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VIII Congreso Brasileño de Agroecología; Porto
Alegre 25-28 de Noviembre, 2013
La formación en agroecología y sus diferentes niveles de
territorialidad: pensando desde la aportación de
José Antonio Costabeter.
Por
Eduardo Sevilla Guzmán1
1. Nota introductoria.
Esta reflexión pretende rememorar la trayectoria intelectual y política de
José Antonio Costabeber; desde el análisis del desarrollo de la Agroecología
durante los últimos veinte años. Tal reflexión se basa en mi experiencia: tanto
investigadora, mediante el acompañamiento a las pesquisas de Doctorado en
Latinoamérica (más de 30 tesis); como en el asesoramiento (más o menos formal)
a determinadas políticas públicas brasileñas de Extensión Agroecológica, desde
1999 hasta 2010. Sobre todo, mi conocimiento de la dinámica agroecológica en
Brasil se la debo a mi entrañable amiga Tatiana Deane de Abreu Sá, a quien tuve
el placer de acompañar en el desarrollo de un postdoctorado sobre la Transición
agroecológica en Brasil, con especial referencia a la Amazonía en el Instituto de
Sociología y Estudios campesinos (ISEC), de la Universidad de la Córdoba de
España. No obstante, quienes realmente iniciaron esta línea de trabajo en dicho
centro fueron Caporal y el propio Costabeber, como veremos después, abordaron,
por primera vez allí, el tema de Extensión agroecológica en Brasil; que más tarde
continuó Eros Marion Mussoi, durante el curso académico 2010-2011.
En la segunda mitad de la década de los noventa, de la pasada centuria,
desarrollaron sus tesis doctorales, en el Programa de Doctorado de Agroecología
de la Universidad de Córdoba (España) un grupo destacado de investigadores
brasileños, procedentes de las instituciones vinculadas a las ciencias agropecuarias
y forestales de investigación y extensión brasileñas. Dos de ellos, procedían de las
referidas instituciones estaduales de Rio Grande do Sul: Francisco Roberto
Caporal y José Antonio Costabeber. La vinculación del primero de ellos al Partido
1 Mi agradecimiento a Francisco Roberto Caporal por sus comentarios a este texto, los cuales han sido
incorporados.
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de los Trabajadores (PT), que por entonces ganaba las elecciones en dicho estado,
determinó que el referido investigador ocupara el puesto de Director Técnico de
EMATER, durante el mandato de Olivio Dutra; en el Gobierno Democrático y
Popular (GDP) que detentaría el poder a partir de enero de 1999.
José Antonio Costabeber pasó entonces a desempeñar el papel de asesor de
dicha institución en la conformación de una novedosa política pública que
utilizaba, por primera vez en la historia de aquel país, la Agroecología como un
enfoque metodológico participativo de naturaleza medioambiental. Desde entonces
hasta 2010, Costabeber y Caporal constituyeron una alianza investigadora que les
llevó al diseño y la implementación (precaria ésta, como veremos después) de una
valiosa aportación a la Agroecología, en el terreno de la Extensión y Política
Pública. Ambos encararon el desafío de intentar transformar el deseado cambio
en la agencia social de aquella institución sureña. Del intento de aplicación del
enfoque agroecológico en los diversos ámbitos de la Extensión surgió una propuesta
de Extensión para la transición agroecológica pensada para su posible aplicación al
estado brasileño. En ella se pretendía pasar de una actuación de naturaleza
vertical a otra de tipo horizontal; con una gestión participativa; una concepción
simétrica técnico-estratégica; y una transdisciplinariedad, aceptada como
imprescindible para el cambio de paradigma, y para la formación de los futuros
profesionales de la universidad (dentro de las áreas agropecuarias, pesqueras,
forestales y de la acuicultura).
En las páginas que siguen presentamos: en primer lugar una
caracterización genérica de la génesis y desarrollo de la Agroecología, como
contexto. Después, analizaré esquemáticamente la aparición del Movimiento
Ambientalista en Brasil para pasar a profundizar, el papel de Costabeber en el
mismo; mediante una breve reflexión histórica del intento de introducir este tipo
de política pública de Extensión en Brasil, del que surge un modelo de gestión y
operacionalización técnico-metodológica como propuesta agroecológica. Para
finalizar detallando la acción agroecológica en los diferentes niveles de su
territorialidad, introduciendo la referida aportación brasileña.
2. Sobre la génesis y evolución de la Agroecología
La Agroecología surgió a finales de los años setenta de la pasada centuria,
como respuesta a las primeras manifestaciones de la crisis ecológica y social en el
campo, generada por la intensificación del desarrollo del capitalismo en la
agricultura; que extendía al conjunto del planeta el modelo de la revolución verde,
basado en el manejo químico e industrializado de los recursos naturales. Aunque el
impacto mundial sobre el campesinado fue devastador en muchas zonas,
aparecieron distintas formas de resistencia practicadas por grupos campesinos e
indígenas que, generaron una dinámica de articulación, como plataforma de
enfrentamiento a la acción de las multinacionales; negándose a aceptar los
paquetes de agroquímicos, vinculados a las semillas híbridas que destruían el
manejo de sus bienes comunales.
De esta dinámica surgieron los cimientos del edificio agroecológico, que se
vieron reforzados por la interacción entre tales grupos de campesinos e indígenas
con técnicos disidentes al deterioro ecológico del manejo industrializado; que
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generaba, además, un efecto devastador sobre los manejos tradicionales en el
nuevo contexto, excluyente y hostil, del dominio de las multinacionales de los
agroquímicos. Como enfrentamiento a esta emergente industrialización
agroalimentaria surgió una alianza campesino/indígena con la disidencia a tal
agroindustialización capitalista cuyos modos de interacción elaboraron una
contundente respuesta. En ella se encontraba: no solo una rigurosa crítica al
deterioro ecológico y sociocultural de aquel manejo industrial; sino, también y
sobre todo, una sólida alternativa medioambiental al manejo agroindustrializador
de naturaleza capitalista. Aparecen así, de esta práctica pluriepistemológica, las
propuestas agroecológicas de cambio socioeconómico, cultural y político frente a la
Modernidad capitalista. Fueron las distintas parcialidades socioculturales
(campesinas, indígenas y alternativo/modernas) intervinientes en el proceso hasta
aquí esquematizado, quienes elaboran participativamente las nuevas y
diversificadas propuestas de democratización del desarrollo rural, fuera de la
racionalidad capitalista, que terminaron conociéndose como la alternativa
agroecológica.
Tal alternativa se basaba en la constatación empírica de que el
conocimiento sobre el manejo de la naturaleza del pasado, e incluso el generado en
las culturas marginadas por la civilización industrial, poseía los principios
ecológicos que permitían evitar, no solo el deterioro medioambiental; sino también
el social. En efecto, el conocimiento local, campesino y/o indígena de dichas
tecnologías depende de valores, insertos en las matrices socioculturales de sus
identidades, que se enfrentan, normalmente, a la lógica del lucro y, también, a la
exclusión social de las tecnologías de matriz neoliberal. Fue así como, junto a la
práctica de los agricultores y técnicos disidentes (al manejo industrial), se fueron
construyendo reflexiones teóricas y avances epistemológicos hasta conseguir la
aceptación de una necesaria complementariedad entre el conocimiento científico y
la epistemología popular para resolver la trágica situación de confluencia global de
las crisis ambiental, energética, alimentaria, sociocultural y económica; en
definitiva: civilizatoria, que se generaba ya en aquel momento, y que sufrimos con
fuerza en la actualidad.
Fueron estas hibridaciones tecnológicas las que provocaron el
“redescubrimiento” de la Agroecología, por parte de la Ciencia Agronómica, al
restablecer la valoración de los conocimientos que atesoraban las culturas de los
pueblos campesino e indígenas (de transmisión y conservación oral, sobre las
interacciones que se producían entre la naturaleza y la sociedad) que la
Modernidad había invisibilizado para establecer la hegemonía de su “ciencia”.
Parece necesario aquí, para una cabal comprensión del tema, que profundicemos
en algunos aspectos de la génesis de este proceso.
La Agroecología es una construcción popular, surgida de la alianza entre
sectores campesinos e indígenas con técnicos (ecólogos, agrónomos, sociólogos y
antropólogos) que, con diferente experiencia, vinculada al manejo de los bienes
naturales y agrupados en ONG´s; fue realizada en Latinoamérica, a través de una
dinámica en la que, a agrandes rasgos, pueden diferenciarse tres etapas. La
primera se extiende a lo largo de los años 80´s de la pasada centuria y se podría
calificar como etapa de resistencia y construcción campesino/indígena. En ella se
produce el ajuste intercultural entre grupos campesinos e indígenas que
generarían una toma de conciencia; y el posicionamiento político, frente a las
diferentes formas de agresión y exclusión social que establecían sobre ellas las
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multinacionales agroalimentarias. La segunda es la etapa de hibridación
tecnológica y propuesta socioeconómica, donde se consolida el “diálogo de saberes”,
ya iniciado en la articulación campesino/indígena, y se construye una alternativa a
la agricultura industrializada y su sistema agroalimentario global; ocupando
temporalmente los últimos años de la primera etapa y la totalidad de la década de
los 90´s. La tercera etapa que, con unos límites flexibles, abarca la primera década
del 2000; puede ser definida, como etapa de construcción y liberación sociocultural y
política: donde se consolida la acción socioeconómica con la creación de sistemas
agroalimentarios locales; se generan estrategias de Transición Agroecológica,
ampliando los niveles de territorialidad, y produciéndose una articulación con los
movimientos sociales hasta la presentación de alternativas a la Modernidad
capitalista.
El elemento clave generador de este proceso fue la dinámica participativa
que se estableció: primero, entre los grupos de resistencia campesino/indígena; y
más tarde, a través de la alianza entre éstos y los técnicos disidentes. Ello permitió
elaborar, a través de metodologías participativas de análisis y diagnóstico, una
estrategia de construcción epistemológica surgida de una praxis de enfrentamiento a
la Modernidad capitalista que, iniciándose desde la agricultura, ganadería y
forestería, alcanzó una forma de producir regenerativa, en lo ecológico. No
obstante, al conseguir este logro; se percibió la necesidad de ampliar su enfoque
socioeconómico a lo largo de todo el proceso de circulación de sus productos hasta
alcanzar al consumidor. Fue así como se llegó a sentir una nueva necesidad:
ampliar su alianza (hasta entonces de sectores campesino/indígena con técnicos
alternativos) a otro sector social con el que interactuar: el de los ciudadanos que,
militantemente, eligieran ser sus consumidores.
El hecho, de que la alianza inicial campesino/indígena (de construcción
epistemológica, basada en la praxis), se realizara mediante metodologías
participativas para elaborar sus estrategias de resistencia; supuso la articulación
de tales modos participativos con aquellos que traían los técnicos disidentes, en la
ampliación de su alianza, transformando así: la búsqueda de agriculturas de base
ecológica; en búsqueda de mercados alternativos que evitaran la extracción del
excedente capitalista. La nueva ampliación de la alianza, introduciendo al
consumidor; y buscando el apoyo militante de la ciudadanía transformó al consumo
en un acto político generador de una nueva dinámica de empoderamiento. El nuevo
contexto de construcción epistemológico popular, introdujo a su vez un nuevo
elemento, como consecuencia del incremento de la diversidad cultural y de la
praxis adquirida en las dinámicas participativas donde se producía una demanda
cada vez más pluriepistemológica.
Las nuevas metodologías participativas así generadas elaboraron un
discurso: no ya de enfrentamiento a la agricultura industrializada y a su sistema
agroalimentario; sino de combate a los modos de ocultamiento de la realidad que
la Modernidad capitalista despliega desde su estructura de poder contra aquellas
formas de vida que escapan a su lógica de comprensión del mundo y que
conseguían llegar a producir una falsa, pero efectiva, virtualidad de su no
existencia. El discurso generado, ya en la primera etapa de resistencia y
construcción campesino/indígena, se iniciaba con una crítica al núcleo central de la
acción de la Modernidad, desvelando la falsedad de sus lógicas. Por un lado, de lo
que presentaba como la lógica de la metodología científica, basada en el rigor de su
contrastación, que defendía la falsa bondad y eficiencia del manejo con
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agrotóxicos, como imprescindible para la Ciencia Moderna. Y, por otro lado,
desmantelando la lógica sobre la prevalencia temporal moderna, que presenta “lo
avanzado” como superior; situando en tal posición a la agricultura industrializada.
Con tal imposición coactiva no solo se ocultaba la dimensión saludable y
medioambiental del manejo orgánico; sino que se invisibilizaba, además la
perversidad destructiva de su sistema agroalimentario global. Su dinámica
coactiva se basa en el desalojo campesino e indígena, primero y en la usurpación y
acaparamiento de tierras, después; para desarrollar más tarde la agricultura,
ganadería y forestería industrializada, con la subsecuente degradación
medioambiental y social; es decir, tanto respecto: al deterioro ecológico de los
ecosistemas; como al deterioro de la salud general de la población.
3. Breve caracterización histórica del surgimiento de la Agroecología en Brasil.
La etapa de resistencia y construcción campesino/indígena de la
agroecología, que acabamos de esquematizar genéricamente, toma en los años
ochenta en Brasil una especial singularidad. En efecto, tras la construcción de la
democracia en Brasil, después de la sangrante dictadura militar (1964-1980), se
inició un proceso de visibilización de experiencias productivas de naturaleza
agroecológica en las que técnicos y campesinos hacían lo que por entonces
denominaban “agricultura alternativa”. Este nuevo (y a la vez, viejo) tipo de
manejo de los bienes comunales, aparece en la coyuntura histórica brasileña del,
por entonces, denominado movimiento ambientalista. Luiz Carlos Pinheiro
Machado (AEAR y FEAAB, 1985: 12 y 13)2, relata el surgimiento de los
movimientos ambientalistas en Brasil como una reacción al hecho de que “de
repente, las técnicas agrícolas rurales, consagradas a lo largo de los tiempos, como
el empleo de humus, fueran estigmatizadas como sinónimo de atraso”. El
cuestionamiento de la estrategia de desarrollo llamada modernización a surgió,
desde la academia, a través de un “simbólico evento”: el 11º Congreso de
Agronomía, realizado en Curitiva en 1979.
Merece la pena que consideremos la rotunda actitud del citado Presidente
de la Federación de Asociaciones de Ingenieros Agrónomos de Brasil, Pinheiro
Machado respecto al modelo económico subyacente a tal Modernidad capitalista.
En el acto de apertura de tal “cumbre ingenieril”, el citado “mandatario
agronómico”, se refirió a la llamada modernización de la economía brasileña
vinculándola a “unas consecuencias desastrosas para la inmensa mayoría del
pueblo brasileño, siendo, por el contrario, eficiente y competente para el gran
capital, especialmente para sus multinacionales, pero pernicioso para la Nación
brasileña”. En efecto, la modernización se basó en la potenciación de las
agriculturas de exportación y el empleo masivo de insumos y maquinarias
2 Es obligado citar aquí a mi “hermano de sangre brasileiro”, Laercio Meirelles quien me proporcinó la
totalidad de los textos históricos del Movimiento ambientalista para la biblioteca del ISEC de la
Universidad de Córboba.
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producidas en el extranjero, (y casi exclusivamente con capital externo), que
habían sido transplantadas a las condiciones tropicales de la mayor parte de
Brasil; “cuando las prácticas, maquinaria y procedimientos se generaron en y para
climas templados. Las consecuencias están a la vista de todos: monocultivo,
erosión, dilapidación ambiental, aumento de plagas y malezas, reducción de la
productividad, inviabilidad económica, éxodo rural, miseria y desnutrición del
pueblo”. Junto a la reacción de los agrónomos, “se generó igualmente una reacción
de otros varios sectores, especialmente porque la cualidad biológica de los
alimentos fué gravemente comprometida. Como producto de todo ello surgió el
movimiento de agricultura alternativa” (Ibid: 13).
Es obligado citar aquí a dos impulsores intelectuales de este movimiento: J.
Lutzenberger con sus “Fundamentos Ecológicos da Agricultura” (1981); y a Ana
Primavesi cuyo texto, ya un clásico de la agroecología “Manejo Ecológico del
Suelo” (1984), fue después completado por mas genéricas aportaciones al tema.
Los encuentros de Agricultura alternativa de: Curitiva (en 1982 con más de mil
participantes), de Petrópolis (en 1984 con 1800 participantes), de Cuiabá (en 1987
con más de 3.000 participantes) y el de Porto Alegre (1989) reflejan claramente un
proceso en el que; junto al manejo ecológico de los recursos naturales se pretendía
generar formas de justicia social y acciones participativas para generar una
democratización en la toma de decisiones de las políticas públicas.
La dimensión política de la Agricultura Alternativa (precursora de la
agroecología en Brasil) apareció desde sus primeros encuentros. En la Carta de
Cuiabá, los más de tres mil asistentes al III Encuentro Brasileño de Agricultura
Alternativa de 1987 manifestaron a la nación su repulsa por “la violencia
practicada por el capital nacional e internacional contra los trabajadores
brasileños desestabilizando la agricultura y las estructuras de la tierra,
destruyendo el medioambiente y aumentando la dependencia tecnológica con el
pretexto de modernizar el complejo agroindustrial. Ese proceso favorece
básicamente al trinomio banquero-industrial-latifundista, con la mayor
concentración de riqueza de la historia de nuestro país”. La Carta termina
pidiendo apoyo a todos los segmentos organizados de la sociedad para que
presionen a sus instancias políticas “exigiendo medidas de transformación social,
política y económica que aseguren, a todos los ciudadanos explotados y oprimidos,
sus derechos más elementales como el acceso a la tierra, la salud, la educación, la
vivienda, el transporte, el trabajo y la seguridad de la alimentación” (FAEAB,
FEAB, EAMT y CAAUEMT, 1987: 11).
Un hito clave de este proceso tuvo lugar al introducirse constitucionalmente
en 1988 el concepto de participación decisoria. Desde entonces, y a través de los
debates generados para su implementación, la sociedad y los decisores políticos se
sintieron con fuerza para hacer emerger un nuevo contexto en el que cobra sentido
la participación ciudadana respecto a la búsqueda de su introducción en las
políticas públicas. El surgimiento del término "participación decisoria" en aquella
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“carta magna”, represento, y aún representa, mucho más que una nueva
aportación semántica, al adquirir el significado de gobernanza ciudadana. La
agroecología en Brasil, desde su aparición significativa, en la década de los
ochenta, ha intentado hacer efectivo este mandato constitucional; configurando un
complejo y conflictivo proceso en el que se mezcla el "discurso y la práctica".
Aunque este discurso no está bien definido en las múltiples áreas de su posible
implementación ha tenido ciertas repercusiones en el área de las políticas públicas
de Agroecología y Extensión Agrícola, como veremos más adelante.
El proceso no fue diferente en los movimientos sociales y sindicatos de
agricultores y empleados de la investigación y extensión rural, las instituciones
públicas, organizaciones no gubernamentales, dirigentes políticos que se
movilizaron con el fin de buscar una forma más participativa y democrática en
relación a los temas del manejo de los bienes naturales, y en general, del mundo
rural para adaptarse a los nuevos tiempos. Tuvo lugar así, una importante
acumulación de experiencias y luchas que, en la década del 2000, pretendió ser
sistematizada por el gobierno nacional que accedió al poder en el 2003. Y que,
como hemos adelantado en la introducción, tuvo como exitoso antecedente la
trasgresión institucional cometida tras la victoria del Partido de los Trabajadores
(PT) en las elecciones de 1998, en Rio Grande do Sul dirigido por Olivio Dutra.
4. De la aportación desde la praxis institucional brasileira a la Transición Agroecológica.
La segunda etapa de la evolución genérica de la agroecología, que hemos
caracterizado más arriba, como etapa de hibridación tecnológica y propuesta
socioeconómica, en la década de los 90´s, y la tercera etapa que abarca la primera
década del 2000, toman en Brasil un fuerte protagonismo institucional, como
consecuencia de que el organismo riograndense responsable de la Extensión
Agraria: la Empresa de Emprendimientos de Asistencia Técnica y Extensión Rural
(EMATER/RS), pasó a adoptar el nuevo concepto de extensión, que Francisco
Roberto Caporal y José Antonio Costabeber elaboraron; dentro de una estrategia
de diseminación agroecológica que pergeñaron varios años atrás, dentro de su
Programa de Doctorado en la Universidad de Córdoba.
En efecto, las instituciones responsables de la Investigación y la Extensión
Agrarias de Rio Grande do Sul adoptaron, en la segunda mitad de los noventa de
la pasada centuria una política de formación agroecológica para sus cuadros más
destacados; entre los cuales se encontraba ya José Antonio Costabeber, quien en
esta misma época, desempeñaba el puesto de Director Técnico de la Fundación de
Investigación de RGS. El hecho de que la Universidad de Córdoba contara con el
único programa de doctorado europeo de Agroecología determinó que por
aquellos años coincidiesen allí diez investigaciones localizadas en el sur de Brasil:
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ocho en Rio Grande do Sul y dos en Santa Catarina3; cuatro de ellas se
coordinaron conjuntamente para analizar: las experiencias más relevantes de
agroecología en Brasil (Joao Carlos Canuto); específicamente en Rio Grande do
Sul (José Antonio Costabeber); y la investigación y extensión en dicho estado
brasileño para elaborar una estrategia de apoyo a dichas experiencias y, al tiempo,
planificar una acción de diseminación agroecológica; lo que corrió a cargo de Joao
Costa Gomez y Francisco Roberto Caporal, respectivamente.
Paradógica e increíblemente aquella planificación realizada en los
seminarios, como un ejercicio virtual de estímulo para sus investigaciones tomó, en
cierta medida, forma real. Así, de estos investigadores, Lino de Daeibid (que había
pasado por la Maestría de Agroecología del ISEC) fue nombrado Presidente y
Francisco Roberto Caporal (nombrado, también como Director Técnico), tras su
vuelta a Brasil, fueron incorporados como responsables de la Extensión Rural
realizada por EMATER/RS comenzando acciones de cambio en la estructura
interna de tal institución para adaptarse a las nuevas políticas del estado;
encaminadas hacia un modelo de desarrollo rural sostenible, basado en la
Agroecología. Análoga tarea se pretendió realizar en la investigación agropecuaria
al incorporar a Joao Canuto como director de FEPAGRI; con la asesoría de José
Antonio Costabeber para coordinar la articulación de ambas funciones. Y, Joao
Costa Gómez, continuó trabajando en el centro de investigación agropecuaria de
Pelotas, del que ya formaba parte.
Se consolidó así, tanto teórica como prácticamente, lo iniciado por
Costabeber y Caporal en 1995, en el curso de Maestría sobre Agroecología del
ISEC, donde como alumnos presentaron un texto y dieron una charla con el
intento de definir la Extensión Rural Agroecológica (que después Caporal concretó
en su Tesis Doctoral de 1998) fundamentándose en algunas de las prácticas
ecológicas que se destacaban en Brasil de aquella época; pero pensando ya en una
3. De 1995 a 2002 realizaron sus Tesis Doctorales (las cifras entre paréntesis se corresponden con las
fechas de lectura de las mismas): Joao Carlos Canuto, Agricultura ecológica en Brasil (18/02/ 98); José
Antonio Costabeber, Acción social colectiva y procesos de transición agroecológica en Rio Grande do
Sul, Brasil (15/10/98); Francisco Roberto Caporal, La extensión agraria del sector público ante los
desafíos del desarrollo sostenible (13/11/98); Eros Marión Musoi Integración entre investigación y
Extensión agraria en un contexto de descentralización del estado y sustentabilización de políticas de
desarrollo: el caso de Santa Catarina, Brasil. (6/05/98); Joao Costa Gomes, Pluralismo metodológico en
la producción y circulación del conocimiento agrario. Fundamentación epistemológica y aproximación
empírica a casos del sur de Brasil. (20/10 99); Flavio Sacco dos Anjos Agricultura familiar
pluriactividad y desarrollo rural en el sur de Brasil. (22/11/00); José Geraldo Wizniewsky, Los
asentamientos de reforma agraria y la perspectiva de la agricultura sostenible: el caso de Hulla Negra y
Piratini, Rio Grande do sul, Brasil (5/10/01); Joel Enrique Cardoso, Reforma agraria y conservación
forestal en el Oeste de santa Catarina, brasil: el caso del municipio de Abelardo Luz (20/04/02) y Marcos
Flavio Silva Borba, La marginalidad como potencial para la construcción de “otro” desarrollo: el caso
de Santana da Boa Vista, Rio Grande do Sul, Brasil (29/11/02). Este Programa de Doctorado de
Agroecología del Instituto de Sociología y Estudios Campesinos de la Universidad de Córdoba, donde se
realizaron tales investigaciones, estaba articulado con otro Programa de Maestría (por investigación) de
Agroecología, en la Universidad Internacional de Andalucía, donde participaron varios investigadores y
extensionistas brasileños vinculados a este proceso; entre ellos Lino de Daeibid, como señalamos a
continuación.
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Extensión para Rio Grande do Sul. Así la Extensión Rural Agroecológica quedó
definida como un proceso de intervención de carácter educativo y transformador,
basado en metodologías de investigación-acción participante que permiten el desarrollo
de una práctica social mediante la cual los sujetos del proceso buscan la construcción y
sistematización de conocimientos que los lleva a incidir conscientemente sobre la
realidad, con el objeto de alcanzar un modelo de desarrollo socialmente equitativo y
ambientalmente sostenible, adoptando los principios teóricos de la Agroecología como
criterio para el desarrollo y selección de las soluciones más adecuadas y compatibles con
las condiciones específicas de cada agroecosistema y del sistema cultural de las personas
implicadas en su manejo (Caporal, 1998)4.
Los “nuevos tecnicos agroecologistas fichados”, desplegaron una ilusionante
transformación tanto en la filosofía como en las infraestructuras organizativas de
la nueva EMATER/RS; sin embargo los relevantes logros obtenidos en este
periodo sufrieron un importante quiebre ya que, “a partir de 2003 el marco de un
gobierno estadual conservador y comprometido con el modelo desarrollista,
rompió la trayectoria inaugurada en el gobierno anterior de Olivio Dutra y eliminó
de su política la perspectiva agroecológica, sin relación con las organizaciones de
representación de los agricultores y de otras entidades del sector” (Caporal y
Petersen, 2012: 63-74). Como consecuencia las transformaciones emprendidas solo
se mantuvieron, al cambio político en el gobieno gaucho, aquellas experiencias
agroecológicas donde, en general, los extensionistas estaduales continuaron
militantemente sus acciones, en forma extraoficial. Es importante hacer referencia
a dos de las estrategias adoptadas en la EMATER/RS de los años 1999 a 2002: la
primera, fue un amplio programa de formación de extensionistas en Agroecología
y Desarrollo Rural Sostenible en el cual la empresa estatal aplicó millones de
reales, capacitando a más de mil extensionistas rurales, incluso en el nivel de
especialización y postgrado. La segunda, fue la organización de un grupo de
extensionistas comprometidos con la perspectiva agroecológica, el GRUPO
TREXTER (Trabajadores de la Extensión Rural), que siguió funcionando y
realizando reuniones y debates acerca del tema, aun durante el período del
gobierno conservador. El grupo aun existe y mantiene sus actividades de acción
colectiva.
No obstante, la efímera experiencia agroecológica de EMATER/RS supuso un
precedente fundamental para iniciar una nueva política pública federal de
agroecología. Ello tuvo lugar cuando el nuevo gobierno federal abrió, en 2003 y a
través del Ministerio do Desenvolvimento Agrário (MDA), consecutivos debates en
todas las regiones brasileñas, para construir un proceso participativo que
identificara las necesidades sentidas en los distintos territorios del país. Al
incorporar los resultados obtenidos en dichos debates se pretendía construir la
Política Nacional de Assistência Técnica e Extensão Rural (PNATER) llegando a
4 Para más detalles acerca de las bases teóricas de la empresa de Extensión Rural de Rio Grande do Sul, Brasil, véase:
CAPORAL, F. R. (1998); CAPORAL, F. R. y COSTABEBER, J. A. (2001); CAPORAL (2002); CAPORAL y
COSTABEBER (2002). Estos textos estuvieron disponibles públicamente en el institucional site www.emater.tche.br.
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implementar una Extensão Rural Agroecológica en los términos definidos por
Caporal y Costabeber, que acabamos de ver. Así se produjo prácticamente un
traslado federal del grupo agroecológico generado en rio Grande do Sul a la "nueva
propuesta" de PNATER para todo el país; es decir, ya con carácter federal. Desde
aquí se continuó el cambio anteriormente emprendido con las numerosas
adaptaciones necesarias: tanto por el traslado del nivel estadual al federal; como y
sobre todo, por el contexto hostil de colisión con las políticas públicas de apoyo al
agronegocio que fue imposible neutralizar, en su avance “modernizador”.
A pesar de las contradicciones de las políticas públicas antitéticas de apoyo
tanto a la Extensión agroecológica como al agronegocio modernizador;
aparecieron también la última década, otras políticas públicas relacionadas con la
asistencia técnica y extensión rural, en otros sectores, iniciativas que (promovidas
en muchos casos por el “grupo liderado por Caporal y Costabeber”) trataban
nominalmente la agroecología. Este es el caso de la política educativa; donde desde
en 2003, fueron creados en Brasil, en la educación formal, más de 100 cursos sobre
o relacionados a la agroecología; consagrando su profesionalización en los niveles
medio, superior y de postgrado. El Ministerio de la Educación (MEC) en
colaboración con el Ministerio de la Agricultura, Ganadería y Abastecimiento
(MAPA) apoyó la formación de núcleos de investigación y extensión en
agroecología en Institutos Federales de Educación Tecnológica. También el
Ministerio de Desarrollo Agrario (MDA) en colaboración con el Consejo Nacional
de Investigaciones (CNPq) apoyó la creación de más de 58 Núcleos de Agroecología
similares en Universidades Públicas (Cf. Caporal y Petersen, 2012: 63-74;).
Actualmente Brasil cuenta con más de 100 Núcleos de Agroecología en las
Universidades e Institutos Federales. Asimismo, a partir de este movimiento, se
crearon inúmeros Grupos de Investigación que están registrados en el Consejo
Nacional de Investigación (www.cnpq.br).
No obstante, aunque se realizó un importante esfuerzo económico federal
incrementando el presupuesto de 396 millones de reales en 2003 a 626 en 2010 para
introducir la agroecología en la vasta red de Extensión Rural creada como Ater; el
hecho de que funcionara financieramente, tanto por recursos federales, como
estaduales y (marginalmente) municipales, determinó que la cantidad aportada
resultaba 3 veces menor que el aporte federal global. Este hecho y las
discrepancias ideológicas de diversos estados determinaron que el enfoque
agroecológico no llegara a implementarse en muchos territorios.
Sin embargo, el golpe definitivo que diluyó la agroecología de PNATER se
produjo cuando en la Ley de Ater de 2010, se introdujeron un conjunto de
proposiciones de carácter metodológico que “confrontaban frontalmente los
principios básicos del desarrollo de los servicios de Ater guiados por la perspectiva
agroecológica; entre otras razones, para reforzar el abordaje difusionista de los
profesionales” (Caporal y Petersen, 2012). Quedó entonces clara la falta de
voluntad política del cambio que ya se venía percibiendo en la cada vez más
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limitada representatividad que se daba a las entidades de agricultura familiar en
los órganos de participación decisoria. Fue así como las políticas nominalmente
agroecológicas fueron reformuladas quedando solamente confinadas en la
Secretaria de Agricultura Familiar (SAF) del Ministério de Desenvolvimento
Agrário (MDA); debiendo ser fundamentalmente desarrolladas por el Grupo de
Trabalho Ater, que pretendió llevar a cabo una Política Nacional de Assistência
Técnica e Extensão Rural (MDA, 2004), hasta La extición del mandato del
Presidente Lula.
Lo relevante de la “propuesta de Extensión agroecológica inconclusa”, que
acabamos de relatar, es que tal proceso generó que, el movimiento agroecológico
desplegado por aquellos años en Brasil, se realizara bajo la mirada y los intentos
de apoyo, a tal “experimento, tanto estadual como federal, de carácter
institucional”, de la totalidad de los referentes teóricos internacionales de la
Agroecología. Estos centraron su actividad en teorizar, desde dicha praxis
brasileña, los procesos territoriales de Transición Agroecológica; y al hacerlo
participaron en la potenciación de los mismos. El papel dual de teórico, por un
lado y, técnico y asesor político, por otro, de José Antonio Costabeber, fue decisivo
en la reorganización y re-orientación del movimiento rural y familiar brasileño
hacia los postulados de la agroecología. Y ello: tanto a través de las asociaciones
académicas y profesionales de agroecología, en cuya creación participó
activamente; como en las organizaciones políticas y sociales de productores
agroecológicos y consumidores, que se fueron creando en los distintos niveles de
territorialidad. Su alianza con Caporal, se vió incrementada en este terreno con
Paul Petersen, quien, a finales de la última década, describe este proceso de
“técnicos y políticos capaces de generar iniciativas ligadas al desarrollo
agroecológico”; generándose “una corriente cada vez más amplia de
investigadores, certificada por la realización de seis congresos nacionales de
agroecología (2001-2009), el último de los cuales se hizo coincidir con el II
Congreso Latinoamericano y fue atendido por cerca de 4,000 participantes” existe
una pujante Sociedad Brasileira de Agroecología que en 2006 celebró su Segundo
Encuentro Nacional de Agroecología en “Recife, con una participación de 1731
personas principalmente pequeños agricultores familiares (841) y técnicos locales
(732) provenientes de todo el país. De estos eventos nació la ANA (Articulacao
Nacional de Agroecología), que opera como un instrumento estratégico entre las
organizaciones sociales y políticas de productores con grupos de activos
acompañantes de la esfera técnica y de investigación aplicada y las instituciones
académicas (Petersen, 2009; Cf., también, Victor M. Toledo, 2012: 37-46).
En este apartado final voy a presentar la teorización de la referida
aportación brasileira, desde la praxis; como homenaje póstumo a nuestro
entrañable amigo José Antonio Costabeber: quien envió la primera circular de este
congreso, convocándonos a compartir, ya padeciendo su grave dolencia, este
evento.
5. A modo de conclusión: la Transición Agroecológica desde sus niveles de territorialidad.
12
Recordemos que la Agroecología puede definirse como (i) la búsqueda de un
manejo ecológico de los bienes naturales para, (ii) mediante acciones locales
endógenas, de naturaleza socioeconómica, construir sistemas agroalimentario
locales, y (iii) generar procesos de transformación y sustentabilidad entre
productores y consumidores. (iv) Su acción se articulada con los movimientos
sociales (que se enfrentan al neoliberalismo y la globalización económica
capitalista) para generar procesos de desmercantilización y democratización del
conocimiento; (v) se pretende así incorporar, a las parcialidades socioculturales
ocultadas, en plataformas interculturales de sustentabilidad; (vi) para elaborar
participativamente procesos de transición agroecológica que permitan la
emancipación y liberación sociocultural y política de la concepción del mundo de la
modernidad capitalista. Veamos este proceso desde los distintos niveles de
territorialidad.
La Agroecología se mueve en el nivel de territorialidad predial utilizando
como metodología dominante, aunque combinada con otras muchas, el desarrollo
participativo de tecnologías en finca; ya que ésta es la herramienta central de la
hibridación tecnológica, entre los conocimientos local campesino y/o indígena; y el
científico. Se obtiene así el manejo agroecológico predial, que rompe
“empíricamente la ocultación moderna” de la superioridad de la agricultura
orgánica sobre la de naturaleza industrial; cuando, en realidad en el contexto
agroecológico, tal superioridad no solo tiene una naturaleza ecológica; sino que se
torna, además económica, en términos de salud; y sobre todo en términos éticos, al
iniciar ya desde el predio una propuesta anticapitalista. Al tiempo, se genera un
contexto de reflexividad, que introduce elementos, socioeconómicos, culturales y
políticos de la parcialidad subalterna en que nos movamos; de naturaleza
expansiva al resto de los niveles de territorialidad.
En efecto, en el nivel predial se inician los diagnósticos participativos, como
metodología trasversal de análisis comunitario de la situación de la identidad
sociocultural subalterna. Con ello se elaboran las estrategias de democratización
del conocimiento, socialmente construido, mediante su desmercantilización. La
primera acción agroecológica de esta naturaleza necesariamente consistirá en la
desmercantilización de las semillas, seriamente amenazada desde el neoliberalismo
de las organizaciones internacionales; donde prevalecen los intereses de la
multinacionales agroalimentarias.
El siguiente nivel de territorialidad agroecológica es el de la comunidad
local; donde se da una clara prevalencia de la dimensión socioeconómica de la
Agroecología, al actuar desde los procesos de circulación; pretendiendo como
primera acción agroecológica, crear mercados alternativos como respuestas
endógenas que eviten la extracción del excedente. Cuando la estrategia de
democratización del conocimiento, iniciada en el nivel predial, se dirige a los
consumidores en busca de una prevalencia de los valores de uso sobre los de
cambio, para evitar la extracción capitalista, aparecen los mercados alternativos
13
desde la Economía Solidaria. Tal acción se completa con la utilización de canales
cortos orientados a los mercados locales; donde el reparto del valor añadido se
realice básicamente entre el agricultor y el consumidor. Ello se consigue mediante
la creación de asociaciones de productores y consumidores de naturaleza
agroecológica; desde donde se realizan los diagnósticos participativos generando
estrategias, en la identidad sociocultural subalterna, de democratización del
conocimiento, socialmente construido, mediante su desmercantilización.
Este nivel de comunidad local se desarrolla en una unidad espacial integrada
por el conjunto de experiencias productivas y el conjunto de consumidores
asociados en las organizaciones agroecológicas que han generado los distintos
mercados alternativos existentes. Habrá, pués, tantos mercados alternativos, en la
comunidad local en que nos encontremos, como asociaciones de productores-
consumidores de las que surgen. La articulación de tales mercados alternativos
dotará, a la entidad de población en se produce tal articulación, de una
heterogeneidad sociocultural de de acuerdo con la diversidad de las parcialidades
subordinadas existentes. Si se produce un ajuste adecuado entre las plataformas de
sustentabilidad de las distintas experiencias agroecológicas aparecerá un fuerte
potencial respecto a la posible creación de instituciones económicas nuevas, ajenas
a la racionalidad capitalista.
El siguiente nivel de territorialidad agroecológica es el de sociedad local; el
cual está integrado por el conjunto de comunidades locales con algún tipo de
adscripción histórica que establezca cierto grado de identidad; aunque a veces las
delimitaciones administrativas otorguen mayor operatividad. Es este, el nivel de
territorialidad, donde se diseñan normalmente los procesos de transición
agroecológica tal como han sido caracterizados anteriormente. Lo ideal será hacer
converger las articulaciones de las distintas experiencias agroecológicas existentes
en las diferentes comunidades de la territorialidad en que actuemos.
Agroecológicamente la territorialidad es más evidente, en este nivel, cuanto más
fuerte sea la visibilidad de su parcialidad sociocultural, como es el caso ce los
pueblos indígenas, y más aún si éstos conservan su cosmovisión, como pautadora
de su manejo originario de los recursos naturales. Aunque en los procesos de
transición, a nivel de sociedad local, se utilizan todo el conjunto de herramientas
participativas que hemos ido caracterizando; creemos importante recordar que
todas ellas se inscriben en la dinámica de la técnica agroecológica central: la
investigación/acción participativa como mecanismo de ruptura de la relación
científica sujeto-objeto. Esto implica, una transformación radical en el sujeto
científico; antes concebido como un observador neutral, objetivo y externo a la
realidad que escruta y en la que el investigador no puede intervenir. Por el
contrario, el antiguo objeto que había de ser transformado; ahora es un sujeto que
pertenece a la naturaleza a la cual observa y procura caracterizar y explicar para
transformarla. De esta forma el (antiguo) sujeto, que actuaba como observador
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“universal” se transforma en (nuevo e incompleto) sujeto que actúa como
investigador “situado”, en un contexto de reflexividad.
La reflexividad del proceso de investigación consiste en aceptar que la
realidad no es sólo una estructura definida, sino también es producto y
componente de una dinámica de estructuración del propio conocimiento; así la
realidad se constituye y modifica por acción de la interacción sujeto-objeto. O
dicho en otras palabras; la teoría, en el mismo proceso cognoscitivo, transforma el
papel del sujeto, en la construcción del conocimiento; en su “objeto modificador”.
En efecto, el sujeto está inmerso en la realidad que conceptualiza creando
lenguajes simbólicos particulares de esa realidad, es decir su rol es activo, creador y
transformador de lo real. Por tanto, solo a través de la investigación/acción
participativa el rol del investigador será resituado en el contexto adecuado a las
demandas de la identidad sociocultural, en proceso de intervención para el
desarrollo. Solo desde esta perspectiva, es posible definir los procesos tecnológicos
desde su reflexividad sociocultural real. Así el desarrollo de tecnologías en finca
(hibridación tecnológica), los diagnósticos participativos (creación de estrategias),
como metodología agroecológicas, asentadas en los niveles predial y de comunidad
local, necesitan de un curso dinámico para la consolidación del desarrollo
endógeno (surgido desde dentro); que solo adquiere su plena eficacia a través de la
investigación/acción participativa. Si ello tiene lugar; mediante la interacción de la
parcialidad moderna (desprovista de sus “históricas monoculturas de la mente”) y
una parcialidad sociocultural originaria, la probabilidad de obtener una autentica
coproducción de conocimiento se multiplica.
Aun cuando en el nivel de territorialidad de sociedad local, que acabamos
de considerar, aparece ya la investigación participativa, neutralizadora de la
reflexividad reestructuradora de conocimiento, como proceso articulador territorial
en busca de apoyo público, generado empíricamente tal como hemos mostrado en
los apartados tercero y cuarto anteriores. En lo que sigue, completamos la
teorización de este proceso, surgido del apoyo empírico que se generó en Brasil
como consecuencia de la “propuesta de Extensión Agroecológica”, construida por
el grupo de agroecólogos brasileño (liderado por Caporal y Costabeber) diseñador,
de tal acción en los niveles estadual y estatal” relatada en el anterior epígrafe.
El hecho de que el nivel de territorialidad estatal de la Agroecología se
mueva en la dimensión política requiere ya, para una acción efectiva, la
intervención de políticas públicas. Ello tendrá lugar al actuar generando procesos
de articulación entre los distintos conjuntos de acción agroecológica, que
normalmente estarán ligados a los movimientos sociales de disidencia al
neoliberalismo y la globalización existentes en esta territorialidad. Sin embargo,
aquí la estrategia de democratización del conocimiento se dirige; no solo a las
parcialidades socioculturales subordinadas, sino al conjunto de la sociedad ya que
lo que se pretende es incidir participativamente en la generación de políticas
públicas. Ello requiere un abordaje integral de los procesos implicados en una
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estrategia que abarque a la totalidad de los territorios y cuyo objetivo último sea
facilitar procesos de transición agroecológica para obtener la sustentabilidad.
La acción agroecológica habrá de ir dirigida a: por un lado, a los actores
sociales involucrados en los procesos de producción, circulación y consumo
agroecológicos, y por el otro, a las diferentes instituciones públicas y de la sociedad
civil en sus distintos niveles de intervención territorial. Se pretende así, involucrar
a todos los actores, en procesos amplios de planificación participativa de la
transición agroecológica hacia un desarrollo sustentable; que produzca la acción
transformadora deseada. Se persigue con ello ensanchar la esfera de lo público;
creando plataformas de sustentabilidad social que abran procesos, que permitan
incidir participativamente en la generación de políticas públicas. La Agroecología
demanda del Estado un rol clave como garante al acceso universal al conocimiento
de toda la población y como mediador entre los intereses públicos y los intereses
mercantiles.
El nivel de territorialidad global aparece como articulación de los
movimientos sociales vinculados al manejo de los recursos naturales, a comienzo
de la última década de la pasada centuria. Aunque su gestación responde a
contenidos históricos de luchas emancipatorias agrarias muy anteriores, fué en
1993 cuando se crea formalmente la Vía Campesina, como internacional de
movimientos sociales agrarios; ésta ha de entenderse como resultado del proceso de
articulación mundial de la disidencia al neoliberalismo y la globalización
económica (Sevilla Guzmán y Martínez Alier, 2006). En el contexto de sus
múltiples y periódicas reuniones, adoptaron la Agroecología como matriz
tecnológica para su manejo de los recursos naturales; desarrollando un proceso de
integración de propuestas en los espacios de debate y reflexión para alcanzar
consensos, que cristalizó en la formulación del concepto de Soberanía Alimentaria.
Tal concepto, fue definido como el derecho de los pueblos a establecerr sus propias
políticas sustentables de producción, distribución y consumo de alimentos,
garantizando el derecho a la alimentación para toda la población, con base en la
pequeña y mediana producción, respetando sus propias culturas y la diversidad de
los modos campesinos, pesqueros e indígenas de producción y comercialización
agropecuaria, y de gestión de los espacios rurales.
Desde la territorialidad global, la estrategia agroecológica se torna en la
búsqueda de una transformación política socioambiental, marcándose como
objetivo la obtención de la Soberanía Alimentaria. Aquí la estrategia de la
agroecología se centra en identificar los ámbitos de sustracción y contracción del
mundo que genera la Modernidad capitalista consiguiendo la ocultación de cuanto
se escapa a su ordenación de la existencia para; una vez desvelados, desarrollar
mediante sus experiencias alternativas, procesos que democratizan el conocimiento
y desmercantilizan los bienes ecológicos comunales. Se trata de articular las
diferentes experiencias agroecologías existentes en los distintos niveles de
territorialidad para la recreación de distintos modos de confrontación a la
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“ocultación moderna” superando la invisibilidad por ella creada (Santos,
Boaventura de Sousa, 2009: passim). Esta acción agroecológica de la Vía
Campesina es desarrollada por el conjunto de actores sociales que, desde la propia
sociedad civil, se alían con las experiencias agroecológicas que, desde el manejo de
sus bienes ecológicos comunales, utilizan las respuestas endógenas de creación de
espacios vacios de capitalismo para; fuera ya de la lógica del lucro, desplegar las
potencialidades de sus diferentes parcialidades socioculturales y desde las nuevas
infraestructuras socioeconómicas desarrolladas, conseguir la soberanía
alimentaria.
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