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Page 1: c. V....corriendo ]a,escala cromática degenera en hedor, y luego en 1a sensaciún angustiosa del hombre ante la nada: "Es ro jo, rojo p

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él dos años de cárcel, y a losespectadores sólo dos mesescon el mismo castigo; pero lasevera ley olvidó a los músicosg/ue acompañaban el baile. Estohace mucha gracia al comen­tador.

Por último, otras cartas re­fieren las calamidádes queacontecieron en aquellos tiem­pos. Una mujer cuenta los sus­tos que pasó en Veracruz,cuando el pirata l.orencil'o ata­có este puerto. A la lista de in­numerables sufrimientos seagregan los de un jesuíta, quienhace la historia de la e.1:ruls·ión:Ir trabajos de los jesuítas 111e­xicanos, quienes después degrandes y penosas caminatas,embarcan para' Europa. dondecumplen su condena en lOS Es­tados elel Papa.

c. V.

MAX AUB, Algunas ¡!rosas. "LosPresentes". México, 1954. 64pp.

El autor de estas prosas ex­pone su propia retórica. Rec­ta retórica es el formulario

'que le llan dictado sus años deaprendizaje: pero los resulla­dos son contradictorios. Doslíneas de conducta se cruzan:generosidad, egoísmo, y comoresultado ofrecen la inconcien_cia. Primero. dice, hé!Y que:"dar todo lo que se tel1f!"a v unpoco más, hasta quedar' ~Ia~ío".y luego, un poco más adelé!n­te, contradice su generoso im­pulso inicial: "Escribo para míy paré! olvidarme de mí": Nadieme escucha y no me import;l".Reflexiona sobre la utilidad desu arte, en el que sólo ve unamanera fácil y agradable dematar el tiempo. Para él, la li­teratura lla dejado de ser unjuego peligroso, para conver­tirse en una verdadera evasiónla huída de sí mismo. Lejos d~todo compromiso, emociÓn, pe­ligro, se entrega a un duerme­vela de sus facultades: "Sólose puede escribir cuando se tie­ne sueño. Escribir sirve p<1rano pensar -- y descansar".

Pero no todo es inconcien­cia, porque no llega al términode sus conclusiones. a una lite­ratura involuntaria del sueñoSiente cansancio. y no arribaal recóndito mundo de los sue­ños, al que sólo unos cuantoshan conquistado. Max Aub sequeda en el límite, y se decbrapor la subjeti\ridad: 'Se e,­cribe como se puede; todo salepor una abertura estrecha. To­does con\"encional. T.o quecuenta, siempre, son los már­gene~, lo que se Ciueda .11 ma'"­gen, lo que se pierde."

Se pueden hallar en estasprosas otros ingredientes qucno se mencionan en Recta I'C­

tórica, cuya importancia. diré,queda al "margen". Por lo quedeben ser puestos, con justicia,en primer término: la fanta-

"ia, el color, la ironía. Con es­tos t'lementos Max Aub nimbael contorno de la realidad quepresenta, y le impone su sellopmpio, su retórica.

En los cuentos fantásticos:Muel'te, El fin, Ese olor, I.agran serpiente, Trampa, Re­cuerdo, el lector se sorprendeante los caprichos de la que untiempo se llamó, la loca de lacasa, ya que en estos relatostodos los por qués quedan sinrespuesta. Pero ya no agradaeste tipo de sorpresa, hoy po­seemos un concepto más fun­cional de la fantasía, le exigi­1110S una finalidad y una lógicapropia. La fantasía sin objeto,l"('sulta pa ra nosotros una re­ceta tan anticuada como lassangrías.

En las prosas descriptivas:Playa cn invierno, AmanecernI Cucrl1avaca, Turbión, Tró­r·ico noche, el color predomi­na sobre la linea. El tOfIueimwesionista que logra esefectivo. Max Aub reparte elcondimento) el color, con gene­rosidad, y los perfiles r:asi sepierden. Sus paisajes estánnimbados por una suave nieblaemoti va que actúa con eficaciasobre la sensibilidad de loslectores. Aquí, más que citarla posible influencia de unJuan R.amón Jiménez, debe­mos recordar que la niebla,maestra de los pintores, losenseña a fundir los contornos.dentro de un ambifnte queacerca a la realidad, a la at­mósfera elwolviendo los obje­tos. yana pinta r seres desa­rraigados de la naturaleza. Pe­ro Max Aub no sólo usa elcolor en sus paisajes. En Eseolor, el olfato es atormentadopor un equivalente de la I~~U­sea sartriana, es un olor pecu­liar, indefinible, el olor de lamuerte, que aquí por sineste­sias se transforma en un colorque se puede oler. El rojo re­corriendo ]a, escala cromáticadegenera en hedor, y luego en1a sensaciún angustiosa delhombre ante la nada: "Es ro­jo, rojo p<1rdo, rojo sucio,rojo verde. rojo oscuro, mjonegro, rojo corrupto, rojo ca­n"oñoso, rojo basura. rojo fé­tido, rojo sangre, rojo sinuo­so, rojo disimulado ..."

Cuando Max Aub encara latrágica pequeñez del hombrefrente al infinito, se defiendecon la fórmula mágica del buenburgués, la ironía: "Figuraoslas reacciones que originaríala inmediata desaparición de1cuerpo <11 escapársfle la vida.O. al revés, pensad que los ca­dáveres permanecieron paracuerpo al escapársele la vida. O,al revés, pensad que Jos cadáve­res permanecieron para siem­pl'e incorruptos ..." y tam­bién frente al problema delamor mercenario, se burla:"Decidme si conoceis algo máspfrfecto. ¡Oh maravilb c1fl di-

nero 1" El escepticismo com­pleta la fórmula defensiva dela burguesía, ante todo lo queconsidera un mal insolub~e : de­jar hacer, dejar pasar.

c. V.

ARCHIBALDO BURNS, Fin. LosPresentes. México, 1954. 120pp.

Es notable el primer capítu­lo, porque bien podría ser elde otra narración. En un am­biente intelectual y aristocrá­tico, se presentan varios per­sonajes interesantes que noreaparecen, y esto es lamenta­ble, ya que tanto prometen ensus breves existencias. Los Ti­ménez, el filósofo, y la ní"ñabien, nos niegan su conversa­ción bri~lante, en la que se¡plantean los problemas denuestro mundo en crisis, talvez, un: "ahí vienen los co­munistas", los hizo ir a buscarel olvido en las bebidas delVersalles, pocos de sus rasgosnos son revelados; pero a tra­vés de sus diálogos adivina­mos la redondez y la realidadde sus existencias vívidas. Deesta amnesia, sólo se salvan Jose~ementos indispensables paraun triángulo amoroso: "Doshombres y una mujer. Ami­gos. La mujer es seudoamantede uno de dIos ... ella se acos­taba con cualquiera."

Juan y Joaquín se comple­mentan, son los polos opuestos,l!evan una amistad demasiadodesigual que toca el dintel dela identidad absoluta, son lasdos caras de una moneda. Unoencarna la acción y el otro elpensamiento, la luz y la som­bra, y tanta simetría produceel efecto de la fusión en unpersonaje único. Oiga no cuen­ta, es una mujer cualquiera.que sólo adquiere significadoa través de las subjetividadesde los dos amigos.

I.a historia que aquí se re­lata es breve, hay que descon­tar, aparte del primer capítulo,el segundo que aunque bienlogrado, no cuenta para el des­arrollo de la narración, así esque propiamente la acción sereduce a los tres últimos, sufi­cientes para afirmar la calidadde! autor en un primer libro.Joaquín se ausenta, y el pesode la obra cae sobre la subjeti­vidad de Juan, quien vive sólopara recrear continuamente ensu imaginación las existenciasde la amada y el amigo. Elmonólogo se impone, y la ma­yor parte del tiempo es dema­siado abstracto. Al fin el con­flicto se soluciona. La mujermuere, y los amigos rompenla amistad.

El drama se presenta sobrio.El autor no se hace ilusiones;no pretende resolver los malesdel' mundo: "El que las cosasse averigüen, nada significa.Nunca SO'1 como sr flui sifra

UNIVERSIDAD bE MEXICü

que fueran. Son, simplemen­te." Aquí sólo se presenta elconflicto del hombre ante susoledad irremediable. El rea­lismo es la nota dominante.

Archibaldo Burns describeel mundo que lo rodea, la ciu­dad, las calles que conservansus nombres. Muchos objetossurgen del mundo de sus re­cuerdos, y sólo su imaginaciónlos ordena. Pero la creación esauténtica, nos hace olvidar susdefectos. Nos aproxima a unareal idad mexicana verdadera,que no es un mero alarde deco'or local.

c. V.

MANUEL ME]ÍA VALERA; Laevación. Los Presentes. Méxi­co, 195-4. 20 pp.

El peruano Mejía Valera lo­gra en estos cuentos la únicarazón de ser de la literatura,la belleza. Este cuentista domi­na la estética y la gramática.Si bien, su expresión no aspir<1a metáforas brillantes, en cam­bio ofrece de principio a finuna calidad ·sostenida. Un cli­ma emotivo, sin variacionesbruscas, ampara la descripciónde estados de á)1imo, ya queen estos cuentos poco sucede,y la narración se limita casi adescribir los productos íntimosdel complicado aparato de lamente humana que imagina lossucesos antes de que éstos so­brevengan. A veces, una ac­ción por realizarse, como u!"!puente entre la imagimción yla realidad, pone el punto fi­nal: "tendré que escribir unanota bibliográfica el próximodomingo." O en otro: "Sóloestaré con ella unos minutos.Iré a la reunión del partido."Si encontramos imágenes des­ligadas, éstas son un esfuerzopor reproducir la realidad in­terior; pero del caos nace elorden; cada una de las pala­bras está medida y pesada, co­mo los fragmentos de un rom­pecabezas; cada elemento fi­lológico contribuye a la redon­dez de esta creación limpia,pulida, ajustada. La l111idadfondo-forma ha pasado 1)01' unproceso de severa puri fica­ción, nada queda que desento­ne en el conjunto.

Apacible venganza. Un com­plejo de inferioridad l1<"va alprotagonista al desquite encontra del amigo que envidia,lo embriaga; pero la venganza,arma de doble filo, recae tam­bién sobre el vengador. Se na­rra el estado de embri1guez,en el que se mezclan los suce­sos reci entes con los recuercJosremotos de la infancia, en don­de se originó el trauma queprodujo el complejo.

La evasión. Otra vez recuer­dos ele la infancia, escrituraa:utomática metáforas deshil­vanadas preparan la luc~a deun crítico con su concioncia,

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