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Los Cuadernos de Asturias
UN MOLINO DE
ESCANDA
José Ignacio Gracia Noriega Covadonga Díaz Friera
E1 molino de Lardo» (o de los Lardo), está situado en la braña de Faedo, a la vista de Santa Ana de Montarés. Y a no quedan hayas por estos parajes, aunque sean
boscosos y con aventajada maleza: en el bosque atravesado por la senda que conduce al molino hay belladona, beleño y cicuta.
Se llega a Faedo, desde Oviedo, por Sornado y Villafría; en el camino se lee un lírico elogio del árbol, labrado en piedra, precisamente bajo árboles; o, desde Cudillero, por Artedo, cruzando bajo el ciclópeo puente de piedra del ferrocarril, cerca de donde el río Perrera se une con el Uncín. El río Perrera mueve el molino de los Lardo, último que muele escanda en aquella zona. De allí son excelentes truchas que conservan en su sabor toda la bravura y la frescura del río.
Faedo es braña abierta, y poblado de cierta entidad; tiene bar, e iglesia, de construcción muy curiosa, con el retoño de un tejo que desciende del que fue destruido por un rayo durante una tormenta en 1950; y escuelas, que están abandonadas y ruinosas. En el prado, ante las escuelas, suele pacer un burro. El propietario del bar, Antón, lo es asimismo del molino. El bar es típicamente rural, muy limpio, con buen jamón y piso de madera; de la pared de poniente cuelga un mapa de Europa donde aún figuran Lituania y Letonia, y en las otras paredes en estanterías o colgados del techo, hay una balanza de cobre con sus pesas, viejas planchas, tostaderos de café, esquilas, los cuernos de una cabra hispánica, un aparato de radio antiguo y estropeado, el recorte de un artícu-· lo sobre la escanda publicado hace muchos años en «La Nueva España», y un zorro y un halcón peregrino disecados. Antóv, además de tabernero y molinero, es cazador, pescador y muy entendido en arcel:l,s. El molino queda bajando de Faedo hacia Artedo, a unos cuatro kilómetros, y se llega a él atravesando _un bosque, por urr sendero húmedo, no demasiado practicable. Es una buena construcción de piedra, bien conservada, en un paraje recoleto y verde; las piedras del edificio también se han vuelto verdosas, a causa de la humedad.
Asturias es zona propicia para molinos; Félix de Aramburu y Zuloaga escribe en su «Monografía de Asturias» (1899): «La industria molinera tiene en Asturias, donde abundan arroyos y riachuelos y es fácil derivar de los ríos el caudal propio. que se necesite, gran difusión, aunque no son pocos los molinos "de invierno", que permanecen inactivos durante meses, mientras que hay--etros que corren grave riesgo cuando caen las lluvias abun-
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dantes. Ocupan de ordinario una situación pintoresca y hay muchos de construcción original y rudimentaria. El molino es siempre algo interesante en la aldea, lugar de "casino" y "mentidero" rurales. Así no resulta raro que la fantasía popular le refiera trovas y leyendas, y coplas divertidas que por campos y callejas se entonan. El tránsito del molino antiguo a las grandes fábricas harineras, se marca ya en algunos sitios con molinos a la moderna, de perfeccionado mecanismo que absorberán la tarea antes distribuida en el contorno».
De las «coplas divertidas» podemos ofrecer como muestra ésta que nos aporta Aurelio de Llano Roza de Ampudia:
Los molinos no son casas porque están en los regueros, son cuartitos retirados para los mozos solteros.
Este autor indica en su obra «Del folklore asturiano» (de la que también.hemos tomado la copla): «Los molinos están construidos en sitios solitarios, al cobijo de un peñasco o en una cañada umbría. Y la fantasía popular ha forjado en ellos, durante las molinadas nocturnas, infinidad de cuentos supersticiosos».
Al molino de escanda se le llama «molino de pisar», y es molino de mano que se emplea para separar la cáscara de la escanda. Julio Somoza, en su «Historia general de Asturias» (Oviedo, 1908), indica que el molino de rabilar la escanda es todo de madera: tolva, ruedas, engranajes, dientes, cigüeña, etc. El molino de los Lardo, de Faedo, tras sucesivas reformas, cuenta con piezas metálicas sin que por ello haya variado su estructura: los cantos rodados -peón y escohiella- sohre los que
· se apoya el rodezno han de ser recogidos en laplaya de Bayas, porque son los más resistentes,según parece: duran, por término medio, unossiete años.
Con el auge del pan de trigo, que se tiene pormás fino, y cuya industrialización ha convertidoen poco menos que una pasta deleznable, la escanda cayó en desuso, pese al conocido refrán:«Para leña, la de faya, / y para pan, el de escanda».
Asturias es el límite, por el Sur, de la escanda,que tuvo auge en todo el Norte de Europa durantela Edad Media. Tierra sin trigo, sin aceite y sinvino, la cocina asturiana pertenece a las sólidascocinas centroeuropeas, en las que predominan elcerdo, las grasas animales y la cerveza o sidra. Laprocedencia de la escanda es centroeuropea; ladescubrieron los romanos, cuando era alimento detribus germánicas; y fueron ellos quienes introdujeron su semilla en Asturias; hay quien aseguraque esta labor la realizaron los celtas, aunque, quefueran unos u otros, es irrelevante; lo que sí parece indiscutible es su procedencia nórdica.
La escanda, o "Triticum spelta", es «trigo rústico, propio para terrenos pobres en regiones montañosas; de talla alta, resistente al frío, al exceso
GRADILLA
COMPUERTA
Los Cuadernos de Asturias
MOLINO DE LOS LAR D OS
FAEDO -cuoiLLERO-
LEYEN D A
1 TOLVA O MOXEGA
2 CONTRAPESO
3 CANALEXA
4 CARRETE
5 LLAVE TÍRANTE
6 PARADERA
7 LLAVES DE ARRANQUE
8 HÍNERA
9 3ULSÍA
1Q 3ARRON
11 FU SO
12 RODEZNO
13 PONTÍCÍELLA
14 RÍOSTRA
15 MARRANA
16 PEON
17 ESC03i ELLA
18 SALÍDA DE AGUA
19 Xi 3LO
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� MOLi NO DE LOS LARDOS
FAEDO - CUDiLLERO-
Los Cuadernos de Asturias
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de humedad, al tizón y a algunas clases de royas, así como al ataque de los pájaros e insectos. Su harina, muy apreciada, da un pan sabroso y que se conserva tierno más tiempo que el del ''triticum vulgare". Hay formas mochas y aristadas, vellosas y lampiñas, de invierno y primavera. El diente, corto y obtuso. Las espiguillas tienen generalmente dos o tres granos, y al desarticularse el raquis no presentan, por lo común, el pequeño manguito o muñón de las "triticum dicoccum" y "triticum monococcum". El grano por lo común rojizo, más claro y menos largo que los del "triticum dicoccum", aguzado hacia la extremidad que lleva el pincel y con el surco principal» (Manuel Gadea, «Trigos españoles», Madrid, 1954). Por su parte, Benito Pérez de Valdés (1759-1842) la describe así: «Es un trigo de montaña, Triticum spelta de Lnn. Se hace de él nuestro hermoso pan de fisca, más blanco, durador y feculento que el de los otros trigos».
Según Julio Somoza, ya el Albeldense, en el siglo X, la elogiaba. Las palabras relacionadas con ella, «erga», «mesorio», son de origen germanolatino; Jovellanos cree que su nombre deriva del latino « escanna» .
La escanda es gramínea de otoño, que se siembra de finales de octubre a mediados de diciembre, siempre sin descascarillar, pues existe la creencia de que pudre sin la gluma; y se cosecha entre julio y agosto. Su recolección, muy diferente de la del trigo, tenía antes un cierto tono festivo, que la hacía un equivalente de las esfoyazas, y un notable interés etnológico. Para recolectarla se
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empleaban los «mesorios», que son dos palos afilados por un extremo y unidos por el otro por una cuerda; y las espigas arrancadas se echaban al «goxo» o «macón». Quien encuentra dos espigas juntas por el tallo ha cogido el «ramo», y en Faedo se le cantaba, según recuerda la mujer de Antón:
Tome, señor, este ramu, en su pajar lo he hallado. El convite será bueno y el bollo bien recachado.
A cocer el pan se le llama «roxar», y era, asimismo, motivo de fiesta. Feijóo, en sus «Cartas eruditas y curiosas» (tomo V), escribe: «El grano principal, de que se hace el pan de esta tierra, se llama escanda: especie de trigo diverso en varios accidentes del que es común en el resto de España y otras Naciones. Este grano ha menester limpiarse sacudiéndole al aire cada cinco o seis semanas de cierto polvillo, de que sucesivamente se va cubriendo, sin cuya diligencia es desabrido al gusto y mal sano». El buen Feijóo reprocha a los campesinos que tan sólo acometieran esta labor con luna menguante, temiendo que la creciente dañara al grano,, con lo que conseguían perderlo en muchas ocasiones; en nuestros días, Julio Caro Baraja lamenta que se le haya hecho tan poco caso al ilustre erudito y que «los campesinos de toda España sigan teniendo como artículo � de fe la influencia del menguante y del .. � creciente en las labores agrícolas». �