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MANIFIESTOQUE HACEN A LA N A C IO N
XOS GEFES Y OFICIALES
DEL SEGUNDO BATALLON DE ASTURIAS*
BADAJO*.IMPRENTA DE LA CAPITANÍA GENEBjU*
>fíO DE 1820.
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MANIFIESTO
QUE HACEN Á LA NACI ON
LOS GEFES Y OFICIALES
B E L 2.° B A T A L L O N DE A S T U R I A S . '
ELjspañoles: si en un pueblo libre es licitó á todo ciudadano escribir, im prim ir y pub licar sus ideas políticas, con sujeción á las leyes, ¿con cuánto mas derecho deberán us^r de esta libertad para manifestar sus rectos sentitniemos aquellos, que- juzgados por sus conciudadanos, por las apariencias que hau ' vestido las últimas ocurrencias de la ciudad de’Sevilla, se vea hechos el blanco de todas las disposiciones semi-Jióstiles con: que se ha atem orizado á esta c iudad por espacio de mas de ocho dias? Y que interpretadas éstas por los que solo nü ran las cosas por ios resultados, no hallan otros acusados que á los que se ven en la precisión de m anifestar su conducta a a - ttírior y presente, p ara desmentir la opinion poco favorable que les han producido semejantes determinaciones.
C onvencidos, pues, de la imperiosa necesidad de conservar su honor y op in ion , que es el alma del hombre social, no tra tan de hacer una la rg a exposicion de la pericia y su bordinación m ilitar , que les tiene tan acreditados .en. la. ú ltima cam paña contra los Franceses, y anteriorm ente, porque ¿«tas sonaráii mejor en k boea de los Oenerales á cuyas Qf?:.
dtjaes han s ^ v id o ; tarapoco « fijait ti\ referir detenidamente., lo q«¿ lodos sabirt sobre Iä^ ocurrencias del 8 de Ju lio del aao próximo psisado, ea <iü«í con rostro sereno, y firmeza mil i ta r , vsupicroii, 5ÌU tiu b irg o de ios antecedentes eu que estaban enier.idos, y couvciüdoí, por la palabra de todo un Gen e ra l, ver separar y arrestar a sus Gefes, dejar la tropa las arm as, eniprv'udcr su m archa para U trera despues de recogid a s , superar las crucles disposiciones de la hora, la estación, el caimno a p ie , y d n ingún descanso hasta las siete leguas^ y todo , todo les tu«i mas llevadero que el ver derram ar sangre « p a ñ o la , q,ue era en aquellas circunstancias el único remedia ’ apücable i seaicjante felonía: sufridos estos y otros con tratiempos, esperaron la epoca favorable, en que unidos á su 2.» Com andante D. R a fa d d e l Riego, pudieron con a lguna probabilidad d ar el prim er grito de libertad e independencia, anim ar á sus conciudadanos, con cuyo apoyo siempre contaron, y exponer ai Rey la necesidad que tenia la N ación de recob ra r sus antiguos derechos, y estrechar ésta sus intereses coa los de aquel: todo sucedió felizmente, despues de la i a lterna^ ' tivas que nadie ig n o ra , y no es del intento repe tir, y vieron cumplidos sus deseos, como igualm ente llenas sus esperanzas, no habiéndoles animado o tras; pues si adm itieron ascensos, que en el dia dejarían gustosos para c o n a r toda em ulación, fué porque la necesidad obligó á los Gefes del E jército de la- i s la á reemplazar las muchas vacantes de los ausentes, hasta poner dicho Ejército en disposición de su p lir con cinco m il hom bres, lo que pudieron y debieron haber hecho diez m ilj y en este caso, ó en el de estar acorde todo el Ejército como ca Ñ apóles, no hubiera habido necesidad de ascensos j pues los españoles, ni son menos grandes n i menos generosos que lo« Napolitanos.
Concluidas las fatigas que sufrieron en la colum na móv i l , con sus amados compañeros de otros Batallones entraron en Sevilla, siendo en g ran parte el apoyo y contianza del Ex- celentísimo Scxior C apitan General y del Gefe político, entonces el Excelentísimo Señor Don Tomás M orenoj encargándose dichos Oiiciales de la colum na de p a tru lla r coda la noche, por no molestar á la poca tropa que no era suficiente p ara cu b rir el servicio do la plaza, siendo unos perpetuas, v ig ilantes hasta el d ia en que se veriticú la ju ra de la Constitu* cion en aquella ciudad, por conservar el o rd en , y d a r nerbio y acción á todo lo que debia cooperar a l restablecimienio del sistema constitucional, en cuyo obsequio se hablan expuesto
si ser víctimas en uñ suJjUcío; y esta confianza la conservaron:(ai parecer) hasta los últimos dias ea que el heroico General D on Rafael del Riego fué destinado de cuartel á la c iudad de O viedo: en los momentos mismos en que hubo noticias de la Corte de las disposiciones que en ella se habian tomado para- restablecer el orden, llamó el Excelentísimo Señor C apitan General de A n d a lu c ía , D. Ju a n 0 -D onojú , á la B rigada de Carabineros, que se hallaba en C arm ona, como también á los Escuadrones de Farnesio, que estaban ea U treraj éstos y aquella vinieron precipitadam ente, según los mismos han asegurado. Este movimiento de tropas, imprevisto é inesperado puso en espcctativa a l pueblo y su guarn ic ión , quienes perm ane-' c ian tran q u ilo s , y esperaban el. resultado , hasta que al di* siguiente se mandó salir de Sevilla (en el térm ino de tres horas) p ara distintos puntos a l Coronel prim er Comandante át este B atailon , Don Santos San-M iguel, a l A yudante general de E stado-M ayor Don ífernando de M iran d a , al C om andante del E scuadrón N acional D. Carlos O sorno, a l C apitan del mismo D. F rancisco G ayangos, y seis ó mas Oficiales del 2.^ ^ C ^ á • B atallón de G alicia, po r haber representado estos últimos contra su Com andante de poco adicto a l sistema a c tu a l, habiéndose adamas tomado otras providencias por el insinuado Se- ñ c r Excelentísim o, que no creemos dei caso referir a q u í: eu esta situación y a princip ió el cálculo á recaer sobre los con- .finados, y á sospechar cosas de a lguna trascendencia, viendo por la noche patru llas dobles y numerosas de caballería , que rondaban por la c iu d ad , y rodeaban con frecuencia y a lg u na detención los cuarteles en que estaba alojada la infantería; pero ésta dormia tranquilam ente en sus cuadras, apoyada por una parte en lá seguridad que naturalm ente produce la hombría de bien y la subordinación, y por o tra en que sus h e r-
. manos y compañeros los de caballería eran españoles que conocen sus verdaderos intereses, y no hacian o tra cosa que cum plir las órdenes recibidas; en efecto, en otro siglo de menos luces y de ciertas antipatías bárbaras^ pudieron tale» medidas haber causado resentimientos entre los individuos de las dos arnus^ pero gracias á .su ilustrac ión , por la que conocen que es uno solo,el pueblo español, y debe ser solo un® el Ínteres general.
Los heroicos habitantes de Sevilla, naturalm ente pacíficos, ño dejaron de sorprenderse con tales precauciones, y m ucho mas cuando supieron que al frente del A lcazar, en que habita el G eneral, permanecia toda la n,oche u n a Gran-guar»
6 d ia de Caballeríá de c u á rín ta ó mas hom breé, y que en las- avenidas de las calles contiguas i la C atedral había centinelas abanzadasj estas disposiciones, y o tras reservadas que n o ' tenemos á bien manifestar, dieron m argen í que algunos c iu dadanos congeturasen que los Batallones de In fan tería querían atentar contra el General j otros el que se tra taba de sa quear la C atedral, y no faltó quien discurriese sobre otros atentados j pues para todo dió motivo la prevención que pú blicamente se observó: todo lo oyeron , lo su frieron , y vencieron con grandeza los que hablan á sus conciudadanos en €ste escrito, p o r q u e Fundados en su conocida inocenc ia , n o ’ dudan se ponga de manifiesto el m óyil de estos insultos y vejaciones.
Después de estas prevenciones alarm antes del Excelentísimo Señor C apkan General, con las que estaba índístíntam en-' te amenazado el pueblo y tro p a , como Gefe político que ce tam bién, mandó á la Sociedad patrió tica constitucional cesasen sus sesiones por motivo ‘de- la epidemia de Cádiz y Gerez, y habiendo ésta hecho presente^ que las reuniones se tendrían al ayre líb re , en cuyo caso no eran perjudiciales á la salud púb lica , y que no se habían privado otras mas numerosas en las ig lesias, procesiones y novenasj se la contestó: ” que la política y las leyes sanitarias asi lo ex íg ian j” siendo de consiguiente ésta una de las prim eras Sociedades que se ha mandado cesar en España desde que nos llamamos Ubres. T am bién como Géfe político impidió al im presor (*) que tenía ajustada la reimpresión de la carta de despedida del General R iego á sus compañeros de armas, la cua l habiéndose dado á Iub en la C orte, so prohibió su publicación en aquella c iudad j y por consiguiente el articulo 331 de la C onstitución quedó pop este medio extraordinario abpUdo en Sevilla. Estos hechos, que parecen ágenos del asunto que nos hemos propuesto , los in dicamos aquí de paso por la conexíon que dicen con los- an teriores, y por la parte que teníamos en unos y otros.
C orrieron por fin , aunque con len titud , los dias del 8 al 15 de Setiembre, días de sorpresa, de disgusto y abatimiento en los ánimos de los verdaderos constitucionales de dicha ciudad , y en las tropas de la colum na que compusieron la rolante del General R iego; estos dias terribles y aciagos p ara los buenos, solo se diferenciaron de los primeros por a lguna proclama ó edicto, en la que se am enazaba á los enemigos d«
( * ) H idalgo.
'la Constitución por eícceso o por defecto!' se iìjó tambieil cb. ^ n o de ellos la del C apitan Gencral de Castilla la nueva con !&otivo de las .ocurrencias del 7 eii M adrid ; y estos papeles, en •vez de tranqu ilizar á los cutiosos, producían mas deseos de saber el e rigen de tam añas providencias , porque todos habla»- b a n de delincuentes., de crim inales, de exaltados; pero uadic :sábia á quien concretar estos adjetivos, y en nuestro concepto jam ás lo sabrán, mientras que la misteriosa política y la.págií- j i a oculta no trate, como deseamos, de rasgar el velo q.ue tie- jie envueltos á los inocentes con los criminales.
E n este estado de cosas recibió oficio del C ap itan Gene* •ral el Comandarne accidental de este B ata lló n , Don L uis F e r- 4iandez de Castro, p ara que se pusiese en m archa con el de -su jnando p a ra Ja provincia de E xtrem adura, lo que verificó el 18 del mismo mes; y á. ios seis dias dé la salida de estas tropas de-S ev rtlá 'cesaron lías*G tandes4guardiás de C aballería , las centinelas aban tadas, y se disíninuyeron-én. su número y fuer^ xa las patru llas. A hora bien conciudadanos; en v ista de tales antecedentes; despues de tales procedimientos, --¿qué-consecuón. e ia saleinmediatameíite?-;A:hlí^lla;es tferrible y ajena .de‘nties- pro próceder acreditado-; pero x s forzoso .presentarla -para dmw fw gnarla .. jQ u e r rá n 4 a c ir 'q u c el B atallón •2-'’ -de A sturias ¡es delincuente? M as c laro ; ¿querrán suponer que el 2.® B atallón de A sturias con sus Gefes y Oficiales es enemigo del sistema constitucional? N o; nunca consentiremos ta l suposición; lo que se supone no se prueba; preséntese uno solo que con datos positivos lo acred ite ; constituyase el Excelentísimo Señor C ap itan General de A ndalucía nuestro acusador público; (por qué secretos sabemos que y a los tenemos) y ante T ribunal competente háganse á todos y á cada uno de nosotros los cargos que puedan convencernos; entonces, entonces nos conoceremos reo s, y declararemos francamente que las im putaciones que nos han hecho son ju s tas ; pero entretanto, n i seremos delincuentes mas que p ara los calum niadores, n i nós podrán desp o ja r de la g lo ria de haber sido de los primeros en proclam ar la libertad eiv il por la Constitución; y que la memoria de este hecho pasará de generación en generación hasta los siglos mas remotos, mientras que la de nuestros enemigos perecerá con su v id a , y aun antes.
Nosotros mismos p ara sincerarnos de los cálculos que pueden haberse formado por las providencias militares y políticas de Sevilla , pediríamos al Congreso N acional que se nos oyese en ju ic io ; pero como hemos visto decretar á so
licitud« iguale» *’quc no ha lagar á formación de causa* no nos daerminaoios á distracrio de asuntos mas imponaiii. tes á ia Nación. La misma solicitud haríamos al Gobierno; pero como este puede en uso de ¿üs facultades separar Gcícs de «US destinos, agregarlos ó proporcionarlos otros premiar j mudar la fuerza armada adonde le parezca que conviene, DOS damos ia solucion que recaería sobre nuestra 'instancia: ?nas entretanto nos queda el recurso de manifestar á nuestros amados conciudadanos, que las mismas ideas, los mismos sco- timientos que nos animaban en primero de.Enero, nos haa animado siempre, y animan hoy: que la£ pruebas que dimos entonces por el sistema constitucional, , repetiremos sieaw pre que la Pàtria lo nccesiie; y que d voto unánime del Batallón de Asturias es, Consticucioti, Constitución y mg!? Con& titucion^ Religion Católica y Rey ConstitucionaL
Llerena 4 de Octubre de 1820. El primer Comandante =r Anselmo Liurrígarro. = El segundo Comandante — Luis Fernandez de Castro«z=:El primer Ayúdame idterínorz José Alderete. == El segundo Ayudante =: Ricardo Maestre. = Por los Capitanes = Felipe CarroseÜ. = Luis Adammo, = Por los Tenientes=;Esteb3n Islafoyo. = José María Trelles.rrPor los Subtenientes ~ Beroardo Carreño. =: Yeuaacio de Valdivies^^
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