argumentos les pueda ser útil. Así entendemos lo que puede ser lamisión, en general, de la ciencia social.2

1 El Servicio de Estudios de la Fundación Cajamar organizó un conjunto amplio de conversaciones de los autores de estetrabajo con grupos de empresarios del sector agroexportador, tanto productores como comercializadores, empresariosinnovadores, representantes de asociaciones ligadas a la inmigración y otros expertos en este tema, profesoresuniversitarios y, por último, expertos y partícipes en el mundo de la creación cultural. Estas conversaciones han sido dela máxima utilidad para nosotros, tal como lo han sido las enriquecedoras conversaciones mantenidas con Jerónimo Molina,David Uclés y Bienvenido Marzo, a quienes, por otra parte, agradecemos su generosa y amable hospitalidad en nuestrasvisitas a Almería.

2 A este tema se hace una referencia más amplia en Pérez-Díaz (2008c).

Narrativa y contexto de un diagnóstico

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El cruce de narrativas y argumentos, y este debate articulado entre ellos, se centranen el Campo de Dalías pero no se reducen a él. Buena parte de los problemas que aquí setocan desbordan a la comarca. Los movimientos demográficos iniciales procedieron defuera de la comarca, dirigiéndose hacia su interior. El entorno de infraestructuras de laprovincia ha sido y es esencial para ella. Sus problemas de crecimiento económico le sonpropios, pero no tanto, porque están entrelazados con los de otras comarcas, con lacapital, y en definitiva con España. De hecho, el tema de la inmigración se repite en otrascomarcas, con rasgos, con frecuencia, muy parecidos. Tampoco hay duda de que losproblemas educativos, culturales y sociales de la zona son bastante homogéneos con losdel resto de la provincia y de que sus soluciones desbordan a la comarca; por ello resultalógico que los datos aportados para comentar los problemas y sus soluciones se refieranno tanto a la comarca como al conjunto de la provincia. Por otra parte, la cuestión de lagobernanza del sistema tiene que plantearse sobre todo a escala provincial, aunque tam-bién deba hacerse a escala local, regional y española.

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3. El éxito del pasado como clave de la identidad colectiva,y del éxito futuro

A continuación ofrecemos una narrativa condensada de la experiencia económicade la comarca, encuadrada en la de la provincia, con el fin de aportar claves para elentendimiento de las razones de esa experiencia, que puedan ser de utilidad de cara aentender el futuro.

En 1930, el PIB per cápita almeriense apenas alcanzaba el 48% del PIB per cápitaespañol, situándose Almería entre las últimas provincias españolas ordenadas según esteindicador. En el último lustro con datos (2001-2006), el Valor Añadido Bruto (VAB) percápita almeriense se ha situado alrededor del 95% del español (gráfico 1), y la posiciónde Almería en el ranking nacional es, más bien, intermedia. Este proceso de convergen-cia es algo conocido, como también lo es que el conjunto de Andalucía no ha acompa-ñado a Almería con el mismo ritmo: en 2001-2006, el PIB per cápita andaluz ha rondadoel 77% del español, no muy lejos de donde estaba a mediados de los años ochenta delsiglo pasado, momento en el que el dato almeriense (algo por encima del 80%) apenassuperaba el andaluz.

Gráfico 1. VAB per cápita de Andalucía y de Almería como porcentaje del español,precios corrientes (1986-2007)

Fuente: elaboración propia con datos de la Contabilidad Regional de España, base 1986 (1986-1994) y base 2000(1995-2007, serie homogénea).


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También es sabido que el gran crecimiento relativo de la riqueza almeriense ha tenidolugar gracias a un notable desarrollo agrícola, al contrario que en muchas otras regiones opaíses, cuyo salto económico en el siglo XX se debió, sobre todo, a la industria y, des-pués, al sector servicios. A la altura del año 2000, el VAB agrícola almeriense todavíarepresentaba el 18% del VAB total, y sólo el desorbitado crecimiento del sector de laconstrucción en el último lustro largo ha hecho caer ese porcentaje hasta el 11% en 2006(medido en euros corrientes; cuadro 1). Recordemos que en el año 2000, el peso delsector primario en el VAB total español era del 4%, y del 8% para el conjunto de Andalu-cía. De nuevo, el gran crecimiento del sector de la construcción ha reducido el pesorelativo de la agricultura en España (3% en 2007) y en Andalucía (5%).

En términos de empleo, la descripción es parecida. Tal como lo mide la ContabilidadRegional de España, en el año 2006 el sector primario almeriense suponía un 16% detodos los empleos, aunque en fecha tan cercana como el año 2000 representaba el 23%(cuadro 2). Los datos más recientes para Andalucía (7% en 2007) y España (3% en 2007)contrastan enormemente con el almeriense.

Agricultura, ganadería y pesca Energía Industria Construcción ServiciosBase 19861986 22,6 3,6 9,2 9,8 54,91987 21,2 3,3 8,8 11,1 55,71988 19,0 2,9 8,9 10,2 59,11989 18,4 3,9 8,2 10,7 58,91990 15,5 3,1 7,5 13,6 60,31991 15,7 3,3 7,2 12,4 61,31992 14,7 3,4 6,9 9,3 65,81993 15,2 3,3 6,4 6,9 68,11994 14,4 3,3 6,5 6,8 69,0Base 20001995 14,1 1,9 5,7 7,4 71,01996 16,7 1,5 5,9 8,1 67,81997 20,1 1,6 6,0 7,8 64,51998 20,1 1,2 5,9 8,7 64,01999 19,8 1,5 6,1 9,3 63,22000 18,0 1,4 6,4 10,0 64,22001 17,1 1,3 6,1 10,3 65,22002 16,4 1,2 5,9 12,1 64,42003 15,7 1,4 5,3 13,9 63,72004 13,1 1,2 4,9 16,3 64,52005 13,7 1,3 5,2 16,7 63,12006 10,7 1,1 5,0 19,2 64,0

Cuadro 1. Estructura del VAB de Almería, precios corrientes (1986-2006)

Fuente: elaboración propia con datos de la Contabilidad Regional de España, del INE, base 1986 (1986-1994) y base 2000(1995-2006, serie homogénea).

El éxito del pasado como clave de la identidad colectiva,y del éxito futuro

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3 Nuestra síntesis se basa en una bibliografía que incluye, de manera destacada, ese libro, en particular el capítulo deMolina Herrera (2005), así como en las perspectivas que nos ha transmitido en numerosas y muy interesantesconversaciones una amplia muestra de protagonistas y analistas del fenómeno (véase nota 1). Queremos recordar aquí,como antecedente último de nuestra investigación, el artículo "Almería: el milagro de una agricultura intensiva" (GonzálezOlivares y González Rodríguez 1983), resultado de una investigación encargada a sus autores por Víctor Pérez-Díaz,como responsable del área de investigación social de la fundación FIES. El núcleo del argumento sobre el éxitoalmeriense se recoge ya en ese artículo.

El desarrollo agrícola almeriense de los últimos cincuenta años, como también sabe-mos, lo ha protagonizado la comarca de Poniente, que se ha convertido en una de lasprincipales zonas proveedoras de hortalizas para el mercado español y europeo, en gene-ral. La historia del éxito económico del Campo de Dalías o del llamado "modelo de desa-rrollo almeriense" ya es conocida, y está claramente expuesta en el libro La economía dela provincia de Almería, del Instituto Cajamar (Molina Herrera, dir. 2005). Aquí sólo larecordaremos sintéticamente, en la medida que es necesario para entender los límites yretos sociales, institucionales y culturales a los que se enfrenta la comarca y la provincia,y que constituyen el núcleo de este trabajo.3

Agricultura, ganadería y pesca Energía Industria Construcción ServiciosBase 19861986 35,5 0,7 7,9 8,4 47,51987 31,6 0,6 7,7 9,7 50,31988 32,3 0,6 7,7 8,7 50,71989 27,8 0,7 7,6 8,7 55,21990 25,5 0,5 7,3 10,7 56,01991 25,3 0,5 7,9 9,5 56,81992 25,5 0,6 8,1 8,5 57,41993 25,6 0,6 7,9 6,5 59,41994 24,5 0,6 7,9 6,5 60,51995 23,4 0,6 7,6 7,8 60,6Base 20001996 34,2 0,5 6,1 8,5 50,71997 33,9 0,4 5,9 8,8 51,01998 35,2 0,4 5,8 9,2 49,41999 33,3 0,7 5,8 9,6 50,62000 23,2 0,5 6,9 11,9 57,52001 22,8 0,5 6,5 11,7 58,52002 22,2 0,5 6,9 13,0 57,42003 21,7 0,6 6,3 12,7 58,72004 18,2 0,6 6,2 16,0 59,02005 20,3 0,6 6,4 15,8 56,92006 16,4 0,6 6,3 18,3 58,4

Cuadro 2. Estructura del empleo en Almería (1986-2006)

Fuente: elaboración propia con datos de la Contabilidad Regional de España, del INE: base 1986 (1986-1995; empleo total)y base 2000 (1996-2006, serie homogénea; empleo total, puestos de trabajo). No recogemos el dato de 1995 según la CRE2000 porque el que aparece en la página web del INE parece equivocado.


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3.1. El modelo de desarrollo almeriense

Orígenes y desarrollo de la agricultura de exportación

La convergencia entre la riqueza per cápita almeriense y la española se ha venidoproduciendo, como poco, desde los años treinta, atravesando distintas fases, a veces deestancamiento. Visto ese proceso a largo plazo, el ritmo del "alcance" almeriense fueespecialmente intenso en los años cuarenta y cincuenta del siglo XX, y lo fue más en losaños setenta y ochenta. Sin embargo, la convergencia en los cuarenta y cincuenta sedebió, sobre todo, a la notable emigración, pues el PIB almeriense no creció más que elespañol. La iniciada a comienzos de los setenta se debió, sobre todo, a un gran creci-miento del producto, encaminándose la economía almeriense por la senda que le ha lleva-do a la situación actual. Los términos claves son: producción agrícola familiar en inverna-deros de plástico y orientada a la exportación. Éste es todavía el núcleo duro de la econo-mía almeriense, alrededor del que se articulan los demás sectores.

En el surgimiento de dicha agricultura a finales de los sesenta confluyen distintosfactores. En primer lugar, hay que citar los factores naturales, esto es, primero, un climacon muchas horas de sol al año, suaves temperaturas medias (sin grandes cambios entrela noche y el día), baja humedad y bastante viento (ambas, barreras para las enfermeda-des de los cultivos). Segundo, el agua, relativamente abundante en el subsuelo, a pesarde precipitaciones bastante escasas. Tercero, grandes extensiones de terreno, poco pro-ductivas y muy baratas.

En segundo lugar, hay que mencionar la iniciativa de los técnicos del Instituto Nacio-nal de Colonización (INC), que se convertiría en el IRYDA en 1971. Aunque el agua de losacuíferos de Poniente era abundante, no se pudo aprovechar económicamente hasta suintervención: primero, con sondeos que identificaban dónde estaban las fuentes de agua;segundo, con el establecimiento de los primeros invernaderos en sus parcelas piloto, enlos que acabaron aplicando la técnica del enarenado, que permitía usar el agua salobreextraída de los pozos; y, tercero, con su programa de electrificación, que permitía unaextracción continua de agua a un coste razonable. Como señala Sánchez Picón (2005), laintervención del INC rompió el bloqueo tecnológico que había impedido el aprovechamientode las aguas subterráneas, supuso un efecto demostración ante los agricultores, que,visto el éxito de las explotaciones del INC, podrían imitarlas, y, mediante el reparto deparcelas, impulsó el modelo de explotación familiar que todavía conocemos.


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En tercer lugar, es obvio que se necesitaba un aporte suficiente de mano de obra,especialmente necesaria para una agricultura que, por el tipo de producto (hortalizas), lasdimensiones (relativamente pequeñas) de las explotaciones y el estado de la técnica enese momento, había de ser muy intensiva en trabajo. Aunque la atracción de otras provin-cias españolas y otros países europeos ya se había hecho notar en un aumento de lastasas de emigración almerienses, todavía quedaba una abundante mano de obra en lascomarcas interiores (alpujarreñas, por ejemplo) y en las provincias limítrofes (como Grana-da). Sin más capital humano que el de la fuerza de sus brazos y una gran disposición altrabajo, podrían haber emprendido la ruta de Barcelona o Madrid, o la de Europa, pero,ante la oportunidad abierta en Almería, prefirieron quedarse, desplazándose desde el inte-rior al Campo de Dalías. Es lo que quienes han vivido el proceso y lo han analizado llamanla "primera inmigración", de la que nos ocuparemos más detalladamente al hablar de lasbases sociales del modelo almeriense. Se trata, pues, de una emigración de campesinosdesde tierras relativamente inhóspitas, no a las ciudades, como hicieron tantosemigrantes rurales españoles en los años cincuenta y sesenta del siglo pasado,4 sino aotras tierras, en este caso relativamente cercanas. Se quedaron en el Campo de Dalías, yse dedicaron plenamente a sus explotaciones, tanto los cabezas de familia, como susmujeres, y sus hijos. Las expectativas no eran malas, y los que comenzaban como brace-ros, podían llegar a ser medianeros y, al final, propietarios de su terreno.

La confluencia de esos tres factores (naturales, técnicos, mano de obra) habría dadopocos frutos sin la aportación de un cuarto factor, el del capital, y, en particular, el que lasnecesidades iniciales de capital no fueran muy elevadas; si la circunstancia hubiera sidola contraria, difícilmente habrían podido afrontar la situación los primeros arrendatarios opropietarios de parcelas, cuyos únicos avales ante las entidades eran sus propios brazosy los de sus mujeres. Sin embargo, las inversiones iniciales eran de un orden menor: latierra era muy barata, la estructura de los invernaderos también, pudiéndose aprovechar (yluego imitar) las estructuras de los antiguos "parrales" de la producción de uva. Además,esas inversiones iniciales se vieron facilitadas por la temprana presencia en el proceso delo que acabaría siendo Cajamar, fundada a mediados de los años sesenta, a la que,aparentemente, y a diferencia de entidades financieras menos vinculadas al terreno (cajaso bancos), sí parecieron bastarle los brazos del agricultor como avales para un crédito.

4 Es llamativo el contraste, por ejemplo, con lo que sucedió con los emigrantes rurales andaluces que se fueron a Cataluña,o los castellanos que se fueron al País Vasco, por ejemplo (sobre esto último, ver, por ejemplo, el caso de la emigraciónen Tierra de Campos, en Pérez-Díaz 1969).


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También está suficientemente explicada la duración de la rentabilidad de esas explo-taciones, y por tanto su sostenibilidad en el tiempo. Primero, la aportación de mano deobra se ha asegurado hasta hoy. Si hasta mediados de los noventa bastó con los brazosde la familia, el cambio económico, social y generacional (véase más adelante), requirióde la llegada de una "segunda inmigración", en este caso, de fuera de España, sobretodo de Marruecos.

Segundo, hay que citar la gran oportunidad del desfase temporal de la producción yrecolección en Almería con respecto a las "europeas", lo que abrió un importantísimohueco a la presencia de hortalizas del Campo de Dalías.

Tercero, es probable que la presencia de muchas parcelas, de muchas explotacio-nes familiares haya estimulado la competición (y la imitación) y reforzado las disposicio-nes al cambio y la innovación previamente existentes en los agricultores. Eran muchos losque intentaban que su producto propio fuera mejor que el del vecino, por lo que estabandispuestos a seguir el consejo de peritos agrónomos y, en su momento, de los proveedo-res de semillas y otros inputs. Un ambiente tan abierto a la experimentación (no en elterreno de "la investigación y el desarrollo", sino de la "innovación"; no de "I+D", sinomodestamente de "i") ha facilitado una incorporación permanente e incremental de tecno-logía: desde la arena y las cubiertas de plástico hasta la actual lucha biológica, pasandopor el riego localizado, las semillas híbridas, los cultivos sin suelo o las nuevas estructu-ras de los invernaderos, por poner unos ejemplos. Se trata de un fenómeno de gran inte-rés, porque matiza, o cuestiona, la tendencia general a poner el énfasis en los procesosde investigación y desarrollo, más que de innovación aplicada, a la hora de explicar loscambios tecnológicos en un determinado sector económico.

Cuarto, también se ha mantenido una financiación suficiente, cada vez más a partirde los beneficios conseguidos en las explotaciones, asunto en el que han jugado un papelentidades como Cajamar, que ha podido actuar no sólo como entidad financiera, sinocomo asesor, ayudando a los agricultores a adoptar una perspectiva a medio o largo plazo(que no es tan fácil de mantener, como veremos).

Quinto, el cambio en los modos de comercialización de los productos ha tenidoefectos muy beneficiosos. De depender totalmente de estructuras comerciales de fuerade Almería en los años setenta se ha pasado a comercializar directamente casi todos losproductos, tanto vendiendo en origen (subastas) como, más adelante, vendiendo directa-


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mente en los mercados consumidores. En la medida que el contacto con los consumido-res se ha hecho más directo, los agricultores (o sus intermediarios: cooperativas o alhón-digas) se han hecho más sensibles a las demandas de aquéllos, y, por tanto, más abier-tos todavía a la innovación en tipos de productos o en formas de presentación, esto es, seha fortalecido la mentalidad de mercado con la que afrontan la producción. A través de lacomercialización se ha hecho más cercano el contacto con los competidores, los holan-deses, por ejemplo, que se han convertido en una suerte de referente tecnológico y encomercialización de los agricultores almerienses. De todos modos, como veremos másadelante, esa mentalidad requiere de un ulterior fortalecimiento.

Hay que señalar, por último, que el gran crecimiento de la agricultura de exportaciónha acabado por desbordarse a otros sectores y actividades, acabando por conformar unasuerte de "sistema productivo local", compuesto por las explotaciones agrícolas propia-mente dichas, las organizaciones comercializadoras (cooperativas, alhóndigas), la indus-tria auxiliar (fabricantes de plásticos, de estructuras, de sistemas de riego, por ejemplo) ylos servicios auxiliares (transporte, servicios de contabilidad, financieros...), incluyendo,en estos últimos, el importante papel de los conocimientos técnicos aportados por losperitos agrónomos o ingenieros técnicos agrarios. Todo ello, por supuesto, con la presen-cia, más o menos cotidiana, de los proveedores de fuera de la provincia, en particular, la delos productores extranjeros de semillas.

Otros sectores de relieve

La descripción económica de Almería y el Campo de Dalías no estaría completa sinla mención de otros sectores significativos. En primer lugar, Almería, más bien la comarcadel Alto Almanzora, es responsable de cerca del 40% de la producción española de már-mol, siendo España uno de los principales productores mundiales. Se trata de un sectorque también ha evolucionado desde la mera extracción de piedra ornamental hacia laincorporación de más valor añadido, mediante la elaboración y transformación de aquélla.

En segundo lugar, y con una importancia cuantitativa mucho mayor que el sector dela piedra ornamental, hay que citar el desarrollo del turismo, retardado en Almería encomparación con otras provincias mediterráneas por la insuficiencia de las infraestructuras,y que despegó a finales de los sesenta con la puesta en marcha del aeropuerto internacio-nal y de las urbanizaciones de Roquetas, Aguadulce o Almerimar, entre otras. Este turis-


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mo, básicamente de "sol y playa", ha crecido a ritmos más rápidos que los del conjuntode España, beneficiándose, primero, del aumento de la demanda derivado del ingreso deEspaña en las Comunidades Europeas a mediados de los ochenta, y, más recientemente,del crecimiento del número de visitantes españoles. Probablemente el sector se encuen-tre en una fase de madurez, y algunos empresarios estén poniendo las bases de nuevasformas de turismo.

En tercer lugar, es imposible narrar la historia económica reciente del Campo deDalías y de Almería sin referirnos al boom de la construcción, a cuyos aspectos problemá-ticos dedicaremos atención más adelante. Almería, en esta cuestión, no ha sido ajena a loque ocurría en el resto de España, o de Andalucía (o en algunos otros países). En apenassiete años se ha duplicado el peso de la construcción en el VAB total de Almería, pasandodel 9% en 1999 al 19% en 2006. Recordemos que, en esa misma fecha, el peso de laconstrucción en el conjunto de Andalucía era del 15% y del 12% en el conjunto de Espa-ña. En la misma línea, el peso de la construcción en el empleo ha pasado del 10% en1999 al 18% en 2006, claramente por encima de las cifras andaluza (14,5%) y española(12%). Este mayor crecimiento relativo en Almería se explica, en parte, por el mayorcrecimiento poblacional en esta provincia, así como por el mayor desarrollo del turismo.Sin embargo, es también posible que la adquisición de viviendas como modo de inversiónfinanciera haya tenido una presencia especial en Almería, como vía de rentabilidad de losexcedentes empresariales obtenidos en las explotaciones agrícolas. Más adelante nosocupamos de las posibles consecuencias negativas de este último proceso.

3.2. Las bases sociales, institucionales y culturales del modeloalmeriense

El tema de la evolución económica del Campo de Dalías ha sido bastante investiga-do, y ha dado lugar a un relato coherente y plausible relativamente difundido. Menosatención han recibido las bases sociales, institucionales y culturales de su éxito. Sinembargo, la requieren, pues de esta forma pueden extraerse enseñanzas útiles de cara alfuturo. Presentamos a continuación una colección de hipótesis o preguntas que puedenleerse como un esbozo de lo que podría ser una agenda de investigación o una invitacióna los estudiosos sobre el tema. Lo que estas conjeturas destacan es el papel positivo deuna moral del trabajo, de las redes familiares y sociales, de la apertura al exterior, y de ladistancia de los centros de poder.


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Una generación de agricultores dispuestos al esfuerzo y a abrazarlos cambios para salir adelante

Los protagonistas del éxito económico al que nos estamos refiriendo habrían podidovenir del Campo de Dalías mismo, pero no fue así. Vinieron de otras zonas, del interior dela provincia y de Granada, así como de lugares cercanos, como Dalías o Berja, en la BajaAlpujarra. La mano de obra hubo de venir de fuera, pues el Campo de Dalías estabaprácticamente despoblado.

Podemos preguntarnos si eran distintos de los que emigraron a Cataluña o a algúnpaís europeo en las décadas anteriores. Por una parte, pensamos que no. No es el únicositio de España en que se dan movimientos migratorios de agricultores dispuestos a untrabajo muy esforzado, y a aprender nuevas técnicas, bien en su propio campo, bien en laindustria o la construcción. Es la historia de los emigrantes rurales en toda España en losaños cincuenta y sesenta. Tenían la misma fe en sí mismos, combinada con una grandisposición a dejarse aconsejar, si el consejo se entiende y se observan de cerca losresultados prácticos. Tenían también los mismos niveles educativos ínfimos, con una ampliamayoría de analfabetos o conocedores, apenas, de las primeras letras, pero también unasenormes ganas de salir de la pobreza, a la vista de oportunidades de las que eran cada vezmás conscientes.5

Estos agricultores eran, además, portadores, al menos indirectos, de una tradiciónagrícola local caracterizada por una notable capacidad de innovación. Los casos de la uvade exportación, los cítricos en el valle del Andarax o, incluso, de la caña de azúcar en ellitoral prueban que el camino de la agricultura especializada no se inició en los añossesenta o setenta, y que los mercados exteriores no eran en absoluto desconocidos paralos agricultores almerienses. Sánchez Picón (2005) defiende persuasivamente esta conti-nuidad, ejemplificándola en la adaptación de los emparrados de alambre para el cultivo dela uva en la forma de invernaderos tipo "parral".

5 Conviene ver la experiencia almeriense en el contexto de las transformaciones agrarias del campo español en generaldurante esa época, en sentido amplio. Ofrece semejanzas y contrastes interesantes con la experiencia de los colonosextremeños del Plan Badajoz (ver Siguán 1963), los procesos de adaptación de los campesinos de agricultura extensivade secano (véase los ejemplos de Tierra de Campos o de Zúñiga en Pérez-Díaz 1969 y 1974). Los poderes públicos delmomento pudieron intervenir por diferentes vías, incluyendo la ordenación de la producción y la comercializaciónagrarias, el fomento del cooperativismo o los cursillos acelerados proporcionados por los tutores itinerantes del Programade Promoción Profesional Obrera (de mediados de los sesenta a mediados de los setenta: Pérez-Díaz 1972). Sobre esastransformaciones agrarias puede verse también el número monográfico titulado: "La nueva agricultura española" de laevista Papeles de Economía Española (nº 16, 1983), y en particular el artículo "Los nuevos agricultores" (Pérez-Díaz 1983).


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La importancia de la familia como unidad de producción

Los emigrantes a Madrid, Barcelona, Francia o Suiza acabaron insertándose en unadivisión del trabajo bastante individualizada, abandonando, en este sentido, el modelotradicional según el cual la familia cumplía, entre otras funciones, la de ser una unidad deproducción. El mantenimiento de esta unidad de producción como tal no tiene sentido si,por ejemplo, el padre es un obrero industrial, o un peón de la construcción, o un camarero;salvo que se dé el paso a un trabajo como autónomos. Quizá sí lo tiene, sin embargo, paralos que consiguieran montar su propio taller (o fábrica, en su momento), o su cuadrilla dealbañiles, o su bar de carretera, aunque no para la mayoría, que trabajarían como asalariados.

El punto de llegada, en el Campo de Dalías, permitió que la familia siguiera funcio-nando como unidad de producción. En esto desempeñaron un papel también relevante lasdecisiones adoptadas por los repobladores del Instituto Nacional de Colonización. Lasparcelas que repartieron eran pequeñas. Quizá pensaron que las grandes no habrían teni-do mucho sentido, dadas las características de quienes podrían acabar accediendo aellas. En cualquier caso, fueron pequeñas y, por baratas, pudieron ser cultivadas por muypocas personas: cada una, por una familia. Es decir, por el cabeza de familia (el marido),su mujer y, llegada la edad, sus hijos. Cuantos más de ellos, mejor, pues el rendimientoderivaba, en gran medida, de la cantidad de trabajo aplicada a la producción.

Se reiteraba, así, en un contexto productivo y técnico relativamente nuevo, un patróntradicional, que requería de mínimas adaptaciones y, por ello, podía ser bastante durade-ro. Manteniéndose la dimensión de la explotación y con un mínimo de continuidad familiaren su gestión, dos generaciones de agricultores de invernadero estaban casi garantizadas.

Relaciones de confianza entre agricultores y técnicos

Quizá la proclividad a la adaptación venía de atrás, pero, probablemente, la confianzaen los técnicos agrícolas comenzó a fraguarse en los años setenta y ochenta, apoyada enla suma de saberes prácticos tradicionales, y el sentido común consiguiente, de las gen-tes del campo. Los agricultores españoles de los sesenta aprendieron, en parte, las nue-vas técnicas productivas en cursillos intensivos recibidos en sus propias localidades, da-dos por profesores bastante eficaces que, probablemente, utilizaban un lenguaje y méto-dos de aprendizaje prácticos, apropiados para gentes analfabetas o cuasianalfabetas.


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Quizá hubo algo de ello en las relaciones de los técnicos del INC con los agricultores delCampo de Dalías, aunque quizá los técnicos fueran en este caso más a remolque queauténticos innovadores. Fue más tarde, con el surgimiento de las cooperativas para laexportación, en los años setenta y ochenta, cuando la cooperación entre agricultores ytécnicos se hizo más estrecha. La necesidad de adaptar la producción a las exigenciasde los mercados foráneos alentó la innovación técnica en las explotaciones, para lo cualresultó fundamental el concurso de los peritos agrícolas. Estos procedieron primero defuera de la provincia (como en el conjunto de España, por otra parte) y, más adelante, dela escuela correspondiente de la futura Universidad de Almería.

De hecho, desde entonces agricultores y peritos han mantenido una colaboraciónmuy estrecha, que ha facilitado enormemente la adopción de innovaciones técnicas. Quieneslas inician pueden haberlas visto fuera, en productores foráneos, o haber tenido noticia deellas a través de los propios peritos. Quienes imitan a los primeros innovadores tienen fácilla imitación: no se trata sólo de que las nuevas técnicas no sean muy complejas, sino deque el asesoramiento inmediato e inteligible está al alcance de la mano. Y quienes tienenproblemas de plagas, de rendimiento de unas u otras modalidades de semillas, de ajustestécnicos, entre otros, tienen también muy cerca a quienes pueden resolverlos, o ayudar-les a buscar una respuesta.

Resulta obvio que esta cercanía, y esta confianza mutua, es muy útil para un tipo deinnovaciones (las técnicas, las productivas) y muy poco para otras (organizativas, decomercialización) que, como veremos más adelante, son ahora muy relevantes.

La oportunidad de "la cercanía de lo lejano": un tejido social abiertoal exterior de España

Si algo caracteriza la historia del Campo de Dalías es la existencia de una notableconexión con los mercados exteriores desde muchas décadas atrás; mostrando con elloque la distancia de centros locales, provinciales, regionales, incluso nacionales, de poderpolítico o social, no quiere decir distancia del mundo. Quizá los agricultores almerienseshan operado con horizontes temporales cortos, como algunos lamentan en la actualidad(véase más adelante), pero, desde luego, no han operado en medios sociales y económi-cos cerrados. Muy al contrario.


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Por lo pronto, no es irrelevante la propia experiencia de la emigración, desde el inte-rior al Campo de Dalías, o, de familiares o amigos, desde Almería hacia otras zonas deEspaña o de Europa. El mundo no se acaba en el propio terruño: como poco, uno siemprepuede huir fuera. De hecho, esta huida, la opción de exit, reduce las dependencias deposibles poderes locales.6 Cuando los nexos sociales útiles, también empresarialmente,dejan de limitarse a los locales, la experiencia vital puede ser más enriquecedora. Asimis-mo, las perspectivas pueden ampliarse, y aumentar las fuentes de ideas.

Además, ya hemos comentado la tradición exportadora del sector de la uva, que setransmite, al menos en parte, al sector hortícola. Es decir, operar en mercados internacio-nales no es una experiencia tan nueva para muchos agricultores, o, al menos, no lo es elconocimiento más o menos directo de esa experiencia. La oportunidad de vender hortali-zas cultivadas en invernaderos en otros países europeos no hace más que reforzar latradición de contactos mercantiles con el exterior y la necesidad (y virtud) de ampliarhorizontes. Quizá no todos los agricultores acaben teniendo una experiencia directa de lavida fuera de España, pero sí lo harán algunos, los más aventurados, y los demás podránemularles. O lo hará una proporción mayor de la segunda (o tercera) generación familiar alfrente de las explotaciones, ya con conocimientos de idiomas y/o con formación superior,esto es, con un instrumental más apropiado para manejarse en contactos directos conclientes alemanes u holandeses, o para aprovechar mejor las visitas de estudio a coope-rativas del Norte de Italia o comercializadoras holandesas.

La oportunidad de "la distancia de lo cercano": unas elites localesun poco al margen

Quizá la hipótesis más arriesgada acerca del éxito de la experiencia del Campo deDalías es la que pone el énfasis en las ventajas de la distancia de lo próximo, digamos, encierto modo, las ventajas del aislamiento. Nos referimos a ella como arriesgada porque enla discusión habitual entre los almerienses el aislamiento se ve, más bien, como unacondena, y la ubicación de Almería, casi como un drama. Este discurso enfatiza aspectosproblemáticos como la escasez de infraestructuras de comunicación con el exterior y de

6 Como se sabe el término de exit se sitúa en el marco de la discusión de exit and voice (and loyalty) desarrollada por AlbertHirschman (1970), prolongando la contraposición que hace Konrad Lorenz entre las categorías de fight and flight yaplicada por él al análisis del comportamiento de varias especies animales (Lorenz 1963).


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comunicación interior, o la lejanía de las elites locales de los centros de poder político yadministrativo (el estado central o, más adelante, la Junta de Andalucía). La lejanía deesos centros de poder se percibiría como gran obstáculo a la capacidad de influencia endecisiones políticas o administrativas de gran importancia para Almería, como, precisa-mente, las relativas a las infraestructuras, y, en ocasiones, como dificultad para transmitirun punto de vista propio sobre problemas de ámbito supraprovincial.

Sin embargo, quizá la lejanía de esos centros de poder haya contribuido a que eldesarrollo almeriense, protagonizado, sobre todo, por el Campo de Dalías, haya sido tanespecial y de tanto éxito. Da la impresión de que lejos estaban no sólo los centros depoder sino también las posibles, por así decirlo, oligarquías depredadoras o inhabilitantes.Es decir, elites que extraen demasiados recursos y dificultan, o impiden, por su control deinstituciones de todo tipo, el crecimiento material y cultural de las sociedades; y quepueden estar insertas en un entramado de redes clientelares en torno a un aparato políticoy administrativo, que a su vez ha podido instalarse recientemente o proceder de un pasadomás o menos remoto.

El hecho es que en nuestras conversaciones y nuestras lecturas sobre el desarrolloeconómico del Campo de Dalías no aparecen los políticos locales o regionales casi porninguna parte, ni los políticos de ámbito nacional. Cuando adquieren cierto relieve en lanarración, como veremos más adelante, desempeñan, más bien, un papel de antagonista,obstaculizando desarrollos o intentando canalizar para sus propios intereses desarrollosque emergen desde el tejido social o empresarial, y auspiciando o incentivando desarro-llos equívocos. Lo más similar a una intervención política, positiva y de relieve, son lostrabajos del Instituto Nacional de Colonización, mucho más técnicos que políticos, obvia-mente. Tampoco, aparecen grandes propietarios de tierras, absentistas o poco empresa-riales, porque no los hay. Almería no es Sevilla, o Córdoba, o Jaén, obviamente.

Y, consecuentemente, tampoco parecen tener una influencia directa otras elites cul-turales, como, por ejemplo, la jerarquía católica. No se ven los posibles elementos nega-tivos (inhibidores o inhabilitantes) de una alianza local de fuerzas vivas (sociales, políticas)con participación eclesiástica. En cambio lo que sí se observa es la participación, quizádecisiva, de algunas personas de hondas creencias católicas, cuyas creencias puedenhaber influido en su inclinación a fundar organizaciones tan relevantes como una coopera-tiva de crédito y a gestionarla de modo distinto a una entidad financiera tradicional (inclu-yendo no sólo a bancos, sino a cajas de ahorro).


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Ni siquiera aparece la capital, Almería, en la narración de la historia del Ponientealmeriense. Casi todo transcurre al margen de la capital, como una dinámica muy locali-zada. Además, los agricultores de la comarca no repiten, al menos en los orígenes, laspautas culturales supuestamente típicas de la pequeña burguesía o las clases mediastradicionales de una capital de provincias, por ejemplo, las relativas a sus aspiracionesprofesionales, o a sus aspiraciones de status.

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4. Los retos económicos, y la dinámica en curso

El éxito evidente de la experiencia almeriense, todavía más notable si la compara-mos con el estancamiento relativo de otras provincias andaluzas, no se limita a sus fasesiniciales, sino que ha sido puesto a prueba y corroborado, una y otra vez, en los añossiguientes, como vamos a tener ocasión de ver. Sin embargo, ello no es óbice para que nose hayan planteado problemas, y, sobre todo, perspectivas de futuro que requieren unareconsideración de cuál es el rumbo y el destino de esta experiencia a largo plazo. Estosproblemas están en el ánimo de los propios protagonistas del proceso de cambio. Así, porejemplo, nuestras conversaciones y el repaso de otras mantenidas en ámbitos como el"Foro Almería 2025" apuntan a una conciencia crítica compartida por no pocos agriculto-res, directivos de cooperativas, de asociaciones empresariales locales, financieros o estu-diosos.7 No todos ellos coinciden en los contenidos de la crítica, pero sí, grosso modo, enla preocupación por tres temas de carácter general: algunas dinámicas recientes inquie-tantes en el ámbito estrictamente económico; las condiciones de carácter extraeconómico(sociales y culturales, pero también medioambientales, por ejemplo) que pueden limitar eldesarrollo del Campo de Dalías (y Almería en general); y el posible agotamiento del mode-lo de desarrollo económico, ligado a unos retos de futuro que vienen, en parte, irremedia-blemente, y, en parte, son, por así decirlo, elegibles.

Aquí, centramos la atención en las dinámicas propiamente económicas, dejandopara más adelante las referencias a las condiciones sociales y culturales (apenas, laspolíticas). Comenzamos con un análisis de los retos del sector agrario, basándonos tantoen los datos reales como en la interpretación de los datos que creemos que predomina enla comarca, y que nos ha sido transmitida en múltiples conversaciones. Repasamos acontinuación algunas dinámicas dudosas, que, aun sin cuestionar las líneas estratégicasdel desarrollo del Poniente almeriense hasta hoy, o en el futuro, sí apuntan a mecanismosque chirrían, a distracciones de lo importante y a recursos mal empleados.

7 El "Foro Almería 2025", promovido por la asociación de empresarios Asempal, reunió en múltiples mesas de debate a másde 250 expertos de distintos ámbitos productivos e intelectuales con vistas a elaborar un diagnóstico sobre la situaciónactual y el futuro de la provincia. Las reuniones tuvieron lugar a lo largo de 2006 y 2007. Los textos del Foro Almería 2025están recogidos en Asempal (2008).


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4.1. Forcejeando con problemas recientes en el sector agrario

En nuestras conversaciones y lecturas hemos percibido una discusión bastante vi-vaz sobre los retos que se plantean a la economía de la comarca de Poniente (y la almeriense,en general). Exponemos a continuación algunos retazos de dicha discusión, centrándo-nos sobre todo en el sector hortícola. Se trata de problemas de carácter relativamentediverso que se refieren a la obtención de mayor valor añadido y a la orientación hacia losclientes, a la visión a largo plazo, con lo que esto supone de cuestionamiento de formastradicionales de coordinación, al tamaño de las explotaciones y a su sostenibilidad en eltiempo, teniendo en cuenta la modernización organizativa que esto supone, así como a lasolución del tema de la sucesión familiar; sin descuidar la consideración de la hipótesisextrema, la de la quiebra del modelo.

Los retos del mayor valor añadido y la orientación al cliente a cortoy medio plazo

Uno de los desafíos a los que se enfrenta el sector hortícola de Campo de Dalías esel de incorporar un mayor valor a sus productos. Nada garantiza que no surjan imitadoresde los invernaderos almerienses en zonas próximas a Europa con bajos costes de manode obra, como Marruecos, pues la tecnología del plástico no es tan sofisticada como paraque no se pueda imitar y adaptar con relativa facilidad. Esto todavía no ha ocurrido, almenos no en una cierta escala, pero es un riesgo previsible. Competir con bajos precios,pues, será más difícil en un futuro no lejano, por lo que bastantes o muchos de los agricul-tores de Poniente tendrán que optar por competir en otra liga, la de un mayor valor añadido(una mayor calidad), a la que, en principio, tardarán en incorporarse los hipotéticos com-petidores de bajo coste.

Las propuestas de una mayor calidad llevan escuchándose desde hace bastantetiempo, aunque, de hacer caso al discurso más común, se ha avanzado relativamentepoco por ese camino. Esas propuestas implican explorar algunas sendas poco recorridasen la producción y la comercialización almeriense. Desde hace un lustro largo se habla deelaborar y vender productos de "cuarta gama", esto es, hortalizas frescas, limpias, troceadasy envasadas para consumirlas directamente, evitando esas tareas a consumidores últi-mos con menos tiempo o que valoran más su comodidad. También se habla de seguir lavía de la "quinta gama", esto es, productos cocinados o precocinados, refrigerados o

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congelados, y listos para consumir tras una preparación corta que sólo suele implicarcalentarlos. De nuevo, se supone que atenderían mejor las necesidades de una nuevaclientela con menos tiempo para preparar comidas, pero poco dispuesta a otro tipo decomidas preparadas más calóricas, o, supuestamente, menos "sanas". En esta últimalínea, se habla también de producir alimentos saludables o funcionales, esto es, alimen-tos diseñados o manipulados de tal forma que, supuestamente, producen un beneficioextra para la salud del consumidor. Y que atraerían a consumidores cada vez más conven-cidos de que su salud depende de su estilo de vida, y de su alimentación. Por todos estosproductos los consumidores estarían dispuestos a pagar precios relativamente elevados.

Pero no se trata sólo de productos de mayor calidad para el consumidor último, sinopara los clientes de las comercializadoras, esto es, otras comercializadoras o, sobretodo, cadenas de supermercados. Mayor calidad, en este caso, puede significar cosascomo pallets multiproducto (en lugar de los actuales monoproducto), una reducción delporcentaje de tomates o pimientos que hay que desechar, por estropearse en el transporteo por no cumplir con un mínimo de calidad desde el origen, o una reducción drástica de losniveles de pesticidas en las hortalizas.

En cuarta y quinta gama no parece haberse avanzado casi nada, aunque hay algúnproyecto en marcha. Tampoco en alimentos saludables. Probablemente porque lascomercializadoras todavía no ven clara rentabilidad de ese tipo de productos o porque, enrealidad, la demanda todavía no es tan elevada como para sugerir reorientaciones sustantivasen las líneas de producto. O, como sugeriremos más adelante, por problemas culturales ode diseño institucional en las cooperativas.

Los casos de comercializadoras dispuestas o necesitadas, como ejemplo anecdóti-co, de salirse de la norma del pallet monoproducto, aunque representan iniciativas intere-santes (y, aparentemente, rentables para los empresarios que las han puesto en marcha),son minoritarios. La explicación probable, de nuevo, es de adaptación al entorno. Al pare-cer, quienes marcan la tendencia dominante entre los clientes centroeuropeos del agro dePoniente son las grandísimas cadenas de hard discount. Lo que ocurriría es que esascadenas no demandan producto de calidad, sino grandes cantidades de producto a bajocoste, que es lo que ofrecen, a su vez, a sus clientes, sin importarles demasiado, porejemplo, una tasa relativamente alta de piezas defectuosas: un dato, sin embargo, que sípodría interesar mejorar, y mucho, a los productores, si éstos se comprometieran en unaestrategia comercial más ambiciosa en el largo plazo.


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Sin embargo, en la cuestión de los pesticidas sí se ha avanzado, mucho y en muypoco tiempo. La historia de este avance puede encerrar importantes enseñanzas. Elproblema de un exceso de restos de pesticidas en las hortalizas se venía arrastrandovarios años. Al parecer, hace dos o tres años, los grandes clientes europeos, que veníanreclamando productos más limpios hace ya tiempo, se plantaron, amenazando con cortarabruptamente sus compras. La amenaza inmediata de crisis generalizada en el sectoractuó como el mejor revulsivo. En apenas dos campañas, y con frutos evidentes en la de2007/2008, un amplísimo porcentaje de los agricultores había resuelto el problema, adop-tando técnicas de lucha biológica, es decir, utilizando a los depredadores naturales de lasplagas de insectos que antes se eliminaban con pesticidas. Se espera que la luchabiológica cubra casi toda la producción en la campaña 2008/2009 (Fundación Cajamar2008) y lo más probable es que esa técnica acabe implantándose en la práctica totalidadde la superficie. La necesidad era perentoria. La solución era conocida. Se contaba con elknow how necesario, en las personas de los peritos agrícolas. Los agricultores, que veíanque el agua les llegaba al cuello, actuaron, casi, como un solo hombre, adoptando, unavez más, la tecnología adecuada. La industria auxiliar respondió presta, produciendo lo-calmente gran parte del nuevo input. Incluso, en esta ocasión, ha operado sensatamentela aportación pública, pues la Junta ha subvencionado en un 50% el coste de poner enpráctica la lucha biológica. En conjunto, el cluster hortícola ha reaccionado muy eficaz-mente, pero, de nuevo, reactivamente y no proactivamente. La pregunta que se formulanbastantes de los participantes más concernidos en la discusión sobre estos temas es sies necesaria una crisis de graves consecuencias inmediatas para que los agricultores denlos pasos que han de dar, o si éstos pueden actuar con más previsión de problemas odemandas futuras, o, de modo más radical, creando o alentando demandas futuras. Enotras palabras, si se adaptan a un entorno que perciben como dado o, más bien, crean supropio entorno. Más adelante veremos qué condiciones culturales pueden favorecer uncomportamiento más proactivo, pero, por ahora, quizá baste con recordar que en los añossetenta (casi) esos mismos agricultores se inventaron, medio espontáneamente, su pro-pio nicho de mercado, su propio entorno.

Obviamente, si la experiencia se orienta hacia una variante sui generis de una agri-cultura de exportación con un valor añadido cada vez más potente, esto requiere un niveleducativo, una infraestructura científica y técnica de gran calado. Pero, a su vez, estopuede realizarse mediante un procedimiento de pasos graduales y continuos, y resueltos,basados en laboratorios y estaciones experimentales cada vez mejor coordinados concomunidades del exterior; quizá en el espíritu de las cosas bien hechas y sin alharacasque parece haber sido el estilo de hacer las cosas en la comarca.


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El reto de la visión a largo plazo: la necesidad de una hoja de rutay el problema de un déficit cultural

La cuestión del reto de la visión a largo plazo puede ser resuelta, en consecuencia,no tanto con "un gran plan" cuanto con una hoja de ruta tentativa y flexible, que permita,luego, centrar la atención en cada uno de los pasos que se van dando, uno detrás de otro.Afrontar el reto de la calidad requiere, en rigor, una respuesta realista a posibles competi-dores por costes bajos, y, por otra, orientar todavía más la producción y la comercializacióna atender las cambiantes necesidades de los clientes, tanto los inmediatos (cadenas desupermercados, por ejemplo), como los consumidores últimos. Es decir, implica combi-nar eficientemente en una estrategia a largo plazo las dosis necesarias de adaptaciónflexible a cambios sobrevenidos, de previsión de esos cambios e, incluso, de incitación deesos cambios en los clientes (recordemos la Ley de Say: la oferta crea la demanda).

La discusión se plantea, sobre todo, respecto del funcionamiento de las cooperati-vas. No son pocos nuestros interlocutores que las criticaban del modo siguiente. Segúnellos, las cooperativas son conservadoras. No acaban de comportarse como empresascon un horizonte de medio o largo plazo, sino que están muy condicionadas por unaperspectiva miope de los intereses de los socios cooperativistas. La mayoría de éstosadolecería de una visión cortoplacista de sus intereses, y de una relativa ceguera de losbienes públicos que puede producir la cooperativa. Según esta descripción de los agricul-tores, éstos verían las cooperativas, sobre todo, como proveedoras de servicios y comoinstrumentos para conseguir el mejor precio cotidiano para sus productos, aunque esemejor precio a corto pueda suponer problemas a medio o largo plazo. Por ejemplo, sepuede aceptar un precio menor hoy, en comparación con el de la alhóndiga, sabiendo quela cooperativa está tomando medidas para mejorar la cuota de mercado en el futuro, paraabrir nuevos mercados, para investigar nuevas formas de comercialización, conseguirmejores tratos o compromisos a largo plazo con los clientes, etc. La renuncia a una partede la ganancia inmediata puede facilitar una inversión en capacidades organizativas yempresariales de la cooperativa que permita después ganancias mayores, y, en especial,una mayor supervivencia de las explotaciones.

Es decir, cabe gestionar una cooperativa como si fuera una empresa capitalista decierto tamaño, y no, meramente, como una asociación para dar salida a los productos delos socios. En Holanda, las grandes empresas hortofrutícolas tienen forma de cooperativa.En España, la Corporación Mondragón también lo es. La misma Cajamar es una coopera-


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tiva de crédito. Todas ellas, por poner unos ejemplos, tienen equipos directivos muyprofesionalizados y con espíritu empresarial, y no se limitan a contentar a los socioscooperativistas a corto plazo. En las cooperativas del Poniente almeriense se inició uncambio en ese sentido hace unos años, pero, aparentemente, quedó en gran medidaabortado. Durante un tiempo gozaron de cierta autonomía los gerentes, esto es, directivosprofesionales proclives a asumir objetivos de modernización de las cooperativas, de transfor-mación de éstas en una suerte de empresas capitalistas. Aparentemente (esto, como otrasde nuestras conjeturas, requeriría de una investigación más precisa), los agricultores serebelaron, desconfiando de las nuevas estrategias, creyendo que les suponían un menosca-bo a corto plazo. Quizá hubo, también, un problema de comprensión. El resultado últimoha podido ser la recuperación del protagonismo del cargo de presidente, es decir, el repre-sentante "directo" de los agricultores, un cargo, digamos, "político", presto a satisfacerlas demandas económicas (y de status) de los agricultores, y una reducción considerabledel papel de los gerentes. Éstos habrían quedado mucho más reducidos a recibir órdenesde unos presidentes, se nos dice, con una visión empresarial mucho más limitada.

El reto del tamaño en la comercialización: dos vías posiblesde coordinación

Escuchando a los protagonistas del sector da la impresión de que responder a losdos retos anteriores (calidad, largo plazo) implica afrontar un tercer reto, el del tamaño.Hace falta una escala mayor para competir en mercados con clientes directos de grantamaño y con demandas de productos (o de presentación de productos) más sofisticadas,y con consumidores últimos también más sofisticados a su vez. La mayor escala esasimismo conveniente para explorar nuevos mercados de clientes y para comercializar nosólo los productos de los socios de las cooperativas, sino los procedentes, por ejemplo,de productores marroquíes. Actuarían así las comercializadoras almerienses con losproductos marroquíes como lo están haciendo, por ejemplo, las holandesas con losproductos almerienses.

La discusión anterior casi no se plantea acerca de las alhóndigas, que son socieda-des mercantiles con pocos socios, y que llevan tiempo operando según la lógica delmáximo beneficio. De hecho, la gran competencia en este sector y la reducción de losmárgenes ha favorecido un notable proceso de concentración empresarial, desde la treintenade empresas de mediados de los noventa a una decena en la actualidad (García Torrente2005: 180). En cambio, nuestros interlocutores sí ven problemática, en este aspecto del


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tamaño, la situación del sector de cooperativas, en el que apenas se percibe una tenden-cia a la concentración o a la cooperación en la comercialización. Más bien, en los últimoslustros se ha observado la tendencia contraria, hacia una proliferación de cooperativas, enbuena medida como resultado de la fragmentación de las ya existentes. Han debido depesar en ello intereses y sentimientos personales, incluso políticos, y una facilidad artifi-cial para formar esas cooperativas. Nos referimos a la existencia de generosas subvencio-nes de la Junta de Andalucía para formar cooperativas, con la intención comprensible deunir a agricultores para aprovechar las economías de escala de una comercializaciónconjunta, pero con el resultado no deseado de estimular, paradójicamente, una mayorfragmentación. Esta experiencia sugiere que hay que considerar cautelosamente las polí-ticas o los incentivos concretos de concentración de oferta procedentes de instanciaspúblicas. Cuanta más intervención pública, más probable es la aplicación de criteriospolíticos en las decisiones, más probable es la demora en la ejecución (en su caso), ymás probable es, en definitiva, que las concentraciones resultantes se alejen de lo queaconseje la lógica económica. No siempre ha ocurrido así, y algunas intervencionespúblicas han podido estar bien orientadas y ser eficaces, como en el caso de la luchabiológica antes mencionado.

En general, la mayor escala puede conseguirse, al menos, de dos maneras. Puedeintentarse como una especie de acción colectiva general, en la que participen muchascooperativas. Sería una especie de vía rápida, orientada a conseguir lo antes posible elfuturo deseable. La sensación transmitida por nuestros interlocutores es que se ha inten-tado transitar por esa vía, pero con escaso éxito. Sería cuestión de indagar sobre las razo-nes de esta dificultad. Quizá ello ha ocurrido por miopía y dificultad para ver los intereses alargo plazo del sector. Quizá por la aparente perspectiva de corto plazo de los socios de lascooperativas, que teñiría las negociaciones entre sus representantes, los presidentes de lascooperativas. Quizá por intereses personales ligados a asuntos como quién pierde o ganaun cargo, en qué nivel de status quedan los presidentes de las cooperativas, quién se llevalos méritos, etc. Quizá porque la necesidad del cambio no es acuciante, y porque losagricultores de Dalías sólo estén dispuestos a cambios de cierta profundidad en situacionesde crisis o de pre-crisis, como hemos visto en el caso de las plagas y la lucha biológica.Quizá porque impere una cultura individualista arrastrada desde las familias de esos agri-cultores del interior y sustentada en la experiencia (de éxito) desde los años setenta. Oquizá, simplemente, porque, tratándose de una acción colectiva para conseguir, entreotros, beneficios colectivos de los que no se apropia cada una de las cooperativas, seenfrente a los problemas clásicos de la producción de bienes públicos (Olson 1965).


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En todo caso, existe la alternativa de que la cooperación se intente por una vía, enprincipio, más lenta, pero probablemente más práctica, a partir de la iniciativa individual yla activación de las afinidades entre diversos agentes individuales. Un presidente de coo-perativa, o un empresario privado (una sociedad mercantil), puede poner de acuerdo avarias cooperativas, con o sin participación de otras empresas privadas, para llevar a caboestrategias conjuntas, apostando por que tendrán éxito. En este caso, no se trata de unaacción colectiva general por la que haya que concitar muchas voluntades. Basta con unaspocas, con las de unos pocos presidentes, gerentes o empresarios privados afines overdaderamente interesados en la colaboración, en el establecimiento de una alianza o deuna forma organizativa más integrada. En ese caso, cabe imaginar que el éxito de estasexperiencias será imitado por otras cooperativas, presionados, quizá, sus directivos porsocios atentos a las mayores ganancias. O, quizá más probablemente, una o varias deesas iniciativas particulares de éxito anime a subirse a su carro a otras empresas ocooperativas. Lo interesante es que, en ese caso, aunque se vayan subiendo muchas, nose dará el mismo problema de acción colectiva: las reglas y las estrategias estarán clarasdesde el principio, y habrán sido los innovadores, los pioneros, quienes las hayan fijado, eimpuesto, por así decirlo, a quienes, al final, se habrán comportado, más bien, comoseguidores y copartícipes del proyecto común. Parece una vía más lenta, pero puede sermás eficaz que la acción colectiva de muchos (tal vez, demasiados) individuos.

El reto del tamaño en las explotaciones

La cuestión de la dimensión también se plantea en el ámbito de la producción. Laproducción de invernadero sigue teniendo lugar en explotaciones de un tamaño relativa-mente reducido. La media ronda las dos hectáreas. En nuestras conversaciones conrepresentantes del sector hemos observado una sensación bastante extendida acerca dela necesidad de que las explotaciones acaben teniendo una superficie mayor. Ello lespermitiría aprovechar las economías de escala de algunas técnicas que ahora no puedenintroducirse, y que sí se están aplicando, por ejemplo, en Holanda (o en Italia). Podríadarse un nuevo salto de productividad, intensificando el proceso de sustitución de trabajopor capital característico de la agricultura del plástico almeriense.

Quizá en la zona de Níjar, con mucha tierra libre, pueda comenzarse con explotacio-nes de cierto tamaño, pero en Poniente, contar con explotaciones mayores implica unproceso de concentración a partir de las ya existentes. Aparentemente, se ha avanzado


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poco en ese proceso. Las razones más probables son las siguientes. Al menos a cortoplazo, las pequeñas explotaciones han seguido siendo suficientemente rentables parasus propietarios. Los ingresos por kilo de producto pueden llevar cayendo lustros, pero, alaumentar la productividad (se producen más kilos por unidad de superficie), el ingreso porhectárea parece mantenerse estable desde hace diez o quince años, quizá con una suavetendencia a la baja (Fundación Cajamar 2008). Siendo así, y, suponemos, manteniéndoseuna expectativas de rendimientos no muy ambiciosas, la presión al cambio, también a laconcentración, es relativamente poco intensa. Son pocos los agricultores que sienten lanecesidad de ampliar su negocio o, sobre todo, la de venderlo a un comprador (del sector,o de fuera) que sí crea que pueden aprovecharse esas economías de escala. Ha podidoabundar en la sensación de rentabilidad suficiente la ilusión de riqueza derivada del boominmobiliario a la que nos hemos referido más arriba. Los rendimientos (reales o espera-dos) de las inversiones inmobiliarias fuera del sector también puede haber disuadido apotenciales compradores.

Otras razones abundan en que el ritmo "natural" de concentración desde dentro delsector no sea muy rápido. Los beneficios de las explotaciones han podido ser muynotables, pero, en gran medida, han tenido que reinvertirse en una mejora casi continua.Sólo en algunos casos han podido servir como primera palanca para emprender aventurasde mayor escala.

En realidad, las anteriores son conjeturas que requieren de ulterior investigación. Dospreguntas más habrían de orientarla. ¿En qué medida son atractivas las explotaciones deCampo de Dalías para inversores ajenos al sector, pero con capital suficiente para em-prender procesos de concentración? Suponiendo que se den iniciativas relevantes de con-centración desde dentro del sector, y sabiendo que es difícil financiarlas con los ahorrosdel pasado, ¿qué disposición existe en las entidades financieras almerienses a financiarese tipo de iniciativas?

El reto de la modernización organizativa

Tanto si las explotaciones se mantienen en su actual tamaño como, especialmente, sicrecen, han de afrontar un reto más, el de la modernización organizativa. Factores como lacreciente incorporación de tecnología, la mayor complejidad de la producción y la necesidadde una eficiencia mucho mayor frente a una creciente competencia requieren de una gestiónmás formalizada y profesionalizada. Ello es especialmente evidente en dos aspectos.


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Por una parte, los conocimientos técnicos del agricultor, que han ido aumentando demodo práctico con el tiempo, han de crecer todavía más, si ha de poder comunicarseefectivamente con peritos y proveedores industriales que, a su vez, han de operar contécnicas y productos cada vez más sofisticados tecnológicamente. No es arriesgado de-cir que para mantener esa conversación, convendrá que los agricultores tengan un niveleducativo formal bastante mayor que el actual, pues no podrán adquirir todos los conoci-mientos necesarios mediante la práctica.

Por otra parte, la contabilidad de las explotaciones ha de modernizarse definitiva-mente, si es que se quiere controlar, de verdad, los costes y tomar las decisiones máseficientes posibles. Ello no quiere decir que cada agricultor deba tener conocimientos decontabilidad avanzados, pues, en buena medida, se aprovechará de la división del trabajoy subcontratará esas tareas. Pero, igual que en el caso de la conversación con peritos yproveedores, la comunicación con la empresa de contabilidad requiere de un mínimo len-guaje común. Y si las decisiones empresariales han de tener una base contable mássistematizada y formal que en el pasado, el empresario (o su hijo, o alguien de muchaconfianza) habrá de tener un conocimiento suficiente de esas cuentas.

Sobra decir que con explotaciones más grandes, surge la necesidad de contar conun cuadro administrativo propio, no subcontratado, con los conocimientos técnicos o pro-fesionales correspondientes.

En definitiva, el propietario de la explotación tendrá que ser cada vez más un gestory menos un agricultor.

El reto de la sucesión familiar

Los retos anteriores se mezclan, por último, con un desafío más, propio de empresasfamiliares, el del manejo de la sucesión del fundador. A las empresas familiares que sobre-viven se les plantea, llegado el momento de la jubilación del empresario, decidir, primero,si se mantiene la empresa y, en caso afirmativo, segundo, quién se hará cargo de sugestión. Como regla general, el empresario quiere que alguno o algunos de sus hijos sehaga cargo de ella. Quizá, incluso, les ha ido introduciendo en el negocio como aprendiza-je. Pero los hijos no siempre están dispuestos a seguir los pasos del padre. Lo mismo seaplica a las explotaciones del Poniente almeriense.


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No sabemos cuántos de esos hijos están dispuestos a hacerse cargo de las explo-taciones. Lo que sí sabemos es que sus perspectivas profesionales y vitales pueden sermuy distintas de las de sus padres. Por una parte, bastantes tienen un nivel de estudiosformales superior a sus padres, lo que les lleva a aspirar a trabajos no manuales, conbuena remuneración y dedicación horaria modesta, lo que permite muchas horas de ocio.Frente a ello, el trabajo en el invernadero, aunque sea, más bien, cada vez más de gestión(el trabajo manual lo hacen, en muchos casos, asalariados contratados fuera de la fami-lia), demanda mucha más energía y dedicación horaria, aunque, quizás, aporte más ren-dimientos económicos. Lo importante es que, para bastantes (bastantes más que en lageneración de los padres), el coste de oportunidad de trabajar en el invernadero ha debidode aumentar sustancialmente. La prueba es que no pocos jóvenes, y no tan jóvenes, ya notrabajan ahí, sino en otros sectores. Veamos un ejemplo. En 2001, con datos del Censode Población para el municipio de El Ejido, núcleo central del Campo de Dalías, puedecomprobarse que un 65% de los ocupados varones, españoles y de 60 años o más traba-jaba en el sector primario. Ese porcentaje descendía a niveles del 45% para los ocupados,varones, españoles menores de 40 años (cuadro 3). Las cifras equivalentes para las muje-res serían de 59% entre las mayores y de 34% entre las más jóvenes.

Por otra, muchos hijos pueden no tener un nivel de estudios mucho más elevado quesus padres, pero también puede aumentar para ellos el coste de oportunidad de trabajaren el invernadero. Otros sectores han crecido mucho en la última década, ofreciendo, almenos a corto plazo, ganancias salariales rápidas y sustanciosas. Éste ha sido el caso,

Varones MujeresV. absoluto % en agricultura % en construcción V. absoluto % en agricultura % en construcción

Total 14.425 53,1 13,3 10.136 32,9 0,715-19 880 45,2 14,6 577 30,2 0,820-24 1.688 41,1 13,2 1.409 28,5 1,625-29 2.124 44,3 10,1 1.666 37,1 1,130-34 2.122 44,7 12,3 1.577 42,5 0,735-39 2.125 48,1 12,2 1.418 43,8 0,940-44 1.749 46,8 9,7 1.247 47,7 0,345-49 1.298 51,7 11,8 868 52,8 0,550-54 1.080 57,3 9,0 663 56,5 0,755-59 769 64,8 4,6 430 57,3 0,0$60 590 64,7 4,6 281 59,1 1,1

Cuadro 3. El Ejido (2001). Ocupados españoles en agricultura y construcción por sexo y edad

Fuente: elaboración propia con datos del Censo de Población de 2001, del INE.


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durante bastantes años, de la construcción, sector que se ha poblado, sobre todo, detrabajadores extranjeros, pero que ha sido también muy atractivo para jóvenes no muycualificados del Campo de Dalías. Incluso con datos de 2001, sin que el boom inmobiliariohubiera alcanzado su cima, un 12,5% de los varones, españoles, menores de 40 años deEl Ejido estaba ocupado en la construcción, aun teniendo en cuenta que la mayor partedel boom inmobiliario se ha dado en otros municipios.

Los datos sugieren una cierta dificultad para el relevo generacional al frente de lasexplotaciones agrícolas, que se reduciría si las hijas se implicaran más en este tipo detareas. Esto último es, por ahora, poco probable, tanto por su menor inclinación a tareasagrícolas como por la menor inclinación femenina, aun hoy, a tareas empresariales, almenos a escala española. Además, lo más probable es que esa dificultad de sucesiónsea hoy, a la altura de 2009, mayor que en 2001.

En cualquier caso, los problemas de sucesión generacional, quizá no tan gravescomo el argumento teórico de los costes de oportunidad hiciera pensar, deben de ser unode los factores de presión hacia la concentración de las explotaciones.

El reto del manejo de las externalidades,sobre todo, las medioambientales

Uno de los retos más complejos a los que se enfrentan el Poniente almeriense y, engeneral, la provincia de Almería es el de las externalidades medioambientales de la pro-ducción de invernadero y del sistema productivo que ha surgido alrededor. Es muy com-plejo, sobre todo, porque, probablemente requiere de algún tipo de acción colectiva.

Hay que distinguir, al respecto, dos tipos de externalidades: las que provocan direc-tamente las explotaciones y las derivadas del crecimiento económico impulsado por elsector agroexportador. Las externalidades directas son evidentes, y han sido señaladascon relativa frecuencia en los estudios sobre el sector. En el último análisis de la cosechapublicado por el Instituto Cajamar quedan bastante claras (Fundación Cajamar 2008). Lainadecuada limpieza de las explotaciones tiene consecuencias muy importantes, tantopara la producción como para la comercialización. La principal es una mayor abundanciade plagas, lo que redunda en la necesidad de utilizar más plaguicidas o de desarrollar otrotipo de métodos (costosos) para luchar contra esas plagas. El exceso de plaguicidas enlos productos ya ha presentado problemas para su comercialización, bastante resueltoscon la adopción rápida de métodos de lucha biológica. Hay que tener en cuenta, también,


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el problema de la recogida de residuos, que tienen, sobre todo, un impacto paisajístico ydañan mucho la imagen del sector hacia el exterior. En general, un sector poco atento a ladimensión medioambiental de sus productos encontrará crecientes dificultades ante unosconsumidores cada vez más conscientes de dicho aspecto. Es muy probable que serequiera una acción concertada, amplia, para ir construyendo una imagenmedioambientalmente adecuada de la agricultura almeriense. Si no, los agricultoresalmerienses tendrán que esperar a que lo hagan los competidores y entonces habrán dereaccionar, quizás, con menos reflexión y preparación.

Las externalidades derivadas son también muy relevantes, quizá incluso más, a lar-go plazo y, como señalamos más adelante, requieren de una acción colectiva, incluyendouna acción pública. La razón de ello parece bien sabida. El gran y rápido crecimientoeconómico y poblacional ha llevado, al decir de muchos, a un desarrollo urbanístico pocoarmonioso y bastante mejorable. Quizá, con otros planteamientos, el medio ambientehumano, el urbano, hubiera sido más vivible. Se trata, en cualquier caso, de un temaabierto a la discusión, pero ineludible. Asimismo, como reconocen todos nuestrosinterlocutores, el gran crecimiento económico y poblacional ha revelado un notable déficitde infraestructuras en Almería, tanto de comunicación como energéticas. Se ha avanzadobastante en ambas, pero queda bastante por recorrer, como, por ejemplo, se ha señaladoen la mesa correspondiente del Foro Almería 2025 (Asempal 2008: 124-157). No hay queolvidar, tampoco, que el propio desarrollo de esas infraestructuras tiene unas consecuen-cias ambientales que conviene considerar.

Como segunda derivada, habría que pensar en los efectos de las externalidadesmedioambientales y urbanísticas en las posibles transformaciones de la economía delPoniente y de Almería, a las cuales nos hemos referido más arriba. No atender a esasexternalidades limita notablemente las posibilidades de crecimiento futuro, pues planteaproblemas de calado para atraer o retener: a los trabajadores propios de un tejido pro-ductivo que incorpora cada vez más dosis de conocimiento e innovación, que demandancada vez más un hábitat saludable e interesante culturalmente; a los comercializadoresde los productos almerienses, que, llegado el momento, tendrán, a su vez, que atendera consumidores más conscientes medioambientalmente; a esos mismos consumido-res; a los turistas más sofisticados culturalmente y de mayor poder adquisitivo, a losque no les basta una ración doble de sol y playa. Es decir, resolver el problema de lasexternalidades medioambientales y urbanísticas puede convertirse en un activo del cre-cimiento económico futuro.


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Escenarios negativos posibles: ¿el agotamiento o fracaso bruscodel modelo?

¿Y si dejara de ser viable, en poco tiempo, el "modelo de desarrollo almeriense"?Sabemos que se trata de una hipótesis extrema, basada en un acontecimiento que, supo-nemos, tiene una probabilidad muy baja; aunque cabe recordar que lo mismo pensabantodos los analistas financieros de la crisis actual, que era un acontecimiento que sólopodría darse una vez cada diez mil años. Y, sin embargo, la crisis financiera ha demostra-do que sí se ha dado, y, por lo mismo, que las predicciones convencionales del mercadofinanciero podían estar sumamente equivocadas; como ya habían argumentadopersuasivamente, desde hace tiempo, autores como Benoit Mandelbrot (2004) o NassimTaleb (2005). No se trata, por lo demás, de aplicar mecánicamente las enseñanzas actua-les acerca del comportamiento de los mercados financieros a cualquier sector, pero sí derecordar, como hacen esos autores, y como ya había puesto de manifiesto Blaise Pascalen el siglo XVII, que aunque la probabilidad de un suceso sea muy baja, si la gravedad delas consecuencias derivadas de ese suceso es muy alta, la multiplicación de la probabili-dad mínima por el daño inmenso puede ser inmensa. Ésta es una buena razón paradedicar un tiempo de reflexión a considerar el riesgo, y a diseñar un futuro en el que sereduzca todavía más esa probabilidad o, mejor aún, se reduzca su gravedad, sin necesi-dad de que, al hacerlo así, hayamos de paralizarnos o incurrir en costes desmesurados.8

Conste que esta hipótesis extrema no procede de nuestra imaginación. Con unaformulación distinta, la escuchamos de alguno de nuestros interlocutores, preocupadospor la pregunta de si se trata de un modelo imitable con relativa facilidad. Que sea imitablees obvio; al fin y al cabo, la imitación es uno de los mecanismos sociales fundamentalesde interacción y de difusión de experiencias, dentro de una sociedad y entre unas socie-dades y otras. La cuestión está en una facilidad de la imitación que repercuta en unapérdida de las ventajas comparativas del producto o el proceso productivo inicial; porejemplo, la que puede tener su origen en una imitación del modelo almeriense por otraszonas del Mediterráneo occidental, como pueden ser las de su litoral sur. Ahora bien, aeste respecto hay que tener en cuenta que en la viabilidad del modelo desempeñan unpapel principal factores contextuales de tipo institucional, cultural y político, que, hoy porhoy, no son fáciles de replicar.

8 Sobre esto, véase la crítica de William Nordhaus (2009) al dismal theorem de Martin Weitzman en el tema de lasconsecuencias del cambio climático.


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Almería podría perder su ventaja competitiva respecto a otras áreas geográficas. Porejemplo, dicho en términos más concretos, ¿qué falta en un lugar como Marruecos, obuena parte del norte de África, muchas de cuyas comarcas pueden tener un clima y unatierra similares a los de Almería, para que se dé aquella confluencia favorable de factoresque hemos visto en Almería? No, desde luego, mano de obra barata: buena parte dequienes trabajan hoy en los invernaderos son marroquíes; los mercados de destino seríanlos mismos, y la tecnología puede ser imitada o replicada. Faltan, probablemente, porejemplo, algunos de los elementos que facilitan la adopción continua, incremental, detecnología, como un número suficiente de peritos agrícolas asistiendo a unos hipotéticosproductores locales. Falta, sobre todo, el contexto institucional, jurídico y político, y cultu-ral más amplio al que hemos hecho referencia; es decir, la base jurídica y de costumbrespropia de una economía de mercado, con una fuerte garantía del derecho de propiedad, yun sistema jurisdiccional que aporta la seguridad jurídica precisa en el medio y largoplazo. De aquí, cierta inhibición de la población local y la reticencia de los inversoresexternos, de lo que es muestra la de los propios empresarios almerienses. De hecho,aunque algunos de nuestros interlocutores hacen negocios con Marruecos, hay muy po-cos empresarios almerienses estableciendo explotaciones o centros de distribución, apesar de tener el know how y, probablemente, el capital.

De hecho, Marruecos, aun siendo uno de los principales competidores de las horta-lizas almerienses, tiene mucho camino por recorrer para alcanzar al conjunto de Españaen lo tocante a exportaciones de esos productos a los países de la UE27. Las cifras dedichas exportaciones en toneladas y euros en el último decenio no sugieren un crecimien-to acelerado de las exportaciones marroquíes, aunque puedan ir arañando, poco a poco,cuota de mercado a las españolas (Fundación Cajamar 2008), y, por tanto, apunten a unacompetencia seria en el medio plazo. Esa competencia puede intensificarse si las condi-ciones institucionales antes mencionadas se modifican; pero esto supone un procesohistórico (y, en especial, político y cultural) más complejo, que conviene seguir conmucha atención.

Probablemente, la posibilidad real de un agotamiento del modelo almeriense se asientemás en factores endógenos que exógenos. El problema puede surgir no tanto de unacompetencia exterior, por ahora poco probable, cuanto de un conjunto de factores internosque propicien un crecimiento del desorden o la entropía del sistema. Porque se demore larespuesta a los retos económicos, porque no se atienda al contexto institucional, social ycultural, porque, en definitiva, la población acumule tal desorden moral, intelectual y emo-


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cional que no sepa resolver sus problemas, bien porque los empresarios pierdan el rumbo,sus descendientes no les sigan en su vocación, la sociedad estalle en mil conflictos, lospolíticos no atinen en sus funciones, etcétera. Estas hipótesis no son desdeñables; y justa-mente el grueso de este estudio se orienta a responder a algunas de estas preocupaciones.

4.2. Una mirada rápida a otros sectores

El Poniente almeriense es, sobre todo, digamos, agricultura. Pero no sólo. Incluye,por ejemplo, bastante actividad turística, una variante del turismo de sol y playa normal enla costa mediterránea, que podría, por supuesto, reorientarse en función de las posibilida-des que ofrece una combinación con la montaña y los espacios naturales protegidoscercanos, o los gustos de uno u otro segmento de población, autóctona o, sobre todo,extranjera, en el futuro. Pero dejando ahora a un lado esta línea de reflexión, queremoscentrar la atención en otro sector económico no agrario, en concreto, la construcción.

Un ejemplo de dinámicas dudosas: el sector de la construcción

El Poniente almeriense y el conjunto de Almería no están al margen de fenómenoseconómicos de alcance nacional o internacional, obviamente. La prueba reciente másfehaciente es que también han participado del desorbitado boom inmobiliario del últimolustro largo. Razones diversas han desviado una cantidad ingente de recursos financierosy humanos a la construcción de viviendas y otros inmuebles. Algunas de ellas tienen unalógica demográfica, como el gran aumento de población experimentado por la provincia deAlmería en la última década. Otras tienen una lógica sectorial, como el desarrollo delturismo de sol y playa, y otros tipos de turismo, en Almería. Otras, sin embargo, tienenque ver, simplemente, con la elevadísima rentabilidad esperada de la inversión en inmuebles,con crecimientos anuales de los precios de solares y viviendas situados durante unosaños en los dos dígitos.

Da la impresión de que una parte considerable del excedente generado por la agricul-tura de exportación en Almería se ha orientado a la inversión inmobiliaria. Al menos, así lohan afirmado algunos de nuestros interlocutores. Éstos nos han recordado algunos ejem-plos característicos de agricultores metidos a promotores o a constructores.


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Ya hemos visto más arriba cómo el sector de la construcción ha crecido más enAlmería que en Andalucía o en España. El protagonismo de ese crecimiento lo ha debidode tener la construcción de viviendas. Ésta ha crecido en los últimos años a un ritmomucho más rápido que en el conjunto de España o de Andalucía (gráfico 2). Si tomamoslos datos anuales de viviendas iniciadas y el año 2000 como punto de partida, podemoscomprobar cómo en el caso de Almería esa cifra alcanzó un máximo en 2005, multiplicán-dose por 2,6, mientras que el máximo español (en 2006) sólo multiplicó el dato del año2000 por 1,4 y el andaluz (2003) lo hizo por 1,2. No extraña, entonces, que la caída ulteriorhaya sido más pronunciada en Almería que en los otros dos ámbitos considerados.

Si utilizamos el dato de parque de viviendas estimado por el Ministerio de la Vivienda,comprobamos que su incremento en Almería (31%) entre 2001 y 2007 es el segundo másalto de todas las provincias andaluzas, sólo por detrás de Málaga (37%).9 Y no extraña,tampoco, la evolución reciente del empleo en la construcción en Almería, tal como lo midela EPA. Si en 2007 llegaron a estar ocupados bastantes más de 60.000 trabajadores enese sector, la cifra se ha desplomado hasta por debajo de la mitad, con menos de 30.000ocupados al comenzar 2009 (gráfico 3).

Gráfico 2. Viviendas iniciadas en España, Andalucía y Almería (1991-2008) (2000=100)

Fuente: Elaboración propia con datos del Ministerio de la Vivienda.

9 Cálculos propios con datos del Ministerio de la Vivienda, disponibles en su página web.


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Ese descenso debe de explicar la mayor parte del intenso crecimiento reciente en lascifras de desempleo almeriense (de nuevo medidas con la EPA), que ha pasado de nivelescercanos a las 35.000 personas en 2006 a situarse en cerca de 90.000 en el primer trimestrede 2009 (gráfico 4). Almería ha vuelto a tener una tasa de paro elevadísima, del 25% en elprimer trimestre de 2009, una de las más altas de las provincias españolas, y situada enniveles similares a los máximos alcanzados durante la crisis económica de 1993/94.

Lo ocurrido con el sector de la construcción y con el empleo en los últimos añosencierra varias enseñanzas sobre los límites económicos de la senda de crecimientoseguida por Almería. Primero, aun con un modelo de desarrollo bastante particular, cons-truido pacientemente entre muchos durante varias décadas, con un éxito evidente, siquie-ra en términos del aumento de la renta per cápita, el Poniente almeriense y Almería en suconjunto no son en absoluto inmunes a males económicos de carácter general. Si, por larazón que sea, del sector inmobiliario llegan señales equivocadas de altísima rentabilidadfutura, los excedentes empresariales almerienses y los ahorros de particulares se enca-minarán masivamente hacia ese sector, como en cualquier otro lugar de España o del

Gráfico 3. Ocupados por sectores en Almería (1976-2009)

Fuente: Elaboración propia con datos de la Encuesta de Población Activa, del INE, en sus distintas series.


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mundo en que se transmitan esas señales equivocadas. El resultado, probablemente, hasido el de una cantidad ingente de inversiones equivocadas (malinvestments) que ocasio-narán, probablemente, cuantiosas pérdidas y que requerirán de bastante esfuerzo y tiem-po para su reorientación a sectores más productivos y útiles para satisfacer necesidadesfuturas más, digamos, reales.

Los cantos de sirena del sector inmobiliario no sólo han orientado mal una parte delos beneficios de las explotaciones, que, quizás, podría haberse reinvertido en la moderni-zación o mejora de aquéllas. También han provocado una ilusión de gran riqueza en bas-tantes de sus propietarios, lo cual ha podido ofuscar el entendimiento de algunos cambios(técnicos y, sobre todo, como veremos, organizativos) necesarios para mejorar la produc-tividad y la tasa de beneficios. A ello se une que una parte de la riqueza generada, porejemplo, por las cooperativas se ha dedicado a la ostentación, en lugar de hacerlo haciafines más productivos. La crisis inmobiliaria, en este sentido, y como expondremos másadelante, supone una oportunidad de rectificación.

Gráfico 4. Activos, ocupados y parados en Almería (1976-2009)

Fuente: Elaboración propia con datos de la Encuesta de Población Activa, del INE, en sus distintas series.


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Segundo, una parte del crecimiento en este último lustro largo en Almería (y enEspaña, claro) se revela como una suerte de espejismo. Ello es especialmente evidenteen las cifras de ocupados, pues, como se comprueba, pueden verse reducidas notable-mente en un lapso corto de tiempo. Hasta ahora el crecimiento almeriense habría genera-do una gran cantidad de empleos, sobre todo en los últimos diez años. Da la impresión deque a corto plazo no va a ser así en ningún caso.

Tercero, en gran medida la caída en el empleo ha debido de afectar significativamentea los trabajadores extranjeros, aunque el que muchos de ellos estén empleados en laagricultura ha actuado como una especie de colchón. Gran parte del crecimiento de lamano de obra, cualificada o no, del sector de la construcción lo han protagonizado traba-jadores venidos de fuera, trabajando en condiciones formales o en la economía sumergida.Si es así, y si el sector se va a retraer enormemente en los años venideros, ¿qué va aocurrir con los trabajadores extranjeros del sector de la construcción? Es improbable queencuentren empleo en otros sectores, pues tampoco cabe prever una recuperación nota-ble de la industria o los servicios, y el nivel de ocupación en la agricultura parece bastanteestable. Es probable que aumente la proporción de los que retornan a sus países deorigen, pero no tenemos idea de cuántos serán, ni de cuántos permanecerán en Almeríaen condiciones bastante difíciles. De los retos que plantea esto nos ocupamos en lasección dedicada al tema de la inmigración.

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5. El reto de la inmigración, difícil pero manejable

5.1. La segunda ola de inmigración: áreas de procedenciay de asentamiento

El gran crecimiento del sector agroexportador en el Campo de Dalías en la últimadécada no pudo sustentarse sólo en la mano de obra local, la "primera inmigración", sinoque requirió de la aportación de lo que en el sector se conoce como una "segunda inmigra-ción". La primera habría sido la procedente del interior de la provincia y de Granada.Véase, como ejemplo ilustrativo, el caso de "El Ejido", el principal municipio de Campo deDalías (cuadro 4). A la altura de 1996, apenas un 4% de sus habitantes había nacido en elpropio municipio. La gran mayoría (un 65%) había nacido en otro municipio de Almería, yun 21%, en otra provincia andaluza (suponemos que la mayoría en Granada). Apenas un6% había nacido en el extranjero, una cifra ya entonces llamativa, que apuntaba a losorígenes de la segunda migración.

Con el final del siglo XX y los inicios del XXI el modo "familiar" de producción se revelócomo insuficiente para afrontar un gran crecimiento de la producción, a la par que unaumento de la extensión cultivada. ¿No había manos suficientes en las familias, o enotras familias de Almería, o esas manos prefirieron emplearse en otras tareas? Probable-mente, se trata de una combinación de ambas razones.

A los hijos (y sobre todo a los nietos) de los primeros inmigrantes, los que llegaron,sobre todo, en los años sesenta y setenta, se les abrían horizontes algo más amplios quea sus padres. A éstos, analfabetos o casi sin estudios en su mayoría, se les abrió laoportunidad del trabajo duro en el invernadero, con la ayuda del resto de la familia si eranecesario. A sus hijos, ya más educados e incorporándose al mercado de trabajo algunoslustros después, les quedaba, sí, la oportunidad de trabajar en el invernadero, pero tam-bién la de emplearse en otros sectores que habían crecido al abrigo de la agricultura delplástico (industria y servicios auxiliares) o que, simplemente, se habían desarrollado para-lelamente (comercio, turismo, construcción, administración pública...). Muchos optaríanpor trabajos en esos otros sectores, probablemente menos cansados y, en el caso de laconstrucción, por ejemplo, muy prometedores en cuanto a los ingresos a corto plazo. Elloreduciría el número de brazos familiares disponibles para el cultivo del tomate o el pimien-to, teniendo en cuenta, además, que esas familias tampoco eran tan amplias.


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La solución fue la importación de mano de obra extranjera, sobre todo marroquí,iniciándose un proceso de acogida de inmigrantes que se extendería después a otraszonas de origen (África subsahariana, países hispanoamericanos y países de la antiguaEuropa del Este), y que afectaría no sólo a la agricultura, sino, especialmente, a la cons-trucción y al sector servicios.

En el cuadro 4 podemos ver que si en 1996 sólo un 6% de los empadronados en ElEjido había nacido fuera de España, en 2008, dicho porcentaje ascendía a un 33%. Y hayque tener en cuenta que buena parte del 13% de los nacidos en El Ejido son hijos de losvenidos de fuera, tengan o no una nacionalidad extranjera.

Áreas geográficas de procedencia de los extranjeros

En el conjunto de Almería, el extraordinario proceso migratorio de los últimos diez oquince años se resume en los datos del cuadro 5. La población de la provincia asciende a667.635 habitantes a 1 de enero de 2008, mientras que llegaba al medio millón en 1996 (yera de unos 440.000 habitantes en 1986). Es decir, en doce años ha crecido un tercio. Ellose ha debido, como sabemos, al gran crecimiento de la población extranjera, que hapasado de 11.464 a 131.330 habitantes entre 1996 y 2008, multiplicándose por once. Lapoblación española apenas ha crecido un 10% en ese tiempo.

En 1996, apenas un 2% de la población total eran extranjeros, cifra que asciende acasi el 20% en 2008, momento en el que Almería es la cuarta provincia española según elporcentaje de empadronados extranjeros, que para el conjunto de España era del 11,4%.

1996 2008Total empadronados 47.610 80.987Por lugar de nacimiento, en %El Ejido 3,7 13,3Otro municipio de Almería 64,7 36,8Otra provincia andaluza 20,6 13,2Otra comunidad autónoma 5,4 4,0Extranjero 5,7 32,6

Cuadro 4. Las dos migraciones en El Ejido vistas con los datos del Padrón municipal

Fuente: elaboración propia con datos de la Explotación estadística del Padrón, del INE.

El reto de la inmigración, difícil pero manejable

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La procedencia de los habitantes extranjeros también ha cambiado sustancialmentedesde el año 1996. Entonces, un porcentaje muy alto (37,5%) provenía de países de loque antes conocíamos como Europa Occidental (sobre todo del Reino Unido). Cabe pen-sar que se trataba, sobre todo, de jubilados que habían fijado su residencia definitiva enAlmería, un fenómeno común a otras provincias mediterráneas. Sin embargo, entre losextranjeros, ya eran bastantes (un 37,1%) los procedentes del Norte de África, casi todosde Marruecos, que habían venido a trabajar en la agricultura de invernadero. Cabe mencio-nar, también, a los procedentes del África subsahariana (un 15,4%).

En 2008, el peso relativo de los europeos occidentales es mucho menor (20,5%),superado por el de los norteafricanos (27,9%) y por dos grupos con una presencia mínimaen 1996, los procedentes de América Central y del Sur (15%; sobre todo de Ecuador,Colombia y Argentina) y, especialmente, por nacionales de países de lo que antes cono-cíamos como Europa del Este y la URSS (28,2%; sobre todo de Rumanía).

Simplificando, las oleadas de extranjeros han seguido el orden siguiente. Primerollegaron los europeos occidentales, no tanto a trabajar como a descansar. Segundo, llega-ron los marroquíes, a trabajar en el plástico, y los subsaharianos, preferentemente en elplástico, pero también en otros sectores. Tercero, llegaron los hispanoamericanos, que seocuparon preferentemente en el sector de la hostelería, y, en el sistema vinculado a laagricultura de la exportación, en las cooperativas de comercialización. La última oleada es

1996 2008 (% mujeres, 2008)Total población 501.761 667.635 48,5Españoles 490.297 536.305 50,3Extranjeros 11.464 131.330 41,3Extranjeros en % de la población total 2,3 19,7Extranjeros por grandes zonas(en % del total de extranjeros)Antigua Europa Occidental 37,5 20,5 48,4Antigua Europa del Este y URSS 0,7 28,2 49,6África subsahariana 15,4 6,7 16,5América Central y del Sur 6,1 15,2 50,0Norte de África (Marruecos casi todo) 37,1 27,9 29,3Asia 1,7 1,3 29,8Resto 1,3 0,2 52,4

Cuadro 5. Extranjeros en Almería(1996 y 2008), por grandes zonas y sexo

Fuente: elaboración propia con datos de la Explotación estadística del Padrón, del INE.


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la de poblaciones de origen eslavo (rumanos, lituanos, rusos, búlgaros, ucranianos...),que se han empleado preferentemente en los sectores de la construcción y los servicios.La llegada de búlgaros y rumanos se ha acelerado con el ingreso de sus países en laUnión Europea, lo mismo que ha ocurrido en el conjunto de España.

Alguno de nuestros interlocutores sobre cuestiones de inmigración apuntó a los gra-ves acontecimientos del año 2000 en El Ejido como causa, parcial, de esa evolución, en lamedida en que la animadversión hacia los marroquíes sugerida por las revueltas habría,primero, expulsado a bastantes marroquíes de esa ciudad y de Almería en general (preci-samente, sugería nuestro informador, a los más integrados), y, segundo, habría seguidoun cierto efecto disuasor de la llegada de marroquíes en el futuro. Es difícil de contrastaresta hipótesis. Lo cierto es que a escala nacional se observan olas migratorias muysimilares, que apuntan a factores de ámbito más general, aunque en ellos bien puede haberpesado la difusión mediática nacional e internacional de los acontecimientos de El Ejido.

Segregación territorial: municipios

Los distintos momentos de llegada y los distintos sectores de ocupación han hechoque la distribución de esos grupos de extranjeros por municipios varíe algo, así como quevaríe el peso de la población extranjera por municipio.

Como se ve en el cuadro 6, una proporción muy notable de españoles se concentraen la capital (un 31,5%), aunque no son pocos los que viven en un pueblo turístico, Roquetasde Mar (10,3%) o en el mismo corazón de Campo de Dalías, El Ejido (10,1%). Los diezprimeros municipios agrupan un 71,5% de la población española.

La población extranjera está, en general, más concentrada, aunque el porcentaje deconcentración y los lugares de concentración varían bastante por nacionalidades. Loseuropeos occidentales, ejemplificados aquí por los británicos (la nacionalidad mayoritariaen este grupo), están más dispersos que los españoles, aunque hay alguna concentra-ción en municipios turísticos o residenciales, en la costa, como Mojácar (13,4%), o algomás al interior, como Arboleas (13,1%) y Los Gallardos (8%) (cuadro 6).


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Españoles Británicos RumanosTotal empadronados 536.305 Total empadronados 18.091 Total empadronados 24.559Almería 31,5 Mojácar 13,4 Roquetas de Mar 36,2Roquetas de Mar 10,3 Arboleas 13,1 El Ejido 15,3El Ejido 10,1 Los Gallardos 8,0 Almería 10,5Adra 4,0 Albox 5,6 Níjar 7,2Níjar 3,2 Vera 5,3 Vícar 4,5Vícar 2,9 Zurgena 4,6 Berja 3,0Huércal Overa 2,7 Turre 4,2 Adra 2,5Huércal de Almería 2,5 Cantoria 4,1 Garrucha 1,7Berja 2,5 Huércal-Overa 4,1 Tabernas 1,7Cuevas del Almanzora 1,8 Roquetas de Mar 3,6 Vera 1,7Diez primeros municipios 71,5 Diez primeros municipios 65,9 Diez primeros municipios 84,3

Cuadro 6. Almería (2008). Distribución por municipios de españoles, británicos y rumanos(diez primeros municipios por tamaño de población)

Fuente: elaboración propia con datos de la explotación estadística del Padrón, del INE.

SubsaharianosMarroquíes (África sin Marruecos) Sudamericanos (América)Total empadronados 35.431 Total empadronados 10.120 Total empadronados 20.122El Ejido 43,0 Roquetas de Mar 36,6 Almería 25,5Almería 18,8 El Ejido 21,7 Roquetas de Mar 11,9Níjar 12,4 Vícar 13,0 El Ejido 10,1Roquetas de Mar 6,3 La Mojonera 8,0 Vera 7,7Vícar 5,7 Almería 6,8 Pulpí 5,2La Mojonera 3,5 Níjar 4,7 Albox 4,6Adra 2,4 Cuevas de Almanzora 2,5 Vícar 4,2Pulpí 1,1 Garrucha 2,0 Garrucha 3,9Cuevas de Almanzora 1,1 Carboneras 1,1 Cuevas de Almanzora 3,6Beria 1,0 Olula del Río 0,6 Huércal Overa 3,2Diez primeros municipios 95,3 Diez primeros municipios 96,9 Diez primeros municipios 79,8

Cuadro 7. Almería (2008). Distribución por municipios de marroquíes, subsaharianos y sudamericanos(diez primeros municipios por tamaño de población)


La residencia de los marroquíes está mucho más concentrada, y vinculada, clara-mente, a los trabajos agrícolas. Un 43% reside en El Ejido y un 12,4% en Níjar, aunque noson pocos los que han acabado estableciéndose en la capital (18,8%), en la cual estánocupados, sobre todo, en el comercio (cuadro 7).


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Los subsaharianos (que medimos aproximadamente con el dato de los africanos nomarroquíes) también están muy concentrados, incluso más que los marroquíes, aunquesu distribución geográfica sea distinta. Un 36,6% vive en Roquetas, un 21,7% en El Ejidoy un 13% en Vícar (cuadro 7). Por su parte, los hispanoamericanos (cuyo número aproxi-mamos aquí con el de todos los americanos) están más repartidos territorialmente. Sudistribución es bastante distinta de la de los marroquíes y los subsaharianos. El grupomayoritario está en la capital (25,5%), de los cuales casi ninguno se ocupará en la agricul-tura y sí en la construcción o, sobre todo, en el sector servicios (hostelería, por ejemplo)(cuadro 7). Bastantes también residen en Roquetas (11,9%) y El Ejido (10,1%). Porúltimo, como ejemplo de inmigrantes de la última ola tomamos a los rumanos, cuyadistribución es distinta de los grupos de inmigrantes ya vistos. Un grupo mayoritario derumanos (36,2%) vive en Roquetas, probablemente trabajando en el sector de la construc-ción, pero hay bastantes en El Ejido (15,3%) y la capital (10,5%) (cuadro 6).

Obviamente, los porcentajes anteriores reflejan una foto fija, un punto de llegada que,grosso modo, refleja lo ocurrido en los últimos diez años. Entretanto, se han producidomovimientos que no acaban de recoger esas cifras, y que apuntan a dinámicas menos

Total empadronados % de extranjerosTotal provincia 667.635 19,7Arboleas 4.301 62,2Partaloa 819 57,3Mojácar 6.805 56,7Bédar 976 56,4Los Gallardos 3.689 52,4Turre 3.453 37,2Níjar 26.126 35,0Zurgena 2.986 34,8El Ejido 80.987 33,4Oria 2.920 30,1La Mojonera 8.102 29,6Vera 13.473 29,5Pulpí 8.013 29,2Roquetas de Mar 77.423 28,6Garrucha 8.491 28,1Albanchez 726 28,0Vícar 21.515 27,4Cantoria 4.025 26,2Albox 11.427 25,4Cuevas del Almanzora 12.596 21,5

Cuadro 8. Almería (2008). Veinte primeros municipios según porcentaje de población extranjera



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conocidas del proceso de inmigración. Por ejemplo, Roquetas de Mar, municipio muypoblado de subsaharianos al principio, se ha ido llenando cada vez más de rumanos, quehan ido desplazando a los subsaharianos como grupo de extranjeros más numeroso.

De todos modos, el cambio en el panorama social almeriense debido a la presenciade los extranjeros se ve mejor si analizamos el porcentaje que ellos representan en el totalde la población de cada municipio. Veamos, primero, los municipios con una mayor pre-sencia foránea (cuadro 8). Los municipios con los porcentajes de extranjeros más altosson, más bien, de pequeño tamaño y de poblamiento europeo-occidental, como Arboleas(62,2%), Partaloa (57,3%) o Mojácar (56,7%), Bédar (56,4%) o Los Gallardos (52,4%),todos ellos con mucha población británica. Los municipios más poblados de extranjerosdesplazados a Almería para trabajar, lo que solemos conocer con el término habitual de"inmigrantes", tienen porcentajes, más bien, en el entorno del 30%, como Níjar (35%), ElEjido (33,4%), La Mojonera (29,6%), Roquetas (28,6%) o Vícar (27,4%). Los lugares másrelevantes, desde el punto de vista de la mezcla entre españoles e inmigrantes son losmencionados, todos ellos municipios de gran crecimiento poblacional reciente, motivado,sobre todo, por la inmigración.

Segregación territorial: barrios y colegios

Obsérvese que en la clasificación de los primeros veinte municipios por porcentaje deextranjeros no aparece la capital, que tendría un 10% de extranjeros, la mitad que elconjunto de la provincia. Ello no quita para que en algunas zonas de la capital, la presen-cia de inmigrantes sea muy superior a ese 10%. En una determinada sección censal de lacapital, el porcentaje de extranjeros es del 58,9%, en dos de ellas supera el 40% y enotras dos, el 20%.10 Igualmente, en una población con un elevado porcentaje de extranje-ros, como El Ejido, también se observa una segregación por barrios notable. En tressecciones censales, el porcentaje supera el 60% y en otras tres está entre el 50 y el 60%.Sin embargo, en diez secciones, el porcentaje es inferior al 20%.

Probablemente, se está produciendo un proceso de segregación semiespontánea,del tipo de los formulados teóricamente por Thomas Schelling (1971). Aunque sean míni-mas las reticencias de miembros de una comunidad étnica a vivir cerca de miembros de

10 Elaboración propia con datos de la Explotación estadística del Padrón (a 1 de enero de 2008), del INE.


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otra comunidad étnica, a medio y largo plazo, unos y otros tienden a concentrarse enunos barrios y a abandonar otros, con el resultado de una segregación de los barriossegún raza o nacionalidad de procedencia.

La segregación por barrios encuentra un reflejo en la segregación escolar. En Espa-ña, por razones diversas,11 el porcentaje de alumnos extranjeros sobre el total es inferioren los centros privados y concertados que en los públicos. Andalucía no es una excepcióna esta regla, y Almería mucho menos, a pesar de que la enseñanza privada está menosextendida que en otras regiones, o quizá por ello, precisamente. En realidad, Almería esuna de las provincias españolas con mayores diferencias entre el porcentaje de extranje-ros en la enseñanza pública y el mismo para la enseñanza privada, si no la mayor. Sitomamos como indicador de esas diferencias el cociente entre "porcentaje de alumnosextranjeros sobre el alumnado total de centros privados" y "porcentaje de alumnos extran-jeros sobre el alumnado total de centros públicos" para el curso 2007-08, la media espa-ñola para Primaria es de 0,47, para Andalucía es de 0,32 y para Almería de 0,10, el datomás bajo de todas las provincias (cuadro 9). Si hacemos el cálculo para el alumnado deESO, el cociente español es de 0,55, el andaluz es de 0,29 y el almeriense, de 0,10 (denuevo el mínimo). Para el Bachillerato, los cocientes son 0,58, 0,38 y 0,23, respectiva-mente. En este caso, el dato almeriense ya no es el mínimo, aunque sí uno de los másbajos, y la mayoría de provincias con un dato inferior son provincias con tasas de inmigra-ción muy bajas, a excepción de Alicante.

Tan sólo en el nivel de Ciclos Formativos de Grado Medio o Superior, el dato almeriensetiene un comportamiento distinto. El cociente para el conjunto de España es de 0,89, loque significa que la presencia de extranjeros en los centros privados es muy similar a la delos centros públicos; de hecho, no son pocas las provincias en que el cociente es superiora 1, lo que quiere decir que la presencia de extranjeros en los centros privados es mayor.El valor del cociente para Andalucía es de 0,70, pero el de Almería es de 1,02; lo cualapunta a una ausencia de segregación por tipo de centros en este nivel.

En cualquier caso, descontando el nivel de la formación profesional, las diferenciasentre centros públicos y privados en Almería son muy altas. Esto puede deberse a que,entre los centros privados, sea más alta que en otras zonas de España la proporción de

11 Que no excluyen un argumento à la Schelling como el que presentamos nosotros mismos hace unos años (Pérez-Díaz yRodríguez 2003).


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centros privados "puros", es decir, no financiados públicamente, y menor la de concerta-dos (con subvención pública). Los primeros, en cualquier parte de España, son muchomás exclusivos socialmente, y, por tanto, por nacionalidad, y no están obligados a ofrecerun acceso igualitario a nacionales y foráneos. De hecho, es probable que ocurra algo así.La penetración de la enseñanza privada en Almería es de las más bajas de España, lo queencaja con niveles de renta tradicionalmente (aunque no actualmente) bajos. Por otraparte, sabemos que la presencia más elevada de enseñanza privada implica, en realidad,una alta proporción de enseñanza concertada, mucho menos selectiva socialmente. Vice-versa, una presencia baja de enseñanza privada apunta a que ese sector sea, muymayoritariamente, privado "puro". A ello cabe añadir que, probablemente, la escasa pre-sencia privada en Almería se dé en la capital, un municipio, como hemos visto conrelativamente pocos extranjeros, y el que la gran expansión de alumnado extranjero sehaya dado en pueblos sin una presencia previa de enseñanza privada o concertada. Lapolítica de la Junta de Andalucía, proclive a atender los crecimientos de la demandaescolar preferentemente con enseñanza pública habría hecho el resto. Sin embargo, afalta de una investigación con la que no contamos, no cabe descartar la hipótesis de unasegregación à la Schelling en la escuela almeriense. En cualquier caso, los datos apuntana comunidades de autóctonos e inmigrantes con pocos lugares de encuentro cotidianopara el conocimiento mutuo.

Primaria ESO Bachillerato Ciclos formativosTotal centrosEspaña 11,2 10,8 4,4 5,9Andalucía 6,2 5,8 2,7 3,0Almería 18,5 18,6 5,8 7,1Centros públicos (A)España 14,1 13,2 5,0 6,1Andalucía 7,6 7,1 3,1 3,3Almería 21,1 21,2 6,3 7,1Centros privados (B)España 5,3 6,0 2,6 5,3Andalucía 2,0 1,7 1,0 2,1Almería 1,9 1,8 1,4 7,3B / AEspaña 0,37 0,45 0,51 0,87Andalucía 0,26 0,24 0,33 0,64Almería 0,09 0,09 0,22 1,03

Cuadro 9. Alumnado extranjero en España, Andalucía y Almería por niveles (curso 2007-08),porcentaje sobre el total

Fuente: elaboración propia con datos de la Estadística de las enseñanzas no universitarias, del Ministerio de Educación.


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5.2. Trayectorias de inmigración, y expectativas de futuro

Trayectorias muy distintas

Un error general que se puede cometer al tratar el tema de la inmigración es el detratar sus diferentes componentes como si fueran muy parecidos unos a otros. En reali-dad, sus problemáticas son bastante diferentes, y en algunos casos, muy diferentes.

La trayectoria típica de llegada y asentamiento de los marroquíes ha sido la siguien-te. Llega un varón relativamente joven a trabajar en los invernaderos como mano de obrabarata. Lo hace, normalmente, en condiciones de irregularidad, esto es, sin permiso detrabajo y, claro, sin papeles de residencia en regla. Durante un tiempo, él y otros como élviven en "diseminación", es decir, en cortijos que ponen a su disposición los dueños de lasexplotaciones agrícolas. Con el tiempo, esos varones van regularizando su situación, concontratos de trabajo y permisos de residencia en regla, aprovechando, si procede, losprocedimientos extraordinarios de regularización, y se trasladan a viviendas menos margi-nales. En principio, viven de alquiler, algunos con niveles altos de hacinamiento, aunquemuchos se plantean la compra a medida que su situación económica y familiar vaestabilizándose. La prensa almeriense ya ha recogido casos de marroquíes en el Campode Dalías que aspiran a ser propietarios de tierras, o, al menos, a trabajar en condicionesde aparcería.

Regresar a su país de nacimiento Permanecer en España Trasladarse a otro país No sabeTotal 6,7 80,6 1,2 11,5Países europeos 5,0 83,5 1,3 10,2Marruecos 2,7 85,5 1,3 10,5Países africanosmenos Marruecos 5,4 77,8 1,5 15,3Países americanosmenos EEUU y Canadá 10,1 76,9 1,2 11,8Países asiáticos 3,8 78,4 0,4 17,3

Cuadro 10. España (2007). Planes de los inmigrantes para los próximos cinco años, por región de origen(porcentajes)

Fuente: elaboración propia con datos de la Encuesta nacional de inmigrantes, del INE.


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Nuestras conversaciones sobre el tema apuntan a que no todos esos varones marro-quíes se quedarán en El Ejido o en Almería, en general, pero sí lo harán bastantes. Lo quetambién parecía claro es que pocos se plantean la vuelta a Marruecos. Si acaso, los queno se quedarán consideran su paso por Almería (y España) como una suerte de tránsitohacia otro país europeo. Si vale la experiencia de los norteafricanos en Francia, lo másprobable es que fije en Almería su residencia un porcentaje notable de los inmigrantesmarroquíes. A corto plazo, esto es, a cinco años vista, los datos de la Encuesta nacionalde inmigrantes de 2007, aplicables al conjunto de España, sugieren que la inmensa mayo-ría de los marroquíes (un 85%) se quedará, siendo muy pocos los que tienen clara lavuelta a su país de origen (cuadro 10).

Asunto distinto es el ritmo de estabilización familiar local de esos inmigrantes. Lapoblación marroquí en Almería sigue siendo muy mayoritariamente masculina. Los varo-nes representan el 70,3% de los nacionales de ese país empadronados en la provincia deAlmería, un porcentaje apenas inferior al de 1996 (79,1%), si bien entonces había muchosmenos marroquíes en Almería. Los datos del cuadro 11 no apuntan a un proceso rápido de

1996 2008Varones Mujeres Varones Mujeres

Empadronados 3.151 828 24.897 10.534De 0 a 4 años 1,6 1,5 4,4 3,9De 5 a 9 años 1,6 1,6 2,9 2,5De 10 a 14 años 2,3 1,7 2,6 2,2De 15 a 19 años 4,0 1,9 3,5 2,4De 20 a 24 años 11,9 2,5 9,2 3,3De 25 a 29 años 20,7 3,1 13,8 4,0De 30 a 34 años 16,1 2,9 12,7 3,9De 35 a 39 años 10,5 2,4 9,0 3,0De 40 a 44 años 5,2 1,3 5,8 2,0De 45 a 49 años 2,8 0,5 3,3 1,3De 50 a 54 años 1,0 0,4 1,8 0,6De 55 a 59 años 0,7 0,5 0,8 0,3De 60 a 64 años 0,3 0,3 0,2 0,1De 65 a 69 años 0,3 0,1 0,2 0,2De 70 a 74 años 0,0 0,0 0,1 0,1De 75 y más años 0,1 0,1 0,1 0,1Total 79,1 20,8 70,3 29,7

Cuadro 11. Empadronados de nacionalidad marroquí en Almería (1996 y 2008), por sexo y edad(en porcentaje del total)

Fuente: elaboración propia con datos de la explotación estadística del Padrón.


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reunificación familiar o de formación de familias en España, si tenemos en cuenta que lagran mayoría de los marroquíes formará una familia con otra persona de su nacionalidad.Por ejemplo, en tramos de edad en que es probable que se haya formado un nuevo hogar,como los de 30 a 34 ó 35 a 39, el número de varones triplica, aproximadamente, al demujeres. Ello apunta a un notable número de varones jóvenes solteros o con familia enMarruecos, pero, desde luego, no a un movimiento masivo de formación de familias marro-quíes en Almería. En esto, los marroquíes almerienses apenas se distinguen de los delresto de España.

De todos modos, si las mujeres marroquíes se comportan como en el conjunto deEspaña, es probable que las familias que formen en Almería sean numerosas. No inclui-mos aquí los datos, pero con las cifras del Padrón municipal y las del Movimiento Naturalde la Población puede calcularse el Índice Sintético de Fecundidad de españolas y extran-jeras en España. Esos datos sugieren una fecundidad de las marroquíes cercana a loscuatro hijos,12 muy por encima, obviamente, de la de las españolas, pero también de la delas demás mujeres extranjeras, sobre todo de las nacionalidades más representadas enEspaña. Lo llamativo es que esa fecundidad sería claramente superior a la que se estimapara las mujeres marroquíes en el propio Marruecos, cercana a los dos hijos y medio pormujer.13 Sólo si las marroquíes, en comparación con los marroquíes y con otras naciona-lidades de extranjeros, se empadronan muy poco, a pesar de residir en España, caeríanesas cifras de fecundidad y, por otra parte, habríamos de revisar nuestro juicio sobre laformación de familias.

En lo tocante a los subsaharianos, nuestras conversaciones sobre el tema sugierenla siguiente trayectoria. Los varones jóvenes llegaron, sobre todo, al comenzar la primeradécada del siglo, esperando trabajar mucho, ganar mucho dinero y volver a su localidad deorigen con mucho que ofrecer a los familiares que quedaron allí. Aparentemente, los pla-nes no se han cumplido, por lo que la gran mayoría ha optado por quedarse, trabajardurante más tiempo y ahorrar más pausadamente, sin muchas perspectivas de retornoinmediato. Así lo confirman los datos a escala nacional: sólo un 5% preveía en 2007 volvera su país de nacimiento en un plazo de cinco años, frente a un 78% que preveía quedarse.

12 Cálculos propios con el fichero de microdatos del Movimiento natural de la población (nacimientos) correspondiente a2004, y de la Explotación estadística del Padrón, ambos del INE.

13 Datos de 2004, disponibles en la página web del Haut Commissariat du Plan del Reino de Marruecos.


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Ello ha provocado una cierta estabilización de su situación, de nuevo pasando mu-chos de ellos de la irregularidad a la residencia legal. Tampoco se trata de una estabiliza-ción familiar. La ratio de varones subsaharianos sobre mujeres subsaharianas sigue sien-do muy elevada, de cinco varones por cada mujer. Ello, de nuevo según la hipótesis habi-tual de matrimonios o parejas preferentes entre miembros de la misma etnia o nacionali-dad, apunta a una reducida tasa de formación de familias en este grupo de extranjeros.

La ola de llegada de hispanoamericanos fue posterior, como hemos dicho. Sabemosque se han ocupado mucho menos que los marroquíes en la agricultura. Más bien hanpreferido sectores en los que el idioma español cuenta como un activo, tanto para el tratocon los locales como para el manejo de información en ese idioma. Por ello, no es extrañoencontrarlos en el sector servicios, incluyendo, como hemos dicho, las cooperativas decomercialización de productos hortofrutícolas o las alhóndigas. De nuevo, la trayectoria vade una situación normalmente irregular a una regular para una mayoría de los empadrona-dos, como en el conjunto de España, por otra parte. También como en ese conjunto, lainmigración sudamericana no ha sido preferentemente de varones, sino bastante mixtapor sexos. De hecho, en 2008, entre los empadronados en la provincia de Almería proceden-tes de América Central o del Sur, el 50% son mujeres (cuadro 5). En 1996 lo era el 59%.

Es pronto para prever si un porcentaje elevado de hispanoamericanos acabará fijandosu residencia en Almería (o en España, en general). A corto plazo, lo que sugieren suscomportamientos hasta ahora y sus respuestas a la Encuesta nacional de inmigrantes esque la gran mayoría se quedará (cuadro 10).

La ola más reciente de inmigración en Almería es la de rumanos, rusos, ucranianos,búlgaros y otras personas procedentes de Europa del Este y Rusia y su entorno. Se tratade una inmigración bastante más parecida a la hispanoamericana que a la marroquí o a lasubsahariana. Las cifras de varones y mujeres estuvieron bastante equilibradas desde elprincipio. Hoy, el porcentaje de mujeres casi llega al 50%. Sabemos que se han ocupadorelativamente poco en la agricultura, y sí lo han hecho bastante en la construcción (losvarones) y en el sector servicios (las mujeres, sobre todo). Hace unos años, abundabanlas situaciones irregulares en la primera llegada, pero con el ingreso de Rumanía yBulgaria en la Unión Europea la llegada legal de nacionales de estos países es, lógica-mente, lo común. De hecho, esta facilidad ha debido de impulsar recientemente las cifrasde rumanos y búlgaros.


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Teniendo en cuenta que muchos de los varones de origen eslavo están ocupados enel sector de la construcción y la enorme caída de actividad en este sector, se enfrentarána un poderoso factor de expulsión a corto plazo. Que la vuelta a sus hogares sea relativa-mente poco costosa hace prever para esos varones (¿y las mujeres?) unas tasas deretorno más altas que para marroquíes o hispanoamericanos, así como tasas más altasde inmigración temporal.

Aunque la proclividad de los inmigrantes a quedarse a corto plazo en España eramuy alta en 2007 (cuadro 10), habrá que entenderla a la vista de la situación de recesióneconómica actual. Muchos trabajadores inmigrantes perderán sus trabajos, sobre todo enel sector de la construcción y los vinculados a él, y la probabilidad de recuperarlos en unplazo breve es baja. Al contrario que los españoles en esa misma situación, aunquecuenten, los "regulares", con subsidios de desempleo de una cierta duración, no disfruta-rán de la tupida red familiar y de amistades que facilita el tránsito por el desempleo sinexcesivas penurias económicas. La gran mayoría de esos desempleados extranjeros nohabrá tenido tiempo suficiente para tejer esa red, por lo que la situación económica espa-ñola se trocará de factor de atracción a factor de expulsión. Ello hace prever, al menos,cifras de inmigración neta para Almería bastante más reducidas en los próximos años,sobre todo por efecto de lo que ocurra en el sector de la construcción y en el de losservicios, y no tanto en el agrícola, que mantiene un nivel de actividad más constante ymenos ligado a los ciclos económicos. Según la predicción de los flujos migratorios netosque hace el INE para Almería, el número de extranjeros no se reducirá, sino que seguiráaumentando, si bien a un ritmo inferior al de los años anteriores.14

14 Datos de las Proyecciones de población a corto plazo, del INE.


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Perspectivas de convivencia entre inmigrantes y almerienses de origen:la complejidad cultural de la cuestión, y los azares de la coyunturaeconómica

No cabe imaginar, por todo lo dicho, una vuelta a una Almería con pocos extranjeros,sino que hay que contar con una Almería plural en nacionalidades y culturas para el medioy largo plazo. Es decir, locales y extranjeros de muy distinta procedencia habrán dehabituarse a convivir o, al menos, a coexistir pacíficamente. Hasta ahora, la paz ha reina-do en las relaciones entre autóctonos y extranjeros, con la excepción, grave, de lo ocurri-do en El Ejido en el año 2000. De hecho, si se conoce el nombre de esa localidad enEspaña es, sobre todo, por los acontecimientos de febrero de ese año. Los homicidios dedos agricultores almerienses, aparentemente a manos de un marroquí, provocaron la re-pulsa de los ejidenses, en la forma de manifestaciones muy concurridas. A una terceramuerte en pocos días, de nuevo, al parecer, a manos de un marroquí, masas de ejidensesreaccionaron violentamente, atacando durante un par de días a los marroquíes y a suspropiedades, sin que las autoridades locales hicieran mucho por disuadirles de esos com-portamientos. Los trabajadores marroquíes respondieron convocando una huelga generalque paralizó la actividad agrícola en la localidad. Al final, la policía consiguió reestablecerel orden público, agricultores y trabajadores llegaron a un acuerdo para desconvocar lahuelga, patrocinado por las administraciones central y regional, que facilitó el pago deindemnizaciones a los marroquíes, la legalización de los trabajadores irregulares y elacceso a viviendas. Desde entonces, no se ha producido ningún acontecimiento nilejanamente similar a lo que ocurrió en El Ejido.

Uno de nuestros interlocutores en esta temática, implicado en el trabajo asociativode base con inmigrantes, argumenta que la ausencia de nuevos casos de violencia nota-ble entre comunidades se debe, por una parte, a la generosidad de bastantes autóctonos,y, por otra, a la paciencia de muchos inmigrantes con las actitudes muy reticentes demuchos autóctonos, virtudes ambas, de la generosidad y la paciencia recíprocas, queson, sin duda, imprescindibles para la paz social. Todo sugiere que hay mucho de ello,aunque no podamos saberlo a ciencia cierta por no contar con las investigaciones sufi-cientes. Pero es obvio que una red de relaciones familiares y sociales extensas, reforza-das por asociaciones (como, por ejemplo, Almería Acoge) han debido de desempeñar unpapel positivo en este ámbito.


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De todos modos, hay que considerar otra hipótesis, la de la bonanza económica.Hasta ahora esa convivencia o coexistencia ha tenido lugar en un marco económico muyfavorable, poco propicio a la emergencia de conflictos o, al menos, resquemores mutuos.Durante varias décadas, el Campo de Dalías, y Almería en general, han vivido una bonanzaeconómica sin precedentes, incluso mayor que la vivida a escala nacional. Como hemosvisto, la riqueza ha aumentado muchísimo, y a la par lo han hecho las oportunidades deempleo. De hecho, esas oportunidades se han cubierto, en gran medida, con mano deobra extranjera.

Con un crecimiento económico potente y prolongado, es mucho más fácil percibir ydefinir el hipotético juego entre autóctonos e inmigrantes como un juego de suma positiva,en el que ambas partes ganan. Los extranjeros han accedido a un nivel de ingresos muchomás alto que en sus países de origen. Los nacionales han podido dedicarse a las ocupa-ciones que preferían más, dejando las más onerosas para los extranjeros, quienes, ade-más, las han desempeñado por salarios inferiores a los que habrían estado dispuestos aaceptar los españoles. Hay que recordar que las aspiraciones vitales individuales (y fami-liares) de unos y otros tienen un fondo de afinidades profundas en torno a objetivos desupervivencia y mejora de condiciones básicas de vida, arraigo familiar y promoción so-cial; al fin y al cabo son buena parte de los objetivos básicos de las sociedades mediterrá-neas, norte y sur, de los últimos milenios según el testimonio de buen número de historia-dores y antropólogos.

Esta suma de afinidades tiende a reducir, bajo ciertas condiciones, la probabilidad delos desencuentros que puedan producirse por las diferencias culturales, y políticas, entrela población autóctona y la inmigrante. Ciertamente no la reduce a cero, ni anula lasreticencias mutuas que puedan albergar los unos y los otros por razón de narrativas encuyo análisis no vamos a entrar aquí. En general, la experiencia histórica de los paísesmulticulturales o multirraciales muestra que la superación de esas reticencias, si se da,es el resultado de procesos de largo, o muy largo, recorrido; y que puede no darse.

El tema es complejo y delicado, y reacio a ser tratado sumariamente. Un apuntesobre esta complejidad es lo que da una somera referencia a los desencuentros quepueden darse entre los grupos con mayor distancia cultural, esto es, entre españoles ymarroquíes. Tanto por diferencias de índole religiosa, como porque esas diferencias reli-giosas van ligadas a costumbres distintas. Pero de que las cosas, aquí, son complicadases testimonio el hecho de que lo que significa la experiencia religiosa puede ser distinto


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para los practicantes de una religión que liga creencias con costumbres, y para determi-nados observadores de esa religión desde el exterior, que proyectan sus propias vivenciassobre la población en cuestión e imaginan que pueden separar creencias y prácticas, opueden reducir la experiencia religiosa a ciertos sectores acotados de la experiencia vital,como, por ejemplo, lo que según ciertos lugares comunes en occidente se consideracomo el ámbito de la vida privada. Pueden pensar así, estos observadores a distancia,que las diferencias entre marroquíes y españoles es cuestión más bien "sólo" de cos-tumbres, cuando en realidad las dos cosas, las creencias y las costumbres, estáníntimamente interrelacionadas.

De aquí que, en un caso como el de los musulmanes marroquíes, la narrativa quejustifica sus distancias, muy apreciables, con los españoles en lo relativo al funcionamien-to de las familias, al papel de los mayores en ellas, y al de la mujer en ellas y en lasociedad en general, se refiere tanto a la costumbre como a la creencia. A título de ejem-plo, aunque quizá reflejando una cierta corriente de opinión, hemos escuchado a un mu-sulmán con ascendiente entre los marroquíes de la capital almeriense afirmar que el sis-tema de valores de los españoles, de los occidentales, en lo que toca a la familia "no essolvente", es decir, carece de justificación moral, pues trastoca las relaciones de autori-dad, obediencia y respeto entre las tres generaciones (abuelos, padres e hijos), pero,además, en su narrativa, lo hace en términos que ligan rigurosamente la dimensión moraly la religiosa, y de aquí que el imán en cuestión se refiera a las políticas familiares y a laactitud hacia la religión de un gobierno como el español actual con el término de "secularismofanático". Sin entender este lenguaje moral, en sus propios términos, los observadoresexternos, en este caso, españoles, no pueden entender a su interlocutor.

Lo que sí es cierto es que, si esas diferencias y esas reticencias suelen permanecerlatentes mucho tiempo, es posible que emerjan bajo determinadas circunstancias. Porejemplo, es más probable que emerjan en un contexto de crisis económica como el queatraviesa España en la actualidad. En una recesión, los juegos de suma positiva no sontan fáciles de percibir. Muchos autóctonos y muchos foráneos pueden perder su empleo.Ya hemos visto que algo así está sucediendo en Almería, provincia que tiene hoy una delas tasas de paro más altas de toda España. En un ambiente de desempleo creciente, esmás fácil que prendan en la población autóctona, o en algunos de sus segmentos, argu-mentos del estilo de "los inmigrantes nos roban nuestros trabajos". Si otorgamos ciertavalidez a las encuestas de opinión sobre estos temas, se trata de un argumento defendidopor una proporción cada vez más reducida de españoles hasta hace un par de años,


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coincidiendo con un periodo prolongado de crecimiento económico.15 Está por ver si con lacrisis aumentan los que están de acuerdo con él. Y está por ver si aumenta la competen-cia entre autóctonos y foráneos por los trabajos menos cualificados, una competencia quecasi no se ha dado hasta ahora, pues había "trabajo para todos". Con la crisis y lasmenores oportunidades de empleo es esperable, por otra parte, que aumente laproporción de quienes delinquen, y que aumente más entre los grupos socialmente me-nos favorecidos, entre ellos, los inmigrantes. Si fuera así, se reactivaría aún más en la mentede los españoles la asociación entre inmigración y delincuencia (véase más adelante).

Es decir, la crisis económica, si es duradera (y puede serlo) puede cuestionar algu-nas de las bases materiales de la convivencia pacífica entre españoles y extranjeros, porlo que la probabilidad de conflicto abierto puede aumentar.

Hechos recientes, no necesariamente ligados a la crisis económica, apuntan a quelas dificultades de convivencia entre autóctonos e inmigrantes, y entre los mismosinmigrantes, pueden ser mayores de lo que sugiere la ausencia de conflicto abierto, perotambién apuntan a posibles soluciones. Nos referimos a lo que ocurrió recientemente enRoquetas y en el barrio de "El Puche", en la capital. En este último caso, los enfrentamientos,relativamente cotidianos, se dan entre miembros de la comunidad gitana, asentada en elbarrio desde hace tiempo, y miembros de la marroquí, "recién llegada". El nivel del conflic-to ha llegado al punto en que han tenido que reunirse representantes de ambas comunida-des, patriarcas gitanos e imanes musulmanes, para tratar de llegar a compromisos debuena convivencia.

Conversaciones de este tipo apuntan a las posibilidades de entendimiento a travésde representantes, más o menos informales, de la sociedad civil. Pero también apuntan alos límites de esos entendimientos.

Por una parte, cabe una articulación de los desencuentros, y los encuentros, a travésde organizaciones formales o informales. Sobre todo si sus liderazgos reflejan lo queparece ser, por ahora, la voluntad mayoritaria en cada una de las comunidades, esto es,

15 A mediados de los noventa, bastante más de la mitad de la población adulta estaba de acuerdo con la frase "losinmigrantes quitan puestos de trabajo a los españoles" (Vallés, Cea e Izquierdo 1999). En el año 2006 sólo estaba deacuerdo algo más de un tercio (Pérez Yruela y Desrues 2007).


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una voluntad de diálogo y entendimiento en la solución de posibles problemas. Pero ha dedarse una condición más, que esas organizaciones sean auténticas, es decir, que surjan"de abajo a arriba", y no vengan inducidas o impuestas desde el poder político.

La historia del tejido social asociativo de los inmigrantes que narran algunos partíci-pes en ese tejido social apunta a unos inicios problemáticos. Al principio, se dice, habríanproliferado asociaciones de inmigrantes poco auténticas, al calor de subvenciones públi-cas y auspiciadas por políticos locales o regionales. Su falta de raíces en las distintascomunidades les habría hecho fracasar, a pesar de las subvenciones, con la consiguientedistracción de esfuerzos y recursos, y se habrían visto sustituidas por una segunda horna-da de asociaciones, éstas sí, emergentes de abajo a arriba y, por tanto, más representa-tivas. De todos modos, es pronto para emitir un juicio sobre esas asociaciones, sobre lascuales, como sobre el tema de la inmigración almeriense en su conjunto, contamos conpocas investigaciones.

En los problemas de "El Puche", como mucho más nítidamente (y mucha mayorgravedad) en El Ejido en el año 2000, se observa un componente de orden público, y, portanto, de funcionamiento normal del componente mínimo de un estado moderno. En elcaso del barrio de la capital, ese elemento lo resaltaron los representantes de la comuni-dad gitana, que, ante lo que percibían como un aumento de la delincuencia protagonizadapor jóvenes marroquíes, entre sus propuestas, solicitaron la presencia de un destacamen-to o cuartel de la Guardia Civil para el barrio.

Es bastante claro que la tasa de delincuencia de los varones marroquíes en España,y la de los varones de algunas otras nacionalidades foráneas, son muy superiores a las delos varones españoles. La tasa de detenidos marroquíes, controlando de una maneragruesa el sexo y la edad de la población marroquí en España, puede triplicar o cuadruplicarla de los españoles.16 Muchos ciudadanos del común perciben, bien a través de la prensa,bien cotidianamente, ese "exceso" de delincuentes en algunos grupos de extranjeros y,como en tantos otros aspectos de la vida (y no sólo en la relación entre miembros deetnias o culturas distintas) forman sus juicios y se comportan según estereotipos,

16 Cálculos propios con datos de número de detenidos procedentes del Anuario estadístico del Ministerio del Interior, y datosde población de la Explotación estadística del Padrón, del INE. Hemos calculado las tasas de detenidos dividiendo elnúmero de detenidos (excluyendo los detenidos por asuntos de extranjería) entre el número de varones de 20 a 49 añosempadronados en España. En 2004, el riesgo extra de los marroquíes fue 4,8 veces superior al de los españoles; en 2006fue 3,3 veces superior.


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asignando al grupo o categoría los comportamientos de algunos de sus miembros. Seanjustos o no estos estereotipos, que pueden mover a actitudes o comportamientos de odioal extranjero, para diluirlos hará falta, entre otras cosas, un funcionamiento adecuado delestado de derecho. En caso contrario, si los habitantes de un barrio perciben que losdelincuentes (entre los que hay un exceso de extranjeros) no pagan por sus actos, estoes, no son detenidos o pagan penas de prisión mínimas, volviendo a reincidir, entonces esmás probable que las potenciales actitudes racistas o xenófobas se desarrollen, y ello délugar a comportamientos racistas o xenófobos, que luego, a su vez, puedan ser usados enel debate público o mediático de una manera demagógica, y que, con todo ello, la espiralde confusión e irritación crezca. Los criterios de ecuanimidad en el manejo de los bienespúblicos por parte de las autoridades públicas deben ser, asimismo, respetados; por ejem-plo, en lo relativo a los temas tanto de seguridad jurídica como de acceso a la escuela, lasanidad, los servicios sociales o la vivienda.

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6. Cultura y sociedad, referencias necesarias

6.1. El nivel de la educación formal

Razones para mejorar la educación formal en el marco de unaeconomía innovadora

Hay cuatro razones de carácter general para mejorar el nivel educativo de una econo-mía innovadora, que pueden aplicarse al caso de la comarca de Poniente y a la provinciamisma. Dos son claramente económicas, y tienen que ver con la dinámica económica encurso y con una gran estrategia de desarrollo de la llamada economía del conocimiento.Otras dos son indirectamente económicas, y tienen que ver con el propósito de un aumen-to del nivel cultural y de una mejora del tejido social.

Partimos del supuesto de que hay que apostar para el Campo de Dalías (y Almería)por un tejido productivo innovador, que responda, entre otros, a los retos antes examina-dos, esto es, por introducir mayores dosis de valor añadido y calidad en la producción, pormanejar organizaciones de mayor tamaño y más complejas (tanto de producción como decomercialización), y capaces de mirar a largo plazo y en derredor (externalidades). Yasólo por estas razones, conviene que la población local tenga unos niveles mínimos deeducación formal, así como que esté presente en ella un número suficiente de personascon conocimientos específicos, apropiados para desempeñar los trabajos cualificadosrequeridos por las empresas innovadoras en los distintos sectores.

Si introducimos un plus de ambición y una gran estrategia de prosperidad creciente,y pensamos en términos más amplios, las mismas necesidades se derivan de la crecien-te presencia de elementos de economía del conocimiento en casi todas las actividades deproducción de bienes o servicios.

A esto se añade que esos niveles más altos de educación formal convienen, también,al menos, por otras dos razones, conectadas indirectamente con el argumento de lainnovación empresarial. Por una parte, como veremos, uno de los componentes de unambiente empresarial innovador y uno de los elementos que facilita la emergencia de unacomunidad de innovación es un determinado nivel de oferta cultural local. Sin ésta, es másdifícil atraer, y retener, a los individuos más inquietos y creativos. Pues bien, el nivel de laoferta cultural de un área determinada, como una provincia, es inseparable de la demandacultural de ese área. Ambas se alimentan mutuamente. En ausencia de una población


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mínimamente educada se resiente la demanda cultural, y, por tanto, la oferta. Con unapoblación poco educada, además, es más difícil la producción cultural propia, o la adapta-ción local de la producción cultural ajena.

Por otra parte, en general, y con salvedades en las que no podemos entrar aquí,cuanto más educada es una población, más tiende a ser una población más cívica, másparticipativa en asociaciones civiles y en política, más ocupada, en general en los asuntosdel común, una necesidad sobre la que hablaremos más adelante.

Por todas estas razones, conviene que la comarca de Poniente y Almería hagan unesfuerzo extra en el tema de la educación de la población. Las cosas han mejorado,grosso modo, en las últimas décadas, pero no tanto como en el conjunto de España, yqueda mucho por hacer.

El contraste con la realidad: (a) nivel educativo medio de la población

En el gráfico 5 puede verse la evolución según el año de nacimiento de un indicadordel nivel educativo formal de la población, el porcentaje de individuos con un nivel deestudios de tercer grado (básicamente, universitarios). A la altura de 2001, entre los resi-dentes en Almería nacidos hacia la mitad de los setenta (tenían en 2001 unos 27 años), elporcentaje de universitarios se acercaba al 20%, una cifra algo inferior a la andaluza (cercadel 23%) y claramente inferior a la española (cercana a 27%). Hemos incluido también losdatos de El Ejido, como representativos de la situación en Campo de Dalías: aproximada-mente, un 11%. En realidad, si usamos sólo los datos correspondientes a los habitantesespañoles, comprobamos que la distancia entre Almería (22%) y Andalucía (24%) es algomenor, que el dato español es algo superior (28%) y, sobre todo, el dato de El Ejido no estan bajo, acercándose al 16% (gráfico 6). En cualquier caso, la distancia es importante:del 16% (o el 22%) al 28%.

Esa distancia entre los datos españoles y los andaluces (Andalucía, Almería y ElEjido) ha aumentado a lo largo del siglo pasado, con momentos diversos de aceleraciónde la diferencia. De todos modos, la distancia ha dejado de crecer entre España y Anda-lucía o El Ejido en las cohortes de españoles nacidas desde finales de los años sesenta,y que iniciaron, por tanto, sus estudios universitarios a mediados/finales de los ochenta.

Los recursos de la cultura y de la sociedad

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Gráfico 5. España, Andalucía, Almería y El Ejido. Porcentaje de titulados de tercer grado por cohorte(total población)


Gráfico 6. España, Andalucía, Almería y El Ejido. Porcentaje de titulados de tercer grado por cohorte(sólo españoles)



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No sabemos si los almerienses y los ejidenses están alcanzando a la media espa-ñola desde 2001. Lo que sí sabemos es que la creciente presencia de inmigrantes presen-ta un problema añadido. Muchos de ellos han llegado ya en edad de trabajar y no decursar estudios reglados, generalmente con un nivel educativo inferior al de los españoles(y el de los andaluces) de su edad. Ello se predica especialmente de los marroquíes ysubsaharianos. Además, los hijos ya nacidos en España en el seno de familias inmigrantestienden a tener un rendimiento educativo inferior, lo que está ligado al menor nivel educati-vo y económico de los padres y a la menor importancia que otorgan a los estudios forma-les, por regla general. Todo ello presenta problemas añadidos, como decimos, a unaestrategia de cualificación de la población almeriense.

El contraste: (b) tasas altas de fracaso escolar

También sabemos que son frágiles y no parecen mejorar a corto plazo las bases quese están poniendo en el nivel de la educación obligatoria para aprovechar la educaciónsecundaria no obligatoria (Bachillerato, formación profesional) y, en su caso, la universita-ria. En el cuadro 12 se observa la evolución de la tasa bruta de fracaso escolar en España,Andalucía y Almería en los últimos cursos.

La tasa de fracaso escolar almeriense así medida ronda el 40% y no tiene visos de irreduciéndose, más bien al contrario. Se trata de una tasa superior a la andaluza y muysuperior a la media española. Los datos son aún peores para los chicos, pues, aparente-mente, deja de obtener el título de Graduado en ESO casi un 50% de la cohorte de 15 años.

Es difícil pensar en una población bastante educada en el futuro si a cuatro de cadadiez jóvenes les falta el requisito básico para acceder al nivel de secundaria superior y apartir de ahí a la universidad. Esto sin entrar en el nivel real de conocimientos y, por tanto,de capacidad de seguir aprendiendo o cultivándose que implica el haber obtenido el títulode Graduado.


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El contraste: (c) caída del alumnado universitario

Los datos confirman que aquellas tasas tan altas de fracaso escolar, antes comenta-das, acaban reflejándose en un acceso muy limitado a estudios universitarios. En el cua-dro 13 se comprueba cómo el porcentaje que representa el número de matriculados en elprimer curso de estudios universitarios que accedieron por la vía de selectividad sobre lacohorte de 17 años del año correspondiente es bastante bajo (alrededor del 23/24%) yparece estancado en los últimos cinco cursos con datos disponibles. Se comprueba tam-bién cómo en Almería, bastante más que en el conjunto de España, el acceso a la univer-sidad es, sobre todo, cosa de mujeres, pues éstas representan un 59% de los matricula-dos en el primer curso de los estudios. Algo que está en lógica correspondencia con tasasde fracaso escolar masculino claramente superiores.

La evolución de las preferencias de esos estudiantes por unas carreras u otras añadeaún más dudas al papel de la universidad en Almería para satisfacer las hipotéticas de-mandas de una economía innovadora. En el cuadro 14, lo primero que resalta es la grancaída de la matrícula universitaria de primer y segundo ciclo desde el máximo del curso1999-2000 hasta el último para el que hay datos, el de 2007-08. El número de alumnos hacaído un 25%. Una parte de la caída podría deberse al creciente peso de los estudios de

2001-02 2002-03 2003-04 2004-05 2005-06TotalEspaña 28,9 28,7 28,5 29,6 30,8Andalucía 33,8 33,5 33,6 34,8 34,0Almería 36,8 38,2 38,2 40,2 39,4MujeresEspaña 21,2 21,2 20,7 22,4 23,6Andalucía 25,5 25,0 23,3 26,7 25,8Almería 33,9 35,4 32,7 38,9 36,0VaronesEspaña 36,2 35,8 35,8 36,3 37,6Andalucía 41,6 41,6 43,3 42,3 41,8Almería 44,6 48,1 49,7 51,1 49,4

Cuadro 12. España, Andalucía y Almería (2001-2005). Tasa bruta de fracaso escolar por sexos (*)

(*) La tasa bruta de fracaso escolar se obtiene calculando, primero, el porcentaje entre el número de alumnos que obtienenel título de Graduado en ESO en un curso sobre el número de personas que tienen 15 años a 1 de enero del año en que finalizacada curso, y, segundo, restando 100 de ese porcentaje.

Fuente: elaboración propia con datos de la Estadística de las enseñanzas no universitarias, del Ministerio de Educación y delas Estimaciones de la población actual, del INE.


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ciclo corto, cuya matrícula ha pasado del 59 al 67% del total. Algo de eso hay, pues lamatrícula en estudios de ciclo corto "sólo" ha caído un 15% desde el máximo. Eso sí, enlos estudios de ciclo largo ha caído mucho, un 38%.

Es cierto que la caída es efecto, en gran parte, del menor tamaño de las cohortes enedad de estudios universitarios. Si calculamos la tasa bruta de matriculados sobre lacohorte de 17 a 21 años del año en curso, habría caído del 33,5% en 1998 al 27% en 2007,algo notable. Sin embargo, si usamos sólo datos de españoles (pues casi no hay extran-jeros en la universidad almeriense), entonces la tasa se habría mantenido, pasando del34% en 1998 al 33% en 2007.17 Lo cual apunta a la evolución demográfica de los almeriensesespañoles (caída de la natalidad) como explicación de casi toda la caída de la matrícula.Magro consuelo: los extranjeros desaparecen del sistema educativo antes de llegar a launiversidad y si las cohortes españolas se estancan, no acaba de alcanzarse la masacrítica necesaria para una economía potente.18

2002-03 2003-04 2004-05 2005-06 2006-07 2007-08TotalTotal 2.391 2.226 1.981 2.293 2.433 2.501Pruebas de Acceso a la Universidad 1.908 1.710 1.568 1.839 1.809 1.871Formación Profesional 125 128 131 202 261 295Título Universitario 244 295 202 175 266 220Mayores de 25 años 32 35 55 44 66 59Resto 82 58 25 33 31 46Mujeres (en %)Total 58 59 60 59 61 59Pruebas de Acceso a la Universidad 59 61 61 61 61 60Formación Profesional 52 59 59 57 64 58Título Universitario 54 52 53 49 58 56Mayores de 25 años 50 57 55 39 50 57Resto 56 47 48 55 68 74Cohorte 17 años 7.529 7.403 7.418 7.632 7.794 7.783PAU en % de cohorte 17 años 25,3 23,1 21,1 24,1 23,2 24

Cuadro 13. Universidad de Almería (2002-2007). Alumnado nuevo inscrito en el primer curso del estudio,por vías de acceso, y sexo

Fuente: elaboración propia con datos de la Estadística de la enseñanza universitaria, y de las Estimaciones de la poblaciónactual, ambas del INE.

17 Cálculos propios con datos de la Estadística de la enseñanza universitaria y la Explotación estadística del Padrón, ambosdel INE.

18 Sobre la importancia del crecimiento de la población para la innovación y el cambio tecnológico, véase, por ejemplo,Kremer (1993).


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Variac. entre 2007-08

1998-99 1999-00 2000-01 2001-02 2002-03 2003-04 2004-05 2005-06 2006-07 2007-08 y el máximo

TOTAL 14.540 15.169 14.793 13.986 13.093 12.349 11.703 11.649 11.483 11.431 -24,6

HUMANIDADES 852 934 829 758 694 633 527 504 451 436 -53,3

Filología 546 583 548 517 478 430 367 345 316 304 -47,9

Humanidades 306 351 281 241 216 203 160 159 135 132 -62,4

CC SOCIAL. Y JURÍDIC. 3.800 3.779 3.570 3.248 2.966 2.786 2.593 2.500 2.493 2.520 -166

Admón. y Direcc. de Emp. 748 889 927 876 830 822 740 723 693 690 -25,6

CC EE y EE 333 154 72 21 73 130 133 131 145 145 -56,5

Derecho 1.728 1.683 1.489 1.316 1.132 1.027 965 940 950 993 -42,5

Invest. y Téc. de mercado 30 52 0,0

Psicología 991 1.053 1.082 1.035 931 807 755 706 675 640 -40,9

CC EXPERIMENTALES 1.102 1.125 1.062 957 830 711 599 524 445 401 -64,4

CC Ambientales 412 447 474 447 411 375 295 248 216 179 -62,2

CC Matemáticas 303 294 261 215 155 122 102 96 75 76 -74,9

CC Químicas 387 384 327 295 264 214 202 180 154 146 -62,3

ENSEÑ. TÉCNICAS 1.102 1.125 1.062 957 830 711 599 524 445 401 -64,4

Ing. Agrónoma 161 180 186 197 206 171 180 161 155 144 -30,1

Ing. Informática 75 94 103 116 126 154 164 167 143 -14,4

Ing. Química 74 122 155 165 190 202 184 164 168 -16,8

CICLO CORTO

CC SOCIAL. Y JURÍDIC. 5.897 6.068 5.945 5.644 5.199 4.764 4.716 4.854 4.913 4.982 -117

CC Empresariales 1.855 1.858 1.784 1.765 1.724 1.554 1.465 1.463 1.520 1.560 -16,0

Gestión y Admón. Pública 223 235 225 212 182 168 141 135 140 150 -36,2

Maestro 2.493 2.662 2.552 2.349 2.137 1.971 2.029 2.148 2.158 2.195 -17,5

Relaciones Laborales 989 945 984 895 751 620 597 593 558 519 -47,5

Turismo 337 368 400 423 405 451 484 515 537 558 0,0

CC DE LA SALUD 425 433 446 420 437 444 449 534 619 673 -0,6

Enfermería 425 433 446 420 437 444 449 474 504 501 -0,6

Fisioterapia 60 115 172 0,0

ENSEÑ. TÉCNICAS 2.103 2.278 2.324 2.273 2.203 2.129 1.924 1.811 1.707 1.543 -115

Diplomado Informática 44 8 1

I. T. Agrícola 1.399 1.534 1.509 1.425 1.306 1.264 1.118 998 913 811 -47,1

I. T. Industrial 50 88 129 0,0

I. T. Informática de Gestión 290 310 343 371 395 370 327 308 271 225 -43,0

I. T. Informática de Sistemas 370 426 471 477 502 495 479 455 435 378 -24,7

SÓLO SEGUNDO CICLO

CC SOCIAL. Y JURÍDIC. 200 223 215 231 277 370 332 383 336 391 -9,7

Psicopedagogía 200 223 215 231 204 240 199 252 191 260 0,0

Ciencias del Trabajo 73 130 133 131 145 131 -9,7

ENSEÑ. TÉCNICAS 25 27 30 33 30 -9,1

Ing. Materiales 25 27 30 33 30 -9,1

Cuadro 14. Universidad de Almería (1998-2007). Matriculados en estudios de primer y segundo ciclo

Fuente: elaboración propia con datos de la Estadística de la enseñanza universitaria, del INE. En negrita la cifra máximapara cada serie.


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Obsérvese, por otra parte, la evolución de la composición del alumnado universitario.El mayor peso de los estudios de ciclo corto nos alerta acerca de la creciente preferencia,relativa, por estudios especializados y prácticos, orientados a obtener en un plazo relativa-mente breve unas cualificaciones profesionales, aparentemente, con buenas salidas en elmercado de trabajo. Ejemplos claros serían los estudios de Turismo, los de Enfermería,los de Fisioterapia y, quizás, los de Ciencias del Trabajo, para los cuales sigue creciendola matrícula. El notable desarrollo del turismo almeriense en los últimos lustros explica elprimer caso, y la creciente demanda/oferta de servicios sanitarios el segundo y el tercero.El crecimiento de la matrícula en Ciencias del Trabajo quizá tenga que ver con la caída enla disciplina de Relaciones laborales. A ellos habría que añadir, hasta el penúltimo curso,un estudio de ciclo largo, la Ingeniería Informática.

Se reduce especialmente, por contra, la matrícula de los estudios largos menosorientados a ua profesión y más a la formación cultural o científica, como las Humanida-des (caen un 53% desde su máximo) o las Ciencias Experimentales (-64%). La caída enla matrícula de Matemáticas es especialmente notable, de un 75%. Es probable, de todosmodos, que la gran caída en Ciencias Experimentales se deba a una mayor preferenciarelativa por carreras técnicas de ciclo largo. Y se reduce también la matrícula en estudiosde ciclo largo de amplio espectro profesional, como Derecho (-43%) o Ciencias Económi-cas (-56,5%), aunque en ambos casos se observa una recuperación reciente.

Finalmente, cabe observar asimismo que las enseñanzas técnicas, en su conjunto,resisten relativamente bien los embates de la demografía, pues "sólo" caen un 26% desdesu nivel máximo.19 Además, el peso se redistribuye a favor de las carreras técnicas máslargas, desde un 7 a un 23%. Sin embargo, llama la atención la notable pérdida de impor-tancia de los estudios técnicos con más tradición (y utilidad directa para la agricultura deinvernadero), esto es, los de Ingeniería Técnica Agrícola, que caen un 47% desde sumáximo, y los de Ingeniería Agrónoma, que caen un 30%.

Los datos de titulados universitarios desde 1998 a 2008 (cuadro 15) confirman par-cialmente la evolución general apuntada por los datos de matrícula. Aumenta el número detitulados hasta 2003, hasta un máximo de 1.861 pero cae notablemente desde entonces,hasta el mínimo de 2006 (1.342), remontando después.

19 Téngase en cuenta que buena parte de la caída se da en el último curso, con algún cambio relativamente brusco, lo queharía pensar en algún problema con los datos de ese año.


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El contraste: (d) escaso conocimiento de idiomas extranjeros, y el temade "los otros inmigrantes"

No queremos terminar este recorrido somero por la situación de la educación en lacomarca de Poniente y Almería sin una mención, impresionista, sobre una carencia funda-mental en un tejido productivo tan internacionalizado como el local. Nos referimos a que losalmerienses, como los españoles en general, muestran un nivel muy bajo de conocimientosde idiomas extranjeros, al menos según varios de nuestros interlocutores sobre estas cues-tiones. Sabemos que la enseñanza primaria y la secundaria obligatoria, como en el resto deEspaña, tienen resultados bastante magros, por no decir malos, en este ámbito. Pero tam-poco parece que se esté supliendo esta carencia del sistema reglado de enseñanza porotros medios. Una pista la da la matrícula en escuelas oficiales de idiomas. Con datos delcurso 2007-08, si calculamos el tanto por mil que representan esos matriculados sobre lapoblación de 15 a 64 años, vemos que era del 12 para toda España, del 8 para Andalucíay del 9 para Almería.20 Obviamente, hay muchas otras formas de aprender idiomas, peroese indicador apunta a que el esfuerzo que hacen los almerienses, aun mayor que el delconjunto de los andaluces, ni siquiera se acerca al español, bajo, por otra parte.

20 Cálculos propios con datos de la Estadística de las enseñanzas no universitarias (Ministerio de Educación) y Estimacio-nes de la población actual (INE).

Total % de mujeres1998 1.714 66,61999 1.616 65,52000 1.499 64,42001 1.738 64,92002 1.818 61,92003 1.861 63,42004 1.787 61,32005 1.484 63,22006 1.342 65,12007 1.451 62,12008 1.620 61,8

Cuadro 15. Universidad de Almería (1998-2008). Alumnado que terminó los estudios, por sexo

Fuente: elaboración propia con datos de la Estadística de la enseñanza universitaria, del INE.


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Aquí cabe incluir una referencia a la comunidad de europeos de la Europa occidental,central y septentrional, que han elegido esta parte de España para instalar sus segundasresidencias, o, llegada su jubilación, para su residencia principal: los que podemos llamar,"los otros inmigrantes".

No tiene sentido alguno que estas comunidades de inmigrantes de clases mediaseuropeas sean consideradas un elemento extrínseco a la vida económica, social, políticay cultural ni de Almería en general, ni del Campo de Dalías en particular. Hacerlo así esdesaprovechar un recurso humano de gran importancia, a muchos efectos. Que la tenden-cia espontánea de esas comunidades pueda ser la de vivir hacia dentro no es óbice paraque no se dé cuerpo a una tendencia contraria que, con inteligencia y con generosidad,les integre en la vida de la provincia, y de la comarca. Y, entre los muchos servicios quepueden prestar al conjunto, está el que se deriva de su saber de idiomas extranjeros,incluyendo, naturalmente, el inglés, así como el de sus contactos en Europa. Es absurdotener esos recursos tan cerca y no hacer nada por usarlos, y no poner los medios paracanalizar esos recursos hacia un bien común. Es cuestión de prudencia y alguna otravirtud, como la del sentido de comunidad.

Necesidades educativas y retos económicos

Desde el punto de vista de las necesidades derivadas de los retos económicos delCampo de Dalías y de Almería en general, los datos educativos vistos más arriba sugie-ren lo siguiente.

Es mal indicio la existencia de tasas altas de fracaso escolar y que no se muevan ala baja. No sólo por los límites que suponen para el crecimiento de la población conestudios, sino porque apuntan a que se mantendrá alta la proporción de trabajadores pococualificados y con poca capacidad y disposición para ir mejorando su formación a lo largode su vida, algo cada vez más necesario en las diversas variantes de una economía delconocimiento. También en la variante agroexportadora.

Si pensamos en los retos concretos vistos más arriba, no se perciben, por ejemplo,problemas especiales a corto plazo en la formación de cuadros administrativos que prota-gonicen la modernización organizativa de las empresas agrícolas. En los últimos años,han debido de formarse bastantes titulados en Económicas y Administración de Empre-


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sas, aunque la matrícula está cayendo a un ritmo algo superior al debido a la evolucióndemográfica. También ayuda, en este sentido, la producción de titulados en las variasramas de Informática, cada vez más necesarios en unas explotaciones agrícolas y unaindustria auxiliar que hacen un uso creciente de los ordenadores: se deben haber produci-do bastantes titulados y la caída en la matrícula es inferior a la que marca la demografía delos almerienses españoles. Pero habría que tener en cuenta que, a la vez, ha caído muchí-simo la matrícula en Matemáticas, muchos de cuyos titulados acaban trabajando en elramo de la Informática.

Quizá ya esté suficientemente servido el cluster de la agricultura de exportación deingenieros agrícolas e ingenieros químicos o licenciados en química, pero es de lamentarla caída en la matrícula de esas titulaciones. El conjunto de peritos agrícolas e ingenierosagrónomos ha caído un 44% desde el máximo, y el conjunto de titulados químicos hacaído un 31%, ambos bastante por debajo de lo que implicaría la evolución demográfica(más o menos, un 18%).

Desde el punto de vista del cuidado por las externalidades medioambientales de laproducción agraria (véase más arriba), podía haber tenido sentido la promoción de la titu-lación de Ciencias Ambientales, quizá también de utilidad para el manejo sensato deldisfrute turístico de los espacios naturales almerienses. Bien porque sus estudiantes noperciben estas utilidades, bien porque, en realidad, no hay tanta demanda de estos titula-dos en Almería, la matrícula se ha reducido a menos de la mitad desde su punto máximo.En cambio, a escala de toda España, la matrícula en Ciencias Ambientales ha subidohasta el curso 2005-2006 (desde 6.200 alumnos en 1998-99 a 15.600 en 2005), aunque hacaído algo después.21 Por otra parte, un sector turístico de mayor calidad quizá se bene-ficie de un creciente número de titulados en Turismo.

Desde el punto de vista de la base cultural del sistema de innovación de Almería, sinembargo, el panorama es más sombrío. El mantenimiento de tasas altas de fracaso esco-lar implica que se mantendrá alta la proporción de personas con una predisposición baja alconsumo de bienes culturales, sobre todo de libros, pero también de representacionesteatrales o de conciertos de música clásica, o de exposiciones artísticas. Tampoco seprevé un aumento notable del número de quienes más consumen ese tipo de bienes, los

21 Datos de la Estadística de la enseñanza universitaria, del INE.


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universitarios. Es decir, no parece que vaya a crecer mucho la demanda cultural por la víade los estudios formales. Lo cual es problemático desde el punto de vista de alguno de loselementos principales de una cultura de la innovación.

Sobre la educación formal de los inmigrantes

El panorama educativo del Campo de Dalías y el almeriense en general es todavíamás problemático desde la llegada masiva de inmigrantes en la última década. Si sepretende elevar el nivel educativo medio de los trabajadores y de la población en general,ha de tenerse en cuenta que los esfuerzos habrán de ser todavía más intensos con lapoblación inmigrante. Un par de pinceladas bastan para entenderlo.

Primero, muchos extranjeros adultos llegan a Almería sin saber español. Aunquetienen un incentivo importante para aprenderlo, muchos lo harán sólo en la medida en queles sirva para manejarse suficientemente en el trabajo y en su vida cotidiana, pero nonecesariamente en una medida adecuada para embarcarse en aprendizajes formales.Éstos, a su vez, son especialmente difíciles para muchos inmigrantes, pues su nivel deestudios es bajo. Sin embargo, esos aprendizajes formales son cada vez más necesariosen la mano de obra propia de un tejido productivo innovador. Todo ello se predica especial-mente de los trabajadores marroquíes, no sólo los empleados en Almería, claro. El siste-ma de formación ocupacional y continua almeriense tiene aquí un reto añadido.

Segundo, sus hijos, nacidos aquí o llegados de pequeños, cursan una trayectoriaescolar, como media, más problemática que la de los hijos de los españoles. Sabemosque sus tasas de fracaso escolar son incluso más altas que las de la población local,aunque no contamos con datos detallados al respecto. Baste con un indicio indirecto, elde las tasas brutas de matrícula en estudios secundarios postobligatorios (Bachillerato yCiclos Formativos). Para el curso 2006-07 podemos decir que los estudiantes españolesmatriculados en Bachillerato en Almería representan el 55% de los almerienses españolesen las cohortes de edad típicas (16 y 17 años), mientras que la tasa de los extranjeros sereduce al 22%.22 Para ese mismo curso, la tasa bruta de matrícula en Ciclos Formativos

22 Cálculos propios con datos de la Estadística de las enseñanzas no universitarias (Ministerio de Educación) y laExplotación estadística del Padrón (INE).


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(Grado Medio y Superior), calculada sobre las cohortes de 16 a 19 años, sería del 18%para los españoles y del 8% para los extranjeros. Si calculásemos esas tasas para losextranjeros de origen magrebí serían, probablemente, más bajas, aunque quizá fueranmás altas para los de ascendencia hispanoamericana y de la antigua Europa del Este.

Es decir, hay que contar con la necesidad de un esfuerzo educativo extra para unamejor integración laboral, social y cultural de la segunda generación de inmigrantes. Enparticular, hay que considerar dos temas. El primero es si la escuela está contribuyendoa la formación de un sentimiento de pertenencia común en los estudiantes extranjeros, ya su incorporación, crítica o distanciada, si se quiere, de los valores dominantes en lasociedad de acogida. El segundo es si se está atendiendo a los problemas de formaciónprofesional de los trabajadores en general, y de estos inmigrantes en particular. Éste esun tema que requiere no sólo de una acción estatal, sino de una acción empresarial capazde resolver un problema de acción colectiva. ¿Por qué va a incurrir el empresario en loscostes de formar a un trabajador si no tiene claro que va a recibir el beneficio de una mayorproductividad? Nada le asegura la permanencia del trabajador formado, de cuyos conoci-mientos pueden aprovecharse empresarios a los que no les ha costado nada esa forma-ción. Convendría, probablemente, atender a la solución dada a este problema en Alema-nia, con los costes de formación compartidos por todos los empresarios y la gestión de laformación encomendada a asociaciones como las cámaras de comercio.

6.2. Universidad e investigación

Evolución de la producción de artículos científicos y tesis doctorales,y otros indicadores

Además de su función de formación profesional, la universidad cumple funciones detransmisión de una cultura y de investigación científica. Habiendo hecho algunas observa-ciones sobre la formación profesional, y dejando de lado aquí la cultural, queremos incluiralgunas consideraciones sobre la función de investigación.

23 Sobre el modelo alemán de formación véase, por ejemplo, Culpepper y Finegold, eds. (1999).


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La principal aportación de la universidad de Almería a la configuración de un tejidosocial innovador es contribuir a la formación de un número suficiente de adultos cultos, debuenos profesionales, pero también de científicos o técnicos. Estos últimos serán prota-gonistas principales de la innovación tecnológica, produciendo ciencia original o, al me-nos, disponiendo de los conocimientos suficientes para entender la ciencia de primer nivelque se hace en todo el mundo y sacar el correspondiente partido a escala local. Estoúltimo es muy importante,24 y por eso hemos expresado nuestra preocupación ante laevolución de la matrícula y del número de titulados.

Si pensamos en el contenido de la investigación que puede desarrollar la universidadalmeriense, siendo una universidad pequeña, pero con un recorrido previo que cabe apro-vechar, no parece descabellado apostar por algunas especialidades que se construyansobre ese recorrido previo y reaccionen a las incitaciones que proceden del tejido produc-tivo en derredor.

En el Foro Almería 2025 se propusieron las siguientes especializaciones:agroalimentación, erosión y desertización, tecnologías del agua, y energías renovables(Asempal 2008: 66). Tienen mucho que ver con las necesidades del tejido productivoalmeriense, obviamente, pero también con la tradición investigadora de los últimos quinceaños. Una pista de esa tradición la tenemos en el cuadro 16, que recoge la temática delos artículos científicos publicados por investigadores de la Universidad de Almería reco-gidos en la base de datos del Science Citation Index (SCI). Léase sólo como una ilustra-ción, pues no hemos considerado ni el impacto académico ni la utilidad técnica de losartículos publicados.

Si vemos la producción científica de la Universidad de Almería en perspectivadiacrónica, el panorama es más bien alentador. En el gráfico 7 se comprueba cómo elnúmero de artículos científicos recogidos en el SCI casi no ha dejado de subir en el últimocuarto de siglo. Si en 1994, un año después de la fundación de la universidad, el númerode artículos era de 32, en 2007 se alcanzó un máximo de 226, es decir, la cifra se habríaseptuplicado, aproximadamente. El crecimiento de esa cifra fue, durante unos años, másrápido que la del conjunto de artículos publicados por investigadores que trabajan en

24 En Pérez-Díaz y Rodríguez (2006) mostramos las distintas vías indirectas por las que los resultados de la investigaciónuniversitaria son interesantes para las empresas, que han de contar con personal técnico preparado para, por así decirlo,poder apropiárselos.


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Número de artículos % del totalQuímica analítica 236 12,0Matemáticas 220 11,2Ciencias medioambientales 139 7,1Biotecnología y microbiología aplicada 125 6,4Bioquímica y biología molecular 121 6,2Ciencia y tecnología de los alimentos 116 5,9Metodos de investigación bioquímica 113 5,8Química aplicada 91 4,6Ciencias de las plantas 91 4,6Química orgánica 90 4,6Matemáticas aplicadas 84 4,3Química física 83 4,2Recursos hídricos 81 4,1Ingeniería química 71 3,6Agricultura (multidisciplinar) 59 3,0Agronomía 57 2,9Ciecia del suelo 56 2,9Ciencias de la Tierra (multidisciplinar) 55 2,8Geoquímica y geofísica 51 2,6Biofísica 49 2,5Química (multidisciplinar) 49 2,5Ecología 47 2,4Química inorgánica y nuclear 42 2,1Ciencias meteorológicas y atmosféricas 41 2,1Estadística y probabilidad 41 2,1Ingeniería medioambiental 39 2,0

Cuadro 16. Materias de los artículos publicados en revistas científicas por autoresde la Universidad de Almería e indexados en el Science Citation Index Expanded hasta 2008 (*)

(*) Recogemos sólo las materias que representan, al menos, un 2% de los artículos. A cada artículo se le asignauna única materia.

Fuente: elaboración propia con datos de ISI Web of Knowledge de Thomson Reuters.

instituciones españolas. Los artículos de la Universidad de Almería pasaron del 3 por milde todos los artículos españoles en 1994 al 7 por mil en 2001. Desde entonces, sinembargo, esa proporción se ha mantenido, grosso modo, estable, como si se hubierallegado al nivel relativo (en el conjunto de España) que cabe esperar de la universidadalmeriense. A continuación veremos que el nivel no parece muy alto.


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Gráfico 7. Árticulos de investigadores de la Universidad de Almería en revistas recogidas en el ScienceCitation Index Expanded (1993/2008)

Fuente: elaboración propia con datos del ISI Web of Knowledge de Thomson Reuters.

Total Ciencias y tecnología1997-98 30 121998-99 23 111999-00 41 202000-01 44 322001-02 50 322002-03 65 362003-04 54 242004-05 64 312005-06 59 372006-07 45 292007-08 48 28

Cuadro 17. Tesis leídas en la Universidad de Almería (1997-98 a 2006-07)

Fuente: elaboración propia con datos de la Estadística de la enseñanza universitaria, del INE.


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La evolución de la formación de doctores en la Universidad de Almería presenta mássombras que la de la producción de artículos científicos. Los doctores, cabe suponer,serán el grueso de los futuros investigadores. Las cifras disponibles hasta el curso 2007-08 (cuadro 17) reflejan un ascenso en la producción de tesis doctorales hasta 2002-03 yun estancamiento, quizá a la baja, en los años posteriores. Lo mismo se aplica a las tesisen ciencias experimentales o ingeniería y tecnología.

Un indicador grueso de la proclividad investigadora de la universidad, el número detesis sobre el número de alumnos, coloca a la Universidad de Almería en un puesto relati-vamente bajo entre las universidades públicas españolas, el 31º de 48 universidades, conun dato de 4 por mil, un tercio de la primera en el ranking (la Autónoma de Madrid, con undato de 13,5 por mil).25 Si utilizamos un indicador de productividad científica complejo,construido con información del número de artículos publicados recogidos en la principalbase de datos internacional (la del ISI), los tramos de investigación reconocidos a losprofesores, los proyectos I+D, las tesis doctorales, las becas FPU y los doctorados conmención de calidad, curiosamente, el puesto de la Universidad de Almería es, de nuevo, el31º (Buela-Casal et al. 2009). Es de notar, sin embargo, su puesto en el ranking de docto-rados con mención de calidad (12º) y en becas FPU (14º). Obviamente, por su juventud,no cabe esperar que la Universidad de Almería tenga una productividad similar a la dealgunas de las primeras universidades en el ranking español, como la Autónoma de Ma-drid o la de Barcelona; pero el puesto de la universidad almeriense sugiere que quedabastante por hacer.

La evolución de la proporción de los artículos de la Universidad de Almería sobre eltotal español y la producción de doctores de dicha universidad sugieren una tendencia,que podría y debería corregirse, a un estancamiento futuro en esa baja posición en losránkings de productividad científica españoles.

Podemos, además, aportar algunas pinceladas sobre la universidad extraídas denuestras conversaciones, que apuntan a que queda bastante camino por recorrer en laintegración de la Universidad de Almería en el cluster agroexportador como fuente rele-vante de innovación.

25 Cálculos propios con datos del curso 2006-2007, procedentes de la Estadística de la enseñanza universitaria, del INE.


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Por lo pronto, el juicio más frecuente era el de que la universidad, efectivamente, noestaba implicada en el sector productivo. En eso coincidían los agricultores con los quehablamos, para quienes la única (e importante) contribución de la universidad era la forma-ción de los peritos agrícolas que tanto les ayudan en mejorar las técnicas de produccióny de control de plagas. Pero ninguno mencionó explícitamente a la universidad comofuente de innovación, a pesar de la especialización científica de aquélla (véase más arri-ba). Las ideas nuevas vienen, más bien, de los competidores (los holandeses, o lositalianos, por ejemplo), de los comercializadores foráneos (holandeses, alemanes), de losproveedores (empresas de semillas, por ejemplo), y de los peritos que trabajan a pie deobra en las explotaciones.

Esto no es tan extraño. Cuando a las empresas innovadoras españolas (agrícolas,industriales y de servicios) se les pregunta por las fuentes de la innovación, la universidadespañola ocupa generalmente un lugar bastante secundario. Según la Encuesta sobre lainnovación tecnológica en las empresas del INE correspondiente a 2007, si un 9,2% de lasempresas otorgaba gran importancia a las fuentes internas de información paraactividades de innovación, y un 9,1% se la otorgaba también a fuentes del mercado (clien-tes, proveedores, competidores, consultores), tan sólo un 0,8% se la otorgaba a universi-dades u otros centros de enseñanza superior, menos que la importancia asignada a con-ferencias y ferias (1,9%), a publicaciones científicas (1,2%) o a asociaciones del sector(1,4%).26 En el sector agrícola no cambiaba mucho el panorama. Quizá los agricultoresalmerienses y los empresarios españoles están pensando, más bien, en relaciones direc-tas de cooperación con la universidad, de las cuales, efectivamente, hay pocas en Espa-ña, al menos en términos comparados.

Una variante del juicio de escasa implicación, predicada de la proyección general dela universidad almeriense, sostiene que la universidad estaría mucho más implicada con lacapital, y mucho menos con el resto de la provincia, y, por tanto, con realidades económi-cas como la del Campo de Dalías. No obstante, algún interlocutor universitario, partícipeactivo en la discusión pública en el seno de la universidad, apuntó que recientemente hamejorado la transferencia de investigación entre universidad y empresas, así como lasrelaciones entre ambas; aunque en documentos como el Plan Estratégico de la

26 Datos disponibles en la página web del INE.


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Universidad de 2004 no aparecen destacados tales objetivos.27 Lo que esto último sugierees la ausencia de un intento de crear una imagen de marca, que pudiera servir comoindicador de hacia dónde se quiere ir. A pesar de ello, nuestras conversaciones sugierenque hay una inquietud en el ambiente y que hay gente activa en la universidad planteándo-se por qué rasgo va a ser conocida la Universidad de Almería. Esta pregunta debe seralentada, y complementada con otra relacionada con ella sobre el sentido de pensar endesarrollar una comunidad de innovación almeriense sin que uno de los posibles actorescentrales de esa comunidad tenga clara, a este respecto, cuál es su misión.

6.3. Usos de determinados bienes culturales

Cultura y ambiente cultural: una llamada a la cautela sobre el carácterde las gentes, sus virtudes, y sus prácticas culturales

No hay prosperidad económica (superando así retos económicos como los antesanalizados) y cohesión social (resolviendo razonablemente los problemas de inclusiónplanteados por la inmigración, por ejemplo), ni innovación o verdadera educación, sin unasociedad civilizada que actúe en consecuencia y haga todo ello posible. A su vez, unasociedad civilizada se caracteriza por tener una cultura en el sentido fuerte de la palabra;es decir, no una mera inquietud y una retórica culta, ni simplemente una industria de lacultura y del entretenimiento, ni una narrativa que acompañe los afanes políticos del mo-mento, sino una forma de vida y una identidad de cierto tipo. La identidad de la que se tratedebe dar lugar a un carácter intelectual y moral relativamente apropiado a la tradiciónhistórica a la que la comunidad en cuestión, en último término, pertenece, la cual, por lodemás, no puede inventar o crear ex nihilo esa tradición. En esta parte del mundo, eslógico que el carácter en cuestión se construya en referencia a las virtudes de la tradiciónbíblica y la tradición clásica, que es la matriz cultural de Occidente: un Occidente en elque se sitúan España, Andalucía, Almería y el Campo de Dalías. Ello incluye, al menos,las virtudes cardinales clásicas de la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza.Pero, reconocida la importancia crucial de esta cuestión de fondo, lo cierto es que se sabepoco de cuál sea el estado de este carácter moral e intelectual en el Poniente almeriense,

27 Más bien quedan mezclados con la formación en un objetivo estratégico 4.4 ("promover la adaptación de la formación yla investigación hacia las necesidades del entorno social y empresarial"), que es parte de la línea estratégica 4("vinculación y compromiso con la sociedad" que, obviamente, va detrás de la 1, la 2 y la 3, las cuales atañen, más bien,al funcionamiento interno de la universidad. Texto del plan disponible en la página web de la Universidad de Almería.


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o en Almería; como se sabe poco también, a este respecto, de Andalucía o del resto deEspaña. Probablemente, ello se debe al desvío de las ciencias sociales respecto a estetipo de cuestiones, acuciadas por asuntos que parecen de un interés más inmediato yaparentemente práctico. No cabe aquí suplir estas deficiencias, sino, al menos, indicar-las, para alertar al lector sobre su importancia, y estimular estudios o debates ulterioressobre la materia.

De lo que se sabe más, porque los indicios o los indicadores son más numerosos, essobre asuntos relativamente menores, pero no por ello no merecedores de atención, acer-ca de una parte de lo que se suele llamar el capital cultural, en particular, sobre el uso dedeterminados bienes culturales. Aun así, conviene tener en cuenta los límites de la infor-mación disponible a este respecto. En efecto, si lo que tenemos es, como es el caso,indicadores de producción o lectura de libros, de asistencia al teatro o al cine, de recursoa la televisión, la radio o los periódicos, hay que señalar que estamos refiriéndonos aproductos de una industria de la cultura y del entretenimiento y unos medios de comunica-ción cuya calidad puede variar mucho. Digamos que si lo que dominara en ellos fuera unaoferta cultural banal, violenta y confusa, su aportación al capital cultural de la sociedad encuestión sería no positiva, sino negativa.

Hecha esta reserva, para que el lector la haga suya en la medida en la que considereoportuno, cabe señalar que la literatura convencional sobre las llamadas prácticas cultu-rales da por supuesto que la influencia es positiva. El núcleo razonable que hay en esaaseveración consiste en que se puede suponer que, en todo caso, gentes alertas y sensa-tas y decentes, usarán con inteligencia y con buen criterio la información difusa que vienecon esas prácticas culturales, lo que les servirá para ampliar sus horizontes y, en espe-cial, su imaginación ante situaciones diferentes de las de su experiencia cotidiana,mejorando así su capacidad de supervivencia y de éxito en un mundo cada vez máscomplicado y diferenciado.

Puede que sea así o puede que no lo sea; pero, puesto que aquí se trata de iniciar undebate sobre la cuestión, supongamos por un momento que lo es en las condiciones de laEspaña contemporánea, en general. Con esta suposición, y con la cautela consiguiente,de que conviene corroborar o revisar este supuesto, he aquí lo que reflejan los pocos datosque sobre prácticas culturales de la zona hemos podido reunir, en una primera aproximación.


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Algunos datos sobre prácticas culturales en la provincia

Partamos, pues, del lugar común (en el sentido aristotélico: creencia común queparece prima facie plausible y razonable) que supone que es bueno un ambiente culturalen el que se dan muchas prácticas culturales como las de tener libros, recurrir a losmedios de comunicación y consumir los productos de la industria de la cultura y delentretenimiento. Que ello es positivo para la sociedad en general, y que, además, puederepresentar, en su caso, un atractivo para que inmigrantes o residentes "innovadores" y"creativos" puedan venir un día y quedarse.28 A la postre, se conseguiría una masa críticade ciudadanos con un alto "nivel cultural", la demanda cultural de los consumidores seríamás rica, sofisticada, exigente y estimuladora de la oferta, y en ésta, emergerían produc-tos y servicios menos estandarizados, menos "imitación" de lo que hacen otros.

Lo cierto es que un discurso bastante repetido por nuestros interlocutores se refiereal desfase existente entre el gran crecimiento económico experimentado por la comarcade Poniente (y Almería, en general) en las últimas décadas y su lento crecimiento cultural.Con esto último quizá se refieran a dos fenómenos. Por una parte, pueden entender,quizá, que la cultura, concebida en un sentido amplio, como la matriz de las creencias ysentimientos morales básicos de los almerienses de cara a la innovación y el crecimientoeconómico y social (alerta, trabajo, capacidad de cooperación, espíritu de riesgo), no es lamás adecuada para que la sociedad almeriense afronte con éxito los retos de futuro. Éstees un tema mayor, y elusivo, al que dedicaremos algunas reflexiones en la conclusión. Porotra parte, pueden referirse a la cultura en un sentido más reducido, a lo que sería laproducción y consumo de determinados bienes culturales; entendiéndose que, a esterespecto, el nivel cultural de los almeriense sería inferior a lo que sería conveniente. Acontinuación tratamos este segundo aspecto; aunque debemos reconocer que es difícilhacerlo de manera satisfactoria, dada la escasez de información y estudios al respecto, sibien cabe añadir que los pocos datos existentes parecen dibujar un bajo nivel de consu-mos culturales en el conjunto de la provincia.

En el gráfico 8 puede observarse la producción de libros (número de títulos) por cada100.000 habitantes desde 1991 a 2008 en España, Andalucía y Almería. Como es sabido,ni Andalucía ni Almería son centros significados de producción editorial (Barcelona y Ma-drid sí lo son), encontrándose a bastante distancia de la media nacional. La distancia

28 Sobre el atractivo de esos ambientes, urbanos, véanse, entre otros, Florida (2004) y Harford (2008: 149-173).


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entre Andalucía y esa media parece haberse mantenido desde comienzos de los añosnoventa. Sin embargo, los datos almerienses muestran una caída del indicador desde co-mienzos del siglo XXI, provocado, en parte, por el gran crecimiento de la población y, sobretodo, porque el número de títulos editados cada año se ha estancado o, incluso, ha bajado.

Por lo que se refiere a la asistencia a obras de teatro y al cine, la tónica general es lade una asistencia menor en Almería. Por lo pronto, la distancia con la media española estambién muy nítida en lo que respecta a la asistencia al teatro y otros espectáculos deartes escénicas (danza, ópera, zarzuela...). Los datos más recientes sugieren que lamedia española de espectadores anuales por 100 habitantes ronda los 37 (cuadro 18). Lamedia andaluza ha de rondar los 16, probablemente por encima de la almeriense, másbien en el entorno de 12/13. Quizá han podido cambiar las cifras en los últimos tres ocuatro años. La evolución almeriense sugiere un crecimiento, al menos, desde finales delos años noventa y un aparente estancamiento a medida que se acerca la mitad de laprimera década del nuevo siglo. Los datos españoles y andaluces apuntan a algo pareci-do, por lo que no es esperable que se reduzcan las distancias a corto plazo.

Gráfico 8. Libros publicados en España, Andalucía y Almería por cada 10.000 habitantes (2008) (*)

(*) Libros y folletos.

Fuente: elaboración propia con datos de producción editorial de libros, estimaciones intercensales de poblacióny estimaciones de la población actual, todas del INE.


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Lo cierto es que la oferta de ese tipo de obras debe de ser relativamente reducida,como sugieren los datos del número de espacios escénicos y su aforo. A la altura de2003, la provincia de Almería contaba con 1,8 espacios escénicos por cada 100.000 habi-tantes, una cifra algo inferior a la andaluza (2,3 espacios) y menos de la mitad de laespañola (3,9 espacios por 100.000 habitantes) (cuadro 19). El panorama es similar siutilizamos el indicador de número de plazas (aforo) por cada 100.000 habitantes. Almeríacontaría con 1.025, Andalucía con 1.681 y España con 2.064.

Número Aforo Núm. por 100.000 habitantes (*) Aforo por 100.000 habitantesEspaña 1.607 859.747 3,9 2.064Andalucía 175 125.244 2,3 1.681Almería 10 5.635 1,8 1.025Cádiz 19 14.619 1,7 1.295Córdoba 14 9.469 1,8 1.237Granada 31 17.283 3,7 2.075Huelva 19 12.849 4,1 2.754Jaén 16 12.401 2,5 1.920Málaga 25 19.051 1,9 1.443Sevilla 41 33.937 2,4 1.947

Cuadro 19. Espacios escénicos (datos de septiembre de 2003)

(*) El dato de habitantes corresponde a la población estimada a 1 de enero de 2003.

Fuente: elaboración propia con datos del Anuario Social de la Caixa y del INE.

España Andalucía Almería Cádiz Córdoba Granada Huelva Jaén Málaga Sevilla1997 25 131998 28 13 8 12 13 13 22 7 14 151999 312000 31 16 6 13 14 17 10 6 26 202001 29 13 9 12 13 14 6 6 16 152002 33 16 16 19 19 18 6 11 16 182003 34 17 12 22 22 19 13 9 18 152004 37 17 13 20 19 16 9 9 14 252005 37 15

Cuadro 18. Espectadores de artes escénicas (teatro, danza, género lírico) en España, Andalucíay las provincias andaluzas, por cada 100 habitantes

Fuente: elaboración propia con datos de la SGAE y de las Estimaciones de la población actual del INE.


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Los almerienses van menos al cine que la media de los andaluces en general yambos menos que la media de los españoles (gráfico 9). Como se ve en el gráfico, laevolución de los datos almerienses y los andaluces es, grosso modo, paralela a la delconjunto de España, con un alza notable en los años noventa y un estancamiento a la bajacon el nuevo siglo. Los datos de 2008 muestran que el número de espectadores anual porcada cien habitantes es de 159 en la provincia de Almería, relativamente lejos de los 197del conjunto andaluz y bastante lejos de la media española, con 238.

Medida esa audiencia de otro modo, a través de una encuesta a la población de 14años o más, se observa una similitud mayor de los datos de Almería (3,4% asistió en 2008al cine la semana anterior a la celebración de la encuesta) y Andalucía (3,3%), pero semantiene un cierto hiato con la media española (4,2%) (cuadro 20).

Otro indicio indirecto de la demanda cultural en Almería lo ofrece también el consumode una variedad de medios de comunicación. Como puede verse en el cuadro 20, la au-diencia de diarios de información general en 2008 es relativamente baja en Almería, con un24% de la población de 14 años o más que ha leído un diario de ese tipo el día anterior ala entrevista. Ese dato es casi el más bajo de Andalucía, cuya media está en el 29%, y seencuentra bastante alejado de la media española, con un 38%. Incluso el consumo deradio generalista parece más bajo en Almería (23%) que en el conjunto de España (28%),aunque no que en Andalucía (24%).

Gráfico 9. Espectadores de cine en España, Andalucía y Almería por cada 100 habitantes (1991-2008)

Fuente: elaboración propia con datos de los Indicadores sociales del INE, de El cine y el vídeo en datos y cifrasdel Ministerio de Cultura y de las Estimaciones de la población actual del INE.


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En un orden de cosas un poco distinto, pero siguiendo la misma tónica, se observaque la diferencia con la media española es especialmente acusada en el uso de Internet.Lo ha usado el día anterior el 20% de los almerienses encuestados (sólo la cifra de Jaénparece inferior), por debajo de la media andaluza (25%) y la española (30%), las cuales, asu vez, son relativamente bajas en comparación con nuestros socios europeos.

Los menores consumos culturales de los universitarios almerienses

Por último, conviene repasar los datos de una encuesta de consumos culturalesefectuada en 2006 sobre una muestra de estudiantes universitarios en toda Andalucía. Sesupone que entre ellos deberíamos encontrar niveles altos de consumo cultural. Lo ciertoes que, por lo pronto, los estudiantes de la Universidad de Almería leen libros no profesio-nales con una frecuencia inferior a la media de los estudiantes de las universidades anda-luzas. Por ejemplo, si lo hace todos o casi todos los días un 18% de los almerienses, lohace con esa frecuencia un 27% de los andaluces en su conjunto (cuadro 21). En cual-quier caso, la frecuencia de lectura de ambos parece bastante baja.

Diarios Radio Cinede información general generalista Televisión Internet (última semana)

España 38,0 27,9 88,5 29,9 4,2Andalucía 28,6 23,8 89,7 25,0 3,3Almería 23,6 23,1 87,2 19,8 3,4Cádiz 36,3 23,6 88,5 26,3 2,8Córdoba 27,3 22,5 88,9 23,2 1,2Granada 25,5 23,6 90,5 21,6 5,1Huelva 24,3 26,6 90,3 28,6 1,3Jaén 18,4 19,7 92,4 18,9 3,5Málaga 28,8 23,0 88,8 25,0 4,5Sevilla 32,0 26,0 90,9 29,6 3,1

Cuadro 20. Audiencia de distintos medios de comunicación en España, Andalucía y las provincias andaluzas,en porcentaje de la población de 14 años o más (febrero a noviembre de 2008) (*)

(*) Las preguntas se refieren a haber utilizado el medio correspondiente en el día anterior a la entrevista, con la excepcióndel cine.

Fuente: elaboración propia con datos del Estudio General de Medios.


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Los universitarios almerienses van poco al teatro, y menos que los andaluces engeneral. "Frecuentemente", o varias veces al año, va el 6,5% de los almerienses y el 9%del total andaluz (cuadro 22). Sin embargo, los universitarios almerienses van al cine conuna frecuencia algo más parecida a la del conjunto de los universitarios andaluces. El 55%de los primeros va, por lo menos, una vez al mes, algo que hace el 61% del total deestudiantes universitarios andaluces (cuadro 22).

Respecto de otro conjunto amplio de actividades culturales, la frecuencia de prácticade los universitarios almerienses suele ser inferior a la de la media andaluza (cuadro 23),aunque sólo en algunas las diferencias son claras. Veamos la información más llamativadel cuadro 23. Poquísimos estudiantes almerienses habrían visitado un museo de BellasArtes el último año (un 16%), algo menos que la media de estudiantes andaluces (21%).

Universidad de Almería Total universidades andaluzasFrecuencia de lecturaLibros no profesionalesTodos o casi todos los días 17,6 27,0Alguna vez a la semana 21,4 19,9Sólo los fines de semana 7,6 7,8Alguna vez al mes 14,6 14,6Con menos frecuencia 14,9 14,5Casi nunca/Nunca 15,1 15,0Ns/nc 8,9 1,3Prensa no deportivaTodos o casi todos los días 20,3 41,2Alguna vez a la semana 23,2 19,1Sólo los fines de semana 11,1 8,5Alguna vez al mes 13,2 7,2Con menos frecuencia 6,8 6,8Casi nunca/Nunca 14,9 15,6Ns/nc 10,5 1,6RevistasTodos o casi todos los días 5,7 8,9Alguna vez a la semana 18,9 14,2Sólo los fines de semana 20,3 16,1Alguna vez al mes 17,6 21,0Con menos frecuencia 10,8 12,1Casi nunca/Nunca 14,3 25,3Ns/nc 12,4 2,3

Cuadro 21. Comportamientos lectores de los universitarios de Almería y de Andalucía en general (2006)

Fuente: elaboración propia con datos de Observatorio Cultural del Proyecto Atalaya (2006).


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También son muy pocos (26,5%) los que han visitado una exposición de arte, notablemen-te menos que la media andaluza (37%). Asimismo, tratándose de individuos que aspiran aun nivel educativo superior, resultan bajos los porcentajes de estudiantes almerienses quehan visto o escuchado un programa cultural en la televisión o la radio en el último año(55%; frente al 68% del total andaluz), que han asistido a una conferencia (53 vs 55%) ohan visitado un monumento histórico (44 vs 59%).

Tan sólo en una actividad presentan los universitarios almerienses un porcentajesuperior a la media: en haber acudido a una feria comercial (30 vs 25%). Lo cual noextraña dada la pujanza económica de la provincia y la probable presencia de muchoshijos de empresarios agrícolas en la universidad. Sin embargo, sí extraña, y mucho, dadala gran proyección internacional de la economía almeriense, que apenas un 23% de losuniversitarios almerienses haya viajado al extranjero el último año, un porcentaje inferior aldel conjunto de los estudiantes andaluces (31%).

Los datos anteriores permiten entender que los universitarios almerienses acabensiendo, casi, los que, aparentemente, menos gastan en consumos culturales cada mes(cuadro 24).

Universidad de Almería Total universidades andaluzasFrecuencia de asistencia al cineAl menos una vez por semana 6,8 9,8Dos o tres veces al mes 22,2 25,1Una vez al mes 25,7 26,2Cada dos meses 15,4 15,5Alguna vez al año 21,4 18,6Nunca 8,6 4,7Frecuencia de asistencia al teatroFrecuentemente 1,4 1,8Varias veces al año 5,1 6,9Dos o tres veces al año 7,3 13,3Una vez al año 10,8 13,7Con menor frecuencia 14,3 12,6Casi nunca o nunca 55,7 50,0Ns/nc 5,4 1,7

Cuadro 22. Asistencia al cine y al teatro de universitarios almerienses y andaluces (2006)

Fuente: elaboración propia con datos de Observatorio Cultural del Proyecto Atalaya (2006).


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Universidad de Almería Total universidades andaluzasHa visto o escuchado un programacultural en la TV o radio 55,1 68,0Ha asistido a una conferencia 53,2 54,8Ha visitado una feria del libro 50,0 51,8Ha visitado un monumento histórico 44,3 58,6Ha visitado un parque natural 41,1 43,6Ha visitado una feria de artesanía 37,3 39,2Ha acudido a una feria comercial 30,0 25,1Ha visitado una exposición de arte 26,5 37,4Ha viajado al extranjero 23,2 31,3Ha visitado un museo de Bellas Artes 15,9 21,3Ha visitado un zoológico 11,4 11,1

Cuadro 23. Porcentaje de universitarios almerienses y andaluces que han llevado a cabo en el último añodiversas actividades relacionadas con la cultura (2006)

Fuente: adaptado de Observatorio Cultural del Proyecto Atalaya (2006).

U. de Granada 5,95U. Pablo de Olavide 5,85U. de Cádiz 5,37U. de Jaén 5,19U. de Sevilla 5,03U. de Huelva 4,89U. de Córdoba 4,58U. de Almería 4,42U. de Málaga 4,40

Cuadro 24. Gasto mensual en cultura de los universitarios andaluces (en euros, 2006)


Que el nivel de consumos culturales en Almería sea inferior al de Andalucía y al deEspaña no ha de extrañar, pues el consumo cultural suele estar asociado positivamente alnivel de estudios medio de la población. Como sabemos, el nivel de estudios medio enAlmería es inferior al del conjunto de Andalucía y ambos al del conjunto de España. Lo queresulta más llamativo, y quizá preocupante, es la comparación de los consumos cultura-les precisamente de los estudiantes universitarios; porque en este caso no influye ladiferente composición por niveles de estudios de una población, ya que comparamospersonas con el mismo nivel (todos están estudiando una carrera). Sin embargo, comoregla general, hemos observado diferencias desfavorables para los estudiantes almerienses.


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Lo que no podemos dilucidar en este estudio es si esas diferencias se deben, más bien,a un factor de demanda (su propensión al consumo cultural es inferior) o a que la ofertacultural en Almería es menos abundante, o atractiva, que en otras provincias andaluzas.

El lamento por el bajo nivel cultural almeriense tiene, por tanto, una cierta baseempírica, aunque necesitaríamos investigaciones más profundas para formarnos un juiciomás sólido. Habría que ampliar mucho más el campo de la evidencia, incluyendo, entreotras cosas, por ejemplo, manifestaciones de la cultura musical, pero también ampliandola perspectiva para poder abarcar los temas de cultura en un sentido más fuerte o másprofundo a la que nos hemos referido antes. Con todo ello, se podría ponderar mejor elefecto de los productos culturales habida cuenta de su contenido.

Asunto distinto es si cabía esperar que por haberse dado un crecimiento económicoacelerado, debería haberse dado un crecimiento de estos consumos culturales tambiénmuy rápido. El tema es demasiado importante, y complejo, como para despacharlo enunas breves líneas. De todas formas, cabe recordar que es posible crecer económicamen-te y no cambiar sustancialmente los consumos culturales, por una variedad de razones ycircunstancias. Así, por ejemplo, no parece que en la España de hoy se lea más que en laEspaña de hace treinta años. En 1978, un 36% de la población de 14 años o más decíaleer libros al menos un día a la semana; en 2008, quienes leían al menos una o dos vecespor semana fueron el 40%, apenas 4 puntos porcentuales más en más de treinta años, enlos que la renta per cápita se ha duplicado con creces en términos reales.29 Claro es queel nivel educativo formal (medido por la obtención de títulos, o años en la escuela) puedesubir, sin que los hábitos de lectura, por ejemplo de libros, mejoren sustancialmente;puede ocurrir incluso lo contrario, que haya una regresión a la cultura oral. Por otra parte,ciertos consumos culturales requieren operaciones de mecenazgo que, a su vez, requie-ren una cultura de las elites, o de los "capitanes de industria" que acceden al rango deelites, algo que no se puede improvisar, como muestra el caso de los Estados Unidos(Pérez-Díaz 2008b; López Novo 2008).

29 Datos en Ministerio de Cultura (1978) y del Barómetro de hábitos de lectura y compra de libros en 2008, de la Federaciónde Gremios de Editores de España, disponible en su página web.


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6.4. Sociedad civil, capital social

Capital social (confianza) y vertebración de la sociedad civil: de nuevo, unanota de cautela sobre el fondo del problema y sobre la información disponible

Lo que necesita una sociedad que quiere prosperar y tener un grado de cohesiónsocial saludable es un tejido social, formado por redes familiares y sociales extensas yvariadas, en los que circule una dosis importante de confianza recíproca. Ese tejido socialincluye un tejido asociativo, referido a una serie de organizaciones más o menos formali-zadas. Podemos llamar "sociedad civil" al conjunto de ese tejido social, o, de manera aúnmás restringida, a este tejido asociativo (Pérez-Díaz 1993). Lo importante, a los efectosde medir la capacidad de supervivencia, adaptación y mejora de la sociedad en cuestiónes que sea un tejido asociativo que propicie la circulación generalizada de la confianzasocial, no uno que polarice la sociedad en dos bandos contrapuestos, o la fragmente enuna serie de mundos sin apenas comunicación entre sí. Esto es lo importante.

De nuevo, a la hora de medir el capital social de una sociedad concreta, en estecaso, el Poniente almeriense y Almería, nos encontramos con el problema de la pobrezade la evidencia empírica sobre el conjunto del tejido social, sobre el tejido asociativo, tantopor lo que se refiere a su volumen como por lo que se refiere a su carácter. En consecuen-cia, lo único que cabe hacer, es, de nuevo, alertar sobre la importancia del tema, sobre suenvergadura, y aportar los datos disponibles, simplemente, como el inicio de una discusión.

Por lo pronto, no olvidemos que el experimento económico del Campo de Dalías seha hecho sobre la base de redes familiares densas, y, casi con seguridad, de redes devecindad y afinidad importantes; y que lo que hoy se hace en el terreno de la economía dela zona mantiene esas bases. Probablemente, lo que ocurre en el mundo en torno a lainmigración es igualmente tributario de la fortaleza, o la debilidad, de redes de ese tipo. Laeconomía requiere coordinar experiencias, y otro tanto ocurre con los problemas socialesque resolver. Ése es el telón de fondo contra el que conviene proyectar las informaciones,breves, que tenemos sobre el tejido asociativo formal.

El problema de información sobre el tejido asociativo no es privativo de esta zona. Enrealidad, uno de los fenómenos sociales más difíciles de estudiar a escala regional oprovincial en España es el de la sociedad civil entendida como tejido de asociaciones volun-tarias.30 Por lo pronto, a esas escalas no es habitual contar con encuestas que hayanformulado preguntas, por ejemplo, sobre pertenencia a asociaciones. Sí contamos con


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30 A escala nacional, puede verse, por ejemplo, Pérez-Díaz y López Novo (2003); a escala gallega, Pérez-Díaz y López Novo(2003). En ambos se refleja lo laborioso y difícil de elaborar las adecuadas bases de datos para este tipo de estudios.

31 Las fichas del registro corresponden a asociaciones que se dieron de alta en algún momento, pero no tenemos medio desaber (salvo con una investigación a propósito que no puede ser objeto de este trabajo) si siguen vivas o han cesado ensu actividad. Teóricamente, al hacerlo deberían darse de baja en el registro, pero por lo que sabemos de otras investiga-ciones (Pérez-Díaz y López Novo 2003), casi ninguna lo hace. Tampoco es demasiado útil la clasificación de dichasasociaciones por fines, pues los criterios de clasificación varían con el tiempo (y con el funcionario encargado) y tambiénpor provincias, siendo imposible reconstruirlos tan sólo con el nombre de la asociación, único dato orientador del que sedispone públicamente. Ni siquiera está exenta de problemas la fecha de inscripción de la asociación en el registro, comolo sugiere una comparación de la evolución del asociacionismo entre las varias provincias andaluzas. Por ejemplo, en unade las provincias, Córdoba, son muchísimas las que tienen fecha de 1990, un dato probablemente erróneo a la vista dela evolución temporal del número de asociaciones en las demás provincias y del escasísimo número de asociaciones quehabrían sido fundadas en Córdoba en los años ochenta, justo el periodo de eclosión del asociacionismo en Andalucía yEspaña. Por todo ello, hay que tomar los datos siguientes con la debida cautela

32 Los últimos datos disponibles a escala nacional son de 2003, momento en el que la tasa sería de 6,7 asociaciones por milhabitantes, pero no estamos seguros de que esos datos recojan todas las asociaciones registradas en España y, encualquier caso, desde 2003, el número de asociaciones ha debido de crecer. Datos de asociaciones en el Anuarioestadístico del Ministerio del Interior.

33 Teniendo en cuenta la gran presencia de extranjeros en Almería, hemos calculado la misma tasa sólo sobre la poblaciónde nacionalidad española. El dibujo resulta distinto: Almería (8,6) se situaría en segundo lugar, detrás de Córdoba (8,8) yclaramente por encima de la media andaluza (7,3). Si la hipótesis del menor asociacionismo de los extranjeros fuera cierta,entonces el nivel de asociacionismo almeriense sería relativamente alto, según los estándares andaluces.

datos sobre el número de asociaciones registradas en cada provincia y municipio. En estecaso, es posible reconstruir con cuidado y esfuerzo la base de datos que se puede con-sultar en la página web del Registro de Asociaciones de Andalucía. Sin embargo, el usoque puede hacerse de estos datos es limitado, por varias razones, que incluyen la inseguri-dad de que las asociaciones registradas estén realmente activas, el carácter dudoso de laclasificación de sus actividades, o incluso la precisión temporal de la fecha de registro.31

En el cuadro 25 podemos comprobar cómo el número de asociaciones registradasen la provincia de Almería por cada mil habitantes (6,9) es similar a la media andaluza (6,8)y no destaca de las demás provincias. Por arriba, tan sólo destaca Córdoba (8,6) y porabajo, Málaga (5,4). No podemos saber si esas tasas son altas o bajas en el contextoespañol, pues los datos a escala nacional no parecen disponibles.32 De todos modos, esmuy probable que la población extranjera se asocie menos que la española, por lo que latasa almeriense, descontando la presencia de extranjeros, sería, más bien, alta.33

El gráfico 10 recoge la evolución del primer indicador (asociaciones por mil habitan-tes) desde 1981 a 2008. La evolución comparada de los datos almerienses es interesante.Parte de un nivel relativamente bajo, pero crece rápidamente hasta situar el indicadoralmeriense en primer lugar en la segunda mitad de los años ochenta (quizá a la par con el


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Gráfico 10. Tasa de asociacionismo en las provincias andaluzas (1981-2008) (*)

(*) Número acumulado de asiciaciones dividido por la población de cada año multiplicado por mil.

Fuente: elaboración propia con datos del Registro de Asociaciones de Andalucía (Consejería de Justicia),estimaciones intercensales de la población (INE) y estimaciones de la población actual (INE).

Número de asociaciones registradas (*) Asociaciones por 1.000 habitantesTotal Españoles

Almería 4.598 6,9 8,6Cádiz 8.631 7,1 7,3Córdoba 6.853 8,6 8,8Granada 6.531 7,2 7,8Huelva 3.446 6,8 7,3Jaén 4.311 6,5 6,6Málaga 8.457 5,4 6,4Sevilla 12.626 6,7 7,0Andalucía 55.453 6,8 7,3

Cuadro 25. Asociacionismo almeriense y andaluz (2008)

(*) Acumulado hasta 31 de diciembre de 2008.

Fuente: elaboración propia con datos del Registro de Asociaciones de Andalucía, tal como puede consultarse en la páginaweb de la Consejería de Justicia, y de la Explotación estadística del Padrón, del INE.


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de Córdoba, aunque no podemos saberlo por el problema con los datos cordobeses).Desde entonces Almería y Córdoba ocupan los primeros lugares de este ranking, crecien-do en paralelo a las otras provincias. Sin embargo, el crecimiento almeriense se ralentizaen la segunda mitad de los noventa, justo cuando comienza la gran afluencia de extranje-ros, que acaban pesando mucho en el denominador (número de habitantes) y bastantemenos en el numerador (número de asociaciones).

Mayor variedad encontramos entre los municipios de la provincia de Almería. Toman-do los municipios de más de 5.000 habitantes,34 comprobamos que el número de asocia-ciones por cada mil habitantes va desde el mínimo de Vera (3,5) hasta el máximo de laciudad de Almería (8,9) (cuadro 26). Lo más interesante para nosotros son las bajas tasasde los municipios del Poniente, con la excepción de Adra. En parte, de nuevo, podríadeberse a que cuentan con una elevada población extranjera y a que esta población seasocia menos que la española, pero calcular las tasas sólo sobre población española casino altera la clasificación. Da la impresión de que son municipios muy activos económica-mente, pero no parece que el entramado de asociaciones se haya desarrollado tanto enellos como en otros que lo son menos. Al menos no las asociaciones recogidas en elregistro de asociaciones, en el que no se incluyen muchas de tipo económico o laboral.

El paisaje asociativo almeriense, aun diverso, parece estar dominado por algunostipos de asociaciones, como puede comprobarse en el cuadro 27. Las más abundantesson las socioculturales, una categoría, por otra parte, bastante variada, en la que abundanlas asociaciones autodenominadas culturales, o "culturales y recreativas", o "culturales ydeportivas". Ellas suponen un 23% del total de asociaciones en la provincia, y un 20% delas de los municipios de Campo de Dalías. En segundo lugar están las asociaciones devecinos, con diversos ropajes (vecinos, vecinos y comerciantes, afectados por planesurbanísticos, etc.), con un 12% tanto en el conjunto de Almería como en Poniente. Entercer lugar encontramos las asociaciones que hemos denominado educativas, una cate-goría que incluye, sobre todo, asociaciones de padres de alumnos de colegios e institutosy, en un segundo término, asociaciones de alumnos y ex-alumnos de esos centros.

34 La variedad sería mucho mayor incluyendo a los municipios más pequeños. De hecho, los muy pequeños suelen teneruna tasa relativamente alta, como si hubiera un número mínimo de asociaciones de algunos tipos que se dan en todoslos municipios, independientemente del tamaño de su población.


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Representan un 11% del total, algo más en la comarca de Poniente (14%). En cuarto lugarestarían las asociaciones clasificadas por el registro como de jóvenes, con un 8% a esca-la general y sólo un 5,5% en Poniente. En quinto lugar estarían las asociaciones relativasa las artes musicales y escénicas (y a medios de comunicación). Son sobre todo decarácter musical (agrupaciones musicales, coros...), y representan un 6% a escalaalmeriense, y un 7% a escala de Poniente. En quinto lugar, también con un 6%, tanto aescala provincial como del Campo de Dalías, están las asociaciones deportivas, un con-glomerado en el que predominan las peñas de seguidores de equipos de fútbol, de laprovincia o de fuera de ella. Esos cinco tipos reúnen dos tercios de las asociaciones en laprovincia, y casi la misma proporción en Dalías. Aparte de ellas, habría que reseñar otrasque marcan diferencias entre Poniente y el total provincial. Abundan mucho más las deinmigrantes o afines, pues suponen un 7% en Poniente y sólo un 3% en la provincia.También abundan más en Dalías las económicas (4,5 vs 2,6%), sobre todo por lasasociaciones de agricultores.

Asociaciones por 1.000 habs. Asociaciones por 1.000 habs. españolesAlmería 8,9 9,9Albox 8,0 10,7Olula del Río 7,8 8,7Vélez Rubio 7,4 8,6Níjar 7,0 10,7Macael 6,9 7,5Adra 6,7 7,4Mojácar 6,6 15,3Huércal Overa 6,5 7,6Cuevas del Almanzora 6,1 7,8Huércal de Almería 6,0 6,2Pulpí 5,5 7,8Carboneras 5,5 6,4Berja 5,2 5,8La Mojonera 5,1 7,2El Ejido 4,5 6,7Garrucha 4,5 6,2Roquetas de Mar 4,4 6,1Vícar 3,9 5,3Vera 3,5 4,9

Cuadro 26. Tasa de asociacionismo de los municipios almerienses de más de 5.000 habitantes (*)

(*) En cursiva, municipios de la comarca de Poniente. Datos de asociaciones a 31 de diciembre de 2008.

Fuente: elaboración propia con datos del Registro de Asociaciones de Andalucía, tal como puede consultarse en la páginaweb de la Consejería de Justicia, y de la Explotación estadística del Padrón, del INE.


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Por último, contamos con una encuesta que nos permite situar el asociacionismoalmeriense en el marco del asociacionismo del resto de provincias andaluzas. Se trata dela encuesta a estudiantes universitarios llevada a cabo en 2006. Los almerienses se si-túan, más bien, en un nivel medio bajo, con un 30% de pertenencia, algo por debajo de lamedia andaluza (34%) y lejos, de nuevo, de los cordobeses (54%).

De todos modos, aunque los datos comparativos sugieren la existencia de un poten-cial de crecimiento del asociacionismo almeriense, y, en particular, del asociacionismo enlos municipios del Campo de Dalías, no nos dicen nada de la calidad de las asociaciones.Esto implicaría conocer un poco mejor sus identidades, sus narrativas, sus estrategias,sus modos de actuar. Por ejemplo, conocer mejor sus relaciones con los poderes públi-cos, o instituciones diversas de la vida económica y sociocultural de la provincia. Seríainteresante saber si se originan, sobre todo, espontáneamente, de abajo a arriba, o si elimpulso viene más bien desde arriba, sea porque se responde a una inducción desde elpoder político, sea porque se reacciona al estímulo de unas subvenciones disponiblespara el primero que llega o llega con los mejores contactos. Si lo segundo fuera el caso,una mayor tasa de asociacionismo sería, paradójicamente, prueba de una sociedad civilmás dependiente, y no más autónoma. Otro ejemplo: tampoco nos dicen nada de losefectos del funcionamiento de esas asociaciones en sus miembros o en los no miembrosa los cuales va su acción dirigida. Desafortunadamente, tampoco contamos con estudiosde caso o de otro tipo al respecto.


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U. de Córdoba 54,1U. Pablo de Olavide 39,7U. de Málaga 34,9U. de Granada 33,2U. de Sevilla 31,9U. de Huelva 30,3U. de Almería 29,7U. de Cádiz 26,8U. de Jaén 25,9Total 34,1

Cuadro 28. Pertenencia a asociaciones de los universitarios andaluces (2006, en porcentaje)


Resto de Almería Comarca de Poniente Total provinciaSocioculturales 23,7 19,7 22,7Vecinos 12,3 12,0 12,2Educativas (alumnos, AMPAS…) 10,3 13,6 11,1Jóvenes 8,9 5,5 8,1Musicales, espectáculos, medios comunicación 6,1 7,4 6,4Deportivas 6,3 6,2 6,3Mujer 5,3 4,8 5,1Tercera edad 4,9 3,4 4,5Otras asistenciales 4,2 3,5 4,1Inmigrantes, humanitarias extranjero y minorías 1,7 7,2 3,0Profesionales 3,1 1,8 2,8Medioambientales 3,0 2,0 2,7Salud (sanitarias, enfermedades) 2,6 2,9 2,7Económicas 2,0 4,5 2,6Recreativas 2,3 3,2 2,5Sobre Historia 1,2 1,2 1,2Ideológicas 1,0 0,4 0,9Consumidores, usuarios, afectados… 0,8 0,5 0,7Familia 0,0 0,1 0,0Resto 0,3 0,2 0,3

Cuadro 27. Asociaciones en la Comarca de Poniente y el resto de la provincia de Almería, por tipos(datos a 31 de diciembre de 2008, en porcentaje)

Fuente: elaboración propia con datos del Registro de Asociaciones de Andalucía, tal como puede consultarse en la páginaweb de la Consejería de Justicia.

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7. Conclusión: un horizonte esperanzador, y complejo

La sociedad como protagonista de su propia actuación histórica

Aunque en las circunstancias presentes del hoy más inmediato, las de una crisiseconómica generalizada como la que se está desarrollando desde el otoño de 2007, y seha acelerado en el otoño de 2008, la tendencia dominante en los lugares comunes depolíticos y medios de comunicación españoles sea la de reflejar una vuelta a la mentalidadde quienes esperan dirección y guía, regulación y salvación de unas instancias estatales,conviene no perder de vista dos cosas. Primero, que esas instancias estatales soncorresponsables de la crisis actual, por lo que no parece razonable depositar en ellasmucha confianza. Segundo, que sería absurdo que un clima de pesimismo, dramatizadopor unos y por otros, oscurezca la visión de lo fundamental de las enseñanzas de los dosúltimos siglos, esto es, la necesidad de que la sociedad asuma responsabilidad por suspropios actos, y no la delegue en una instancia estatal.

En las condiciones de un país como España y de este arranque del siglo XXI, no seentiende ya que la activación de una sociedad pueda hacerse a impulso de una clasesocial tal como se contemplaba hace medio siglo o un siglo, fuera la burguesía, o la nuevaclase media, o la nueva clase obrera, o la antigua, o una vanguardia política, o una coali-ción política, o, en cualquier caso, un aparato de estado y su entorno, o una"tecnoestructura" (que sería una manera de entender esta relación entre el aparato políticoy su entorno de elites profesionales), o una "triarquía oligárquica", o, en fin, algún otro tipode formación social similar (Pérez-Díaz 2008a).

Más bien, se trata de ver el dinamismo de la sociedad a partir de componentes másreducidos y muy diversos. Comenzando por los individuos, actuando en tanto que indivi-duos operando en el marco de redes familiares y sociales de mayor o menor amplitud,precisamente en las modalidades que hemos ido viendo en las páginas anteriores: esdecir, en tanto que empresarios con sus empresas, de inmigrantes conectados más omenos laxamente a asociaciones, de docentes en el contexto de sus instituciones deenseñanza, o bien de artistas y agentes culturales, todos situados en marcos institucionalesdiversos. Y a ellos habría que añadir otros agentes, también muy importantes, comopueden ser los políticos (a los que haremos ahora una referencia tangencial), u otros de nomenor importancia, como los profesionales o los clérigos.


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En una operación de dinamización de la sociedad, se trata de ir considerando cadauno de estos agentes, y de situarlos en el escenario, para otorgarles su parte de respon-sabilidad tanto en el desarrollo de sus iniciativas en la afirmación de sus valores y laprosecución de sus intereses propios, como en el desarrollo de su búsqueda del biencomún, o, más bien, de los bienes comunes de la sociedad en cuestión. Todo ello, alservicio de lo que debiera ser una gran estrategia de integración y no de exclusión.

Para llevar a buen término esta estrategia, conviene distinguir entre dos tareas dife-rentes aunque conectadas. Una es la de debatir y establecer una agenda acerca de cómoatender a tales bienes comunes. A esto se orienta nuestro intento de articular la narrativaque da sentido a la experiencia anterior (sección 3), la narrativa acerca de la manera deafrontar los retos económicos y sociales del presente (secciones 4 y 5), y la narrativasobre el papel que en todo ello desempeñan, o pueden llegar a desempeñar, recursosprocedentes de los factores de la cultura y la sociedad (sección 6). Así por ejemplo,conviene entender que la función de las asociaciones de la sociedad civil es reforzar lacohesión social de una sociedad determinada, caracterizada por ciertos valores, y expre-sar una voz diferenciada en el espacio público con objeto de participar en la deliberaciónsobre los asuntos comunes.

La otra tarea es negociar con las autoridades públicas y la clase política cómo se vaa realizar esa agenda, y hacerlo de modo que la sociedad se sitúe en un papel de ciuda-danía responsable de sí misma, y no en un papel de súbdito. Lo cual supone que larepresentación política se entienda de modo que la autoridad pública resultante tenga queresponder de lo que hace, sea transparente, opere en el marco de unas reglas de juegoque la limitan sustancialmente, y cumpla su función en un contexto en el cual las otraspartes de la comunidad tienen que cumplir, también, las suyas.

Un horizonte complejo y esperanzador

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Las premisas de una agenda común: las bases de una identidady una cultura

Una identidad no se inventa, por mucho que ciertos lugares comunes del momento,retroalimentados por diferentes corrientes de pensamiento, induzcan al error de pensar locontrario o imaginar que la identidad puede ser el resultado de un acto de voluntad, o ungesto por parte de un grupo de voluntaristas autoritarios. No hay una tabula rasa de laespecie (Pinker 2002), ni la hay de los grupos sociales históricos en los que se va des-componiendo. Los caracteres se van haciendo a lo largo de una experiencia, acompaña-dos de narrativas que van destilando su sentido, paso a paso. En este estudio sugerimosque la identidad, y el carácter, del mundo empresarial de la comarca del Campo de Dalíasse ha ido construyendo de ese modo a lo largo de varios decenios. Es la identidad de ungrupo social que ha pasado por una experiencia colectiva y está ahora en el trance deacometer nuevos retos.

En el corazón de esa identidad hay unos valores de prudencia, humildad y fortaleza,por así decirlo, que pueden valer de mucho en el recorrido futuro del grupo humano encuestión. Tendrá que ir combinando su narrativa con la narrativa de otros grupos socialescon los que se ha ido relacionando, y con los que tendrá que relacionarse cada vez más.Como ya lo ha hecho, en el pasado, y tendrá que hacerlo aún más en el futuro; pero sinperder su identidad ni su carácter moral, si quiere seguir siendo él mismo.

Es en el contexto de esa matriz identitaria donde podemos encontrar el rasgo de unacultura de la innovación y del riesgo sui generis. Al modo de gentes por un lado intrínseca-mente arriesgadas, porque se han jugado en el empeño su sustento desde el principio,renunciando a los beneficios de una experiencia subvencionada; y éste es precisamenteel rasgo definitivo del modelo de desarrollo almeriense. Pero, al tiempo, es el riesgo queasumen gentes pegadas a la tierra, sabias en un imitar que es ya innovar si se imita bien,se imita lo justo, se combinan unas cosas con otras, y así se va avanzando. Preparándo-se así para pasos quizá más largos; o para pausas más largas. Y eligiendo bien lostiempos. Porque hay un tiempo para asumir riesgos grandes, y otro para asumir menosriesgos. Y hay que distinguir muy mucho la realidad de asumir los riesgos (que pueden serasumidos por unos), y la retórica de los riesgos, muchas veces por parte de personas muycuidadosas de lo suyo (que pueden predicar la necesidad de asumir unos riesgos queellos mismos no asumen).


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El problemático, pero necesario, polo político de la triple hélice de lagobernanza, formada por el mercado, la sociedad civil y la política

Si la gobernanza de los sistemas abiertos de las sociedades contemporáneas decorte occidental se caracteriza por la "triple hélice" de los mercados, la sociedad civil y lapolítica (o, si se quiere, el estado), éste último componente debe recibir una atenciónespecial. En nuestras conversaciones hemos encontrado la reflexión, plausible y persua-siva, de quienes insisten en la necesidad de establecer bien las conexiones entre lacomarca y los centros de poder político.

Por lo pronto, es obvio que de la autoridad pública, en sus varias instancias (local,provincial, regional) depende la provisión de algunos bienes públicos fundamentales enuna sociedad como la española. Uno, y no el menor, es el funcionamiento del estado dederecho y la seguridad. Otro es la instalación y puesta a punto de varias infraestructurasde transportes, comunicaciones y energías básicas. Otro es la garantía, y eventualmentela provisión, de servicios colectivos tales como, por ejemplo, la seguridad social, la sani-dad y la enseñanza básicas. La importancia de todas estas aportaciones del estado sueleser hoy evidente, y como tal es percibida por el conjunto de la población.

Al mismo tiempo, conviene no echar en saco roto la cautela tradicional, particular-mente arraigada en lo que ha sido una provincia dejada un poco a su destino por lasautoridades públicas exteriores, que es la de gentes que entienden que lo fundamental delo que ocurra en esta parte del mundo va a depender de los que viven en ella. Una visión delas cosas que, por lo demás, no es exclusiva de esta provincia, sino que se puede encon-trar en otras partes de la España de Levante, en donde también ha dado lugar a una expe-riencia de desarrollo sostenido y basado en factores endógenos, muy potente y prolongada.

Incluso, estas gentes entienden que, asimismo, una parte fundamental de su energíacívica debe consistir no tanto en atraer al estado para que lleve a cabo estas o aquellastareas, cuanto en contenerle para que no las haga en exceso, o las haga de manerainapropiada, y, por supuesto, en conseguir que las lleve a término de modo transparente y,en su momento, responda de cómo las ha hecho. Y, por ello, hay que procurar que realicelas obras de infraestructura que tendría que hacer, y así se reconoce ostensiblemente,pero que, por unos motivos u otros, retrasa, y que evite unas subvenciones que a vecesayudan menos de lo que distorsionan, llevadas aquellas autoridades de cierta ansiedadpor conseguir una buena imagen y un voto agradecido. Lo cual está bien y es humano;pero mejor dentro de un orden.


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Una relación constructiva en torno a una agenda que se va haciendotodos los días

Las complejas, continuas relaciones entre los mercados, la sociedad civil y las auto-ridades públicas pueden mejorar si se hacen (porque pueden hacerse) con un espíriturealista y comprensivo, y positivo. Tanto mejor si hay respeto recíproco, y alguna forma deentendimiento mutuo.

Sobre todo, este respeto y este entendimiento tienen que fraguarse en torno a unaagenda de solución de problemas, que deben debatirse, y definirse, con la mayor concre-ción posible. En este sentido, en este estudio hemos ido hilvanando una serie de propues-tas, que deben ser consideradas como meras sugerencias. Han sido elaboradas al hilo deunas conversaciones con las gentes de la comarca, dando pie a sugerencias que sehacen a resultas de su discusión posterior.

Entre tales sugerencias se cuentan las siguientes. Ante todo, conviene extremar laatención a conservar las bases del modelo de desarrollo almeriense, que ya ha sido proba-do, y probado con éxito. Nos referimos a la experiencia, sobre todo, en el ámbito de laagricultura y el sector agroalimentario en general; pero no conviene olvidar la convenienciade estar atento a una expansión de otros sectores productivos (turismo y hostelería,construcción, mármol, servicios), sobre todo a largo plazo, con vistas a la configuraciónde una zona más amplia y más compleja, y que mire lo más lejos posible, en el espacioy en el tiempo.

Pues bien, si nos limitamos aquí a un horizonte más próximo, y a la experiencianuclear del sector agrario, lo crucial es, por lo pronto, hacer más denso y flexible el tejidoempresarial, a la vez que se atiende a los diferentes retos ya mencionados: aceptar lacompetición en el terreno del mayor valor añadido y la mayor calidad, explorar la senda dela mejor producción y la mejor comercialización, en particular de los productos de cuartay de quinta gama, yendo hasta los alimentos con la vista puesta en un beneficio extra enla salud del consumidor. Las enseñanzas obtenidas en la solución del problema de lospesticidas tampoco pueden echarse en saco roto, pues sugieren una capacidad de reac-ción notable, que debe ser complementada por una capacidad más proactiva.


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Es obvio que lo anterior supone desarrollar la capacidad para una visión a largo plazoy, con ello, para ir adaptando la organización de las cooperativas, y su gestión. Tambiénpara encontrar la forma mejor de coordinar esfuerzos con vistas a la mejor comercializaciónde los productos, por la vía de la concentración o de las alianzas estratégicas. Elloincluye, además, una atención tanto a los problemas internos de las empresas comoson los de la sucesión en la empresa familiar, incorporando a las nuevas generaciones,como a los problemas de las externalidades medioambientales, que tienden a ser cadavez más acuciantes.

Todo lo cual requiere acometer cambios organizativos internos, y desarrollar la capa-cidad para manejar y resolver problemas contables, técnicos y comerciales de una com-plejidad cada vez mayor. Asimismo, será preciso que el colectivo empresarial vaya apren-diendo a usar de los recursos universitarios, tanto los que tenga más cerca como los queestén más lejos, pero, en este caso, tendrá que encontrar un modo de acceso a ellos.También tendrá que mejorar su gestión de los asuntos que conciernen a las actuacionesde las varias autoridades públicas, que deben proveer de los servicios y las infraestructurascorrespondientes.

Es obvio que todo ello recomienda el desarrollo del capital social y el tejido asociativoen la zona, lo que, en su caso, puede facilitar la acción colectiva y, sobre todo, el debatesobre los problemas comunes. Este desarrollo tendría que venir de la mano de una granestrategia educativa y cultural. Se requiere, en efecto, un gran paso adelante en el desa-rrollo del nivel educativo del grupo de empresarios y trabajadores del tejido productivo, perotambién, en definitiva, de la sociedad de Campo de Dalías, y de Almería en general. Asícomo una mejora de su nivel en el aprendizaje de idiomas, y en su capacidad para recibiry procesar la información del exterior. En este sentido, la situación actual parece clara-mente insatisfactoria. Es preciso que la comarca, y la provincia, se doten de un sistemaeducativo cada vez de mejor calidad, con plena implicación de profesores, estudiantes ypadres de familia, y que entre el medio social y económico y este sistema educativo seestablezcan las indispensables relaciones de mutuo beneficio. De que esto sea así de-pende también, en último término, el desarrollo cultural de la zona, y un uso razonable desus recursos culturales. En este sentido, el desarrollo de una sociedad de cierta comple-jidad cultural puede ser visto menos como un problema que como una oportunidad, tantopor lo que se refiere a las comunidades de residentes europeos, como a los inmigrantes.


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Por lo que se refiere a estos últimos, es obvio que constituyen ya una parte importan-te de la vida económica y social de la comarca. Sus problemas deben ser atendidos, y,para ello, conviene diferenciar entre unos y otros grupos de inmigrantes, y atender decerca los problemas locales y específicos que puedan ir planteando. En este punto, eltejido asociativo, las iglesias y los gobiernos locales pueden, y deben, desempeñar unpapel decisivo, para articular las posiciones de unos y otros, y resolver, y sobre todoprevenir, los conflictos que puedan darse, y encauzar los problemas hacia soluciones desuma positiva, en los que todos pueden encontrar una utilidad y, por lo pronto, una expre-sión de respeto recíproco, como partes de una comunidad, y no como enclaves heterogéneosde un mosaico sin coherencia interna.

La sugerencia última es la de incitar a quienes forman parte de esa sociedad acomprometerse en una tarea continua de información, análisis, reflexión y debate sobrelos muchos asuntos que les conciernen. Ahora, la atención puede, y debe, estar centradaen los problemas de solución de la crisis económica, y de mejora de posiciones en elmedio plazo; todo lo cual requiere una actitud de alerta y de prudencia, pero también decolaboración y solidaridad. Pero, además, hay que mirar mucho más lejos, e ir pergeñandoun esbozo de lo que sería un Campo de Dalías y una Almería de los años 2030 ó 2050.Esto requiere ensanchar mucho el horizonte cultural, y hacerlo de un modo continuo ygradual, alimentado por una reflexión compartida, que dé asiento, incluso alas, a unarazonable ambición.

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