WendyDaviesregresaalpanoramadelaliteraturainspiracionalconunanovelaquenarralahistoriadeunaniñadiferente,untrasuntodeMomo,unaMatildaadolescentequetienecomocómplicesaunamarioneta,aldueñodeunpequeñoteatro y a sus palabras como escudos frente a una pérdida irreparable, perotambiéncomopeldañosdeunaescaleradeesperanzahaciaelfuturo.
Imagina un caserón de piedra parda en una calle cualquiera de una ciudad sinnombre.
Acércate más. ¿Ves el nombre tallado en piedra? El teatro Serendipity te da labienvenida.
Sihasllegadotanlejosimaginando,notecostaráentrar.
NadamáshacerloverásaJosephtraselmostrador.Fíjateen laviejaestanteríaquehayjustodetrásdeél.Hayalgoquellamatuatención.Entreunacoronaenvejecidaqueyahaperdidotodosubrilloyunafigurahorripilantedeunabailarina,mevesamí.
Y,justoenestemomento,Hope,unaniñaincapazdeescucharlaspalabras,acabadeentrar.
Puedesseguirimaginandoodejarquetecuentequéocurrió.
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WendyDavies
Hope
ePubr1.0Titivillus06.02.2019
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Títulooriginal:HopeWendyDavies,2018Editordigital:TitivillusePubbaser2.0
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Alosqueconocenladiferenciaentreescucharyoír.Ysobretodoalosquenolaconocen.
«Lavender’sgreen,dilly,dilly,Lavender’sblue
Youmustloveme,dilly,dilly,causeIloveyou,
Iheardonesay,dilly,dilly,sinceIcamehither,
ThatyouandI,dilly,dilly,mustlietogether».
(Segúnunaviejacancióninfantilinglesa)
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PRIMERACTO
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«Haymuchasclasesdesoledad,peroMomovivíaunaquemuypocoshombresconocen,ymenoscontantafuerza.
Leparecíaestarencerradaenunacavernarodeadaderiquezasincontablesquesehacíancadavezmásmayoresyamenazabanconasfixiarla.Ynohabíasalida.Nadiepodíallegarhastaellaynosepodía
hacernotaranadie,tanaplastadaestababajounamontañadetiempo.Inclusollegaronhorasenlasquedeseabanohaberoídonuncalamúsicanihabervistoloscolores.No
obstante,silehubiesendadoaelegir,nohabríarenunciadoaeserecuerdopornadadelmundo.Aunquesehubieramuertoporello.Puesesoeraloquevivíaahora:quehayriquezasquelematana
unosinopuedecompartirlas».
Momo,MICHAELENDE
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CAPÍTULO1Todoloqueelpolvopuedeengullir
Aprenderaolvidaresunadelasprimerasleccionesquedebesaprendercuandoeltiempopasaytúno.Acabaspordartecuentadequelosrecuerdossoncicatricesdelalma y que no existen tiritas nimedicinas para corazones llenos demelancolía. Elúnicotratamientoeselolvido.
Yestoesextraño,sobretodocuandolosdemásteolvidanperotúeresincapazdeolvidarlosaellos.
Haymuchos tiposdeolvido; elpeorde todosquizá seael recubiertodepolvo.Este es invisible, innato, y permite que pasen los días hasta que por costumbre, oquizáporcomodidad,aquelloqueenuntiempotehizofelizacabatransformándoseenunsimpledecoradodefondooenalgoquedarporsentado.
Hubounavez,mientraselolvidoyelpolvodevorabantodoloquefuiyloquepodría llegaraser,en laqueperdíporcompleto laesperanza.Enmidesesperaciónlleguéaansiaralgoqueloshumanosteméis:lamuerte.Nosoloolvidémiexistencia,sinotambiénloqueera.Enlugardeolvidarrecuerdos,meolvidédemí.
Ycuandoestabaapuntoderendirme,cuandocreíaqueenmividanohabríamásqueoscuridad,queestabadestinadoaquemispensamientos,tambiénrecubiertosporunafinapelículadepolvo,meengulleran,viunaluz.Noesquenolahubieravistoantes pero esa vez fue diferente, aunque eso tardé en saberlo. Fue como volver anacerapesardequeyonuncahubiesenacido.
Alguien abrió la caja donde todosme olvidaban y recordé lo que era vivir sinlatidos, hablar sin palabras y formar parte de ese mundo repleto de momentosextraordinariosquenielolvido,ymuchomenoselpolvo,podríanborrar.
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CAPÍTULO2Serendipity
Imaginaunaislaentreislas,unanaciónentrenaciones.Yenesanaciónpiensaenciudades,pueblos,personas.Sueñaconsushistorias,lashuellasquehandejadosuspasos, las manchas que perduran en la tierra, inmutables al paso de los años; unmuseoenormedevidaymuertequepocossedetienenaobservar.
Ysihasllegadohastatanlejosimaginando,notecostarávercómosealzaantetus ojos un caserón de piedra parda que ocupa las dos terceras partes de una callecualquiera. Lo tienes justo en frente; si levantas la mirada, puedes ver el nombretallado en piedra clara justo debajo de los grandes ventanales del segundo piso:Serendipity.Eseviejo teatroque,comoyo, tambiénhabía sidoolvidado fue loquellegótraselolvido.
Duranteeldíaparecíadormirmansamente;aexcepcióndelosactores,pocoseranlosqueseatrevíanacruzarsuspuertas,comosiel lugarestuvieraenvueltoenunatelaraña mágica que se encargara de repeler a los curiosos y de atraer a loextraordinario.Sinembargo,pasadalapuestadesolelteatroestirabasusmiembrosyencendíasuslucesdecolores;unamezcladetonosazuladosquedotabandeunaireatrayenteal lugar.Porsuaspectotenebroso,decuentoantiguo,todoparecíaindicarqueallíseescondíanbuenashistorias.
Pero el olvido de Serendipity era distinto, meticuloso, cuidado. Una forma dedesafiaraltiempo.Allínoavanzabaporquenadiequeríaquelohiciera.Elúnicorelojquepudeverenaquellugareraunodemaderaquehacíamuchoquehabíadejadodemoversusmanecillas.Nodejabadepreguntarmeenquémomentosedetuvo,sifueunsegundoimportanteounocarentedesentido.
Haycosasqueesmejorimaginarquesaber,aunqueesoloaprendídespués.Fueunaépocaenlaquemeconvertíenunsonámbuloquenopodíasoñar.Pero,a
pesar denopoder, yo soñaba con soñar.Con recorrer esemundoquehabía tras lapuertaquetodoscruzaban.
Aveces,enlospocossegundosenlosquetardabaencerrarselapuerta,alcanzabaaverunedificiogris,unpájarooungatocallejero;otras,inclusoeracapazdeverlasprisas,loscoches,lanocheoeldía.Esoeralomásemocionante.Saberque,aunqueel tiemposehabíadetenidoenSerendipity, fuera lavidapasabasinpreocuparsedelosqueestábamosdentro,losolvidados.
Ojaláhubierasidocapazdemovermeparaveralgomásdeesemundoodetenereltiempoycontemplarlaescenaeternamente.Peronopodía,demodoqueloúnico
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quemequedabaeraobservar a lagentequeentraba,ver elmundoa travésde suspalabras.
Así pasaba los días, acomodado en una vieja estantería entre una coronaenvejecida que ya había perdido todo su brillo y la figura horripilante de unabailarina,rodeadodepalabrasyrecuerdos.
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CAPÍTULO3Silencionosignificaquenohayapalabras
Cuandosalídelolvidopenséqueestabaasalvo.¿Dequé?Esonolosé.Perofueloprimeroquemevinoalamenteamedidaquemeacostumbrabaalaluz.
A continuación distinguí una sonrisa torcida y algo grisácea, pero no fue hastaque mis ojos acabaron por aceptar de nuevo los colores cuando pude ver a misalvador.Un hombremayor, demirada hosca y gesto severo, vestido con un trajemarrón y una boina a juego que en ese momento me impidió descubrir sus ojososcurosysupelocanoso.
SellamabaJosephyfueélquienmellevóaSerendipity.Trasuntiempoasulado,comencéacreerqueaquellaprimerasonrisahabíasidounespejismo.Josephnuncasonreía, tansolomurmuraba, resoplaba,gruñíaynegabacon lacabeza.Losúnicosmomentosenlosquealgoparecidoaunasonrisaasomabaasuslabiossucedíanbienentradalamadrugada,cuandoseponíadelantedeuntrozodemaderaconintencióndetallarla.
Al principiomemantuve expectante, emocionado incluso, antemi nueva vida.Despuéspasaronlosdíasyechédemenoselolvido.Enéltodoesposible.Cuandonoeresnadie,cuandonohaynadamás,cuandosoloestástúytuspensamientos, llegaunmomentoenelquevivesenunmundollenodequizás,deposibilidades.Dentrodelacajapodíaimaginarcómoseríamividafueradeella;unavezfuera,loúnicoquemequedabaeraaceptarlarealidad.
EnSerendipityJosephseocupabademuchascosas,comoelmantenimientodelteatro,venderentradasohacerdeacomodador.Yomeentreteníaconlasmigajasdevida que dejaban los actores que entraban y salían, además de con los pocosespectadores que acudían a comprar sus entradas y que Joseph atendía sin apenastenerqueusarunpardepalabras.Algunosnoledirigíanmásqueunainclinacióndecabezaoungestoamododesaludo,asíquedebíaimaginarmeloquediríanelrestodeldía,quélesllamaríamáslaatenciónocómoveríanelmundo.Otros,encambio,durante lospocosminutosquepermanecían juntoalmostrador,hablaban tantoquemecostabaseguirlasconversaciones.
Sinembargo,laspalabrasquemásmegustabaescucharnoprocedíandelexterior.Josephsolíahablarconelsilencio.Esperabaaquenohubieranadiecercaparasacarpartedeloqueteníadentro,poresomispalabrasfavoritassiemprefueronlassuyas.Cuandohablasconelsilencioereslibrededecirloqueteplazca;nohaybarrerasnifiltros,nimediasverdades.Conélaprendíqueelsilencionosignificaquenohayapalabras,sinoquenohaynadieadecuadoparaescucharlas.
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En algunas ocasiones, alguien preguntaba pormí. Entonces Josephmurmurabaporlobajoantesdenegarconlacabeza,restándomeimportancia.Nuncaselotuveen cuenta, al fin y al cabo, yo solo era una marioneta que no tenía a nadie quemovierasushilos.
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CAPÍTULO4Hope
Nunca creí que Joseph estuviese recubierto de polvo. Siempre tuve la extrañasensacióndequeesperaba.Aquepasaraalgo,aquenopasaranada,aquepasaraeltiempo,aquepasaraél,aquepasaraalguienoaquenopasaranadie.Esperaba,sinmás.
Amímegustabaquefueseasí;alfinyalcabo,entreesperaryesperanzatansolohay tres letras de diferencia. Y hubo un día en el que esas tres letras llegaron aSerendipity.
Fueundíacomootrocualquiera,exceptoporqueno lofue.Nofueprincipionifinal,solounmomentomás.
Josephestabaapilandoperiódicosviejossobreelmostrador,mientrasyohacíaloposibleporatisbarenellosquéhabíasidodelmundo,cuandolapuertaseabrió.Miréhacia la entrada principal pero no había nadie, así que volví a concentrarme enintentarleeralgo.
Fueentoncescuandosucedió.Un colgante apareció de la nada en elmostrador. Joseph se quedómuyquieto,
comosihubiesevistounfantasma,cuandoderepenteasomóunapequeñacabecitacastaña. A la cabeza le siguió el rostro y los brazos de una niña que trataba demantenerseerguidamientrascolocabaelcolgantesobrelosperiódicos.
Siendo unamarioneta pensarás queme gustan los niños pero, francamente, losdetesto. Tienen esas manitas capaces de manosearlo todo, dedos diminutos comogusanos, pringosos y poco delicados, por no hablar de las voces estridentes y laincapacidadde apreciar unabuenahistoria.Me alegréde encontrarme a una alturaconsiderablecomoparanoseralcanzadoporellay,porunavez,tambiénmealegrédeserunamarioneta.
La cabeza de Joseph se movía lentamente del colgante a la niña, como si nosupieraquéleirritabamás.Finalmente,apartóelcolgantedelosperiódicosysiguióconsutareadeapilarlos,obviandoalaniñaqueseguíamirándolocomosiesperaraalgo.
Cuando ella fue consciente de que Joseph tenía mejores cosas que hacer queatenderla,volvióaponerelcolgantesobrelosperiódicos.
—Estuyo—ledijo.Joseph gruñó. Yo ya estaba preparándome para los gritos y las protestas pero,
para mi sorpresa, ella no insistió más. Dio media vuelta y a punto estuvo demarcharseparasiemprecuandooíqueJosephmascullabaporlobajo:
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—Malditoscríos.Ella se detuvo en seco, todavía con la puerta abierta, dejando a la vista aquel
mundoquetantomefascinaba.Lleguéaveraunhombrearrastrandounacarretillarepletadeglobosycaramelos;unaniñaquetirabadelamangadesumadremientrasseñalabaalosglobos;unhombretrajeadoqueintentabaesquivarlasyunautobúsdeesosenlosqueenlaplantasuperiorhaygentecongorros,gafasdesolycámaras.
Lapuerta secerróy laniñasedio lavueltacasiacámara lenta.Tenía losojosverdesabiertosdeparenparydesugargantasalióungrititoantesdecorrerdenuevohaciaelmostrador.
He de reconocer que a pesar de los años que he vivido, sentí algo de miedo.Josephestabadeespaldas,demodoquenopodíaversucara,perohabríaapostadotodamimaderaaqueteníalamismaquehubiesetenidoyodepodermoverlamía.Pánico.
—¿Puederepetirlo?—preguntólaniñaalavezquedabapequeñossaltitosparalograrveraJosephdetrásdelmostrador.
—Malditoscríos—repitióél.Ella gritó, emocionada, y correteó por toda la estancia. Daba vueltas y más
vueltas, giraba sobre sí misma, reía, gritaba y miraba a Joseph con los ojosiluminados.Todounespectáculo.
Élgruñóotravezysiguióconsutarea.—¿Cómotellamas?—lepreguntólaniña.—Fuera.—YosoyHope.Sialgoheaprendidoesquenoexistenniprincipiosnifinales.Cadaunoeligeel
momento en el que empezar a recordar y en el que olvidar. Una misma historiacontienetantosiniciosyfinalescomopersonaslacompongan.
Si tuvieraqueelegirelprincipio, siestuvieraenmimano, seríaese.ConHopedandovueltasalrededordeaquelolvido.Yesqueestahistorianuncahasidomía;eslasuyayempiezaaquí.
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CAPÍTULO5Cementeriodepalabrasmuertas
Hopevinoaldíasiguiente.Alotro.Yalotro.Siempreentrabaconsusonrisa,suscoletas y con todas sus palabras. Tenía muchas, muchísimas. Hablaba sin parar ycuandoJosephdejabadegruñirparadeciralgo,ellasiempreseacercabatodoloquepodía y lomiraba como si elmundo empezara y acabara en él.Algunas vecesmedescubrípensandoqueojalápudieranescucharmeparaquealguienmemiraseasí.
—Loquemásmegustaenelmundoeselmar—confesólaniñaunatarde—.Demayorquiero ser unaola, ya casime sale el sonidoquehacen. ¿Quieres que te loenseñe?Esmuyfácil.Mira,sehaceasí.—Compusoungestodeconcentraciónalavezquehacíaunruidoqueparecíaindicarquesehabíaatragantadoconsuspalabras—.¿Ves?Seréunaolagenial.¿Creesquepodré?
Josephemitióalgoparecidoauna tos—aunqueyosabíaqueerasumaneradereírsinreír—,unmomentoantesdeseguirhaciendoloquehacíasiempre:ignorarla.Hopeseestabaganandomi respetopeseaserunaniña.Nuncase rendía.Cadadíaregresaba.Aparecíaporesapuertaaunquedetrásdeellasoloencontraraaunviejogruñónyaunamarionetaquesoñabasinsoñar.
—Legustas—ledije,aunquenopudoescucharme.Siguióparloteando.Yosiempreleprestabaatención,poresosabíaqueestábamos
en otoño y que le encantaba elmar pero que como empezaba a hacer frío apenaspodíairalaplaya.Queenunadesusvisitasencontróelcolganteperdidoentrelasrocas, que había pensado en quedárselo porque era muy bonito con esos bordesazulesyaellaleencantabaelazulporquelerecordabaalmar,peroquecuandovioelgrabadoconelnombredelteatroimaginóquequienlohabíaperdidodebíaestarmuytriste.Tambiénsupeque teníasieteaños,queunodesusdientesestabaapuntodecaerse,quevivíaenlacasadeladrillosgrisesquehabíafrentealaplayayquedesdesuhabitaciónsepodíaverelmar.
—¿Noteechandemenostuspadres?—preguntóJosephalcabodeunrato.—No—contestólaniñajustoantesdequetodassuspalabrasdesaparecieran.Permanecióunosminutoscalladaydespuéssefue.Aldíasiguientenovolvió.Nialotro.Laechamosdemenos.Josephnodecíanada,peroloveíaalzarlavistayquedarse
pensativocadavezqueseabríalapuertadelteatroytambiénescuchabasusgruñidosalcomprobarqueeraalgunodelosactoresdelacompañíaounclientemás.Duranteesosdías,Josephestuvomásgruñóndelonormal.Yosabíaqueeraporella.Losupeeltercerdía,cuandoporfinapareció.
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Adiferencia de las otras veces, entró en un susurro.Apenas nos dimos cuentapeseaestarmásatentosalapuertadeloqueningunodelosdosadmitiríajamás.
—No escucho —dijo, poniéndose de puntillas con los brazos apoyados en elmostrador.
—Noestabahablando.—Noescuchonunca.—¿Estássorda?—preguntóJosephsinlevantarlavista,mientrascosíaelbotón
deunachaqueta.—No, me han hecho muchas pruebas y estoy bien. Lo que pasa es que no
escucho.—Amímeparecequeoyesperfectamente.—Claroqueoigo.Loquepasaesquenoescucholaspalabras.Elcomentariodelaniñalehizoalzarelrostro.—¿Laspalabras?Hopeasintió.—Oigoelsonidodelmar, loscoches, lassirenas,peronoescucho laspalabras.
Cuandolagentehablasolooigounmurmulloquenoentiendo.—Yacomprendo.—Josephelevósuspobladascejas—.Yonoveoloscolores.—¿Ah,no?—No.Todoesenblancoynegro,comounapelículaantigua.—Megustanlaspelículasmudas,sonlasúnicasqueentiendo.—Tienesmuchaimaginación.—Élnegóconlacabeza,volviendoaconcentrarse
ensulabor.—Esverdad.—Meestáscontestando,niña.Esoesporquemeescuchas.—Atisí,peroalrestono.Poresovengo.—¿Porqué?—Portuspalabras.Megustaescucharaalguienquenoseayo.—Ya.—¡Nomiento!Pregúntaleaquienquieras.—Esoharé.—Vale.Joseph se percató de que la niña permanecía a la espera, taladrándolo con la
mirada.—¿Qué?—Hasdichoqueloibasahacer,estoyesperando.—Peronoahora.—¿Porquéno?—¿Quésesuponequetengoquehacer?¿Saliralacalleypreguntarleaalguiensi
conoceaunaniñaquenoescuchalaspalabras?
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—Sí.Todoelmundomeconoce.—Lomirabaconlacararojaporelesfuerzodemantenerelpesodesucuerpoensuspiececitos—.Nomeiréhastaquenolohagas,nosoyunamentirosa.
Joseph resopló, pero aun así se puso su chaqueta y se dirigió a la entradamurmurando algo ininteligible. Me quedé a solas con Hope, que me miró concuriosidad.Quise decirle que la creía, pero no pude hacermás que quedarme ahí,observándola.Josephnosolíaescucharalagente,selimitabaamurmuraryaesperaraquesefueran,peroyosílohacía.
Habíaoídohablardelaniñaquenoescuchabalaspalabras,lahermanadelchicoquesehabíasuicidado,lahijadelhombrequepreferíalacompañíadeunabotelladewhiskyaladesupropiafamiliaolahijadeunamujertanempeñadaenguardarlasapariencias que lo único que conseguía era hacer el ridículo. El pueblo en el quevivíamos no era muy grande y durante un tiempo fueron el único tema deconversación de todos los que entraban y salían del teatro; después simplementedejarondehablarsobreellos.NuncasospechéqueHopefueseesamismaniña.Eratansonrienteyteníatantaspalabrasquecostabacreerqueestuvieratansola.Porqueasíescomodebíasentirse,solaenlainmensidaddelmundoquehabíaalotroladodelapuerta.
Mesentí extrañamenteconectadoconella.Yooía laspalabrasde lagenteperoellosnopodíanescucharme;aHope,encambio,todospodíanescucharlaperoellanopodía entenderlos. Los dos éramos, a nuestra manera, un cementerio de palabrasmuertas.Lasmíaspornopodersalirylassuyaspornopoderentrar.
Josephvolvióalcabodeunosminutos,maldiciendo.—¿A que no mentía? —le preguntó Hope, que comenzó a revolotear a su
alrededor.—No—musitóél.Ellasonrió,aunqueamímepareciómásunalágrima.
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CAPÍTULO6Vamosacontarmentiras
Hopesolíacontarmentiras.Oloquelagentedecíaqueeranmentiras.Sobre su padre, sobre su madre, sobre su hermano muerto, incluso sobre los
amigosquenoteníaylaescuelaalaquenoasistía.Alescucharla,erafácilquedarseen la superficie y creer que mentía. Pero ella no mentía, solo contaba historias.Moldeaba la realidad como si esta fuera un pedazo de plastilina; la estrujaba yestrujabaentresusdedosparaluegodarlelaformaquequería.Labaseeralamisma,aunqueelaspectosiemprevariaba.Yportodosessabidoquetodamentiratienealgodeverdad.
Enrealidad,loúnicoquehacíaHopeeracreerquetodopodíaserdistintoapesardequenoloera.Avecesesmejorvivircreyendoenmentirasquehacerlosoportandolarealidad.Laentendía.Aunqueyohabíaoptadoporelcaminofácilypedregosodelolvido,envidiabaaHopeporhabertomadounodiferente,porlaesperanzaconlaqueseaferrabaalarealidad.
Joseph nunca la juzgó, tampoco la trató de manera diferente tras haberdescubiertoquiéneraycuáleraelproblemaquelahacíarefugiarsecadadíaenaquelteatrollenodepolvo.Undíacolocóunasillademaderaqueélmismohabíatalladodetrás delmostrador, justo al lado de su asiento. Y ese se convirtió en el sitio deHope,dondesesentababalanceandolaspiernassinparardehablar.
Cuando Hope prometía que iba a estar callada, Joseph le permitía entrar ysentarsealfondodelasalaparaverunodelosensayos.Ymientraslaniñaveíacómolosactoressemovíanalritmoenelquelohacíansuslabios,seinventabaunahistoriaqueluegonoscontabacondetalle.
Josephnuncalasacabadesuerror.Yotampocolohabríahecho.Cuando los humanos tienen que enfrentarse a cosas que no son capaces de
comprender, lo habitual es que huyan o finjan que no ocurre nada pese a tenerlodelantedesusnarices.Hoperequeríademasiadoesfuerzoenunmundoquenoestabapreparadoparaaceptarapersonascomoella,paraloextraordinario,demodoquesinpretenderlosehabíaconvertidoeninvisibleapesardebrillarconluzpropia.
Formábamos un curioso grupo. Hope, que no era capaz de escuchar palabras;Joseph,quehablabasinpalabras;yyo,alquenadieeracapazdeescuchar.
Duranteaquellosdíasmesentípartedealgo.Sentíqueencajabaenunlugar.HastaqueJoseph,unatardecomootracualquiera,seacercóamíparatomarme
entresusmanos.Noentendínada.Protestéperonomeescuchó.—¡Niseteocurratirarme!—legrité.
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Josephlimpióelpolvoquemecubríaconmimo,meexaminódearribaabajoydespués sonrió. He de reconocer que estaba muy nervioso. ¿Pensaba tirarme ovenderme?Solopodíaacordarmedeunaseñorapomposaquesiemprepreguntabapormí,lanzandocifrasymáscifrasqueJosephrechazaba.
Meentróelpánico.—Buenviaje—medijo.—¿Qué?¡No!—protesté.MecolocóenlasilladeHopeeinmediatamentemediolaespalda,volviendoa
sustareas.Noeracapazdecomprenderquéestabasucediendo.CuandoHopemeviosentadoensusitio,acercósucaritatodoloquepudopara
darme un beso. Era la primera vez que alguien me besaba y no me gustó. Fueasquerosoymellenódebabas.Sinembargo,dehaberpodido,unasonrisasehabríaescapadodemislabios.
—¿Quéhaceaquí?—lepreguntóaJoseph,señalándome.Élseencogiódehombros.—Fuehastaallíélsolo.Medijoquelegustabas.¿Mehabíaoído?Eraimposible.—¡Estoy aquí! ¿Me oyes?—grité con todos mis pensamientos—. Viejo loco,
¡contéstame!Simeescuchó,nolopareció.—¿Tienenombre?—lepreguntóHope.—Mellamo…—Melopenséduranteunossegundos—.Bueno,Marioneta,claro.Nunca me habían puesto un nombre. Me sentí expectante. Obviamente, mi
nombredebía de ser elegante, llenode fuerza, unnombreque con solo escucharlosupierasqueelposeedordebíadeseralguienimportante.
—Pregúntale—contestóJoseph.—¿Cómotellamas?—mepreguntóHope,acercandosuorejaamislabios—.Oh,
¡vale!—Sonrióy ladeó lacabezaparamiraraJoseph—.Se llamaWave.Dicequeeraelgranpríncipedeunadelasmejoresolasdelmaryqueunabrujaconmuchasverrugas se enfadó porque no quiso casarse con ella, así que lo convirtió enmarioneta.
—¡Nohedichonadadeeso!¡Quítameesenombrehorrible,niña!—¿Wave?—preguntóJosephconunatisbodesonrisaenloslabios.—Mirasusojos,parecequetodavíalleveelmarenellos.¿Teníalosojosazules?Nopodíasaberlo,nuncamehabíavistoenunespejo.En
cualquiercaso,curiosateoríayhorriblenombre.Hopemecogióparaocuparmisitioenlasilla.Mecolocósobresusrodillasyme
miróalacara.—Eresmuyguapo—medijo.—Vaya,gracias—lerespondí.
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Josephrioporlobajo.Sihubierapodidofulminarloconlamirada,tenporseguroquelohabríahecho.
—¿Cuidarásdeél?—¿Esparamí?—preguntóHope.—Tehaelegidoynoesqueaquíayudasemucho.Sobrevivirésinél.—Desagradecido—refunfuñé.—Lotraerésiempreparaqueloveas.Nuncamesepararédeél.Josephseencogiódehombros.Hopemevolvióadarunhúmedobeso.
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CAPÍTULO7Tenerfe
VivíamosenunpueblollamadoFolktale.¿Quépiensasalleeresenombre?Quizáenunjovenqueviajóporelanchomundobuscandoquealguienleenseñaraloqueeraelmiedoyloencontródondemenosloesperaba.Talvezenunniñoquenaciótanblancocomolanieveytanrojocomolasangreyque,comoocurreenmuchosotroscuentos, por culpa de una malvada madrastra acabó transformándose en un bellopájaroquecantabamuybien, todograciasa lamagiadeunenebro.Ohastapuedequepiensesenunasirenaqueentregósuvozparaseguiralamordesuvidaconsusdospiernas.
Sin lugar a dudas, un pueblo con semejante nombre debía de esconder viejashistorias,deesasquepeseaestarllenasdepolvosiemprepuedesrescatarporqueeltiempo,queesmuysabio,lasmantieneintactas.
Folktale era un lugar mágico. No importaba que la era moderna le hubiesearrastradoasusfauces;seguíaconservandosuantigüedad,suherencia.Unaromaalibroantiguo te inundaba las fosasnasalescuandopaseabaspor las callejuelasy tefijabasenlascasasdecoloresconsus tejasrojas,en losescaparatesrecargados,enlossillonesdecueroquehabíaenalgunasde las tiendasoen lamaderaquecrujíacuandoatravesabaslosumbralesysonabalaconocidacampanita.
Hope vivía en una casa gris de dos plantas. Si lamirabas con detenimiento, tedaba la impresión de que se hallaba ligeramente inclinada a la derecha. Llegué apreguntarmesi se tratabadeunamera ilusiónópticao si era solocosamía,deesacaídaquesufríañosatrásyquehizoquemicabezasequedaraparasiempreunpocodesviada hacia ese lado. Supongo que nunca lo sabré. La cercanía del mar habíacastigadolafachada;elgrisinmaculadoyuniformedeantañosehabíaidoapagandoytransformándosehastapareceruncieloencapotadodenubesgrises.Sinembargo,lapuertaprincipalhabíaresistidointactaalpasodel tiempoylahumedad.Cualquieradiríaquehabíasidopuestaahíporerror.Elcasoesquecuandoposabastusojosenaquellapuertademaderarobusta,consupomoysualdabaenformadesirena,ambosdoradosyrelucientes,teveíasincapazdeapartarlosdeella.Parecíacomosilapuertaylaviejaconstruccióndescascarilladanotuvierannadaquever.
Hopeme había contado que había soportado los envites del tiempo porque eraunapuertamágicaqueconectabaconotromundo.Unmundoalqueseguíasin serinvitada. «Algún día, Wave, algún día me darán permiso para entrar», me decíasiempre.Mientrastantoellaesperaba.
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Pero si había una historia de Folktale que me gustaba de verdad, esa era lahistoriadelaestatuadelaplaza.Laestatuadeunjovenconlosojoscerrados,vestidoconbonitosropajesdeotrostiempos.Segúnlaleyenda,habíasidounjovendebuenafamilia que dilapidó su herencia para ayudar a los más necesitados. El joven nosiempre había sido igual de bondadoso. En su niñez había aterrorizado a susprofesores con travesurasmalintencionadasy esa arrogancia que llevaba comounasegundapiel.Sucarácternohizomásqueempeoraramedidaquesehacíamayor.Durantelosañosenlosquefueenviadoauninternado,seconvirtióenundéspotaalque todosdespreciabanperofingíanquerersolopor lagrandezadesuapellido.Nofuehastaquesufrióunterribleaccidentequelodejóciegocuandopudoabrirlosojosa la realidad que tenía delante, conocerse de verdad y conocer a todos los que lorodeaban.
Estabasolo.Vacío.Nosabíaamary,desdeluego,nadielohabíaamadonunca.Creíaque todoestabaperdidoparaél,hastaqueconocióaunachicaunosaños
másjovenquevendíamuñecasdetrapoenlaplaza.Ellafuesusojos,suverdad,laquelehablóconlavozdelpueblo.Cadadíaquedabanjustoenellugardondeahorasealzabalaestatuayqueeneseentonceshabíasidoocupadoporunbancodepiedra,ylecontabahistoriasdeesepuebloqueélhabíaignorado.Latrágicahistoriadeunamadrequeveíamorirasupequeñosinpoderhacernada;ladeunniñoquecaminabacojeandoentrelágrimasporqueelúnicopardezapatosqueteníaeravariastallasmáspequeño; la de una familia que había perdido su casa y ahora dormía en la playa,ateridosporelfrío.
Asícomenzóarepartirsufortuna,sinsaberqueaquellaqueteníaasuladoyalaquehabíaentregadosucorazóneralaquemásnecesitabadesugenerosidad.Lachicaestaba muy enferma, pero él no podía saberlo. No podía imaginarse que estaba apuntodeperder sucorazón tan repentinamentecomohabíaperdido lavista.Muriósobre su hombro haciéndole prometer que seguiría ayudando al pueblo. Él lo hizohasta suúltimoaliento.Seconvirtióenelmásquerido.Le llamaronel jovenciegoaun cuando dejó de serlo —joven, no ciego—. Cuando abandonó este mundo,muchosañosdespués,lohizoconunasonrisaylosojosbienabiertos,esperando.Erafelizporqueestabaapuntodereunirseconsuamada.Porfin.
Hopemecontóesahistoriamuchasveces.Comotedecía,sepuedeverlamagiadeFolktalesiobservasdetenidamentecada
rincón.Lasaldelmarimpregnandolaavenida;losamuletosdecoloresmoviéndoseen lasventanas;elviejoconelbastónquepasaba todos losdíaspor la floristeríaacomprar una rosa a la que luego le arrancaba los pétalos para tirarlos al mar; labibliotecaria del peinado a medio hacer, siempre con un libro bajo el brazo. Losrumoresquesecruzabandebocaenboca,demasiadorápidosparaverlosvenirperodemasiadopesadosparamarcharseconlamismaceleridad.
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Eraunpueblocomootrocualquiera,mitadreal,mitadcuento.YapesardetodasesashistoriasnadiecreíaenHope.Fingíannoverlaporqueera
másfácil.Deestamaneranoteníanquehacercomoquelaescuchaban,niesforzarseparaqueellaloscomprendiera,nirespirarhondoevitandogritarcuandosuvocecillasesolapabaconladeellos.PuedequeFolktalefuesepeculiar,peroHopesobrepasabaloslímites.
Quizás en un pueblo llamado Reading nos hubiera ido mejor, pero había queconformarse.
Siempre pensé que si Hope hubiese dejado de hablar, las cosas habrían sidodistintas.A las personas suelen gustarle los que son callados porque creen que lasescuchan.SiHopenosehubiesededicadoaparloteartodoeldía,nohubiesehabidoescépticosniegocéntricos.Lomásseguroesquesisehubiesequedadomuyquieta,mirándolosa losojos, susvecinos lehubieranhablado.Puedequeestoaellano lehubieseservidodenada,peroseguroquesehubierasentidomenosfueradelugar.LacuestiónesqueHopeodiabaelsilencioycomoeraincapazdeescucharseforzabaahablarporellamismayporlosdemás.
Alprincipiopensabaquesihubierapodidoescucharmeunasolavez,lehubiesedadoelconsejodemantenerlabocacerrada.Conelpasodeltiempolocambiéporun«estoyaquí».Másqueintentardejardeserellamisma,necesitabaqueelrestodejaradeintentardescifrarla.
No obstante, como en todos los rincones del mundo, había varios tipos dehabitantesenelpueblo.
Porun lado,estaban losque la ignoraban.Estoseranmásnumerosos,puesa lagentelegustaignoraraquelloquenocomprende.
Estaban,también,losquesemostrabancordiales,alimentadosporunsentimientoparecidoalalástima.Estoseranlospeores;sussonrisasestabanllenasdehipocresía,ysuspalabras,colmadasdebuenosdeseosquesonabancomolosconjurosdelosmáscrueleshechiceros.
Despuésestabanlosquelaseñalaban.Unosporcreerlaunamentirosa,otrosporpensar en ella como un sermaligno y otros por ser diferente. Distintas formas deintentarponernombreaalgoquenolotiene.
Y,porúltimo,estabanlosquelaaceptabantalycomoera.Josephsolíadecirquela fe solo era cuestión de dejar de hacer preguntas y limitarse a creer. Así quesupongoqueestoseranlosqueteníanfeenHope.Lamentablemente,soloJosephyyoestábamosenesegrupo.
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CAPÍTULO8Unpirata,unamaldiciónyunrescate
NoeradifícilsaberporquéHopepasabatantotiempoenSerendipity.Sucasaeraunacasa.Teníaparedes,puertas,ventanas,camas…,todoesode lo
que se compone cualquier casa. Pero no era un hogar. La temperatura bajaba diezgradoscuandoatravesabaselumbraldelapuerta.
Tal vez yo no tuviera voz, pero le hablé muchas más veces a Hope que suspropiospadres.Parecíanelmurmullodeunatelevisiónquealguiensehabíaolvidadodeapagaroquemanteníaencendidapornosentirlasoledadcalándoleloshuesos.
No tardé en descubrir el motivo. Habían dejado de creer en ella. No habíaesperanza, estabacondenada.Condenadaalolvidocuandoni siquiera llegabaa losarmariosaltosdelacocina.
Hopesolíacolocarmeuncuentodelanteyacurrucarseamiladofingiendoqueerayoelqueselocontaba.Eraverdadquelohacía,leleítantoscuentosqueacabéporcreerqueestábamosdentrodeunoyquenotardaríaenocurriralgoquelocambiaríatodo.Unhadamadrina,unpríncipeazuloinclusosieteenanitosnoshabríanservido.Habría sidomás fácil si todo hubiese formado parte de un cuento porque, tarde otemprano, habríamos descubierto que solo se trataba de una maldición y todo elmundosabequedetrásdecadamaldiciónhayunpero,unaescapatoria.
Pordesgracia,noestábamosenuncuento.Larealidadnosaplastabaacadapaso,peroyomeneguéa rendirme.Nunca fuide losqueaceptan la realidadcomoalgoante loquedoblegarse, sino comoun reto.Nacieronenmí lasprimeraspreguntas,tales como: ¿Por qué Hope no escuchaba a los demás pero sí podía escuchar aJoseph?¿HabríamásgentecomoélparaHope?¿Solosetratabadebuscar?
Hopetambiénsehacíapreguntascomoesas,aunquetodavíaerapequeñaparairmásallá.
—Mihermanoerapirata—mecontóunavezquenopodíaconciliarelsueño—.Unpirata terriblequedejóde serlocuandoseenamoródeuna sirenapelirrojaquesoloconocíaporlashistoriasquelecontabanlosotrospiratas.Sabíaqueestabamal.No puedes fiarte de una sirena, todo el mundo lo sabe. Pero él era como yo. Noescuchaba—confesómuybajito,comosisedesprendieradesusecretomáspreciado—.Pero a ella sí la escuchó. Por eso saltó almar y se hundió.—Guardó silenciodurantevarios segundosen losquepudeoír su respiraciónacelerada—.Dicenqueestámuerto,peroyosé laverdad.Lasirenalosalvóyloconvirtióenelreydelosmares.Poresoahorasoyyolaquenoescucha,élmepasósumaldición.Algúndía,yotambiénlepasarélamaldiciónaalguien.
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DeesamaneradescubrílarazónporlaqueHopesevolvíainvisibleaojosdesuspadres, y entendí el frío, los silencios, las fotos de su hermano invadiendo lasparedes. En esa casa el tiempo también se había detenido. Ese otro olvido, el deldolor,cuandorecordardueledemasiado.
Era como si el hermano deHope no se hubiese hundido solo en las profundasaguas;todalafamilialohabíahechoconél.Supadreenelfondodeunabotella,sumadreensuspropiaslágrimasyHopeenelsilencio.
PeroahorateníaaJosephymeteníaamíyningunodelosdospermitiríamosqueellatambiénseahogara.Aunquenosahogáramosenelintento.
EntodaslashistoriasdeHope,Josephsiemprenosrescatabaaellayamí;peroenlasmías,enlasquenadiepodíaescuchar,eraellalaquenosrescatabaanosotros.
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CAPÍTULO9Loquefuenuncaserá
HabíaunafotografíaescondidadebajodelacamadeHope,dentrodeunmarcoplateadoquedebíadepesarbastante.Fueellamismaquienlapusoahí,comosieselugaroscuroyolvidadofueseelverdaderositiodondedebíaestar.
Másqueunafotografía,eraunrecuerdo.Unrecuerdodealgoqueyanoexistía.Había estadooculta detrás de varias fotografías en elmueble grande del salón.
Casinoseveíaperoeraunlugarprivilegiado.Antesdeeso,talvezinclusohubieseestadoalavista.QuizáporesoHopelacambiódesitio,porqueyanadiesefijabaenella. Solo Hope lo hacía. Miraba la fotografía hasta que le dolían los ojos y selimpiabalaslágrimasconeldorsodelamano.
Observarlameproducíaunasensaciónextraña,comosicontemplaseunaccidentedelquenopodíaapartarlavistaaunquemehorrorizara.Lafamiliaalcompletoestabaen laplaya,descalzos.Elmarparecía revuelto.Hopeeramuypequeña, llevabaunvestidoblancoyapenassesosteníaenpie.Supadrelasujetabadelasmanosmientrasella se encaminaba hacia su hermano, situado justo en medio de la escena, casidividiéndola, con el pelo revuelto y los ojos entrecerrados. La señora Black, a laderechadelafotografía,teníalosojoscerradosyunasonrisaenormeenloslabios,ysehabíallevadolasmanosalacabezaparasujetarunsombreroblancoqueparecíaquerersalirdespedidohacialasolas.SoloelhermanodeHopemirabaalacámara;daba la impresión de querer disculparse, como si supiera realmente lo que pasaríaañosdespués.Nopodíaevitarpreguntarmequéhabíasidodeellos,melopreguntabatantoquelleguéaobsesionarme.
Seguíanallí,enaquellacasa,perosehabíanconvertidoenextraños.Aveces,Hope se sentabaa lamesade la cocinaparaobservar cómosumadre
hacíalacomida.—Mamámevaaenseñaracocinar—mesusurraba.MientraslaseñoraBlackseafanabaenhacerplatosqueluegonoprobaba,Hope
anotabatodoloquehacíaenuncuaderno.Nohabíapalabras.Nohabíacontacto.Pornohaber,nisiquierahabíauncrucedemiradas.Loquesíhabíaeraolor.Acomida,ahogar, a madre. Supuse que esa era la razón por la que Hope se sentaba ahí ensilencio,sumaneradecomunicarseconsumadreerarobaralgodeellaa travésdecadaaroma,delacomidaqueluegoprobabaahurtadillas.
Estristeacabarconvertidoenunladróndecariñoalatiernaedaddeochoaños.YomequedabamirandoalaseñoraBlack,quenadateníaqueverconlamujerde
lafotografía,ymeimaginabacómoseríaellaenaquellostiempos.Cómoerasuvoz
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cuando lecantabaaHopeLavender’sBlue, quéhacía para consolarla cuando teníamiedoocuálerasuexpresióncuando laestrechabaentresusbrazos—siesque lohacía—. De la sonrisa de la fotografía solo quedaban algunas arrugas quedemostrabanquehabíaexistido.Ahorasumiradaeravacía,sinvida,comosumaneradeobservarelmundo.
PeroHope sí recordaba cómo habían sido bastante bien, quizá por eso todavíaconservaba la fotografía. Quizá pensaba que, a base de mirarla, algún día sedespertaríaytodoestaríadenuevoensulugar,comopasabaenJumanji,lapelículaquetantolegustabaaunquenoentendieranadadeloquepasabaenrealidad.
SitodoestofueseJumanji,haríaloposibleporsacaruncinco.
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CAPÍTULO10Avecesesmejorignorarquesaber
Durante mucho tiempo pensé que las tragedias unían a las personas, pero enaquellos días comprendí que una vez compartes el dolor, un dolor profundo, conalguienyanopuedescompartirnadamás.
Recuerdo una mañana en la que Hope y yo buscábamos a su madre cuandoreparamosenalgoqueningunodelosdosesperaba.Eraunaimageninsólita:elseñorylaseñoraBlack,juntos,sentadosenelsofádelsalón.Ydirás,¿quéteníaderaro?Eranmaridoymujer,¿no?Nadiedeberíasorprenderse.Perotúnolosconocías,nodeverdad. Nunca los oíste discutir, no pudiste percibir la rabia, el dolor, ni tampocoviviste en el silencio que separaba unos gritos de otros. Para ti, lógicamente, solohubiesensidopalabras.Sinembargo,paralaniñaquemesosteníaentresusbrazosenaquelinstanteeralomásparecidoaunatortura.Poresofueraroverlosenunamismahabitación,encalma.Selesveíajuntos,juntosdeverdad,nosoloelunoalladodelotro.
No tardó en aparecer una sonrisa en los labios deHope.He de admitir que yotambiénsentílomismoqueella,laesperanzadequealgunadelashistoriasquesolíacontarsehubiesehechorealidad.
Oí risas, pero no procedían de ellos—eso hubiera sido unmilagro—, sino deltelevisor.
—Acércate, vamos —le pedí a Hope porque no podía ver mucho desde miposición,apoyadoenunodesusbrazos.
Ellapermaneciómuyquieta,comosiestuvieraesperandodespertardeunsueñorecurrente.
Y entonces pude atisbar en la pantalla a un niño de pelo castaño que dabavolteretasenunacamaelásticayreíacomosielaireestuvierahaciéndolecosquillas.Era el mismo chico de la fotografía aunque unos años más joven, el hermano deHope.
—¡Cuidado,James,tepuedescaer!—gritabaunaversióntiernayedulcoradadelaseñoraBlack.
CuandosupequesetratabadelhermanodeHope,todamiesperanzaseesfumó.Solo estaban jugando al olvido, a fingir que su hijo no estaba atrapado en aqueltelevisor,quenuncapodríancrearnuevosrecuerdos.
Hope no lo comprendió, no en aquelmomento.Los ojos se le iluminaron y seacercó al televisor, ajena a las protestas de sus padres. Sus dedos manosearon la
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pantalla, recorriendoel rostrode suhermano,mientrascomenzabaacantar aquellacanción.
—Lavender’sblue,dillydilly,lavender’sgreen.Whenyouareking,dillydi…—fue loúnicoqueconsiguió cantar antesdeque sumadre se levantaradel sofáy laagarraradeunbrazoparasacarladelsalón.
Mecaíduranteelforcejeo.Hope gritó, sumadre gritómás fuerte y yome quedé ahí, tendido en el suelo,
observandocómosupadrebebíadeunapetacaymaldecíaasuhijasinningúnpudor.AvecesmealegrabadequeHopenopudieraescuchar.
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CAPÍTULO11Comprarpalabras
—Hoyserádistinto,yaloverás,Wave—medecíacadamañana.Yyoqueríacreerla,aunquenuncaocurriese,porquenocreerimplicabarendirsey
jamásme daría por vencido conHope. Solo teníamos que esperar, algún día seríaverdad.
Lociertoesquehastaelmomentoestabaatrapadaenunavidaqueapesardesersuya,noloera.Dentrodeaquellacasalosminutosseconvertíanensiglos;lashoras,en algo desesperante. Ella quería escapar, yo quería escapar y sé que, de algunamanera, los padres de Hope también querían escapar. Ninguno lo hacíamos.Resultaba extrañoque la únicapersonaque todosqueríanque estuviera en aquellacasaeralaúnicaquehabíaescapado,aunquehubiesesidoenbrazosdelamuerte.
Después de su promesa, Hope me daba uno de sus babosos besos. Abría lasventanasytarareabaaquellamalditacanción,coneldillydillydelquetardabahorasen desprenderme. Luego me contaba cuáles eran las aventuras para ese día. Unaexcursiónalmundodelosmilmundos—labiblioteca—,unavisitainesperadaalaguarida de los piratas —la playa—, volar —bajar la cuesta de la colina con labicicleta—o iracomprarpalabras—visitara JosephenSerendipity—.AcomprarpalabrasíbamoscasitodoslosdíasyapesardequeJosephnodisponíademuchas,teníalasimportantes,lasquemarcabanladiferencia.
SoloregresábamosacasacuandoaHopeseleempezabanacerrarlosojosysucuerpecitosemovíacomounautómata.Entoncesmepermitíacontarleuncuentoymedaba un beso de buenas noches,menos cuando se olvidaba porque el sueño lavencía.
Mesorprendíadescubrirmeamímismoesperandoesosmomentos.Elcuento,elbeso, conocer elmundo a travésde esaniñaquemehabía convertido en sumejoramigo. Me había transformado en una marioneta muy mansa. Tiempo atrás, mehubieraavergonzadodeello,peroyanoeraelmismodeayery sabíaqueseguiríacambiandocadadíaquepasaraasulado.
Unamañanaenlaquellovíamuyfuerteyesperábamosaqueamainaraparasalir,mientraselladibujabaenunodesuscuadernos,llegóadecirquesisuprimíamosla«s»deamistadnosquedaba«amitad».
—A mitad, a mitad —repetía, mirando el cuaderno con el ceño fruncido,buscandounporqué—.Amitaddelosdos,elcaminoentretúyyo—rumiabaporlobajo,mordiendo el lápiz. Borró algo del cuaderno—.No,mejor quitar también laprimera«a»,porqueasíquedará lapalabra«mitad».—Memiróconunasonrisa—.
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Eso es la amistad, somos dosmitades. Te doymimitad,Wave, y te prometo quesiempre,siempre,siempreestaremosjuntos.
Enesemomentoamítambiénmehabríagustadopoderdarleunbesobabosoytararearladichosacanción.Malditaniña,¿cómopodíannoquererla?
ElseñorylaseñoraBlacknuncasedirigieronamí.Nuncaescuchésusvocesmásque para oírlos discutir. Ellos hacían como que no me veían, de modo que meconvertíenunsecretoavoces.Sabíandemiexistenciaperomeignoraban.Amímeparecíabien.YoeraelsecretodeHopeyHopeelsecretodesuspadres.
SolounapersonaveníaalacasaporelsecretodelosBlack.SellamabaAnneyeraunaseñoraestiradaquetemirabacomosifuerasdeunplanetainferioralsuyo.Mecayómalnadamásverla.
Lehablabaenvozalta,aunsabiendoquelaniñanopodíaescucharla,yescribíalomás importanteenunapizarraque siempre traíaconsigo.Yno fueronpocas lasvecesenlasqueintentócogerdesprevenidaaHopeparademostrarquementíayque,dehecho,síquepodíaescucharlaspalabras.Claroquenuncaledioresultadoporquelaniñanomentía.Almenos,noeneso.
Aunasí,peseaquelatuvieraporunamentirosa,HopecopiabatodoloqueAnneescribíaenlapizarraensucuaderno,aunqueyosabíaquenoleinteresaba.Nohabíaqueseradivinoparasaberlo,yaquecuandoAnneleescribíaunapregunta,Hopelecontabauncuento.
—¿Sabeustedcuáleselcuentomáspequeñodelmundo?—lepreguntóesedíaHope cuando la profesora escribió la primera pregunta en la pizarra. La mujer nisiquieraseinmutó.Hopetampoco—.«Cuandodespertó,eldinosauriotodavíaestabaallí»—lecontó.
—Tehehechounapregunta—insistiólamujeragritosantesdeescribírseloenlapizarra.
Quisetirarleunlibroaesacabezotaquetenía.—Tambiénmeséunosobreuncaracolquedejasurastroparaquesushermanos
pequeños no se pierdan—siguió Hope—. Es un poco raro este cuento porque elrastro de babas seguro que se seca pronto, pero siempre hay que creer aunque loscaracolesteparezcanasquerosos.
Anne no siguió viniendo mucho más. Un día se esfumó y no dejó un rastrobabosotrasella.Mealegré.Hopetambiénlohizo.
SiempremeparecióquesiHopefueraunahistoria,seríaunasinpalabras.Yesoque,depalabras,ella ibasobrada.Pero lo importantees loquesiempreseescondetraslaspalabras,loquenosedice,loqueseocultacomounpreciadosecreto.
Lavidanoes fácil, suelendecir.Creoquevivirnoesdifícil, lodifícil es estarvivo.
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CAPÍTULO12Negación
Cincosonlasetapasporlasquehayquepasarparaafrontarlapérdidadeunserquerido:negación,ira,negociación,depresiónyaceptación.
LospadresdeHopenohabíanpasadodelaprimera.LamaneradenegardelseñorBlackerahacerseinvisible.Soloselepodíaveren
las fotografías que poblaban las paredes, en alguno de los bares del pueblo oanestesiadoenlacama.
La señora Black, en cambio, negaba de otra forma. Negaba lunes, martes,miércoles, jueves, viernes y sábado. Solo el domingo se tomaba un descanso paraacudiralatumbadesuhijo.Kyriakihimera,eldíadelSeñor,eraelúnicodíaenelquerealmenteaceptabaquehabíamuerto.Leregalabafloresytodaslaslágrimasqueguardaba durante la semana. Se pasaba horas delante de la tumba, en silencio,contemplandolafotografíacomosilafuerzadesumiradapudieradevolverlelavidaa su pequeño, mientras Hope correteaba por la tierra santa sin comprender que avecesseesmásfelizviviendoenlaignorancia.
Pero el descanso terminaba el lunes desde muy temprano. La señora Blacklimpiabalahabitacióndesuhijocadamañana.Apilabasuslibrossobreelescritorio,quitaba el polvo, ordenaba los estantes, abría las ventanas para airear la estancia ydoblaba meticulosamente cada prenda de ropa. Entonces Hope no existía, habíadejadodeserunmiembromásde la familia.Avecesmepreguntabasia laseñoraBlacklefallabaelsentidodelavistaosihabíadejadodeveralaspersonasoalosniños.
Pero no.De haberle fallado no habría intentado vestirla como su hijo; a vecescortaba los pantalones y trataba de ajustarlos al cuerpecito diminuto de la niña einclusotambiénempuñabaunastijerasyhacíadesaparecersulargamelena.AHopeledivertíanesosmomentos.«Mamámeestáhaciendoundisfrazdeprincesa»,decía.Noerahastaquesecontemplabaenelespejocuandosedabacuentadesuerror.
Tardóuntiempoencomprenderloquesumadrepretendía.Fueentoncescuandoempezóadormirencerradaenelarmario.
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CAPÍTULO13Monstruos
Lamayoríadelosniñospiensanquelosmonstruosseescondenenlosrinconesmásinsólitosdesuhabitación:debajodelacama,dentrodelarmarioeinclusoalotroladodelaventana.
Hopenoeraunaniñacomoelresto.Para Hope los monstruos no se escondían, y aquellos rincones que los niños
corrientestemíaneranparaellaunaespeciederefugio.Poresoseempezóaencerrardentrodelarmario,parahuirdelosmonstruos.La señora Black entraba cada noche y la llamaba. No con palabras. No. Se
paseaba por la habitación, rebuscaba debajo de las sábanas por si su hija hubieseencogido desde la última vez que se fijó en ella y se aseguraba de que la ventanaestuviesebiencerrada.Desdeelresquiciodelapuertapodíaversecómosequedabaunsegundocontemplandoelarmario,solounsegundo,antesdemarcharsepordondehabíavenido.
¿Existealgoquesolotúpuedesver?Muchos podrían pensar que losmonstruos solo existían en la cabeza deHope,
peroyosabíalaverdad.Habitabanenaquellacasa,sefundíanentrelassombrasqueproyectaban los muebles, murmuraban palabras que nadie entendía y callabanverdadesquepodríansalvarunalmasolitariaquesehacíaañicosalritmoenelqueexpirabanlossegundos.
Cuandotetratancomosifuerasinvisible,alfinalterminaspordesaparecer.Quizá no eran monstruos con grandes zarpas, colmillos afilados y tamaño
descomunal.Peroeranmonstruos.Dabanmiedo.Tambiénhacíandaño.Llevabansumismasangre.
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CAPÍTULO14Sebuscanpreguntas
Denohabersidounamarioneta,habríaintentadoresponderatodaslaspreguntasqueamenazabanconadueñarsedemispensamientosenaquellosprimerosañosjuntoaHope.
Lagentesuelepensarqueunapreguntarequiereunarespuesta,peroyosiemprehe creído que una buena pregunta suscita más preguntas. Las mejores preguntasjamásdebenresponderse,correselriesgodeperderlas.
Siempremegustócoleccionarpreguntasperojamásquiseningunarespuesta.¿Porqué JosephmeentregóaHope?¿Fueel destinoouna simple casualidad?
¿Noeseldestinounconjuntodecasualidades?¿Porquéella?¿Porquéyo?¿Porquénosotros?¿Porquéalguienquepuedeoírno
puedeescuchar?Ylomásimportante:¿porquénadielehacíacasoaHope?Loquemellevabaaunsinfíndepreguntasmás:¿eraporquenopodíaescucharloqueteníanquedecir?,¿acasolagentesoloescuchaporelmerohechodetomarlapalabra,soloesperandoaquealguienlesdéelpieparapoderempezarahablar?
Buscaba preguntas a todas horas.Me enfurecía que una niña como Hope, tanllena de vida, estuviera rodeada de tantas sombras, de tanto olvido, de tantadesesperanza,detantosmonstruos.
En infinitasocasiones imploréqueenalgún lugardesuser supieraconcertezaabsolutaquelaentendía.Nopedíaquepudieraescucharme,esoeracosadehumanos,yosolorogabaparaquesupieraqueestabaahí,conella.Ahídeverdad.
A lo largo de mi existencia fueron demasiadas las veces en las que me sentíatrapadodentrodemipropiocuerpo,cataléptico.Unamuerteaparente,ficticia,queme tenía encerrado sin posibilidadde huida.Siendo consciente de todoy de todosmientraselrestomecreíamuertoomeolvidaba.ConHopemesentímásmuertoquenuncay,alavez,tanvivocomonolohabíaestadojamás.
Supongo que eso solo tiene un nombre: amor. Y yo estaba loca eirremediablementeenamoradodeunaniñaquecreceríaymeolvidaríaoque,entodocaso,terminaríapormorir.
Laqueríaapesardetodoloquemecostaríaolvidarlacuandoyasehubieraido,apesardequesurecuerdoacabaríapordestruirme.Portodoslosmomentosenlosqueme miraba con los ojos abiertos de par en par, como si en lugar de una viejamarioneta fuera la luna o alguna estrella. Por su dulzura e inocencia cuando mecontabahistoriassinesperarnadaacambioomellamabaporunnombrequenadiesehabíamolestadoenregalarmenunca.Pero,sobretodo,porlacalidezquesentía,pese
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a ser incapaz de sentir tal cosa, cuando me abrazaba muy fuerte por las noches,asegurándose de que estuviera cómodo y arropado en aquel armario en el quedormíamos.Enesosmomentosnopodíaevitarprometermeamímismoquelodaríatodoporella, incluso losdiezhilosquemepermitíanmovermepara fingirque,enrealidad,noestabamuerto.
MiamorporHopeeraunacarreradefondocontrael tiempoylamuerte;sabíaquejamáspodríaganar,peroesehechonohacíaquenomeesforzaraencorrercadavez más rápido. Por ella. Por sus palabras. Porque ni siquiera su ausencia podríaensombrecerla.
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CAPÍTULO15Deseos
Hopesepasabahorasasomadaalaventana.—Hoyveréunaestrellafugaz—medecía—.Yellacumplirámideseo.Los humanos siempre desean algo, desde cosas inútiles hasta otras que son
inconcebibles. Hope no era menos, tenía tantos deseos que me sería imposibleenumerarlos.Perohabíaunoquesobresalíaporencimadelosdemás,esemismoporelquehabíadejadodecreerenlaNavidad,aunqueeradifícilcreerenalgoenaquellacasa.
Escuchar.Hope anhelaba ser normal; así podría tener amigos, escuchar lo que gritaba el
hombredelosheladoscuandopasabapordelantedesucasaosaberporquélosojosdesumadreseensombrecíancuandolamiraba.
Normalmentesecansabaantesdeverunaestrellafugaz.Y,comonopodíaverla,selainventaba.
—¿La has visto?—Señalaba el cielo a la vez quememiraba con una enormesonrisa dibujada en los labios.Quería parecer contenta.Me habría gustado decirlequeconmigonoteníaquefingir,quepormásquelointentaranopodríaesconderelcansancioniladecepciónquesentía—.Yahepedidomideseo.Mañanasecumplirá.Iremos a ver a Joseph y podré escuchar la función deEl hombre elefante, por lanocheveremosunapelículaconmamáypodréentenderloquedicenylloraremosyreiremosjuntasydespués lepediréquemedéunbesodebuenasnochesyquemehagauntrajedeprincesa,unodeverdad.—Volvíaamirarenmidirección,conundejedeculpabilidad—.Noteenfades,lapróximavezpediremosqueseasdeverdad.
Nadacambiabaconlallegadadeldía.Hopeyalosabía,perolaesperanzaesalgoque se pierde demanera fragmentada.No podía escuchar la obra ni la película, ycuandolepedíaasumadrequelehicierauntrajedeprincesa,estalerespondíaconsilencio. Y no porque no pudiera escucharla, sino porque la señora Black habíadejadodemolestarseenhablar.
Delbeso,Hopesiempreseolvidaba.Deloquenuncaseolvidabaeradepediresemismodeseo,nochetrasnoche.Ella
eradelasquepreferíanloimpensablealoinútil.
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CAPÍTULO16Recordarolvidando
Alolargodelosañoshevistocómoseperdíaninfinidaddecosas.Loquenuncapenséesqueyopodríaperderalgo.
UndíaperdíaHope.Técnicamente fue ella laquemeperdió amí, por esodequeyo soyuna…Ya
sabes,unamarioneta.Peroyonolosentíasí.Laspersonassuelencreerquepierdeelqueposee,peroyosiemprehecreídoquepierdeelqueama.YyoamabaaHope,demodoqueaunquefueraincapazdedejarlaolvidadaenalgúnlugar,yquelaculpaenrealidadfuedeella,sentíqueelquelahabíaperdidohabíasidoyo.
Todoempezóundomingoenelqueelsolsehabíaocultadoentrelasnubes,unreflejomásdelánimodelaseñoraBlackque,comoerahabitual,sehabíaarregladopara la visita al cementerio. Iba vestida impecablemente de negro y el gesto de sucaraexpresabatodalamelancolíaquellevabaasuespalda.
Unavezlista,miróendirecciónaHope—quenoaHope—paraquelasiguiera.Ellamecogiódeunbrazoysalimosdetrásdesumadre.
Nada más atravesar el umbral de la casa, una ráfaga de viento nos dejóparalizadosduranteunossegundos.Eradedíaperoparecíadenoche;asíescomolorecuerdo.Lasolasgolpeabanlasrocasconviolencia,sombrasymássombrascubríanlascalles,lashojascaídascrujíantraslospasosapresuradosdeHope.
Tuveunmalpresentimiento.—Deberíamosvolveracasa—ledije.—Mamádicequevamosaveramihermano—comentóellacasienunsusurro,
comosimehubieseescuchado—.¿Túloentiendes?Nosécómonosedacuentadequenopuedeestardebajodetodaesatierra.
Probédeotramanera.—Hope,teordenoquemellevesacasa.—Peromegustaelcementerioporqueallíduermenlosángeles.Erainútil.Pormuchoquefuéramosamigosnuncaestaríamoslosuficientemente
conectadoscomoparaquemeescuchara.Teníaqueempezaraformularmispropiosdeseos.
Quisedecirlequenosololosángelesdormíanenloscementerios,quetambiénlohacíanlosmuertos.Negarlaverdaderaloquehabíallevadoasufamiliaalpuntoenelqueseencontraban,noerabuenaideaqueellaimitaselospasosdesuspadres.Dehaber podido hablar le habría explicado cómo funcionaban las cosas, peroinmediatamentedetuveestospensamientoscuandomedicuentadequeno teníani
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idea de adónde iban a parar los muertos. Quizá Hope tuviera razón, quizá uncementeriosoloeralaexcusadeloshumanospararetenerasusseresqueridosenlatierra.SeguroqueJosephteníaunabuenaexplicaciónparaello;éllosabíatodo.
La señora Black se pasó horas contemplando el retrato de su hijo, como cadadomingo,mientrasHopesaludabaacadaángeldepiedradelcementerio,haciendodelastumbasunlaberinto,delasramaslosbrazosdeunserqueledabalabienvenidaasus dominios. Cuando se cansaba de correr, lo que más le gustaba era mirar losnombresdelaslápidashastaqueunallamabasuatención.Entoncesseinclinabaasuladoparaleerelnombreincrustadoenlapiedraycomenzabaanarrarmesuhistoria.
Cuando fuimos a buscar a la señora Black para volver a casa, ya se habíamarchado.
SentíqueelmiedodeHopereptabahasta llegaramí;meempapaba la ropa, lamadera,cadahiloyrecovecodemicuerpo.
—¡Mamá!—gritómientrascorríadeunladoparaotro—.¡Mamá,estoyaquí!—siguiógritandomientrasvariosojosseposabanenella.Miradascuriosas,alarmadas,tristes.Miradas que no eran la de sumadre—. ¡Mamá!—gritó otra vez, dándosecuentadequeestábamosdandovueltasencírculo.
No sé exactamente cuántosminutos estuvo corriendo, sujetándomemuy fuerte.Fueronmuchos,muchísimos.Unaeternidad.
Sumadresehabíaolvidadodeella.Lahabíaolvidado.Era horrible. ¿Cómo podía haberlo hecho? Lo sabía, claro. Olvidas cuando
recuerdasdemasiado.LaseñoraBlackhabíarecordadodemasiadoasudifuntohijo,poresohabíaolvidadoasuhijaviva.
Nuncaentenderéaloshumanos.Cuando Hope se detuvo, exhausta, delante de la tumba de su hermano, ya no
quedabamiedoniesperanzaenella.Habíaotracosaque,dehaberpodido,mehabríapuestolapieldegallina.Rabia.Sí,erafuegoesoquehabitabaensusojos.
Nosupequépensabahacerhastaquealargólamanoparacogerelretratodesuhermano.Selollevóalpechoymeaplastólacaracontraelmarcoantesdeecharacorrer.
—¡Eh!—grité—.¡Noveonada!Nomehizocaso.Oíasuspasos,surespiración,elruidodeloscochesalsalirdel
cementerio,vocesqueibanyvenían.Calles,calles,máscalles.—¡Meestoymareando!—mequejé,aunquesabíaquesolohablabaporhablar.Me habría gustado tener un reloj, como el que llevaba Joseph en el bolsillo
derecho,paraaferrarmea la ideadequeel tiemposeguíapasandoaunqueamímeparecíaquenoshabíamosquedadoperdidosenlainmensidaddeunsegundo.Peronoteníanada,demodoquemequedéquieto,conlacaraaplastada,hastaqueoíelmarysupequehabíamosllegadoanuestrodestinoyque,enefecto,eltiempohabíapasado.
Hopemedejórecostadosobreunaroca.
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—¡Nohagaseso!—protestémientrasmecaíaaunladoymipiesehundíaenuncharco—.¡Mizapato!—grité,horrorizado.
Apenas podía ver aHope en la postura en la queme encontraba; las rocasmetapabangranpartedelavista,peroderefilónpudeatisbarquetirabaelmarcoalaguacon fuerza.Seoyóungolpesecodecristales rompiéndosecontra las rocas,y supequeHopeseestabadespidiendodesuhermano.Loestabaenterrandoy,enlugarderegalarle flores, le regalaba la inmensidaddelmar.Ahora sí que era unpirata.Mepreguntésiencontraríaasusirena.
EsperéaqueHopemerecogiera,peronolohizo.Delamismamaneraenquesumadrelahabíaolvidadoaella,Hopeseolvidódemí.
Grité y grité hasta que mi esperanza se desvaneció del todo. El cielo se fuenublando y finas gotas de lluvia terminaron por calarme la ropa.Entonces dejé degritar.¿Paraqué?Estabaperdido,solo,ylaoscuridadvolvíaacernirsesobremí.
Porunaveznopertenecíaanadie.Yoyelmundo,solos.Eraextraño,desolador.Sentí un crujido en el pecho conforme las gotas de lluvia iban cayendo con másfuerzaymepreguntésimeestaríarompiendo.¿Eralamuerteavisándomedequemehabíallegadolahora?¿Ibaamorir?Deserasí,nomeimaginabaningúnlugarmejorque ese. Quizá el hermano de Hope me rescatara, quizá me hundiera con él yreináramos juntos en las profundidades del mar, quizá esa sensación de abandonoacabaríapronto.
Meodiéamímismoporcreer.EnHope,ennuestraamistad,enunaniña.Todoseraniguales.Mehabíaprometidoquesiempreseríamosamigosyyolahabíacreído.Mesentí estúpido, avergonzado,porqueapesarde laevidencia todavíaexistíaunapartedemíqueserebelabacontraelolvido.Sabíaque lodecíaenserio, igualquesabía quemi cuerpo se hundía cadavezmás amedidaque lamarea iba subiendo.Peroentonces,¿porquémehabíaolvidado?Noesquefueraligero,tendríaquehabernotadomiausencia.
—¿Dóndeestás,Hope?—dijeconlafuerzadetodosmispensamientos,tanfuerteque no entendía cómo elmundo no se detenía para buscar aHope y traérmela devuelta—.Cadavezestámásoscuro.
Fueentoncescuandooíelllanto.—Se está haciendo de noche—dijo una voz grave que conocía muy bien—.
¿Recuerdasdóndelodejaste?Larespuestafueotrollanto,másdesgarradorqueelprimero.ElllantodeHope.—¡Estoyaquí!—grité,presodeunasensaciónextraña.Habíanvueltoapormí.—Me olvidé—balbució Hope—. Quería devolver a mi hermano al mar y me
olvidédeWave—dijo,sollozando.—Yahora vamos a encontrarlo.—Oí que Joseph avanzaba enmi dirección—.
Tencuidado,estoresbala.
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—Waveesmimejoramigo.Amigo.Enrealidaderasuúnicoamigo,perosaberquemeconsiderabaelmejor,
aunquenohubiesenadiemás,hizoquerecuperaratodoelánimoquehabíaperdidoenlashorasquehabíaestadosoloalaintemperie.
—Dejadellorar—gruñóJoseph—.Élodiaalosniñosquelloran.¿Cómolosabía?Estabapensandoqueeseviejoibaacontagiarmesulocuraamí
también cuando sentí que susmanosme sacaban del charco yme estrujaban parasecarme.
—Aquíestás.—¿Lo has encontrado? —gritó Hope, que empezó a correr tan rápido que
tropezó,cayendoderodillas.—¿Estásbien?—lepreguntóJosephconpreocupación.Ella asintió y, para demostrarlo, se levantó y siguió corriendo en nuestra
dirección.Cuandollegóhastanosotros,sedetuvocomosiuncampodefuerzaleimpidiera
seguiravanzando.Susojosseclavaronenmímientrasselimpiabalosmocosconlamangadelacamiseta.Enotraocasiónlehabríadichoalgoalrespecto,perolavitantristequemecontuve.
—Nollores,estábien.—JosephmeinclinóhaciaHopeparaquemecogiera,peroestanoparecíatenerintencióndehacerlo.
—Estámojado.—¿Ydequiéneslaculpa?—refunfuñé.—Sesecará—contestóJoseph.—Meodia.—Noteodio—repliqué.—¿Porquécreeseso?—Lo dejé solo, me olvidé de él —dijo ella, entre hipido e hipido—. Mamá
tambiénseolvidódemíylaodio.Wavetambiénmeodiaamí.Josephsepusodecuclillasparapodermirarlaalosojos.—¿Eso crees?—Ella asintió—. ¿Qué hacemos entonces? ¿Quieres que me lo
lleveotravezalteatro?Hopesiguióllorando.Meestabamirandofijamentemientrasmeneabalacabeza
hacialosladosysubíaellabioinferior.Mepreguntédecuántaslágrimasdisponíaunserhumano;portodaslasquehabíaderramadoHope,supusequemuchas.
—Eso está mejor. ¿Qué hacemos entonces? Tal vez si le pides perdón… —propusoJoseph.
Hope se secó las lágrimas con las manos y me miró muy seria, aunque suvoluntaddehierrovolvióaflaquearencuantoempezóahablar.
—¿Meperdonas,Wave?Nunca volveré a olvidarte.La verdad es que nunca teolvidé,solotedejéatrásporqueteníaprisa.Peronuncamástedejaréatrásporculpa
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delasprisas.—Estiróunamanohaciamíparasecarmeelrostroconsuavidad—.Tequiero,Wave,eresmimejoramigoynoquieroquenosseparemos.
—Teperdono—le respondí.Ynomequejéniuna solavezcuandomeestrujóentresusbrazos,llenándomedemocosylágrimas.
Sentíotrocrujidoenmipecho,unomuydiferentedelanterior.Estaveznopenséen la muerte, porque no iba a morirme. No tenía intención de dejar sola a Hope.Nunca.Lasmarionetassiemprecumplimos laspromesas, loqueesverdaderamentedifícildadoquesiempreesotro,ynonosotros,elquemanejanuestroshilos.
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CAPÍTULO17MiseryyJoy
Hopenovolvióaperderme.Josephleregalóuncinturóndetelaconcuatrotirasdecuero.Dosseamarrabana
la cintura deHope y las otras dos eran paramí; sobresalían justo a la derecha delcintoymeatabanaella,convirtiéndonosenuno.Elcinturónestabahechoderetazos;unpedazoenormerojodeunaviejacortina,otrorosadelmanteldeunaobraquenovolvería a representarse, y uno violeta con bordados amarillos de un vestido quenadiehabíausadonunca.
Hope estaba muy contenta con el regalo. Yo también, aunque no pudieraexpresarlocomomehabríagustado.
Eraunaépocadecambios.Hayquiendicequehayqueatesorar los recuerdosporquedeestossecompone
nuestravida.Supongoquesituvieraqueelegirmisrecuerdosmásespeciales,unodeellosseríaaquelenelquecobrévidaporprimeravezjuntoaHope.
Fue una noche despejada de verano en la que subimos a la azotea de su casa.Hope me dejó en el suelo con sumo cuidado antes de hacerse con la cruceta demaderapara tirardecadaunodemishilos, comosiquisieraaprenderse la funciónqueejercíansobrelasarticulacionesquemepermitíanelmovimiento.Cabeza,cuello,hombros,espalda,brazos,muñecas,piernas,tobillos…
Misprimerospasosfuerontorpes.Ridículos,seguramente.PerosoloelcielofuetestigoyyoestabatanabsortomientrasmemovíaeintentabaalavezmiraraHopequenotuvetiempodeavergonzarme.
En un momento Hope estaba muy quieta y al siguiente movía una mano yextendía la otra por encima de mi cabeza, haciendo que saliera de mi estado decatalepsiayabrieralosbrazosmientrasbailábamosalritmodeunamelodíaquesolonosotroséramoscapacesdeoír.
De haber sido un ser humano, aquel habría sido nuestro primer vals. HabríacogidoaHopeentremisbrazosyhabríasidoyoelquemanejarasushilos.Peronoera humano y debía poner todami confianza en ella; la tenía sin pedirlo siquiera.Aquellamocosamelohabíarobadotodoyyonopodíasentirmemásfeliz.
Lalunasedeslizabaporelcieloyparecíabrillarmásalsertestigodeaquelbaileentre dos seres tan distintos pero a la vez tan iguales. Dos seres solitarios, rotos,unidosporloshilosdeundestinocomún.
No supe cuánto había echado de menos moverme hasta esa noche. Quizá misprimerospasosfueronlosdeunbebéamanosdeunaniñainexperta,peronotardéen
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crecer.Crecimosjuntos,ellayyo.Solosalprincipio,encompañíadeJosephdespués.Primero en silencio y más tarde siguiendo los pasos de esas historias que ella seinventabasobrelamarcha.
Una mañana en la que Hope intentaba un nuevo movimiento delante delmostrador deSerendipity, enredandounhilo entre los dedosde lamano izquierda,Josephlepusounasllavesdelantedelacara.Nosquedamosmirándolosinsaberquéeraloquequeríaexactamente.
—Lasalaestálibre—murmuróélentredientes.Hopeabriólosojosdeparenpar.—¿Lasala?—Élasintióconunmovimientodelacabeza—.¿Quieresdecirque
podemosusarla?—Peronopuedestocarnada.—¿Elsuelotampoco?—quisosaberHope.—¿Lasquieresono?—gruñóélconungestodecansanciomientrasagitabalas
llaves.La respuesta de Hope fue quitárselas de las manos y echar a correr hacia las
entrañasdelteatro.Apartirdeesedíasenospermitióentrarenaquellasalallenadehistorias.Alas
guardadasduranteañosyalasquetodavíasecontabancadafindesemana,ahoraselesumabanlasquedábamosvidanosotros,historiasqueunviejoescuchabadesdeunrincónoscurodelfondofingiendoquenoestabaallí.
—HabíaunavezunaniñallamadaMiseryquenosabíasonreír—contóHopeunavezmientrasyobajabalacabeza,entristecido—.Noparecegrancosaesodesonreír,perointentadnohacerlonunca.Intentadnosonreírcuandoveisaungatitocorriendoparaatraparunovillode lana. Intentadno sonreír cuandooscuentanel chistemásgraciosodelmundoocuandoalguienoshacecosquillas.Esdifícilnohacerlo.
»Miserynopodíasonreír,poresosiempreestabasola.Cuandolosotrosniñosseenteraban de que no podía hacerlo, se apartaban de ella por miedo a contagiarse.Entoncessequedabasola.—Hopesemovió.Yobajélosbrazosymequedémirandoalfrente—.Noentendíaquélepasaba,porquénopodíasonreír.Lefaltabaalgo,peronosabíaqué.Todoslosdíasseponíadelantedelespejoyseestirabaloslabioshastaenseñarlosdientes—dijomientrasmemovíaparaquemismanosmetaparanlaboca—,perosusonrisadementiranoseparecíaennadaalassonrisasdelosotrosniños.Lasuyadabamiedoylopeoreraquecuandosesoltabaloslabiosestosvolvíanasusitio.Miserysentíaundolorenelpechoyestabadesesperada.Asíqueundíadecidiósalirabuscar.
Caminamosporelescenario,lentamente,mientrasmirostrosealzabaahorahaciaelcielodementiraqueeraeltechodelescenario.
—¿QuéeraloqueestababuscandoMisery?Unlugar,unapersona…Nolosabía.Miraba las nubes amontonadas en el cielo y le parecía ver nubes de algodón deazúcar. Eso habría hecho sonreír a cualquier niño, pero ella no podía mover los
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labios. —Cuando llegamos a la esquina, volvimos a dar la vuelta para seguirandando.SabíaqueJosephnosobservabaymepreguntabaquéestaríapensandodelahistoria,si lerecordabaaalguien—.Miserymirabala lunaycaminabahaciaellaapesardeque sabíaquepormuchoquecaminara,nunca la alcanzaría.Yestaba tanconcentradaenmirarlalunaquederepentetropezóconalguien.
—¡Au!—gritéyocuandoHopehizoquemedieradebrucescontra laparedalllegaralaotraesquina—.Notienesporquésertanliteral,¿eh?
—Miserynopodíacreérselocuandovioquehabíatropezadoconunaniñaqueeraigualqueella.Aunquenotardómuchoendarsecuentadequeteníanalgodistinto.Lasonrisa que a ella le faltaba llenaba la cara de la otra niña. «¿Quién eres?», lepreguntóMisery.Laotraniñalerespondió:«MellamoJoy».—Hizoquedieravariospasos hacia atrás para situarme de nuevo en el centro del escenario—.Misery lecontóquenosabíasonreíryquebuscabaalgoquenosabíaquéeraysesorprendiómuchocuandoJoyleexplicóqueellanopodíadejardesonreír,nisiquieracuandosemuriósumascotanicuandoalguienlecontabaalgotriste.Ellatambiénbuscabaalgo.
Hope se tomó varios segundos mientras dábamos vueltas y movía las manoscomosirealmentehubiesealguiendelantedenosotros.
—Meestoymareando—mequejé.Comoeradeesperar,Hopecontinuósinhacermeelmenorcaso.—«Notengoamigos»,dijoMiseryy la formadesus labiosdejabaclaroque le
causaba una gran tristeza. «¿Quieres sermi amiga?», contestó Joy y su sonrisa nopodíaalbergarmayorfelicidad.
Hopehizoquedieraunospasoshaciadelanteylevantaraunamano.—Las dos niñas se acercaron para darse la mano y cuando se tocaron ya no
pudieronsoltarsemás.Miserysonriómuchoyentoncestodalacaraledolió,mientrasqueJoyllorabacomojamáslohabíahecho.Yanoteníanqueseguirbuscando,pueshabían encontrado aquello que les faltaba. Cuando se abrazaron,Misery y Joy sefundieronhastaconvertirseenesperanza.Podíanreíryllorar,estarfelicesyapenadascuandoquisieran.Asíeslaesperanza,¿verdad?Tristeyalegre.
Hopequisoquehicieraunareverenciayyolahice,obediente.Mealegrédequesoloyopudieraoírelcrujidodemisarticulaciones.Esperanza,¿eh?MepreguntésieraesoloqueHopeesperaba,unrayodeesperanzapararecuperaraquelloquehabíaperdido.Pero¿acasoteníaideadecuántascosashabíaperdidoycuántasmásperderíaalolargodesuvida?Avecesmealegrabadeserunamarioneta,denopoderreírnillorar.Desdemiposición,todoparecíamuchomásfácil.
Aunque,desdeluego,noloera.
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CAPÍTULO18Perseguirlarealidad
Hopesolíacontarmequeelcieloestaballenodepequeñosfarosyquecuandoteperdíassoloteníasquealzarlavistaparaencontrarelcamino.
Mirábamos mucho el firmamento; subíamos a la azotea de la casa y allí nosquedábamostodalanoche,intentandoencontrarelcamino.SiemprecreíquedentrodeesosfarosestabanlossueñosdeHopeyquealgúndía lograríaalcanzarlos.Quequizáundíasedespertaríaflotandoenmediodelahabitaciónypodríallegaraunodeellos.Inclusopodríaocurrirquetuvierarazónyqueahí,entremillonesdefaros,encontraseloquebuscaba.
Sinembargo,dudoqueenelcasodehaberloencontradoHopehubiesesidomásfeliz de lo que ya era. Sonreía incluso cuando quería llorar, como la niña de suhistoria.Sonreíamientrassuspadres,conelpasodeltiempo,seibandesdibujandodenuestras vidas hasta que solo quedaron las huellas de su presencia. «Se estánvolviendoinvisibles»,mellegóadecirHope,«seguroquehasidocosadeunabrujamalvada.¡Alrescate,Wave!».
Sonreía cuando salíamos subidos en la escoba voladora —también llamadabicicleta—ylosesbirrosdeaquellatenebrosabruja—tambiénllamadosniños—nostiraban piedras para detener nuestro viaje, pues se habían dado cuenta de que losinsultosnoservíandenada.
YseguíasonriendocuandoíbamosacomprarpalabrasaSerendipityyalgunossecambiabandeaceraparaalejarsedenuestrocamino.
«Labrujaleshahechizadoatodos,Wave,hayqueencontrarla».Ellalallamababruja,yosiemprecreíquesuverdaderonombreeraotro.Conelpasodeltiempoacabamosviviendoenuneternocuento.Hopesepasaba
eldíapersiguiendosueños,quimeras,deseosquenuncasecumplían.Yerafeliz.Perodespuéssucedióloinevitable:crecióyencontróalaotraniñadelahistoria.Yaunquesiguiópersiguiendosueños,porlasnoches,cuandonosacostábamosenlaazoteaenveranoodentrodeaquelarmarioeninvierno,laoíasollozar.Inclusocuandollorabaseleescapabanalgunasrisasalmirarme.
Laprimeravezquelloródurantelanochesoloteníaonceaños.Habíamosestadoen laplayadesdeelamanecer,yo recostadoenuna toallayellachapoteandoenelagua.Eraunaescenabonita.
Fue entonces cuando llegó una familia que no conocíamos; de haber sido deFolktalenohabríanocupadoesesitio.Laextensióndeplayamáscercanaa lacasa
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estabasiempredesierta,pueslagentedeFolktalesolíacreerquelamaldicióndelafamiliaBlackseextendíahastaelmar.
Se instalarontansoloaunosmetrosdemí.Lamadre leponíacremaaunbebérechonchosobreunatoalla,mientraselpadreyotroniñomásmayorintentabanhacervolar una cometa. El padre acabó en el suelo y todos rieron. Contemplé a Hopedetenidaenlaorillaymefijéencómomirabalaescena:lacometaqueempezabaavolar,alniñoquedabapequeñossaltitosdefelicidadporsuproeza,alpadrequeselevantabaeibahastaél,alzándoloparaconseguirquevolarajuntoasucometa,yalamadrequeaplaudíaunmomentodespués.Hopesequedóquietadurantetantotiempoquepenséquenovolveríaamoversejamás.Peroregresóamilado.
Permanecimos toda lamañana observando a la familia y cuando semarcharoncontinuamosmirandohaciaelmar,solosellayyo.
Nofuehastaporlanoche,alsubiralaazotea,cuandoHopeempezóallorar.—Vaya,Wave,deberíaponerteunbañador—medijollenadelágrimasyconuna
mediasonrisaalpercatarsedequemehabíaempapado.—Puedesmojarmecuantoquieras,Hope.Desdeesedíatodaslasnochesllorabayyonohacíamásqueacordarmedesus
historias. Hope se había pasado toda su vida persiguiendo sueños y hasta esemomentocreíqueestababien,queeraloquedebíahacer.Peroentoncesmedicuentadequemiamiganecesitabaperseguirlarealidad.Larealidadquedainfravaloradaporlossueños,comosiapenasimportase.Perolarealidadimporta.
ImportabaporquecuandoHope sedespertaba, sepasabaunosminutos tratandodeaveriguarsi loquehabíaocurridohabíasidorealounsueño. ImportabaporqueaunalimentándosedementirassiemprelepreguntabaaJosephsilashistoriasqueleíaenloslibroshabíansucedidoenlarealidad.
Lorealimportainclusocuandopersiguessueños.Amímehubieragustadodecirle en aquel entoncesquepersiguiera la realidad,
quenolaaceptase,queladesafiase,quecreyeraenellayque,sobretodo,laviviera.Cuando te pasas demasiado tiempo soñando, corres el riesgo de despertar. Perocuando te enfrentas a lo real, el único riesgo es vivir. Y yo, por encima de todo,queríaqueHopeviviese.
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CAPÍTULO19Nocumpleaños
Apesardehabervividomuchosañosyenmuchascondiciones,juntoaHopefuelaépocademisprimerasveces.Creíaqueyanadapodíasorprenderme,quelohabíavisto todo—o casi todo—. No suelo equivocarme, pero Hope siempre conseguíadesacreditarme.
Malditaniña.—¡Wave!—gritónadamáslevantarse.—¡Nomedesesossustos!—Losiento.Perdóname,perdóname.Mequedéperplejo.—¿Quémehashecho?Nohabrásvueltoavestirmedeprincesa,¿verdad?—Lo
lamento,peroaquelfueunmomentoquemeniegoarecordar.—Perdóname.—Meabrazó,sollozando.Empecéapreocuparmedeverdad.—¿Quéhashecho,Hope?Unos minutos después estábamos de camino a Serendipity, y todo el rato me
pedíaperdón.«Perdón».«Perdóname,Wave».«Nosabescuántolosiento».«Soytanegoísta. Entendería que no quisieras perdonarme». «Por favor, tienes queperdonarme».Nopodíadejardepensarenquédiantreshabíahechoconmigo.
Losupeencuantollegamosalteatro.IbaadevolvermeaJoseph.—¿Quéhehechomal?—lepregunté.EncontramosaJosephdetrásdelmostrador,perdidoentreunmontóndepapeles.—¡Tenemos una emergencia!—gritó ella para reclamar su atención—. Soy la
peorpersonadelmundo.Deberíascastigarme.—¿Quécastigopropones?—preguntóJosephsinalzarlavista.Hopesequedópensativa.Nuncalahabíancastigadonihabíaconocidoaunniño
quehubiesesidocastigado.Soloconocíaloqueleíaenloslibros.—Podrías darme unos zapatos de hierro al rojo vivo y obligarme a bailar. O
podríasencerrarmeenlaratoneradurantetodoeldíaytirarlallavealaalcantarilla.Esunsitiohorrible,¿sabes?Esunarmariomuyestrechodondenopuedessentarteniponertedecuclillasy lasparedesestán llenasde trozosdevidrios incrustadosparaquenopuedasapoyarte.EselcastigofavoritodeladirectoraTrunchbulljuntoconellanzamientodemartillo—explicó,refiriéndosealamalvadadirectoradeMatilda.
Josephelevólavista.—¿Quéhashecho?¿Tanterriblees?
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—¡He olvidado todos los cumpleaños de Wave! —confesó antes de volver apedirmeperdónuncentenardevecesmás.
—Soloesunamarioneta.—¡¿Solo?!—Mesentíindignadísimo.—¡Noessolounamarioneta!—protestóHope.En momentos como ese habría dado toda mi madera por poder comérmela a
besos.—Gracias,Hope.—¿Yquéesentonces?—Pues es Wave, mi mejor amigo en el mundo, y he olvidado todos sus
cumpleaños.Soylapeoramigadelahistoria.—¿CuántasvecestehafelicitadoWaveportucumpleaños?—Ninguna.—Entonceslosdossoislospeoresamigosdelmundo.—Wavetieneunamaldiciónynopuedemoversenihablar,peroseguroqueme
hafelicitado.—Nopuedessaberlo.—Claroquelohehecho—repliqué.—Daigual.Aunqueélseolvideyonoquieroolvidarme.—¡Quenomeheolvidado!—insistí.—No te has olvidado, es que no te ha dicho cuándo es su cumpleaños—dijo
Joseph,colocandounfajodepapelesencimadeotro.—¿Ycuándoes?—Nolosé—confesé,unpocotriste.—Notiene—musitóJoseph.—Claroquetengo—repuse.Quenolosupieranosignificabaquenotuviera,solo
quenadiehabíatenidoeldetallededecirmecuándoera.LosojosdeHopeseabrierondeparenpar.—¿Wavenotienecumpleaños?—Puesno—contestóJosephenunaespeciedegruñido—.Peropuedescelebrar
sunocumpleaños.—¿Nocumpleaños?En lugar de replicar, como yo esperaba que hiciera, Hope respondió con una
sonrisa.Tardaron once días en celebrar mi no cumpleaños. Como todos los no
cumpleaños, teníabastantepocodecumpleaños.Noviuna tartaporningunaparte,tampocovelasniregalos,ymuchomenosglobos.Loquesíhubofueunameriendaen el mismísimo escenario de Serendipity. «Es una ocasión especial», fue lo querespondió JosephcuandoHope lepreguntó sino le importabaque lo celebráramosallí.
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—Gracias por la agradable celebración —les dije con un deje de irritaciónmientras observaba cómo tomaban chocolate y galletas y contaban historias—. Lapróximavezquizápodríaissentarmeenunabutaca,asípodríavermejorlafunción.
Estaba molesto, lo admito. No esperaba mucho. Un «Feliz no cumpleaños,Wave», «Te queremos, Wave», «Será el primer no cumpleaños de muchos»,«Siempre estaremos juntos». Por encima de todo, ansiaba una promesa. Tandesesperadoestabaquehastaconunestúpido regalomehabríaconformado.Noesque me fuese a servir de mucho tener uno, pero sería mío y vendría de mis dospersonasfavoritasenelmundoyesosignificaríatodoparamí.Peronomeestabanhaciendoelmenorcaso.Reíanycompartíanhistoriasyyomesentíacadavezmásalejadode ellos apesarde encontrarmeaunospocos centímetros, apoyadoenunacajabastantegrandequeJosephhabíatraídoconsigo.
Notardéendarmecuentadecuánequivocadoestaba.Como simehubieran leído el pensamiento, Joseph fue el primero enmirarme.
DespuéslohizoHope.AcontinuaciónsemiraronentresíyJosephinclinólacabezahaciamí.
Hopeselevantó,medejóenlosbrazosdeJosephysacóalgograndedelacaja.Unespejo.Elespejomásextrañoyhermosoquehabíavistonunca.Erademaderaoscura, rodeadodeundecoradode latón,condibujosdeestrellasysolesenazulydorado.
—¿Estáspreparado,Wave?—¿Preparado?¿Paraqué?—Loestá—contestóJoseph.—Noescierto.Sealoqueseaquevasahacermeconesacosa,serámejorqueno
lohagas.Estábien,avecesmecomportocomouncrío.Meentróelpánico,loadmito.A
mifavordiréquenomeloesperabaparanada.¿Primeromeignorabanyahoraesto?Cuando Hope se agachó y Joseph me colocó en el centro del espejo, pude
observarmiverdaderoregalo.Unos ojos azules, muy vivos, me devolvieron una mirada inocente, casi
asombrada.Elpelorubiorebeldeapenasseentreveíadebidoalsombreronegroquelecubría la cabeza. En el rostro, justo en el pómulo izquierdo, llevaba pintada unalágrimadelmismoazuldelosojos.Susropaseranmajestuosas,señoriales,propiasde un rey. Llevaba una camisa blanca, chaleco y casaca de un azul casi negro, unpantalón ajustado hasta las rodillas, con sus medias blancas y sus zapatos negrosrelucientes.ParecíauncaballeroreciénsalidodelsigloXVIII.
Peronoerauncaballero.Tampocoerahumano.Eraunasimplemarionetabienvestida.Erayo.Mireflejo.
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Un aluvión de emociones me recorrió las articulaciones. De ser humanoseguramentepodríaexplicarlodiciendoquemehabíaquedadosinrespiración.Asíescomomesentía,comositodosmispensamientosmehubiesenabandonado,comosiel amor y la gratitud se concentraran muy dentro de mí y estuvieran a punto deestallar.Noesquenuncahubiesevistomireflejo,lohabíaobservadoenmultituddeocasiones,desdeencochesrelucienteshastaenlamismapuertadeSerendipity,perojamáshabíatenidolaoportunidaddeestarfrenteafrenteconelverdaderoWave.
—¿Te gusta, Wave? —Hope había sacado la cabeza delante del espejo paramirarme.
—¿Que sime gusta?—Me alegré de que no oyera la risa nerviosa que semeescapó.
Si la lágrima que llevaba pintada en la mejilla izquierda hubiese sido real, sehabríadeslizadohastamicuello.¿Respondíaesoasupregunta?
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CAPÍTULO20¿Porqué?
Hopesolíapreguntarmesihabríamásgentecomoellaenalgúnlugar.Alprincipio lecontestabaquesí,más tardedejédehacerloaldarmecuentade
queeraunadeesaspreguntasqueloquepersiguenoesunarespuestasinoesperanza.Dicen que las dificultades preparan a las personas comunes para destinosextraordinarios.PeroHopenoteníanadadecomún,eraextraordinariaenunmundoanodinoygrisquesenegabaaaceptarlaexistenciademáscolores.
Conformemás crecíamás la señalaban, como si ya no estuviera permitido serdiferente,comosielhechodecrecer llevaraimplícitoeldejardeserella.Aquellosqueerancordialesacabaronporunirsealgrupodelosqueseñalaban,puesunararezacomo la de Hope podía ser aceptada de una niña pero cuando dejaba de serlo seconvertía en locura. Es por eso que con solo trece años Hope ya era toda unaapestada.
Lo peor, lomás triste de todo, era su actitud. Por alguna extraña razón, Hopeseguíacreyendo.Creíaenlaspersonas.Legustabansusvecinosapesardequeasusvecinosno lesgustabaella.Sentía lanecesidaddeobservarlosdesde ladistancia,avecesinclusolesponíavocesimaginandoquédiríacadauno.Ellalosadmiraba,amímecausabanalgoparecidoalarepulsión.
Megustabamáscuandoimitabaalaspersonasdementira,esasqueaparecíanenlatelevisiónyquenopodíanhacerledaño.Meparecíamásdivertido.Aunqueadecirverdadpreferíalosmomentosenlosqueleíamos.Lohacíamosatodashoras.Eralaúnicaformadeescapardelamaldiciónypoderescuchar.
Lamentablemente,habíamuchosdíasenlosquelaspersonasganabanaloslibrosyalatelevisión.Quizáporeseafánqueteníanloshumanosdebuscarselosunosalosotros,decubrirlossilenciosolasoledad.Loentendía,peroodiabacuandoHopesufría. Y la experiencia me había enseñado que siempre que los humanos seacercabanaHope,deunamaneraodeotra,ella terminabasufriendo.ConelúnicoquenosufríaeraconJoseph,claro.
Hopehabíaaprendidoaescucharloquenosedice.Averentresilencios,miradasygestos.Eratodaunaexperta.
—Está triste—dijo aquel día, refiriéndose a un hombre que reía—. Tiene loshombros caídos, cuando no habla suspira y sus parpadeos son demasiado largos.¿Quécreesquelehabrápasado?
—Estáriéndose,Hope—lecontestéyo.
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Ellafijómáslavista,arrugandolosojosdeunamaneraqueenotromomentomehabríahechogracia.
—¿Creesquedeberíamosdecirlealgo?—No.—Podríadarleunabrazo,asínoestaríatriste.—Hope,déjalo—insistí.Comoveníasiendohabitual,ellanomehizocaso.Íbamos al encuentro de aquel hombre cuando sucedió. Nos cruzamos con un
grupodechicasdelaedaddeHopequecomenzaronacuchichearnadamásvernos.Hopenisiquierahabíareparadoenellascuandoempezaronallamarla.¿Erantontas?
Unadeellasseacercócorriendoanosotros,gritandoelnombredeHopemientraslo hacía, y cuando nos alcanzó le dio un toque en el hombro. Ella, que no estabaacostumbradaaquealguiensepusieraasulado,pegóungritoylachicaseapartóunpocoasustada.
—Hola,noqueríaasustarte—dijoestamuydespacio.Dehaberpodidoponerlosojosenblanco,lohabríahecho.Hopemeneólacabeza.—¿Puedes escribirlo?—le preguntó con una gran sonrisa que le llegaba a los
ojos, sacando una libreta y un bolígrafo que apenas tenía oportunidad de usar—.Toma.
Lachicacomenzóaescribirmientrassusamigasseacercabanparamirarloqueestaba poniendo. Hope estiró el cuello para intentar ver también, pero no hubomanera.
Cuandolachicaterminó,letendiólalibreta.Hopeleyólaslíneasvariasveces,incrédula.—¿Deverdad?¿Quieresquevayaatucumpleaños?Lachicaasintióconunasonrisaquemedioescalofríos.Susamigasnodejabande
reírdetrásdeella.—¿Cómotellamas?—lepreguntóHope.—Alice—contestó.Hopevolvióapasarlelalibretaparaqueseloescribiera.—Menudaidiota—murmuróAlicemientrasescribía.—¿De verdad no oye? ¿Y cómo habla si no escucha?—preguntó una de sus
amigas.—DicenquesiempreestáconelviejodeSerendipity—dijootra.—Nisiquieralaquierensuspadres—oíquedecíaotramás.—Quemarionetamásfea—murmuróAlice,quecontinuabaescribiendo.No hacían más que burlarse. Una ira ciega se apoderó de mí. ¿Por qué no la
dejaban en paz? Si no les gustábamos solo tenían que ignorarnos. Nunca nosmetíamosconnadie,tampocomolestábamos.
Alicelemostrólalibretaconsunombre,dirección,eldíaylahoradelasupuestafiesta.Soloquenohabríafiesta,oalmenosnolaqueellaesperaba.Hopenodejaba
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desonreír,parecíaqueencualquiermomentosusonrisafueraacobrarvidapropia.Entoncesmemiróy torcióelgesto.Duranteunossegundosesperéquemehubieseescuchado,quetodoslosinsultosymaldicionesquelesdirigíaaaquellosdemonioshubieranllegadoasusoídos.Perono.
—¿Teimportasivieneconmigo?SellamaWave.—Alicememiróydijoquenoconlacabezamientraselrestodechicasestallabanenrisasmaldisimuladas.
MedicuentadequeHopetambiénerahumana,comosihastaesemomentonolahubieseincluidoenladefinicióndepersona;ella,queeracapazdeverloquenosepodíaver,nohabíapodido—oquerido—percatarsedeloqueestabapasando.
Losdosdíassiguientesfueronunatortura.Hopeestabaemocionada.HabíadecididoqueibaaregalarleaAliceunahistoria
yquesepondríaelvestidoazul,aunqueluegosedesanimabaunpocopensandoquequizáunahistorianofuesesuficienteyqueelvestidoazuleraelmismoqueusabaparairalcementerioyquetalveznofueselomásapropiadoparauncumpleaños.
Parloteabadurantetodoeldíayatisbéalgoenellaquenohabíavistohastaesemomento:ilusión.Lebrillabanlosojos,aunqueloquemásbrillabaenellaeransuspalabras. Ya no lloraba durante las noches, solo imaginaba. «Alice será mi mejoramiga»,me decía y amí seme partía el corazón o lo que fuese que tuviera en elpecho.Estabadevastado.Hopeibaasufrirynohabíanadaqueyopudierahacerparaevitarlo.
Unapreguntameatormentabaatodashoras.¿Porqué?—¿Creesquehabrámúsica?¡Meencantaríabailar!¿Porqué?—LevoyaregalarlahistoriadeMiseryyJoy.Notepongasasí,Wave,erapara
ella.Estabaesperándola.¿Porqué?—¿Seenfadarámamásimepongoelvestidoazul?Esquenotengomás.¿Porqué?—Ay,Wave,lamaldiciónseharoto.¿Ves?Telodije.¿Por……qué?
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CAPÍTULO21Elpeordíadelmundo
Nunca había experimentado el miedo y no sabía qué hacer con él. Me habíadejadoparalizado—másde lohabitual—, expectante, anulado.Nohabíanadaquepudierahacerparaaplacarlo.Nigritarnimaldecirnillorar.Sentíacómomearrugabaelalma.¿Cómopodíasacarlodedentro?
Yhaciaallínosdirigíamos,justoalepicentrodemistemores,aaquelladirección.Hope llevaba consigo el vestido azul, una concha, una marioneta y una bonitahistoria.Estabamuycallada.
—Elcorazónmevarápidoylentoalavez—medijocuandoapenasestábamosaunosmetrosdelacasa.
—Vámonos,porfavor,vámonos.Hoperespiróhondoyllamóaltimbre.Miréhaciaotrolado.Nopodíaverlacaer.
Eseeramimiedo,queella se rompiera,que jamáspudiera superarlo.Dicenqueeltiempo todo lo cura, pero yo me preguntaba cuánto tiempo necesitaría Hope paraolvidar todo el dolor que habitaba en ella y si ese tiempopodría contabilizarse. Sialguienseríacapazdevivirtanto.
¿Hayunmáximodedolorquealguienpuedesoportarantesdeoscurecerse,antesde dejar de sentir? ¿Cuánto le quedaba aHope para rebasar el límite? ¿Cuándo sequebraríatodo?
«Plof».«Plof».«Plof».Caíanglobosazulesllenosdeunlíquidoviscosoqueolíafatal,impactandocontra
nosotros.Despuésvinieronloshuevos,seguidosdemásglobos.Enlasventanasdelaplantasuperiorestabanasomadaslaschicas,quesepeleabanporverquiénocupabala ventanay tirabamás cosas.Reíanmientras destrozaban las ilusiones deHopeysupequenuncapodríaolvidarlasexpresionesdesusrostros.
No tuve fuerzas para indignarme ni decir una palabra, estaba derrotado. SolopodíapensarenqueHopenoserompiera.Noqueríaquedejaradeserella.
Hopealzólavistaylasmiróconlospuñosapretados.—¿Porqué?—preguntó,aunsabiendoquenopodríaescucharunarespuesta.Miréhaciaellas.Yomepreguntabalomismo.Porunavezenmividaquiseuna
respuesta.Unporqué.Siempreimaginéquecuandoquisieradeverdadunarespuestatendría que venir de una pregunta perfecta, bien estructurada. Y solo me salía unmaldito«¿Porqué?».«¿Porquéella?».«¿PorquéHope?».«¿Porquélehacéiseso?».
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«¿Porquéqueréishumillarla?».Quisedecirlesmuchascosas,peromeahorré todasmispalabras.No se lasmerecíany tampococreí que llegasena entenderlas jamás.EstabandispuestasaromperaHope,perolasqueestabanrotaseranellas.
Hope se dio media vuelta y caminó lentamente, alejándose de aquella casa,mientrasseguíantirándolemáshuevosyglobos.Sealejóconlacabezamuyalta,lospuñosapretadosy la respiracióncontenidahastaquegiramosa la izquierdaenunacalleylasperdimosdevista.
Entoncescomenzóacorrer.Corrió tan rápido que agradecí que el cinto me sujetara firmemente para no
perderme.Cuando llegamos a la playa, elmar estaba calmado, apacible, y eso fue lo que
acabóderomperla.Seacercóalaorillaysederrumbó.Suslágrimasseconfundíanconelaguaqueibayveníaempapándolelacara,elpeloselepegabaalrostroysussollozos contrastaban con el graznido de las gaviotas. Me abrazó muy fuerte,rodeándoseelestómago,ysiguióllorando.
—Meduele—dijo, sin apenasconseguirque laspalabrasno se ahogaranentretodassuslágrimas.
—Amítambién,Hope,amítambién.—Meduele—volvióadecir,apretándometodavíamásfuerte.—Algúndía,todoestosoloseráunrecuerdo.
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CAPÍTULO22Cuestióndelugarymomento
LaluzdeHopeseapagó.Yanobrillaba,nisonreíaatodashoras,nileinteresabaimaginar qué dirían los demás. Sin embargo, sus historias no se desvanecieron.Aquellaschicasrobaronloqueera,peronosuesencia.
Hope era una luchadora. Tenía trece años y todo el mundo encerrado en sushistorias.PasábamosmuchotiempoenSerendipitydespuésdeaqueldía.NuncallegóacontarleaJosephloqueocurrió.
—¿Setehanacabadolaspalabras?—lepreguntóJosephunassemanasdespuésdelincidente.
—¿Cómosellama?—¿Quién?—Elhombreelefante.—¿Sabíasqueexistiódeverdad?—¿Enserio?JosephasintióyHopesequedósumidaensuspensamientos.—Es una cuestión de lugar y momento —musitó él al cabo de un rato, sin
levantar la vista—. Nadie es diferente, las diferencias no son una parte de unapersona.Nisiquierason lasmismassiempre.Loquehoy tehacediferente,enotrolugaroenotromomentoteharíanormal.¿Entiendes?Cuestióndelugarymomento.
—¿Creesqueencontrarémilugarymimomento?—Todosloencontramos,tardeotemprano.Solohayquecreer.—¿Enqué?—Enunomismo.YalgoenHopeparpadeó,recuperandopartedeaquelbrillo.Avecesmepreguntocómoloconsiguió.Cómosaliódetodasaquellasruinasque
eransus recuerdos.Cómosiguiócreyendoensímismacuandonadiemás lohacía.Cómoaguantósinrendirse.Cómoaquellasonrisaperdida,pocoapoco,volvióaesoslabios que apenas habían aprendido a vivir. Supongo que simplemente siguióadelante.
Noesquepudierahacerotracosa.Siguióavanzando,esperandoeselugaryesemomento.
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CAPÍTULO23Lapromesa
El día en que los padres deHope semarcharon ambos lo notamos, la pérdida.Habían estado en nuestras vidas de manera intermitente, pero fue ese día cuandodesaparecierondefinitivamente.Seapagóelsonidodeltelevisor,laluzdelacocinaylahabitacióndelhermanodeHopeporprimeravezteníalapuertacerrada.
No había caído la noche todavía cuandome ató a su cintura y corrimos haciaSerendipity.
—Mispadressehanvueltoinvisibles—lecontóaJoseph,queestabadeespaldaslimpiandoelpolvodelestante.
Cuandosevolviónolamiróaellasinoamí,comosibuscaseunarespuestadeverdad.
—Nosehanvueltoinvisibles,solonoshanabandonado—expliquéyo.—¿Aquéterefieresconinvisibles?—preguntóJoseph.—Nolosé.—Hopearrugóelceño—.Soloséquehandesaparecido.—¿Hascomprobadosihandesaparecidotambiénsuscosas?—Todosigueahí.—Élasintió,revolviéndoseelpelo—.¿Ysinovuelvoaverlos?—Buscaremosunasolución.—¿Me loprometes?—Ella levantóelmeñiquey lodejóahí, en suspenso,a la
esperadequeJosephaceptarasupromesa.Habíavistohaceresapromesaotrasveces,peroestabaclaroqueelviejonotenía
nilamenoridea.Loúnicoquehizofueasentirconungesto.—Teloprometo.—Tudedo—insistióHope,moviendoelmeñique—.Esparacerrarlapromesa.Joseph levantó el meñique y siguió sus instrucciones. Quizá no había podido
salvarlaenesemomento,perolehabíahechoelmejorregaloquesepodíahacer.Unapromesa.
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CAPÍTULO24Nuncaregresamos
Pasarondías,semanas,mesesenlosqueHopeesperó.Seismeseslargos,lentos,angustiosos.Unaesperavacía,emborronadaporlafirmerealidaddequeesaesperasolollevaríaamásespera.
Perosuspadresnoregresaron.YasoloíbamosalacasaparaqueHopeseasearaosecambiaraderopa;aveces,
ni siquiera dormíamos allí, sino que lo hacíamos encogidos sobre las butacas delteatro.
EldíaenqueHopecumplióquinceaños llovía tanfuertequeel impactode lasgotascontralaazoteaylasventanasseparecíaalsonidodelaspisadasdeunejércitocorriendohaciaelenemigo.Elmarrevuelto,furioso,estallabacontralasrocasyestasdesaparecíanporunosinstantesenunmantoblancoyburbujeante.
Noeraunbuendíaparacumpliraños; tampocoloeraparamudarse.QuizáporesoHopeloeligió.Llenósumochilaconropaysustesorosmáspreciados—libros,sobretodo,yaquellafotografíallenadepolvoqueseguíadebajodelacama—,ynosmarchamos.Cadavezque recordáramosaqueldíaoiríamoselbramidode lasolas,veríamos el agua bajando en pequeños riachuelos por las calles, la lluvia que nosgolpeabamientrasatravesábamos laplaza,pedaleandoen labicicletacadavezmásdeprisa.Perosobretodoelfrío.ElfríoquenoscalabadesdelamaderademicuerpohastaloshuesosdeHope.
EnelmomentoenqueatravesamoselumbraldeSerendipitypara reclamarunapromesa,Josephparecíahaberestadoesperandoesemomento.Loviensusojos.
Conungestonoscondujoporunapuertasecretaquellevabaalpisosuperiordelteatro, directamente a su despacho, donde dejó que Hope se cambiara de ropamientrasélibaaporunchocolatecalientequeellasebebiómuydespacio.
—Ha dejado de llover —murmuró Hope con la nariz pegada a la ventana,empañándolaconelvahodelatazahumeante.
Echéunvistazoalcielo,despejadodenubes,ydenoserporquelascallesseguíanmojadashabríallegadoapensarquenohabíasucedidonunca.
Josephseacercóanosotrosparaobservarelexterior.—Teníaqueparar—dijoélenunsusurroquenollegóaoídosdeHope.Quizá fueran las emociones de ese día o el hecho de queme estaba haciendo
viejo,peromedioporpensarenlaposibilidaddequetodoestuvieseorquestado.Lalluvia, las estrellas perdidas en el firmamento, la tristeza en el mundo, las
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decepciones, las preguntas sin respuesta, los silencios eternos, el amor…, todo esoqueloshumanosllamandestino.
¿Estaríatodoorquestado?¿EstaríaescritoqueelhermanodeHopemoriría?¿Queella dejaría de escuchar? ¿Que sus padres la olvidarían, poco a poco, hastadesaparecer?¿Habría alguna razónparaquedecidieradejardeesperar eldíade sucumpleaños?
¿Porquésehabíadetenidolalluvia?Decidíqueeramejor,ymenosagotador,nopensarennadamásporesanoche.LahabitaciónqueJosephhabíapreparadoparaHopeestabalistaparaserusada.
No se parecía en nada a la habitación antigua de Hope. Esta era austera y muyamplia,loqueledabaunairetodavíamáslúgubre,ylasparedesestabandesnudasymal pintadas. No había más muebles que una cama enorme arrinconada en unaesquinayunacajoneraquesetambaleabaalosladoscuandolatocabas.
—La arreglaremos —murmuró Joseph con un gruñido mientras observabaincómodo cómo ella lo toqueteaba todo, desde las paredes hasta los ampliosventanalesdondeseveíaelcieloinfinito.
Las vistas eranmagníficas y supe que Hope se había enamorado de su nuevohogar.Losupecomosipudierasentiratravésdeella.
—Esperfecta.Muchasgracias.—Tehiceunapromesa—lerecordó.—Gracias—volvióa repetirellaconunhilodevozal tiempoqueuna lágrima
solitariasedeslizabaporsurostro,seguidademuchasotras.—No me las des. Vas a tener que ganártelo. Este sitio ha estado demasiado
tiempo descuidado; yo ya soy viejo y necesitamos a alguien que se encargue delimpiar,dehacerrecados,dearreglarelescenarioparalasfunciones…
—Seráunplacer—lointerrumpióella,queahorallorabacontodassusfuerzas.Teníalasmanosaferradasalalféizardelaventanaymirabaalcielosinverlo.
Yo estaba bien pegado a su cintura y, aunque se podía decir que la abrazaba,sentíaquelarigidezdemicuerponoerasuficienteparaella.
—Es un trabajo duro—musitó él, que no sabía qué hacer para que dejara dellorar.
—Joseph.—¿Qué?—¿Meharíasotrapromesa?—¿Quépromesa?—Prométemequetúnuncadesaparecerás.Elsilencioreinóenlaestancia.Porunmomentomepreguntési laspalabrasde
Hope lo habían hecho desaparecer, pero poco después vi que había atravesado lahabitaciónyhabíacolocadosusmanossobreloshombrosdeHope.
—Loquepuedoprometerteesqueestaréaquíhastaquedejesdenecesitarme.—Siemprevoyanecesitarte—replicóella,sorbiéndoselanariz.
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—No,nosiempre.—Josephalzólamiradahaciaelmismocieloquecontemplabaellaypermanecióasuladohastaqueelcuerpodejódetemblarme,almismotiempoqueeldeHope,ylossollozoscesaron.Entonces,ysoloentonces,levantóelíndiceylepreguntó—:¿Cerramoseltrato?
Hopeseechóareír,tanfuertequeparecíaquellevarahorasconteniéndose.Amítambiénmehizogracia contemplar alviejo loco levantandoelmeñiqueparahacerunapromesadeniños.Fueridículoytambiénhermoso.
EraunanuevaetapaparaHope,paraJoseph,ytambiénparamí.InclusoparaSerendipity.AlantiguohogardeHopenuncaregresamos.
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SEGUNDOACTO
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«“Saboreacadapalabra,Meggie—susurrabaensuinteriorlavozdesupadre—,dejaquesedeshaganentulengua.¿Nosaboreasloscolores?¿Nosaboreaselvientoylanoche?¿Elmiedo,laalegríayel
amor?Saboréalas,Meggie,ytododespertaráalavida…”.[…]Laspalabrasnoadquierenvidahastaquelassaboreasentuboca».
Corazóndetinta,CORNELIAFUNKE
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CAPÍTULO25Unmundodelágrimas
A primera vista Serendipity no tenía nada que recordase a un hogar. Erademasiadogrande,ruidosoydestartalado;llenodehuecosportodaspartes.Yluegoestabaesasoledadqueflotabaporlospasillos,empañandoparedesytechos,maderaycristales,cuandolosactoressemarchabanylosaplausosterminabanpordiluirse.
Una niña cualquiera se habría sentido intimidada en el interior de aquellasparedes. Sola con sus sombras, con el susurro de viejas historias, con el peso deltiempoquesenegabaaavanzar.PeroparaHope,quehabíaolvidado loqueeraunhogar,cuyafamiliaestabaahoracompuestaporunviejolocoyunamarionetatodavíamásvieja, aquel lugar era su sitio.Habíadejado la soledadatrásyhabíahechodeSerendipity unaparte de su nueva familia, como si el viejo teatro tuviese corazón,huesosyalma.
Su habitación, antes sin vida, se convirtió en su segundo lugar favorito en elmundo.Cubriólasparedesdesnudasymalpintadasconcartelesdeviejasobrasquese encontraban apilados en el despacho de Joseph.Y con olas, olas grandes comoedificios pintadas sobre cartulina blanca, con su espuma de mar de coloresimposibles.Josephencargóadosdelosactoresquepintaranuncielodecolorrosaenel techodelahabitación,comoellahabíapedido.Luegocolgaronestrellasynubeshechasdecorcho.Atodoesto lesiguióunaestantería,unescritorioyunasillaqueJosephtallóensutiempolibre.
Fue un trabajo lento que requirió de varios meses hasta que la habitación seconvirtióenelsueñodecualquierniña;yaunquetodoelmundosabequelosniños—salvouno—sehacenmayores,elpasodelosañosnoconsiguióarrancarleaHopelachispaquehabíaensuinterior.
Le encantaba que el eco de su voz le devolviera sus preguntas, amortiguadas,cuandohablabaenvozaltamientrasbarríalossuelosysoñabadespierta.Seconvirtióenunaexpertaencontarhistorias,enmovermishilos.NosoloJosephnosveníaaveractuarsobreelescenario, también lohacían losactores,amigosofamiliaresdeestosyalgúnextraviadoquepasabaporallídevezencuando.
Asíllegóellaanuestravida.Porcasualidad,destinoocomoqueráisllamarlo.Nos encontrábamos en el borde del escenario. Yo de pie, estirando un brazo
mientrasmellevabaelotroalacaraparacubrirmeelrostro.Hope,situadadetrásdemí, terminabadenarrar lahistoriadeunapiedraquecreíaserestrella,conesavozsoñadoraqueponíacuandosehallabaencompletotrance.
Contuveelaliento,alaesperadelasúltimaspalabrasquenollegaron.
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—¿Hope?—la llamé. No podía ver nada con la mano en la cara y el cuerpoinclinadohaciadelante.
—Noparespormí—dijounavozdesdeelfondodelasala.Conunmovimientorápido,Hopebajómismanosymesostuvoparaquenome
cayera.—Gracias.—Suspiré,aliviado.La desconocida se acercaba por el pasillo. Percibí cómoHope se tensaba. Sus
ojosestabanabiertosdeparenparysusmanostemblaban,haciendoquelamaderademicuerpocrujieradeunmodoquenomeresultabanadaagradable.
—Me encantaría saber qué sucede al final con la piedra—dijo la chica—. Omejor,llamémoslaestrella.Porqueesunaestrella,¿verdad?
Sehabíadetenidodelantedelescenarioyporfinconseguíverlabien.Mehabríagustadopoderparpadearparacomprobarsierareal.Eramuyhermosa.Teníaunodeesos rostros simétricos con forma de corazón, unos ojos azules muy claros quecontrastaban con el rojo intenso de su pintalabios, las uñas pintadas de un azulintensoyunasonrisasinceraquetehacíaquerersonreírati también.Peroeraalgoquenoteníanadaqueverniconsucaraniconsuslargoscabelloscastaños,ymuchomenosconsucuerpo,loquetehacíapensarenunserirreal,deotromundo.
—No puede escucharte —le dije sin poder contenerme, pues no quería quepensaraqueHopeeraunamaleducada.
Lajovensecruzódebrazos.—¿Nopiensasdecirnada?—Miróhacialoslados,comosibuscaraaalguien—.
Cualquieradiríaquehasvistoaunfantasma.—Esimposible.—LavozdeHopeeraapenasunsusurro.Notengounaideaclaradeloqueocurrióacontinuación.Loúnicoqueséesque
unmomentoantesestábamosenelescenario,actuandoparaunpúblicoinexistente,yal siguiente nos encontrábamos delante de aquella chica y Hope actuaba de unamaneramuyextraña.Como lasprimerasvecesen lasquenosmetíamosdentrodelarmario y se ponía a cuchichear sobre los monstruos y yo pensaba que se habíaperdido,quehabíadejadodeserHope.
—¿Puedeshacerlootravez?—lepidióa ladesconocida,acercándose tantoqueparecíaqueibaabesarla.
—¿Perdón? —La joven aparentaba indiferencia, pero el color de sus mejillasdenotabasorpresayunapizcadeincomodidad.
—Laestásasustando—leadvertí.—Eso—dijoHopeconvozahogada,consiguiendoque lachicaretrocedieraun
paso—.Vuelveahacerlo.—Ahorameestásasustandoamí—insistí.—Seadondeseaqueteencuentreslosiento,perosoyincapazdeseguirte.—Oh, Dios mío. —Hope colocó las manos en los hombros de la joven,
emocionada—.Estáshablando.
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—Unmomento. ¿Hablando? ¿Eso quiere decir que…?—No pude terminar lafrase.
—¿Qué tiene de sorprendente? Ni que fuera la primera vez que oyes hablar aalguien.Yaséquemivozsuenacomoelcantodeunasirenapero…Espera,yasé—dijo,elevando lascejas.Estavezfueella laqueavanzóunpasohaciaHopeyestaúltima la que retrocedió—, eres un fantasma encerrado en este teatro y yo soy laprimera que puede verte.—Sus labios se curvaron—. El fantasma de Serendipity.Suenabienparaeltítulodeunaobra,¿eh?—Susonrisasehizotodavíamásamplia—.Sinofueraporesaropaquellevas,pensaríaqueWildesebasóentiparaescribirsu historia. —Echó un vistazo a la vieja sala—. Seguro que este sitio le habríaencantado.
Hope se había quedado absorta mirándola. Yo también, la verdad. Por tresrazones. No estaba acostumbrado a que alguien hablara más que Hope ni a quehablaraconHope,ymuchomenosaqueHopeescucharaaesealguien.
—Vale,estoyhablandodemás.Peroesqueodio lossilencios.Sinohablasmeveoobligadaahablarporlasdosyesoesunatragediaporquecuandonotengonadaque decir tiendo a decir más cosas y esas cosas rara vez tienen sentido. ¿Estásllorando?—Parpadeóvariasveces.
—¿Estásllorando?—repetíyo,atónito—.¡PorDios,Hope!—¿Sabesqueexisteunmundodelágrimas?—lepreguntólajoven,acercándose
todavíamás anosotros—.Todas las lágrimasdelmundoestán ahí, todas.—EnunrápidomovimientoacercóeldedoíndicealrostrodeHopeysellevóconsigounadelas lágrimasparaprobarla.Asíes,se labebió.Quealguienmearranque losojossimiento—.Sabeaazúcar,esunalágrimadulce.
Hopeguardósilencio.Seguíatemblando.Jamáslahabíavistotancallada.—¿Hope?—lallamé,preocupado—.Lehasrobadotodaslaspalabrasyencima
tehasbebidosuslágrimas—lerecriminéaladesconocida.Nomehizoningúncaso.Porelcontrario,seinclinóhaciaHopeparapreguntarle:—¿Porquélloras?—Esque…—Hopequisodeciralgomásperoelllantoseloimpidió.—Eresrara—comentólaintrusa,observándoladetenidamente—.Megustas.Hope se limpió la cara con el dorso de la mano y le devolvió la mirada. Se
quedaron unos segundos observándose. La chica con la cabeza bien alta, el porterectoyelvestidodesedarojoagitándoseconsuavidadsobresucuerpo;yHopeconlacarallenadelágrimas,laespaldaencorvadaylaropadesgastadavariastallasmásgrande. Cualquiera habría apostado todas sus posesiones a que no pertenecían almismomundo.
Entonceshuboalgo—unamotadepolvo,unalágrimaconsaboraesperanzaounmeroquizá—quehizoqueHopereaccionara.Setomóunossegundospararespirarhondoantesdeempezaramovermishilosparacontarlahistoria,suhistoria,nuestrahistoria.
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AsífuecomoHopenarrólahistoriadeunaniñaquehabíaperdidolacapacidadde escuchar palabras. La misma niña que había crecido con el recuerdo de viejasvocesquesediluíanconformeseibahaciendomayor.Laniñaquevivíadehistoriasdementiraparanopensarenlasquenadielecontaba.
Cuando terminó, el silencio reinó durante unos segundos hasta que la joven selevantódelabutacadondesehabíaacomodadoenmitaddelrelatoyseacercóhacianosotros.Cerrélosojos,pensandoqueibaareírse,peroencuantomicuriosidadfuemás grande que el miedo y los volví a abrir fui testigo de cómo la desconocidaabrazaba a Hope y cómo las lágrimas de ambas se confundían desde donde yomiraba.
Yme quedé ahí, observándolas en silencio como un buen ladrón de instantes,reflexionando sobre la posibilidad de que existiera esemundo de lágrimas del quehablabaladesconocida.Deserasí,mepreguntabasilaslágrimasquenosederraman,todas las que viven encarceladas, también irían a parar allí. Sobre todo, mepreguntabasiestaríanlasmías.
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CAPÍTULO26Marianne
La joven resultó ser todo un descubrimiento. Se llamabaMarianne y lo habíaabandonadotodoparaperseguirsusueño.Sepodríadecirqueyaestabaamitaddecamino; era actriz en una compañía ambulante y soñaba con brillar, con que sunombreestuvieraportodaspartes.
«Quiero ser inmortal», lehabía confesadoaHope.Quisedecirlequeya lo era,queyonolaolvidaría,peronohabríavalidolapena.Primeroporquenomehabríaescuchado y segundo porque estaba seguro de que paraMarianne no hubiese sidosuficientequeunaviejamarionetalarecordara.
—¿Yquépiensashacer?—lepreguntóMarianneaHopeunamañanaenlaqueestabarríaelescenariodeSerendipity.
—Terminardebarrer.—Contuvida,Hope.¿Quépiensashacercontuvida?—Nada.—¿Nada?—Marianneseacercóalescenarioytomóasientoenprimerafila.Hope detuvo la escoba, apoyando las manos sobre ella mientras estudiaba la
expresióndeMariannecondetenimiento.—¿Vivirla?—añadióHope.—¿Yyaestá?—¿Quémásquieresquehaga?—quisosaber,elevandoloshombrosenungesto
casiimperceptible.—Desafiarla.—¿Alavida?—Atodo.Puedesviviropuedeslimitarteasobrevivir.—¿Ysisoloquierosobrevivir?—Elproblemade sobrevivir es queno tiene elmásmínimo sentido. ¿Sirve de
algopasarte cincuenta años enuna tablademadera flotando sobre elmar?Solo tesirveparaquelosdemásveanqueestásvivayquizáparaquetúmismatelocreas,pero no para estarlo. La gente se pasa la vida temiendo a la muerte, lo que noentiendenesquehaycosaspeores.
—¿Cómoqué?—Comolimitarseaestarvivo.ElrostrodeHopeseendureció.—Lascosasnosiempresonfáciles.—Silofuerannotendríansentido.
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DeloslabiosdeHopesalióunarisaquemesupoamarga.—¿Yquépropones?—Podríasvenirteconmigo.—¿Adónde?—Conmicompañía.—Marianneselevantó.Susonrisaeratransparente,comosu
rostro.MerecordóaHopecuandoeraniñaynohabíaterminadodecomprenderloduraqueeralavida,asícomotodoloqueaúnlequedabaporluchar—.Viajaremosportodoelmundoyencontrarásmásgentealaqueescuchar.
Hope meneó la cabeza en señal de negación. Sus labios se curvaron en unasonrisatriste.
—Serendipityesmihogar.—Noescierto.Serendipityestuescondite,peroyanotienesedadparajuegos.—
Mariannelediodostoquesasurelojdemuñeca—.Tictac.Lavidaestápasandoytútelaestásperdiendo.
Hopeapartólamirada.SiguióbarriendoynovolvióadecirunapalabramáshastaqueMarianne semarchó. Solo entonces dejó la escoba a un lado para sentarse albordedelescenario.
—Notieneniidea—medijoconunasonrisaquemeparecióunalágrima—.Diceque estoy dejando pasar la vida, pero no es verdad. La estoy persiguiendo. Llevopersiguiéndolatodoestetiempo,soloqueesmásrápidaqueyoysinoparodevezencuandomeahogo.Poresohedejadotantascosasatrás.Antescreíaquesicerrabaslosojos todo se detenía, pero la vida sigue ahí cuando los abres, sigue aunque tú noquierasseguirconella.—Fijólavistaenlassombrasdelasala—.Aquítodopareceenpausa,¿verdad?Talvezporesopiensaquemeescondo.AunqueSerendipityhayacerrado losojos,yosiempre los tengoabiertos.Nodejopasar lavida, solo lavivocomopuedoalritmoquepuedo.¿Loentiendes,Wave?
—¿Quesiloentiendo?Voyatadoatucintura,Hope—lerecordé—.Sicorres,yocorro.Siparas,yoparo.Ysiteahogas,yomeahogocontigo.
—TengomiedodequeMariannequierairmásrápidoquelavida.—Yotengomiedodequealgúndíalavidaseteescape—lesusurré.Nos quedamos un rato en el escenario, cada uno perdido en sus propios
pensamientos.Supongoquetodosestábamosmuertosdemiedoyrebosantesdevida.
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CAPÍTULO27Creer
Laprimeravezqueescuchéelsilbido,Hopenoreparóenél,estabaconcentradapintandounapiedramás alta queyo.Había cubierto el suelode suhabitación conviejosperiódicosydabalargasylentaspinceladasalasuperficierugosadelapiedracondiversostonosdeazul.
No me molesté en intentar adivinar de qué se trataba. Sabía que era algorelacionadoconelmar.Desdequevivíamoslejosdelaplaya,Hopeechabademenoslasolas;nolebastabaconmigo,demodoqueselasarreglabaparatraerseelmarasuhabitación.
Losgrandesventanalesestabanabiertosdeparenparylaluzentrabaaraudales,acompañadadeunabrisaque,si teencontrabasanuestro ladoyestirabaselcuellohaciaelcielodespejado,podíasimaginarquealotroladoteesperabaelmar.
Elsilbido llegóclaroen ladistanciaperosemarchódemasiadorápido,dejandotras de sí una estela apenas perceptible. No le habría prestado atención de no serporqueminutos despuésHope comenzó a tararearLavender’s Blue, como si en sumente se hubiese proyectado la melodía con total nitidez y necesitara seguir losacordesdeaquelrastro.
—Lavender’sBlue—dijoMarianneirrumpiendoenlahabitación,costumbrequehabíaadquiridoyqueamímeparecíademuymalaeducación—.Hacíatiempoquenolaoía.
Observé cómo Hope daba un brinco por la sorpresa, aunque supo disimularlobastantebienparaquenoselenotara.
—¿Tegusta?—Solocomométododetortura—contestóMarianne—.Lascancionesinfantiles
sontodashorribles.—Amímegusta.—Tú eres rara—repuso con una sonrisa, dándole un toquecito en la nariz—.
¿Estáspintandounapiedra?—Sonolas—aclaróHopemientrasseafanabaporocultarunpequeñoorificioa
basedecapasycapasdepintura.Mariannesesentójuntoaella.—Megustaelazul.—Esmicolorfavorito—confesóHope—.Elcolordelasolas.—Ydelossueños.—¿Lossueñossonazules?
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—Sololosbonitos.Laspesadillassontodasrojas.Hopedejódepintarparaobservarla.—Nuncahepensadoenlossueñoscomocolores.Mariannesonrió.—Pues piénsalo ahora. Cuando tienes un sueño que ansías mucho, o cuando
duermesyestás soñandoalgoque tegustaynoquieresdespertar, ¿quécolor se tevienealacabeza?Lagentenosefija,perotieneunligerotonoazulado.Solohayqueprestaratención.
—Creoque losmíos tambiénsonazules—murmuróHope traspensárselounossegundos.
—¿Ysabesdequécolor son losdeseos?—preguntóMarianne, animada.Hopenegóconlacabeza—.Puesdependedeldeseo.Yaséquetodavíaquedanunosdíasparatucumpleaños,peroquieroquepidasundeseo,asítepodrédecirelcolor.Peronomelodigas—seapresuróapedirle—,solopiénsalo.
Hope esbozó una enorme sonrisa. Sabía que estaba contenta porqueMariannehubieserecordadosucumpleaños.
—Vale.Nisiquieralediotiempoacerrar losojoscuandoMariannechasqueólosdedos
delantedesucaraysacóunsobredelbolso.—Deseoconcedido.—¿Pero…?—Hope se limpió los dedos manchados de pintura en el pantalón
desteñidoantesdecogerelsobre—.¿Quées?—Ábrelo—lainstóMarianne.Ellaobedeció.Setomóvariossegundosparaabrirelsobreconsumadelicadeza,
yotrosmásparaasimilarloquehabíaensuinterior.—¿Quées?—pregunté.Mematabalacuriosidad.—Unaentrada—musitóHopeconunhilodevoz.—Sabíaque temoríasporvermeactuar, sobre todoporquepor finvasapoder
enterartedealgo,asíqueahíestá tudeseo.—Lodijocomosinosignificaranada,haciendoungestoconlamanopararestarleimportancia.
—¿Existedeverdad?—quisosaberHope.—¿Elqué?—Unmundodelágrimas.—Escomolamagia,solotienesquecreer.—Yocreoenti.Marianneposóunamanoensuhombroysequedómirandoalinfinito,comosi
deverdadpudieraaccederacualquierlugar,inclusoaunmundodelágrimas.
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CAPÍTULO28Entoncessucedióalgomaravilloso
El silbido regresó cuando Hope cumplió dieciséis años, el mismo día en queíbamosaveraMarianneactuarporprimeravez.
Esta vez la melodía se lo llevó todo. Fue como unos altavoces estallando,ensordeciendotodoslosruidosdeluniversodeHope.ElrelojquehabíaencajadoenlaestanteríaentreloslomosgruesosdeDavidCopperfieldyAnnaKareninadejódemarcarlossegundos.Lavender’sBluearrasócontodo.
Hope apenas tuvo tiempo de salir disparada hacia la ventana para comprobarquiénsilbaba.Tuvoquesacarmediocuerpoparalograrveraunchicoquesealejabaconlafundadeunaguitarraalaespalda.
—¡Hope, vamos a caernos!—grité, alarmado con elmodo en que se inclinabahaciaelvacío.
Graciasalcielo,nodurómucho.Lellevóunospocossegundoscorrerescalerasabajoparaseguirlo.Josephnisiquieranosviocruzarlaentrada.
—Nopuedesperseguirlo—laregañé—.¡Hope!—insistímientrasempujábamosaunamujerycasinosatropellóunniñoenbicicleta—.PorelamordeDios,vamosatenerunaccidente.
—¿Dónde está? —dijo Hope, sin aliento, deteniéndose en una esquina. Miróhacialosladosysepasóunamanoporelpelorevuelto—.¿Aladerechaorecto?—mepreguntó.
—Mediavuelta,Hope.Enlugardehacermecaso,sesacóunamonedadelbolsillo.—Cara,recto.Cruz,derecha—dijoantesdelanzarlamonedaalaire.Saliócruz
—.Puesnomegustaladerecha,asíqueseguimosrecto.Suspiré.Echóacorrercomosielpeordelosdemonioslapersiguiera,comosila
vidadependieradeencontraronoaaquelchico,comosiLavender’sBluelefueseadevolverasumadre.
Loencontróenelsemáforo.Digamosquecasisechocócontraél.Nosparamospara disimular y para queHope respirara. El chico se la quedómirando de reojo.Teníaelpelooscuro,losojoscastañosymediolaimpresióndequenoleimportabaelhechodequeparecieraqueasuropalehabíapasadouncamiónporencima.
No sé cuánto rato estuvimos siguiendo a aquel chico. Lo suficiente como paradejar atrásFolktaley llegar a la ciudadmáscercana.Era laprimeravezqueHopesalíadeFolktaleynisiquierasediocuenta.Intentéadvertirla,peronomehizocaso.Algunas veces incluso olvidaba elmotivo por el que avanzaba y se quedaba unos
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segundosquieta,mirandoasualrededor,hastaquevolvíaaescucharaquellamelodíay continuábamos nuestro camino. El chico parecía el flautista de Hamelín; soloesperabaquenonoscondujerahacianingunacueva.
Al cabodeun rato llegamos a laAvenidaCollodi—un letrero azul gigantescocolgadoentredosedificiosasíloindicaba—,queeraunacallealargadaypeatonal,rodeadadecoloridas tiendas,bancosyartistasambulantes.De las farolascolgabanfiguras,desdehadasapersonajesdecuentos,queseiluminabanalcaerlanoche.Eraunaavenidadeensueño,llenadegente,rebosantedevida.
Ahísedetuvoelchico,juntoaunbanco.Hopenosabíabienloquedebíahacer,sisentarsecerca,darvueltasoacercarsea
él.—¿Quéhago,Wave?—Yoquetúmesentaría,debesestarcansadadetantocaminar—contesté.—Noséporquéloheseguido.—Yotampoco—admití,muybajitoporsiledabaporescucharme.—PorLavender’sBlue—dijoderepente,comosiselehubierailuminadounade
esasbombillasquecolgabansobrenuestrascabezas.Hope observó cómo a unosmetros de distancia el chico dejaba la funda de su
guitarraenelsueloysesentabaatocar.Yentoncessucedióalgomaravilloso.Inesperado.Asombroso.Porprimeravez,Hopepudoescucharmásalládelamelodía,escuchólaletrade
unacanción.Quédigouna,demuchascanciones.Fuerontantasqueperdílacuenta.Noesqueyoprestarademasiadaatenciónalascanciones,pueseraHopelaque
mepreocupaba.Latardepasósinquesedieracuenta,igualquelohizolahoraalaque debíamos estar en el teatro para ver a Marianne. De nada sirvieron misadvertencias.
No sabía qué hacíamos allí, o quizá porque lo sabía prefería estar en cualquierotrolugar.NoqueríavercómoHopesehacíamayor.Eltictacavanzabacadavezmásdeprisayellaaprendíaacaminarensudirección.
Loquevendríadespués,esoaúnnolosabía.
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CAPÍTULO29ElChicoAzul
Eraunmilagro.Otromás.Elchico.Lascanciones.Laspalabras.Unmilagrocualquieradelavida,diminuto,enelquenadierepararía.Elmilagro
deHope.¿Quépodíahaceryo?¿Quiénseatreveríaaquitárselo?Lanoche,contodassussombras,trajoconsigoundesplieguedeluces,coloresy
formas.Lasestrellasseveíanlejanas,distantes,comopurpurinaenlanegrura.Hopeengulló todas las palabras hasta que no quedó nadie más que el chico y ella,contemplándose en la distancia.Y yo, que no queríamirar pero no podía dejar dehacerlo.
ElchicoesperóvariossegundosenlosquesededicóaobservaraHope,conlaguitarraenlamano,conlaexpectativadequedijeraalgo.Nolohizo,quizáporqueellatambiénesperaba.
Nomegustólamediasonrisaquesedibujóenloslabiosdeél,nilamaneraenqueseechóelpelohaciaatrásysoltóunarisotada,comosidieraalgoporsentado.
—Hope,levántate—exigí—.Eshoradevolveracasa.Observécómoelchicoseaproximaba,lentamente,yroguéquedesapareciera.En
lugardeeso,sesentóanuestrolado.—Bueno, ¿qué?Después de cuatro horas creo que almenosmemerezco unas
monedas.—Noveoporquétengoqueecharteunasmonedas—ledijoHope,muyseria.Elchicoseinclinóhacianosotros.—Eh,tú,apártatedeella—espeté.—¿Quéesloquenoves?Yotoco,lagentemeescuchaduranteunratoyluego
meechaalgunamoneda.Asíescomofunciona.—¿Solotocasparaquetepaguen?—Pues sí. —Los ojos del chico recorrieron el rostro de Hope con extrema
lentitud.—¿Dejaríasdehacerlosinotepagaranadie?—Probablemente—contestóél,encogiéndosedehombros.Hope se lo quedó mirando. Sus rostros estaban muy cerca pero no parecía
afectada,niporsuactitudchulescaniporelanálisisalquelaestabasometiendo.—Notecreo.Élsoltóunacarcajadavacía.
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—Estábien,quédatecontudinero—dijoantesdelevantarse.EstabaguardandolasmonedasenunabolsadetelacuandoHopeseacercóaél.—Eranmuybonitaslascanciones—seapresuróadeciralverqueelchicohabía
dejadodeprestarleatención—.Peroningunaeraparamí.Elcomentarioconsiguióqueélsonriera.—Ya.—Había terminado de guardar lasmonedas y ahora colocaba la guitarra
dentrodelafunda.—Tepagarésimecantasunacanción.Elchicosonrió,sinmirarla,ysecolocólaguitarraalaespalda.—Losiento,seacabaronlascancionesporhoy.—¡Espera!—exclamóHope,corriendotrasél—.Dejaqueantestecuentequién
soyyquéhagoaquí.Luegopodrásdecidirsiquierescantarlaono.Noesqueelchicotuvieragrandesopciones.Hopesehabíacolocadodelantedeél
yprácticamenteselehabíaechadoencima.—Hope, va a pensar que eres una acosadora—le advertí—.Yya temiramuy
raro.EltiempoquetardóHopeencontarsuhistoria—yconsuhistoriamerefieroa
todasuhistoria,empezandoconlapeculiaridaddequenopodíaescucharpalabrasyterminandoconellasiguiéndolodesdeFolktalehastalaAvenidaCollodiparaquelecantaraLavender’sBlue—semehizoeterno.Nopodíataparmelosoídos,demodoquemepuseacantar.
—Lavender’sblue,dillydilly, lavender’sgreen.Whenyouareking,dillydilly,Ishallbequeen.—Yapuedesimaginarteloincómodoquemesentíacomoparatenerquerecurriraladichosacancioncita.
Para cuandoHope se calló, el chico había cambiado su expresión chulesca porunadeperplejidad.
—Esotepasaporimbécil—ledije.—Lavender’s Blue fue la última canción que escuché. Por eso esperaba que
pudierascantármela.—Lavender’sBlue,¿eh?—Unasonrisaseasomóaloslabiosdelchico—.Tengo
quereconocerquemehassorprendido.Aunquehabríasidomásfácilquemepidierasminúmerodeteléfono.Telohabríadado—leaseguróantesdeguiñarleunojo.
—Genial,ahorapiensaquetegusta.—Resoplé.ElrostrodeHopeseencendió.—¿Nohasescuchadonadadeloquetehedicho?—Te he escuchado tan bien como tú amí—contestó él con un deje de burla,
pasandopordelantedeella.—¡Es mi cumpleaños! —gritó a sabiendas de que se aferraba a la última
posibilidadquelequedaba—.¡Solounacanción!—lepidió.—Felizcumpleaños,Dilly—dijoélsinvolverse,levantandounamanoamodode
despedida.
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—Adiós, Chico Azul. —La voz de Hope sonó exhausta, como si todas lasemocionesdeldíasehubiesendesinfladoydeellassoloquedaraunvagorecuerdo.
Si hubiera podido pedir un deseo, habría pedido unos pocosminutos para queHopemeescuchara.Porque esanoche alguienhabía cantadoLavender’s Blue bienalto.Yesealguienhabíasidoyo.
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CAPÍTULO30Garfio
Dosdías.Dosdías llenosde suspiros.De«¿Ysi…?».De frases inacabadasymurmullos
ininteligibles.Pero,sobretodo,de:«Sí».«No».«Talvez».DosdíasenlosquepermanecimosencerradosenSerendipity,enlosqueHopese
convirtióenunasombradeloqueera.YtodoporculpadelChicoAzul,comoellahabíadecididollamarle.
AHopelepicabanlasplantasdelospiesporsalirdetrásdeélcadavezqueoíaelsilbidodesdesuventana.Salíadisparadaparaverloalejarseporlascalles,cargandosuguitarraalaespalda.Eraentoncescuandomepreguntabasidebíaseguirloono.
—¿Quéhago,Wave?Nodeberíair,piensaqueestoyloca.—Tienesrazón,deberíamosquedarnos—respondíayoconresolución,alaespera
de que cambiara de tema, que pusiera en orden las cuentas o barriera el teatro depuntaapunta,comohacíacadavezquenoqueríapensarennadamás.
—Peroesquenotodoslosdíasconozcoaalguienaquienpuedaescuchar.Séqueluegomearrepentiré—decíaconunlargosuspiro.
—Pues entonces ve—le contestaba yo, armándome demucha paciencia. Soloqueríalomejorparaella,aunquenomegustaranadaesechico.
—No quiero ir —era su último comentario antes de suspirar y fingir que seenfrascabaenlaactividaddeSerendipity.
Entoncesmetocabaamísuspirar,porqueempezabatodoesodelossuspiros,lasmiradashacianingunaparteylamelodíadeLavender’sBluequeseescapabadeloslabiosdeHope.
No podía quejarme. En el fondo la entendía. Había personas y personas en elmundo; todo dependía de cómo estuvieran diseñadas. Por un lado estaban losescépticosyporotrolosquecreíansincondiciones.Desgraciadamente,Hopehabíaconocidoaambosgruposyhabíavividoencarnepropialoqueeracapazdehacerelserhumanocuandonocomprendía.Noimportabaquelaverdadsealzaraanteelloscomounmurodeladrillosinvisible,losescépticossechocaríanyculparíanalvientocontaldenoaceptarloquenopodíanver.Porqueloquenosepuedeveroentendernoexiste.
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Hopetodavíateníamuypresentelosgolpesquehabíarecibidodeaquellasniñas,golpesque ibanmásalláde toda laporqueríaquenos echaronencima,golpesquetenían como objetivo quebrar su confianza, la esperanza que se hallaba encerradamuydentrodeella.PuedequenoconsiguieransuobjetivoperosíquesembraronenHopeunmiedoqueantesnohabíaconocido,elmiedoahacersevisible.
EsaeralarazónporlaqueHopenohabíavueltoalaAvenidaCollodiapesardequenodejabadepensarenotracosa.Teníamiedoalrechazo.
Por eso, cuandoMarianne llegó aquella tardeme puse a dar saltos de alegría,metafóricamentehablando,claro.Estábamossentadosenunadelasúltimasbutacasdelasala,viendocómolosactoresensayabanPeterPan.ImaginaquéabsortaestabaHopequehabíadejadopasarlaoportunidaddeinventarseunabuenahistoriaatravésde las expresionesde los actores, elvestuarioy esamaneradeabrir los labiosqueencajaba tan bien con las voces que ella les ponía. No prestaba mucha atenciónporque, aunque sus ojos estuvieran fijos en el escenario, sumente estaba en algúnmundolejosdeallí.
—¡Yaerahora!—legritéaMarianneencuantosesentóanuestrolado.—Felizcumpleaños—susurróellaaloídodeHopeconretintín.—Losiento—sedisculpóHope,avergonzada.Mariannenodijonadaduranteunratoenelqueselimitóaanalizarlaactuación
delosactores.—¿Deverdadhaygentequepagaporveresto?—Arrugólanariz.—Amímeparecenbuenos—contestóHope.—Túnopuedesescucharlos.—Ya.—Heconocidoaalguien—soltóMarianne,cambiandodetema.Hope ladeó la cabeza para mirarla con interés. Fue curioso porque estaba
convencido de que ella llevaba dos días deseando verla para hacerle el mismocomentario.
—¿Cuándo?—quisosaber.—Elviernespor lanoche.Lamismanocheenquemedejasteplantada.Más te
valequetengasunabuenaexcusa.—Latengo.—AHopelebrillabanlosojosporlacuriosidad—.¿Cómoes?—Es…—Mariannesediountoquecitoenlabarbilla,pensativa—.Unreto.—¿Unreto?—Sí, todo él es un reto. Por esome gusta.—Sonrió—.Me cuestamuchísimo
conseguirqueseríaycuandonomemiraponecaradeestarpensandoenalgomuyserio.Éldicequeesundefectodesutrabajo.
—¿Aquésededica?—Esescritor.Hopeabriómucholosojos.—Megustanlosescritores.
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—Estenotegustaría—aseguróMarianne.—¿Porqué?—Lagranmayoríadelagentenopuedesepararloqueesdeloquehace.Alfinal
tequedasatrapadoentodoloquecreas.Túcuentastushistoriassiendotú,élescribesiendoél.Alfinalsiempreacabaslatenteenloquehaces.—MiróhaciaelescenarioysonrióalvercómoGarfioperseguíaaPeterPan—.YaunqueapenasloconozcocreoqueesmásGarfioquePeterPan.TúeresdelasdePeterPan.
—¿YtúeresdeGarfio?—Siempre he sido de imposibles —contestó Marianne, encogiéndose de
hombros.—No existen los imposibles. Estás hablando con una chica que no escucha
palabras.Mariannesonrióyleacaricióelpeloconairematernal.—Medaunpocodemiedo—confesó.—¿Garfio?—preguntóHope.Mariannerio.—Nuncalediréquelellamamosasí.—Suspiró—.Loquemedamiedoescómo
soycuandoestoyconél.—Noteentiendo.—Yotampoco,laverdad.Solohemosquedadounpardeveces,perosientoque
sémuchodeélaunqueenrealidadnosepanada.—Esosuenabastantebien.—Sí.Elproblemaesqueélnosabenadademí.Cuandoestoyconélescomosi
estuviera sobre el escenario actuando, como si fuera el mejor papel que pudierarepresentar.—Marianne sonrió al ver la caraqueponíaHope—.Avecesmeda lasensacióndequeélmeestáescribiendoyyosoloestoyactuandobajoelhechizodesupluma.
—Esunabuenahistoria.LaactrizqueinterpretabaaCampanillaseincorporóylesseñalólapuerta.Hope
se puso roja, pero se levantó enseguida y prácticamente salió corriendo de la sala.Marianne, en cambio, se tomó varios segundos para levantarse. Les dedicó unasonrisanadaamableysaliócomosituviesetodoeltiempodelmundoparahacerlo,sabiendo que todas las miradas estaban puestas en ella. Más que incomodarla, leencantaba.
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CAPÍTULO31Lamagiadelamúsica
—Puedo escuchar a alguien más—le confesó Hope una vez estuvieron en suhabitación,sentadasenlacamaconlaspiernascruzadas.
ElcomentariocaptólaatencióndeMarianne.—¿Medejasteplantadaporunaspalabras?—Hopepusocaradesentirseculpable
yyaestabaapuntodedisculparsecuandoMarianneagregó—:Esoesfantástico.Yahora,cuéntamelotodo.
YHopelohizo.EmpezóconsuhistoriadeLavender’sBlue,cuandoaúnteníaunafamilia,paraseguirconelsilbidoqueoíacadadía.LehablódelaAvenidaCollodi,delChicoAzulysuguitarra,detodasycadaunadesuscanciones.
—Fueunasensación…increíble—dijoconlosojosllenosdeesaesperanzaqueavecesaflorabadeella,saliendodesuescondite—.Cuandoloescuchabasentíacomosiestuvieradentrodemilhistorias.Ibadeunaaotraynuncamecansaba.Creoquenuncamecansaríadeescucharlo.
—Esaeslamagiadelamúsica—afirmóMarianne—.¿Yél?—¿TerefieresalChicoAzul?Marianneasintió.—¿Cómoes?Apartedeazul—musitóalavezquesuslabiossecurvaban.—Nomefijé.—Pero,bueno,¡nopuedesnohabertefijado!—¡Buenachica!—exclaméyo.MepreocupababastantequeHopeempezaracon
todoesodeloschicos.Preferíasuversióndemocosagritona,laverdad.—Pruebaaestarcasi toda tuvidasinescucharnadayentoncespodremos tener
esta conversación —dijo Hope—. Solo podía escuchar. No merecíamos la penaningunodelosdosporqueloúnicoqueimportabaeranlascancionesyloslugaresalosquemellevaban.
—Pero¿esquenohasvueltoair?Hopeclavólavistaenunhilosueltodesucamiseta,delqueempezóatirarpara
noenfrentarsealaspreguntasdeMarianne,asuspropiosmiedos.—Piensaqueestoyloca.—¿Yesoquéimporta?—Noestoyloca.—Claroque loestás.—Mariannecogió subarbillaparahacerque lamirara—.
Todosloestamos,eslaúnicamaneradesobrevivirenestemundodelocos.—Túnoloentiendes.
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—Porsupuestoquesí.—No,nopuedesentenderlo.Nohasvistocómomemirannicómoseríennilo
feasqueseponensuscarascuandohablandemí.Mariannesonrió,aunquenosupeinterpretarquétipodesonrisaera.Avecesera
difícilsaberquépensabaMarianne.—Lohevisto,Hope,muchasveces.Porqueyo también lohevivido. ¿Y sabes
cuál es la diferencia?—Hopenegó con la cabeza—.Que tú tienes la suerte de noescucharlos.Siyopudieradejardeescucharlosatodos,loharía.—Cogióunadesusmanos—.Sonescoria,Hope.Somosmejoresqueellos,nuncaloolvides.
Hopeseechóareírantesuúltimocomentario.—Escuchándoteparecefácil.—Porqueloes.Yahoradime,¿aquéhorapasatuChicoAzul?Ellacomprobólahoraenelrelojdelaestantería.—Pasóhaceunrato,cuandotodavíaestábamosabajo.—Puesentoncesvamos—apremióMarianne,levantándosedeunsalto.—¿Adónde?—PuesalaAvenidaCollodi.Vamosaverlo.Hopemeneólacabeza.—Nopiensohacerlo.—¿Quierescancionesono?—Sí.—¿Temueresonotemueresporvolveraescucharlas?—Sí,pero…—Pero nada. Levántate —exigió Marianne, encaminándose hacia la puerta—.
¿Sabes qué diferencia hay entre arriesgarse y no hacerlo? La vida—contestó sinesperaraqueHopedijeranada.
—Aveceslavidaduele.—Eso ya lo sé. Supéralo y sigue adelante.—Al ver queHope no hacía nada,
añadió—:Vamos,Hope,nopuedesquedarteahípensandoenloquehabríasucedidosinoledierastantasvueltasatodo.Siquieresalgopueshazlo,ysinoolvídaloyyaestá.Peroolvídalodeverdad.
—Lacuestiónesquenoquieroolvidarlo.—Esonoesunacuestión,esunhecho.Yahoralevántate—ordenóMariannecon
voztajanteantesdesalirdelahabitación.Hopesonrió,conloslabiosycontodoelrostro.—Puedes dejarme aquí si quieres, ¿eh?—le propuse aHope cuando vi que se
levantaba—. No voy a enfadarme.—Tenía miedo de lo que pudiera pasar, a quesalieraheridaotravez.
En lugar de dejarme sobre la cama,me cogió entre susmanos yme plantó unbesoenlamejillaantesdeajustarmebienasucintura.
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—Deséame suerte,Wave—me dijo antes de salir corriendo para reunirse conMarianne.
Estavezelcaminohacia laAvenidaCollodisemehizomuchomáscortodadoqueMariannenodejabadehablarsobreeseGarfioalquehabíaconocido,sobresuspróximasactuacionesylosdíasenlosqueHopepodríairaverlaysobrecualquierotracosaqueseleocurriera,queeranmuchas.ElparloteonosmantuvoaHopeyamíbastanteentretenidoshastaquelavozdelChicoAzulnosdetuvoenseco.
—Tienealgo—comentóMariannemientrasloobservaba.—Cantamuybien.—Nomerefieroaeso.—Hopelamiródesoslayo—.Tuproblemaeselmiedo,
peroelmiedosoloesunaexcusa.Siempreestáahí,letememosatodo.Perolopeorescuandotienesmiedodealgoqueestádentrodetucabeza.Sihayquetemer,queseaaalgosólidoysitienequedoler,puesqueduela.¿Quémásda?
—¿Quéquieresdecir?—Estáloca,Hope—resolví.—El mundo está lleno de señales. Las hay por todas partes; en personas, en
lugares,enobjetos.—Mariannesuspiró—.Lasseñalesmuevenelmundo,Hope.Sitienesque temera algo, es averlasypasarde largo,porqueunavezque lasdejasatrásdesaparecen.Yahoraveallíynodejesquetuseñalseescape.
—Pero…¿ytú?¿Tevas?Mariannelaempujóconsuavidad.—Yotambiéntengounaseñalqueatrapar.Así fue comoMarianne se fue en busca de su señal, y comoHope regresó al
mismo banco que había ocupado dos días antes, dispuesta a no dejar escapar unaseñalenlaquenisiquierasehabíafijado.Peroasísonlasseñales,¿verdad?Aveces,detantoquequierenesconderse,sevuelveninvisiblesyacabasporpasarlasdelargo;otras teciegan, impidiendoquepuedasverlasbienhastaqueestáscercayyano tequedamásremedioquemirar,ymirar,ymirar.
Hopemirabayyoteníamiedodequesequedaraciegadetantohacerlo.
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CAPÍTULO32Elcolordelaslágrimas
SilavidadeHopepudieraresumirseenuncolor,seríaenazul.Elazulcobaltoquesellevóasuhermano.Elazulciandesuhabitaciónenaquellacasadelaquenosfuimossinmiraratrás.Elazulvariante—deturquesaamedianoche—delmarquesusurrabaaHopey
quesiemprecreíquefuesuprimermiedoysuprimeramor.ElazulmalvadelosojosdeJoseph.Elazulpasteldelosmíos.Elazulíndigodelamayoríadelosglobosquenosarrojaron.ElazulmarinodelasuñasdeMarianne.Elazuloscuro,casinegro,queimpregnabaaaquelchico.Lo único que nunca tuvo color fueron las lágrimas de Hope. Eran invisibles;
susurros,retales.Solíapreguntarmequéhabríapasadosisuslágrimashubierantenidocolor,siesehechohabríacambiadoalgo.Dequécolorseríanositodasseríandelamismatonalidad.
Azul.Enelazulpensabamientrasescuchábamosalchicosentadosenunbancoymis
ojos taladraban aquel letrero azul de letras blancas en el que rezaba «AvenidaCollodi». Me preguntaba si ese azul también sería una parte importante de losrecuerdosdeHope,siacabaríasignificandoalgo.
Yfueenesemismoinstante,tumbadoenelregazodeHopeytodavíamirandoelazuldelletrero,cuandoalguienlocambiótodo.
A unos centímetros de nosotros, una niña con dos trenzas desechasmemirabaintensamente.
—¿Hacealgo?—escuchéquelepreguntabaaHope.Ella ni siquiera desvió la mirada, inmersa como estaba dentro de «Eleanor
Rigby», de The Beatles. Para ser justo, ni aun prestando atención habría podidoescucharla.Lasonrisadelaniñapocoapocosedesinfló,comoungloboqueacadapalabraperdieraelaire.
—Esbonito—dijolaniña,queapoyóunamanoenlapiernadeHopeehizoqueestadieraunbrinco—.¿Cómosellamatumuñeco?—continuó.
Habíaolvidadolotercosybobaliconesquepodíanllegaraserlosniños.—Nosoyunmuñeco,soyunamarioneta.Hayunagrandiferencia.Hope negó con la cabeza, señalándose la oreja derecha. La niñamemiró para
inmediatamentevolveramiraraHope,sinentenderquéeraloquesucedía.
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Enesemomentosumadre,quehabíaestadoocupadahablandoconotraseñora,seacercócorriendo.Seagachódelantedelaniñapararegañarlaporhabersealejadodeella,traslocuallediounsonorobesoenlafrente.
—¿Mamá, hace algo? —volvió a preguntar, señalándome, mientras su madreinsistíaenquelasiguiera.
—¿Tecreesquesoyunpayaso?—Nomolestes—ledijosumadre,cogiéndoladelamanoparatirardeella.—Hazcasoatumadre,niña.Hopese levantócondecisión.Dossegundosdespuésempecéanotarcómomis
hilossemovíanymicuerpocobrabavida.Pormásvecesquelorepitiéramosjamásestaríapreparadoparalasensacióndevértigoylibertadquemeprovocaba.
—Existeunlugarenelquetodoesalrevés—dijo,dándomevidayvoz—.Laspersonasnacensiendoadultasyamedidaquecrecensevanconvirtiendoenniños.—Tanto la niña como la madre se habían vuelto hacia nosotros y nos miraban concuriosidad.Hopemovió uno demis hilos para quemimano derecha señalara a laniña—.Túdebessermuyvieja,¿cuántosaños tienes?¿Qué?¿Noventa?—Laniñario.Lamadre también lohizo—.Eneseextraño lugarsedicenmentirascuandosequieredecirlaverdadysedicenverdadesparaocultarlasmentiras.Quélocura,¿no?Lospayasosdanmiedoylasmarionetasestánvivas.Elchocolatesabeabrócoliylasespinacasaazúcar.
AmedidaqueHopeibadescubriendomáscosassobreaquellugarmáspersonassefueronuniendoalaniñayasumadre.Prontonosvimosrodeadosporunpequeñogrupo de curiosos. Me sentí una estrella a la que todos admiraban. Me miraban,sonreíanantelasocurrenciasdeHopeypermanecíanallíparadoscomosiestuvieranpresosdeunhechizodelquenoqueríanescapar.
Cuandoterminamosnuestrahistoria,lagenteaplaudióehiceunatorpereverenciaantelacualelpúblicoestallóencarcajadas.
—Vas a tener que practicarmás para no dejarme en ridículo—le dije aHope,avergonzado.
Se acercaron para dejarnos monedas pero, al comprobar que Hope no queríaaceptarlas,ellugarsefuedespejandohastaquevolvimosaquedarnossolos,sentadosenaquelbancoconunasonrisaenlacarayotraenelalma.Enmicaso,soloenelalma.
—Haestadobien—murmuróHope.—Mejorquebien.—Hasidounapasada.—Buscócon lamiradaalChicoAzul, peronohabíani
rastrodeél.LasonrisadeHopenoseborró.Yanose tratabadeélodepoderescuchar.Lo
quehizoquesucorazónseacelerasefuesaberquehabíagentequequeríaescucharla.Aella.Asushistorias.Amí.Anosotros.Fue,quizá,comprenderquehabíavidamásalládeFolktale.
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CAPÍTULO33Unextrañobaile
YanonecesitábamosesperaralsilbidodelChicoAzul,quedeazulnoteníamásque una vieja canción. Éramos los primeros en llegar a Collodi. Éramos felices.Libres,talvez.Éramos,sinmás.
Hope guardaba dentro de sí las mejores historias. No había día en que noconsiguiera sorprenderme.Y, aun así, lomejor no eran sus historias sino cómo lasvivía,cómoseexponíaenellasymovíamishiloscomosifueranunaextensiónmásde su cuerpo, cómo escogía cada palabra como si estas no fueran inmortales.Conseguía que quisiera dejar de ser el centro de atención para convertirme enespectador,porelsimpleplacerdepoderescucharlasinquemismovimientosnielpesodelasmiradasmedistrajeran.
EnlaAvenidaCollodidescubrimosqueunachica,unaspalabrasyunamarionetapodíanfundirseenunsoloser,enunahistoria.
Unatarde,trasacabarunadenuestrasactuaciones,nossentamosadescansarennuestro banco mientras escuchábamos al Chico Azul, que tocaba apoyado en unafarola,perofingíamosquenolohacíamos.Derepente,laguitarradejódesonar.
—Nomemiresasí—dijo,señalándolaconlaguitarra.—No te estoy mirando —contestó Hope, que había empezado a atarme a su
cintura.—Nodejasdehablar.—Puesnohedichonada.—Perolohaspensado.Hopeseechóareír.—¿Escuchaspensamientos?—Loveoentucaradesabelotodo.—Entonceselqueestabamirandoerastú.—Buena chica,Hope, buena chica.—Me habría gustado aplaudirle o darle un
premio.—Merobasclientelacontuscuentos.Búscateotrositio—dijoélenuntonoque
nomepareciónadaamable.—Búscatelotú,idiota—lecontesté.—Megustaeste—aseguróHope.—Noteloestabapreguntando.—Todotieneunprecio—dijoellatraspensárselouninstante.ElChicoAzulrecogiólafundaysedejócaerennuestrobanco.
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—¿Quéquieres?—preguntó.—Yalosabes.—No,no lo sé.—ElChicoAzul sehabía recostadoenel asiento, abriendo las
piernasparacolocarlaguitarraentreellas.—Claroquesí.Nos levantamos para regresar a casa y ya estábamos dándole la espalda para
alejarnoscuandolooímos.Lavender’sBlue.Hopesedetuvoenseco,paralizadaporlos recuerdos que no podía alcanzar. La voz delChicoAzul sonaba cada vezmáscercana amedida que la canción avanzaba, lo que hizo queHope se alejara unospasosparaponerdistancia.Levanté lavistaalnotar laspequeñasgotitasquecaíansobremicuerpo.Odiaba las lágrimasdeHope.Nopodíahacernadapordetenerlasaunquelodesearacontodasmisfuerzas.
Cuandolacanciónterminó,aHopelellevóvariossegundospoderhablar.—Está bien, nos iremos a otro sitio —dijo sin volverse antes de emprender
nuestrocamino.AlamañanasiguienteregresamosyHopecumpliósutrato.Almenos,enparte.
No ocupamos el mismo banco de siempre sino que esta vez nos situamos justoenfrentedeél.
—Estoesmuymalaidea—leadvertí.EncuantoelChicoAzulaparecióvinodirectohacianosotros.—¿Quéhacesaquí?Tecantélamalditacanción.—Mehecambiadodesitio,comoteprometí.—Yaveo.Hopenoseinmutóantesumiradacargadadeirritación.Todolocontrario,sela
devolvióconunbrillodesafiantequenolehabíavistonunca.—¿Quieresalgomás?ElChicoAzulchasqueólalenguaysemarchócallearriba,maldiciéndonos.Hope
esbozóunasonrisa.—Vamosabuscarle,Wave—medijoalcabodeunahora, trashaberconcluido
nuestraprimerahistoriadeldía.Tuvimosquecaminardiezminutoshastadarconél.Sehabíasituadocasialfinal
delaavenida,dondelossitiosestabanmáscodiciadosyhabíaartistasacadapaso.HopesepusoaunladodelChicoAzulycomenzóacontarunahistoria.Parami
sorpresa, en lugar de enfadarse o de soltar algún comentario mordaz, esta vez elChicoAzulsonrióyseacercóaúnmásanosotros,compitiendoporlaatencióndelostranseúntes.Eraunaguerra.
Sin embargo, en algún momento de la historia el Chico Azul introdujo unacanción y lo que había comenzado siendo una batalla acabó por convertirse en unextrañobaile.Cuando terminamos, arrastró la fundade laguitarraenmediode losdosyenunospocossegundosse llenódemásmonedasybilletesde losquepodíaganarenunasemanaélsolo.
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—Vaya,Dilly,somosunaminadeoro.—¿Tantoteimporta?—quisosaberHope.—¿Elqué?—Eldinero.—No,loquenosoportoesperder.Sinopuedescontuenemigo,úneteaél.—Noesunacompetición.—Todoloes—repusoelChicoAzulantesdeguiñarleunojo.—Has ganado la competición al más imbécil. Enhorabuena —mascullé,
aborreciendoquenopudieraescuchartanbuenacontestación.—¿Cómotellamas?—lepreguntóHopealcabodeunossegundos.—¿Ytú?—Hepreguntadoyoprimero.—¿Vescómoteníarazón?—contestóirónicoelChicoAzul.Ellaresoplóyunmomentodespuéssaliódisparadacalleabajo,llevándomeentre
susbrazosconlacabezamuyaltaylospuñosapretados.—¡Hastamañana,Dilly!—Idiota—dije.—Idiota—dijoHope.
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CAPÍTULO34Unmundodemarionetas
LossábadosenlaAvenidaCollodieranespeciales.Nadamásdespuntarelalba,el solcomenzabaacaer sobre las lucesdecolores
proyectando reflejos dispares en las figuras que refulgían como si alguien hubiesepulsado el botón de encendido. Todo empezaba entonces. Las tiendas abrían, losartistasambulantestraíanaprendidossusmejoresnúmeros,elambientesellenabadeoloresacomidaqueveníandeloscarritosbiendispuestosencadaesquinadondelacallesecruzabaconotraperpendicular.
PeroloquehacíaespecialaCollodieralagente.Laavenidateníaunambientefestivo,casifamiliar,quehacíaquelagentenosolo
quisiera estar ahí sino que, además, tuviera prohibido no pasárselo bien.Era comoestarenNavidadperosinlasprisasnilosnerviosdeúltimahoranilasensacióndeestarcorriendocontrarelojhaciaelesperadofinaldeaño.
Porprimeravezensuvida,Hopenosesentíacomopezfueradelaguarodeadadetantagente.Nadieseacercabaapreguntar,tampocolajuzgaban.Enrealidad,anadiele importabaquiéneraoquéhacíafuerade laAvenidaCollodi.Allíeraunaartistamás.
Ese sábado habíamos quedado para cenar con Joseph, demodo que recogimosantesdelascincodela tarde.LafundadelaguitarrasehabíallenadodebilletesymonedasqueHoperechazó.
—Vamos,telohasganado—insistióelChicoAzul.—Yonolosientoasí—respondióella.—¿Quéesloquesientes?—Soy yo la que gana con todo esto. —Hope señaló la calle—. Tú no lo
entenderías.—Loharíasimeloexplicaras.Hopesuspiró,hundiendolosdedosenmipelo.—¡Au!—mequejécuandounodesusdedossequedóenredadoenunmechóny
micabezagiróenunánguloimposible—.Dejadehacereso,Hope.¡Mevasadejarcalvo!
Hope lo miró y, durante los segundos en los que duró el contacto visual,comprobé que algo había cambiado. Me temblaron las articulaciones y tuve queapartarlamirada.
—Deberíamosirnos—ledijeaHope.
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—¿SabescómodebesentirseWave?—preguntóella,mirándome—.Nadiepuedeescucharle,nisiquierayo.Nopuedemoverseniserquienes.Solopuedeserquienyoledejoser,quiencreoquees.—Suspiróymeacariciólevementeelpelo—.Peroesoes porque está en el mundo de los humanos. Si estuviera en el mundo de lasmarionetas podría ser quien realmente es.Aquíme siento enmi propiomundo demarionetas. Siento que encajo, que a nadie le importa quién he sido, quién soy oquiénseré.Soloimportanmishistorias.Aquípuedoseryo—explicó—.Anadielepreocupaquenopuedaescucharlos.Mesonríenyveoquesonfelicesmientrashabloy muevo los hilos deWave. Nadie se ríe y lanzan monedas en lugar de…—Noterminólafrase.Nohacíafalta—.Yogano.
—Vaya—le dije, cuando en realidad lo que quería expresar era que la quería.Que laquerría siempreyquemedaba igualquehubieraunmundodemarionetas,quemequedaríaenestesoloporestarconella.
—Entodocaso,ellostambiénganan—repusoelChicoAzul.—Entoncesquizádeberíamosdevolverles eldinero.—Hope señaló la fundaya
cerrada.—Esoseríademalaeducación.Conesodenoescucharseguroquetesaltastela
clasedemodalesenelcolegio.—Muygracioso.—Lodicesenserio,¿eh?—ElChicoAzulentrecerrólosojos—.Todoesodeque
noescuchas.—Notienesporquécreerme.—Esdelocos.—Quizáesqueestoyloca.Pasaronvariossegundosantesdequeélvolvieraahablar,perolohizotanbajito
quesoloyopudeoírlo.—Ojaláelmundoenteroestuvieratanlococomotú.Porunavez,nopodíaestarmásdeacuerdoconél.
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CAPÍTULO35Hablarsinpalabras
Esa vez ninguno de los dos intentó descubrir el nombre del otro. Que fuerasábadotambiénimplicabaunaespeciedetreguamuda.
Ya nos habíamos despedido del ChicoAzul y estábamos justo enmedio de laAvenidaCollodi,decaminoacasa,cuandolodescubrimos.
—¿Quépasa?—quisesaber,observandoalgrupodepersonasquenosimpedíanelpaso.
Tardamostodaunaeternidadenabrirnoscaminoentreloscuriososhastaqueporfinpudimosverlo.
Unmimo.Noesquenohubiesevistonuncaaunmimo,soloqueeseeradiferentede los
otros. Sus ropas eran muy parecidas a las mías, aunque un poco más vulgares yescandalosasdesdemipuntodevista,yaqueenlugardeazuloscuroerandeunazulturquesa, con botones dorados que brillaban bajo la luz del sol.Y en cuanto a suszapatos,erandelmismoblancoquelosguantesyelsombrero.Teníalacarapintadadeblancoaexcepcióndelrojodeloslabiosydelnegroquecreabalíneasalrededordelosojos.
Nos quedamosmirándolo embelesados. Sus gestos, sumanera demoverse, lasexpresiones de su cara. Contaba historias sin contarlas. Se movía con elegancia,estirandolasextremidadesqueluegoreducíaconparsimonia.
—¿Estásviendo,Wave?Escomotú,perodecarneyhueso.—Y sin esos dos bultos de ahí—repuse yo. Por el amor deDios, que era una
chica.Odiabaquemecomparasenconunachica.Sinembargo,nopodíanegarqueeracierto.Unmimoeralomásparecidoauna
marioneta,aunqueensucasonohabíanadiequemanejarasushilos.No sé cuánto tiempo estuvimos allí, haciendo nuestras aquellas historias. Una
niñaquehabíaregaladosucorazón.Unajovenquebailababajolalluvia.Unachicaque iba dejando piedras allá donde iba para que su amor pudiera encontrarla.Unaniñahambrienta.Unaseñoraquehabíaolvidadoalgoimportante.
Cuando levanté la mirada hacia Hope, comprobé que tenía los ojos llenos delágrimas.
—Nonecesitapalabrasparahablar—medijocomosihubiesesentidoelpesodemimirada—,yaunasílagentelaentiende.
—Teprohíboquellores,Hope—leordené—.Tampocoestanbuena.
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Peroloera.Suescenarioeraunbancodelquesehabíaadueñadoparasufunción,asícomoelsuelodelaavenida.Nohabíamúsicaniobjetos.Soloellaerasufunción;susmanosenguantadas, sus labios rojos, susojos rasgadosalineadosysombreadosdenegro.Ellenguajecorporalerasumayorestrategia,suarmamásvaliosa.
Los humanos tienen esa habilidad para comunicarse, nacen con ella, pero laolvidan en cuanto las palabras toman forma, haciéndose con el control absoluto.Olvidantodoloquepuedellegaraesconderungesto,unamiradaolamaneraenqueuna sonrisa puede albergar mil significados. A veces, un gesto dice más de unapersonaquemilesdepalabras.
Cuando Hope comprobó la hora, resultó que solo eran las seis y media. Quéengañosopuedellegarasereltiempo.Unsegundopuededurarunavidayunavidacambiarenunsolosegundo.AlgoenlavidadeHopecambióaquellatarde.Yomedicuenta, y el ChicoAzul, que la observaba a unosmetros de distancia sin que ellaadvirtiera su presencia, también fue consciente de este hecho. Incluso lamimo sepercatódetodoyseacercóanosotrosparadeciralgo.
Hopefuelaúnicaquenoquisodarsecuenta.Elmiedovolvióaellaylainstóaalejarselomásrápidoquelepermitieronsuspies,dejandoatrásalamimoyatodaslaspalabrasqueguardabaensuinterior.
Entendí que no quisiera romper la magia. Porque ¿qué era un mimo cuandoempezabaahablar?Supongoquelomismoqueunamarionetasinhilos.
Unsimplemortal.Unhumanomás.
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CAPÍTULO36Elhombrequedijotodalaverdadsindecirpalabraalguna
LlegamosjustoatiempoparaayudaraJosephconlacena.Lacocina,situadajustoencimadelteatroentreuncuartollenodetrastosqueno
servíaparanaday lahabitacióndeJoseph,eraviejaydiminuta.Habíamanchasenlos azulejos y en losmuebles que no se quitaban pormás que frotaras. La neveraestabarepletadezonasoxidadasqueHopeocultabaconfotografíasonotasdondeibaescribiendocitasdesuslibrosfavoritos.
Dada la estrechez de la estancia, los movimientos debían ser calculados conprecisión para que no hubiera tropiezos. Por esoHope siempreme dejaba sentadosobrelamesaesquinera,conlaespaldaapoyadaenlaparedmientrasellacomenzabaunbailedeabrirycerrarcajones,pelarverdurasyencenderfogones.
CuandoJosephestabaconella todosecomplicabamás,demodoquesehabíandividido las tareas. Joseph apenas hablaba; y eraHope la que cubría los silencios.PeroenesaocasiónHopenohabíaabiertolabocamásqueparasaludar,loquehacíaqueJosephnodejarademirarladereojo,conesaexpresiónevaluadoraquetehacíapreguntartesiestabapreocupadoosiloqueintentabaeradescifrarlaabasedeleerla.
—¿Hasvueltoairaaquelsitio?HopeyalehabíahabladodesusexcursionesalaAvenidaCollodi,dondepasaba
últimamentesutiempolibre.Selohabíamencionadoentrecomidaycomida,sindardemasiados detalles. Imaginé que quería guardárselo para ella pormiedo a lo queJosephpudieradecirle,aquequisieraquedejaradesoñarconimposibles.
Ellaasintióenrespuesta,loquehizoqueJosepharrugaralafrentetodavíamás.—¿Yqué?¿Hascontadomuchashistorias?—Unascuantas.—Esoestábien—musitóconvozgrave—.¿YquétalsehaportadoWave?—Maravillosamentebien.Quépregunta—farfullé.HopenodijonadayJosephparecíacadavezmásincómodo.—Hoy hemos visto a una mimo—confesó Hope al cabo de un rato, una vez
sentados a la mesa. No me sorprendió el comentario. A Joseph sí, aunque supodisimularlobastantebien—.Eselsegundomimoqueveo.Norecuerdocuántosañosteníacuandovialprimero,peronoseparecíaennadaaeste.Estabaconmispadresyconmihermano, sentados en el céspeddeunparque fueradeFolktale, y elmimoaparecióysepusoasimularquehabíaunaparedconlaquenodejabadechocarse.—Revolviólacomidaconeltenedorcomosiremovierasusrecuerdos—.Mepareciótangraciosoquepenséquemeharíapis encima.Despuésdeun rato lepregunté a
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James que por qué no hablaba. «Porque no lo necesita», me dijo. «¿A que hasentendidotodoloquehaestadohaciendo?»,mepreguntó.Ledijequesíyentoncesélmedijoqueesoeraporquelosmimosnonecesitabanlaspalabras,quelaspalabrasnoerantanimportantescomocreíamos.Noloentendíentonces.—Hopeseguíasinprobarbocado—.Lamimodehoyeradistinta.Decíatantascosas,Joseph.Tantas…—dijoconunhilodevoz—.Mesentíunpocotontaasuladoporqueellaeracapazdedecirtodoloqueyoavecesnopuedodecircontodasmispalabras.
—Nodigasbobadas.Tuspalabrassonperfectas,Hope—ledijeparaanimarla.Joseph, que había terminado de comer, apartó el plato a un lado y sacó del
bolsillodelpantalónunpedazodemaderaysunavaja.Acontinuación,comenzóadespedazarlamadera.Dealgunaextrañamanera,sabíaqueHopenohabíaterminadodehablar.
—¿Creesquelesdamosalaspalabrasmásimportanciadelaquetienen?Joseph sopló la madera para apartar los restos y pasó la yema del pulgar con
suavidadantesdecontestar.—Yo creo que las palabras son armas de doble filo. Puedes usarlas demuchas
maneras. Tú decides que lleguen correctamente a su destino, aunque a veces nodependedeti.—Levantólavistaparamirarla—.JeanGaspardDeburaufueunmimomuyfamosoyensutumbahayunepitafioquedice:«Aquíyaceelhombrequedijotodalaverdadsindecirpalabraalguna».
—Esbonito—dijoHope.—Megusta—afirmé.—Perolaverdadtienemuchasformas,aligualquelaspalabras—siguióJoseph
paraestropearnoslafrase—.Pormuybonitoqueteparezca,nosepuedeserunmimotodalavida.Algúndíahabráalgoquenecesitesdecirpormediodelaspalabras.Ynoimportaquenopuedasescucharlas,bastaconquelascomprendas.
—Entonces,¿nocreesquesiunmimohablapierdelamagia?—lepreguntóellaobservandosucomida,yademasiadofría.
—¿Yquiéndicequelaspalabrasnotenganmagia?
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CAPÍTULO37Unretoyunsecreto
AldíasiguientebuscamosalamimoportodoCollodi,sinresultado.Volvimosaintentarloalsiguiente.Yalsiguiente.ElmiércolesHopetodavíaseguíabuscando,peroquedabamuypocodeaquella
excitaciónquelahabíaasaltadolatardedelsábado.Hacíaloposibleporquenoselenotaramientrasmellevabadeunladoparaotroynarrabahistoriasdeextrañosseresque solo podían provenir de su inagotable imaginación, pero se la veía distraída.Estabaynoestaba.
Nosoloyolonoté,elChicoAzultambiénlohizo.—Simedicesloquebuscas,alomejorpuedoayudarte—seofreció.—¿Noteparecequehaymuypocagentehoy?—Lomismoquetodoslosmiércoles.—Ya.El chico se sentó a su lado, recostándose en el banco de esa manera
despreocupadaquemeponíatannervioso,conunbrazoestiradoenelrespaldoalaalturadeloshombrosdeHope.
—Comolatoques,tecomesmishilos—ledijeenuntonodelomásamenazador.Lástimaquesoloseoyeradentrodemicabeza.
De un momento a otro, como si hubiese tenido lugar un extraño sucesoparanormal,laavenidasequedócompletamentedesierta,aunqueloúnicoqueocurrióesqueempezóa lloviznar.No seoíani seveíavidamásalláde losdependientes,escondidostraslosmostradoresdelastiendas.
—Hoyserámejorquecojamoselautobús—propusoelChicoAzul,guardandolaguitarraycolgándoselaalhombro.
—¿Tedamiedolalluvia?—lepreguntóHope.—Noseasridícula.—Yoodiolalluvia,porsiteinteresa—lerecordé.Hopesesentóotravezenelbanco.—Entoncesnoteimportaráquedarteaquí.—Nos vamos a mojar —repuso él, haciendo una mueca en cuanto vio la
expresiónburlonaenelrostrodeHope.—Tuguitarranosemojará.—Señalólafundaimpermeable.—Perotumarionetasí.—¡Menosmalquealguiensedacuenta!
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La lluvia tímida inicial había dado paso a gruesas gotas que caían con furia,dejandopequeñoscharcosenelsuelodepiedrairregular.
—AWaveleencantaelagua.Delocontrario,nosellamaríaasí.—Noesquetuvieramuchaopción—repliqué.—Unavezleíunlibrodondeunsabiodecíaquelalluviaconcededeseos,como
las estrellas.Tambiéndecía que solo se cumplen los que son especiales—enfatizóHope.ElChicoAzul alzó una ceja, incrédulo—.Ya, esa cara puso el protagonistacuandoselocontaron.Noselocreyóhastaunanocheenlaquesalióadarunpaseoporqueestabamuytristeyempezóallover.Semoríadefríoperosiguiócaminando,pidiendoelmismodeseounayotravez.Ysecumplió.
—¿Yquépidió,quedejarade llover?—seburlóelchico—.Menudolibromásmalo.
—Cállate—leordené.—Todo lo contrario. Pidió que lloviera tan fuerte que las calles se llenaran de
agua,comosifueraunrío,yquelacorrienteselollevaraaunlugarlejosdeallí.AunsitiocomoNuncaJamás.
Élsoltóunarisotada.Elpeloselehabíapegadoalacaraytuvoquepeinárseloconlosdedosparaquitárselodelosojos.
—Teloacabasdeinventar.Hopesonrió.Cerrólosojosyechólacabezahaciaatrásparaquesucaraquedara
expuestaalalluvia.ElChicoAzul torcióelgestoyobservó la inmensidadde lacalle.Pudeverun
interrogantecolgandosobresucabeza,quesedisipóencuantovolvióamiraraHope.—Teretoaunacarrerahastalaparadadelautobús.—No,gracias.—Elqueganelecuentaunsecretoalotro.Hopeabriólosojos.—¿Unsecreto?—preguntó,limpiándoselacaraconunamano.Élasintió—.¿Y
cómoséqueesunsecreto?—Porquenolosabes.Esta vez fue ella la que dudó. Solo un segundo, porque al siguiente salió
disparadasinimportarleelsuelomojadoyresbaladizo;losgritosdelChicoAzul,quelallamabatramposaunosmetrospordetrás;olosdependientesqueseasomabanalaspuertasparaverquiénseatrevíaainterrumpirelsonidodelalluvia.
GanóHope.DuranteeltrayectohastaFolktale,élcambiódetemaunsinfíndevecescontalde
nodesvelarsusecreto.Cuandoelautobússedetuvoaunosmetrosdelteatro,Hopeyasehabíacansado
de preguntar. Estaba bajando las escaleras, más enfadada que resignada por habercaídoensutrampa,cuandoéllasostuvopordetrásylesusurróaloído:
—Soloactúalossábados.—Ylasoltó.
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Ellabajóelúltimoescalónysevolvióparamirarloconunamezcladesorpresayconfusión.
—Tevi—dijoalzandolavozantesdequesecerraranlaspuertas.Entoncescomprendimos.Elsábado.Lamimosoloactuabalossábados.Losojos
deHopesellenarondegratitudysorpresamientrasveíacómoelautobúsyelChicoAzulsealejabanhacialugaresqueelladesconocía.
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CAPÍTULO38Raven
Los siguientes días transcurrieron como de costumbre. Nadamás terminar sustareas en Serendipity, Hope me ataba a su cintura y nos íbamos al que se habíaconvertidoennuestrosegundohogar.
Conforme se iba acostumbrando a estar rodeada de gente, la voz deHope fueadquiriendounafirmezaquenuncapenséquellegaríaatener.Atrásquedaronlosdíasen los que su voz sonaba temblorosa. Su tono iba subiendo cuanta más gente seacercabaavernos,aescucharnos,ylaesperanzaqueanidabadentrodeellasedejabaentrevercuandomirabaasupúblicocontimidez,ensuformademovermishilososonreír a ese Chico Azul que se había aproximado a ella a pesar de que aún lesseparabalamismacantidaddemetros.
—Talvezsolonecesitobuscaraalguienquepuedaarreglarme.¿CreesquehabráunGandalfporahícontiempolibrequepuedaayudarme?—dijoHopeelsábadotrasacabarlaúltimahistoriadeldía—.Alomejoraceptaquelepagueconhistorias.Opodría empezar a ahorrar.—Sus ojos se posaron en las monedas que él ya habíaguardadoenlafunda.
—Leesdemasiado.—ElChicoAzulmeneólacabezayconsultóelrelojantesdecogerlaguitarra—.Vamos,lanuevaactuaciónestáapuntodeempezar.
Hopeprácticamenteechóacorrertrasél.—EsunapenaqueGednomesirva,perosisigoelcaminodebaldosasamarillas
seguroqueencuentrolasrespuestas.—¿QuiénesGed?—¡Pues el mago de Terramar! —contestó Hope, decepcionada de que no lo
supiera.—Nosédequéteasombras.Esunidiota—ledije.Élselimitóaponerlosojosenblanco.Como la vez pasada, en el momento en que la mimo comenzó a moverse el
mundoenterodesaparecióparaHope.Lamirédetenidamentedurantetodoelrato,sinperderme ni un solo detalle de sus expresiones. A través de su rostro pude verreflejadaslaalegría,lafelicidad,larabia,eldolorolatristezamásdescorazonadora,todo ello iluminado con ese rayo de esperanza adherido a cada uno de esossentimientos.Porquenohaytristeza,nidolor,nirabia,nifelicidad,nialegría,quenotengaesperanza.NoenHope.
Me fijé en que el Chico Azul también había dejado de mirar a la mimo paraobservarlaaella,talvezporqueelespectáculodesurostroeradeesosquenopodías
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perderteunavez te sumergías enél.Enesemomentonome importó compartir unpedacitodeHope;porlasemocionesquemedesbordaban,porlamiradalimpiaquevienéloporloinfinitoquemesentíasiendounpedazodemaderaenmediodeaquelmardegente.
En elmomento en que la actuación terminóy todos comenzaron a dispersarse,Hope estaba lista para marcharse cuando la mimo le plantó la palma de la manoenguantada,abierta,delantedesucaraparapedirlequeesperara.
ElrostrodeHopeenrojeció,peronosemovió.Lamimosonrióehizoungestocon los dedos para acentuar la enorme sonrisa que se formaba en sus labios. Acontinuación,sacóunahojadobladadelbolsilloylaabriómuydespacio,conlosojosbien abiertos y los labios formando unamueca de sorpresa. La colocó delante deHopeyambosleímos«Raven».
Lamimoseñalóalpapelyluegoasímisma.—Encantada,Raven—dijoHopeconunasonrisaquenolecabíaenelrostro—.
Yosoy…—empezóadecir,peroencuanto sediocuentade lacercaníadelChicoAzulysusonrisatriunfante,selopensómejor—:Dilly.
LamimoextendiólamanoyHopeledevolvióelsaludo.Losiguientequehizofue expresarle a Hope lo agradecida y feliz que estaba de que hubiese visto sufunción.Lohizopormediodevariosgestos,señalándoseaellamisma,asuslabiosyalapropiaHope.
—Nomecansaríadeverte—lecontestóHope.Enesemomento,lamimoreparóenmíyseagachóparapodervermemejor.—Hola—lasaludéparademostrarloeducadoqueera.EllainclinólacabezaylehizovariosgestosaHopeparaindicarlelomaravilloso
que era y la suerte que tenía de tenerme. Vale, eso me lo he inventado, pero teprometoqueledijoalgoparecido.
DespuésdeesoRavensedespidiódeHope.—Hastaelsábado—dijoHopeyparecióunapromesa.Antesdedarnoslaespalda,losojosdelamimoseposaronunsegundo,tansolo
un segundo, en el Chico Azul, al que había ignorado durante la conversación. Nisiquierahabíadadounpasocuandooíqueledecía:
—Medebesuna.Él no dijo nada. Solo agachó la cabeza y sonrió. Y justo en ese momento
comprendíquenuncamelibraríadeél.
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CAPÍTULO39Elladróndemagia
Avecesnosabesquebuscasalgohastaquelotienesdelante.Enocasionessucedeporque loquebuscas tepareceuna tontería,un imposible.Otrasporquenisiquierasabíasquéestabasbuscando.
EsoúltimoeraloquelesucedíaaHope.Buscabasinbuscarporaquellaavenidainterminable.Ytodoelmundosabequecuandobuscas,aunquenolosepas,acabasporencontrar.Claroquenadienospreparóparaloqueencontramosesedía.
Magia.PuedequeHopeyyofuéramosdosseresextrañosquehabíamosidoapararaun
mundo igual de extraño, dos seres unidos por algo que algunos señalarían comomagia. Puede que fuera así o puede que no. La cuestión es que si alguna vezhabíamosperseguidolamagiahabíasidoatravésdelossueños,delaimaginación,detodasesashistoriasencerradasenloslibrosquehabíamosdevoradoalolargodelosaños,peronuncaenlavidareal.Enlavidarealnocreíamosquefueseposible.
Hastaesedía.HabíamosdecididomarcharnosprontoyelChicoAzulnosseguíaaunosmetros,
casicomounasombra,mientrasHopeobservabaacadaartista.Malabaristas,estatuashumanas,bailarines,cómicos…Habíadetodo.
Fue entonces cuando distinguimos a un grupo de personas formando unsemicírculocasiperfectoalrededordeunapareddesnudaquehabíaentreunatiendadegolosinasyunaheladería.Nosacercamosconlaideadeencontraraalguiencomolamimo.
Yahíestabaél,depie,alladodeunamesaplegablenegraconuntapeteblancoyunabarajadecartas.Nosabrimospasoentrelagenteparapodervermejor.
—Todoscreenquecuandodespiertas—decíaelchicoalavezquelevantabaunade las cartas de la baraja que resultó ser la reina de tréboles—, los sueñossimplementedesaparecen.
Moviólacartaconungestorápidoycomprobamosquesehabíatransformadoenotratotalmenteblanca.
—Ilusos. La magia es una ladrona de sueños. Repta por el mundo —habíacomenzadoamezclarlabarajamientrasseguíahipnotizandoconsuvoz—haciendocreerquesoloesunailusión,quetodoessiempreigual.
Setomósutiempoparaextenderlascartasenel tapeteconextremaprecisiónycuandoterminónosmostrócómosehabíanconvertidotodaseneldosdecorazones.
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—Peroesunagranmentira.—Cogiólabarajaylaabrióenabanico.EstavezlascartassehabíanconvertidoenElJoker—.Lamagiaseríedelosmortalesporqueapesar de tenerla tan cerca—dijo a la vez que cerraba los ojos y soplaba sobre labaraja,ahoracerrada—nosoiscapacesdeverla.
Seinclinóyfuecolocandocartas,unaauna,sobreeltapete.Encadaunadeellaspudimosverquehabíaescritaunaletraysolosedetuvocuandolafrasequequeríamostrarnosestuvoformada.
—Y es que a veces nos pasamos la vida buscando cosas que siempre hemostenido delante. —Se apartó para mostrarnos la frase al tiempo que hacía unareverencia.
La gente prorrumpió en aplausos y apenas podíamos ver almago esbozar unasonrisa.Hopetuvoqueingeniárselasparallegarhastalaprimerafila,entreempujónyempujón,yconseguirleerlafrasequehabíaescrito:
Elquenocreeenlamagianuncalaencontrará.
Abrió los ojos desmesuradamente, mirando al chico y a las cartas de maneraalternativa,comosiacabasedeveraunfantasma.Supeloqueestabapensandoporcómosusojosbrillaronysubocaseabrióligeramenteenunapalabraquenoacabódeemerger.
Ylolamenté.Esechiconoteníamagia,quienlatienenonecesitatrucos.Habíapasadounoscuantosañosjuntoaunmagoysabíatodoloqueseescondetrasunasmanoságilesyunavozhipnótica.
Encuantolagentesedispersó,Hopeseacercóaél.—Eres mago—aseveró. Él le dedicó una media sonrisa y asintió—. ¿Puedes
hacermagiadeverdadosolotrucos?Esta vez el mago, que se había agachado para recoger la mesa plegable, la
observóconverdaderacuriosidad.—Los trucos sonmagia—dijo, incorporándose. ComoHope no reaccionaba y
solo lemiraba los labios, explicó—:Durante un rato, aunque la gente sepa que lamagianoexistefingequesí,¿noesesomagiatambién?
—Noescuchapalabras—explicóelChicoAzul,adelantándoseunospasosparadejardesersombra.
—¿Essorda?—quisosaberelmago.—No,loúnicoquenoescuchasonlaspalabras.—ElChicoAzulpusolosojosen
blanco.Esocaptólaatencióndelmago,queletendiólamanoaHopepesealasmiradas
deadvertenciaquelededicamoselChicoAzulyyo.—Diggs —se presentó haciendo una reverencia teatral que le quedó bastante
estúpida. Hope ladeó la cabeza para mirar al Chico Azul, momento que el magoaprovechóparaacercarseaellasinquenosdiéramoscuenta—.¡Abracadabra!—le
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gritó al oído, haciéndome viajar a través del tiempo y del espacio hasta el día delmalditocumpleaños,contodoslosglobosytodaslaslágrimas.
—Cabrón—espeté.Hopenoseinmutó,peroelChicoAzulretrocedióunospasos.—¿Estásloco?—Teníalamandíbulaapretadayunatisbodefuriaenlosojos.—Tranquilo—contestó Diggs, alzando las manos—. Solo quería comprobarlo
pormímismo.Megustaresolverlostrucos.—Noesningúntruco—dijoelChicoAzul,aunqueparecíaquenoselodecíaa
nadiemásqueasímismo—.Noesningúntruco—repitió.—Tehacostado—susurré.—¿Quépasa?—preguntóHope.Lapobrenoseenterabadenada.ElChicoAzulnegóconlacabeza.—Noesmagodeverdad,lamagianoexiste.—Puesclaroquesí—replicóella.—¿Cuántosañostienes?¿Cinco?—contestóelChicoAzul,molesto.—¿Puedeshacerquevuelvaaescucharpalabras?—lepreguntóHopealmago,
ignorándolo.Enrespuesta,Diggssefrotólasmanos,soplóydeellassalieronpétalosblancos.
Hopenopodíaestarmásmaravillada.Lomirabacomosi élmismo fuera lamagiacuando,derepente,unoshombresseacercaroncorriendo.
—¡Ladrón!—gritaron.DiggsleguiñóunojoaHope,plególamesitaconunmovimientorápidoysalió
corriendo.—¡Encantado!—sedespidiómientrascorríacalleabajoantelaestupefacciónde
HopeylasonrisadelChicoAzul.
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CAPÍTULO40Nosepuedearreglaralgoquenoestároto
HopehabíaleídomuchodesdequellegamosaSerendipity,buscandounaformadeescapardeloqueunavezpensamosqueeraunamaldición.SoloqueHopehabíacrecidoyyanocreíaencuentosdehadasnienbrujasmalvadas.Teníaquehaberalgomás.Unarazónlógica.Unaexplicación.Pasabatantotiempoentrelibrosyartículosquepenséque ibaaahogarseentre tantaspalabrasyaunasínoencontraba lasquebuscaba.
—¿Conoces a alguienquepueda ayudarme?—lepreguntóunanoche a JosephmientrasestetallabauntrozodemaderayHopeseperdíaentrelibrosquenoteníanningunarespuesta.
—¿Ayudarteconqué?—Conmiproblema.—¿Quéproblema?—¿Por qué puedo escuchar aMarianne, alChicoAzul y a ti pero no al resto?
Tienequehaberunmotivo.—¿Porquélagenteseenamoradeunapersonaentremillonesdeellas?¿Porqué
esaynootra?—Perolodeescucharnoesalgoquepuedaelegir—repusoHope.—Igualqueelamor.—Teestásriendodemí.—¿Dóndedeberíairunpájaroquesolopuedevolarcuandohayviento?—Joseph
siguiótallandolamaderaconlanavaja.Alcabodeunossegundosdesilencio,dijo—:AWellington.
—¿Dóndedeberíairyo?—Adormir,tevasaquedarciegadetantoleer.—Joseph.—Hope.Transcurrieron unos segundos en los que ninguno de los dos dijo nada. Fue
Josephquien rompióde nuevo el silenciomientras pasaba el pulgar por lamaderaparalimpiarla.
—Puedespasartelavidabuscandounmotivo,unporqué,unaexplicación,yhastapuedeque laencuentres.¿Yentoncesqué?¿Cambiaríaesoalgo?¿Seríamás justo?¿Seríasmásfeliz?
—Soloeselprimerpaso.—¿Elprimerpasoparaqué?
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—Paraarreglarlo.—Nosepuedearreglaralgoquenoestároto.—¿Cómosabesquenoestoyrota?—¿Cómosabesqueloestás?—Porquenosoycomoelresto.Lagentenormalpuedeescuchar.—Lo normal está sobrevalorado. —Joseph respiró hondo—. Verás, si tallase
cincuenta elefantes idénticos con sus trompas y después tallase uno sin ella,¿pensaríasqueestároto?
—Sí.—¿Porqué?—Porquenotienetrompa.—¿Yqué?—Quelosdemássítienen.—¿Yqué?—Nopuedeserunelefantesinotienetrompa.—¿Yesoquiénlodice?—Todoelmundo.—Todoelmundoseequivoca.Puedeserunelefanteopuedenoserlo.—¿Yquées?—Nolosé.Quenotengasunapalabraparaalgonoquieredecirquenoexista.Lo
único que significa es que debes seguir buscando y si no la encuentras, puedescrearla.
—Soyunelefantesintrompa.Joseph compuso unamueca, aunque tantoHope comoyo nos dimos cuenta de
quetrasellaseocultabaunasonrisa.—Solosidejasquelasdiferenciastedefinan.Puedesserunelefantesintrompao
un…—sequedópensativo—falente.Elúnicoejemplardefalenteconocidohastalafecha,todounhallazgo.
—Esonoexiste.—Ahorasí.
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CAPÍTULO41Losverdaderosmagos
—Notecree.—LavozdelChicoAzulsobresaltóaHope,quediounrespingoalsentirsualientopegadoalanuca.
—Nohagaseso.—¿Elqué?¿Vigilarlo?Eslomismoquehacestú.—SeñalóaDiggs,queenese
momento le lanzaba un beso en la distancia al mismo tiempo que una lluvia deconfetisalíadisparadadesumanga,cayendolentamentesobrenuestrascabezas.
—Nolovigilo.Sololomiro,comohacetodoelmundo.—Nosrobaclientela.—Esmuybueno.—Esunladrón.—¿NohasleídoRobinHood?—¿Tu cabeza también está hecha de madera? —le preguntó el Chico Azul
mientrasmemiraba.—Túnoloentiendes.—Erestúlaquenoloentiende.—ElChicoAzulsoltóunhondosuspiro—.Note
cree—repitió—, solo está intrigado.Dudo que ninguna chica haya intentado ligarconéldeunamaneratan…—laevaluóconlamirada—extraña.
—Noquieroligarconél—replicóHope.—Puesesoesloqueélcree.—¿Cómolosabes?ElChicoAzulseencogiódehombros.—Porque yo pensé lo mismo—lo dijo con una tranquilidad pasmosa que me
indignó.—Ligarcontigo.—Resoplé—.ComosiHopenotuvieranadamejorquehacer.—Haycosasmásimportantesenlavida,¿sabes?—leespetóHope.—¿Comoqué?—seburlóél.—Comopoderescuchar.—Enesoélnotepuedeayudar.—¿Ytúsí?ElChicoAzultardóunossegundosencontestar.Cuandolohizo,nohabíaniun
atisbodeburlaensumirada.—Quién sabe. A mí puedes escucharme. Tal vez no necesites a nadie. —La
maneraenquelodijomehizopensarquellevabatiempoplanteándoseesacuestión.Hopelomirabasincomprender—.Talvezsolose tratedequererlo,dequererlode
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verdad.Nolosé.Peroél—señalódenuevoalmago—novaahacerquevuelvasaescuchar.Noesesaclasedemagialaquenecesitas.
—¿Yquémagianecesito?El Chico Azul ladeó la cabeza. Luego suspiró y, a continuación, la cogió del
brazoysela llevódeallí.Hopenoprotestó, lacuriosidaderamásgrandequeella.Prontonosdimoscuentadequenoíbamosaningunaparte,solocaminábamosporlaextensaavenida.
—Miabuelamecontóquesiemprequemipadretocabalaguitarraparecíaqueyovolaba. Mi padre era mi mago. —El Chico Azul meneó la cabeza—. Era muypequeño y no me acuerdo de nada, pero sí recuerdo la voz de mi abuelacontándomelomientrasmeenseñabafotografías.Desdeentonces,cuandolasveomipadrevuelveaserunmagoymiabuelatambién.—SefijóenqueseguíasujetandoaHopeyenlugardeapartarlamanoladejóahí,comosiesefuerasulugar.Hopelemiraba en silencio, temerosa de que cualquier palabra pudiera alejarlos—.Cuandocumplí seis años, mi tía me sentó a su lado en el piano para enseñarme a tocarCumpleañosfeliz.Ellafuemimagoenesemomento.Ylovolvióasercuandocumplílossieteymeregalólaguitarrademipadre.—Mientrashablaba,acariciabalafundaconlamanolibrecomosilosrecuerdospudieranalimentarseabasedecaricias—.Eldíaenquemi tíadioa luzasuprimerhijoyvi lacarademi tío,supequeellasehabíaconvertidoenmagotambiénparaél.
»Loque tequierodeciresque todossomosmagos.Todos,sinexcepción.—Lamiróconunasinceridadquemeturbó—.Solotienesqueencontraraquiensepahacermagiapara ti.—Esbozóuna sonrisa—.¿Vesa esaniñadeahí?—Leseñalóaunaniña que lloraba porque el ala de su disfraz se había caído. Sumadre se agachó yconsiguiócolocarladenuevoensuespalda.Laniñanocabíaensídealegríacuandoselanzóasusbrazos—.Sumadreahoraessumaga.
—Megustacuandohablas—dijoHope,sorprendiéndonosaélyamí.ElChicoAzulmeneólacabezaconincredulidad.—¿Hasoídoalgodeloquetehedicho?—Yotambiéntengounmago,lollevoatadoamicintura.LosojosdelChicoAzulsedirigieronamí.Meruboricé,noporélsinopor las
palabrasdeHope.Loquemiamiganosabíaeraquedeexistirunmagodeverdad,nopodíaserotroqueella.
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CAPÍTULO42Loquenosepuedever
Haycosasquesevenasimplevista,bastaconprestaratención.Otras,encambio,solo lasves al cerrar losojos.Y,porúltimo, están lasque solopuedesver cuandonadiemásestámirando.
Pocos son los que suelen tenerme en cuenta tras el primer vistazo. Pero lanovedad,tardeotemprano,terminaporcaerenelpasadoporsupropiopeso.Dejodeimportar, inclusodejandeverme.Por esomismohevistocosasque jamáspodríasimaginar. Siempre he pensado que las personas son verdaderamente libres solocuandonadieestámirando.Ocuandocreenquenadieestámirando.La libertadnosiempreesdulceniliberadoranibonita.Enocasionesescruel,retorcidaysalvaje.
ConocílalibertaddeMarianneunamañanaenlaqueseencontrabasentadaenlacama de Hope, esperando a que esta regresara de hacer un recado. Yo estabarecostadoenelarmario,pero lapuertaestabaentreabierta.Atisbéaversuspiernasbalancearsesobreelsuelo,susdedoslargosacariciandolassábanasyunosmechonesdesucabello.Cuandosecansódeesperar,sacóuncuadernodecueroenelquesepusoagarabateardeprisamientrasmurmurabacosasquenolleguéacomprender.Ycuandotambiénsecansódeeso,lodejóaunladoyrespiróhondo.
—Cállateya,nopuedomás—dijo.Mequedéparalizado.¿Hablabaconmigo?Pormuchoquepasaranlosañosseguía
perdiendoelalientocadavezquecreíaquealguienpodíaoírme.Iluso.—No te estoy escuchando, eres un mentiroso. ¿Por qué iba a querer hacerme
daño?—Marianne se inclinó hacia delante y la vi frotarse los tobillos de maneracompulsiva.
—¿Marianne?—lallamé.—¡Cállate!—gritó,llevándoselasmanosalacabezaparamasajearselassienes.—¿Meescuchas?—insistí.—Novoyahacerlo—gimióella.Cogiósubolsoconbrusquedad,sacóunbotedepastillasqueresonóportodala
habitaciónysellevóvariasalabocadeunasolavez.Luegocerrólosojosyrespiróhondo.ComprendíenesemomentoqueMariannenohablabaconnadiemásqueconsuspropiosdemonios.
Pasaronvariosminutoshastaquevolvióaabrirlosojosycuandolohizo,girólacabezaaunladoymevio.
Nomegustólamiradaquemededicó.NoviaMarianneenellayesomeasustó.Echóunvistazoalapuertadelahabitaciónparacomprobarqueestábamossolosyse
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levantóparavenirhaciamíconunalentitudquemepusolospelosdepunta.Oícadacrujido de lamadera del suelo que se quejaba del avance deMarianne.Uno.Dos.Tres.Cuatro.Fuehorrible,porqueconcadaunoatisbabasusojos, lafrialdaddesumirada,laoscuridadqueanidabadentrodeella.
Elarmariochirrióymequedéaldescubierto,indefensoantelaqueunavezhabíasidoMarianne.
—Wave—dijoconvozgrave.Nosonriócuandoseagachóymeclavóunauñaenelpecho,deslizándolapormi
camisetahastadetenerseenlacosturademichaleco.Elcrujidodela tela tehabríahechoestremecer.
—Shhh.—Marianneacercósurostroalaoscuridaddelarmario.—Nohedichonada—contestémuybajito.Estabaverdaderamenteasustado.El dedo de ella continuó descendiendo por mi pecho unos centímetros más y,
comosialgohubiesellamadosuatención,memiróalosojosantesdetirarconfuerzade uno de los botones de mi chaleco. Me lo habría arrancado del todo si no mehubieracaídodebrucesalsuelo.
—Oh,no.—Marianneseapresuróa levantarmeymecolocódenuevosobre lacolchaenlaqueHopemehabíadejado—.Losiento.—Intentóqueelbotónvolvieraasusitio,peronohabíamanera.Necesitabaagujaehilosiqueríaarreglarlo—.¿Meperdonas?Novolveréahacerlo,teloprometo.
Yomehabíaquedadomudo.Mariannehabíavuelto,oesoeraloquesusojosmedecían.Entoncesmediounbesoenlamejilla.
—Seránuestrosecreto,¿vale?Con una sonrisa que no se parecía a ninguna de las que le había visto hasta
entonces,sealejódemíysaliódelahabitación.
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CAPÍTULO43Abracadabra
—¿Alguna vez has hecho una locura? —preguntó el Chico Azul mientrasdescansábamosenunbancodespuésdenuestraprimeraactuacióndeldía.
—Seguroquetienesalgunapreparada.—Québienmeconoces,Dilly.Heestadopensandoycreoquetengolasolución
paratuproblema.LamiradadeHopeseiluminó.Yoprestéatención,estabaintrigado.—Verás, es sencillo. Solo necesitamos una máquina de clonación y a mí. Me
clonoamímismounmontóndeveces,poblamoselmundoconmisdoblesypodráshablarcontodosellos—argumentósinpodercontenerlarisa.
—¿Deverdaderestanidiota?—quisesaber.ElChicoAzulseguíariéndosecuandounavióndepapelaterrizóaunosmetros
de nosotros.Hope se volvió hacia la derecha paramirar en la dirección de la queprovenía. Sonrió al descubrir almago contemplándola desde la distancia, que hizounareverenciaconsusombreroyleguiñóunojo.
Hope se agachó para recoger el avión y en elmomento en el que desplegó elpapel,larisadelChicoAzul,asícomotodoatisbodebromaensurostro,cesó.
«A–B–R–A–C–A–D–A–B–R–AA–B–R–A–C–A–D–A–B–RA–B–R–A–C–A–D–A–BA–B–R–A–C–A–D–AA–B–R–A–C–A–DA–B–R–A–C–AA–B–R–A–CA–B–R–AA–B–RA–BA
Quelaspalabrasseantuamuleto.Diggs».
Cuandovi lacaraquepusoHope,supequetampocoibaa librarmedeél.NoteníasuficienteconeldichosoChicoAzulqueahoratambiénteníamosunmagoladrón.
ElChicoAzulseinclinóparaintentarleerloqueponíaperoellasellevólanotaalpecho.
—¿Llevadentrounconejoblancooalgoasí?—preguntóél.—No,tienealgomejor.—¿Elqué?
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—Noloentenderías.—Locorroboro—añadí.—Meinfravaloras—señalóelChicoAzul.—Meloponesmuyfácil—aseguróHope.—Notelocreastanto—musitóélantesdealcanzarsuguitarrayponerseatocar.
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CAPÍTULO44Decharcoencharco
—Hoynovamos,Wave—anuncióHopeelsábado.Asomadaalaventanadesuhabitación, contemplaba la lluvia con un brazo extendido, viendo cómo las gotasresbalabanporél.
—Meparecebien—contesté,puesnomehacíaningunagraciapasarmeeldíaenremojo.
Doshorasdespués,traslimpiarlasalayrevisarbutacaabutaca,comosideellodependieraqueelsolsaliesealdíasiguienteo,mejoraún,quelalluviacesara,Hopebuscabaalgunaexcusaparasaliralacalleycomprobarquenopodíalucharcontralanaturaleza.
—Síquevamos—meavisóunadelasveces.Nodijenada.¿Paraqué?Pormásvueltasquelediera,estabasegurodequeya
había tomado una decisión. Así funciona el cerebro humano. Duda y duda y creetenerensusmanoselpoderdecambiardeopinióncuandoyasehaaferradoaunaidea. Hope iría, porque así lo había decidido. Y ni la lluvia ni las dudas podríancambiaresehecho.
—¿Creesqueestaráallí?—¿Quién? ¿ElChicoAzul? ¿Elmago? ¿Lamimo?—pregunté.Acostumbrado
comoestabaaquefuéramosellayyo,todavíanomehacíaalaideadeestarrodeadodetantagente.
AntelaatentamiradadeJoseph,quefingíaquerellenabaunosdocumentosdesdeelmostrador,Hope atravesó la puerta principal y se detuvo enmedio de la acera,ajenaalospocostranseúntesconinmensosparaguasquelaesquivabanconungestodeirritación.
—Claro que estará, siempre está. —Hope cerró los ojos y dejó que la lluviaacariciarasurostroyelmío.
No tuve dudas de a quién se refería. Me resultaba extraña esa capacidad quetenían los humanos de crear lazos invisibles cuando el tiempo en ellos era tanefímero,cómounapersonapodíapasardeseruncompletoextraño,unenigmaentreenigmas,aunindispensable.
—Iremos—decidiótrasunossegundosyestavezsuvozsonómásdecidida.Suspiré. Odiaba el tacto del agua sobre mi madera, porque por mucho que
despuésmesecaran,lahumedadsequedabaahí,impresaenmicuerpodurantedías.Avecesni siquiera se iba, solomeacostumbrabaaella.Aunasí,nomequejé.No
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podíanegar la transformaciónquehabíasufridoHopedesdequehacíamosaquellasexcursiones,demodoqueaceptabasufelicidadcomopartedelamía.
—Necesitaremosunparaguas—leinformé.Comosimehubiera leídoelpensamiento, sonrió.Peronoeraamíaquien iba
dirigidasusonrisa.Eraunasonrisabuscadorademagia,nolamagiadeunmagodementirasinolamagiapura,laquetecambiacuandoloúnicoquehacesessentirelmundoatravésdeti.
Conunaalegríarenovada,Hopeentródenuevoenelteatroycasiselanzósobreelmostrador.
—¿Deverdadnomenecesitasparanada?—lepreguntóaJoseph.—Dudoquelatranquilidadvuelvaaestesitiohastaquenotemarches—gruñó
él.ElrostrodeHopesellenódefelicidad.Subimosparaquesecambiaraycogiera
unabrigoy,trasvolveradespedirsedeJoseph,quelaviomarcharconalgoparecidoalanostalgia,corrimoshaciaelautobúsquesehabíadetenidoenlaparada.
—Asínollegaremostarde—meexplicóHope.Sin prestar demasiada atención al autobús abarrotado,Hope encontró un hueco
libre en el que apoyarse, pegada a la ventana. En el pasado solíamos evitar losautobuses. Eran lugares hostiles en los que la gente se acercaba a Hope con laintencióndehablarporhablar,gentequesabiéndoseignoradasealejabadeellacomosihubiesecometidoelpeordeloscrímenesocomosisuextrañaenfermedadpudieracontagiarseporelaire.
Derepente,alguiennosaplastócontraelcristaldelaventanaalocuparunlugaranuestro lado. Levanté la vista para ver al intruso y ahí estaba el Chico Azul,inclinándosehaciaella.
—¿Enquépiensas?LosojosdeHopeseabrieronalavezquesuslabiossecurvaban.Hizoungran
esfuerzopornoapartarlamiradadelcristalparaqueélnovieraesoqueyopodíaver,lamezcladesorpresayalegríaquesehabíaexpandidodentrodeella.
—Cuandoeraunaniñaleteníamiedoaloscharcos—confesó—.Pensabaquesilospisabamecaeríadentrodeunmundoterribleyyanopodríavolverasalir.Hastaquemihermanomedijoquenodebíatenermiedo,quesolohabíaunmundodentrodeloscharcos,elmismoqueveíamosenlosespejos.Elmundodelrevés.
—¿Comolahistoriaquecontaste?—preguntóelChicoAzul.—Algoasí.AunqueentoncesyopensabamásenAliciaa travésdel espejo.—
Sonrió—.Dejédetenerlemiedoaloscharcosy,cuandomihermanosemarchó,cadavezquellovíasalíaalacalleymepasabahorassaltandodecharcoencharco.Estabasegura de que en algúnmomento había caído en el mundo del revés y que debíabuscar la manera de volver al otro lado, a mi verdadera vida. Allí estarían mihermano,ymispadres,yyopodríavolveraescuchar.
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—Tienesentido—musitóelChicoAzul,cuyamiradasehallabatambiénperdidaalotroladodelaventana.
Hopeladeólacabezaparamirarlo.—Nolotiene—repuso—.¿Ahoratededicasadarmelarazóncomoaloslocos?—¿Ydesdecuándotemolestaquepiensequeestásloca?—Nomemolesta—aseguró,aunqueniellamismaselocreyó—.Ydejadereírte
—leadvirtióaldescubrirlasonrisaqueseasomabaasuslabios.—Solosonrío.—Ya.—Amitíaleencantarías—confesóél.—¿Yesoporqué?¿Ellatambiénestáloca?—Unpoco—asintióelChicoAzul—.Diceserpsicólogaeinclusocobraporello,
peronomelotrago.—SusonrisaseensanchóyestavezHopeseladevolvió.—A lomejor ellapuedearreglarme—sugirió,volviendo lavistadenuevoa la
ventana.Élfueadeciralgo,perolaréplicamurióensuslabios.Meimaginéquéeraloque
queríadecir,quizáalgocomo«Nopuedesarreglar loquenoestá roto»o«Nohaynadaquearreglar,Hope»,conesavozrasgadaqueyameresultabafamiliar.
Ensulugar,loquedijofue:—¿Deverdaderaesoloqueestabaspensando?Hopecurvóloslabiosysupequeestabaesforzándoseparanomirarlo.—Ytú,¿quépiensasahora?—contestóellaconotrapregunta,aunqueyosabía
quelarespuestacorrectasería«Enti».—Enti—admitióélconunhilodevoz.Todosedetuvo—loscoches, el autobúsennuestraparaday lasmanecillasdel
reloj— cuandoHope alzó la vista paramirarlo. Lo sé, porque a pesar de no tenercorazón,losentícomositambiénsehubieradetenido.
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CAPÍTULO45Cuéntameunahistoria
CuandobajamosdelautobúsyllegamosalaAvenidaCollodi,nosdimoscuentadequeesesábadolacalleseríacasialcompletoparanosotros.Lalluvianosoloteníaelpoderdeahuyentaraunasimplemarioneta, tambiénpodíacon laspersonas,quepreferíanrefugiarseensuscasasoencentroscomerciales,sintiéndoseasalvoconuntechosobresuscabezas.
—¿Creesquehoyvendrá?—lepreguntóHopealChicoAzul.Élseencogiódehombros.—Supongo,esetíoescomounchicle.Unavezsepegayanadaconsiguequese
vaya—dijoconacritud.—Merefieroa lamimo—aclaróella,nosinantesesbozarunasonrisa—.¿Por
quétecaemal?—Estáceloso—contesté.—Nomecaemal.—ElChicoAzulvioqueHopeponíacaraescéptica,demodo
queañadió—:Nodemasiado.—Noloconoces.—Tútampoco.—Nopuedesentenderlo—murmuróHopealavezquepisabauncharco.Sinpoderevitarlo,lostresrecordamoslaconversaciónquehabíanmantenidoen
elautobús.Supongoque fueese recuerdoelque llevóalChicoAzulacambiardeactitud.
—¿Sabesqué?Tienes razón.A lomejor élpuedehacerlo, a lomejor sumagiapuedehacerquevuelvasaescuchar.Creoquedeberíamosbuscarlo.
Hopenofuelaúnicaquesequedódescolocadaantesemejantepropuesta.—¿Locreesenserio?ElChicoAzul,quehabíacomenzadoabuscarconlamiradaalmago,sedetuvo
enseco.CogióaHopeporambosbrazosehizoquesedieralavuelta,deespaldasaaquelloquequeríaocultarle.
—¿Importaloqueyocrea?—Elbruscomovimientomedejócolgandoaunlado,conlacabezagiradaenunánguloquehabríasidomortalparacualquierhumano.
—Eh,semevaacaerlacabeza—mequejé.—¿Importaonoimporta?—insistióélaladvertirqueHopeseguíamirándolocon
elceñofruncido.Estabaclaroquequeríaacapararsuatenciónygraciasalaposiciónenlaqueme
encontrabapudefijarmeenloqueestabasucediendo.Aunosmetrosdenosotrosel
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magodiscutíaacaloradamenteconunachicaderopasllamativasquereconocícomolamimo.Discutíancomosiseconocieran.
—Pues no —contestó Hope. Sin embargo, su afirmación no fue nadaconvincente.Hopenoestabahechaparalasmentiras,tampocoparaheriranadieconsuspalabras.Deserotrapersonahabríaactuadoconindiferencia,conburla,peroeraHope y en el fondo temía que sus palabras pudieran ser malinterpretadas, que laverdadquedaraatrapadaenese«no»—.Vale,sí,meimporta.Noséporqué,peromeimporta.
—¿Nosabesporqué?—ElChicoAzulesbozóunamediasonrisa.LaexpresióndeHopeseendureciómientrasyoescuchabaquelamimollamaba
almagocobardeyalgunacosamásquenollegóamisoídos.Nosécómolohacenloshumanos,peroparaunamarionetaesbastantedifícilestarendosconversacionesalavez.
—Nolosé.Loúnicoqueséesquesinomeimportaranoteescucharía.—ÉlselaquedómirandodeunamaneraquemehizoquerercogeraHopedelamanoysalircorriendo,comocorríaahoralamimo,lejosdelmago—.¿Qué?—espetócuandovioqueelChicoAzulnoteníaintencióndehablar.
—¿Noloves?Ahítieneslarespuesta.—¿Quédices?Notengonada.—Claroquesí.—ElChicoAzulestiróelbrazoymerecolocóen lacinturade
Hope.Si pensaba que le daría las gracias, lo llevaba claro—. ¿Sabes adónde va lamagialosdíasdelluvia?
—¿Adónde?—Alaplaya.—¿Yesoporqué?—Pues porque nadie se acerca—contestó él con una sonrisa. Aguantaba con
entereza lamanera en queHope lo evaluaba y esome hizo respetarlo un poco—.¿Vamos?—propuso.
—¿Alaplaya?—Siquieres,claro.Siloprefieres,puedesquedarteaquíybuscaratumago—lo
dijoseñalandoallugarvacíoenelquesegundosanteshabíaestadoeste.Luegoechóaandar,dejandoaHopeparalizadaenelsitio.
—¡Espera!—gritó ella cuando por fin logró reaccionar, corriendo tras él hastaalcanzarlo.
—Holadenuevo,Dilly.—Avecesnotesoporto.—Tarde,yahasdichoqueteimporto.—¡Nohedichoeso!—replicóella.Contodalanaturalidaddelmundo,elChicoAzullepasóunbrazoporencimade
loshombros,comosilohubieradejadocaerahíporcasualidad,yacercósurostroaldeellaparahablarlealoído.
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—Eh,¡esasconfianzas!—Cerrélosojos.Nopodíamirar.—Cuéntameunahistoria,Dilly.—¿Unahistoria?—Unahistoriadeverdad.—Todaslashistoriassondeverdad—repusoHope.—Nomedigas.—Telodigo.—Entoncescuéntameunadementira.
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CAPÍTULO46Unasorpresa
El día de mi no cumpleaños había llegado. Como todos los años desde aquelprimero, sentía una extraña excitación. Por un día, un día entero, yo era elprotagonista.Yesomegustaba,nopuedonegarlo.Peroesteañoeradiferente.YanoéramosHope,Josephyyo.AhoraestabaMarianney tambiénelChicoAzul,quienhabíapreparadounasorpresa.
Él.Unasorpresa.Paramí.Sí,amítambiénmesorprendió.Peroesdemalaeducaciónrechazarunasorpresa,
ymássiesasorpresaprovienedeunnocumpleaños.YahíestabaelChicoAzul,esperandoalotroladodelapuerta,dondeeltiempo
corríaajenoaloqueSerendipityescondíadentrodesusviejasparedes.Habíapasadocasiunasemanadesdeelsábadoenqueterminamosenlaplaya,Hopeyélconlospieshundidosenel agua,debatiendoacercade los lugaresen losqueescucharerainnecesario,comoelfondodelmar,yyorezandoparanocaermealagua.ElChicoAzul nos había acompañado hasta la puerta del teatro y, ahora que sabía dóndevivíamos, había tomadopor costumbre el plantarse delante de la puerta y llamar aHopede laúnicamaneraenquepodíahacerlo:silbandolacanciónquehabíadadocomienzoasuhistoria.
Élnuncaentraba.QuizáporqueveíaaquellapuertacomounodeloscharcosqueaHope legustabapisar, laentradaaunmundodelqueseguramenteyanuncamáspodría salir. Entrar o no entrar, una cuestión difícil. Lo entendía, cualquier serhumanosehabríaacobardado.
CadavezqueHopeoíasusilbidosacabamediocuerpoporlaventanaysonreíaalverlo.Luegomeatabaasucintura,bajabacorriendoysedespedíadeJosephantesdereunirseconélparahacerfrenteaunnuevodíaenCollodi.
Peroesedíaeldestinoeraotro,asíse lohabíahechosaberél lanocheanteriorcuandonosdejóenlapuertadelteatro.Teníaunregaloparamíynoveíalahoradesaberloqueera.
Hope,más emocionada que yo cuando oyó que el Chico Azul la llamaba,mehabía dejado en elmostrador con Joseph al percatarse de que con las prisas habíaolvidadocambiarsedezapatos.Cuando regresóymeatóa sucintura, le recordóaJosephqueMariannevendríaacenar.
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—Nolleguestarde—lepidióél,puesesanochehabíafunciónynoteníatiempoparaencargarsedelacena.
—Notepreocupes,soloseránunpardehoras.—HopesevolvióparacomprobarqueelChicoAzulteníalamiradaperdidaenalgúnpuntodelacalle.
—Podríaentrar—gruñóJoseph.—Creo que te tienemiedo—confesóHope en un susurro, como si él pudiera
oírla.—Quienalgoteme,algooculta.Hopesonrió.Sabíaquesolosepreocupabaporella.—A mí también me gustaría saber lo que oculta. —Soltó un hondo suspiro.
LuegoelevólascejasysequedómirandoaJoseph,esperandoalgo.—¿Vasaquedarteahítodoeldía?—Nolohasfelicitado.—Hopemeseñaló.—Lohehecho.—Apartólamiradayesofueloquelodelató—.Estanoche—
prometió.Ellaselodejópasar.—Telorecordaré—legritémientrasHopesalíadelteatroyseacercabaalChico
Azul.—¿Ybien?Élnopudocontenerunasonrisa.—¿Listos?—nospreguntó,mirándonosaHopeyamíalternativamente.Alverquepasabaunautobús,elChicoAzulnoesperóaqueHoperespondiera.
Ensulugar,lacogiódelamanoyechóacorrer.—Vamos,esemismonossirve.—Pero¿adóndevamos?—quisosaberHope.—Alaplaya.—¿Por qué a la playa?—me quejé yo—.No hay nada en la playa que pueda
sorprenderme.Notardéendarmecuentadecuánequivocadoestaba.El trayecto fuemuy rápido, apenas cuatro paradas y bajamos de nuevo. Era el
mismo lugar al que habíamos ido la vez pasada, muy cerca de un parque infantilhabilitadoen la arena, convallasde colores, toboganes, la tazaquedabavueltasyvueltas, los juegosdebalanceoenformadeanimalesy loscolumpiosoxidados.LamismaplayaalaqueíbamoscuandoHopeeraniña,perobastantealejadadelazonarocosa en la que se encontraba su casa. Ella lo agradecía y yo también. Ir allísignificabaenfrentarseaviejos fantasmasyHope todavíanoestabapreparadaparaello.
Desdelacalle,elChicoAzuldivisóalgoenelparquevacíoaesahoraysepusodelantedeHopeparaquenoloviera.
—Ahoratenéisquecerrarlosojos.Losdos—nosdijoalavezquemeseñalabaconundedo.
—¿Porqué?
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—Esunasorpresa.—Perosialfinallavamosaver,noserámenossorpresaporverlaantes,¿no?—¿Loscierrasono?—insistióél,irritado.—Vale —se rindió Hope cuando vio que él se había cruzado de brazos. A
continuacióncerrólosojos.Aunque hubiese querido no habría podido cerrarlos, de modo que tuve que
contenerme para no mirar hacia el parque. Yo también quería sorprenderme. Meconcentréenmirarloaél,queahoraseacercabaaHopeylacogíadelasmanos.
—Prométemequenolosvasaabrir.—Teloprometo—dijoHope.—Bien.ElChicoAzulnoscondujoporlaarenamuydespacio,hizoquenosdetuviéramos
para abrir la puertecilla que daba al interior del parque y siguió guiándonos endirecciónaloscolumpios.
—Todavía no los abras. —Le pidió a Hope que se sentara en uno de loscolumpios,sinsoltarsumano,yluegosecolocódetrásdeella.Yesperó.
Meesforcémuchopornomirar,pero losojossemeescaparonypudevera lamimo, justo delante de nosotros, que se ponía los guantes y sacaba algo de sumochila.ApartélamiradayviqueelChicoAzulsehabíaagarradoalascadenasdelcolumpioyacercabaloslabiosaloídodeHope.
—Hoynonecesitarásescuchar—lesusurró—.YWavetampoco.EllasevolvióhaciaelChicoAzulylosrostrosdeambossequedarontancerca
queapuntoestuvierondebesarse.Descubrílaturbaciónenlosojosdeél,queporuninstante—muybreve—lamiróaloslabiosyséquequisohacerlo,quecasiestuvoapuntodecubrirladistanciaquelosseparabaparabesarla.Séquepiensasquedeberíahaberdichoalgo,haberintentadopararlo,peronosepuededetenerunhuracán,delamismamanera queno se puedepedir a la lluvia que cese.Esas cosas solo puedendetenerse cuando son volátiles, cuando no despierta nadamás que un sentimientofrágil llevado por la curiosidad. Y yo sabía que habíamás, muchomás.Me dabamiedo,perotambiénesperanza.YsialgoqueríaparaHopeeraquenunca,jamás,lefaltaralaesperanza.Puedequeelchicofueseunentrometido,perotambiéneraunafuentedeesperanzaparaella.Ycontraesoyonopodía,niquería,luchar.
Sin embargo, contra todopronóstico, algo lehizocambiarde idea en el últimomomento.ElChicoAzulseapartóunoscentímetrosycomprobóquelamimoestabalistaylehacíaseñas.Laformaenqueseaferrabaalcolumpiomedemostrabaquenomelohabíainventado,quelehabíacostadoresistirse.
—Cuentahastacincoyábrelos—ledijoaHopeunmomentoantesdehacerqueelcolumpiosebalanceara.
Después,semarchósinmiraratrás.MientrasveíacómoelChicoAzulsealejaba,mientrasHopecontabaymientras
lamimopisoteaba el suelopara calmar losnervios,mepreguntéqué era loque lo
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habíadetenido.Sifueella,sifueélosifueunamezcladelosdosquienpusofinalaalgoqueaúnnohabíacomenzado.
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CAPÍTULO47Kafkaylamarionetaperdida
Mi regalo era una historia. Una actuación de Raven. El parque era todo suescenario y se notaba que había pasado tiempo en él, ensayando los pasos,aprendiéndosecadaunode los rinconesparaconocersus límitesy la libertadde laquedisponíaparamoverse.Sus ropas,queestavezconsistíanenun trajeoscuroydesgastadodepantalónychaqueta,merecordabanalasdeunvagabundo.
Los movimientos y gestos de Raven estaban acompañados por un enormecuadernodedibujoanilladoenelquehabíaanotadopartede lahistoriaquequeríacontar. Frases, palabras e incluso dibujos tan torpes que podrían haber pasado pormíos. Es difícil explicar cómo lo hizo, cómo desgranó lo que quería contar, lossentimientos allí escondidos, sin necesidad de articular una sola palabra.Hopemeabrazabaconfuerzaypercibísuestremecimientocomounaextensióndemipropiocuerpo.Lamimoreía,llorabaeinclusocantabasinnecesidaddehablar.Perolomássorprendentedetodoesquepodíamosescucharlacomonuncahabíamosescuchadoanadie.Aprendíesedíaquehaymuchasformasdehablar,decontarunahistoria,ynohaynadamásmágicoquecuandosehaceconelalmaycontodoelser;nocabenahílasdudas,lasmentirasnilosmalentendidos.
Era lahistoriadeunamarionetaqueundía fueolvidada enunparqueporunaniña. Una niña que, sin saberlo, había dejado de necesitarla. Al principio, lamarioneta se sintió frustrada, al bordede la desesperación.Sin embargo, conformepasaban las horas y el parque se iba quedando desierto, una extraña calma se fueabriendopasoenella.Ycomprendióquehabía llegadoelmomento.Con todas lasfuerzas que tenía, y con las que le faltaban, consiguió ponerse en pie y tomar sushilos como muchos otros lo habían hecho por ella anteriormente. Tras lo que leparecióun largoviaje llenodeobstáculos, sehizoconpapely lápizyescribióunacartaquedejódondehabíasidoperdida.Yseescondióbien,esperandoaquepasaralo que sabía que tendría lugar de unmomento a otro. La niña, su fiel compañera,regresó. Lloraba, desesperanzada, cuando encontró la carta. La primera demuchascartas.
Las lágrimas dieron paso a una sonrisa llena de más lágrimas, pero lo que lamarioneta vio en el fondo de los ojos de la niña le hizo comprender que no seequivocaba.Había llegado la horadepartir. Peroprimero tendría quedespedirse yesascartas,escritasdesupuñoyletra,eransumaneradehacerlo.
Dos semanas duró aquella insólita pero bonita correspondencia en la que lamarionetalecontabasusaventurasporelmundo.«Heaprendidoamanejarmishilos,
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pequeña.Nodebestemerpormí»,ledijoenunadesusúltimascartas,animándolaaque siguiera sus pasos. En la última de todas no escribió un «adiós», porque unamarionetanuncapodríadecir«adiós»alquehabíacargadoconsupeso,manejadosushilos,contantocariño.Solocuandolamarionetaviodesapareceralaniñaporúltimavez,saliódesuescondrijoyunalágrimasedeslizóporsumejilla,taninesperada,tanpesadaydolorosa,quesequedóallí,impresaparasiempre.
Sentíenesemomentoqueme inundabaundesasosiego inmensoenelcorazón,porquehablabademí.Nopiensesqueeraunahistoriatriste.Deserlo,noestaríaaquíahora. La marioneta encontró un nuevo hogar, al lado de otra niña que, para nosepararsedeella,lallevabasiempreatadaasucintura.
Raven me había regalado algo más que una historia; me había regalado unpasado.Ciertoesquenoseparecíaennadaaningunodemispasadosreales,peroloagradecí. ¿Importaba acaso que fuera inventado? Hope tenía razón. Todas lashistorias,todas,tienenalgodeverdad.Yesedía,eldíademinocumpleaños,aquellahistoria se me quedó grabada a fuego en el corazón. Era mía. Y ya nadie me laquitaría.
Cuandolamimoterminósurelato,Hopeaplaudióconlágrimasenlosojos.—EscomolahistoriadeKafkaylaniñaqueperdiólamuñeca—ledijo.Raven asintió, inclinándose en una reverencia para dar las gracias. Recordé
entonceslahistoriadelescritorqueJosephnoshabíacontadoantesdemudarnosalteatroycomprendíquelajovensehabíabasadoenellaparacontarlamía.Peronomeimportó.
—Ojaláalguienhubieraencontradoesascartas—añadióRaven,quenotardóendarsecuentadesudespistealverqueHopenolahabíaescuchado.
Guardóelcuadernoysesentóenelcolumpiolibre.—Gracias,departedelosdos—ledijoHope,apretándomecontraella.—Feliznocumpleaños,Wave—medijoRaven.—Gracias—lerespondí,nosinciertatimidez.Megustabaesachica.Acontinuación,sedigirióaHopeylehizounpardeseñasasuespalda.Hopese
volvió,peronovioanadie.Lamimoserascólacabezaypusocaradeestarpensandoatodavelocidad.Losojoslebrillaroncuandocogióelcuadernoquehabíausadoparasurepresentaciónyunrotuladorazulconelqueescribió:
«Leimportas».SeñalóellugarpordondeelChicoAzulhabíadesaparecido.—¿HablasdelChicoAzul?—preguntóHope.Lamimoasintió—.Antesnome
creía.Raven abrió lasmanos e hizo un gesto con los hombros para expresar que eso
dabaigual.«Yotampoco»,escribió.Mientraspasabalapáginadelcuadernoparaescribirmedicuentadequelavoz
deRavensíqueeraazul.«Loimportantenoesquetecreaono,loqueimportaesquequierahacerlo».
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—¿Deverdadcreesqueleimporto?—LavozdeHopeeraapenasunsusurro.Lamimoasintióconunasonrisa.«Poresoestoyaquí»,escribió.CuandovioqueHopesequedabamirandolafrase
sindecirnada,añadió:«¿Yati?».LasmejillasdeHopeseencendieron.—EstoytanacostumbradaaestarsolaconWavequeavecesnoséquédecirni
quéhacercuandoestoyconél.Sientoqueencualquiermomentopuededesaparecer.—MiróaRaven—.Ynomepareceríararo.Esmás,creoqueestoyesperandoaquelohaga—confesó.
Apesardelapintura,delafalsasonrisadelabiosrojosdelamimo,pudeverlaangustia al escuchar laspalabrasdeHope.Ymegustómás, porqueno era lástimasinounsentimientosincero,desinteresado,deayudarla.
«¿Quieres quedesaparezca?», le escribió la pregunta aunque todos sabíamos larespuesta.
Hopemeneólacabeza.Ravenlacogiódelamanoylediounapretón.—Entoncesdíselo—ledijoenvozalta.YHopenonecesitóqueseloescribiera,
loleyóensuslabios.
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CAPÍTULO48Matrioska
—Jaquemate—anuncióJosephhorasmástarde.—Pero bueno, ¡nomeha dejado llegar al otro lado!—se quejóMarianne, que
mirabaeltableroconimpotencia.—Pensabaquesabíasjugaralajedrez.—Claroquesé.—Nosoloesllegaralotrolado.—¿Yquées?—Estrategia, concentración—explicó Joseph con el mismo tono paciente que
usabaconHopecuandoeraunaniña.—Estoyconcentrada—aseguróMarianne.Hope disimuló una sonrisa. Había terminado de retirar los platos de la cena,
mientrasMarianneyJoseph jugabanunapartidadeajedrezenmediodelescenariodelteatro,quehabíaterminadotanrápidocomohabíaempezado.
YoloobservabatododesdelasilladiminutaqueJosephhabíahechoparaHopecuandotodavíaeraunaniña,yqueestabacolocadaentrelosdos.
—Estrategia—repitióél.—Séjugaralajedrez.Mipadremeenseñó—aseguróconorgullo.En ese momento Joseph ya había perdido la poca paciencia que le quedaba.
ColocólasfichasdentrodesucajamientrasasentíasinescucharniunosolodelosreprochesquelehacíaMarianne.MiréaHopeysupequeestabapensandolomismoqueyo.Loshumanosteníanlasuerte,yladesgracia,depoderelegircuándoescucharycuándono.Hopeeralaúnicaquenolatenía.
Frustrada, Marianne clavó los ojos en las últimas butacas del fondo y respiróhondo, como si tuviera que concentrarse para nohacer volar el tableropor toda lasala.Laoíamos susurrarpalabrasqueno llegabananuestrosoídos.Hopediounospasoshaciaellayestirólamanoparatocarla,peroalgoladetuvoamediocamino;unpresentimientodequetodosedesmoronaríasiseproducíaesecontacto.
CuandoMariannesecalmó,sacódesubolsovariasentradasymelaspusoenelregazo.
—Son para mañana—le dijo a Hope—. Hay una para tu Chico Azul, así notendrásquedarmeplantón.—Leguiñóunojo.
Hopecogiólasentradas.—Tambiénhayunaparausted—leexplicóMarianneaJoseph.Eltonodesuvoz
dejóclaroqueseguíaresentidaconél.
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—Gracias,perojamásleseríainfielaSerendipity.Marianneseencogiódehombros.—¿Vendrás?—lepreguntóaHope.—Sí—prometióella.Mariannecomprobólahoraenelrelojyenseguidaselevantó.—Tengoqueirmeya.Estaráfuera.—¿Te refieres a…?—Hope no terminó la frase, vio la respuesta en el gesto
esquivodesuamiga—.Teacompaño.—Cierrolasala—lesinformóJoseph,entregándomeaHope—,llévateaWave.HopemeenvolvióconunbrazoyacompañamosaMariannehastalapuerta.La
mirabadesoslayo,intentandoadivinarquéeraloqueestabacambiandoenella.—¿Estásbien?—lepreguntó.—Claro—contestóMarianne.Perotodossabíamosquenoeracierto.Mariannenoeralamismaquehabíamos
conocido.En realidad, nuncahabía sido lamisma.Era como si estuvierahechadecientosdeMariannesycadadíasemostraraconundisfrazdiferente.Recordéqueelmago con el quehabía vivido antes tenía unade esasmuñecas rusas horribles queescondíanmuchasotrasensuinteriorynopudeevitarcompararaMarianneconella.
—Teheechadodemenos—leconfesóHope.Últimamente,laamistadquecompartíansehabíavueltoendeble,inestable,como
lapropiaMarianne.ComprendíentoncesqueMarianne teníamuchoqueverconelhechodequeHopepensaraqueelChicoAzultambiénibaadesaparecerdesuvidatardeo temprano.Comosuhermano,comosuspadres.Era loqueestabahaciendoMarianne,desapareciendotandespacio,tandepuntillas,queapenasseadvertía.
LaexpresiónausentedeMariannemutócomo si sehubiesedesechodeunadeesasmuñecasquelacubrían.Surostroseendulzócuandolarodeóconlosbrazosylaestrechócontrasucuerpo,quelosdossentimosfrágilyquebradizo.
—Nomeheidoaningunaparte.—Seapartóparadarleunbesoenlafrente.Una sombra al otro lado de la puerta nos anunció que alguien nos observaba
desde el exterior. Estaba oscuro, salvo por la escasa iluminación de la farola, perograciasaellapudimosadvertirlafiguramasculina,imponenteporsupresenciaysutrajeimpecable,queesperabadeespaldas.
—Daunpocodemiedo—bromeóHope.Mariannesonrió.—Esunpirata—leadvirtióconunasonrisa.Acariciósumejillaylediounbeso
—.Sigoaquí—ledijoantesdemarcharse.YHope no pudo hacermás quemirar hacia la puerta y verlosmarchar.Él, un
piratatansolemneysegurodesímismo,podríacausarpavor.PeroeraMarianne,ysoloella,laquellevabaeltimóndesubarco.
—Porahora—susurróHopealanoche,deseandoquesuamigaestuvierabien.
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CAPÍTULO49Solounavez
Nadase repite.Ningúncumpleaños—muchomenosunnocumpleaños—eselmismodosveces.Unsuspironuncasuenaigual,eldolornuncasesientedelamismamanera.
Contodo,avecestieneslasensacióndeestarviviendounmomentoporsegundavez.Esamismanoche, pese a que nada tenía que ver con las anteriores, sentí queestábamos ahí, Hope y yo, como otras muchas veces, rogando silenciosamente alcielo.Talvez fueMarianneyelpesimismoquenosembargóconsumarcha.O talvezno.Perofaltabaalgo,minocumpleañosseacababaysentíaquefaltabaalgo.Medi cuenta de lo que era cuandomiré a Hope, queme tenía abrazado para que yotambiénpudieraverelcielo.Mefaltabasusonrisa,verlaesperanzareflejadaensurostro.
Quise decirle que no estuviera triste, darle un abrazo, prometerle que todo iríabien y escribirle tantas cartas como había escrito Kafka a la niña para ayudarla acomprender que la soledad pesabamenos cuando se afrontaba en compañía y quejamás volvería a estar sola.Mas no le dije nada; a veces las palabras no bastan, avecessoloel silencioescapazde llegardondenadamás lohace.Esoeraalgoquetambiénhabíaqueridodecirledesdeelmomentoenquelaconocí.
Suspiré. Aunque nome creas, aunque te parezca absurdo, mis silencios nuncaeranlosmismos.
Yaquellanoche,misilencio,quedecíatanto,fuerotoporunsilbido.Hopebajólamirada,sorprendida.—¿VasabajarotevasaquedaradmirándomedesdelaventanacomoJulieta?—
preguntóelChicoAzulconunasonrisasocarrona.Era evidente que no se esperaba para nada la visita, pues en lugar de protestar
Hope se apartó de la ventana y bajó al piso inferior, que estaba a oscuras. ConcuidadodenodespertaraJoseph,buscólasllavesyabriólapuertadelteatro.
—Entra.—Lehizounaseñalconunamano.Éldudó,miróhacialosladosyluegoledevolvióelgesto.—Ventú.—Notevamosacomer.—Esonopuedosaberlo—contestóconunamediasonrisa.Hopepusolosojosenblancoysalióalacalle,consupijamadegatitos.ElChico
Azularqueólascejasalcontemplarsuatuendo.—Vaya,quésexi.
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—¿Quéquieres?—preguntóella,irritada.Él compusounaexpresión seria, casi indiferente, aunque su rostrodejabaclaro
quetratabadecontenerlarisa.—Meolvidédealgo.—Seinclinóhaciamíymepusouncollarconunapiedra
rosaquenomepegabaparanada—.Felicidades,Wave.—Gracias,pero¿unapiedrarosa?Porfavor—mequejé.—Traebuenasuerte—meinformó.—Medaigual.—Mitíalasdejaportodalacasa.Levanesascosas.Yasabes…—Ahorasele
veíaincómodo,asíquenovolvíaprotestar.Mehabíaregaladounahistoriaaqueldíaynosoyundesagradecido.
—¿Solohasvenidoparaeso?—preguntóHope.—Sí, bueno.Yo…—Se pasó unamano por el pelo, todavíamás incómodo—.
Creoquedeberíairme.—Acabasdellegar.—Losiento,notendríaquehabervenido.Mehabría gustado taparme la cara con ambasmanos.Avecesno entendíapor
qué a los humanos les gustaba dar tantas vueltas.Hacen que la verdad parezca unimposible,casiunacarreradefondo.
—¿Porqué?—Hope tratóde ayudarloparaque se sincerara, perono era fácil.Tampocoloeraparaella.
—Daigual,¿vale?—ElChicoAzulsediolavueltaparamarcharse—.Mañanaterecojoalahoradesiempre.
—¡Espera!—seapresuróadecirHope—.Tútambiénmeimportas.ElChicoAzulsedetuvoenseco.Cuandosediolavuelta,vialivioensurostroy
algoquemeniegoadecirporquenomecorrespondeamíhacerlo.AhoraeraHopelaquemepreocupaba.
—LodeRavenhoy…—balbucióella—.Gracias.—EraunregaloparaWave—lerecordóél,acercándosedenuevoanosotros.—Ya.—Hopeesbozóunasonrisatímida.—Meequivoquécontigo,Dilly.—Ellalomirósincomprender—.Tedijequeno
sabíaloqueteníasquemedabafuerzas.Síquelosé.—Estiróelbrazoparaacariciarsumejillaconlosnudillos.Hopetragósaliva—.Esperanza—aclarócondulzura—.Séquecreesquetienesquearreglaralgoenti,peronoesasí.Elmundoestároto,estállenodecosasquenecesitanarreglarse.Perotú—abarcósurostroconlasdosmanos— eres lomenos roto que he conocido nunca.Ymientras conserves la esperanza,mientrascreasenella,habrátiempoparabuscarlodemás.
—¿Buscarelqué?—susurróHope.—Loquecreesquetefalta.HopemeapretócontrasucuerpoyagarróunadelasmanosdelChicoAzul.—¿Novasamarcharte?
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Élsacósumóvildelbolsilloparamirarlahora.—Deberíairme,sí—dijo,devolviéndoloasusitio.—Merefieroadesaparecer.—¿Tengopintadefantasma?—bromeóél—.¿Porquétendríaquedesaparecer?—Puesporquetodoslohacen.—Yonosoytodos.—ElChicoAzulacercóelrostrotodavíamásparapegarsu
frentealadeella—.¿Puedo?—lepreguntó.—¿Qué?—Hope alzó la vista—. ¿Besarme?—Nadamás preguntarlo, se puso
roja.—Hope, puedes subirme y encerrarme en el armario—propuse yo.De verdad
quenoqueríaveresascosas.ElChicoAzulseechóareír.—Cuandovayaabesartelosabrás—leaseguró,haciendoquesepusieratodavía
másroja.Loquehizoacontinuaciónmedejódescolocado.AmíyaHope.Conungesto
rápido,pasédelbrazodeHopealasmanosdelChicoAzul.—HoymellevoaWave.Debeserunrolloestarsiempreconunachica.—¡Nopuedeshacereso!—protestóella.—¡Porencimademimadera!—grité.—Asítendréunmotivoparavolvermañana.—ElChicoAzulleguiñóunojo.Hopeintentóforcejearconél,peronohubomanera.—MañanatenemosqueiraveraMarianne.Tengoentradas,nopodemosfaltar.
—Hopenomequitabalavistadeencima—.Tambiéntengoparati,siquieres.—¿Aquéhora?—preguntóelChicoAzul.—Alasocho.—Mañanaalasocho.Hasoído,¿Wave?Tenemostodoundíadechicos.Ysinescucharniunasoladenuestrasprotestas,elChicoAzulmellevóconél.Nopudehacernadaparaevitarlo.
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CAPÍTULO50Lapatriadeunamarioneta
Estuve pensando durante todo el camino qué era aquello que estaba sintiendo.Primero, mientras veía cómo Hope se hacía pequeña conforme nos alejábamos;después,cuandoempezóahacersegrandeenmisrecuerdos.
Nomecabíadudadequevolveríaaverla.Misencantoserannumerosos,peronocreíaquealguienhicieratodoeseteatroconelpropósitodeacabarraptándome.
Me faltaba una palabra para capturar el sentimiento que me embargaba. Elproblemaesquenoeracapazdeencontrarla;almenos,nolaadecuada.
Cuandocogimoselautobús,elChicoAzultuvolaamabilidaddesentarmeenelasientodeal lado. Intentóponermederechoperoyonoestabapor la labor,asíqueterminópordejarme ladeadosobreaquelasientoquedadasmisdimensionessemeantojabainmenso.Siemprefuiunrebelde.
—AsíqueWave,¿eh?—murmuróelChicoAzulysupusequelodecíapordeciralgo.
—Noeselmejornombredelmundo,peroesmío.—Escuriosatuamiga.—Meexaminódetenidamente.Yotambiénloexaminéaél.Habíadicho«amiga»,nodueñanipropietarianinada
que expresara posesión. Los humanos están obsesionados con poseer cosas y nosuelendarsecuentadequelascosasimportantesnopuedenserposeídas.Hopeyyoéramos amigos, iguales. Esa palabra sí que la tenía clara: amor. Y parecía que elChicoAzulloentendía.
—Muycuriosa—añadió,apoyándosecontralaventanadelautobús.—Hopeesextraordinaria—locorregí.Varias paradas después ambos estábamos sumidos en nuestros propios
pensamientoscuandoescuchamosunavozconocidaqueseacercaba.—Vayamierdadedía.ElChicoAzulniseinmutó.—¿Quéhacestúconeso?—preguntóDiggs.Seagachóparainspeccionarmeyun
momentodespuésmelevantódelsitioparasentarseél.¿Se conocían? Cada vez que el Chico Azul empezaba a molestarme un poco
menossucedíaalgoquehacíaquemearrepintieradeinmediato.—Lohesecuestrado—respondióél,arrancándomedelasmanosdelmago.—Supongoquepedirásunbuenrescate.—Suponesmal.
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—Yopediría unomuybueno.—Elmago elevó las cejas repetidamentey soltóunarisotada.
—Cállate,Diggs.—Últimamentepasasdenosotrosporestarconella.—Lodiceelqueleenvíanotitascomosiestuvieraenprimaria.—Cadaunotienesusmétodos.Túteconviertesensuguardaespaldasylerobasel
muñecoyyoleregalopalabrasylomásimportante.—Aver,sorpréndeme.—Miencantonatural.ElChicoAzulseechóareír.—Como te acerques a ella te corto las manos —lo dijo con la risa todavía
prendidaensuslabios,consiguiendoquesuamenazadieramásmiedotodavía.—Yamequedóclarolaprimeravez.—Porsiacaso.—LasonrisadelChicoAzulsehabíaesfumadodeltodocuando
volvióamiraratravésdelcristal.MeestabapreguntandosielChicoAzulqueríaposeeraHope,quefuerasuya,y
si de verdad pensaba que tal cosa era posible, cuando di con la palabra que habíaestadobuscando.Nostalgia.SentíanostalgiadeHope,quesehabíaconvertidoenlaúnica patria que conocía. En mi hogar. En ese lugar al que siempre piensas enregresar.
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CAPÍTULO51Hedgehog
ElChicoAzulvivíaenunazonaresidencialdondelascasasseparecíanentresí.Su casa era una casa de verdad y me sentí un poco extraño. Hacía años que noentrabaenunacasadeverdad.Yasabes,consugaraje,sujardíndelanteroytraserobien cuidados, sus duendes en la entrada, el olor amadera de la chimenea…Perosobre todo, la vida que se respiraba dentro de aquella bonita construcción de dosplantas.JustoloquelefaltabaalaantiguacasadeHope.
Mealegrédequenolahubierasecuestradoaellatambiénparaquenopudieraverloquelehabíafaltado.
Nadamás llegarme subió a su habitación.Parami sorpresa, la estancia estabaordenada.Pulcramenteordenada, a decir verdad.Mepregunté si era unobsesodelorden,porqueniunsolocalcetínestabafueradesusitio.Teníavariosestantesllenosde cedés, discosdevinilo y aparatos que supuseque serviríanpara poner toda esamúsica.Recéparaquenoledierapordejarmesordo.
Solodoscosasllamaronmiatención.Laprimerafueunpóstercolgadosobrelacama queme puso los pelos de punta. Era de una chica—¿o un chico?No estoyseguro— con la cara blanca y ropas oscuras y tétricas, sentada o sentado en unaespeciedetronoconlaspiernasabiertasylosojosinyectadosensangre.Lasegundafueunretratoenlamesitadenochedeunniñosentadosobreunaguitarra.Asuladohabíaunjovendeojosgrisesquelosujetabaporlacinturaparaevitarquesecayera.CiertoesqueelChicoAzulhabíacambiadomuchodesdeentonces,perosucaraerainconfundible.
—Nooshepresentadoformalmente—dijoelChicoAzul,interrumpiendoelhilodemispensamientos.Habíasacadodelafundalaguitarraylacolocóapoyadaenelcolchón—.Hedgehog,esteesWave.Wave,estaesHedgehog.Probablementetengáismuchodequéhablar.Provenísdelmismolugar—expusoantesdedejarmeencimadelacama,conlaespaldaapoyadaenlaalmohada,asolasconlaguitarra.
Lehabíapuestonombreaunaguitarraynosoloesosinoque,además,pretendíaqueyohablaseconella.Sehabíavuelto loco.Mequedémirandoa laguitarraconsuficiencia;mimaderaerainfinitamentemejorquelasuya.
—Hola—lasaludé,soloporsiacaso.Nomegustabasermaleducadoyelhechode no conocer a ninguna guitarra parlante no significaba que no existieran.Mejorprevenirquecurar.
Encualquiercaso,esperabaque lanochepasaraprontoparapoderregresarconHope.Micorduracorríapeligrojuntoaesechico.
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Ya era tarde cuando él regresó a la habitación. Se sentó en la cama y cogió laguitarra.Tocómuydespacio,estavezsinpalabrasnicancionesnimediassonrisas.Soloélysuguitarra,elrasgardelascuerdasylamelodíaqueemanabadeellas.ElChicoAzulestabaencalma,comosilamúsicaloguiarahaciaunlugardondesoloellostuvieranacceso.
Entonces me di cuenta. Hedgehog sí que hablaba. Tenía vida propia y, por laexpresióndelChicoAzul,supequeHedgehogerasuHope.Supatria.Lomáscuriosoes que, en su caso, no conseguí averiguar quiénmanejaba los hilos y quién era lamarioneta.
Me habría gustado poder hablar conHedgehog, queme contase qué encerrabaaquelextrañochico,quéhabíadetrásdetodassuspalabras,quéhabíaenellugarmásremotodesuinterior.
Claroqueesonosucederíanunca.Su idiomaeradiferente;nohabíapalabrasopreguntas y mucho menos respuestas. Solo melodías que conseguían acelerarte elpulsooquetehacíanllorar.Supongoqueaquelextrañoidiomanoeraotroqueeldelossentimientos.
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CAPÍTULO52Niñosdepesadilla
Hopemedijounavezque laspesadillasmás terribleseranaquellasen lasque,aunsabiendoqueloeran,teencontrabasperdidoenlosconfinesdelsueño,luchandopordespertar,ynoerascapazdehacerlo.
En elmomento en el queme vi rodeado por dos niños que inspeccionabanmicuerpoymiropacomosinuncaanteshubieranvistoaunamarioneta,mevinoalamente la voz aterrada de la pequeñaHope después de haber vivido la peor de laspesadillas.Sentíqueporfincomprendíaaquésereferíaporquemeestabapasandolomismo.
Gritécontodasmisfuerzas,llaméaHope,alChicoAzuleinclusoleimploréaHedgehogquemesalvara,queapartaraconsumelodíaaaquellosniñosdemilado.Peronosucediónada.
Hiceloposibleporpensarenotracosa.EnHope,ensurostrosonriendo,ensuvozsoñadora,yesomeayudóacalmarme.
—CreoquelaropadeMaryPoppinspodríaservirle—comentólaniña.Mepasóunamanoporelpeloparadejaraldescubiertomirostro.Tenía losojosazulesyelpelo rubio y me recordó a una de las muñecas de porcelana que coleccionaba lamadredeHope.
Meentróelpánico.¿MaryPoppins?Penséquehabíaescuchadomal.—Esunchico,¿noloves?—ledijoelniño.Éltambiénerarubio,perosusojos
erangrisesylesacabaunacabezaalaniña.—Podríaserunachica.—Claroquenopodría,niña—repliqué,indignado.—Metemoqueesonolegustaríanada—aseguróelChicoAzul,entrandoenla
habitaciónyhaciendoqueunalivioseextendieraportodamimadera.—Teprohíbo que vuelvas a dejarme solo—balbucí comoun bebé asustado—.
Quierenmatarme.—Selevaacaerelbotón—dijolaniñaytiróunpocomásdemibotón.—¡Déjaloquieto!—gruñí.—¿Quéoshedichodeentraramihabitacióncuandonoestoy?—ElChicoAzul
sesentóamiladoymesostuvoparacolocarmesobreunadesuspiernas.Mesentíunpocomejorahoraqueestabaél.Máslevalíamantenermeasalvoo
delocontrariotendríaquevérselasconHope.—Losiento—sedisculparonlosdoscasialunísono.ElChicoAzulsuspiró.
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—OspresentoaWave.—Melevantóparaquequedaraalaalturadelosniños—.Wave,esteesmiprimoJamie.—Elniñomesaludóconunamuecaquemepareciódemuymalaeducación—.YellaesHannah.
Laniñaseacercóymediounbesohúmedoenlamejilla.Suspiré.Pensabaquenotendríaquevolverapasarporeso.
—Encantada,Wave.—Miróasuprimo—.¿Estuya?—Queesunchico,tonta.—Suhermanolediounempujón.—Eh, no te pases—lo regañó elChicoAzul, enun tonoquehizoque el niño
agacharalacabeza.Hannahlesacólalenguaasuhermano,aunquedesviólavistahaciamícuando
vioqueelgestonolehizoningunagraciaasuprimo.—Es el mejor amigo de mi amiga…—El Chico Azul se quedó pensativo—.
Dilly.—¿Dilly?—Jamiehizounamueca.—¿Comolacanciónquenoscantamamá?—preguntóHannah.ElChicoAzulquisoesconderlasonrisaqueseformóensuslabios.—Sí,eseessunombre.Alaniñaleentróunataquederisa.Meibanaestallarlosoídos.Suhermano,en
cambio,compusounamuecatodavíamásgrotescaquelaanterior.—¿Yporquélotienestú?—Lo he secuestrado —contestó el Chico Azul. Hannah dejó de reír como si
alguienlehubiesedadoalbotóndeapagado.Abriólosojosdeparenparyluegosecruzódebrazosamododereproche—.Nomemiresasí,tengounbuenmotivo.
—¿Cuál?—Wavees…especial.—Soloesunmuñeco—murmuróJamie.Sehabíacruzadodebrazosymemiraba
conaburrimiento.—Mocosoinsolente,notengonadademuñeco.—Esmásqueeso.¿Puedocontarosunsecreto?—ElChicoAzulbajóeltonode
vozparahacerseel interesante.Dehaberpodido,habríapuesto losojosenblanco.Losniñosasintieron,Hannahconmuchomásénfasisquesuhermano—.Nopodéisdecírseloanadie—insistióél.
—Teloprometemos,¿verdad,Jamie?Elniñoasintióconlacabezasindejardemirarnos.—MiamigaDilly—empezóelChicoAzul,perolamencióndelnombrehizoque
laniñavolvieraareírse,demodoquesedetuvoconungestosevero.Hannahsetapólabocaconlasmanos.—Perdón,yaparo.—Miamiganoescuchapalabras—confesóél.—¿Essorda?—preguntóJamie.—¿Porquétodospreguntáislomismo?—refunfuñé.
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—No,noessorda.Peronopuedeescucharpalabras.—¿Ninguna?—Hannahlomirabaasombrada.—Teloestásinventando—mascullóelniño.—Estoy hablando en serio —aseguró el Chico Azul con tanta firmeza que
ningunodelosniñosvolvióadudar.—¿Ysilehablonomeescucha?—preguntóHannah.—Probablementeno.Escuchaamuypocaspersonas.—¿Atiteescucha?—seinteresóella.—Sí.—¿Yporqué?—siguiópreguntandolaniña.—Nolosé.—ElChicoAzulseencogiódehombros—.PeroWavesíquelosabe.
Poresolohetraído,paraquemelocuente.—¿Qué?¿Tehasvueltoloco?—grité.—Esunmuñeco—dijoJamie.—Otravezconlomismo…—MiamigapuedeescucharaWave—confesóelChicoAzul.—Esoesimposible.—Jamiesoltóunarisotadainsolente.Eratanirritantecomo
suprimo.—¿Porqué?Nohaynadaimposible,¿verdadqueno?—EnlosojosdeHannah
descubríquemehabíatransformado.Yanoeraunamarionetaniunmuñeco,eraunservenidodelasprofundidadesdesuimaginación—.¿Loshasvistohablar?
ElChicoAzulasintió.—Todoeltiempo.SoloqueyonopuedoescucharaWave.—Nadiepuedehacerlo,esunmuñeco—repitióelniño,cansado.—Esporqueesmágico—dijoHannah.—Otímido—añadióelChicoAzul.—Oporquenoprestáisatención—añadióunavozdesdelapuerta.
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CAPÍTULO53Via
—Veoqueenestacasalaintimidadhamuerto—protestóelChicoAzulalveralareciénllegada.
—Mamá,miraquébonita—dijoHannah.Suhermanoresoplóaloírla,peroestaveznohizoningúncomentario—.SellamaWave.
Lamujerseacercó.Llevabaunvestidoturquesavaporoso,teníaelpelomáslargoquehabíavistonuncaylosojosigualdegrisesquelosdelniño.Mecayóbiennadamásverla.Habíaalgoenella,ensuformademirarteymoverse,quetehacíaquererestarcerca.
Sepusoderodillasdelantedemíparasaludarme.—Hola,Wave.YosoyVia.—Hola,Via—lecontesté.Comprobéqueapesardequesupeloysusojoseran
diferentes, compartía con su hija los rasgos afilados y una nariz pequeña perorespingona.
Loquemásmeintrigódeellafuequenomemirabacomoalguienmiraríaaunamarionetasinocomoalgomás.Mevianteellacomounacertijo.
—Vaya,Wave.Se tevaacaerelbotón.—Meacaricióel rostrocondulzura—.Eresmuyguapo.
Meruboricé.—Gracias,tútambiéneresmuyguapa.Me sentía extraño, fuera de lugar.No estaba acostumbrado a queme prestaran
semejanteatención,ymuchomenosaquesedirigieranamí.Teníacuatroparesdeojos,cuatro,inspeccionándome.Mesentíadesnudoy,porunmomento,laideadeserMary Poppins no me pareció demasiado descabellada. De ser ella, abriría miparaguasyecharíaavolar,lejosdeallí.SurcaríaloscieloshastaalcanzaraHopeynodejaríaquenadienosvolvieraaseparar.
Viadebiódeleermeelpensamientoporquemepusounamanosobrelapiernaylededicóunamiradasignificativaasusobrino.Luegosedirigióasushijos.
—Niños,losabuelososestánesperandoparacenar.—PeroWave…—empezóaprotestarHannah.—Cuando terminéis, pedidle a la abuela la caja de costura y arreglaremos el
botón,¿vale?—Eltonodesumadrenoadmitíaréplicas.Cabizbaja, la niña asintió y se marchó tras su hermano, que ya había salido
corriendo.
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Unavezsolos,ViasesentóenlacamajuntoalChicoAzulymecolocósobresuregazo.
—Asíquetuamiganoescuchapalabras.Éldejóescaparunlargosuspiro.Selevantó,sellevóunamanoalpeloycomenzó
a dar vueltas de un lado a otro por la habitación. Verlo hacía que sintiera unasensacióndemareo,comocuandomezarandeabanylacabezamedabavueltas.
—Nolesestabacontandoningúncuento,eslaverdad.—Para.¿Puedessentarte?Nohedichoquenotecrea.ElChicoAzul se detuvo y tomó asiento a su lado, apoyando los codos en las
rodillas.—Es igual.Yo tampoco lacreía,peroesverdad,¿vale?Noescucha.Nosépor
quéperonoescucha.—Peroatisíteescucha.—Mecontóqueescuchabaatrespersonas.—Ytúeresunadeesaspersonas.—Pues sí, peronoesqueme sienta especialpor eso.—Lamiradade su tía se
endureció—. Es unamierda, ¿vale?No sé qué hacer.A veces pienso que si no laescucharapodríahaceralgo,porque tendríaelobstáculoypodríaenfrentarmeaél.Peroasí…,mesientoimpotente.Noséaquétengoqueenfrentarme,nosédóndeestáelproblema.
—¿Desdecuándolepasa?—Nolosé,eraunaniña.—¿Ysuspadres?—Laabandonaron,creo.Aellostampocolosescuchaba.Via se quedó en silencio mientras jugueteaba con el botón deshecho de mi
chaleco.—A lo mejor no tienes que enfrentarte a nada—dijo al final. El Chico Azul
levantólavista—.Nolaconozcoperoporloquemecuentasnotienepintadeserunachicaquenecesitesersalvadapornadie.
—No quiero salvarla—aseguró él con un deje de indignación—, solo quieroayudarla.Peronosécómohacerlo.
—¿Por eso lo has traído?—Volví a sentirme observado y esta vez fuemuchopeorporquedistinguíunreprochequenohabíapodidoverhastaentoncesenlosojosdelChicoAzul.
—¡Yonotengolaculpa!—medefendí.—CreoqueWaveeslaexcusa.Mientraslotengaaélnonecesitanadamás.Ella
creequeseestáesforzando,peroalgomedicequepormuchoquelointentenohaynadaquesepuedahacerporqueenelfondocreequenonecesitaanadie.Creequeestábienasí.—EnloslabiosdeViaseformóunasonrisa.ElChicoAzulpusomalacara—.Silaconocierasnoteharíagracia.
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—Nomehacegracia—repusoella—.Sonríoporquenuncatehabíavistotomartealgotanenserio.Debedeserunachicamuyespecial.
Élselevantóotravez.Seacercóalaventanayapoyólasmanosenelalféizar.—Déjalo.Voy adarmeunaduchay a vestirme.Hequedado esta noche.—Era
unaclarainvitaciónaquesemarcharadesuhabitación,perosutíanosemoviódelsitio.
—Alomejor teequivocas.AlomejorWavesoloeselpilarque lasostiene,surefuerzo.—ElChicoAzullamiródesoslayo—.Notehasparadoapensarenlomásimportante.QuesinWave,todopodríadesmoronarse.Sinél,tuamigapodríacaerse.
Yesaafirmaciónmedejómásdesnudodeloquecreíaestar.LaspalabrasdeViamegolpearonenelpecho,justoenellugardondedebíaestarmicorazón,comosolounaverdadpodíadolerenelcorazóndeunhumano.
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CAPÍTULO54Lavidaessueño
—Siento haberte secuestrado, solo quería ayudar—se disculpó el Chico Azulmientras nos dirigíamos al teatro en el que actuabaMarianne—. ¿Crees queHopeestarámuyenfadada?
—Muchísimo.Peroteperdono.Cuando llegamos la gente ya estaba entrando, de modo que no fue difícil
distinguir a Hope entre los pocos que esperaban frente a la puerta. Llevaba unpreciosovestidoazulquelehabíavistopuestoenotraocasiónaMarianneyaunqueenellaparecíaelegante,enHopeeratotalmentedistinto.Salvaje,quizá.Creoquelosdospensamoslomismomientrasseacercaba:sielmarfueraunapersona,seríaella.
HopeseabalanzóhacianosotroscomounatormentaymearrancódelasmanosdelChicoAzul.
—¡Novuelvasahacerlo!—gritóalavezquemeabrazaba.ElChicoAzulseajustólachaqueta.Elsilenciofuesurespuesta.—¡Eresunidiota!—leespetóellaantesdedirigirsealinteriordelteatro.Con las prisas, apenas había podido fijarme en el teatro, pero el interior poco
teníaqueverconelviejocascarónenelquevivíamos.Nuestrohogarpodríacaberenlaentradadeaquel inmenso teatro.De ser cuentos,Serendipity sería labalsaen laqueTomSawyerysusamigosnavegabancomopiratas,yelteatrodeMarianneseríalaisladeNuncaJamás,conelbarcodeGarfioincluido.Eraunaconstrucciónamplia,antigua,perohabíaalgoquelahacíamajestuosa.Losaplausosallícontenidospodíanoírse a cada paso que dábamos, estampados en las paredes y en los espaciosinteriores,ocultosenlosrevestimientosdemadera,enlospalcosyencadaunadelasbutacas.
Hope tomóasientoyni siquierasedignóamiraralChicoAzulcuandoeste sesentóanuestrolado.
—Selepasará—lesusurré.LaobracomenzóconMarianneenelpapeldeRosaura,vestidadehombre,que
hablabaconunhombredeverdadmientrassedirigíanaunedificio.Inclusoconlasropasmasculinasqueocultabansufiguraestabapreciosa.Encuantoseacercaronalapuerta, ella y el otro hombre oyeron un ruido de cadenas. En ese momentoSegismundo,desdeelinterior,comenzóelprimermonólogoacercadesuspecados.Ycuando comprendió que no estaba solo, que alguien había escuchado sus palabras,intentómataraRosaura.Alfinal,paraalegríadeHopequepodríaseguirescuchando,leperdonólavida.
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CadavezqueMariannehablabaconvertidaenRosaura,aHopeseleiluminabanlosojos.Estabaansiosaporescucharla,porpoderentenderlahistoria.MeentristecióquenopudieraescucharmásquelaspalabrasdeRosaura,quenofueracapazdevivirlamaravillosa historia que allí se representaba. Durante el segundo acto, el ChicoAzuldebiódepensarlomismo,puesseacercóaellaparasusurrarlealoídoloqueSegismundoestabadiciendo.
¿Quéeslavida?Unfrenesí.¿Quéeslavida?Unailusión,unasombra,unaficción,yelmayorbienespequeño;quetodalavidaessueño,ylossueños,sueñosson.
Cuando terminó todos aplaudieron menos Hope, que no se movió del sitio.Permaneciómuyquieta,casiparalizada.ElChicoAzuldejódeaplaudirencuantosepercatódesuestado.
—¿Estásbien?Novolveréahacerlo.Waveestábien,mitíainclusolehacosidoelbotóndelchaleco.
Hopemeneólacabezaysaliódelteatrosinmiraratrás.ElChicoAzulnossiguió,ycorriótrasnosotrosencuantoHopeempezóunacarrerasinfreno.
—Dilly.—Hizoquesedetuvierasosteniéndolaporunbrazo.—¡Nisiquieramellamoasí!—Hopesesoltócomosielcontactolequemara—.
Túnome conoces de nada, no sabes nada demí.Y te llevas demi lado, como sinada,aloúnicoquenuncamehaabandonado.¿Noloentiendes?—gritó,fueradesí—.Nohepodidodormiren toda lanoche.Wavees lomásparecidoaunhermanoquemequedaytelohasllevado.Nosabesnadademivida.Solomehasescuchadocontarhistoriasqueenrealidadnuncahanpasadoyquenole importananadie.—Gruesaslágrimasresbalaronporsurostro.ElChicoAzullamirabacongestoserio—.Nosabesnada.
—Cuéntamelo—lepidióélenunsusurro.—¿Quéquieresquetecuente?¿Quelavidaesunamierda?¿Quieresquetediga
quecadavezquesonrío,oigounruidoenmicabezaquemedicequenoestábien?¿Quieres que te diga que odio a mi hermano, que odio a mis padres? ¡Os odio atodos!—ElChicoAzulseadelantóunospasosyHopereaccionógolpeándoleenelpechoconlospuños.Alprincipionohizonada,dejóqueellasedescargaracontraél.Después,sostuvolosbrazosdeHopehastaqueconsiguióabrazarla.
Laabrazó tan fuertequepenséque ibaa romperme,peroen lugardequejarmedeseéquelohicieratodavíamásfuerte,quelaabrazaracomonadiehabíaabrazadonuncaaotronadieyquetodassuspartesrotasseunierandenuevoeneseabrazo.
—Losiento—susurróelChicoAzulcontrasupelo.Hopemoqueabayllorabamientrashacíaunesfuerzosobrehumanoporrespirar.
Parecía como si fuera a ahogarse en sus propias lágrimas. Fue en ese momento
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cuando oímos la canción. El Chico Azul cantaba muy bajito Lavender’s Blue ycuando quise darme cuenta estábamos bailando. Bailábamos Lavender’s Blue enmediodelacalle,abrazados,conlossollozosdeHopecomomelodíadefondo.
Ypenséenlaposibilidaddequelavidafueraunsueñoyenquésucederíacuandodespertáramos.Ensirecordaríamosalgo,ensihabríamerecidolapenaositansoloquedaríaelecodepalabrasquejamásvolverían.Pensé,también,ensialguienhabíadespertadoalgunavez.
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CAPÍTULO55Elbesomásgrandedelmundo
Eltiempodejódecontar.Noimportabasihabíanpasadominutosuhorasoaquédía de la semana estábamos. Lo único que importaba era ese momento en el queHopedejóloscuentosdehadasyseenfrentóalarealidad.
Noshabíamossentadoenlosescalonesdeunatiendaquehacíahorasquehabíacerrado sus puertas. El Chico Azul apoyaba los codos en los escalones de atrásmientrasqueHopehundíalacaraentrelasmanos.
—Perdona.Noséquémehapasado.—Élguardósilencio—.Ahorasíquedebespensarqueestoyloca.
Mássilencio.Hopeasomólacaraparamirarloycomprobóqueteníalavistafijaenalgúnpunto
delacarretera.—¿Cuándo dejaste de escuchar? —le preguntó él. Hope volvió a esconder el
rostro—.Dicesqueno teconozcoyesverdad.Y¿sabesporqué?Porquenodejasquenadie teconozca,solodejasqueconozcantushistoriasyesoescomonotenernada.Noquierotushistorias,Dilly,tequieroati.—Ladeólacabezaparamirarla—.¿Novasadecirmenada?—Hopecontinuabasollozando—.Estábien,nohables.Novuelvas a pronunciar una palabra si eso te hace feliz, pero no conseguirás quemealeje.Nopiensoirmeaningunaparte.—Laobservóduranteunossegundos.Alfinal,suspiróyledijo—:Ganomuchomásdineroconvosotros.¿Quélocosealejaríadeunaminadeoro?
—Sinovuelvoahablar,noganarásnada.—ElquehablaesWave,túsoloeresundecorado.HoperioentretodasaquellaslágrimasyyoodiéunpocomenosalChicoAzul.—Mi hermano se suicidó —empezó a contarle Hope en cuanto consiguió
calmarse—.Yoeramuypequeñaynorecuerdotodoloquepasó.Loquesírecuerdoesqueunatardeentróenmihabitacióncuandoyoestabadibujando,sesentóenmicamaymepreguntósihabíaoídohablardelbesomásgrandedelmundo.Corríasuladoparaescuchar lahistoria.Siempre teníauna.Mesentéensu regazoymedijoqueelbesomásgrandedelmundoeramuypequeño,apenasunsuspiro.Queavecesinclusoera invisible.Medijoqueelbesomásgrandedelmundoera elqueestaballenodepalabras.Ymediounbesoenlamejillaqueapenasnoté.Loquesínotéfuela humedad. Estaba llorando. Cuando me di cuenta, mi hermano ya se habíamarchado.—Se aclaró la voz, estrangulada por los recuerdos—.Me asomé por laventanaylovifrentealmar.Recuerdoesaimagencomosilatuvieragrabadaafuego
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enmimente.Elsolempezabaaponerseyestabarodeadodesombras.Elviento leremovía el pelo. Se quitó los zapatos y semetió en el mar. Yome asusté porquerecordé que no sabía nadar. Cuando era niño estuvo a punto de ahogarse y desdeentoncesnuncahabíavueltoameterseenelaguaapesardequevivíamosfrentealaplaya.Siempresequedabaenlaorilla,escribiendoensucuaderno…,quizáporesome gusta tanto Marianne, porque cuando la veo escribiendo en su cuaderno mepareceverloaél.
»Alprincipiopenséqueestabaintentandoaprender.Perono.Seadentrótantoqueapenasloveía.Corríhacialaplayacontodasmisfuerzasyperdíunodemiszapatospor el camino.Cuando llegué no sabía qué hacer.Grité su nombre como una locaporque no conseguía ver dónde estaba.Memetí en el agua y nadé sin saber bienadóndequeríair.Solonadabayabríalosojosbajoelaguaparaversiloencontraba.Lasolasmehundíanycadavezqueconseguíasacar lacabezay respirarcreíaqueseríalaúltima.Penséqueibaamorirme.Gritéyluchécontraelmarhastaquealfinalconseguíllegaradondehacíapie.—Hopesesecólaslágrimas—.Nopodíadejardellorar.Noveíaamihermanoy soloescuchabaunpitidodentrodemicabeza.Mispadres tardaron en llegar. No pude enterarme de lo que decían, ni siquiera podíahablar. Me quedé sorda durante unos días por la presión del mar. No escuchabaabsolutamentenada.Después,cuandovolvíaescuchar,medicuentadelasuertequehabía tenidodenohaberlohechohastaentonces.Lagentehablabademihermano.Decíanquesehabíasuicidadoporqueerararo.Yomepreguntabaporquécreíanqueerararo.Eratímido,legustabanloschicosyFolktalesiemprehasidounpueblodadoalosmurmullos.Decíantantascosashorriblessobreél, inclusodespuésdemuerto.Nopodíasoportarlo.
Hope hizo un gran esfuerzo por contener los sollozos, que se hicieron másaudiblesalsentirqueelChicoAzulleacariciabalaespalda.
—Entonceslocomprendí.Nosesuicidó,laspalabraslomataron—afirmóHopeconsolemnidad—.Unanocheestabaenmihabitaciónyviunaestrellafugaz.Deseénovolveraescucharniunasolapalabra.Ysucedió,aunqueparezcamentira.Aldíasiguiente,cuandomedesperté,yanolasescuchaba.Durantelosprimerosmesesmispadresme llevaron a varios especialistas. Pensaban quemi sordera temporal habíavuelto,perotodoestababienyeracapazdepercibircualquierotrosonido.Despuésme llevaron a psicólogos que apuntaban muchas cosas en sus libretas y nosolucionabannada.Alfinalnohubonadamás,hastaqueconocíaJosephyaWave.
Por una vez, creo quemi rostro se contrajo en un gesto de angustia. Sentímimaderarestallandoytambiénsentíeldolor.Cualquieraquehubiesedirigidosusojoshaciamíhabríapodidoverlo,peroHopenomemirabayelChicoAzultampoco.
Esapartedelahistorianolaconocíaymesentícelosodequeellaselahubieraregaladoaél.
ElChicoAzulseacercóaellaylediounbesoenlafrente.Hopecerrólosojos.Así fue como vi el besomás grande delmundo y escuché todas las palabras que
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habitabanenél.
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CAPÍTULO56Nadieestásolo
AldíasiguienteelChicoAzulnoapareció.Durante las primeras horas no le dimos lamenor importancia.No siempre era
puntual. Estábamos seguros de que en cualquiermomento oiríamos su silbido. Sinembargo,una semilladeduda seplantóennuestro interiory la esperanzadeverloaparecersefuediluyendoconformelatardecaía.
HabíaperdidolacuentadeltiempoqueHopellevabapegadaalaventana.—Wave,¿túlohasoído?Alomejornoloheescuchado.—Nomehemovidodelsitio,Hope—lerecordédesdeellugardondeellamisma
mehabíacolocado:sentadoenlacama,conlaespaldarecostadaenlaalmohada.—¿Ysi ha ido aCollodi sin nosotros?Deberíamos ir—medijo al tiempoque
fruncíaloslabios,indecisa—.Perosivieneynoestamos…Noséquéhacer,Wave.Alfinal,nopudedetenerla.Mecogióysalimoscorriendoparacogerelpróximo
autobús.La calle estaba prácticamente desierta cuando llegamos. En las tiendas, los
dependienteshabíancomenzadoahacerlacaja,aburridosporlafaltademovimiento,einclusoalgunoshabíanpuestoelcarteldecerrado,dandoporfinalizadalajornada.
Los pasos de Hope se volvieron lentos mientras volvíamos a casa. Apenas sefijabaennada;suspensamientossehabíanmarchadoaalgúnlugarremoto,lejosdetodo lo que conocíamos. Fue el olor a pasteles lo que hizo que Hope desviara lamirada hacia la dulcería y, por pura casualidad, descubrimos almago salir con undónutalqueyalefaltabaunamitad.Ibacargadoconsusbártulos.
Hopeseaproximóaél.—Vaya,vaya.Miraaquiéntenemosporaquí.—LaformaenqueDiggslaevaluó
con lamiradanomegustó lomásmínimo.EntendíaporquéelChicoAzulqueríacortarlelasmanos—.¿Quieres?—dijodespuésdedarleotrobocadoaldónut.
—¿HasvistoalChicoAzul?—preguntóHopeabocajarro.Diggsenarcólascejas.—¿Hablamosdealgúntipodemutanteoalgo?Dehaberpodido,habríapuestolosojosenblanco.—Hayquesercortodeentendederas—murmuré.—ElChicoAzul—insistióHope.—Es verdad, que no puedes escuchar palabras.—El mago sonrió, como si la
preocupaciónquesepodíaverenel rostrodeHope lehicieraverdaderagracia.Lamiródearribaabajomientrasse terminabaeldulce.Luegoseacercóasucarayle
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hablódespacioparaquepudieraleerleloslabios—.AsíqueelChicoAzul,¿eh?—Chasqueó la lengua—. Me gustaría saber qué ve en ti. Tal vez si me dejasaveriguarlo…—Conunmovimientoágil, lepasóunamanoporelpeloyentoncesaparecióunarosaroja.
—Quéoriginal—ironicé.Hopemirólarosayalmagoalternativamenteyenseguidaseapartódeél.Larosa
fueapararalsueloyahísequedó,olvidada.—Nolohasvisto—determinó,másparasímismaqueparaelmago.Oí que algo se rompía pero no supe si surgía deHope, si tenía que ver con el
magoysus trucososiveníademímismo,dela impotenciadesaberquenopodíahacer nada por calmar la angustia que llenaba el corazón deHope.Me estremecí,porquecuando ledio laespaldaalmago, ignorandosus intentosporque regresara,tambiénpudeoírsusgritos;losdeHope.Claros,desgarrados.Gritabaenunidiomamudoquepocospuedenescuchar.Unidiomaquenacedelasentrañasysealimentadetodoloqueatrapaasupaso.
Duranteelcaminodevueltaalteatro,apie,Hopesemantuvocallada.Susmanosseaferrabanamicuerpocomoaunsalvavidas.
JosephtambiénescuchólosgritosdeHope,porquedurantelacenanolequitólavistadeencima.Tampocolohizocuandolavioentrarenlasalayderrumbarseenelescenario,contemplandoelcielodementira,salpicadodenubes,delnuevodecorado.
Preocupado como estaba, Joseph terminó por sentarse como pudo junto anosotros,albordedelescenario.
—La primera vez que te vi pensé que eras la niña más molesta que habíaconocido en toda mi vida. Nome equivoqué. Y ¿sabes por qué?—Lamirada deHopesedesvióhaciaJosephyenloslabiosdeestepudimosatisbarunalevesonrisa—. Porque verte es creer y esmuchomás fácilmirar hacia otro lado y darse porvencido. Llegaste a mi vida cuando ya estaba demasiado cansado, cuando estabadispuestoamirarhaciaotroladoydejarquelosdíaspasaransinmás.Cuandoviviryasoloconsistíaenrespirar.Ymeretaste.Medesafiasteaesforzarmetodoslosdías,a no rendirme, a intentarlo. —Los labios de Hope se curvaron de manera casiimperceptible—.Ahorasoyyoelquetedesafía.Teretoavivir,Hope.
Tras esas palabras, guardó silencio. Le dio tiempo hasta que estuvo preparadaparahablar,comohabíahechootrastantasveces.
Alfinal,Hopehabló.—Hayalgoenmíquenofuncionabien,Joseph.Nosécómolohago,perotardeo
tempranotodoterminaporestropearse.—AWaveloveodeunapiezayestástodoeldíapegadaaél.—Élesdiferente.—NiJosephniyonecesitamosquenosdijeraquesereferíaal
ChicoAzul.—Así que todo esto se debe a él —manifestó Joseph—. En realidad, es
exactamente igual. ¿Te acuerdas de cuando perdiste aWave en la playa? Seguiste
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buscándole.Noterendiste.Deesosetrata,deseguir,denorendirse.Mientrasnoterindasnohabránadaquepuedasestropear.Sirompesunvasoylodasporroto,estarároto;perosinoterindesybuscastodoslospedazosylosvuelvesaunir,dejarádeestarlo.Puedequenuncavuelvaaserelmismovaso,peroseguirásiendounvaso.
Hopearrugóelceño.—Nopuedobuscarlospedazosdeunapersona.—No,nopuedes.Peropuedesluchar,norendirteymantenerlaesperanza.—Avecescreoquetodoseríamejorsinosintieranada.—Puede que fuera más fácil, pero te aseguro que no sería mejor. Sería como
buscarel tapónquevacíaalmar.¿Yquéseríaelmar sinagua?Noquedaríanada,sololadesesperanza.¿Esesoloquequieres?Túeresvida,Hope.Teveoyveovidaenti.Eshoradequeaprendasahacerlefrente.
—Megustaríapoderdarlealatecladelossentimientosyapagarlotodo—siguióellasinescucharlo.
—Deberíassabermejorquenadiequehayquetenercuidadoconloquesedesea.—Llevotodalavidapidiendodeseosquenuncasecumplen.—No podrás saber si se han cumplido o no hasta el último suspiro. Hasta los
deseosnecesitantiempo.—Estoycansada—admitióHope.—Todosloestamosenalgúnmomento.Yestábien,nopasanada.Tienesderecho
aenfadarte,agritar,apatalear,arecluirteenunacuevayjurarquejamásvolverásasalir.Peronoolvidesqueestaremosesperandoaquevuelvas.Alfinal,siempresaleelsol.Tegusteono,noestássola.
Hope me acarició el pelo con tal ternura que fue como si respondiera a laspalabrasdeJoseph.
Élsediocuenta.—Wavenoessuficiente—ledijo.Y por primera vez desde que había entrado en su vida,Hope fingió que no lo
escuchaba.
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CAPÍTULO57Buscarunarazón
El día siguiente fue casi una réplica del anterior, con la diferencia de que noesperamostanto.Conunafirmedeterminación,HopedecidióquesinelChicoAzultambiénpodíamoshacerlo.
—Siemprehemossidodos,Wave.Lapenaquelahabíadominadoeldíaanteriorsehabíahechomenospesada.No
porquedolieramenos, sinoporqueHopeya erauna experta en lidiar con el dolor;sabíacómohundirlohacialasprofundidadesdesuserymantenerloahí,enelolvidomásabsoluto,mientrassearmabaconlasfuerzasquelequedabanparacontinuarconsuvida.Estabaacostumbradaalsufrimientoyloencajabaensuvidaporlafuerzadelacostumbre.Lahabíavistoactuarasíotrasvecesynomegustabanada.Sabíaqueeraantinatural.Eldolor,comomuchasotrascosas,sedebevivirytambiénsedebeliberar.Espartedesunaturaleza.Siseretiene,sisefuerza,llegaráunmomentoenelquesedesbordeyacabepordestruiraaquelinvadidoporeldolor.
Esofueloqueocurriócuandollegamosanuestrobanco.Unavezsentados,nosdedicamos amirar la vida que nos rodeaba, pero ni una sola historia salió de loslabiosdeHope.Noporqueno tuvieraningunaque contar, sinoporque sehallabanencerradasjuntoasudolor.
—Deberíamosvolver—medijocuandoyahabíaoscurecido.Yanosmarchábamoscuandoalguienladetuvoponiéndolelamanoenelhombro.
Alvolversedescubrimosaunachicadepelooscuro,conelrostrocubiertodepecas,alaqueningunodelosdosconocía.
Confundida,Hopenopudoevitaralejarseunospasos.—Soyyo—revelólachica,moviendolasmanos.Reconocísuvozymequedéatontadomientrasrepasabasusfacciones.Losojos
oscuros y achinados, la cara en forma de corazón que siempre llevaba pintada deblanco,loslabiosgruesos,ahoralibresdepintura.SetratabadeRaven.Denohaberhablado, jamás lahabría reconocido.Es increíble lomuchoquepuedecambiarunapersonaescondiéndosetrasundisfraz.
Ravenhizocomosisucorazónseleescaparadelpechoeintentaraportodoslosmediosrecuperarlo.LosojosdeHopeseabrieronenungestodesorpresa.
—Losiento,notehabíareconocido.Lamimo se apresuró a sacar un cuaderno y el rotulador azul de sumochila y
escribióenél:«Esperonohaberteasustado».
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—Tranquila. Es que…—Hope la miraba con los ojos bien abiertos—. No teimaginabaasí.Eresmuyguapa.
—Gracias—le contestóRaven con una sonrisa que poco se parecía a la de lamimoperocuyafuerzaeraaúnmayor;porqueeraella,sinmáscaras.
«ElChicoAzulestáenfermo»,escribió.En cuanto vio que el rostro de Hope había palidecido, Raven pasó la página
rápidamenteyañadió:Tranquila,esunsimpleresfriado.Pasólapáginaotravez:«Perotienefiebreynohapodidovenir».—Ah. Yo…—Hope se había quedado mirando la libreta como si las mismas
palabrasfueranlasquelehablaran—.Penséque…—Noterminólafrase.«Fuiabuscartealteatroperounseñormedijoqueestabasaquí».—Gracias.—Hopelededicóunasonrisallenadegratitud.«Élqueríavenir»,anotóenelcuaderno.—¿Creesquemeperdonará?—Ravencompusounamueca—.Pornocreerenél
—aclaró.Lamimoasintióconunasonrisayescribió:«Esdifícilcreerenlagente».—Yocreoenti—ledijoHope.«Ereslaúnica».Hopefueadeciralgomásperosequedópensativayseacercóaellaparadarleun
abrazo.Lamimo,quenoseloesperaba,permanecióinmóvilconlasmanosenelairemientrastratabadesostenerelcuaderno.
CuandoHopeseseparódeella,Ravenlesusurró:—Gracias.Sinembargo,escribió:«Tengoqueirme».Lavimosalejarsesinmiraratrásy,cuandonoquedódeellamásqueelrecuerdo,
regresamosalteatro.DuranteelcaminosentícómoeldolordeHopepocoapocoseliberabaycómo
otrosentimiento,unoqueconocíamuybien,ibasustituyéndolo.—¿Hasvisto,Wave?Tienegripe.—Sesuponequenodeberíasalegrarteporeso—repuse,puesporsutonoparecía
lamejornoticiadelmundo.NadamásentrarenSerendipity,Hopeseabalanzósobreelmostradorycomenzó
arelatarleaJosephcómohabíaidolatarde.—¿Laviste?EllaesRaven,lamimo.Noscostóreconocerlasinelmaquillaje.El
ChicoAzultienegripeyporesonohavenidoabuscarme.—Estupendo—murmuróJoseph.TambiénaprovechóparacontarlelomaravillosaquehabíaestadoMarianneensu
actuación, ya que en los últimos días no había tenido ocasión de decirle nada. Ymientrasdivagaba,ningunodenosotrosreparóenlafiguraqueseacercabahastaquelapuertaseabrióynosvolvimosdegolpe.
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Era el Chico Azul. Estaba hecho un desastre. Su rostro estaba pálido, tenía lanariz roja e irritada y llevaba abrigo y bufanda a pesar de que el día había sidobastantecaluroso.
—Hola—saludóapenassinvoz,mirandoa sualrededorcon incomodidad.SusojosrepararonenJosephehizoungestotímidoconlacabezaamododesaludoantesde dirigirse a Hope—. He intentado llamarte desde fuera, pero… —Señaló sugarganta.
DebíadesermuyimportanteloqueteníaquedecirparahaberosadointernarseenSerendipity.
Hopeseacercóaél.—¿Estásbien?—Perfectamente—aseguró con una sonrisa inmediatamente sustituida por una
tosbastantefea.—Mentiroso.Sindecir unapalabra, Joseph semarchó en silencio, dejándolos solos para que
pudieranhablar.—Siento no haber venido antes.Mis padres me han tenido secuestrado, habrá
sidocosadelkarma.Hetenidoquellamaramitíaysuplicarlequemetrajerahastaaquí.—ElChicoAzulmiróhacialacalle—.Meestáesperandoenelcoche.
—Noteníasporquévenir,Ravenmehaavisado.—¿Sí?Menosmal.—ElrostrodelChicoAzulsellenódealivio—.Llevotodala
tardeintentandodarconellaperonomecogeelteléfono.—Serascólacabeza—.Noqueríaquepensarasnadararo.
—¿Comoquehabíasdesaparecido?—Porejemplo.—Élevaluósurostro—.Dimequenolopensaste.—Nolopensé—aseguróHope,peroporlacaraquepuso,élsupoqueleestaba
mintiendo.—¿Quiéndelosdoseselmentirosoahora?—Tú,claro.ElChicoAzullamiróconunaintensidadquemehizoquererapartarlosojos.—Mentirosa—susurró.Ellaseencogiódehombros.Seleborrólasonrisacuandovioquelaexpresiónde
élnopodíasermásseria.—¿Porquémemirasasí?—Estoybuscandounarazón.—¿Paraqué?—Paranobesarte.—YantesdequeHopepudieradecirnadamás,semarchópor
dondehabíavenido.
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CAPÍTULO58Solomientrasduela
Haypersonasquenopertenecenaningúnlugar.Estánahí,puedesverlas,peroenrealidadestánmuy lejos.De ti.De todo.Lejos inclusodesímismas.Personasqueestándepasoporlavida.
Si aúnnosquedaba algunadudadequeMarianne eraunade esaspersonas, sedesvaneció al contemplarla entregada al piano, traspasando sus propios límites.Tocabaconunafuerzadesmedidaquelahacíaparecerfrágil.TalvezHopepudieratrasladarteaotrosmundosatravésdesushistorias,desuspalabras,peroMariannelohacía sin necesidad de ellas. Sus dedos se deslizaban por las teclas, notábamos eltormentoqueanidabaensuinterioratravésdelasnotasdesgarradas,deunamelodíaqueparecíanacerdelasmismísimasprofundidadesdelatierra.Ningunodelosdosentendimos todo lo que decía, pero nuestro pecho parecía sangrar por el dolor deMarianne,fueracualfueseeste.
En el momento en el que la pieza finalizó y Marianne detuvo sus manos,aporreando las teclas una última vez, fuimos testigos de cómo se derrumbaba.Primerolloró.Luegorioconlamismafuerzaquehabíaempleadoentocar.Nofueelllanto lo que nos asustó, sino la risa que se abría paso por los resquicios de aquelteatro.Unarisavacía,insondable.
Armándosedevalor,Hopedecidiósubiralescenario.Ofrecerlesumanofue loúnico que se le ocurrió para ayudarla. Quizá no sirviera de nada, pero tenía queintentarlo. Se adelantó hasta donde estaba su amiga y tomó asiento a su lado. Alverla,Mariannedejódereíryselimpiólaslágrimasconfuerza,borrandolashuellasdesudebilidad.
—¿Quieres aprender a tocar? —le preguntó la Marianne real, la misma quehabíamos conocido y que se esforzaba en actuar como un pilarmás en la vida deHope. Ahora sabíamos que no era real; habíamos visto con nuestros propios ojoscómosehacíaañicos,peroningunodelosdosdijounasolapalabraalrespecto.Cadauno se enfrenta a sus demonios de la manera que sabe y eso jamás podríamosquitárselo.
—Meencantaría—contestóHope,quesedispusoacolocarlasmanosenellugarenelquesuamigalepedía.
Aprendiólasteclas,siguióalpiedelaletrasusindicacionesy,duranteuntiempomuy valioso, las risas se llevaron cualquier sentimiento nauseabundo. Me sentíaliviado y contento al verlas juntas, unidas. Hope era capaz de espantar a losdemonios de Marianne y Marianne era capaz de sacar a flote lo mejor de Hope,
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aunquesusformasnofuesensiemprelasmásadecuadas.Encuantoamí,notardéenrelajarme,dejandodeladoelmiedoquehabíaempezadoasentircadavezqueteníacercaaMarianne.
—Tumúsicanoparecereal.—Esomedecíamipadre—musitóMarianne,sonriendoalrecuerdodesupadre.—Podríasserpianista.—No,nopodría.—Marianneacaricióeldocentralconlayemadeldedoíndice.—¿Crees que es verdad?—le preguntó Hope mientras contemplaba cómo los
dedosdesuamigajugueteabanconlasteclas—.¿Queelamorlocuratodo?—No.—¿Yporquéloparece?—Por lomismo que si te duele la cabeza y te doy una patada en el estómago
dejarádedolertelacabeza.Eldolormásgrandesiemprepredomina.Hopeselopensóduranteunosinstantes.—¿Merecelapena?—Solomientrasduela.—Creoqueamímeduele.—Esoesbuenaseñal.Enelamorloqueduelenoeseldolor.—¿Yquées?Mariannecerrólosojosysonrió.Cuandolosabrió,pudimosverlossueñosque
aguardabanenellos.Sueñosdeunsinfíndecoloresyformasquesololavidapodríatraducir.
—Lasganas, las ansias, la fuerza, tu cuerpoqueparecedemasiadopequeño, eltiempoqueparecedemasiadopocoylaspalabrasquenadiehainventado.Esoesloqueduele.
—¿Atitambiénteduele?—Hasta cuando tengo migrañas—aseveró, riéndose—. Y seguro que a él —
agregó, señalándome— también le duele, aunque sea de madera. Duele hasta loimposible,loquecreesquejamáspodríallegaradoler.
—Notienemuchosentido.—Nadaquevalgalapenalotiene.—Mariannelededicóunamiradacargadade
melancolía. De pronto la jovenMarianne se convirtió en una anciana, como si enlugardehabervividounaveintenadeañoscargaraconelpesodetodaunavida—.Mevaadolermuchoquenomeduelasmás.
—¿Quéquieresdecir?—Soyactrizenunacompañíaambulante,¿sabesloqueesoquieredecir?ElrostrodeHopepalideció.—¿Cuándo?—Enunassemanas.Tediríaquesigueenpielaofertadequetevengasconmigo,
peroalgomedicequevasaquedarte.Hopebajólamirada,confirmandosuspalabras.
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—Tevoyaechardemenos.—Todavíasigoaquí.—Yateestoyechandodemenos.—Yyoati,Hope.Yyoati—repitióantesdevolcarsedenuevoatocarelpiano.Hopesonrió,aunquesusonrisanolellegóalrostro.Seaproximabaelmomento
enelqueMariannedesapareceríadenuestrasvidasparasiempre.Cuántotiempoibaadolerfuelapreguntaquenosacompañócuandodejamosatrásel teatroycreímoshabersilenciadoaquellatristemelodía.
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TERCERACTO
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«—Pero¿quéhaydemivalor?—preguntóelLeón,impaciente.—Túeresmuyvaliente,estoyseguro—lerespondióOz—.Todoloquenecesitasesconfiarenti
mismo.Nohayningúnservivientequenosientamiedocuandoseenfrentaalpeligro.Elverdaderovalorconsisteenhacerfrentealpeligro,auncuandosetienemiedo.Ydeestaclasedevalortútienes
mucho».
ElmaravillosomagodeOz,LYMANFRANKBAUM
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CAPÍTULO59Atrapa-tristezas
Siempre volvíamos al mar. No importaba cuánto doliera, cuántos recuerdostrajeran lasolasconsigo,que siempreacabábamos regresando.Elporqué,no lo sé.QuizáporloquehabíadichoMariannedequeeldolormayoreselquepredomina.
Haycosasalasque,pormuchoquequieras,nopuedesdecirlesadiós.Cosasqueteacompañandurantetantotiempoqueacabanconvirtiéndoseenpartedeloqueeres.Hopesiemprefuemar.
Aquellatardetambiénregresamos.Nossentamossobrelaarenaycontemplamoscómo se reflejaba el sol sobre las aguas que tantas cosas se habían llevado. Porllevarsesellevaroninclusopalabras.
—¿Qué hace una chica como tú en un lugar como este?—comentó una voz anuestraespalda.
ElChicoAzul tomóasiento al ladodeHopey enterró lospies descalzos en laarena.
—Estásaquí—señalóella,aunquecreoqueloquerealmentedijofueotracosa.—Tú también.—ElChicoAzul cogió un puñado de arena con lasmanos y la
dejócaerlentamente—.Deberíasdejardeseguirme.—¿Lafiebretehaafectadoalcerebro?—Lomíovienedefábrica.—Esbozóunamediasonrisa—.¿Quéhaces?—Megustaveniraquíapensar.—¿Yenquépiensas?—¿Importa?Élsiguiójugueteandoconotropuñadodearena.—Mi tía suele decir que cuando alguien está triste de verdad le gusta ver las
puestasdesol.Soncomoatrapa-tristezas.—Lamiróydespuésdesviólavistahaciaelhorizonte—.¿Quétepasa?
—No sé nada de ti —admitió ella con un tono de voz que dejaba claro quellevabamuchotiempopensandoenello.
—Sabesloimportante.—Ni siquiera sé tu nombre. No puede ser tan malo.—Se quedó pensativa—.
¿Cornelio?¿Anacleto?¿Filemón?ElChicoAzulrompióareír.—¿Yquémedicesdeti?¿Pánfila?—Es…—empezóadecirHope.—Nolodigas—lepidióél.
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—¿Porquéno?—¿Cambiaríaesoalgo?Ningunodelosdosdijonadaduranteunossegundos,contemplandocómoelsol
comenzabaadescenderenundesplieguedecoloresvioláceos.—¿Aquéletienesmiedo?—preguntóHope.—¿Aquéno?—Nocambiesdetema.—Megustaelverde,elsieteylosmartes.Sisolomequedaseundíadevidame
emborracharía demúsica.No tengo pensado cambiar elmundo, ni siquiera sé quéquierohacerconmivida.Nomedamiedolamuerteperosí laspalomas,creoqueacabarán conquistándonos y ni se te ocurra reírte—le advirtió al ver la expresióndivertida de su rostro—.Esta cicatriz—dijo,mostrándole el codo—es de cuandoteníaseisañosymecaídelabiciyestaotra—seacercómásaellaparaquevieralacicatriz que tenía en la ceja— fue por bocazas. Podría pasar el resto de mi vidacomiendopizza.Sipudieratenerunsuperpoderseríaelderegalartepalabras.Yaquíviene lomás importante, lo único que necesitas saber: si solo pudiera escoger unrecuerdo,unoyningunomás,escogeríaeltuyo.
Susmiradaschocaronyamímeparecióqueelsoltardabademasiadoenponerse;quizáéltambiénsehabíadetenidoaobservarlos.
—Estabapensandoencuántotiempotardaráenvolver—musitóHope.—¿Quién?—Latristeza,supongo.Eldolor,lasoledad.—Notienenporquévolver.—Siemprevuelven.ElChicoAzulsemovióenapenasunparpadeo.Depositóunbesoenlafrentede
Hopeyenseguidaregresóasusitio.—¿Quéhaces?—quisosaberHope.—Pedirundeseo.—¿Enmifrente?Élseencogiódehombros.—Cadaunotienesupropiocielo.—Ahoramismomegustaríasabertunombre—admitióella.—¿Paraqué?—Parapronunciarte.—Te tendrás que conformar con esto —le dijo justo antes de cogerla de la
barbillayatraerlahaciaél.Sabía que ese día llegaría y me había imaginado tantas posibilidades que ni
siquierapodríacontabilizarlas.LoquenuncapenséfuequeelprimerbesodeHopeme dejaría hipnotizado, que no podría apartar lamirada y que algo enmi interiorsonreiría por ella. Si una cosa tenía el Chico Azul es que siempre conseguíasorprenderme.LabesócontantadulzuraquecreíqueHopedespertaría,queélerael
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príncipe que habíamos estado esperando, que las palabras regresarían y que yoterminaríaporconvertirmeenhumano.
ConelprimerbesodeHopecreíenlosimposiblesyenloscuentoscomonuncaanteslohabíahecho.
Creíquetodoseríaposible.
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CAPÍTULO60Sinpríncipesazules
ResultóqueelChicoAzulnoeraningúnpríncipe.Noséporquémesorprendí.Siemprehesidounrománticoyhedereconocerqueelbesoacabópordesarmarme.Creí.Peronohabíanadaenloquecreer.Soloeranunchicoyunachicabesándose,expresandoloquesentíansinnecesidaddepalabras.
Habríasidobonito,¿verdad?Mehabríaencantadocontartecómounbesolocuratodo,cómoborratodoslosmalesyhacedelmundounlugarmejor.Peronohabríasido real.Losbesosestán sobrevalorados.No tienenningúnpoder,donde reside lafuerza de los besos es en el sentimiento que los crea. Los besos son solo unaconsecuencia,unpuertoalquellegasdespuésdeunlargoviaje.
Dado que el Chico Azul no era príncipe, ni esta historia un cuento, el besoterminóynoocurriónadaextraordinario.
Loextraordinariovinodespués.Concretamente al día siguiente. Hope había estado soñando tanto que temía
olvidarsedelagravedadyecharavolarencualquiermomento.Nopongasesacara,podríahaberocurrido.Heaquíunademispreguntasfavoritas:¿quépasaríasiaunniño nadie le explicara lo que es el miedo? Probablemente saldría a buscarlo yacabaríacasándoseconunaprincesa,librandomilbatallasenlasquesiempresaldríavencedor.Laausenciademiedotevuelveinvencible,oesodicen.Tambiéncuentanquepuedematarte,perodeesomejornohablar.Loscuentoshandeterminarbien,almenoslosqueamímegustan.
LacuestiónesquecuandoregresamosaCollodi,Hopeestabatanextasiadaquecasi raptó a Raven de su sitio y la llevó al lugar donde solíamos contar nuestrashistorias.
—¿Quieresserunahistoria?—lepreguntó.RavenenarcólascejasyapuntoestuvodedeciralgocuandoHopedivisóaDiggs
alolejos,dirigiéndosealpedazodeaceradondesolíahacersustrucosdemagia,ycomenzóallamarlo.
Elmagosedetuvoenseco.MiróaHopeyaRavenconelceñofruncidoyvinohastadondeestábamosmovidoporlacuriosidad.
—¿Quépasa?—quisosaber.—Sehavueltoloca—contestóRaven.—¿Quiereshacermagiadeverdad?—lepreguntóHopeaDiggs,sinunápicede
duda.
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Unos minutos después, cuando llegó el Chico Azul y se los encontró a todoshablandoalavez,sediomediavueltaconintencióndeescapar.
—¡Niseteocurramoverte!—legritóHope.—¿Quélehasdado,tío?—Diggsnopudoevitarreírse—.Sehavueltolocadel
todo.—Sitequedassinmanos,podríasseguirhaciendotrucosconlospies.Esosíque
seríasorprendente—lecontestóelChicoAzul,desafiante.—¿Conlospies?—preguntóHope,quenosehabíaenteradodenada—.Vamosa
contarunahistoria.Heestadotodalanochepensandoenello.—EntonceselChicoAzultosióparanoreír,peroellaleignoró—.Quierohacerlo.
—¿Todosalavez?—LacuriosidadenelrostrodeRaveneranotable.—Yo me voy—informó Diggs. El Chico Azul lo agarró de la camiseta para
traerlodevueltaylepasóunbrazoporencimadeloshombros.Podríanhaberpasadoporgrandesamigosdenoserporsuscaras.
—Dispara,Dilly.—Wave y yo contamos nuestra historia, Raven la representa, Diggs hace los
efectosespecialesytútocaslamelodía.—¿Ycómovoyahacereso?Necesitoprepararmelostrucos.—¿Túnoeraselquedecíaquehabíaquevivirimprovisando?¿Oesquenoeres
losuficientementebueno?—lopicóRaven.El Chico Azul desenfundó su guitarra y se puso junto a la farola, su lugar
favorito. Raven le siguió por pura cabezonería, colocándose a nuestra derecha ydejandoelladoizquierdoparaDiggs,queseguíamurmurandolomalqueibaasalirtodo.
Hopesonrióalverlosatodosensusposiciones,alaesperadequeellalosguiaraensudisparatadaidea.
Piénsalounmomento.AlosoídosdeHopesolollegabanlaspalabrasdelChicoAzul,retazosdeinformaciónincompleta.Eralamenosindicadaparadirigiranadie,peroquizáporesotodosprestaronmásatenciónysiguieronsuspalabrasalpiedelaletra.
Empezóa contarunahistoriaqueyoyaconocía, lahistoria sobre la estatuadeFolktale. Y en esta ocasión pareció real, como si estuviera sucediendo en aquelmismoinstante.Ravenseconvirtióenunaestatuaquepocoapocoibacobrandovidabajolospétalosblancosqueelmagohizoaparecer,alcompásdelaalegremelodíaque tocabaelChicoAzul.Melodíaquese tornó tristeencuantoRavense tapó losojoseintentópalparelaire,mientraselhumoqueDiggscreabaibaenvolviéndonosatodoslosallípresentes.
Pudesentiruncosquilleodeemociónencadaunademisarticulaciones.Nosoloestabancontandounahistoria;tambiénleinsuflabanvida.Notardéendarmecuentadequenoerauncosquilleoesoque sentía sino lasmanosdeHopeque temblabanmientrassujetabamishilos.Ellatambiénestabaemocionada.
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Loqueaquellahistorianoshizosentirnohabíabesonipríncipeazulquepudierasuperarlo.
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CAPÍTULO61«Imagine»
Hayunacosadelpasadoquetardéencomprender.Esloquesucedecuandovivesa través de los demás, debes aprender de ellos y prestar atención para no perderdetalle.
YohabíaprestadomuchaatenciónaHope,digamosquemelasabíadememoria.Comprendíaquesupasadonuncaseborraríadeella,comonoloharíaniunosolodesusrecuerdos.HabíamuchascosasqueyanoestabanenlavidadeHope,comosufamiliao su infancia.Peroquenoestuvierannosignificabaquenoexistiesenynohay cosamás difícil que dejarmarchar aquello que ya no está.De algunamanera,Hopesehabíaaferradoasupasado,aunquefingieranohacerlo.¿Quecómo losé?¿Acasonoesevidente?LamismaHopeeraunapruebavivientedeello,elsonidodelas palabras que había perdido lo era. Ella fingía haberlo olvidado, que no leimportaba, que las heridas que había sufrido habían terminadopor sanar. Pero hayheridas quepormuchoque cicatricenpuedenvolver a sangrar con la fuerzadeunrecuerdo,unapalabraounamiradaquecreíashaberolvidado.
LamayorheridadeHopeeransuspadres.Surecuerdoestabaescondido,disueltoeneltiempo,arrinconadoenalgúnlugaroscurodesualma,hastaqueunaligerabrisalorescatódelolvidofingido—elúnicoqueexiste,enrealidad—ehizoqueeltiemposepararayempezaraaretroceder.
Latemperaturahabíadescendidounosgradosaquellatarde,peroesonoimpidióqueelsolnosacompañaradurantenuestrafunción.Hopehabíaaprendidoadejarsellevarjuntoaesegrupoextrañoquecadavezloeramenos.Lafuerzadesuvoznoshabíasorprendidoa todos, igualque la firmezadesusmanosalmanejarmishilos.Estaballenadevidayelsolsereflejabaensupelo,haciéndolobrillar.ElChicoAzulnodejabademirarla;atravésdeJohnLennonlainvitabaaunirseaélenunmundoutópicodondenohabíacabidaparaeldolor.
Imaginethere’snoheavenIt’seasyifyoutryNohellbelowusAboveusonlysky.ImagineallthepeopleLivingfortoday…Imaginethere’snocountriesItisn’thardtodo.
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Raven, con su traje azul, se movía como en un sueño y sorteaba todos losobstáculos que Diggs iba dejando a su paso. Durante un breve instante, me viobligadoadejaraunladomipapelparadetenermeamirarelconjuntoquehacíamosloscinco.Nomequedarondudasdeloqueeralamagia.Lacoreografíanoensayadaera una oda a la esperanza, un deseo profundo de encontrar ese mundo libre deataduras del que hablaba John Lennon. Y la gente que nos rodeaba buscaba unamaneradepartirhaciaeselugar.
Siunacanción tenía elpoderde serbalsa, era esa.«Imagine».Meenamorédeella,me laaprendídememoriay lacantécon toda la fuerzademispensamientos,esperandoquemispalabraspudieranalcanzaraHope,recordarlequenohabíanadamásvivoquelaimaginación.
Perolacanciónllegóasufin,yconella,lamagiaquehabitabaensumelodía.Fueentoncescuandotodosetorció.Lagentenosfelicitabaporlaactuaciónynosloagradecíaconsusmonedas.Yolosviprimero.Notementiré,mecostóunossegundosreconocerlosrostros
queseacercabanconunasonrisa.Jamásloshabíavistosonreíryquizáporesomepareció un gesto atroz, fuera de lugar. Pero eran ellos yHope también los vio.LosupeencuantoelChicoAzulseapartódesucampodevisiónysequedótanquietaytanpálidaqueduranteunossegundospenséquenosharíamosinvisiblesoqueHopeseromperíaenpedazosquetardaríaunaeternidadenvolverajuntar.Notésuslatidosreverberarportodoelcuerpo,sumiradadetenidaenelniñoqueseacercóadejarunamonedaparacorrerdespuésjuntoasumadre.
Ningunodelosdosnosreconocióysilohicieron,nolopareció.Peroteníanquehaberlo hecho; aunque Hope había cambiado con el tiempo, yo seguía siendo elmismo. Tuvieron que reconocernos y, sin embargo, no vimos una solamuestra deello.
Tan repentinamentecomohabíanaparecidosemarcharon,ajenosa laheridadeHope,quesangrabacomonuncalohabíahechoantes.
Todossedieroncuentadequealgosucedía,peroningunopudoevitarqueHopeecharaacorrer,lejosdesuspadres,deCollodiydesupasado,conlavozdelChicoAzulpegadaasuespalda,pidiéndolequeloesperara.
SiHopehabíadejadodeescucharporcompletoosi loúnicoquepretendíaeracorrerhastaquetododesaparecieranolosupehastamediahoradespués,cuandonosdetuvimosenlazonarocosadeaquellaplayaquetanbienconocía,muycercadelacasaquejamáspenséquevolveríaaver.
El Chico Azul nos había seguido muy de cerca, dejándonos distancia, y solocuandoHopesederrumbósobre las rocasen lasqueunavezmehabíaperdido, sesentóanuestroladoencompletosilencio.
Pasaronvariosminutoshastaqueleoíromperelmurmullodelasolas.—Dimealmenosdequéhuíamos.—Delpasado.
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—Paraesonohacefaltacorrer.—Soyunmonstruo.ElChicoAzulhizoademándeaproximarse,peroHopeseloimpidió.Necesitaba
esemomentoparaella.—¿SabesqueCarlosVI,reydeFrancia,senegóaquelagentelotocaraporque
pensabaquepodíanromperlo?—comentóél—.Creíaqueeradecristal.Pasabahorastumbado,inmóvil,creyendoqueibaaromperseencualquiermomento.
—¿Quélepasó?—¿Tengopintadehaberestadoallí?Yoquésé,peroseguroquenoserompió.—Notengomiedo,siesloquepiensas.—¿Yquétienesentonces?—Nolosé.—Tienesunailusióndecristal,Dilly,comoelreyese.Aunquecreasquepuedes
romperte,noloharás.Soloesunailusión.—Duelemuchoparaserunailusión.—¿RecuerdascuandovisteaDiggsporprimeravez?Parecíaunmagodeverdad,
peronoloes.Solotienesquedescubrireltrucoparaquenoduela.Hopesequedócallada,contemplandoelmar.ElChicoAzulserecostóhaciaatrás
comopudo,dejandoquelasolasquerompíancontra lasrocasse llevaranpartedeldolor deHope.Al cabo de un rato escuchamos que empezaba a cantarLavender’sBluey,comosifueraunaestrofamásdelacanción,enelrostrodeHopesurgióunamediasonrisadeentretodasaquellaslágrimas.
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CAPÍTULO62Laniñaquenoqueríairse
Cuando llegamos a Serendipity, Hope aprovechó que la sala estaba vacía pararefugiarseenella.Seacostódeespaldasenelsuelodelescenarioconlosojosbiencerradosyallí sequedó,quieta,enpausa, refugiadaenun lugaralqueyono teníaacceso.
Mehabríagustadohaceralgoporella.Romperalgo;algocomolaspalabras,eltiempo o el pasado. Quebrarlo hasta que Hope estuviera liberada de sus ataduras.Soloentoncespodríacomenzaravivirdeverdad,dejandoatrásellugarqueunavezhabía creído abandonar, como si la distanciabastase, quitandodel camino aquellaspersonasqueyanoestaban.
Lamentablemente, lo único que pude hacer fue aferrarme a su cintura y desearque la rigidezdemicuerpo le recordaraqueestabaahí, conella,yque siempre loestaría.
SolomequedabaJoseph.Élpodríaregalarlelaspalabrasjustasquelasacaranaflote. Entró en silencio, como un fantasma, y solo yo, que tenía buen oído, pudecaptar su presencia. Lo vi detenerse junto al escenario,mirar aHope como nuncaanteslahabíamirado.Dentroyfueradeella,buscandoaesaniñaquenoqueríairse,extirparlade su interiorparadaralientoa loquequedaba.Lovicerrar losojosuninstante…,uninstantededudas,demiedos,delquebuscallenarsedetodoelvalorquetieneyquesabequevaanecesitar.
Untemblorhizocrujirmimaderaalcomprenderquenadaseríalomismotraslaconversaciónqueestabaapuntodetenerlugar.Ytuvemiedo.PorHope,porJosepheinclusopormímismo.
—Hope—lallamóenvozaltaparahacersenotarmientrassubíalasescaleras.—Noestá—contestóellasinabrirlosojos.Josephsedetuvoasulado.—¿Yquiénesestachicaqueveo?—Una carcasa.Es increíble, ¿verdad?Poder estar en varios sitios a la vez.Mi
cuerpoestáaquí,acostadoenelsuelofríoyaunquenoveonadahuelolamaderadelteatro,elperfumedelosactores,inclusopuedooírlosmurmullosylosaplausos.Peroyonoestoy.
—¿Dóndeestás?—Enmiantiguahabitación,conlosojoscerrados,mientrasmimadremecanta
Lavender’sBlue.Tambiénoigoamihermano lloraren suhabitación, lavozdemipadreintentandocalmarlo.Elsonidodelasolasrompiendocontralaspiedras,elmar
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tratando de engullirme; puedo sentir cómome arde la garganta yme escuecen losojos.Hagoesfuerzospornadarperoelmiedonomedeja.Yanoveoamihermano.—Hoperespirabapausadamente;nollorabanigemía,solorecordaba.Semehelólasangrealsaberqueestabaallí,allídeverdad—.Sepuedeestarentantossitiosalavez…
—Ysinembargotúnuncaestásenellugarquetecorresponde—lainterrumpióJosephunaveztomóasientojuntoaella.
—¿Creesqueellostambiénpuedenestarenvariossitiosalavez?—siguióHope,ignorandosuspalabras—.¿Creesqueseacuerdandenosotros?Hoyloshevistoyséqueellostambiénnoshanvisto,perohanhechocomosinolohicieran.Mepreguntosilohabránolvidadotodo,siesposible.
—Avecesolvidaryvivirseparecenmucho.—¿Quéquieresdecir?—Que a veces solo son dos palabras para unamisma cosa.Crees que olvidas,
peroenrealidadvives.Porqueparaviviraveceshayquedejaratrásmuchascosas,inclusocosassin lasquecreesquenopodríasvivir.Vivirnoesdifícil,pequeña, lodifícilesdespedirsedequienyanoeres,conseguirquemañanaseamejorqueayer.
—Túnoloentiendes.MeolvidaronyolvidaronaJames.Ynosoloeso,tambiénnoshanreemplazado.Dime,Joseph,¿cómopueden?¿Cómopuedenmiraraeseniñoyreír?¿Porqué?
Miré a Hope, buscando lágrimas en unos ojos que seguían cerrados. Pero nolloraba,erapresadeundoloralquenilaslágrimaspodíandarnombre.Lonotabaenlafirmezadesuvoz,llenaderabia,cadavezquesuestómagosecontraíaoapretabalosnudilloscontraelsuelo.
—Soyunmonstruo—repitió.—No,noloeres.—¿Sabes qué he pensado al verlos? Que eran felices. ¿Sabes lo único que ha
cambiado?Yo.Erayolaqueloshacíainfelices.—LasonrisatristequesedibujóenloslabiosdeHopemehizoapartarlamirada—.Unavezleíenunlibrounaleyendaquedicequecadacienaños,silodeseascontodastusfuerzas,puedesverunaúltimavezaunserqueridoquehasperdido,tenerlaoportunidaddedecirletodoesoquenopudistedecirlemientrasvivía.¿Sabesquéquierodecirle?—NoesperóaqueJosephcontestara—:«Teodio».Enrealidad,selodecíatodoslosdías.Cadavezqueloveíaenuna foto, cuandome acercaba a la playa, cuandomemetía en el armariode suhabitaciónaescondidasdemimadreparaverlallorarenlacama.«Teodio,James».Era mi frase favorita. A veces la decía delante de mi madre—confesó y su voztemblóalhacerlo—.Eraunaniñahorrible,unmonstruo.
—Soloerasunaniña.—Me abandonó. Eligió irse. Eligió no estar a mi lado. Lo eligió. ¿Sabes qué
deseaba? Que se hubiese muerto sin querer, saber que me quería aunque ya noestuviera. Pero no me quería. Se rindió, no fui suficiente motivo para luchar. —
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Josephhizoungestoconlacabezaqueellanopudover—.Lopeordetodoesquenisiquierapuedoodiarlodeverdad,solopuedofingirquelohago.¿Quéhagocontodoestoquesiento?
Ahora sí podía verlas, las lágrimas, derramándose hasta salpicar el suelo.TambiénveíalasdeJosephysentíalasmíasenelfondodemicorazón.
JosephestiróunadesusmanoshuesudasparaasirunadeHopeconfuerza.Ledilasgraciassilenciosamente.
—Noeresningúnmonstruo,Hope.Nohaynadamaloenti.Dejaquesevaya.—¿Cómolohago?—Perdonándoloyperdonándote.—¿Tandifícilesquererme,quealguiensequedeamilado?Mispadreshabrían
preferidoquefuerayolaquemuriese;todohabríasidodistinto.—Nodigaseso.—¿Porquénopodíanquererme?Nisiquieralointentaron.—¿Estásseguradeeso?—preguntóJoseph,presionandounpocomássumano.
En lugardecontestar,Hopecerrómás fuerte losojos—.¿Nunca tehaspreguntadoque talvezno fuesesolocosadeellos,quea lomejor tú también tuvistealgoquever?
—Noentiendoquéquieresdecir.Yotampocoloentendía,peronopodíaarticularunasolapalabra.—Claro que lo entiendes. ¿Quiénes fueron los primeros a los que dejaste de
escuchar?¿Tehaspreguntadoalgunavezporqué?—Todoslosdías.Josephmeneólacabeza.—Nunca tehashecho laspreguntasadecuadas.¿Cómocreesquese sentiríaun
padre que acaba de perder a un hijo cuando el único que le queda se aparta de élcomo lo hiciste tú? Nomemalinterpretes, no intento justificarlos; jamás lo haría.Peropiénsalo.Losechasteaunlado,aellosyatodoloqueterodeaba.Apartastelamuerte de tu hermano y buscaste algo que ocupara su lugar, algo que te afectaradirectamenteatiyteimpidieraseguirlasetapasdelduelo.Culparlofuetumanerademantenerlovivo.Teencerrasteenunaburbujaenlaquesoloexistíastúylasoledadquetehabíasautoimpuesto.Nonecesitabasanadie.
—Hablascomosihubiesepodidoelegir—protestóHopecasisinvoz.—A lomejor son las locuras de un viejo—musitó élmientras le acariciaba el
dorsode lamanocon laque tenía libre—,perocreoqueenesosí tuvistealgoquever.
—Eraunaniña.—Yanoloeres—lerecordó.—Necesitabaamispadresyellosnisiquieralointentaron—repitió,ahogandoun
sollozo—.Meabandonaron.
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—Sí,lohicieron.Teolvidaronyesasícomodecidieronvivir.Eshorrible,peroavecestomamosdecisionesdesacertadasyegoístas.Asísomoslossereshumanos.—JosephbajólavistaalamanodeHope,quetodavíamanteníaunidaalasuya—.Tumadrevinoavermeantesdequesemarcharan.—FuiconscientedelaluchadeHopepor no abrir los ojos—. Inesperadamente se había quedado embarazada. Estaban apuntodedivorciarseyeseniñoeraunaoportunidadparaintentararreglarlascosas.Tequería,loviensusojos.Perosehabíacansadodeluchar,esotambiénlovi—dijocon tristeza—. Ella pensaba que podrías ser feliz a mi lado. Por aquel entoncesprácticamentevivíasaquí,siempreteescapabasytequedabasdormidaencualquiersitio.
—¿Porquénomelodijiste?—¿Cómo podía hacerlo? ¿Cómo se le dice a un niño que sus padres se han
rendido,quelohanabandonado?Preferíacualquieradetushistorias,asíqueesperéaque me la contaras tú misma. Lo siento. —Había tanto pesar en las palabras deJosephquemeestremecí—.Losientomucho.
—Yono.—Ellaapretósumano—.Medisteunhogaryunafamilia.Un silencio se extendió por los recovecos de aquella sala, silencio que Joseph
acabóporromper.—¿Dóndeestás,Hope?—Nolosé—contestóella—.Nolosé.—Ya va siendo hora de que regreses.—Su voz estaba llena de un cariño que
pocasvecesdejabaver—.Abrelosojos,pequeña.Llorasitienesquehacerloydejaatrásaesaniñaquenosabequeolvidarsoloesposiblesivives.
Poco a poco, como si el cuerpo le pesara, Hope se fue incorporando. Cuandoabriólosojos,losteníarojosylaslágrimassedeslizabansincontrolporsusmejillas.
—Bienvenida—lasaludóJosephantesdeenvolverlaenunabrazo.Fueentoncescuandocomprendí cuántas lágrimas sehabíaguardadoHopepara
ella.Tenía todounmarqueahorasalía, rompíaelpasadoy la traíadevueltahastanosotros. Se había liberado; de su hermano, del abandono, de la culpa que habíacargadoduranteaños.
En elmomento en el que las lágrimas cesaron, lo primero que hizo Hope fuedesatarmedesucintura.MecolocóenelregazodeJosephynosmiróunoauno.
—Graciasalosdos,porhacermefeliz.Y supe que yo también guardabamuchas lágrimas dentro demí, aunque nadie
pudiera verlas, como también supe que las lágrimas no siempre eran sinónimo dedolor.
LosegundoquehizofuemiraraJosephconintensidad.—¿Creesquetengoelección?¿Quepuedoelegiraquiénescuchoyaquiénno?—¿Locreestú?—fuelaúnicarespuestaqueledioél.
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CAPÍTULO63Batallasquenodebenserlibradas
¿Quéhacescuando tienes las respuestasque tantoansíasalalcancede tumanopero sabes que no te está permitido conocerlas, que haciéndolo profanas un tesoromuyvalioso;untesoroque,además,estásapuntodeperderparasiempre?
Hope teníaunaamigamuyqueridaque llegóa su ladocasipor casualidad.Enciertomodo, su amistad la hizomás fuerte porque en ella descubrió que creer eraposible.Le dio alas, fuerza y confianza.Y aunqueHope siempre supoque no hayalegríasindolorniamorsinsoledad,siguiócreyendoenella,deslumbradaporesafuerzaqueasuamigaparecíasobrarle.
Soloqueestabaequivocada.LoqueHope identificócomo fuerzanoeramásqueunamentiraque suamiga
llevaba como una armadura. Hope lo descubrió demasiado tarde. Y tuvo miedo,miedodequesuamistad,supreciadotesoro,serompiera.
¿Qué había sido deMarianne? Se lo preguntaba cada vez que la veía, con lamenteenalgúnlugaralqueniHopeninadiemásteníaacceso.Hopellegóapensarque quizá el amor cambiaba a las personas, que tal vez aquel hombre del queMarianne lehabíahabladoeraelmotivo.Quisoconocerlo, interrogarlo,haceralgo,peroteníalaligerasospechadequesuamiganuncaleperdonaríaquesemetieraensuvida,yaellalefaltabavalorparahacerlo.
EltiemposeagotabayaHopesololequedabaesperarlainminentedespedida.Oesocreyóhastaqueencontróeldiario,tiradodecualquiermaneradebajodesucama.Yfuecomosialguienhubieseoídosussúplicas,mostrándolelaúnicamaneraquelequedabadeayudarla.
—Nopuedoleerlo—medijomientrasdabavueltasporlahabitaciónymirabaelcuadernodecuerocomosifueraelpeordesastrealquesehabíaenfrentadojamás—.Siseenterara…
—Notieneporquédarsecuenta—laaniméyo,porquedeverdadqueempezabaasentirciertocalorenlacabezadetantopensar.
—Peroalomejor,sileounpoco,sololasúltimaspáginas,puedosaberquéesloque ha cambiado. Es mi última oportunidad de ayudarla.—Hope se dejó caer derodillasenelsueloyacaricióelcuadernoconlapalmadelamano—.Soyunaamigahorrible.
—Esolodicesporquenovistecómomearrancóelbotón—repuse.RecordabalaactituddeMarianne,totalmenteenajenada,comosihubiesesucedidoesemismodíayrezabaparaqueHopenovolvieraadejarmesoloconella.
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—Lo siento —se disculpó en voz baja, una disculpa que nunca llegaría a sudestinataria,mientrasabríaeldiario.
Yleyó.Leyódurantehoras.Apenaspudedistinguiralgunasfrasessueltas.
Elrelojserompió.Vicómolasagujassalíanvolandoynomeimportó.Mividaseescapa.Duermoyveoaltiempoqueseva.Arranquélasrosas.Eranigualderojasquemisangre.Lasodio.Perdón,novolveréahacerlo.¿Quésonesasvoces?¿Porquénosecallan?Estoyenferma.Loca.Enferma.Soylibre.Sumano derecha tiembla cuandome acaricia.Dice que nadieme conocemejor que él y quizá tengarazón.Eselúnicoquenoquierecambiarme.Legustoasí, rota,conelolora rosaspodridasquesiguepegadoamipiel.Loodio.Mevoyynovoyadespedirme.Nopodráencontrarme.Meencontrará.Esperoquemeencuentre.Volveréaserlibre.Loquiero.Lavidasemuere.Mesientosola.Sigooliendoarosaspodridas.¿Quéhabráalláadóndevoy?
Apenasentendimosnada.LaletradeMarianneera irregularymuchasdelasfrasesestaban tachadas, como si se arrepintiera de sus propios pensamientos. Tampocoseguíaunorden,parecíaquequisieravaciarcadaunodesuspensamientosinconexosenelcuaderno,alejándolosasídeella.Apesardetodo,comprendimosqueMarianneera de esas personas que no necesitaban estar rodeadas de gente para alejar lasoledad.Elamoreraparaellaunacarga,un lastre, algocon loquenosabía lidiar.Había abandonado a su familia sin decir adiós, odiaba las rosas rojas y era taninmenso su mundo interior que aquel en el que vivíamos le quedaba demasiadopequeño. Estaba perdida y necesitaba una ayuda que Hope no podía darle; quizánadiepudiera.
Sinembargo, loquehizoqueHope se tambaleara fueelhechode saberque lasoledad que había dentro de Marianne no era comparable a la que ella habíaconocido.Noeraunasoledadquetuvieraqueverconlafaltadecompañíasinounadondenohabíanadamás:niesperanza,nieco,niatisbodevida.Unasoledadigualdecategóricaque lamuertey,nadie,ni siquiera lamismaMarianneo losaplausosquetantoansiabaylehacíansentirlibre,podríallenarla.
—Notienesentido—dijoHopeconundejedeimpotencia.—Lavidaesunsinsentido—repliqué.Todavíaaferrabaeldiariocontrasupechocuandoseacostóamiladoenlacama
ymeabrazó.Sentíelcuerocalientedelcuadernocontramicara.—SiemprehabíapensadoenMariannecomouncaballoquecabalgaenlibertad.
Ahoraséqueesuncaballodementira,unodeesostiovivosquedanvueltasymásvueltassobreunmismo lugar.Pormás rápidoquevaya,nopuede llegaraningunaparte. Su libertad nunca le pertenecerá. Aunque corra, aunque huya, aunque
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desaparezca,Mariannesiempreserápresadesímisma.Nopuedoayudarla,Wave.Nopuedo.—Ahogóunsollozo.
Cuando Hope se rindió supe que habíamos perdido la batalla, que Marianneestaba rota y no quedaban pedazos que recuperar. También aprendí una nuevalección:quehaybatallasquenodebenserlibradas.
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CAPÍTULO64Nieveverdeconluces
Teníamosun acuerdo con laNavidad.Nosotros fingíamosque ellano existíayella se olvidaba de nosotros.No es que fuéramos elGrinch, pero tampoco éramosfansdePapáNoel,nidelosvillancicos,nisiquieradelosregalos.
No nos gustaba la Navidad, ni el verde de los abetos que se imponía ante elblancode lanieve,ni las lucesque losadornaban.Nonosgustabaesanieveverdeconluces.
ParanosotroslaNavidaderasilencio.Unagranmentira.Elcielodelosniños.Yaunque de esperanza íbamos sobrados, de fe no quedaban ni migajas en nuestrosbolsillos.Nocreíamos,peroansiábamoscreer.
Nunca nos gustó, ni en la casa de la playa ni en Serendipity. No nos habríagustado ni aunque el trineo de Papá Noel hubiese sido remolcado por ratones, niaunqueunzorroamigonos lohubierapedido.Ni tansiquieraconestrellas fugacesquerríamosnosotrosesanieveverdeconluces.
LoquemásodiábamosdelaNavidaderaqueparecíaquetodopodíaserposible,quesolobastabaconescribirunacartay todosesolucionaría.MiprimeraNavidadconHopeestuvollenadecartas.Nosportamostanbienquenisiquieranosatrevimosaestornudar.
Y,por fin, trasunañoenterosinpalabrasyconcientosdecartascon lamismapetición,llegóeldía.
EseañoacasadeHopenollególaNavidad.¿Sabesquéocurrió?Nada.Soloesanieve verde con luces a través de la ventana.Y lo supimos.Ya no queríamosmásNavidad.
Nohubomáscartas.EnSerendipity, aunquecadaaño Josephcolocaraunpequeñoárbolypreparara
dulces,Hopefingíaquenoexistía,quenohabíanieveverdeconluces.HastaqueelChicoAzulnostrajoelregaloquetantoesperamosaquellaprimeray
últimaNavidadsinpalabras.Puede que tardara mucho en regresar, pero después de la espera tuvimos que
admitirquesí,queporprimeraveznosgustólaNavidad,esanieveverdeconlucesquetiempoatrásnoshizollorar.
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CAPÍTULO65Primerahistoria.Laniñaquenopudoserlo
ElsilbidorompióelsueñodeHopeque,alincorporarseenlacama,pensóqueselohabíaimaginado.
—Es él —le advertí y me fijé en que apenas eran las cinco y media de lamadrugada—,debedehabersevueltoloco.
Con un suspiro, Hope se envolvió en las mantas e intentó quedarse de nuevodormida,ignorandolossonidosaisladosprovenientesdelviejoteatroqueyaconocíabastantebien.
Peroelsilbidoregresó,estavezconmayorinsistencia.—No estoy soñando.—Hope se desperezó y fue hasta la ventana, tiritando de
frío.Al abrirla pude ver desdemi posiciónque todo estaba cubierto por unmantoblanco—.¿Quéhacesaquí?—preguntótratandodenoalzardemasiadolavoz.
—Vísteteybaja—escuchéquelepedíaelChicoAzul.—¿Qué?—Hopeobservóelcielooscuroysevolvióparacomprobarlahora—:
Sonlascincoymediadelamañana.Novoyairaningunaparte.—Venga,nomeestropeeselregalodeNavidad.—NocreoenlaNavidad.—Notehepedidoquecreas.—Hacefrío.—¿Quieresquemequedeaquísilbandoydespiertea todoelmundo?Notengo
ningúnproblema.—ElChicoAzulsilbóotravezyporlacaraquepusoHopesupequesehabíasalidoconlasuya.
—Vale,vale,peronovuelvasahacereso.Conungestode irritación,cerró laventanayenmenosdecincominutosyase
había lavado la cara y cambiadode ropa.Sepusounasbotas, el abrigoy cogió elbolsoantesdesalirapresuradamentedelahabitación.
Mealarmé.—¡Hope!¡Teolvidasdemí!—Nomepodíacreerquemedejaraatrás.Esperé durante variosminutos que seme hicieron eternos.Ya había perdido la
esperanzacuandoHopeirrumpiócomounhuracánenlahabitación.—Perdón, Wave. Es que sigo dormida —se disculpó mientras me ataba a su
cintura.Apenaspodíarespirarporlacarrera.Noledijenada,elshocktodavíameduraba.DesdeeldíaenqueHopemeolvidó
entrelasrocas,solohabíavueltoaolvidarseunavezdemíyenesaocasióncasiperdíunbotón,asíquecomprenderásquenosupieracómosentirmealrespecto.
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—No quiero ningún regalo —le mintió al Chico Azul nada más salir deSerendipity.Yosabíaquesiemprehabíaqueridouno,solouno.
—Confíaenmí—contestóél,cogiéndoladelamano.ObservéqueHopesequedabamirando lasmanosentrelazadasmientrasqueyo
me fijaba en cómo los pies de ambos se hundían en la nieve. Hacía años que nonevabaymeparecióunfastidio.
Un cuarto de hora nos llevó atravesar las calles silenciosas hasta llegar a laestación de autobuses, donde el Chico Azul se aseguró de que no viéramos loscartelesdellugaradondenosdirigíamos,yotrostreintaycincominutosmásencogerelautobúseirhastanuestrodestino.
—¿Mevasadeciradóndevamos?—quisosaberHopemientraséllaguiabaporlascallesconsuguitarraalaespalda.
Noteníalamenorideadedóndeestábamos,perodadoelestadodeterioradodelahileradecasasadosadasporlasqueavanzábamos,supusequesetratabadeunazonahumilde.
—Ahoralosabrás—contestóél.—OdiolaNavidad.—Noseastangruñona.¿Cómopuedescreerentodastushistoriasynoenesta?—Creí.ElChicoAzulnodijonada.Mehabríagustadopoderexplicarleloquesignificó
esaprimeraNavidadsinsuhermanoparaHope.Ytodaslassiguientes.Elvacío,unrecordatoriodealgoquehabíaexistidoyqueyanuncamásexistiría.Lapérdida.Lahuidadelamagia.Suspadresnovolvieronacelebrarnada,enaquellacasasolohabíaespacio para el dolor. Y aunque al principio Hope siguió creyendo a escondidas,prontosediocuentadequeloúnicoquequeríanadieselopodríadarjamás.
Alllegaralaesquina,elChicoAzulnoshizocruzarlacarreteraynosdetuvimosnadamásalcanzarlaotraacera.
—¿Vesesacasadeahí?—Señalóunacasitamarrón,dedosplantas,conelsitiojustoenlaentradaparauncoche.
Laslucesestabanencendidasyalguienhabíaabiertolapuerta.—¿Estucasa?—No—contestóél,llevándoseundedoaloslabiosparaquebajaralavoz.Observamoscómounseñorsalíadelacasaparaquitarlanievedeloscristalesy
calentarelcoche.Unratodespuéssalióunamujerseguidadecuatroniños,dosdeloscuales no llegaban a los cinco años. El más pequeño lloraba como si alguien lehubiesedadounbuenpellizcoyseabrazabaalospiesdelamujer,rogándolequelocogieraenbrazos.
—Noentiendonada—dijoHope,peroenesemomentoalguienmássalióde lacasa.EraRaven—.Oh.
Con infinita paciencia, Raven cogió al niño pequeño en sus brazos e intentócalmarlomientrassuspadressedespedíanyentrabanenelcoche.Unminutodespués
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soloquedaronelloscinco,contemplandolacarreteravacía.—Vamos,todosdentro—losapremióRavenaltiempoqueacunabaalniño.—Había una vez una niña que no pudo serlo —empezó el Chico Azul,
apoyándose en la valla mientras veíamos cómo Raven cerraba la puerta—. Segúnibanllegandosushermanos,tuvoqueirdejandodeserunaniñaparaconvertirseenmadremientrassuspadrestrabajaban.Ytrabajabanmuchoparamantenerlosatodos.—Hope,quehabíaestadoobservandolaescena,sevolvióhaciaélylediolamano.Él sonrió—.Laniña crecióydejó atrásmuchas cosas.Sus juguetes, sus amigosycasitodosutiempo.Perolopeorfuequetambiéntuvoqueolvidarsedesussueños,porquenoeranseguros.EllaqueríaestudiarArteDramático,peroseconformóconentrarenAdministraciónyFinanzas.Suspadresseesforzabanmuchoparaqueellatuvieraunaeducaciónyteníaquehacersacrificios,poramorasufamilia.Alfinyalcabo, los sueños no dan de comer.Nunca se enfadó por eso, todo lo contrario. Sesentía agradeciday ayudaba en todo loquepodía.Todas lasmañanas se levantabamuy temprano para cuidar de sus hermanos y llevarlos al colegio. Luego se ibacorriendoa launiversidady teníaqueperderse lasúltimashoraspara recogera losniñoseiracasa.Menoslosdíasenlosquetrabajaba,queunaamigadesumadreseencargaba de los niños.Un favor que tenía que devolver arreglándole el jardín—matizó—.Y si esto te parece poco, todavía le quedaba tiempo para estudiar hastamuy tardecadanoche,ypara ir todos los sábadosaCollodiyvolvera seraquellaniñacuyaúnicapreocupacióneraserunaniña.
AlcomprobarqueaHope le temblaban lasmanos,élse las llevóa los labioseintentócalentárselasconsualiento,aunqueyosabíaqueHopenotemblabadefrío.
—Esunahistoriamuytriste.—¿Tú crees? Yo creo que es una historia muy bonita sobre una chica muy
valiente.Notodostenemoselvalorderenunciaranuestrossueñosporlaspersonasalasquequeremos,yhacerlodecorazón.
Enesemomento,quiseunpoquitomásaRaven.Lachicaquehabíaarropadoasuhermanoennadaseparecíaa lamimoqueacudíacadasábadoaCollodi.Erandospersonascompletamentedistintas.Lapersonaqueeraylaquequisoser.
—¿Porquémecuentasestahistoria?—preguntóHope.—Todavíamequedanotrasdos,losabrásentonces.
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CAPÍTULO66Segundahistoria.Sinoteatreves
Lasegundaparadapocoteníaqueverconlaprimera.Tardamosmásdeunahoraen llegar y, como la vez anterior, nos situamos frente a la casa, una enormeconstruccióndetresplantasconsujardíndelantero,queestabarodeadaporunavallaquelaaislabadelexterior.
—¿AquíviveDiggs?—preguntóHope,puesimaginabaquelasiguientehistoriatendríaqueverconél.
—Pensabaquenotegustabanlosregalos—lesusurróelChicoAzulaloído.Notuvimosqueesperarmucho,pues lapuertade laverjaseabrióyvimosque
Diggssalíayseapoyabacontralasrejas,conlamiradaperdidaenalgúnpuntodelacarreteranevada.Apesardelfrío, llevabaelabrigosujetoenunbrazo.Niunasolaarruga se atisbaba en su ropa: camisa, jerseyy corbata.Nosquedamos embobadosmirándolo,comosiaquelqueveíamosfueraeldisfrazadoyelmagoqueacudíacadadíaaCollodieldeverdad.
HopesevolvióhaciaelChicoAzul.—¿EseesDiggs?—preguntó,aloqueélcontestóconungestodeasentimiento
—.Nopareceél.Cuéntamesuhistoria.ElChicoAzulsetomóunossegundosparaencontrarlaspalabras.—Situvoalgúnsueñocuandoeraniño,notengoniideadecuálfue.Laverdades
quenisiquierasésialgunavezfueunniño.Diggsnoesdelosquesedejanconocer;siempreestámintiendo,burlándose,haciendodañoalosqueseacercandemasiadoyse preocupan por él, como pasa con Raven.—Su gesto se endureció—. Pero nosiemprefueasí.HubountiempoenelqueDiggsconociólaesperanza,porpequeñaquefueraesta.Sucedióunanocheenlaquesuspadreslollevaronalteatroyvioaunmagoporprimeravez.Entoncessupoquequeríaserél;porfinsehabíaencontrado.Por una vez en su vida pensó que podía ser especial, que estaba destinado a algogrande.Hastaqueungiganteaplastócualquierrastrodeesperanzaconunsolodedo.Túqueleesunmontónseguroquetesabesalgunahistoriadepadresmalvados.
—¿CómolosdeMatilda?—No exactamente.Diggs no tiene ningún poder contra su padre; ya sabes, no
tienetelequinesis.—Lehizoungestohaciaelcochequesalíadelgaraje—.Éldecideloqueestudia,conquiénsaleocómoserásufuturo.Pordecidir,inclusodecidequéropadebeponersetodoslosdías.SisupieraquevieneaCollodi,lecaeríaunabuena.
—¿Nosabequeesmago?
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—Claro que no. Cada día en Collodi es una batalla ganada en la guerra quemantieneconsupadre.Poresonuncapiensaenelmañananienelayer.Vivelavidapasoapaso,segúnviene.
—¿Ysumadre?—quisosaberHope.—Tambiéndecideporella.—¿Yquépasasiseniegan?ElChicoAzullamiróconintensidad.—¿Túquécrees?Nohizofaltaunarespuesta.—Ojalásumagiapudieracambiarlotodo—musitóHope.—Nisiquieralamagiapuedehaceralgosinoteatrevesausarla.MientraselChicoAzulobservabacómolasombradeloqueeraDiggssemetía
enelcoche,nosotroslomiramosaél,invadidosporunasensacióndedesamparo.TantoHopecomoyotuvimoselpresentimientodequelaúltimadelashistorias
seríalapeor.
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CAPÍTULO67Tercerahistoria.Dóndeestéstú
Tardamos casi medio día en llegar a la tercera historia, de modo que amboscomprendimos el motivo por el que el Chico Azul había venido a buscarnos tantemprano.
Fueunlargotrayectoatravésdetrenesyautobusesenelquesolonosdetuvimosparacomprarcomida.
—Enserio,¿adóndemellevas?NuncaenmividapenséquemealejaríatantodeFolktale.
—¿Noconfíasenmí?—Esunpocotardeparapreguntareso,¿noteparece?Élsonrió.Leapartóelpelodelacaraydepositóunbesoensuslabios,ungesto
tansencilloquedejóaHopedescolocada.—¿Yyaestá?—inquirióella.—¿Yaestáqué?—Merefieroalbeso.—¿Quépasaconelbeso?—Nada,esque…—PeroHopenoterminólafrase.Habíamosalcanzadonuestro
destinoyelChicoAzullehizoungestoparaquelosiguiera.Estaveznolediolamano.Elrestodelcaminolohicieronensilencio;élmirando
alfrente,ellacabizbajayconcientosdepalabrasqueansiabansalirdesuslabios.Nisiquiera se fijó en que no había nada a nuestro alrededor, solo árboles algomanchadosporlanievequehabíaidoderritiéndosealolargodeldíayunacarreteraquedabaaccesoaloqueparecíaseruncementerio.
CuandoHopesediocuentadedóndeestábamos,sedetuvoenseco.Eranormal,losdoshabíamospasadodemasiadosdomingosenuncementeriocomoese,huyendodelasoledad.
El Chico Azul comprendió que no debía de ser fácil para ella y su rostro sesuavizó.
—Vamos.Noestaremosmuchorato—leprometió,tendiéndolelamano.Hopeapretósumanoconfuerza.Apesardesudeseodeseguirleadondefuera,
suspisadaseranlentas;cargabanundolorquesiemprellevaríaconsigoyquesehacíamáslatenteconformenosacercábamosa las tumbasy leíamosnombresyfechasalazar. Una vieja costumbre nuestra, inventarnos historias sobre los que allídescansaban.Soloqueahoraeraotroelqueibaacontarsuhistoria.
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Nosdetuvimos juntoados tumbasdepiedramuycuidadasapesarde losañosque llevaban azotadas por la naturaleza. El Chico Azul apartó las ramas que seagolpaban a su alrededorydedicóvariosminutos a limpiarlas conun cuidadoquedejabaclaroloimportantesqueeranparaél.Cuandoterminó,sesentófrenteaellasysacólaguitarradelafunda,ademásdedosrosas,quecolocósobrelaslápidasconelmismocuidado.
—Ven, siéntate—le pidió a Hope, que se sentó con cuidado a su lado—. Tepresentoamispadres,JamieyHannah.Sientonohabertehabladodeellos,preferíapresentártelosformalmente.
—Hola—lossaludóHope.—Odio hablar de esto porque siempre tengo que responder a un millón de
preguntasylagentetiendeacompadecersedemí.Esinevitable.—Lamiróconunasonrisa—.Ahoramismoloestáshaciendo.
—Claroqueno.—Vengaya,estásapuntodeecharteallorar.Notehetraídoparaeso.—¿Yparaquémehastraído?—Todavíano.—Éllevantóeldedoíndice—.Tengoquecontartemihistoria.—Notienesquehacerlo.—Quierohacerlo.—Noquedabaniunatisbodesonrisaensuslabios.Susojosse
apartarondelosdeella,agarrólaguitarraycomenzóatocar.Peroestavezla letraeran sus palabras, las notas que salían de la guitarra solo la melodía deacompañamiento—.Murieroncuandoteníaunaño.Losúnicosrecuerdosquetengodeellossonlosquemecontabamiabuelacuandotodavíavivía.Mispadrestambiéneranhuérfanos,peroesaesotrahistoria.Elcasoesquevivíconmiabuelauntiempoy luego fuiadoptadopor lamisma familiaqueadoptóami tía.Nosonmispadresbiológicos pero como si lo fueran, son los únicos que conozco. A ellos —dijo,señalandoa las tumbas—solohepodido imaginármelos.Sé cómoes lavozdemimadre,cómosuenalaguitarraamanosdemipadre,puedoescucharsurisayverlascaras que ponen cuando están felices. Algunas cosas son verdad y otras me lasinvento, pero ¿quémásda?Túmehas enseñadoqueno importa, que siemprehayalgodeverdadentodaslashistorias.
Guardósilencioduranteunos segundosen losque tocó lamismamelodía lentaquehabíatocadocuandomesecuestró.
—Pero vivir dementiras tiene sus efectos colaterales.Mi tíame transmitió suamorporlamúsicay,dealgunaforma,hicemíoelsueñodemipadre.Megustatocar—dijomientrassusdedosacariciaban lascuerdas—,másquegustarme,paramíescasicomorespirar.Nuncaelegílamúsica,escomosiellamehubieraelegidoamí.Nosévivirsinmiguitarra.Pero¿deverdadquierodedicarmeaeso?¿Lohagopormío por el recuerdo de mi padre? He perdido la cuenta de las veces que llevohaciéndome lasmismaspreguntas.Mispadresestánsiendopacientesconmigo.Me
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handadoun añoparamí, paraqueme lopiense, paraquedescubraqué es loquequierohacerconmivida.Elfuturomedabamiedo—confesó.
—¿Yahora?—preguntóHope—.¿Tienesrespuestas?Élsevolvióhaciaella.—Tengo una respuesta, la única que necesito. ¿Quieres saber cuál es?—Hope
dijoquesíconlacabeza—.Tú,túereslarespuesta.—Noentiendo.—¿Quénoentiendes?—¿Cómopuedoseryolarespuesta?—Desde que te conozco ya no necesito buscar respuestas. No necesito
preguntarmequiénsoy,porqueséquiénsoy.—ElChicoAzulmeneólacabezayviqueteníalosojosrojos—.LoquehacemosenCollodi,jamáspenséquepodríallegarahacerlo.Nopiensoenmipadreniennadiemásqueenmíyentushistoriasyenloquesientomientrasestamoscreandoalgo.—Sus labios securvaronenunasonrisaquemeparecióqueestabarepletadesueños—.Ysientoquepuedohacertodoloquequieraconmiguitarra,quepuedoconseguirlo.Loquequierodeciresquemifuturoestádondeestéstú.EnFolktale,enCollodioenlaluna.
Hopetragósalivaantesdevolveraenfrentarseasumirada.—Noesparaque te asustes—bromeóélmientras seguían saliendonotasde la
guitarra.Ellanopudoevitarreírse.—Losiento,noséquédecir.—Nohacefaltaquedigasnada.—Pero quiero decirte muchas cosas. Antes no te estaba compadeciendo, solo
compartía tudolor, como túhascompartidoelmíootrasveces.Yantesdeeso,noquisequeparecieraquenomegustantusbesos,soloesque…
—¿Qué?—preguntóelChicoAzul.Enlugarderesponder,Hopeloagarródelacamisetayseinclinóparabesarlo.De
HedgehogsalióunaúltimanotaantesdequelasmanosdelChicoAzulseposaranenlacinturadeHope.Unbesolento,tímido,queprontosetornómásprofundo.UnbesoquehizoqueHedgehogyyotambiénnosbesáramos,estandocomoestábamosentrelosdos.
CuandoHopeseapartó,viqueteníalacararojayrespirabacondificultad.—Sitúpuedes,yotambién.—Acabasdebesarmedelantedemispadres,descarada—dijosonriendo.Porsu
voz, supuse que a él también debía de faltarle el aliento—. Pero puedes hacerlocuandoquieras,novoyaquejarme.
—Idiota. —Hope lo empujó hacia atrás, aunque él se resistió a soltarla—.Todavíanomehasdichoelporquédelastreshistorias.
—¿Tienenquetenerunporqué?
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—Puesclaro.EscomoCancióndeNavidadylostresfantasmas;sinlamoralejanotendríasentido.
—Tienes razón. Hay un porqué escondido detrás de las tres historias.—Se lopensó mientras guardaba la guitarra dentro de la funda—. Quería que vieras quetodostenemosunahistoria.Mástristeomásalegre,esoeslodemenos.Lavidaesasí,nohaynadiequenotropiecealgunavez.Enfrentarnosaellatodoslosdías…,esees el reto.Algunos, comoRaven, lo hacen y no les tiembla el pulso.Otros, comoDiggs,nisiquieralointentan,porqueelmiedoesmásgrande.Yluegoestánlosqueson como yo, con una vida normal y corriente pero que tienen también sus cosas,porquetodostenemosalgo.—Respiróhondo—.Loquequierodeciresqueningunavidaesfácil,túlosabesmejorquenadie.Noimportaloquehagasoadóndevayas,tupasado siempre irá contigo. Tu futuro, en cambio, es el resultado de lo que hagasahora.
—¿Creesquenolohagobien?—Ereslapersonamásvalientequeconozco.Notedascuenta,perohacesquelos
problemasdelosdemásparezcancosasdecríos.Teenfrentasalavidacomonadielohahechonunca.
—¿Pero…?Élseechóareír.—Peroeshoradequelavivasportimisma.—¿Creesquenolohago?¿Quécreesqueheestadohaciendotodoestetiempo?—¿Deverdadnolosabes?—ElChicoAzulseacercóparadesatarelcintoque
memanteníapegadoaHope—.¿PorquénolepreguntamosaWave?Ahíestabayo,otravezenmanosdelChicoAzul.Hopememirabaconcarade
susto;él,encambio,parecíasaludarmecomoaunviejoamigo.—¿PorquénoledicesaHopeloquehaestadohaciendotodoestetiempo?—me
animó,encarándomeaella.Agaché lamirada.Fueungestocobarde, soyconscientedeello,peronadieme
había preparado para esemomento. Hasta que apareció él, yo había sido el únicotestigo,elúnicoquecargabaconelpesodelosmotivosquellevabanaHopeaactuarcomolohacía.Porsupuesto,sabíaloquehabíaestadohaciendo.Afindecuentas,yolahabíaayudadoahacerlo;erasucómpliceyseguiríasiéndolo todoel tiempoqueellanecesitara.
—Sobrevivir—respondí.Yjuroportodamimaderaqueeneseinstantelosdospudieronescucharme.
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CAPÍTULO68Villanos
¿Alguna vez te has preguntado cómo sería un villano en la vida real? ¿Haspensadosiquieraenelhechodequeexistan?
AlolargodemividaconHopehabíaaprendidoadistinguirlosgraciasatodaslashistoriasquemehabíacontado.Paramílosvillanossolopodíanencontrarsedentrodelastapasdeunlibro.Loshabíadetodaslasformasycoloresyllegabanalavidadel protagonista para destruir lo quemás le importaba. Eran cínicos, despiadados,bestiassincompasión.Cuandopensabaenunvillano,meveníanalamentenombrescomoVoldemort—nopongasesacara,yaanadieledamiedo—,Moriarty,Garfio,Cthulhu—Lovecraftnopensóenmí.Alnoserhumanosíquesabíapronunciarlo—,lasarañasdeElseñordelosanillosoaquelpayasohorribledenombreinsulso.Unosmáshorriblesqueotros,perovillanostodos.Yficción.
Nuncaimaginéqueenlavidarealtambiénpudieranexistir.Pero existen, lo supe cuando aquellas niñas nos arrojaron los globos. Los
humanos tienen la opción de poder ser héroes o villanos. Una elección, una sola,puede cambiar la vida de todos los que les rodean; hacerla fácil o difícil.De ellosdepende.
Davértigoqueunasolapersonatengatantopoder,¿verdad?Salalacalleymiraa tu alrededor; cualquier persona podría ser un villano paseándose en libertad sindespertarsospecha.Asísonlosvillanos,astutosenmascaradosalosquenoveshastaqueesdemasiadotarde.Inclusopuedequeelpeordelosvillanosentuhistoriaseaelhéroedeotra.
Noesfácilenfrentarseaunvillanoysalirsinrasguños,perosiempreseconsigue,ydeahí lobuenode laficción.Losvillanossolosonunapiedraenelcamino,unaexcusaparaponerlascosasinteresantesyretaralhéroe.Peronuncaganan.Enlavidareal,síquelohacen.
Comotodoslossábados,noshabíamosreunidoenCollodiparapasareldíajuntosyafrontarelretodecrearunahistoriaquecambiaraalgo,loquefuera.
Todavía no habíamos empezado y algunas personas ya se habían reunido anuestro alrededor. A estas alturas no había casi nadie en Collodi que no nosconociera. Los dependientes de las tiendas más cercanas dejaban lo que estabanhaciendoparaasomarseaverlarepresentación.«Ahíestánloscinco»,murmurabanemocionados.Noshabíamosconvertidoenlavozdelaesperanza.
Hopemeestabadesatandodelcinto,mientras losdemássepreparaban,cuandovimos a un villano disfrazado de hombre de negocios. Un hombre imponente en
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altura y personalidad, de rasgos duros y ropas caras. Sonreía a nadie en particularcuandoseacercóaDiggsylocogióporunbrazo.
ADiggsseleborrólasonrisaqueunmomentoanteslededicabaaRaven.Dejóde ser Diggs, el mago, para convertirse en un completo desconocido; pálido,asustado,diminuto.Nohizofaltaquedijeranadaparasaberqueerasupadre,soloélpodríarobarletodalamagiadelaquesiemprepresumía.
—¿Aestotededicastodoslosdías?—ElhombreleapretabaelbrazotanfuertequeDiggscompusounamuecadedolor—.¿Aquéestásjugando?
—Anada,yo…—¿Anada?—Lasonrisade supadrepermanecía inalterabley supequeerade
esetipodepersonasqueaparentanserunacosaysonotramuydistinta—.¿Tehacesunaideadeldineroqueheinvertidoentueducación?¿Ycómomelopagas?Jugandoamendigarporlascalles—respondióporél—.¿Esquequieresavergonzarme?¿Esesoloquequieres?—insistió,tirándolemásfuertedelbrazo.
—No.—Diggsbajólamirada,perotodosvimoscómosucarahabíaenrojecido,noteníaclarosiporeldoloroporlavergüenza.
—Señor, no mendigamos. Solo nos divertimos —explicó el Chico Azul,adelantándoseaellos—.¿Nuncahavistounaactuacióncallejera?Yotocolaguitarra,ella hace la coreografía —explicó, haciendo un gesto hacia Raven—, ellos doscuentanlahistoria—nosseñalóaHopeyamí—ysuhijoeselmago.
ElpadredeDiggs ignoróalChicoAzulcomosiestesolo fueseun insectoquehabíaosadointerponerseensucamino.
—Unmago,¿eh?—ledijocondesprecioasuhijo,quesehabíaencogidomássobresímismo—.Lamagianotevaaayudaraaprobarlosexámenes,notevaadardecomernitevaahacerunhombre.¿Cuándovasadejardecomportartecomounmalditocrío?¿Cuándo?—repitió,zarandeándoleparaquereaccionara.
Diggs se enfrentó a sus ojos y supe que no había nada que hacer. Lo habíaanulado.Mepreguntédóndeestabaelchicoquesacabaunapalomadelsombreroylahacíavolar,elquelanzabaavionesdepapelparadescifrarunmisterioenelquenoqueríacreer,elquemanejabalascartascomoquienmanejaloshilosdeldestino.Pormásquebuscara,noloveíaporningunaparte.
—¡Vamos, Diggs, plántale cara! —grité al ver que el Chico Azul se habíaquedadosinsaberquédeciryqueRaventeníalamiradaperdidaenalgúnpuntodelsuelo.
Anuestroalrededor,elpequeñogrupodeespectadorescontemplabalaescenaconunamezcladecuriosidadyrecelo.Noteníanclarosidebíanquedarseomarcharse;algunosinclusosepreguntabansiesehombreformabatambiénpartedelespectáculo.
—Muévete.Seguiremosestaconversaciónencasa.—ElhombresoltóaDiggsylediounempujónenlaespaldaparaquecaminara.
Estabaenfadado,enfadadísimo.MehabríagustadoqueHopeenredaramishilosenlospiesdelpadredeDiggsyquesehubiesedadounbuentortazoparaqueuna
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vezenelsueloseleborrasenlosmalosgestos.QuizáporesonomefijéenHope,nienlarigidezdesucuerpo,niensusojosabiertosdeparenpar,niensucaramuchomásenrojecidaqueladelpropioDiggs.
Enrealidad,nomefijéennadahastaqueHopecorrióhaciaellosyseinterpusoentreDiggsysupadreparaponerleasalvo.
—¡Nopuedellevárselo!—gritóella.ElChicoAzulsequedólívidoalverla,igualqueRaven,quelevantólavistadel
suelo.—¿Ytúquiéneres?—Suamiga—contestóHope,loquehizoquetodaslasmiradasrecayeransobre
ella.—¿Lo has escuchado?—le pregunté.Había pasado de la furia al desconcierto
más absoluto, sentimiento que sabía que compartía con todos los demás. InclusoDiggs,tandiminutocomoeraaojosdesupadre,observabaaHopecomosifueraunhadamadrinavenidadealgúnuniversoparalelo.
—Nopuedellevárselo—repitióellaconresolución.Elhombrelededicóunasonrisaairada.—Vámonos—le dijo a su hijo.Diggs no semovió—.Se acabó la pantomima
esta.—No lo entiende —siguió Hope—, si se lo lleva nunca estará con usted. Se
llevaráaunfantasma,noasuhijo.—Cuántasestupideces.—Noselollevará.—¿Túmelovasaimpedir?—Nosotros.—EstavezfueRavenlaquehablóyseapresuróacolocarsedelante
deDiggs,justoanuestraizquierda.ElChicoAzulhizolopropioysesituóaladerecha.—Puedellevárselo,peronuncaserásuyo—continuóHope.—Notengotiempoparaesto—gruñóelhombre—.Óscar,muévetedeunavez.—¿Cómo puede estar tan ciego? —preguntó Hope. Imaginé entonces que en
lugar de enfrentarse a los fantasmas de Diggs, estaba luchando contra los suyospropios—.Sehareídocuandohaoídolapalabramago,peropuedoprometerlequesuhijoesunmago.Yselodemostraré.Solotienequequedarseavernos.¿Tanocupadaessuvidaquenotienediezminutosparasuhijo?
—Óscar—insistióelhombre.Yanoseesforzabaenbajarlavoz;larabiaeramásgrandequesudisposiciónaguardarlasapariencias.
—No puedo escuchar palabras.No se preocupe, estoy acostumbrada a quememiren así—aseguróHope al verle la cara—.Hay pocas personas a las que puedoescuchar,¿sabe?Puedecreerloono.Llevomesespreguntándomeporquéaunossíyaotrosnoy loúnicoquemeveníaa lacabezaesquequizásolopuedoescucharaaquellosquesonespeciales.—Meapretócontrasucuerpoparainsuflarsefuerzas—.
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PerodeentretodaslaspersonasdeCollodiloheescuchadoaustedyhaconseguidoquetambiénpuedaescucharasuhijoapesardequenolodejehablar.¿Sabeloquedice su hijo ahoramismo?Que lo necesita, a quien quiera que haya tras ese traje.Puedequeyanohayanadie,peroséqueenalgúnmomentodebióhaberlo.Creaenélaunquenadiehayacreídoenusted.
—Pero¿quiéntehascreídoqueeres?—espetóelhombre,horrorizado.Me fijé en que Diggs observaba a Hope como si de verdad fuera una
superheroína.Mealegrédever quehabía recuperado su tamaño, de reencontrarmeconelmagoquehabíadentrodeél.
—PuedellamarmeDilly.Yahora,señor,creaenél.—SevolvióhaciaDiggs—.¿Vamos?
Larespuestadelmagofuehacerunaleveinclinaciónyllevarladelamanohastael lugar que debía ocupar. Con una sonrisa que llenaba sus caras, los demás lossiguieronantelaatentamiradadelpadredeDiggs,ancladoalsueloporlaspalabrasdeHope.
Como era de esperar, la historia que Hope narró era un dardo directo a esehombre,pueshablabadeunbuenpadrequehabíarepartidotantoamorquesehabíaquedadoseco,sinnadaqueofrecer.Eldesgraciadohombresesentíarotoy,comonosabía cómo dar un amor que no tenía, lo que hacía era robar amor a los demás.Robabaamorcomosolounvillanoseríacapazdehacerlo,conbrutalidad,sembrandoel odio a su paso hasta que se quedó solo, hasta que todas aquellas personas queportabanel amorqueélhabía regaladose lodevolvieron todo,pedazoapedazo,ydesaparecierondesuvida.Elhombresequedóllenodeamorperosinnadieaquienentregárselo.Yesqueelamor,sinosecomparte,sinoseentregasinesperarnadaacambio, también termina por marchitarse. Desgraciadamente, el hombre lo habíadescubiertotarde.
Las emotivas palabras de Hope y mis estudiados movimientos fueronacompañados por las lágrimas de unamimo que se abrazaba el pecho con fuerza,preguntándosequépodíahacerconeseamorqueseleescurríadelasmanos.Porlamelodíade«EleanorRigby»,interpretadaalaguitarraporelChicoAzul.Ytambiénpor lasgotasqueelmagohacíacaersobreel rostrode lamimo,quehacíanqueelblancoynegrodelapinturaseescurrieraporsusmejillasyadquirieranelefectodedesamparoquelaactuaciónrequería.
Losaplausosfueronensordecedores.Tambiénhubolágrimas;lasdelpúblico,lasde Raven, las que escaparon de los ojos de Hope por creerse egoísta, por haberpensadoduranteañosquenohabíavidamásdesgraciadaquelasuya,ytambiénlasmías,delasquenadiesabenadasalvotúyyo.
En cuanto recuperó la compostura, Hope buscó entre la multitud casi condesesperación,peronohabíanirastrodelpadredeDiggs.
Sivioonolaactuación,nuncalosupimos.
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CAPÍTULO69Eladiósquenadiellegóapronunciar
LaquesíestabaentreelpúblicoeraMarianney,aunquequisieradisimularlo,laactuación también había conseguido emocionarla a ella. El vestido blanco quellevaba, además del pelo recogido a un lado, le hacía parecer todavíamás joven yhermosa.
Hopetardóendarsecuentadequeestabaallí,puesencuantosumiradasecruzóconladeDiggsesteseabalanzósobreellaycomenzóadarlevueltasensusbrazos.
Ciertoesqueéramoscinco,peroMariannesoloteníaojosparaHope.Sucaranoexpresaba ni alegría ni tristeza, se limitaba a mirarla como quien se aprende dememoriaunúltimorecuerdo.Yesoeraprecisamente loquehacía,aprendiéndoseaHopeparanoolvidarlacuandoyanoestuvieraasulado.Unrecuerdopodíasermásfrágil que una fotografía, pero también era más valioso. Si se pudiera robar unmomento de un ser querido, un solo instante, estaba seguro de que Marianne sellevaríaese:Hope, riendoacarcajadasmientrasdabavueltasymásvueltascon lasrisas de Raven y del Chico Azul coreando su felicidad. Yo ni siquiera me veía,aplastadoentreellayelmago.
Podía imaginar cómo miraría Marianne esa escena. Hope ya no era la niñaasustadaysolitariaqueseescudabatrasunaviejamarioneta.Habíacambiadocomolohabíahechoelmagomomentosantes,conladiferenciadequeellalohabíahechoavanzando,usandoalavidacomobastónparanocaer.
—Sabíaquemimagialoconseguiría.Preparéungranhechizo,¿sabes?Perovastúyescuchasa laúnicapersonaenelmundoa laquenadiequerríaescuchar.—Elmagohabíavueltoyesaerasumaneradedecirleloagradecidoqueestabaporloquehabíahechoporél.
—Siento decirte que sigo sin poder escucharte—dijo Hope al ver que Diggsmovíaloslabios.
ElmagoacaricióelpelodeHopeparasacarunarosarojaperonollegóadársela;alladearlacabezaHopehabíadescubiertoaMarianneaunospasosdenosotros.
—¡Marianne!—exclamó—.¡Hasvenido!—Mehicisteprometértelo—lerecordó.—Peronomedijistecuándo.—Aveceselcuándonoesloimportante.Hopesonrió,llenadefelicidad.—Ven,quetelospresentoatodos.
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—No,espera,déjamequeadivine.—MarianneavanzóhastaDiggsylomiródearribaabajoconbastantedescaro,talycomoélhizoconellanadamásverla—.TúdebesserDiggs,eldelaspalabrasmágicas.
—Yestarosa,paraladamadeblanco.—Losiento,lasprefieroblancas.Diggssehizoelofendido.—Esoesdiscriminación.—¿Novasadedicarmeunapalabramágica?—quisosaberMarianne.Élsehizoelinteresantemientraslevantabaunamanoyarrugabaelceño.—¡ArrestoMomentum!Marianneenarcólascejas.—¿Quésignifica?—Soloqueríadetenerel tiempo—explicóél—,paradisfrutarde tubelleza.—
Hizounareverencia,peroMarianneyateníalosojospuestosenRaven.—YtúeresRaven,laquenonecesitapalabrasparahablar.—Memiróamípara
unmomentodespuésmiraraRavenotravez—.NoteparecesennadaaWave.—Esoesporquelefaltanloshilos—expliqué.En lugar de hablarle, Raven le dedicó algunos gestos que hicieron sonreír a
Marianne.—Yotambiénmealegrodeconoceros.Había dejado al Chico Azul en último lugar a propósito, pues era a quien
realmentequeríaconocermásdecerca.Mariannesepusodelantedeélyloobservócondetenimiento.
—Hola,ChicoAzul.—Hola,Rosaura—respondióél.—Noveonadadeazulenti,yeslasegundavezqueteveo.—Nadielove.SoloHope.Satisfecha,MariannesediolavueltaycogióaHopedelbrazo.—Ahoraosladevuelvo—informó—.¿Meacompañasalaesquina?—Claro.¿Adóndevamos?Enlugardecontestar,Marianneledijo:—Amipadrelegustacontrolareltiempo.Llevaunrelojdebolsilloycalculael
tiempoalmilímetro.Noquiereperdersenadaymuchomenosdejarqueseleescape.Esestresante.—Hizounamueca—.¿Túquécrees?¿Creesquesepuedecontrolareltiempo?
—Claroqueno—contestóHope.—Exacto. Lo que puedes controlar es lo que haces durante ese tiempo. Hay
muchagentequesepasalavidaintentandocontrolarladelosdemásporquenosabequéhacerconsutiempoyotraqueseesfuerzacadadíapordirigirsuvida,sinllegaraconseguirlo.Nomegustaningunadeesasdosopciones.Paramíeltiempoesalgo
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quehayquegastar.Gástalotodo,Hope,exprimehastalaúltimagota.Eltiempoquenogastaslopierdes,yeltiempoperdidoesirrecuperable.
—Hablascomosicargarascontodoeltiempodelmundo—señalóHopeconunhilodevoz.
—Porquelohago,cargocontodoeltiempodemimundo.Loúnicoqueesperoesnodudarnuncasobreloquequierohacerconél.
Alllegaralaesquinasedetuvoymecogióenbrazos.—Lo siento, Wave, no te había saludado. —Me besó en la mejilla antes de
devolvermeaHope—.Hevistolaactuación,soismuybuenos—ledijoaHope—,ysabesquenolodigopordecir.
—Noimportasinolosomos.Disfrutamoshaciéndoloyesoesloqueimporta.—Pero¿quédices?—laregañóMarianne—.¿Sabesloimportantequeesenmi
mundoseronoserbueno?Loestodo,Hope.Ereslospasosquedas,elnombrequeestá en boca de todos. Si tropiezas, no esperan a que te levantes. Siempre habráalguienmásesperandosuturno.
—¿Cómolohaces?Yonopodría.—Podrías.Talveznoamiritmo,peropodrías.Emplearíastutiempodemanera
diferente,conellos.—Señalóhaciadondeestabanlosotros—.Sitecaes,noestarássola.—Apartólamiradaparaconsultarsureloj—.Metengoqueir.Yanosveremos,Hope—ledijoantesdealejarsedenosotros.
—Graciasporvenir—gritóHopeconunasonrisaqueseleborródeloslabiosalrepasarlaconversación,alcontemplarelmodoenqueMariannecaminabamirándolotodo a su alrededor, imprimiendo recuerdos. Un presentimiento que no tardó enapartardeella.
Yoyalosabía,medicuentanadamásverlatraslaactuación.SabíaqueMariannehabía venido a despedirse, que esa era la única manera en que podía hacerlo.Marianne no era de esas personas que celebran el adiós como si la ocasión lomereciera,sinodeesasotrasqueprefierenirsesinelrecuerdodelsaboramargodeladespedida.
No lehabíadichoadiós,ni siquiera lehabíadadounabrazo.Lehabíahabladocomodecostumbre,consusfrasesllenasdedoblessentidosysussilencioscargadosde palabras. Y cuando se marchó lo hizo sin volver la vista atrás, dejando allí laesperanzadeunmañanaquenollegaría,eladiósquenadiellegóapronunciar.
Loquenosabíaesquenuncamásvolveríamosaverla.
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CAPÍTULO70Maestrostitiriteros
Que lo sucedido con el padre deDiggs tendría sus consecuencias era algo quetodossabíamos.Diggstambiénloteníaasumido.Quizáporesohabíahechotodoloposibleporalargarelmomentodevolveracasa.Seleveíafeliz,ansiosoporcomerselavidaenunaspocashoras,mientrasensuinteriorelmiedoibaabriéndosecaminocomoelvenenodeunaserpiente.
Aquella noche habíamos acabado cenando en un bar muy cerca de la playa ycuando los camareros comenzaron a recoger las mesas, decidimos pasear por laavenida. Entre confidencia y confidencia noté cómo el aliento de una amistad queningunocreyóposiblenosibaenvolviendoatodos.Mefijéenlascarasypudeverfamiliaridad,confianza,cariño.TambiénnotécómolosojosdeHopebrillabanbajolaluzdelalunaysurostrosonreíaalsentirlavozcercanadelChicoAzulcadavezqueletraducíaalgúncomentario,aunqueporaquelentoncesHopeapenasnecesitabadepalabrasparaentenderlos.
Pormásquebusqué,noviatisbodesoledadenella.Mesentíinmensamentefeliz,perotambiénnotélatristezaquesiguealafelicidad,esaquevaimplícitaenella,quetearañaeintimidayquenosabesbiencómoafrontar.Yesqueparamíesetipodefelicidadsiempreimplicabaunapérdida.
SolocuandoRavendecidióqueerahoraderegresaracasa,nosseparamosconelregustoamargodenosabercómoiríanlascosasapartirdeentonces.
Después de eso, el mago estuvo días sin aparecer por Collodi. Nosotrosesperamosconpaciencia,perotambiénconelmiedodenovolveraverlo.ElChicoAzulestabainquietoyRavenalicaída.YencuantoaHope…,ellasolopensabaenlamaneraderescatarle.
SinDiggsnadaeralomismo.Regresótrascasiunasemanadeausencia.Nohizofaltaquedijeranadaparaque
comprendiéramosque lascosasconsupadrenohabíansalidodemasiadobien.Eraalgoensumaneradecaminar,comosielcuerpolepesara,yenlaformaconlaquemirabaalmundo,conlavistapuestaenelsueloenlugardealfrente.Muchasvecesteníanque repetirle algoparaque sedierapor aludidoyotras tantas sededicabaacontestarconsilencio.
Yluegoestabaelhechodequenovinosolo.Unachicaloacompañaba.—Nopuedocreerlo—dijoRavenaldistinguirlosalolejos.Diggssonreíacondesgana,lachicaencambiolomirabacomosisoloexistieraél
enelmundo,conunamezcladetimidezyadmiración.Erabajitaypelirrojayllevaba
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unvestidoverdequeresaltabasusojos,delmismocolor.Parecíaunamuñequitadeporcelanade tanpálidaque tenía la piel y cuantomás se acercaba,másbonitameparecía.Hastaqueestuvoatansolounoscentímetrosdenosotrosylareconocíjustoen el mismo momento en el que ella me reconoció a mí. Mi percepción de ellacambióalinstante;seconvirtióenunamuñecahorrorosaalaquemedolíamirar.
Intenté fijarme en la cara de Hope pero me era imposible desde mi posición.Aquella chica era, sin ninguna duda, una versión más adulta de la chica que nosinvitóasucumpleañossoloparahumillarnos.Comprobéquesusojossequedabanfijosenmíynosupedescifrarlaexpresióndesucara.
—EstaesAlice—lapresentóDiggs,desplomándoseenelbanco.Lachicacompusounasonrisaysealisóelvestido.—Mehancontadoquehacéismagia—dijomientrashacía lo imposibleporno
mirarme—.Estoydeseandoverla.—Puesnoperdamoseltiempo—musitóRaven,quienderepenteteníaprisapor
marcharse—.Tengoquetrabajarestatarde.Mispensamientossehallabanperdidosenaquelsucesodelpasado.Susrostros,
inocentes, angelicales, se habían convertido en una de mis peores pesadillas.Recordabalasrisas,losinsultos,ladesesperación,laagonía.EltictacdelosrelojesquesecerníansobreHope,repletosdefalsailusión.Desdeesedíanuncavolvimosaverlas. Hope hizo todo lo posible por evitar la plaza; en realidad, se alejaba decualquier lugar conniñosde su edad.Noesqueyo tuvieranadaencontrade eso,pues a excepción de Hope nunca me gustaron, pero ese día perdió algo muyimportante: la curiosidad. Algo que antes le había fascinado, que acostumbraba arobarahurtadillascadavezqueacudíaalaescuelayseescondíafrentealapuertadelaentradaparaempaparsedelossueñosdelosniñosquenuncaseríansusamigos,seconvirtióparaHopeenalgoquedebíaolvidar.
MientrasobservabacómoAlicesonreíayhablabaconellosmepreguntésialgunavez en todos esos años había pensado en Hope, si ella también habría derramadotodas las lágrimasqueHopederramó,sihabríasentidoelmismoagujeroabrasadorenelpecho.Mepreguntaba,sobretodo,sinosotroshabíamossidounaanécdotamásde su infancia o si realmente la habíamos cambiado como ella había hecho connosotros. Es increíble cómo un suceso sin importancia para algunos, una simplebroma, puede afectar directamente a la vida de otros hasta el punto demarcarla afuego. Seguramente Alice no nos había dedicado ni un solo pensamiento peronosotroshabíamospensadomuchísimoenella.Quizá,demasiado.
ElChicoAzul aprovechó queAlice se había sentado en el banco para situarsejuntoaDiggs,quepreparabasuscosasparalaactuación.
—Me resulta familiar.—Hope también se había acercado aDiggs ymiraba desoslayoaAliceconcuriosidad.
Diggssonrió,aunquemásqueunasonrisaparecióunamueca.—Alicetieneeseefectoenlagente.
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—¿Quiénes?—lepreguntóHopealChicoAzul.—Son sus cadenas—contestó él demala gana—. Es la chica con la que a su
padrelegustaríaquesaliera.Llevaañosintentándolo.—Unaniñadepapáquenosabequéhacerpara llamarsuatención—murmuró
Ravenporlobajo,fingiendoestarconcentradaencolocarselosguantes.El Chico Azul ignoró el comentario de Raven y se inclinó ligeramente para
preguntarlealmago:—¿Cómoestás?Diggs,queyateníalamesalista,selevantódejandoescaparunlargosuspiro.—Derepenteamipadreleparecebienquesuhijoseamagoensusratoslibres.
Selohadichoatodossusamigosparaquevenganaverme.—Noeraalegríaloquedesprendíansuspalabrassinorabia,unarabiainmensaquealgúndíaestallaría.
—¿Sabes lo que pretende? —dijo el Chico Azul—. No puede impedir quevengas,peroharáloposibleparaquelodejes.Noselopermitas.
—Ymenosconunaniñeravigilándotetodoelrato—añadióRaven,queapartólavistaalcomprobarelefectoquesuspalabrashabíantenidoenDiggs.
—Noestanfácil,¿vale?Intentaavergonzarmeyloestáconsiguiendo.HopetiródelbrazodelChicoAzulcuandolacuriosidadpudomásqueella.Este
leresumióloqueacababandehablar.—Nodejesquenadadeloquepuedandecircambieloquesientes—ledijoHope
aDiggs,alcanzandosusombrerodecopaparaponérseloconunatímidasonrisa.En respuesta, Diggs le dio un beso rápido en la mejilla, gesto que la cogió
desprevenida.Alicenosobservabadesdeelbanco.ParecíadiminutaenCollodi,alcontrarioque
enmissueños,dondeeragiganteymonstruosa.Nadiedijonadamás.ElChicoAzulseacercóaHopeylesusurróaloído:—Vamos,Dilly.Cuéntameunahistoria.SoloentoncesHopeempezóamovermishilosmientraslaavenidaiballenándose
de gente.Me costaba prestar atención a la historia que se suponía que yomismoestabarelatando;misojosnodejabandeapuntaraAlice,queabsorbíacadamomentocomo si de verdad hubiese magia en ellos. No había nada de malo en ella y, sinembargo,nopodíaevitarsentirmiedo.
Esincreíblecómolosvillanospuedenseguirhiriéndotesinesforzarse,cómolosrecuerdossoncapacesdemanejarnoscomomaestrostitiriteros.Comprendíentoncesquecadapersonallevaunamarionetaensuinterioryqueloshilosnosonmásquelospropiosrecuerdos.
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CAPÍTULO71Laniñaalaquelerobaronunsueño
Apartir de ese día,Alice se pasaba a ver aDiggsmuy amenudo.También lohacían algunos compañeros de clase y amigos de sus padres, cuya presenciaconseguíaqueDiggsdejaradeserDiggsyseconvirtieraenelcorrectohijoalquesupadrehabíaamoldadoasuimagenysemejanza.
—¿Quéestáshaciendo?—lepreguntóRavenunadeesasveces,trasacabarunaactuación—.SesuponequeaquínoeresmásqueDiggs,elmago.
Éllafulminóconlamirada.—Déjameenpaz.—Teestástrayendolamierdadecasayloestásestropeandotodo.—SiterefieresaAlice…—Miróasuamigadesoslayo.—Alicemedaigual,merefieroati—repusoRaven—.Todostenemosnuestras
cosas,peroquedamosenqueCollodiesnuestrositio.¿Porquédejasqueloestropee?Diggssorteóladistanciaquelosseparabaparaencararla,antelaatentamiradade
losdemás.—¿Prefieresquenovenga?¿Esoesloquequieres?—Quieroquevengastú,noelhijodetupadre.—¿Yquétehacepensarquenosomoslamismapersona?—Porque losconozcoa losdos.—Unmomentodespués,Ravensemarchósin
despedirsedeningunodenosotros.Hope, que no se había enterado de la conversación, tuvo que recurrir alChico
Azul para que le explicara lo que había sucedido. Ymientras lo hacía, observabacómoAliceseacercabaaDiggsyledecíaalgoquelohacíareír,olvidándosedelmalsabordebocaquelaconversaciónconRavenhabíadejadoenél.
EraevidentequeDiggssentíaunenormecariñoporella,delmismomodoqueeraobvio que el cariño de ella traspasaba los límites de la amistad. A pesar de losreprochesdeRaven,conAlicenoeraelhijodesupadresinounamezclaentreesteyelmago.Unpuntointermediodelasdospersonalidadesquellevabadentro;rebeldíay templanza,dulzurayseveridad.Parecíaquenuestravillanaera laheroínadeotrahistoria.
Aliceapenassedirigíaanosotros,yaqueenelfondodebíadesaberquenoerabienvenida, y en las ocasiones en las que lo hacía, dejando caer algún que otrocomentario,Hopenopodíaescucharla.Loquesíhacíaeramirarnos,tantoquelleguéapensarque ibaadesgastarnos.SeacordabadeHope,deesoestabaseguro.De loque no estaba tan seguro era de que Hope no la recordase. A veces la descubría
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mirandoaAlicefijamentehastaqueseibaeinclusodespuésdehacerlo,perdidaenrecuerdos que yo no podía alcanzar. Nunca supe si llegó a reconocerla, comotampocosupesihabíadejadodepensarenaquellaschicasosilashabíaperdonado.
LoquesísupefuequeAliceestabaarrepentida.Sucedió una tarde en la que Hope estaba leyendo en el banco. Yo no podía
quitarlelavistadeencimaaAlice,puesllevabaunratomirándoladesdeelbancodeenfrente.Lavivacilarvariasvecesantesdeatreverseasortear ladistanciaquenosseparabay sentarse juntoanosotros.Hope le sonrió, sonrisaqueAlice ledevolvióconunatisbodetristezamientrassacabaunlibrodesubolsoycomenzabaaleerellatambién. Hope todavía se la quedó mirando durante unos segundos más antes dereanudarlalectura.Yoestabasentadoenmediodelasdos,pensandoqueencualquiermomentoAlicenosibaaarrojarellibroalacabeza,cuandolaescuchéhablar.Tuveque agudizar el oído, pues lo hizo en un susurro apenas incomprensible; si no laobservabasmuyatentamente,parecíaquesolomovíaloslabiosmientrasleía.
—Cuandoteveíaenlaplayamirandoelmar,sentíaenvidiadeti.Siemprequiseserexploradoradenaufragios.¿Notepareceincreíble?Haymilesdebarcosbajoelmaryyodesdepequeñaqueríadescubrirlostodos.—Guardósilenciouninstanteenelquemeobservódereojo.Creoquemepusecolorado—.Cuandoeresunaniñayselocuentasa lagentesuelehacergracia,perocuandoempiezasacrecerseríeno tecuestionan.—ApartólosojosdemíparamiraraHope,peroestacontinuabaconsulectura,ajenaasuspalabras—.Supongoqueeraunatontería,peroeramitontería.Alfinaldejédeiralaplaya.Lleguéaodiarelmar.Quizádeberíahabermeodiadoamímismapornoserlosuficientementevalienteparaperseguirmisueño.Yteveíaatiahí, frente al mar que se había llevado todo lo que tenías, y no parecías odiarlo.Parecías feliz y yo te tenía envidia. Si yo tampocohubiese podido escuchar, ahoramismo podría estar bajo el mar. Si nadie me hubiese dicho que mi sueño era enrealidadunaestupidez,nuncalohubierasabidoyhabríasidofeliz.Perono,yoestabaahí,haciendoloquesesuponíaquedebíahacer;ytúestabassiendoquienqueríassersin importarte lo que dijeran los demás o cómo te mirasen a ti y a esa estúpidamarioneta.—Levanté la mirada, indignado—. Y ahora estás aquí y yo sigo en elmismopuntoquecuandoéramosunasniñas.Sientohabersidocruelcontigo,soloeraunaniñaalaquelehabíanquitadosusueño.Supongoqueatiesotedaráigual,queeldañoquetehiceeselmismofueraporelmotivoquefuera,peroquierodecirtequelosientoyquelaAlicequeexplorababarcosbajoelmarnuncalohabríahecho.
Miró a Hope otra vez y supe que una parte de ella esperaba que la hubieseescuchado.Sinembargo, tambiénsupequesiHopehubierapodidoescuchar,Alicejamáshabríapronunciadoaquellaspalabras.
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CAPÍTULO72Lapropuesta
Como todos los años, el teatro había cerrado sus puertas para tomarse undescansoydesdefueraelpequeñoedificioparecíamásdormidoquedecostumbre;unancianodehuesosfrágiles,cansados,quechirriabancuandoledabaslavueltaalacerradurayaccedíasalinterior.
BuscamosaJosephportodoelteatrohastaqueloencontramosenlahabitaciónde las telarañas —como Hope la había llamado nada más descubrirla—, con lacabezametidaenunarmarioatestadodepapeles.
—¡Sehaido!—FuetalloinesperadodelgritodeHopequeJosephsegolpeólacabezaconelestantesuperior.
—¡Au!—gruñóél,frotándoselacoronilla.—Sehaido—volvióadecirHope.—Tendrásquesermásespecífica.—Mariannesehaido.Heidoabuscarlaalteatroymehandichoquesemarchó
elsábado.—Yasabíamosqueseiba.—Sí,peronocuándo.ElmismosábadovinoavernosaCollodiynomedijonada
dequesemarchaba.Noloentiendo.—Hopesorteóunadeesastelarañasquedabannombrealahabitaciónysederrumbóenunadelassillasdecuero—.Noloentiendo—repitió.
Josephseacercó.—¿Quénoentiendes?—Quenomedijeranada.Sefueyyaestá,comoundíamás.—Talvezellaqueríaquefueracomoundíamás.—Esmiamiga.—Hopemeenvolvióensusbrazos—.Laspersonasquemásme
importannuncasedespidendemí.—Unadiósimplicaquealgollegaasufin.¿Quéprefieres,recordarloscomoson
oconunadiósenloslabios?—No es justo, ni siquiera pude darle un abrazo.No pude decirle que nunca la
olvidaré.—Dices que fue a verte a Collodi, ¿verdad? —Hope hizo un gesto leve de
asentimiento—.¿Notepareceesounabrazo?—Pues no—contestó ella. De pronto, los ojos se le iluminaron—. Tú podrías
encontrarla.—¿Yo?
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—Conocesamuchagente,puedespreguntaradóndesehaido.Sipudieradarconella…
—Nopuedeshacereso.SiMariannenosedespidióde ti fueporunmotivodepeso,ellaquisoquefueraasíydeberíasrespetarsudecisión.Haycosasqueunadiósnopuedeterminar,¿paraquépronunciarloentonces?Unadióssolosignificaloquetúquieresquesignifique;afindecuentasnoesmásqueunapalabra.Lashistoriassoncriaturaslibres,salvajes.Túmehasenseñadoeso.
—Nolavoyavolveraver—dijoellacontristeza.—Loharáscadavezquelarecuerdes.—Nisiquieralehedevueltosudiario.—¿Quédiario?Hopesacóelcuadernodecuerodelbolsoparamostrárselo.—Loencontréenmihabitación.Ibaadárselohoy.—Respiróhondo,vencida.ÉlselaquedómirandoduranteunossegundosmientrasHopeacariciabalastapas
decueroconlasyemasdelosdedosyseperdíaensusrecuerdosconMarianne.Ensilencio,Joseph,regresóalatareaderebuscarentrelospapeles.—Heestadopensando—empezóadecir.Suvozsonóhuecadentrodelarmario—
quepodríaisactuaraquí.—¿Aquí?—ConsidéralomiregalodeNavidad.Hopeseinclinóhaciadelante.—TúeresmiregalodeNavidad.—EntoncesconsidéraloelregalodeturegalodeNavidad.—Pero¿cómo?—¿Debo decirte cómo tenéis que actuar? —Joseph le dedicó una mirada
significativa.—Quierodecirque…¿Terefieresaquepodemosactuaraquícomolohacemos
enCollodi?—Tú misma has dicho que conozco a gente. Solo tengo que hacer algunas
llamadasycorrerálavoz.Alomejornovienenadie,peroesunriesgoquemerecelapenacorrer,¿nocrees?
—¿ActuarenSerendipity?—AHopelebrillabanlosojosporlaemoción—.Seríacomounsueño.
—Tendríais que trabajarmucho. Pegar carteles, ensayar,montar el decorado…Quiénsabe,sisalebienpodríaisdedicarosaestoalgúndía.
—¿Creesqueseríaposible?—¿Porquéno?—¿Ysinovienenadie?—¿TenéispúblicoenCollodi?—lepreguntóJoseph.—Sí.—Puestraedlo.
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Hopeselevantódeunsaltoyseabalanzósobreélparadarleunabrazo.Conlaemoción del momento no solo tiró el diario al suelo, sino que, además, hizo queJosephsegolpearalacabezaunasegundavez.
—¿Quieresmatarme?—gruñó.—¡Abesos!—gritóellamientrasrecogíaeldiariodelsuelo,abiertodeparenpar.
Yfueprecisamentealmirarlapáginaabiertacuandounaideacruzóporsumente—.Joseph, se puede encontrar la dirección de una persona con su nombre y apellido,¿verdad?
—¿Porquélopreguntas?—PorquesécómohacerlellegareldiarioaMarianne.—Leseñalóunnombreen
lalibreta.—¿Quiénes?—ElúnicoquepuededevolverleeldiarioaMarianne.
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CAPÍTULO73Todahistoriadeberíaempezarconunabrazo
CuandoaldíasiguientenosreunimosconlosdemásenlaAvenidaCollodi,Hopehizouna interpretaciónmagnífica fingiendoqueningunode sus amigos sabíanadaacercadelapropuestadeJoseph.LarealidaderaqueyahabíahabladoconelChicoAzul la noche anterior, cuando este se había presentado en el teatro silbando yasegurandoquepasabaporahíporcasualidad,yél lehabíaprometidoquehablaríaconDiggsesamismanoche,yqueseencargaríadeponerlealtantodelosplanesqueélyHopehabíantrazado.LaúnicaquenosabíanadaeraRaven.
AHopenolecostónadafingir,lollevabahaciendodurantetodasuvida.Lesdiolanoticiaconlamismanaturalidadyemociónqueempleabaencontarsushistorias,haciendohincapiéenlas ideaspropuestasporJosephyentodoloqueseleocurríaquepodríamoshacerdurantelosdíasenlosqueelteatroseríanuestro.
Primerosehizoelsilencio.Despuésvinoelaluvióndepreguntas.LasdeDiggsyelChicoAzultotalmente
fingidas.LasdeRaveneranmásbienexclamaciones,merosesfuerzosporcreerqueunsueñopodríahacerserealidad.
—Esuna locura—dijoRaven,aunquesusonrisadejabaclaroqueera lamejorlocuraquehabíaescuchadoensuvida.
—¿Yquéno lo es?—Diggs le plantóunbeso aHope en lamejilla—.Eres lamejor.
—Notepases—leadvertí.—¿Estásseguradequepodemosusarelteatro?—preguntóRaven.Hope apartó a Diggs de un empujón y tuvo que pedirle al Chico Azul que le
explicaraquéeraloqueestabapreguntandoRaven.—Joseph nos ayudará en todo lo que necesitemos. Aunque tendremos que
trabajarduroparatenerlotodolistoenunasemana.Hayqueaprovechareltiempo.—Voyaecharestodemenos—murmuróDiggs.—¿Nosllevaremosalgo?—quisosaberelChicoAzulcomponiendosuexpresión
másseria,aunqueeraobvioquehacíaloposibleporcontenerunasonrisa—.Siestoyallí,dejandodellenarlafundaconpropinas,tienequeserporunbuenmotivo.
—Todolorecaudadoseráparati,Raven—informóHope.Ravenseseñalóasímisma,sinacabardecreérselo.—Hayunacondición—anuncióelChicoAzul,yestavezsonrióabiertamente—.
Sisalebien,tienesquecambiarteaArteDramático.—¡Sorpresa!—DiggssacóunarosadelaorejadeRavenyselatendió.
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—¿Yalosabíais?—preguntóella,contemplándonosatodosconestupefacción.—Desdeanoche—explicóelChicoAzul—.Queríamosvertelacara.Ravenapretólospuñosunossegundosantesdeecharseallorar.Hopeseacercóa
ellaylaenvolvimosenunabrazo.Losotrosdosnotardaronenunirse.Todahistoriadeberíaempezarasí,conunabrazo,coneltiempoencargándosede
fotografiarelmomentoyeluniversocomoúnicoespectador.Guardéaquellafotografía,elrecuerdo,dentrodelbolsillodemichalecoparaque
nadiemeloquitara.Puedequelosrecuerdosnoseanimportantesparaalguiencomoyo,acostumbradoavivirunavidatrasotra,perolafelicidadquesentíatravésdeeseabrazosemantendríabienafianzadaenmiinterioryregresaríaamíenlosmomentosdeplenitudynostalgia,comoeseolorfamiliarquetesobrevienecuandomenosteloesperas.
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CAPÍTULO74Tancercaytanlejos
Lossiguientesdíasfueronuncaosdecosasquehabíaquehacer,arreglar,mejorar.Ensayos, carteles, actuaciones enCollodi que terminaban con la venta de entradasparaelgrandía.Sepodríadecirquelohabíamosconseguido:CollodiseveníaconnosotrosaSerendipity.
Que Joseph tuviera contactos terminó por dar el último empujón que llenó elteatro;agentescuriosos,actoresyempleadosdeotrosteatrosqueríanverloqueloscinco, que tanta fama habían cosechado en las calles, tenían que ofrecer sobre unescenario.
No te negaré que me resultaba extraño ver mi imagen en los carteles, aunquetambiéndebodecirquesalíabastanteguapo,conunairerefinado.Paralafoto,HopemehabíapeinadocuidadosamenteyJosephmehabíaregaladountrajenuevo,deunazulmásclaro,queresaltabamisojosylalágrimademimejilla.Eraunomásdeloscincoynopodíasentirmemásorgulloso.
Unadeesastardes,mientrastodosseencargabandevenderentradasalospocosrezagadosenCollodique todavíano lahabíancomprado,regresamosaSerendipityporqueHopeteníaalgoquehacer.Sindarmeningunaexplicación,sepusoelúnicovestidoqueteníaynossubimosaunautobús.
—¿Sabes,Wave?NodejodepensarenelpadredeDiggs.¿Porquédeentretodalagenteteníaqueescucharloaél?Esunhombrehorrible.Perohoy,alveraDiggsintentandosonreír,creoquelohedescubierto.Quizánosetratedemí,quizásetratedeellos.
—Noteentiendo,Hope.Sequedópensativamirandoatravésdelcristaldelaventanaynovolvióadecir
nadamáshastaquellegamosalacasadeDiggs.Elsolacababadeponerseylacasa,contodasesassombrasproyectándosesobreeltejado,parecíamuchomásaterradoraqueaquellamañanadeNavidad.
Respiróhondoantesdellamaraltimbre.FueelmismopadredeDiggselquenosabriólapuertayelquelavolvióacerrarennuestrasnarices.
Hopellamóunasegundavez.—¿Quéquieres?—preguntóelseñorencuantoabrióporsegundavezconcarade
muypocosamigos.—Hablarconusted.—Yaloestáshaciendo.
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—No sé si Diggs se lo habrá contado, pero vamos a actuar en el teatro, enSerendipity—aclaró—,yséqueaélleharíamuchísimailusiónquevinieraaverlo.
—Notengoningúninterésenvercómomihijopierdeeltiempo.—Eltiempopasahagasloquehagas.Todosloperdemos,laúnicadiferenciaes
quealgunoslohacemossiendofelicesyotroscreyendoserlo.Noloconozcodenadayustednomeconocedenada,perocréamecuandoledigoquenohaynadaqueustedpuedahacerparaqueDiggsdejedequererlo.Essupadreyloserásiempre,perosicuandoactuemosenSerendipityustednoestá,Diggsnorecordaráesedíacomounoespecial, lo recordará como el día en el que usted no estuvo. No le arrebate sufelicidad.
—¿Te ha dicho él que vengas? —Hope negó con un gesto de la cabeza—.Deberíasirte.
—Nohagaquepierdalaesperanzaenustedporqueesesoloseráelprimerpasoparaperderlaporcompleto.
—Buenastardes.—ElpadredeDiggscerrólapuertatrasdesí.Hopeseagachóydeslizóunadelasentradasporlarendijadelapuerta.—Hashecholoquehaspodido,Hope—ledijeparaanimarla.—¿Creesquevendrá?—mepreguntó.Nosupequécontestaraeso.Intenté encontrar una respuesta durante el trayecto de vuelta al teatro. No fue
hasta que Hope comenzó a escribir una carta, mientras el autobús avanzaba ydejábamosatráscallesquenuncahabíamospisado,cuandomedicuentadequenosolo lohabíahechoporDiggs; también lohabíahechoporellamisma.Al finyalcabo,lahistoriadeHopeconsuspadresnoeratandiferentedeladelmago:aunqueDiggsysupadreseoían,nollegabanaescucharse.
QuisedecirleaHopemuchascosas,peroloúnicoquepudehacerfueleerunayotravezaquellaprimeralínea:«Alosqueunavezfueronmispadres».
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CAPÍTULO75Elsonidodelaesperanza
Todavíahabíanoches,cuandoelcielosemostrabatachonadodeestrellas,enlasqueHopeseasomabaalaventanaparapedirundeseo.Esloquetienenlosdeseos,queaunqueyanotehaganfaltatieneslasuertedequenuncasegastan.
Lanocheantesdelagranactuaciónlalunasonreía,hermosa,yHopeledevolvíala sonrisa. Curiosamente, las farolas no emitían luz alguna y desde mi posición,recostadoenuncojín,podíaver cómo la lunaderramaba supálida estela contra laventana. En momentos como ese pensaba que Hope estaba muy lejos de mí, quevolabaalto,quizáhaciaunplanetadiminutoalquesoloellateníaacceso.Sepasabahorascontemplandoelcielo,lejosdelacivilización,yamímehubieragustadopoderinventarmealgunahistoria al respecto.Unapenaque las historias no semedieranbien.
Enlascalles,unaráfagadevientolevantólashojascaídas,lospapelesolvidadoseinclusolossueñosqueHopeyanomedecíaenvozalta,trayendoconsigoalChicoAzulhastaSerendipity.
Detanabsortaqueestabanoescuchóelúnicosilbido,tímido,quesecolóenlahabitación.Tampocooyócómoseabríalapuertadelteatronilasvocessusurrantesqueseacercabanalahabitación.NosepercatódenadahastaqueunosgolpesenlapuertairrumpieronensuspensamientosyelChicoAzulasomólacabeza.
—¿Puedopasar?—Claro.—Apoyadaenlaventana,HopecontemplóensimismadacómoelChico
Azulentrabaycerrabalapuerta—.¿Quéhacesaquí?—Estabaabajomirándote,peroparecíasmuyconcentradaynomehiciste caso
cuando silbé. En realidad pensaba subir por la ventana, pero Joseph me pillódesprevenidoymediopermisoparasubir.—Sedetuvofrenteaella—.Hacíatiempoquenoteveía.
—Nosvemostodoslosdías.—¿Ah, sí?—ElChicoAzul la cogió por la cintura y se colocó detrás de ella,
rodeándola con los brazos para poder seguir observando el cielo—. Pues amímeparecequefuehaceunaeternidad—ledijocontrasupelo.AHopeseleescapóunasonrisa—.¿Recuerdascuándofue laúltimavezquehiceesto?—preguntóa lavezqueacercabalacaraasucuelloylorozabaconloslabios.
—Nunca—contestóellacontimidez.—Esoes.Hopeserelajóensusbrazos,apoyandopartedesupesosobreél.
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—¿Noestásnervioso?Es increíble, perohemos estado tanocupados estosdíasquenohetenidotiempodepensarenello.Yahorametiemblanlaspiernas.
—Puesnoloparece.—Desdeatrás,elChicoAzulleempujóunadelaspiernasconlarodilla.
—Noseasidiota,yasabesaloquemerefiero.—Hemoshechoestounmillóndeveces.—Esdistinto.—Losé.¿Tecuentounsecreto?—ledijoenunsusurro.Hopemoviólacabeza
afirmativamente—. Estoy aterrado. Mi familia entera estará ahí y por fin voy amostrarles quién soy. Si te paras a pensarlo, es una tontería estar nervioso por sercomoeres,¿noteparece?
—Noesunatontería.Nohaynadaenelmundoquedémásmiedoqueelhechode que los demás te vean como eres en realidad. Lo sé porque llevo todami vidatemiendolomismo.
—Eresperfectatalycomoeres.—No,nolosoy,ynopasanada.Mehacostado,peroahoralosé.—¿Elqué?—Queloquedeseabasiemprelohetenido.—Mealegraquelosepas.—Telodeboati,atodosvosotros.—Nonosdebesnada,túnoshasdadoesperanza—repusoél.—¿CreesqueDiggsyRavenencontraránsucamino?—Elúnicocaminoquehayeselrastroquedejasmientrascaminas.Paseloque
pasemañana,haremosloquehacemossiempre:seguiradelante.—¿Ysisalemal?—¿Y si todos nos volviéramos azules? ¿Y si nos salieran hilos y nos
convirtiéramosenmarionetas?¿Ysidejáramosdeescucharnoslosunosalosotros?¿Quieresquesiga?—ElChicoAzulesbozóunamediasonrisa—.¿Quémásda?Lavida continuaría. Si salemal, lo volveremos a intentar, y si vuelve a salirmal, lorepetiremos,ysiaunasínossalemal,siempretendremosCollodi.
—Siento como si mi vida empezara mañana. Ojalá que ellos también puedanvenir.
—¿Quiénes?—Mispadres.ElChicoAzulfruncióelentrecejo.Hopelecontóquehabíaescritounacartapara
elloshacíaunosdíaspidiéndolesquevinieranaverlosysumenteviajódirectamenteal pasado. Le habló de los ratos que pasaba con sumadre en la cocina, de oloresfamiliaresquenohabíaconseguidoolvidar,decuandosuhermanovivíaylecontabalashistoriasmásalucinantesquehabía escuchado,de las excursionesque supadreorganizabalosfinesdesemana.
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—Larealidadparecemásfácilcuandonoescuchaspalabras,sobretodocuandoeresunaniña.Poresodeseédejardehacerlo.
—¿Yahora,teparecemásfácil?—quisosaberél.—No.Ahoraséquelaspalabrasformanpartedelavida.Retenerlaseslomismo
quedejardevivir.Nohaydiferenciaentreesoylanzarsealmar.—Lavidaescomointentarcontestarunapreguntaquenadie tehahecho.Cada
unorespondecomopuedeocomosabe.Hope no dijo nada más, se quedómirando al cielo mientras el Chico Azul la
mirabaaella.—Dilly—lallamóalcabodeunossegundos—,regálameunpoco.—¿Dequé?—De tu esperanza.—Ella sonrió. Él también lo hizo—. ¿Alguna vez has oído
cómosuenatunombreenlanoche?ElChicoAzullasoltóysecolocódelantedelaventana,conlasmanosaferradas
alalféizar,dejandounhuecoparaqueellahicieralomismo.Soloentonces,sindejardemirarlaa losojos,gritósunombre.Sunombrereal,elde laesperanza.Tanaltoque las estrellas se inclinaronparamirarlos, curiosas.Tan altoque las lucesde lasfarolasseencendieronparapoderdistinguir lasexpresionesdesusrostros.Tanaltoque el tiempo, detenido entre las paredesdel viejo teatro, comenzó a correr a todavelocidad,enuntorpeintentoporretenerelmomento.Quétontoeraeltiempo,nosehabíadadocuentadequeelamorsiguesupropiocompás,alritmodeunamúsicaquenadieoye,porquenoemitesonidoalguno.
Hope sonrió.No solo escuchóel sonidode la esperanza en las callesdesiertas,también oyó los sonidos de la vida derramándose en sus oídos, entrando en ella,llenándolade felicidad.Puedeque fuera incapazdeescuchar todas laspalabrasdelmundo,peropodíaquedarseconlasnecesarias.
YmientrasledabalamanoalChicoAzul,mientrassusojosseperdíanenelcieloenbuscadeundeseoqueyanorecordaba,mientraslasansiasporcomerseelmundosehacíanmásymásgrandes,supequenuncasehabíasentidomásviva.
Tambiénsupequeyanomenecesitaba.
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CUARTOACTO
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«Todoelmundoesunescenario,ytodosloshombresymujeresmerosactores:
tienensussalidasysusentradas;yunhombreensutiempointerpretamuchospapeles…».
Comogustéis,WILLIAMSHAKESPEARE
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CAPÍTULO76Unacartayunahistoriaquecontar
Alosqueunavezfueronmispadres,durantetodosestosañosheaprendidomuchascosas.Unadeellasesqueelpasadonoesmásqueeso,pasado,yaunqueestemoshechosderecuerdos,nohayquedejarqueborrentodolodemás.Losrecuerdosmecompletan,peroeslailusiónporcapturarnuevosrecuerdosloquememantieneviva.
Para mí las palabras siempre han sido importantes. Creo que hay mucha gente que no les da laimportancia que semerecen pero, en nuestra vida, lo son todo. Tarde o temprano nos convertimos enpalabrasenloslabiosdealguien.
Josephmedijohacepocounaspalabrasquetodavíaresuenanenmicabeza.Osheculpadoduranteaños,sindarmecuentadequeennuestrahistorianohayculpablessinovíctimas.Todossomosvíctimas.Delascircunstancias,delavida.Vivimosunapérdidaquenospartióendosacadaunodeunamaneradiferente.Ati,mamá,quefingíasquetodoibabien.Ati,papá,quenoerascapazdefingiryterefugiabasenelfondodeunabotella.Yamí,quedecidíegoístamenteapartaraunladotodoloquemehacíainfeliz,que intenté vivir de las cenizas del pasado y me atraganté con ellas. Os abandoné y vosotros meabandonasteisamí.Nopasanada.Elegimosvivir,anuestramanera.
Micartanoesparareclamarosnada,noquieroabrirviejasheridas.Loúnicoquequieroesquenosperdonemos.Que tú,mamá, teperdones;que tú,papá, teperdones;yperdonarmeyo también.Todavíaestamosatiempodehacerlo.PorJamesyporesafotografíaenlaqueaparecemostodosenlaplaya.
Llevoañoscreyéndomeunmonstruosinderechoavivircomolosdemás.Meencerrabaenmímisma,enmi soledad, yme obligaba a creer que no pasaba nada, quemientras tuviera aWave lo demás noimportaba.Me esforzabapor comprender qué era lo quehabía demalo enmí.Busquéunamaneraderecuperarme,inclusolleguéacreerquelamagiapodríaayudarme.Tienegracia,¿eh?MeconvertíenunaespeciedeDorothyquebuscabaencontrarseconsigomisma.
Yenelcamino,másqueunasoluciónamiproblema,descubríotrascosasmejores.Amistad,ilusión,esperanza.Encontré una familia: unamarioneta, un señor que hizo elmilagro de ser el hogar quemefaltaba,unChicoAzul,unamimo,unmagoyunaactrizquesemarchódemividaperoalaquenuncaolvidaré.Graciasaellospudeencontrarmedenuevo,aprendíaescucharloqueteníanquedecirme.
Puedequenuncalleguearecuperarmedeltodo,peroesoyanomepreocupa.Séquehabrágenteenelmundoalaquenopodréescuchar,perotambiénséquenosololaspalabrastransmiten.Alolargodemividahabrápalabrasquemedolerányotrasquemeharáninmensamentefeliz.Estoyesperándolastodas,lasqueduelenylasqueno.Supongoqueeseeselpreciodevivir.
Loquequieropedirosesalgotansimplequequizáosresulteimposible.EstesábadoactuaremosalassieteymediaenelteatroSerendipity.Nohacefaltaqueosdigadóndeestá.Megustaríaqueconozcáisaminuevafamilia,porlaquefuimosunavezenelpasado.Quieropoderdespedirmedelaúnicamaneraque sé: contándoos una historia, mi historia, mirándoos a los ojos sin tener miedo de lo que puedaencontrarenellos.Megustaríadejardebuscarelmododehaceresascosasquenuncapudieronser.Y,porfavor,traedleaél.Osespera,Hope.
EsafuelacartaqueHopeleescribióasuspadres.NohabíapodidoresistirsealeerladosvecesantesdedecidirseacerrarelsobreyentregárseloaJoseph.Élsabríacómohacerquellegarahastaellos,oesoquisocreer,puesselodioysemarchócorriendo,comositemieralarespuestaquepudieradarle.
NovolvióamencionareltemahastaesanocheconelChicoAzul,perodurantelosdíasdeensayoyajetreoquepasaron,enlosqueapenashabíatenidotiempopara
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pensarennadaquenofueralaactuaciónesperada,séqueteníapresentelacartadesuspadresyladudadesivendríanonoaverla.
Yesedíahabíallegado.—¿Estáis listos? —preguntó un actor y buen amigo de Joseph que se había
ofrecido, juntoaotrosdosmás,aayudaren loquehiciera falta.EraelmismoquetiempoatráshabíapintadolasparedesdelcuartodeHope.
—Loestamos—respondí,yaquelosnerviosparecíanhaberborradolaspalabrasdelosdemás.
Otrodelosactores,ensunuevopapeldeayudante,entróalacarrera.—Chicos,¿estáislistos?Salísencincominutos.Todosasintieronconungestoysemiraronconnerviosismo.—Loestamos—asintióHope—.¿Raven?—Sí.¿Diggs?—Desdehacerato—farfullóeste.EntoncesHopemiróalChicoAzul,quehabíacerradolosojos.—No—contestóél—,peroloestaréenunmomento.—Vaya,vaya.NuestroChicoAzulestánervioso.Todaunanovedad—seburló
Diggs.—Cállate—loregañóRavenantesdetirardeélparallevarloalescenario.—¡Dosminutos,chicos!—apremiaronlosactores.Sin más dilación, ocupamos nuestros lugares detrás del telón, mirando con
ansiedadlagruesatelaazuldelascortinas.Sedieron lamanocomosi esto fueraunapartemás,necesaria,de laactuación
que estaban a punto de representar. Un apretón que más que un apretón fue unapromesa.
—Vamos a hacermagia, chicos—anuncióDiggs, aunque era aRaven a quienestabamirando,obesando,sinacercarloslabiosnirozarla.
ElChicoAzultambiénbesóaHope,peronocomotútecrees.—Vamos,Dilly.Cuéntameunahistoria.YHopesintióelcalordesuspalabrasabrasándolelapiel.Atravésdelasuperficielisademimaderasentílaelectricidadrecorrerelcuerpo
deHope, tirardeellahacia loqueestabaporvenir.Esapalabraaterradoraa laquellamasfuturo.
Encuantoaloquesucedióenaquelescenario:«ESOYALOHASLEÍDO».
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EPÍLOGO
—Tambiénsupequeyanomenecesitaba—dijolamarionetajustoantesdequeeltelónsecerrase.
En el momento en que los actores volvieron a aparecer en el escenario y lamarionetaseinclinóanteelpúblico,lasalaquedóencompletosilencio.Soloseoíaelsonido de cientos de respiraciones; algunas eran profundas, otras ahogadas y unaspocas tímidas, como si intentaran dominar las emociones tras lo que acababan deescuchar, como siuna sola respiraciónpudieraborrar el sonidode laspalabras allípronunciadas.
Los cinco dirigieron la mirada al público, temerosos y al mismo tiempofascinados por el silencio contenido tras infinidad de personas.Y solo entonces elpúblico entero se levantó, prorrumpiendo en aplausos que todavía pueden oírse,porquenohayaplausomayorqueaquelquesedacuandoteregalanesperanza.Yallí,sobreaquelescenario,sehabíarepartidounaincontablecantidaddeella.
Una felicidad inmensa creció en el interior de aquellos jóvenes creadores desueños, que sonrieron y lloraron y se sintieron como si el infinito fuese algo quepudieraalcanzarseconlafuerzadelaspalabras.Sedieronlamano,unoauno,parainclinarseydarlasgracias;unavez,yotra,yotramás.Hastaqueel telónvolvióacerrarseyellospermanecieroninmóviles,conelcorazónaporreándoleselpechoenunintentodevolveralotrolado.
Mediahoradespués,cuandoterminarondecambiarse,todavíaquedabanalgunaspersonasfueradeSerendipity,esperandoparaverlosunavezmás.
Losprimerosensalirfueronlamimoyelmagoy,apesardequenoquedabaenellosnirastrodemagia,parecíaqueflotaban.Elmagoestrechólamanodeunseñordeporteregiomientraslamimoaupabaensusbrazosaunniñopequeño.
Detrás,saliólatitiriteraysumarioneta.Algunosvolvieronaaplaudir,peronadiese acercó a ellos. La esperanza tiene ese efecto, a veces te paraliza y solo puedescontentarteconobservarlaenladistancia.
Perohubounniñoquecorrióhastaellaeinclusolallegóatocar.—¿Lahistoriaesreal?—lepreguntó,tirandodesucamiseta.Ellasonrióyseagachóparaponerseasualtura.—¿Importa?Elniño,quenodejabademiraralamarioneta,ledijo:—Hola, Wave. Yo tengo las manos limpias y nunca os tiraría globos. —
Permanecióunossegundosexpectante,esperandoaquelamarionetacontestara.Latitiriteratomóalamarionetaensusmanosparamirarlaalosojos.—¿Hasvisto,Wave,quéniñotanguapo?—Lasituójuntoasuorejaehizocomo
siledijeraalgoantesdedirigirsedenuevoalniño—.Creoquelegustas.Dicequesi
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quierespuedesdarleunbeso,aunqueseababoso.El niño, con cara de felicidad, le plantó un beso tímido en la mejilla a la
marionetaeinmediatamentedespuésechóacorrerjuntoasuspadres.La titiritera se losquedómirandodesde ladistanciayunasonrisa fue todas las
palabrasquenecesitó.Lospadresdelniñoasintieronlevementeantesdemarcharse;ellasiguiómirandocómodesaparecíanenladistanciacuandoescuchóunsilbidoqueconocíamuybien.
Buscóconlamiradaelorigendelamelodía.Yahíestabaél,esperándolaconsuguitarracolgadaalaespalda.
—¿AsíqueChicoAzul, eh?—murmuróconuna sonrisa socarronamientras seacercabaaella.
—SiemprehassidoLavender’sBlue,lomásimportantenuncaseve.Éllacogiódelamanoy,antesdemarcharse,losdossevolvieronhaciaelhombre
mayorque losobservabadesde la puertadel teatro.Solo sededicaronunamirada,perolaesperanzaquehabíaenellalesseguiríainclusosisuscaminosnovolvíanacruzarse.
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AGRADECIMIENTOS
Este libro tiene truco: contiene muchos otros libros. También nos contiene anosotras.Alasqueéramos,a lasquesomosahoraya lasqueseremosmañana.Tecontieneatiyaloquehassentidoalleerlo.Contieneatodosaquellosalosqueleshablesdeél.Alosmomentosenlosquelorecuerdes.Ycontiene,además,magia.
Este libro, en realidad, no es un libro. Es una chistera. Y en lugar de conejoshallaráshistorias.
Esta historia te la hemos contado como si ya hubiera ocurrido, pero podría nohaberlohecho todavía.Podríamoshaberla contadocomo si fuera aocurrir.Nohaydemasiadadiferencia.
Ahora llegamos a la parte en la que se suele agradecer a todo aquel que hacontribuidoparaqueellibroseaposible,asíqueestelibroseloqueremosagradeceraMichaelEnde,apesardequenuncaloconocimosmásalládesushistorias.Ledamoslas gracias por hacernos sentir como si estuviéramos en casa, por ser uno de losmejoresanfitrionesdelmundo.
LahistoriadeHopeesnuestrapequeñacontribucióna lamagiade loscuentos,porqueesperamosquenunca sepierdanniquenadie lospierda.Nohayedadparadisfrutar de una historia, demodo que nuestro segundo y tercer agradecimiento esparaeldestinoyparati.Aldestinoporhacerquenosleasyatiporleernos.
Quizá no puedas leer ni escuchar todas las palabras del mundo; algunas se teescaparán, otras ni siquiera llegarás a encontrarlas, pero puedes quedarte con lasimportantes. Y es que en el fondo todos somos un poco comoHope.Dejamos deescucharenalgúnmomento.Nosperdemos,nosreencontramos,luchamos,creemos,perdemos,amamos,odiamos.Tuhistoria.Lanuestra.Sontodasigualdediferentes.
Graciasporcreerenlashistorias.GraciasporcreerenHope.Gracias,MichaelEnde,porsernuestroJosephyatushistoriasporserWave.Gracias.
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