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Siglo nuevo
opinión
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Olga de JuambelzAr
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Antonieta fue una mujer atormen-tada, pero logró sacar adelante a muchísimos artistas de su época.
Su casa, fortuna y aliciente, los dio para lo-grar un gran número de pintores, escul-tores, en fi n, grandes artistas que llegaron a serlo gracias a su ayuda.
Ella se enamoró perdidamente de un pintor que era homosexual, se llamaba Manuel Rodríguez Lozano. No quiso nun-ca comprenderlo, le mandó muchísimas cartas hablándole abiertamente de su amor (hay un libro de estas cartas), todas muy bien escritas, algunas son un poema.
Ella se casó con un norteamericano y tuvo un hijo al que también adoró, pero al divorciarse, el marido se lo quitó alegan-do su mala conducta; este hecho acrecen-tó sus dolores.
Siguió su vida de mecenas y pasó he- chos terribles durante la Revolución Me-xicana. Estuvo escondida en los sótanos de su casa por mucho tiempo, mal comien-do y mal viviendo, porque los revolucio-narios se apropiaban de las casas y mu-chas veces mataban a sus dueños.
Después conoció a José Vasconcelos, político, escritor y fi lósofo (Oaxaca, 1882 –México 1959); éste fue un idealista y posi-blemente uno de los hombres más cultos y pensantes de esa época. Con la ayuda de Antonieta, Vasconcelos se lanzó para Presidente de México, ella lo acompañó en su campaña y solventó todos los gas-
UNA VIDA TORMENTOSA
Antonieta Rivas Mercado
tos, pero por desgracia perdió. Para Anto-nieta fue como perder su último ideal. Sola, sin el amor de su pintor y de su hijo, su vida se volvió un verdadero desastre.
No pudo vivir ya con tanta frustración. Sus grandes amores lejos de ella, sin es-peranza alguna de tenerlos, su trabajo de formar artistas estaba hecho y su decep-ción mayor fue no poder hacer que uno de los mejores hombres de México llegara a la Presidencia. Todos estos acontecimien-
tos la nulifi caron ante ella misma.Así, sin nada en su haber, se fue sola a
París, Francia. Caminó por sus hermosas calles, volvió a ver todo el arte que tanto amó y lentamente se dirigió a la Catedral de Notre Dame y ahí se dio un balazo en la sien.
Se tuvo que exorcizar la iglesia por es-te suceso. Y así acaba la vida de esta mu-jer enloquecida, cuyo dolor pudo más que su razón. §
Sola, sin el amor de su pintor
y de su hijo, su vida se volvió
un verdadero desastre