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POEMAS
Bernardita Maldonado
BLANCO I
Donde todo es blanco, el fragmento no puede ser más que blanco, blanco el estallido entre párpado y pupila, blanca la invisible existencia de dios, blanco el punto donde la extensión se comprime y dios desaparece, blancos los márgenes de las páginas y su territorio aterrador, blanco el frotamiento de sílex contra sílex, blanca la piel tensada de un búfalo blanco, que es la eternidad, blanca la mordedura con que aprieto el anzuelo de la vida que se enmaraña en el blanco cabello de una anciana que en una isla jónica planta cerezos blancos y se resbala en la totalidad de un blanco blanco, blanco radical donde nunca paran mis ojos de asombrarse de la ausencia blanca de un dios blanco.
BLANCO II
Tuya la blancura del hueso
Jordi Doce
Ya aconteció:
En las comarcas de la selva, los chacales dejaron blanquear las osamentas, los nigromantes abrieron las tiernas entrañas de las palomas, la luz se derramó enumerando las piedras del abismo.
Despertar en los meridianos ecuatoriales, para fundar un reino de inocencia, donde el escarabajo y el sol -dos danzantes- perduren en la lámpara amarilla de la mañana.
TRANSITO DE ARCILLA
Has dejado los élitros de los grillos en un lugar del bosque que suelen ocupar las hojas secas. Te has marchado a cambio de palabras y reliquias, dos o tres, antiguas heredades de íberos y moros fabulosos. Un aire desconocido te acaricia la piel. Nitratos ocres y verdes alimentan el aguaje de los sauces de una ciudad lejana. Miras tus manos, la cara y la cruz de una moneda de avaro que no te cura la tristeza, a tus pies el mundo sin más, la vida donde todo es laberinto perfecto. Cada paso bordea el abismo, el salto, el peligro de la brecha indolente y burlona donde anidan los jades de fondo, que no supiste, no sabes trocar en palabras ni esconder de las jaurías.
EL SEMBRADOR
La tarde se extendía sobre un fondo de espejos, se abatieron muros y colinas, que no supieron decir todos sus secretos. Volviste con la única razón de una pregunta y todo respondía anegándose, anocheciendo. No tengo identidad, pensaste, en ninguna tierra podrás plantar tu casa, todo cuanto has venido a llevarte, llévatelo ya, llena tus alforjas de arena, siembra palabras en la tierra del otro, como si una memoria de cosecha hubiera puesto en tu mano todas las semillas y todas las hambrunas.
AMARILLO
Al paso del topo las raíces se destrozan, el tamiz de la tarde ilumina frágiles concavidades. Entre agua y savia las palabras, las semillas. El topo menosprecia la posibilidad de una guarida. Busca densidades en el cieno. En la gravedad de la luz, cambia roca por aire y viceversa. Los estambres cuelgan surcando la movilidad del aire gastado del atardecer. ¡Yo te nombro fango! En estas orillas de río sin molino, entre un cóndor y su presa, el poema está de paso, persigue el asombro hasta el amarillo talud de la selva de las significancias.
AZUL
Píntame un centro azul, una hebra celeste donde todo se pueda alojar, un sitio para quedarse, más adentro de la agria tierra, un violín de música oscura cae sobre Budapest y hay un pájaro con sed y un caballo encadenado a un nudo no resuelto. Hay dolor en la memoria, píntame un centro azul, mientras ignoras mercados, quirófanos, andamios, píntame un centro azul, deprisa es tarde y rubíes crepusculares amenazan desgranar toda su rojura en la ciudad; no tardes, inventa de nuevo la ternura y no preguntes por qué, porque quiero morir de azul y de violines, en la ciudad donde nadie somos parientes.
PECES
Aún recuerdan los peces rojizos la bruma de las playas, la estación de resonancias que es el mar, el nombre de la orilla donde la luz renace, aún recuerdan los peces rojizos las piedras y las medusas del fondo, todo lo que la luz rescata y hunde. ¡Aquí somos aún en la deriva! ¡Ceguera, aquí estamos!
NOCTURNO DE FINESTRAT
Viene la noche
como duende furtivo
a extender su imperio de oscuro.
Viene la sombra
a establecer sus límites de farolas
lámparas y chimeneas.
Viene con un balbuceo
de niña desolada.
Nada puedo oír
avanzo con el tacto a la deriva.
Anochece
en el ventanal de las cosas diminutas
los ojos ávidos
escarban alguna brizna de lumbre
adentro
muy adentro
hebras de resplandor
la casa donde uno se empieza
el lugar de las minúsculas contiendas
rocas
comarcas
ciudadelas
del acaso
del talvez
por donde busco
lo perdurable del rastro más ínfimo
con la certeza de que existe
como existe el sol
en la memoria
de un beduino ya ciego
que mendiga al recuerdo
su moneda cotidiana.
EL TIEMPO SE LLENA DE TOPOS Y LAGARTOS
la luz tamizada por la llovizna
vuelve a incendiar los cuarzos
en el límite de la tarde ecuatorial.
No te olvides de mí dijiste
he vuelto al lugar a buscar
entre humus amargos y raíces trepadoras
he vuelto a desandar los anegados terraplenes.
Nada queda aquí
óxidos
detritos
caen cobrizas las nubes
sobre este escenario.
El camino de regreso
es como el hocico
de una enorme bestia disecada
….Te has ido sin mí
¿Sin mí te has ido?
Mondas del mundo
Cualquier punto ante los ojos.
Parpadeo
Empiezan las esquirlas de una historia posible.
Un olivo se acantila junto al mar
hay vértigo en el nido
la bandada huye en un estallido blanco
apenas trazo
apenas punto
entre nosotros y el paisaje atardecido
apenas nada
entre el ojo y el instante que sostuvo
Filamentos
mondas de mundo y cielo
ante el ostentosos estallido de la luz
miradas que se hacen imposible a las palabras
y fecundan la eternidad segundo a segundo.
ARDER como el pájaro de fuegode una fábula infantilser luna completapuente sin estanque ni ríoarder como un latigazo sobre o cotidianoincendiarse ocultandoun minúsculo tesoro incombustibleque ni se venceni se olvidaser pájaro encendidoen su propio crepitarser todo lumbreen las esquinas de la soledady aprender a caminaren el reguero de tizones
de todo lo perdido.
VOS la gran ciudad amurallada
muy al norte
la piedra bruta de los anhelos
que tus manos infantiles
no se ocuparan de tallar
una araña teje su hilo sin rozarte
vos la catedral
donde madrugan pájaros ciegos
brotados de lágrimas salobres.
Vos animal de fondo
que ha de perderme
cuando más raíces
echan las manos hacia ti
Vos
pozo dulce que más se oculta
cuando el suelo fulge de soledad.
campo minado
por donde inquieto se desliza
un verso con caderas
vos lo ultimo que quedará
después de la extensión ciliar del sol.
Vos el gran pájaro de fuego de Stravinsky
sobrevolando todo lo que arde
en la mesa del sueño.
AHORA
Ahora
que todo cuanto querías
no pudiste decir
que son mudas suposiciones
todo cuanto quisiste ver
es la hora
de desposar
bajo la higuera
una lengua extraña
y ovillarse
en el útero
de esta ciudad que arde
y recibe su sol
como sal sobre quemadura.
ocres son las montañas
cada noche
sobre cada grano de arena
alguien dice
su última palabra
tu
tu eres el que viene a deshora
con su desierto entero
tu
sin renglón en esta historia
arrebatando el peso
a las sombras
nadie sabe tu cansancio
ni que como un beduino enloquecido
has escarbado profundidades
donde no se separan el no del si
el mediodía
de la noche más negra
cierra los ojos
y finge creer que ves
y que el tiempo en el tiempo se pierda
y finge creer que hablas
porque toda habla
habla sombras
y finge saber que es lo que somos
y hasta donde
y di
donde ocultaremos
nuestro humilde botín
cuando al árbol
de la poesía no podamos arrancar
ni una sílaba más.
COMO quien viene
Desde cualquier río
Y hacía cualquier sitio
Tú has venido
Las palabras humedecidas
Rescatadas otra vez desde el naufragio.
Quizá ya nada te auguré descubrimientos
Como si el amor de veras fuera descubrimiento
Las arenas se bebieron tu inocencia
Y vuelves
Con las manos vacías de anhelo en los bolsillos
Vuelves por el mismo camino
Como un animal a su madriguera
Y con la resignación
Del que regresa equivocado
Con la piel escachada al punto de partida
Donde tu loco
Furibundo corazón
Otra vez hará el resto.
TANTO AZUL
Ayúdame a beber tanto azul
a retener tanto añil entre las manos
a rescatar un guijarro entre puntas de diamante
como si los años y el color de los sueños
valiesen apenas nada
para este minuto leve
en que miro conmovida la espuma
predestinada a ríos de élitros
a Malacatus turbulentos
que nutre manglares y trapiches
a Manzanares con aventuras grandes y nimias
al Sena con sus nenúfares y sus suicidas.
Cada agua
con sus deltas y cataratas
sus peces ciegos
y sus lunas locas.
De nada sirve la incesante repetición de las olas
lo que es ya no será
y esa es la única verdad que nos concierne.