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UNIVERSIDAD CATÓLICA DE COSTA RICA PSICOLOGÍA SUPERACIÓN DEL SÍNDROME DE WENDY EN MUJERES ENTRE LOS 25 Y 45 AÑOS SEGÚN ALGUNOS PROFESIONALES DEL ÁREA DE LA SALUD MENTAL EN EL GAM TRABAJO DE INVESTIGACIÓN PROF. RANDALL URBINA CURSO: TEORÍAS EN PSICOLOGÍA I VÍCTOR CISNEROS BURITICÁ SEDE CENTRAL, MORAVIA 13/07/2010

WENDY

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UNIVERSIDAD CATÓLICA DE COSTA RICA

PSICOLOGÍA

SUPERACIÓN DEL SÍNDROME DE WENDY EN MUJERES ENTRE LOS 25 Y

45 AÑOS SEGÚN ALGUNOS PROFESIONALES DEL ÁREA DE LA SALUD

MENTAL EN EL GAM

TRABAJO DE INVESTIGACIÓN

PROF. RANDALL URBINA

CURSO: TEORÍAS EN PSICOLOGÍA I

VÍCTOR CISNEROS BURITICÁ

SEDE CENTRAL, MORAVIA

13/07/2010

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CAPITULO I: INTRODUCCIÓN

Problema

De que forma puede una paciente diagnosticada con el síndrome de Wendy

superar esa situación

Objetivos

Objetivo General

Conocer las principales técnicas para superar el síndrome de Wendy en una

paciente diagnosticada.

Objetivos Específicos

·Explicar las causas que conllevan a presentar los comportamientos presentados en

el síndrome de Wendy.

·Identificar las características presentadas en el comportamiento de los pacientes

diagnosticados con el síndrome.

·Especificar cuales son las técnicas o terapias mas usadas o aplicadas para el

tratamiento de este síndrome.

Justificación

Quien padece el síndrome de Wendy tiene dificultades para controlar su propio

rumbo y, para compensarlo, se vuelca en dirigir la vida del otro adoptando una actitud

maternal. Así como el de Peter Pan es fruto de la sobreprotección en la infancia, las

causas de este otro síndrome hay que buscarlas en un pasado familiar en el que Wendy

se sintió excluida, por lo que en la edad adulta asume el papel de los padres que no ha

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tenido. Para ello se valdrá de la primera persona cercana que se deje cuidar,

normalmente la pareja.

Una dificultad que presentan ambos síndromes es que quienes los sufren no

suelen reconocerse en su rol y recurren a justificaciones. Peter Pan disfraza su

inmadurez de amor por la libertad, y Wendy atribuye sus cuidados maternales a la

incapacidad o irresponsabilidad de la persona que toma bajo su protección.

La justificación al realizar esta investigación consiste en conocer y entender las

terapias o tratamientos mas apropiados a emplear a las pacientes diagnosticadas o que

presentan los comportamientos del síndrome a superar los mismos.

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CAPITULO II: MARCO TEÓRICO

Concepto del síndrome de Wendy:

Miedo al rechazo, al abandono, deseo de complacer a los demás y sobre todo a la

propia pareja son algunas de las causas que se encuentran tras el llamado ‘Síndrome de

Wendy’. Una compleja conducta que a simple vista no tiene patología alguna y guarda

una estrecha relación con el más conocido ‘Síndrome de Peter Pan’, descrito por Dan

Kiley en 1983 y que hace referencia a todos aquellos hombres y/o mujeres que no

quieren, o que no pueden, crecer.

Wendy es aquella mujer u hombre que se encuentra detrás de un Peter Pan. Y es

que, tras un Peter Pan siempre tiene que haber una persona, hombre o mujer,

dependiendo del caso, que se encargue de hacer todo aquello que no hace él. Peter Pan

no existe si no hay una Wendy que esté a su lado.

Pese a ello, el psicólogo Marín Tejero asegura que no se puede hablar del

Síndrome de Wendy como una patología. "Hay trastornos de la personalidad que se

podrían asemejar a éste síndrome, pero éste síndrome como tal no es una patología

clínica, lo que no quiere decir que con el tiempo no acabe produciendo desajustes y

sufrimiento, tanto en la persona que lo sufre como en quienes le rodean".

El Síndrome de Wendy se puede definir como el conjunto de conductas que

realiza una persona por miedo al rechazo, por necesidad de sentirse aceptado y

respaldado, y por temor a que nadie le quiera. En definitiva, por una necesidad

imperiosa de seguridad. "Cuando el sujeto actúa como padre o madre en su pareja o con

la gente más próxima, liberándoles de responsabilidades, podemos hablar de Wendy",

explica la psicóloga Pilar Arocas, quien añade que "estas conductas pueden darse tanto

dentro del núcleo familiar, en los roles de padre-madre sobreprotectores, como en las

relaciones interpersonales, con aquellas personas muy cercanas". La madre que

despierta todos los días a su hijo para que no llegue tarde a clase, aquella que le hace los

deberes, le resume las lecciones o subraya los apuntes, la esposa que asume todas las

responsabilidades domésticas es una Wendy en el núcleo familiar. Lo mismo ocurre en

la relación de pareja si es ella o él quien toma todas las decisiones y asume las

responsabilidades, actúa como madre o padre y como esposa-esposo o justifica la

informalidad de su pareja ante los demás.

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Conductas presentes en el síndrome de Wendy:

Las conductas más significativas que acompañan una persona que padece este

síndrome los las siguientes:

Sentirse imprescindible

Malinterpretar que el amor sólo es sacrificio y resignación

Evitar a toda costa que su pareja se enoje

Intentar continuamente hacer feliz a la pareja

Insistir en hacer las cosas por la otra persona

Pedir perdón por todo aquello que, por el otro, no ha hecho o que no ha cómo

sabido hacer

Necesidad imperiosa de cuidar del amante como si fuera un niño

Convertirse en un padre o madre en la relación de pareja

Para hablar de un verdadero Síndrome de Wendy es preciso tener en cuenta que

todas estas acciones se basan en un terror al abandono, que son inmutables y que

persisten como tales, con en el transcurso del tiempo.

Actualmente no existen estudios epidemiológicos que arrojen unos datos fiables

sobre el porcentaje de la población que puede sufrir este síndrome, porque el síndrome

como entidad establecida aun no existe. No obstante, sí se han establecido las diferentes

variables que pueden desencadenar su aparición. Lo primero que hay que tener en

cuenta es que puede afectar tanto a hombres como a mujeres, aunque es cierto que es

más frecuente entre ellas.

Esta diferencia entre los sexos puede ser debida, entre otras cosas, a la cultura en

la que estamos inmersos. Queramos o no, todavía sigue siendo la figura de la mujer

quien tiene más peso en el cuidado de los miembros de la familia y esas ideas que se nos

inculcaran en el proceso educativo tienen su expresión en la vida adulta.

Y es que el Síndrome de Wendy no depende de un solo factor, sino de un

conjunto de variables, entre las que destacan el cuidado, de niñas, recibidos, la

educación absorbida, la personalidad propia y las circunstancias que rodean a la

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persona. No obstante, que ninguna de estas variables por separado sería la responsable

de su aparición. Por ejemplo, la educación recibida no determina necesariamente este

tipo de conductas. En ocasiones, tener una madre o un padre sobre protector puede crear

en sus hijos o hijas un gran deseo de independencia. Aunque es cierto que también hay

ocasiones en las que se perpetúan los patrones de conducta adquiridos y vistos durante

la infancia y adolescencia, continuando el ejemplo de los superiores.

¿Se trata de un síndrome de la nueva sociedad? Rotundamente, no. Lo que

ocurre es que hace años no se planteaban estos asuntos. Las cosas eran así, y así estaban

bien. Ahora la mujer sale de casa a trabajar y es consciente de que existen más cosas,

además del hogar. Se carga con nuevos roles, sin abandonar los antiguos, se satura de

responsabilidades y ni se plantea que podría negociar con su pareja su nueva situación,

y al final acaba sintiéndose mal, sin identificar exactamente qué le ocurre. Algunas

mujeres, en este punto, piden ayuda profesional, pero muchas sufren en silencio sin

saber qué hacer. Se trata, según los expertos, de un cambio en los roles que cuesta

asumir tanto al hombre como a la mujer.

Lo que tampoco resulta sencillo es su detección. La mayoría de las mujeres y de

los hombres acuden a la consulta del especialista porque se sienten ‘quemadas’ y

‘quemados’, no están felices con su vida y siente una insatisfacción total en sus

relaciones de pareja. Solo a través de las sesiones de terapia van descubriendo la razón

del malestar. Una sensación que también afecta a aquellas madres que ven que sus hijos

no quieren crecer y evitan tomar responsabilidades acordes con su edad. Es por ello que

este síndrome de Wendy se relaciona con el de Peter Pan, pues es frecuente que madres

‘Wendy’ generen hijos ‘Peter’.

Sin embargo, no existe una edad definida a la que pueda aparecer, aunque es en

los últimos años de la adolescencia, cuando están ya formadas las características de la

personalidad, cuando se pueden observar los primeros signos que delatan que la persona

pueda sufrir este síndrome en algún momento de su desarrollo evolutivo.

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Cómo superarlo:

En muchas ocasiones son los propios afectados los que acuden por su propia

voluntad a la consulta del profesional capacitado, aunque no son conscientes de lo que

les sucede. No están preparados para comprender qué les pasa. Para quienes sufren este

trastorno su forma de actuar es una necesidad y no consideran que lo estén haciendo

mal, sino que simplemente con su actitud cubren unas necesidades de afecto,

pertenencia y seguridad.

Su superación depende en un alto porcentaje de la capacidad de quien lo sufre y

de reconocer que sus conductas son equivocadas. Deben reconocer sus propios miedos y

a partir de ahí aprender a procurar su propio sitio en la relación. Transigir pero con

cautela, ser flexible, tolerar al prójimo, pero sin aceptar por ello todo lo que se le diga.

Siempre necesitarán terapia, pero en manos expertas…

Se trata, en definitiva, de:

Establecer relaciones equitativas con las personas: escuchar activamente los

problemas de los demás, pero sin sentirse obligado por ello a resolverlos.

Incrementar la autoestima personal.

Acostumbrarse a decir NO.

Aprender a madurar, a pensar que cada uno es responsable de su vida.

No asumir los deberes y responsabilidades del otro.

No soportar la indolencia de quienes prefieren el soporte que otros les

suministran.

Ser consciente de que los cambios de hábitos son lentos, no se producen de la

noche a la mañana.

Estas pautas sirven como prevención y superación de este trastorno. La conducta

de cualquier ‘Wendy’ está basada en el miedo al rechazo personal, en el complejo de

inferioridad y el impulso por agradar a todos. Por tanto, si en el proceso educativo se

enseña a la personas conductas asertivas ---aquellas que defienden los propios derechos,

sin agredir a los demás ni dejarse avasallar--- se enseña a desarrollar una sana

autoestima, a aprehender unas adecuadas habilidades sociales que hagan de las

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relaciones interpersonales un foco de satisfacción y gratificación, las personas estarán

más cualificadas para evitar el sufrimiento que a la larga supone este síndrome.

En otras palabras, el cautiverio emocional que nos destruye las vidas, como

síndrome, puede asistirnos a vivirlas mejor, si lo sabemos manejar. ¿Quién sabe? El

pasado emocional y de cómo afecta las relaciones.

Para nadie es un secreto que las experiencias amorosas anteriores nos pueden

marcar indefinidamente para el resto de nuestras vidas tanto negativa como

positivamente.

Cada persona con la que hemos compartido nos generó un sentimiento

determinado. Amor, aprendizaje, desilusión, crecimiento. Todos recuerdos inolvidables,

por buenos o por malos que fueran.

“Es mejor haber amado y fracasado, que nunca haberlo hecho”; cada persona

con la que hemos mantenido una relación --- duradera o efímera --- nos formó en

nuestra personalidad y de alguna manera nos hizo ser lo que hoy ofrecemos a los demás.

Por lo que, entre más personas hayan estado a nuestro lado, más pesado y fuerte será ese

pasado amoroso del que hablamos.

Somos, por naturaleza, criaturas fogosas y apasionadas.Las personas somos

dominadas por las emociones, por lo que siempre tratamos de buscar el equilibrio que

nos permita funcionar dentro de una sociedad, una relación amorosa, un trabajo; de otra

forma seríamos como animales llevados por la corriente instintivamente y sin medida

provocando el caos a nuestro alrededor.

Ese equilibrio que todos anhelamos, se ve constantemente perturbado por

personas, momentos, situaciones de tensión que nos hacen “perder el rumbo”; aunque

las experiencias varían unas de otras, en su mayoría provienen del hogar y lo que

aprendimos desde que éramos muy pequeños; pero para nuestra inconveniencia afloran

cuando somos adultos y sobre todo cuando nos enfrentamos a una pareja; de ahí que la

carga emocional que llevamos todos dentro sea imposible de negar o ignorar.

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Percepciones distintas en el amor:

“Nunca más me vuelvo a enamorar”. “Soltero para siempre”. “Casarse es un mal

negocio, se pierde más de lo que se gana” --- opiniones como éstas nos verifican el

sentir de muchas personas que fracasaron en sus intentos por encontrar esa otra persona

que los complemente y simplemente no pueden manejar ese bagaje emocional que

cargan por una persona que ya no está a su lado.

La diferencia entre una persona y otra que ha sufrido de amor, será la manera

con la que percibe la pérdida. Todos sabemos lo doloroso que es la infidelidad, la

traición, la mentira en una relación; pero una vez que pasamos el duelo necesario e

importante para neutralizar nuestra pérdida, no podemos dejar que ese pasado nos nuble

la vista y nos impida ver el camino hacia adelante. (Véanse las lecciones acerca de la

infidelidad).

El proceso es complejo y muchas veces difícil, sentimos que nos desgastamos en

el intento; pero no es así. Lo irónico del caso es que entre más desapegados estemos de

ese pasado y logremos ver las cosas desde fuera, más oportunidades vamos a tener de

encontrar felicidad en otro sitio; porque las reflejamos en actitudes, prioridades y

emociones que las personas ajenas a nuestra historia anterior perciben.

Cada relación amorosa es un aprendizaje; ya sea de lo que “no hay que volver a

hacer”, “de lo que definitivamente hay que repetir” y de lo que “nos sirvió para crecer”.

La reflexión negativa o positiva nos la damos nosotros mismos y dependerá únicamente

de nuestro esfuerzo para darle un giro al sentimiento.

Amantes, que somos, ¿del dolor? La misma esencia del ser humano, a veces

tornada autodestructiva, nos impide avanzar porque “el dolor (a algunos) gusta” de

alguna manera. Nos victimizamos y a menudo fantaseamos con una persona que NO

ERA para nosotros, por la costumbre o soledad que sentimos al ver a esa persona salir

de nuestras vidas y no tener a nadie en perspectiva por un tiempo determinado. Pero por

suerte no es un estado de ánimo permanente. La ansiedad, la melancolía y el cansancio

de demostrar amor de nuevo se van.

De ahí que tenemos que procurar buscar personas que no sean “amantes del

dolor”, es decir con una carga emocional ya superada o en el mejor de los casos con un

pasado ligero que no afecte el desempeño de la nueva relación. Muchos se equivocan al

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pensar que a menor edad menor carga; pero no tiene nada que ver con ello, más bien se

trata del tipo de persona, de su valentía y autoestima.

Ubicar personas sintonizadas en ese sentido, es la mejor manera de superar

traumas pasados y es ahí donde tenemos que poner nuestro interés; porque de lo

contrario seguiremos tropezando con el mismo patrón de conducta que no conviene y

obteniendo los mismos resultados que hasta ahora hemos tolerado.

Olvidemos el miedo a sentir.Es probable que sintamos miedo de querer, de sentir

por alguien de nuevo luego de un pasado amoroso conflictivo. Pero los rencores y

remordimientos sólo nos afectan a nosotros, pues la persona a la que van dirigidos no se

está enterando, con lo cual lo mejor que podemos hacer es eliminarlos lo antes posible,

si no queremos fracasar en todas nuestras relaciones. Cada persona es distinta y no tiene

porqué repetirse el mismo episodio dos veces.

Aprendamos a reforzar la seguridad dañada y decidamos: Si lo que nos provoca

es ir de flor en flor, hacerlo sin perjuicios, si más bien queremos quedarnos solos y

disfrutar de la libertad, que así sea, o si lo que nos hace felices es tener una pareja de

nuevo, ponerse a trabajar en ello.

Pero nunca olvidemos, que quien se aprecia mucho y se quiere mucho más será

quien gozará de las mejores relaciones, sean éstas amorosas o no.

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CAPÍTULO III: PROCEDIMIENTO METODOLÓGICO

Enfoque Cualitativo

Según Hernández, Fernández y Baptista (2006, p.8) “Las investigaciones

cualitativas se fundamentan más en un proceso inductivo (explorar y describir y luego

genera perspectivas teóricas)”.

Con base a la anterior definición se decide utilizar este enfoque debido a que

no utilizaremos en él ninguna medición numérica, sino que recolectaremos los datos con

una serie de entrevistas con preguntas abiertas que nos permitirán investigar y describir

las diferentes opiniones de los sujetos de estudio para así luego general conclusiones.

Estudio Exploratorio

Se utiliza el estudio exploratorio apegándose a la siguiente definición de

Hernández et al. (2006, p. 209) “Es comenzar a conocer una variable o un conjunto de

variables, una comunidad, un contexto, un evento, una situación. Se trata de una

exploración inicial en un momento específico”.

Diseño

El diseño que se utiliza en esta investigación es de tipo narrativo debido a que

este estudio está orientado a entender y comprender las causas del trastorno de

personalidad disociativo.

Sujetos

Población

Profesionales en el área de la salud mental en la GAM, Costa Rica.

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Muestra

Se trabajará con dos profesionales, entre ellos psicólogos y psiquiatras, que

laboran en el Gran Área Metropolitana.

Categorías

Las categorías presentes en este estudio son las terapias mas recomendadas o

mas aplicadas a pacientes diagnosticados con el síndrome de Wendy.

Definición Conceptual

Síndrome de Wendy

El Síndrome de Wendy se puede definir como el conjunto de conductas que

realiza una persona por miedo al rechazo, por necesidad de sentirse aceptada y

respaldada, y por temor a que nadie la codicie. En definitiva, por una necesidad

imperiosa de seguridad. Cuando el sujeto actúa como padre o madre en su pareja o con

la gente más próxima, liberándoles de responsabilidades, podemos hablar de Wendy,

estas conductas pueden darse tanto dentro del núcleo familiar, en los roles de

padre/madre sobre-protectores, como en las relaciones interpersonales, con aquellas

personas muy cercanas. La madre que despierta todos los días a su hijo para que no

llegue tarde a la universidad, aquella que le haga los deberes, le resume las lecciones o

subraya los apuntes, la esposa que asume todas las responsabilidades domésticas… es

una Wendy en el núcleo familiar. Lo mismo ocurre en la relación de pareja si es ella y

no él quien toma todas las decisiones y asume las responsabilidades, actúa como madre

o padre y como esposa/esposo o justifica la informalidad de su pareja ante los demás.

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Instrumentos

El trabajo de campo se realizara en San José, se optará por una observación no

participante. Utilizaremos como instrumento una entrevista abierta, ya que se usará

como guía un grupo de preguntas que durante la entrevista podrían dar pie a nuevos

cuestionamientos que ayudarán a esclarecer los puntos.

Se entrevistará a dos expertos en el área de la salud mental donde cada

profesional participará a la hora de formular preguntas.

Preguntas Guía para la Entrevista

¿Podría usted según su concomimiento definir el concepto de síndrome de

Wendy?

En un promedio general ¿Cuáles son las principales características que

presentan los pacientes diagnosticados con el síndrome de Wendy?

Acorde con su criterio como experto en el área de la salud; ¿Cuáles podrían ser

las posibles causas psicológicas que generan este síndrome?

¿Cuáles son las principales terapias y/o tratamientos mas recomendados para

tratar un paciente diagnosticado con éste síndrome?

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CAPÍTULO IV: ANÁLISIS E INTERPRETACIÓN DE DATOS

Concepto

Sujeto A:

Sujeto B:

De acuerdo con expertos en el área de la salud mental, el trastorno de identidad

disociativo, antes conocido como trastorno de personalidad múltiple, es una situación en

la cual alternan en el control del comportamiento de la persona, en la que dos o más

identidades u estados de la personalidad se pueden presentar en un mismo individuo,

intercambiando estados de ánimo, forma de actuar y pensar.

Características

Sujeto A:

SujetoB:

De acuerdo a los especialistas en salud mental entrevistados, la causa más

frecuente del trastorno de identidad disociativo se debe a un evento traumático que ha

experimentado la persona durante la infancia, especialmente el abuso fisco, sexual,

psicológico o la pérdida de una persona cercana.

De esta manera aparecen las distintas personalidades con el fin de hacerle frente

a este momento doloroso.

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Terapias aplicadas

SujetoA:

Sujeto B:

Acorde con los expertos en el área de la salud mental no hay máximo en lo que

respecta a número de personalidades que se puedan presentar en alguien que sufra el

trastorno de personalidad disociativo, cada caso varía, pueden desarrollarse más de dos

personalidades, tal como han existido casos con más de cien personalidades.

CAPÍTULO V: CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES

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