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Page 1: Persistencia del bonsái El crédito se fue de viaje ¿C · El título del volumen es el ... africano, en parte desolado, pero, en gran medida, vibrante, pletórico de actividad social,

DOMINGO 3 DE JUNIO DE 2007 15REVISTA DE LIBROS

“Y , valga decir, de esta decena de man-damientos de Dios, no hay ni uno soloque se respete hoy en día, la gente

encuentra más excitante pisotear esas reglas quepasarse la santa vida acatándolas enun mundo en el que el sexo está portodas partes y al alcance de todoslos bolsillos, en un mundo en el quela felicidad ya no significa nada, enun mundo en el que hasta los monjesy los cenobitas les envidian la lubri-cidad a los descreídos, en un mundoen el que lo único que cuenta es lacodicia y la envidia, en un mundo enel que se mata a la gente empleandola silla eléctrica cuando está escritoclaramente en el Libro Sagrado: Nomatarás...”

Tales reflexiones se encuentranen la parte final de Vaso roto, laprimera novela del congoleño AlainMabanckou traducida al español.Cabe señalar que la última ficcióndel autor —Memorias de un cerdo-épico— obtuvo el prestigioso Pre-mio Reanudot en 2006. El título del volumen es elnombre del protagonista, administrador del barCrédito se fue de viaje, situado en un pobre puebloafricano, en parte desolado, pero, en gran medida,vibrante, pletórico de actividad social, con perso-najes memorables, curiosos, muy peculiares. Elnarrador registra las aventuras de ellos en untexto manuscrito y, a poco andar, sus anónimosesfuerzos en prosa llegan a oídos de variopintosseres humanos, quienes insisten en contarle sussecretos, puesto que anhelan esa forma vicaria deinmortalidad que es la página escrita, la cual seríaaún mayor si se transforma en un tomo publicado.Vaso roto deviene, entonces, una suerte de catá-logo de la memoria, un archivo que salvará delanonimato a existencias mínimas y a otras mássensacionales, cuyos dichos y hechos merecennuestro conocimiento, nuestra adhesión.

Acuden al Crédito se fue de viaje Mouyeké,crítico acérrimo de la Biblia de Jerusalén; elelegante Casimiro, con camisas Saint-Laurent ytrajes Ermenegildo Zenna, único capaz de con-quistar a la indomable Grifona; el Caracol Tozudo,dueño del establecimiento, ex traficante y conoce-dor del poeta romántico Alfred de Vigny; el Im-presor, quien gozó de reconocimiento en París,casándose con la rubia Céline, hasta que ellacomienza a engañarlo con el hijo anterior deltalentoso ejecutivo, para, finalmente, conseguir sudeportación y condena en la cárcel de Brazzaville,donde el otrora próspero, guapo y triunfanteejecutivo se transformará en un guiñapo, y otroconjunto de hombres y mujeres que no desean serborrados del mapa sin que de su paso por estatierra quede una forma de recuerdo, la sombra deuna historia. Pese al tono desenfadado, perplejo,irónico y a la reiteración en temas coprolálicos,Vaso roto pretende, claramente, constituir una

prueba de que la literatura —oral primero, tras-pasada al papel después— es el único medio desalvación de los condenados de la tierra, losdesheredados entre los desheredados.

Mabanckou emplea un estilo consignos de ortografía erráticos y seniega a separar el libro en capítulos,seccionándolo de manera arbitraria ycomenzando, en cada nueva división,con minúsculas, como si lo que vienedespués del episodio recién transcrito,fuese la consecuencia del discursoprevio. El método, en general, funcio-na bien, pero la ficción, quizá, habríaganado mucho más mediante unaconstrucción clásica y lineal (¿por quétoda la narrativa del presente tieneque ser dislocada, experimental,descoyuntada, en lugar de sometersesus autores a la disciplina, por ciertomás difícil, de la ordenación cronológi-ca y a la escritura que cuenta uncuento de manera que el lector puedaseguirlo con relativa facilidad?)

En todo caso, a Mabanckou estemodo de relatar le viene bien porque, aparte depermitirle demostrar, sin ornamentaciones, suextenso dominio de la cultura francesa, le facilitadeslizar, como frases intercaladas en medio de laacción, los nombres de algunas obras cimeras delas letras europeas, norteamericanas o latinoame-ricanas: El amor en los tiempos del cólera, Con-versación en la Catedral, A la sombra de lasmuchachas en flor, Barco ebrio, Adiós a lasarmas y muchas más. Así, Vaso roto trasciende lacrónica de una aldea perdida para convertirse enun artificio elevadamente literario.

El crédito se fue de viajeEN UN BAR AFRICANO SE DAN CITA PERSONAJES TAN EXCÉNTRICOS COMO UNCRÍTICO ACÉRRIMO DE LA BIBLIA, UN EX TRAFICANTE Y UN IMPRESOR QUE GOZÓDE CIERTO PRESTIGIO EN PARÍS. SUS HISTORIAS CONFORMAN EL NÚCLEO DEVASO ROTO, UNA NOVELA QUE PRETENDE CONSTITUIR UNA PRUEBA DE QUE LALITERATURA —ORAL PRIMERO, TRASPASADA AL PAPEL DESPUÉS— ES EL ÚNICOMEDIO DE SALVACIÓN DE LOS CONDENADOS DE LA TIERRA, LOS DESHEREDADOSENTRE LOS DESHEREDADOS.

PÁGINA ABIERTA POR Camilo Marks

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VASO ROTOAlain MabanckouAlpha Decay,Barcelona, 2006, 169páginas, $22.700.

NOVELA. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Premio Renaudot 2006 por su novela Memo-rias de cerdo-épico, Alain Mabanckou (Con-go, 1966) reside en Estados Unidos, donde esProfesor de literatura en la Universidad deCalifornia - Los Angeles (UCLA). Ha recibidola beca más prestigiosa de Humanidades de laUniversidad de Princeton. La novela VasoRoto fue galardonada con el Premio Ouest-France/ Étonnants Voyageurs (2005), elPremio libro RFO y el Tam-tam de oro alHombre cultural del año, concedido por elMinisterio de Cultura del Congo-Brazzaville.

ALAIN MABANCKOUA

FP

¿C uál es la diferenciaentre invierno einvernadero? El

segundo es un sitio que nos prote-ge (a nosotros y a nuestras plan-tas) del frío del primero. El inver-nadero es un espacio falaz queotorga un engañoso ambiente deprotección. El invierno sigueafuera y basta con abrir la puertapara que su frío nos trasmine. Elsegundo relato de AlejandroZambra, casi tan breve comoBonsái, se divide en dos partes. Lasegunda se llama “Invierno”. En undía de lluvia persistente, vemos aun hombre de treinta años quelleva a una niñita llamada Danielaa su escuela. Pareciera una rutinacomo muchas. Pero en la primeraparte, que se llama “Invernadero”hemos sido testigos de lo que haocurrido —si se puede decir así—durante la noche anterior a esamañana lluviosa. Julián (se debe-ría haber llamado Julio, pero seequivocaron al bautizarlo) espe-raba que su esposa Verónicavolviera a casa después de unaclase de dibujo, pero tal regresono se produce y quizás tampocotiene lugar en el futuro. ¿Por qué?Eso es asunto de novela, diría lavoz en sordina que reproduce estasituación con un discurso despoja-do de retórica, que apunta a lamención de los objetos desdeñan-do el uso de metáforas, símiles orodeos que pudieran producirimágenes “literarias” culpables demetamorfosear la veraz desnudezde los episodios. A esa voz tampo-co le interesa rellenar páginas conhistorias ramificadas o paralelas

de la peripecia central. Todo seengarza con tenacidad a la solita-ria espera, al no-suceder-nadacentral. Sólo a Julián le gustaríaleer a ratos “un libro diletanterepleto de pistas falsas”.

A pesar de que La vida privadade los árboles y anteriormenteBonsái han sido definidos por suseditores como “novelas”, ambostextos se rehúsan a talcatalogación. Se ofre-cen, por el contrario,despojados de todo elandamiaje que convier-te a una historia ennovela, o, al menos,como la entendemos loslegos: como una “come-dia absurda” donde“vamos a hacer comoque había un mundoque era más o menosasí”. El alguien queescribe el relato deZambra —porque aquíno hay una voz quecuente, sino una manoque escribe— no ama-rra nada, sino quepermite que durante lainterminable esperaJulián recuerde mo-mentos aparentemente inconexosde su pasado e imagine un posiblefuturo para Daniela a la luz de supropia condición en el presente. Ala postre, recuerdos y conjeturasse encabalgan dejando comolégamo la amarga simplicidad quetiene el acto de abandonar elinvernadero para enfrentar elrigor del invierno.

El interés que despierta La vida

privada de los árboles no surge,pues, de sus conflictos —en estahistoria no hay enemigos, se ad-vierte al comenzar el texto—, sinode los artificios narrativos antesutilizados en Bonsái para relatarahora otra situación cotidianadesprovista de heroísmo novelesco.Se comprende así que los guiños aBonsái sean frecuentes y que la

segunda novela deZambra constituyaotro ejemplo de unaescueta narracióningeniosa apoyadaen la idea de que“todo lo demás esliteratura”. Es unanarración quereasume una ante-rior mirada “noliteraria” sobre larealidad y ensayaun lenguaje conse-cuente para repre-sentarla.

Pero los renova-dores que se quedanen la forma correnel riesgo de serdevorados por laauténtica literatura.El ingenio formal es

insuficiente per se para otorgar aun texto una categoría perdurable.Zambra ha escrito dos satisfacto-rias y brevísimas novelas ingenio-sas, pero que dejan la impresión deser los capítulos iniciales de unrelato mayor que debiera ofrecerla profundidad que todavía no sepercibe en éstos.

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .JOSÉ PROMIS

CRÍTICA DE LIBROS

Persistencia del bonsái

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LA VIDAPRIVADA DELOS ÁRBOLESAlejandro ZambraAnagrama, Barcelona,2007, 117 páginas,$8.900.

NOVELA. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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E ste libro reúne las lecturas del trabajo poético deGonzalo Rojas que nueve académicos expusieron

en el coloquio homónimo, organizado por las universi-dades de Santiago y Concepción, y el Centro Culturalde España. Sumariamente, aquí están lectores y lectu-ras. Claudio Guillén acentúa en esta poesía ‘‘querenciasformales y temáticas’’: usos del color, motivos fúne-bres, y distingue la intimidad entre palabra y vida; NaínNómez esboza diálogos con otros autores; MárgaraRussotto nos comparte el reto de interpretar estapoesía en la plural academia estadounidense; RaquelOlea, abierta al erotismo ceremonial, observa al vatesapiente que oficia ritos de cacería; Ana María Crespode Luna, inspirada en cierto psicoanálisis, reconoce

significaciones múltiples; para Roberto Hozven, lúcidooyente, la alegre oralidad de Rojas triunfa sobre ‘‘fuer-zas reactivas de nuestra chilenidad’’: tradicionalismo,reduccionismo de la mujer y otras; Soledad Bianchiescudriña la gran cercanía artística y personal delpoeta con Roberto Matta (‘‘el único surrealista’’, segúnRojas); Ana Pizarro destaca la centralidad de unapoesía posvanguardista que encara la condición enig-mática del mundo; y Luis Cárcamo-Huechante homolo-ga poesía y mineralogía, tras leer con hondura y creati-vidad el célebre poema ‘‘Carbón’’.

Son miradas diversificadas, como anuncia en elprólogo Ana Pizarro, quien se une con propiedad a losestudios de Marcelo Coddou, Jacobo Sefamí, JaimeGiordano y otros, de una poesía ‘‘en crecimiento tenaz’’;de un poeta silencioso, acechante del zumbido, dispues-to al relámpago, como vemos en la portada. Poesía quese confirma: ella misma da las pistas para sus interpre-taciones, y así para el conflicto, según el llamado desentido que acontece en el poema. ‘‘Cuando los críticosdifieren, el artista está de acuerdo consigo mismo’’,sonreía Oscar Wilde. Cierto: ¿qué se llama cuando sellama? He aquí nueve respuestas y nuevas preguntas.

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Respuestas que preguntan ENSAYO

SILENCIO, ZUMBIDO,RELÁMPAGO: LA POESÍA DE GONZALO ROJASAna Pizarro (compiladora)Universidad de Santiago, Santiago,2006, 147 páginas, $8.000.

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