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8/16/2019 Vida Religiosa, en el centro, en primera línea (Peloso FDP). Don Orione.pdf http://slidepdf.com/reader/full/vida-religiosa-en-el-centro-en-primera-linea-peloso-fdp-don-orionepdf 1/5 LA VIDA RELIGIOSA: EN EL CENTRO, EN PRIMERA LINEA Don Flavio Peloso, FDP Superior General En mi anterior carta circular "Somos hijos de un santo: ¡adelante!" hacía observar como la canonización de Don Orione ha contribuido a elevar la consideración y la responsabilidad por nuestra vocación que encarna la santidad de Don Orione, sus intuiciones, sus valores, sus ideales. Ahora, en esta carta, querría decir una palabra que motive la consideración y la ale- gría por la vida religiosa que hemos abrazado y por la que, principalmente - no exclusiva- mente -, en la Familia Orionina es vivido y transmitido el carisma de Don Orione.  Del énfasis del pasado sobre la vida religiosa como "estado de perfección" y "vía mejor” y cosas parecidas, se ha pasado hoy a una difusa baja de su consideración como vía de santi- dad y apostolado en la Iglesia. Alguien argumenta de prisa: ha pasado la época de la vida re- ligiosa; es la hora de los movimientos. Alguien más cree que la vida religiosa sería una ano- malía pastoral que superar en favor de la estructura eclesial centrada sobre la parroquia y la diócesis. Las dificultades interiores a la vida religiosa no faltan y son conocidas: el aburgue- samiento invasor de la vida comunitaria; la pérdida de la savia contemplativa en favor de prácticas espirituales de rutina o fervores espiritualistas desencarnados o de un activismo meramente secular; el peso enorme de las obras que va en contra de la creatividad misionera y a caritativa; el envejecimiento de los miembros en muchas naciones; la adaptación condes- cendiente a las formas de vida de la modernidad consumista y hedonista, también en los paí- ses pobres; el individualismo creciente con una connotación narcisista y virtual; y otras.  Se habla de crisis de identidad de la vida consagrada. Se buscan nuevos modelos (con- sagración ad tempos, convivencias mixtas de consagrados/as, laico, casados, etcétera.) Pare- ce que hoy la vida religiosa queda "comprimida" entre dinámicas de los movimientos caris- máticos o base y vida de las parroquias.  ¿Cuál es el "sitio" de la vida religiosa en el actual contexto de la Iglesia? La respuesta no puede venir sólo del interrogarnos sobre nuestra identidad, sino poniéndonos en relación con la Iglesia y el mundo. Me parece que se pueden individuar hoy dos indicaciones sobre el "si- tio" de la vida religiosa. EN EL CENTRO La vida religiosa, hoy, está más que nunca "en el centro" del camino de la Iglesia. No es una afirmación enfática, de importancia, pero expresa la conciencia de la "posición" propia de la vida religiosa en el camino del pueblo de Dios. Sabemos todos que hoy - también en políti- ca - el "centro" tiene un vida difícil, porque parece no tener una propia identidad fuerte, bien definida, parece oscilar continuamente entre "derecha" y "izquierda." En la Iglesia, hay hoy tres principales componentes protagonistas: las instituciones, (centrales, diocesanas, parroquiales y las estructuras con ellas conectadas), los movimientos que expresan los carismas eclesiales con mucha espontaneidad y poca institucionalización y la vida consagrada, (religiosa y secular, activa y contemplativa), que incluye en si misma sea carismas, sea instituciones.  1

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LA VIDA RELIGIOSA:

EN EL CENTRO, EN PRIMERA LINEA

Don Flavio Peloso, FDP

Superior General

En mi anterior carta circular "Somos hijos de un santo: ¡adelante!"  hacía observar comola canonización de Don Orione ha contribuido a elevar la consideración y la responsabilidad

por nuestra vocación que encarna la santidad de Don Orione, sus intuiciones, sus valores, susideales. Ahora, en esta carta, querría decir una palabra que motive la consideración y la ale-gría por la vida religiosa que hemos abrazado y por la que, principalmente - no exclusiva-mente -, en la Familia Orionina es vivido y transmitido el carisma de Don Orione. 

Del énfasis del pasado sobre la vida religiosa como "estado de perfección" y "vía mejor”

y cosas parecidas, se ha pasado hoy a una difusa baja de su consideración como vía de santi-

dad y apostolado en la Iglesia. Alguien argumenta de prisa: ha pasado la época de la vida re-ligiosa; es la hora de los movimientos. Alguien más cree que la vida religiosa sería una ano-malía pastoral que superar en favor de la estructura eclesial centrada sobre la parroquia y la

diócesis. Las dificultades interiores a la vida religiosa no faltan y son conocidas: el aburgue-samiento invasor de la vida comunitaria; la pérdida de la savia contemplativa en favor deprácticas espirituales de rutina o fervores espiritualistas desencarnados o de un activismo

meramente secular; el peso enorme de las obras que va en contra de la creatividad misioneray a caritativa; el envejecimiento de los miembros en muchas naciones; la adaptación condes-cendiente a las formas de vida de la modernidad consumista y hedonista, también en los paí-

ses pobres; el individualismo creciente con una connotación narcisista y virtual; y otras. 

Se habla de crisis de identidad de la vida consagrada. Se buscan nuevos modelos (con-

sagración ad tempos, convivencias mixtas de consagrados/as, laico, casados, etcétera.) Pare-ce que hoy la vida religiosa queda "comprimida" entre dinámicas de los movimientos caris-máticos o base y vida de las parroquias. 

¿Cuál es el "sitio" de la vida religiosa en el actual contexto de la Iglesia? La respuesta no

puede venir sólo del interrogarnos sobre nuestra identidad, sino poniéndonos en relación conla Iglesia y el mundo. Me parece que se pueden individuar hoy dos indicaciones sobre el "si-tio" de la vida religiosa. 

EN EL CENTRO 

La vida religiosa, hoy, está más que nunca "en el centro" del camino de la Iglesia. No esuna afirmación enfática, de importancia, pero expresa la conciencia de la "posición" propia de

la vida religiosa en el camino del pueblo de Dios. Sabemos todos que hoy - también en políti-ca - el "centro" tiene un vida difícil, porque parece no tener una propia identidad fuerte, biendefinida, parece oscilar continuamente entre "derecha" y "izquierda." 

En la Iglesia, hay hoy tres principales componentes protagonistas: las instituciones,

(centrales, diocesanas, parroquiales y las estructuras con ellas conectadas), los movimientos

que expresan los carismas eclesiales con mucha espontaneidad y poca institucionalización yla vida consagrada, (religiosa y secular, activa y contemplativa), que incluye en si misma seacarismas, sea instituciones. 

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Diciendo que la vida religiosa está "en el centro" quiero reconocer que ella constituye unempalme de gran tradición entre las expresiones institucionales y aquellas carismáticas de la

Iglesia. Mantener el equilibrio entre carisma e institución, entre soluciones proféticas y co-munión institucional es el papel que ha tenido siempre la vida religiosa. Hoy es llamada adesarrollarlo con nuevas necesidades y posibilidades. 

El documento Vita consecrata, que constituye el "magna charta" de la comprensión teo-lógica, espiritual y pastoral de la vida consagrada hoy en la Iglesia, afirma explícitamente:"Para presentar a la humanidad de hoy su verdadero rostro, la Iglesia tiene urgente necesi-dad de comunidades fraternas"[3]. Y luego explica: "A las personas consagradas se les pideser verdaderamente expertas en comunión y practicar la espiritualidad… En los fundadores

y en las fundadoras 'aparece siempre vivo el sentido de la Iglesia', que se manifiesta en laplena participación en la vida eclesial en todas sus dimensiones y en la inmediata obedienciaa los Pastores, especialmente al Romano Pontífice"[4]. Reconociendo la naturaleza carismática

de la vida consagrada, el documento observa que ella "en el cuadro de la misión profética de

todo los bautizados, se califica generalmente por tareas de especial colaboración con el orden jerárquico. De este modo, con la riqueza de sus carismas ellos dan una específica contribu-ción, porque la Iglesia realiza cada vez más profundamente su naturaleza de sacramento "de

la íntima unión con Dios y de la unidad de todo el género humano." [5]

Entonces, la vida religiosa es colocada entre carisma e institución. No ha sido nunca unaposición fácil, estar "en el centro", hoy lo es menos. Sin embargo, si estuviera en su sitio, "enel centro", la vida religiosa resultará muy importante y útil para el bien-estar de la Iglesia alprincipio del Tercer milenio, en una época que por sus fuertes cambios pregunta busca equi-

librio entre dinámicas institucionales y carismáticas. 

Cuánto problemas han nacido cuando este equilibrio ha sido perdido en favor de la hi-pertrofia de las instituciones o la improvisación carismática. La respuesta a las grandes crisisde la Iglesia ha venido, en muchos casos, de santos y órdenes religiosas que reequilibraban

instancias carismáticas centrifugadoras dentro de una dinámica de comunión con el cuerpoeclesial estructurado institucionalmente[6]. 

Entonces, queridos Cofrades, quiero decir que aquello que es presentado a veces como"debilidad" de la vida consagrada - el ser demasiado institucionalizada, según quien tienesensibilidad más carismática o el ser demasiado carismática, según quien tiene visión más

institucional - es en cambio su punto de fuerza , de creatividad para la cohesión y la vitalidad

de la vida de la Iglesia. Aquí tenemos que colocarnos con nuestras elecciones, aunque la sín-tesis entre institución y carisma nos hace inciertos y oscilantes porque hay que buscarla y

evaluarla continuamente. 

El Capítulo general ha recogido y expresado esta búsqueda de equilibrio y nos ha pedi-do de cultivarlo con opciones personales, comunitarias y apostólicas. "En fuerza del carisma,nuestras instituciones tienen que distinguirse por apertura y comunión eclesial. Vivan en sin-tonía con el pueblo de Dios y sean lo más posible expresión de la fe de la comunidad lo-

cal"[7]. Nuestro mismo carisma de "caridad eclesializadora" nos insta a asumir el papel de"puente" entre pueblo e Iglesia institucional, entre las invenciones y realizaciones de la cari-

dad y la comunión "cum Petro et sub Petro" en la Iglesia-sacramento, "nacida no para dividirsino para unificar en Cristo y a dar paz a todos los hombres."[8] 

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También dentro de nuestra Congregación existen religiosos atraídos por la instituciona-lización pastoral de la vida religiosa y otros, quizás los menos actualmente, son atraídos por

su concepción más espiritual, movimientista. Por el bien del camino de la Congregación en elpróximo futuro será importante que estas diversas sensibilidades se escuchen, se respeten, secompleten en un discernimiento y camino común. Lugares de este discernimiento común son

las comunidades y las estructuras congregacionales (capítulos, asambleas, secretariados, etcé-tera), e instrumentos para el camino son los proyectos personal, comunitario y apostólico. Ta-rea del gobierno será favorecer la unidad, nunca pacífica pero vital. Pero no confundimos es-ta fatiga del equilibrio de estar "en el centro" con una crisis de identidad o de unidad. Es jus-

tamente lo contrario. Y merece la pena afrontarlo. 

EN PRIMERA LÍNEA 

Giovanni Paolo II, en el mensaje al Congreso internacional sobre la Vida Consagrada denoviembre pasado ha afirmado: 

"La apertura - del corazón y de la inteligencia, antes que de las manos - os ha puestodesde siempre, consagrados y consagráis, en primera línea en la tarea de responder a las po-

 brezas de varios tipos que señalan las situaciones concretas. También hoy, vosotros tenéis queestar listos a dar una respuesta a los desafíos que son lanzadas a todos los hombres de buenavoluntad, a los creyentes, hombres y mujeres, a la Iglesia y a la sociedad. 

En el curso de los siglos el amor por los hermanos, especialmente por los más indefen-sos, los jóvenes y los niños, por quien tiene perdido el sentido de la vida y se siente rechaza-

do por todos, ha impulsado a los consagrados y las consagradas al don de si sin reserva. Con-tinuad a gastaros por el mundo, conscientes siempre de que la única medida del amor es

amar sin medida. 

Contagiad con este amor de predilección por los más pequeños a todos aquéllos que en-

contráis, en particular los laicos que piden compartir vuestro carisma y vuestra misión. Estadsiempre listos para escuchar las nuevas llamadas del Espíritu, tratando de individuar, juntocon los Pastores de las Iglesias particulares dónde sois llamados a vivir, las urgencias espiri-tuales y misioneras del momento presente."[9] 

El Papa indica que el "sitio" de los consagrados y consagradas está "en primera línea en

la tarea de responder a las pobrezas de vario género que señalan las situaciones concretas."  

La Iglesia siempre ha tenido reconocimiento y gratitud para con los religiosos que seencuentran “en las avanzadas de la misión”. Escuchemos a Pablo VI: "¿Quién no considera laaportación inmensa que ellos han dado y que siguen dando a la evangelización? Gracias a su

consagración religiosa, son ellos por excelencia voluntarios y libres para dejar todo y para ir aanunciar el Evangelio hasta los confines del mundo. Ellos son osados, y su apostolado a me-nudo es contraseñado por una originalidad, una genialidad que obligan a la admiración. Songenerosos: ellos a menudo se encuentran a las avanzadas de la misión, y asumen los más

grandes riesgos para su salud y para su vida. Sí, realmente, la Iglesia les debe mucho."[10] 

¡He aquí nuestro "sitio" en la Iglesia! En primera linea. ¡He aquí la alabanza que más te-nemos que ambicionar! Creo que estas palabras nos hacen particularmente vibrar a nosotrosOrionitas, porque resuenan en ellas muchas enseñanzas de Don Orione que, al menos ideal-mente, nos son queridas. Viene a la mente su "Tenemos que ir y caminar con los tiempos y

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caminar a la cabeza de los tiempos y los pueblos… entonces sacaremos el abismo que se vahaciendo entre el pueblo y Dios, entre el pueblo y la Iglesia"[11]; o también "Nosotros somos,

y tenemos que ser, los vanguardistas de la Iglesia… ".[12] 

Para nosotros es tradicional hablar de "audacia apostólica", de "ir dónde otros no van",de "espíritu de urgencias"[13]. También nos es espontáneo recordar enseguida a Don Orione

"en primera línea" después del terremoto del Marsica, (13 de enero de 1915, hace 90 años,28.000 muertos), y el de Mesina, el (28 de diciembre de 1908, 90.000 muertos). Estuvo "enprimera línea" en dar respuestas a muchos problemas emergentes de su época: la elevaciónde la clase obrera y de los humildes hijos del pueblo, la promoción de clases desfavorecidas ymarginadas, la afirmación de la democracia, el protagonismo de los negros en Brasil, la uni-

dad de las Iglesias separadas, la reconciliación de las fracturas interiores a la Iglesia (moder-nismo, lapsi), la evangelización en regiones abandonadas.[14] 

Al llamado del Fundador a estar "en primera línea Pro Providentia"![15]  también con-testó nuestra Congregación en su historia sucesiva: pensemos, por ejemplo, en la epopeya del

cuidado de los "mutilatini" y los "jóvenes obreros" en Italia después de la 2ª guerra mundial,al desarrollo educativo y escolar en Argentina, a la presencia caritativa y misionera en elGoiàs brasileño, a la respuesta médica y cultural a la discapacidad en Costa de Marfil, a lapronta intervención de solidaridad social y religiosa en los Países del post-comunismo euro-

peo, hasta la presencia "mártir" en la avanzada de la “smoking mountain" de Payatas, en lasFilipinas. 

Son capítulos de historia pasada y presente de la Congregación de las cuales ser orgu-lloso. Pero parecidas descripciones se pueden leer de tanto otros Fundadores y Congregacio-nes de vida religiosa. De verdad, como dice en su más reciente documento sobre la vida reli-

giosa Giovanni Paolo II, el "sitio" de los consagrados y consagradas está "en primera línea enla tarea de responder a las pobrezas de vario género." 

Nuestras Constituciones dedican amplio espacio a nuestro "sitio" de religiosos orionitasen la misión. Leemos al menos el art. 119: 

Dedicados a los pobres y necesitados queremos: 

- considerar un privilegio servir Cristo en los más abandonados y repudiados, ya que en

el más mísero de los hombres brilla la imagen de Dios;  

- acompañar a los pobres en su ascensión y promoción humana y social también asu-miendo su condición: nuestra humilde Congregación religiosa ha nacido para los pobres y

vive, pequeña y pobre, entre los pequeños y los pobres, fraternizando con los humildes traba- jadores y se propone de actuar prácticamente las obras de la misericordia a alivio moral y a

material para los pobres; 

- conducir los débiles y los indefensos a la plena inserción en el consorcio humano: cadacadena que quita la libertad a los hijos de Dios se tiene que partir, toda explotación de unhombre sobre hombre tiene que ser suprimida en el nombre de Cristo; nuestro campo de ac-

ción es la caridad, pero nada excluye de la verdad y de la justicia, pero la verdad y la justiciahace en la caridad; 

- hacer pobres a los protagonistas de la propia historia, valorizando sus dones y   capa-cidades, los usos y las costumbres, la religiosidad y las devociones populares y toda posibleperspectiva de vocación humana, social, eclesial[16]; 

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- hacer surgir desde los hijos del pueblo, especialmente por la cristiana educación de la juventud, verdaderos reformadores de la sociedad: un horizonte nuevo se abre, una concien-

cia social nueva se va elaborando a la luz de aquella civilización cristiana, progresista siem-pre, que es flor de Evangelio. 

Si algún cofrade se siente herir el corazón al leer estas palabras, se ponga a orar y pien-

ses a como responder personalmente o con la propia comunidad. Si hay necesidad, se presen-te al Provincial, o también al General, para el discernimiento y para tener el sello de la obe-diencia que asegura de “caminar las calles del "Providencia." 

Nuestro 12° Capítulo General, nos ha señalado "las nuevas perspectivas de la missio adextra, (fuera de la misma patria), y de la missio ad intra, (en la propia patria), con obras defrontera que respondan a las necesidades de las nuevas pobrezas y de la nueva

evangelización."[17] 

Nuestra vida religiosa orionina no está en crisis. Pero tenemos que estar atentos a noacabar desplazados, "fuera de nuestro sitio", si no estuviéramos allí dónde la historia de ayer

y de hoy, el llamado del Papa, el impulso del Fundador y las Constituciones nos indican: "enprimera línea". Por esto el Capítulo, advierte: "En este momento histórico la Congregaciónsiente la necesidad de una nueva síntesis entre las obras tradicionales y las nuevas pobrezas".A las primeras indica de reapropiarse de la "calidad carismática y apostólica" y a las segun-das, "para las nuevas pobrezas, se abren escenarios y oportunidades diferentes. Se trata de

encontrar nuevas soluciones para contestar, con intervenciones menos institucionalizadas, anuestra vocación que privilegia los últimos y los marginados."[18] 

En este sexenio, tanto con las obras tradicionales que con las nuevas respuestas, seráimportante colocarnos "en primera línea" en la relación con las pobrezas, con los problemas

de la gente y la sociedad, con el empeño de evangelización. El Capítulo general pide: "Sus-tentados por el ejemplo de Don Orione, superando todo temor, si fuera necesario dejaremosaquellas casas que no expresan más el carisma, para dedicarnos a las nuevas urgencias: lossin fija morada (homeless), los inmigrados precarios, los ex presidiarios por reinsertar, los ni-

ños que han abandonado la escuela, los toxico dependientes y los enfermos de SIDA, etcéte-ra. Nuestras instituciones más sólidas tienen que abrirse a formas de rápida intervención pa-ra responder a tales nuevas pobrezas con iniciativas ágiles e inmediatas."[19] 

Si no estuviéramos en este "puesto", existencial y a veces también geográfico, nuestravida religiosa no florecerá. No porque la Pequeña Obra "planta única con muchas ramas" no

es vital, sino porque está fuera de su sitio, no está en su terreno. Una palma no da plátanos enPolonia, una vid no madura fruto en clima tropical, el trigo no crece en las heladas estepasdel norte, la Pequeña Obra no se desarrolla en una cómoda retaguardia. Es cuestión de terre-

no y clima. La vida religiosa no da frutos de santidad y apostolado si no "en primera línea." 

En estos primeros meses del 2005, tendremos nuestras Asambleas de programación. Elmomento es oportuno y de no perder para colocarnos "en el centro" y "en primera línea" en lavida de la Iglesia en relación al mundo. 

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