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5/17/2018 VitalizandolaHistoriaPoltica-EstudiossobreelChilereciente(1960-201... http://slidepdf.com/reader/full/vitalizando-la-historia-politica-estudios-sobre-el-chile-reci

Vitalizando la Historia Política - Estudios sobre el Chile reciente (1960-2010)

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A la luz de la historia : el poder moral de negociación en una Iglesia política y sus influencias en el Chile contemporáneo 1962-1970 / Francisca Antonieta Villalobos Conejero -- ¿Unidad o división popular? : confluencias y divergencias de la intelectualidad de izquierda en Chile para alcanzar el desarrollo : perspectivas y herramientas para analizar el desarrollo en el Chile actual / Kim López Pizarro -- La intervención norteamericana en Chile : el caso de la campaña del terror (1964-1973) / María Elena Makuc Urbina -- La razón por la fuerza : duopolio de la prensa, régimen autoritario y neoliberalismo en Chile (1973-1990) / Israel Fortune Fuentevilla -- Tensiones y conflictos al interior de la dictadura militar : los nacionalistas y la secretaría nacional de los gremios / Aníbal Pérez Contreras -- El partido Renovación Nacional : aproximaciones al origen de su estrategia post-dictatorial : Chile, 1983-1989 / Jorge Valderas Villarroel -- Tensión y ruptura en el Partido Comunista : el desenlace del debate interno del Partido Comunista de Chile sobre la política de rebelión popular de las masas (1986-1990) / José Ignacio Ponce López -- La reestructuración del imperialismo mundial y sus consecuencias en el plano político-económico chileno / Juan Pablo Navarro A. y Bernardo Toledo T. -- El sistema de pensiones y sus reformas (1981-2008) : ¿regímenes de bienestar social? / Nicole Amneris Ríos Kroyer.

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  • Vitalizando la Historia PolticaEstudios sobre el Chile Reciente

    1960 - 2010

  • Derechos de propiedad intelectual reservados para: Taller de Historia Poltica O.C.F.

    RPI : 195432ISBN : 978-956-332-896-7

    Ilustracin de Portada e Interiores:lvaro Pinto Ibarra

    Diseo de Portada:Israel Fortune Fuentevilla.

    Impreso en Grfi ca LOMSantiago de Chile, 2010.

  • Agradecimientos:

    Si bien la presente publicacin agrupa una serie de artculos escritos por estu-diantes o recin titulados de la carrera de Pedagoga en Historia y Ciencias Sociales de la Universidad de Valparaso, los que a su vez forman parte del Taller de Historia Poltica, el noviciado de los autores ha sido compensado con la atenta revisin del co-mit de acadmicos formado para dicho fi n. Su aporte por medio de los comentarios, las sugerencias y las crticas, han enriquecido incalculablemente no slo a las pginas de este libro, sino tambin a la primera formacin como investigadores de quienes las han escrito. A la profesora Carolina Figueroa Cerna y a los profesores Benjamn Silva Torrealba, Luis Castro Castro, Jorge Gonzalorena Dll, Leonardo Jeffs Castro y Jaime Gonzlez G., queremos hacer explcito nuestro ms sincero agradecimiento por acompaarnos en este proyecto.

    Agradecemos tambin muy especialmente a nuestro compaero lvaro Pinto

    Ibarra, quien realiz la ilustracin que aparece en portada y las que acompaan a cada artculo. Su labor creativa ha ayudado a grafi car lo que creemos es el espritu y el objetivo que anima a este trabajo: Vitalizar la Historia Poltica.

  • 5Introduccin

    Este libro se compone de distintos artculos que abordan variadas temticas relacionadas con la historia poltica reciente de nuestro pas. Si bien est dirigido a todo aquel que se interese por el estudio y el conocimiento de la historia, ha sido particularmente pensado para los estudiantes secundarios, creemos que el conoci-miento de su pasado les ser de utilidad para plantearse a s mismos desde su pre-sente y hacia el futuro de manera crtica y activa.

    Este hecho determina la necesidad de ser cuidadosos a la hora de explicitar desde dnde se plantea, en qu se enmarca y cmo se utiliza la presente publicacin, cuestiones todas que pretendemos abordar en esta introduccin.

    a) Presente, Historia e Historia Poltica

    Observando el hecho de que a lo largo del tiempo la Historia, en tanto disci-plina, se ha planteado a s misma desde distintas perspectivas y fi nalidades, no preten-demos en estas breves lneas una sentencia absoluta, sino una refl exin a partir de lo que pensamos que la actualidad demanda de quienes nos hemos planteado ejercer este ofi cio. En esa direccin parece ser que lo nico que puede decirse de la Historia a manera de una defi nicin que pretenda universalidad es que la Historia es aquello que su propio tiempo le exige.

    En coherencia con lo anterior, desde una ptica poltica y siguiendo los planteamientos del historiador espaol Josep Fontana, en toda poca ha existido una relacin directa entre Historia y proyecto social. Dicha relacin puede darse tanto en un marco de legitimacin con respecto a la formacin social hegemnica existente en un momento determinado, como en el de su cuestionamiento con el objetivo de lograr su transformacin. Por lo tanto, independientemente de si esta situacin se da de manera explcita o velada, en tanto portadora de una lgica sobre el cmo debera estructurarse el mundo en que vivimos, todo relato histrico contiene un indiscutible contenido poltico.

    Sin embargo, es necesario aclarar que aunque toda Historia posea un compo-nente poltico, ello no quiere decir que toda produccin historiogrfi ca deba enten-derse necesariamente como Historia Poltica. En ese sentido, la Historia Poltica posee elementos que la ligan a lo que es o a lo que a nuestro juicio, debe ser- la Historia en su generalidad y otros que la particularizan como una subdisciplina de sta. Entre los primeros se cuentan la rigurosidad y cientifi cidad metodolgica en que todo ejer-cicio historiogrfi co debe fundamentarse, apuntando siempre desde una perspectiva analtica, a dar explicacin del presente por medio del estudio de su objeto, vale decir, el pasado. Tambin en cuanto a su funcin dentro de la sociedad, la Historia se erige

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    como una herramienta de concientizacin y construccin de la identidad colectiva de los grupos humanos, posibilitando as el sentido de pertenencia a stos por parte de los individuos.

    Entre los elementos particulares de la mencionada subdisciplina, se encuentra en primer lugar su campo temtico especfi co de estudio, vale decir, la poltica. Pero no la poltica de las grandes obras ni los grandes personajes, sino consonantemen-te con el mtodo cientfi co y la dimensin analtica ya sealados, se habla aqu de la poltica como las relaciones que establecen los distintos actores partidos polticos, fuerzas armadas, grupos econmicos, poderes fcticos, movimientos sociales, etc. que se desenvuelven dentro de la sociedad sobre la base de sus respectivos intereses. Ello implica una apertura metdica y temtica en pos de lograr explicaciones que den cuenta de la complejidad subyacente a tales relaciones en su dimensin ideolgica, imaginaria, prctica, proyectual, etc. y cmo ellas confl uyen en torno a aquello a que su antagonismo las conduce: la lucha por el poder.

    Con respecto a esto ltimo, la funcin de la Historia Poltica asume un rol activo en estas relaciones y luchas desde una doble perspectiva. Siempre insistiendo en la honestidad y la seriedad que el ofi cio del historiador demanda, la primera se encuentra en el componente identitario que posibilita las acciones coordinadas de los individuos agrupados. En tal sentido la memoria histrica siempre ser un ele-mento legitimante y cohesionador para levantar distintas reivindicaciones sociales. Pero la Historia Poltica posee adems un importante papel que cumplir en relacin a la praxis poltica que los actores sociales materializan, constituyndose en un factor que no slo fundamenta nuestro actuar, sino tambin en una herramienta de anlisis que arroja luces sobre cul es la direccin en que tal accionar debe dirigirse para conseguir los objetivos trazados.

    Como ya se ha dicho, esta es una refl exin para nuestro presente. En la lectura que hacemos de ste (y que es la inspiradora de este libro), salta a la vista que las condiciones de vida en que una gran mayora se encuentra, estn lejos de caber en la categora de dignas y que tal situacin obedece a problemas estructurales de nues-tra sociedad. Entendemos adems que los cambios necesarios para lograr soluciones, exigen la participacin directa, crtica, consciente y responsable de todos quienes la conformamos.

    Es as que a nuestro juicio, las tareas que hoy debe fi jarse la Nueva Historia Pol-tica que nuestro presente nos exige y sobre las cuales en el campo historiogrfi co ya comienzan a verse avances son, en primer lugar, la superacin de una historia narrati-va y descriptiva que entienda a la poltica como la actividad institucional y excluyente desempeada por elites. En segundo lugar, el desligamiento del panfl etarismo con que se la ha estigmatizado, el que en muchos casos existe, reduciendo su produccin a un ejercicio de proselitismo poltico. Y fi nalmente, consagrarse como una disciplina seria y analtica al servicio de la praxis poltica de los actores sociales, y en nuestro caso,

  • Introduccin 7

    de los actores sociales que han sido histricamente postergados, para que sobre la base de una verdadera democracia, el futuro de todos sea efectivamente decidido por todos.

    b) Una aproximacin contextual

    Los artculos contenidos en el presente libro abordan distintos aspectos de la historia poltica de Chile en el perodo que va desde mediados del siglo XX hasta nuestra actualidad. Si bien el resultado fi nal puede ser una mirada fragmentada de dicho perodo, ello obedece a la bsqueda de nuevos temas y enfoques en los que se propone incursionar. Esto no signifi ca, sin embargo, desconocer la existencia de un teln de fondo en torno al cual todos los trabajos se articulan en vistas a explicar al-gunas particularidades de un proceso general cuyas causas e implicancias van incluso ms all de lo nacional.

    Tal cuestin, siguiendo la tesis de Luis Corvaln Mrquez, puede sintetizarse como la lucha al interior del Pas entre tres proyectos globales de desarrollo por lo-grar su implementacin, cada uno impulsado por distintas alas polticas que interpre-taban los intereses de diversos sectores y clases sociales, y la resolucin del confl icto resultante al triunfar el proyecto de la derecha poltica y el gran empresariado con la imposicin de un modelo de desarrollo autoritario y neoliberal, cuestin que se defi ni con el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973.

    Al iniciarse este proceso, el contexto internacional estaba marcado por el confl icto conocido como La Guerra Fra, el cual consisti en la lucha entre las dos mayores potencias mundiales que emergieron despus de la Segunda Guerra Mundial, por hegemonizar al concierto mundial alrededor de su propuesta poltica y econmica. De tal manera, la Unin de Repblicas Socialistas Soviticas (URSS) buscaba expandir su proyecto de una sociedad comunista y los Estados Unidos (EE.UU.) hacan lo mismo en funcin de una de tipo capitalista. En este sentido, Amrica Latina se encontraba formalmente dentro del rea de infl uencia norteamericana, sin embargo, al interior del continente existan grandes convulsiones sociales producto de las pauprrimas condiciones de vida en que los pueblos de los diversos pases se encontraban, llegando a cuestionarse as las estructuras sociales tradicionales. Cuba se convirti en el referente de este panorama al gestarse una revolucin que, liderada por Fidel Castro, triunf en 1959, provocando un cambio en la poltica que EE.UU. tena hacia todo el Continente. Esta nueva poltica constaba de dos aristas: la primera, de tipo poltico-econmica, fue la denominada Alianza Para el Progreso impulsada desde 1961, a travs de la cual se buscaba socorrer mediante crditos y programas de desarrollo a los pases que iniciaran reformas econmicas y sociales que evitaran que la experiencia cubana se repitiera en ellos. La segunda, de tipo militar, correspon-de a la formacin de las Fuerzas Armadas (F.F.AA.) de dichos pases en la Doctrina

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    de Seguridad Nacional, la que redefi na sus funciones para responder ya no a los peligros de confl ictos internacionales, sino al representado por el llamado enemigo interno, identifi cndose ste con los sujetos que al interior de los territorios nacio-nales, promovieran las ideas y las prcticas que condujeran a una sociedad comunista. Una expresin concreta de este adoctrinamiento es la Escuela de Las Amricas, que funcion en Panam entre 1946 y 1984, en ella se graduaron ms de 60.000 militares y policas de 23 pases de Amrica Latina.

    Esta situacin coincidi en Chile con el agotamiento del patrn de desarrollo sustitutivo de importaciones en torno al cual se haba logrado acuerdo al interior de la clase poltica desde la dcada de 1930. Esto llev a que tanto la izquierda como la derecha y el centro, enarbolaran sus propias propuestas alternativas de desarrollo. As la izquierda cuyo eje poltico estaba conformado por el Partido Comunista (PC) y el Partido Socialista (PS), se propuso avanzar hacia el socialismo por medio de la nacionalizacin de las riquezas nacionales, la estatizacin de la banca y una reforma poltica que traspasara el poder de decisin al pueblo en general, apoyada principal-mente por los trabajadores y sectores populares. La derecha constituida primero por el Partido Liberal y el Partido Conservador, y luego reformulada a partir de 1966 en el Partido Nacional (PN), sent las bases de lo que luego sera el proyecto neoliberal, consistente en la bsqueda del desarrollo nacional a partir de la empresa privada y la apertura econmica al exterior teniendo a los mecanismos del mercado como nico regulador de la economa sin la intervencin del Estado, lo que polticamente estara acompaado por una vigorizacin del Poder Ejecutivo, despreciando a la politique-ra y defendiendo la naturaleza tcnica de las decisiones, para lo cual busc el apoyo del gran empresariado y la pequea burguesa nacional. Por su parte, el centro pol-tico representado por el Partido Demcrata Cristiano (PDC), impuls un proyecto reformista coincidente con las polticas de desarrollo emanadas desde los EE.UU. a travs de la CEPAL, estimulando una integracin subregional con el fi n de ensanchar los mercados y la industria nacional, interpretando primeramente para ello a la clase media y a sectores poblacionales.

    Como seala Alan Angell, cada uno de estos proyectos fue ensayado desde la dcada de 1960 en adelante en el marco de una progresiva politizacin de diversos aspectos de la cultura y la participacin activa en la vida poltica de cada vez ms amplios grupos sociales, principalmente de los postergados sectores populares que se manifestaban tanto en lo institucional como en la movilizacin en pos de sus rei-vindicaciones sociales. El primero fue el de la derecha encarnado por el gobierno de Jorge Alessandri entre 1958 y 1964. Su fracaso y baja popularidad marc el inicio de la crisis de representatividad de este sector poltico cediendo paso al gobierno de Eduardo Frei Montalva entre 1964 y 1970 a cuya candidatura termin prestando apo-yo considerndola un mal menor ante la posibilidad real del triunfo que la izquierda tena, dado el estrecho margen por el que Salvador Allende fue derrotado en 1958 y

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    el episodio llamado el naranjazo, en que el candidato socialista Oscar Naranjo Arias, fue sorpresivamente electo con gran holgura como diputado por Curic en una com-plementaria realizada en 1964 ante la muerte de su padre que ocupaba dicho cargo, cuestin que refl ej el ascenso electoral que estaba viviendo la izquierda. El gobierno de la Democracia Cristiana impuls algunas reformas de profundo alcance en 1967, como la Chilenizacin del Cobre, la Reforma Agraria que cuestion el concepto mis-mo de la propiedad privada y la Ley de Sindicalizacin Campesina mediante de la cual se rompi el pacto de dominacin que daba a la derecha una sobre representatividad electoral. Empero, el gobierno de Frei Montalva tampoco tuvo un consistente xito econmico ni logr crecer en el apoyo social que necesitaba para seguir gobernan-do en el siguiente perodo presidencial. De esta manera el histrico candidato de la izquierda, Salvador Allende, lleg a la Presidencia como representante de la Unidad Popular (UP) triunfando por escaso margen, pero interpelando a amplios sectores so-ciales vinculados incluso con las polticas ms radicales de la Democracia Cristiana.

    No obstante, durante los tres aos que se extendi el nuevo gobierno, la situacin poltica se polariz en dos bloques, pasando el PDC a constituir una deci-siva oposicin al ver con malos ojos la profundidad de los cambios sociales que la UP buscaba materializar, las que en caso de lograrse difi cultaran de sobremanera su posibilidad de volver a ser gobierno en el siguiente perodo. Pero la hegemona de la oposicin estuvo dada por el PN y los sectores de extrema derecha, los que supieron imponer una estrategia que apuntaba a sobrepasar la institucionalidad generando una situacin de desorden social y cooptando a las FF.AA. para que defi nieran el confl icto en su favor a travs de un golpe de Estado. En este proceso tuvo gran importancia la intervencin norteamericana que vena manifestndose con progresivo aumento desde el gobierno de Eduardo Frei Montalva, refl ejndose principalmente en apoyo fi nanciero a partidos y otras organizaciones polticas anticomunistas, a campaas me-diticas como la llamada Campaa del Terror o a medios de comunicacin como El Mercurio y a manifestaciones en contra de la UP como el paro de camioneros realizado en octubre de 1972.

    De esta manera, luego del golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973, la derecha poltica y el gran empresariado pudieron implementar el proyecto de desarrollo neoliberal que defendan, dejando la administracin del Estado en manos de las FF.AA. y prestando apoyo a la dictadura militar impuesta como colaboradores individuales. En este contexto se procedi a la eliminacin de la experiencia poltica anterior, pues la politizacin social era vista por las nuevas autoridades como la causa de los confl ictos ocurridos, los que habran sido impulsados por una clase polti-ca demaggica que no interpretaba realmente los anhelos de la sociedad a la que haban instrumentalizado para satisfacer sus ambiciones de poder. En concordancia con la Doctrina de Seguridad Nacional, tal eliminacin signifi c la destruccin fsica de quienes defendan las ideas y prcticas marxistas o de izquierda en general por

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    medio del exilio, la tortura y el asesinato de miles de chilenos. Signifi c tambin una redefi nicin de las relaciones sociales en que la poltica ya no tena lugar y en el que a las organizaciones de trabajadores, estudiantes, pobladores, etc., slo les caba una funcin de articuladores de las actividades exclusivamente propias de los grupos que representaban, y cuya relacin con el Estado se dara solamente bajo el principio de la subsidiaridad, lo que equivale a decir que el rol del Estado correspondera a posibi-litar el accionar de los distintos sujetos y cuerpos sociales cuando stos no pudieran llevar a cabo las tareas especfi cas para las que estaban organizados, pero sin poder estos ltimos infl uir en la organizacin de aqul.

    Todo este proceso tampoco estuvo exento de diferencias al interior de la nueva clase en el poder, la que estaba dividida entre los nacionalistas que defendan la conformacin de una sociedad corporativista al estilo de los fascismos europeos (principalmente el italiano) y los llamados Chicago Boys (grupo de economistas neoliberales), que alindose posteriormente con los gremialistas liderados por Jaime Guzmn fundadores posteriormente de la Unin Demcrata Independiente (UDI) propugnaban la asimilacin de los principios neoliberales como articuladores de la sociedad. Estos ltimos fueron quienes lograron hegemonizar a su favor a la dictadura militar.

    Es as que el proyecto autoritario y neoliberal se institucionaliz a travs de la Constitucin de 1980, establecindose junto con sta un plan de normalizacin consistente en el paso de la administracin del Estado desde los militares hacia los civiles en que el en ese momento General, Augusto Pinochet Ugarte, permanecera en el poder hasta 1997 luego de ser ratifi cado como Presidente de Chile mediante plebiscito en 1988. No obstante aquello, el optimismo con el que la dictadura vea el proceso que se llevaba a cabo pronto se vino abajo, pues los negativos impactos que las medidas neoliberales haban tenido para los trabajadores y los sectores popula-res en trminos de salarios y empleos, se tradujeron a partir de la crisis econmica registrada en 1982, en una serie de paros y jornadas de protestas nacionales desde principios de 1983, lo que vino a desestabilizar fuertemente al rgimen.

    A partir de esto se posibilit tambin la rearticulacin de la clase poltica que haba sido perseguida durante la dcada de 1970. Adems volvi a tener importancia la infl uencia norteamericana que vea con preocupacin la inestable situacin, frente a la cual vio como solucin la necesaria conformacin de un pacto poltico que per-mitiera avanzar a una democracia formal.

    De esta modo, a lo largo de la dcada de 1980 los intereses de todos estos actores sociales se manifestaron de manera cooperativa o antagnica, defi nindose el confl icto en el plebiscito del S y el NO de 1988, en el que se decidira la permanencia de Pinochet en el poder o la posibilidad de elecciones presidenciales abiertas y competitivas para el ao siguiente. Lo resultante aqu fue la conformacin de la Concertacin de Partidos por el No, coalicin que gobernara por los siguien-

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    tes veinte aos con el nombre de Concertacin de Partidos por la Democracia y que correspondi a la materializacin de la alianza entre la clase poltica de centro e izquierda renovada bajo el amparo de los EE.UU. en el contexto internacional del fi n de la Guerra Fra, la que se defi ni con la cada de la URSS.

    As, el fi n de la dictadura militar en Chile estuvo marcado por el acuerdo de la Concertacin con los militares y con la derecha civil que haba cooperado con dicha dictadura, el que se tradujo en el desligamiento de los nuevos gobiernos con respecto de los movimientos sociales sobre los que se reorganizaron en la dcada anterior, la marginacin de la izquierda del sistema poltico y principalmente, el respeto de la ins-titucionalidad consagrada por la Constitucin de 1980 y la continuacin del modelo econmico neoliberal como proyecto de desarrollo nacional. Con ello los gobiernos concertacionistas revistieron al proyecto impuesto por el rgimen militar, de una legitimidad en la ciudadana a travs de la instauracin de una democracia formal y el sello social que escasa proporcin ha posedo en relacin con los enclaves autorita-rios y las polticas macroeconmicas que en lo medular han sido conservados. Como correlato de esto, se constata desde el conjunto de la sociedad, una apata poltica y el volcamiento hacia el consumo como motor de las aspiraciones y los proyectos individuales de vida.

    Como corolario de lo anterior, hoy asistimos al triunfo electoral de la derecha en las elecciones presidenciales del 2009-2010, resultando electo Sebastin Piera como representante de la Coalicin por el Cambio, la que desde un programa de tipo tecnocrtico y apoltico, representa un paso ms en la profundizacin del modelo neoliberal, pues rene en su gobierno a los mismos civiles que durante la dictadura militar colaboraron con su implementacin.

    c) Para utilizar este libro: elementos prcticos

    Como ya hemos dicho, el presente libro est compuesto por una serie de artculos monogrfi cos y de carcter auto conclusivo. Ellos se encuentran estructu-rados dando prioridad a un criterio cronolgico por sobre el temtico con la idea de ir construyendo una visin lo ms panormica posible conforme se avanza tem-poralmente.

    Se incluye adems un anexo conceptual a manera de glosario, vale decir, una serie de conceptos ordenados temticamente a los cuales se puede recurrir para entender de mejor manera la propuesta terica desde la cual cada autor argumenta su hiptesis. Tambin pretendemos que resulte de utilidad como una herramienta a la que incluso se pueda recurrir para entender los trabajos de otros investigadores.

    El anexo bibliogrfi co tambin ha sido pensado para profundizar tanto en las temticas que cada artculo aborda en particular, como para entender el contexto ge-

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    neral en que se desarrollan. Cada libro referenciado contiene una breve descripcin de su hiptesis y contenido, con el fi n de facilitar su posterior consulta.

    Con el nimo de amenizar la presentacin de los distintos trabajos contenidos y tambin con el de sintetizarlos desde una perspectiva visual, cada uno de ellos est precedido por una caricatura representativa. Agradecemos muy especialmente a nuestro compaero lvaro Pinto por empearse en esta labor creativa.

    Finalmente, nos gustara insistir en que si bien cada artculo es perfectamente legible por separado, una comprensin acabada del perodo estudiado slo es posible en la medida que los lectores (re)creen una visin conjunta de ste, esa es a su vez la nica forma de entender histricamente la manifestacin y articulacin de las rela-ciones de poder en la sociedad de una manera analtica y crtica.

    Taller de Historia Polticaseptiembre de 2010

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    A la luz de la Historia: El poder moral de negociacin en una Iglesia poltica y sus infl uencias en el Chile contemporneo 1962-1970*

    Francisca Antonieta Villalobos Conejeros**

    Resumen: Este artculo pretende analizar el com-portamiento de la Iglesia Ca-tlica desde una ptica pol-tica, motivados por la caren-cia de estudios que analicen la institucin religiosa como un objeto-actor poltico. Se afi rma a partir de esto que esta institucin se constitu-ye como un actor poltico en la coyuntura acaecida entre los aos 1962 y 1970, lo an-terior se ratifi ca por medio del surgimiento en su seno

    de diferentes grupos de carcter episcopal y pastoral y a su vez de discursos rela-cionados con el acontecer poltico de la poca. Todo esto la hace poseedora de un poder moral de negociacin que la sita como una institucin de gran infl uencia en el electorado y en la ejecucin de los proyectos polticos en disputa hasta la fecha.

    Palabras clave: Teologa de la Liberacin Poder de Negociacin Positivismo.

    Este artculo constituye de manera sintetizada y modifi cada, captulos de la tesis titulada: Fe y poltica: la Iglesia Catlica y el poder de negociacin en Chile 1962-1970. Tesis para optar a los grados acadmicos de Licenciado en Historia, Licenciado en Educacin y al ttulo profesional de Profesor de Enseanza Media en Historia y Ciencias Sociales, Instituto de Historia, Facultad de Humanidades, Universidad de Valparaso, enero 2010.

    ** Licenciada en Historia y Educacin por la Universidad de Valparaso.

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    1. Introduccin

    El actuar de la Iglesia Catlica es relevante. El poder discursivo que esta insti-tucin posee sobre la poblacin es evidente, ya que no tiene, ni tendr vocacin de minora.

    La importancia de esta institucin en su relacin con la sociedad ha sido sub-estimada por mltiples apreciaciones subjetivas de diversos actores que determinan opiniones negativas en torno a su estudio. Sin embargo, se rescata su recorrido en la historia nacional considerando que en la historiografa, salvando algunas excepciones, el estudio de esta institucin se ha remitido a una descripcin de sus acciones parti-culares, de manera positivista, omitiendo la mayora de los aspectos ms importantes, elaborando una historia religiosa insufi ciente y poco rigurosa, apegada a apreciacio-nes sobre sus actuaciones en determinadas coyunturas desde el mbito subjetivo que no alcanzan a dar cuenta del impacto que sta tiene en la sociedad civil y poltica de manera objetiva.

    Considerando lo anterior y lo importante que es este rgano religioso para la sociedad es que se pretende recuperar y resaltar en un anlisis, desde la historia poltica, la importancia de la Iglesia como actor-objeto1 en el escenario poltico, avan-zando en la comprensin del entramado social en su mxima complejidad.

    Para comprender de mejor manera a esta institucin, es necesario decir en primer lugar que no existe unanimidad en su defi nicin, y considerando aquello es que se propone la siguiente conceptualizacin: la Iglesia Catlica es una congregacin de fi eles creyentes catlicos, regida por el Papa en Roma (como vicario de Cristo en la tierra), que pretende la propagacin y profundizacin de la fe cristiana, en el espacio pblico o privado, de manera total o particular.

    En vista y considerando lo anterior, la amplitud de su estructura permite evi-denciar que la Iglesia se distancia de ser una institucin rgida, infl exible, o poseedora de un solo discurso. Por el contrario, existen mltiples voces en su interior que en determinados momentos sobresalen y determinan su recorrido. Considerando lo anterior, se busca establecer si la Iglesia se constituye como actor poltico, en qu perodo y de ser as cmo se verifi ca y qu implic este proceso.

    Para responder a las interrogantes recin planteadas, se afi rma que la Iglesia Chilena se conform como un actor poltico entre los aos 1962-1970, verifi cndose a nivel Episcopal (sacerdotes) como pastoral (laicos), por medio de la elaboracin de diferentes discursos y grupos al interior del seno catlico.

    1 Cuando hablamos de actor-objeto, nos referimos a que la Iglesia Catlica puede considerarse un actor (como los partidos polticos, los organismos sociales, etc.) que interacta y conforma el entramado social; y a su vez como un objeto de estudio en s mismo.

  • A la luz de la Historia 17

    Para sustentar esta investigacin y para poder analizar el comportamiento de la Iglesia Catlica en lo poltico, se emplea como base el anlisis politolgico desarro-llado por Veit Strossner sobre la Iglesia Catlica Chilena entre los aos 1973 y 1991, quien toma a su vez el marco terico que el politlogo alemn, Hans Joachim Lauth, utiliza para analizar a la Iglesia mexicana entre 1964 y 19882.

    En ambos artculos se expone el concepto de BARGANING POWER o PO-DER DE NEGOCIACIN3, distinguiendo de l aspectos econmicos y polticos. Para el anlisis del caso chileno, el componente econmico no es relevante ya que esta institucin no se desenvolvi en el mercado como un gran empleador, inversionista o consumidor. No obstante, en cuanto a lo poltico, Lauth entiende que se vincula a este poder de negociacin en lo relacionado con sus propios recursos, es decir, como estructura efi caz, invulnerable y que asegura el funcionamiento del proceso poltico que se desarrollase en el pas.

    El que la Iglesia chilena haya tenido (y tenga) importantes medios de comu-nicacin evidenci que tanto creyentes como no creyentes, voluntaria o involun-tariamente, se apoyaban en estos medios para defender sus posturas respecto al acontecer poltico, ya sea para atacar, defender o propagar alguna idea, lo que sumado al peso de la voz de la alta Jerarqua (por medio de comunicados, declaraciones y pastorales) y de las elites religiosas, produjo efectos en el contexto poltico, social y cultural del pas.

    Se puede entonces vincular su funcin en el mbito poltico a la legitimacin que ejerce sobre el sistema por medio de la infl uencia en la opinin pblica.

    Tal y como lo plantea Veit Strasser, se sostiene que:

    Aparte de su labor en el sector educativo y social, su funcin puede ser la de le-gitimar o deslegitimar el sistema poltico A travs de su infl uencia en la opinin pblica, la Iglesia tiene un gran impacto en la aceptacin que la poblacin tiene de las polticas gubernamentales4.

    2 Strossner, Veit: La Iglesia chilena de 1973 a 1993: de Buenos Samaritanos, antiguos contrayentes y nuevos aliados. Un anlisis politolgico. En: Revista Teologa y vida, Vol. XLVII, 2006. El autor se ampara en el marco terico propuesto por Hans Joachim Lauth en su texto Mxico entre el gobierno tradicional y la moderniza-cin. Los sindicatos en la transformacin de la poltica y economa (1964 - 1988), Mnster, Hamburgo 1991, para analizar el comportamiento de la Iglesia Catlica Chilena, en el proceso poltico desde 1973 hasta 1993 basndose en la ciencia poltica.

    3 Entendemos para este artculo que este concepto hace referencia a que la Iglesia Chilena (a diferencia de otras instituciones de la regin americana) al no poseer infl uencias en el mercado como propietaria o inversionista desarrolla un rol de negociadora entre las agencias polticas (llmese partidos, organismos sociales, etc.) infl uenciando las mentalidades del electorado.

    4 Strossner, Veit. op. cit. p. 78.

  • Vitalizando la Historia Poltica18

    Considerando que la Iglesia no posea medios efi caces para infl uir en el pro-ceso poltico, se apoy en sujetos individuales o partidos polticos, para que como sucursales del poder stos ejercieran la canalizacin de sus intereses, existiendo entonces dos campos de accin que en la prctica chocaron recurrentemente. Por una parte lo pastoral (tareas dentro de la comunidad catlica) y, por otra, lo eclesial (tareas de la Iglesia como institucin relacionada con otras dentro y fuera del pas).

    La Iglesia, por su integridad, deba asumir posturas relacionadas con sus in-tereses y deba responder y unifi car las posturas personales de los miembros de la alta Jerarqua, que eran quienes fi nalmente determinaban las pautas de accin del comportamiento institucional y por ende, de la poblacin catlica. Esto en la prctica, entre 1962 y 1970, refl ej la inestabilidad poltica existente al interior de la institu-cin eclesial y la difi cultad de tomar una postura unvoca en lo concerniente a su rol como una de las instituciones civiles ms importantes del pas, intermediando entre las fuerzas polticas y sociales para asegurar lo que para ellos era la estabilidad de la nacin.

    Sobre lo anterior, se sostienen las siguientes apreciaciones:En primer lugar, se afi rma que su poder de legitimacin no se determina por

    lo social, funcional o democrtico de su estructura, sino por su alcance religioso, es decir, por el anuncio del reino de Dios y por su servicio a hombres y mujeres. Por lo tanto, como quiere servir a todos, necesariamente debe participar en el proceso poltico, y aun ms, considerando las posibles amenazas en el cumplimiento de su misin.

    En segundo lugar, para lograr este objetivo en el quehacer social (conside-rando la universalidad de sus temticas y la necesidad de vincularse con lo terrenal) usa diferentes tcticas: apelaciones al gobierno y a la opinin pblica por medio de declaraciones, cartas pastorales y manejo de infl uencias con personas poderosas en el sistema poltico y/o econmico. La Iglesia fue capaz de legitimar o deslegitimar el sistema poltico por medio de diversas publicaciones (principalmente en la Revista Mensaje), las cuales por su carcter religioso y de medios masivos de largo alcance en la poca estudiada, presentaron distintos anlisis de la realidad nacional emanados y sustentados en la Jerarqua o desde sus centros de estudio. Esto ltimo contribuy de manera directa a la movilizacin o desmovilizacin de la poblacin.

    En tercer lugar, en cuanto a su rol dentro de la sociedad, se evidencia que el contexto social se replica al interior de la institucin. Con esto se quiere plantear que las formas de vivir la religin dependen del lugar que se ocupa en el entramado social, esto es, dependen de la clase social a la que cada fi el pertenezca. Por lo tanto, cada uno vive de manera diferente su vocacin religiosa. Se debe considerar adems que la institucin a la que pertenecen posee recursos propios como instituciones de ense-anza, espacios de prensa, organizaciones y distintos movimientos de laicos. A partir

  • A la luz de la Historia 19

    de lo anterior, es posible comprender lo difcil de producir un discurso homogneo, hacindose casi imposible obtener una linealidad en sus posturas polticas.

    En una perspectiva ms global, considerando que en la Institucin religiosa se cruzan las realidades de clase, podemos distinguir Iglesias ricas o pobres. Las Iglesias ricas tienen por centro a la Iglesia Romana y geogrfi camente representan a las del primer mundo. Las Iglesias pobres son el resto, la periferia, el tercer mundo. Ambas, las ricas y las pobres, se encuentran infl uidas por el sistema de produccin y por los confl ictos sociales y por ende cada episcopado (o aparato eclesistico) desempea permanentemente (consciente o inconscientemente) funciones en la lucha de cla-ses.5 Al refl ejarse las estructuras sociales y culturales de sus fi eles, se evidenciaron las diferencias econmicas y polticas que evitaron la uniformidad y aumentaron la ambigedad de las posturas al interior de la jerarqua catlica.

    Para el caso latinoamericano y chileno, respecto a las relaciones intraecle-siales (entre el Vaticano, la Jerarqua y los fi eles) y con la sociedad civil (Estado y ciudadanos), se impuls un acercamiento desde el catolicismo hacia la modernidad, relacionado con los intereses econmicos de algunos sectores y con las necesidades de los ms pobres. Esto trajo, por una parte, la vinculacin y promocin de una serie de polticas y reformas (como la reforma agraria) y, por otra, la negacin con ciertos proyectos polticos y econmicos (como el de la izquierda marxista)6.

    No obstante lo sealado, la Iglesia se situ en la sociedad moderna, como una institucin que vea en peligro su podero y tanto sus formas como sus contenidos tendieron a licuarse antes de publicarse. Esto patent la inauguracin de una prctica poltica que combati la prdida de terreno de la Iglesia, frente a la modernidad.

    2. Un objeto-actor poltico

    Uno de los hitos ms importantes en la confi guracin de la Iglesia Catlica como sujeto poltico, fue la realizacin del Concilio Vaticano II (1962-1965)7, reunin en la que se determinaron las soluciones para enfrentar las problemticas relacio-nadas con la puesta al da de la Iglesia en relacin a las necesidades de la sociedad moderna. No obstante lo anterior, fue una instancia que refl ej la incapacidad de las

    5 Citado de Fussel, K.: Condicionamientos socioeconmicos de la Iglesia. En: Concilium 164, abril 1981. pp., 25-26. En: Codina, Vctor ; de Prada, Miguel ngel; Pereda, Carlos: Analizar la Iglesia. Ediciones HOAC, Madrid 1981. p. 90.

    6 Codina, Vctor ; de Prada, Miguel ngel; Pereda, Carlos: op. cit. p., 82. Para estudiar nuestra temtica, toma-mos algunos modelos analticos aplicados a la Iglesia espaola y los aplicamos al caso chileno.

    7 Entendemos por concilio, una gran reunin de todas las Iglesias representadas por sus mximas autori-dades (obispos y arzobispos) donde se abordan problemticas doctrinales o disciplinares que atraviesa la institucin.

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    Jerarquas de mantener una homogeneidad discursiva e interpretativa del mensaje del evangelio a nivel mundial, que amenaz la unidad de la Iglesia.

    Este espacio conciliar conmocion las prcticas religiosas tradicionales (desde el devocionismo puritano del siglo XIX a la aceptacin a ciegas del criterio de auto-ridad papal, conciliar y episcopal) y refl ej la necesidad de vincular a las Iglesias del primer mundo con las Iglesias del tercer mundo, las menos poderosas (establecidas en ambientes de altsimos niveles de pobreza y de confl ictividad social) que enfren-taban una gran desvinculacin con sus fi eles, lo que las llev a una gran crisis de afi liacin religiosa, a la que se sumaba un fenmeno de fondo: la revolucin popular antioligrquica y antiimperialista8. Es en estas dos lneas convergentes, que se puede encontrar la explicacin de los acontecimientos que marcaron a la Iglesia latinoame-ricana despus del medio siglo.

    El 3 de junio de 1963, en pleno concilio, muri el Papa Juan XXIII a causa de un cncer al estmago, lo que conmocion a una Iglesia en reformulacin por lo que su sucesin fue un tema prioritario, considerando la importancia que tena esta eleccin en un contexto caracterizado por la heterogeneidad de las lneas polticas y la necesidad de poner orden. El asunto se resolvi el 21 de junio con la eleccin del cardenal Giovanni Battista Montini, quien asuma como el Papa Pablo VI a los 66 aos. Es relevante decir, que este cardenal posea antecedentes polticos relacionados con la formacin de la Democracia Cristiana, lo que lleg a ser determinante en el contexto poltico de la poca.

    En Chile, el 22 de marzo de 1962 fue nombrado Cardenal el sacerdote Ral Silva Henrquez y con ello la Iglesia comenz un proceso de reformulacin y de transformaciones que se plasmaron en el plano pastoral y doctrinario, nacional e in-ternacionalmente. La publicacin, un poco antes de este nombramiento, de la pastoral colectiva denominada La Iglesia y los problemas del campesinado chileno sent las bases de lo que sera la implementacin de una reforma con inspiracin cristiana, con el propsito de transformar ntegramente al hombre, valorizar todas sus posibilida-des individuales, colectivas y espirituales y reestructurarlo todo en Cristo9.

    Este acercamiento con las problemticas del hombre tuvo su mayor expresin en la promulgacin de una nueva pastoral colectiva, denominada El deber social y poltico en la hora presente, el 18 de septiembre de 196210. Este documento tiene su origen en un diagnstico que arroj diversos problemas, como la dispersin del esfuerzo pastoral, la cada vez ms disminuida infl uencia en la sociedad chilena (de-bilitada aun ms con las nuevas corrientes ideolgicas), lo que tena su origen en el alejamiento de la Iglesia con los problemas reales, en la ausencia de un programa

    8 Dussel, Enrique: Historia de la Iglesia en Amrica Latina. Medio milenio de coloniaje y liberacin 1492-1992. Editorial Mundo Negro-Esquila Nacional. Madrid, 1992. p. 206.

    9 Cavallo, Ascanio: Memorias del Cardenal Ral Silva Henrquez, Ediciones Copygraph. Santiago, 1991. p, 243.10 Publicada por la Revista Mensaje, nmero 114, 1962.

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    conjunto, y en un enfoque apostlico predominante que dejaba fuera la accin de los laicos en la propagacin del cristianismo11.

    Se afi rmaba que la hora que viva la Iglesia era una hora de accin, por el compromiso que tena con la gestacin de una patria nueva, siendo por este deber, imprescindible hacer llegar la voz de la Iglesia a todos sus fi eles12, lo que hizo notar la necesidad de modifi car el trato con los fi eles chilenos. Para su mejora fue declarado un estado de misin que impuls la creacin de nuevas dicesis y de una central de difusin para la propagacin de la fe.

    Es muy relevante en este documento la fuertsima crtica al marxismo, que lo descart como una opcin poltica posible para solucionar las problemticas sociales. Segn el pensamiento de la Iglesia, el comunismo se opona diametralmente al cristia-nismo, ya que esta ideologa sembraba el odio, exacerbaba las diferencias de las clases sociales y procuraba que la lucha de clases se hiciera violenta y destructiva de todo el orden actual.

    Para la Iglesia, la destruccin de la idea de Dios, de patria y de los vnculos ms sagrados que provocaba la instalacin del socialismo en un pas, vena de la mano con la elevacin del partido nico como el nuevo Dios, eliminndose cualquier intento de espiritualidad en la nueva sociedad. Para poder fundamentar esta idea y negarla rotundamente, la jerarqua anunci en la carta pastoral del deber social y poltico, lo que consider las causas de la propagacin del marxismo. Entre dichas causas encontramos que: 1. Este (marxismo) ocultaba su verdadera faz; 2. El excesivo abuso de la economa liberal sobre los trabajadores, lo haba promovido como solucin de justicia; 3. La debilidad e inoperancia de los gobiernos en encontrar las soluciones defi nitivas a las problemticas sociales; y por ltimo; 4. Que (el comunismo) se haba impregnado de un poder sobre la verdad que le entreg una gran credibilidad, por medio de un espejismo de xito futuro que confunda a la sociedad13.

    Se conden al comunismo convocando a su vez a los cristianos a contribuir en la modifi cacin de aquel estado de cosas no cristiano, de manera rpida y profun-da, guindose por el Evangelio y la Doctrina Social, apartndose del marxismo y por ende, apoyando a las tendencias que construiran una sociedad justa bajo la mirada del evangelio.

    Es relevante sealar que esta tesis sobre el comunismo se sustent en la en-cclica14 Divini Redemptoris promulgada en 1937 por el Papa Po XI, en la cual critic y rechaz al comunismo bolchevique. sta afi rmaba adems que:

    11 El detalle de esta misin es relatado por el Cardenal Ral Silva Henrquez, quien lo asumi como su tarea personal en el Episcopado. En: Cavallo, Ascanio, op. cit. pp. 277-280.

    12 Ibd., p. 577.13 Revista Mensaje. El deber social y poltico en la hora presente. p. 582-584.14 Entendemos por encclica, una carta masiva dirigida a toda la comunidad catlica.

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    del triunfo del comunismo, la Iglesia y todos sus hijos no podan esperar sino persecucin, lgrimas y sangre () y quienes quisieran colaborar con la causa comunista, pretendiendo alianzas tcticas, deban saber que con dolorson hijos que se han apartado de la casa paterna15.

    Estas nuevas formas de hacer Iglesia disgustaron a comunistas y conservado-res, quienes consideraron que se haba ejercido una intervencin poltica nunca antes vista en su historia. La molestia fue tan profunda que inclusive lleg al Parlamento, en el cual se propuso sin xito una interpelacin formal al Cardenal. Los comunistas enfatizaron que nadie impedira la llegada del comunismo al pas y los liberales, que tampoco estuvieron ajenos a esta problemtica (ya que sintieron una condena al sistema capitalista), publicaron una declaracin en contra de esta carta pastoral. En un punto de unin jams visto antes, comunistas y liberales coincidieron en que se favoreca a la Democracia Cristiana, lo que acercaba a la Iglesia en temticas polticas que no pertenecan a su rea de infl uencia.

    Afi rmando lo anterior, la historiadora Sofa Correa16 menciona que la Iglesia que haba confi ado en el partido conservador en la aplicacin de la poltica antico-munista, volc desde los sesenta su apoyo al PDC, infl uenciado por el obispo Manuel Larran y el cardenal Silva, los cuales a su vez se encontraban fuertemente infl uen-ciados por los jesuitas Roger Veckemans y Renato Poblete, quienes vislumbraban la coyuntura presidencial de 1964 y el rol que le caba a la Iglesia respecto a la posicin de las fuerzas catlicas.

    Sin embargo, en el plano pastoral, con las nuevas corrientes ideolgicas que llegaban desde mediados de siglo al interior del clero y a la sociedad catlica, co-menz el desarrollo de una heterogeneidad doctrinal que amenazaba su integridad y solidez como institucin, lo que produjo importantes divisiones en lo terico y en lo prctico.

    En la tendencia poltica de izquierda encontramos la Teologa de la Liberacin, las Comunidades Cristianas de Base Popular y el Grupo de Accin Laica Iglesia Joven. Todos posean un planteamiento ligado al socialismo y a la igualdad y justicia en lo econmico, que no negaba la defensa violenta de los derechos de los desposedos en Amrica Latina. Este grupo fue importantsimo en la historia chilena y marc una impronta en las organizaciones sociales que se desarrollaron posteriormente. Desde la derecha se agrup una organizacin laica y catlica llamada Fiducia. Este grupo de ultraderecha contaba con el favor de una parte de la alta jerarqua del Vaticano y se dedic a la defensa de la integridad de la Iglesia en una tendencia ultraconservadora

    15 Cavallo, Ascanio: op. cit. p., 255. Palabras del mismo Cardenal Ral Silva Henrquez.16 Correa Sutil, Sofa. La opcin poltica de los catlicos en Chile. En Revista Mapocho, N 46, segundo

    semestre, 1999.

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    ante las divergentes corrientes polticas y teolgicas que se presentaban en el seno de esta misma17.

    3. 1964-1970: Elecciones presidenciales: con o sin la Iglesia?

    La transicin de la Iglesia como una institucin poltica se comprob en las instancias electorales, y es por ello que se revisar someramente las candidaturas y procesos en los que la Iglesia se vio involucrada.

    La coyuntura electoral-presidencial de 1964 se mostr determinante desde sus inicios. Considerando el proceso de crisis que viva el pas ante el agotamien-to del modelo de desarrollo productivo, el denominado modelo de sustitucin de importaciones y el descontento popular que se acrecent durante el gobierno del empresario Jorge Alessandri que haba generado altas expectativas, que no fueron satisfechas.

    Tal como la plantea Arturo Valenzuela18, en su anlisis del contexto partidista antes de las elecciones, el partido Demcrata Cristiano se propuso poner fi n a la polarizacin de la sociedad entre dos opciones polticas: izquierda y derecha, lo que sumado a un discurso socialcristiano le permiti la conquista del centro poltico (que antes le perteneca al Partido Radical) y de algunos sectores de la Derecha que vean como su coalicin se derrumbaba ante la falta de una unidad programtica y la mul-tiplicidad de tendencias para resolver la crisis que dejaba el gobierno del empresario. La DC se erigi entonces como la nueva fuerza poltica.

    En importante destacar que el contexto bipolar confi gurado despus de la segunda guerra mundial, entre los Estados Unidos de Amrica y la Unin Sovitica, se replicaba en los pases de Amrica Latina, que eran territorio de dominio capita-lista. Es por esto que la potencia del norte no escatim recursos en la defensa de su territorio ante la posibilidad de la llegada del socialismo. Considerando lo anterior, la Iglesia recibi entre 1965 y 1970 importantes donaciones provenientes de los Esta-dos Unidos y Europa para fi nanciar programas que evitaran la promocin del cambio social y la llegada del comunismo. Los dineros alcanzaron una cifra cercana a los 35.8

    17 Para una mayor profundizacin en el recorrido de ambas agrupaciones, consultar mi tesis denominada Fe y poltica: la Iglesia Catlica y el poder de negociacin en Chile 1962-1970, Instituto de Historia, Facultad de Humanidades, Universidad de Valparaso, enero 2010; en la que hay una reconstruccin de ambas agrupa-ciones, sostenido en el anlisis a sus documentos ms importantes y en su quehacer en la poca.

    18 El autor intenta explicar las causas del golpe de Estado de 1973, de ah que se sostenga como tesis que el derrumbe democrtico se produjo por la erosin del centro pragmtico del sistema poltico, lo cual pro-voc la polarizacin de la sociedad y de las instituciones neutrales que se encargaban de dar estabilidad al rgimen. A pesar de que se considera que el autor obvia importantes factores dentro de su anlisis, como los movimientos sociales y el actuar desestabilizador de ciertos actores. Tomamos su anlisis poltico par-tidista sobre la Democracia Cristiana como centro poltico polarizador. En Arturo Valenzuela, El Quiebre de la Democracia en Chile, FLACSO, Santiago, 1989.

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    millones de dlares, cifra impresionante si se compara con la recaudacin interna que alcanz slo 1.9 millones de dlares en el mismo perodo19.

    Esta cooperacin que es posible insertar en un actuar desestabilizador, se plasm en la denominada Campaa del Terror que tuvo como fi n desprestigiar a la izquierda y sembrar el miedo ante el posible triunfo del candidato socialista Sal-vador Allende. Tanto la Derecha como la DC predecan el futuro ataque a la Iglesia si es que ganaba el socialismo, y personifi caron la fi gura de Allende, el candidato de izquierda, como un dictador socialista obediente a las rdenes de Mosc y La Habana, que quera exterminar fsicamente a todos sus adversarios, dentro de ellos, los fi eles catlicos.

    Se haca notar la inquietud no slo del Episcopado, sino tambin del Papa Pablo VI quien se interes por la situacin poltica que atravesaba el pas: la situacin es grave, y la suerte de la Iglesia en el futuro y su independencia y libertad estn se-riamente amenazadas20. Era evidente la preocupacin y tambin los alcances de esta contra propaganda, plasmada en la elaboracin de un informe confi dencial dentro del Episcopado, el cual asever que:

    la situacin se presenta muy difcil, el candidato socialista es en realidad un candidato comunista y su triunfo es un triunfo del comunismo, con todas sus consecuencias. La iglesia, si ellos triunfan entrara a corto plazo a la condicin de Iglesia del silencio () adems consideran los comunistas que el triunfo en Chile les asegura el triunfo del comunismo en toda Amrica Latina, dada la infl uencia que tiene Chile en el continente21.

    EL Cardenal Silva Henrquez propag una prohibicin estricta de no interve-nir en poltica y declar la independencia de la Iglesia en relacin a las instituciones sociales, a pesar de que en el alto clero se hablara confi dencialmente, como se acaba de ver, de las opciones polticas de los fi eles. Conjuntamente, en vistas a la campaa presidencial, public cerca de 20 mil ejemplares de la pastoral del Deber social y poltico (emitida en 1962), lo que se consider por polticos de izquierda como un intervencionismo. Algunos obispos afi rmaron la necesidad de pronunciarse en forma tajante frente al Comunismo, condenando a quienes se relacionaran con el partido comunista o socialista. Esto desencaden un debate al interior del clero, dentro del cual se analizaron las vinculaciones entre la Iglesia y los partidos polticos, concluyen-do que ese tipo de acciones, no eran auspiciosas para la Iglesia post Vaticano II, en su

    19 Correa, Sofa. op. cit. p. 196. Extrado de Smith, Brian: The church and politics in Chile. Challenges to modern catholicsm. Princeton University Press, Princeton, New Jersey, 1982. p. 182.

    20 Cavallo, Ascanio: Memorias del Cardenal Ral Silva Henrquez. Editorial Copygraph. Santiago, 1992. tomo II. p. 9.

    21 Ibd., p. 14.

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    fase de ampliacin de los vnculos con la sociedad. La preocupacin cruz la frontera cuando la Santa Sede un mes antes de la eleccin exigi conocer las medidas para frenar el avance del Comunismo en el pas.

    Finalmente, en este ambiente de polarizacin en alza y de alto nivel de inter-vencin de la Iglesia, en las elecciones del 4 de septiembre de 1964 se obtuvieron los siguientes resultados: para el candidato del Frente Democrtico Julio Duran, 4.94% (125.233 votos), Salvador Allende por el FRAP obtuvo un 38.64% (977.902 sufragios) y Eduardo Frei Montalva por la DC en alianza con la Derecha y los EE.UU., triunf con un 55.67% (equivalente a 1.409.012 votos). Estos resultados crearon un ambiente poltico confuso, altamente confl ictivo y polarizado que comenz a generar un senti-miento de desconfi anza en relacin a las capacidades del sistema poltico chileno22.

    La llegada de la Democracia Cristiana al poder ejecutivo signifi c un gran im-pacto para la Iglesia y su base popular, causado principalmente por las coincidencias entre el comunitarismo, base del partido cristiano, y la Doctrina Social de la Iglesia. La mayora de los lderes y militantes de la DC formaron parte en su pasado de los mo-vimientos apostlicos de la Iglesia y al acceder al poder, se produjo un desplazamien-to de cierta base eclesial a la militancia democratacristiana. Esto vincul el accionar del PDC con el Episcopado y el Sacerdocio, al evidenciarse una cercana no slo te-rica sino tambin de base, politizndose el movimiento apostlico y temporalizando las tareas de la Iglesia. La estrategia poltica de la Jerarqua eclesistica tuvo grandes consecuencias para el acontecer poltico y la sensacin de urgencia, de dramatismo y de constructivismo social se incluy en los diagnsticos sobre la realidad poltica y la necesidad de neutralizar al comunismo23.

    La Misin general, la nueva edicin de la Pastoral sobre el Deber Social y Po-ltico, la educacin en la Doctrina Social de la Iglesia y la utilizacin de los medios de comunicacin de la Iglesia (como las revistas Mensaje, La Voz, entre otras) consolid esta intervencin y dej al Partido Conservador fuera de la estructura eclesial que estaba comprometida ahora con el Partido Demcrata Cristiano.

    Paralelamente, y desde el otro lado poltico, nuevas corrientes despertaban en otras latitudes que no dejaran de repercutir en Chile. Una de ellas fue la Teologa de la Liberacin, ampliamente discutida, negada y aceptada por diversos sujetos en toda la historia de la Iglesia. El inicio de esta corriente terica dentro de la Iglesia, la situamos en la II Conferencia Episcopal de Medelln en 1968, donde la denominacin de la Iglesia como servidora de los pobres dio cabida a la relectura del evangelio. La Teologa es una refl exin, que se entiende como expresin de comunidades cristianas que han madurado en la fe y que para enfrentar sus tareas, buscan situarse de cara a sus realidades locales. Esta corriente de pensamiento-accin tuvo repercusiones

    22 Valenzuela, Arturo: El quiebre de la democracia en Chile. Edicin FLACSO. Santiago, 1989. p. 109.23 Correa, Sofa: op cit. pp. 191-203.

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    principalmente en Brasil, Argentina, Centro Amrica y Chile. Uno de los mximos exponentes en nuestro pas fue el sacerdote Ronaldo Muoz.

    Asumiendo una opcin preferencial por los pobres, se preocuparon de la condicin inhumana y antievanglica en la que vivan los pobres latinoamericanos. Esta situacin de violencia institucionalizada (entendida como una violencia de los mismos seres humanos, contra otros seres humanos) posea en s misma, estructuras socioeconmicas y categoras mentales, las cuales la defi nen como una condicin injusta, contraria a la dignidad humana segn el evangelio. Ante esta cuestin de jus-ticia, la opcin preferencial por los pobres, fue el desafo para una parte de la Iglesia de ser la voz de los sin voz y de ver en la fi gura del pobre, a un agente con derecho de ser y cambiar su destino24.

    Desde la fi rma del manifi esto de los Obispos del Tercer Mundo en 1967, se hizo el llamado a adoptar posturas socializantes, y se puede ver que algunos sacer-dotes van a adoptar la Revolucin socialista como nica salida para los problemas fundamentales de Amrica Latina. Uno de los conos de esto fue el sacerdote co-lombiano Camilo Torres, pero otros destacados en Brasil fueron el Obispo de San Andrs, Don Marcos, el sacerdote Leje de Belo Horizonte y Ruas de Manao, por mencionar a algunos25.

    La posibilidad de realizar una vinculacin del marxismo con la Teologa se ha intentado desde hace algunos aos. Es posible decir que el cristianismo fue histori-zndose y tomando conciencia de las condiciones de opresin en las que haba vivido la clase oprimida, y el llamado a construir el reino de Dios en la tierra signifi c la adopcin del modelo socialista26. Sin duda, estos elementos pertenecientes a pocas posteriores al debate cristiano-marxista de los sesenta no infl uyeron en el dilogo de la poca, pero s nos sirven para entregar cierta claridad de este pensamiento y coherencia en la hora de determinar cul fue el rol en la confi guracin de los grupos de opinin-accin diferentes al parecer de la Jerarqua. Grupos que estuvieron con la Teologa de la Liberacin, por la invitacin a defi nirse como cristianos polticamente, porque propagan la solidaridad cristiana, negando la caridad paternalista, es un postu-lado de denuncia de la explotacin en la clase trabajadora27.

    Considerando el debate poltico en alza, 1969 fue un ao decisivo en la poltica chilena. En marzo se realizaron las elecciones parlamentarias, en las cuales la inter-

    24 Gutirrez, Gustavo: Pobreza y Refl exin Teolgica, Cuarenta aos de la Teologa de la Liberacin. En: El Catolicismo del Siglo XXI, involucin de la Iglesia Catlica Chilena, de la Teologa de la Liberacin al Papa Benedicto XVI. Seleccin de Artculos de Le Monde Diplomatique. Editorial An Creemos en los Sueos. Santiago, 2007. pp. 41-46.

    25 Ibd., p. 96.26 Ibd., p. 67.27 Escobar, Jaime: Porque estamos con la Teologa de la Liberacin. Comit de Defensa de los Derechos del

    Pueblo, 1985.

  • A la luz de la Historia 27

    vencin de todas las coaliciones se hicieron presentes desde comienzos de ao. Ya en enero la izquierda a travs del Comando Nacional de Trabajadores haba convocado a un paro para el 8 y 9 de enero y das despus terratenientes del Sur derechistas, bloquearon la carretera del Sur para desestabilizar el precio del trigo, siendo algunos de los alcances de la gran y determinante disputa electoral, vista como el antecedente de las presidenciales.

    En las elecciones parlamentarias de 1969, antesala de las presidenciales, el Par-tido Nacional tuvo un 19.97%, el Radical un 13.03%, el Socialista alcanz un 12.23% y el Comunista un 15.91%. La coalicin de Gobierno alcanz un 29.78%, cifra que lo situ como el partido mayoritario28, pero en declive en relacin a las elecciones ante-riores. Lo interesante fue el repunte del Partido Nacional, que mostr el aumento del ambiente polarizado y el desgaste de la poltica comunitarista, ante lo cual la DC ya comenzaba a manifestar la necesidad de vincularse con otras fuerzas polticas. La baja considerable de la coalicin cristiana, se explica con la emergencia de una nueva De-recha, que recibi los votos de los sectores crticos de la administracin de Frei que ya antes haban votado a favor del centro por ser la alternativa al Marxismo. Mientras que la izquierda tambin haba crecido, aunndose las posturas y acercndose a la unin programtica. El PDC logr proclamar a Tomic como Candidato presidencial en busca de una alianza amplia con los socialistas. La izquierda se una en torno a la tesis del polo revolucionario, aunando posturas en el Frente amplio, el Partido Radical (ala izquierda), el MAPU, el PS y el PC, los cuales proclamaron nuevamente a Salvador Allende, y simultneamente rechazaron cualquier tipo de alianza con la DC. La De-recha, por su parte, agrupada en el gremialismo, el Partido Nacional y algunos grupos de accin directa radical como el Frente Patria y Libertad, decidi proclamar como candidato al ex presidente Jorge Alessandri, el cual ejecutara sus lneas programticas centradas principalmente en la construccin de un estado subsidiario.

    El acontecimiento que ms impacto tuvo en este perodo eleccionario, fue el levantamiento de las tropas del regimiento Tacna, comandado por el general Viaux, el 21 de octubre de 1969: el tacnazo. Este fue un acto reivindicativo del Ejrcito por las remuneraciones y equipamientos pero podemos interpretarlo derechamente como una accin reivindicativa de las FFAA, por los resultados electorales de marzo y por la necesidad de ponerse en el nivel de los poderosos. La revista Mensaje fue la primera en decir que haban despertado las ambiciones golpistas29 reconociendo un clima de intranquilidad y la necesidad de hablar respecto a los hechos sucedidos a causa de su criticado silencio manifestado en otras oportunidades o coyunturas polticas.

    28 Correa, Sofa et al: Documentos del siglo XX chileno. Editorial Sudamericana, Santiago, 2001. p. 94.29 Revista Mensaje, Editorial: Cuando despiertan las ambiciones golpistas. N 85, diciembre de 1969. p.

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  • Vitalizando la Historia Poltica28

    Por primera vez, a partir de la crisis que atravesaba a la institucin castrense, se cuestion cul era el lugar de las FFAA en la poltica nacional y cmo deban refor-marse para convertirse en garanta de la bsqueda comn y de la realizacin de los ideales nacionales, contribuyendo en la defensa de la democracia para el desarrollo nacional30.

    El Episcopado no hizo odos sordos y elabor una declaracin sobre La Situa-cin Actual del Pas, la cual tuvo por objeto ser un elemento de refl exin para pre-venir situaciones que traeran intiles e injustifi cados sufrimientos31. Con la aclaracin de que no era su intencin involucrarse en la poltica partidista del pas, a favor de la conciencia y convivencia democrtica, defi nida por la participacin amplia del pueblo en las tareas y los bienes de la nacin.

    Los Obispos reconocieron la importancia de no suprimir el sistema demo-crtico, ya sea por partidos polticos, grupos terroristas o por las Fuerzas Armadas, y a su vez aceptaron el aumento de la participacin ciudadana en los quehaceres de la nacin siendo inadmisible que un grupo decidiera tomarse el poder por medio de la fuerza, pasando por sobre la voluntad ciudadana, resucitando un paternalismo ya superado32. Por lo mismo, condenaron el golpe de Estado, y solicitaron a los parti-dos que se encargaran de hacer un juego democrtico limpio, manteniendo la paz, el respeto por las ideas y las personas en pos del bien comn, considerando que:

    La imposicin de una poltica por medio del terror, por la dictadura o por las armas, traa consigo la represin brutal de los que se oponen, y la supresin de todas las libertades consideradas peligrosas por los que detentan el poder. El pas entrara en la va de los juicios polticos, de las relegaciones, de las injusticias fl a-grantes, de la supresin de toda prensa libre, de toda posibilidad de defenderse, de las sospechas, de las calumnias y por ltimo del paredn33.

    En marzo de 1970, el Cardenal convoc a una asamblea plenaria, donde lo central fue la actitud del Episcopado ante las elecciones. En plena discusin se eviden-ci, cuenta el Cardenal, que todos los candidatos haban estado presionando a ms de un Obispo para contar con la opcin poltica de los catlicos y algunos en la reunin manifestaron la necesidad de que el episcopado condenara la candidatura marxista.

    Por ltimo se estipul mayoritariamente que el papel de la Iglesia era de pres-cindencia agudizada por la amenazante desunin de las bases catlicas34. Por esto

    30 Revista Mensaje, Editorial: Refl exiones despus del Golpe. N 84, noviembre, 1969. p. 526.31 Declaracin Episcopal sobre la Situacin Actual del Pas, en Revista Mensaje. N 186, enero-febrero,

    1970. p. 77.32 Ibd., p. 78.33 Ibd., p. 79.34 Cavallo, Ascanio: op. cit. p. 176.

  • A la luz de la Historia 29

    no se produjo un pronunciamiento pblico del Episcopado, aunque aumentaba la participacin de sacerdotes, religiosas y laicos en la campaa ya que la llegada de la Teologa de la Liberacin en la prctica signifi c la vinculacin de algunos sacerdotes en la campaa de Salvador Allende, como es el caso de Daro Marcotti y de Roberto Lebegue, quienes se preguntaron en medio de una prdica tenemos que renunciar a la lucha de clases para no romper la unidad entre cristianos? Clarifi cando aun ms la contradiccin entre la opcin por los pobres y la unidad de la institucin eclesial. Ambos fueron el caso chileno de un proceso latinoamericano que se replicaba en Colombia con el grupo Golcolda, en Argentina con el Movimiento de Sacerdotes Ter-cer Mundo y en Per con la Organizacin Nacional de Informacin Social ONIS35.

    Para mantener la lnea poltica de la Iglesia, el Cardenal public la Carta Igle-sia, Sacerdocio y Poltica, en la que declar que la Iglesia no tena ni estaba ligada a ningn sistema de partido poltico reafi rmando sobre el sacerdocio que el servicio propio (de ellos) era ofrecerse para que en la Iglesia los hombres encuentren su casa: la casa donde se puede legtimamente discrepar, siendo incluso adversario, pero no enemigo36 .

    Finalmente, en campaa, la opcin de la izquierda se perfi laba como la ganado-ra a pesar de los costos de la campaa del terror en torno a la candidatura marxista. En medio de esto y ad portas a la eleccin de septiembre, Allende se reuni con el Cardenal y le afi rm que no tocara a la Iglesia ni con el ptalo de una rosa37.

    Todos se sentan ganadores, y la Iglesia no visitara al candidato electo sino hasta la expresin de la voluntad democrtica del 4 de septiembre. La mayora relati-va de Allende obtenida el da del sufragio, puso a la Iglesia en una encrucijada, donde su opcin poltica reformista -evidenciada a lo largo de esta investigacin- quedaba relegada a la opcin marxista de la Unidad Popular, inaugurndose con esto la in-tervencin poltica por medio del Poder Moral de Negociacin entre los actores polticos, a favor de una democracia y un constitucionalismo donde se respetara la dignidad humana.

    4. Conclusiones

    El estudio de la Iglesia como actor poltico en Chile, verifi c cmo el confl icto de clases entre 1962 y 1970 se replic al interior del seno sacerdotal manifestndose en una diversidad en las posturas de los catlicos, consolidando la actuacin poltica de la Iglesia. Esto impidi que la Jerarqua pudiera mantener una homogeneidad dis-cursiva e interpretativa del mensaje del evangelio, lo cual desat una crisis institucio-

    35 Ibd., p. 181.36 Ibd., p. 182.37 Ibd., p. 183.

  • Vitalizando la Historia Poltica30

    nal que antecedi el gobierno de Salvador Allende y que se manifest en la formacin de mltiples grupos y discursos. Se puede concluir que la Iglesia se encontraba en cri-sis por el desajuste entre el carcter totalitario de su doctrina y los requerimientos pluralistas de la sociedad moderna. Diversos grupos manifestaron esta distancia ofre-ciendo las respuestas que no encontraron en el seno de la formalidad eclesistica. La jerarquizacin en todos los niveles tuvo como consecuencia inmediata la separacin entre dirigentes y dirigidos. Los dirigentes eran la minora rectora, y los dirigidos la mayora que haba despertado de su pasividad y que haba levantado la necesidad de modifi car las relaciones desde la Santa Sede con los rganos colegiados y con las Igle-sias locales. Esto produjo que se enfrentaran los que entienden, los profetas, telogos, los del magisterio, etc.; los que lo administran, el clero; los que practican, los religiosos, orden del ser; y los fi eles obedientes, formando la orden del deber38.

    En relacin a la formacin de corrientes y contracorrientes en el seno eclesial, se evidenci que la estructura social se replicaba al interior de la Iglesia. La empresa, el estado, el partido, la escuela y la familia pasaron a ser una estructura dentro de la Iglesia, que se entendi como una identidad colectiva unida por un sentido de espiritualidad, que estableci una relacin mltiple entre la sociedad civil (estado y ciudadanos), la Santa Sede y la Iglesia misma entendida como la Jerarqua y los fi eles. Esto signifi c que la Jerarqua asumiera funciones en la lucha de clases.

    Para poder entender de mejor manera como surge esta situacin en la Iglesia se propuso un esquema de anlisis, en el cual se pudo ver que la Iglesia Catlica al ingresar a una sociedad liberal deba afi rmarse en un modelo que le entregara legiti-midad en el corto plazo. Ante la multiplicidad de los modelos simblicos creados en la interpretacin del evangelio, la Iglesia iba a adoptar el modelo que recibiera mayor aceptacin y que le asegurase la mxima cohesin en la construccin del reino de Dios en la tierra o del proyecto poltico que lo representara. Esta Iglesia no era portadora de un solo mensaje, sino de muchos mensajes contradictorios y de un poder moral de negociacin, y para evitar los enfrentamientos que resultaban de stos, entonces abus de un autoritarismo en la generalidad de los casos confl ictivos, contrario a los planteamientos de cercana y unin entre sacerdocio y laicado. Las luchas polticas entonces fueron las relacionadas con el poder del Estado y a su vez las luchas religiosas con la doctrina fueron un problema moral o una interpretacin del mensaje39. Los movimientos eclesiales deban llegar a operar como multiplicado-res e irradiadores de una formacin cristiana ms densa y exigente en el seno del pueblo de Dios, con capacidad para la formacin de lderes cristianos40, los cuales

    38 Codina, Vctor ; de Prada, Miguel ngel; Pereda, Carlos: op. cit. p. 107.39 Ibd., p, 245.40 Pontifi cio consejo para los laicos, la formacin de los laicos, en servicio, Revista de pastoral de la Iglesia de

    Chile, N 44, Santiago, 1980.

  • A la luz de la Historia 31

    posteriormente ocupaban el espacio poltico donde se produca la formacin y el acercamiento con la intelectualidad y la clase poltica.

    Para concluir, se debe decir que efectivamente la jerarqua catlica desestabi-liz el proyecto de izquierda con un discurso antimarxista, contrario a la Teologa de la Liberacin, a favor de su unidad estructural ms que de su unidad pastoral. Esto a su vez signifi c la estabilizacin y la concrecin de la postura reformista. La Jerarqua entonces en sintona con la Democracia Cristiana, provoc, en parte, la divisin de la poblacin creyente.

    En cuanto a la relacin con la poltica formal, los sucesos ms importantes de la Iglesia coincidieron con el aumento de la polarizacin y fue a fi nales de la dcada del sesenta donde nos atrevemos a re-situar el inicio del quiebre democrtico, obli-gando a todos los actores a asumir posturas. El golpe de estado no comenz con la eleccin de Allende, sino con la reagrupacin de la derecha y la lucha por imponer su proyecto poltico, y en este sentido, la importancia de estudiar el fenmeno reli-gioso apunt a entender el peso de la cultura religiosa entre las masas populares y la historia y el papel y poder de la Iglesia en Chile en relacin al Estado y a las clases oprimidas.

    Sin duda es un tema relevante. Se ha comprobado que las creencias de la po-blacin determinan decisiones polticas que aunque la institucin ms importante de la espiritualidad se niegue a asumir terminaron por infl uenciar el panorama poltico nacional en los crticos aos sesenta

    Se reafi rma la relevancia que tiene este estudio en los intentos que desde la disciplina histrica en su rama poltica emergen en relacin a la comprensin de manera ms acabada de los sucesos del acontecer poltico, despertando las voces de los artfi ces e incitadores de los hechos y reviviendo las consecuencias sociales y culturales de su participacin en la historia.

  • 33

    Unidad o divisin Popular?Confl uencias y divergencias de la intelectualidad de iz-quierda en Chile para alcanzar el Desarrollo. Perspec-tivas y herramientas para analizar el Desarrollo en el Chile actual

    Kim Lpez Pizarro*

    Resumen: Veremos en este artculo los distintos diagnsticos que haca la intelectualidad de izquierda con respecto al estado de la economa chilena para fi nes de la dcada de 1960. Encon-traremos entonces que esos diagnsticos son similares y que donde existe una diver-gencia mayor es en la forma de llevar a cabo los cambios necesarios para superar las caractersticas estructurales que impiden alcanzar el De-sarrollo. Desde esa experien-

    cia histrica haremos una aproximacin a los proyectos actuales y conceptualizacin que tienen stos con respecto al desarrollo, qu entienden por l y cmo a partir de ah promueven una adecuacin o reforma dentro del marco del sistema econmico capitalista en su expresin neoliberal que impera hoy en Chile.

    Palabras clave: desarrollo subdesarrollo dependencia reformismo burguesa modelo de desarrollo desde dentro.

    * Estudiante de la carrera de Pedagoga en Historia y Ciencias Sociales, Universidad de Valparaso.

  • Vitalizando la Historia Poltica34

    1. Introduccin

    La Historia Econmica de Chile est marcada por ciertas caractersticas es-tructurales identifi cables que se proyectan desde su formacin colonial hasta nues-tros das, las cuales, obviamente, van cambiando en su intensidad y niveles de infl uen-cia pero a la larga continan existiendo. Dentro de ellas podemos nombrar como rasgo central el carcter de subordinacin que mantiene con respecto de los grandes centros industriales, es decir, el alto grado de dependencia econmica1 que posee con los pases desarrollados.

    Si bien dicho elemento en un principio fue impuesto, controlado y mantenido por agentes exgenos (la Corona espaola), posteriormente, tras el proceso de inde-pendencia, el control de la economa queda al arbitrio de la naciente clase dominante chilena, permitindole profundizar, mantener o disminuir la dependencia heredada, segn estime conveniente.

    Considerando ese nuevo margen de accin, a lo largo de la historia de Chile republicano podemos encontrar distintos proyectos de desarrollo. Estos proyectos los podemos englobar bsicamente en dos modelos generales: En una primera ins-tancia, desde la formacin de la nacin hasta la crisis de 1930, y tras el Golpe Militar, con la implantacin del capitalismo en su expresin neoliberal, hasta el da de hoy, donde encontramos un modelo que se caracteriza por intentar alcanzar el desarro-llo al alero de la dependencia antes descrita, es decir, se promueve un desarrollo econmico orientado hacia fuera2, basado en la monoexportacin aprovechando las ventajas comparativas3 que posee el pas. Una de las desventajas presentadas por este modelo fue que al centrarse en la monoexportacin de materias primas, se impidi el desarrollo de otras reas productivas, utilizando ingresos obtenidos de las

    1 Concepto de la Teora de la Dependencia, respuesta terica elaborada entre 1950 y 70 para dar respuesta al estancamiento socio-econmico latinoamericano. La tesis principal es que los pases subdesarrollados, a partir de la desigual confi guracin de la economa mundial, tienen un rol determinado, extraer materias primas de un bajo valor, en contraste con el rol de los pases desarrollados, que transforman las materias primas y tienen por tanto una produccin industrial de mayor valor, asociado al conocimiento tecnolgico que van acumulando dichos pases. Se hace necesario para los pases subdesarrollados, depender de ellos para poder vivir de forma actualizada a los tiempos, con los productos que se pueden importar. Vase Dos Santos, Theotonio: La Teora de la Dependencia.

    2 Conceptualizacin que la podemos encontrar en Pinto, Anbal: Chile, un caso de desarrollo frustrado. Univer-sitaria 3 edicin. Santiago, Chile, 1953.

    3 Ventajas que posee un pas por sobre otro con respecto a la produccin de un bien determinado. Segn la teora, los pases debiesen entonces especializarse en la produccin de aquellos bienes que tienen un menor costo de produccin, alcanzando as una mayor competitividad con respecto a ese producto, lo que les permite a su vez tener acceso a los productos que elaboran otros pases a costos menores. Vase Ricardo, David: Principios de Economa Poltica y Tributacin (1817).

  • Unidad o divisin Popular? 35

    exportaciones en pagar la deuda externa y en cubrir los costos de importacin de productos manufacturados.

    Por otro lado, encontramos un segundo modelo que engloba a los distintos proyectos puestos en prctica desde la gran depresin hasta el derrocamiento de Allende y la Unidad Popular. ste se caracteriza por promover un desarrollo eco-nmico orientado hacia adentro, el cual consiste en generar mayores mrgenes de autonoma a partir de una diversifi cacin de la actividad econmica y una fuerte inversin en desarrollo industrial. Lo anterior en vistas de superar los lazos de depen-dencia existentes y avanzar en la consecucin del desarrollo econmico4.

    En esta investigacin nos referiremos al modelo de desarrollo hacia adentro, particularmente al proceso de defi nicin tras el cual se concretiz un giro en el mo-delo: la coyuntura electoral que inici un proceso de transformacin radical tendien-te a alcanzar el socialismo, y que trajo consigo, al menos en los primeros momentos, increbles resultados con respecto al crecimiento econmico:

    La economa chilena vivi un auge sin precedentes en 1971, como resultado de polticas econmicas altamente expansivas. Se experiment un mejoramiento generalizado en el nivel de vida de la poblacin, y una sensacin de xito total entre los lderes de la U.P.5

    A la postre, signifi c el trmino del modelo mismo producto de los inevitables roces que trae la agudizacin de los confl ictos de intereses en la sociedad, los cuales fi nalmente decantaron en el golpe militar y la re-implantacin del modelo hacia fue-ra en Chile, a partir de la imposicin del capitalismo en su expresin neoliberal.

    Hablamos entonces de la coyuntura de la eleccin presidencial de 1970. Pre-vio a ella, la intelectualidad6 de la izquierda chilena realiza sus respectivos anlisis y diagnsticos sobre la economa nacional en dicho perodo7. Tales estudios no slo

    4 Desarrollo econmico entendido no solamente como el aumento del ingreso por habitante, sino como un crecimiento econmico que sea traducido en una mejora considerable en los niveles de vida de la poblacin en general.

    5 Meller, Patricio: Un siglo de Economa Poltica Chilena (1890 - 1990). Edit. Andrs Bello. Santiago, Chile. 1996. p. 118.

    6 Entendindola desde el concepto de Intelectual Orgnico, aquel que da a la clase a la cual pertenece o se identifi ca, homogeneidad y conciencia de la funcin que cumple dentro del modo de produccin, tanto en el mbito econmico como poltico y social. Antonio Gramsci en Los intelectuales y la organizacin de la cultura.

    7 Nos referiremos particularmente a los trabajos de Sergio Ramos, militante e intelectual del Partido Co-munista; Pedro Vuskovic, militante del Partido Socialista y posterior ministro de economa, fomento y reconstruccin de Chile; y fi nalmente algunos elementos que nos pudiese entregar Ruy Mauro Marini, intelectual, militante y miembro del Comit Central del Movimiento de Izquierda Revolucionaria. Desde ellos podremos generar una aproximacin a las divergencias y convergencias que posean sus respectivas colectividades en cuanto a los diagnsticos y en cuanto a su quehacer.

  • Vitalizando la Historia Poltica36

    parten de cierta forma infl uenciados por la visin de la colectividad poltica a la cual pertenecen, sino que tambin pasan a tener un alto grado de infl uencia en las visiones polticas que van construyendo esas mismas colectividades, transformndose en parte constitutiva de ellas. Desde ah se puede ver el anlisis a partir del cual la izquierda levanta su nuevo proyecto poltico, la Unidad Popular, como una alternativa para enfrentar el modelo econmico promovido hasta ese entonces, alejndose de la manifi esta intencin de la derecha, de darle un giro al modelo y abrir de par en par la economa nuevamente.

    Ante ese escenario, la tarea que nos planteamos consiste en exponer el con-texto histrico en el cual se enmarca al proceso antes descrito, a partir de aquello analizar dichos diagnsticos sobre el estado de la economa chilena para fi nes de la dcada de los 60s, ver su grado de complicidad o rechazo con el modelo aplicado hasta entonces y como, a partir de ello, se levanta el nuevo proyecto poltico que terminar imponindose en las elecciones venideras. Posteriormente se pretende dar cuenta del proyecto en s y analizar como ste entrega una posibilidad real para alcanzar el bienestar de la poblacin, en contraste con el proyecto actual que dice pretender alcanzar el desarrollo dentro de los mrgenes del sistema capitalista en su expresin neoliberal.

    2. Contexto Histrico: Evolucin econmica y poltica en torno a los modelos de desarrollo

    Como ya hemos sealado, Chile desde su formacin colonial hered una de-pendencia econmica ligada a Espaa que determin el atraso en el cual se vio in-mersa la nueva nacin. Es ese atraso justamente, tras el proceso emancipador, el que hace surgir la necesidad de subordinarse nuevamente. Se ve, con la infl uencia de la burguesa internacional8, el ingreso a los mercados internacionales y la imitacin de los modelos del mundo civilizado9 como la nica forma de dejar atrs el carcter premoderno existente y poder convertirse en una nacin moderna. De esa forma Chile se vuelve a entrampar en nuevos lazos de dependencia, que son mucho ms profundos ya que se establecen esta vez con el mercado internacional en general, por tanto Chile se abre a la economa-mundo capitalista10. De ah en ms, hasta la crisis

    8 Mediante el rpido mejoramiento de todos los instrumentos de produccin y los inmensos medios de comunicacin facilitados, la burguesa conduce a todas las naciones, incluso a las ms brbaras, a la civili-zacin en Una palabra, crea un mundo a su propia imagen. Marx, K. y Engels, Manifi esto del Partido Comunista. Londres. 1848.

    9 En una serie de versiones dominantes, las regiones ms atrasadas copiaron los modelos del mundo desarrollado. Hobsbawm, Eric: La era del Capital 1848 - 1875. Bs. As. Argentina, 1998. p. 76.

    10 Wallerstein, Immanuel: Anlisis de sistemas-mundo. Una introduccin. Siglo XXI, Mxico. p. 40. Haciendo referencia a la economa-mundo, es decir, las relaciones de produccin que se sostienen a nivel mundial;

  • Unidad o divisin Popular? 37

    econmica del primer cuarto del siglo XX, la economa chilena sufri un ascendente proceso de apertura y liberalizacin, ya que la independencia abri las puertas de la economa chilena de par en par. Esa fue su contribucin primordial al desarrollo econmico del pas11, para bien o para mal12, aceptando por ese hecho el enorme impacto de las fl uctuaciones econmicas del mercado mundial en el pas, dndole un sello de inestabilidad completa a la propia economa nacional debido a los bajos ni-veles de autonoma que sta pas a tener, independiente de las cifras de crecimiento que se pudieron alcanzar. Ese sera entonces el patrn de desarrollo a seguir.

    Tal desarrollo dependiente terminara frustrndose13, a partir de la crisis mundial de la dcada de 1920 y la gran depresin al fi n de sta. Las consecuencias del fenmeno no seran menores:

    fue tan severo que provoc un cambio completo en el modelo de desarrollo: el desarrollo orientado hacia adentro reemplaz al desarrollo orientado hacia afuera. La industrializacin pas a ser considerada la frmula para desarrollar la economa nacional, transformndose en el motor del crecimiento, y la industria-lizacin basada en la sustitucin de importaciones (ISI) marc la primera etapa del nuevo proceso de desarrollo.14

    De esa forma se confi gur un modelo capitalista regulado por mayores grados de intervencin por parte del Estado. Se espera adems, con la natural respuesta a la crisis por parte de los pases latinoamericanos (a partir de lo que ms tarde se conocer como Modelo ISI15), que se supere en algn grado los altos niveles de

    hoy, en el sistema-mundo moderno, dicha economa-mundo es capitalista dado que lo que impera en esas relaciones es la lgica de la valorizacin del capital, la incesante acumulacin de capital para acumular ms capital.

    11 Pinto, Anbal: op cit. p. 15.12 Es relativo el grado de aporte que signifi c esa apertura comercial, si bien produjo algn crecimiento, aun-

    que menor al menos en los primeros 15 aos de la Repblica Conservadora, la necesidad de tener algn grado de subordinacin por parte de las nuevas naciones para darle estabilidad a la economa determin un sistema a la deriva y fl uctuante.

    13 Pinto, Anbal: op. cit. Sosteniendo que pese a tener las potencialidades para alcanzar el desarrollo, la eco-noma chilena habra frustrado su proceso de industrializacin, extinguiendo esas posibilidades.

    14 Meller, Patricio: op cit. p. 47.15 Modelo de Industrializacin en base a la sustitucin de importaciones implementado en Chile a partir

    de un descenso en la demanda por materias primas y de la aguda escasez de productos importados los cuales elevaron sus precios tras la gran depresin. La respuesta entonces fue comenzar a producirlos internamente, generando con ello un proceso de modernizacin en las actividades econmicas que podran permitir alcanzar un estado de desarrollo econmico. Posteriormente desde la CEPAL se le dara un cuerpo conceptual al modelo y generaran a su vez la promocin de ste como mtodo para alcanzar el desarrollo, como una alternativa dentro de los mrgenes del capitalismo para as soslayar el efecto de la revolucin cubana y el comunismo que surga en base a la crtica del modelo y en la proposicin de un modo de produccin distinto.

  • Vitalizando la Historia Poltica38

    dependencia que se arrastraban desde el modelo anterior y desprenderse, con ello, de la alta inestabilidad econmica en la que se vean inmersos a causa de las fl uctua-ciones de la economa a nivel mundial.

    Ahora bien, en el plano poltico, (...) junto a la emergencia de nuevos sujetos, como las clases medias y obreras, () se dio una ruptura del orden institucionalse reemplaz el rgimen parlamentario por uno de presidencialismo fuerte16. Tales elementos no seran menores ya que daran pie para la posterior acumulacin de fuerzas y la conformacin de la base social de la Unidad Popular al fi n y al cabo. Asi-mismo, ocurrira tambin un cambio en los organismos de representacin de dichos sectores, tanto en el Partido Socialista (PS) como en el Partido Comunista (PC), en relacin a la tctica para alcanzar sus objetivos. En ese sentido, ambas colectividades pasaron a reemplazar su inicial nfasis en la revolucin por otro, centrado en la democratizacin17, en la solucin de las problemticas mediante la va institucional y siempre a partir del consenso, siendo un eje articulador en dicho sistema el Parti-do Radical (PR). Dicha visin tambin tiene que atenuarse en cierta medida ya que es slo una parte del PS que asume la va institucional, otro sector mantiene la va revolucionaria.

    De esa forma se continu con el nuevo modelo de desarrollo establecido durante la dcada de 1930 y con la nueva confi guracin poltica, generndose un pro-ceso de modernizacin en las distintas reas productivas, con una alta participacin de la industria como motor del crecimiento econmico18.

    Ya para la dcada de 1950 el modelo ISI comienza a manifestar un estanca-miento y da cuenta de su propia crisis19:

    el modelo de crecimiento hacia adentro haba ido perdiendo dinamismo, sofocado por la estrechez del mercado interno y por la fuerte expansin de los grandes conglomerados industriales de los pases centrales, detentores de un

    16 Corvaln Marquz, Luis: Del anticapitalismo al neoliberalismo en Chile: Izquierda, centro y derecha en la lucha entre los proyectos globales 1950 2000. Edit. Sudamericana. Santiago, Chile. 2001. p. 14.

    17 Ibd., p. 15.18 El valor agregado por el sector industrial aument, tan slo entre 1941 y 1945, ms del 100%, registrando

    un crecimiento notable, en especial, en las industrias metlicas, debido a la substitucin de importaciones y en las industrias de consumo no durable, debido al aumento en la demanda popular generado por la elevacin del ingreso. El valor agregado aument entre 1940 y 1945 en los diversos sectores industriales: bienes de consumo 68%, bienes intermedios 98% e industriales metlicas 232%. Frank, Andre Gunder: La poltica econmica en Chile, desde el Frente Popular a la