Historia del Abencerrajey la hermosa Jarifa
B I B L I OT E C A B Á S I C A - 31
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MUESTRA EDIT
ORIAL
Historia del Abencerrajey la hermosa Jarifa
Versión modernizada, introducción,
notas y propuesta de actividades de
José Pallarés Moreno y
María Ángeles Pérez Rubio
O C TA E D R O
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MUESTRA María Ángeles Pérez Rubio
MUESTRA María Ángeles Pérez RubioEDITORIA
LVersión modernizada, introducción,
EDITORIA
LVersión modernizada, introducción,
notas y propuesta de actividades de
EDITORIA
L
notas y propuesta de actividades de
José Pallarés Moreno y
EDITORIA
L
José Pallarés Moreno y
María Ángeles Pérez RubioEDITORIA
L
María Ángeles Pérez Rubio
Biblioteca básica, núm. 31
Historia del Abencerraje y la hermosa Jarifa
Edición a cargo de José Pallarés Moreno y María Ángeles
Pérez Rubio
Primera edición: marzo de 2011
© Derechos exclusivos de esta edición:
Ediciones OCTAEDRO, S.L.
Bailén, 5 - 08010 Barcelona
Tel.: 93 246 40 02 - Fax: 93 231 18 68
www.octaedro.com - [email protected]
Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública
o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la
autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase
a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org)
si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.
ISBN: 978-84-9921-157-2
Déposito legal: B. 10.742-2011
Ilustración de cubierta: Alhambra, de Elena Laura (Acrílico
sobre tela. 122x200 cm.)
Impreso en Liberdúplex, S.L..
Impreso en España - Printed in Spain
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MUESTRA © Derechos exclusivos de esta edición:
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Bailén, 5 - 08010 Barcelona
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MUESTRA
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Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública
MUESTRA
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o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la MUESTRA
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autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase MUESTRA
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EDITORIA
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Introducción
1. Características de la noveladenominada morisca1
El siglo XVI ofrece una amplia variedad de géneros narrativos, que suelen organizarse para su estudio en dos grandes blo-ques: por un lado, las obras de carácter idealista y, por otro, las de corte realista. Estas últimas tienen su expresión más clara en el Lazarillo, mientras que las primeras ofrecen una amplia variedad de subgéneros: novelas sentimentales, libros de caballerías, novelas pastoriles, bizantinas o moriscas. Este
1. Como estudio marco de la novela del siglo XVI, cfr. la «Introducción a la novela del Siglo de Oro, I (Formas de la narrativa idealista)», de Antonio Rey Hazas, Edad de Oro I, 1982, pp. 65-105. Para el estudio de la novela morisca son imprescindibles los trabajos de María Soledad Carrasco Urgoiti, especial-mente El moro de Granada en la literatura [1956] (Granada, Universidad de Granada, 1989) y sus Estudios sobre la novela breve de tema morisco (Barce-lona, Bellaterra, 2005). Los trabajos de Francisco López Estrada El Abencerraje y la hermosa Jarifa. Cuatro textos y su estudio (Madrid, Publicaciones de la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, 1957) y sus sucesivas ediciones de El Abencerraje (Novela y Romancero) (Madrid, Cátedra, 1980) son otro punto obligado de partida. Cfr. también Luis Morales Oliver: La novela morisca de tema granadino, Madrid, Universidad Complutense, 1972. Tenemos siempre presentes estos trabajos en esta introducción, así que, salvo en caso de citas textuales, omitimos otras referencias.
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MUESTRA las de corte realista. Estas últimas tienen su expresión más
MUESTRA las de corte realista. Estas últimas tienen su expresión más , mientras que las primeras ofrecen una
MUESTRA , mientras que las primeras ofrecen una
MUESTRA amplia variedad de subgéneros: novelas sentimentales, libros
MUESTRA amplia variedad de subgéneros: novelas sentimentales, libros de caballerías, novelas pastoriles, bizantinas o moriscas. Este
MUESTRA de caballerías, novelas pastoriles, bizantinas o moriscas. Este
1. Como estudio marco de la novela del siglo MUESTRA
1. Como estudio marco de la novela del siglo la novela del Siglo de Oro, I (Formas de la narrativa idealista)», de Antonio Rey MUESTRA
la novela del Siglo de Oro, I (Formas de la narrativa idealista)», de Antonio Rey
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L1. Características de la novela
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L1. Características de la noveladenominada morisca
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ofrece una amplia variedad de géneros narrativos,
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L ofrece una amplia variedad de géneros narrativos,
que suelen organizarse para su estudio en dos grandes blo-
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que suelen organizarse para su estudio en dos grandes blo-ques: por un lado, las obras de carácter idealista y, por otro,
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ques: por un lado, las obras de carácter idealista y, por otro, las de corte realista. Estas últimas tienen su expresión más EDIT
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las de corte realista. Estas últimas tienen su expresión más
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último subgénero nace precisamente con el Abencerraje y se consolida con Las guerras civiles de Granada de Ginés Pérez de Hita, más concretamente con su primera parte, titulada «Historia de los bandos de Zegríes y Abencerrajes» (1591), y con la «Historia de Ozmín y Daraja», intercalada por Mateo Alemán en su Guzmán de Alfarache (1599). Surgía así una tra-dición de idealización del moro (maurofi lia), que se prolongará hasta el siglo XIX (Chateaubriand, Victor Hugo, Washington Ir-ving, Martínez de la Rosa, Zorrilla, Duque de Rivas…). Un tema colindante, el del cautivo, cobra especial relevancia en la obra de Cervantes.
En verdad, más que de novela morisca deberíamos hablar de «novela fronteriza», en paralelo con los romances así denomina-dos, sobre todo en el caso del Abencerraje, ya que el término morisco sólo cobra sentido a partir de 1502, cuando comienzan las conversiones forzosas en masa de musulmanes al cristianis-mo. Dejando de lado esta cuestión, lo que nos interesa señalar es que con la aparición del Abencerraje se producía un cambio radical en la fi cción de la época, con respecto, sobre todo, a los libros de caballerías, pues, como veremos, fue en forma de re-lato de caballerías como hizo su aparición nuestro Abencerraje. Frente al mundo fantástico y maravilloso de los libros de caballe-rías, aparecía ahora un trasfondo real e histórico perfectamente verosímil: una geografía real, habitada por algunos personajes que realmente existieron y que participaron en algunos hechos también documentados. Esto no quiere decir, lógicamente, que los hechos relatados fueran reales, sino que adquirían, gracias alos detalles topográfi cos, a los nombres de los protagonistas, et-cétera, una notable apariencia de realidad. Por otra parte, el tema heroico, propio de los libros de caballerías, y el amoroso, propio de las novelas sentimentales y pastoriles, se fundían armoniosamente en estas narraciones, en las que los personajes que aparecían eran
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MUESTRA mo. Dejando de lado esta cuestión, lo que nos interesa señalar
MUESTRA mo. Dejando de lado esta cuestión, lo que nos interesa señalar
MUESTRA es que con la aparición del
MUESTRA es que con la aparición del Abencerraje
MUESTRA Abencerraje
radical en la fi cción de la época, con respecto, sobre todo, a los
MUESTRA radical en la fi cción de la época, con respecto, sobre todo, a los libros de caballerías, pues, como veremos, fue en forma de re-
MUESTRA
libros de caballerías, pues, como veremos, fue en forma de re-
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lato de caballerías como hizo su aparición nuestro
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lato de caballerías como hizo su aparición nuestro Frente al mundo fantástico y maravilloso de los libros de caballe-MUESTRA
Frente al mundo fantástico y maravilloso de los libros de caballe-rías, aparecía ahora un trasfondo real e histórico perfectamente MUESTRA
rías, aparecía ahora un trasfondo real e histórico perfectamente
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Lcolindante, el del cautivo, cobra especial relevancia en la obra
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Lcolindante, el del cautivo, cobra especial relevancia en la obra
En verdad, más que de novela morisca deberíamos hablar de
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LEn verdad, más que de novela morisca deberíamos hablar de
«novela fronteriza», en paralelo con los romances así denomina-
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L«novela fronteriza», en paralelo con los romances así denomina-
Abencerraje
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Abencerraje, ya que el término
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, ya que el término morisco sólo cobra sentido a partir de 1502, cuando comienzan
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morisco sólo cobra sentido a partir de 1502, cuando comienzan las conversiones forzosas en masa de musulmanes al cristianis-EDIT
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las conversiones forzosas en masa de musulmanes al cristianis-mo. Dejando de lado esta cuestión, lo que nos interesa señalar EDIT
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mo. Dejando de lado esta cuestión, lo que nos interesa señalar
INTRODUCCIÓN
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creíbles, al mismo tiempo que se erigían en modelos idealizados de comportamiento.
En cuanto a su estructura narrativa, podemos considerar es-tos relatos moriscos o fronterizos como uno de los primeros in-tentos de aclimatación de la novela italiana anteriores a Cervan-tes: son relatos breves, centrados en un acontecimiento nuclear de carácter verosímil y que llevan aparejada una enseñanza. Entretenimiento y aprovechamiento corren así parejos en estas narraciones. En cuanto al estilo, domina la narración en tercera persona, sin apenas digresiones, la certera caracterización de los personajes y la utilización de una prosa elaborada, pero ágil y accesible a un amplio número de lectores. Éstos son –en síntesis de Luis Morales Oliver– los rasgos que caracterizan a este tipo de novelas:
1. Optimismo idealista.2. Condensación argumental.3. Estilización clasicista.4. Ambientación lingüística.5. Belleza decorativa.6. Amplitud de alma (lección de convivencia).7. Singularidad peninsular.
Por otra parte, el sustrato histórico de estos relatos favore-cía que su contenido pudiera tener una trascendencia de orden social en el marco de los acontecimientos históricos de la época en que aparecen: el moro idealizado contrastaba en efecto con la persecución y ensañamiento de que fueron objeto los moriscos hasta llegar a su expulsión general. Es decir, que el relato am-bientado en el siglo xv se trata desde dentro del confl icto en que vivían inmersos los españoles del siglo siguiente, con el doloroso resultado de constatar que, mientras que los protagonistas de la
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MUESTRA 2. Condensación argumental.
MUESTRA 2. Condensación argumental.3. Estilización clasicista.
MUESTRA 3. Estilización clasicista.4. Ambientación lingüística.
MUESTRA 4. Ambientación lingüística.5. Belleza decorativa.
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5. Belleza decorativa.
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6. Amplitud de alma (lección de convivencia).
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6. Amplitud de alma (lección de convivencia).7. Singularidad peninsular.MUESTRA
7. Singularidad peninsular.
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Lpersona, sin apenas digresiones, la certera caracterización de los personajes y la utilización de una prosa elaborada, pero ágil y
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Llos personajes y la utilización de una prosa elaborada, pero ágil y accesible a un amplio número de lectores. Éstos son –en síntesis
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Laccesible a un amplio número de lectores. Éstos son –en síntesis de Luis Morales Oliver– los rasgos que caracterizan a este tipo
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Lde Luis Morales Oliver– los rasgos que caracterizan a este tipo
2. Condensación argumental.EDIT
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2. Condensación argumental.
HISTORIA DEL ABENCERRAJE Y LA HERMOSA JARIFA
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fi cción habían sabido resolver sus problemas de forma positiva, los españoles históricos no eran capaces de hacerlo. Así lo ha explicado don Antonio Domínguez Ortiz:
Los moriscos del reino de Granada hicieron gestiones para que se ampliasen los cuarenta años de plazo que Carlos V les había dado para que continuaran usando sus vestidos, baños y otras señas de identidad cultural. No sólo fueron inútiles tales gestiones, sino que la Inquisición y la Chanci-llería multiplicaron las vejaciones hasta agotar la paciencia de aquella pobre gente maltratada lanzándola a una suble-vación tan sangrienta como inútil. Duró la carnicería tres años a partir de la Navidad de 1568; casi todo aquel reino quedó asolado, abundando los casos de espantosa crueldad por ambas partes. […] Se le aconsejó a don Felipe la expul-sión de los 100.000 supervivientes, pero prefi rió darles una última oportunidad: serían desterrados al interior de Castilla divididos en pequeños grupos para facilitar su integración; el desplazamiento se hizo en pleno invierno y en circunstancias espantosas que causaron una gran mortalidad. Los super-vivientes, en contra de lo previsto, se fueron aglomerando en las ciudades, empleándose como mano de obra barata, ejerciendo de transportistas, hortelanos y otros ofi cios no agremiados con su reconocida laboriosidad y gran afán de supervivencia, cortada en el reinado siguiente por el inicuo decreto de expulsión general.2
2. Antonio Domínguez Ortiz: España, tres milenios de historia. Madrid, Marcial Pons, 2001, pp. 148-149. Sobre el tema de los moriscos, cfr. también la Historia de los moriscos de Antonio Domínguez Ortiz y Bernard Vicent (Ma-drid, Alianza Ed., 1978), Moriscos: la mirada de un historiador, del propio Do-mínguez Ortiz (Granada, Universidad de Granada, 2009) y La suerte de los ven-cidos, de Manuel Barrios Aguilera (Granada, Universidad de Granada, 2009).
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MUESTRA última oportunidad: serían desterrados al interior de Castilla
MUESTRA última oportunidad: serían desterrados al interior de Castilla
MUESTRA divididos en pequeños grupos para facilitar su integración; el
MUESTRA divididos en pequeños grupos para facilitar su integración; el desplazamiento se hizo en pleno invierno y en circunstancias
MUESTRA desplazamiento se hizo en pleno invierno y en circunstancias espantosas que causaron una gran mortalidad. Los super-
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espantosas que causaron una gran mortalidad. Los super-vivientes, en contra de lo previsto, se fueron aglomerando
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vivientes, en contra de lo previsto, se fueron aglomerando
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en las ciudades, empleándose como mano de obra barata, MUESTRA
en las ciudades, empleándose como mano de obra barata, ejerciendo de transportistas, hortelanos y otros ofi cios no MUESTRA
ejerciendo de transportistas, hortelanos y otros ofi cios no
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Lde aquella pobre gente maltratada lanzándola a una suble-vación tan sangrienta como inútil. Duró la carnicería tres
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Lvación tan sangrienta como inútil. Duró la carnicería tres años a partir de la Navidad de 1568; casi todo aquel reino
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Laños a partir de la Navidad de 1568; casi todo aquel reino quedó asolado, abundando los casos de espantosa crueldad
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quedó asolado, abundando los casos de espantosa crueldad por ambas partes. […] Se le aconsejó a don Felipe la expul-
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por ambas partes. […] Se le aconsejó a don Felipe la expul-sión de los 100.000 supervivientes, pero prefi rió darles una EDIT
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sión de los 100.000 supervivientes, pero prefi rió darles una última oportunidad: serían desterrados al interior de Castilla EDIT
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última oportunidad: serían desterrados al interior de Castilla
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Este es un vivo retrato de virtud, generosidad, valen-
tía, gentileza y lealtad, compuesto en primer término por
Rodrigo de Narváez y el Abencerraje, y, en segundo, por
Jarifa, su padre y el rey de Granada. En este cuadro des-
tacan las fi guras de Rodrigo de Narváez y del Abencerraje,
pero los demás personajes tienen también su importancia,
pues no dejan de ilustrar la tabla y le aportan algunos de-
talles signifi cativos.1 Y así como el precioso diamante, en-
gastado en oro, o en plata, o en plomo, siempre tiene su
justo y cierto valor por los quilates2 de su oriente,3 así tam-
bién la virtud resplandece y muestra sus accidentes aun-
que se asiente en cualquier sujeto dañado,4 pues su esen-
cia y efecto se asemeja al grano, que cayendo en buena
tierra se acrecienta y en la mala se pierde.5
��
1. Desde el principio se nos anuncia el carácter moral del relato: un re-trato de virtud, al que se unen los rasgos (liberalidad o generosidad, esfuerzo o valentía, gentileza y lealtad) propios del caballero cortesano renacentista. Se trata de un retrato colectivo, dispuesto por el autor como si se tratara efecti-vamente de una pintura (tabla): las fi guras principales –Rodrigo de Narváez y Abindarráez– destacan en primer plano y nos transmiten a los que contempla-mos el cuadro su valor como modelos de comportamiento; pero los restantes personajes son también importantes (ilustran el cuadro) y también nos sirven como modelos, en tanto ellos mismos siguen el modelo de los personajes principales. Así, la virtud que irradia de Narváez –en primer término– y de Abindarráez contagia a Jarifa, a su padre y al rey de Granada y –¿por qué no?– también contagia a los lectores. Eso al menos es lo que se pretende.
2. Quilates: «unidad de peso usada para las perlas preciosas».3. Oriente: «brillo especial de las perlas preciosas». 4. Abindarráez, como moro, es un «sujeto dañado», alguien que no profe-
sa la verdadera fe, pero esto no implica que no pueda ser noble y virtuoso. La virtud es algo propio de los individuos, no de las razas o las religiones. En el caso de Abindarráez la virtud brilla más, precisamente porque destaca sobre su carácter de «sujeto dañado».
5. Obsérvese la referencia a la parábola del sembrador (Mateo, 13, 3 ss.; Marcos, 4, 3 ss.; Lucas, 8, 5 ss.).
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MUESTRA 1. Desde el principio se nos anuncia el carácter moral del relato: un re-
MUESTRA 1. Desde el principio se nos anuncia el carácter moral del relato: un re-, al que se unen los rasgos (
MUESTRA , al que se unen los rasgos (
lealtad
MUESTRA lealtad) propios del caballero cortesano renacentista. Se
MUESTRA ) propios del caballero cortesano renacentista. Se lealtad) propios del caballero cortesano renacentista. Se lealtad
MUESTRA lealtad) propios del caballero cortesano renacentista. Se lealtad
trata de un retrato colectivo, dispuesto por el autor como si se tratara efecti-
MUESTRA trata de un retrato colectivo, dispuesto por el autor como si se tratara efecti-vamente de una pintura (
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vamente de una pintura (tabla
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tabla
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Abindarráez– destacan en primer plano y nos transmiten a los que contempla-
MUESTRA
Abindarráez– destacan en primer plano y nos transmiten a los que contempla-mos el cuadro su valor como modelos de comportamiento; pero los restantes
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como modelos, en tanto ellos mismos siguen el modelo de los personajes
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cia y efecto se asemeja al grano, que cayendo en buena
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tierra se acrecienta y en la mala se pierde
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1. Desde el principio se nos anuncia el carácter moral del relato: un re-EDITORIA
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Dice el cuento6 que en tiempo del infante don Fer-
nando, que ganó Antequera, hubo un caballero que
se llamó Rodrigo de Narváez, notable en virtud y he-
chos de armas.7 Éste, peleando contra moros, hizo
cosas muy notables, y particularmente en la guerra
de Antequera hizo hechos dignos de perpetua me-
moria, aunque esta nuestra España da tan poca im-
portancia al esfuerzo, quizás porque está acostum-
brada a él, que le parece que todo lo que se puede
hacer es poco. No era así entre los romanos y los
griegos, que hacían inmortal en sus escritos y trasla-
daban a las estrellas al hombre que se había aventu-
rado a morir, aunque lo hubiera hecho una sola vez en
toda su vida.8
Hizo pues este caballero tanto en servicio de su
ley9 y de su rey que éste, después de que don Rodri-
6. Cuento: «relato basado en algún acontecimiento».7. Observemos que Narváez es presentado desde el principio como
un modelo. Los datos de carácter histórico y geográfi co no son exactos. No estamos ante un texto histórico. Pero sirven para dar credibilidad a lo que se cuenta, situando al lector, familiarizado con las historias fabulosas de la caballería, ante situaciones verosímiles. Fernando de Antequera fue hijo segundo de Juan I de Castilla. Durante la minoría de edad de su sobrino, el futuro Juan II, asumió la regencia de Castilla (1406). Posteriormente fue rey de Aragón. Siendo él regente de Castilla se llevó a cabo la conquista de Antequera (1410), en la que tuvo una notable intervención Rodrigo de Narváez, que fue nombrado alcaide de esta ciudad por Fernando. No pudo, sin embargo, ser nombrado alcaide de Álora –como más adelante leere-mos– porque esta plaza no fue conquistada hasta muchos años después de la muerte de don Rodrigo. Insistimos en que no estamos ante una obra histórica.
8. La idea de que España no reconoce sufi cientemente el mérito de los suyos se había convertido en un lugar común que, en cierto modo, llega hasta nuestros días.
9. Ley: «religión».
3
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MUESTRA : «relato basado en algún acontecimiento».
MUESTRA : «relato basado en algún acontecimiento».
7. Observemos que Narváez es presentado desde el principio como
MUESTRA 7. Observemos que Narváez es presentado desde el principio como
un modelo. Los datos de carácter histórico y geográfi co no son exactos. No
MUESTRA
un modelo. Los datos de carácter histórico y geográfi co no son exactos. No
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estamos ante un texto histórico. Pero sirven para dar credibilidad a lo que
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estamos ante un texto histórico. Pero sirven para dar credibilidad a lo que se cuenta, situando al lector, familiarizado con las historias fabulosas de
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se cuenta, situando al lector, familiarizado con las historias fabulosas de la caballería, ante situaciones verosímiles. Fernando de Antequera fue hijo MUESTRA
la caballería, ante situaciones verosímiles. Fernando de Antequera fue hijo segundo de Juan I de Castilla. Durante la minoría de edad de su sobrino, MUESTRA
segundo de Juan I de Castilla. Durante la minoría de edad de su sobrino,
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Lgriegos, que hacían inmortal en sus escritos y trasla-
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Lgriegos, que hacían inmortal en sus escritos y trasla-
daban a las estrellas al hombre que se había aventu-
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rado a morir, aunque lo hubiera hecho una sola vez en
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Lrado a morir, aunque lo hubiera hecho una sola vez en
Hizo pues este caballero tanto en servicio de su
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Hizo pues este caballero tanto en servicio de su
y de su rey que éste, después de que don Rodri-
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y de su rey que éste, después de que don Rodri-
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go hubiera ganado la villa de Antequera, le hizo alcaide
de ella, de modo que pudiera defenderla con el mismo
ánimo con que la había conquistado. Le nombró tam-
bién alcaide de Álora, de suerte que tenía a su cargo
ambas fortalezas, repartiendo el tiempo entre las dos,
y acudiendo siempre a donde más falta hacía. Habi-
tualmente residía en Álora, y allí tenía cincuenta escu-
deros hijosdalgo10 a los gajes del rey,11 para la defensa
y seguridad de la fortaleza. Nunca faltaba ninguno en
este grupo de cincuenta, pues, como en el caso de los
inmortales del rey Darío,12 cuando moría uno, inmedia-
tamente ponían a otro en su lugar. Tenían todos ellos
tanta fe y fuerza en la virtud de su capitán que ninguna
empresa se les hacía difícil, y así no dejaban de ofender
a sus enemigos y de defenderse de ellos, y en todas
las escaramuzas13 que entraban salían vencedores,
con lo cual ganaban cada vez más honra y provecho.
Pues bien, una noche en que estaba el tiempo muy
sosegado, acabando de cenar, el alcaide dijo a todos
ellos estas palabras:
–Me parece, hijosdalgo, señores y hermanos míos,
que ninguna cosa despierta tanto los corazones de
los hombres, como el continuo ejercicio de las armas,
porque con él se cobra experiencia en las propias y
10. Hijosdalgo: «hidalgos».11. A los gajes del rey: «pagados por el rey».12. El rey persa Darío tenía –según nos refi ere Herodoto, uno de los
grandes historiadores de la Antigüedad, en Los nueve libros de la historia (VII, 83)– un ejército de élite formado por diez mil hombres, llamados «inmortales» porque eran sustituidos inmediatamente a su muerte, de manera que el nú-mero nunca decreciera.
13. Las escaramuzas eran choques guerreros a caballo de poca impor-tancia. Revestían normalmente la forma de cabalgadas nocturnas, realizadas por ambos bandos fronterizos, con las que se perseguía conseguir botín, apre-sar cautivos o, simplemente, aumentar la fama.
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MUESTRA Pues bien, una noche en que estaba el tiempo muy
MUESTRA Pues bien, una noche en que estaba el tiempo muy
MUESTRA sosegado, acabando de cenar, el alcaide dijo a todos
MUESTRA sosegado, acabando de cenar, el alcaide dijo a todos
ellos estas palabras:
MUESTRA ellos estas palabras:
–Me parece, hijosdalgo, señores y hermanos míos,
MUESTRA –Me parece, hijosdalgo, señores y hermanos míos,
que ninguna cosa despierta tanto los corazones de
MUESTRA
que ninguna cosa despierta tanto los corazones de
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los hombres, como el continuo ejercicio de las armas,
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los hombres, como el continuo ejercicio de las armas,
porque con él se cobra experiencia en las propias y MUESTRA
porque con él se cobra experiencia en las propias y
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L cuando moría uno, inmedia-
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L cuando moría uno, inmedia-
tamente ponían a otro en su lugar. Tenían todos ellos
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Ltamente ponían a otro en su lugar. Tenían todos ellos
tanta fe y fuerza en la virtud de su capitán que ninguna
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Ltanta fe y fuerza en la virtud de su capitán que ninguna
empresa se les hacía difícil, y así no dejaban de ofender
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Lempresa se les hacía difícil, y así no dejaban de ofender
a sus enemigos y de defenderse de ellos, y en todas
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a sus enemigos y de defenderse de ellos, y en todas
que entraban salían vencedores,
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que entraban salían vencedores,
con lo cual ganaban cada vez más honra y provecho. EDITORIA
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con lo cual ganaban cada vez más honra y provecho.
Pues bien, una noche en que estaba el tiempo muy EDITORIA
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Pues bien, una noche en que estaba el tiempo muy
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32
se pierde miedo a las ajenas. Y para demostrar esto
no hace falta que yo traiga testigos de fuera, porque
vosotros sois claro ejemplo de lo que digo. Digo esto
porque han pasado muchos días sin que hayamos he-
cho cosa que nuestros nombres acreciente, y no me
portaría yo como me corresponde si teniendo a car-
go gente tan virtuosa y compañía tan valiente dejase
pasar el tiempo en balde. Me parece –si también os lo
parece a vosotros– que, puesto que la claridad y se-
guridad de la noche nos convidan, estaría bien dar a
entender a nuestros enemigos que los valedores14 de
Álora no duermen. Esto es lo que yo opino, pero ac-
tuaremos según vuestro parecer.
Ellos respondieron que ordenase, que todos le se-
guirían. Y nombrando a nueve de ellos, los hizo armar
y, una vez armados, salieron por una puerta falsa que
la fortaleza tenía, para no ser sentidos y que así la for-
taleza quedase a buen recaudo.15 Y yendo por su ca-
mino adelante, llegaron a un sitio en que se dividía en
dos. Entonces el alcaide les dijo:
–Ya podría ser que yendo todos por este camino se
nos fuese la caza por este otro. Vosotros cinco idos
por el uno, que yo con estos cuatro me iré por el otro;
y si acaso los unos toparen con enemigos que no pue-
dan vencer, toque uno su cuerno16 y a la señal acudirán
los otros en su ayuda.
Yendo los cinco escuderos por su camino adelante,
hablando de diversas cosas, uno de ellos dijo:
–Deteneos compañeros, que o yo me engaño o
viene gente.
14. Valedores: «defensores».15. Es decir, «segura».16. Cuerno: especie de trompeta.
6
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MUESTRA taleza quedase a buen recaudo.
MUESTRA taleza quedase a buen recaudo.
mino adelante, llegaron a un sitio en que se dividía en
MUESTRA mino adelante, llegaron a un sitio en que se dividía en
MUESTRA dos. Entonces el alcaide les dijo:
MUESTRA dos. Entonces el alcaide les dijo:
–Ya podría ser que yendo todos por este camino se
MUESTRA –Ya podría ser que yendo todos por este camino se
nos fuese la caza por este otro. Vosotros cinco idos
MUESTRA
nos fuese la caza por este otro. Vosotros cinco idos
por el uno, que yo con estos cuatro me iré por el otro;
MUESTRA
por el uno, que yo con estos cuatro me iré por el otro;
MUESTRA
y si acaso los unos toparen con enemigos que no pue-MUESTRA
y si acaso los unos toparen con enemigos que no pue-
dan vencer, toque uno su cuernoMUESTRA
dan vencer, toque uno su cuerno
EDITORIA
Lentender a nuestros enemigos que los valedores
EDITORIA
Lentender a nuestros enemigos que los valedores
Álora no duermen. Esto es lo que yo opino, pero ac-
EDITORIA
LÁlora no duermen. Esto es lo que yo opino, pero ac-
Ellos respondieron que ordenase, que todos le se-
EDITORIA
LEllos respondieron que ordenase, que todos le se-
guirían. Y nombrando a nueve de ellos, los hizo armar
EDITORIA
L
guirían. Y nombrando a nueve de ellos, los hizo armar
y, una vez armados, salieron por una puerta falsa que
EDITORIA
L
y, una vez armados, salieron por una puerta falsa que
la fortaleza tenía, para no ser sentidos y que así la for-EDITORIA
L
la fortaleza tenía, para no ser sentidos y que así la for-
taleza quedase a buen recaudo.EDITORIA
L
taleza quedase a buen recaudo.
HISTORIA DEL ABENCERRAJE Y LA HERMOSA JARIFA
33
Se metieron en una arboleda que junto al camino
había y oyeron ruido. Por fi n, mirando con más aten-
ción, vieron venir por el camino a un gentil moro en
un caballo ruano.17 Era grande de cuerpo y hermoso
de rostro, y parecía muy bien a caballo. Venía vestido
con una marlota de carmesí y un albornoz de damas-
co del mismo color, todo bordado de oro y plata.18
Traía el brazo derecho arremangado y labrada19 en él
una hermosa dama; en la mano llevaba una gruesa y
hermosa lanza de dos hierros.20 Traía una adarga21 y
una cimitarra,22 y en la cabeza una toca tunecí,23 que,
con sus muchas vueltas, le servía al mismo tiempo
de adorno y defensa de su persona.24 De esta mane-
ra venía el moro, mostrando un gentil aspecto y can-
tando un cantar que él mismo había compuesto en el
dulce recuerdo de sus amores y que decía así:
17. Ruano: «de color blanco con manchas negras redondeadas». Obsér-vese la nota de color en plena noche, incrementada por la descripción de la vestimenta del moro.
18. Observemos la minuciosidad y brillantez con que se describe la ves-timenta del moro, lo que contribuye a su idealización: sobre la marlota («túnica morisca») de carmesí («tela de seda roja»), lleva un albornoz («especie de capa con capucha») de damasco («tela fuerte de seda o lana y con dibujos formados con el tejido»), también rojo. Este color rojo es símbolo de su pasión amorosa y las riquezas del traje son muestras de su elevada estirpe.
19. Labrada: «dibujada». No queda claro si la imagen de la dama va bor-dada en la tela o tatuada en el brazo.
20. Es decir, «con dos puntas». 21. Adarga: «escudo de cuero ovalado». 22. Cimitarra: «espada curva».23. Es decir, una toca de punto tejida con una aguja de gancho. 24. El detallismo en las descripciones es una de las características de
estas narraciones. Algunos autores han visto un precedente de esto en las narraciones árabes, como la Crónica del moro Rasís, base de la Leyenda del rey don Rodrigo, que hemos editado en esta misma colección.
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MUESTRA : «de color blanco con manchas negras redondeadas». Obsér-
MUESTRA : «de color blanco con manchas negras redondeadas». Obsér-
vese la nota de color en plena noche, incrementada por la descripción de la
MUESTRA vese la nota de color en plena noche, incrementada por la descripción de la vestimenta del moro.
MUESTRA
vestimenta del moro. 18. Observemos la minuciosidad y brillantez con que se describe la ves-
MUESTRA
18. Observemos la minuciosidad y brillantez con que se describe la ves-timenta del moro, lo que contribuye a su idealización: sobre la
MUESTRA
timenta del moro, lo que contribuye a su idealización: sobre la morisca») de MUESTRA
morisca») de carmesíMUESTRA
carmesícon capucha») de MUESTRA
con capucha») de
EDITORIA
L y en la cabeza una toca tunecí,
EDITORIA
L y en la cabeza una toca tunecí,
con sus muchas vueltas, le servía al mismo tiempo
EDITORIA
Lcon sus muchas vueltas, le servía al mismo tiempo
24
EDITORIA
L24 De esta mane-
EDITORIA
L De esta mane-
ra venía el moro, mostrando un gentil aspecto y can-
EDITORIA
Lra venía el moro, mostrando un gentil aspecto y can-
tando un cantar que él mismo había compuesto en el
EDITORIA
L
tando un cantar que él mismo había compuesto en el
dulce recuerdo de sus amores y que decía así:
EDITORIA
L
dulce recuerdo de sus amores y que decía así:
HISTORIA DEL ABENCERRAJE Y LA HERMOSA JARIFA
34
Nacido en Granada,
criado en Cártama,
enamorado en Coín,
frontero de Álora.
Aunque a la música faltaba el arte, no le faltaba
al moro alegría, y, como traía el corazón enamorado,
todo lo que decía lo decía con gracia. Los escuderos,
sorprendidos al verle, le dejaron pasar para después
caerle encima por sorpresa. Él, viéndose salteado,
con ánimo gentil se volvió y esperó a ver lo que ha-
cían. De inmediato, cuatro de los cinco escuderos se
apartaron, y uno solo le acometió, mas, como el moro
era mejor luchador, de una lanzada dio con él y con
su caballo en el suelo. Cuando los cuatro que queda-
ban vieron esto, le acometieron entre tres a un mismo
tiempo, pues les pareció que era muy fuerte. De esta
manera luchaban contra el moro tres cristianos, cada
uno de los cuales valía por diez moros, y, sin embar-
go, entre los tres juntos no podían con éste solo. Allí
se vio en gran peligro, porque se le quebró la lanza y
los escuderos no le daban tregua, pero entonces, fi n-
giendo que huía, espoleó a su caballo y arremetió con-
tra el escudero al que había derribado y, colgándose
como un ave de la silla, le arrebató su lanza y con ella
volvió a hacer frente a sus enemigos, que le iban si-
guiendo pensando que huía. Tan buena maña se dio
que poco después tenía a dos de los tres en el suelo.
El otro que quedaba, viendo el apuro de sus compa-
ñeros, tocó el cuerno y acudió a ayudarlos. Se trabó
entonces fuertemente la escaramuza, porque ellos
estaban afrentados25 al ver que no conseguían vencer
25. Afrentados: «avergonzados».
9
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MUESTRA manera luchaban contra el moro tres cristianos, cada
MUESTRA manera luchaban contra el moro tres cristianos, cada
MUESTRA uno de los cuales valía por diez moros, y, sin embar-
MUESTRA uno de los cuales valía por diez moros, y, sin embar-
go, entre los tres juntos no podían con éste solo. Allí
MUESTRA go, entre los tres juntos no podían con éste solo. Allí
se vio en gran peligro, porque se le quebró la lanza y
MUESTRA se vio en gran peligro, porque se le quebró la lanza y
los escuderos no le daban tregua, pero entonces, fi
MUESTRA
los escuderos no le daban tregua, pero entonces, fi
MUESTRA
giendo que huía, espoleó a su caballo y arremetió con-
MUESTRA
giendo que huía, espoleó a su caballo y arremetió con-
tra el escudero al que había derribado y, colgándose MUESTRA
tra el escudero al que había derribado y, colgándose
como un ave de la silla, le arrebató su lanza y con ella MUESTRA
como un ave de la silla, le arrebató su lanza y con ella
EDITORIA
Lcon ánimo gentil se volvió y esperó a ver lo que ha-
EDITORIA
Lcon ánimo gentil se volvió y esperó a ver lo que ha-
cían. De inmediato, cuatro de los cinco escuderos se
EDITORIA
Lcían. De inmediato, cuatro de los cinco escuderos se
apartaron, y uno solo le acometió, mas, como el moro
EDITORIA
Lapartaron, y uno solo le acometió, mas, como el moro
era mejor luchador, de una lanzada dio con él y con
EDITORIA
Lera mejor luchador, de una lanzada dio con él y con
su caballo en el suelo. Cuando los cuatro que queda-
EDITORIA
L
su caballo en el suelo. Cuando los cuatro que queda-
ban vieron esto, le acometieron entre tres a un mismo
EDITORIA
L
ban vieron esto, le acometieron entre tres a un mismo
tiempo, pues les pareció que era muy fuerte. De esta EDITORIA
L
tiempo, pues les pareció que era muy fuerte. De esta
manera luchaban contra el moro tres cristianos, cada EDITORIA
L
manera luchaban contra el moro tres cristianos, cada
HISTORIA DEL ABENCERRAJE Y LA HERMOSA JARIFA
35
a un solo caballero, y a él le iba más que la vida en
defenderse de ellos. En cierto momento, le dio uno de
los dos escuderos una lanzada en un muslo, que, si no
se la hubiera dado de refi lón, se lo hubiera atravesado
por completo. Él, con rabia de verse herido, se revolvió
y le dio una lanzada tan certera que dio con él y con su
caballo muy mal herido en tierra.
Rodrigo de Narváez, barruntando26 el apuro en el
que estaban sus compañeros, atravesó el camino y,
como traía mejor caballo, se adelantó. Cuando llegó y
vio la valentía del moro quedó asombrado, porque te-
nía ya a cuatro de los cinco escuderos en el suelo, y al
otro casi vencido. Él le dijo:
–Moro, lucha conmigo y si tú me vences yo te ga-
rantizo que ninguno de mis hombres te atacará.
Y así comenzaron a trabar una brava escaramu-
za; mas como el alcaide venía de refresco y el moro
y su caballo estaban heridos, el cristiano acometía al
moro con tal fuerza que no podía mantenerse. Mas
viendo que en esta sola batalla le iba su vida y su
felicidad, dio tal lanzada a Rodrigo de Narváez que,
si éste no hubiera parado el golpe con su adarga, le
habría matado. Rodrigo de Narváez, en cuanto reci-
bió el golpe, arremetió contra el moro, hiriéndole en
el brazo derecho.27 Inmediatamente se le echó enci-
ma, le trabó con sus brazos y, sacándole de la silla,
dio con él en el suelo. Entonces, cayendo sobre él, le
dijo:
–Caballero, date por vencido; si no, te mataré.
–Matarme bien podrás –dijo el moro–, porque en tu
26. Barruntando: «presintiendo». 27. Obsérvese el valor simbólico de la herida, ya que es en el brazo dere-
cho donde Abindarráez lleva impresa la imagen de su amada.
12
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MUESTRA y su caballo estaban heridos, el cristiano acometía al
MUESTRA y su caballo estaban heridos, el cristiano acometía al
moro con tal fuerza que no podía mantenerse. Mas
MUESTRA moro con tal fuerza que no podía mantenerse. Mas
MUESTRA viendo que en esta sola batalla le iba su vida y su
MUESTRA viendo que en esta sola batalla le iba su vida y su
felicidad, dio tal lanzada a Rodrigo de Narváez que,
MUESTRA felicidad, dio tal lanzada a Rodrigo de Narváez que,
si éste no hubiera parado el golpe con su adarga, le
MUESTRA
si éste no hubiera parado el golpe con su adarga, le
habría matado. Rodrigo de Narváez, en cuanto reci-
MUESTRA
habría matado. Rodrigo de Narváez, en cuanto reci-
MUESTRA
bió el golpe, arremetió contra el moro, hiriéndole en MUESTRA
bió el golpe, arremetió contra el moro, hiriéndole en
el brazo derecho.MUESTRA
el brazo derecho.
EDITORIA
Lvio la valentía del moro quedó asombrado, porque te-
EDITORIA
Lvio la valentía del moro quedó asombrado, porque te-
nía ya a cuatro de los cinco escuderos en el suelo, y al
EDITORIA
Lnía ya a cuatro de los cinco escuderos en el suelo, y al
–Moro, lucha conmigo y si tú me vences yo te ga-
EDITORIA
L–Moro, lucha conmigo y si tú me vences yo te ga-
rantizo que ninguno de mis hombres te atacará.
EDITORIA
L
rantizo que ninguno de mis hombres te atacará.
Y así comenzaron a trabar una brava escaramu-
EDITORIA
L
Y así comenzaron a trabar una brava escaramu-
za; mas como el alcaide venía de refresco y el moro EDITORIA
L
za; mas como el alcaide venía de refresco y el moro
y su caballo estaban heridos, el cristiano acometía al EDITORIA
L
y su caballo estaban heridos, el cristiano acometía al
HISTORIA DEL ABENCERRAJE Y LA HERMOSA JARIFA
36
poder me tienes, mas no podrá vencerme sino quien
una vez me venció.28
El alcaide no reparó en el misterio que encerraban
estas palabras y, haciendo uso en aquel momento de
su acostumbrada virtud, le ayudó a levantarse, por-
que había quedado muy quebrantado a causa de las
heridas en el muslo y en el brazo, aunque no eran de
importancia, y también a causa del cansancio y la caí-
da. Él mismo, tomando de los escuderos lo necesario,
le vendó las heridas y, hecho esto, le hizo subir en un
caballo de un escudero, porque el suyo estaba herido,
y emprendieron el regreso a Álora. Iban hablando por
el camino de la buena disposición y valentía del moro,
cuando éste dio un grande y profundo suspiro y habló
algunas palabras en algarabía,29 que ninguno enten-
dió. A Rodrigo de Narváez, que iba mirando su buen
talle y disposición y que se acordaba de lo que le ha-
bía visto hacer, le parecía que una tristeza tan grande
no podía proceder, en un hombre de ánimo tan fuerte,
de lo que parecía a simple vista. Quiso pues informar-
se de primera mano y, dirigiéndose al moro, le dijo:
–Caballero, mirad que el prisionero que en la pri-
sión pierde el ánimo aventura el derecho de la libertad.
Mirad que en la guerra los caballeros han de ganar y
perder, porque los más de sus trances están sujetos
28. La vida del Abencerraje está en efecto en las manos de Narváez. Pero éste no puede vencerle (es decir, «convencerle» o «ganar su voluntad») porque ha sido Jarifa la que lo ha vencido, la que tiene su voluntad. En este sentido, Narváez sólo conseguirá «vencer» al caballero moro por medio de su generosidad, es decir, mediante el ejercicio de la virtud.
29. Algarabía: «lengua árabe». La falta de entendimiento no se debe atri-buir a difi cultad de comprensión del idioma, ya que el bilingüismo era frecuen-te en la frontera, sino al hecho de que Abindarráez habla bajo, para sí mismo.
15
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MUESTRA bía visto hacer, le parecía que una tristeza tan grande
MUESTRA bía visto hacer, le parecía que una tristeza tan grande
no podía proceder, en un hombre de ánimo tan fuerte,
MUESTRA no podía proceder, en un hombre de ánimo tan fuerte,
de lo que parecía a simple vista. Quiso pues informar-
MUESTRA de lo que parecía a simple vista. Quiso pues informar-
se de primera mano y, dirigiéndose al moro, le dijo:
MUESTRA se de primera mano y, dirigiéndose al moro, le dijo:
–Caballero, mirad que el prisionero que en la pri-
MUESTRA
–Caballero, mirad que el prisionero que en la pri-
sión pierde el ánimo aventura el derecho de la libertad.
MUESTRA
sión pierde el ánimo aventura el derecho de la libertad.
Mirad que en la guerra los caballeros han de ganar y MUESTRA
Mirad que en la guerra los caballeros han de ganar y
perder, porque los más de sus trances están sujetos MUESTRA
perder, porque los más de sus trances están sujetos
EDITORIA
Lcaballo de un escudero, porque el suyo estaba herido,
EDITORIA
Lcaballo de un escudero, porque el suyo estaba herido,
y emprendieron el regreso a Álora. Iban hablando por
EDITORIA
Ly emprendieron el regreso a Álora. Iban hablando por
el camino de la buena disposición y valentía del moro,
EDITORIA
Lel camino de la buena disposición y valentía del moro,
cuando éste dio un grande y profundo suspiro y habló
EDITORIA
Lcuando éste dio un grande y profundo suspiro y habló
algunas palabras en algarabía,
EDITORIA
L
algunas palabras en algarabía,29
EDITORIA
L
29 que ninguno enten-
EDITORIA
L
que ninguno enten-
dió. A Rodrigo de Narváez, que iba mirando su buen
EDITORIA
L
dió. A Rodrigo de Narváez, que iba mirando su buen
talle y disposición y que se acordaba de lo que le ha-EDITORIA
L
talle y disposición y que se acordaba de lo que le ha-
bía visto hacer, le parecía que una tristeza tan grande EDITORIA
L
bía visto hacer, le parecía que una tristeza tan grande
HISTORIA DEL ABENCERRAJE Y LA HERMOSA JARIFA
37
a la fortuna,30 y parece fl aqueza que quien hasta aquí
ha dado tan buena muestra de su valor, la dé ahora
tan mala. Si suspiráis por el dolor de las llagas, a lu-
gar vais donde seréis bien curado. Si os duele la pri-
sión, pensad que todos los que nos dedicamos a la
guerra podemos sufrirla en cualquier momento. Pero,
si tenéis otro dolor secreto, confi ádmelo a mí, que yo
os prometo como hijodalgo hacer todo lo que esté en
mis manos para remediarlo.
El moro, levantando el rostro, que hasta aquel mo-
mento había tenido fi jo en el suelo, le dijo:
–¿Cómo os llamáis, caballero que tanta compasión
mostráis por mi mal?
Él le dijo:
–A mí me llaman Rodrigo de Narváez y soy alcaide
de Antequera y Álora.
El moro, tornando el semblante algo alegre, le dijo:
–Con vuestras palabras desaparecen ciertamen-
te algunos de los motivos de mis quejas, pues aun-
que mi fortuna me fue adversa, me puso en vuestras
manos. Nunca os había visto hasta ahora, pero tenía
noticia de vuestra virtud y he tenido experiencia de
vuestro valor.31 No quiero que penséis que es el dolor
de las heridas el que me hace suspirar. Me parece
también que sois capaz de guardar cualquier secreto,
30. Esta es una de las constantes de los libros de caballerías. Recuérde-se lo que dice don Quijote a Sancho, después de la aventura de los molinos: «Calla, amigo Sancho –respondió don Quijote–, que las cosas de la guerra más que otras están sujetas a continua mudanza». (I Parte, Cap. V.) Y el propio Sancho dirá ya al fi nal de la novela: «Cuanto más que vuestra merced habrá visto en sus libros de caballerías ser cosa ordinaria derribarse unos caballeros a otros y el que es vencido hoy ser vencedor mañana». (II Parte, Cap. LXXIV.)
31. La fama de Rodrigo de Narváez ha llegado a oídos del Abencerraje, que, además, ha podido comprobar por sí mismo el valor del alcaide de Álora. Ahora comprobará su generosidad.
18
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MUESTRA –Con vuestras palabras desaparecen ciertamen-
MUESTRA –Con vuestras palabras desaparecen ciertamen-
te algunos de los motivos de mis quejas, pues aun-
MUESTRA te algunos de los motivos de mis quejas, pues aun-
que mi fortuna me fue adversa, me puso en vuestras
MUESTRA que mi fortuna me fue adversa, me puso en vuestras
manos. Nunca os había visto hasta ahora, pero tenía
MUESTRA manos. Nunca os había visto hasta ahora, pero tenía
noticia de vuestra virtud y he tenido experiencia de
MUESTRA
noticia de vuestra virtud y he tenido experiencia de
MUESTRA
vuestro valor.
MUESTRA
vuestro valor.31
MUESTRA
31 No quiero que penséis que es el dolor
MUESTRA
No quiero que penséis que es el dolor
de las heridas el que me hace suspirar. Me parece MUESTRA
de las heridas el que me hace suspirar. Me parece
también que sois capaz de guardar cualquier secreto, MUESTRA
también que sois capaz de guardar cualquier secreto,
EDITORIA
L–¿Cómo os llamáis, caballero que tanta compasión
EDITORIA
L–¿Cómo os llamáis, caballero que tanta compasión
–A mí me llaman Rodrigo de Narváez y soy alcaide
EDITORIA
L
–A mí me llaman Rodrigo de Narváez y soy alcaide
El moro, tornando el semblante algo alegre, le dijo:EDITORIA
L
El moro, tornando el semblante algo alegre, le dijo:
–Con vuestras palabras desaparecen ciertamen-EDITORIA
L
–Con vuestras palabras desaparecen ciertamen-
HISTORIA DEL ABENCERRAJE Y LA HERMOSA JARIFA
38
así que mandad que se aparten vuestros escuderos y
os diré lo que me pasa en dos palabras.
��
El alcaide entonces ordenó a sus escuderos que se
apartasen y, cuando quedaron solos, el moro, soltan-
do un gran suspiro, le dijo:
–Rodrigo de Narváez, famoso alcaide de Álora, es-
cucha atentamente lo que te voy a contar y comproba-
rás por ti mismo si las desgracias que mi mala fortuna
me ha deparado son o no sufi cientes para derribar el
corazón de un hombre cautivo. A mí me llaman Abin-
darráez el mozo,32 a diferencia de un tío mío, hermano
de mi padre, que tiene el mismo nombre. Soy de los
Abencerrajes33 de Granada, de los cuales muchas ve-
ces habrás oído hablar y aunque bastaría con que te
contase mi pena presente, sin hacer memoria de las
pasadas, también éstas quiero contártelas.
Hubo en Granada un linaje de caballeros al que
llamaban los Abencerrajes. Eran la fl or de todo aquel
reino, porque en gentileza de sus personas, buena
gracia, disposición y valentía extrema aventajaban a
32. «Abindarráez» signifi ca en árabe hijo de capitán. El apelativo «el mozo» sirve además para marcar la diferencia de edad no sólo con su tío, sino con Rodrigo de Narváez, que va asumiendo el papel de maestro de virtud del joven moro.
33. Los Abencerrajes eran en efecto una de las familias más nobles e in-fl uyentes del reino nazarí de Granada y participaron activamente en las intrigas palaciegas. La historia documenta varias ejecuciones de Abencerrajes, si bien aquí no debemos buscar referencias concretas, sino el fondo trágico sobre el que se cimenta la historia de Abindarráez.
21
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MUESTRA de Granada, de los cuales muchas ve-
MUESTRA de Granada, de los cuales muchas ve-
MUESTRA ces habrás oído hablar y aunque bastaría con que te
MUESTRA ces habrás oído hablar y aunque bastaría con que te
contase mi pena presente, sin hacer memoria de las
MUESTRA contase mi pena presente, sin hacer memoria de las
pasadas, también éstas quiero contártelas.
MUESTRA
pasadas, también éstas quiero contártelas.
Hubo en Granada un linaje de caballeros al que
MUESTRA
Hubo en Granada un linaje de caballeros al que
MUESTRA
llamaban los Abencerrajes. Eran la fl
MUESTRA
llamaban los Abencerrajes. Eran la fl
reino, porque en gentileza de sus personas, buena MUESTRA
reino, porque en gentileza de sus personas, buena
EDITORIA
L–Rodrigo de Narváez, famoso alcaide de Álora, es-
EDITORIA
L–Rodrigo de Narváez, famoso alcaide de Álora, es-
cucha atentamente lo que te voy a contar y comproba-
EDITORIA
Lcucha atentamente lo que te voy a contar y comproba-
rás por ti mismo si las desgracias que mi mala fortuna
EDITORIA
Lrás por ti mismo si las desgracias que mi mala fortuna
cientes para derribar el
EDITORIA
L cientes para derribar el
corazón de un hombre cautivo. A mí me llaman Abin-
EDITORIA
L
corazón de un hombre cautivo. A mí me llaman Abin-
a diferencia de un tío mío, hermano
EDITORIA
L
a diferencia de un tío mío, hermano
de mi padre, que tiene el mismo nombre. Soy de los EDITORIA
L
de mi padre, que tiene el mismo nombre. Soy de los
de Granada, de los cuales muchas ve-EDITORIA
L
de Granada, de los cuales muchas ve-
HISTORIA DEL ABENCERRAJE Y LA HERMOSA JARIFA
39
todos los demás. Eran muy estimados por el rey y por
todos los caballeros, y muy amados y queridos por la
gente común. En todas las escaramuzas en que en-
traban salían vencedores, y en todos los regocijos34
de caballería se señalaban. Ellos inventaban las galas
y los trajes de manera que bien se podía decir que
tanto en la paz como en la guerra eran el modelo para
todo el reino. Se dice que nunca hubo Abencerraje ta-
caño, ni cobarde, ni de mala disposición. No se tenía
por Abencerraje el que no servía a una dama, ni se
tenía por dama la que no tenía a un Abencerraje por
servidor.
Quiso la Fortuna, enemiga de su bien, que de esta
cumbre en que estaban cayesen abajo de la mane-
ra que oirás. El rey de Granada hizo a dos de estos
caballeros, los que más valían, un notable e injusto
agravio, haciendo caso a falsas informaciones que le
dieron sobre ellos. Hubo entonces quien dijo –aun-
que yo no lo creo– que estos dos, y a su instancia
otros diez, se conjuraron para matar al rey y dividir el
reino entre sí, vengando su injuria. Esta conjuración,
siendo verdadera o falsa, fue descubierta y el rey los
hizo degollar a todos una noche. Lo hizo así para no
escandalizar al reino, que tanto los amaba, porque si
no se hubiera dado tanta prisa en cometer esta injus-
ticia, no hubiera tenido poder sufi ciente para hacerla.
Se ofrecieron al rey grandes rescates por sus vidas,
mas él no quiso ni escucharlos. Cuando la gente se
vio sin esperanza de salvar sus vidas, comenzó de
nuevo a llorarlos. Los lloraban los padres que los en-
gendraron y las madres que los parieron; los lloraban
las damas a quien servían, y los caballeros con quien
34. Regocijos: «juegos».
24
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MUESTRA dieron sobre ellos. Hubo entonces quien dijo –aun-
MUESTRA dieron sobre ellos. Hubo entonces quien dijo –aun-
que yo no lo creo– que estos dos, y a su instancia
MUESTRA que yo no lo creo– que estos dos, y a su instancia
MUESTRA otros diez, se conjuraron para matar al rey y dividir el
MUESTRA otros diez, se conjuraron para matar al rey y dividir el
reino entre sí, vengando su injuria. Esta conjuración,
MUESTRA reino entre sí, vengando su injuria. Esta conjuración,
siendo verdadera o falsa, fue descubierta y el rey los
MUESTRA
siendo verdadera o falsa, fue descubierta y el rey los
hizo degollar a todos una noche. Lo hizo así para no
MUESTRA
hizo degollar a todos una noche. Lo hizo así para no
MUESTRA
escandalizar al reino, que tanto los amaba, porque si MUESTRA
escandalizar al reino, que tanto los amaba, porque si
no se hubiera dado tanta prisa en cometer esta injus-MUESTRA
no se hubiera dado tanta prisa en cometer esta injus-
EDITORIA
Ltenía por dama la que no tenía a un Abencerraje por
EDITORIA
Ltenía por dama la que no tenía a un Abencerraje por
Quiso la Fortuna, enemiga de su bien, que de esta
EDITORIA
LQuiso la Fortuna, enemiga de su bien, que de esta
cumbre en que estaban cayesen abajo de la mane-
EDITORIA
Lcumbre en que estaban cayesen abajo de la mane-
ra que oirás. El rey de Granada hizo a dos de estos
EDITORIA
L
ra que oirás. El rey de Granada hizo a dos de estos
caballeros, los que más valían, un notable e injusto
EDITORIA
L
caballeros, los que más valían, un notable e injusto
agravio, haciendo caso a falsas informaciones que le EDITORIA
L
agravio, haciendo caso a falsas informaciones que le
dieron sobre ellos. Hubo entonces quien dijo –aun-EDITORIA
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dieron sobre ellos. Hubo entonces quien dijo –aun-
HISTORIA DEL ABENCERRAJE Y LA HERMOSA JARIFA
40
se acompañaban. Y toda la gente común alzaba un
alarido tan grande y continuo como si en la ciudad
hubieran entrado los enemigos, de manera que si a
precio de lágrimas se hubieran podido comprar sus
vidas, no hubieran muerto los Abencerrajes tan mi-
serablemente. Ves aquí en lo que acabó tan escla-
recido linaje y tan principales caballeros como en él
había. Considera cuánto tarda la Fortuna en subir a
un hombre y cuán presto le derriba. Cuánto tarda en
crecer un árbol y cuán presto va al fuego. Con cuánta
difi cultad se edifi ca una casa y con cuánta brevedad
se quema. Cuántos podrían escarmentar en las ca-
bezas de estos desdichados, pues tan sin culpa pa-
decieron con público pregón y, siendo tantos y tales
y gozando del favor del mismo rey, sus casas fueron
derribadas, sus heredades enajenadas y su nombre
dado en el reino por traidor.35
Resultó de este infeliz caso que ningún Abencerra-
je pudo seguir viviendo en Granada, salvo mi padre y
un tío mío, a los que hallaron inocentes de este delito,
pero se les impuso no obstante la condición de que
habrían de enviar a criar fuera de la ciudad a los hijos
que les naciesen, para que no volviesen a ella, y de
que habían de casar a las hijas fuera del reino.
Rodrigo de Narváez, que estaba mirando con
cuánta pasión le contaba su desdicha, le dijo:
–Por cierto, caballero, que lo que contáis es sor-
35. El discurso de Abindarráez es de una belleza conmovedora. Repárese en la elegancia de los paralelismos y en la intensifi cación progresiva del dolor. Por último, en la afi rmación de que «tan sin culpa padecieron con público pregón y, siendo tantos y tales y gozando del favor del mismo rey, sus casas fueron derribadas, sus heredades enajenadas y su nombre dado en el reino por traidor» se ha querido ver una referencia velada a la situación sufrida por los judíos y moriscos, también injustamente perseguidos y desterrados.
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MUESTRA Resultó de este infeliz caso que ningún Abencerra-
MUESTRA Resultó de este infeliz caso que ningún Abencerra-
je pudo seguir viviendo en Granada, salvo mi padre y
MUESTRA je pudo seguir viviendo en Granada, salvo mi padre y
un tío mío, a los que hallaron inocentes de este delito,
MUESTRA un tío mío, a los que hallaron inocentes de este delito,
pero se les impuso no obstante la condición de que
MUESTRA pero se les impuso no obstante la condición de que
habrían de enviar a criar fuera de la ciudad a los hijos
MUESTRA
habrían de enviar a criar fuera de la ciudad a los hijos
que les naciesen, para que no volviesen a ella, y de
MUESTRA
que les naciesen, para que no volviesen a ella, y de
que habían de casar a las hijas fuera del reino.MUESTRA
que habían de casar a las hijas fuera del reino.
Rodrigo de Narváez, que estaba mirando con MUESTRA
Rodrigo de Narváez, que estaba mirando con
EDITORIA
L ca una casa y con cuánta brevedad
EDITORIA
L ca una casa y con cuánta brevedad
se quema. Cuántos podrían escarmentar en las ca-
EDITORIA
Lse quema. Cuántos podrían escarmentar en las ca-
bezas de estos desdichados, pues tan sin culpa pa-
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Lbezas de estos desdichados, pues tan sin culpa pa-
decieron con público pregón y, siendo tantos y tales
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Ldecieron con público pregón y, siendo tantos y tales
y gozando del favor del mismo rey, sus casas fueron
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y gozando del favor del mismo rey, sus casas fueron
derribadas, sus heredades enajenadas y su nombre
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derribadas, sus heredades enajenadas y su nombre
dado en el reino por traidor.EDITORIA
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dado en el reino por traidor.35
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Resultó de este infeliz caso que ningún Abencerra-EDITORIA
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Resultó de este infeliz caso que ningún Abencerra-
HISTORIA DEL ABENCERRAJE Y LA HERMOSA JARIFA
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prendente, y la sinrazón que a los Abencerrajes se
hizo fue grande, porque no es de creer que, siendo
ellos como decís, cometiesen traición.
–Es como yo lo digo –dijo él–. Pero aguardad más
y veréis cómo desde ese momento todos los Abence-
rrajes llegamos a ser desdichados.
Yo salí al mundo del vientre de mi madre y por cum-
plir mi padre la orden del rey, me envió a Cártama con
el alcaide que en ella estaba, con quien tenía estrecha
amistad. Éste tenía una hija, casi de mi edad, a quien
amaba más que a sí, porque además de ser hija única
y hermosísima, le costó la mujer, que murió de su par-
to. Ésta y yo, en nuestra niñez, siempre nos tuvimos
por hermanos, porque así nos oíamos llamar. No me
acuerdo de haber pasado una hora en que no estuvié-
semos juntos. Juntos nos criaron, juntos andábamos,
juntos comíamos y bebíamos. Nos nació de esta con-
vivencia un natural amor que fue siempre creciendo
con nuestras edades.
Pues bien, me acuerdo de que entrando una vez a
la hora de la siesta en la huerta que llaman de los jaz-
mines la hallé sentada junto a la fuente, componiendo
su hermosa cabeza. La miré vencido por su hermo-
sura, y se me asemejó a Salmacis y dije para mí: «¡Oh,
quién fuera Troco para aparecer ante esta hermosa
diosa».36 No sé cómo me pesó que fuese mi hermana;
y sin aguardar más me fui hacia ella, que, cuando me
vio, con los brazos abiertos me salió a recibir y, sen-
tándome junto a sí, me dijo: «Hermano, ¿cómo me de-
jaste tanto tiempo sola?». Yo le respondí: «Señora mía,
36. La ninfa Salmacis, según refi ere Ovidio en su Metamorfosis (IV, 285-388), enamorada de Hermafrodito o Troco, imploró la ayuda de los dioses para acabar fundiéndose con él en un solo cuerpo.
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MUESTRA vivencia un natural amor que fue siempre creciendo
MUESTRA vivencia un natural amor que fue siempre creciendo
MUESTRA con nuestras edades.
MUESTRA con nuestras edades.
Pues bien, me acuerdo de que entrando una vez a
MUESTRA Pues bien, me acuerdo de que entrando una vez a
la hora de la siesta en la huerta que llaman de los jaz-
MUESTRA la hora de la siesta en la huerta que llaman de los jaz-
mines la hallé sentada junto a la fuente, componiendo
MUESTRA
mines la hallé sentada junto a la fuente, componiendo
MUESTRA
su hermosa cabeza. La miré vencido por su hermo-
MUESTRA
su hermosa cabeza. La miré vencido por su hermo-
sura, y se me asemejó a Salmacis y dije para mí: «¡Oh, MUESTRA
sura, y se me asemejó a Salmacis y dije para mí: «¡Oh,
quién fuera Troco para aparecer ante esta hermosa MUESTRA
quién fuera Troco para aparecer ante esta hermosa
EDITORIA
Lamaba más que a sí, porque además de ser hija única
EDITORIA
Lamaba más que a sí, porque además de ser hija única
y hermosísima, le costó la mujer, que murió de su par-
EDITORIA
Ly hermosísima, le costó la mujer, que murió de su par-
to. Ésta y yo, en nuestra niñez, siempre nos tuvimos
EDITORIA
Lto. Ésta y yo, en nuestra niñez, siempre nos tuvimos
por hermanos, porque así nos oíamos llamar. No me
EDITORIA
Lpor hermanos, porque así nos oíamos llamar. No me
acuerdo de haber pasado una hora en que no estuvié-
EDITORIA
L
acuerdo de haber pasado una hora en que no estuvié-
semos juntos. Juntos nos criaron, juntos andábamos,
EDITORIA
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semos juntos. Juntos nos criaron, juntos andábamos,
juntos comíamos y bebíamos. Nos nació de esta con-EDITORIA
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juntos comíamos y bebíamos. Nos nació de esta con-
vivencia un natural amor que fue siempre creciendo EDITORIA
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vivencia un natural amor que fue siempre creciendo
HISTORIA DEL ABENCERRAJE Y LA HERMOSA JARIFA
42
porque hace gran rato que os busco y no hallé quien
me dijese dónde estabais, hasta que mi corazón me
lo dijo. Mas decidme ahora, ¿qué certeza tenéis vos
de que seamos hermanos?» «La única –dijo ella– es el
gran amor que te tengo, y el ver que todos nos llaman
hermanos.» «Y si no lo fuéramos –dije yo– ¿me querríais
tanto?» «¿No ves –dijo ella– que, si no lo fuéramos, no
nos dejaría mi padre andar siempre juntos y solos?»
«Pues si ese bien me habían de quitar –dije yo– prefi ero
el mal que tengo.» Entonces ella, encendiendo su her-
moso rostro en color,37 me dijo: «¿Y qué pierdes tú con
que seamos hermanos?» «Pierdo a mí y a vos» –dije
yo. «Yo no te entiendo –dijo ella– mas a mí me parece
que sólo serlo nos obliga a amarnos naturalmente.» «A
mí vuestra hermosura por sí sola me obliga, mientras
que esa hermandad parece que me produce escalo-
fríos algunas veces.» Y con esto, bajando mis ojos de
vergüenza por lo que le había dicho, la vi en las aguas
de la fuente tal como ella era, de suerte que donde
quiera que volvía la cabeza hallaba su imagen y en mis
entrañas la más verdadera. Y me decía yo a mí mis-
mo, no queriendo que alguno me lo oyera: «Si yo me
anegase ahora en esta fuente donde veo a mi señora,
¡cuánto más disculpado moriría yo que Narciso!38 Y si
ella me amase como yo la amo, ¡qué dichoso sería yo!
Y si la fortuna nos permitiese vivir siempre juntos, ¡qué
sabrosa vida sería la mía!» Diciendo esto me levanté y,
volviendo las manos a unos jazmines de que la fuente
estaba rodeada, mezclándolos con arrayán, hice una
37. Es decir, «sonrojándose». 38. Narciso se ahogó en la fuente persiguiendo su propia imagen, de la
que se había enamorado; Abindarráez querría morir como Narciso, pero fun-diéndose no con su imagen, sino con la imagen de Jarifa, que también lleva grabada en sus entrañas.
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MUESTRA vergüenza por lo que le había dicho, la vi en las aguas
MUESTRA vergüenza por lo que le había dicho, la vi en las aguas
MUESTRA de la fuente tal como ella era, de suerte que donde
MUESTRA de la fuente tal como ella era, de suerte que donde
quiera que volvía la cabeza hallaba su imagen y en mis
MUESTRA quiera que volvía la cabeza hallaba su imagen y en mis
entrañas la más verdadera. Y me decía yo a mí mis-
MUESTRA entrañas la más verdadera. Y me decía yo a mí mis-
mo, no queriendo que alguno me lo oyera: «Si yo me
MUESTRA
mo, no queriendo que alguno me lo oyera: «Si yo me
MUESTRA
anegase ahora en esta fuente donde veo a mi señora,
MUESTRA
anegase ahora en esta fuente donde veo a mi señora,
¡cuánto más disculpado moriría yo que Narciso!MUESTRA
¡cuánto más disculpado moriría yo que Narciso!
ella me amase como yo la amo, ¡qué dichoso sería yo! MUESTRA
ella me amase como yo la amo, ¡qué dichoso sería yo!
EDITORIA
L me dijo: «¿Y qué pierdes tú con
EDITORIA
L me dijo: «¿Y qué pierdes tú con
que seamos hermanos?» «Pierdo a mí y a vos» –dije
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Lque seamos hermanos?» «Pierdo a mí y a vos» –dije
yo. «Yo no te entiendo –dijo ella– mas a mí me parece
EDITORIA
Lyo. «Yo no te entiendo –dijo ella– mas a mí me parece
que sólo serlo nos obliga a amarnos naturalmente.» «A
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Lque sólo serlo nos obliga a amarnos naturalmente.» «A
mí vuestra hermosura por sí sola me obliga, mientras
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L
mí vuestra hermosura por sí sola me obliga, mientras
que esa hermandad parece que me produce escalo-
EDITORIA
L
que esa hermandad parece que me produce escalo-
fríos algunas veces.» Y con esto, bajando mis ojos de EDITORIA
L
fríos algunas veces.» Y con esto, bajando mis ojos de
vergüenza por lo que le había dicho, la vi en las aguas EDITORIA
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vergüenza por lo que le había dicho, la vi en las aguas
HISTORIA DEL ABENCERRAJE Y LA HERMOSA JARIFA
43
hermosa guirnalda y, poniéndola sobre mi cabeza, me
volví hacia ella, coronado y vencido. Ella puso los ojos
en mí, a mi parecer más dulcemente que solía y qui-
tándomela la puso sobre su cabeza. Me pareció en
aquel punto más hermosa que Venus cuando salió al
juicio de la manzana,39 y volviendo el rostro hacia mí,
me dijo: «¿Qué te parezco así, Abindarráez?» Yo le dije:
«Me parece que acabáis de vencer al mundo y que os
coronan por reina y señora de él». Levantándose me
tomó por la mano y me dijo: «Si así fuera, hermano, no
perdierais vos nada». Yo sin responderle la seguí hasta
que salimos de la huerta.
Esta engañosa vida trajimos mucho tiempo, hasta
que ya el Amor por vengarse de nosotros nos des-
cubrió, conforme fuimos creciendo ambos en edad,
que no éramos hermanos. Ella no sé lo que sintió al
principio de saberlo, mas yo nunca recibí mayor ale-
gría, aunque desde entonces hasta ahora lo he paga-
do con creces. A partir del momento en que fuimos
conscientes de esto, aquel amor limpio y sano que nos
teníamos se comenzó a dañar y se convirtió en una ra-
biosa enfermedad que nos ha de durar hasta la muer-
te.40 Aquí no hubo primeros movimientos que escon-
der, porque el principio de estos amores fue un gusto
y deleite fundado sobre bien, mas después no vino el
mal por principios, sino de golpe y todo junto. Ya yo te-
nía mi contentamiento puesto en ella y mi alma hecha
a medida de la suya. Todo lo que no veía en ella me
parecía feo, innecesario y sin provecho en el mundo.
39. Zeus designó a Paris para juzgar quién era la más bella entre Venus, Juno y Minerva y entregar a la vencedora la manzana de la Discordia. Fue Venus la vencedora.
40. Como vemos, Abindarráez recoge aquí la idea de que el enamora-miento es una enfermedad, una suerte de locura.
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MUESTRA gría, aunque desde entonces hasta ahora lo he paga-
MUESTRA gría, aunque desde entonces hasta ahora lo he paga-
do con creces. A partir del momento en que fuimos
MUESTRA do con creces. A partir del momento en que fuimos
MUESTRA conscientes de esto, aquel amor limpio y sano que nos
MUESTRA conscientes de esto, aquel amor limpio y sano que nos
teníamos se comenzó a dañar y se convirtió en una ra-
MUESTRA teníamos se comenzó a dañar y se convirtió en una ra-
biosa enfermedad que nos ha de durar hasta la muer-
MUESTRA
biosa enfermedad que nos ha de durar hasta la muer-
Aquí no hubo primeros movimientos que escon-
MUESTRA
Aquí no hubo primeros movimientos que escon-
MUESTRA
der, porque el principio de estos amores fue un gusto MUESTRA
der, porque el principio de estos amores fue un gusto
y deleite fundado sobre bien, mas después no vino el MUESTRA
y deleite fundado sobre bien, mas después no vino el
EDITORIA
Lperdierais vos nada». Yo sin responderle la seguí hasta
EDITORIA
Lperdierais vos nada». Yo sin responderle la seguí hasta
Esta engañosa vida trajimos mucho tiempo, hasta
EDITORIA
LEsta engañosa vida trajimos mucho tiempo, hasta
que ya el Amor por vengarse de nosotros nos des-
EDITORIA
Lque ya el Amor por vengarse de nosotros nos des-
cubrió, conforme fuimos creciendo ambos en edad,
EDITORIA
L
cubrió, conforme fuimos creciendo ambos en edad,
que no éramos hermanos. Ella no sé lo que sintió al
EDITORIA
L
que no éramos hermanos. Ella no sé lo que sintió al
principio de saberlo, mas yo nunca recibí mayor ale-EDITORIA
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principio de saberlo, mas yo nunca recibí mayor ale-
gría, aunque desde entonces hasta ahora lo he paga-EDITORIA
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gría, aunque desde entonces hasta ahora lo he paga-
HISTORIA DEL ABENCERRAJE Y LA HERMOSA JARIFA
44
Todo mi pensamiento era para ella. Ya en este tiempo
nuestros pasatiempos eran diferentes; ya yo la mira-
ba con recelo de ser sentido, ya tenía envidia del sol
que la tocaba. Su presencia me lastimaba la vida y su
ausencia me enfl aquecía el corazón. Y de todo esto
creo que no me debía nada, porque me pagaba con la
misma moneda.41 Pero quiso la Fortuna, envidiosa de
nuestra dulce vida, quitarnos este contentamiento de
la manera que oirás.
El rey de Granada, queriendo mejorar en su car-
go al alcaide de Cártama, le ordenó que abandonase
aquella fortaleza de inmediato y que se fuese a Coín,
que es aquel lugar42 frontero del vuestro, y que me
dejase a mí en Cártama con el alcaide que a ella vi-
niese. Sabida esta desastrada nueva por mi señora
y por mí, juzgad vos, si algún tiempo fuisteis enamo-
rado, lo que podríamos sentir. Nos juntamos en un
lugar secreto para llorar nuestra separación. Yo la lla-
maba señora mía, alma mía, solo bien mío y otros dul-
ces nombres que el amor me enseñaba. Y le decía:
«Apartándose vuestra hermosura de mí, ¿tendréis al-
guna vez memoria de este vuestro cautivo?» Aquí las
lágrimas y suspiros atajaban las palabras. Yo, esfor-
zándome para decir más, malparía algunas razones
turbadas de las que no me acuerdo, porque mi se-
ñora se llevó mi memoria consigo. Pues ¡quién podría
contaros sus quejas, aunque a mí siempre me pare-
cían pocas! Me decía mil dulces palabras que hasta
ahora me suenan en las orejas; y al fi n, porque no
nos sintiesen, nos despedimos con muchas lágrimas
y sollozos, dejando cada uno al otro por prenda un
41. Quiere decir, porque ella sentía lo mismo. 42. Población pequeña.
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MUESTRA lugar secreto para llorar nuestra separación. Yo la lla-
MUESTRA lugar secreto para llorar nuestra separación. Yo la lla-
MUESTRA señora mía, alma mía, solo bien mío
MUESTRA señora mía, alma mía, solo bien mío
ces nombres que el amor me enseñaba. Y le decía:
MUESTRA ces nombres que el amor me enseñaba. Y le decía:
«Apartándose vuestra hermosura de mí, ¿tendréis al-
MUESTRA «Apartándose vuestra hermosura de mí, ¿tendréis al-
guna vez memoria de este vuestro cautivo?» Aquí las
MUESTRA
guna vez memoria de este vuestro cautivo?» Aquí las
MUESTRA
lágrimas y suspiros atajaban las palabras. Yo, esfor-
MUESTRA
lágrimas y suspiros atajaban las palabras. Yo, esfor-
zándome para decir más, malparía algunas razones MUESTRA
zándome para decir más, malparía algunas razones
turbadas de las que no me acuerdo, porque mi se-MUESTRA
turbadas de las que no me acuerdo, porque mi se-
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Lgo al alcaide de Cártama, le ordenó que abandonase
EDITORIA
Lgo al alcaide de Cártama, le ordenó que abandonase
aquella fortaleza de inmediato y que se fuese a Coín,
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Laquella fortaleza de inmediato y que se fuese a Coín,
frontero del vuestro, y que me
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L frontero del vuestro, y que me
dejase a mí en Cártama con el alcaide que a ella vi-
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Ldejase a mí en Cártama con el alcaide que a ella vi-
niese. Sabida esta desastrada nueva por mi señora
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L
niese. Sabida esta desastrada nueva por mi señora
y por mí, juzgad vos, si algún tiempo fuisteis enamo-
EDITORIA
L
y por mí, juzgad vos, si algún tiempo fuisteis enamo-
rado, lo que podríamos sentir. Nos juntamos en un EDITORIA
L
rado, lo que podríamos sentir. Nos juntamos en un
lugar secreto para llorar nuestra separación. Yo la lla-EDITORIA
L
lugar secreto para llorar nuestra separación. Yo la lla-
HISTORIA DEL ABENCERRAJE Y LA HERMOSA JARIFA
45
abrazo, con un suspiro arrancado de las entrañas. Y
viéndome ella tan necesitado y con señales de muer-
to, me dijo: «Abindarráez, a mí se me sale el alma al
apartarme de ti y, como siento que a ti te ocurre lo
mismo, yo quiero ser tuya hasta la muerte; tuyo es
mi corazón, tuya es mi vida, mi honra y mi hacienda;
y en testimonio de esto, cuando llegue a Coín, donde
ahora voy con mi padre, en cuanto tenga ocasión de
hablarte, o por ausencia o indisposición suya, que ya
deseo, yo te avisaré. Irás donde yo estuviere y allí yo
te daré lo que solamente llevo conmigo, una vez que
seas mi esposo –que de otra suerte ni tu lealtad ni mi
ser lo consentirían–, que todo lo demás muchos días
hace que es tuyo.» Con esta promesa mi corazón se
sosegó algo y le besé las manos por la merced que
me prometía.
Ellos partieron al otro día; yo quedé como a quien
caminando por unas fragosas43 y ásperas montañas
se le eclipsa el sol. Comencé a sentir su ausencia ás-
peramente buscando falsos remedios contra ella.
Miraba las ventanas en que se solía poner, las aguas
en que se bañaba, la cámara en que dormía, el jar-
dín en el que reposaba la siesta. Andaba todas sus
estaciones44 y en todas ellas hallaba representa-
ción de mi fatiga. Verdad es que la esperanza que me
dio de llamarme me sostenía, y con ella engañaba parte
de mis sufrimientos. Pero, a veces, al ver que no llega-
ba su llamada, sentía tanta pena que llegaba a pensar
que hubiera sido mejor que me hubiera dejado sin es-
peranza alguna, porque la desesperanza fatiga hasta
43. Fragosas: «intrincadas, llenas de maleza».44. Abindarráez recorría todos los lugares –«sagrados» para él– que le
recordaban a Jarifa, a semejanza de la costumbre cristiana de recorrer las estaciones que evocan la Pasión de Cristo.
33
12431 Abencerraje INT.indd 45 24/02/11 16:30
MUESTRA caminando por unas fragosas
MUESTRA caminando por unas fragosas
se le eclipsa el sol. Comencé a sentir su ausencia ás-
MUESTRA se le eclipsa el sol. Comencé a sentir su ausencia ás-
peramente buscando falsos remedios contra ella.
MUESTRA peramente buscando falsos remedios contra ella.
Miraba las ventanas en que se solía poner, las aguas
MUESTRA Miraba las ventanas en que se solía poner, las aguas
en que se bañaba, la cámara en que dormía, el jar-
MUESTRA
en que se bañaba, la cámara en que dormía, el jar-
dín en el que reposaba la siesta. Andaba todas sus
MUESTRA
dín en el que reposaba la siesta. Andaba todas sus
estacionesMUESTRA
estaciones44MUESTRA
44 y en todas ellas hallaba representa-MUESTRA
y en todas ellas hallaba representa-
ción de mi fatiga. Verdad es que la esperanza que meMUESTRA
ción de mi fatiga. Verdad es que la esperanza que me
EDITORIA
Lte daré lo que solamente llevo conmigo, una vez que
EDITORIA
Lte daré lo que solamente llevo conmigo, una vez que
seas mi esposo –que de otra suerte ni tu lealtad ni mi
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Lseas mi esposo –que de otra suerte ni tu lealtad ni mi
ser lo consentirían–, que todo lo demás muchos días
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Lser lo consentirían–, que todo lo demás muchos días
hace que es tuyo.» Con esta promesa mi corazón se
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Lhace que es tuyo.» Con esta promesa mi corazón se
sosegó algo y le besé las manos por la merced que
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L
sosegó algo y le besé las manos por la merced que
Ellos partieron al otro día; yo quedé como a quien EDITORIA
L
Ellos partieron al otro día; yo quedé como a quien
caminando por unas fragosasEDITORIA
L
caminando por unas fragosas
HISTORIA DEL ABENCERRAJE Y LA HERMOSA JARIFA
46
que se tiene por cierta y la esperanza hasta que se
cumple el deseo.
Quiso mi ventura que esta mañana mi señora me
cumplió su palabra, enviándome a llamar con una cria-
da de su confi anza, aprovechando que su padre había
partido para Granada, llamado por el rey para volver
de inmediato. Yo, resucitado con esta buena nueva,
me preparé y, dejando venir la noche por salir más en
secreto, me vestí tal como me encontraste, para mos-
trar a mi señora la alegría de mi corazón. Nunca hubie-
ra yo creído que me podrían vencer ni cien caballeros
juntos, porque traía a mi señora conmigo; y si tú me
venciste no fue por valor, que no es posible, sino por-
que mi corta suerte o la determinación del cielo quisie-
ron atajarme tanto bien. Así que considera tú ahora,
después de haber oído mis palabras, el bien que perdí
y el mal que tengo. Yo iba de Cártama a Coín, breve
jornada,45 aunque el deseo la alargaba mucho, el más
ufano Abencerraje que nunca se vio, iba respondiendo
a la llamada de mi señora, a ver a mi señora, a go-
zar de mi señora y a casarme con mi señora. Me veo
ahora herido, cautivo y vencido y sintiendo sobre todo
que el término y coyuntura de mi bien se acaba esta
noche.46 Déjame pues, cristiano, consolar entre mis
suspiros y no pienses que son señal de fl aqueza, pues
fl aqueza mucho mayor sería tener ánimo para sufrir
tan riguroso trance.
��
45. Jornada: «trayecto, distancia». 46. Es decir, «que ya no podré conseguir mi sueño».
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MUESTRA aunque el deseo la alargaba mucho, el más
MUESTRA aunque el deseo la alargaba mucho, el más
ufano Abencerraje que nunca se vio, iba respondiendo
MUESTRA ufano Abencerraje que nunca se vio, iba respondiendo
a la llamada de mi señora, a ver a mi señora, a go-
MUESTRA a la llamada de mi señora, a ver a mi señora, a go-
zar de mi señora y a casarme con mi señora. Me veo
MUESTRA zar de mi señora y a casarme con mi señora. Me veo
ahora herido, cautivo y vencido y sintiendo sobre todo
MUESTRA
ahora herido, cautivo y vencido y sintiendo sobre todo
que el término y coyuntura de mi bien se acaba esta
MUESTRA
que el término y coyuntura de mi bien se acaba esta
46 MUESTRA
46 Déjame pues, cristiano, consolar entre mis MUESTRA
Déjame pues, cristiano, consolar entre mis
suspiros y no pienses que son señal de flMUESTRA
suspiros y no pienses que son señal de fl
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Lra yo creído que me podrían vencer ni cien caballeros
EDITORIA
Lra yo creído que me podrían vencer ni cien caballeros
juntos, porque traía a mi señora conmigo; y si tú me
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Ljuntos, porque traía a mi señora conmigo; y si tú me
venciste no fue por valor, que no es posible, sino por-
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Lvenciste no fue por valor, que no es posible, sino por-
que mi corta suerte o la determinación del cielo quisie-
EDITORIA
Lque mi corta suerte o la determinación del cielo quisie-
ron atajarme tanto bien. Así que considera tú ahora,
EDITORIA
L
ron atajarme tanto bien. Así que considera tú ahora,
después de haber oído mis palabras, el bien que perdí
EDITORIA
L
después de haber oído mis palabras, el bien que perdí
y el mal que tengo. Yo iba de Cártama a Coín, breve EDITORIA
L
y el mal que tengo. Yo iba de Cártama a Coín, breve
aunque el deseo la alargaba mucho, el más EDITORIA
L
aunque el deseo la alargaba mucho, el más
71
Índice
Introducción. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5
1. Características de la novela denominada
morisca . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5
2. La construcción del texto: de la anécdota
fronteriza al relato moral . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
2.1. Un relato en la frontera: la Historia
del moro y Narváez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
2.2. Un librito de caballerías: Parte de la
Crónica del ínclito infante don
Fernando, que ganó a Antequera . . . . . 11
2.3. El disfraz de pastor: el Abencerraje
incluido en la Diana de Jorge de
Montemayor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 14
2.4. Antonio de Villegas y su Inventario:
el Abencerraje como relato ejemplar . 14
3. Temas y estructura del Abencerraje . . . . . . . 16
4. La significación del Abencerraje . . . . . . . . . . . 21
5. Criterios de edición . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 24
Historia del Abencerraje y la hermosa Jarifa . . . . 27
Propuesta de actividades . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 63
12431 Abencerraje INT.indd 71 24/02/11 16:30
MUESTRA 2.2. Un librito de caballerías:
MUESTRA 2.2. Un librito de caballerías:
MUESTRA Crónica del ínclito infante don
MUESTRA Crónica del ínclito infante don
Fernando, que ganó a Antequera
MUESTRA Fernando, que ganó a Antequera
2.3. El disfraz de pastor: el
MUESTRA
2.3. El disfraz de pastor: el
incluido en la
MUESTRA
incluido en la
MontemayorMUESTRA
Montemayor
EDITORIA
L1. Características de la novela denominada
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L1. Características de la novela denominada
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2. La construcción del texto: de la anécdota
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L2. La construcción del texto: de la anécdota
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2.1. Un relato en la frontera: la
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2.1. Un relato en la frontera: la
del moro y NarváezEDITORIA
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del moro y Narváezdel moro y Narváez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . del moro y NarváezEDITORIA
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2.2. Un librito de caballerías: EDITORIA
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2.2. Un librito de caballerías: