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USOS AMOROSOS DE LA POSGUERRA ESPAÑOLA

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Page 1: USOS AMOROSOS DE LA POSGUERRA ESPAÑOLA

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USOS AMOROSOS DE LA POSGUERRA ESPAÑOLA

CARMEN MARTÍN GAITEANOTACIONES PARA LA VALORACIÓN CRÍTICA

ANA R.C.

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NOTA: DEBES REALIZAR TU PROPIA VALORACIÓN CRÍTICA, LO DE ABAJO ES SOLO UNA AYUDA

Carmen Martín Gaite (1925-2000) es considerada una de las principales representantes de la generación de narradores de la posguerra española, (citar alguna característica que convenga) junto con Ignacio Aldecoa y Rafael Sánchez Ferlosio, quien fuera su esposo. Cosechó varios galardones importantes a lo largo de su vida, tales como el premio Nadal con su obra Entrevisillos, el premio Nacional de Literatura, el Premio Príncipe de Asturias etc. Por la obra que nos ocupa, publicada en 1987, ganó el Premio Anagrama de Ensayo.

Se trata de una obra ensayística muy bien documentada; acude a diversas fuentes que aparecen tras cada uno de los nueve capítulos de que consta la obra, tales como revistas, consultorios sentimentales, discursos políticos etc. Está escrita con un estilo directo, sencillo, ameno y en ocasiones humorístico e incluso informal. La subjetividad está presente en todo momento ya que su autora nos hace partícipes de su opinión sobre los diversos asuntos que se tratan en la obra, bien de una manera abierta o bien con entrecomillando algunas expresiones o poniéndolas entre paréntesis que invitan al lector a extraer sus propia conclusiones y a reflexionar sobre los cambios en las costumbres o la permanencia de determinadas formas de actuar.

Carmen Martín Gaite pasa de puntillas por algunos de los graves problemas de la sociedad de la posguerra, como el dolor, la miseria , la prostitución ( solo lo trata en una docena de páginas en el capítulo V) para hacer un retrato más o menos amable de la forma de actuar de hombres y mujeres de los años 40 y 50 con respecto a sus relaciones sociales y sobre todo amorosas.

Las consignas políticas y normas morales dictadas por la Iglesia, por el franquismo y por otros movimientos ideológicos afines como la sección femenina de la Fe de las Jons, dirigida por Pilar Primo de Rivera condiciona la forma de actuar de la mujer, cuya meta debe ser la de convertirse en la perfecta ama de casa, sacrificada esposa y madre ejemplar, considerándose un fracaso el hecho de permanecer soltera ( “solterona” en palabras de la autora) , excepto en dos ocasiones: optar por la vocación religiosa e ingresar en un convento o el hecho de permanecer fiel al novio “muerto” y ser “la novia eterna” comportándose como una auténtica viuda.

Frente a estos modelos perfectamente aceptados por la sociedad, aparecen las chicas “topolino”, pertenecientes a clases sociales altas que buscan la distinción del resto en su forma de vestir y en determinados comportamientos considerados como frívolos desde

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revistas y consultorios sentimentales; no obstante, estas mujeres son aceptadas por la sociedad y su meta es igualmente el matrimonio.

La educación de las señoritas solía correr a cargo de monjas y sobre todo se primaba una educación que condujera a la mujer a convertirse en ama de casa, madres y esposas hacendosas. Esta educación se veía reforzada en casa por parte de las madres que imponían una educación sexista a sus hijos. La mujer debía “doctorarse” en cocina, costura, arreglo personal etc. Las lecturas y juegos preferidos eran las novelas rosas y las muñecas; ambas aficiones adentraban a la mujer en un mundo idealizado que chocaba en muchas ocasiones con la realidad del noviazgo y del matrimonio posterior.

Existen también las de los extrarradios de las ciudades, la de los “ desmontes” en palabras de la autora, pertenecientes a la clase menos favorecida de la sociedad y en la que los estragos de la guerra se hacen más patentes: miseria, hacinamiento y prostitución encubierta. El régimen sabe de su existencia y crea el Patronato de protección a la mujer para amparar a las “víctimas del vicio”, pero finalmente cierra los ojos y las ignora.

Gracias a ellas el hombre de posguerra se inicia en muchas ocasiones en el sexo. Del hombre se requiere una preparación “previa” antes de casarse frente a la mujer que debe llegar virgen al matrimonio. En esta sociedad al hombre le está permitido acceder al “amor fácil” en las llamadas “Casas de tolerancia”, pero debe distinguir perfectamente entre amor y sexo, de manera que el matrimonio con este tipo de mujeres estaba muy mal visto. Al hombre se le exigía casarse con una señorita del gusto de la sociedad y de su madre, quien jugaba un papel importantísimo en el fututo de su hijo o de su hija, ya que decidía en última instancia si el hombre o la mujer eran adecuados para el matrimonio con su hijo/a , tras pasar, eso sí, un largo noviazgo. La educación de los chicos, se hacía en colegios masculinos, normalmente regidos por frailes. Las lecturas de la época ( Flechas y Pelayos, El guerrero del antifaz, etc.) tenían un espíritu moralizador y contribuían a forjar en el chico un espíritu heroico por el que debía estar en constante lucha contra los enemigos de la patria y reservar su corazón para las mujeres virtuosas y decentes, no cayendo en la tentación de sucumbir a los encantos de las mujeres casquivanas. Por supuesto, la educación sexual no existía y la inclinación homosexual debía silenciarse.

Tras la lectura puede decirse que el lector obtiene una visión general de las costumbres de esa época, pues trata temas diversos (citar) algunos totalmente caducos y fuera de lugar desde nuestra perspectiva del siglo XXI, mientras que otros siguen estando presentes (citar)