Weis, Margaret & Hickman, Tracy - Ciclo de La Puerta de La Muerte VII_La Septima Puerta

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    Margaret Weis & Tracy Hickman

    La Sptima PuertLa Sptima Puert

    Ciclo De La Puerta De La Muerte Vol. VII

    CAPTULO 1ABRI EL LABERINTOVasu se hallaba en lo alto de la muralla, silencioso y pensativo, mientras, a sus pies, las puertas dela ciudad de Abri se cerraban con estruendo. Amaneca, lo cual, en el Laberinto, slo significabaque la negrura de la noche adquira un tono grisceo. Pero aquel amanecer era distinto de losdems. ra ms glorioso... y ms aterrador. staba iluminado por la esperan!a y oscurecido por elmiedo.ra un amanecer que descubra la ciudad de Abri, en el mismo centro del Laberinto, a"n en pie y

    victoriosa tras una batalla terrible con sus ms implacables enemigos.ra un amanecer ti!nado del humo de las piras funerarias, un amanecer en el cual los vivos podane#halar un suspiro tr$mulo y atreverse a esperar que la vida futura fuese me%or.ra un amanecer iluminado por un plido fulgor ro%i!o en el le%ano hori!onte, un resplandor queresultaba estimulante, tonificante. Los patryn que guardaban las murallas de la ciudad volvan loso%os hacia aquella luminosidad e#tra&a y sobrenatural, sacudan la cabe!a y hacan comentarios entonos graves y ominosos.'so no presagia nada bueno 'decan con gesto sombro.()ui$n poda recriminarles su actitud sombra* Vasu, no. +l, que saba lo que se avecinaba, desdeluego que no. Pronto tendra que revelrselo y, con ello, hacer a&icos la alegra de aquel amanecer.'se resplandor 'tendra que decirle a su pueblo' es el fuego de la guerra.e la fero! batalla por el control de la -ltima Puerta. Las serpientes dragn que nos atacaron nofueron vencidas, como cresteis. , matamos a cuatro de ellas/ pero, por las cuatro que murieron,otras ocho han nacido. 0 ahora atacan la -ltima Puerta con el propsito de cerrarla y de atraparnosa todos en esta espantosa prisin. 12uestros hermanos, los que viven en el 2e#o y los que estncerca de la 3ltima Puerta, se enfrentan a ese mal y, por tanto, a"n tenemos motivos para laesperan!a. Pero los nuestros son pocos en n"mero y el mal es vasto y poderoso.12osotros estamos demasiado le%os como para acudir en su ayuda. emasiado le%os. 4uandollegramos, si logrramos hacerlo con vida, sera demasiado tarde., tal ve! sera demasiado tarde.50, una ve! cerrada la -ltima Puerta, el mal en el Laberinto se har ms fuerte. 2uestro miedo ynuestro odio se volvern ms intensos para compensarlo, y el mal se alimentar de ese miedo y deese odio y se har a"n ms poderoso.

    6odo era in"til, se di%o Vasu, y as deba decrselo al pueblo. La lgica, la ra!n, le deca que todoestaba perdido. ntonces, (por qu$, all de pie en la muralla, con la vista fi%a en el resplandor ro%i!odel cielo, senta a"n una esperan!a*

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    2o tena sentido. #hal un suspiro y sacudi la cabe!a.3na mano lo toc en el bra!o.'7ira, dirigente. 8an conseguido alcan!ar el ro.Al lado de Vasu, uno de los patryn haba malinterpretado el suspiro, sin duda, creyendo quee#presaba inquietud por la pare%a que haba abandonado la ciudad en la "ltima hora de oscuridadprevia al alba para emprender la b"squeda 'arriesgada e in"til, probablemente' del dragn verdey dorado que haba combatido por ellos en los cielos sobre Abri. l dragn verde y dorado que erael 7ago de la erpiente y que tambi$n era el sartn de andares torpes con nombre de mensch,Alfred.0 Vasu, era cierto, tema por ellos, pero tambi$n tena esperan!a. Aquella misma esperan!a ilgica,irracional.Vasu no era un hombre de accin. ra un hombre de refle#iones, de imaginacin. 2o tena ms quecontemplar su cuerpo sartn, blando y rechoncho, para constatarlo. eba refle#ionar cul haba deser el paso siguiente de su pueblo. eba hacer planes y decidir cmo deban prepararse todos paralo inevitable. eba contarles la verdad, pronunciar su discurso de desesperan!a.Pero no hi!o nada de ello. e qued en las murallas, siguiendo con la mirada al mensch conocidopor 8ugh la Mano y a 7arit, la patryn.

    e di%o que no volvera a verlos. Los dos se aventuraban en el Laberinto, peligroso en cualquiermomento pero doblemente letal ahora que sus derrotados enemigos acechaban llenos de rabia a laespera de vengarse. l mensch y la patryn haban emprendido una misin desesperada y temeraria.2o volvera a verlos ms, y tampoco a Alfred, el 7ago de la erpiente, el dragn verde y dorado encuya busca haban partido.Vasu continu en la muralla y aguard 'con esperan!a' su regreso.l 9o de la 9abia, que flua ba%o los muros de la ciudad de Abri, estaba helado. us enemigoshaban congelado sus aguas mediante hechi!os. Las repulsivas serpientes dragn haban convertidoel ro en hielo para que sus tropas pudieran cru!ar con ms facilidad.7ientras descenda traba%osamente la pendiente sembrada de rocas de la ribera del ro, 7aritmostr una sonrisa ce&uda. La tctica de sus enemigos le sera de utilidad.lo haba un peque&o problema.

    ' (ices que esto es obra de magia* '8ugh la Mano, que descenda la pendiente detrs de ella,se desli! hasta detenerse %unto a la placa de hielo negro y tante $ste con la puntera de la bota'.(4unto tiempo durar el hechi!o*+se era el problema.'2o lo s$ 'se vio obligada a reconocer 7arit.'0a'refunfu& 8ugh'. 7e lo esperaba. Podra cesar cuando estuvi$ramos en el medio.'Podra 'asinti 7arit.La patryn se encogi de hombros. i suceda tal cosa, estaran perdidos. Las impetuosas aguas, deun negro intenso, los aspiraran, les helaran la sangre, arrastraran sus cuerpos contra las rocascortantes y, te&idas ya con la sangre, llenaran sus pulmones.' (2o hay ms remedio* '8ugh la Mano se haba vuelto hacia ella y miraba fi%amente los signosmgicos a!ules tatuados en su cuerpo. l mensch se refera, naturalmente, a la magia de la patryn.

    '0o qui! podra transportarme a la otra orilla 'respondi 7arit. n realidad, no estaba segurade ello. La batalla del da anterior la haba debilitado/ el enfrentamiento con :ar, el e&or del2e#o, haba tenido el mismo efecto en su espritu'. Pero no sera capa! de llevarte conmigo.La patryn pos el pie sobre el hielo y not cmo el fro le penetraba hasta el tu$tano. nca% lasmandbulas para evitar que le casta&etearan los dientes, contempl la le%ana orilla opuesta y a&adi;'lo ser una carrera corta. 2o nos llevar mucho tiempo.8ugh la Mano no di%o nada. 6ena la vista fi%a... no en la orilla, sino en el hielo.0, entonces, 7arit cay en la cuenta. Aquel hombre, un asesino profesional que no tema a nada ensu mundo, haba encontrado en aqu$l algo que s le causaba espanto; el agua.' (e qu$ tienes miedo* 'pregunt en tono burln, con la esperan!a de picarlo en el amor propiosi lo ridiculi!aba'. 2o puedes morir...' que puedo 'la corrigi $l'. Lo que no puedo es permanecer muerto. 0 no me importaconfesar, se&ora ma, que esta clase de muerte no me atrae en absoluto.

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    'A m, tampoco 'replic ella en tono morda!, pero 8ugh vio que haba retirado rpidamente elpie del hielo/ 7arit no iba a ninguna parte.lla hi!o una profunda inspiracin.'gueme o no/ es cosa tuya.'n cualquier caso, no te soy de mucha utilidad 'di%o $l con acritud, al tiempo que abra ycerraba los pu&os'. 2o puedo protegerte ni defenderte... 2i siquiera puedo protegerme a mmismo.8ugh no poda morir ni poda matar. 6odas las flechas que disparaba erraban el blanco, todos losgolpes que lan!aba quedaban cortos, todas las estocadas de su espada salan desviadas.'0o puedo defenderme sola 'respondi 7arit'. 0 puedo defenderte a ti, incluso. Pero tenecesito conmigo porque conoces a Alfred mucho me%or que yo...'2o, no es verdad 'disinti $l'. 2o creo que nadie cono!ca a Alfred. 2i siquiera $l mismo.8aplo, tal ve!, pero eso no nos sirve de mucho, ahora.7arit se mordi el labio y no di%o nada.'Pero has hecho bien en recordrmelo, se&ora ma 'continu 8ugh la Mano. i no encuentro aAlfred, esta maldicin no acabar nunca. Vamos, acabemos con esto de una ve!.Puso el pie en el hielo y dio unos pasos. u movimiento, rpido e impetuoso, tom por sorpresa a

    7arit. Antes de que se diera perfecta cuenta de lo que estaba haciendo, la patryn ech a andarapresuradamente tras $l. l fro entumecedor se adue& de ella y le provoc unos tembloresincontrolables.l hielo era resbaladi!o y traicionero, y 8ugh y 7arit se agarraron mutuamente en busca de apoyo/el bra!o de $l la salv de ms de un resbaln y el de ella lo sostuvo en varias ocasiones.4uando estaban a media travesa, una grieta parti el hielo casi ba%o sus pies con un sonido quetaladraba los tmpanos. 3n bra!o y una mano peluda terminada en !arpas surgieron de lasborboteantes aguas como si quisieran agarrarse a 7arit.La patryn se llev la mano a la empu&adura de la espada, pero 8ugh la detuvo.'2o es ms que un cadver.7arit se fi% me%or y vio que el mensch tena ra!n. l bra!o, flccido, fue aspirado por la corrientecasi de inmediato.

    'l hechi!o est desvaneci$ndose 'anunci, irritada consigo misma'.ebemos darnos prisa.4on un suspiro, continu la travesa, pero una fina capa de agua se e#tenda rpidamente sobre elhielo y lo volva mucho ms resbaladi!o. Patin y trat de asirse a 8ugh, pero $ste tambi$n habaperdido el equilibrio. Los dos cayeron al hielo. A gatas sobre $l, 7arit se encontr mirando lahorrible sonrisa y los o%os saltones de un lobuno muerto.l hielo negro se rompi %usto entre sus manos. l lobuno sali a la superficie, pareci levantarsedirectamente hacia la patryn, y $sta retrocedi involuntariamente. 8ugh la Mano la retuvo.'l hielo se est rompiendo 'di%o con un chillido.0 estaban todava a media docena de pasos de la orilla. 7arit se arrastr hacia ella gateando, yaque no poda ponerse en pie. 6ena los bra!os y las piernas doloridos de fro. 8ugh se desli! a sulado. 6ena la cara palidsima, la mandbula apretada con tal fuer!a que recordaba el hielo, los o%os

    desorbitados y la mirada perdida. Para $l, nacido y criado en un mundo sin agua, perecer ahogadoera la peor muerte imaginable y el terror casi le haba hecho perder la ra!n.Pero estaban cerca de la orilla, cerca de la salvacin.l Laberinto posea una inteligencia maliciosa, una astucia mal$vola. Le permita a su vctima unatisbo de esperan!a, le permita imaginar que alcan!ara a ponerse a salvo.La mano entumecida de 7arit se agarr a un gran pe&asco de los varios que bordeaban la ribera,pugn por mantenerse asida con sus insensibles dedos y trat de incorporarse.l hielo cedi ba%o sus pies y la sumergi hasta la cintura en el agua negra y espumosa. La manoresbal de la roca. La corriente empe! a arrastrarla...3n empu%n tremendo de unos bra!os poderosos impulsaron a 7arit hacia arriba y hacia la orilla.La patryn aterri! violentamente y el golpe la de% sin resuello. e qued tendida, %adeante, hastaque un barboteo y un grito hicieron que se volviera.n precario equilibrio sobre un t$mpano de hielo, 8ugh se agarraba con una mano al tronco de unrbol achaparrado que sobresala de la orilla. La Mano la haba puesto a salvo y haba conseguido

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    asirse al rbol, pero las aguas embravecidas trataban de llevarse la placa de hielo en la que sesostena. ?ntent cogerse al rbol con las dos manos, pero la corriente era demasiado fuerte. Lamano con que se asa empe!aba a resbalar...7arit se arro% materialmente sobre 8ugh en el momento en que $l perda contacto. Losentumecidos dedos de la patryn lo agarraron por la espalda del chaleco de cuero y tiraron de $l parasacarlo del ro. 7arit estaba de rodillas y el agua suba. i fallaba, los dos se hundiran. 4ondesesperacin, cerr las manos sobre el chaleco y tir hasta casi arrancrselo. 4on las rodillashundidas en el fango, arrastr el pesado cuerpo del mensch hacia la orilla. 8ugh era fuerte ycolabor cuanto pudo. Patale, busc puntos de apoyo con las piernas, sin de%ar de sacudirlas, y porfin consigui arrastrarse hasta tierra firme.All se qued, %adeando y tiritando de fro y de terror. 7arit escuch un retumbar sordo y mir roarriba. 3n muro de agua negra te&ida de espuma ro%a avan!aba, atronador, empu%ando a su pasoenormes bloques de hielo.' @8ughl mensch levant la cabe!a y vio la monumental crecida. e puso en pie, tambalendose, yempe! a gatear pendiente arriba. 7arit no estaba en condiciones de ayudarlo/ apenas podaconsigo misma. Al llegar a un terreno ms firme y llano, se derrumb en el suelo/ casi ni se dio

    cuenta de que 8ugh la Mano se de%aba caer tambi$n, cerca de ella.l ro rugi de rabia al ver que se le escapaba la presa, o qui! slo era obra de su imaginacin.7arit rela% su acelerada respiracin y tranquili! el latir desbocado de su cora!n. espu$s, ale%que la magia r"nica la calentara hasta librarla de aquel fro atro!.Pero no poda quedarse mucho rato all tendida. l enemigo 'caodn, lobuno u hombre tigre'deba de estar oculto en el bosque, observndolos. ch un vista!o a los signos mgicos quellevaba tatuados en la piel, cuyo resplandor la adverta de la pro#imidad de un peligro. 6ena la pielligeramente a!ulada, pero ello se deba al fro. Los signos mgicos estaban apagados.sto debera haberla tranquili!ado, pero no fue as. 9esultaba ilgico. in duda, algunos de los quehaban atacado la ciudad con tanta furia el da anterior deban de acechar todava en las cercanasde la muralla, a la espera de la oportunidad de tomar por sorpresa a alg"n grupo de e#ploracin.Pero las runas no despedan su fulgor mortecino/ si acaso, muy, muy d$bilmente. i haba alg"n

    enemigo por los alrededores, andaba muy le%os y no estaba interesado en ella. 7arit no acababa deentenderlo y no le gustaba.La misteriosa ausencia de enemigos la atemori!aba ms que la visin de una %aura de lobunos.speran!a. 4uando el Laberinto ofreca esperan!a a alguien, significaba que se dispona aarrebatrsela.e incorpor hasta ponerse en cuclillas, alerta y cauta. 8ugh la Mano yaca en el suelo, hecho unovillo y presa de temblores incontenibles.(En el Laerinto, las !irecciones se asan en las "puertas#, los $itos %ue in!ican cunto $a

    progresa!o uno a tra's !e !ic$o Laerinto. La primera puerta es el )rtice. La ciu!a! !e *riest entre la primera y la segun!a. +omo las innumerales puertas !el Laerinto estn esparci!as

    por ste al aar, las !irecciones !epen!en !e !)n!e se encuentra uno, en un momento !a!o, enrelaci)n con la puerta siguiente.-.

    6ena el cuerpo contrado por los escalofros y los labios amoratados, y los dientes le casta&eteabancon tal violencia que se haba mordido la lengua. e la comisura de sus labios manaba un reguerode sangre.7arit no saba gran cosa de los mensch. (ra posible que el fro lo matara*6al ve! no, pero poda de%arlo d$bil o enfermo, y obligarla a hacer ms lenta la marcha/ moverse,caminar, lo ayudara a calentarse. Pero antes tena que ponerlo en pie.9ecord haber odo a 8aplo decir que la magia r"nica poda curar a un mensch. e arrastr a gatashasta 8ugh, cerr las manos en torno a las mu&ecas del hombre y de% que la magia fluyera desdesu cuerpo al de $l.Los temblores cesaron. Poco a poco, una sombra de color volvi a sus plidas facciones. Por"ltimo, con un suspiro, 8ugh se qued tumbado en el suelo boca arriba, cerr los o%os y de% que elbendito calor se difundiera por su cuerpo.' @2o te duermas 'lo previno 7arit.8ugh acerc su sensible lengua a los dientes y lan! un gemido, seguido de un gru&ido.

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    'n mi mundo de Ariano so&aba que, cuando fuera rico, chapoteara en agua. 6endra un grantonel de agua delante de mi casa y me !ambullira en ella, la arro%ara por encima de mi cabe!a.Ahora, en cambio 'continu con una mueca', @que me lleven los antepasados si pruebo un sorbosiquiera del condenado lquido7arit se incorpor.'2o podemos quedarnos aqu, en terreno abierto. 6enemos que movernos, si te sientes capa!.8ugh se puso en pie al instante.' (Por qu$* ()u$ sucede*Cbserv los signos mgicos de los bra!os y las manos de la patryn/ haba estado cerca de 8aplo losuficiente como para conocer los signos mgicos. Al verlos apagados, mir a 7arit con aireinquisitivo.'2o lo s$ 'respondi ella, con la mirada vuelta hacia el bosque'. 2o hay nada cerca, parece,pero... 'acudi la cabe!a, incapa! de e#plicar su inquietud.' (Por dnde vamos* 'pregunt 8ugh.7arit se qued pensativa. Vasu haba se&alado el lugar donde haba sido visto por "ltima ve! eldragn verde y dorado/ es decir, Alfred. )uedaba en la direccin de la siguiente puerta, en el ladode la ciudad que daba a dicha puerta. lla y Vasu haban calculado que la distancia poda cubrirse

    en medio da de via%e a pie.La patryn se mordi el labio. 6ena dos opciones. 3na era entrar en la espesura, que les dara abrigopero tambi$n los hara ms vulnerables a sus enemigos, los cuales 'si continuaban all fuera'utili!aran sin duda los bosques para ocultar sus movimientos. La otra era quedarse %unto a la orilladel ro, a la vista de la ciudad. urante un trecho ms, cualquier enemigo que la atacara estara alalcance de las armas mgicas que empu&aban los centinelas de las murallas de la ciudad.7arit decidi quedarse cerca del ro, al menos hasta que la ciudad ya no pudiera brindarlesproteccin. Para entonces, tal ve! habran encontrado un camino que los condu%era hasta Alfred.Prefera no pensar cmo poda ser dicho camino.8ugh y 7arit avan!aron con cautela a lo largo de la ribera. Las aguas del ro, negras como la tinta,se agitaban y refunfu&aban en el cauce, rumiando sobre las indignidades que haban sufrido. Losdos e#pedicionarios tuvieron buen cuidado de no acercarse a la resbaladi!a pendiente de la orilla,

    por un lado, y de evitar las sombras del bosque, por el otro.La espesura estaba en silencio. n un e#tra&o silencio. ra como si todo ser viviente hubieradesaparecido...7arit se detuvo, enferma de angustia, al comprender qu$ suceda.'Por eso no hay nadie por aqu 'di%o en vo! alta.' ()u$* (Por qu$* (e qu$ estas hablando* 'pregunt 8ugh, alarmado por su brusca detencin.La patryn se&al hacia el ominoso fulgor ro%i!o del hori!onte.'8an acudido todos a la -ltima Puerta. Para participar en la lucha contra mi pueblo.'Duen via%e, pues 'di%o la Mano. Pero 7arit movi la cabe!a en gesto de negativa'. (Por qu$no* '?nsisti 8ugh'. (e han marchado* @stupendoeg"n Vasu, la 3ltima Puerta queda muy le%os de aqu. 2i siquiera esos hombres tigre podrn llegarall a tiempo.

    '2o lo entiendes 'replic 7arit, abrumada de desesperacin'. l Laberinto puedetransportarlos. Puede llevarlos all en un abrir y cerrar de o%os, si quiere.6odos nuestros enemigos, todas las mal$volas criaturas del Laberinto... agrupadas para combatir ami pueblo. (4mo podremos sobrevivir*staba dispuesta a rendirse. u misin pareca in"til. Aunque encontrara a Alfred con vida, (de qu$servira* Al fin y al cabo, Alfred era uno solo. , era un mago muy poderoso, pero estaba solo.1Dusca a Alfred5, le haba dicho 8aplo. Pero $ste no poda saber cuan desfavorables eran lascircunstancias para ellos. 0, ahora, 8aplo haba desaparecido, tal ve! muerto. 0 el e&or :ar,tambi$n.u se&or, al que deba lealtad. 7arit se llev la mano a la frente. l signo mgico que :ar le habatatuado en la piel, el signo que haba sido muestra del amor y la confian!a ciega que ella leprofesaba, escoca a 7arit con un dolor sordo y pulsante. :ar la haba traicionado. Peor a"n;pareca haber traicionado a su pueblo.

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    :ar era lo bastante poderoso como para resistir la acometida de los seres mal$ficos. u presenciahabra inspirado a su pueblo/ su magia y su astucia habran proporcionado a los suyos unaposibilidad de victoria.Pero :ar les haba vuelto la espalda...'2os ha abandonado a nuestra suerte. :ar... @:ar no hara una cosa as 2o, no puedo creerlo 'usit 7arit para s'. e march..., se llev con $l a 8aplo...@para curarlo @, eso es @7i se&or curar a 8aplo y, luego, los dos volvern para combatir anuestro ladoPensndolo bien, era lgico. :ar haba retirado a 8aplo a un lugar seguro.7ientras tanto, a ella le corresponda la tarea de locali!ar a Alfred. @4uando estuvieran todos %untosall, ante la 3ltima Puerta, nada podra derrotarlos7arit se apart los cabellos mo%ados de la frente con gesto en$rgico. 4on la misma resolucin,apart de su mente todo lo que no tuviera relacin con su problema ms inmediato. 8aba olvidadouna leccin importante; no mirar nunca demasiado le%os. Lo que una vea poda ser un espe%ismo.ra preciso mantener la vista fi%a en la senda que se pisaba.0 all estaba. l rastro.7arit se maldi%o. 8aba estado tan preocupada que casi haba pasado por alto lo que estaba

    buscando. 8inc la rodilla, recogi un ob%eto del suelo con cuidado y lo sostuvo en alto para que8ugh lo viera.ra una escama, una escama lustrosa. 3na de las varias, verdes y doradas, esparcidas en el camino.Funto a ellas haba grandes gotas de sangre fresca.CAPTULO 2EL LABERINTO' (3na escama de dragn* ()u$ significa* 'pregunt 8ugh la Mano.'eg"n Vasu, la "ltima ve! que vio a Alfred..., al !rag)n Alfred, caa de los cielos herido yensangrentado. '7arit dio vueltas y mas vueltas a la escama verde en la palma de la mano.'8aba muchos dragones luchando 'protest 8ugh.'Pero los dragones del Laberinto tienen las escamas ro%as, no verdes. 2o/ $ste tiene que serAlfred.

    'Lo que t" digas, pero yo no le dara cr$dito. @3n hombre que se transforma en dragn 'e#clam 8ugh con un bufido.'l mismo hombre que te tra%o de vuelta de entre los muertos 'le record 7arit secamente'.Vamos.l rastro de sangre, lamentablemente fcil de seguir, se internaba en el bosque. ncontraron gotasbrillantes sobre la hierba y salpicando las ho%as de los rboles. n ocasiones, una espesura dearbustos espinosos o un tupido seto los obligaba a dar un rodeo, pero siempre podan encontrar denuevo el sendero fcilmente. emasiado fcilmente. l dragn, Alfred, haba perdido muchasangre.'i ese dragn es Alfred, (por qu$ se ale%a de la ciudad* Gpregunt 8ugh mientras salvaba untronco cado encaramndose a $l'. i est herido de tal gravedad, lo ra!onable sera volver a laciudad en busca de ayuda.

    'n el Laberinto, las madres suelen ale%arse de su refugio para apartar de sus hi%os al enemigo.4reo que eso mismo hace Alfred. Por eso no ha volado hacia la ciudad. Alguien lo persegua yAlfred ha desviado deliberadamente a su enemigo para que no encuentre a los mos. @4uidado @2ote acerques a eso '7arit asi a 8ugh y evit que se adentrara en una mara&a de ho%as verdes deaspecto inocuo' . s una hiedra sofocante. i se enreda en el tobillo, corta hasta el hueso. 6equedaras sin pie i!quierdo.'n buen lugar nos hemos metido, mi se&ora 'murmur 8ugh al tiempo que retroceda'. stacondenada hiedra est por todas partes. 2o hay manera de rodearla.'6endremos que subir.7arit se encaram a un rbol y trep de rama en rama.8ugh la Mano la sigui, ms lento y ms torpe. us pies casi ro!aron la amena!adora planta, cuyasho%as verdes y florecillas blancas se agitaron y cru%ieron deba%o de $l.7arit se&al con aire sombro los restos de sangre que manchaban el tronco.8ugh emiti un gru&ido y no di%o nada.

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    La patryn regres al suelo al otro lado del maci!o de enredaderas y se frot la piel. Los signosmgicos haban empe!ado a emitir un leve resplandor, advirti$ndola de alg"n peligro. Al parecer,no todos sus enemigos haban corrido a la -ltima Puerta para librar batalla. 7arit continu suavance con ms urgencia y ms cautela.Al emerger de una !ona de tupida vegetacin, se encontr de pronto, inesperadamente, en uncalvero del bosque.' @+chale un vista!o a esto '8ugh emiti un silbido grave. 7arit mir, asombrada.n el bosque se haba abierto un amplio surco de destruccin. l suelo estaba cubierto de arbolillosrotos cuyas ramas, quebradas y torcidas, pendan de los troncos hechos peda!os. Las hierbas y losarbustos estaban aplastados en el fango. l terreno estaba sembrado de ramitas y de ho%as. Por todala !ona haba esparcidas escamas verdes y doradas que brillaban como %oyas ba%o el amanecergrisceo.Alg"n cuerpo escamoso de gran tama&o haba cado del cielo y se haba estrellado entre losrboles. Alfred, sin duda.Pero (dnde estaba ahora*'Puede que se lo haya llevado alguna... 'empe! a decir 7arit.' @4hist

    8ugh acompa& su advertencia con un gesto en$rgico/ tom de la mu&eca a la patryn y tir de ellapara que se cubriera entre los arbustos.7arit se agach, se qued completamente quieta y agu! el odo para captar el sonido que haballamado la atencin del mensch.l silencio del bosque era interrumpido de ve! en cuando por la cada de una rama, pero noescuch nada ms. emasiado silencio. 7arit mir a 8ugh con e#presin inquisitiva. +l acerc elrostro y le cuchiche al odo;' @Voces Furo que he odo algo que podra ser una vo!. 8a callado cuando t" has hablado.7arit asinti. lla no haba hablado en vo! muy alta/ fuera lo que fuese, deba de estar cerca. 0tena un odo muy agudo.Paciencia. e aconse% a s misma tener calma y esperar a que el desconocido peligro se concretara.4asi sin respirar, ella y 8ugh esperaron los acontecimientos.

    ntonces oyeron la vo!. 8ablaba con un sonido chirriante, horrible al odo, como el rechinar de losbordes mellados de unos huesos rotos. 7arit se estremeci e incluso 8ugh la Mano se acobard. urostro se contra%o de repulsin.' ()u$...*' @3n dragn 'susurr la patryn, helada de espanto.+sa era la causa de que Alfred no hubiera vuelto a la ciudad. Lo persegua y, probablemente, lohaba atacado la criatura ms temible del Laberinto.Las runas de su cuerpo resplandecan ahora con intensidad, y 7arit reprimi el impulso de darmedia vuelta y escapar.3na de las leyes del Laberinto deca que no se deba plantar batalla a un dragn ro%o a menos quese estuviera arrinconado y no se tuviera escapatoria. n este caso, uno slo se volva contra eldragn para obligar a $ste a darle muerte rpidamente.

    ' ()u$ dice* 'Pregunt 8ugh'. (4onsigues entenderlo*7arit asinti, espantada.l dragn hablaba en el idioma de los patryn. 7arit tradu%o sus palabras a 8ugh.'2o s$ qu$ eres 'deca el dragn'. 2unca haba visto nada como t". Pero me propongodescubrirlo. 0 necesito un momento de tranquilidad para estudiarte.Para desmontarte.' @7aldita sea '7ascull 8ugh'. @lo de or a esa cosa me dan ganas de mearme en lospantalones (4rees que todo eso se lo dice a Alfred*7arit asinti. us labios se apretaron hasta convertirse en un fino tra!o.aba qu$ deba hacer/ slo deseaba tener el valor necesario para ello. e frot el bra!o para calmarel esco!or de los signos mgicos de proteccin, que despedan su fulgor a!ulado y ro%o, y, haciendocaso omiso de sus advertencias, empe! a avan!ar a hurtadillas hacia la vo! utili!ando el sonidoatronador de $sta para cubrir sus propios movimientos entre la espesura. 8ugh la Mano sigui suspasos.

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    staban a favor de viento con respecto al dragn, de modo que la bestia no podra captar el olor quedespedan. 7arit slo deseaba echar un vista!o a la criatura para comprobar si realmente habacapturado a Alfred. i no era as 'y tal era la ferviente esperan!a de la patryn', podra por finobedecer al sentido com"n y escapar de all.2o era vergon!oso huir de un enemigo tan poderoso. l "nico patryn que 7arit conoca quehubiera luchado contra un dragn del Laberinto y hubiese sobrevivido era su se&or, :ar, y $l nuncahablaba del lance/ cuando surga alguna mencin al tema, su rostro se ensombreca.' @)ue los antepasados se apiaden... 'musit 8ugh.7arit le apret la mano para e#igirle silencio. esde aquel punto, podan observar claramente aldragn. Las esperan!as de 7arit desaparecieron.Apoyado contra el tronco de un rbol roto, de pie, haba un hombre alto y delgaducho de cabe!acalva 'manchada de sangre', vestido con los restos hechos %irones de lo que un da haban sidounos cal!ones y una levita de terciopelo. 4uando lo haban visto durante la batalla, estaba en formade dragn.0, a %u!gar por la destruccin que haban observado en el bosque, a"n segua en dicha formacuando se haba estrellado de cabe!a contra el suelo.Pero ahora ya no conservaba su forma de dragn. C bien estaba demasiado d$bil como para

    mantener su transformacin mgica o, tal ve!, su enemigo haba utili!ado su propia magia paraponer de manifiesto la verdadera apariencia del sartn.Alfred estaba consciente, algo inslito si se tena en cuenta que su primera reaccin ante cualquierclase de peligro era caer desmayado. ?ncluso consegua plantar cara a su terrible enemigo con ciertadosis de dignidad pese a tener un bra!o roto y a la e#presin, contrada de dolor, de su cenicientorostro.l dragn se cerni sobre su presa. La testu! de la bestia era enorme, chata y redondeada, conhileras de dientes afilados como cuchillas que sobresalan de la mandbula inferior. ostenida sobreun cuello que, en comparacin, pareca demasiado delgado, la cabe!a se meca adelante y atrs enun movimiento oscilante y constante que a veces de%aba hipnoti!ada a su desdichada vctima. oso%illos vivos, a ambos lados de la cabe!a, se movan independientemente. Los o%os podan enfocaren cualquier direccin, incluso hacia adelante o hacia atrs, lo cual permita al dragn ver todo lo

    que tena alrededor.l par de patas delanteras, fuertes y potentes, posea unas 1manos5 como !arpas que podan agarrarob%etos y transportarlos por el aire. e los hombros brotaban unas alas enormes y las patas traseras,tambi$n muy musculosas, servan al dragn para tomar impulso y despegar del suelo.in embargo, la parte ms mortfera de la bestia era la cola. l ap$ndice del dragn ro%o seenroscaba sobre el cuerpo o se agitaba en torno a $l. n el e#tremo tena un agui%n bulboso queinyectaba veneno en la vctima. 3n veneno que poda matarla o, en peque&as dosis, de%arlaparali!ada.La cola se agit alrededor de Alfred.')ui! te escue!a un poco 'tron el dragn', pero esto te mantendr dcil durante nuestrovia%e de regreso a mi cueva.La punta del agui%n abri un corte superficial en la me%illa de Alfred. 4on un chillido, el cuerpo de

    $ste dio una brusca sacudida. 7arit apret los pu&os con fuer!a, hasta clavarse las u&as en la carne.A su lado, alcan! a or la respiracin entrecortada de 8ugh.' ()u$ hacemos* 'consigui articular $ste, al tiempo que se pasaba el rev$s de la mano por loslabios. l mensch tena el rostro ba&ado en sudor.7arit volvi la vista al dragn. 3n Alfred flccido y que no ofreca resistencia colgaba de las!arpas delanteras de la bestia. l dragn transportaba a su presa descuidadamente, como unchiquillo llevara una mu&eca de trapo.Por desgracia, el infeli! sartn segua consciente, con los o%os muy abiertos y casi desorbitados demiedo. sto era lo peor del veneno del dragn; que mantena a la vctima parali!ada peroconsciente, de modo que se diera cuenta de todo lo que le haca.'2ada 'respondi 7arit en un susurro.' @Pero tenemos que actuar de alguna manera '8ugh le dirigi una mirada enfurecida'. @2opodemos permitir que escape...

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    7arit tap la boca a 8ugh con la mano. l mensch haba cuchicheado sus palabras apenas en unsusurro, pero la enorme cabe!a del dragn se volvi hacia ellos rpidamente y sus o%os escrutaronel bosque.La ominosa mirada recorri la !ona en la que estaban/ despu$s, se dirigi hacia otro lado. l dragncontinu la b"squeda un rato ms hasta que, qui! perdiendo inter$s, emprendi la marcha.0 lo hi!o por tierra. 7arit recobr la esperan!a.l dragn avan!aba caminando, no volando. 8aba empe!ado a despla!ar su enorme mole por elbosque transportando a Alfred entre sus !arpas. 0, una ve! que la bestia se haba vuelto hacia ella,7arit haba advertido que la terrible criatura estaba herida. 2o de mucha gravedad, pero losuficiente como para impedirle remontar el vuelo. 3na de las alas tena la membrana desgarrada,con un gran agu%ero en el centro.ra un punto en favor de Alfred, se di%o 7arit en silencio. espu$s, emiti un suspiro. Aquellaherida no hara sino enfurecer a"n ms al dragn. eguro que mantendra vivo a Alfred mucho,muchsimo tiempo.0 seguro que a Alfred no le hara ninguna gracia.7arit se qued inmvil y en silencio hasta que el dragn estuvo a suficiente distancia como para noalcan!ar a verlos o a orlos. 7ientras tanto, cada ve! que 8ugh intentaba decir algo, ella frunca el

    entrece%o y mova la cabe!a en gesto de negativa. 4uando la patryn ya no pudo captar el estruendodel dragn al abrirse paso a trav$s del bosque, se volvi hacia $l.'Los dragones tienen un odo e#celente, recu$rdalo. Por poco consigues que nos mate.' (0 por qu$ no lo hemos atacado* ')uiso saber 8ugh'. @La condenada bestia est herida 4ontu magia... 'hi!o un gesto con la mano, demasiado furioso como para terminar la frase.'4on mi magia no habra conseguido nada de nada 'replic 7arit'. sos dragones tienen supropia magia y es mucho ms poderosa que la ma... aunque, probablemente, ni siquiera se habramolestado en utili!arla. 0a viste ese agui%n.La bestia mueve la cola con una rapide! vertiginosa y pica como un rayo. 3n toque de ese ap$ndicevenenoso de%a a su vctima parali!ada e impotente, como a Alfred.' (ntonces, qu$* (2os rendimos* '8ugh le dirigi una mirada torva.'2o, nada de eso 'respondi 7arit. e inmediato, se volvi de espaldas al mensch para que $ste

    no pudiera ver su e#presin, para que no observara lo maravillosa que le sonaba la palabra1rendirse5. 4on gesto resuelto, empe! a abrirse paso entre los rboles de troncos astillados y losmatorrales y hierbas aplastados.'Lo seguiremos. l dragn ha dicho que se propona llevar a Alfred a su cueva. i conseguimosdescubrir el cubil de la bestia, tal ve! logremos dar con la manera de rescatar al sartn.' (0 si mata a Alfred mientras va de camino*'2o lo har 'afirm 7arit. i de algo estaba segura, era de esto'. Los dragones no matan a suspresas enseguida. Las mantienen vivas para entretenerse.l rastro del dragn era fcil de seguir. La criatura aplastaba cuanto se interpona en su camino, sindesviarse un pice de una ruta recta a trav$s del bosque. Krboles gigantes eran arrancados de ra!con un golpe de su cola poderossima. Arbustos y matorrales eran aplastados por las grandes patastraseras. La hiedra sofocante, que trataba de enredar sus !arcillos cortantes en torno al dragn,

    adverta demasiado tarde lo que haba atrapado. Las enredaderas quedaban en el suelo,ennegrecidas y humeantes.8ugh y 7arit continuaron avan!ando tras la estela de destruccin del dragn.La marcha resultaba ahora mucho ms fcil, pues el dragn les despe%aba el camino con todaeficacia. 4on todo, 7arit insisti en mantener la m#ima cautela, aunque 8ugh protest. 2o eraprobable, deca, que el dragn alcan!ara a orlos, con el estruendo que produca. 0, cuando lacriatura cambi de direccin y empe! a via%ar a favor de viento, 7arit se detuvo a embadurnarsede fango pestilente en una ci$naga y oblig a 8ugh a imitarla.'3na ve! vi a un dragn destruir un asentamiento de pobladores 'e#plic 7arit mientras seaplicaba el fango en los muslos y de%aba que resbalase por las pantorrillas'. La bestia era muylista. Podra haber atacado el asentamiento, haberlo quemado y haber matado a sus habitantes, peropoca diversin le habra proporcionado eso. As, en lugar de arrasarlo todo, captur vivos a dospatryn, %venes y fuertes. A continuacin, procedi a torturarlos.

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    16odos omos sus gritos, unos alaridos terribles que se prolongaron durante dos das. ntonces, eldirigente decidi atacar al dragn para rescatar a los suyos... o, al menos, para poner fin a sussufrimientos. 8aplo estaba conmigo ' continu, sin abandonar el tono susurrante'. 2osotrosconocamos me%or a los dragones ro%os y le di%imos al dirigente que cometa una estupide!, pero noquiso hacernos caso. Provistos de armas potenciadas con la magia, los guerreros emprendieron lamarcha hacia la guarida de la fiera.5 dragn sali de la cueva llevando los cuerpos a"n vivos de sus vctimas, uno en cada !arpa. Losguerreros dispararon sus flechas contra el dragn. 3nas flechas, dirigidas por las runas, que nopodan fallar su blanco. Pero el dragn perturb las runas con su propia magia/ $sta no detuvo lasflechas, sino que se limit a aminorar su velocidad. Luego, atrap los dardos... utili!ando a los dosprisioneros como acericos.53na ve! muertos, el dragn arro% los cuerpos a sus compa&eros. Para entonces, algunas de lasflechas haban alcan!ado su ob%etivo. l dragn herido se incomod y lan! un latiga!o con la cola,tan velo! que los guerreros no tuvieron ocasin de escapar. Pic a uno aqu, otro all, otro msacull, movi$ndose aqu y all entre las filas de los patryn. 4ada ve! que tocaba a alguien,provocaba alaridos de terrible dolor. l desgraciado empe!aba a convulsionarse hasta caer al suelo,agarrotado e incapacitado.

    5 dragn cogi a sus nuevas vctimas y las arro% al interior de su cueva.7s diversin para $l. 6odos los escogidos eran %venes y fuertes. l dirigente se vio obligado aretirar sus fuer!as/ en su intento de salvar a los dos primeros, haba perdido ms de veinte de susguerreros. 8aplo le recomend que desmontara el asentamiento y llevara le%os a su gente, pero eldirigente casi haba perdido por completo el %uicio y prometi rescatar a los que el dragn habacapturado en su anterior intento.7arit interrumpi bruscamente la narracin para ordenar;'Vu$lvete. 6e embadurnar$ la espalda.8ugh obedeci y permiti a 7arit esparcirle el barro pestilente por la espalda y los hombros.' ()u$ sucedi entonces* 'inquiri la Mano con vo! spera.La patryn se encogi de hombros.'8aplo y yo decidimos que era hora de irse. 7s tarde, encontramos a uno de los residentes del

    asentamiento, uno de los escasos supervivientes/ nos cont que el dragn haba prolongado el %uegodurante una semana, saliendo de la cueva para luchar, capturar nuevas vctimas y pasarse lasnoches torturndolos hasta la muerte. Por "ltimo, cuando no qued nadie salvo los demasiadoenfermos o demasiado peque&os como para proporcionarle entretenimiento, la bestia habaarrasado el lugar.upongo que ahora lo comprendes, (no* 3n e%$rcito entero de guerreros patryn no podra derrotar auno solo de esos dragones. (6e das cuenta de a qu$ nos enfrentamos*8ugh no respondi de inmediato. 4ontinu aplicndose fango a bra!os y manos y, cuando huboterminado, pregunt;' ()u$ plan tienes, pues*'l dragn tiene que comer, lo cual significa que tendr que salir a ca!ar...'A menos que decida !amparse a Alfred.

    7arit movi la cabe!a en$rgicamente.'Los dragones ro%os no se comen a sus vctimas. era desperdiciar una buena diversin. Adems,$ste est tratando de averiguar qu$ es Alfred. l dragn no ha visto nunca a un sartn. 2o/ me temoque mantendr a Alfred con vida...ms tiempo, probablemente, del que a $ste le gustara. 4uando la bestia abandone la cueva paraalimentarse, nos colaremos en ella y rescataremos a Alfred.'i queda algo por rescatar 'murmur 8ugh.7arit no replic.4ontinuaron adelante, siguiendo el rastro del dragn, que los condu%o a trav$s del bosqueale%ndolos de la ciudad en direccin a la siguiente puerta. l terreno empe! a empinarse cuandollegaron alas estribaciones de las monta&as.Llevaban via%ando todo el da, sin detenerse ms que a comer lo imprescindible para mantener lasfuer!as y a beber un poco cuando encontraban un regato de agua clara.

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    La lu! griscea del da estaba menguando. Las nubes llenaron el cielo y descargaron una lluvia que8ugh consider una bendicin, pues as podra librarse del fango.La lluvia tambi$n fue una bendicin en otro sentido. 8aban de%ado atrs el bosque tupido y enaquel momento ascendan una ladera pelada, salpicada de rocas y pe&ascos, que no les permitaocultarse/ la cortina de lluvia les proporcionaba, por tanto, la proteccin que les faltaba.7ientras hubiera suficiente lu! para iluminar el terreno, no tendran problemas para seguir el rastrodel dragn, cuyas patas se clavaban en la pendiente arrancando de ella grandes masas de tierra yroca. Pero estaba cayendo la noche.()u$ hara el dragn* (Duscar cobi%o para pasar la noche, qui!s en una cueva de las monta&as*(C continuar la marcha hasta alcan!ar su cubil* 0 ellos (deban continuar la marcha una ve!oscurecido*iscutieron el asunto.'i nos detenemos y el dragn no lo hace 'argument 8ugh', por la ma&ana nos llevar unaventa%a tremenda.'Lo s$ 'asinti 7arit, dubitativa, con aire meditabundo.8ugh la Mano esper a que a&adiera algo. 4uando qued claro que no iba a hacerlo, se encogi dehombros y continu hablando.

    '0o renuncio a seguir la pista. 0a he estado en situaciones como $sta otras veces/ normalmente,me baso en lo que cono!co de la persona a la que sigo, intento ponerme en su lugar e imaginar qu$hara. Pero estoy acostumbrado a seguir a personas, no bestias. +sas te las de%o a ti, se&ora ma.'4ontinuaremos 'decidi ella'. eguiremos el rastro con la lu! de mis runas. 'l resplandormortecino de los signos mgicos de su piel ilumin levemente el suelo'. Pero tenemos queavan!ar despacio. ebemos andar con cuidado, no vayamos a trope!ar sin querer con su guarida,en la oscuridad. i el dragn nos oye llegar... 'sacudi la cabe!a'. 9ecuerdo que, una ve!, 8aploy yo...2o continu. (Por qu$ mencionaba a 8aplo continuamente* l dolor que le produca aquel nombreera como una !arpa de dragn en el cora!n.8ugh se sent a descansar y a mascar unas tiras de carne seca. 7arit mordisque las suyas sinapetito. 4uando se dio cuenta de que no podra tragar la masa pastosa e insulsa, la escupi. 2o

    deba pensar ms en 8aplo/ no deba pronunciar su nombre. ra como las runas; al invocar elnombre, evocaba una imagen que la distraa en un momento en que necesitaba concentrar todas susfacultades en el problema ms inmediato.4uando :ar se lo haba llevado, 8aplo agoni!aba. 7arit cerr los o%os y vio de nuevo la heridaletal, la runa del cora!n desgarrada, rota. :ar poda salvarlo. @, seguro que :ar lo salvara :arno lo de%ara morir...7arit se llev la mano a la frente, al signo mgico desbaratado que tena en ella. La patryn sabamuy bien de qu$ era capa! el e&or del 2e#o. ra in"til enga&arse. 9ecord la cara de 8aplo, superple%idad y el dolor de su e#presin cuando haba sabido que ella y :ar estaban aliados. n aquelmomento, 8aplo se haba entregado. us heridas eran demasiado profundas como para permitirlesobrevivir. 0 la haba de%ado a ella al cuidado de todo cuanto tena; su pueblo.3na mano se cerr sobre las suyas.

    '8aplo se pondr bien, se&ora ma. '8ugh, poco acostumbrado a ofrecer consuelo, se esfor!torpemente en hacerlo'. s un tipo duro.7arit contuvo las lgrimas con un pesta&eo. La irritaba que el mensch la hubiera sorprendido enaquel momento de debilidad.'6enemos que continuar 'respondi framente. e puso en pie y reanud la marcha, dando porsupuesto que $l la seguira.La lluvia haba cesado momentneamente, pero las nubes ba%as que ocultaban a la vista las cimasde las monta&as eran anuncio de nuevos chaparrones, y una lluvia fuerte poda borrar por completolas huellas del dragn.7arit se encaram a un pe&asco y escrut la ladera con la esperan!a de distinguir al dragn antesde que cayera la noche. in embargo, el apagado resplandor ro%i!o que iluminaba el perfil delhori!onte capt su atencin de nuevo, y la patryn volvi la vista hacia all con profundafascinacin.

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    ()u$ era aquel resplandor* (ra un gran incendio provocado por las serpientes dragn con laintencin de que sirviese de faro para atraer a la batalla a todas las criaturas mal$ficas* (stara enllamas la propia ciudad del 2e#o* (C tal ve! se trataba de alg"n tipo de defensa mgica establecidapor los patryn, alg"n crculo de fuego para protegerse de sus enemigos*i la -ltima Puerta caa, quedaran atrapados. Atrapados en el Laberinto con unas criaturas peoresque los dragones ro%os, unas criaturas cuyo mal$volo poder se hara ms y ms fuerte.8aplo agoni!aba creyendo que ella no lo amaba.'7arit.obresaltada, la patryn se volvi demasiado deprisa y estuvo a punto de caer del pe&asco.8ugh la ayud a sostenerse y se&al hacia arriba;' @7ira 'lla obedeci, pero no observ nada'. spera. e%a que pasen las nubes. @Ah est(Lo ves*Las nubes se levantaron unos instantes y 7arit vio al dragn, que avan!aba por la ladera endireccin a una gran abertura oscura en un faralln rocoso de la monta&a.0 al momento cay de nuevo la niebla y ocult al dragn. 4uando despe% otra ve!, la bestia habadesaparecido.8aban encontrado la guarida del dragn ro%o.

    CAPTULO 3EL LABERINTOPasaron la noche escalando la ladera, sin de%ar de or los alaridos de Alfred.Los gritos no haban sido constantes. Al parecer, el dragn conceda a su vctima ratos paradescansar y recuperarse. urante estas pausas se de%aba or la vo! del dragn desde la caverna,tronando palabras slo inteligibles en parte.staba describiendo a su vctima, con todo detalle, el tormento concreto que se propona infligirle acontinuacin. Peor a"n, la bestia estaba destruyendo la esperan!a de Alfred, lo estaba privando desu voluntad de supervivencia.'Abri... escombros 'eran algunas de las palabras del dragn'. u gente...muerta... lobunos y nombres tigres al asalto...'2o 'musit 7arit'. Lo que dice es falso, Alfred. 2o creas a esa bestia.

    9esiste..., resiste.n cierto momento, el silencio de Alfred se prolong ms de lo habitual. l dragn pareca irritado,como quien intentara despertar a alguien profundamente dormido.'8a muerto... 'susurr 8ugh.7arit no di%o nada y continu la ascensin. 0, cuando el silencio de Alfred ya se haba prolongadolo suficiente como para casi convencerla de que la Mano estaba en lo cierto, capt un gemido gravey suplicante 'la s"plica de piedad de la vctima' que subi de tono hasta convertirse en un agudochillido de tormento, un grito acompa&ado de la vo! cruel y triunfal del dragn. Al escuchar denuevo los alaridos de Alfred, los dos continuaron la marcha.3n estrecho sendero serpenteaba a lo largo de la ladera en direccin a la cueva, la cual, sin duda,haba sido utili!ada como refugio por buena parte de la poblacin del Laberinto a lo largo de losa&os... hasta que el dragn se haba instalado en ella. l sendero no era difcil, ni siquiera ba%o el

    chaparrn, por lo que el temor de 7arit de que la oscuridad le hiciese perder el rastro del dragnhaba sido infundado. n su impaciencia por llegar a su cubil, el dragn herido haba apartado de sucamino pe&as y rboles ralos. Las gigantescas patas de la bestia abran profundos surcos en elsuelo, que formaban unos toscos escalones.A 7arit no le gustaba demasiado toda aquella 1ayuda5. 6ena la clara impresin de que el dragnsaba que lo seguan y estaba encantado de hacer lo posible por atraer nuevas vctimas a las que dartormento.Pero a la patryn no le quedaba ms remedio que continuar. 0, si en alg"n momento desesper, sipens en darse por vencida y volverse por donde haba venido, el resplandor ro%i!o del hori!onte,siempre entrevisto por el rabillo del o%o, la impuls a seguir adelante.8acia medianoche, hicieron un alto. staban todo lo cerca de la cueva que 7arit estim seguro.Dusc alguna depresin poco profunda del terreno que al menos les ofreciera cierto abrigo de lalluvia, gate hasta el hueco e indic por se&as a 8ugh que la siguiera.

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    l mensch no lo hi!o. Permaneci agachado %unto al estrecho saliente que conduca monta&a arribahasta la oscura boca de la guarida del dragn. Al fulgor mortecino de las runas de su piel, 7aritobserv su rostro contrado por el odio y la ferocidad. Acababa de caer uno de aquellos silenciosominosos y terribles, tras una sesin de tortura especialmente larga.' @8ugh @2o podemos seguir 'susurr'. s demasiado peligroso. @6enemos que esperar a quesalga el dragn3n buen plan, si no fuera porque los gritos de Alfred se hacan cada ve! ms d$biles.

    La Mano no la escuchaba. Al! la vista al faralln rocoso y entrecerr los o%os y en un cuchicheoapasionado, reverente, mascull;' @Aceptara llevar esta malhadada e#istencia para siempre si pudiera, slo por esta ve!, tener lacapacidad de matarCdio. 7arit conoca bien aquel sentimiento y saba lo peligroso que poda resultar. Alarg el bra!o,asi al mensch y lo atra%o con energa al hueco donde estaba aga!apada.' @sc"chame, mensch 'susurr, dirigi$ndose tanto a ella misma como a $l'. @so esprecisamente lo que el dragn quiere que sientas (2o recuerdas lo que te he dicho* La bestia haceesto a propsito/ pretende torturarnos a nosotros tanto como a Alfred. )uiere que irrumpamos en lacueva y ataquemos de frente.

    Por eso no vamos a hacerlo. Vamos a esperar aqu hasta que salga o hasta que se nos ocurra otracosa.8ugh le dirigi una mirada furiosa y, por un momento, 7arit pens que iba a desafiarla. Podadetenerlo, por supuesto. ra un hombre fuerte, pero era un mensch, carente de facultades mgicasy, por lo tanto, d$bil en comparacin con ella. in embargo, no quera llegar a la fuer!a. 3nademostracin de magia alertara al dragn de su presencia, si no lo estaba ya. Adems, el menschportaba aquella maldita arma sartn...8i!o una profunda inspiracin y rela% la mano con la que asa a 8ugh. +ste se acurruc en elestrecho espacio a su lado.' ()u$* (8as pensado en algo*'espu$s de todo, qui! te de%e irrumpir abiertamente. sa 8o%a 7aldita...(6odava la llevas*

    ', tengo ese maldito engendro. s como esta maldita vida ma... Parece que no puedo librarmede ninguna de las dos... '8ugh call un momento/ la sugerencia haba calado en su mente'. @larma podra salvar a Alfred'6al ve!. '7arit se mordi el labio'. s un arma poderosa, pero no estoy segura de que unob%eto mgico como $se pueda resistir a un dragn ro%o. Al menos, la 8o%a 7aldita podraproporcionarnos tiempo/ podra servirnos de elemento de distraccin.'l arma tiene que creer que Alfred est en peligro. 2o, un momento... 'se corrigi 8ugh,pensando apresuradamente'. lo tiene que creer %ue yo estoy en peligro.'6" entras ala carga. l dragn te atacar, y la 8o%a 7aldita atacar al dragn. 7ientras, yo buscoa Alfred, utili!o mi magia para curarlo, al menos lo suficiente como para que se sostenga en pie, ynos marchamos.'lo hay un problema, se&ora ma. l arma podra atacarte a ti, tambi$n.

    7arit se encogi de hombros.'0a has odo los gritos de Alfred. 4ada ve! est ms d$bil. )ui!s el dragn ya se est cansandodel %uego, o qui! no sabe mantenerlo con vida, puesto que Alfred es un sartn. n cualquier caso,Alfred est a punto de morir. i esperamos ms, puede que sea demasiado tarde.6al ve! era ya demasiado tarde. Las palabras flotaron en el aire tcitamente.2o haban odo a Alfred, ni el menor gemido, en todo el rato que llevaban agachados en la peque&acavidad. l dragn tambi$n guardaba un e#tra&o silencio.8ugh la Mano llev la mano al cinto y desenvain la daga sartn, tosca y fea, que haba dado enllamar la 8o%a 7aldita. La contempl detenidamente y la sostuvo con disgusto.' @Pua% '7ascull con una mueca de desagrado'. sta cosa maldita se retuerce en mi pu&ocomo una serpiente. Acabemos de una ve!. Prefiero enfrentarme al dragn que empu&ar esta dagamucho rato ms.Nabricada por los sartn, la 8o%a 7aldita tena como propsito ser utili!ada por los mensch paradefender a sus 1superiores5, los propios sartn, en la batalla.

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    ra un arma consciente/ por s sola, adquira la forma necesaria para derrotar a su enemigo. lonecesitaba a 8ugh, o a cualquier mensch, como mero medio de transporte. 2o precisaba de lasrdenes del mensch en el combate. La 8o%a 7aldita lo defenda por ser el bra!o que la empu&aba.0 defenda a cualquier sartn en peligro. Por desgracia, como haba se&alado 8ugh, tambi$n habasido preparada para combatir al enemigo ancestral de los sartn; los patryn. ra tan posible Oinclusoms que atacara a 7arit como que lo hiciera al dragn.'Por lo menos, ahora cono!co el modo de controlar el maldito artefacto ' apunt 8ugh'. i selan!a sobre ti, puedo...'... rescatar a Alfred 'lo cort 7arit'. Ll$valo a Abri, a los sanadores. 2o te detengas aayudarme, 8ugh 'a&adi, cuando $l intent protestar'. Por lo menos, la 8o%a me matar deprisa.+l la mir fi%amente, sin intencin de discutir, pero estudindola en profundidad, tratando dedecidir si slo hablaba por hablar o si tena el valor de mantener tales palabras.7arit le sostuvo la mirada sin parpadear.8ugh asinti una sola ve! y sali a hurtadillas de la concavidad del terreno.7arit lo imit. Por voluntad de la fortuna 'o del Laberinto' la lluvia que haba ocultado susmovimientos haba cesado. 3na suave brisa agitaba las ramas y provocaba peque&os chaparronescuando el agua caa de las ho%as. Los dos se detuvieron en el resalte rocoso, casi sin atreverse a

    respirar.2i un gemido, ni un que%ido... y la entrada de la caverna quedaba apenas a un centenar de pasos.Los dos alcan!aban a verla claramente; un profundo agu%ero negro contra la plida claridad de laroca. n la distancia, el resplandor ro%i!o del cielo pareca ms intenso.' @)ui!s el dragn se ha dormido 'le susurr 8ugh al odo.7arit acept la posibilidad con un gesto de asentimiento. La idea no le consolaba demasiado, puesel dragn despertara tan pronto como olfateara la cercana de una nueva diversin.8ugh abri la marcha. Avan! sin hacer ruido, tanteando cada paso y abri$ndose paso con unahabilidad y facilidad que a 7arit le pareci impresionante. Lo sigui en completo silencio, perotena la inquietante sensacin de que el dragn poda orlos llegar, que acechaba su llegada.Alcan!aron la entrada de la cueva. 8ugh se aplast de espaldas contra la pared de roca y avan!muy despacio con la esperan!a de poder asomarse y observar el interior sin ser visto. 7arit aguard

    a cierta distancia, oculta tras un arbusto y con la entrada de la cueva a la vista.egua sin orse el menor ruido. 2i una respiracin, ni el sonido del roce de un gran cuerpo contrala piedra, ni el sonido de un ala da&ada al moverse sobre un suelo de roca. La lluvia haba limpiadode fango su cuerpo, y las runas tatuadas de la patryn irradiaban su brillo. l dragn slo tena quemirar al e#terior para advertir que tena compa&a. l resplandor la convertira en un ob%etivotentador cuando entrara en la caverna, pero tambi$n le proporcionara la oportunidad de encontrar aAlfred en la oscuridad, de modo que no hi!o ning"n intento para disimularlo.8ugh contorsion el cuerpo, se asom tras el muro de roca e intent observar el interior de lacaverna. scrut las sombras largo rato con la caea ladeada, tan pendiente del odo como de lavista. 4on la mano, indic a 7arit que se acercara.lla cru! el camino sin perder de vista la boca de la cueva y se aplast contra la pared %unto a $l.8ugh se inclin para hablarle al odo.

    'Ah dentro est ms negro que el cora!n de un elfo. 2o puedo ver nada, pero creo que he odouna respiracin %adeante hacia la derecha, mirando a la cueva. Podra ser Alfred.Lo cual significaba que segua con vida. 3na ligera oleada de alivio reconfort a 7arit/ laesperan!a dio aliento a su valor.' (Alguna se&al del dragn* 'susurr ella.' (Adems de la pestilencia* '9eplic 8ugh, arrugando la nari! con repugnancia'. 2o, no hevisto el menor rastro del dragn.l hedor a carne descompuesta, putrefacta, resultaba horrible. A 7arit no le gustaba pensar en loque iban a encontrar all. i Vasu haba perdido a alguno de los suyos "ltimamente 'el pastorraptado mientras guardaba su reba&o, el ni&o que se haba ale%ado demasiado de su madre, ele#plorador que no haba regresado de su salida', lo ms probable era que sus restos estuviesen enla cueva.7arit no haba visto salir al dragn, pero estaba segura de que habra odo a la bestia, si $stahubiera seguido dentro de la cueva. 6al ve! la caverna penetraba mucho en la monta&a. 6al ve! el

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    dragn tena una salida trasera. C no se haba percatado de su presencia. C su herida era ms gravede lo que 7arit haba credo.6al ve! la bestia herida se haba retirado al fondo de su guarida a dormir.Pocas veces en la vida de la patryn los acontecimientos le haban sido favorables. 7arit siempretomaba la decisin equivocada, terminaba en el lugar inconveniente y haca o deca lo que nodeba. 8aba cometido el error de quedarse con 8aplo y, despu$s, el de abandonarlo. 8abacometido el error de abandonar a su hi%a. 0 de confiar en :ar. 0, tras encontrar de nuevo a 8aplo,haba cometido el error de amarlo otra ve!... y slo para volver a perderlo.Ahora, por una ve! en su vida, lo que intentaba tena que salirle bien. @, se lo tena merecido)ue el dragn estuviera dormido...lo peda que el dragn estuviera dormido...lla y el mensch se colaron en la cueva, cautos y silenciosos.Las runas de 7arit iluminaron la caverna. La entrada no era muy ancha ni muy alta/ el dragn, sinduda, no lo tena muy cmodo para penetrar por la abertura, como evidenciaba la capa derelucientes escamas ro%as que, a modo de corte!a, cubra el techo y las paredes de la boca de lacaverna.La angosta entrada daba paso a una sala amplia, de forma apro#imadamente circular y techo alto.

    La lu! ro%oa!ulada de las runas de 7arit se refle% en las paredes h"medas e ilumin la mayor partede la cmara, e#cepto el techo 'que desapareca en la oscuridad' y una abertura al fondo. Lapatryn llam la atencin de 8ugh hacia dicha abertura, que era lo bastante ancha como para que eldragn pudiera emplearla. 0, al parecer, eso era lo que haba hecho, pues la cmara en la que seencontraban estaba vaca.Vaca, salvo los espantosos trofeos del dragn.ncadenados a las paredes colgaban cadveres en diversos grados de descomposicin. 8ombres,mu%eres y ni&os, todos los cuales haban muerto evidentemente en medio de atroces dolores ytormentos. 8ugh la Mano, que haba convivido con la muerte y la haba visto en todas sus formasdurante su vida, sinti nuseas. oblado por la cintura, vomit sin freno.?ncluso 7arit se sinti abrumada ante la absoluta brutalidad, ante la perversa crueldad de la escena.l horror que le produca $sta y la rabia que le despertaba contra la insensible bestia capa! de

    cometer actos tan odiosos se combinaron hasta casi privarla de sentido. La caverna empe! ahacerse borrosa ante sus o%os.e senta mareada, aturdida.6emiendo estar a punto de desmayarse, se lan! adelante con la esperan!a de que el movimiento leavivara la sangre.' @Alfred8ugh se pas el rev$s de la mano por los labios y se&al un punto de la pared. 7arit mir haciadonde indicaba, a trav$s de la oscuridad rota por las runas, y divis al sartn. e concentr en $l,borr de su mente todo lo dems y se sinti me%or. staba vivo, aunque slo apenas, a %u!gar por suaspecto.'Ve por $l 'di%o 8ugh con vo! enronquecida tras las nuseas'. 0o vigilar$.mpu& la 8o%a 7aldita, atento y preparado. l arma haba empe!ado a despedir un fulgor

    verdusco, repulsivo.7arit corri al lado de Alfred.l sartn, como las otras vctimas incontables, colgaba de unas cadenas.6ena la cabe!a hundida sobre el pecho y las mu&ecas esposadas a la pared por encima de lacabe!a. Los pies colgaban cerca del suelo/ las puntas de los dedos apenas ro!aban $ste. 8abrasedicho que estaba muerto, de no ser por el sonido de una respiracin superficial que 8ugh habaodo desde la entrada de la caverna.All dentro, en cambio, sus %adeos eran mucho ms audibles.7arit lo toc con toda la suavidad posible, con la esperan!a de llamar su atencin sin asustarlo.Pero, al notar el roce de sus dedos en la me%illa, Alfred emiti un sonido que%umbroso/ su cuerpo seconvulsion y sus talones golpearon repetidamente la pared de roca.La patryn lo amorda! con una mano, lo oblig a levantar la cabe!a y lo for! a mirarla. 2o seatreva a decir nada en vo! alta, y pens que los susurros seguramente tendran muy poco efecto en$l, en tal estado.

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    Alfred la mir con o%os desorbitados, dementes, en los que no haba un asomo de reconocimiento,sino slo miedo y dolor. n una reaccin instintiva, se resisti a la morda!a, pero estaba demasiadod$bil para librarse de ella. 6ena las ropas empapadas de sangre, que formaba charcos ba%o sus pies,pero su carne y su piel seguan enteras e intactas, hasta donde 7arit alcan!aba a ver.l dragn haba desgarrado y acuchillado su carne para, a continuacin, volver a curarlo. Lo habahecho muchas veces, probablemente. ?ncluso el bra!o roto estaba curado. Pero el verdadero da&o lohaba sufrido en la mente. Alfred estaba completamente ausente.' @8ugh 'tuvo que arriesgarse a e#clamar 7arit y, aunque no emple ms que un susurro, elnombre reson en la caverna con un eco fantasmagrico. La patryn se encogi, sin atreverse arepetirlo.8ugh se encamin hacia ella sin apartar los o%os del fondo de la cueva un solo instante.'7e ha parecido or que algo se mova ah dentro. er me%or que te des prisa.@Precisamente lo que no poda hacer'i no lo curo 'replic la patryn en vo! muy ba%a', no ser capa! de salir de la cueva con vida.2i siquiera me reconoce.8ugh mir a Alfred y, de nuevo, a 7arit. La Mano haba visto actuar a los sanadores patryn y sabaqu$ significaba su intervencin. 7arit tendra que concentrar todo su poder mgico en Alfred.

    6endra que traspasarse a s misma las heridas del sartn y transmitir a $ste su energa vital.urante unos momentos, ella estara tan incapacitada como lo estaba Alfred en aquel instante.4uando el proceso de curacin hubiera concluido, los dos estaran bastante d$biles.8ugh asinti para demostrar su comprensin/ despu$s, volvi a su puesto.7arit alarg la mano hasta tocar las esposas que aprisionaban a Alfred y pronunci las runas en unmurmullo. e su bra!o salt una doble llamarada a!ul y los grilletes se abrieron. Alfred cayderrumbado al suelo de la caverna y all qued, en un charco de su propia sangre. 8aba perdido elconocimiento.9pidamente, 7arit se arrodill %unto a $l, le tom las manos entre las suyas 'la derecha en la!urda, y viceversa' y, uniendo el crculo de sus seres, invoc la magia para que lo curase.3na serie de imgenes fantsticas, hermosas, maravillosas y temibles inund la mente de la patryn.e encontraba sobre Abr, muy por encima de Abr/ no ya en lo alto de las murallas de la ciudad,

    sino como si estuviera en lo alto de una monta&a, contemplando la ciudad a sus pies. 0 entoncessalt de la monta&a y cay... pero no caa. Nlotaba en el cielo, desli!ndose sobre corrientesinvisibles como si lo hiciera en el agua. staba volando.La e#periencia era aterradora hasta que se acostumbr a ella. 0 entonces result emocionante.6ena unas alas enormes y poderosas, unas !arpas delanteras de afiladas garras, un cuello largo yelegante, unos dientes afilados...ra enorme e inspiraba temor y asombro/ cuando se precipitaba sobre sus enemigos, $stos huanentre alaridos de pnico. ra Alfred, el 7ago de la erpiente.4onvertida en $l, sobrevol Abri en actitud protectora, dispers a sus enemigos y acab conaquellos lo bastante osados como para plantar batalla. e vio a s misma %unto a :ar y a 8aplo 'riaturas peque&as e insignificantes' y e#periment el temor de Alfred por sus amigos, su decisinde ayudarlos...

    0 entonces una sombra vista por el rabillo del o%o... un vira%e desesperado en el aire... demasiadotarde. Algo la golpe en el flanco y la hi!o rodar sin control.4aa girando en espiral. A punto de estrellarse, bati las alas fren$ticamente hasta remontar elvuelo. Por fin, alcan! a ver a su enemigo, un dragn ro%o.4on los espolones de las patas e#tendidos, el dragn se abati desde lo alto en direccin a ella...?mgenes confusas de una cada vertiginosa hasta estrellarse contra el suelo.7arit se estremeci de dolor y se mordi el labio para reprimir un grito. Parte de ella era Alfred yotra parte flua en el interior del sartn, pero quedaba un resto de ella que a"n segua en la cavernadel dragn, muy consciente del peligro e#tremo.0 vio a 8ugh, tenso y alerta, vuelto hacia la oscuridad del fondo de la cueva con las faccionesrgidas. l mensch la mir, hi!o un gesto y movi los labios silenciosamente. 7arit no poda or loque deca, pero no lo necesitaba.l dragn se acercaba.

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    ' @Alfred 'uplic 7arit, su%etando al sartn por las mu&ecas con ms fuer!a'. @Alfred,despiertal sartn se agit y gru&. Le temblaron los prpados, y sus manos se agarraron a 7arit. eagarraron a ella con fuer!a.3nas imgenes horribles golpearon a 7arit; una cola bulbosa que infliga un dolor entumecedor,parali!ante/ una oscuridad turbulenta y calurosa/ un despertar a la tortura y la agona. 7arit nopudo contener por ms tiempo los gritos.0 el dragn se present en la caverna.CAPTULO 4EL LABERINTOl dragn haba permanecido oculto en las sombras de la salida trasera de la caverna desde elprimer momento, observando a los dos presuntos rescatadores a la espera del momento preciso enque estuvieran ms d$biles y fueran ms vulnerables para lan!ar su ataque. 4uando los haba odopor primera ve!, en el bosque, haba dado por hecho que venan en busca de su amigo. eberahaberlos atacado all mismo, pues saba por e#periencia que pocos patryn intentaran un rescate tandesesperado, pero a decir verdad no se haba sentido con nimos de pelea y por eso, con pesar, secontent con un solo %uguete.

    in embargo, para complacencia del dragn, la pare%a haba decidido seguirlo.2o era frecuente que los patryn se mostraran tan est"pidos, pero el dragn percibi algo raro enaquellos dos. 3no de ellos tena un olor e#tra&o, distinto de todo lo que el dragn haba encontradohasta entonces en el Laberinto. Al otro, lo reconoci de inmediato; era una patryn y estabadesesperada. 0 los desesperados solan ser descuidados.4uando estuvo de vuelta en su cubil, el dragn se dedic a torturar la 4osa que haba capturado, la4osa que haba sido un dragn y luego haba vuelto a transformarse en hombre/ la 4osa que poseauna magia poderosa. 2o era un patryn, pero era como un patryn. l dragn se senta intrigado porsu presa, pero no lo suficiente como para perder el tiempo en investigaciones. Aquella 4osa nohaba resultado tan divertida como el dragn esperaba. e haba dado por vencido demasiadopronto y, en realidad, pareca al borde de la muerte.Aburrido de torturar a su maltrecha vctima y algo debilitado por sus heridas, el dragn se haba

    retirado al fondo de la caverna para curar sus lesiones y aguardar all otras presas que leproporcionaran ms entretenimiento.Las dos que se presentaron eran me%ores de lo que la bestia esperaba. La hembra patryn habaempe!ado a curar a la 4osa, lo cual le pareci estupendo al dragn. Aquello le ahorraba tiempo yesfuer!o, al tiempo que le proporcionaba una vctima ms fuerte, que ahora tal ve! sobreviviesehasta la noche siguiente. n cuanto a la patryn, era fuerte y desafiante. urara bastante. 9espectoal macho, el dragn no estaba muy seguro de cmo tomarlo. ste era el que ola raro y careca porcompleto de facultades mgicas. 9ecordaba ms a un animal/ un ciervo, por e%emplo. 2o era grancosa como diversin, pero tena buen tama&o y buenas carnes. l dragn no tendra necesidad desalir a buscar comida.l dragn esper hasta que vio la magia r"nica de la patryn consumida por el proceso curativo.ntonces, se puso en accin.

    La bestia asom lentamente de entre la oscuridad de la caverna. A 8ugh, el t"nel del fondo le habaparecido muy amplio, pero resultaba angosto para el dragn, que tena que ba%ar la cabe!a para nodarse contra el techo. 8ugh le plant cara, pensando que el dragn aguardara a tener libre todo elcuerpo, incluida la cola y el agui%n, para atacarlo. La daga sartn se estremeca en el pu&o de8ugh.l mensch la blandi en alto con gesto de desafo y la inst a cambiar de forma para combatir aldragn.i hubiera podido, 8ugh habra %urado que el arma pareca incmoda, dubitativa. 8ugh dese saberms cosas de la 8o%a 7aldita y, fren$ticamente, intent recordar todo lo que 8aplo o Alfred habancomentado en relacin con ella.Lo "nico que le vino a la cabe!a en aquel momento fue que la 8o%a 7aldita era creacin de lossartn y que, por lo que haba deducido, el Laberinto y las criaturas que en $l e#istan 'incluidoaquel dragn' tambi$n haban sido creados por el pueblo de Alfred.

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    4omo haba intuido la Mano, el arma estaba confusa. 9econoca la misma magia de la que ellaestaba dotada, pero tambi$n adverta la amena!a. i el dragn hubiera tenido paciencia, o si sehubiera lan!ado sobre 7arit, la daga sartn no habra cambiado de forma. Pero la bestia estabahambrienta. )uera capturar a 8ugh y devorarlo/ despu$s, con el estmago lleno, podra ir tras laotra presa, ms difcil. La mayor parte del cuerpo del dragn segua en el conducto del fondo de lacaverna, lo cual le impeda utili!ar la cola en el ataque, de momento. Pero la bestia no creanecesitar tal recurso. 4on gesto casi pere!oso, lan! un !arpa!o contra 8ugh con la intencin deensartarlo y devorarlo mientras la carne estaba a"n caliente.l movimiento cogi por sorpresa a la Mano. e ech hacia atrs en un intento de esquivar elgolpe, pero la garra gigantesca le cru! el vientre, rasg la cora!a de cuero como si fuera la msfina seda y cort piel y m"sculos.Ante el ataque, el arma sartn respondi con preste!a y se solt del pu&o de 8ugh.3na cola enorme y serpenteante apart de un golpe al mensch, que rod por el suelo de la cavernahasta trope!ar contra 7arit y Alfred. Los dos tenan un aspecto terrible/ en aquel momento, 7aritestaba casi tan mal como Alfred. Los dos parecan aturdidos, apenas conscientes. La Mano sereincorpor rpidamente, dispuesto a defenderse y a proteger a sus desamparados acompa&antes. 0entonces se detuvo y se qued inmvil, con los o%os como platos.

    n la caverna haba dos dragones.l segundo 'en realidad, la 8o%a 7aldita' era una criatura espl$ndida.Largo y esbelto, este dragn careca de alas y sus escamas resplandecan como mil y un peque&ossoles brillantes en un cielo verdea!ulado. Antes de que el dragn del Laberinto tuviera tiempo deasimilar del todo lo que estaba sucediendo, el reci$n aparecido se lan! sobre su presa. La cabe!adel dragn verdea!ulado avan! como una centella, con las mandbulas abiertas, y se cerr en tornoal cuello de la bestia del Laberinto.ntre chillidos de dolor y de furia, el dragn ro%o se desasi de las fauces de su agresor, a costa dede%ar un peda!o de carne sanguinolenta en la boca de $ste.La bestia sac el resto del cuerpo de su angosto reducto con una fuer!a tremenda, que ech atrs alatacante. La cola bulbosa lan! su ataque y el agui%n pico al dragn verdea!ulado una y otra ve!.8ugh haba visto suficiente. Los dragones luchaban entre ellos, pero $l y sus amigos estaban en

    peligro de ser aplastados por los cuerpos que luchaban y se revolvan. 6enan que salir de all.' @7aritacudi a la patryn, que a"n segua agarrada con fuer!a a las mu&ecas de Alfred. 7arit tena elrostro ceniciento y o%eroso, pero por fin estaba consciente y contemplaba con asombro a los dosdragones. Alfred tambi$n haba despertado, pero era evidente que no tena idea de dnde seencontraba, de qui$n estaba con $l o de qu$ suceda a su alrededor. e limitaba a mirar conperple%idad y confusin.' @7arit, tenemos que salir de aqu 'grit 8ugh.' (0 ese otro dragn, de dnde ha...* 'empe! a preguntar la patryn.'s la 8o%a 7aldita 'respondi 8ugh brevemente y, mientras se inclinaba hacia Alfred, indic a7arit'; @4gelo por el otro bra!o2o era preciso que lo di%era. La patryn ya lo tena asido. ntre los dos, incorporaron a Alfred y '

    edio a rastras, medio en volandas' lo condu%eron hacia la boca de la caverna.La marcha era difcil, pues el camino estaba obstruido por los dos cuerpos reptilianos, en!ar!adosen su lucha. Los afilados espolones abran surcos en el suelo de tierra. Las enormes cabe!asgolpeaban el techo de la cueva y provocaban una lluvia de fragmentos de roca y polvo. Los ataquesmgicos estallaban y llameaban a su alrededor.7edio cegados, sofocados, con el riesgo de morir aplastados o de ser alcan!ados por una tormentade fuego mgico, los tres ganaron la entrada de la caverna tambalendose. 3na ve! en el e#terior,apresuraron el paso por el estrecho sendero y continuaron la marcha hasta que Alfred se derrumb.etrs de ellos, los dragones rugan de dolor y de clera.8ugh y 7arit hicieron una pausa, %adeantes.' @sts herido '7arit puso cara de preocupacin ante el aspecto de la herida que cru!aba elvientre de 8ugh.'4urar 'respondi la Mano con aire sombro'. (Verdad que s, Alfred* 0o lo llevar$, 7arit.8ugh se dispuso a cargar con Alfred, pero el sartn lo apart de un empu%n.

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    'Puedo solo 'di%o, esfor!ndose por reincorporarse. 3n rugido de furia fero! lo hi!o vacilar yvolvi la cabe!a hacia la caverna.' ()u$...*'2o hay tiempo para e#plicaciones. @4orre 'orden 7arit. La patryn agarr a Alfred y, atirones, lo levant y lo coloc delante de ella. Alfred trastabill, consigui recuperar el equilibrio yobedeci las en$rgicas indicaciones.8ugh, colocado en vanguardia, se volvi hacia la patryn.' (8acia dnde*' @8acia aba%o '9espondi 7arit'. 6" qu$date con Alfred. 0o vigilar$ la retaguardia.l suelo se estremeci con la ferocidad de la batalla que se libraba en el interior de la cueva. 8ughy Alfred avan!aron con rapide! por el camino, tratando de no resbalar en la roca mo%ada por lalluvia. 7arit los sigui ms despacio, con un o%o pendiente del camino y el otro atento a la caverna.n su descenso por la pendiente, perdi pie en ms de una ocasin sobre el suelo poco seguro quepisaba. n otro momento, Alfred cay rodando, con el riesgo de precipitarse hasta el pie de lamonta&a, hasta que un pe&asco lo detuvo. 4uando terminaron el descenso, los tres estaban llenos decortes, magulladuras y peque&as hemorragias.7arit orden una pausa.

    ')uietos. @scuchad9einaba el silencio, un profundo silencio. La batalla haba terminado.'7e pregunto qui$n habr vencido 'murmur 8ugh.'stoy impaciente por saberlo 'asinti 7arit.'i tenemos suerte, se habrn dado muerte mutuamente 'fue el comentario de 8ugh'. 2o meimportara no ver nunca ms esa condenada daga.l silencio continu, cargado de presagios. 7arit dese estar ms le%os, mucho ms le%os.' (4mo estis* 'pregunt a sus acompa&antes.8ugh emiti un gru&ido y se&al la herida. +sta se haba cerrado casi por completo y la "nicaindicacin de dnde se haba producido era el corte en la cora!a. 4omo e#plicacin de aquellacuracin milagrosa, se abri la camisa y de% a la vista una "nica runa sartn que emita un d$bilresplandor en el centro de su pecho. Al observar el signo mgico, Alfred se sonro% y desvi la

    mirada.e pronto, el suelo se estremeci con una e#plosin procedente de la direccin de la caverna. Lostres fugitivos se miraron, tensos y alarmados, preguntndose qu$ sera aquel portento.espu$s, una ve! ms, todo qued en silencio.'er me%or que continuemos 'intervino 7arit en vo! ba%a.Alfred asinti con aire aturdido y ech a andar. lo haba dado un paso cuando trope! con suspropios pies y fue a estrellarse de cabe!a contra un rbol.7arit suspir y alarg la mano para asirlo por el bra!o. 8ugh la Mano, al otro lado de Alfred, sedispuso a hacer lo mismo.' @8ugh '7arit se&al el cinto de cuero manchado de sangre que portaba el mensch.4olgada del cinturn, confortablemente guardada en la vaina, estaba de nuevo la 8o%a 7aldita.CAPTULO

    EL LABERINTO'2o puedo... continuar.Alfred se de% caer hacia adelante y se qued en el suelo, muy quieto. 7arit lo contempl confrustracin. staban perdiendo mucho tiempo. in embargo, aunque no le gustaba reconocerlo, ellatampoco sera capa! de llegar mucho ms le%os sin descanso. 0a casi no se acordaba de la "ltimave! que haba echado una cabe!ada.'7uy bien 'se limit a responder, al tiempo que tomaba asiento en un tocn del bosque'. Peroslo unos momentos, hasta que recobremos la respiracin.Alfred yaca con los o%os cerrados y el rostro semienterrado en el fango.Pareca vie%o, muy vie%o y encogido. A 7arit le cost traba%o convencerse de que aquel sartnanciano y frgil era, no haca mucho, una criatura tan bella y poderosa como aquel dragn verde ydorado %ue haba visto sobre Abri...

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    ' ()u$ le sucede ahora* 'pregunt la Mano al penetrar en el peque&o claro del bosque donde sehaban detenido sus compa&eros de fuga. 8ugh los haba estado siguiendo a cierta distancia, atentoal camino para cerciorarse de que nadie los segua.7arit se encogi de hombros, demasiado fatigada como para contestar. La patryn saba muy bienqu$ le suceda a Alfred; lo mismo que a ella. (e qu$ serva seguir luchando* (Por qu$ molestarse*'8e encontrado agua 'anunci 8ugh'. 2o le%os de aqu... 'a&adi, e indic la direccin con lamano.7arit movi la cabe!a en un gesto de negativa. Alfred no hi!o el menor movimiento.8ugh se sent %unto a ellos, nervioso e incmodo. Permaneci as unos instantes, recurriendo a todasu paciencia, pero muy pronto se puso en pie otra ve!.'staramos ms seguros en Abri...' (urante cunto tiempo* '9eplic 7arit con acritud'. 7ira. Cbserva ah arriba.8ugh al! la vista entre la mara&a de ramas. l cielo, gris hasta entonces, estaba te&ido ahora de unleve tono entre rosa y anaran%ado.esde haca un rato, 7arit apenas notaba el hormigueo de las runas de su piel. 2o haba ning"nenemigo en las inmediaciones. 2o obstante, aquel fuego ro%o en el cielo daba la impresin deconsumir sus "ltimas esperan!as.

    9endida por el cansancio, cerr los o%os.0, de nuevo, vio el mundo a trav$s de los o%os del dragn. staba sobrevolando Abri y vio susedificios y sus gentes, sus murallas protectoras, las armas plantadas en el terreno que se e#tendanpara rodear a los hi%os de la tierra.Los hi%os. u hi%a. uya y de 8aplo...3na ni&a, de nombre 9u$. Ahora deba de tener ocho puertas, ms o menos.7arit alcan! a verla; delgada y fuerte, alta para su edad, con el cabello casta&o de su madre y laserena sonrisa de su padre.7arit lo vio todo con perfecta nitide!.'2osotros le ense&amos a ca!ar peque&as pie!as, a despelle%ar un cone%o, a capturar peces con lasmanos... 'le aseguraba al dirigente Vasu, el cual haba aparecido de la nada ine#plicablemente'.0a tiene edad suficiente para ser de cierta utilidad para nosotros. 7e alegro de que decidi$ramos

    quedarnos con ella en lugar de de%arla con los residentes.9u$ saba correr deprisa si surga la necesidad. 0 era capa! de pelear si se vea acorralada. Lapeque&a tena su propia daga cubierta de runas, regalo de su madre.'0o la adiestr$ en su uso 'le deca 7arit al dirigente'. 2o hace mucho, 9u$ hi!o frente a unsnog con esa arma. 7antuvo a raya a 3 criatura hasta que su padre y yo pudimos acudir en surescate. 0 asegur que no haba tenido miedo, aunque luego, en mis bra!os, no de%aba de temblar.espu$s, se acerc 8aplo y le hi!o unas caranto&as hasta que 9u$ se ech a rer y terminamos lostres a carca%adas...' @h7arit despert, sobresaltada, con la mano de 8ugh en el hombro. l mensch la haba su%etadocuando estaba a punto de caer rodando. Al advertirlo, ella se sonro% intensamente.'Lo siento. ebo de haberme quedado dormida.

    e puso en pie y se frot los o%os, que le escocan. La tentacin de volver a entregarse a aquel dulcesue&o era demasiado fuerte. urante un instante se permiti creer, en un acto de supersticin, queel sue&o tena alg"n significado.8aplo estaba vivo y volvera a ella. 0, %untos, encontraran a su hi%a perdida.La calide! del sue&o la embarg/ se sinti envuelta en amor y cari&o...?rritada, borr todo aquello de su cabe!a.3n sue&o, se di%o con frialdad y firme!a. 2ada ms que eso. 2ada que pudiera aspirar a alcan!ar.0a haba desperdiciado su oportunidad.' ()u$* 'Alfred se incorpor'. ()u$ decas* (Algo acerca de 8aplo*7arit no crea haber pronunciado aquel nombre, pero estaba tan agotada que ya no saba lo que sehaca.'er me%or que continuemos 'di%o, evitando la respuesta.Alfred se puso en pie, vacilante, y continu mirando a la patryn con una fi%e!a e#tra&a y apenada.' (nde est 8aplo* 'pregunt'. Lo vi con :ar. (stn en Abr*

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    Margaret Weis & Tracy Hickman La SptimaPuerta

    7arit apart la mirada y contest;'e han marchado a Abarrach.'Abarrach... La nigromancia... '4on gestos de abatimiento, Alfred se apoy en el tronco de unrbol cado'. La nigromancia... 'repiti con un suspiro'.ntonces, 8aplo est muerto.' @2o '#clam 7arit, al tiempo que se volva hacia Alfred, furiosa'. @7i e&or no lo de%aramorir' ()ue no* '?ntervino 8ugh'. @6" misma intentaste acabar con $l... por rdenes de ese se&ortuyo'so era cuando :ar lo crea un traidor 'replic 7arit, e#asperada'. Pero ahora mi e&or sabeque no era as. abe que 8aplo le deca la verdad sobre las serpientes dragn. 7i e&or no lode%ara morir. 2o lo de%ara, seguro...La patryn estaba tan cansada que rompi en sollo!os como una ni&a asustada. Avergon!ada,apurada, intent detener las lgrimas pero el dolor que senta por dentro era demasiado grande. lvaco que haba alimentado y cultivado durante tanto tiempo haba desaparecido, reempla!ado porun dolor terrible, ardiente, que slo las lgrimas parecan aliviar. 4apt que Alfred daba un pasohacia ella/ probablemente, para intentar consolarla. A ciegas, se apart de $l y de% sentado que

    quera que la de%aran en pa!.Las pisadas del sartn se detuvieron.4uando 7arit hubo recuperado por fin el dominio de s misma, se son y en%ug las lgrimas. Ledola el estmago de tanto sollo!ar y los m"sculos del cuello a"n se contraan espasmdicamente.6rag saliva y carraspe.8ugh la Mano tena la mirada ce&uda fi%a en el vaco y daba puntapi$s a un mato%o de hierbas, conaire sombro. Alfred estaba sentado, con los hombros hundidos, la espalda encorvada y los bra!oshuesudos colgando entre las flacas rodillas. 4on la mirada abstrada, pareca sumido en profundospensamientos.'Lo siento 'murmur 7arit, en un esfuer!o por parecer animada'. 2o tena intencin dequedarme dormida. stoy cansada, eso es todo. er me%or que volvamos a Abr...'7arit 'interrumpi Alfred tmidamente', (cmo entr :ar en el Laberinto*

    '2o lo s$. 2o me lo di%o. ()u$ inter$s tiene eso*'6iene que haber entrado por el Vrtice 'refle#ion Alfred'. aba que nosotros entramos porall. upongo que se lo contaste, (no*A 7arit le escoca la piel. ?nvoluntariamente, levant la mano para tocar el signo mgico del centrode su frente, el signo que :ar haba desbaratado de forma tan dolorosa y que una ve! la haba unidocon su e&or. Al advertir que Alfred la observaba, apart la mano.'Pero el Vrtice fue destruido...'2o puede destruirse nunca 'la corrigi Alfred'. La monta&a cay sobre $l.2o debe de ser fcil, pero seguro que puede hacerse. e todos modos... '8i!o una pausa,pensativo.' @2o podra salir por ah '#clam 7arit'. La Puerta slo se abre en un sentido. @6" mismose lo di%iste a 8aplo

    'so, si lo que di%o era cierto 'refunfu& 8ugh'. 9ecuerda que $l era el que no quera ir.'Cs di%e la verdad 'asegur Alfred, rubori!ado'. i os deten$is a pensarlo, tiene sentido. i laPuerta se abriera en ambos sentidos, todos los patryn enviados al Laberinto habran podido escaparpor donde haban llegado.7arit ya no estaba cansada. 3na energa renovada flua por su interior.' @:ar tendra que haber salido a trav$s de la 3ltima Puerta s la "nica va accesible. Pero, unave! all, vera nuestro apuro y oira a nuestro pueblo pedirle ayuda a gritos. 2o puede habernosde%ado para que luchemos a solas. 2o/ seguro que encontramos a mi e&or all, en la 3ltima Puerta.0 8aplo estar con $l.'6al ve! 'respondi Alfred, y esta ve! le toc a $l apartar la vista de la patryn.'Por supuesto que estar 'afirm 7arit'. Ahora, debemos llegar all. 0 deprisa. 0o podrautili!ar mi magia. 7e llevara a...stuvo a punto de decir 1a mi :ar5, pero entonces record la herida de su frente. e prohibitocarla, pese a que haba empe!ado a escocerle dolorosamente.

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    '... a la 3ltima Puerta 'termin la frase, sin conviccin'. 0o he estado all.Puedo verla en mi mente.', t" podras ir 'reconoci Alfred', pero no podras llevarnos contigo.' ()u$ importa eso* 'i%o la patryn, llena de esperan!a'. (Para qu$ te necesito ahora, sartn*7i e&or combatir a sus enemigos y saldr triunfante. 0 8aplo quedar curado...e aprest a tra!ar el crculo r"nico, casi a punto de colocarse en su interior.Alfred se puso en pie entre balbuceos, con la visible intencin de tratar de detenerla. 7arit no lehi!o caso. i se acercaba demasiado, no dudara en...'e&or, se&ora, (puedo ayudaros en algo*3n caballero 'imponente, vestido totalmente de negro; cal!ones negros, abrigo negro deterciopelo, medias de seda negra, con los cabellos canos atados a la nuca con una cinta negra'sali del bosque. Lo acompa&aba un anciano de luengas barbas y largos cabellos, vestido con unat"nica de color pardo, rematado todo ello por un sombrero puntiagudo, lastimosamente rado.l anciano vena cantando una tonadilla. 4uando termin, esbo! una sonrisa suave y tristona/ deinmediato, con un suspiro, volvi a empe!ar.'isculpadme, se&or 'di%o el caballero de negro en vo! ba%a', pero no estamos solos.' (h* 'l vie%o dio un violento respingo y el sombrero le cay de la cabe!a.

    4ontempl con profunda suspicacia a los tres seres que lo observaban con perple%idad'. ()u$hac$is aqu* @Nueral caballero de negro emiti un suspiro de sufrida paciencia.'2o creo que sea una buena decisin, se&or. +sta es la gente que hemos venido a buscar.' (sts seguro* 'l anciano no pareca convencido.7arit lo observ fi%amente y, por fin, e#clam;' @0o te cono!co Nue en Abarrach. 6" eres un sartn, prisionero de mi e&or.3n rpido vista!o a los signos mgicos de su piel le indic que el anciano no era peligroso/ unamirada al propio vie%o lo confirmaba. 7arit record su conversacin incone#a y divagante en lasceldas de Abarrach. ntonces lo haba tomado por un chiflado.'7e pregunto si ahora lo estar$ yo tambi$n 'murmur para s.(#ista de veras aquel anciano, o habra cobrado e#istencia de su propia mente cansada* 4uando

    alguien pasaba demasiado tiempo sin dormir, empe!aba a ver cosas que no estaban. 7ir a 8ugh yla alivi observar que $ste tambi$n miraba hacia el anciano, lo mismo que Alfred. C bien todosellos haban cado ba%o un hechi!o e#traordinario, o el vie%o estaba realmente delante de ellos.7arit desenvain su espada.l anciano contemplaba al tro con igual perple%idad.' ()u$ me recuerda esto* 6res persona%es de aspecto desesperado vagando por el bosque,perdidos. 2o, no me lo digis... 0a est; @l espritu de la ta m l spantap%aros. 'l ancianose abalan! sobre Alfred, le estrech la mano y la sacudi en$rgicamente. espu$s se volvi hacia8ugh'. 0 el Len. (4mo est, se&or Len* @0 el 8ombre de LatnAvan! hacia 7arit, quien levant la punta de la espada hasta el ga!nate del individuo.'2o te acerques, vie%o chiflado. (4mo has llegado aqu*' @Ah 'l anciano retrocedi un paso y le dirigi una mirada socarrona'.

    Veo que todava no has estado en C!. All, los cora!ones son libres, querida.Aunque, naturalmente, uno t