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Compendio de Teología, I, I, c. 15 («Es necesario confesar que Dios es Uno»). 29. Aquello por lo que una esencia común se individúa es imposible que convenga a varios individuos. Y, así, aunque haya muchos hombres, tal hombre determinado es imposible que no sea uno. Luego, si una esencia se individualizase por sí misma, y no por otra cosa, sería imposible que conviniese a muchos individuos. La esencia divina se individualiza por sí misma; porque, en Dios, la esencia y la individualidad (quod est) no son diferentes, puesto que ―como ya hemos probado (capítulo 10) 1 Dios es su propia esencia. Luego es imposible que haya más de un solo y único Dios. 30. Aún podemos aducir otra prueba. Una forma cualquiera puede multiplicarse de dos maneras: o por las diferencias que contiene, como forma general, a la manera que el color se multiplica por sus diversas especies; o por el sujeto que contiene las diferencias, como, por ejemplo, la blancura. Por consiguiente, toda forma que no pudiera multiplicarse por sus diferencias, si no existiese como forma en un sujeto, sería imposible que fuera capaz de multiplicidad; como, por ejemplo, la blancura, que no podría ser más que una si existiera sin sujeto. Como la esencia de Dios es su mismo ser que no puede admitir diferencias, según se ha probado (caps. 11 y 13) 2 ; y como el ser divino es una especie de forma subsistente por sí misma, por razón de que Dios es su mismo ser, es imposible que la esencia divina sea más de una sola. Luego es también imposible que haya muchos dioses. 1 «La esencia de una cosa es lo que significa su definición, de modo que la cosa definida y su definición se identifican, a no ser que la cosa contenga accidentalmente algo que no corresponda a la definición, como la blancura que puede encontrarse en el hombre sin afectar a su definición de animal mortal y racional. De ahí que un animal racional y mortal sea lo mismo que un hombre, pero no es lo mismo que un hombre blanco, en cuanto blanco. En un ser en que no pueden hallarse dos cosas, una de las cuales sea esencial y otra accidental, es necesario que su esencia sea idéntica a él de la manera más absoluta. En Dios, que es simple según hemos visto (cap. 9), no puede haber dos cosas que sean una esencial y otra accidental; luego es necesario que su esencia sea absoluta e idénticamente la misma que Él. 2 Es, además, necesario, que la esencia de Dios no se distinga de su ser. Cuando en una cosa la esencia se distingue (realmente) del ser, hay algo que es «lo que es» y algo «por lo que es»; pues por su ser se dice que algo existe, y por su esencia se dice que una cosa es tal cosa. Por consiguiente, la definición, que expresa la esencia de una cosa, manifiesta qué es una cosa. Sin embargo, en Dios no hay distinción entre «lo que es» y «por lo que es», porque en Él no hay composición, según se ha demostrado (capítulo 9). Luego su esencia no se distingue de su ser.

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Compendio de Teología, I, I, c. 15 («Es necesario confesar que Dios es Uno»).

29. Aquello por lo que una esencia común se individúa es imposible que convenga a varios indi -viduos. Y, así, aunque haya muchos hombres, tal hombre determinado es imposible que no sea uno. Luego, si una esencia se individualizase por sí misma, y no por otra cosa, sería imposible que conviniese a muchos individuos. La esencia divina se individualiza por sí misma; porque, en Dios, la esencia y la individualidad (quod est) no son diferentes, puesto que ―como ya hemos probado (capítulo 10)1― Dios es su propia esencia. Luego es imposible que haya más de un solo y único Dios.

30. Aún podemos aducir otra prueba. Una forma cualquiera puede multiplicarse de dos maneras: o por las diferencias que contiene, como forma general, a la manera que el color se multiplica por sus diversas especies; o por el sujeto que contiene las diferencias, como, por ejemplo, la blancura. Por consiguiente, toda forma que no pudiera multiplicarse por sus diferencias, si no existiese como forma en un sujeto, sería imposible que fuera capaz de multiplicidad; como, por ejemplo, la blancura, que no podría ser más que una si existiera sin sujeto. Como la esencia de Dios es su mismo ser que no puede admitir diferencias, según se ha probado (caps. 11 y 13)2; y como el ser divino es una especie de forma subsistente por sí misma, por razón de que Dios es su mismo ser, es imposible que la esencia divina sea más de una sola. Luego es también imposible que haya muchos dioses.

Suma Teológica, I, q.11 a.3

Solución. Hay que decir: Dios es uno. Se demuestra de tres maneras.

1) Primera, por su simplicidad. Es evidente que aquello por lo cual algo es esta cosa, de ningún modo es transmisible a muchos. Ejemplo: Aquello por lo que Sócrates es hombre, se puede decir de muchos; pero aquello por lo que es este hombre, solo se puede decir de uno. Si aquello por lo que Sócrates es hombre fuera también aquello por lo que es este hombre, así como no puede ha-ber muchos Sócrates, así tampoco podría haber muchos hombres. Esto es lo que le corresponde a Dios, pues el mismo Dios es su naturaleza, como quedó demostrado (q.3 a.3). Por lo cual dios y este Dios son el mismo. Así, pues, resulta imposible que haya muchos Dioses.

2) Segunda, por la infinitud de su perfección. Quedó demostrado (q.4 a.2) que Dios contiene en sí mismo toda la perfección del ser. Si hubiera muchos dioses, entre ellos debería haber diferen-cia. Algo le correspondería a uno que no tendría otro. Y si este algo fuese la privación, no sería absolutamente perfecto. Y si este algo fuese la perfección, a otro le faltaría. Luego es imposible que haya muchos dioses. De ahí que los antiguos filósofos, impulsados por esta misma verdad, al establecer un principio infinito, establecieron un solo principio.

1 «La esencia de una cosa es lo que significa su definición, de modo que la cosa definida y su definición se identifican, a no ser que la cosa contenga accidentalmente algo que no corresponda a la definición, como la blancura que puede en-contrarse en el hombre sin afectar a su definición de animal mortal y racional. De ahí que un animal racional y mortal sea lo mismo que un hombre, pero no es lo mismo que un hombre blanco, en cuanto blanco. En un ser en que no pue-den hallarse dos cosas, una de las cuales sea esencial y otra accidental, es necesario que su esencia sea idéntica a él de la manera más absoluta. En Dios, que es simple según hemos visto (cap. 9), no puede haber dos cosas que sean una es -encial y otra accidental; luego es necesario que su esencia sea absoluta e idénticamente la misma que Él.2 Es, además, necesario, que la esencia de Dios no se distinga de su ser. Cuando en una cosa la esencia se distingue (realmente) del ser, hay algo que es «lo que es» y algo «por lo que es»; pues por su ser se dice que algo existe, y por su esencia se dice que una cosa es tal cosa. Por consiguiente, la definición, que expresa la esencia de una cosa, manifiesta qué es una cosa. Sin embargo, en Dios no hay distinción entre «lo que es» y «por lo que es», porque en Él no hay com-posición, según se ha demostrado (capítulo 9). Luego su esencia no se distingue de su ser.