Í N D I C E
Prólogo de Fernando Jiménez del Oso.
Introducción.
1. Breve repaso histórico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 00
El comienzo.El ocaso.
2. El Templo, edificio sagrado, edificio religioso . . . . . 00
Maestros constructores, historia, mito y leyenda.Marcas de cantero.
3. Simbolismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 00
Ortodoxia y heterodoxia.
4. Trabajo de campo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 00
5. Un problema de cruces . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 00
6. El noroeste peninsular, una página casi en blanco . 00
Asturias, cuna del Jacobeo:
Primera peregrinación.Otros caminos.El siglo XII.La Cámara Santa.Al César lo que es del César.
El Graal:
Contenido Esotérico.Versiones del mito.Función del mito.
Griales Asturianos:
Parres.Aller.
El Monsacro, corazón de Asturias:
Cultos solares.El Tararu.Las Reliquias.Rodericus Sebastianiz.
El Caballero de Llanes:
Aparece el león.Los símbolos de Villaviciosa.Valdediós y lo paranormal.Avilés y la Rochelle.El Lignum Crucis de Santo Adriano.
7. Otras pistas, otros indicios. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 00
La iglesia de Santiago.Santa María de Narzana.Aramil.El Aramo y la zona centro.Colegiata de San Pedro.San Vicente de la Barquera.
8. Por Archivos y Bibliotecas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 00
9. Más al Oeste . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 00
San Miguel de Bréamo.Los secretos de Noia.Betanzos, un mundo de símbolos.La Astrología de A Coruña.Bembibre y el Temple.El camino iniciático de Iria Flavia.Santa Marinha.O Forno da Santa.
10. Otras Tierras . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 00
¿Hugues de Payns o Hug de Pinós?
Huellas sorianas:San Saturio.Río Lobos, centro iniciático.La Sierra del Almuerzo.
Reflexión final.
Notas.
Bibliografía.
Jerusalén es una ciudad singular,en un estado de tensión permanente
que alerta los sentidos. Símbolo, por su templo, de un pacto con
la divinidad que tiene más de tregua que de paz definitiva, las
religiones que allí conviven, enfrentadas de continuo pese a adorar
todas ellas al mismo dios, exhiben un radicalismo que excluye cualquier
atisbo de tibieza, no vaya a ser que el pacto se rompa y la cólera del
imprevisible Yhavé se desate de nuevo. En otras ciudades del mundo,
como Toledo o Córdoba, menos comprometidas geográficamente con
el Antiguo Testamento, esa convivencia resultó fructífera y ejemplar,
porque la inteligencia brilla en cuanto se apaga el fanatismo. Algo
que, según demuestra la historia, no parece posible en Tierra Santa. Sin
embargo, hubo un tiempo, el de las Cruzadas, en el que, siendo mayor
el pulso militar y político, esa confraternidad intelectual existió. Sin
ella, el Temple habría sido una orden diferente a la que fue.
En todas las Épocas ha habido románticos que, a falta de otra cosa
mejor que hacer, se embarcan en insólitas aventuras persiguiendo un
ideal. En el fondo, el ideal es lo de menos, lo que les mueve es su
personalidad inestable o su incapacidad de adaptación, pero como
idealistas quedan para el recuerdo y así los dejaremos. Dos de ellos,
Hugo de Payns y Godofredo de Saint-Omer, fueron los que pusieron
P R Ó LO G O
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en marcha la orden a principios del siglo XII. No hacen al caso las
vicisitudes iniciales, baste decir que el papa Gregorio VII había creado
el clima necesario, instando a los caballeros cristianos a la lucha armada
como forma de redención, y que el Temple dio un paso más fundiendo
en una sola la condición la de monje y la de soldado.
Que un grupo de caballeros se comprometa con solemnes votos a
luchar como militares en defensa de Cristo y a vivir al tiempo en
castidad, pobreza y oración como cualquier orden monacal, no dejó
de llamar la atención. Las monarquías europeas y la Iglesia, unas con
sus donaciones y la otra con su apoyo, apostaron decididamente por el
proyecto y los “caballeros pobres de Cristo” iniciaron su azarosa
singladura, que terminaría unos doscientos años después, en 1314, con
la muerte en la hoguera de Jacobo de Molay, el último maestre del
Temple. En esos dos siglos, la orden creció desmesuradamente en
poder político y económico, convirtiéndose en una de las instituciones
más fuertes e influyentes de Europa, lo que sin duda tuvo mucho que
ver con su desaparición a manos de Felipe el Hermoso, rey de Francia,
en complicidad con la Iglesia, representada por el papa Clemente V,
quien, pese a no creer en su culpabilidad, no movió un dedo cuando,
juzgados por “atroces crímenes”, en su mayor parte inventados, los
caballeros templarios fueron condenados a muerte.
Aunque las acusaciones esgrimidas durante el juicio tienen para todos
los historiadores poco o nada que ver con la realidad, muchas de ellas
han contribuido a crear la leyenda. Cuando un grupo opta por el secreto,
a todas luces lícito, pero “ofensivo” para el resto, que se considera en
algún sentido despreciado, queda inevitablemente bajo sospecha. El
compromiso de silencio sobre sus actividades de puertas para dentro
implica, desde la óptica vulgar, no el deseo de ocultar, sino la necesidad
de hacerlo, por tratarse de algo que atenta contra la ley o a la moral. No
sabemos si en el caso del Temple se daba una de esas causas, ambas o
ninguna de las dos. Posiblemente, la naturaleza de sus rituales no
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estuviese dentro de la ortodoxia católica imperante y no faltasen en
ellos elementos de carácter esotérico. Incomprensiblemente, la
mayoría de los historiadores niegan ese aspecto ocultista, tal vez por
alejarse de la abundante literatura que retrata a los templarios como
custodios de todos los poderes y misterios del pasado, pero en esa
postura hay más prejuicios que razones. En la época en que se sitúan
los hechos, el esoterismo estaba profundamente arraigado en la
sociedad y era precisamente en los monasterios donde se conservaban
y estudiaban la mayoría de los textos clásicos de magia. Otro tanto
sucedía en el ámbito judío y en el musulmán. Si a esto añadimos que
en la Jerusalén de entonces,donde la orden tuvo su sede durante muchos
años, convivían en armonía intelectuales de las tres religiones, es decir,
personajes más preocupados por el fondo del hecho religioso
–necesariamente esotérico– que por la forma, es justo deducir que
aquellos caballeros cristianos incorporaron conocimientos y prácticas
que habrían escandalizado a las fanatizadas autoridades eclesiásticas
de Europa.
Nacido con precarios medios, el Temple llegó a convertirse en una
multinacional con innumerables propiedades, que financiaba las más
variadas empresas y, llegado el caso, prestaba dinero a los reyes. Casi
con toda seguridad, esa riqueza tuvo su base en una provechosa
inversión de los bienes y en una administración meticulosa, sin lucro
personal, puesto que sus miembros tenían voto de pobreza, sin
embargo son muchos los que han atribuido tal poder económico a que
practicaban la transmutación alquímica de metales ordinarios en oro.
No parece muy verosímil, pero si lo es que se sirviesen de la alquimia
con otros fines, incluso resultaría absurdo que no lo hubieran hecho,
puesto que, además de para conseguir la quien sabe si quimérica
“piedra filosofal”, era una práctica común para obtener todo tipo de
elixires y remedios. La presencia de numerosas plantas importadas
creciendo libremente en los alrededores de algunas ruinas templarias
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en España revela su gran interés por la botánica, y el que muchas de
ellas posean poderes alucinógenos no debe atribuirse a la casualidad.
Es obvio que conocían las propiedades de esas plantas y que las cultivaban
para su elaboración y consumo. No estamos refiriéndonos a una secta
de lunáticos, sino a una orden religiosa sui géneris que conciliaba lo
militar y lo económico con lo místico, por lo que es lógico deducir
que utilizaban las drogas como medio para alcanzar estados alterados
de conciencia y propiciar el Éxtasis; ni más ni menos que como otros
muchos vienen haciendo en todas las latitudes y desde tiempo inmemorial.
Otra de las características que sugieren la conexión del Temple con
saberes esotéricos es la elección de los lugares para levantar sus iglesias
y castillos. La experiencia ha venido a demostrar que allí donde existe
una construcción templaria hubo en tiempos pretéritos un santuario
pagano o es zona que desde antiguo se asocia con lo extraordinario. En
uno de los libros de la colección, Juan Ignacio Cuesta se ocupa de los
“lugares de poder”, así que no me extenderé en ello, pero parece clara
la relación de determinados enclaves, ya sea por razones telúricas o de
otro tipo, con la espiritualidad, como si en ellos se dieran circunstancias
que afectan sutilmente al cerebro, favoreciendo esos estados alterados
de conciencia a los que antes aludía. También la propia arquitectura
que caracteriza a sus edificios sugiere el uso de la llamada “geometría
sagrada”, que, desde Pitágoras y aún antes, busca plasmar en medidas
y proporciones la armonía o el orden que se esconde detrás de todo lo
creado.
Lo hasta ahora expuesto cae dentro de lo razonable, son deducciones
basadas en lo tangible, suficientes por sí mismas para justificar el
carácter legendario de la orden, pero, sin duda, hubo mucho más. El
juramento de secreto que suscribían los caballeros y que ellos llevaron
hasta sus últimas consecuencias, hace difícil, sino imposible, que
lleguemos a saber más sobre la naturaleza de sus ceremonias y el grado
de heterodoxia con que concibieron el cristianismo. Por lo demás, dudo
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que el nivel de sus conocimientos estuviese por encima del de otros
grupos místico-ocultistas de la época y que poseyeran los grandes
poderes que otros les atribuyen, de haber sido así, los templarios no
habrían tenido tan miserable final.
Fernando Jiménez del Oso
El deseo de peregrinar hacia otras realidades en pos de conoci-
mientos trascendentes nos llevará a tomar contacto con el
mundo de los arquetipos y de los mitos a través del mundo de
los símbolos.
Al profundizar en su estudio, comprobaremos cómo todas las
culturas tienen una simbología que las caracteriza. A pesar de poseer
su propia personalidad, pronto constataremos que todas ellas tienen
bases más o menos comunes con las que estructuran sus mensajes y
conocimientos.
El símbolo se utiliza para la transmisión de conocimientos y contiene,
a la vez que supera, el ámbito de lo puramente analítico, distintivo y
racional. Posee tres características que le otorgan su sello de identidad.
Es analógico, sintético y polisémico.
Es analógico porque establece una comunicación directa y propor-
cional entre los distintos niveles de existencia en la naturaleza y el
universo. Es sintético porque el mensaje que contiene está relacionado
con el “Todo” desde un punto de vista global y unitivo, y no como la
suma de sus partes. Y es polisémico porque permite distintos niveles
de lectura cada vez más profundos, pero sus significados dependerán
de la comprensión y de las capacidades del observador.
Capítulo 3
S I M B O L I S M O
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El símbolo se distingue del signo en que éste es el resultado de una
convención arbitraria que no aporta al sujeto una dinámica emocional,
imaginativa, intelectiva o analítica.
Un signo de tráfico, una cifra, una letra o una nota musical sólo son
indicativos de un tipo concreto de lenguaje característico, con parti-
cularidades propias, que poseen una medida exacta dentro del
contexto al que pertenecen. En cambio, el símbolo tiene ese dinamismo
que predispone a la creatividad y a la imaginación para desentrañar
el mensaje y alcanzar una interpretación global y lo más profunda
posible del mismo. El símbolo es infinitamente sugestivo; cada cual
ve en él aquello que sus capacidades le permiten.
El signo es concreto, el símbolo trascendente.
La comprensión de un símbolo se efectúa a través de una lectura
interior, personal y profunda de la realidad, como consecuencia de la
identificación entre el sujeto conocedor y el objeto reconocido.
La Simbología utiliza elementos de la naturaleza o del cosmos como
medios para transmitir los conocimientos que encierra y hacer
comprensible su mensaje: montañas, cavernas, piedras consideradas
sagradas, Diosa de la tierra, Madre Tierra, Gaia; el sol, la luna, la
estrellas; Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal, Árbol Cósmico;
serpientes, dragones, leones, pájaros, lobos, carneros, etc… Rosas,
espinas, bellotas, granos, elementos vegetales, etc… Flora y fauna
pueden observarse en la mayor parte de la simbología alquímica y en
los saberes iniciáticos de todos los tiempos. Cada religión, filosofía o
grupo iniciático posee su propia simbología.
Un símbolo posee el mismo efecto que produce la contemplación de una
película. Cada cual interpreta su mensaje según su carácter, persona-
lidad y nivel de comprensión. En ocasiones, al preguntar a distintas
personas sobre un mismo film, tendremos la impresión de que cada
una de ellas a visionado una película distinta. La observación de un
símbolo produce los mismos efectos y resultados que los de la película.
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El símbolo tiene su razón de ser en el instante en que el individuo se
relaciona con él y se convierte, por así decirlo, en el centro de ese uni-
verso de claves, conocimientos y conceptos.(6)
Todo este universo se articula alrededor y con respecto a este centro,
ya sea sólo un individuo, varios o bien una colectividad. A veces, los
símbolos que para unos son considerados como trascendentes o
incluso sagrados para otros, en cambio, no tienen ningún sentido. Esta
falta de comprensión hacia uno o más símbolos es motivada por el
desconocimiento de los elementos que lo componen y por su repre-
sentación y significado.
Si el observador supiera reconocer dichos elementos en su justa
medida y precisión no quedaría indiferente ante el símbolo. Dicho en
otras palabras, cuando se poseen suficientes conocimientos sobre
simbología puede recibirse el mensaje general de cualquier símbolo,
aunque éste pertenezca a una cultura distinta de la suya y esté alejada
en el espacio y en el tiempo.
Verdades universales son representadas por símbolos universales
comprensibles para el ser humano. Ya indicamos que todo gira en
torno a la capacidad del observador para captar el mensaje, que unas
veces sólo será una parte del mismo y otras la globalidad de las claves
que contiene. Los símbolos multidimensionales expresan por sí mismos,
en ocasiones, una bipolaridad, como cielo-tierra, espacio-tiempo,
inmanente-trascendente, etc. Si el mundo de los símbolos es extraor-
dinariamente complejo y precisa de un arduo estudio para su
comprensión, no lo es menos descubrir cómo muchos símbolos han
perdido su esencia primitiva con el discurrir del tiempo. En unas
ocasiones ha sido a causa de la ruptura en la cadena de la tradición oral
existente desde la más remota antigüedad. Otras veces los motivos han
sido los intereses partidistas, que han transformado la esencia del
símbolo, como es el caso de la imagen de la serpiente, uno de los
símbolos universales por excelencia que más adelante veremos.
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Para finalizar, recordemos una de las definiciones que tal vez describa
mejor el significado del símbolo.Nos la ofrece René Guenón:“expresión
sensible de una idea”, es decir, a través de él, la idea que contiene se hace
comprensible. Por su parte, Mircea Eliade, en su Tratado de Historia
de las Religiones, indica: “Si el Todo se puede apreciar contenido en
un fragmento es porque cada fragmento repite al Todo”.
Ofrecer una lista exhaustiva de la numerosa y compleja simbología del
románico excedería con mucho este apartado, pero un breve recorrido
por los aspectos más relevantes de sus imágenes será necesario para tener
una visión global de sus principales significados.
La Iglesia, al buscar protección sobre posibles agresiones externas e
intentar evitar los problemas internos como disidencias y herejías,
buscó soluciones en otras religiones de signo mistérico, como la de Isis
o Mitra.
El bestiario del románico se convierte así en representación de vicios
y virtudes y deriva hacia una simbología religioso-moral. El artista que
confecciona dichas imágenes se halla sumergido en un mundo en el
que todo gira alrededor de la revelación y de la obra de Dios. En
ocasiones, estas imágenes pierden su carácter simbólico y son
utilizadas simplemente para llenar unos espacios con finalidad
decorativa. Este hecho complica más, si cabe, el ya de por sí complejo
mundo de los símbolos.
A partir del siglo X aparecen nuevas imágenes que vienen a engrosar
las ya existentes. Se muestran bajo un aspecto monstruoso o fantástico.
Estas figuras están formadas por la unión de varios animales e incluyen
a veces partes humanas.
Ortodoxia y heterodoxia. Este complejo universo del símbolo y sus
significados vendrá a dificultar el intento por desentrañar la diferen-
ciación entre el mensaje estipulado por la ortodoxia cristiana y los otros
significados y claves que subyacen más allá de la lectura oficial.
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El conocimiento de estas diferencias y su particular iconografía
permiten encontrar los parámetros y las pautas necesarias para saber
distinguir la importancia que posee una ermita o una iglesia. Ello nos
ofrece la posibilidad de reconocer aquellos enclaves o asentamientos
cuyas características estarán indicando que son especiales.
Desgraciadamente, no siempre encontraremos una cruz paté o un
símbolo utilizado por el Temple que pueda indicarnos que el edificio
le perteneció.
Las aves poseen una gran importancia simbólica como motivo
ornamental. En el antiguo Egipto, Ka, que era la representación del
alma, pasó a otras culturas. En el Corán las aves simbolizan el destino y
también la inmortalidad del alma. Éstas representan la imaginación, el
pensamiento y el elemento aire.
En una religión de signo solar como la cristiana, en ocasiones se
identifica al fiel con el pájaro cuyo vuelo se dirige hacia Dios. Ya en el
arte paleocristiano, el Espíritu Santo se identificó con la imagen de la
paloma, representación que perdura en nuestros días.
A pesar de que las aves son representadas de muchas maneras, la más
frecuentes es la de las aves afrontadas. Esta simetría oriental, recibida
por los visigodos a través de Bizancio, es tema corriente en el
Prerrománico, que más tarde pasaría a formar parte del Románico.Aves
que en principio son ornamentales poseen un significado de dualidad
que se complementa en sus opuestos. Dualidad que, con insistencia, nos
recuerda la afinidad que poseían los templarios con dicho significado:
su estandarte es el beausseant, compuesto por los colores blanco y
negro; monjes y guerreros, religiosos y militares, etc.
Lo que parece ser una simple escena de supervivencia animal, como
es el caso de un ave que se cierne sobre un animal terrestre, se convierte
en un significado mucho más profundo cuando está representando al
espíritu (concepto celeste) que alcanza a la materia (concepto terrestre
o material) y la anima, le da vida para poder manifestarse.
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La figuras de un santo, un monje o incluso la de una mujer que lleva
entre sus manos un libro abierto significan lo revelado, la inspiración
divina en este libro arquetípico. Pero en otras ocasiones, simbolizarán
que dichas figuras se encuentran en un lugar especialmente favorable
para adquirir conocimientos. Si además esta imágenes se repiten pero
ahora el libro permanece cerrado, entonces será señal de que la
importancia del mensaje deberá permanecer secreta, personal e
intransferible.
Es importante observar con detenimiento la posibilidad de que
existan imágenes o figuras repetidas y también el entorno en que se
encuentran. Como en el caso del libro, a veces esa intencionalidad
será sustituida por un rostro con los ojos abiertos que, en otro lugar,
encontraremos de nuevo con los ojos cerrados. Se nos estará indicando
que el mensaje debe ser interiorizado y que será necesario meditar su
contenido. Lo mismo sucede cuando se contempla, y acontece muy a
menudo, un rostro del que salen elementos vegetales por la boca. El
mensaje es secreto y debe guardarse.
No es fácil, nada lo es si lo que pretendemos es desvelar estos mensajes
pétreos que los gremios de artesanos medievales dejaron para la
posteridad. Somos aprendices y lamentablemente no tenemos a
nuestro lado al maestro que guíe nuestros pasos.
Moneda corriente será la contemplación de lo que se ha dado en
llamar el tetramorfo, representado por cuatro animales: león, buey,
hombre y águila, que simbolizan respectivamente, la nobleza, la
fortaleza, la sabiduría y la elevación de todo lo creado, atributos
divinos que, más tarde, San Ireneo identificará con la difusión del
Evangelio a los cuatro puntos cardinales, a las cuatro esquinas del
mundo. En esta interpretación cada animal asume la representación
de cada uno de los evangelistas.
Siguiendo con el mundo de las aves, el ave Fénix es tal vez una de las
más conocidas. Procedente del antiguo Egipto, es adoptada por el
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cristianismo como símbolo de Resurrección y tiene su contrario en el
Basilisco, de origen oriental, que tiene la cabeza coronada, patas de
gallo, cola de serpiente y se convierte en imagen de lo pecaminoso.
El gallo, símbolo solar que anuncia la salida del astro rey, representa
la resurrección de Cristo y en la Alquimia evoca al mercurio. De
procedencia Gnóstica, aparece en uno de los sellos de los caballeros
templarios, con pies en forma de serpiente, junto a la siguiente
inscripción: Secretum Templi.
En la iconografía del románico existen aves con patas de pezuña y
monstruosas cabezas, generalmente afrontadas, cuyos cuerpos se
encuentran enredados entre ramajes. Si consideramos las pezuñas como
de caprino y asumimos el hecho de que están atrapadas en elementos
vegetales, posiblemente representaban el alma (el ave) del hombre
pecador, atrapado (ramajes) por sus pecados.
En casi todos los conjuntos arquitectónicos suele aparecer una imagen
de signo negativo. Se trata de la Arpía, cuya configuración está com-
puesta por una cabeza generalmente femenina, cuerpo de ave, garras
o pezuñas y cola de serpiente. Como la mayoría de seres fantásticos, las
arpías son manifestaciones de la maldad. Esos modelos se repiten a lo
largo del Románico con muchas variantes, producto de la creatividad
e imaginación de los artistas.
Existen algunas imágenes cuyas propiedades son ambivalentes. Una
de ellas es la figura del centauro, muy utilizada. Heredado de la
mitología clásica, es signo de las pasiones, de brutalidad y de su
instigador, el demonio. A veces, cuando lleva arco, dirige las flechas
hacia el cielo de forma provocadora. Si está representado en la caza de
un ciervo, un pájaro o un hombre simboliza cuando el mal está
tentando el alma.
Esta imagen de signo negativo o maléfico se convierte en signo
contrario cuando sus flechas van dirigidas a animales de significado
negativo. Entonces se vuelve positivo por su lucha contra vicios y
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pecados. Junto a la figura de Sagitario simboliza los ciclos temporales
que son precisos para que el ser humano se redima.
Si efectuamos un salto en la rica iconografía del medioevo llegamos
hasta la no menos conocida imagen del grifo, representado desde un
principio por dos de los animales más importantes: el águila y el león.
Su imagen estuvo unida a diversas culturas, como la caldea, cuya
figura tenía cabeza y cuerpo de león, patas y cola de águila. Entre los
asirios, poseía cabeza y alas de águila y cuerpo de león, una imagen
adoptada por los griegos que se convirtió en clásica.
Guardián de las puertas de las ciudades, los tesoros y las tumbas, su
simbolismo fue por lo general de signo positivo y era uno de los
escasos seres híbridos que no solían tener un significado maléfico.
Únicamente en el caso de que poseyera un pico de depredador y garras
pasaría a ser símbolo de Satán.
Son numerosas las ocasiones en que encontraremos la figura de un
guerrero que lucha contra un grifo representado bajo aspectos distintos.
De nuevo ortodoxia y heterodoxia parecen batallar, al igual que el
caballero con cota de mallas, por dar el significado exacto de aquello
que está representando el conjunto.
De entre las distintas versiones destacamos las siguientes: una versión
moral nos indica que se trata de la representación de la lucha del
creyente contra las tentaciones del pecado. Otra, tal vez más profunda
y esotérica, es la del esfuerzo para vencer a las pasiones y deseos
personales que impiden nuestro crecimiento.Una lucha consigo mismo.
Y la tercera, la alquímica, en la que el operador de la Gran Obra precisa
de escudo y protección para evitar posibles peligros en la manipulación
de las materias que pretende transmutar.
Los vegetales también poseen distintas lecturas en cuanto a sus
distintos significados. El hecho de que unos árboles tengan hojas
caducas y otros tengan hojas perennes los convierten en representativos
de finitud, materialidad y muerte, y también de inmortalidad y
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eternidad, respectivamente. Entre estos elementos del reino vegetal
encontramos un árbol con cuatro raíces que representa a los cuatro
ríos del Árbol de la Vida. Y otro con cinco, al Árbol del Bien y del Mal.
En la iglesia templaria de la Veracruz, de Segovia, o en la de San Baudelio,
de Berlanga, puede verse una columna central que se abre en forma
de palmera cuyas hojas se convierten en las nervaduras de la bóveda.
No cabe duda de que el Temple conocía perfectamente que estas formas
arquitectónicas no tenían simplemente una función ornamental.
El significado alquímico también está presente cuando se observan
las ramas de un árbol seco.
Para Fulcanelli, el árbol seco es el símbolo de la fundición de los
metales; la separación de los minerales que lo constituyen, que es la
separación del binomio alma-espíritu, proceso de disgregación de los
elementos separados del “Todo”, del llamado Spíritus Mundi. Separar
para de nuevo integrar en sucesivas operaciones conocidas con el
famoso Solve et Coagula. A imagen y semejanza del hombre, que
regenerado de sus defectos e imperfecciones, renace a un estado
superior de conciencia.
Generalmente, las formas vegetales rodean o enmarcan figuras
humanas o de animales. Las espinas, por ejemplo, representan el
principio o la etapa de un camino lleno de dificultades, si lo que se
desea es alcanzar un conocimiento personal e iniciático.
La mayoría de frutos poseen un simbolismo hermético. La encina,
considerada sagrada, da como fruto la bellota y ésta, junto con la
castaña, simboliza el “Huevo Filosófico”. Higos, granadas o piñas se
utilizan como sinónimo de la bellota y son el trabajo hermético que
disuelve y coagula el conocimiento.
Finalizamos con la también conocida flor de Lys, sinónimo de pureza
y virginidad; elemento simbólico tomado de Egipto, en que representó
la resurrección y la vida, además de ser el atributo del dios Horus. La
Biblia indica que esa flor formaba parte de los ornamentos de los
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capiteles en el palacio de Salomón. En Alquimia, y según Fulcanelli,
simboliza el azufre filosofal.
Son muchos los estudiosos que opinan que dicha flor ha sido una trans-
formación del signo utilizado por los maestros constructores, que no
es otro que el de la Pata de Oca, símbolo de Melusina, la diosa de pies
palmípedos que más tarde se convertiría en símbolo de la realeza.
No podemos finalizar este apartado sin ofrecer la historia de uno de los
signos más emblemáticos de la historia, que ha sido citado en varias
ocasiones. Nos referimos naturalmente a la serpiente.
A la serpiente se la ha considerado guardadora o custodia ancestral
de tesoros escondidos o, lo que es lo mismo, de conocimientos y saberes
ocultos. Representa también el renacimiento del iniciado que, con su
muerte simbólica y su renacimiento, se asemeja al cambio de piel que
el ofidio efectúa cada primavera.(7)
Este reptil no siempre simboliza la vigilancia de un tesoro material,
también representa un conocimiento oculto y esotérico para aquel
que sepa arrebatárselo. Cabe recordar que en las antiguas culturas
mediterráneas la serpiente era portadora de saberes, como en el caso
de Egipto cuyo faraón la llevaba en su tocado como símbolo de poder
y sabiduría. También los héroes míticos de distintas culturas han
estado siempre vinculados con la serpiente. Desde las sacerdotisas de
Creta, que son representadas con serpientes en las muñecas, hasta los
gnósticos, que veían en el reptil al liberador de las prohibiciones del
Demiurgo.
Ladón, otra serpiente, custodiaba las manzanas de oro del Jardín de las
Hespérides y fue muerta por Hércules para poder robarlas. Gilgamesh,
héroe babilónico, sufre el hurto de la hierba de la eterna juventud por
una serpiente.
Si tratamos el tema simbólico de este ofidio no podemos olvidar el
famoso y conocido Caduceo de Hermes, adoptado por el médico
Asclepio, signo de conocimiento y sabiduría. O Apolo, que vence a Pitón
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y construye sobre su guarida el templo de Delfos, y la serpiente Fafnir,
que es vencida por el héroe germánico Sigurd, el cual se baña en su
sangre y adquiere la sabiduría. En todas estas representaciones
simbólicas hay que incluir la letra “S”, cuando ésta se convierte en un
signo serpentario en representación de conocimientos ocultos.
Siglos más tarde, la Iglesia, con intereses de todo tipo, convierte este
símbolo ancestral en maléfico y demoníaco. A partir de aquel instante,
el hermano de la serpiente, el dragón, también es considerado negativo.
Más tarde irán apareciendo con los años toda una serie de variopintas
vírgenes, en estilos y colores, cuya misión celestial será la de pisar la
cabeza del animal. De nuevo reaparece la representación de lo bueno
sobre lo malo, de la virtud sobre el pecado y de lo positivo sobre lo
negativo.(8)
Unos pocos grupos considerados ocultistas, luciferinos, esotéricos o
iniciáticos consideran que la verdad siempre se falsea, sin importar el
color de quien ostente el poder. Para dichos grupos minoritarios,
estas representaciones, como las de los conocidos relucientes caballeros
que matan al dragón, son los símbolos de la intolerancia, del pensa-
miento único y de todos aquellos que obsesivamente no permiten la
existencia del libre pensador. En resumen, estas imágenes, al igual que
las del Románico, que son ambivalentes, poseen un doble significado,
en este caso el del poder establecido, que no permite que el conoci-
miento y la sabiduría lleguen hasta el más humilde de los mortales para
convertirle en un ser libre. Alguien dijo hace siglos:“La verdad os hará
libres”, y lo saben.
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Elemento aire, volátil, las aves representan el pensamiento y el alma.Su representación es abundante.
A partir del siglo X, se añaden nuevas imágenes de aspecto monstruoso, fantástico, híbridos devarios animales. (Valdebárcena).
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La figura con un libro abierto puede representar en una primera lectura los evangelios, perotambién que el lugar es favorable para la adquisición de conocimientos.
La Iglesia de Cubells en Lleida, posee una abundante iconografía dedicada a las aves. En laparte superior pueden verse a las conocidas aves afrontadas. La ovalidad que se complementeen sus opuestos.
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Otra variante de lo anteriormente citado. La imagen corresponde a Santa María la Real do Sar, en Santiago de Compostela, Galicia.
Iglesia del Monasterio de San Pedro de Villanueva en Cangas de Onís, Asturias.El canecillo de la izquierda es el secreto, el mensaje es personal.
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73
San Juan de Priorio (Oviedo), ofrece claramente la imagen del tetramorfo: león, buey y hombre.
Guerrero luchando con un grifo, que puede verse en un capitel de la cámara santa de laCatedral de Oviedo, Asturias.
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Abraxas Gnóstico: cabeza de gallo, cuerpo humano y piernas de serpiente.
Sello templario con la imagen del símbolo gnóstico y la inscripción “Secretum Templi”.
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En la Iglesia de Abamia (Cangas de Onís), puede verse en su parte inferior a la izquierda, otrorostro del que sale una inmensa hoja de su boca, y en la arquivolta decorada, a un pecador quese cuece dentro de una caldera en el fuego del infierno.
Imagen demoníaca en le Palacio del obispo Diego Xelmírez de Santiago de Compostela.
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En la segunda arquivolta, pueden apreciarseuna serie de vegetales. Las hojas caducas y
perennes: mortales e inmortales.
Santa María de la Oliva en Villaviciosa,Asturias. Ofrece una imagen de cetreríaque representa el ave (el alma) que des-ciende hasta la materia (el conejo) paramanifestarse y animarla, darle vida.
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Otra lucha con el grifo, puede contemplarseen la casa-residencia del obispo DiegoXelmírez, al lado de la Catedral deSantiago de Compostela.
El Puente de la Reina (Navarra). Vemos denuevo a los pájaros afrontados, y en lasegunda arquivolta (arriba), una piña,símbolo hermético que representa el traba-jo que “disuelve” y “coagula” el conoci-miento.
En el mundo de lo simbólico, encontraremos en ocasiones una figura barbuda que con una o dos manos agarra su barba en señal de conocimiento, o como contraseña para aquel quesepa el significado de su gesto.Si añadimos, además, otra figura que eleva sus brazos con una aureola de santo o de iluminación sentada sobre una flor de loto declara influencia oriental, nos hallaremos frente
a señales indicadoras de que el lugar es especial.
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Otros títulos de la colección
Desde NOWTILUS FRONTERA ofrecemos una colección
temática única: La Puerta del Misterio. Realizada por un grupo
de autores especializados en el periodismo de investigación
de todo aquello que resulta desestabilizador, extraño o misterioso; que
rezuma frescura, aventura y rigurosidad; que posee los ingredientes
necesarios para que el lector sacie su curiosidad por aquellos temas que
permanecen situados en los límites de la realidad, pero que no dejan
de estar presentes en nuestra sociedad, y en la curiosidad de todos.
Ediciones Nowtilus presenta una colección diferente, cuyo objetivo es
informar con veracidad, crear opinión y que los lectores sean los que
saquen sus propias conclusiones.
De la mano del Doctor Jiménez del Oso recorremos los enigmas del
país de los faraones, las caras desconocidas de Jesús, el uso de las plantas
mágicas, el secreto de los templarios en España, los lugares de poder,
las claves ocultas del cristianismo, la certeza del fenómeno ovni y los
expedientes oficiales, las técnicas de captación de las sectas, y cómo
defendernos de ellas. En definitiva, la obra más completa jamás
realizada, escrita por autores de reconocido prestigio y solvencia.
COLECCIÓN LA PUERTA DEL MISTERIO
Dirigida por Fernando Jiménez del Oso
Sectas, la amenaza en la sombraCómo actúan, quiénes son y cómo defendernos.
El problema de las sectas se ha convertido en losúltimos años en una de las grandes lacras sociales,aún pendiente de solución. Cualquiera de nos-otros, independientemente de la raza, cultura oestrato social, puede caer en las redes de estasagrupaciones que, como demuestra el autor de laobra, no cesan de crecer y expandir su poder. Enun excelente trabajo de campo realizado desdedentro y fuera de ellas, aprenderemos a identifi-carlas, y a defendernos de ellas.
La cara oculta de JesúsDe Egipto al sur de Francia, tras la pista de su vida secreta.
Por Antonio Luis MoyanoISBN: 84-9763-005-X
A través de este libro el,autor investiga y nosmuestra las diferentes “vidas de Jesús”. Primerocon la secta de los esenios; posteriormente con losegipcios, donde adquirió las enseñanzas propiasde los iniciados; y por último se presenta la posi-bilidad de que muriera cerca de una remota aldeade los Pirineos franceses, donde han sido halladosunos pergaminos con un contenido desestabiliza-dor, y donde aún se custodia su tumba.
Por Mariano Fernández UrrestiISBN: 84-9763-004-I
El enigma de las MomiasLa búsqueda desesperada de la inmortalidad.
Desde que el hombre es hombre el miedo a lamuerte, a ese último viaje sin retorno aparente, leha llevado a utilizar los más variados sistemaspara intentar luchar contra ella. La momificaciónha sido uno de ellos, y en esta obra están todaslas claves, desde las técnicas para realizarla, a lasmaldiciones de las momias.
Por David E. Sentinella VallvéISBN: 84-9763-011-4
Poltergeist, una incómoda realidadLa búsqueda desesperada de la inmortalidad.
Casas encantadas, fenómenos extraños, sucesosparanormales… parecen formar parte del mundodel celuloide pero son tan reales como la vidamisma. El poltergeist no es selectivo; se manifies-ta cómo y cuándo le viene en gana, desencade-nando unos fenómenos que casi siempre sorpren-den a la “víctima” sin preparación alguna. Enesta obra, narrada de forma “diferente”, se hablade los más célebres, de los clásicos, y de los másdocumentados, desde el rigor y la investigaciónpuramente periodística.
Por Lorenzo Fernández BuenoISBN: 84-9763-006-8
La “invasión” OvniLa evidencia que los gobiernos ocultan.
La posibilidad de que objetos volantes de origen incierto estén surcandoimpunemente nuestros cielos se ha convertido en certeza a raíz de lasdesclasificaciones de informes ovni que en los últimos años han llevado acabo diferentes gobiernos. A pesar de las críticas, lo que queda de manifiestoes que los ovnis continúan manifestándose, siendo ocultados bajo los epígrafesde máxima confidencialidad de los estamentos militares. Esta sorprendenteinvestigación periodística así lo pone de manifiesto.
Por Bruno CardeñosaISBN: 84-9763-010-6
Las Plantas MágicasSus propiedades desconocidas, los rituales y cómo utilizarlas.
A lo largo de la historia el uso de las plantas, tantoen su vertiente ritual como curativa, ha hecho queaparezca una nueva ciencia cuyo elemento princi-pal es el conocimiento de la botánica.Plantas curativas, malignas, los filtros de amor,etc, son parte de un libro ampliamente documen-tado y repleto de sorpresas, pero por encima detodo de gran utilidad.
Por Mar Rey BuenoISBN: 84-9763-008-4
Crónicas de Fenómenos InsólitosUna aventura por el sendero de los dioses.
Rituales de vudú, chamanes en el Amazonas, áridos desiertos plagados deleyenda. Esta obra es un diario de viajes escrito con el polvo en las botas yel sudor aún resbalando por las mejillas. El autor se introduce en lugaresanteriormente vetados a cualquier occidental para demostrar, sin margen a laduda, que lo imposible, en ocasiones, cobra forma en los cinco continentesdel, planeta.
Los secretos del Antiguo EgiptoUn recorrido diferente por el misterioso país de los faraones.
Por Juan Jesús Haro VallejoISBN: 84-9763-007-6
Por Miguel BlancoISBN: 84-9763-012-2
Hablar de Egipto es hacer referencia a la cultura más impresionante y enig-mática que ha pasado por la faz de la Tierra. En un tiempo remoto, en unpaís en el que tan sólo había desierto y muerte, apareció una cultura quecultivó las artes y las ciencias, una civilización que dió los mejores astróno-mos, matemáticos, ingenieros, para llevar a cabo obras imposibles con unelemento siempre presente: el culto a sus dioses y a la magia.
Víctimas del MisterioCrónica negra de los fenómenos extraños.
La crónica negra del misterio es, por desgracia, amplia y variada. Desde lainvestigación periodística, el autor ha reunido en este volumen la serie másdestacada de casos. A pesar de la distancia y diferencia social de aquellosque fueron siniestros protagonistas de los mismos, poseen unas característicascomunes: un absoluto desprecio por la vida humana, e importantes dosisde misterio en sus facetas más dantescas.
Por Lorenzo Fernández BuenoISBN: 84-9763-014-9
Lugares de PoderLos enclaves donde el hombre transciende.
Son muchos los lugares repartidos por el mundo que destacan sutilmen-te por encima de los demás. Son los conocidos como “lugares de poder”,enclaves en los que se concentran una serie de energías que transformanal individuo, que hacen que éste trascienda. El talante viajero del autorconfiere a este volumen un aspecto aventurero, pero también práctico. No envano le ha llevado a “expe-rimentar”. en estos sitios, obteniendo resultadosúnicos y sorprendentes que nos narra apasionadamente.
Por Juan Ignacio Cuesta MillánISBN: 84-9763-013-0
La Transcomunicación, ¿Quién hay ahí?El misterio de las psicofonías.
Es sin lugar a dudas el fenómeno paranormal más inesperado, impactante yllamativo de cuantos se incluyen en el fascinante universo del misterio.Hablamos de la psicofonía, voces sin rostro que en ocasiones se manifiestanpara demostrar que existen otras realidades paralelas a la nuestra. Cómo serealizan, cuáles son sus peligros o qué lugares son los propicios paraefectuar la práctica, son algunos de los argumentos de este excepcional estudio.
Enigmas del CristianismoLa Sábana Santa, estigmatizados, apariciones marianas y objetos sagrados.
Enigmas del Cristianismo, misterios de la Iglesia, en definitiva todo seincluye dentro de una misma idea: en el seno de la cristiandad se hanproducido, desde hace siglos hasta nuestros días, una suerte de fenómenosque dada su relevancia han sido rápidamente “callados” para que notraspasaran el grueso muro que separa la Basílica de San Pedro del resto delos mortales.
Por José Gregorio González GutiérrezISBN: 84-9763-015-7
Por Pedro Amorós SogorbISBN: 84-9763-016-5
Pactos SatánicosBlasfemia y magia negra desde tiempos remotos hasta nuestros días
Han sido la causa de muchas piras inquisitoriales. Los pactos satánicos se hanprodigado en la clandestinidad a lo largo de la historia, llegando hasta nuestrosdías importantes reminiscencias de unos cultos que se niegan a desaparecer.Religión para unos, filosofía para otros, vandalismo para la mayoría, elautor de esta obra narra de forma amena la evolución del satanismo en losúltimos siglos, y se ha “infiltrado”en varios colectivos satánicos para narrarnosdirectamente su experiencia, eso sí, desde dentro.
Por Santiago CamachoISBN: 84-9763-018-1
Tras las huellas del pasado ImposibleLa arqueoastronomía y el conocimiento oculto de la antigüedad.
A lo largo y ancho de nuestro planeta hay una serie de construcciones,yacimientos y objetos que permanecen fuera de su tiempo, construidoshace miles de años con una precisión y técnica que espanta. El conoci-miento que alguien en el pasado inculcó a las civilizaciones de esas épocassurge de una manera tan precisa y rápida, que ha despertado las dudas delos arqueólogos “apócrifos”, que se han atrevido a buscar las huellas deaquellos que dejaron, a su paso por nuestro mundo.
Por Tomé MartínezISBN: 84-9763-017-3
En busca del MisterioMemorias de un viaje por la senda de lo desconocido.
Hablar de aventura,de viaje tras las huellas de lo insólito, es hacer referencia a FernandoJiménez del Oso. En este libro su autor hace crónica viva de cuantos sucesosextraños investigó en un viaje de miles de kilómetros por toda Sudamérica yCentroamérica. Narrado con estilo ágil y ameno, Jiménez del Oso lanza variosguiños al lector, confía anécdotas jamás contadas y desvela qué podemos encontrarsi vamos en busca del misterio.
PsycokillersAsesinos sin alma.
Asesinos en serie,psicópatas que no muestran sentimiento ni piedad a la horade abalanzarse y descuartizar a sus víctimas, gentes sin alma… Juan AntonioCebrián nos sorprende una vez más con una obra inédita que saca a la luzlos aspectos más oscuros de la naturaleza humana.Narra de forma impecable la personalidad execrable de los psycokillers máscélebres de la historia.
Por Juan Antonio CebriánISBN: 84-9763-019-X
Por Fernando Jiménez del OsoISBN: 84-9763-020-3