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Una breve descripción de la economía post Consenso de Washington.
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Y Después del Neoliberalismo, ¿Qué?
Dos décadas de estar aplicando las políticas económicas neoliberales al mundo
en desarrollo han brindado resultados decepcionantes. América Latina, la región
que se esforzó más por implementar las recetas del "Consenso de Washington",
como el libre comercio, la derregulación de precios y la privatización, ha
experimentado un crecimiento bajo y volátil, y sus desigualdades se han ampliado.
Entre las economías exsocialistas de Europa del Este y la ex Unión Soviética, son
pocas las que han recuperado los niveles reales de producción que prevalecían
antes de 1990. La mayoría de las economías del África Negra no respondieron a
los programas de ajuste demandados por el FMI y el Banco Mundial.
Los pocos ejemplos de éxito se dieron en países que no siguieron la corriente y
que con dificultad serían modelos ejemplares del neoliberalismo. China, Vietnam,
India: los tres violaron virtualmente todas las reglas de la guía neoliberal, incluso al
seguir una ruta más orientada al mercado.
Es tiempo de abandonar el neoliberalismo y el Consenso de Washington. Pero el
reto está en proveer un grupo alternativo de lineamientos para la definición de
políticas sin caer en la trampa de promulgar otro modelo impráctico más,
supuestamente correcto para todos los países en todo momento.
Los antecedentes sugieren que son dos las estrategias en las que debe anclarse
un programa de crecimiento adecuado: una estrategia de inversión diseñada para
darle un impulso inicial al crecimiento en el corto plazo y una estrategia de
construcción de instituciones diseñada para darle resistencia a la economía para
enfrentar situaciones adversas.
La clave de la estrategia de inversión es hacer que la economía doméstica sea
excitante para los empresarios locales. El promover la inversión externa o
liberalizar todo y entonces esperar a que las cosas mejoren no funciona. Una
estrategia efectiva debe lograr dos tareas: estimular la inversión en áreas no
tradicionales y desechar los proyectos e inversiones fallidas. Para esto, los
gobiernos tienen que utilizar tanto la vara como la zanahoria.
Definir qué cosas produce (o podría producir) bien un país es un reto clave del
desarrollo económico. La zanahoria es necesaria porque el descubrir, por ejemplo,
que las flores, o las pelotas de fútbol, o el software pueden producirse a bajos
costos tiene un gran valor social, puesto que tal conocimiento puede orientar las
inversiones de otros empresarios.
El empresario que logra el "descubrimiento" inicial puede capturar sólo una
pequeña porción del valor social que este conocimiento genera, pues otros
empresarios lo imitarán rápidamente. En consecuencia, la actividad empresarial
de este tipo, es decir, aprender qué puede producirse, estará típicamente
subofertada en ausencia de incentivos que no sean de mercado. Por otro lado, la
vara es necesaria para asegurar que esos incentivos no se estanquen en
inversiones improductivas y ruinosas.
La implementación de tal estrategia puede diferir de país en país, dependiendo de
la capacidad administrativa, el régimen de incentivos prevaleciente, la flexibilidad
del sistema fiscal, el grado de sofisticación del sector financiero y la economía
política subyacente. Los esquemas de subsidios a plazo fijo, los fondos públicos
de riesgo y el subsidio de exportaciones son algunas de las formas en las que se
puede implementar este sistema, pero hay muchas otras.
No hay un instrumento único que funcione en todas partes. Lo más probable es
que los gobiernos que no tienen una adecuada capacidad de liderazgo en sus
sectores privados generen desorden en lugar de mejorar la distribución de
recursos.
Esto puede hacerse, pero el crecimiento económico requiere más que producir un
auge temporal de inversión y capacidad empresarial. También requiere de la
construcción de cuatro tipos de instituciones necesarias para mantener el ímpetu
de crecimiento y adquirir resistencia contra los descalabros:
- Instituciones que generen mercado (para derechos de propiedad y obligatoriedad
contractual).
- Instituciones de regulación del mercado (para las externalidades, las economías
de escala y la información acerca de las compañías).
- Instituciones de estabilización del mercado (para la administración monetaria y
fiscal).
- Instituciones de legitimación del mercado (para la protección y el aseguramiento
social).
Construir y solidificar esas instituciones, sin embargo, lleva tiempo. Utilizar un
periodo inicial de crecimiento para experimentar e innovar en tales frentes genera
altos dividendos después.
Un punto clave en esto es que los arreglos institucionales son, por necesidad,
específicos para cada país. Descubrir qué funciona en cada nación requiere de
experimentación. Después de todo, las instituciones no son plantas de cuarto de
incubación que pueden plantarse en cualquier tipo de tierra o clima. Las reformas
que son exitosas en un entorno podrían tener pobres resultados o fallar por
completo en otros entornos.
Tal especificidad ayuda a explicar por qué los países exitosos, como China, India,
Corea del Sur y Taiwan, entre otros, por lo general combinaron elementos no
ortodoxos con políticas ortodoxas. También explica por qué persisten ciertas
diferencias institucionales importantes entre países avanzados como los de
Norteamérica, los de Europa Occidental y Japón, en áreas como el papel que
tiene el sector público, el sistema legal, la gobernabilidad corporativa, los
mercados financieros, lo mercados laborales y el seguro social.
Aunque el análisis económico puede ayudar en la selección de opciones
institucionales, la deliberación pública y la selección colectiva tienen un papel
importante también. De hecho, podemos considerar a la democracia participativa
como una metainstitución que ayuda a seleccionar esquemas institucionales del
"menu" de posibilidades de cada área.
Diseñar una estrategia de crecimiento así es tanto más difícil como más fácil que
implementar las políticas neoliberales estándard. Es más difícil porque las
limitantes al crecimiento son generalmente específicas para cada país y no
responden bien a las recetas estandarizadas. Pero es más fácil porque una vez
que tales limitantes son manejadas adecuadamente, hay cambios de políticas
relativamente simples que pueden generar enormes ganancias económicas y dar
inicio a un ciclo virtuoso de crecimiento y de reforma institucional.
Adoptar este esquema no significa abandonar la economía dominante, está lejos
de ser así. El neoliberalismo es para la economía neoclásica lo que la astrología
es para la astronomía. En ambos casos, se requiere de mucha fe ciega para pasar
de uno al otro. Los críticos del neoliberalismo no deberían oponerse a la economía
dominante, sólo a su mal uso.