ESCULTURA GIREGA
DANIEL AGUDELO CASTAÑO
KAROL RIVERA YÉPEZ
11-2
ESCULTURA DE LA ANTIGUA GRECIA
La escultura de la Antigua Grecia alcanzó el ideal de la belleza artística hasta donde
pudo llegar por sí solo el ingenio humano. Aunque Grecia floreció en todas las Bellas Artes,
ninguna le distingue tanto como la escultura.
Cultivó el arte de la Antigua Grecia todos los géneros de escultura, adoptando con
predilección el mármol y el bronce como material escultórico y tomando como asuntos
principales los mitológicos y los guerreros a los cuales añadió en su última época el retrato
de personajes históricos.
Forman su característica en los mejores tiempos del Arte (los de Fidias) la expresión de la
realidad idealizada, la regular proporción orgánica, el alejamiento de lo vago y monstruoso,
la precisión en los contornos y detalles, la armonía y belleza en las formas y la finura en la
ejecución.
DIVISION DE LA ESCULTURA
Suele dividirse la escultura griega en cuatro periodos históricos bien
delimitados a los cuales precede el protohistórico1 o minoico2 y micénico.3 En
éste, se desarrolló por espacio de unos veinte siglos (desde el año 3000 al
1100 a. C. aproximadamente) un arte rudimentario pero lleno de vida y
movimiento que modeló el barro y trabajó la piedra, el marfil, el hueso e incluso
el oro, el plomo y el bronce, produciendo relieve, grabados, entalles mitológicos
en piedras finas y pequeñas estatuas e idolillos. Aunque labrados con cierta
tosquedad, se presentan a veces con admirable corrección en el dibujo que
parece recordar el arte de los cazadores del reno los cuales pudieron tener con
la civilización egea algún lazo histórico.
Los cuatro períodos arqueológicos que tras un prolongado silencio
artístico siguieron al micénico se distinguen del siguiente modo:
1.El período de formación, desde aproximadamente el 620 a. C. al
540 a. C.
2.El período arcaico, desde el 540 a. C. al 460 a. C.
3.El período de perfección o clásico, hasta finales del siglo IV a. C.
4.El período de difusión, que algunos llaman de decadencia, después
de Alejandro Magno hasta la conquista de Grecia por Roma, de
323 a. C. a 146 a. C.
PERIODO DE FORMACION
En el primer período después de los rudimentarios ídolos de madera llamados xoanon, planos por delante y por detrás y redondeados en los bordes, descubiertos en Delos (atribuidos al mítico Dédalo) y después de las primeras estatuas de mármol de tosco labrado y a modo de columnas, va recorriendo el arte un camino de progreso que empieza en las escuelas jónico-asiáticas de Samos y Quíos (islas de Asia Menor) y sigue en la dórica Sición (Peloponeso) a principios del siglo VI. Las jónicas se distinguen por cierta elegancia y simetría en el plegado de los paños como es de ver en las diferentes Ártemis (o Dianas primitivas) que son obras principales de dichas escuelas.
PERIODO ARCAICO
El segundo período se caracteriza por la independencia que el arte griego, ya formado, va realizando respecto de imitaciones orientales y por el tipo atlético dado a sus estatuas que en su gran parte representan a los vencedores en los juegos olímpicos aunque se llamen Apolos.
Esta última y quizás también la de Egina más bien deben llamarse escuelas áticas de influencia dórica pues seguían la tradición jónica en el plegado de los paños con bastante finura y exceso de simetría. Las escuelas propiamente dóricas se reducen a las tres primeras ciudades de la lista como situadas en el Peloponeso, las cuales forman la llamada escuela argivo-sicionia, que labró las estatuas atléticas de bronce. En Asia Menor y las islas del mar Egeo continúan vivas en este periodo las imitaciones orientales.
PERIODO CLASICO
El tercer período señala el apogeo de la escultura, siendo Fidias el que a mediados del siglo V a. C. la llevó a su esplendor. Pero antes forman una especie de transición los escultores Calamis y Mirón, los cuales vencen la rigidez del anterior periodo dando a las figuras delicadeza y gracia el primero y expresión de movimiento el segundo. Fidias, condiscípulo de Mirón en la escuela de Agéladas (de Argos), se celebra como escultor de los dioses pues nadie como él en el mundo antiguo supo dar a sus creaciones artísticas actitud noble y serena y sello de lo divino sin que le hiciera falta para ello el simbolismo. Obras suyas fueron entre otras:
estatuas crisoelefantinas (de oro y marfil) y la estatua de Zeus (Júpiter) para el templo de Olimpia
las las estatuas de Atenea o Minerva para el Partenón de Atenas. Esta estatua se dice que medía unos doce metros sobre su pedestal
las esculturas que adornaban los tímpanos y frisos de este segundo templo.
Contemporáneo y condiscípulo de Fidias fue Policleto, que en su tiempo alcanzó tanta fama como él, notable por la corrección en el dibujo, finura en los detalles y expresión noble de la fuerza y forma humanas, en contraposición al tipo sobrehumano de Fidias. Ambos artistas se consideran como genios superiores de la escultura. Policleto fijó el canon escultórico, modificado después por Eufránor y Lisipo y representa con Mirón el progreso de la escuela argivo-sicionia o dórica de Canaco y Agéladas, siendo obras suyas varios atletas y la famosa Amazona presente en los Museos Vaticanos.
Los imitadores de Fidias constituyen la escuela llamada de tradición ática o jónica en la cual brillan Agorácrito, Alcámenes y Peonio. Se cuentan entre las mejores obras de la escuela las siguientes:
las cariátides del Erecteión
los relieves del templo de la Victoria Áptera
las estatuas del frontón del templo de Olimpia.
A la misma tradición se hace corresponder el puteal o brocal de pozo con bajorrelieves que guarda el Museo Arqueológico Nacional de España, que fue hallado en Madrid y es conocido como el Puteal de la Moncloa. Continuadores de la escuela dórica de Policleto fueron Pericletes, Arístides y Atenodoro.
Entrado ya el siglo IV a. C., la escultura toma un carácter realista que degenera en sensualismo con Escopas y Praxíteles (pertenecientes más bien a la escuela ática) al buscar el sentimiento, la gracia y la delicadeza en vez de la grandiosidad y elevación que distinguía a los anteriores. De esta época y, sobre todo, de Praxíteles son varios Faunos, Afroditas, Dionisos y Apolos sin las formas atléticas de tradición dórica. A Escopas se atribuye entre sus mejores obras
el grupo de Níobe con su hija
la Afrodita de Cnido
la Victoria de Samotracia, en el Museo del Louvre
incluso, la Venus de Milo (muy discutida y puede ser una Anfítrite de la escuela de Fidias), también en el Museo del Louvre.
En cambio, los escultores de la escuela argivosicionia como Eufranor y Lisipo, continúan fieles al espíritu clásico sin dejar de ser muy realistas. A Lisipo atribuyó Plinio el Viejo, más de 1.500 estatuas, la mayor parte de bronce y se distingue en la expresión del carácter individual que supo imprimir en ellas. A él o a otro escultor de Quíos se adjudica la cuadriga de bronce dorado que hoy adorna la fachada de San Marcos de Venecia (y que otros suponen romana de la época de Nerón) y de él fueron todas las esculturas que representaron a Alejandro Magno.
PERIODO HELENÍSTICO
El cuarto período que es el de difusión se llama también alejandrino y helenístico por corresponder a la época de helenismo abierta por Alejandro Magno.
GLIPTICA
Durante todos los periodos enumerados, se cultivó en Grecia
con perfección admirable la glíptica, ya ensayada en el arte
micénico y antes cultivada en Egipto y Caldea. Se conservan en
los Museos magníficas colecciones de primorosos entalles y
camafeos, labrados con piedras finas (ágatas, por lo común con
sus afines) que sirvieron para anillos y demás joyas de la
opulencia griega y que tal vez mejor que los demás objetos
artísticos.
COROPLASTIA
En trabajos de coroplastia (estatuas y relieves de barro
cocido) sobresalió igualmente el pueblo artista por
excelencia siendo muy celebradas las estatuitas de Tanagra
(en la antigua Beocia) y de Mirina (cerca de Esmirna, en
Asia Menor) por sus acabados de perfiles. Datan de los
siglos IV a. C. y III a. C. las mejores de estas obras aunque
ya empezaron en el VI a. C.
Muchas gracias
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