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LIDERAZGO, ORGANIZACIÓN
Y DIRECCIÓN CONSCIENTE EN
LOS PARTIDOS DE LA IZQUIERDA
Juan Ignacio Marcos Lekuona
Consultor en Sistemas de Gobierno/Dirección
www.marcoslekuona.net; [email protected]
Síntomas, causas y remedios
Hay una gran variedad de síntomas de insatisfacción en el
funcionamiento del sistema político, que conducen a la desafección,
ese “fantasma que recorre nuestra democracia”.1
La abstención electoral es su manifestación más visible. En algunas
elecciones y en algunos municipios, el partido más votado es la
abstención. Pero algún análisis algo más atento podría llamar la
atención, también, sobre cambios de gobiernos producidos más por la
incompetencia de los anteriores titulares que por conquista de su
oposición, y sobre pérdidas inesperadas de elecciones por parte de
gobiernos mayoritarios.
1 Tomado del Editorial del número 20 – Estiu 2.009, de FCR Revista de Debat Politic de la Fundació Rafael
Campalans., pág.4. En este mismo editorial se define la desafección política. “La distancia entre el que és la política i el que creiem que ha de ser s’ens fa inaceptable i ens distancia de la política real d’avui en dia. La desafecció seria la consequencia d’aquesta distinció entre el que és i el que creiem que hauria de ser”.
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Si dirigimos la atención a los partidos, podemos registrar una
pérdida en el número de militantes y una desmovilización de
los militantes restantes, al extremo que, según manifestaciones de
dirigentes, el número de los que trabajan en tareas políticas oscila
entre un 10 y un 20%.
Alrededor de estos, y otros, síntomas de insatisfacción circulan en los
últimos tiempos, una buena cantidad de ensayos de explicar sus
causas y de proponer remedios. Algunas se fijan en los cambios de
los ciudadanos, otras hablan de la falta de un buen relato y hasta de
la falta de ideas1.
Para profundizar algo más en la búsqueda de causas y por
consiguiente de remedios, es oportuno situarnos ahora en el contexto
de la crisis en las maneras de gobernar y dirigir que experimenta la
sociedad global.
Crisis de las maneras de gobernar y dirigir
La incertidumbre y la falta de dominio de la situación que muestran
ahora los líderes y dirigentes de las organizaciones del mundo, está
haciendo patente de un modo dramático algo que se venía
sospechando y comentando desde hace bastante tiempo: 1 Una excepción interesante es el artículo que en el número ya citado de la revista FRC escribe el
profesor de Filosofía y diputado socialista al Congreso de los Diputados, José Antonio Pérez Tapias. En el mismo señala a los “Partidos y liderazgos como parte del problema”:” La estructura de los partidos políticos, en general, tan verticalista y jerarquizada, y sus carencias en cuanto a democracia interna, tan asfixiada por el rígido control de sus órganos dirigentes, no favorecen nada la participación política que de suyo deberían propiciar y encauzar. Esa dinámica de los partidos resulta muy ajena no sólo a lo que exige la actual conciencia democrática de los ciudadanos, sino a los que son modos usuales de funcionamiento en otros marcos institucionales de la sociedad actual. Por ello, no sólo la militancia política es algo que cada vez entra menos en el horizonte de aquello que se plantea una persona que quiera participar en los procesos sociales, sino que las actividades y discursos de los partidos políticos quedan cada vez más lejos de lo que una ciudadanía consciente puede exigir al respecto. El alejamiento entre partidos políticos y ciudadanía es el espacio en el que crece la desafección política.”… ”Obviamente, cualquier pretensión de liderazgo debe cuidar al máximo la comunicación política; pero ésta no se puede reducir a la constante emisión de mensajes simplistas ni a una dependencia excesiva de todo aquello que a priori , y a veces sin mucho fundamento, se identifica con la imagen que, como malamente se dice, se quiere “vender”.
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No funcionan los actuales sistemas de dirección basados
en el control desde arriba.
La mayoría de estos controles hoy son un teatro sin eficacia.
Y cuando se hace necesario cambiar son completamente
inútiles cuando no contrapoducentes.
Todo el siglo XX, en el que las organizaciones han aumentado su
presencia en la vida social y han ido aumentando de tamaño y complejidad, ha sido una ininterrumpida serie de intentos de
conformar las organizaciones según el modelo burocrático
(estructuras jerárquico- funcionales, “organización- reloj”), y, al mismo tiempo de encontrar remedios a las
disfuncionalidades que la aplicación del mismo modelo genera.
Lo que hemos aprendido de todas estas experiencias, corroborado por la crisis actual, es que no se puede remediar el modelo, sino
que hay que cambiarlo radicalmente. Las organizaciones no son relojes, ni pueden serlo, ni es deseable, finalmente, que lo sean.
Hay que pensar las organizaciones, no desde la ciencia clásica sino
desde las ciencias de la complejidad1 – sistemas adaptativos complejos, la autoorganización, el nacimiento del caos, el orden en el
caos, al filo del caos, emergencia, fractales, evolución y complejidad -
y esta nueva manera de pensar, esta nueva mentalidad, es la que va a permitir remediar las disfuncionalidades del modelo burocrático y
sustituir sus comportamientos e instrumentos de dirección fracasados – el control centralizado- por otros que disminuyan la anarquía que
este fracaso ha creado. La complejidad de las situaciones internas y externas en que viven las organizaciones obliga a abandonar los
razonamientos simplificadores en que se basa mucho del
1 La noción de complejidad está proporcionando un cuerpo ordenado de ideas que da sentido a las
experiencias que en las últimas décadas han tenido lugar intentando superar con éxito las limitaciones de las prácticas convencionales de diseño organizativo. Este tema puede profundizarse en “Complexity, Organization and Change: an essential introduction (2.006) Elizabeth McMillan, Routledge, editor; “Complex Systems &Evolutionary Perspectives of Organizations: The Application of Complexity Theory to Organizations (2.003) Eve Mitleton-Kelly, Elsevier, editor. Estas dos profesoras lo son de la Open University UK y de la London School of Economics, respectivamente. Existe una copiosa literatura, cursos académicos y centros de investigación dedicados al tema, que pueden encontrarse fácilmente en Google. Entre los centros de investigación puede ser notable para aquellos con intereses académicos el SANTA FE INSTITUTE, situado en la ciudad del mismo nombre del estado de New México (USA)
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pensamiento organizativo actual, por mantener el poder individual de
los que dirigen.
Los tiempos actuales necesitan unos nuevos modelos de las organizaciones y su gobierno que comiencen por reconocer que no
puede haber un mismo modelo para todas las organizaciones, ni siquiera para todas las partes de una misma organización y
que cada una de estas realidades sufre evoluciones que requieren diferentes maneras de conseguir que sobrevivan y se desarrollen.
La dirección sin control,- “el ojo del amo engorda al caballo”-
suena hoy a contrasentido. Sin embargo, la mayor parte de los controles actuales son contraproducentes, cuando no ficticios. La
nueva dirección tiene que basarse en el desarrollo de una visión fuertemente compartida de la realidad y de los
objetivos necesarios, procedimientos obligatorios legales y
financieros, claros procesos de decisión y rendición de cuentas y sistemas sensibles de recursos humanos. Ya hay bastantes
experiencias de cómo esta vía, mejora los rendimientos de las empresas e instituciones y su capacidad de innovación y desarrollo. Y
parece que ésta será la dirección que se apunta para salir de la crisis.
Un compromiso compartido para cambiar se desarrolla sólo con la
capacidad colectiva de aprendizaje de desarrollar aspiraciones
conjuntas.
“Debería desaparecer el individuo como solución de los problemas del
mundo”, Mintzberg (2.008, discurso en su investidura como Doctor
Honoris Causa por la Universidad Ramon Llull, a propuesta de ESADE,
con el título de “Del liderazgo individual al liderazgo compartido”): “El
hecho de que nos centremos en el liderazgo de cualquier tipo, nos
lleva a construir organizaciones que dependen de la iniciativa
individual. Sólo hace falta que observemos el omnipresente
organigrama, con los niveles de los “altos” directivos, los directivos
“medios” y los bajos directivos (¿Cómo es que nunca decimos “bajos
directivos”). Esto no es más que una metáfora distorsionada. Nos
dice que estamos obsesionados por la autoridad. Quizá el retrato no
responde a la realidad pero para muchas personas el organigrama se
ha convertido en la organización. ¿No es hora de que pensemos en
nuestras organizaciones como comunidades de cooperación y
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haciendo esto pongamos al liderazgo en su sitio? No como
desaparecido sino al lado de otros procesos sociales importantes.”
El mismo Mintzberg señala que los liderazgos heroicos son más un
problema que una solución y que hoy son necesarios liderazgos
suficientes y que comprometen para poner a contribución todos los
recursos de la organización1
Una organización no es un reloj, ni cualquier ensamble de piezas por
alguien externo a ella con fines independientes. Una organización es
una red de interacciones entre personas, que forman procesos de
comportamiento, procesos individuales (satisfacción), interpersonales
(cohesión), de tarea (productividad), administrativos (clima). Estas
interacciones están mediadas por decisiones e instrumentos de la
dirección, que están correspondidas por comportamientos diversos de
implicación/ desimplicación/ confrontación por parte de los demás
miembros de la organización.
La flexibilidad en el funcionamiento de una organización se consigue
cuando su gobierno se basa en las realidades que ofrecen las
interacciones en su interior/exterior, en lugar de la rigidez que
generan las reglas jerárquico-funcionales y sus comportamientos.
Seguramente, la idea de una federación de grupos diversos, es más
adecuada para construir la unidad de acción de una organización
compleja que la jerarquía piramidal.
Pero nada de esto parece que tiene que ver con los partidos de
izquierdas2
Confusión en los partidos de izquierdas en el campo de la
organización y la dirección
No se está llevando a cabo una reflexión suficiente en cuanto a los
modos de gobernar y dirigir los partidos de izquierdas. En los años 20
1 Ver del mismo autor, “Enough Leadership”en HBR(Nov. 2004) y “Developing Leaders? Developing
Countries? Learning from another place” en www.mintzberg.og ( 2.006). 2 La alusión a los partidos de izquierdas y no a los de derechas, se basa en la presunción de que éstos no
tienen por qué inventarse un orden nuevo y sus militantes se mueven a gusto en estructuras jerárquico funcionales.
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del siglo XX, cuando se organizaron por primera vez según pautas
jerárquico-funcionales, estas formas eran lo más moderno que estaba
produciendo la sociedad, a partir de empresas de negocios líderes.
Pero ahora, han pasado más de 50 años en que se han intentado
corregir y se van abandonando.
Los partidos están organizados según criterios más antiguos que las
empresas de negocios y otras instituciones modernas. Su eficacia/
eficiencia en la gestión de sus recursos clave es muy inferior a la que
consiguen estas organizaciones – sus votantes y militantes, frente a
clientes y personal.
Mientras, prestigiosos consultores y profesores de estas cuestiones,
como el mismo Henry Mintzberg, advierten del peligro que suponen
para sus organizaciones las mezclas de liderazgos heroico-
carismáticos y los liderazgos burocráticos, y reclaman otras formas
de liderar, en los partidos políticos todavía se añoran los
liderazgos carismáticos y mientras tanto se imponen los
liderazgos burocráticos más autoritarios.
La política se establece de arriba abajo, con muy poca porosidad
para una contribución de abajo arriba. Cuando los partidos de
izquierdas consiguen gobiernos, en lugar de fomentar el
desarrollo y el papel específico de sus partidos, tienden a
asfixiarlos, lo que contribuye a que el proceso de abajo arriba tienda
a desaparecer.
Las cúpulas y las estructuras de poder de los gobiernos y los partidos
se rigen por una cultura burocrática, muy alejada de la cultura
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de innovación y empresariedad1 que parece que debería
requerir la creación de un orden nuevo.
La derecha con sus mercados, y apoyadas en partidos congruentes
con sus valores, llega a conseguir que la propia izquierda acepte
sus modos de acción ante la incapacidad de ésta de ofrecer unas
mejores maneras de gobernar y dirigir la economía.
Los gobiernos y partidos de izquierda, sin recursos estratégicos
básicos como suficiente apoyo de sus votantes y sus militantes, se
mueven zarandeados por ideólogos que no se interesan por la
evolución de los valores de sus votantes, gestores que burocratizan
la política, movimiento sociales que defienden intereses singulares,
y medios de comunicación que, cuando no defienden intereses de
la derecha defienden sus intereses comerciales.
En su interior los partidos de izquierdas están muy lejos de practicar
la democracia interna que determina, por ejemplo, la Constitución
Española y reclaman con insistencia periódica, aunque sea con
sordina, militantes y simpatizantes.
La formación de los dirigentes se lleva a cabo sobre copias y
traducciones de materiales de la formación en las escuelas de
negocios, que están siendo puestas en causa en los círculos más
avanzados de profesionales. De este modo se legitima el ejercicio de
poderes burocráticos que, cuando tienen la versión edulcorada
generan anarquía, y finalmente acaban imponiendo un mando
impositivo unilateral.
1 Mencionar la empresariedad como componente de una política de izquierdas puede parecer chocante
a algunos. En la literatura clásica, el diplomático murciano D. Diego Saavedra Fajardo (1584-1648) empleó el término EMPRESAS POLÍTICAS para titular un manual de auténtica dirección política de la época. No es sensato, pues, limitar el uso del término empresa a las empresas de negocios. En el mundo público – entre los políticos y los directores públicos- se echan en falta mayores dosis de empresariedad frente a las trampas paralizantes del burocratismo. Estos nuevos empresarios identifican fuentes potenciales de apoyo político, recursos disponibles, oportunidades de aumentar el valor público de las actuaciones públicas; comprenden el entorno de sus organizaciones, las fuerzas externas que limitan e influencian su capacidad de acción y están dispuestos a correr riesgos. A diferencia del empresario privado, el empresario público no arriesga un capital privado, sino los fondos públicos y los fondos y las ilusiones de sus votantes/donantes y su propia reputación y progreso profesional.
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Esta breve descripción de manifestaciones organizativas de dirección
y liderazgos anticuados, podrían servir para explicar bastante del por
qué los partidos de izquierda están perdiendo votos – que se
abstienen – y militantes – que se dan de baja, o dejan de “militar”
activamente.
Naturalmente, esta descripción que es bastante realista de los niveles
altos de las organizaciones, tiene excepciones notables en
organizaciones locales medianas y pequeñas donde, con cierta
frecuencia, pueden encontrarse mayorías mantenidas, militancias
numerosas y activas y un funcionamiento que se acerca más a una
red que a una jerarquía funcional. Pero, desgraciadamente, este
auténtico tesoro de experiencias positivas no encuentra quien lo
convierta en un activo explotable por toda la organización.
Los partidos que empoderan a sus votantes y a sus militantes.
No debe deducirse de todo ello que los partidos son organizaciones
que, en declive, van a perder su utilidad en los sistemas
democráticos. Más bien lo que no tiene utilidad es que estén en
declive porque su papel no puede ser desempeñado más que por
ellos, y están equivocados los gobiernos, movimientos y demás
agentes citados que, a veces, se confabulan para marginarlos.
A principios del siglo XX, Antonio Gramsci1 señalaba que el
alumbramiento de una nueva formación política “solo puede ser (obra
de) un organismo, un elemento de la sociedad complejo en el cual
comience a concretarse una voluntad política colectiva reconocida y
afirmada parcialmente en la acción. Este organismo ya ha sido dado
1 Ver Gramsci, “Notas sobre Maquiavelo, la política y el estado moderno”. En este mismo autor algunos
de sus artículos sobre los partidos y, muy especialmente su burocratización.
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por el desarrollo histórico, y es el partido político: la primera célula en
que se resumen los gérmenes de la voluntad colectiva…”
Naturalmente, este partido no puede ser el de las “vanguardias
iluminadas” del centralismo democrático, ni el de una
socialdemocracia burocratizada. Tanto estas formas como los
populismos y presidencialismos del siglo XX son formas a superar por
los partidos que quieran contribuir a modelar lo que viene, que
necesariamente pasa por una profundización de la democracia,
empezando por ellos mismos. La crisis de los partidos de que se
habla y se vive, es más bien una crisis de unas formas concretas
históricas de los partidos políticos: por supuesto, el partido único y
los partidos que han encarnado tipos ideales de liderazgo carismático
y burocrático. El partido en red con sus votantes, en cambio,
parece responder mejor incluso a la descripción de Gramsci que
hemos copiado más arriba, si tenemos en cuenta nuestras
circunstancias actuales.
“En esta transición es muy poco probable que el instrumento sea un
único partido”. “Se borra también la posibilidad de un discurso
unificado de la izquierda. La discontinuidad discursiva pasa a ser,
pues, primaria y constitutiva. El discurso de la democracia
radicalizada no es más el discurso de lo universal;… ha sido sustituido
por una polifonía de voces, cada una de las cuales construye su
propia e irreductible identidad discursiva… Esta pluralidad de espacios
no niega sino que requiere la sobredeterminación de sus efectos a
ciertos niveles y la consiguiente articulación hegemónica entre los
mismos”.1
La transición que vivimos, está mostrando que la sostenibilidad
política, la alternativa a la desafección/abstención/desmovilización, no
tiene más que una salida estable que hay que encontrarla en la vía de
la coalición con los votantes.
Esta coalición es la que produce el compromiso de los votantes, no
solo de dar su voto, sino también de ayudar a que otros también lo
hagan. Así se consigue una sostenibilidad de resultados políticos. Hay
suficientes ejemplos prácticos que lo demuestran y tantos ejemplos
1 Estas notas son de Chantal Mouffe en sus obras “Hegemonía y estrategia socialista. Hacia una
radicalización de la democracia” Siglo XXI de España, editores, Madrid; y “El retorno de lo político”(1.993), Paidós, Barcelona.
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de situaciones de cómo se pierde esa sostenibilidad que, en
momentos anteriores, se tuvo.
Conseguir y mantener la coalición/compromiso depende de que la
formación política sea capaz de proporcionar por sus
comportamientos y en contrapartida, unos valores, deseados por los
votantes. Para conocer cuáles son esos valores, y asegurarse de que
los votantes los perciben en los comportamientos los partidos y sus
cargos públicos, se hace necesaria una intensa y continuada
comunicación en dos sentidos, en la que la comunicación
unidireccional de los medios masivos no será más que un
apoyo, importante en algunos casos, pero nada más.
La comunicación continuada en dos direcciones, es una comunicación
persona a persona y para realizarse a la escala de mayorías necesita
una organización de personas que quieran y sepan llevarla a cabo.
En el siglo XXI, los partidos serán esas organizaciones de personas en
la medida que,
abandonen sus prácticas burocráticas que han llegado a
convertirlos en maquinarias clientelares y de captura de cargos,
y sus dirigentes aprendan a practicar un liderazgo suficiente
que en la educación y el empoderamiento de sus
votantes y militantes, vaya eliminando tentaciones
clientelares y dotando a “su sociedad” de líderes que animen la
vía ciudadana a la mejora de la calidad de vida;
superen la visión a corto plazo de las campañas electorales,
sumando a ellas planes y proyectos a medio plazo para el
desarrollo de recursos estratégicos: orientación y
conocimiento de los votantes actuales y potenciales1,
recursos humanos competentes – lideres, militantes,
analistas y comunicadores, voluntarios, cargos públicos y
directores profesionales - y financiación mayor y desde los
votantes;
1 Nos referimos aquí a practicar un marketing político orientado a los votantes, en lugar del marketing
político orientado a la venta que hoy practican la mayoría de partidos. Se puede profundizar en este concepto y sus prácticas en el reciente POLITICAL MARKETING:PRINCIPLES AND APPLICATIONS (2.009) escrito por la profesora escocesa Jennifer Lees-Marshment y editado por Routledge (Londres y Nueva York). Contiene además interesante material sobre el marketing desde los gobiernos, con el problema del “rebranding” y la reelección, así como una gran cantidad de casos reales y opiniones de políticos. Se trata del primer textbook editado sobre marketing político.
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activen y motiven a la red que forman votantes – y sobre todo
sus líderes de opinión – y sus militantes, con prácticas de
elaboración/comunicación de la política de abajo arriba,
en contraste con la política de arriba debajo de las instituciones
de legislativas y de gobierno.
Y en la medida que los partidos sean capaces de avanzar por esta
vía, el partido y los líderes de opinión de sus votantes – actuales y
potenciales -con los que ha llegado a coaligarse, pueden llegar a
formar una coalición estratégica – gobierno+ partido+ líderes
de opinión de los votantes- que asegura la sostenibilidad de los
resultados políticos.
En el contexto de esta coalición, el gobierno, alimentado por las
prioridades de los votantes que han sido la base de la coalición del
partido y los líderes de opinión de sus votantes, puede ejercer una
gobernanza eficaz, que no pone en peligro los resultados futuros,
progresando, a su vez, en su capacidad de,
entregar efectivamente a los votantes, las prestaciones que
responden a las prioridades acordadas;
contribuir a los proyectos estratégicos que han sido necesarios
para despejar las incógnitas y conflictos que acompañan a los
objetivos y medios de acción públicos;
transparentar los fines/medios de su actuación y someter sus
decisiones a la mayor participación posible de los ciudadanos,
incluida la negociación y el respeto las minorías, sin perder de
vista su coalición mayoritaria;
prever el futuro.
La coalición estratégica, con los límites de la madurez y estabilidad de
la misma, da lugar a un nuevo actor de la política, una empresa de
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servicios políticos, entendiendo por tales, aquellos que contribuyen
a la “formación y manifestación de la voluntad popular”1.
La coalición estratégica para mantenerse necesita una concepción y
unas prácticas de sus dirigentes que superen las tentaciones de los
liderazgos heroicos, tanto carismáticos como burocráticos. El
conglomerado de organizaciones y asociaciones que la forman sólo
puede encontrar una andadura estable, lejos de esquemas
jerárquicos, en una organización en red, con un liderazgo
suficiente que no se sitúa en ninguna cúspide sino al lado de
aquellos nudos que necesitan apoyo para cumplir su función
en la coalición.
Prácticas
Nada de esto va a suceder sólo discutiendo ideas o ponencias,
proyectando imágenes, o inventando nuevas narraciones. La diferencia vendrá producida por unas nuevas prácticas.
Son malas prácticas las que explican las causas de la poca
sostenibilidad de los gobiernos, de sus victorias insuficientes y de que, muchas veces, los gobiernos no se ganen por la oposición sino
que los pierdan los que los detentan, deteriorando así el sistema. También están detrás de la disminución del número de militantes y
de su desmovilización.
Pero la mejora del sistema político y su papel en la transición no
puede permitir que los partidos políticos se reduzcan al papel de
máquinas de selección de candidatos a cargos públicos, que, con
frecuencia, cuando los ocupan tienden a olvidarse de quienes les
eligieron. La desafección de los electores sólo puede corregirse por
1 Naturalmente, estamos hablando de varios partidos como una polifonía de voces que compiten y
contribuyen a crear el discurso político de la nueva sociedad. El autor está trabajando en un libro bajo el título LOS “PRINCIPES” DEL SIGLO XXI: LOS PARTIDOS QUE EMPODERAN A SUS VOTANTES Y MILITANTES. Pretende proyectar algunas experiencias al respecto, al papel que pueden jugar los “nuevos” partidos – renovaciones, refundaciones o creaciones – en la construcción de un nuevo orden político.
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unas nuevas prácticas políticas que consigan el compromiso de
unos votantes como intercambio de un compromiso de un
partido con ellos. Y estas prácticas no son sólo propias de un
gobierno, sino también de un partido con sus votantes actuales y
potenciales, a través de sus líderes de opinión.
Podemos denominar prácticas a conjuntos de interacciones que son
comportamientos observables en la realidad diaria. Con un adecuado
esquema conceptual es posible establecer relaciones entre
determinadas prácticas y la mejora o empeoramiento de los
resultados políticos, a lo largo del tiempo, y comparar estas
relaciones tal y como se dan, por ejemplo, en varios municipios.
Efectivamente, es posible construir una aproximación analítica a
cómo la eficacia política (=la obtención de votos, fondos, voluntarios)
en un municipio, es función de un conjunto de interacciones, al
menos, entre:
los votantes entre sí;
los votantes y miembros de un partido;
los miembros de un partido entre sí;
los miembros de un partido con los miembros de otros partidos
los dirigentes y los miembros del partido;
los dirigentes del partido entre sí;
los dirigentes de un partido con los dirigentes de otros partidos;
los grupos políticos con la ejecutiva de su partido;
los cargos públicos de una institución los directores y técnicos
de la administración correspondiente;
los grupos políticos de una institución entre sí.
Los gobiernos de las diferentes instituciones entre sí
Las buenas prácticas han de asegurar
una educación de los votantes en la priorización colectiva de
necesidades y alternativas – para desterrar el clientelismo;
una organización en red, no jerárquica, que posibilite la
comunicación en dos sentidos;
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el entrenamiento de un número alto de líderes suficientes que
animen el funcionamiento de la red;
recursos de análisis político y técnico para elaborar una política
desde abajo arriba, trabajando sobre las priorizaciones
colectivas de los votantes.
Es a través de estas prácticas que los cambios tendrán lugar y no de
la predicación de ideas y narraciones. Si bien esta predicación será
útil si es coherente con los comportamientos que practican los líderes
políticos que están dando lugar a la producción y reproducción de la
sociedad. Decir una cosa y hacer otra no es ya una buena estrategia
para mantener resultados.
Algunas de las prácticas especialmente relevantes son:
La práctica de la dirección consciente de la política1
hacia la consecución de los recursos –votos, fondos y
voluntarios – que constituyen los resultados necesarios de
toda acción política democrática, partiendo de
evaluaciones, donde se vaya encontrando relaciones de
1 En 1.931, Antonio Gramsci escribió la nota “Espontaneidad y dirección consciente”, donde afronta la
cuestión de integrar la espontaneidad de la iniciativas cuando se trata de cambiar la sociedad con la disciplina para conseguir una acción política real y no “simple aventura de grupos que se limitan a apelar a las masas”. A este respecto, y considerando la experiencia del movimiento torinés, pondera “la fecundidad y justeza de la dirección que se le dio. Esa dirección no era abstracta, no era la repetición mecánica de las fórmulas científicas o teóricas; no confundía la política, la acción real con la disquisición teorética; se aplicaba a hombres reales, formados en determinadas realidades históricas, con determinados sentimientos, modos de concebir, fragmentos de concepción del mundo… Este elemento de espontaneidad no se descuidó, ni menos se despreció: fue educado, orientado, depurado de todo elemento extraño que pudiera corromperlo, para hacerlo homogéneo, pero de un modo vivo e históricamente eficaz con la teoría moderna. .. Descuidar – y aun más despreciar – los movimientos llamados espontáneos o sea renunciar a darles una dirección consciente, a elevarlos a un plano superior insertándoles en la política, puede tener consecuencias serias y graves…. Concepción histórico-política escolástica y académica, para la cual no es real y digno sino el movimiento consciente al ciento por ciento y hasta determinado por un plano trazado previamente con todo detalle, o que corresponde (cosa idéntica) a la teoría abstracta. Pero la realidad abunda en combinaciones de los más raro y es el teórico el que debe identificar en esas rarezas la confirmación de su teoría, traducir a lenguaje teórico los elementos de la vida histórica, y no al revés, exigir que la realidad se presente según el esquema abstracto. (Leonardo sabía descubrir el número de todas las manifestaciones de la vida cósmica, incluso cuando los ojos del profano no veían más que arbitrio y desorden).”
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causalidad resultados/comportamientos y se vayan
planificando la sustitución de malas por buenas prácticas.
La práctica del aprendizaje en equipo sobre
situaciones de incertidumbre y conflictos,
especialmente por equipos directivos en todos los niveles
de las organizaciones que tienen algún papel en la política
– diálogo/debate.
La práctica de planificar la política, tanto en sus
campañas electorales/campaña permanente, como en los
proyectos a medio plazo de desarrollo de los recursos
estratégicos – liderazgo, militantes, voluntarios, fondos,
estructuras temporales y permanentes.
La práctica de la negociación y de la construcción de
consensos, como superadora/complementaria de la
imposición/mando.
La práctica de seleccionar candidatos
democráticamente, superando las cooptaciones desde
arriba.
La práctica de la gobernanza eficaz – prestaciones en
respuesta a las prioridades de los votantes, transparencia
de las actuaciones y decisiones participativas, negociación
con las minorías, previsiones de futuro.
La práctica de organizar redes sociales, por la
comunicación en dos direcciones continuada –
escuchar/responder- sin recurso a las jerarquías.
La práctica de priorizar colectivamente necesidades y
alternativas, aumentando el capital social de los votantes
propios, y haciendo innecesarias las prácticas clientelares.
La práctica de entrenar sobre prácticas y de
acompañar en las mismas, superando el entrenamiento
puramente intelectual o en sala.
La práctica de aprender de las propias prácticas y de
compartirlo con otros, consiguiendo la reflexión sobre
las propias prácticas como camino para conseguir la
congruencia entre lo que se dice y lo que se hace.
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La práctica de escuchar historias y de contar
historias, para favorecer el intercambio externo e
interno, enriqueciendo la comunicación con los valores que
mejoran la calidad de vida.
La práctica de crear visiones compartidas desde
narraciones de lo que pasa e ir elaborando estrategias
trabajadas desde abajo.
La práctica de generar conocimiento usable para las
decisiones políticas
La práctica de alinear la acción de la administración
con la estrategia política a través de una dirección
pública profesional y autónoma.
La práctica de superar las visiones fragmentarias y
trabajar con visiones globales de las interacciones
en las organizaciones y entre éstas y sus entornos.
La transformación que los partidos pueden ir experimentando a
impulsos de la introducción de estas prácticas, les aseguran frente al
riesgo de desaparición que puede amenazar en la transición. A lo
largo de la misma, los mismos partidos evolucionados o refundados,
y, probablemente, otro nuevos, podrán ser los actores de la política
que vemos/veremos surgir.
Conseguir que estas prácticas formen el funcionamiento de los
partidos es un proceso no corto, que será fruto de una planificación
estratégica a medio plazo, y que necesitará de esos líderes suficientes
capaces de comprometer los recursos a que tengan acceso: votantes,
líderes de opinión, militantes, cuadros.
Los políticos de izquierdas, para cumplir su misión transformadora
necesitan aprender colectivamente a organizar los partidos como redes sociales y no como jerarquías, diseñar y dirigir unos ejercicios
políticos para el empoderamiento de militantes y votantes que transformarán con su liderazgo suficiente y comprometedor, primero
a los propios partidos burocratizados y después a las organizaciones públicas y privadas, y a todo el sistema social organizativo.
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Un buen punto de partida se puede encontrar en sustituir las
actividades de formación basadas en ideas o habilidades por entrenamientos sobre buenas prácticas, basados en el
acompañamiento por buenos prácticos reflexivos, en situaciones
reales que estimulan el aprendizaje.
El conocimiento práctico en una organización surge en las
interacciones entre las personas que lo forman y no puede reificarse
en forma de un libro explícito o de prácticas implícitas en los
comportamientos de los que consiguen resultados. Los adultos no
prestamos a aprender como resultado de la negociación personal
continua entre las intenciones y expectativas de cada persona.
Sin perjuicio de otras situaciones que pueden surgir en concreto, las
siguientes son situaciones de aprendizaje que pueden dar lugar a
aprendizajes para miembros de un partido político:
Al incorporarse como militante.
Siempre, cuando una persona se va a presentar como
miembro de una candidatura.
También siempre cuando esa misma persona va a
ocupar un puesto de concejal en un municipio, o de
miembro de una ejecutiva, de responsable de barrio o
de sección electoral.
De un modo especial, cuando el concejal va a ocupar
responsabilidades de gobierno y aun más especial
cuando ese gobierno va a ser fruto de una coalición.
Al realizar la evaluación política después de cada
convocatoria electoral, y elaborar el plan de mejora
correspondiente.
Cuando se trate de diseñar e implantar políticas
nuevas, como el presupuesto transparente o el
urbanismo de crecimiento inteligente.
En la definición y organización de grupos de proyecto
estratégico, tanto locales como de colaboración con
otros insulares o nacionales.
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Cuando se trata de diseñar el relevo de ejecutivos o
cargos públicos, especialmente los secretarios
generales y alcaldes.
Estas situaciones pueden dar lugar a entrenamientos que unas veces
pueden ser preventivos – para evitar que una nueva posición de la
persona le enfrente a problemas que no sabe solucionar -y otras
correctivos cuando el problema no ha podido ser resuelto. 1
La dirección política por barrios y secciones electorales y los
cambios organizativos
La preocupación por superar las consecuencias negativas de la
burocratización de los partidos se siente y/o se ha sentido en partidos
progresistas de todo el mundo. Y los avances que se han alcanzado
o no en este sentido pueden explicar bastante bien la historia de
los resultados electorales que se han ido alcanzando.
Algunas iniciativas superadoras están siendo las elecciones primarias
como procedimiento para designar candidatos – que no trataremos
aquí- y la potenciación de estructuras territoriales hasta las propias
secciones electorales.
Un conjunto de militantes activos, que asumen
voluntariamente la responsabilidad de los resultados políticos
votos, fondos, voluntarios - de su sección electoral y
1 La introducción del entrenamiento en buenas prácticas y la dirección política eficaz en el nº 17 de los
CUADERNOS PARA CARGOS PUBLICOS TERRRITORIALES/LOCALES Y SUS ASESORES, titulado MAS SOBRE DESARROLLO DEL PARTIDO: LA REVITALIZACIÓN DE SUS ORGANIZACIONES LOCALES.
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practicando una dirección consciente, es un seguro de
sostenibilidad, y aun, desarrollo de esos resultados.
En organizaciones de cierto tamaño un escalón de cuadros
intermedios – de barrio, distrito, comarca -que ayuda a los equipos
de sección electoral al logro de sus objetivos, añade garantía a que la
red votantes-líderes de opinión-militantes activos se mantiene y
adecúa a los cambios que se produzcan en los votantes actuales y
potenciales.
Algunos partidos han encontrado también útil la creación de equipos
de organizadores-entrenadores, bien entrenados a su vez en
buenas prácticas, que la dirección puede poner a disposición de estas
organizaciones territoriales como intercambio del compromiso con los
resultados/compromisos, no sólo locales, sino de otras elecciones en
las que la dirección se encuentra comprometida.
Pero, creando nuevas estructuras no se consiguen nuevos
resultados, si los procesos y las prácticas que producen los
anteriores resultados no se cambian.
Sin una política de abajo arriba que, como mínimo, complemente
la política de arriba abajo; y sin un liderazgo que abandone los estilos
heroicos – carismático y burocrático, por el liderazgo suficiente
que compromete a los votantes y a los militantes, se corre un
alto riesgo de que los síntomas indeseables – desafección,
abstención, disminución y desmovilización de militantes-
permanezcan. Porque las nuevas estructuras apenas alcanzan a
crear una red de “carteros”, sin la garantía de que entregarán todas
las cartas.
En cambio, lo que sí contribuirá a reducir los síntomas indeseables,
será:
que las direcciones de los partidos apoyen procesos y prácticas
de elaboración/comunicación de la política de abajo arriba con
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su liderazgo suficiente – que elimine todas las tentaciones de
los liderazgos heroicos, tanto carismáticos como burocráticos;
que, congruentemente, abandonen las prácticas de querer
intentar cambios a través de grandes decisiones homogéneas y
de un solo paso, sustituyéndolas por la ayuda a cada unidad/
agrupación distinta en ir consiguiendo desde su punto de
partida peculiar los pequeños cambios acumulativos de
prácticas concretas que son los únicos que garantizan que esa
dirección política consciente de barrios y secciones electorales,
sea algo más que declaraciones más o menos solemnes;
y que se acepte prácticamente que todo esto solo puede ser
consecuencia de aprender experimentalmente sobre la propia
experiencia, en la medida que se va produciendo.