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Gentileza de Csar Yez Navarrete 1 Preparado por Patricio Barros
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Resea
En este libro ya clsico, Koestler reconstruye los primeros pasos visionarios hacia
nuevos modelos del Universo. Describe los logros cientficos y las vidas de los
cosmlogos, desde los babilonios hasta Newton, y analiza con gran profundidad los
trabajos de Coprnico, Tycho Brahe, Kepler y Galileo.
Arthur Koestler, una de las personalidades ms polifacticas de nuestro tiempo,
nacido en Budapest en 1905 y posteriormente nacionalizado britnico, fue
periodista, miembro de la expedicin Graf Zeppelin al rtico en 1931 y destacado
activista poltico de izquierdas a la vez que crtico inmisericorde del estalinismo. Su
obra, testimonial y lcida alcanza indiscutible valor documental a la vez que nos
muestra al gran escritor y al hombre preocupado por la ciencia y sus implicaciones.
Entre sus obras literarias ms conocidas se cuentan El cero y el infinito, El yogui y
el comisario y su Autobiografa. En sus ltimos libros (Drinkers of Infinity, The
Ghost in the Machine) se plantea con rigor la problemtica humana desde una
perspectiva cientfica.
Arthur Koestler, defensor activo de la eutanasia, se suicid junto con su esposa en
1983.
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ndice
Prefacio
Introduccin
Primera parte: La era heroica
1. Amanecer
2. La armona de las esferas
3. La Tierra a la deriva
4. Prdida de empuje
5. El divorcio de la realidad
Cuadro cronolgico de la parte I
Segunda parte: Oscuro intermedio
1. El universo rectangular
2. El universo amurallado
3. El universo
Cuadro cronolgico de la parte II
Tercera parte: El cannigo tmido
1. La vida de Coprnico
2. El sistema de Coprnico
Cuadro cronolgico de la parte III
Cuarta parte: La lnea divisoria
1. El joven Kepler
2. El Misterio Csmico
3. Trastornos del crecimiento
4. Tycho Brahe
5. Tycho Brahe y Kepler
6. Establecimiento de las leyes
7. El desnimo de Kepler
8. Kepler y Galileo
9. Caos y armona
10. Clculos para elegir esposa
11. Los ltimos aos
Quinta parte: La encrucijada
1. El peso de la prueba
2. El juicio de Galileo
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3. La sntesis newtoniana
Cuadro cronolgico de las partes cuarta y quinta
Eplogo
Bibliografa
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A la memoria de Mamaine
Prefacio
En el ndice de las seiscientas y pico pginas de la versin resumida del Estudio de
la Historia de Arnold Toynbee, ni siquiera aparecen los nombres de Coprnico,
Galileo, Descartes y Newton1. Este ejemplo, entre otros muchos, debera ser
suficiente para sealar el abismo que contina separando a las humanidades de la
filosofa de la naturaleza. Utilizo esta expresin pasada de moda porque el trmino
ciencia, que ha venido a reemplazarla en tiempos ms recientes, no conlleva las
mismas intensas y universales asociaciones de ideas que comportaba la filosofa
natural en el siglo XVII, en los das en que Kepler escribi su Armona del Mundo
y Galileo su Mensaje de las Estrellas. Esos hombres que crearon la conmocin que
hoy llamamos revolucin cientfica le daban un nombre completamente distinto:
la nueva filosofa. La revolucin que sus descubrimientos desencadenaron en la
tcnica fue una consecuencia inesperada; su meta no era la conquista de la
naturaleza, sino comprenderla. Sin embargo, su bsqueda de las leyes del Cosmos
destruy la visin medieval del inmutable orden jerrquico de un universo cerrado,
con su escala invariable de valores morales, y transform tan completamente el
paisaje, la sociedad, la cultura, las costumbres y los puntos de vista generales
europeos como si hubiese aparecido una nueva especie en el planeta.
Esta mutacin de la mente europea en el siglo XVII es simplemente el ltimo
ejemplo de la repercusin de las ciencias sobre las humanidades, de la
investigacin acerca de la esencia de la naturaleza sobre la investigacin acerca de
la esencia del hombre. Tambin pone de manifiesto el error de erigir barreras
acadmicas y sociales entre las dos; un hecho que se empieza a reconocer ahora,
aproximadamente medio milenio despus de que el Renacimiento descubri al
uomo universale.
Otro resultado de esta fragmentacin es la existencia de historias de la ciencia que
indican en qu fecha apareci por vez primera el reloj mecnico o se descubri la
ley de la inercia, e historias de la astronoma que informan de que Hiparco de
Alejandra hall la precesin de los equinoccios; pero, sorprendentemente, no
conozco ninguna moderna historia de la cosmologa, ningn estudio integral de la
cambiante visin que el hombre ha tenido del Universo que lo engloba.
Esto explica la finalidad de este libro y lo que intenta evitar. No es una historia de
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la astronoma, aunque la astronoma constituye una parte fundamental de l, como
algo necesario para proporcionar el enfoque adecuado; y, aunque destinado al
lector comn, no es un libro de ciencia popular, sino una meditada exposicin
personal acerca de un tema controvertido. Se abre con los babilonios y termina con
Newton, porque continuamos viviendo todava en un Universo esencialmente
newtoniano; la cosmologa de Einstein se halla an en estado fluido, y es
demasiado pronto para evaluar su influencia en la cultura. Para mantener esta vasta
temtica dentro de unos lmites razonables, slo puedo intentar una manera de
perfilarla. Necesariamente, algunas partes de este libro son esquemticas y otras,
detalladas, porque la seleccin del material y la importancia que le he concedido las
ha guiado mi inters en algunas cuestiones especficas, que son los leitmotivs del
libro y que voy a enumerar brevemente aqu.
En primer lugar, estn los hilos gemelos de ciencia y religin, que empiezan con la
indistinguible unidad del mstico y el sabio en la orden pitagrica, se separan y
vuelven a unirse de nuevo, se enlazan a veces en nudos inextricables, en otras
ocasiones avanzan en direcciones paralelas, y terminan en la culta y devastadora
casa dividida de la fe y la razn de nuestros das, donde, en ambos lados, los
smbolos se han endurecido hasta convertirse en dogmas y se ha perdido de vista la
fuente comn de la inspiracin. Un estudio de la evolucin del conocimiento del
Cosmos en el pasado puede ayudar a descubrir si, por lo menos, es concebible un
nuevo punto de partida, y a partir de qu bases.
En segundo lugar, durante mucho tiempo me ha interesado el proceso psicolgico
del descubrimiento2 como la ms patente manifestacin de la facultad creadora del
hombre, y por ese proceso inverso que le ciega con relacin a verdades que, una
vez percibidas por un clarividente, se convierten en tan desgarradoramente obvias.
Esa oscurecedora cerrazn acta no slo en las mentes de las masas ignorantes y
supersticiosas, como las llam Galileo, sino que es evidente tambin, de manera
impresionante, en el propio Galileo y en otros genios como Aristteles, Tolomeo o
Kepler. Parece como si, mientras una parte de su espritu reclamase ms luz, otra
parte estuviera anhelando mayor oscuridad. La historia de la ciencia es un pariente
recin llegado a la escena, y los bigrafos de sus Cromwells y Napoleones se
sienten todava poco preocupados por su psicologa; la mayor parte de las veces sus
hroes se representan de una manera que hace ya mucho tiempo ha sido superada
en otras ramas ms maduras de la historiografa, como mquinas de razonar subidas
en austeros pedestales de mrmol, probablemente bajo la suposicin de que en el
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caso de un filsofo de la naturaleza, al revs de lo que ocurre con un hombre de
estado o un conquistador, el carcter y la personalidad son algo irrelevante. Sin
embargo, todos los sistemas cosmolgicos, desde los pitagricos hasta Coprnico,
Descartes y Eddington, reflejan los prejuicios inconscientes, las inclinaciones
filosficas e incluso polticas de sus autores; y desde la fsica hasta la fisiologa,
ninguna rama de la ciencia, antigua o moderna, puede vanagloriarse de verse libre
de inclinaciones metafsicas de uno u otro tipo. Por lo general los progresos de la
ciencia se consideran como una especie de avance claro y racional a lo largo de una
lnea recta ascendente; de hecho, todos ellos han seguido un curso en zigzag, ms
sorprendente a veces que la evolucin del pensamiento poltico. La historia de las
teoras csmicas, en particular, puede ser considerada sin exageracin, una historia
de obsesiones colectivas y esquizofrenias controladas; y el modo como se lleg a
algunos de los ms importantes descubrimientos individuales recuerda ms la
actuacin de un sonmbulo que la de un cerebro electrnico.
As pues, al apear a Coprnico y Galileo del pedestal en que los ha situado la
mitografa de la ciencia, no he tenido la intencin de desprestigiarlos, sino la de
investigar la oscura forma en que acta la mente creativa. Pero no lo lamentar si,
como una consecuencia accidental, esta investigacin ayuda a contrarrestar la
leyenda de que la ciencia es una bsqueda puramente racional, que el cientfico es
un hombre ms sensato y desapasionado que los dems (y, por tanto, hay que
atribuirle un papel dirigente en los asuntos del mundo), o que es capaz de
proporcionar, a s mismo y a sus contemporneos, un sustitutivo racional a las
motivaciones ticas derivadas de otras fuentes.
Anhelo hacer asequible al lector corriente un tema difcil, pero espero que los
estudiantes familiarizados con l hallen tambin en estas pginas alguna
informacin nueva. Esto se refiere principalmente a Johannes Kepler, cuya obra,
diarios y correspondencia no han sido asequibles hasta ahora al lector anglosajn, y
de quien no existe ningn bigrafo serio en ingls. Y, sin embargo, Kepler es uno
de los pocos genios que permiten seguir, paso a paso, el tortuoso sendero que le
condujo a sus descubrimientos, y conseguir as un atisbo realmente profundo, como
en un filme a cmara lenta, del acto creador. En consecuencia, ocupa una posicin
clave en mi exposicin.
Tambin la magnum opus de Coprnico, Sobre las revoluciones de las esferas
celestes, hasta 1952 no se tradujo al ingls, lo cual explica quiz algunos curiosos
malentendidos acerca de su obra, compartidos virtualmente por todos cuantos han
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escrito sobre dicho tema, y que he intentado rectificar.
Ruego al lector que posea educacin cientfica que prescinda de las explicaciones
que pueden parecer un insulto a su inteligencia. Esta situacin no puede evitarse
mientras en nuestro sistema educativo se mantenga el estado de guerra fra entre
ciencias y humanidades.
El libro Orgenes de la ciencia moderna, del profesor Herbert Butterfield,
publicado por vez primera en 1949, constituy un paso significativo hacia el
trmino de esta guerra fra. Aparte la profundidad del trabajo y la excelencia per se,
me impresion mucho el hecho de que un profesor de historia moderna de la
Universidad de Cambridge se aventurara de ese modo en la ciencia medieval y
emprendiera la tarea de erigir un puente sobre el abismo. Quiz esta era de
especialistas necesite transgresores de la rutina con capacidad creadora. Esa
conviccin compartida me llev a pedirle al profesor Butterfield el favor de que
redactara una corta introduccin para esta otra aventura transgresora.
Doy mis ms sinceras gracias al profesor Max Caspar de Munich, y al
Bibliotheksrat doctor Franz Hammer de Stuttgart, por su ayuda y consejos sobre
Johannes Kepler; a la doctora Marjorie Grene, por su ayuda en las fuentes latinas
medievales y otros varios problemas; al profesor Zdenek Kopal de la Universidad
de Manchester, por su lectura crtica del original; al profesor Alexandre Koyr, de
la cole des Hautes tudes de la Sorbona, y al profesor Ernst Zinner, de Bamberg,
por la informacin reseada en las notas; al profesor Michael Polanyi, por su
inters, su buena disposicin y sus nimos; y, finalmente, a la seorita Cynthia
Jefferies, por su paciente trabajo en el original mecanografiado y las galeradas.
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Introduccin
Nadie que simplemente mida con una regla puede presentar de manera adecuada
ningn campo del pensamiento. Muchas partes de la historia son susceptibles de
verse transformadas o, si no transformadas, enormemente vivificadas por
alguien con imaginacin que proceda, barriendo como un faro, de fuera de la propia
profesin de historiador. Entonces, nuevas aplicaciones de las pruebas o
inesperadas correlaciones entre las fuentes confirman las antiguas corazonadas.
Surgen nuevas materias debido a que los acontecimientos quedan unidos entre s, lo
cual no ocurre si se contemplan yuxtapuestos. Gracias al distinto giro que toma el
razonamiento, se deducen nuevos detalles y otros se ponen de manifiesto.
Descubrimos constantemente que hemos estado leyendo demasiada modernidad en
un hombre como Coprnico, o bien simplemente hemos estado seleccionando de
Kepler (y despojando de su contexto) algunas afirmaciones que poseen un eco
moderno; o, de manera similar, hemos sido anacrnicos en nuestra consideracin
de la mente y vida de Galileo. El autor de este libro lleva su proceso ms all,
recoge muchos cabos sueltos y proporciona a todo el tema cierto nmero de
inesperadas ramificaciones. Con su observacin no slo de los logros cientficos
sino tambin de los mtodos de trabajo que se ocultan tras ellos, y de una
apreciable cantidad de correspondencia privada, ha arrojado nueva luz a una serie
de grandes pensadores, los ha devuelto a su correspondiente era, sin por ello
hacerles perder su significado, no nos ha dejado con anomalas y fragmentos de
pensamiento anticuado sino que ha trazado una unidad, ha recuperado su
consistencia y nos ha mostrado la plausibilidad y la coherencia de la mente que se
oculta tras ellos.
Es particularmente til a los lectores de habla inglesa que Koestler se haya centrado
en algunos aspectos de la historia que se haban dejado de lado y haya prestado
gran atencin a Kepler, el que ms exposicin requera y reclamaba mayor
imaginacin histrica. No se debe juzgar la historia mediante negativas; y quienes
puedan diferir de Koestler respecto a parte del andamiaje externo de sus ideas o no
estn de acuerdo con algunos detalles, difcilmente podrn dejar de captar por ello
la luz que no slo modifica y da vida a la imagen sino que conlleva nuevos hechos,
o hace que los antiguos aparezcan ante nuestros ojos.
Resultar sorprendente si incluso aquellos que estn familiarizados con este tema
no tienen a menudo la impresin de hallarse bajo un aguacero en que cada gota de
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lluvia ha atrapado un destello en su interior.
Herbert Butterfield
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Primera Parte
La Era Heroica
Captulo 1
Amanecer
Contenido:
1. Despertar
2. Fiebre jnica
1. Despertar
Podemos sumar cosas a nuestros conocimientos, pero no restarlas. Cuando intento
ver el Universo tal como lo vea un babilonio en el ao 3000 a. C. tengo que
retroceder hasta mi propia infancia. A la edad de cuatro aos, aproximadamente,
tena lo que consideraba una idea satisfactoria de Dios y del mundo. Recuerdo
cierta ocasin en que mi padre me seal con su dedo el blanco techo, que estaba
decorado con un friso de figuras danzantes, y me explic que Dios estaba all
arriba, observndome. De Inmediato qued convencido de que los danzarines eran
Dios, y a partir de entonces les dirig mis plegarias, en que les peda su proteccin
contra los terrores del da y los de la noche. Me gusta imaginar que, ms o menos
del mismo modo, las figuras luminosas del oscuro techo del mundo aparecan como
divinidades vivientes a los babilonios y egipcios. Los Gemelos, la Osa, la Serpiente
eran tan familiares para ellos como para m los danzarines con sus flautas;
pensaban que no estaban demasiado lejos y que posean el poder de la vida y de la
muerte, de la lluvia y de las cosechas.
El mundo de los babilonios, egipcios y hebreos era una ostra, con agua por debajo y
ms agua por encima, sostenida por el slido firmamento. De dimensiones
moderadas y tan firmemente cerrada por todos lados como una cuna en la guardera
o un nio en el seno materno. La ostra babilnica era redonda; la llena, una
montaa hueca situada en el centro, que flotaba en las aguas de las profundidades;
sobre ella haba un slido domo, cubierto por las aguas superiores. Las aguas
superiores rezumaban a travs del domo en forma de lluvia, y las aguas inferiores
brotaban en forma de fuentes y manantiales. El Sol, la Luna y las estrellas
avanzaban en una lenta danza cruzando el domo, entraban en escena por las puertas
del este y desaparecan por otras puertas, las del oeste.
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El universo de los egipcios consista en una ostra o caja ms rectangular; la Tierra
formaba el suelo, el cielo era una vaca cuyas patas descansaban en las cuatro
esquinas de la Tierra o bien una mujer apoyada sobre codos y rodillas; ms tarde,
una abovedada tapa de metal. En torno a las paredes internas de la caja, en una
especie de galera elevada, flua un ro por el que navegaban en sus barcos los
dioses Sol y Luna, que entraban y desaparecan por distintas puertas. Las estrellas
fijas eran lmparas, suspendidas de la bveda o llevadas por otros dioses. Los
planetas navegaban en sus propios barcos a lo largo de canales que tenan su origen
en la Va Lctea, el gemelo celeste del Nilo. Hacia el quince de cada mes, una feroz
cerda atacaba el dios Luna y lo devoraba en el transcurso de una quincena de
agona; luego renaca de nuevo. A veces la cerda lo engulla de golpe y causaba un
eclipse lunar; otras, una serpiente engulla al Sol y produca un eclipse solar. Pero
esas tragedias eran, como las de los sueos, tanto reales como ficticias; dentro de su
caja o seno materno, el durmiente se senta completamente seguro.
Esta sensacin de seguridad derivaba del descubrimiento que, a pesar de las
tumultuosas vidas privadas de los dioses Sol y Luna, sus apariciones y
movimientos continuaban siendo completamente predecibles y de confianza.
Conllevaban el da y la noche, las estaciones y la lluvia, las cosechas y el tiempo de
la siembra en ciclos regulares. La madre que se inclina sobre la cuna es una diosa
impredecible, pero puede confiarse en que su pecho nutricio aparecer en el
momento en que se necesite. Cabe que la mente soadora parta hacia locas
aventuras, que viaje por el Olimpo y el Trtaro, pero el pulso del que suea posee
un latir regular en que puede confiarse. Los babilonios fueron los primeros en
aprender a contar el pulso de las estrellas.
Hace unos seis mil aos, cuando la mente humana se hallaba an medio dormida,
los sacerdotes caldeos permanecan despiertos en sus torres de vigilancia, donde
observaban las estrellas, trazaban mapas y tablas horarias de sus movimientos.
Tabletas de arcilla que datan del reinado de Sargn de Acad, all por el ao 3800 a.
C., muestran una tradicin astronmica establecida ya de tiempo atrs3. Las tablas
horarias se convirtieron en calendarios que regulaban la actividad organizada,
desde el crecimiento de las cosechas hasta las ceremonias religiosas. Sus
observaciones resultaron muy precisas: calcularon la longitud del ao con una
desviacin de menos de una milsima por ciento de su valor correcto4, y sus cifras
relativas a los movimientos del Sol y de la Luna poseen slo tres veces el margen
de error de las de los astrnomos del siglo XIX, que disponen de gigantescos
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telescopios5. A este respecto, su ciencia era exacta; sus observaciones, al ser
verificables, les permitan efectuar predicciones precisas de acontecimientos
astronmicos; aunque basada en suposiciones mitolgicas, la teora funcionaba.
As, en el inicio mismo de ese largo viaje, la ciencia emerge en forma de Jano, el
dios de doble rostro, guardin de las puertas: el rostro delantero se muestra alerta y
observador, mientras que el otro, soador y de ojos vidriosos, mira en direccin
opuesta.
Los objetos ms fascinantes del cielo desde ambos puntos de vista eran los
planetas, o estrellas errabundas. Slo haba siete entre los miles de luces
suspendidas del firmamento. Eran el Sol, la Luna, Nebo Mercurio, Istar
Venus, Nergal Marte, Marduk Jpiter y Ninib Saturno. Todas las
dems estrellas permanecan estacionarias, fijas en el esquema del firmamento,
giraban una vez al da en torno a la montaa de la Tierra paro sin cambiar nunca
sus lugares en el esquema. Las siete estrellas errabundas rotaban con ellas, pero al
mismo tiempo posean movimiento propio, como moscas correteando sobre la
superficie de un globo que gira. Sin embargo, no se desplazaban por todo el cielo:
sus movimientos estaban confinados a un estrecho sendero, o cinturn, que rodeaba
el firmamento en un ngulo de unos veintitrs grados con respecto al ecuador. Este
cinturn El Zodaco se hallaba dividido en doce secciones, y cada seccin
denominaba segn una constelacin de estrellas fijas de las inmediaciones. El
Zodaco era el sendero de los amantes en el cielo y por donde circulaban los
planetas. El paso de un planeta por una de las secciones posea doble significado:
proporcionaba cifras para las tablas horarias del observador y mensajes simblicos
del drama mitolgico que se representaba entre bastidores. Astrologa y astronoma
continan siendo hoy da campos de visin complementarios de la sabidura de
Jano.
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2. Fiebre jnica
Grecia tom el relevo en el punto donde abandonaron Babilonia y Egipto. Al
principio, la cosmologa griega avanz, en gran parte, siguiendo las mismas lneas:
el mundo de Homero tambin es una ostra, pero ms coloreada, un disco flotante
rodeado por el Ocano. Peto en la poca en que se estableci la versin definitiva
de los textos de la Odisea y la Ilada se inici un nuevo desarrollo en Jonia, en la
costa egea. El siglo VI precristiano la maravillosa centuria de Buda, Confucio y
Lao-Ts, de los filsofos jnicos y de Pitgoras fue un punto crucial para la
especie humana. Una brisa de marzo pareci soplar en este planeta, desde China
hasta Samos, y movi al hombre a que tomara conciencia de s mismo como el
soplo en el rostro de Adn. En la escuela jnica de filosofa, el pensamiento
racional empezaba a emerger del mitolgico mundo de los sueos. Era el principio
de la gran aventura: la bsqueda prometeica de explicaciones naturales y causas
racionales que, en los siguientes dos mil aos, transformara ms radicalmente la
especie que lo haban hecho los anteriores doscientos mil aos.
Tales de Mileto, que introdujo la geometra pura en Grecia y predijo un eclipse de
Sol, crea, como Homero, que la Tierra era un disco circular que flotaba en el agua,
pero no se detuvo aqu: descart las explicaciones de la mitologa, formul la
revolucionaria pregunta de cul era la materia prima fundamental del Universo y
mediante qu proceso de la naturaleza se haba formado. Su respuesta fue que la
materia o elemento fundamental tena que ser el agua, porque todas las cosas nacen
de la humedad, incluido el aire, que es agua evaporada. Otros enseaban que la
materia prima no era el agua, sino el aire o el fuego; sin embargo, sus respuestas
eran menos importantes que el hecho de que estaban aprendiendo a plantear un
nuevo tipo de preguntas, no dirigidas a un orculo sino a la reticente naturaleza. Se
trataba de un juego estimulante en grado sumo; para apreciarlo, hay que remontarse
al pasado por un particular sendero temporal, hasta las fantasas de la
preadolescencia, cuando el cerebro, embriagado por sus recin descubiertos
poderes, deja que la reflexin corra libremente. El caso cuenta Platn es que
Tales, cuando estaba contemplando las estrellas y mirando hacia arriba, cay a un
pozo, y tuvo que ser rescatado (o as se dice) por una hbil y encantadora sirvienta
de Tracia, porque estaba ansioso por saber lo que ocurra en los cielos, pero no se
dio cuenta de lo que haba frente a l, es decir, ante sus mismos pies.6
El segundo de los filsofos jnicos, Anaximandro, muestra todos los sntomas de la
fiebre intelectual que se difundi por Grecia entera. Su universo ya no es una caja
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cerrada, sino infinito en cuanto a extensin y duracin. La materia prima no es
ninguna de las formas familiares de la materia, sino una sustancia sin propiedades
definidas excepto el ser indestructible y eterna. De ella se desarrollan todas las
cosas y a ella vuelven; antes de nuestro mundo han existido infinidad de universos,
que despus se han disuelto en la masa amorfa. La Tierra es una columna
cilndrica, rodeada de aire; flota en sentido vertical en el centro del Universo sin
apoyarse en nada, pero no cae debido a que, siendo el centro, no tiene ninguna
direccin preferida hacia la cual dirigirse; si lo hiciera, alterara la simetra y el
equilibrio del conjunto. Los cielos esfricos envuelven la atmsfera como la
corteza de un rbol, y hay varias capas de esa envoltura para acomodar a los
distintos objetos estelares. Pero sos no son lo que parecen, ni tampoco objetos
en absoluto. El Sol es simplemente un agujero en el aro de una enorme rueda. El
aro est lleno de fuego, y el agujero gira en torno de la Tierra al mismo tiempo que
l, como un pinchazo en un gigantesco neumtico lleno de llamas. Para la Luna da
una explicacin similar; sus fases se deben a las recurrentes retenciones parciales
del pinchazo, y lo mismo puede decirse de los eclipses. Las estrellas son alfilerazos
en una tela oscura a travs de la cual entrevemos el fuego csmico que llena el
espacio entre dos capas de la corteza.
No resulta fcil ver cmo funciona ese conjunto, pero constituye la primera
aproximacin a un modelo mecnico del Universo. El barco del dios Sol ha sido
reemplazado por las ruedas de un mecanismo de relojera. La maquinaria, sin
embargo, parece soada por un pintor surrealista; las ruedas gneas llenas de
pinchazos estn, evidentemente, ms cerca de Picasso que de Newton. A medida
que avancemos por las otras cosmologas, recibiremos esa misma impresin una y
otra vez.
El sistema de Anaxmenes, compaero de Anaximandro, es menos inspirado: Pero,
segn parece alumbr la importante idea de que las estrellas se hallan clavadas
como clavos en una esfera transparente de materia cristalina, que gira alrededor
de la Tierra como un sombrero en torno de la cabeza. Pareca tan plausible y
convincente, que las esferas cristalinas dominaron la cosmologa hasta los inicios
de la poca moderna.
La cuna de los filsofos jnicos era Mileto, en el Asia Menor, pero existan
escuelas rivales en las ciudades griegas del sur de Italia, y teoras discrepantes en
cada una de ellas. El fundador de la escuela eletica fue Jenfanes de Colofn,
escptico que escribi poesa a la edad de noventa y dos aos, y parece como si
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hubiera servido de modelo al autor del Eclesiasts:
De la tierra son todas las cosas y a la tierra regresan todas las cosas. De
la tierra y el agua venimos todos nosotros Ningn hombre sabe
realmente, ni debe saber realmente, lo que dice acerca de los dioses y
acerca de todas las cosas; porque, por muy perfectos que diga que son, sin
embargo no los conoce; todas las cosas son un asunto opinable Los
hombres imaginan que los dioses nacen y que llevan ropas y tienen voces y
formas como las de ellos As, los dioses de los etopes son negros y con la
nariz aplastada, los dioses de los tracios tienen el pelo rojo y los ojos
azules As, si los bueyes y caballos y leones tuvieran manos, y pudieran
modelar con sus manos imgenes del mismo modo que lo hacen los
hombres, los caballos modelaran a sus dioses como caballos, y los bueyes
como bueyes Homero y Hesodo han atribuido a los dioses todas las
cosas que son una vergenza y una desgracia entre los hombres: robo,
adulterio, engao y otros actos fuera de la ley
Y esto:
Hay un solo Dios ni en forma ni en pensamiento parecido a los
mortales Mora siempre inmvil en el mismo lugar y sin esfuerzo
gobierna todas las cosas por la fuerza de su mente7
Los jnicos eran optimistas, hedonsticamente materialistas; Jenfanes era pantesta
del tipo triste, para quien todo cambio era ilusin y todo esfuerzo vanidad. Su
cosmologa, radicalmente distinta de la de los jnicos, refleja su temperamento
filosfico. Su Tierra no es un disco flotante ni una columna, sino que est
arraigada en el infinito. El Sol y las estrellas no tienen ni sustancia ni
permanencia, son simplemente exhalaciones nubosas de la Tierra que se han
incendiado. Las estrellas se consumen al amanecer, y al anochecer se forma un
nuevo conjunto de estrellas a partir de nuevas exhalaciones. Del mismo modo,
todas las maanas nace un nuevo Sol de la acumulacin de chispas. La Luna es una
nube luminosa comprimida, que se disuelve al cabo de un mes; luego empieza a
configurarse una nueva nube. Hay distintos soles y lunas para las diferentes
regiones, de la Tierra, todos ellos ilusiones nubosas.
Las primitivas teoras racionales del Universo revelaban de este modo las
inclinaciones y temperamento de sus creadores. Se admite, por lo general, que, con
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el progreso del mtodo cientfico, las teoras se volvieron ms objetivas y
fidedignas. Ms adelante veremos si esa suposicin est justificada. Pero propos
de Jenfanes podemos sealar que, dos mil aos ms tarde, Galileo insistira
tambin en considerar los cometas como ilusiones atmosfricas, por razones
puramente personales y contra la prueba irrefutable de su telescopio.
Ni la cosmologa de Anaxgoras ni la de Jenfanes consiguieron muchos
seguidores. Cada filsofo de aquella poca pareca poseer su propia teora respecto
a la naturaleza del universo que lo rodeaba. Citando al profesor Burnet, apenas un
filsofo jnico aprenda media docena de proposiciones geomtricas y oa que los
fenmenos celestes se producan en ciclos recurrentes, se pona a trabajar en busca
de una ley en cualquier parte de la naturaleza con el fin de construir con la mxima
audacia un sistema para el Universo.8 Pero sus distintas especulaciones tenan un
rasgo en comn: que se haban descartado las serpientes devoradoras del Sol y los
moradores del Olimpo tirando de sus hilos; cada teora, por sorprendente y extraa
que fuese, se basaba en causas naturales.
El escenario del siglo VI a. C. recuerda la imagen de una orquesta afinando
expectante, con cada msico absorto exclusivamente en su propio instrumento,
sordo a las estridencias de los dems. De pronto se produce un espectacular
silencio; el director entra en el escenario, golpea tres veces con su batuta, y del caos
emerge la armona. El maestro es Pitgoras de Samos, cuya influencia en las ideas
y, en consecuencia, en el destino de la raza humana, fue probablemente mayor que
la de cualquier otro hombre anterior o posterior a l.
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Gentileza de Csar Yez Navarrete 18 Preparado por Patricio Barros
Captulo 2
La armona de las esferas
Contenido:
1. Pitgoras de Samos
2. La visin unificadora
3. La suave quietud de la noche
4. Religin y ciencia se encuentran
5. Tragedia y grandeza de los pitagricos
1. Pitgoras de Samos
Pitgoras naci en los primeros decenios de esa formidable centuria del despertar,
el siglo vi a. C.; y cabe que lo viera transcurrir entero, puesto que vivi, por lo
menos, ochenta y posiblemente noventa aos. En esa larga vida acumul, en
palabras de Empdocles, todas las cosas que se hallan contenidas en diez, incluso
veinte, generaciones de hombres.
Resulta imposible decidir si cada uno de los detalles del universo pitagrico es obra
del maestro o lo realiz alguno de sus discpulos, observacin que puede aplicarse
tambin a Leonardo o a Miguel ngel. Pero no existe la menor duda de que los
rasgos fundamentales los concibi una sola mente; de que Pitgoras de Samos fue a
la vez el fundador de una nueva doctrina religiosa y el instaurador de la ciencia tal
como la entiende hoy da el mundo.
Parece razonablemente establecido que era hijo de un platero y tallador de piedras
preciosas llamado Mnesarco; que fue discpulo de Anaximandro el ateo, pero
tambin de Fercides, el mstico que enseaba la transmigracin de las almas.
Debi de viajar ampliamente por el Asia Menor y Egipto, como hacan muchos
ciudadanos cultos de las islas griegas; se dice que Polcrates, el emprendedor
autcrata de Samos, le encarg misiones diplomticas. Polcrates fue un tirano
ilustrado que favoreci el comercio, la piratera, la ingeniera y las bellas artes; el
mejor poeta de la poca, Anacreonte, y el mayor ingeniero, Eupalino de Megaia,
vivieron en su corte. Segn un relato de Herdoto, se volvi tan poderoso que, para
aplacar los celos de los dioses, arroj su ms precioso anillo de sello a las aguas
profundas. Unos da ms tarde, su cocinero abri un gran pez, recin pescado, y
encontr el anillo en su estmago. El predestinado Polcrates tard en caer en una
trampa preparada por un oscuro gobernante persa y fue crucificado. Pero, por aquel
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entonces, Pitgoras, con su familia, haba emigrado de Samos, y en el ao 530 a.
C., aproximadamente, se haba establecido en Crotona, que, junto con su rival
Sbaris, era la ms grande ciudad griega del sur de Italia. La reputacin que le
preceda debi de ser enorme, puesto que la orden pitagrica que fund a su llegada
pronto gobern la ciudad, y durante un tiempo mantuvo la supremaca sobre
considerable parte de la Magna Grecia. Pero su poder secular tuvo corta duracin; a
Pitgoras, al final de su existencia, lo expulsaron de Crotona a Metaponto; sus
discpulos fueron desterrados o pasados por las armas e incendiados sus lugares de
reunin.
ste es el reducido conjunto de hechos, ms o menos establecidos, en torno al cual
empez a desarrollarse la hiedra de la leyenda, incluso en vida del maestro. Pronto
alcanz una condicin semidivina; segn Aristteles, los crotoniatas crean que era
hijo de Apolo Hiperbreo, y un dicho afirmaba que entre las criaturas racionales
hay dioses y hombres y seres como Pitgoras. Obr milagros, convers con
demonios de los cielos, descendi al Hades y posey tal poder sobre los hombres
que, tras su primer sermn a los crotoniatas, seiscientos se unieron a la vida en
comn de la orden sin ni siquiera pasar antes por sus casas a despedirse de sus
familias. Su autoridad entre sus discpulos era absoluta: lo ha dicho el maestro,
era su ley.
2. La visin unificadora
Los mitos crecen como los cristales, segn su propio esquema repetido; pero tienen
que poseer el adecuado ncleo para iniciar su crecimiento. Ni los mediocres ni los
extravagantes poseen el poder de generar mitos; pueden crear una moda, pero
pronto desaparecer. En cambio, la visin pitagrica del mundo fue tan duradera
que an empapa nuestro pensamiento, incluso nuestro vocabulario. El mismo
trmino filosofa es de origen pitagrico; tambin lo es armona en su sentido
ms amplio; y cuando llamamos a los nmeros cifras, hablamos con la jerga de
la orden.9
La esencia y el poder de esa visin residen en su carcter global y unificador; une
religin y ciencia, matemticas y msica, medicina y cosmologa, cuerpo, mente y
espritu, en una inspirada y luminosa sntesis. En la filosofa pitagrica se
interrelacionan entre s todas las partes componentes; presenta una superficie
homognea, como una esfera, de modo que resulta difcil decidir por qu lado
penetrar en ella. Pero el ms sencillo de los enfoques es mediante la msica. El
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descubrimiento pitagrico de que la altura de una nota depende de la longitud de la
cuerda que la produce y de que los intervalos concordantes en la escala obedecen a
simples relaciones numricas (2:1, octava; 3:2, quinta; 4:3, cuarta, etc.) marc
poca: fue la primera reduccin con xito de calidad a cantidad, el primer paso
hacia cuantificar la experiencia humana y, en consecuencia, el inicio de la ciencia.
Pero aqu hay que hacer una importante distincin. El siglo XX europeo contempla
con justificados recelos la reduccin del mundo que lo rodea, de sus experiencias
y emociones, a un conjunto de frmulas abstractas, desprovistas de color, calor,
significado y valor. Para los pitagricos, en cambio, la cuantificacin de la
experiencia no significaba un empobrecimiento sino un enriquecimiento. Los
nmeros eran, para ellos, tan sagrados como la ms pura de las ideas, incorpreos y
etreos; en consecuencia, la unin de la msica con los nmeros slo poda
ennoblecerla. El adepto canalizaba el ekstasis religioso y emocional derivado de la
msica hacia el ekstasis intelectual, la contemplacin de la divina danza de los
nmeros. As, las vulgares cuerdas de la lira adquieren una importancia
subordinada; pueden construirse de distintos materiales, con variados gruesos y
longitudes, siempre que se observen las proporciones: lo que produce la msica son
las relaciones, los nmeros, el esquema de la escala. Los nmeros son eternos,
mientras que todo lo dems es perecedero; no pertenecen a la naturaleza de la
materia, sino a la de la mente; permiten operaciones mentales del tipo ms
sorprendente y delicioso sin referencia alguna al tosco mundo extremo de los
sentidos, y as es como se supone debe funcionar la mente divina. La
contemplacin exttica de las formas geomtricas y las leyes matemticas es, pues,
el medio ms efectivo de purgar el alma de las pasiones terrenas y el principal
vnculo entre el hombre y la divinidad.
Los filsofos jnicos haban sido materialistas en el sentido de que sus
investigaciones giraban en torno a la materia de que estaba hecho el Universo; los
pitagricos hacan hincapi en la forma, las proporciones y el esquema; en el eidos
y el schema; en la relacin, no en lo relacionado. Pitgoras es a Tales lo que la
filosofa Gestalt al materialismo en el siglo XIX. El pndulo ha empezado a oscilar;
su tictac se oir a lo largo de toda la historia, mientras su pesa se mueve entre las
posiciones extremas de todo es cuerpo, todo es mente; mientras la atencin
pasa de sustancia a forma, de estructura a funcin, de tomos a
esquemas, de corpsculos a ondas, y recomienza.
La lnea que une la msica con los nmeros se convirti en el eje del sistema
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pitagrico. Este eje se extendi posteriormente en ambas direcciones: hacia las
estrellas, por un lado; hacia el cuerpo y el alma humanos, por el otro. El punto de
apoyo sobre el que giraba el eje y el sistema en s estaba formado por los conceptos
bsicos de armona: armona, y katharsis: purga, purificacin.
Los pitagricos eran, entre otros cometidos, sanadores; se dice que utilizaban
medicinas para purgar el cuerpo, y msica para purgar el alma10
. De hecho, una de
las ms antiguas formas de psicoterapia consiste en inducir al paciente, con una
alocada msica de flauta o tambores, a bailar frenticamente hasta alcanzar el
agotamiento y el sueo curativo, muy parecido al trance: la versin ancestral del
tratamiento de choque y la terapia de abreaccin. Pero esas medidas violentas eran
necesarias tan slo cuando las cuerdas del alma del paciente estaban desentonadas:
demasiado tensas o excesivamente flojas. Hay que tomar esto al pie de la letra,
puesto que los pitagricos consideraban el cuerpo como una especie de instrumento
musical en que cada cuerda tena que poseer la tensin y el equilibrio correctos
entre opuestos tales como alto y bajo, caliente y fro, hmedo y seco.
Las metforas tomadas de la msica que an se aplican en medicina: tono,
tnico, bien templado, templanza, forman tambin parte de nuestra herencia
pitagrica.
Sin embargo, el concepto de armona no tena en absoluto el mismo sentido que
damos hoy a la armona. No se trata del placentero efecto de una serie de cuerdas
sonando concordable y simultneamente la armona, en este sentido, estaba
ausente de la msica clsica griega, sino de algo ms austero: la armona es
simplemente el afinado de las cuerdas a los distintos intervalos de la escala y al
esquema de sta. Significa que el equilibrio y el orden, no el placer, constituyen la
ley del mundo.
La dulzura no entra en el universo pitagrico, que, sin embargo, contiene uno de los
tnicos ms poderosos jams administrados al cerebro humano. Un dogma de los
pitagricos afirma que la filosofa es la ms alta de las msicas, y que la forma
ms alta de filosofa se refiere a los nmeros: porque, en definitiva, todas las cosas
son nmeros. El significado de esta frase, citada muy a menudo, se puede
enunciar tambin de este modo: todas las cosas tienen forma, todas las cosas son
formas; y todas las formas pueden ser definidas por nmeros. As, la forma del
cuadrado corresponde al cuadrado de un nmero, es decir, 16 = 4 + 4, mientras
que 12 es un nmero apaisado, y 6 un nmero triangular:
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Los pitagricos consideraban los nmeros como esquemas de puntos que forman
figuras caractersticas, como en las caras de un dado; y aunque utilizamos smbolos
arbigos, que no tienen ningn parecido con esos esquemas de puntos, en los pases
anglosajones an se llama a los nmeros figures, es decir, figuras, formas.
Se descubri que existan inesperadas y maravillosas relaciones entre esos
nmeros-figuras. Por ejemplo, la serie de los cuadrados de un nmero estaba
formada simplemente por la suma de sucesivos nmeros impares:*
y as sucesivamente.
La suma de nmeros pares formaba nmeros apaisados, donde la relacin entre
los lados representaba exactamente los intervalos concordantes de la octava
musical: 2 (2:1, octava) + 4 = 6 (3:2, quinta) + 6 = 12 (4:3, cuarta).
* Aunque en el original espaol de la Coleccin Cientfica Salvat se puede leer nmeros primos lo hemos corregido
por nmeros impares. Se ha cotejado esta correccin con la edicin original en ingls, donde se indica odd y con la
edicin mejicana traducida por Alberto Luis Bixio donde pone nmeros impares. (N. del E. D.).
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De modo similar se obtenan los nmeros cbicos y los piramidales. Mnesarco
haba sido tallador de gemas, de modo que, en su juventud, Pitgoras se haba
familiarizado con los cristales cuyas formas imitaban las de los nmeros-figuras
puros: cuarzo, la pirmide y la doble pirmide; berilo, el hexgono; granate, el
dodecaedro. Todo eso demostraba que se poda reducir la realidad a series de
nmeros y relaciones de nmeros si se conocan las reglas del juego. Descubrir esas
reglas era la tarea principal del philosophos, el amante de la sabidura.
Un ejemplo de la magia de los nmeros es el famoso teorema por el cual es hoy
harto conocido Pitgoras, el pico visible del iceberg sumergido11
. No hay ninguna
relacin obvia entre las longitudes de los lados de un tringulo rectngulo; pero si
se construye un cuadrado sobre cada lado, el resultado de la suma de las reas de
los dos cuadrados ms pequeos es exactamente igual que el rea del mayor. Si era
posible descubrir por la contemplacin de los nmeros-figuras unas leyes tan
maravillosamente ordenadas, ocultas hasta entonces al ojo humano, no era
legtimo esperar que pronto se podran revelar mediante ellos todos los secretos del
Universo? Los nmeros no haban sido arrojados al azar al mundo; se alineaban en
equilibrados esquemas, como las figuras de los cristales y los intervalos
concordantes de la escala, de acuerdo con las leyes universales de la armona.
3. La suave quietud de la noche
Extendida a las estrellas, la doctrina tom la forma de la armona de las esferas.
Los filsofos jnicos haban empezado a abrir la ostra csmica y a lanzar a la
Tierra a la deriva; en el universo de Anaximandro, el disco de la Tierra ya no flota
en el agua sino que permanece en el centro, sin nada que lo sostenga y rodeado de
aire. En el universo pitagrico, el disco se convierte en una esfera12
. El Sol, la Luna
y los planetas giran en torno de ella en crculos concntricos, unido cada uno a una
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esfera o rueda. La rpida revolucin de cada uno de esos cuerpos causa un silbido,
o zumbido musical, en el aire. Evidentemente, cada planeta zumba en distinto tono,
que depende de la relacin entre sus respectivas rbitas, del mismo modo que la
altura de una cuerda depende de su longitud. De este modo, el conjunto de las
rbitas en que se mueven los planetas constituye una especie de enorme lira de
cuerdas curvadas que forman crculos. Pareca tambin evidente que los intervalos
entre los acordes orbitales tenan que estar gobernados por las leyes de la armona.
Segn Plinio13
, Pitgoras crea que el intervalo musical existente entre la Tierra y la
Luna era de un tono; de la Luna a Mercurio, un semitono; de Mercurio a Venus, un
semitono; de Venus al Sol, una tercera menor; del Sol a Marte, un tono; de Marte a
Jpiter, un semitono; de Jpiter a Saturno, un semitono; de Saturno a la esfera de
las estrellas fijas, una tercera menor. La escala pitagrica resultante es, pues, Do,
Re, Mi bemol, Sol, La, Si bemol, Si, Re, aunque vara ligeramente la relacin de
dicha escala dada por distintos autores. Segn la tradicin, tan slo el maestro
posea el don de escuchar realmente la msica de las esferas. Los mortales
corrientes carecen de este don, ya sea porque desde el momento de su nacimiento
se hallan baados, inconsciente pero constantemente, por este zumbido celestial, ya
sea como explica Lorenzo a Jessica en El mercader de Venecia porque estn
constituidos demasiado groseramente.
La suave quietud y la noche
Son las cuerdas de la dulce armona
Contempla cmo la superficie de los cielos
tachonada est con patenas de reluciente oro;
No hay ni el ms pequeo orbe que contemples
que en su movimiento como un ngel no cante
Tal armona reside en las almas inmortales;
pero, en tanto esa pobre vestidura de barro
las envuelva, no podremos orla.14
El sueo pitagrico de la armona musical que gobierna las estrellas no ha perdido
nunca su misterioso atractivo, su poder de recurrir a respuestas surgidas de las
profundidades de la mente inconsciente. Reverbera a lo largo de los siglos, desde
Crotona a la Inglaterra isabelina; debo citar aqu otras dos versiones de l, con una
finalidad que se har evidente ms adelante. El primero, muy conocido, es de
Dryden:
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Desde la armona, desde la celeste armona,
esta estructura universal empieza:
cuando la naturaleza debajo de un montn de discordantes tomos yace
y no puede alzar su cabeza,
omos la armoniosa voz de las alturas:
levantaos, vosotros ms que muertos.
El segundo es de las Arcades, de Milton:
Pero hundido en la profundidad de la noche,
cuando la somnolencia me invade mortalmente,
escucho entonces la armona de las sirenas celestiales
Tan dulce compulsin musical
arrulla a las hijas de la Necesidad,
y mantiene a la inestable Naturaleza bajo su ley
y al mundo interior arrastra en un medido movimiento
con su meloda celestial, que nadie puede or
bajo el molde humano con su tosco odo no purificado.
Pero, cabe preguntarse: era la armona de las esferas una nocin potica o un
concepto cientfico? Una hiptesis de trabajo o un sueo soado a travs de un
odo mstico? A la luz de los datos que los astrnomos recopilaron en los siglos
siguientes, aparece ciertamente como un sueo; e incluso Aristteles se rea:
armona, celestial armona, hiera de los crculos de la seria y exacta ciencia. Sin
embargo, veremos cmo a finales del siglo XVI, tras un inmenso rodeo, un tal
Johannes Kepler se enamor del sueo pitagrico y, a partir de los fundamentos de
la fantasa y mediante mtodos de razonamiento igualmente errneos, construy el
slido edificio de la astronoma moderna. Constituye uno de los ms sorprendentes
episodios en la historia del pensamiento, y un antdoto a la extendida creencia de
que la lgica gobierna el progreso de la ciencia.
4. Religin y ciencia se encuentran
Si el universo de Anaximandro recuerda un cuadro de Picasso, el mundo pitagrico
se asemeja a una caja de msica csmica interpretando el mismo preludio de Bach
durante toda la eternidad. No es sorprendente, pues, que las creencias religiosas de
la orden pitagrica estn muy relacionadas con la figura de Orfeo, el divino
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violinista, cuya msica no slo mantena bajo su hechizo al prncipe de las
tinieblas, sino tambin a los animales, rboles y ros.
Orfeo llega tarde a la escena griega, superpoblada de dioses y semidioses. Lo poco
que conocemos de su culto est empaado por conjeturas y controversias; pero
sabemos, al menos en lneas generales, su trasfondo. En una fecha desconocida,
pero probablemente no mucho antes del siglo vi, el culto de Dioniso-Baco, el
exuberante macho cabro-dios de la fertilidad y del vino, se extendi desde la
brbara Tracia hasta Grecia. El xito inicial de la doctrina bquica se debi
probablemente a la sensacin general de frustracin que tan elocuentemente
expres Jenfanes. El Panten Olmpico haba llegado a convertirse en un conjunto
de figuras de cera, cuya formalizada adoracin ya no poda satisfacer las autnticas
necesidades religiosas en mayor medida que el pantesmo ese atesmo
refinado, como haba sido calificado de los sabios jnicos. Un vaco espiritual
tiende a crear arrebatos emocionales; las bacantes de Eurpides, frenticas
adoradoras del cornudo dios, aparecen como las antecesoras de las bailarinas
medievales que conjuraban el tarantismo, las desenfrenadas jvenes del segundo
decenio de este siglo, las mnades de las juventudes hitlerianas. Esos arrebatos
parecen ser espordicos y de corta vida: los griegos, por el hecho de serlo, pronto se
dieron cuenta de que esos excesos no conducan ni a una unin mstica con Dios ni
a una vuelta a la naturaleza, sino simplemente a la histeria de las masas:
Las mujeres tebanas,
abandonando su hilar y su tejer,
caen en el enloquecedor trance
de Dioniso!
Embrutecidas, con sus ensangrentadas mandbulas abiertas,
desafiando a los dioses, vulgares y repulsivas,
difamando la forma humana.15
Las autoridades parecieron actuar de modo notablemente razonable: promovieron a
Baco-Dioniso al Panten oficial con igual rango que Apolo. As qued amansado
su frenes, aguado su vino, regulada su adoracin y todo ello utilizado como
inofensiva vlvula de seguridad.
Pero el anhelo mstico debi persistir, al menos en una minora sensibilizada, y el
pndulo empez a oscilar ahora en direccin opuesta: del xtasis carnal a la otra
mundanalidad. En la ms difundida variante de la leyenda, Orfeo aparece como una
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vctima de la furia bquica: cuando, tras perder finalmente a su esposa, decide
volver la espalda al comercio con las mujeres, y las de Tracia lo despedazan, y su
cabeza flota Evros abajo, an cantando. Eso suena como un relato de advertencia;
pero el hecho de que el dios viviente sea despedazado y devorado, y luego vuelva a
renacer, es un leitmotiv que se produce una y otra vez en el orfismo a distinto grado
de significado. En la mitologa rfica, Dioniso (o su versin tracia Zagreo) es el
hermoso hijo de Zeus y Persfone; los malvados titanes lo despedazan y devoran,
menos su corazn, que se entrega a Zeus, y nace una segunda vez. El rayo de Zeus
elimina a los titanes, pero de sus cenizas nace el hombre. Al devorar la carne del
dios, los titanes han adquirido un destello de divinidad, que se transmite al hombre,
junto con la desesperada maldad que albergaban los titanes. Pero el hombre posee
en sus manos el poder de redimir su pecado original, de purgarse de la parte
malvada de su herencia, llevando una vida espiritual y realizando algunos ritos
ascticos. De este modo puede conseguir la liberacin de la rueda del
renacimiento este aprisionamiento en sucesivos cuerpos animales y vegetales,
que son como tumbas camales para su alma inmortal y recuperar su perdida
condicin divina.
El culto rfico era, pues, en casi todos sus aspectos, inverso al dionisaco; retena el
nombre del dios y algunos rasgos de su leyenda, pero todo ello con otro hincapi y
distinto significado (proceso que se repetir en otros puntos cruciales de la historia
de las religiones). Se reemplaza la tcnica bquica de obtener la liberacin
emocional aferrndose tenazmente al aqu y ahora por la renunciacin, con la
mirada puesta en la otra vida. Se sustituye la intoxicacin fsica por la intoxicacin
mental; el jugo que fluye de las vias para proporcionamos alegra y olvido sirve
ahora slo como smbolo sacramental; finalmente, junto con el simblico devorar
del rey despedazado y otros elementos del orfismo, lo adoptar el cristianismo.
Muero de sed, dadme de beber de las aguas de la memoria, dice una estrofa en
una tablilla rfica de oro, aludiendo al origen divino del alma: la meta ya no es el
olvido sino el recuerdo de un conocimiento posedo anteriormente. Incluso las
palabras cambian de significado: orga ya no significa una celebracin bquica,
ano un xtasis religioso conducente a la liberacin de la rueda del renacimiento16
.
Constituye un desarrollo similar la transformacin de la unin carnal entre el rey y
la sulamita en la unin mstica de Cristo y su Iglesia; y, en tiempos ms recientes,
el cambio de significado de palabras como xtasis y arrebato.
El orfismo fue la primera religin universal en el sentido de que no se la
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consideraba como un monopolio tribal o nacional, sino que estaba abierta a todos
cuantos aceptaran sus dogmas; e influy profundamente en el desarrollo de todas
las religiones posteriores. Sera, sin embargo, un error atribuirle demasiado
refinamiento intelectual y espiritual; los ritos de purificacin rfica, que son el eje
de todo el sistema, contienen todava una serie de tabes primitivos: no comer
carne ni habas, no tocar un gallo blanco, no mirar a un espejo al lado de la luz.
Pero ste es precisamente el punto donde Pitgoras dio un nuevo significado al
orfismo, el punto donde la intuicin religiosa y la ciencia racional quedaron unidas
en una sntesis de impresionante originalidad. El punto de unin es el concepto de
katharsis. Era un concepto central en el culto bquico, el orfismo, el culto del
Apolo de Delos y en la medicina y la ciencia pitagricas; pero posea distintos
significados y acarre diferentes tcnicas en todos ellos (como sigue hacindolo en
las varias escuelas de la moderna psicoterapia). Haba algo en comn entre la
frentica bacante y el individualista matemtico, el violn de Orfeo y una pldora
laxante? S: el mismo anhelo de liberarse de las distintas formas de esclavitud, de
las pasiones y tensiones del cuerpo y la mente, de la muerte y del vado, del legado
de los titanes en la herencia del hombre el anhelo de prender de nuevo la chispa
divina. Pero los mtodos de conseguir esto tienen que diferir de acuerdo con la
persona. Debe establecerse de acuerdo con las luces del discpulo y su grado de
iniciacin. Pitgoras sustituy las curas universales de las sectas rivales que
purgaban el alma por una elaborada jerarqua de tcnicas catrticas; de hecho,
purific el concepto mismo de purificacin.
En el fondo de la escala hay simples tabes, tomados del orfismo, como la
prohibicin de comer carne y habas; para los de naturaleza vulgar, la pena de
autorrenuncia es la nica purga efectiva. En un grado ms alto, se consigue la
catarsis del alma contemplando la esencia de toda la realidad, la armona de las
formas, la danza de los nmeros. La ciencia pura extraa expresin que an
continuamos utilizando es, pues, a la vez un deleite intelectual y una manera de
liberacin espiritual; el camino hacia la unin mstica entre los pensamientos del
ser creado y el espritu de su creador. La funcin de la geometra dice Plutarco
de los pitagricos es apartamos del mundo de los sentidos y de la corrupcin
hacia el mundo de lo intelectual y lo eterno. Porque la contemplacin de lo eterno
es el fin de la filosofa, del mismo modo que la contemplacin de los misterios es el
fin de la religin.17
Pero ambos extremos resultan indistinguibles para el
verdadero pitagrico.
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Gentileza de Csar Yez Navarrete 29 Preparado por Patricio Barros
Difcilmente puede exagerarse la importancia histrica de la idea de que la ciencia
desinteresada conduce a la purificacin del alma y, en ltimo trmino, a su
liberacin. Los egipcios embalsamaban los cadveres a fin de que el alma pudiera
regresar a ellos y no necesitara reencarnarse de nuevo; los budistas practicaban la
desvinculacin para escapar de la rueda; ambas actitudes eran negativas y
socialmente estriles. El concepto pitagrico de limitar la ciencia a la
contemplacin de lo eterno penetr, a travs de Platn y Aristteles, en el espritu
del cristianismo y se convirti en un factor decisivo en la construccin del mundo
occidental.
Antes, en este mismo captulo, he intentado mostrar cmo, relacionando la msica
con la astronoma y ambas con las matemticas, la emocin experimentada
quedaba enriquecida y ms ahondada por el discernimiento intelectual. La
maravilla csmica y el deleite esttico ya no viven separados del ejercicio de la
razn; estn relacionados entre s. Ahora se ha dado el paso final: las intuiciones
msticas de la religin se han integrado tambin en el conjunto. Acompaan de
nuevo este proceso sutiles cambios en el significado de algunas palabras clave,
como theoria, teora. Esta palabra provena de theorio, mirar, contemplar (the:
espectculo; theoris: espectador, audiencia). Pero en el uso rfico, theoria pas a
significar un estado de ferviente contemplacin religiosa, en el cual el espectador
se identifica con el dios sufriente, muere su misma muerte y resurge con su
renacimiento18
. A medida que los pitagricos canalizaban el fervor religioso en
fervor intelectual, el xtasis ritual en xtasis hacia los descubrimientos, theoria
cambiaba gradualmente su significado a teora en el sentido moderno. Pero
aunque el eureka de los nuevos tericos reemplazaba el ronco grito de los
adoradores rituales los tericos continuaban acordndose de la fuente comn de la
que ambos surgan. Se daban cuenta de que los smbolos de la mitologa y los de la
ciencia matemtica eran aspectos distintos de la misma e indivisible realidad19
. No
vivan en una casa dividida en fe y razn; ambas estaban relacionadas, como el
plano horizontal y el de alturas en el proyecto de un arquitecto. Para el hombre del
siglo XX, resulta muy difcil imaginar o incluso creer que eso puede haber existido.
Es posible que le ayude, sin embargo, recordar que algunos grandes sabios
presocrticos formularon en verso sus filosofas; se daba an por sentado que la
fuente de inspiracin del profeta, el poeta y el filsofo era la misma.
No dur mucho tiempo. Al cabo de pocos siglos empez a debilitarse este sentido
de unidad, se escindieron las especulaciones religiosas de las racionales, volvieron
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a unirse parcialmente, luego se divorciaron de nuevo, con resultados que se harn
evidentes a medida que se desarrolle la historia.
La sntesis pitagrica hubiese sido incompleta de no incluir preceptos relativos a la
forma de vida.
Su orden era religiosa, pero al mismo tiempo una academia de ciencia y una
potencia en la poltica italiana. Parece que sus reglas de vida ascticas se
anticiparon a las de los esenios, que a su vez sirvieron como modelo de las
primitivas comunidades cristianas. Compartan todas las propiedades, llevaban una
existencia comunitaria y concedan un trato de igualdad a las mujeres. Observaban
ritos y abstinencias, dedicaban mucho tiempo a la contemplacin y al examen de
conciencia. Segn el grado de purificacin que consegua un hermano, se le
iniciaba gradualmente en los misterios superiores de la theoria musical, matemtica
y astronmica. El secreto que los rodeaba se deba parcialmente a la tradicin de
los antiguos cultos secretos, cuyos adeptos hablan sabido que los xtasis bquicos,
e incluso los rficos, podan causar estragos si se ofrecan a todo el mundo. Pero los
pitagricos tambin se dieron cuenta de que las orgas del razonamiento
conllevaban similares peligros. Al parecer, intuyeron el hybris de la ciencia, y lo
reconocieron como un medio potencial tanto de la liberacin como de la
destruccin del hombre; de ah su insistencia en que slo deban confiar sus
secretos a los de cuerpo y espritu purificados. En una palabra, crean que los
cientficos tenan que ser vegetarianos, del mismo modo que los catlicos creen que
los sacerdotes tienen que ser clibes.
Cabe pensar que esta interpretacin de la insistencia pitagrica en el secreto es
forzada, o que implica un discernimiento proftico por su parte, la respuesta es que
Pitgoras conoca, por propia experiencia, las inmensas posibilidades tcnicas que
ofreca la geometra. He mencionado ya que Imito Polcrates como los isleos a
quienes gobernaba eran aficionados a la ingeniera. Herodoto, que conoca muy
bien la isla, dice:20
He escrito extensamente acerca de los samios, porque son los autores de
tres de las mayores obras que pueden contemplarse en tierras griegas. La
primera de ellas es el tnel de doble boca que horadaron a lo largo de ciento
cincuenta brazas en la base de una alta colina a travs del cual el agua,
procedente de un abundante manantial, se canaliza a la ciudad de Samos.
Herodoto gustaba de contar historias extraordinarias y su relato no se tom muy en
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serio hasta que, a principios de este siglo, se hall dicho tnel y lo excavaron. Tiene
ms de novecientos metros de longitud, completo con su canal para el agua y su
camino lateral de inspeccin, y su forma indica que fue empezado por ambos lados.
Muestra, adems, que los dos grupos de excavacin, el uno trabajando desde el
norte, el otro desde el sur, se encontraron en el centro con slo una desviacin de
poco ms de medio metro. Tras observar la realizacin de esta asombrosa hazaa
(obra de Eupalino, que construy tambin la segunda maravilla mencionada por
Herodoto, un enorme espign para proteger la flota de guerra samia), incluso un
genio inferior a Pitgoras se hubiera dado cuenta de que la ciencia puede
convertirse tanto en un himno al creador como en una caja de Pandora, y que se
deba confiar slo a los santos. Se dice, incidentalmente, que Pitgoras, como san
Francisco de Ass, predicaba a los animales, lo cual puede parecer un
comportamiento ms bien extrao en un matemtico moderno; pero no poda ser
ms natural desde el punto de vista de Pitgoras.
5. Tragedia y grandeza de los pitagricos
A finales de la vida del maestro, o poco despus de su muerte, se abatieron dos
infortunios sobre los pitagricos, los cuales hubiesen significado el fin de cualquier
secta o escuela con una perspectiva menos universal. Sobrevivieron triunfantes a
ambos.
Un golpe fue el descubrimiento de un tipo de nmeros como 2 la raz cuadrada
de dos, que no encaja en ningn diagrama de puntos. Y tales nmeros eran
comunes: se hallan representados, por ejemplo, en la diagonal de cualquier
cuadrado. Sean a el lado del cuadrado, y d la diagonal. Es posible demostrar que si
se asigna a a cualquier valor numrico exacto, entonces resulta imposible dar un
valor numrico exacto a d. El lado y el cuadrado son inconmensurables; su
relacin a/d no se puede representar con ningn nmero real o fraccin de l: es un
nmero irracional; es par y non al mismo tiempo21
. Se puede trazar fcilmente la
diagonal de un cuadrado, pero no expresar su longitud con nmeros, es imposible
contar el nmero de puntos que contiene. La correspondencia punto por punto entre
aritmtica y geometra quedo rota, y con ella el universo de los nmeros-figuras.
Se dice que los pitagricos mantuvieron en secreto el descubrimiento de los
nmeros irracionales a los que llamaban arrhtos, inexpresables, y que
Hipasos, el discpulo que dio a la luz pblica tal infortunio, fue asesinado a causa
de ello. Proclo da otra versin de aquel acontecimiento:22
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Se dice que los que sacaron de su ocultacin los irracionales y los dieron
a la luz pblica perecieron en un naufragio, hasta el ltimo hombre.
Porque se debe ocultar lo inexpresable y lo informe. Y quienes lo
descubrieron y tocaron esta imagen de vida fueron instantneamente
destruidos y deben permanecer expuestos por siempre al juego de las olas
eternas.
Sin embargo, el pitagorismo sobrevivi. Posea la dctil adaptabilidad de todos los
sistemas ideolgicos autnticamente grandes, que cuando se les arranca
violentamente alguna parte despliegan los poderes autorregeneradores de un cristal
en crecimiento o de un organismo vivo. La cuantificacin del mundo por medio de
puntos parecidos a tomos demostr ser un atajo prematuro; pero en un giro
superior de la espiral, las ecuaciones matemticas probaron ser de nuevo los
smbolos ms tiles para representar el aspecto fsico de la realidad. Encontraremos
ms ejemplos de intuicin proftica apoyados por razones errneas y
descubriremos que constituyen ms bien la regla que la excepcin.
Nadie antes de los pitagricos haba pensado que las relaciones matemticas
contuvieran el secreto del Universo. Veinticinco siglos despus Europa contina
siendo bendecida y maldecida por su herencia. Parece que a las civilizaciones no
europeas nunca se les ha ocurrido la idea de que los nmeros son, a la vez, la clave
de la sabidura y del poder.
El segundo golpe fue la disolucin de la orden. Poco sabemos de sus causas;
probablemente tuvo algo que ver con sus principios igualitarios y sus prcticas
comunistas, la emancipacin de las mujeres y su doctrina casi monotesta: la eterna
hereja mesinica. Pero la persecucin se limit a los pitagricos como cuerpo
organizado, y probablemente les impidi degenerar en una ortodoxia sectaria. Los
principales discpulos del maestro, que haban partido al exilio, recibieron pronto la
autorizacin para regresar al sur de Italia y reanudar sus enseanzas. Un siglo
despus, esas enseanzas se convirtieron en una de las fuentes del platonismo, con
lo cual entraron en la comente principal del pensamiento europeo.
En palabras de un intelectual moderno, Pitgoras es el fundador de la cultura
europea en la esfera del Mediterrneo occidental23
. Platn y Aristteles, Euclides
y Arqumedes, son mojones en el camino; pero Pitgoras contina siendo el punto
de partida, donde se decide qu direccin deber tomar la carretera. Antes de esa
decisin, an se hallaba por decidir la orientacin futura de la civilizacin griego-
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europea: hubiera podido tomar la direccin de las culturas china, o india, o
precolombina, las cuales se hallaban todava en un estadio informe e indeciso en la
poca del gran amanecer del siglo VI a. C. No quiero decir con esto que si
Confucio y Pitgoras hubieran intercambiado sus lugares de nacimiento China nos
hubiera Aventajado en la revolucin cientfica, y Europa se hubiese convertido en
un pas de mandarines bebedores de t. Son tan oscuras las interacciones de clima,
raza y espritu, la influencia directiva de los personajes sobresalientes en el curso
de la historia, que es imposible efectuar predicciones ni siquiera retrospectivas;
cualquier afirmacin de si referida al pasado es Ion dudosa como pueden serlo
las profecas respecto al futuro. Parece bastante plausible que, si Alejandro o
Gengis Khan nunca hubiesen nacido, ningn otro personaje hubiera ocupado su
lugar y llevado a trmino la expansin helnica o la monglica; pero los Alejandros
de la filosofa y de la religin, de la ciencia y del arte, parecen menos sacrificables;
dan la impresin de que su repercusin est determinada por los avatares
econmicos y las presiones sociales; y parecen disponer de un abanico mucho ms
amplio de posibilidades para influir en la direccin, configuracin y estructura de
las civilizaciones. Si se considera a los conquistadores como los conductores del
vehculo de la historia, entonces los conquistadores del pensamiento son quiz los
hombres clave, que, menos evidentes a los ojos del viajero, deciden cul es la
direccin que debe tomar el viaje.
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Captulo 3
La Tierra a la deriva
Contenido:
1. Filolao y el fuego central
2. Herclides y el universo centrado en el Sol
3. Aristarco, el Coprnico griego
He intentado dar una breve descripcin general de la filosofa pitagrica, en la cual
he incluido aspectos slo relacionados indirectamente con el tema de este libro. En
los siguientes captulos apenas mencionar algunas importantes escuelas de la
filosofa y la ciencia griegas eleticos y estoicos, atomistas e hipocrticos
hasta que lleguemos al siguiente punto crucial en la cosmologa: Platn y
Aristteles. No se puede considerar el desarrollo de los puntos de vista del hombre
respecto al cosmos aislndolo del entorno filosfico que los molde; por otro lado,
si no se quiere que la narracin quede engullida por el fondo, slo hay que
esbozarlo en algunos puntos cruciales del relato, all donde el clima filosfico
general tuvo una repercusin directa sobre la cosmologa y alter su rumbo. se es
el caso, por ejemplo, de las opiniones polticas de Platn, o de las convicciones
religiosas del cardenal Bellarmine, que influyeron profundamente en el desarrollo
de la astronoma a lo largo de siglos y que, en consecuencia, se llenen que
examinar, mientras que hombres como Empdocles y Demcrito, Scrates y
Zenn, que tuvieron mucho que decir sobre las estrellas, pero nada que sea
realmente relevante para nuestro tema, deben pasarse por alto.
1. Filolao y el fuego central
Desde finales del siglo VI a. C., avanz con firmeza la idea de que la Tierra era una
esfera que flotaba libremente en el aire. Herodoto24
menciona la especie de que
existe gente muy arriba, en el norte, que duerme durante seis meses del ao, lo cual
demuestra que ya se haban intuido algunas de las implicaciones de la esfericidad
de la Tierra (como la noche polar). El siguiente y revolucionario paso lo dio un
discpulo de Pitgoras, Filolao, el primer filsofo que atribuy movimiento a
nuestro globo. La Tierra se convirti en un mvil areo.
Slo podemos conjeturar los motivos que condujeron a esta radical innovacin.
Quiz fue la comprobacin de que hay algo ilgico en los movimientos aparentes
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de los planetas. Pareca una locura que el Sol y los planetas debieran girar en torno
de la Tierra una vez al da, y al mismo tiempo moverse lentamente a lo largo del
Zodaco en sus revoluciones anuales. Todo sera mucho ms simple si se supona
que la revolucin diaria de todo el cielo era una ilusin causada por el propio
movimiento de la Tierra. Si la Tierra exista libre y sin ataduras en el espacio, por
qu no poda tambin moverse? Sin embargo, a Filolao no se le ocurri la
aparentemente obvia idea de dejar que la Tierra girase sobre su propio eje. En vez
de ello la hizo girar, en perodos de veinticuatro horas, alrededor de un punto
externo en el espacio. Describiendo un crculo completo todos los das, el
observador sobre nuestro planeta tendra la ilusin, como un viajero en un tiovivo,
de que toda la feria csmica giraba en direccin opuesta.
En el centro de ese tiovivo, Filolao situ la torre de vigilancia de Zeus, llamada
tambin el corazn del Universo o el fuego central. Pero ese fuego central
no debe confundirse con el Sol. No poda verse nunca, porque la parte habitada de
la Tierra Grecia y sus vecinos se hallaba siempre de espaldas a l, del mismo
modo que el lado oculto de la Luna est siempre vuelto en direccin opuesta a la
Tierra. Ms an, entre la Tierra y el fuego central, Filolao coloc un planeta
invisible: el antichton o Contratierra. Su funcin era, aparentemente, proteger a los
antpodas de verse abrasados por el fuego central. La antigua creencia de que las
remotas regiones occidentales de la tierra, ms all del estrecho de Gibraltar,
estaban baadas por un eterno crepsculo25
, quedaba ahora explicada por la sombra
que la Contratierra arrojaba sobre esos lugares. Pero tambin es posible como
observa desdeosamente Aristteles que se inventara la Contratierra
simplemente para elevar a ms de diez el nmero sagrado de los pitagricos26
las cosas dotadas de movimiento en el Universo.
En torno del fuego central, pues, giraban en rbitas concntricas esos nueve
cuerpos: el ms interior de todos, el antichton; luego la Tierra, la Luna, el Sol, y los
cinco planetas; luego vena la esfera que contena todas las estrellas fijas. Ms all
de esa concha exterior haba una pared de ardiente ter que encerraba al mundo por
todos lados. Este fuego exterior era la segunda y principal fuente de la que el
Universo extraa su luz y su respiracin. El Sol serva nicamente como una
especie de ventana transparente o lente a travs de la cual se filtraba y distribua la
luz exterior. La imagen recuerda uno de los agujeros de Anaximandro en el
neumtico lleno de llamas. Pero quiz esas imaginaciones no eran tan fantsticas
como la nocin de una bola de fuego que surca libremente el espacio por toda la
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eternidad, sin consumirse nunca; una idea ridcula que hace sobrecoger a la mente.
Contemplando el cielo con los ojos limpios de teoras, no resulta ms convincente
considerar que el Sol y las estrellas son agujeros en el teln de fondo que envuelve
el mundo?
La Luna era el nico objeto celeste considerado similar a la Tierra. Se la supona
habitada por plantas y animales quince veces ms fuertes que nosotros, puesto que
la Luna goza de la luz diurna durante quince das consecutivos. Otros pitagricos
pensaban que las luces y sombras de la Luna eran el reflejo de los ocanos
terrestres. En cuanto a los eclipses, algunos los ocasionaba la Tierra; otros, la
Contratierra, a la que se atribua tambin la dbil luz cenicienta que ilumina el
disco lunar durante la luna nueva. Al parecer, otros incluso llegaron a suponer la
existencia de varias Contratierras. Debi ser un agitado debate.
2. Herclides y el universo centrado en el sol
El sistema de Filolao, a pesar de sus poticas extravagancias, abri una nueva
perspectiva en la cosmologa. Rompi con la tradicin geocntrica, el tenaz
convencimiento de que la Tierra ocupa el centro del Universo, de donde, enorme e
inmvil, no se mueve jams ni un milmetro.
Pero hubo tambin otro mojn importante que apuntaba en otra direccin. Separ
claramente dos fenmenos que hasta entonces hablan permanecido unidos: la
sucesin del da y la noche, es decir, la rotacin diaria del cielo como un conjunto,
y los movimientos anuales de los siete planetas errantes.
La siguiente mejora efectuada en el modelo se refiri a los movimientos diarios.
Cay el fuego central; la Tierra, en vez de girar en torno de l, se hizo rotar ahora
sobre su propio eje, como una peonza. La razn, presumiblemente27
, fue que en los
crecientes contactos de los marineros griegos con regiones distantes desde el
Ganges hasta el Tajo, desde la isla de Thule hasta Taprobrana no se haba
obtenido ningn signo, ni siquiera una noticia, de la existencia del fuego central o
del antichton, que tenan que haber sido visibles desde el otro lado de la tierra.
Repito que la visin que del mundo tenan los pitagricos era dctil y adaptable. No
abandonaron la idea del fuego central como fuente de calor y energa, sino que la
transfirieron del espacio exterior al ncleo de la Tierra y, simplemente.
Identificaron la Contratierra con la Luna28
.
Herclides Pntico, el siguiente gran avanzado en la tradicin pitagrica, vivi en
el siglo IV a. C., estudi con Platn y, presumiblemente, tambin con Aristteles;
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en consecuencia, por orden cronolgico, tendra que estudiarlo despus de ellos.
Pero primero debo seguir el desarrollo de la cosmologa pitagrica, la ms atrevida
y esperanzadora de la antigedad, hasta su fin, que precisamente lleg con la
generacin de Herclides.
Herclides dio por sentada la rotacin de la Tierra en torno de su eje. Esto
explicaba la revolucin diaria de los cielos, pero dejaba intacto el problema del
movimiento anual de los planetas. En aquel entonces, esos movimientos anuales se
hablan convertido en el problema central de la astronoma y la cosmologa. La
multitud de estrellas fijas no presentaban ningn problema. Nunca alteraban sus
posiciones relativas entre s o con respecto a la Tierra29
. Eran una garanta
permanente de ley, orden y regularidad en el Universo, y caba imaginarlas, sin
demasiada dificultad, como un esquema de cabezas de alfiler (o alfilerazos) en el
acerico celeste, que o bien giraba como una unidad alrededor de la Tierra o pareca
hacerlo debido a la rotacin de sta. Pero los planetas, las estrellas errantes, se
movan con sorprendente irregularidad. Su nico rasgo tranquilizador consista en
que todos lo hacan a lo largo de la misma estrecha franja que cruzaba el cielo (el
Zodaco), lo cual significaba que todas sus rbitas se hallaban muy prximas en el
mismo plano.
Para tener una idea de cmo perciban los griegos el Universo, resulta apropiada la
imagen de todo el trfico transatlntico submarinos, barcos, aviones confinado
a una misma ruta comercial. Entonces, las rbitas de todos los vehculos se
hallarn a lo largo de crculos concntricos en torno del centro de la Tierra, todas
en el mismo plano. Si un observador tendido de espaldas en una cavidad en el
centro de la Tierra transparente, observa el trfico, tendr la impresin de que son
puntos que se mueven a diferentes velocidades a lo largo de una sola lnea: su
cinturn zodiacal. Si se hace girar la esfera transparente alrededor del observador
(el cual permanece inmvil), el trfico rotar con la esfera, pero seguir limitado a
su sendero. El trfico se compone de dos submarinos que cruzan las aguas a
distintas velocidades: son los planetas inferiores, Mercurio y Venus; luego un
solo barco con resplandecientes luces: el Sol; a continuacin tres aviones a distintas
alturas: los planetas superiores. Marte, Jpiter y Saturno, por ese orden. Saturno
estar muy alto en la estratosfera; por encima de l tan slo hay la esfera de las
estrellas fijas. En cuanto a la Luna, se halla tan cerca del observador situado en el
centro, que se la puede considerar como una esfera que va rodando en la pared
cncava de su cavidad, pero tambin en el mismo plano que todos los dems
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vehculos. Este es, en lneas generales, el antiguo modelo del mundo (fig. A).
Pero el modelo A nunca podr funcionar correctamente. Mirndolo
retrospectivamente, la razn es obvia: los planetas se hallan situados en orden
errneo; el Sol debera hallarse en el centro y la Tierra ocupar el lugar del Sol entre
los planetas inferiores y superiores, llevndose consigo a la Luna (fig. D). Este
fallo bsico del modelo causaba incomprensibles irregularidades en los
movimientos aparentes de los planetas.
En tiempos de Herclides, esas irregularidades se haban convertido en la principal
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preocupacin de los filsofos que estudiaban el Universo. Pareca que el Sol y la
Luna se movan de manera ms o menos regular a lo largo del sendero de trfico,
pero los cinco planetas lo hacan muy irregularmente. Un planeta poda moverse
durante un tiempo siguiendo ese sendero prefijado y en la direccin general del
trfico, de oeste a este; pero a intervalos disminua su velocidad, se detena