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Un soldado de juguete La vida de Alberta Giménez

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Un soldadode jugueteLa vida de Alberta Giménez

Edita: Congregación Pureza de María

©Texto: Victoria Braquehais r.p.

Diseño e impresión:H. Marta Monfort

· www.tgramon.com

Depósito legal: PM 531-2013

DEDICATORIA

A todos los jóvenes que a través de estaspáginas os queréis acercar a la figura

de una mujer increíble que se llamóALBERTA GIMÉNEZ;

a tantos otros, jóvenes como vosotros,que no pueden leer, ni ir a la escuela,

y cuya existencia es muchas vecesuna pura lucha por sobrevivir;

y a los niños-soldados que participanen los conflictos bélicos de nuestro país,

para que puedan vivir un presentey un futuro mejor

ÍNDICE

Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7

La vida… para ser vivida . . . . . . . . . . . . . . . . 16

El primer amor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25

El dolor sacude la vida de Alberta . . . . . . . . . . 33

Dos más dos no son cuatro…y Dios renace en la perplejidad . . . . . . . . . . . 38

El secreto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47

Una idea . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 53

To be continued… . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 59

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INTRODUCCIÓN

E ste libro no es ni una historia ni unabiografía de la Madre, en el sentidoestricto del término. Me nació a partirde la imagen del soldado, que ella uti-

liza en el poema “Romancito”, dedicado a sunieto Joaquín, escrito el 19 de febrero de 1922.Me gustan muchísimo las cartas de la Madre asu nieto. Esas cartas están escritas entre 1921y 1922, son nueve, y son las últimas que escri-bió, todas dirigidas a él. No sé si esa particularafición me vendrá de lo mucho que yo lo deboa Dios de haber conocido a mis abuelos y dehaber pasado tantas horas felices con ellos.

El libro está acompañado por la letra de unacanción de Enya que se titula “One Toy Sol-dier” (“Un soldado de juguete”). Escuchándola,iba enlazándola de manera casi espontáneacon la vida de Alberta. Además, ella era hijade militar y, seguramente, habría visto más deuna vez a su hermano Saturnino –que tambiénfue militar– imitar a su padre en sus juegos deniño. Su nieto Joaquín fue militar. Así es que laimagen del soldado no es demasiado extraña

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en su vida. Pero nuestro soldado no es un sol-dado de verdad, es un soldado de juguete, loque también hace referencia a ese mundo ima-ginario y fantástico de los niños, que tan fre-cuentemente aparece en la vida de Alberta. Deellos decía Alberta que “basta contemplarlospara experimentar interiormente esa dulce sa-tisfacción que sentimos siempre en presenciade todo lo bello, de todo lo nuevo, de todo lo quenos brinda alguna esperanza”1. Tan diferentea la realidad que aún hoy viven tantos niños yniñas víctimas de los conflictos bélicos, espe-cialmente en el continente africano. Este libroes también una muestra de cariño hacia ellos,a tantos niños y jóvenes a los que quizás nuncallegaremos. Como se preguntaba Federico Ma-yor Menéndez:

“¿Quién puso en tu manoun fusil y no una plumaun fusil y no otra mano?”2

Pero, ¿qué puede decir una mujer como Al-berta, nacida en el s.XIX, a los jóvenes de hoy?Si un chico o una chica de los que están hoy

1 GIMENEZ ADROVER, A. Obras completas. Difusión pu-blicaciones y vídeos. 2010, pg. 825-8272 Citado en la contraportada del folleto África: Comerciode armas en el Golfo de Guinea. Informe de Justicia yPaz, Antena África Europa y CONFER.

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en nuestra aulas, de los que van con los au-riculares a todas partes, de los que disfrutanbailando rap en plena calle o que salen hastalas tantas los viernes por la noche… si uno deellos ve esa foto de Madre Alberta vestida denegro, ¡se muere del susto! Hoy las experien-cias son rápidas e intensas, tantas cosas sonde usar y tirar, todo es vivir el instante, bom-bardeados por los medios de comunicación…nos llegan miles de sensaciones, de anuncios,de impactos… nos conectamos rápidamente,chateamos, wasappamos…; en la época de Al-berta aún se usaban los telegramas, se hacíalargos viajes en barco, para ir a colonias conlas alumnas se desplazaban en diligencia, ellenguaje es infinitamente distinto..., ¿en serioAlberta tiene algo que decir?

Recuerdo haber leído de niña Una vidagrande, un libro de tapas rojas y divertidísimosdibujos sobre la vida de Alberta. Pero, apartede eso, nunca me interesaron demasiado loslibros sobre ella. Dios me ha conducido a la Pu-reza por caminos que sólo Él sabe. Lo cierto esque, cuando llegué al Noviciado, los Tomos seme caían de las manos. Se trata de dos libros,de esos “gordos”, con toda la historia de Alber-ta, documentación, referencias a archivos, y aalgunos de sus escritos. En el fondo, no sabíamuy bien qué tendría que ver la vida de esa

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mujer del siglo XIX y principios del XX con lamía. Fue después cuando fui descubriendo queme encontraba ante una mujer increíble, peroeso no lo voy a contar aquí, sino que lo iréisdescubriendo a lo largo de estas páginas.

Tampoco es la suya una vida alucinante nillamativa, es una vida de cosas sencillas, delo que pasa siempre, todos los días. Pero… esquizás eso lo que haga que haya algo que con-tar de Alberta, que su vida tenga algo que decira los jóvenes. A veces vamos en el metro, so-los o con amigos, y sentimos como una espe-cie de sensación de libertad en medio de tantagente que no conocemos, sentimos como algogrande dentro, estamos a gusto. Otras vecessucede que estamos escuchando una canción,y nos llega una frase, un ritmo, una melodía, ynos entran ganas de bailar, o de tararearla, ode apuntar algo en nuestro cuaderno personal.Otras veces es una llamada de teléfono, o unpoema que nos toca, o un gesto inesperado dealguien… Lo bueno del caso es que Dios nosespera ahí. Esa es la sorpresa. No sé, es comosi hubiéramos puesto a Dios ahí “en los cielos”.Pero Alberta fue especialista en encontrarle enlas cosas más cotidianas. Al conocer un pocomás a Alberta, podemos descubrir que Dios esotra cosa… es poner los pies en el suelo por lamañana y sentir que estás ahí, cuando abres el

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grifo para lavarte los dientes, cuando el chic@que te gusta te coge de la mano y vais juntosdando un paseo, cuando te tiras en la cama ysimplemente te sientes viv@, y feliz, y a gus-to… cuando has podido superar una dificultad,un problema… cuando puedes dar un conse-jo… cuando estrenas un jersey, unos vaqueros,o te sale bien el primer “brownie” que hicisteen el horno, cuando sientes la gozada de eseúltimo partido de fútbol jugado con tus ami-g@s… El mensaje de Alberta es vivir a fondo lavida, para darse cuenta de que ¡todo está ahí!No estamos del todo preparados, dispuestosinteriormente, para acoger que la Realidad senos da y se nos brinda toda entera y aquí, enlo más simple y pequeño, pero así es… y paracaptarlo no importa la época en que nos toquevivir no las circunstancias que nos advengan.No importa buscar la Voluntad de Dios debajode la cama, dentro de un armario o quién sabedónde, sino que Su voluntad, Su deseo, es queseamos felices en el día a día, que hagamosfelices a los otros, que no se nos escape el mo-mento, que se va y no vuelve, sino que lo viva-mos a fondo.

Junto a esto, está la experiencia de lo quesupone para mí vivir en África. Todo es regalode Dios, pero éste es un regalo muy especial: lavocación misionera. África ha puesto mi vida

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“patas arriba”, al hacerme descubrir otra cul-tura, otras lenguas, otra gente, otra manera dehacer las cosas… África supone una expan-sión misteriosa del mundo interior que todosllevamos dentro (una frase que leí en algunaparte, pero no me preguntéis dónde). Así es queal vivir aquí estoy descubriendo un montón decosas nuevas, aprendiendo intensamente en laescuela de la vida.

Y Alberta tiene todavía mucho que decir enun mundo en el que el 80% de los seres huma-nos no cuenta con lo necesario para vivir, en elque muchísimos niños, y sobre todo niñas, nopueden ir a la Escuela, en el que poder curartecuando estás enfermo se convierte en toda unaaventura… Tiene que decir en contextos en losque tantos chavales se encuentran en el paro, ocrecen en barrios marginales… tiene que decirdonde tantos niños y jóvenes piden ser acom-pañados en sus problemas familiares, parasalir de la droga o para no quedarse atrapa-dos en el sexo fácil… Cuando daba clases enPalma de Mallorca, me gustaba ir algunas tar-des al “Puente” de los “graffiteros”. Estaba cer-ca del Colegio, y me llamaba la atención esamezcla chillona de colores, los trazos rápidos…sobre todo, me gustaba leer las frases. Detrásde cada una, yo podía escuchar el latido de losdeseos de los jóvenes, de sus aspiraciones, de

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lo que no encuentra camino en una sociedaden las que tantas cosas ya están medidas paraellos. Tantos jóvenes que siguen llamando anuestras puertas y esperan que alguien lesresponda. Otros ni siquiera llaman, pero habráque salir a buscarlos para que no se quedenatrapados en las orillas de la vida. Eso es loque hizo Alberta y, en fin, creo que será impo-sible hablar de ella sin ir entremezclando todoese mundo que constituye la vida misma.

Vamos a compartir un camino de momentossencillos, como los que suceden en la vida detantas personas. Otros nos sacuden más pordentro, esos instantes que pueden sacar lo me-jor de una persona o hundirla para siempre.Afortunadamente, Alberta fue como un bambú,flexible, capaz de dejarse tocar, vulnerable,pero bien enraizada. Porque hay una verdadque nos espera en lo más profundo de nuestrocorazón. Mirad lo que decía San Agustín ya enel s. V: “Dios es más íntimo a mí que yo mis-mo”. Que por cierto… Agustín de Hipona era un“vive la vida”, un ligón, iba de aquí para allá…y Dios lo sorprendió. Resulta que además delas certezas que nos vienen de la Ciencia y dela Técnica, existen otras certezas en la vida,como la de la amistad, la de ser amados… esolo descubrimos, por ejemplo, cuando sentimosque nos gustaría contar con alguien, confiar

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en él, contarle nuestras cosas. Esas certezasson difíciles de demostrar en un laboratorio,pero quien las ha vivido ya no puede dudarde ellas. Todos nos preguntamos, o nos hemospreguntado alguna vez si será verdad que Diosexiste, que ha creado el mundo… necesitamosabrir los ojos y el corazón a la luz de Jesús. Sipermanecemos ahí y no somos “veletas”, des-cubriremos que la certeza viene con la expe-riencia que la persona hace de su presencia.Y esa vida nueva que sentimos en el corazónes la vida de Jesús Resucitado. Esa fe nos hacevivir… y esa fe es la que animó toda la vida deAlberta.

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LA VIDA… PARA SER VIVIDA

Tic-toc-tic-toc…

N uestra vida empieza con una carreradesenfrenada de millones de esperma-tozoides para fecundar un óvulo. Unainfinitud de posibilidades. Un instante

que para unos es fruto del amor, y para otros esfruto de una casualidad, de un accidente, o deuna noche de pasión. Aparecemos en una fami-lia que nos acoge y que nos quiere, o en una detantas familias que viven auténticos dramassociales. También hay niños que nacen y vivenen la calle, en los campos de refugiados, hijosde mujeres violadas (como Sara, una niña de12 años, la protagonista de “Grbavica. El secre-to de Esma”), niños-soldados de los numerososconflictos bélicos que azotan nuestro mundo.Pero, sea como sea, el milagro de la vida estáahí. Y hemos surgido dejando atrás millonesde posibilidades que no verán nunca la luz.

Una de las frases más famosas de Descarteses: “pienso, luego existo”. Es un gran filósofo,pero creo que se equivocó. Existimos, aparece-

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mos en el mundo, y luego empezamos a pen-sarlo, a darnos cuenta de lo que nos rodea. Ynos percatamos de que lo que nos ha rodeadodesde niños es importante para nosotros: el díade nuestro cumpleaños, los hermanos que te-nemos, la ciudad o el pueblo en el que vivimos,el colegio, nuestros amigos… Nos gusta ver lasfotos de cuando éramos pequeños, escucharlas anécdotas de lo que ya no recordamos, revi-vir los recuerdos borrosos y los que están gra-bados para siempre en nuestra memoria.

Si queremos acercarnos a Alberta, necesi-taremos también escoger las primeras pistas,como en un CD o en un MP3, y escuchar los co-mienzos.

De la infancia de Alberta, no sabemos mu-chas cosas. Conocemos que nació en Pollensa,un pueblo de Mallorca, el 6 de agosto de 1837.Fue bautizada en la iglesia del pueblo al díasiguiente, y por eso a ella le gustaba celebrarsu cumpleaños el 7. Bautizar a los niños ense-guida de nacer era una costumbre de la épo-ca, y así lo vivió su familia también y lo quisopara ella. También sabemos que siguieron lacostumbre de la familia materna y el deseo desu padre y le dieron cuatro nombres: Cayeta-na, Alberta, Francisca y Luisa, según los san-tos del día.

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Anécdotas aparte, un momento que no pue-de pasar desapercibido, porque por el Sacra-mento del Bautismo somos acogidos en la granfamilia de los hijos de Dios, la Iglesia. A míme ha ayudado mucho para entender el sig-nificado del Bautismo el hecho de vivir aquí,en Kanzenze. El Bautismo es un momento muyimportante para la comunidad cristiana, y locelebramos en el tiempo pascual. Es un aconte-cimiento que es vivido por toda la comunidadcristiana del poblado, en grupo, y todos nosalegramos y lo celebramos juntos, pues la Igle-sia acoge a nuevos hijos. Ése es el significadoprofundo del sacramento que Alberta recibióen ese día.

Entre 1837 y 1922 transcurre la vida de Al-berta. 1837 es el año de la invención del telé-grafo y de la entronización de la Reina Victoriaen el Reino Unido; son las vísperas de las gue-rra zulú en las colonias británicas en África yde la guerra del opio en China; es la época delRomanticismo – con figuras como Schumannen la música o Andersen en literatura infantil;de la gestación y el estallido de los movimien-tos nacionalistas en Europa; del desarrollo delferrocarril; de la Revolución Industrial; de losmanifiestos comunistas; de los grandes Impe-rios; de los cambios que dieron un nuevo rumboa Japón; del reparto de África por parte de las

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potencias europeas; de la Guerra de Secesiónen Estados Unidos a causa de la esclavitud,entre otras cosas; de las luchas por la hegemo-nía rusa, la caída de los zares y de la Revolu-ción; de la fragua y el estallido de la PrimeraGuerra Mundial; de los movimientos socialesa favor de la democracia…; en España, es laépoca de la guerra de la independencia, de laprimera Constitución, de las guerras carlistas,de la República, la supresión del absolutismo,la pérdida de las últimas colonias, los fuertesconflictos ideológicos… ésa es la época en laque Alberta fue llamada a vivir.

Como dice Charles Dickens, en su novelaHistoria de dos ciudades, escrita en 1859:

“Era el mejor de los tiempos y el peor; laedad de la sabiduría y la de la tontería; laépoca de la fe y la época de la incredulidad;la estación de la Luz y la de las Tinieblas;era la primavera de la esperanza y el invier-no de la desesperación; todo se nos ofrecíacomo nuestro y no teníamos absolutamentenada; íbamos todos derechos al Cielo, todosnos precipitábamos en el infierno. En unapalabra, a tal punto era una época pareci-da a la actual que algunas de sus autorida-des más vocingleras insistían en que, para

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bien o para mal, se la tratara sólo en gradosuperlativo”3.

Es la misma idea que me surgió al leer In-fancia, adolescencia y juventud de Tolstoi. Élnació en 1828 y murió en 1910. Prácticamentecoetáneo de Alberta. A pesar de la diferenciade época histórica y de origen, puesto que élera ruso, las grandes cuestiones de la existen-cia humana son siempre parecidas. Igual osimpresione, como a mí, la hondura de ese co-razón errante, siempre crítico con la sociedadde su tiempo y con dificultades para encontrarsu propia horma. Y quizás, también os impactesentir que en esa misma época, en otro rincóndel mundo, muy diferente al de Tolstoi, unamujer impulsada por Dios era llevada por ca-minos desconcertantes y maravillosos, en esostiempos turbulentos y en esa época en la quea Alberta le tocó vivir, la segunda mitad dels.XIX y principios del s. XX. Vivir es disponer-nos para acoger que la Realidad se nos da y senos brinda toda entera y aquí, en lo más simpley pequeño, pero así es… y para captarlo no im-porta la época en que nos toque vivir no las cir-cunstancias que nos advengan, pues “a los queaman a Dios todo les sirve para el bien”. Pues

3 DICKENS, C. Historia de dos ciudades. Ed. Bruguera.Barcelona 1984, pg. 7

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bien, esa mujer de la que yo os quiero hablar sellama Alberta Giménez.

Su madre era mallorquina, y su padre unmilitar aragonés, y fue por cosas de destinospor lo que la familia se encontraba en la islacuando ella nació. Vivió hasta los dos años enPollensa, y luego en Palma. De vez en cuandoiban a casa de sus abuelos maternos, en Fela-nitx. Cuando ella tenía ocho años se despla-zaron Menorca, luego se sabe que la familiaviajó a Barcelona y a Huesca, y que cuandoAlberta tenía catorce años, regresaron a Pal-ma, aunque su padre lo hizo un año y pico mástarde por motivos de trabajo. Así, Alberta ibadescubriendo un horizonte que se abría anteella al compartir la vida con su familia, con suhermano Saturnino, nacido dos años más tar-de; en el contacto con dos culturas distintas, lade su padre y la de su madre, y en los cambiosde residencia.

Quien haya vivido alguna vez un cambio decasa, de ciudad, de país, de colegio, de grupode Deportes… quien haya viajado al extran-jero para aprender idiomas, o quien estudie ytrabaje a la vez para pagarse los estudios (enun MacDonalds, dando clases de repaso, la-vando coches, o como muchos de mis alumnos,trabajando en el campo), sabrá que la vida se

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va descubriendo pronto como un tomar y sol-tar, que las cosas cambian mil veces, que cre-cemos. Cuando somos niños, recibimos todo loque nos llega. No preguntamos si la leche quetomamos nos va a sentar bien o mal, ni opi-namos sobre el Colegio al que nos inscriben,ni escogemos nuestra ropa. Nos cuidan, sepreocupan por nosotros, y nosotros entramosen esa cadena de cariño, de cuidados. Pero nopodemos vivir siempre así. Otras veces, niñosy jóvenes se empiezan a preguntar muy prontopor qué les ha tocado vivir circunstancias tandifíciles, y qué harán para salir del atolladero.De pronto, sin saber muy bien cómo ni por qué,empezamos a mirar las cosas que hemos vivi-do siempre, las que hemos hecho siempre, lasque hemos pensado siempre, las que hemoscreído siempre, y necesitamos encontrarles unsentido.

Alberta, cosas de la época, no fue al Cole-gio, pero cuando la familia se instaló en Pal-ma, su padre le buscó un profesor, el maestroFrancisco Civera, que era un vecino y cono-cido de la familia. Él tenía un colegio y eraprofesor de Matemáticas, aunque también do-minaba las otras materias. Se llevaban casi10 años. Francisco volverá a aparecer en lahistoria de Alberta, pero por el momento pode-mos decir que gracias a él Alberta adquirió un

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buen bagaje cultural. Eso es importante, y mássi se tiene en cuenta que en la España del s.XIX había unas tasas muy elevadas de analfa-betismo, cosas que se acentuaba aún más enMallorca4. A lo largo de toda su vida, Albertaestará siempre en disposición de aprender, deampliar sus conocimientos… la veremos escri-biendo poemas y obras de Teatro; se interesa-rá por todos los avances de la Técnica, como elcinematógrafo; creará un Museo de CienciasNaturales…ya lo dice un proverbio chino: “Unviaje de mil kilómetros empieza por poner elpie en el suelo”. Y otro proverbio africano aña-de: “Si quieres llegar lejos, empieza a caminardesde hoy”.

4 VIOLERO ALVAREZ, J. “Contemplativos en la acción.Dejarse conducir hacia la integración espiritual”. Rivistadi ricerca teologica ignaziana 7 (2009) 29-96, pg. 71.

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EL PRIMER AMOR

He keeps the beat of marching feethe keeps the beat so true

E xiste una poesía un poema de diciem-bre de 1950, que Francisco le dedica,parece ser que a raíz de algún regalorecibido de ella. ¿Sería un bordado?

¿Una pluma?... no sabemos, pero sí se lee en-tre líneas que entre Francisco y Alberta hayun “feeling” especial. Revolución hormonal.Cada palabra, cada gesto, cada mirada, todoadquiere un significado único. Existen dos li-bros de divulgación científica, titulados El ce-rebro masculino y El cerebro femenino, de esosque se venden en los aeropuertos, y vienen adecir que, en cuestiones de amor, los seres hu-manos no hemos cambiado demasiado desdeque existimos sobre esta tierra. En todas lasculturas y latitudes, la gente experimenta ese“no sé qué” que hace distinta a la persona quete gusta. Como en esa canción de Juanes, paraun 14 de febrero: “hoy amanecí con ganas deenviarte algo que te guste para regalarte…”.El poema dice así:

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“A ALBERTITA GIMÉNEZ

Gracias mil el alma míate rinde, Alberta, en verdad,por tu fina cortesía,por la pluma que me envíatu dulce y tierna amistad.

El brillo de su hermosuraadmira a cuantos la ven,y a su rica bordadura,y elegante compostura,elogios danse también.

Lindas son todas tus hojas,es bello su pichoncito,sus doradas mariposasno son, no, menos hermosasque tu nombre en ella escrito.

En la pluma, en ese objetoque tu mano trabajó,según dicta mi conceptotu retrato asaz completo,Alberta, descubro yo.

Tu bondad y sencillezen su plata se trasluce,y el oro que en ella lucetu alma es que allí reluceya que tu alma de oro es.

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La paloma simplecillacorona tu nombre allí;y tu candor sin mancilla,como tierna tortolillala inocencia arrulla en ti.

La mariposa mudablepor el aire va volandosus matices ostentando;tú, tu viveza incansabletambién estás demostrando.

Tu retrato son muy bienlos capullo de la pluma,que capullo eres tambiénen do cerradas se venmuchas virtudes en suma.

Quiérate Dios concederla salud en toda edad;y vean tus padres crecertu virtud y tu sabercon tu gran habilidad.

Lo cierto es que pasó el tiempo y que la cosacuajó. Un día, iba de excursión con su amigaAraceli al Santuario de San Salvador de Fela-nitx. Una subida por un camino de tierra y pie-dras, buscando un espacio de silenciamientomás profundo, para meditar, para orar. Trascelebrar la Eucaristía, al regresar, bajando la

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montaña, le dice a su amiga: “Me voy a casar.He tomado la decisión delante de la Virgen”. Yla boda se celebró el 7 de abril de 1860.

Alberta y Francisco se querían. Como mues-tra, un episodio que es ya famoso en su vida.Dicen que un día Francisco llegó a casa mástarde lo normal y que ella atrasó las manecillasdel reloj, para evitar que su marido sufriera porhaber llegado tarde. Es un episodio nada más,y de esta etapa de su vida ella no contó mu-chas cosas, pero sabemos por los testimonioscómo la vivió. Porque a sus alumnas les habla-ría después de cuidar los detalles, de quererse,de los gestos de cariño, de delicadeza. Cambiala época, la cultura, las formas de expresar-se, pero el amor siempre necesita de eso quehace sentir al otro “especial”. Desde luego, enun sentido bastante más hondo que las teleno-velas o que “Corazón, corazón”; en ese sentidoque un día, mucho más tarde, le hizo decir aAlberta lo que en realidad es una síntesis detoda su vida: “labraremos nuestra felicidad amedida que labremos la de los demás”. Porquequien no es capaz de amar, se pierde lo másbonito de la vida.

Y no sólo compartían ese amor, sino que lesunía una misma pasión: educar. Alberta em-pezó dando clases particulares, pero pronto

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abrieron un colegio con dos entradas indepen-dientes, para chicos y para chicas. Y los doseran considerados como excelentes maestros.

Sí, dos personas que se amaban profunda-mente, que compartían la misma fe, la mismapasión por educar, los mismos deseos de for-mar una familia que Dios bendijo con tres niñosy una niña. Existen unos versos en mallorquín,sin fecha, compuestos por Francisco para ella,que dicen mucho de lo que eran el uno para elotro. Traducidos al castellano, suenan así:

“Sabes bien que eres mi prenda,que te amo de corazón,pues de mi hijo eres madrey yo tu esposo soy.Que tu pesar me entristece;tu sonrís gozo me da,y si te veo enfadada,mi pecho en fuego arderá.Bien sabes jamás gozo tantocomo si a mi vera estás,ya sea andando a paseocomo si he de trabajar.Bien sabes que nunca sin tiserá completo mi gozo;que si alguna pena tengo,tu palabra es mi reposo.

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Y, en fin, unidos los dos,lo mismo que carne y hueso,venimos a ser dos almas,como se dice, en un cuerpo.Me dirás, querida mía,¿y qué quieres con todo eso…Lo diré en pocas palabrassi me escuchas un momento.Como hoy es tu cumpleaños,y tus días yo celebro…Dete Dios mucha alegría…Ahí tienes lo que quiero”5.

Y ella, en La Misión de la mujer, escribe:“La misión de la mujer es delicada, noble,santa.La mujer debe embellecer su morada y con-vertirla en mansión de la paz y de la dicha.Debe inspirar al hombre en sus empresas,sostenerle en sus dudas, darle aliento y con-suelo en sus aflicciones”6.

También, podemos vislumbrar algo de loque para ella fueron sus hijos, a través de suescrito Los niños:

5 JUAN, M. Una insigne balear. Tomo I. Gráficas Mira-mar. Palma de Mallorca 1986, pg. 2116 GIMENEZ ADROVER, A. Idem, pg. 827

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“Los niños (…) son los enviados de Dios paraservir de consuelo al mundo (…) Los niñosalegran y regocijan, como regocija y alegrael sol de un hermoso día de primavera”7.

Alberta y Francisco tuvieron cuatro hijos:Bernardo Hemeterio, el 3 de marzo de 1861; Ca-talina Thomás, el 7 de noviembre de 1863; Ber-nardo Cleto, el 26 de abril de 1866 y Alberto, el23 de marzo de 1867. La gestación de una vidaes algo muy profundo, y Alberta la vivió en todasu hondura. Sí, la gestación es la experienciade algo que no existía, la vivencia honda yadentro, como han cantado dos poetas, de que“el amor da a luz”8. No deberían pasarnos poralto esos momentos tan significativos, porque“hay que volver al estadio de la vida, a la ma-dre que se levanta con legañas y lleva al niñoal colegio. Ahí es donde se está produciendo elsentido (…)”9.

Tenía lo que había deseado en lo más pro-fundo de su corazón, y eran una familia feliz.Pero pronto empezarán a dislocarse todos esosplanes.

7 GIMENEZ ADROVER, A. Idem, pg. 825-8278 AYA, A.-MARTIN PORTALES, J.M. El Dios de la per-plejidad. Ed. Herder. Barcelona 201,. pg. 47.9 AYA, A.-MARTIN PORTALES, J.M.. Idem, pg. 107.

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EL DOLOR SACUDE LA VIDA DE ALBERTA

You can mend my broken drumWill it be as good as new

I must play when morning comesIf I don’t what shall I do?

U n amigo que se muere de cáncer. Unafamilia unida que se ve truncada porun accidente. Una enfermedad dege-nerativa…. aquí, donde yo vivo, niños

que mueren cada día de malaria, fiebres tifoi-deas… una esperanza de vida que no alcanzalos 50 años… un revés económico que deja todoun hogar en la miseria… acontecimientos quenos dejan sin palabras, en silencio.

En el caso de Alberta, la enfermedad y lamuerte tocaron muy pronto a su puerta. Su pri-mer hijo, Bernardo Hemeterio, nacido al año si-guiente de la boda, murió de fiebres gástricascuando sólo tenía diecisiete meses.

En 1863 nace su hija Catalina. Un hijo nuncasustituye a otro, y si no que se lo pregunten alos padres que han pasado por esta experien-cia. Hay dolores que no se superan, sino que

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se aprende a vivir con ellos. Con todo, el na-cimiento de esta niña es un consuelo para lapareja pero…

En 1865 toda la familia se encuentra pasan-do las vacaciones de verano en Felanitx. Habíaempezado una epidemia de cólera. El cólera esuna enfermedad erradicada ya en Europa, peroque causó estragos en el s.XIX. Aún hoy azotatodavía a algunas zonas de Asia y a numerosaspartes del continente africano, sobre todo allídonde hay escasez de agua potable y las medi-das higiénicas necesarias, como en los camposde refugiados. La bacteria responsable de estaenfermedad fue descubierta en 1883 por el mé-dico alemán Robert Koch y sin un tratamientoadecuado, la persona puede morir en cuestiónde horas. Además, se propaga muy rápido.

Como la epidemia había empezado en Pal-ma, y no se podían abrir las escuelas ni nada,la familia se quedó en Felanitx. Además, seaconsejaba no regresar a la ciudad. Pero hastaallí llegó la epidemia. Se contagiaron Albertay su hija, y la pequeña murió.

En 1866 nace otro hijo, Bernardo Cleto, quemuere a los dos años de una gastroenteritis.

Y en 1867 nace otro hijo, el pequeño, el únicoque sobrevivirá.

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En 1868 su esposo se pone enfermo. A la pre-ocupación por la enfermedad de Francisco, quese vuelve grave, hay que añadir un panoramaeconómico incierto. Un drama que se repite hoyen tantos lugares del mundo. Se muere tu mari-do o tu mujer, y no te cambian el horario de tra-bajo para que puedas organizarte mejor y estarmás pendiente de los niños, o con el salario nollegas hasta fin de mes… desahucios, reunifi-caciones de familias para salir adelante, cogerla pensión de los abuelos… recortar donde yano se puede porque faltan medios… A fina-les de año, Alberta se presenta a Oposicionespara obtener una plaza de maestra en Palma.Así tendrá un trabajo fijo y un sueldo estable.La plaza era única y la candidatura doble, asíes que se acordó dar la vacante según el ordenalfabético, con lo que la suerte recaía en Alber-ta. Pero la protesta – unidas a hilos e influen-cias de la otra candidata, hizo que se echara asuertes, con lo que le tocó a esta última. Paracompensar, se le ofreció a Alberta la plaza deSóller, que no quiso aceptar, ya que su esposoestaba enfermo y sus padres eran mayores.

En 1869 muere su esposo, Francisco a los 41años. Ella misma vistió y arregló el cadáver.Después, abrió de nuevo su colegio para niñasque había cerrado durante un tiempo para cui-dar de su marido enfermo.

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Los niños que Alberta había llevado en suseno, que había amamantado y visto crecer;los días y las noches compartidas con su espo-so; los sueños de su juventud y los proyectospedagógicos… todo se iba, se iba ¡tan rápido!que casi le debía parecer imposible… pero erareal. Nueve años después de su boda, Albertaera viuda y sólo le quedaba un hijo, y sus pa-dres ya ancianos. A los 32 años, es todo lo quetiene. ¿Todo?

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DOS MÁS DOS NO SON CUATRO…Y DIOS RENACE EN LA PERPLEJIDAD

He keeps the beat inside… Someone has come to mend

his drum,now his heart lights up with

pride

Corre por ahí una historia de A. de Mello quedice así:

“Había una vez un estudiante que nuncallegó a convertirse en un matemático, por-que creía ciegamente en las respuestas queaparecían en las últimas páginas de su tex-to de matemáticas,… y aunque parezca pa-radójico, las respuestas eran correctas”.

En la vida hay situaciones que te ponencontra las cuerdas. Se trata de darle la vueltaal calcetín y de no vivir de respuesta hechas,“standard”, “correctas”. En algunas culturas,llevar la ropa al revés es signo de buena suer-te. Como dijo Blaise Pascal: “el corazón tienerazones que la razón desconoce”. Situaciones

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que nos hunden o de las que salimos fortaleci-dos pero, en cualquier caso, circunstancias queno nos dejan indiferentes.

Este verano, en España, vi una película-do-cumental muy bonita, sobre Chiara Luce Bada-no. Me gustó tanto que la traje y la hemos es-tado trabajando aquí en todas las clases. A loschicos les ha encantado y nos ha dado muchoque pensar y que hablar. Es la historia de unachica italiana, Chiara Luce. Una joven a la quele gustaba el mar, la montaña, la playa, bai-lar, salir con los amigos, leer, divertirse. A los17 años, le detectaron un cáncer de huesos. In-curable. ¿O los imagináis? Una chica a la quele encantaba vivir, y vivir a fondo. Al principiosentía que “no es justo morir a los 17 años”…pero ahondando en ese misterio, descubrió queJesús, que había permitido que quedara inmó-vil, sin poder andar, le había dado alas. Des-cubrió que su vida era para los demás, paratransmitir esa alegría que sentía dentro a mu-chos otros jóvenes. Sí, había nacido en una fa-milia cristiana, y había descubierto que no po-día quedarse indiferente “frente a un mensajetan extraordinario”, como decía ella, el mensa-je del Evangelio. La enfermedad ciertamentela cuestionó, y de esas preguntas, tan difícilespara ella y para su familia, salió fortalecida.Aún pudo celebrar su 19 cumpleaños, y murió

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poco después. Chiara Luce ha sido propuestacomo modelo para todos los jóvenes en las Jor-nadas Mundiales de la Juventud.

O lo que me contó un misionero que ha tra-bajado un montón de años en Madagascar. Es-taba una vez dando catequesis en una cárcel.Tenía, apoyado sobre sus rodillas, a un niñode unos 11 o 12 años. El niño, de pronto, le dijo:“¿Sabes? Estoy muy contento de haber venidoaquí”. El P. Antonio no entendía nada… ¿a unacárcel cutre, sin cama, sin poder comer a veces,sin baños, abandonado de su familia…? Perole preguntó: “¿Y por qué?” Y el niño le contestó:“Porque si no, nunca habría oído las cosas tanmaravillosas que tú nos estás contando”.

Otra historia más. Una religiosa congoleñaque trabaja en la recuperación de mujeres vio-ladas en el Este de nuestro país, me contabala historia de una mujer que había sido viola-da por varios militares, de forma salvaje. Peroquería vivir, y no quería dejarse llevar por esaespiral de odio y violencia. Salida de eea cal-vario, se había decidido a ayudar a otras. Esamujer, que con las otras, en grupo, cantaba:“Estaba muerta, pero ahora vivo…”

Así es como Chiara vio la bendición de Diosen su enfermedad, o como un niño preso pudodescubrir que tenía la mayor suerte del mundo,

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o aquella mujer pudo reaccionar con amor anteel odio y la violencia y sacar de ello la fuerzapara ayudar a otros. Gente que le saca pecho ala vida. Alberta, sin lugar a dudas se preguntómuchas cosas, cientos de cosas, miles de co-sas… ¡hasta se le ocurrió “meterse a monja”!Dicen que en un convento de Salesas. A lo me-jor hoy se le hubiera ocurrido otra cosa, y si esomismo nos pasara a nosotros… encontrarsecon la enfermedad y la muerte es siempre unaexperiencia de tocar fondo. Como para Ignacio,o Francisco de Asís o aquel otro Francisco queal ver el cadáver de la mujer a la que habíaamado exclamó: “No serviré nunca más a señorque se me pueda morir”. En el fondo, preguntaspara las que quizás no había respuesta. Qui-zás se trate tan sólo de vivir a fondo la vida hu-mana, no desde la mente, sino desde un lugarque está más hondo y más adentro. Vivir, comodicen los japoneses, desde el “hara” (el “dantien” en chino), que es como el centro, el cora-zón. Lo cierto es que parecía que todo había sa-lido al revés de lo que ella esperaba. AunqueFrancisco, su esposo, había sido matemático yella misma dominaba esta materia, iba a des-cubrir que dos más dos no son cuatro…

Un día, alguien llama a su puerta. Es el 2de marzo de 1870. Al abrir, se encuentra con elalcalde de Palma y el canónigo don Tomás Ru-

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llán. Resulta que en la ciudad hay un colegio,el Colegio de la Pureza, fundado en 1809 y quepoco a poco se ha ido a pique. Como se trata deun Colegio religioso, al Obispo se le ha ocurri-do pensar en Alberta para hacerse cargo de él.

Me impresionan esos nueves meses quetranscurren entre la muerte de Francisco el 17de junio de 1869 y el día en que Alberta recibeesa visita. El tiempo de otra gestación, en elque ella fue madurando dentro de sí la pérdidade sus hijos y de su esposo, la posibilidad deentrar en un convento de vida contemplativa…esa llamada del Obispo a hacerse cargo de uncolegio en ruinas llegó como una nueva invita-ción, y en ese “según las condiciones, tal vez,yo iría”10 que ella respondió a Don Tomás sedescubre algo del misterio que nos habita, por-que el que podemos decirle que sí a Dios segúnSu Palabra, o por el que preferimos que se cum-plan las nuestras, que tantas veces se quedancortas, pobres y pequeñas. Elegir es arriesgar,y puedes equivocarte, pero si no te mueves, teequivocas seguro.

Hubo algunas conversaciones más. Ella di-ría más tarde que “hay que temer más la preci-pitación que la lentitud”, aunque eso tampoco

10 JUAN. M. Idem, Pg. 233.

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significa que no haya que moverse, porque elque no avanza, retrocede.. Lo que hacía Albertaera escuchar. Sí, Alberta escucha… éste es elsecreto: Aprender a ser oreja, como Momo, laprotagonista de la novela de de Michael Ende.Eso es lo que la hizo auténtica. Simple estar.Permanecer. Aquí y ahora. Viviendo el presen-te. Y cuando a Alberta se le propuso encargar-se del Colegio de La Pureza, ella “vio en estocomo una inspiración de Dios, y se encargó dedicho Colegio”11.

Un mes para resolver algunas cosas. Suhijo Albertito se quedaría a vivir con los abue-los maternos, los padres de Alberta, y éstosse trasladarían de casa para poder estar muycerca del colegio. Porque como siempre habíanvivido con la familia, el niño estaba acostum-brado a ellos y los quería muchísimo. Y luego,todo lo que no está escrito. Los recuerdos, lossentimientos, todo lo que había vivido…

El Principito dijo una vez: “no se ve bien sinocon el corazón. Lo esencial es invisible a losojos”. Y es que verdaderamente había que vercon el corazón para no venirse abajo. Porquecuando finalmente Alberta entró en aquel viejo

11 JUAN, M. Una insigne balear. Tomo I. Gráficas Mira-mar. Palma de Mallorca 1986, pg. 231

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caserón el 23 de abril de 1870, se encontró quehabía pocas alumnas y que cada día eran me-nos, que comían mal, que el edificio era viejo yque se hallaba en mal estado, que había pocasmaestras y ya mayores, que no había dinero,malas lenguas… que aquello era el caos. Porhacer falta, no había ni escobas ni un farol, va-mos, mucho peor que estar sin wifi o sin saldo.Dicen que la primera noche cuando se pusie-ron a cenar, no comieron más que un huevoduro, que doblaron las servilletas y se terminó.Seguro que Alberta se acordaría de las cenasen casa, bastante más entrañables y mejor pre-paradas, como en los anuncios de Nescafé quedicen “vuelve a casa, vuelve, por Navidad”.

Pero ahí se pone Alberta manos a la obra.Y no lo hace sola, porque le gusta contar conla gente. Eso que dijo Desmond Tutu y lo queencarnó Nelson Mandela en la lucha por laeliminación de las barreras raciales en Áfricadel Sur… seamos “ubuntu”, que significa: “Yosoy porque nosotros somos”. Aunque era laépoca del “apartheid” en estas tierras nuestrasdel sur del continente africano, en otro lugardel mundo alguien, Alberta, estaba viviendouna experiencia radicalmente distinta. Quenos necesitamos unos a otros, que no impor-ta ser todo terreno, sino ser en todo terreno.Que no hay que construir barreras, sino puen-

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tes. Que cuando trabajamos en equipo las co-sas que salen mejor. Como algunos de los me-jores goles de Messi. En el Colegio son cinco,cuatro señoras mayores y una colegiala llama-da María Aloy que desde el primer momentoestá dispuesta a echar una mano en todo. Tam-bién, alguna profesora de fuera, contratada. YDon Tomás, el que había ido a llevar el mensa-je de parte del Obispo y que se vio progresiva-mente metido en el “embolado”.

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EL SECRETO

Why children sleepin dreams so deep

there’s a secret he must hide

E n cuestión de un año aquel colegio em-pezó a cobrar vida. Como la antigualeyenda del ave fénix, de la cual secontaba que renacía de sus propias ce-

nizas. Alberta se preocupó en primer lugar dela formación del profesorado, a pesar de las di-ficultades, puesto que en la provincia no exis-tía ninguna escuela para maestras. Tambiénse puso en contacto con otras escuelas de den-tro y fuera de Mallorca, para tomar ideas, paraver cómo otros hacían las cosas… un poco másadelante, enviaría incluso a unas religiosas aFrancia para mejorar sus conocimientos… Enese colegio, había una formación integral, seformaban chicas con una base humana y espi-ritual estupenda. Cada dos por tres, noticias detardes literarias, concursos, progresos, innova-ciones pedagógicas…

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Y en 1872 se pone al frente de la primera Es-cuela Normal de Maestras de Baleares, una es-cuela de Magisterio. Interesante, porque en esemomento casi no hay oportunidades de forma-ción universitaria para la mujer en Mallorca.La llevará durante 40 años, hasta que los ava-tares políticos tan difíciles para España se laquiten de las manos. Algo que ella sabrá leerde una manera muy profunda, porque la graciade la vida está en tomar y soltar, o como ellamisma escribió “en coger las rosas sin herirsecon las espinas”.

Todo esto con una buena dosis de dedica-ción, de esfuerzo, de sacrificio, de preparacióncontinua. Alberta vivía para Dios, y en conse-cuencia, para los demás, porque se trata dedos cosas que no se pueden separar, van en elmismo “pack”, como las ofertas de detergenteo las promociones del supermercado. Albertaescuchaba a las alumnas, las acogía, les dedi-caba tiempo, se preocupaba por todas y cadauna. No en masa, sino una a una. Sabía quededicarse así a los jóvenes era mucho mejorque los castigos y las amenazas. Sabía que loesencial es educar de forma que por sí mismos,los jóvenes rechacen el mal y escojan el bien,que no hagan las cosas porque todo el mundolas hace o porque “donde va Vicente, va la gen-te”, sino porque son personas auténticas, que

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quieren vivir en serio. Le gustaba que se dijerala verdad. Ése era su estilo, y en el fondo, serPureza de María es eso: transparencia, auten-ticidad, verdad.

Las grandes obras tienen comienzos muysimples. Un grupo de madres que se reúnenpara ver cómo mejorar las oportunidades desus hijos con discapacidad psíquica es hoydía AMADIP-ESMENT, una obra de vanguar-dia a favor de la promoción y la integración depersonas con discapacidad; una chica joven,Chiara Lubich, con unas amigas, encerradasen un sótano para protegerse de los bombar-deos durante la II Guerra Mundial, y a las quese les ocurre vivir el deseo de Jesús: la unidadde todos, y que fundan una institución, los Fo-colari, que hoy cuenta con miles de miembros;un papa, ya mayor, Juan XXIII, que un día abreunas ventanas para que “entre aire nuevo” enla Iglesia y convoca un Concilio. Destaco unaque me gusta especialmente, porque nos ha-bla del coraje de otra gran mujer: MargeriteBarankitze. Una mujer ruandesa, llamada “elángel de Ruanda” que, viendo las masacres ensu país, decide empezar un hogar de acogidapara niños que se han quedado sin padres:

“Le llaman “el ángel de Burundi”, aunque eldía en que su vida dio un cambio completoMargueriteBarankitze (“Maggy”) pensó en

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suicidarse. Maggyde etnia tutsi, trabajabade secretaria en el obispadode Ruyigi y ha-bía escondido a algo más de cien hutus queescapaban de las matanzas. Ese día llega-ron las milicias tutsis y, tras maltratarla yacusarla de traidora la ataron a una silla yla obligaron a ver la peor visión de su vida.“Mataron a 72 personas delante de mí. Cu-ando terminó aquella masacre mi oraciónse convirtió en protesta y pregunté a Dios sirealmente Él es amor”. Su vida es un vivoretrato de esta negativa a resignarse ante lacrueldad y la injusticia. Al día siguiente deaquella terrible masacre, tras enterrar a losmuertos, recordó las últimas palabras deuna de las mujeres antes de perecer bajo elmachete: “Maggy, cuida de nuestros hijos”.Aquello le salvó del suicidio. Sin dinero ysin un lugar a dónde ir, recogió a siete trau-matizados niños que habían sobrevividobuscó un techo para ellos; primero, con uncooperante alemán y más tarde con el obis-po de su diócesis. Se corrió la voz, y cientosde huérfanos niños –hutus y tutsis- siguie-ron llegando en busca de protección mi-entras la guerra se recrudecía en Burundi.“A los cuatro años tenía a 4.000 niños a micuidado, y a los 10 años una multitud enor-

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me. Durante este tiempo más de 30.000 niñoshan pasado por nuestra obra”. Maggy reci-bió el Premio a la Fraternidad 2008 que con-cede la revista Mundo Negro. Su testimonioconmovió a las personas que la escucharon.Sin embargo, recalcó que no venía a contar“las miserias de África. Dejad de llorar porlos africanos, nosotros tenemos que dejar deser víctimas eternas”12.

Para Alberta, el secreto fue éste, el que ellamisma confesó: “solía decir que fue Dios quienla llevó a la Pureza”13. Volvemos a leer entrelas líneas lo que ya hemos dicho alguna vez yque es el núcleo de su vida: acoger a Dios en elaquí y ahora. Escoger unas circunstancias ex-ternas u otras no depende de nosotros, pero síel amor con que las vivimos.

12 Extracto del documento “Cuarenta días con los últi-mos. Lunes, 27 de febrero de 2012”.13 JUAN, M. Idem, pg. 242.

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UNA IDEA

E l colegio en marcha… y dentro de Al-berta está surgiendo una idea. Por su-puesto, no podía tratarse de una ideapreconcebida porque… ella había so-

ñado con formar una familia junto a Francisco,con ser una buena madre de sus hijos, y a lavez en ser pedagoga, educadora. Pero ya he-mos visto cómo, en nueve años de matrimonio,pierde a su marido y a tres de sus hijos, y quese pone al frente de un colegio en ruinas poruna llamada del Obispo… o mejor dicho, deDios a través del Obispo.

De llamada en llamada, la pregunta “¿Quéquerrá Dios?”14 aparece directamente en suscartas, e indirectamente en todo lo que le vasucediendo. Me gusta mucho una frase queaparece en uno de esos libros “gordos” escritossobre ella: “Alberta se dejaba conducir senci-llamente por Él, al hilo de los acontecimien-

14 JUAN, M. Una insigne balear. Tomo II. Gráficas Mira-mar. Palma de Mallorca 1986, pg. 1268

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tos”15. Es eso que expresó Gandhi (1869-1948),líder indio que jugó un papel fundamental enla independencia de su país. Él combatió ladiscriminación racial a través de la no-violen-cia, la sabiduría y la tolerancia, y se llamabaa sí mismo “soldado de la paz”16. De la épocade Alberta pero en un lugar muy diferente delmundo, Gandhi intuyó la misma idea con estaprofundidad:

“En el mundo ha habido siempre seres hu-manos que han asegurado hablar en nom-bre de la Voz interior. Y sus actividades nohan hecho ningún daño al mundo. Antes deser capaces de poder escuchar esa Voz, hayque pasar por un largo y muy severo apren-dizaje y, cuando es la Voz interior la que ha-bla, es inconfundible (…)

La voz de Dios se ha hecho cada vez másaudible a medida que los años han ido pa-sando. Dios nunca me ha abandonado. Nisiquiera en los momentos más oscuros. Diosme ha salvado muchas veces de mí mismoy no me ha dejado ni una pizca de indepen-

15 JUAN, M. Idem, pg. 126816 Discurso pronunciado por Mahatma Gandhi en Gine-bra (Suiza), el 10 de diciembre de 1931, y escuchado enversión inglesa en la enciclopedia digital Encarta Junior2009 en versión francesa.

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dencia. Cuanto mayor ha sido mi entrega aDios, tanto mayor ha sido mi alegría (…)

Para mí, la voz de Dios, de la conciencia, dela verdad, la Voz interior o “la silenciosa ysuave Voz” significan una única e idénticacosa (…)

La escucha de la Voz estuvo precedida poruna lucha terrible dentro de mí. De pronto,la Voz me habló. Escuché, me cercioré deque era la Voz, y la lucha cesó. Me quedé enpaz (…)”17

Había algo más que quería Dios y en me-dio de todos esos acontecimientos que consti-tuyen la nueva vida de Alberta, le brota desdelo más profundo una intuición genial. Estamosya en 1874, y Alberta lleva ya cuatro años enel timón de ese nuevo barco, el Colegio de LaPureza. Alberta funda y comienza una congre-gación religiosa. No es un grupo que se cons-tituye y que luego decide hacer algo, sino queesa comunidad nace en el corazón mismo delColegio. Una Comunidad que nace de y parala misión, un grupo de hermanas con el deseode acercar los niños y los jóvenes a Jesús, de no

17 Citado en MELLONI. J. Vislumbres de lo real. Religio-nes y revelación. Ed. Herder. Barcelona 2007, pg. 201

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dejar a ninguno de ellos en los márgenes, enlas orillas de la vida. Son preciosas las cartasque escribe a las jóvenes aspirantes, a las chi-cas que pronto quieren unirse y formar partede ese grupo.

Pasa el tiempo, y con él las alegrías y laspenas, las dificultades sociales y políticas queson el preanuncio de la Guerra Civil… muerensus padres, primero su padre y luego su madre.Crece su hijo Alberto, que se casa y forma unafamilia, pero enferma y muere en 1908, dejandouna joven viuda y tres niños pequeños, de nue-ve, siete y cinco años. A raíz de esta circunstan-cia, su nieta Pilar viajó a Mallorca para estu-diar como interna en el colegio de su abuela. Yde viejecita, escribe cartas a su nieto, duranteel servicio militar… La vida transcurre, y Al-berta se preocupa de sus hermanas, del polloque hay que meter en el horno, de contestar lacorrespondencia, de felicitar por un cumplea-ños, de organizar una fiesta, de cuidar a las en-fermas, de preparar bien sus clases, de acogera la gente que llega de viaje… Alberta vive alritmo de Dios, que es el ritmo de los aconteci-mientos, cuando aprendemos a leerle en ellos.

Alberta muere el 21 de diciembre de 1922,pero su obra sigue. Ese pequeño grupo seráreconocido por la Iglesia, e irá creciendo y cre-

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ciendo, ya en su vida, expandiéndose más alláde las fronteras de la ciudad de Palma, de laisla de Mallorca, de España, de Europa… conti-núa hacia América. En colegios grandes y tam-bién en zonas marginales, ahí “donde terminael asfalto”. Acudiendo a sanar la pobreza ma-terial y la espiritual, ayudando a los jóvenes acrecer y a ser los protagonistas de su propio de-sarrollo. Y hacia África, primero en la R.D. delCongo y desde octubre de 2011 en Camerún.Ahí, a un pequeño lugar llamado Ngovayanghan llegado nuestras misioneras, para vivir yeducar entre los badyeli, grupo pigmeo margi-nalizado en el país. Entre montañas, en plenaselva, educando y compartiendo, corazón concorazón, latido con latido. Porque el amor notiene fronteras, ni color, ni raza. Así, sintiendolas necesidades de nuestro mundo en comu-nión profunda con Jesús18.

18 Constituciones Religiosas Pureza de María, nº 43 y 44.

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TO BE CONTINUED…

S i La Pureza nació dentro de un colegio,mi admiración por la Madre ha creci-do, por decirlo así, dentro de casa. Alir entrando en la vida religiosa, al vi-

vir el día a día de un colegio y sobre todo, enesta experiencia intensa, experiencia de vidaal desnudo que es África (o este pequeño rin-cón de su corazón que es Kanzenze), he ido in-teresándome más y más por la vida, las cartas,el contexto histórico, los escritos, las vicisitu-des… de esta mujer increíble que es AlbertaGiménez. Porque ella es, sin lugar a dudas,ejemplo de amor y de servicio a la Iglesia yporque ella nos ha trazado un camino que em-pezó como una pequeña semilla pero que aho-ra es ya como un baobab.

Este libro ha nacido en medio del canto delos pájaros; la Eucaristía diaria a las 6 de lamañana; las jornadas en el colegio entre cla-ses, alumnos, recibir a familias, organizar exá-menes, correcciones, entregas de notas; losproyectos de Cooperación; en fin, las peque-ñas cosas que constituyen la vida misionera en

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nuestro poblado, las realidades sencillas de lavida y ésas que nos sacuden por dentro, comoel sufrimiento de la gente, la inestabilidad po-lítica… Y así es como esos “libros gordos” ytodo lo demás que sobre ella se ha escrito se havuelto totalmente familiar para mí, y su vida seva engarzando de una manera misteriosa conla mía.

Hemos llegado al final y nos despedimos.Pero quedan muchísimas cosas sobre Albertaen el tintero, porque hay otros muchos libros,y otras historias que no están recogidas enninguna parte, pero que nos hemos ido trans-mitiendo como un tesoro. Historias sobre ellae historias de quienes han venido después.Como la de la H. Isabel Gelabert que nos con-taba cómo Madre Alberta se subía a los an-damios para ver la evolución de las obras delColegio de Manacor. Como las hermanas de lacomunidad de Roma que durante la II GuerraMundial escondieron a una familia judía y lasalvaron del Holocausto; después de la Guerra,en agradecimiento, aquella mujer judía iba lossábados al convento a depositar un ramo deflores a la Virgen. O la historia de cómo llega-mos a África en 1975. O la de nuestros amigosmusulmanes de Kolwezi (la ciudad más cer-cana a nuestra Misión) que nos ayudan conpequeños proyectos para nuestro hospital de

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Kanzenze, que es católico. Historias todavía sinnarrar de niños y jóvenes que nos esperan, queos esperan, porque en el mundo algo se queda-ra sin hacer si tú no lo haces.

“To be continued” era la frase que solíarepetir una alumna mía de Secundaria en Es-paña cuando acabábamos la clase. La mismaidea que me transmitió mi padre cuando entréen el Noviciado; me había despedido ya deellos y estaba en mi habitación deshaciendo lamaleta… entre la ropa noté algo duro. Era unlibro, que él me había dedicado. En la primerapágina, un escrito al parecer de S. Agustín, quedecía:

“Dichosos los que buscan como quienes yahan encontrado, dichosos los que encuen-tran como quienes aún han de buscar, por-que está escrito que el hombre que ha aca-bado no ha hecho sino comenzar”.

Siento que lo que recibimos como don no nospertenece, es para todos, y por eso he queridosentarme a escribir y contaros un poco cómo laveo yo. Unas pinceladas para 85 años de unavida fecunda.

No es mucho, pero si os deja con ganas de irmás hondo y más adentro en el conocimientode Alberta Giménez, ¡misión cumplida!