Programa de Doctorado en Lengua española y Literatura.
EL IMPERFECTO NARRATIVO O DE RUPTURA: DESARROLLO E
IMPLICACIONES TEÓRICAS
Tesis Doctoral presentada por
LAURA MORGADO NADAL
Licenciada en Filología Hispánica
Alcalá de Henares, 2015
Programa de Doctorado en Lengua española y Literatura.
EL IMPERFECTO NARRATIVO O DE RUPTURA: DESARROLLO E
IMPLICACIONES TEÓRICAS
Tesis Doctoral presentada por
LAURA MORGADO NADAL
Licenciada en Filología Hispánica
Director: Dr. MANUEL LEONETTI JUNGL
Alcalá de Henares, 2015
A mi familia y, en especial, a mi peque, que pronto estará con nosotros.
ÍNDICE
PRESENTACIÓN ………………………………………………………………………………………...……… i
CAPÍTULO 1. NOCIONES BÁSICAS …………………………………………..……………………..…… 1
1. INTRODUCCIÓN ……………………………………………………………..……………………… 3
2. CÓMO INTERPRETAMOS LOS ENUNCIADOS ……………………………………..……. 4
3. TIEMPO Y ASPECTO ……………………………………………………………………...……….. 7
3.1. Tiempo ……………………………………………………………………………...……………. 7
3.2. Aspecto ……………………………………………………………………………..………..… 14
3.2.1. Aspecto léxico o modo de acción …………………………….……….... 14
3.2.2. Aspecto gramatical o flexivo ………………………………..……………. 31
3.2.3. Interacción entre aspecto léxico y aspecto gramatical ……...… 34
3.2.4. Valores del aspecto perfectivo e imperfectivo ………………...….. 40
3.2.5. Codificación sintáctica de los usos del imperfecto …………….... 46
3.3. Conclusiones …………………………………………………………………..…………….. 54
4. TIEMPOS VERBALES Y PERSPECTIVA ……………………………………….………………… 57
CAPÍTULO 2. EL PRETÉRITO IMPERFECTO ………………………………………..…………….. 71
1. INTRODUCCIÓN ……………………………………………………………..……………………. 73
2. EL IMPERFECTO COMO COPRETÉRITO ……………………………………..…………. 74
2.1. El copretérito …………………………………………………………………………...…… 74
2.2. Usos dislocados del copretérito ………………………………………………..……. 81
2.3. Conclusiones …………………………………………………………………..…………….. 87
3. EL IMPERFECTO COMO FORMA IMPERFECTIVA ……………………..……………. 88
3.1. El imperfecto imperfectivo ……………………………………………….….………… 88
3.2. Usos interpretativos del imperfecto ………………………………………….……. 92
4. EL IMPERFECTO EN LA LINGÜÍSTICA COGNITIVA ………………………………... 97
5. CONCLUSIONES ………………………………………………………………………...……..... 105
CAPÍTULO 3. EL IMPERFECTO NARRATIVO …………………………...…………….…..…….. 109
1. INTRODUCCIÓN …………………………………………………………………….……...…... 111
2. EL IMPERFECTO NARRATIVO: QUÉ ES Y CUÁL ES SU
INTERPRETACIÓN…………………………………………………………………………………...…… 113
2.1. Qué se entiende por imperfecto narrativo ……………………………….....… 116
2.1.1. El imperfecto narrativo desde la perspectiva temporal ……. 118
2.1.2. El imperfecto narrativo desde la perspectiva temporal-
aspectual ………………………………………………………………………………… 123
2.1.2.1. El imperfecto narrativo: perfectivo …………………….. 124
2.1.2.2. El imperfecto narrativo: imperfectivo …………..……. 132
2.2. Interpretación ……………………………………………………………………….……. 137
2.3. Conclusiones ………………………………………………………………………………. 142
3. EL IMPERFECTO NARRATIVO: ELEMENTOS QUE LO DEFINEN ………….... 144
3.1. El modo de acción ……………………………………………………………………….. 146
3.1.1. Predicados télicos: realizaciones y logros ……………...………… 146
3.1.2. Predicados atélicos: actividades y estados ……………...……….. 155
3.2. Presencia de complemento circunstancial ……………………………………. 164
3.3. Progresión temporal …………………………………………………………………… 177
3.4. Conclusiones ……………………………………………………………………...……….. 183
CAPÍTULO 4. EL IMPERFECTO NARRATIVO DESDE EL PUNTO DE VISTA HISTÓRICO
Y DEL REGISTRO LINGÜÍSTICO ……………………………………………………………..………. 187
1. INTRODUCCIÓN …………………………………………………………………………..…….. 189
2. EL IMPERFECTO NARRATIVO A TRAVÉS DE LOS SIGLOS …………….……… 190
2.1. ¿Innovación del siglo XIX? …………………………………………………….……… 191
2.2. ¿Uso medieval? ……………………………………………………….…………………… 200
2.3. El imperfecto narrativo en la época áurea …………………….………………. 214
2.4. Siglo de la Ilustración …………………………………………………….…………….. 218
2.5. Conclusiones ………………………………………………………………………………. 220
3. EL IMPERFECTO NARRATIVO Y SU RELACIÓN CON EL REGISTRO LINGÜÍSTICO
............................................................................................................................................................. ...... 224
4. CONCLUSIONES ……………………………………………………………………………..…………. 232
CAPÍTULO 5. LOS USOS DEL IMPERFECTO …………………………………………...………… 235
1. INTRODUCCIÓN …………………………………………………………………………..…….. 237
2. USOS DEL IMPERFECTO ……………………………………………………………..……… 240
2.1. Usos descriptivos del imperfecto …………………………………….………....… 240
2.2. Usos interpretativo del imperfecto ……………………………………...……….. 244
2.3. Clasificación de los usos del imperfecto ………………………………………... 257
2.4. Conclusiones ……………………………………………………………………...……….. 273
CAPÍTULO 6. CONCLUSIONES ……………………………………..……………………..…….…… 275
1. CONCLUSIONES …………………………………………………………………………..…….. 277
2. FUTURAS LÍNEAS DE INVESTIGACIÓN ……………………………………….……… 284
BIBLIOGRAFÍA …………………………………………………………..………………………..………. 287
ANEXO 1. EL CORPUS ……………………………………………………………………..….…..……. 305
ANEXO 2. EL ADVERBIO YA ……………………………………………………………………..….. 315
ÍNDICE DE FIGURAS
Figura 1. Representación temporal ………………………………………………….………...……… 8
Figura 2. Estructuras temporales …………………………………………………………………….....9
Figura 3. Tipos de predicados ……………………………………………………………………….… 16
Figura 4. Pruebas para distinguir tipos de predicados ……………………………………… 17
Figura 5. Clasificación de los eventos de Pustejovsky (1991) …………………………… 25
Figura 6. Clasificación de los eventos de Fernández Lagunilla y De Miguel (1999)27
Figura 7. Escala de estatividad (Albertuz 1995 ) ……………………………………………... 30
Figura 8. Aspecto gramatical …………………………………………………………………………... 31
Figura 9. Valores del imperfecto (Bertinetto 1986) …………………………………………. 40
Figura 10. Valor continuo del imperfecto (Arche 2014) …………………………………… 49
Figura 11. Representación sintáctica usos progresivo y habitual del imperfecto .. 50
Figura 12. Percepciones del indefinido y del imperfecto ………………………………..…. 68
Figura 13. Ámbitos epistémicos de la representación de la realidad ……………...….. 97
Figura 14. El indefinido (Doiz-Bienzobas 2000) …………………………………………..… 101
Figura 15. El imperfecto (Doiz-Bienzobas 2000) …………..……………………………..… 102
Figura 16. Gráfico de los predicados télicos ( Bosque y Gutiérrez-Rexach 2009).147
Figura 17. Estructura subeventiva de los logros …………………………………………….. 148
Figura 18. Interpretación de un enunciado (Sperber y Wilson 1994) ……………… 238
Figura 19. Algoritmo de Saussure y Sthioul (2005) ………………………………………... 258
Figura 20. Algoritmo de Tahara (2004) ………………...………………………………………. 261
Figura 21. Algoritmo del imperfecto en español I .………………………………………….. 266
Figura 22. Algoritmo del imperfecto en español II ……………………………………...….. 270
Figura a. Representación del adverbio ya (De Swart 2013) …………………………… 318
Figura b. Ya con aspecto perfecto ……………..…………………………………………………... 320
Figura c. Ya con aspecto prospectivo …………………………………………………………….. 321
Figura d. Ya con aspecto perfectivo ……………………………………………………………….. 321
Figura e. Ya con aspecto imperfectivo …………………………………………………………… 322
i
PRESENTACIÓN
El trabajo que a continuación presento lleva por título ‘El imperfecto
narrativo o de ruptura: desarrollo e implicaciones teóricas’. Para entender por qué
el objeto de estudio es un valor del imperfecto y no otro fenómeno lingüístico, hemos
de remontarnos algunos años, en concreto al curso académico 2010/2011, cuando
decidí embarcarme en una nueva aventura: la tesis. Si bien es cierto que en un
principio mi interés se centraba en la Sintaxis, algunos hechos me llevaron a escoger
el imperfecto narrativo como el tema de mi investigación: era un tema muy
vinculado con el proyecto del que después formaría parte como personal
investigador en formación gracias a una beca del Ministerio de Educación, me
permitía indagar en aquellas cuestiones que había visto de pasada en las clases de
Pragmática durante mis estudios de Filología Hispánica y la mayor parte de la
bibliografía estaba en francés.
Una vez que tenía el tema elegido comenzaba una larga etapa, puesto que
tenía que leer obras básicas que me permitieran adquirir algunas nociones
necesarias, así que comencé leyendo libros acerca de la Teoría de la Relevancia y, a
partir de ahí, ir tirando del hilo. Los trabajos iniciales me llevaban a otros, estos a
otros y estos a otros… y parecía que no había límite, ya que siempre quedaban
cuestiones e interrogantes sin resolver. En efecto, en estos años he aprendido que
no hay límite y que hemos de saber dónde parar y volver a la realidad, al objeto de
estudio que nos ocupa.
Mi forma de trabajar en este tiempo ha sido, por tanto, leer acerca de
cuestiones generales sobre Pragmática, Semántica, tiempos verbales, el imperfecto
y, en concreto, sobre el imperfecto narrativo en francés. Una vez que tenía las ideas
organizadas en mi cabeza y en los numerosos papeles con notas y en los archivos
electrónicos, llegaba el momento de dar cabida a los datos en español. En este punto,
me encontré con el principal obstáculo: las bases de datos disponibles en español no
permiten hacer búsquedas por un morfema verbal, por la cantidad de datos que
ii
debe devolver el sistema. Tras varios intentos por acceder a una base de datos
anotada, tuve que crear mi propio corpus de datos del español, para lo cual he
revisado obras en formato electrónico para facilitar la tarea. Al analizar los datos
registrados, comprobé que había ideas que empezaban a desmontarse y la realidad
no era exactamente como esperaba. Había usos próximos al imperfecto narrativo en
épocas anteriores al s. XIX, lo cual iba en contra de lo esperado. Esto me llevó a
detenerme en la cuestión del desarrollo histórico de dicho valor para poder
entender cuál es la realidad del imperfecto narrativo en español.
El mayor desajuste con el que me he encontrado surgió al oír en una
conversación espontánea un imperfecto narrativo, cuando lo esperable era que no
se utilizara en tal registro. A partir de ese momento, abrí una nueva línea: comprobar
si, efectivamente, empleamos el valor narrativo en la lengua oral, pese a lo que había
leído, y, de ser así, en qué contextos y bajo qué condiciones.
Desde el principio, la idea era crear un algoritmo del imperfecto en el que se
recogieran todos los usos de dicha forma verbal; sin embargo, no es una tarea
sencilla, puesto que hay ocasiones en las que un mismo uso es susceptible de
aparecer en diferentes lugares del algoritmo. Tratar de afinar y comprobar si es
posible de algún modo presentar una clasificación de los valores del imperfecto que
no caiga una vez más en una mera lista de usos con ejemplos es un aspecto sobre el
que seguiré trabajando. Junto a este, quedan pendientes otros que no he podido
abordar en este trabajo y que permitirían arrojar luz acerca del empleo del
imperfecto.
Como se desprende de estos párrafos, a lo largo de este tiempo los objetivos
iniciales han sufrido ciertas modificaciones y he analizado cuestiones que, en un
principio, no iba a tratar y que he tenido que relegar para ser retomadas en un
futuro. Con todo, espero que estos cambios enriquezcan la investigación que
presento en las páginas que siguen y contribuyan, de algún modo, a conocer un poco
el empleo narrativo del imperfecto en nuestra lengua.
iii
De este modo, la organización del trabajo queda como señalo a continuación.
En el capítulo 1, se presentan las nociones básicas como son el tiempo, el
aspecto, su codificación sintáctica y la relación que se establece entre tiempos
verbales y perspectivismo, dado que el punto de vista cobra especial relevancia,
como veremos, al explicarse los usos ‘especiales’ del imperfecto, entre los que se
encuentra el narrativo.
En el capítulo 2, me centro en el pretérito imperfecto y en las explicaciones
que se han ofrecido al respecto. En concreto, se exponen tres hipótesis: la temporal,
la temporal-aspectual y la cognitiva, y se dedican unas líneas a presentar cómo dan
cuenta de los usos ‘especiales’ del imperfecto. Tras este capítulo más general, el
siguiente –capítulo 3-, se dedica al imperfecto narrativo y, en concreto, a su valor
aspectual, a su interpretación y a los elementos que lo definen, entre los que se
encuentran el modo de acción, la presencia de un circunstancial puntual y la
progresión temporal.
El desarrollo histórico de dicho valor y su relación con el registro lingüístico
se abordan en el capítulo 4. Por tanto, este capítulo es fruto, como he señalado
previamente, de la realidad mostrada por los datos registrados en mi propio corpus.
En el anexo 1, se describe cómo he elaborado la base de datos. A propósito de esta,
considero necesario señalar que, al no tratarse de un estudio cuantitativo ni de
Lingüística de Corpus, se trata de una recogida de datos creada ad hoc. Una vez
analizado el imperfecto narrativo, en el capítulo 5 se procede a presentar dos
propuestas de algoritmo del imperfecto en francés, así como un esbozo de un
algoritmo del imperfecto en español, con las dificultades que entraña.
iv
Por último, en el capítulo 6, se recogen las ideas más relevantes que se
desprenden de mi investigación y las futuras líneas de investigación que quedan
abiertas y que espero poder retomar en un futuro cercano1.
Antes de adentrarnos en el trabajo en sí, he de dedicar unas líneas a quienes
me han ayudado, de una forma u otra, en este recorrido. A pesar de que esta
investigación se ha beneficiado de los conocimientos y de los comentarios de
numerosas personas. Sin embargo, los errores que pueda contener son
exclusivamente responsabilidad mía.
AGRADECIMIENTOS
En primer lugar, he de dar las gracias al Ministerio de Educación por la
concesión de la ayuda FPI (Ref. BES-2010-029875) recibida por el Ministerio de
Educación, así como al Proyecto de investigación ‘Semántica procedimental y
contenido explícito II’ (SPYCE II) (Ref. FFI2009-07456).
Si volviera atrás, no dudaría ni un momento en dar los mismos pasos que he
dado y volvería a seguir los consejos de aquella profesora de Lengua III y de Sintaxis
que me decía que tenía que hacer la tesis con el profesor Manuel Leonetti, al que aún
no conocía. Mi respuesta era directa: “no quiero hacer la tesis. Estudio Filología
porque quiero ser profesora de instituto”. Sin embargo, esta idea fue cambiando
gracias a las clases de ese profesor, hasta el punto de que sabía que quería dedicar
unos años más de mi vida a la Sintaxis en la Universidad de Alcalá junto a Manuel. Si
en las clases de Gramática I y II y de Pragmática he aprendido mucho, más he
aprendido y mejor recuerdo me llevo de los años compartidos durante la realización
1 Si bien este trabajo se ha enriquecido de numerosos comentarios y sugerencias, cualquier error que pueda presentar es exclusivamente responsabilidad mía.
v
de esta tesis. Le agradezco toda su ayuda, su dedicación, su paciencia y, como no, su
confianza. MIL GRACIAS, MANUEL.
He de agradecer a aquella profesora todos sus consejos, a veces maternales,
que me han sido de gran ayuda y que volvería a seguir una y otra vez. Junto a ella, he
de dar las gracias a otra profesora que he conocido años después y que me ha
ayudado mucho en estos años y sé que seguirá haciéndolo porque sé que tarde o
temprano volveremos a coincidir. GRACIAS DE CORAZÓN, SILVIA E ISABEL.
No me puedo olvidar de la persona que más ánimos me ha dado durante este
tiempo, siempre con palabras de apoyo y una visión positiva. GRACIAS POR TODO,
MANUEL MARTÍ.
Gracias a otros muchos profesores del Departamento de Filología que me han
ayudado estos años: Pedro Sánchez-Prieto, Belén Almeida, Rocío Díaz, Fernando
Gómez Redondo, Manuel Pedrosa, Teresa Jiménez y, en global, a todo el
Departamento, en especial al Director Manuel Pérez y, como no, al secretario Juan
Ayuso, siempre dispuesto a ayudar y a facilitar las cosas.
Durante la ayuda FPI, tuve la suerte de disfrutar de una estancia de
investigación en la Universidad de Castilla-La Mancha, bajo la dirección de la
profesora Ángeles Carrasco. Con ella he aprendido muchas cosas acerca de la
sintaxis de los tiempos, pero me quedo con lo personal. GRACIAS POR TODO LO QUE
ME HAS ENSEÑADO, ÁNGELES. Y gracias también al maravilloso Departamento de
esta Universidad: Bruno Camus, Raquel González, Sara Gómez, entre otros, por la
amabilidad brindada en los días que he estado en Ciudad Real.
Gracias a Louis de Saussure y a Laura Baranzini por la invitación a su
Universidad, por la gran y calurosa acogida que me dieron y por todo lo que de ellos
he aprendido y espero seguir aprendiendo.
Si de alguien he aprendido mucho sobre el imperfecto, este es José Amenós,
con quien he compartido correos con dudas y cuyos trabajos me han servido de
modelo. Con él, por supuesto, he de agradecer su ayuda a Victoria Escandell y, sobre
todo, la tranquilidad que transmite antes de una comunicación en un congreso.
GRACIAS A LOS DOS, JOSÉ Y VICTORIA.
vi
Hay una persona especial que aunque no me ha ayudado de forma directa en
la tesis, desde los inicios, cuando la conocí, ha estado ahí: Ana Mª González. Sus
consejos, los cafés compartidos han hecho más llevadera esta investigación en esas
mañanas en la Facultad en las que estaba sola.
En resumidas cuentas, gracias a todos los profesores que han hecho posible
esto, ya sea por lo aprendido de ellos, ya sea por sus consejos o por sus ánimos.
*****
Al otro lado de la parte académica hay una parte muy especial y muy
importante en toda situación: la personal, esa que siempre está ahí, aunque muchas
veces no entiendan lo que les estás diciendo ni lo que supone lo que estás haciendo.
Esa que, pese a todo, considera que es importante y que, tarde o temprano, todo dará
su fruto. Gran parte de este trabajo se lo debo a ellos: PAPÁ, MAMÁ, ALMU, NURIA,
DAVID, SERGIO, ALONSO y, como no, ANTONIO. El que más ha convivido con el
imperfecto eres tú, Anto, que te he vuelto loco con ejemplos, con teorías, con
presentaciones en power point… GRACIAS POR TODA LA PACIENCIA QUE HAS
TENIDO.
Un gracias en letras doradas es para mi peque, que, aunque no lo sepa aún,
me ha ayudado mucho en la recta final, portándose muy bien en mi vientre mientras
terminaba los últimos capítulos y hacía las modificaciones pertinentes. GRACIAS,
PRINCESA, porque, en vez de traer un pan bajo el brazo, traes un doctorado.
Gracias a mis compañeros y amigos, Juan, Alfonso y Esther, mi compañera de
fatigas. Las dos sabemos los obstáculos que hemos encontrado en el camino, pero
también sabemos que estos se pueden superar porque confiamos y creemos en lo
que hacemos.
GRACIAS A TODO AQUEL QUE HA HECHO POSIBLE ESTO.
Capítulo 1. Nociones básicas
1
CAPÍTULO 1. NOCIONES BÁSICAS
Capítulo 1. Nociones básicas
2
Capítulo 1. Nociones básicas
3
1. INTRODUCCIÓN
Para poder abordar el estudio del imperfecto narrativo, es necesario
presentar los conceptos y las herramientas que emplearé a lo largo de las páginas
siguientes, tales como algunas ideas básicas sobre tiempo y aspecto, la semántica
del imperfecto desde una perspectiva más amplia y algunas notas acerca de la
noción de subjetivización o punto de vista, debido a que los tiempos verbales –y en
especial el imperfecto- contribuyen a determinar desde qué perspectiva se están
visualizando los eventos, como mostraré. Este capítulo, por tanto, sienta las bases
sobre las que se asienta la investigación del valor narrativo del imperfecto.
Antes de presentar dichas nociones, conviene dedicar unas líneas a
comentar una distinción semántica, a la luz de la Teoría de la Relevancia de
Sperber y Wilson, que cobra especial relevancia en este trabajo, ya que supone la
base para comprender de qué manera el imperfecto interacciona con el contexto y
se activan diferentes interpretaciones de una misma forma verbal. Es decir, para
poder entender por qué el imperfecto presenta diversos usos, unos más básicos y
otros más ‘especiales’, se requiere una teoría del imperfecto que pueda conectarse
con una teoría de la interfaz semántico-pragmática, que a su vez permita dar
cuenta de la forma en que interpretamos los diferentes enunciados.
Por ello, el apartado 2 lo dedicaré a la distinción semántica a la que acabo de
aludir; en 3 me centraré en las nociones de tiempo y de aspecto, y dentro de esta
última al aspecto léxico o modo de acción y al aspecto gramatical o flexivo, así
como a la interacción entre ambos tipos de aspecto; en 4, por último, presentaré de
qué manera los tiempos verbales, y en concreto el imperfecto, contribuyen a la
focalización o punto de vista.
Capítulo 1. Nociones básicas
4
2. ¿CÓMO INTERPRETAMOS LOS ENUNCIADOS?
Para poder entender de qué modo la información codificada en el verbo
contribuye al significado del enunciado, conviene en primer lugar dedicar unas
líneas al proceso que subyace en la interpretación de cualquier enunciado.
Como sabemos, el discurso –oral o escrito- se construye con piezas
gramaticales que responden a unas reglas sintácticas propias de la lengua en
cuestión; sin embargo, en muchas ocasiones la gramática no es suficiente para
construir el significado completo, como sucede en un enunciado como (1).
(1) No sé dónde está el ratón.
A fin de completar el sentido de (1) hay que especificar el sentido de la
palabra ratón, puesto que se trata de un término polisémico. Como vemos, la
información lingüística no es suficiente, sino que debe intervenir algún proceso
adicional que permita concretar la información que falta. Una forma de acceder a
ella es a través del contexto, puesto que cuando hablamos nos apoyamos
constantemente en el contexto lingüístico y extralingüístico. A propósito de este
proceso que interactúa con el nivel lingüístico se han ofrecido tres propuestas, tal y
como establecen Leonetti y Escandell-Vidal (en prensa):
una opción consiste en suponer que todos los aspectos relevantes para la interpretación
están prefijados de antemano en la derivación generada por el sistema computacional. […].
En este enfoque, el papel del contexto se limita a seleccionar, de entre todas las
representaciones posibles, la que resulta adecuada.
Otra opción posible es la de postular que todas las expresiones tienen un significado básico
o preferido, un significado ‘por defecto’, al que la interpretación accede en primer lugar; las
demás interpretaciones se activan sólo cuando el contexto “obliga” a cancelar la
interpretación construida sobre la lectura preferida. El papel del contexto en este segundo
enfoque es el de comprobar o validar las interpretaciones […].
Capítulo 1. Nociones básicas
5
Por último, se puede suponer que la representación semántica obtenida como resultado de
la descodificación lingüística es ‘infradeterminada’, es decir, es lo suficientemente abstracta
como para resultar compatible con toda la variedad de interpretaciones. No se da prioridad
a una interpretación sobre las demás y el papel del contexto es decisivo en todos los casos
para construir la interpretación final. (Leonetti y Escandell-Vidal, en presnsa: 2)
De estas tres alternativas, adopto en este trabajo la última, de manera que
en el proceso de interpretación operan dos niveles: uno lingüístico o gramatical y
uno pragmático o, lo que es lo mismo, un nivel de codificación-descodificación y
uno de ostensión-inferencia. Todos sabemos que cuando nos comunicamos,
inconscientemente, codificamos y descodificamos información de forma que
podemos atribuir un significado a cada pieza lingüística. Ahora bien, esto no es
suficiente para que la comunicación sea eficaz, puesto que, además, el destinatario
debe especificar el significado de palabras polisémicas como ratón, debe concretar
expresiones vagas como grande o guapo –con respecto a qué-, debe identificar
referentes de expresiones deícticas y anafóricas como él o la casa y, una cuestión
también muy importante, debe interpretar cuál es la intención del hablante.
Sabemos que no hay una correspondencia entre tipo oracional e intención
comunicativa o fuerza ilocutiva, por lo que el destinatario, a partir de datos
contextuales, habrá de entender cuál es la finalidad del enunciado que se le ha
transmitido.
Para poder determinar toda esta información adicional o extralingüística, es
necesario distinguir dos tipos de contenido o de semántica que aportan las piezas
lingüísticas: un contenido léxico o conceptual y un contenido procedimental o
instruccional. Esta clasificación ha sido expuesta por Blakemore (1987) y
defendida por Carston (2002), Escandell-Vidal y Leonetti (2002, 2011 en
colaboración con Ahern), Moeschler (1998, 2002) y Sperber y Wilson (1993),
entre otros. Vemos, por tanto, que la forma lingüística del enunciado contribuye a
la interpretación plena del mismo.
Las categorías que se caracterizan por una semántica conceptual son los
nombres, los adjetivos, los verbos, etc., ya que remiten a conceptos. Frente a estas,
Capítulo 1. Nociones básicas
6
las categorías procedimentales están representadas por determinantes,
conjunciones, tiempo-modo-aspecto verbal, etc. Estas no remiten a un concepto,
como puede comprobarse al pensar en una palabra como el. La función de estas
categorías no es otra que ofrecer instrucciones que
facilitan la interpretación porque acotan de manera explícita el espacio interpretativo,
guiando al destinatario hacia una determinada combinación entre el contenido explícito y
la información contextual (Leonetti yEscandell-Vidal, en prensa: 7-8).
Como tendré ocasión de mostrar, en caso de conflicto entre una categoría
conceptual y una procedimental, el contenido léxico es susceptible de ser
modificado a favor de la información procedimental puesto que esta es rígida,
única e invariable (Escandell-Vidal, Leonetti y Ahern 2011). Así las cosas, si el
tiempo y el aspecto poseen un significado instruccional que guía la interpretación
del enunciado, cabe esperar que la instrucción codificada se mantenga en todos los
usos. Esta idea es clave para entender todo lo que sigue, ya que analizo un uso de
una forma verbal que presenta variedad de empleos; si tenemos en cuenta que el
aspecto codifica una semántica procedimental y que esta ha de mantenerse en
todos los usos, habremos de presentar una teoría o una hipótesis que permita
explicar las diferentes interpretaciones que parece recibir una misma forma
verbal: el imperfecto.
Capítulo 1. Nociones básicas
7
3. TIEMPO Y ASPECTO
3.1. Tiempo
Cuando se habla de tiempo es necesario separar el tiempo lingüístico,
expresado por las formas verbales y los adverbios o expresiones temporales, del
tiempo extralingüístico, en el que se distingue el pasado, el presente y el devenir o
futuro1. Aquí me centraré, como cabe esperar, en el primero de ellos.
El tiempo lingüístico se representa mediante un eje temporal en el que se
sitúa el evento o el estado de cosas descrito por la oración. Para ello, son
necesarios tres puntos: el momento del habla (H o S, en la bibliografía
anglosajona2), el punto de referencia (R) y el evento (E); dicho con otras palabras,
el tiempo verbal expresa relaciones entre los puntos H, R y E, tal y como recoge la
RAE (2009: 1681).
Se trata una categoría deíctica que sitúa el evento sobre la línea temporal, a
partir del momento del habla; de esta manera, los eventos se sitúan a la izquierda
del momento del habla (H) para indicar pasado, en el mismo punto que H, para
señalar un hecho presente, y a la derecha para expresar futuro, como podemos
observar en la figura 1.
1 Si bien es cierto que parece establecerse una correspondencia entre ambos tipos de tiempo, no podemos olvidar ejemplos como (a) y (b) en los que el tiempo lingüístico no corresponde al tiempo extralingüístico.
(a) Ahora viene.
(b) En 1942 Colón descubre América.
2 Emplearé la letra H para referirme a este punto temporal.
Capítulo 1. Nociones básicas
8
Figura 1. Representación temporal.
A continuación aparecen tres formas verbales que describen un evento que
tiene lugar en el pasado (2), en el presente (3) y en el futuro (4), respectivamente
y que corresponderían con cada uno de los recuadros incluidos en la figura
anterior.
(2) El concierto empezó.
(3) El concierto empieza.
(4) El concierto empezará.
Para situar sobre el eje temporal los eventos de los tres enunciados, es
suficiente con atender al momento del habla y, en función de este, situarlos en un
momento previo (2), en el mismo punto (3) o con posterioridad (4). Sin embargo,
no todas las situaciones son descritas mediante formas verbales calculadas
directamente a partir del momento del habla, puesto que existen también formas
que necesitan un punto de referencia adicional. Tal es el caso del pluscuamperfecto
había cantado, ejemplificado en (5).
(5) Cuando llamaste, ya había llegado.
En este enunciado, el evento de llegar no se localiza sobre el eje temporal a
partir del momento del habla, sino con respecto al evento llamar, es decir, esta
forma verbal requiere la presencia de un punto de referencia diferente al del
momento del habla. De esta manera, el pretérito pluscuamperfecto “designa una
situación pasada y concluida, anterior a otra igualmente pasada, que puede
mencionarse o no” (RAE 2009: 1786).
Capítulo 1. Nociones básicas
9
Esta misma distinción entre formas verbales calculadas a partir del centro
deíctico o momento del habla y formas que necesitan un punto de referencia extra
se da también en el paradigma de las expresiones temporales: expresiones como
ayer, hoy, mañana se calculan a partir de H y las del tipo de al día siguiente, se
localizan en la línea temporal a partir de otro punto de referencia. Parece, por lo
tanto, que hay un paralelismo entre los tiempos verbales y las expresiones
temporales. En función de esta clasificación, los elementos temporales calculados a
partir de H se denominan formas absolutas, mientras que las formas orientadas en
relación a un punto de referencia, localizado a su vez con respecto a H, reciben el
nombre de formas relativas. Las primeras tienen autonomía para aparecer solas,
mientras que las segundas –las formas relativas– carecen de esta y requieren un
elemento al que anclar su referencia temporal. Entre las formas absolutas
encontramos el presente, el pretérito indefinido, el futuro, como ya he señalado,
puesto que se calculan a partir del momento del habla, mientras que formas
relativas son el pluscuamperfecto, el condicional o el imperfecto, como veremos
más adelante.
El primero en introducir el punto R en la estructura temporal fue
Reichenbach (1947), de quien tomamos las estructuras temporales que se
muestran en la figura 2.
Figura 2. Estructuras temporales
E-R-S Pasado anterior Había trabajado Pret. pluscuamperfecto
E,R-S Pasado simple Trabajé, trabajaba Pret. perfecto simple, pret. imperfecto
R-E-S
R-S,E
R-S-E
Pasado posterior
Trabajaría
Condicional
E-S,R Presente anterior He trabajado Pret. perfecto compuesto
S,R,E Presente simple Trabajo Presente S,R-E Presente posterior Trabajaré (ahora) Futuro S-E-R
Futuro anterior
Habré trabajado
Futuro perfecto
Capítulo 1. Nociones básicas
10
S,E-R
E-S-R S-R,E Futuro simple Trabajaré
(mañana) Futuro
S-R-E Futuro posterior -------------- -----------------
Es innegable la principal ventaja que supone este sistema: el carácter
restrictivo que posee, puesto que las formas verbales quedan restringidas a la
combinación entre los tres puntos que aparecen en las estructuras: S(peech) o
H(abla), R(eferencia) y E(vento). Con todo, esta descripción de los tiempos
verbales presenta fundamentalmente dos problemas: la presencia de
combinaciones que carecen de una forma verbal en algunas lenguas –como sucede
con S-R-E (futuro posterior), que no tiene una forma verbal en una lengua como el
español– y la asignación de más de una estructura a una misma forma verbal –
como sucede con el pasado posterior y con el futuro anterior–, así como la
situación inversa en la que una misma forma verbal –el futuro– aparece en dos
estructuras temporales diferentes.
Algunos gramáticos han señalado estos problemas y han tratado de
superarlos en sus descripciones. Así, Carrasco (1994, 1998) notó que el
condicional perfecto en español (habría trabajado) no tiene cabida en la tabla
presentada anteriormente, puesto que no puede localizarse a partir de un único
punto R, sino que requiere la presencia de un segundo punto de referencia, ya que
“su significado es el de que el evento denotado por el predicado se sitúa en un
punto de la línea temporal anterior a otro punto […] que, a su vez, es posterior a un
punto de referencia que precede a H” (Carrasco, 1994: 73). Ahora bien, tal y como
señala esta lingüista,
en un sistema como el de Reichenbach, en el que hay tantos tiempos verbales como
combinaciones posibles entre puntos temporales, no podríamos limitarnos a introducir
este cuarto primitivo teórico [R’] en la ET [estructura temporal] del condicional perfecto.
Habría que introducirlo también en tiempos que al menos aparentemente no precisan de él
para su interpretación […]. Además, al aumentar el número de puntos temporales serían
Capítulo 1. Nociones básicas
11
más abundantes las combinaciones que podríamos efectuar con ellos y muy superior el
número de tiempos verbales a que darían lugar. No obstante, más problemático para la
teoría de Reichenbach que el hecho de que muchos de estos tiempos no tuvieran una
correspondencia real con formas verbales es que, una vez introducido un segundo punto de
referencia, no parece haber ninguna razón para no seguir añadiendo nuevos puntos de
referencia. Por lo tanto, la propuesta que estamos revisando perdería su carácter
restrictivo (Carrasco, 1994: 73-74).
A fin de proponer una alternativa que dé cuenta de la estructura de los
tiempos verbales, Carrasco (1994) propone incluir un punto de referencia, tal y
como aparece ya en la teoría de Reichenbach, y tratar los tiempos compuestos de la
misma forma que los tiempos simples –atendiendo a la forma verbal del auxiliar
haber-. La razón para un tratamiento similar radica en que esta lingüista considera
que “los tiempos compuestos difieren de los simples en que E designa el punto de
la línea temporal en que el evento (en su totalidad o tan sólo una parte del mismo)
llega a su perfección, es decir, está completo y acabado” (Carrasco, 1994: 83). Así,
es posible ofrecer una estructura temporal del condicional perfecto sin necesidad
de añadir un segundo punto de referencia, dados los inconvenientes que esta
adición entraña.
Hemos observado que el tiempo sitúa en la línea temporal los eventos
descritos por las formas verbales en relación con el momento del habla y con un
punto de referencia; sin embargo, la relación establecida entre estos tres puntos no
es aleatoria. Tal y como establece Hornstein (1990):
it [the tense] is a complex of three points (S, R, and E), temporally ordered with respect to
one another. One of the three points, S, is a deictic element anchored with the discourse
situation, often to the moment of speech. The primary tense relationship is between S and
R, a reference point. E, the event point, is located through its relationship to R. (Hornstein,
1990: 14).
si [el tiempo] es un complejo de tres puntos (S, R y E), ordenados temporalmente entre
ellos. Uno de los tres puntos, S, es un elemento deíctico anclado a la situación discursiva, a
menudo el momento del habla. La relación de tiempo primaria es entre S y R, un punto de
referencia. E, el punto del evento, se localiza en relación a R (traducción propia).
Capítulo 1. Nociones básicas
12
Dicho con otras palabras, E nunca es calculado a partir de H, sino de R3, por
lo que las relaciones temporales entre los tres puntos se reducen a (R, H)·(R, E).
Así, para situar un evento sobre el eje temporal, en primer lugar debemos calcular
R con respecto a H y, una vez que tenemos ambos puntos localizados, podemos
señalar el lugar del evento a partir de R. Este último punto parece estar presente
en todos los tiempos verbales y no solo en aquellos que se han considerado
relativos.
Como estamos viendo, de los tres puntos necesarios para localizar
temporalmente un evento, el punto de referencia parece ser el más controvertido,
no solo en el número de puntos de referencia necesarios en las estructuras
sintácticas4, sino también en su codificación sintáctica (Giorgi y Pianesi 1991,
1997, Stowell 2007, Demirdache y Uribe-Etxebarria 2007 y Zagona 2007) y su
naturaleza. Estos autores proponen diferentes estructuras sintácticas para explicar
los valores básicos del imperfecto, pero no me voy a detener en este aspecto, ya
que será retomado a propósito de la codificación sintáctica del tiempo y del
aspecto, en el apartado 3.1.5.
No hay acuerdo sobre la naturaleza de tal punto: para Giorgi y Pianesi
(1991, 1997) se trata de un argumento temporal –puntual o intervalo- del
Sintagma Tiempo, presente siempre en la forma lógica; para Zagona (2007) se
trata de un papel temático asignado por la categoría Tiempo que está siempre
presente y puede mantener una relación con el evento de equivalencia o de parte
todo –bien R es parte de E, bien E es parte de R; y para Demirmache y Uribe-
Etxebarria (2007) el punto de referencia es el tiempo de la aserción, esto es, AST-T
-pone en relación el tiempo del evento (EV-T) con el momento del habla (UT-T). En
estas tres consideraciones acerca de la naturaleza de R no se agotan las 3 Si todos los tiempos, tal y como establece Hornstein, son calculados a partir de un punto de referencia, la dicotomía entre tiempos absolutos y tiempos relativos se diluye. Esta idea está apoyada por Comrie (1985: 37) al afirmar que “the term [absolute] is misleading because, strictly speaking, absolute time reference is impossible, since the only way of locating a situation in time is relative to some other already established time point” (“el término [absoluto] es engañoso porque, estrictamente hablando, la referencia de tiempo absoluta es imposible, ya que la única manera de localizar la situación es relativa a otro punto ya establecido” (traducción propia)). En esta misma línea se sitúa Rojo (1974). 4 Comrie (1976) propone omitir el punto R en aquellas estructuras en las que dicho punto mantiene una relación de simultaneidad bien con E bien con H, con el fin de simplificarlas.
Capítulo 1. Nociones básicas
13
posibilidades, ya que se puede destacar el estatus de R propuesto por Carrasco
(1999), para quien este punto marca la esfera temporal -bien de presente, bien de
pasado- a la que remite el evento. Estas hipótesis poseen una orientación sintáctica
que no voy a seguir en este trabajo, como justificaré más adelante, por lo cual no
voy a detenerme en ellas. Diferente consideración, desde mi perspectiva, merecen
los trabajos de Saussure (2003) y de Sthioul (1998), ya que tienen gran influencia
en mi investigación.
Sthioul (1998), desde una perspectiva pragmática, considera que R
corresponde a una temporalidad de naturaleza abstracta que indica el momento
desde el que se observa el evento en cuestión. Este punto de referencia para
Sthioul –al igual que para Saussure (2003)- se codifica lingüísticamente como una
variable P (punto de aprehensión del proceso) que debe ser saturada, bien como
un momento temporal (R), representado por una expresión temporal, bien como
un sujeto de percepción –de conscience- (C) que corresponde a un testigo que
presencia los hechos y desde cuya perspectiva estos son reproducidos. Como
tendré ocasión de mostrar, esta será la propuesta que adoptaré, puesto que
permite dar cuenta de ciertos hechos lingüísticos desde una concepción
pragmática.
Antes de concluir esta breve revisión de la noción de tiempo, debo recordar
que la estructura del pretérito imperfecto, siguiendo a Reichenbach, es E,R_H. Si
atendemos a la tabla en la que se recogen las estructuras, comprobaremos que la
del imperfecto y la del indefinido coinciden. Esto, como veremos, ha sido un
argumento a favor de postular la existencia de una distinción aspectual entre las
dos formas.
Capítulo 1. Nociones básicas
14
3.2. Aspecto
Bajo la etiqueta aspecto es necesario hacer una distinción entre el aspecto
gramatical, que indica la parte visualizada del evento como si se tratase de una
lupa mediante la cual observáramos el estado de cosas descrito por la oración, y el
aspecto léxico o modo de acción, que indica el tipo de situación descrita (es decir,
ofrece información léxica del predicado), como veremos en lo que sigue. Según
recoge la RAE (2009),
el ASPECTO verbal informa, en cambio, de la estructura interna de los eventos, es decir, de
la manera en que surgen, se terminan o se repiten, pero también de si se perciben en su
integridad o se muestran únicamente algunos de sus segmentos. El aspecto no es, por
consiguiente, una categoría deíctica (RAE, 2009: 1685).
A continuación presentaré tanto el aspecto léxico, también denominado
modo de acción o aktionsart, como el aspecto gramatical o flexivo, y de qué modo
ambos tipos de aspecto interaccionan.
3.2.1. Aspecto léxico o modo de acción
Bosque y Gutiérrez-Rexach (2009: 299) definen el aspecto léxico como
aquel que “se corresponde con la naturaleza intrínseca de la situación designada
por una palabra o por un sintagma en virtud de su contenido léxico”. Este tipo de
información tiene en consideración al verbo pero también a sus argumentos, ya
que la naturaleza de los complementos del verbo puede determinar la telicidad. Un
mismo evento puede participar de dos tipos de predicado en función de la
estructura sintáctica en la que aparezca, lo cual confiere al modo de acción un
carácter composicional. De este modo “los rasgos que determinan el modo de
acción pueden ser, en efecto, aportados por el verbo, pero también por alguno de
sus complementos” (RAE, 2009: 1693), como se muestra en los siguientes
enunciados.
Capítulo 1. Nociones básicas
15
(6) Juan bebe cerveza.
(7) Juan (se) bebe una cerveza.
(8) El niño corre.
(9) El niño corre a su habitación.
En estos enunciados tenemos dos predicados –beber y correr- y, sin
embargo, reciben diferente interpretación. En (6) y en (8), los verbos que
aparecen corresponden a actividades y, como tales, son predicados atélicos. Estos
caracterizan al sujeto: Juan es bebedor de cerveza y el niño es corredor o tiene la
capacidad de correr. En (7) y en (9), en cambio, los eventos son télicos, ya que los
complementos que aparecen en las oraciones imponen un límite o un telos, de
manera que los eventos culminan cuando Juan ha bebido la cerveza en su totalidad
y en el momento en el que el niño ha llegado a su habitación.
Retomo en este sentido las palabras de Verkuyl (1972):
the compositional nature of aspects will be demonstrated with the help of a number of
outwardly diverse sentences, all of which allow for the same generalizations regarding the
position of durational adverbials. The durative and non-durative aspects in these sentences
appear to be composed of a verbal subcategory on the one hand and a configuration of a
nominal nature in the other (Verkuyl, 1972: iv).
La naturaleza composicional de los aspectos se demostrará con ayuda de varias oraciones
diversas, que permiten observar las mismas generalizaciones que la posición de los
adverbios durativos. Los aspectos durativo y no durativo en estas oraciones aparecen
compuestos por una subcategoría verbal, de una parte, y por una configuración de
naturaleza nominal, por otra (traducción propia).
El primero en proponer una descripción del modo de acción fue un filósofo,
Vendler (1967). Este propuso la existencia de cuatro tipos de eventos: estados,
actividades, realizaciones y logros. Para describirlos se emplean las nociones de
Capítulo 1. Nociones básicas
16
duración, telicidad y dinamicidad, por lo que se ha propuesto combinar dichos
rasgos para clasificar los eventos, tal y como se aprecia en la figura 3.
Figura 3. Tipos de predicados.
TIPO DE EVENTO [+/- duración]5 [+/- telicidad]6 [+/- dinamicidad]7
EJEMPLOS
Estados - - - Saber, ser, yacer, permanecer.
Actividades + - + Andar, correr, pintar, bailar.
Realizaciones + + + Andar 100 metros, correr 1 km, pintar un cuadro.
Logros - + + Morir, nacer, cruzar la meta, hervir.
Smith (1991) añadió a estos cuatro eventos un quinto tipo denominado
semelfactivo, cuyos rasgos son [+dinamicidad], [-télico] y [-durativo], del tipo
toser.
En Bary (2009) se clasifican las cuatro eventualidades en predicados
homogéneos (estados y actividades) y predicados cuantificados (logros y
realizaciones), de forma que se establece un paralelismo entre el sintagma
nominal y el sintagma verbal, como han señalado Mourelatos (1978) y Bach
(1986). Leonetti (2007) da cuenta de este mismo paralelismo al afirmar que
5 “Una eventualidad es DURATIVA cuando transcurre en un fragmento de tiempo, es decir, ocupa un intervalo temporal” (Bosque y Gutiérrez Rexach, 2009: 300). 6 “Una eventualidad es télica cuando tiene un punto final o de terminación en el que culmina o se completa, y tras el cual ya no tiene lugar” (ídem). 7 “Una eventualidad es HOMOGÉNEA o NO DINÁMICA si sus partes son homogéneas y no experimenta cambio en su desarrollo temporal”. “Una eventualidad es HETEROGÉNEA o DINÁMICA si está sujeta a cambios internos en su desarrollo, por lo que se modifica su devenir temporal” (ídem).
Capítulo 1. Nociones básicas
17
basta con comparar las entidades denotadas por los nombres y las situaciones
denotadas por los verbos para descubrir que tanto los objetos contables como las
situaciones télicas tienen límites inherentes, mientras que ni las sustancias o materias
ni las situaciones atélicas los tienen […]. (Leonetti, 2007: 74).
Las similitudes entre el dominio verbal y el dominio nominal no se
limitan a la comparación entre los tipos de predicado y los tipos de sustantivo,
sino que también se aprecian con los adjetivos y con los adverbios. De manera
que
en todos los casos se alude a una relación entre el todo y las partes de una entidad o una
sustancia, en el dominio nominal; de un intervalo temporal, en el dominio verbal; y de
una propiedad o una relación, en el dominio adjetival o adverbial. […]. Para recoger el
carácter transcategorial de la distinción se puede usar términos como delimitado y no
delimitado, o también homogéneo y heterogéneo. (Leonetti, 2007: 75).
Junto a los tipos de eventos, se ha propuesto una serie de pruebas
sintácticas que permiten discriminar entre unos y otros. En la figura 4 se recogen
las diez pruebas establecidas por Dowty (1979: 51-60)8.
Figura 4. Pruebas para distinguir tipos de predicados
Criterio estados actividades realizaciones Logros
Admite progresivo y ser complemento de persuadir
No sí Sí No
Interpretación habitual en presente No sí Sí Sí Durante x tiempo Sí sí Sí no En x tiempo No no Sí sí V durante una hora implica V en toda la hora
Sí sí No -
Estar V-ndo implica haber V-do (paradoja imperfectiva de Dowty)
- sí No -
Complemento de dejar Sí sí Sí no Complemento de acabar No no Sí no Ambigüedad con casi No no Sí no V en una hora implica estar V-ndo durante esa hora
- - Sí no
8 Tomado de Marín (2000: 35).
Capítulo 1. Nociones básicas
18
Aparece con adverbios del tipo deliberadamente
No sí Sí no
No me voy a detener en explicar todas y cada una de las pruebas incluidas
en la figura 4: me voy a detener exclusivamente en aquellas que me parecen más
relevantes. Una de ellas es la compatibilidad con los complementos durante y en x
tiempo, a fin de distinguir entre predicados télicos y atélicos. Los predicados
atélicos son compatibles con el primero, mientras que los télicos se combinan de
forma natural con el segundo tipo de complemento: en x tiempo. En (10) y (11)
ejemplifico tal contraste.
(10) Estuvo en Murcia durante seis meses / #en seis meses.
(11) Se comió todo el menú #durante dos horas / en dos horas.
El sintagma durante x se combina de forma natural con estados y con
actividades puesto que “mide la duración de eventualidades no delimitadas”
(Bosque y Gutiérrez Rexach, 2009: 307), como sucede en (9). La explicación para
esta compatibilidad y el hecho de que este sintagma rechace predicados télicos
está en que “podemos decir que algo tuvo lugar “durante x tiempo” cuando la
subeventualidad descrita por el predicado se produce como tal en todas las
subpartes del intervalo temporal marcado por SP” (opus cit., 2009: 308). Es decir,
para que un predicado se combine con durante x es necesario que este sea
homogéneo, lo que no sucede con los predicados télicos. Frente al sintagma
introducido por durante, en x tiempo rechaza la presencia de eventos atélicos y
coaparece con eventos télicos. Este último tipo de sintagma mide la duración del
evento, por lo que requiere que el predicado esté dotado de telos o fin inherente,
como vemos en el contraste entre (10) y (11).
Capítulo 1. Nociones básicas
19
Esto no significa que no sea posible encontrar enunciados en los que en x
tiempo se combine con un predicado atélico, o durante con un predicado télico
como muestro en (12) y (13).
(12) Está en Murcia en seis meses.
(13) Juan reconoció a María durante cinco minutos. (Bosque y
Gutiérrez-Rexach, 2009: 308).
La razón por la que el enunciado de (12) no resulta agramatical está en el
hecho de que el circunstancial en seis meses, en este caso, no mide la duración del
evento en cuestión, sino el tiempo que falta para que este tenga lugar. Es decir, el
período descrito no expresa el intervalo de tiempo que permanece el sujeto en
Murcia, sino el tiempo que falta para que este llegue a dicha localidad,
parafraseable como ‘estará en Murcia dentro de seis meses’. Algo similar sucede
cuando el sintagma introducido por la preposición en se combina con logros, como
en (14), donde “podemos hacer referencia al tiempo inmediatamente anterior al
que denotan los logros, pero no al tiempo mismo del evento” (Bosque y Gutiérrez
Rexach, 2009: 309).
(14) Llegó en dos horas.
A propósito de (13), tal y como señalan Bosque y Gutiérrez-Rexach (2009:
308), el predicado reconocer en el contexto de este enunciado se reinterpreta
aspectualmente y pasa a significar el examen que realiza, por ejemplo, un médico a
su paciente. Es decir, no se trata aquí de un logro.
Otra de las pruebas que voy a ejemplificar aquí es la combinación de los
predicados télicos con llevar y tardar x tiempo, frente a su incompatibilidad con
los estados y las actividades. Estas expresiones miden la duración desde que
comienza el evento hasta que culmina, al igual que en el caso anterior, por lo que
exigen un fin o telos. En el caso de los logros, estas expresiones miden el tiempo
Capítulo 1. Nociones básicas
20
que tarda en producirse el mismo, de modo similar a lo que sucede en (12). Ilustro
este hecho con (15) y (16).
(15) Le llevó dos horas nacer.
(16) Le llevó dos horas escribir el artículo.
Mientras que en (14) el complemento focaliza el tiempo que tarda en tener
lugar el evento –después de dos horas, logró nacer-, en (16) mide la duración del
evento desde que este comienza hasta que culmina –pasaron dos horas desde que
comenzó a escribir el artículo hasta que lo terminó-.
Para poder discriminar entre un predicado télico y uno atélico, se puede
aplicar también la prueba de la interrupción. Para entender en qué consiste tal
prueba, presentaré los ejemplos de (17) y (18).
(17) El atleta corrió.
(18) El atleta corrió los cien metros.
Pues bien, en (17) podemos afirmar que el sujeto ha corrido,
independientemente del tiempo y de la distancia, puesto que se trata de una
actividad y como tal es homogénea en todas las subpartes en que puede dividirse
el evento. En palabras de Vendler (1967),
if someone stops running a mile, he did not run a mile; if one stops drawing a circle, he did
not draw a circle. But the man who stops running did run, and he who stops pushing the
cart did push it (Vendler, 1967: 100).
Si alguien para de correr una milla, no corrió una milla; si uno deja de dibujar un círculo, no
dibujó un círculo. Pero el hombre que deja de correr corrió y el hombre que deja de
empujar el carrito lo empujó. (Traducción propia).
Capítulo 1. Nociones básicas
21
En (18), por el contrario, es posible afirmar que el evento ha tenido lugar
solo si el atleta ha recorrido la distancia indicada, puesto que al ser el evento una
realización entraña un fin inherente. De este modo,
if it is true that someone has been running for half an hour, then it must be true that he has
been running for every period within that half an hour. But even if it is true that a runner
has run a mile in four minutes, it can not be true that he has run a mile in any period which
is a real part of that time (Vendler, 1967: 101)
Si es cierto que alguien ha estado corriendo durante media hora, entonces debe ser verdad
que ha estado corriendo durante cada período de la media hora. Pero si es cierto que un
corredor ha corrido una milla en cuatro minutos, no puede ser verdad que ha corrido una
milla en cualquier período que es una parte real de ese tiempo. (Traducción propia).
En lo que respecta a los estados, que se definen por la ausencia de
dinamicidad, las pruebas aducidas por Vendler para identificarlos son la
incompatibilidad para combinarse con la perífrasis progresiva, la imposibilidad de
aparecer en imperativo y el hecho de no poder ser complemento de un verbo como
forzar u obligar, como observamos en (19)-(21), respectivamente.
(19) #El hijo de Loreto está siendo rubio.
(20) #¡Sé alto!
(21) #Sergio obligó a Adrián a ser de Madrid.
Las razones de estas inadecuaciones semánticas se encuentran, como es
lógico, en la naturaleza de los estados y su interacción con la perífrasis, el modo
imperativo y la subordinación al verbo obligar. La perífrasis progresiva conlleva un
cambio, que no puede producirse con un predicado homogéneo como es ser rubio.
El imperativo y la subordinación al verbo obligar o forzar indican agentividad o
voluntad, lo cual es incompatible con un predicado que se da sin más, es decir, que
Capítulo 1. Nociones básicas
22
no responde a la volición del sujeto. En este caso, se trata de un sujeto paciente y
no de un sujeto agente.
Uno de los aspectos que se ha criticado de las pruebas ofrecidas es el hecho
de que “sus criterios de distinción de las cuatro categorías se basan en tests que no
siempre comprueban propiedades temporales” (Cuartero, 2005: 208). En efecto,
algunas de las pruebas arrojan luz acerca de la agentividad del predicado, mientras
que otras inciden sobre la telicidad o la duración; dicho con otras palabras, no hay
homogeneidad en cuanto a la naturaleza de las pruebas. Además, estas no son
rígidas, dado que basta prestar un poco de atención a las conversaciones
cotidianas para percibir enunciados que suponen contraejemplos a los tests que
acabo de presentar.
(22) ¡Sé bueno!
(23) Cada vez sabe más alemán
(24) El presidente (se) está muriendo.
Estos ejemplos han sido explicados no como contraejemplos, sino como
resultado de algún proceso de reinterpretación, como la coacción; esto es, como
eventos que, ante un conflicto interpretativo, reajustan su contenido léxico para
ser reinterpretados aspectualmente. De esta forma, (22) se entiende como ‘Pórtate
de forma correcta’ y (23) como ‘cada vez adquiere/aprende más conocimientos del
alemán’. En (24) el logro es dotado de duración, de manera que se puede
identificar el período focalizado con la fase de agonía previa a la muerte.
El mecanismo de la coacción aspectual (ingl. coercion) (Coll-Florit 2012,
Dölling 2014, Moens y Steedman 1988, Pustejovsky 1995, de Swart 1998 y 2011)
se activa ante un desajuste entre el contenido conceptual y otro contenido. En
palabras de de Swart (1998),
Capítulo 1. Nociones básicas
23
tyipically, coercion is triggered if there is a conflict between the aspectual character of the
eventuality description and the aspectual constraints of some other element in the context.
The felicity of an aspectual reinterpretation is strongly dependent on linguistic context and
knowledge of the world (de Swart, 1998: 360).
Típicamente, la coacción se desencadena si hay un conflicto entre el carácter aspectual de
la descripción de la eventualidad y las restricciones aspectuales de algún otro elemento en
el contexto. La adecuación de una reinterpretación aspectual depende fuertemente del
contexto lingüístico y del conocimiento del mundo. (Traducción propia).
De Swart considera que la coacción se puede representar formalmente por
medio de un operador C que se inserta exclusivamente en caso de conflicto
semántico, de manera que permite reajustar la aspectualidad léxica con el fin de
solventarlo. Se trata de una reinterpretación que no posee una manifestación
morfológica o sintáctica, sino que se produce en el nivel semántico. Ahora bien, tal
vez no sea necesario materializar este fenómeno en un operador semántico, sino
considerarlo un mecanismo pragmático que facilita el proceso interpretativo de un
enunciado, es decir, considerar que la coacción opera en el nivel pragmático o
suponer que por medio de los operadores de la semántica formal también pueden
describirse aspectos de la interpretación que son en realidad pragmáticos, aunque
contribuyan a definir la proposición expresada. En esta línea se sitúan Escandell-
Vidal, Leonetti y Ahern (2011), como se deduce del siguiente fragmento:
[…] according to de Swart (1998) grammatical aspect coerces the interpretation of lexical
aspect and a semantic process inserts a covert operator in the semantic representation to
change the aspectual class of the eventuality in order to comply with the selectional
requirements of tense/aspect marker. The most significant difference between this
approach and the one taken here is that we see the process of mismatch resolution not as a
semantic operation, but as a pragmatic process guided and constrained by linguistic
meaning. In our view, coercion takes place in the inferential construction of the
propositional explicature. Therefore, we understand coercion as both linguistically
constrained and as inferential operation (Escandell-Vidal, Leonetti y Ahern, 2011: 95).
De acuerdo con de Swart (1998) el aspecto gramatical coacciona la interpretación del
aspecto léxico y un proceso semántico inserta un operador encubierto en la representación
semántica para cambiar la clase aspectual de la eventualidad, con el fin de cumplir con los
Capítulo 1. Nociones básicas
24
requisitos del marcador de tiempo/aspecto. La diferencia más significativa entre esta
aproximación y la elegida aquí es que vemos el proceso de la resolución del desajuste no
como una operación semántica, sino como un proceso pragmático guiado y constreñido por
el significado lingüístico. Desde nuestro punto de vista, la coacción tiene lugar en la
construcción inferencial de la explicatura proposicional. Por lo tanto, entendemos la
coacción como una operación restringida lingüísticamente e inferencial. (Traducción
propia)
Como vemos, son muchos los factores que intervienen y que han de tenerse
en cuenta para poder hablar de estados, actividades, realizaciones y logros, y las
fronteras entre estos tipos de predicados no son tan nítidas como cabría esperar.
De hecho, para poder establecer cuál es la interpretación adecuada de un
enunciado, como estamos viendo, no es suficiente con reconocer la información
lingüística, ya que opera asimismo información contextual e inferencial.
A partir de esta primera clasificación, Pustejovsky (1991, 1995) propone un
análisis de la estructura subeventiva de los predicados9, que ha dado lugar a una
amplia bibliografía (Carrasco y González 2011, Horno y Cuartero 2010, Moreno
Cabrera 2003). La clasificación propuesta por Pustejovsky es la que muestro a
continuación, donde las transiciones engloban tanto a las realizaciones como a los
logros de Vendler.
Figura 5. Clasificación de los eventos de Pustejovsky (1991)
9 Esta no es la única propuesta que se ha ofrecido a partir de la clasificación vendleriana, pero no puedo hacer justicia a todas las clasificaciones que se han establecido (Bertinetto, 1986; De Miguel, 2004; Marín Gálvez, 2000; Mourelatos, 1978). Para un repaso de las mismas, remito al lector al trabajo de Cuartero (2005).
Capítulo 1. Nociones básicas
25
Un estado es definido como un “evento simple, que se evalúa sin ponerlo en
relación con otros eventos: por ejemplo: amar, saber, pensar” (De Miguel, 2004:
179); un proceso corresponde a una “sucesión de eventos identificados como una
misma expresión semántica: correr, nadar” (ídem), mientras que por transición se
entiende un “evento que identifica una expresión semántica, evaluada en relación
con su oposición: construir, destruir” (ídem).
Esta clasificación de los predicados atendiendo a su estructura subeventiva
permite dar cuenta de ciertos hechos sintáctico-semánticos como la alternancia
causativa/inacusativa de verbos como hundir/hundirse, tal y como aduce De
Miguel (2004)10, pero no permite discriminar entre predicados como cruzar la
meta, morir o hervir el agua, agrupados todos bajo la etiqueta de ‘transiciones’. Si
nos fijamos en estos logros, es fácil apreciar que presentan una estructura
diferente, dado que cruzar la meta es un logro puntual o puro, morir posee una
fase previa, que correspondería a la ‘fase de agonía’, y hervir el agua tiene una fase
posterior a la consecución del logro. Esta estructura interna posibilita la
combinación con ciertos elementos aspectuales, difícilmente explicable si los
consideramos a todos dentro de una clase de predicados homogénea. Esta
subestructura ha sido explotada por Fernández Lagunilla y De Miguel (1999) en su
clasificación aspectual de los predicados. Según estas autoras,
10 Remito al lector a este trabajo para una explicación detallada.
Capítulo 1. Nociones básicas
26
recuperamos la hipótesis vendleriana de que existen eventos puntuales (los logros) que
constituyen eventos independientes y que no son la segunda fase de una transición. Los
denominamos L1 y los consideramos eventos simples. A su vez, nuestra propuesta tiene en
cuenta que existen eventos que culminan en un punto pero van seguidos de una fase
subsiguiente, que puede ser un estado (en los L2) o un proceso (en los L3), por lo que
acabamos proponiendo tres tipos de logros. (Fernández Lagunilla y De Miguel, 1999: 181).
A partir de estas ideas, estas lingüistas proponen la siguiente clasificación
de los eventos.
Figura 6. Clasificación de los eventos de Fernández Lagunilla y De Miguel
(1999)
Capítulo 1. Nociones básicas
27
Con todo, parece que los predicados más controvertidos son los estados,
puesto que no todos parecen tener las mismas propiedades ni ser sensibles a los
mismos fenómenos. Piénsese, por ejemplo, en los enunciados siguientes, donde
Capítulo 1. Nociones básicas
28
ambos predicados se incluyen bajo la etiqueta estados, pero solo uno de ellos
acepta la presencia del complemento durativo.
(25) Roberto sostiene el libro durante veinte minutos.
(26) #El libro consta de tres partes durante veinte minutos.
Como podemos observar, dos estados como sostener y constar presentan
diferentes restricciones en cuanto a los complementos con los que pueden
combinarse. Este contraste que vemos en (25) y (26) lleva a algunos autores a
diferenciar entre predicados individual-level y predicados stage-level (Carlson
1977). Mientras que los primeros, los predicados de individuo, remiten a
propiedades estables o permanentes, los segundos, los predicados de estadio,
corresponden a estados transitorios. Dicho de otro modo, los predicados de
estadio son acotados o delimitados, mientras que los de individuo no lo son11. Esta
distinción ha sido retomada para explicar fenómenos lingüísticos como la
distinción entre ser y estar en español: los predicados de estadio se combinan con
estar y los de individuo, con ser (Escandell-Vidal y Leonetti 2002, Gumiel y Pérez
Jiménez 2012, y varios de los trabajos reunidos en Pérez Jiménez, Leonetti &
Gumiel (eds.) 2015). Sin embargo, es habitual encontrar casos en los que un
adjetivo de individuo se combina con estar, lo cual obliga al destinatario a poner en
funcionamiento una serie de mecanismos de reinterpretación que permitan
entender dicha construcción.
Si volvemos a nuestros ejemplos, la agramaticalidad de (26) se explica por
la naturaleza no acotada del estado constar. Se trata de un predicado de individuo
y, por lo tanto, no puede ser delimitado temporalmente, a diferencia de lo que
sucede en (25), donde el predicado es considerado de estadio. Así las cosas, parece
que hay diferencias evidentes que permiten distinguir entre dos tipos de estados, a
11 “Por lo general, se asume que los predicados de individuo expresan propiedades estables, no accidentales y atemporales, frente a los predicados de estadio, que se corresponden con estados transitorios, accidentales o limitados en el tiempo” (Gumiel, 2008: 4).
Capítulo 1. Nociones básicas
29
pesar de que todos compartan unos rasgos prototípicos –la duración, la atelicidad
y la estatividad o no dinamicidad-.
El diferente comportamiento de los estados lleva a Coll-Florit (2012) a
considerar que hay
por un lado, verbos con un único tipo aspectual básico más o menos prototípico y, por otro
lado, verbos que incorporan dos o más sentidos léxicos que pertenecen a diferentes
categorías aspectuales y que, a su vez, pueden ser más o menos prototípicas de dichas
categorías (Coll- Florit, 2012: 150).
Para determinar cuál es la clasificación de los predicados, Coll-Florit
propone tres criterios, que son el resultado de una adaptación del modelo de Evans
y Green (2006): el criterio del modo de acción12, el criterio semántico13 y el criterio
morfosintáctico14. A partir de la combinación de estos distingue entre verbos
monosémicos estables15, verbos monosémicos flexibles16 y verbos polisémicos17.
Gracias a esta clasificación se puede entender por qué unos predicados son más
sensibles que otros a los procesos de reinterpretación o de coacción.
Otra propuesta interesante, a propósito de los tipos de predicado, es la que
hace Mufwene (1984), en la que propone una escala de estatividad, de manera que
“la distinción entre estados y situaciones dinámicas es gradual y que todas las
12 “Los sentidos tienen que presentar diferentes configuraciones de la estructura temporal interna de un evento (el proceso, la culminación y/o el estado resultante)” (Coll-Florit, 2012: 151). 13 “Los sentidos tienen que implicar diferentes patrones semánticos de los argumentos verbales (papeles temáticos y/o restricciones de selección)” (ídem.). 14 “los sentidos tienen que presentar diferentes restricciones de realización sintáctica y/o morfológica” (ídem.). 15 “Son verbos con un único modo verbal inherente, requieren solamente un patrón temático de los argumentos y presentan fuertes restricciones sintácticas, así como muestran cierta preferencia por un determinado tiempo verbal. Estos verbos no admiten cambios de interpretación aspectual, por lo que consideramos que son miembros prototípicos de una determinada categoría aspectual” (Coll-Florit, 2012: 152). 16 “Son verbos que también presentan un modo de acción dominante, con un único patrón temático de los argumentos. No obstante, a diferencia de los verbos monosémicos estables, imponen restricciones morfosintácticas más débiles por lo que admiten cambios de interpretación aspectual en función del contexto gramatical en el que aparecen” (ídem.). 17 “Son verbos que presentan, como mínimo, dos sentidos léxicos que pertenecen a diferentes categorías aspectuales, de manera estable o flexible. Cada sentido impone diferentes restricciones de realización morfosintáctica y presenta diferentes estructuras temáticas” (ídem.).
Capítulo 1. Nociones básicas
30
unidades léxicas presentan una cierta estatividad potencial que deriva de su
capacidad de durar en el tiempo” (en Cuartero, 2005: 219).
Figura 7. Escala de estatividad (Albertuz (1995: 322)).
Si tenemos en cuenta que las fronteras entre un tipo de predicado y otro en
muchas ocasiones no son nítidas, proponer una escala gradual puede resultar de
interés para explicar algunos fenómenos, como la combinación de los diferentes
predicados con las perífrasis verbales, tal y como señala Genta (2008) al afirmar
que:
el autor [Mufwene] llega a una conclusión importantísima, en nuestra opinión, para el
estudio de las perífrasis verbales: todos los verbos (menos los pocos que se encuentran en
el extremo de máxima estatividad) son potencialmente compatibles, aunque en distinto
grado, con el progresivo. Esto permite ver que es el hablante el que elige mantenerse en los
significados canónicos de la estructura o forzarla a sus extremos para señalar una relación
significativa en su narración. Es decir, que con su elección provoca efectos interpretativos o
pragmáticos particulares como cuando elige flexionar el progresivo en los extremos de
escala (Genta, 2008: 168).
Asumir una escala gradual de estatividad permite prescindir de una
clasificación rígida en la que los tipos de predicado se encuentran delimitados,
Capítulo 1. Nociones básicas
31
puesto que en muchas ocasiones parece que las fronteras entre unos y otros se
diluyen. Ahora bien, una solución de este tipo no está exenta de críticas, puesto
que implica la pérdida de matices esenciales para comprender el comportamiento
de los diferentes tipos de predicado.
A lo largo de estas páginas, se ha podido apreciar que la primera
clasificación del modo de acción propuesta por Vendler se ha visto incrementada
en los últimos años de forma considerable, por lo que el investigador tiene a su
alcance un abanico de propuestas. El modo de acción es, obviamente, un problema
mucho más complejo de lo que aquí he mostrado; sin embargo, las nociones
presentadas bastarán para abordar en lo que sigue el análisis del imperfecto
narrativo. En lo que respecta a mi estudio, parto de la propuesta de Vendler, así
como de la existencia de una estructura subeventiva en los logros y la
subclasificación de los estados en permanentes y transitorios, ya que estas
nociones pueden ser fundamentales para explicar ciertos matices que surgen en la
interpretación del imperfecto.
3.2.2. Aspecto gramatical o flexivo
El aspecto gramatical ha sido definido por Comrie (1976: 3) como “different
ways of viewing the internal temporal constituency of a situation” (“diferentes
maneras de ver la constitución temporal interna de una situación”). Esta categoría
gramatical desempeña un papel importante, ya que focaliza o visualiza el evento de
cuatro formas diferentes, que se corresponden con los tipos de significados
aspectuales. Sigo en este punto el enfoque de Klein (1992).
Figura 8. Aspecto gramatical.
Perfectivo: +++++++[+------+]++++++
Imperfectivo: ++-----[---------]------++
Capítulo 1. Nociones básicas
32
Perfecto: ------++++[+++++]++
Prospectivo : +++[+++++]++-------
Es necesario aclarar que en la figura 8, que representa los cuatro “puntos de
vista” aspectuales, el símbolo (+) indica que el evento no ha tenido lugar, el guion
(-) marca el desarrollo del proceso y los corchetes señalan la parte focalizada por
la forma verbal.
Si retomamos la metáfora de la lente mediante la cual se observa la
situación descrita por el sintagma verbal podemos distinguir entre los dos tipos de
aspecto que aquí me interesan fundamentalmente: el aspecto perfectivo y el
imperfectivo. Si la lente abarca toda la situación, es decir, si muestra sus límites,
estamos ante un aspecto perfectivo, mientras que si difumina los límites –esto es, si
solo focaliza una parte interna del evento-, nos encontramos ante un aspecto
imperfectivo. Ejemplifico ambos tipos de aspectos gramaticales con (26) y (27).
(27) Juan comió una manzana.
(28) Juan comía una manzana.
En ambos enunciados, el evento comer una manzana se sitúa en un punto
del pasado; sin embargo, solo podemos afirmar que la manzana ha sido comida
completamente en (27), puesto que el evento es acotado, perfectivo. Una prueba
que apoya esta idea es la inaceptabilidad de (29), frente a la aceptabilidad de (30).
(29) #Juan comió una manzana cuando le llamaron y tuvo que dejarla a
medias.
Capítulo 1. Nociones básicas
33
(30) Juan comía una manzana cuando le llamaron y tuvo que dejarla a
medias.
Como se aprecia, el tiempo y el aspecto gramatical visualizan la situación de
forma diferente: mientras que el tiempo la localiza sobre el eje y ofrece
información acerca de su ordenación con respecto al momento del habla –pasado,
presente, futuro–, el aspecto gramatical aporta información sobre la visualización o
no de sus límites. En palabras de Comrie (1976),
tense is a deictic category, i.e. locates situations in time, usually with reference to the
present moment, though also with reference to other situations. Aspect is not concerned
with relating the time of the situation to any other time-point, but rather with relating the
internal temporal constituency of the situation (Comrie, 1976: 5).
El tiempo es una categoría deíctica, es decir localiza situaciones en el tiempo, normalmente
con referencia al momento presente, aunque también con referencia a otras situaciones. El
aspecto no vincula el tiempo de la situación con otro punto temporal, sino que está
relacionado con la constitución temporal interna de la situación. (Traducción propia)
De esta forma, es posible saber si un evento pasado se puede prolongar
hacia el presente y/o futuro o si, por el contrario, es un hecho que comienza y
finaliza en el pasado, como sucede con el imperfecto y el indefinido,
respectivamente. Esta información se encuentra, en las lenguas románicas,
codificada de forma unitaria en la desinencia verbal, puesto que no existe un
morfema para el tiempo y otro para el aspecto. Sin embargo, en las lenguas eslavas,
el aspecto gramatical se expresa de forma independiente, lo que indica, en estas
lenguas, autonomía del tiempo y del aspecto18.
Los verbos finitos o flexionados, por tanto, ofrecen información acerca del
tiempo y del aspecto gramatical, pero también información léxica relativa al modo
de acción del predicado, por lo que cabe esperar que estos elementos
interaccionen.
18 Esto ha generado un debate acerca de si hay que postular o no un operador aspectual independiente del operador temporal (Bary 2009).
Capítulo 1. Nociones básicas
34
3.2.3. Interacción entre aspecto léxico y aspecto gramatical
Hemos visto que en el sintagma verbal se codifica información temporal,
aspectual gramatical y aspectual léxica. Tanto el tiempo como el aspecto gramatical
poseen una semántica procedimental, mientras que el aspecto léxico tiene un
significado conceptual, de acuerdo con la distinción entre contenido
procedimental, que codifica las instrucciones que guían las inferencias
pragmáticas, y contenido léxico o conceptual, a la luz de la Teoría de la Relevancia.
De este modo, cabe esperar que el tiempo y el aspecto gramatical, expresados en la
flexión verbal y tal y como se asume en una perspectiva formal de la gramática en
el sintagma flexión, tengan ámbito sobre el modo de acción, cuya información se
materializa en el sintagma verbal, debido a su carácter composicional. Dejemos a
un lado la categoría tiempo, puesto que no resulta relevante para lo que deseo
mostrar en este momento, y centrémonos en el modo en que interactúan los dos
tipos de aspecto.
Si el aspecto gramatical imperfectivo no visualiza los límites del evento, es
esperable que se combine con predicados atélicos (estados y actividades), del
mismo modo que, si el aspecto perfectivo focaliza el evento en su totalidad,
aparecerá de forma natural con predicados télicos (realizaciones y logros), como
observamos en (31)-(34).
(31) El atleta corrió los 100 metros en quince segundos.
(32) #El atleta corría los 100 metros en quince segundos.
(33) La presentadora de televisión era rubia.
(34) #La presentadora de televisión fue rubia.
Capítulo 1. Nociones básicas
35
El predicado correr es una actividad, pero en (31) y (32) está empleado
como realización ya que el argumento interno impone un telos al evento; así, (31)
no entraña ningún conflicto ya que el aspecto perfectivo está combinado con un
predicado télico, por lo cual el evento ha tenido lugar cuando el atleta ha alcanzado
los 100 metros. Ahora bien, en (32) correr los 100 metros no llega a efectuarse
puesto que el aspecto imperfectivo difumina los límites del evento, de manera que
no sabemos si el atleta ha alcanzado la meta o no. El problema de este enunciado
está causado por la presencia del circunstancial, que mide, como sabemos, la
duración del evento desde que comienza hasta que llega a su fin, lo cual resulta
incompatible puesto que el imperfecto bloquea el alcance del telos. Es necesario
señalar a propósito de (32) que este enunciado puede recibir una interpretación
habitual en la que correr los 100 metros en quince segundos se repita a lo largo de
un período.
En (33) tenemos un estado combinado con un imperfecto, lo cual resulta
natural y no implica ninguna inadecuación, a diferencia de lo que sucede en (34),
donde el estado ser rubia aparece en indefinido. Como ya hemos visto, los estados
son predicados atélicos, no dinámicos y atemporales, por lo que parecen rechazar
la combinación con el aspecto perfectivo, que muestra el evento en su totalidad. Es
decir, el estado ser rubia es una propiedad que define o caracteriza a la
presentadora, de manera que no puede acotarse tal estado.
Con todo, es fácil encontrar ejemplos en los que un predicado télico aparece
en imperfecto y enunciados en donde un evento atélico parece ser acotado por una
forma verbal perfectiva, como muestro en (35-38).
(35) Mientras el rey moría, la reina rezaba por él19 .
(36) Salió durante cinco minutos.
(37) El agua está hirviendo.
19 Ejemplo tomado de García Fernández (2008 [1998]).
Capítulo 1. Nociones básicas
36
(38) Gracias a las noticias, supo la razón de la catástrofe.
Los predicados morir, salir y hervir de (35), (36) y (37) respectivamente
describen eventos puntuales; sin embargo, en estos enunciados reciben una
interpretación durativa en la que los eventos han ampliado su extensión temporal
gracias a la presencia del imperfecto y a su relación de simultaneidad con un
predicado durativo como es rezar, en (35), a la presencia de un circunstancial
introducido por durante, en (36), y a la perífrasis progresiva, en (37). En (38), por
el contrario, tenemos un evento durativo, saber, que aparece acotado gracias al
aspecto perfectivo, puesto que impone límites al evento.
Estos aparentes casos de anomalía se pueden explicar si se postula la
existencia de una estructura subeventiva en los logros (Carrasco y González, 2011)
y una subclasificación de los estados en permanentes y transitorios (Carlson
1977). De este modo, si clasificamos los logros en logros con fase previa (35),
logros con fase posterior (36) y (37), y logros sin fase o puros (marcar un gol),
podemos considerar que los elementos que inducen a visualizar el evento en sus
desarrollo –a saber, el aspecto imperfectivo, un circunstancial durativo y la
perífrasis progresiva- inciden bien sobre la fase previa, bien sobre la fase posterior.
Así, en (35), el imperfecto moría visualiza la parte previa al fallecimiento,
correspondiente a la fase de agonía, de manera que, en el momento del pasado al
que hace referencia el evento, el rey sigue con vida. Prueba de que el imperfecto
enfoca la fase previa es la continuación de (39), donde podemos apreciar que el
evento morir no ha tenido lugar.
(39) Mientras el rey moría, la reina rezaba por él; finalmente, los rezos
consiguieron salvarlo. (ejemplo adaptado de un enunciado propuesto
por García Fernández, 2008 [1998]).
En (36), salir es un logro combinado con el pretérito indefinido, por lo que
el evento ha debido tener lugar en un momento del pasado; ahora bien, si
Capítulo 1. Nociones básicas
37
asumimos que salir es un logro con fase posterior, podemos considerar que el
circunstancial durativo no mide la extensión del evento en sí mismo, sino la del
estado resultante: el tiempo que el sujeto ha permanecido fuera20. El ejemplo de
(37) comparte la misma estructura subeventiva que (36), por lo que lo focalizado
no es el momento puntual en que el agua entra en ebullición, sino el estado
resultante; de esta manera el logro hervir el agua resulta compatible con el aspecto
imperfectivo expresado por la perífrasis progresiva.
El predicado de (38), saber, es un estado y como tal parece rechazar de
forma natural su combinación con el aspecto perfectivo. Sin embargo, es fácil
reinterpretar este enunciado sin que resulte anómalo o inadecuado y atribuirle un
valor incoativo. Aquí el aspecto perfectivo no está visualizando la totalidad del
estado saber la razón de la catástrofe, sino de una fase de dicho estado que
corresponde a la parte inicial del mismo. Para ello, debemos pensar que los estados
presentan una estructura interna fasal, que puede ser homogénea o no, en función
del tipo de estado de que se trate; de hecho, todos los estados han de tener un
comienzo.
Ahora bien, esta propuesta no es la única que se ha ofrecido para explicar
estos datos. Como vimos a propósito de la teoría de Coll-Florit (2012), hay
predicados más susceptibles de ser reinterpretados aspectualmente que otros, es
decir, hay predicados más sensibles que otros al fenómeno de la coacción. En
palabras de de Swart (2012):
under de Swart’s (1998) analyses, the combination of the Passé Simple with a
state/activity verb, or the combination of the Imparfait with an event predicate requires a
process of aspectual coercion. […]. Aspectual coercion then requires the eventuality
description to shift its meaning to satisfy the aspectual selection requirements of the Passé
Simple or Imparfait (de Swart, 2012: 769).
20 Este enunciado puede recibir también una interpretación iterativa en la que el sujeto haya estado saliendo y entrando durante cinco minutos. En este caso, el circunstancial no mide la duración del evento sino de la serie formada por microeventos.
Capítulo 1. Nociones básicas
38
Bajo el análisis de de Swart (1998), la combinación del pasado simple con un verbo de
estado o actividad, así como la combinación del imperfecto con un predicado eventivo
[realización o logro] requiere un proceso de coacción aspectual. […]. La coacción aspectual
requiere que la eventualidad cambie su significado a fin de satisfacer los requisitos de
selección aspectual del pasado simple o del imperfecto. (Traducción propia)
El fenómeno de la coacción, recordemos, es un mecanismo que permite
reajustar el contenido conceptual o léxico, en caso de conflicto, a favor de la
información procedimental. Creo, no obstante, que para los enunciados de (35-38)
no es necesario recurrir a tal mecanismo, puesto que pueden ser explicados a la luz
de la estructura subeventiva de los estados y de los logros, ya que la estructura
interna de las eventualidades puede hacerlas compatibles con otros elementos que
imponen requisitos aparentemente contrarios a sus características, como los
tiempos. De este modo, se puede reservar la noción de coacción para aquellos
casos en los que sea estrictamente necesario reajustar la semántica conceptual. Es
cierto que prescindir de la noción de coacción para estos casos conlleva una mayor
complejidad sintáctica y/o semántica –supone hacer más compleja la estructura
formal-, pero creo que presenta ventajas dado que la estructura subeventiva
permite entender ciertas diferencias entre diferentes tipos de logros y de estados,
como su compatibilidad con determinados elementos lingüísticos.
Es posible, por tanto, combinar predicados télicos con formas verbales
imperfectivas y formas perfectivas con predicados atélicos. Una de las
consecuencias que se deriva de la combinación del imperfecto con predicados
télicos es lo que se ha denominado en la bibliografía paradoja imperfectiva (Dowty
1977). Este fenómeno
se refiere al hecho de que si se interrumpe un evento heterogéneo cuando no ha alcanzado
el telos, n o se puede afirmar que el sujeto haya realizado el evento, porque éste no tiene
lugar hasta que no se logra su fin intrínseco (Martínez Atienza, 2007: 162).
Ejemplifico un caso de paradoja imperfectiva en (39) y (40).
(39) Alonso veía Pocoyó.
Capítulo 1. Nociones básicas
39
= Alonso vio Pocoyó.
(40) Alonso dibujaba una casa.
#Alonso dibujó una casa.
Como vemos, solo podemos afirmar que el sujeto ha realizado la acción –ver
Pocoyó o dibujar una casa- en (39), puesto que se trata de una actividad y, como
tal, no implica un telos para que el evento pueda ser afirmado. En cambio, en (40),
si Alonso no ha terminado de dibujar la casa, no podemos afirmar que ha dibujado
una casa, dado que estamos ante un predicado télico. La explicación está en la
homogeneidad de los predicados atélicos, frente a la heterogeneidad de los télicos,
lo que nos recuerda a la clasificación de las eventualidades en predicados
homogéneos y predicados heterogéneos.
El hecho de que un mismo predicado adquiera diferente interpretación en
función de la forma verbal con la que se combine implica que en la pieza verbal hay
información que no es únicamente temporal, es decir que se codifica también
información aspectual que incide en la manera en que es percibida la eventualidad.
Para dar cuenta de la interacción entre el aspecto léxico y el aspecto flexivo o
gramatical será necesario disponer de una teoría de los tiempos verbales que no se
base exclusivamente en la noción de tiempo, como la que adopto en este trabajo y
presentaré en el capítulo 2.
Si bien es cierto que en las páginas precedentes he hecho alusión a algunos
de los valores del aspecto perfectivo y del aspecto imperfectivo –el incoativo y el
perfectivo para el indefinido y el progresivo, el continuo y el habitual para el
imperfecto-, no me he detenido en explicar en qué consiste cada uno de ellos. Dado
que los usos de dichas formas verbales, y en concreto los del imperfecto, cobran
especial relevancia en este trabajo para poder comprender en qué consiste el valor
que se analiza en este trabajo –el imperfecto narrativo-, considero necesario
dedicar el siguiente apartado a dichos usos.
Capítulo 1. Nociones básicas
40
3.2.4. Valores del aspecto perfectivo e imperfectivo
Bertinetto (1986: 117) establece tres valores para el aspecto imperfectivo y
dos para el perfectivo, tal y como queda recogido en el diagrama siguiente.
Figura 9. Valores del imperfecto. (Bertinetto (1986: 117)).
Las formas verbales que expresan el aspecto perfectivo son el indefinido
canté y las formas compuestas con el auxiliar haber21. Si observamos los siguientes
ejemplos en indefinido, podremos apreciar diferente interpretación, en función del
límite visualizado por el tiempo verbal.
(41) A las once la cocinera preparó el menú del día.
(42) Ayer llamó el director de la Academia.
21 Las formas verbales compuestas con haber reciben dos lecturas: de aoristo o perfectiva y de perfecto. Dentro de esta última se pueden distinguir sub-lecturas como la experiencial, la hodiernal o la resultativa.
Capítulo 1. Nociones básicas
41
El enunciado de (41) recibe una lectura incoativa o ingresiva del indefinido,
mientras que en (42) la lectura obtenida es la terminativa. Esta última es la
interpretación más común en la mayor parte de los indefinidos, puesto que el
evento es visualizado en su totalidad, esto es, incluyendo los límites inicial y final.
En cambio, la parte focalizada por un indefinido con interpretación incoativa
corresponde al límite inicial. Para ello, es necesaria la presencia de un
circunstancial puntual que incida sobre dicho límite. Conviene señalar que no
todos los predicados son susceptibles de recibir una interpretación incoativa,
puesto que el factor decisivo es la mayor o menor duración del predicado, como
ejemplifica García Fernández (1998 [2008]: 21) con (43) y (44):
(43) A las cinco leyó el telegrama.
(44) A las cinco leyó Madame Bovary.
De estos dos enunciados, solo el segundo de ellos es apto para obtener una
lectura incoativa en la que se focaliza el momento en que el evento comienza,
debido a la extensión de la obra literaria objeto de lectura, frente a la brevedad del
telegrama en (43). Dicho con otras palabras, solo el evento descrito en (43) es
susceptible de ser realizado completamente en la duración expresada por el
circunstancial, mientras que este, en (44), solo puede señalar la parte inicial del
evento.
El aspecto imperfectivo, por su parte, se expresa en español mediante el
imperfecto, el presente y la perífrasis <estar + gerundio>, y posee tres lecturas
básicas: una continua22, una habitual23 y una progresiva (Bertinetto, 1986),
ejemplificadas en (45), (46) y (47), respectivamente:
22 Resulta oportuno aclarar, tal y como hace Bertinetto en su descripción de las lecturas del aspecto imperfectivo, que el significado del término continuo aquí difiere de su acepción inglesa, donde es sinónimo de progresivo. Un imperfecto progresivo y un imperfecto continuo remiten a dos lecturas diferentes, como veremos.
Capítulo 1. Nociones básicas
42
(45) a. Vivía solo desde que empezó a trabajar en Marsella.
b. Durante la reunión estaba pensativo.
(46) De joven, fumaba cinco cigarrillos al día.
(47) Cuando llegó el fontanero, pintaba la pared.
La parte visualizada en los eventos descritos por los imperfectos de (45) a
(47) no incluye los límites de los mismos o, al menos, no incluye el límite derecho o
final24. El enunciado (45) presenta una oración subordinada que señala el
momento en que el evento comienza, pero no se afirma que el evento haya
culminado, es decir, el evento vivir se presenta en su desarrollo, de forma continua.
El imperfecto continuo también se obtiene en aquellos casos en los que el evento
es focalizado durante un período completo, como en (45b), donde se afirma que el
evento ha tenido lugar durante la reunión, pero no se asevera que haya terminado
necesariamente al final de la misma.
En el enunciado (46), el predicado télico – fumar cinco cigarrillos- aparece
en imperfecto, por lo que se produce un conflicto entre la imperfectividad del
tiempo verbal y la telicidad del predicado. Una de las interpretaciones que resulta
de dicho conflicto es la habitual, es decir, la repetición del evento durante un
intervalo o período. Para Martínez Atienza (2004) la habitualidad impone dos
condiciones:
(a) “la interpretación habitual se obtiene como resultado de un proceso
de inducción, es decir, a partir de múltiples ocurrencias de un determinado evento,
se induce que tal iteración o repetición constituye un hábito del sujeto” (2004:
347).
23 Martínez Atienza (2004) no considera el valor habitual una subvariedad del aspecto imperfectivo dado que es posible encontrar imperfectos continuos o progresivos habituales y puesto que este valor puede expresarse también con otras formas verbales, como el indefinido. 24 El límite izquierdo se infiere ya que todo evento que tiene lugar ha de haber comenzado en algún momento.
Capítulo 1. Nociones básicas
43
(b) “cualquier hábito constituye un evento complejo [macroevento],
dado que implica la iteración, a su vez, de varios eventos [microeventos]” (2004:
349).
Estas nociones de macroevento y de microevento las empleo ya Bertinetto
(1986) para explicar el uso habitual del imperfecto. El microevento corresponde a
cada uno de los eventos que se repite y se caracteriza por ser perfectivo o
delimitado, de ahí su compatibilidad con complementos que miden la duración,
como en cinco minutos, en el enunciado de (48).
(48) El año pasado, el médico atendía a los pacientes en cinco minutos
#tres veces.
Ahora bien, si el evento es perfectivo, ¿significa esto que la forma verbal
modifica en este empleo su aspectualidad? La respuesta es negativa, ya que el
aspecto gramatical es información procedimental que, como ya sabemos, ha de
mantenerse invariable. Para explicar entonces de qué manera en un enunciado
como (48) se mantiene la imperfectividad, debemos recurrir a la noción de
macroevento ya señalada, puesto que lo marcado imperfectivamente no es el
evento sino el macroevento o el conjunto de microeventos. Una prueba de que la
serie queda abierta es la inadecuación del enunciado al añadir un complemento
que especifica el número de veces que se repite el evento, como sucede en (48).
De los tres enunciados ofrecidos para ejemplificar los valores del
imperfecto, queda por explicar el ilustrado en (47), repetido aquí por comodidad.
(47) Cuando llegó el fontanero, pintaba la pared.
En este enunciado, a pesar de tener un predicado télico en imperfecto, el
enunciado no es interpretado de forma habitual porque el evento pintar la pared
no se repite durante un período de tiempo, sino que hace referencia a un único
evento. Como vemos, aparece un circunstancial puntual que no señala el comienzo
Capítulo 1. Nociones básicas
44
del evento, sino que focaliza un punto concreto en el desarrollo del evento, por lo
que este recibe una lectura progresiva. Según Bertinetto (1986: 125), se han de
cumplir tres características para que se active una interpretación progresiva:
i. “esistenza di un istante di focalizzazione tf;
ii. prosecuzione indeterminata del processo oltre tf;
iii. semelfattivitá”
i. “existencia de un instante de focalización tf;
ii. continuación indefinida del proceso más allá de tf;
iii. semelfactividad” (traducción propia).
Esto es, para poder obtener una lectura progresiva necesitamos que se
focalice un instante en el desarrollo de un evento indefinido o abierto que tenga
lugar solo una vez, es decir, que no se repita. Por tanto, la diferencia entre la
lectura progresiva y la habitual del imperfecto radica en el hecho de que
la visione progressiva lascia indeterminata l’eventuale prosecuzione del processo oltre
l’istante tf, mentre la visione abituale considera ogni singolo occorrimento, preso in sé per
sé, come un evento perfettamente concluso […]. Anche per ciò che riguarda l’Aspetto
abituale esiste, comunque, un’implicazione di indeterminatezza; sia rispetto al numero
delle iterazioni […], sia, in particolari contesti, rispetto all’eventuale prosecuzione della
serie di eventi che compongono il processo abituale […]. (Bertinetto, 1986: 162).
La visión progresiva deja indeterminada la continuación eventual del proceso más allá del
instante tf, mientras que la visión habitual considera cada ocurrencia particular, tomada en
sí misma, como un evento perfectamente concluido […]. También por lo que se observa, el
aspecto habitual tiene una implicación de indeterminación, sea respecto al número de
iteraciones […], sea, en un contexto particular, respecto a la continuación eventual de la
serie de eventos que componen el proceso habitual. (Traducción propia)
Capítulo 1. Nociones básicas
45
A pesar de que aquí estoy ofreciendo ejemplos prototípicos de los valores
del imperfecto, hay que aclarar que en la activación de las interpretaciones
desempeña un papel esencial el contexto, de manera que es necesario atender a
todos los factores que intervienen para determinar ante qué lectura o
interpretación nos encontramos. Observemos un ejemplo ofrecido por Bertinetto
(1986), en el que la imperfectividad es puesta en tela de juicio a causa del contexto
en el que se incluyen los imperfectos.
(49) Mentre sua moglie partoriva, Gigi leggeva il giornale, poi
ascoltava la radio, poi passeggiava avanti e indietro nervosamente.
Alla fine si decise ad uscire.
Mientras su mujer paría, Gigi leía el periódico, después escuchaba la
radio, después paseaba nervioso. Finalmente decidió irse.
(Traducción propia)
Si atendemos a la aspectualidad de estos imperfectos podemos observar
que los eventos parecen haber finalizado ya que el contexto obliga a interpretar
que el sujeto ha dejado de llevarlos a cabo25 –lo que no significa que los eventos
hayan tenido lugar en sí mismos puesto que la forma verbal no indica que Gigi
haya leído el periódico entero, por ejemplo-. A fin de mantener la imperfectividad
de estos imperfectos, considero, siguiendo a Bertinetto, que se trata de una
iteración indeterminada. Así, estos imperfectos –interpretados como imperfectos
continuos- describen eventos que se focalizan en múltiples momentos dentro de
un período concreto, donde esta multiplicidad de momentos es indeterminada. En
este sentido, la diferencia que se establece entre un imperfecto continuo y un
imperfecto progresivo radica en la focalización de varios instantes o de uno solo en
el desarrollo del evento, respectivamente.
25 Como veremos en el capítulo 3, para Bres (2005a) los imperfectos de (49) constituirían ejemplos de imperfectos narrativos en tanto que el contexto derecho fuerza una lectura perfectiva de los mismos; sin embargo, no considero que se trate de imperfectos narrativos, sino de una enumeración de imperfectos continuos, en la línea de Bertinetto (1986). De este modo, como veremos, reservo la noción de imperfecto narrativo para un hecho específico.
Capítulo 1. Nociones básicas
46
Como se desprende de estas páginas, podemos hablar de una clasificación
de los valores del imperfecto a partir de una serie de rasgos característicos. Sin
embargo, no debemos olvidar que las formas verbales no se emplean de manera
independiente, sino que interaccionan con otros elementos lingüísticos así como
con el contexto. Por tanto, este último es un factor esencial para entender el valor
que recibe el tiempo verbal en cada enunciado.
En este apartado he presentado brevemente los usos básicos del indefinido
y, más específicamente, del imperfecto. Ahora bien, estas diferentes
interpretaciones ¿en qué nivel lingüístico operan? En el siguiente apartado
veremos una propuesta sintáctica de los usos del imperfecto.
3.2.5. Codificación sintáctica de los usos del imperfecto.
Hemos visto que el tiempo y el aspecto ofrecen información acerca de la
localización sobre el eje temporal de una parte o de la totalidad del evento. En las
lenguas románicas, frente a las lenguas eslavas, la información temporal y la
aspectual se expresan de forma conjunta en la morfología verbal, lo que induce a
cuestionarse si el sintagma flexión habitualmente empleado en la sintaxis formal
de las últimas décadas se debe descomponer en sintagma tiempo y sintagma
aspectual.
En este apartado presentaré de qué manera algunos lingüistas consideran
que el tiempo y el aspecto, es decir, la relación entre los puntos R, H y E han de
codificarse sintácticamente, así como los inconvenientes que entraña asumir tal
propuesta, frente a una alternativa que dé cuente de la interfaz de la semántica y
de la pragmática.
Como ya sabemos, en la mayor parte de los estudios dedicados al
imperfecto, se parte de la idea de que en la semántica del imperfecto participan los
Capítulo 1. Nociones básicas
47
tres primitivos propuestos por Reichenbach (R, E, H/S) y de que estos se ordenan
de dos en dos, tal y como establece Hornstein: R es calculado con respecto a H y E
es localizado a partir de R. De esta manera, la primera relación, establecida por R y
H, expresa temporalidad, mientras que la segunda –R, E- corresponde a la
aspectualidad. Esto es así tanto en una teoría temporal del imperfecto como la que
desarrollan Rojo y Veiga (1999), donde se postula la simultaneidad del evento a un
punto del pasado, como en una hipótesis de índole o naturaleza temporal-
aspectual, como sugiere Saussure (2003): P_H y PcE, siendo P una variable de
perspectiva que debe ser saturada.
Estos tres elementos: R, E y H corresponden a los términos tiempo de la
aserción (AST), tiempo del evento (EV) y tiempo del enunciado (UT),
respectivamente, en los trabajos que adoptan una perspectiva sintáctica de los
tiempos verbales – Espunya (2004), Uribe-Etxebarría y Demirdache (2007),
Stowell (2007), Zagona (2007) -. Tal y como los define Espunya (2004),
1) UT-T. Tiempo del enunciado, en oraciones principales. Otro tiempo de
referencia en oraciones subordinadas.
2) ATS-T. Tiempo de la Aserción. El intervalo de tiempo situado dentro del
tiempo del evento que es enfocado por la marca de aspecto. Corresponde a la noción de
aspecto como punto de vista (“sólo lo visible es afirmado”), de Smith (1991) y
adoptado por Klein (1995) para unificar el tratamiento del aspecto con el del tiempo.
El tiempo de la aserción es, como su nombre indica, el tiempo para el que es válida una
afirmación, o al que se confina tal afirmación.
3) EV-T. El tiempo en el que el evento (o estado) denotado por el SV tiene
lugar (o perdura). (Espunya, 2004: 384)
Estos lingüistas consideran que las relaciones entre estos tres puntos deben
codificarse sintácticamente26. Para ello, se incluye en la estructura oracional un
Sintagma Tiempo y un Sintagma Aspecto, que seleccionan argumentos temporales:
26 No ofrecen, o no he sabido encontrar, razones por las que esto deba ser así.
Capítulo 1. Nociones básicas
48
UT-T es el argumento externo del STiempo y AST-T es su argumento interno; a su
vez, este el argumento externo del SAspecto y el interno es EV-T.
Figura 9. Codificación sintáctica del tiempo y del aspecto. Demirdache y Uribe-
Etxebarría (2007: 333)
Atendiendo a estas relaciones temporales, el imperfecto se define por ser un
tiempo en el que “se establece una relación entre UT-T después Ast-T (pasado) y
Ast-T dentro EV-T”27 (Espunya, 2004: 387), mientras que el indefinido manifiesta
únicamente “UT-T después de EV-T” (2004: 386). Por tanto, el SAspecto no se
expresa en la codificación sintáctica del indefinido, puesto que, como señala
Espunya, se trata de un tiempo en el que el evento se ordena directamente con
27 Está descripción del imperfecto coincide con la propuesta por Saussure (2003): P-H y PcE.
Capítulo 1. Nociones básicas
49
respecto al momento del habla28. La sintaxis del imperfecto, por su parte, sí incluye
el SAspecto, ya que se trata de un tiempo en el que el evento es situado desde un
punto diferente del momento del habla.
El imperfecto puede representarse sintácticamente como en el siguiente
diagrama, en el que el valor del imperfecto que queda recogido es el continuo.
Figura 10. Valor continuo del imperfecto. (Arche, 2014: 814).
El imperfecto continuo es un tiempo pasado de aspecto imperfectivo. Ahora
bien, para plasmar sintácticamente las diferencias entre los usos básicos del
imperfecto, Espunya (2004) propone introducir un cuantificador en la
interpretación progresiva y en la habitual. Arche (2014) sigue el mismo camino
que el trabajo de Espunya, como vemos en la figura 11, aunque no lo cite
explícitamente.
28 Esta afirmación va en contra de lo que hemos visto a propósito del punto de referencia, puesto que dicho punto parece mantenerse en todas las estructuras temporales.
Capítulo 1. Nociones básicas
50
Figura 11. Representación sintáctica usos progresivo y habitual del
imperfecto. (Adaptado de Arche, 2014: 817)
La diferencia entre el valor progresivo y el habitual radica, por tanto, en la
naturaleza del cuantificador: universal o existencial. Tal y como señala Espunya,
a) [la lectura habitual] expresa que para todo tiempo de la aserción existe un
tiempo del evento tal que el tiempo de la aserción está dentro del tiempo del evento, es
decir, distribuye tantos EV-T como sean necesarios para los AST-T.
b) [la lectura progresiva] indica que existe un tiempo del (tipo del) evento tal
que cualquier tiempo de la aserción tiene que situarse dentro de ese evento. (Espunya,
2004: 399)
Por tanto “las diferencias entre lectura habitual y lectura progresiva se
explican entonces como consecuencia de la ambigüedad semántica en el alcance de
Capítulo 1. Nociones básicas
51
los cuantificadores” (2004: 403). De este modo, se proponen tres estructuras
sintácticas diferentes, en función del valor básico del imperfecto.
Si esto es así y cada valor básico o descriptivo del imperfecto (progresivo,
habitual y continuo) tiene una estructura sintáctica diferente, cabe preguntarse de
qué manera es posible predecir en qué casos se obtiene una u otra interpretación.
Es decir, dado un enunciado en imperfecto sin la presencia de un cuantificador
explícito, como ejemplifico en (50), ¿de qué manera el destinatario puede acceder
a una representación sintáctica u otra y, por tanto, obtener la interpretación
adecuada?
(50) Los empleados tomaban notas en la reunión.
Este enunciado es ambiguo puesto que puede recibir una lectura progresiva
(a las tres), una habitual (habitualmente), continua (mientras el jefe leía el
periódico). La propuesta sintáctica no explica cómo el destinatario recupera el
valor pertinente en un enunciado ambiguo.
Por otro lado, no se explican los valores ‘especiales’ del imperfecto ni se
alude a su estructura sintáctica. Siguiendo el diagrama básico del imperfecto, en el
que se codifica la temporalidad y la aspectualidad, parece que no tienen cabida los
usos que ponen en tela de juicio el rasgo de pasado, como (51), o el de
imperfectividad, ilustrado en (52).
(51) Mañana venía tu amigo de Londres, ¿verdad?
(52) Cinco minutos más tarde llegaba a la cita.
En el enunciado (51), la temporalidad del imperfecto entra en conflicto con
el adverbio temporal de futuro, por lo que es necesaria una teoría adecuada que
permita encajar este uso –citativo- con la semántica temporal, ya que de la
explicación de Espunya y Arche no se deduce cuál puede ser la relación entre UT-T
Capítulo 1. Nociones básicas
52
y Ast-T para este valor. A propósito de (52), donde aparece el valor narrativo del
imperfecto, es necesario señalar que para Dermirdache y Uribe-Etxebarría (2014)
este empleo posee un aspecto neutro; sin embargo, en la propuesta sintáctica de
Espunya y Arche no se explica cómo se representa el aspecto neutro, puesto que el
nudo Aspecto se codifica –imperfectividad- o no se codifica –perfectividad-.
A partir de estos datos, considero que situar la explicación de usos y valores
en la interfaz semántica-pragmática arroja importantes ventajas. Si partimos de la
distinción semántica propuesta por Blakemore y por Sperber y Wilson,
inicialmente, entre expresiones procedimentales y expresiones conceptuales,
podremos asumir que en la interpretación de un enunciado que contenga un
imperfecto, la información que debe mantenerse es la semántica temporal, en
detrimento de la información léxica que aparezca. Ya sabemos que el significado
codificado por dicha forma verbal es anterioridad (P_H) e imperfectividad (PcE) –
en la terminología de quienes defienden una propuesta sintáctica, AST-T anterior a
UT-T y AST-T dentro de EV-T-. Este significado se combina con el modo de acción o
aspecto léxico –de naturaleza composicional-, que, como sabemos, posee una
semántica conceptual susceptible de ser reajustada en caso de conflicto.
La ensambladura entre el significado procedimental del imperfecto y el
modo de acción se enriquece con la presencia de modificadores que permiten
desambiguar entre varias lecturas. De este modo, se va construyendo la
interpretación del enunciado con información lingüística que se reajusta en caso
de que sea necesario a favor de la semántica procedimental. A los datos obtenidos
se les añade la información contextual que desempeña un papel fundamental en la
obtención de la lectura del imperfecto. Para ello, es necesario que el destinatario
active unos mecanismos pragmáticos que guían la interpretación del enunciado.
Conviene señalar que estos procesos descritos no son progresivos, sino
simultáneos. El destinatario recibe el input –enunciado- y pone en marcha unos
procesos interpretativos que van moldeando la información lingüística y
extralingüística disponible a fin de construir el significado adecuado y pertinente a
la situación comunicativa.
Capítulo 1. Nociones básicas
53
Así, es posible explicar –y predecir- los diferentes valores del imperfecto –y
de los demás tiempos verbales-, dando cuenta no solo de los usos básicos o
descriptivos, sino también de los ‘especiales’ o interpretativos, a partir de la
semántica –de la forma verbal, del modo de acción y de los modificadores- y de
datos contextuales. En este proceso interpretativo entran en juego mecanismos
pragmáticos. Por tanto, se propone un único significado para el imperfecto y se
derivan pragmáticamente los diferentes valores, sin necesidad de proponer una
sintaxis compleja y multiplicada por tantos valores como tenga la forma verbal.
Recordemos que uno de los interrogantes que surgen de la propuesta sintáctica es
¿qué sucede con los valores especiales del imperfecto?
Al final de su trabajo, Espunya señala que
las restricciones de co-aparición con los durativos cuantitativos se explican no como un
problema sintáctico sino como una combinación de factores semánticos y pragmáticos, lo
cual abre el camino para explicar otras lecturas menos frecuentes. (2004: 403).
Como se deduce de esta cita, Espunya recurre a la sintaxis para explicar la
semántica del imperfecto y cuando este nivel no es suficiente para dar cuenta de
ciertos fenómenos asume que intervienen factores semántico-pragmáticos, sin
explicar bajo qué condiciones estos participan ni cuáles son los límites que
permiten predecir cuándo opera la sintaxis y cuándo la semántica y/o la
pragmática.
Si esto es así, habría que especificar los límites entre Sintaxis, Semántica
Pragmática y explicar por qué unos usos se derivan pragmáticamente y otros
tienen manifestación sintáctica, puesto que parece que poseen diferente naturaleza
sin una explicación aparente.
En lo que sigue voy a adoptar una explicación del imperfecto en términos
pragmáticos-semánticos por las ventajas que ofrece esta perspectiva, como he
señalado con anterioridad.
Capítulo 1. Nociones básicas
54
3.3. Conclusiones
A lo largo de este apartado he revisado las nociones de tiempo, aspecto
gramatical y aspecto léxico, haciendo especial énfasis en estas dos últimas, dado
que estarán presentes en todo el trabajo, al cobrar especial importancia en el
estudio del uso narrativo del imperfecto.
Tal y como he señalado, la categoría tiempo localiza la eventualidad sobre el
eje temporal, atendiendo a un punto de referencia y con respecto al cual la
situación puede ser anterior, posterior o simultánea. Dicho punto ha motivado
diversos estudios en la bibliografía, sobre todo, desde una perspectiva sintáctica:
cuál es la naturaleza de R y cómo y dónde se codifican los diferentes usos del
imperfecto en el diagrama arbóreo. El problema que presenta una explicación
sintáctica del imperfecto es la incapacidad de codificar los usos ‘especiales’ del
imperfecto. Por ello, considero que es más económico proponer una sintaxis
sencilla y considerar que en la interpretación de los tiempos intervienen otros
factores.
Los dos conceptos que desempeñan un papel especial en este trabajo son el
aspecto gramatical, que informa acerca de la parte visualizada del evento, y el
aspecto léxico, que representa parte del significado inherente al predicado. Este
último ha sido objeto de un estudio intenso en las últimas décadas, puesto que se
ha ido enriqueciendo la clasificación inicial de Vendler. Se trata de un elemento con
gran impacto en los estudios gramaticales, dado que parece afectar a diversos
fenómenos lingüísticos y no solo a los concernientes al sintagma verbal.
Con respecto al aspecto gramatical, he retomado, a través de la metáfora de
la lente, la diferencia entre la imperfectividad y la perfectividad, así como los
valores que se desprenden de ambos contenidos, aunque con mayor énfasis sobre
el aspecto imperfectivo. Si tanto el aspecto léxico o modo de acción como el
aspecto gramatical se expresan en el verbo finito, cabe esperar que se produzca
cierta interacción entre ellos. Ahora bien, mientras que la combinación del aspecto
imperfectivo con los predicados atélicos y la del aspecto perfectivo con los
Capítulo 1. Nociones básicas
55
predicados télicos no representan ningún problema, sí tienen un interés especial
las combinaciones entre aspecto imperfectivo y predicados télicos, y entre aspecto
perfectivo y predicados atélicos. Hemos podido comprobar de qué manera el
aspecto léxico o modo de acción se reinterpreta a favor de la semántica temporal,
que es de tipo procedimental en la perspectiva que adopto en este trabajo.
Un ejemplo de reinterpretación forzada por la combinación del aspecto
imperfectivo y de un predicado télico es el denominado imperfecto narrativo de
(53).
(53) Cinco minutos después llegaba a la cita.
En este enunciado tenemos un imperfecto combinado con un predicado
puntual –logro- que aparece, además, encabezado por un circunstancial puntual.
Este uso del imperfecto es el problema central que se trata en este trabajo. Como
tendré ocasión de mostrar, el imperfecto parece ser interpretado como un evento
culminado en el pasado, por lo que parece que dicha forma verbal modifica su
aspectualidad; tal es la posición de algunos lingüistas a propósito de este uso
(García Fernández 2008 [1998], Gosselin 2005). Sin embargo, si consideramos que
el aspecto gramatical posee una semántica procedimental que ha de mantenerse
en todos sus usos, habremos de encontrar una explicación que dé cuenta de forma
satisfactoria del empleo del imperfecto ejemplificado en (53).
Como hemos podido comprobar, el aspecto gramatical tiene alcance sobre
el aspecto léxico, de manera que la información aportada por aquel siempre se
impone; esto se debe a que se trata de una semántica procedimental o
instruccional, frente al significado del modo de acción, que es conceptual. De este
modo, la interacción entre tiempo, aspecto flexivo y aspecto léxico queda recogida
en el siguiente diagrama (De Swart 1998: 348):
[TENSE [ASPECT [EVENTUALITY DESCRIPTION]]]
Capítulo 1. Nociones básicas
56
Si el aspecto gramatical permite observar la situación desde dentro o desde
fuera, este observar el evento nos conduce hacia un campo que ha cobrado mucha
fuerza en los últimos años en los estudios lingüísticos: el de la expresión lingüística
del punto de vista. En el siguiente apartado me voy a detener en esta cuestión a fin
de presentar cómo los tiempos verbales contribuyen a la perspectivización. Como
se observará más adelante, esta noción es esencial para entender ciertos usos del
imperfecto.
Capítulo 1. Nociones básicas
57
4. TIEMPOS VERBALES Y PERSPECTIVA29
La noción de perspectiva30 ha sido, y es, muy recurrente en el ámbito
literario puesto que arroja luz sobre los diferentes modos de presentar los hechos
que confluyen en los textos, sobre todo, narrativos, bajo la etiqueta de
narratividad. El punto de vista ha sido definido como “el ángulo de visión, el foco
narrativo, el punto óptico en que se sitúa un narrador para contar su historia”
(Bourneuf-Oullet, en Marchese y Forradellas, 2000: 337). A este respecto, Genette
(1972) distinguió tres tipos de focalizaciones, que responden a la pregunta ¿quién
ve? o ¿desde dónde se ve?: focalización cero, donde el narrador conoce todo acerca
de los personajes; focalización interna, en la que el narrador sabe lo mismo que los
personajes y, de hecho, en algunas ocasiones adopta el punto de vista de alguno de
ellos; y focalización externa, gracias a la cual el narrador se limita a describir lo que
ve, es decir, actúa como mero observador.
Martínez García (2002: 199) entiende el punto de vista como “el foco de
percepción que remite a la instancia perceptiva a través de la cual se enfoca el
mundo de la ficción, que no tiene por qué corresponderse con la instancia que
narra”. Es importante tener en cuenta que en el discurso el punto de vista no es
rígido, sino que puede –y, de hecho, suele- haber diferentes perspectivas conforme
avanza la historia.
Para poder entender cómo funciona el punto de vista, debemos tener en
cuenta que la intención del emisor es crear una realidad y presentársela al
destinatario. Como señala Gómez Redondo (2007),
un cuento (formulado, incluso, con componentes tradicionales que llevan incorporada una
precisa ideología), una novela (de cualquier tendencia o cualidad artística), una obra de
teatro (por encima de todo), un poema épico (porque el verso es otro lenguaje narrativo) o
hasta un reportaje periodístico (y sería suficiente contrastar cómo cada medio de
29 No puedo hacer justicia a todos los trabajos que se han dedicado al punto de vista o a la narratividad. Por ello, presentaré solamente las ideas fundamentales para entender qué es la perspectiva y de qué manera el imperfecto puede contribuir a determinar la perspectiva. Remito al lector a los trabajos de Banfield (1995), Fleischman (1990), Genette (1972), Ricoeur (1984). 30 Empleo aquí los conceptos punto de vista, perspectiva y focalización como sinónimos.
Capítulo 1. Nociones básicas
58
comunicación enfoca la noticia desde su precisa ideología) no sólo cuentan unos sucesos o
presentan a unos personajes a los que les ocurren unas acciones, sino que transportan al
receptor a un universo absoluto de referencias, equivalente al suyo, mucho más amplio y
con unas posibilidades ilimitadas de indagación, de valoración o de análisis de la conducta
humana y de sus participantes (Gómez Redondo, 2007: 7).
No obstante, la perspectiva no está solo presente en los discursos literarios,
sino en cualquier enunciado que queramos transmitir, puesto que organizamos la
información y la presentamos desde un punto de vista determinado en función de
nuestra intencionalidad como hablantes. De esta manera, hay ocasiones en las que
comunicamos un contenido propio, con cuya veracidad nos comprometemos, y
otras en las que presentamos una información atribuida a otra persona, como
sucede cuando reproducimos el discurso de otro hablante, siendo este último la
fuente de información.
El punto de vista, entonces, está relacionado con la noción de polifonía, es
decir, con la pluralidad de voces o de personas que hablan en el discurso. De hecho,
la mayor parte de nuestros actos comunicativos no expresan una información
propia –una sola voz-, sino que retomamos las ideas, las creencias, las experiencias,
las palabras, etc. de otros sujetos –piénsese, por ejemplo, en la variedad discursiva
de la que disponemos: monólogo interior, estilo directo, estilo indirecto, estilo
indirecto libre-. Esta pluralidad de voces confluye junto con las perspectivas desde
las que se presenta la información en el discurso, lo que produce gran riqueza no
solo estética y literaria, sino también lingüística.
Para poder establecer la perspectiva desde la que se presenta la
información y/o la fuente de la misma, hay que analizar los indicios expresados
por ciertos elementos lingüísticos, como los pronombres, los adverbios, los
tiempos verbales, etc. Si nos paramos un momento a pensar en los tiempos
verbales con los que la expresión del punto de vista parece más sobresaliente,
seguramente consideremos que estos son el presente en su uso histórico y el
imperfecto empleado en estilo indirecto libre y en su uso narrativo. En efecto,
ambos tiempos parecen activar una perspectiva desde dentro, es decir, como si los
Capítulo 1. Nociones básicas
59
hechos estuvieran sucediendo en el momento, ante los ojos de los participantes en
el discurso, a pesar de describir acciones pasadas. Dicho con otras palabras, el
hablante describe los hechos en desarrollo puesto que los visualiza a medida que
los presenta ante los ojos del interlocutor; el hablante percibe los eventos desde
dentro, gracias al aspecto imperfectivo tanto del presente como del imperfecto.
Este percibir los eventos desde dentro favorece que el narrador pueda adoptar el
punto de vista, en un discurso narrativo, de uno de los personajes, de manera que
pueda transmitir al destinatario los sentimientos y pensamientos de este. Incluso
es posible que narrador y personaje se fusionen y el lector no sepa distinguir
cuándo habla uno u otro.
Este juego de perspectivas es muy recurrente en la novela a partir del s. XIX,
época en la que parecen desarrollarse el estilo indirecto libre y el imperfecto
narrativo. No obstante, es innegable que ya los juglares en la Edad Media hacían
uso de los tiempos verbales para acercar las hazañas de los héroes al público.
Parece, tal y como sostiene Fleischman (1990), que el empleo del presente
histórico está relegado a la lengua coloquial y que en la literatura este decae en el s.
XIV, hasta el s. XVIII, cuando cobra fuerza el realismo psicológico. Por tanto,
aunque parece que la perspectivización adquiere gran relevancia en el siglo XIX
gracias a las técnicas narrativas que imperan en esta época, desde la época
medieval en la literatura española se emplean estrategias para presentar los
hechos al público, entre las que se encuentra la adopción de un punto de vista
subjetivo.
Ahora bien, ¿cómo se puede explicar en términos lingüísticos la
contribución de los tiempos verbales a la subjetivización o perspectivización? Dos
formas verbales que permiten ejemplificar la distinta perspectiva que adopta el
hablante al utilizar una u otra son el indefinido y el imperfecto. La razón se ha
buscado en la aspectualidad expresada por cada forma: el indefinido, al visualizar
el evento en su totalidad, muestra el evento como si fuera visto desde fuera,
mientras que el imperfecto favorece, por su imperfectividad, un punto de vista
interno, desde dentro. De hecho, Smith (1991) define el aspecto gramatical como
“punto de vista” –recuérdese la metáfora de la lente-.
Capítulo 1. Nociones básicas
60
(54) Ensuite Arnoux parla d’une cuisson importante que l’on devait
finir aujourd’hui, à sa fabrique. Il voulait la voir. Le train partait dans
une heure. (Flaubert, L’Education sentimentale)31.
Entonces Arnoux habló de una cocción importante que debíamos
terminar en la fábrica hoy. Quería verla. El tren partía en una hora.
(Traducción propia).
(55) Llegó a su despacho el señor vicario general, y sin saludar a los que
allí le esperaban, se sentó en un sillón de terciopelo carmesí detrás de
una mesa de ministro cargada de papeles con balduque. Apoyó los codos
en el pupitre y escondió la cabeza entre las manos. Sabía que le
esperaban, que pretendían hablarle, pero fingía no notarlo. (Clarín, La
Regenta).
En estos enunciados, se percibe un cambio de perspectiva favorecido por la
alternancia de los tiempos verbales. El indefinido remite al punto de vista del
narrador, objetivo, mientras que los imperfectos reproducen los pensamientos o
las palabras de uno de los personajes de la obra literaria; una vez que el narrador
ha puesto en situación al lector, cede la palabra al personaje –o habla por él- a
través del imperfecto y transmite sus pensamientos.
A partir de este ejemplo, parece que hay una correspondencia entre aspecto
y punto de vista y, en concreto, entre el indefinido y la perspectiva del narrador y
entre el imperfecto y la subjetividad de un personaje32. Ahora bien, si el punto de
vista está determinado por el aspecto gramatical, ¿cómo se puede explicar que
haya usos subjetivos y usos no subjetivos con una misma forma verbal que, en
principio, no experimenta ningún cambio aspectual?
31 Bres (2003: 64). 32 Como tendré ocasión de mostrar más adelante, esta conexión entre punto de vista y aspecto verbal está presente en la explicación de los tiempos verbales de Doiz Bienzobas (2000, 2002).
Capítulo 1. Nociones básicas
61
(56) Maître Corbeau, sur un arbre perché, / tenait dans son bac un
fromage.
Maître renard, par l’odeur alléché, / lui tint à peu près ce langage (La
Fontaine, Fabler)33.
El señor cuervo, sobre un árbol posado, / tenía en su pico un queso.
El señor zorro, atraído por el olor, / le habló en estos términos…
(57) Tenía los ojos de un gris descolorido y un poco bizcos. Tenía, o sea,
tiene, un flequillo que le come la mitad de la frente. (Pereira, “Charly”).
En ambos enunciados, el imperfecto tenía no está empleado de forma
subjetiva, sino objetiva. El narrador observa la situación desde fuera y la describe
de forma fiel. El lector habrá percibido que el empleo del imperfecto en (54) y (55)
difiere sobremanera de la interpretación que recibe en (56) y (57). Por tanto, el
imperfecto no siempre entraña un uso subjetivo. De modo similar, es posible
encontrar usos subjetivos del indefinido, como en (58)34.
(58) La yole semblait glisser. Des arbres se montrèrent sur l’île, dont la
berge était si basse que les yeux plongeaient dans l’épaisseur des
fournées. On s’arrêta; le bateau fut attaché (Maupassant, Une partie de
champagne).
El bote parecía deslizarse. Los árboles se mostraron en la isla, cuya
orilla era tan baja que los ojos se zambullían en el espesor de las
hornadas. Nos paramos; el barco fue atado.
33 Bres (2003: 59). 34 Bres (2003: 60).
Capítulo 1. Nociones básicas
62
(59) Al amanecer, las ropas de la cama, revueltas, estaban en el suelo.
Tuve frío y las atraje sobre mi cuerpo. (Carmen Laforet, Nada).
En (58) y (59), los imperfectos describen el escenario o la situación,
mientras que los indefinidos muestran los eventos desde la óptica subjetiva de un
testigo de la escena, es decir, vemos los hechos a través de la mirada o de los
sentimientos de los propios narradores. Se produce, por tanto, un cambio de
perspectiva que nos conduce al interior de un observador que asiste a los hechos.
A la luz de estos datos, se puede concluir que no hay una correspondencia
estricta entre punto de vista y aspecto gramatical. Si bien es cierto que el aspecto
contribuye a una determinada perspectivización, es necesario tener presente que
en la interpretación de los enunciados intervienen factores extralingüísticos como
el contexto que favorece más un punto de vista u otro. Como vemos, el imperfecto
puede ser empleado para mostrar diferentes puntos de vista, por lo que su
aspectualidad no lleva asociada una perspectiva determinada, sino más bien una
perspectiva infradeterminada. A este propósito, resultan de gran relevancia las
ideas señaladas por Sthioul (2000):
en effet, nous pensons que la détermination du point de vue selon lequel les situations ou
les événements décrits sont envisagés dépend d’un processus pragmatique complexe qui
n’est qu’indirectement lié à la signification du morphème verbal. La thèse que nous
aimerons défendre ici est qu’au contraire, tous les temps verbaux se prêtent, certes avec
plus ou moins de facilité, à de tels effets, qui ne sont pas produits directement par leur
signification intrinsèque mais indirectement par le processus d’assignation de la référence
temporelle du procès (Sthioul, 2000 : 80).
En efecto, pensamos que la determinación del punto de vista según el cual las situaciones o
los eventos descritos son contemplados depende de un proceso pragmático complejo que
no está más que indirectamente ligado a la significación del morfema verbal. La tesis que
nos gustaría defender aquí es la contraria, todos los tiempos verbales se prestan, algunos
con mayor o menor facilidad, a tales efectos, que no son producidos directamente por su
significación intrínseca sino indirectamente por el proceso de asignación de la referencia
temporal del evento. (Traducción propia).
Capítulo 1. Nociones básicas
63
Para poder determinar el punto de vista, el significado de los tiempos
verbales, y del imperfecto en concreto puesto que me voy a referir a esta forma en
lo que sigue, incorpora una variable P, que corresponde al punto de referencia, de
acuerdo con la tendencia imperante en la lingüística contemporánea. Dicha
variable ha de ser saturada por el destinatario a partir de la información contextual
accesible. Si es posible encontrar un elemento temporal disponible susceptible de
funcionar como marco de referencia temporal, el enunciado será empleado en su
uso descriptivo y remite, en este caso, a un estado de cosas. Cuando la variable P
corresponde a R, esto es a un marco de referencia, no se obtiene un efecto de
subjetivización o de perspectivización, de manera que los hechos son descritos de
forma objetiva. Si, por el contrario, no hay ningún elemento en el contexto apto
para actuar como punto de referencia, el destinatario ha de recuperar
inferencialmente la presencia de un sujeto de consciencia (Banfield 1995). La
variable P equivale, en este caso, a un sujeto y el enunciado describe un
pensamiento o una sensación atribuida. Aquí, gracias a la recuperación de un
sujeto de consciencia, se obtiene un efecto de subjetivización y los hechos son
presentados desde la perspectiva de dicho sujeto.
La perspectiva está, así, presente de forma potencial en todos los tiempos
verbales y dependerá de factores contextuales su efectuación o no, puesto que no
está ligada a las formas verbales más que indirectamente. Una prueba de que la
perspectivización no responde exclusivamente a los tiempos verbales es el
enunciado (60).
(60) He hablado con Alejandro; se sentía solo.
En (60) tenemos un imperfecto, cuya semántica es, en términos
algorítmicos, P_H y PcE (Saussure 2003); esto es, la variable P, a la que me he
referido anteriormente, debe estar situada con anterioridad a H, de manera que
queda expresada la temporalidad de pasado del imperfecto. Por otro lado, dicha
variable ha de estar incluida en el evento (E), de manera que este es imperfectivo.
Podemos pensar que aquí P puede ser saturado como R si consideramos como
marco de referencia situado en el pasado e incluido en el evento al momento en
Capítulo 1. Nociones básicas
64
que el hablante ha hablado con Alejandro. De este modo, estaríamos ante un uso
descriptivo del imperfecto y, por lo tanto, no se activaría ningún efecto de sentido.
Sin embargo, en este enunciado parece desprenderse un efecto de subjetivización
en tanto que se describe un sentimiento atribuido a Alejandro, que ha tenido que
ser comunicado necesariamente dado que no se trata de un hecho observable. Aquí
el contexto obliga a inferir una perspectivización que contribuye a un
enriquecimiento del enunciado. El ejemplo de (60) es considerado un uso citativo,
en el sentido de que reproduce un discurso emitido por Alejandro en el pasado,
similar a “me siento solo”, o un uso metarrepresentacional.
En palabras de Saussure (2003),
si un énoncé –quelle que soit la cause de l’enrichissement- reçoit une interprétation comme
pensée (ou parole) représentée, alors nous dirons que l’interprétation est
métarepresentationnelle. A vrai dire, tout énoncé étant métareprésentationnel dans un
sens large (c’est la représentation d’une pensée, laquelle est elle-même une représentation
d’autre chose, par exemple d’un état de choses), le lecteur comprendra que j’utilise ainsi le
terme d’interprétation métareprésentationnelle dans un sens restreint. Cette
métareprésentation particulière est dans de nombreux cas le résultat d’un traitement
pragmatique, en particulier en absence de toute préface locutionnaire ou psychologique
explicite. Ce traitement pragmatique particulier est appelé dans la théorie de la pertinence
l’usage interprétatif du langage car une métareprésentation procède d’une interprétation
d’une représentation (Saussure, 2003 : 26).
Si un enunciado –sea cual sea la causa del enriquecimiento- recibe una interpretación como
pensamiento (o habla) representado, diremos que la interpretación es
metarrepresentacional. A decir verdad, siendo todo enunciado metarrepresentacional en
un sentido amplio (es la representación de un pensamiento, que es en sí misma una
representación de otra cosa, por ejemplo de un estado de cosas), el lector comprenderá que
utilice el término de interpretación metarrepresentacional en un sentido restringido. Esta
metarrepresentación particular es en numerosos casos el resultado de un tratamiento
pragmático, en particular en ausencia de todo prefacio locutivo o psicológico explícito. Este
tratamiento pragmático particular se denomina en la Teoría de la Relevancia uso
interpretativo del lenguaje porque una metarrepresentación procede de una interpretación
de una representación. (Traducción propia).
Capítulo 1. Nociones básicas
65
Gracias a la noción de metarrepresentación podemos dar cuenta de los usos
especiales que presenta el imperfecto y que han supuesto dificultades para las
teorías verbales, dado que parecen contradecir la temporalidad pretérita, como
ejemplifico con (61)-(63).
(61) Mañana venía tu primo, ¿no?
(62) Quería hablar contigo, por favor.
(63) ¡Pero si eras tú!
En todos estos enunciados, el imperfecto no parece describir un evento en
el pasado, sino en el futuro (61) o en el presente (62) y (63). Tras haber
presentado, aunque de forma breve, el significado del imperfecto, estamos en
condiciones de entender cómo se interpretan estos enunciados. En ninguno de
ellos hay un marco de referencia con el que saturar la variable P, ya que, como
hemos visto, este debe situarse en el pasado y estar incluido en el evento. Pues
bien, ante la imposibilidad de identificar P como R, el destinatario recupera
inferencialmente la presencia de un sujeto de consciencia en el pasado. Este puede
ser bien el hablante en un punto anterior al momento del habla, bien un sujeto
diferente.
De este modo, estos enunciados reproducen un pensamiento atribuido. Así,
en (61) se representa un discurso previo, similar a “mañana viene mi primo”, por
lo que nos encontramos ante el empleo citativo del imperfecto. En (62) no se
describe el interés del hablante en el presente, sino en un momento previo en el
que ha decidido comunicar su deseo al destinatario. Se trata del imperfecto de
cortesía. En (63), al igual que en (62), no se hace referencia a una idea del
presente, sino a una hipótesis que se ha creado el hablante en el momento en que
ha sonado el timbre, por ejemplo. En el presente comprueba la validez de dicha
hipótesis. Este uso se denomina hipocorístico.
Capítulo 1. Nociones básicas
66
Todos estos usos especiales del imperfecto son explicables a partir, como
vemos, de una teoría semántico-pragmática en la que se explica la interpretación
de los enunciados atendiendo al nivel lingüístico así como al nivel inferencial o
pragmático, a la luz de los trabajos de Saussure (2003, 2010). La explicación de
estos usos será retomada a propósito de los usos interpretativos en los capítulos 2
y 6.
Como se aprecia, la noción de metarrepresentación permite explicar estos
valores del imperfecto, pero también otros usos como los ‘evidenciales’ de estar.
Para entender este último hecho, debemos recordar la distinción ya explicada
entre predicados de estadio o transitorios y predicados de individuo o
permanentes. Los primeros se combinan de forma natural con la cópula con estar,
mientras que los segundos lo hacen con ser. Dicho esto, Escandell (2015) señala
que, cuando un predicado de individuo se combina con estar, el destinatario infiere
la presencia de un sujeto de consciencia a quien se atribuye la información
comunicada en el enunciado. Un ejemplo en el que esto se percibe con facilidad es
el de (64).
(64) He visto a los Peláez. Su hijo está altísimo.
Alto es una propiedad y, como tal, es esperable que aparezca con ser; sin
embargo, en este enunciado aparece junto a la cópula estar. Este desajuste se
resuelve por medio de una interpretación que refleje la dependencia de una
situación específica exigida por la cópula. Para ello, hay que suponer que lo que
depende de dicha situación es la percepción de la propiedad alto por parte de un
sujeto. Así, el destinatario infiere que el hablante es la fuente de información
directa en la que se basa la afirmación, de manera que el hablante ha debido ver en
persona al hijo de los Peláez. Este matiz de evidencialidad desaparece si estar se da
al lado de un predicado de estadio como enfermo35.
35 Para más detalles sobre el fenómeno, remito a Escandell (2015).
Capítulo 1. Nociones básicas
67
Podemos concluir, por lo tanto, que mediante el mecanismo de la
metarrepresentación es posible explicar los usos que a priori parecen inadecuados,
de manera que podemos dar cuenta de los efectos de sentido que se derivan de la
subjetivización, aludiendo a procesos pragmáticos. En algunas ocasiones tales
procesos se deben a la presencia de elementos gramaticales que los inducen,
mientras que en otras ocasiones surgen simplemente de la explotación de la
información contextual al interpretar, tal y como establece Tahara (2004: 52).
Si pensamos que el punto de vista se deriva pragmáticamente a partir de la
semántica de la forma verbal, podemos suponer que todos los tiempos son
susceptibles de activar efectos de subjetivización, como hemos visto que sostiene
Sthioul (2000). Cuando un hablante emplea una forma verbal con el fin de
describir un pensamiento atribuido a un sujeto de consciencia, su intención no es
otra que provocar un efecto de sentido que compense el esfuerzo cognitivo llevado
a cabo por el destinatario. La perspectivización, por tanto, se infiere
pragmáticamente, puesto que no está lingüísticamente codificada en el contexto.
La recurrencia a la metarrepresentación no es la única explicación que se ha
ofrecido a propósito del punto de vista y su posible relación con las formas
verbales, sino que ha surgido también una propuesta basada en la teoría de los
espacios mentales de Fauconnier (1994), en la que se habla de “espacios mentales”
como dominios cognitivos, y en el modelo epistémico elaborado de Langacker
(1991). En esta línea se encuentran Castañeda (2004, 2006) y Doiz Bienzobas
(2000, 2002), ambos centrados en la Lingüística cognitiva, como explicaré con
detenimiento en el capítulo 2.
A diferencia de lo que sucede en la hipótesis que he presentado
anteriormente, los lingüistas que analizan la perspectiva desde el marco de la
Lingüística cognitiva proponen una semántica de los tiempos verbales en la que se
incluye como elemento fundamental el punto de vista. En este enfoque, la
diferencia entre el indefinido y el imperfecto está en el punto desde el que son
evaluados los hechos descritos. Para Castañeda (2004),
Capítulo 1. Nociones básicas
68
la idea clave es considerar que indefinido e imperfecto constituyen dos percepciones
alternativas de un mismo proceso. En ambos casos presuponemos un modelo cognitivo
sobre la forma en que los distintos tipos de procesos se generan, se desarrollan y
concluyen. Pues bien, cada morfema temporal proyecta una imagen de esa concepción
compleja que poseemos de los procesos: mientras que el indefinido representa una visión
distante o panorámica que abarca el principio, el desarrollo y el término del proceso, el
imperfecto representa una visión fragmentaria o menos abarcadora que no incluye la
representación del término o la conclusión del proceso (Casteñeda, 2004: 66).
Esta idea propuesta por Castañeda queda ilustrada en la figura 12, que él
mismo presenta dos años después.
Figura 12. Percepciones del indefinido y del imperfecto (2006: 170).
Para poder entender de forma adecuada cómo funcionan ambos tiempos
verbales y cuál es la relación que mantienen con la perspectivización, conviene
introducir brevemente dos nociones que adquieren especial relevancia en la teoría
de Castañeda: el tiempo de procesamiento o de conceptualización y el centro
deíctico. Este lingüista propone introducir un segundo centro deíctico para algunos
Capítulo 1. Nociones básicas
69
tiempos como el imperfecto, el pluscuamperfecto y los condicionales simple y
compuesto, desde el que se observan los hechos descritos.
Como se aprecia, Castañeda no renuncia al rasgo aspectual para explicar la
oposición indefinido-imperfecto, sino que lo enriquece con el lugar en que se ubica
el proceso descrito. De este modo,
[…] el imperfecto es un morfema temporal que localiza un proceso en un espacio
epistémico no actual, prototípicamente pasado, y en el momento en curso de la
reconstrucción temporal subjetiva de dicho espacio. El Imperfecto debe concebirse como
un “presente del pasado o lo no actual” con el que designamos un proceso vigente en el
momento de la reconstrucción narrativa, coincidente con el acto de la enunciación del que
no representamos su término. El Indefinido localiza un proceso en un punto temporal
previo a un punto de referencia deíctico, que, por defecto, es el momento de la enunciación.
(Castañeda, 2006: 108).
El imperfecto es evaluado desde un segundo centro deíctico, de manera que
se presentan los hechos como si estuvieran ocurriendo en el momento en que se
enuncian; de ahí se deriva el efecto subjetivizador que caracteriza a dicha forma
verbal. Por el contrario, el indefinido es evaluado desde el presente del hablante o,
dicho de otro modo, desde el centro deíctico principal, por lo que los eventos son
descritos con cierta perspectiva. El problema que encuentra esta hipótesis es la
existencia de usos subjetivizadores de tiempos que, en principio, no deberían
tenerlos, como sucede con el indefinido.
Para resumir lo dicho hasta aquí, las dos alternativas de las que disponemos
para dar cuenta del fenómeno de la perspectivización cuando está ligado al tiempo
verbal son, por tanto, las siguientes:
(i) suponer que el punto de vista se deriva pragmáticamente a partir de
la semántica verbal y de su interacción con el contexto. En el caso particular del
pretérito imperfecto, hay que suponer que hay una variable P en la instrucción
codificada por la forma verbal en cuestión que, en función del contexto, se
interpreta como R, gracias a la identificación de un antecedente temporal –en ese
Capítulo 1. Nociones básicas
70
caso, el enunciado será descriptivo-, o bien, si no es posible acceder a un elemento
temporal disponible en el contexto que no ponga en tela de juicio la semántica
verbal, el destinatario debe inferir la presencia de un sujeto de consciencia al que
se atribuye el contenido expresado, es decir, que se toma como fuente de la
información. En este caso, surge un caso de uso interpretativo, puesto que el
enunciado introduce un contenido atribuido y da lugar a un efecto de sentido o de
subjetivización. En esta línea se sitúan los trabajos de Saussure y Sthioul.
(ii) proponer una semántica temporal en la que se codifique el punto de
vista o el espacio mental al que remite una determinada forma verbal. De esta
manera, la distinción entre indefinido e imperfecto remite a la noción de punto de
vista: mientras que un evento en imperfecto es visualizado desde un punto del
pasado –segundo centro deíctico-, un estado de cosas descrito por el indefinido es
focalizado desde el presente (Doiz-Bienzobas 2000, 2002).
Para poder dar cuenta de forma adecuada de los efectos que se derivan del
imperfecto debemos contar con una teoría sólida de dicho tiempo verbal. Para ello,
resulta imprescindible hacer un pequeño recorrido por las diferentes explicaciones
que se han ofrecido acerca del imperfecto y, entre ellas, las dos propuestas aquí
esbozadas.
En cuanto al punto de vista, debemos desterrar la relación exclusiva entre
perspectiva o punto de vista y discurso literario, puesto que en la lengua coloquial,
continuamente, se expresan diferentes puntos de vista. Parece evidente que la
subjetivización no es una noción únicamente literaria sino que tiene gran impacto
en fenómenos lingüísticos como la variedad de usos temporales o en la
combinación de ciertos elementos con la cópula estar. Por ello, la noción de punto
de vista cobra especial relevancia en un estudio como este en el que se presente
arrojar luz acerca de un uso controvertido del imperfecto: el narrativo.
Capítulo 2. El pretérito imperfecto
71
CAPÍTULO 2. EL PRETÉRITO IMPERFECTO
Capítulo 2. El pretérito imperfecto
72
Capítulo 2. El pretérito imperfecto
73
1. INTRODUCCIÓN
Una vez presentadas las herramientas fundamentales para poder entender
el problema que da título a este trabajo, debemos centrarnos en la forma verbal en
cuestión: el imperfecto de indicativo. Para ello, debemos dedicar unas páginas a las
diferentes explicaciones que se han ofrecido acerca de la semántica del imperfecto,
en oposición al indefinido, por ser las dos formas simples del pasado que se dan en
las lenguas románicas. El imperfecto ha despertado el interés de numerosos
investigadores por la variedad de usos que presenta y que, en muchos casos,
parece contradecir la semántica del imperfecto –ya sea temporal o aspectual-.
Basta coger cualquier gramática de español para comprobar que se ofrece una
explicación básica de la forma verbal y, a continuación, una lista de usos que no
parecen tener coherencia con el significado inicial. Los investigadores, conscientes
de esta situación han tratado de ofrecer una teoría del imperfecto que dé cuenta de
forma adecuada de todos los usos.
Se han ofrecido fundamentalmente dos explicaciones en la bibliografía
hispánica: definir los tiempos verbales en términos exclusivamente temporales o
en términos aspectuales. En lo que sigue veremos de qué manera cada una de estas
perspectivas explica la semántica del imperfecto y cómo se derivan esos usos
‘especiales’ que presenta. No olvidemos que la teoría del imperfecto a la que se
adscriba este trabajo determinará la explicación ofrecida para el problema que
aquí se trata: el valor narrativo.
En este capítulo, por tanto, presentaré algunas hipótesis sobre del
imperfecto desde un punto de vista temporal en el apartado 2, desde una
perspectiva aspectual en el apartado 3, así como una hipótesis reciente que está
cobrando especial fuerza, sobre todo en el marco de la enseñanza de E/LE, en 4,
que se fundamenta en la Lingüística Cognitiva. Veremos que cada una de estas
teorías presenta unas herramientas propias para explicar los usos que se desvían
del significado básico del imperfecto, de manera que se ha de ser consecuente con
el marco teórico adoptado –o con la perspectiva asumida-, ya que sobre este se
fundamenta toda la explicación.
Capítulo 2. El pretérito imperfecto
74
2. EL IMPERFECTO COMO COPRETÉRITO
2.1. El copretérito
Para explicar las propuestas recientes sobre el imperfecto debo
remontarme al trabajo pionero, en el ámbito de la temporalidad verbal, de Andrés
Bello (1998[1847]), quien dedica un apartado de su Gramática de la Lengua
castellana destinada al uso de los americanos al estudio de los tiempos verbales. En
él se establece la semántica del indefinido, al que denomina pretérito, y del
imperfecto o copretérito según su nomenclatura. Señala este autor que el pretérito
“significa la anterioridad del atributo al acto de la palabra” (1998: 200), mientras
que el copretérito “significa la coexistencia del atributo con una cosa pasada”
(1998: 201), es decir, se trata de un tiempo simultáneo (el prefijo co- indica
coexistencia) a un punto del pasado (pretérito). Precisa además que con el
pretérito toda la duración del evento tiene lugar con anterioridad al momento del
habla, por lo que no se puede extender hacia el presente. Frente a esto, el
copretérito puede describir hechos no solo que se prolonguen hacia el presente,
sino también “verdades de duración indefinida o eterna” (1998: 201), como
ejemplifica con (1).
(1) Copérnico probó que la Tierra giraba alrededor del sol.
El uso del imperfecto en (1) recuerda al empleo atemporal o gnómico del
presente. La diferencia entre el imperfecto o el presente en un enunciado como (1)
es que con el presente “no veríamos por entre la mente de Copérnico el giro eterno
de la tierra”. Esta intuición de Bello sobre la posibilidad de visualizar los hechos de
la mirada de otra persona recuerda al mecanismo de la metarrepresentación al que
ya he hecho referencia y al que volveré más adelante. Asimismo, según Bello, el
imperfecto o copretérito expresa eventos habituales o repetidos, lo cual no ha de
resultar extraño, puesto que hemos visto que se trata de uno de los usos básicos
del imperfecto.
Capítulo 2. El pretérito imperfecto
75
La diferencia de significado derivada de la relación temporal expresada por
el indefinido y por el imperfecto ha llevado a autores como Alarcos Llorach (1994)
a considerar que Bello estableció una descripción de la oposición
pretérito/copretérito en términos temporal-aspectuales, lo que ha sido criticado y
calificado como interpretación personal por parte de Alarcos, como se aprecia en la
siguiente cita de Veiga (2008).
Según Bello, cantaste es un pretérito y cantabas es un copretérito, con lo cual da a entender
que siendo la referencia de las dos formas coincidente en la zona temporal, la de
copretérito cantabas es más amplia y abarca en su transcurso los momentos denotados por
el pretérito cantaste. De esta manera se dice que cantaba posee sentido imperfectivo o
durativo, mientras cantaste es perfectivo o puntual; en otras palabras, que el primero es no
terminativo y el segundo es terminativo y señala la consumación de la noción designada
por la raíz verbal (Alarcos Llorach 1994: §225) (…) Por supuesto, Alarcos interpretaba
subjetivamente lo que Bello ‘da a entender’ y lo que ‘se dice’, buscando justificar su idea de
una oposición aspectual (Veiga, 2008: 111).
Dejando a un lado el debate sobre la interpretación subjetiva o no de
Alarcos, quiero hacer notar que los autores que defienden una distinción
exclusivamente temporal entre el imperfecto y el indefinido son conscientes de
que el imperfecto es un tiempo duradero, que se puede extender hacia el presente
e, incluso, hacia el futuro. Para dar cuenta de esta propiedad, la derivan de su
carácter simultáneo a un punto de referencia en el pasado.
Veiga nos recuerda las palabras de Porto Dapena (1989: §1.3.2.) que
parecen relevantes para el problema que estoy presentando, tal y como se
desprende del siguiente párrafo.
La perspectiva de simultaneidad impide, lógicamente, ver el término de la acción, la cual no
podrá observarse más que en curso de realización, esto es, imperfectivamente; por el
contrario, la perspectiva de anterioridad permite la visión perfectiva de esa acción, la cual
aparecerá, por tanto, en toda su duración o extensión temporal. Según esto, pues, el tiempo
relacional y el aspecto se implican mutuamente, aunque lo difícil, en todo caso, será
determinar a cuál de las dos corresponde la primacía. (2008: 151)
Capítulo 2. El pretérito imperfecto
76
Bello, como acabamos de ver, explica la semántica del imperfecto y del
indefinido en términos temporales, lo que servirá como punto de partida a los
trabajos recientes sobre temporalidad verbal. No obstante, esta descripción del
sistema verbal no es la única que subyace a los nuevos estudios: hay que tener en
cuenta la que sin duda es la aportación más influyente sobre el tiempo verbal en el
último siglo, la de Reichenbach (1947).
Este autor, al que ya he hecho referencia a propósito de la noción de tiempo,
presenta los tres primitivos temporales a cuyas combinaciones se reduce la
semántica de los tiempos verbales; estos son E(vento), momento del H(abla) o
S(peech) y punto de R(referencia). Si volvemos al apartado dedicado al tiempo y,
en concreto, a la tabla en la que aparecen las estructuras temporales descritas por
Reichenbach, comprobaremos que la estructura temporal del indefinido y la del
imperfecto es la misma: E,R-S1. Este hecho ha suscitado en algunos investigadores
la necesidad de postular la existencia de un rasgo que permita diferenciar ambos
tiempos en una lengua como el español; este rasgo no es otro que el aspecto
gramatical [+/- perfectivo].
En este punto, es necesario recordar que la atribución de una misma
estructura al indefinido y al imperfecto está justificada por el hecho de que
Reichenbach se basó en el inglés –lengua que carece de imperfecto-, por lo que la
consideración de equivalencia es en cierto modo una interpretación de los
defensores de la categoría aspecto como factor relevante en la oposición de los
tiempos simples de las lenguas románicas. De hecho, el propio Reichenbach
percibió cierta diferencia entre el imperfecto y el indefinido en lenguas como el
1 Esta representación semántica del indefinido es opuesta a la que proponen Bello, Rojo y Veiga, en tanto que para Reichenbach existe una relación de simultaneidad entre S y R. Veiga (2008) considera que el indefinido puede ser descrito a partir de una relación basada en dos puntos (E-H), donde se percibiría la relación de anterioridad directa al momento del habla y no de simultaneidad con un punto de referencia pasado. Para Veiga, la necesidad de mantener un modelo de relaciones temporales basado en tres puntos supone una deficiencia en la teoría reichenbachiana, que han aprovechado los defensores de la hipótesis temporo-aspectual, en tanto que equipara temporalmente al imperfecto con el indefinido. La crítica de Veiga hacia el sistema de Reichenbach pone en evidencia su interés por mantener una explicación en términos puramente temporales, por lo que no acepta que ya el propio Reichenbach aludiera a una diferenciación no temporal entre el indefinido y el imperfecto francés.
Capítulo 2. El pretérito imperfecto
77
francés y atribuyó tal diferencia a la extensión del evento, lo que recuerda a las
palabras de Bello, anteriormente mencionadas.
No voy a detenerme más en este autor, puesto que los tres primitivos
temporales que propone se han explicado en el capítulo 1. Lo que me interesa
resaltar de esta propuesta es la existencia de una única estructura temporal para el
indefinido y para el imperfecto y la apreciación que hace el propio Reichenbach
acerca de la mayor o menor duración de ambas formas verbales.
La descripción del sistema verbal en español más notable desde el punto de
vista temporal es la de Rojo (1974 y 1999 con Veiga). En estos trabajos se ha
explicado la semántica de los tiempos verbales en términos exclusivamente
temporales, a partir de relaciones vectoriales de simultaneidad (oV), anterioridad
(-V) y posterioridad (+V) en relación con un origen (O), lo que recuerda a Bello y a
Reichenbach. A partir de esto, la semántica que se postula para el imperfecto o
copretérito es (O-V)oV, es decir, simultaneidad (oV) a un momento pasado (O-V),
mientras que el indefinido o pretérito es descrito temporalmente como un tiempo
anterior al origen O-V2.
Si nos fijamos en ambas relaciones temporales, observaremos que la
primera forma verbal, el imperfecto, supone una relación bivectorial –
simultaneidad y anterioridad-, frente a la segunda, el indefinido, que indica una
relación monovectorial –únicamente anterioridad-. Dicho de otro modo, el
copretérito es una forma relativa, en tanto que necesita una referencia diferente del
momento del habla, con la que mantiene una relación temporal de simultaneidad,
mientras que el pretérito es un tiempo absoluto que sitúa el evento con respecto al
2 Los empleos dislocados del imperfecto han llevado a Veiga (2008) a rechazar una
oposición entre el indefinido y el imperfecto ya que no hay coincidencia temporal alguna en el modo /IND 0/ -el primero indica anterioridad directa al origen y el segundo expresa simultaneidad con un punto anterior al momento del habla, como hemos señalado con anterioridad- y a postular una oposición entre el imperfecto y el condicional, puesto que en la función /IND 2/ existe una neutralización; es decir, el imperfecto y el condicional en el modo /IND2/ establecen una relación de alomorfia, como se observa en (a)2.
(a) De buena gana estaría – estaba ahora en la playa [= no estoy].
Capítulo 2. El pretérito imperfecto
78
momento del habla3.
A partir del significado en términos temporales del copretérito y del
pretérito, Rojo y Veiga observan que no existe equivalencia alguna, dado que cada
uno de estos tiempos expresa una relación temporal diferente, por lo que no sería
necesario recurrir a nociones no temporales para explicar la oposición entre
ambos tiempos simples del pasado de indicativo: mientras que el pretérito indica
una relación de anterioridad, el copretérito indica, además, una relación de
simultaneidad. Para Rojo, si en un enunciado en imperfecto no hay ningún
elemento lingüístico accesible al que simultanear la referencia temporal, el
destinatario debe interpretar un antes genérico con respecto al cual el evento
descrito es simultáneo, como sucede en (2) y (3), ejemplos extraídos de Rojo
(1990: 38).
(2) Aquí vivían mis abuelos.
(3) En esa esquina estaba el Ayuntamiento.
De este modo, los imperfectos vivían y estaba de (2) y (3) requieren un
antes genérico con respecto al cual los eventos descritos son simultáneos. Es decir,
antes mis abuelos vivían aquí y antes estaba el Ayuntamiento en esa esquina.
A partir de la descripción del sistema verbal que establecen Rojo y Veiga, se
puede dar cuenta también del controvertido imperfecto narrativo, ejemplificado en
(4) y (5) y (6).
(4) Poco más tarde la bomba hacía explosión.
3 Rojo (1974 y 1999, con Veiga), en la línea de Comrie (1985), no considera que existan tiempos puramente absolutos, ya que todos dependen de un momento o un punto de referencia, sea el momento del habla, sea un momento diferente. A pesar de esto, sí observa una diferencia entre la naturaleza del copretérito y la del pretérito, en tanto que el primero de ellos requiere la presencia de un punto orientado, a su vez, en relación al momento del habla, mientras que el segundo sitúa el proceso con respecto a un único punto: el momento del habla.
Capítulo 2. El pretérito imperfecto
79
(5) En 1824, en el pueblecito austríaco de Ansfelden, nacía Anton
Bruckner.
(6) Tras dos minutos de descuento el partido terminaba con el
resultado inicial
Ya que aquí estoy adelantando el valor que me interesa del imperfecto,
considero necesario dedicar unas líneas para explicar cuál es la importancia de
dicho empleo. Se considera que el imperfecto narrativo es un contraejemplo para
una hipótesis que basa la distinción indefinido-imperfecto en el rasgo aspectual, es
decir, en el hecho de que el indefinido sea un tiempo perfectivo y el imperfecto una
forma imperfectiva, entendiendo la imperfectividad como la no visualización de los
límites del evento. Pues bien, el empleo narrativo del imperfecto, como vemos en
(4)-(6) –ejemplos obtenidos de Rojo y Veiga (1999: 2907), supone la
incorporación del imperfecto en un contexto donde lo esperable sería el indefinido,
dado que el evento descrito parece culminado en el pasado.
Para la teoría temporal tales enunciados no suponen ningún problema: los
copretéritos o imperfectos hacía explosión, nacía y terminaba indican una relación
temporal de anterioridad al origen, puesto que refieren a un momento del pasado,
e indican simultaneidad con respecto a un punto del pasado: poco más tarde, en
1824 y tras dos minutos de descuento, respectivamente. En estos enunciados la
semántica ofrecida para el imperfecto se mantiene inalterada: (O-V)oV. En cambio,
resultan problemáticos para una teoría aspectual puesto que los eventos descritos
por los imperfectos se entienden como cerrados o finalizados.
La hipótesis temporal presentada en Rojo (1974) da cuenta del indefinido y
del imperfecto en su uso recto o primario –anterioridad, y simultaneidad a un
punto del pasado, respectivamente– y del valor narrativo del imperfecto, que
parece un contraargumento a la hipótesis aspectual. Asimismo, en esta propuesta
se explican los usos “especiales” del imperfecto a partir del mecanismo de la
dislocación temporal. En este sentido, Rojo (1974: 112) afirma que existen usos
Capítulo 2. El pretérito imperfecto
80
que no responden al valor inicial [de las formas verbales], es decir, que presentan una
función temporal diferente de la que se refleja en su fórmula pero que, además, cargan la
acción expresada de un cierto matiz que no pertenece a la esfera temporal.
Estos usos son denominados usos dislocados y se explican a partir de la
semántica temporal básica, como mostraré en el siguiente apartado.
Capítulo 2. El pretérito imperfecto
81
2.2. Usos dislocados del copretérito
Para Rojo (1974: 112-3),
el sistema verbal está integrado por un conjunto F de formas {f1, f2,…,fn} cada una de las
cuales puede ser definida temporalmente (al margen de su característica modal, la
indicación de persona, etc.), mediante un cierto rasgo o conjunto de rasgos r, representable
en una fórmula como las empleadas hasta aquí, según el cual le corresponde expresar una
relación temporal R entre un cierto hecho y el origen o una referencia. Cuando la forma f1,
definida según el rasgo r1, es empleada para expresar la relación temporal R1 no
encontramos en la acción expresada ningún matiz extratemporal que no pueda ser
explicado mediante su pertenencia a un cierto modo. Lo mismo sucede cuando la forma f2,
definida según el rasgo r2, indica una relación temporal R2. Ahora bien, cuando la forma f1
es empleada para indicar la relación temporal R2, que presupone la posesión del rasgo r2, a
su significado se añade un cierto matiz extratemporal m que no aparece cuando indica la
relación R1. Esto es un caso de dislocación del sistema: el empleo de una forma en una
función distinta a la que corresponde a su valor implica la adición de un matiz no temporal
que sólo puede ser explicado mediante la alteración de la identidad entre valor y función.
Existen, por tanto, ciertas formas verbales que se alejan de su semántica
básica –o de su uso recto- para indicar una relación temporal diferente, dando
lugar a usos dislocados con ciertos matices modales como son la irrealidad y la
probabilidad. Este mecanismo de dislocación se activa en dos direcciones: la
primera afecta a aquellos tiempos que en su semántica temporal incluyen un rasgo
de anterioridad y que son empleados para expresar simultaneidad al momento del
habla (esto es, -V > oV), mientras que la segunda concierne a las formas que posee
un rasgo de posterioridad que se disloca para expresar simultaneidad con el
momento de la enunciación (+V > oV). Veamos un ejemplo de cada tipo de
dislocación en (7) y (8).
(7) Yo era la vendedora y tú venías a comprar fruta.
(8) -¿Quién llama a esta hora? -Será Juan.
Capítulo 2. El pretérito imperfecto
82
En (7), el imperfecto disloca el rasgo de anterioridad (-V) para expresar una
relación de presente o de simultaneidad al momento del habla. De esta operación
se deriva un efecto de irrealidad, de manera que con el imperfecto prelúdico los
niños describen un mundo ficticio –el juego- y actúan como si fueran unos
personajes en una realidad imaginada. Conviene señalar que para Veiga (2008:
58), a diferencia que para Rojo, el imperfecto prelúdico no conlleva un valor modal
especial. “Creemos más bien que este empleo trata en clave narrativa la
escenificación del juego que se va a desarrollar, presentando todos sus hechos en
una perspectiva temporal cuya referencia es un punto enfocado como anterior
desde el centro de referencias del sistema temporal”. En esta misma línea incluye
al imperfecto onírico.
En (8), el futuro, que expresa posterioridad, es empleado en función del
presente, es decir, se disloca el vector +V para expresar simultaneidad al momento
de la enunciación. Rojo y Veiga explican que la consecuencia de este cambio de
relación temporal es un matiz de probabilidad, de manera que este enunciado es
parafraseable con ‘probablemente es Juan (el que llama a esta hora)’.
Los dos efectos señalados –irrealidad y probabilidad- se deducen de la
dislocación del vector correspondiente, ya que ni en el imperfecto ni en el futuro
empleados en su forma recta o básica se activan dichos matices, así como tampoco
están presentes en el presente en su uso estándar. Prueba de ello son los
enunciados de (9) y (10) donde podemos apreciar que la irrealidad se diluye
cuando se emplea el presente.
(9) Me iba contigo sin dudar a tomar una cerveza.
(10) Me voy contigo sin dudar a tomar una cerveza.
En (9), se deduce que el hablante no puede llevar a cabo la situación
descrita a pesar de que lo haría de buena gana, de manera que se desprende un
sentido de irrealidad derivado del empleo del imperfecto en lugar del presente. En
Capítulo 2. El pretérito imperfecto
83
(10), en cambio, dicho sentido desaparece y la situación parece real y efectiva,
dado que la forma verbal está empleada en su uso recto, frente al imperfecto que
ha sufrido una dislocación temporal.
La irrealidad no es el único valor que se activa ante el empleo del imperfecto
para expresar una relación de simultaneidad al momento del habla, sino que
también se produce cierto efecto de distanciamiento, como ejemplifico en (11).
(11) Quería hablar con usted, por favor.
En este enunciado encontramos el denominado imperfecto de cortesía,
empleado para mitigar el carácter impositivo del enunciado. Rojo (1974: 119-120)
considera que “el medio idóneo para lograr la disminución del valor del
sentimiento personal es, precisamente, utilizar una forma que indique anterioridad
por el carácter irreal que supone su empleo en función de simultaneidad”. Graciela
Reyes (1990) se cuestiona la relación que se establece entre una forma del pasado
dislocada hacia el presente y el matiz de irrealidad así como el de distanciamiento
y señala que
casi todas las explicaciones que se han dado, tanto para el español como para otras lenguas,
se apoyan en el mismo principio: hay una relación íntima entre pasado y no actualidad, no
efectividad de la acción. Al situarse metafóricamente en el pasado, es decir, al hablar como
si estuviera refiriéndose al pasado, el hablante desdibuja la realidad del presente, lo "aleja"
de sí y de su interlocutor (Reyes, 1990: 53).
Los dos casos de dislocación descritos a partir del trabajo pionero de Rojo, en
función del vector dislocado, son empleados posteriormente por este mismo gramático
para proponer, junto a Veiga (1999), la existencia de cinco funciones modales en el
sistema verbal, tales como:
INDICATIVO 0: valor modal expresado por las formas verbales indicativas en sus usos
rectos.
Capítulo 2. El pretérito imperfecto
84
INDICATIVO 1: valor modal expresado por aquellas formas verbales indicativas que
han experimentado el primer caso de dislocación.
INDICATIVO 2: valor modal expresado por aquellas formas verbales indicativas que
han experimentado el segundo caso de dislocación.
SUBJUNTIVO 0: valor modal expresado por las formas verbales subjuntivas en sus
usos rectos.
SUBJUNTIVO 2: valor modal expresado por las formas verbales subjuntivas que han
experimentado el segundo caso de dislocación (Rojo y Veiga, 1999: 2896-7).
El primer tipo de dislocación, que afecta a las formas del /IND1/, se refiere a la
dislocación del vector (+V) en /IND0/, es decir, afecta a las formas que expresan
posterioridad bien al origen, bien a otro punto de referencia. En cambio, el segundo tipo
de dislocación, /IND2/, afecta a las formas verbales que expresan una relación de
anterioridad (-V) en /IND0/. A pesar que los tipos de dislocación parecen estar bien
integrados en la teoría temporal propuesta por Rojo, el segundo tipo de dislocación
resulta más heterogéneo que el primero, como señala acertadamente Rojo y reafirma
Veiga (2012):
las relaciones entre los subsistemas m0 y m2 resultan bastante menos acordes con la idea de una
sustitución de vectores. Ya Rojo (1974: 117) advirtió que, en comparación con las formas que
experimentan el primer tipo de dislocación, para las que experimentan el segundo “el mecanismo
es bastante más confuso que en el caso anterior y no hay un comportamiento conjunto tan claro”
(Veiga, 2012: 859).
A la luz de estos hechos, parece que los usos dislocados están bien
integrados en una teoría temporal del sistema verbal, puesto que no es necesario
recurrir a nociones no temporales para explicarlos, y permiten dar cuenta de todos
los empleos de una forma homogénea. Los matices que se desprenden del
condicional en su uso dislocado –ya sea el vector de anterioridad o el de
posterioridad- encajan perfectamente en esta explicación del sistema verbal
español. Es posible apreciar tanto un efecto de irrealidad como de probabilidad en
el empleo del condicional, como ejemplifico en (12) y (13), respectivamente.
Capítulo 2. El pretérito imperfecto
85
(12) Si pudiera, me iría contigo.
(13) Sería Juan el que llamó.
Para poder entender esta doble interpretación del condicional, debemos en
primer lugar tener presente cuál es la semántica temporal de este tiempo verbal:
(O-V)+V, es decir, se trata de una forma bivectorial que incluye tanto la
anterioridad como la posterioridad como relaciones temporales. Pues bien, en
(12) y en (13), uno de las dos relaciones se ha dislocado para expresar
simultaneidad, de manera que se obtiene un efecto de irrealidad o de probabilidad
en función del vector dislocado.
Si sustituimos el vector de anterioridad por el de simultaneidad obtenemos
una semántica temporal similar a (OoV)+V, esto es, un futuro. En este caso, el
evento descrito por el condicional tiene una temporalidad futura y, a su vez, un
matiz de irrealidad dada la dislocación de (–V) a (oV). Este es el caso del
enunciado (12), donde se describe una situación futura e irreal.
Si, por el contrario, es el vector de posterioridad el que se disloca,
estaremos ante una forma verbal como (O-V)oV o, lo que es lo mismo, ante un
imperfecto. Al ser afectado el rasgo de posterioridad, como ya sabemos, se produce
un efecto de probabilidad, como observamos en (13). El evento descrito refiere a
un hecho pasado con respecto al cual el hablante no tiene pruebas suficientes para
afirmar quién ha llamado en un punto del pasado.
Como vemos, la explicación de los dos valores del condicional está
perfectamente integrada en la teoría de los tiempos verbales de Rojo y Veiga. Por
otro lado, el imperfecto narrativo, que parece un empleo controvertido, encaja, a
priori, en esta descripción. Digo a priori puesto que no se entiende cómo un tiempo
que expresa simultaneidad puede contribuir a la progresión temporal en el
discurso, como es el caso de este empleo.
Capítulo 2. El pretérito imperfecto
86
Sin embargo, son varias las cuestiones que suscitan la sospecha de que la
noción de dislocación debe ser revisada. Rojo (1974) alude a la presencia de
empleos que modifican las relaciones temporales básicas asignadas a ciertas
formas verbales, pero no parece haber razón alguna que justifique la existencia de
tales empleos: es decir, ¿por qué debería haber usos dislocados? Y más
concretamente, ¿por qué existen empleos dislocados con una forma como el
copretérito y no con el pretérito si ambas comparten el rasgo temporal de
anterioridad, susceptible de alterarse para indicar simultaneidad, tal y como
advierte Veiga (2012: 859-860)? Dada una teoría como esta, lo esperable es que
haya sistematicidad y, como señala Veiga, esto no es así ya que el indefinido no es
susceptible de usos dislocados.
Como vemos, la explicación de los usos ‘especiales’ del imperfecto como
resultado de una dislocación temporal encaja en una teoría como la de Rojo y Veiga,
pero parece que no permite predecir en qué casos hay usos dislocados, ya que,
como acabo de señalar, un tiempo como el pretérito (O-V) carece de tales usos a
pesar de manifestar un rasgo de anterioridad. Por otro lado, ¿bajo qué condiciones
el pospretérito o condicional disloca el vector de posterioridad o el de anterioridad
si es susceptible de dislocar en las dos direcciones? Estas cuestiones deberían ser
consideradas en la explicación que ofrecen Rojo y Veiga, para poder disponer de
una teoría sólida del imperfecto o copretérito, como ellos mismos denominan a
esta forma verbal.
Capítulo 2. El pretérito imperfecto
87
2.3. Conclusiones
A propósito de la teoría del imperfecto en términos temporales, surgen
otros interrogantes más generales; en especial, la pregunta ¿cómo es posible dar
cuenta de la interacción entre el modo de acción y las formas verbales imperfecto e
indefinido sin postular la presencia de un rasgo aspectual? Ya hemos visto en el
capítulo 1 que ambos tiempos difieren en su selección del tipo de predicado con el
que se combinan de forma natural: mientras que el imperfecto suele aparecer con
estados y actividades –esto es, con predicados atélicos-, el indefinido lo hace con
realizaciones y logros –predicados télicos-. Esto, recordemos, no supone que no
puedan aparecer eventos télicos en imperfecto y eventos atélicos en indefinido.
Para poder explicar el comportamiento de la interacción del modo de acción y la
oposición imperfecto-indefinido, así como su comportamiento con expresiones
temporales como en x o durante x, es necesario suponer que en el significado de las
formas verbales hay además información no temporal.
En el siguiente apartado analizaré el imperfecto desde la perspectiva
aspectual, a pesar de que para Veiga la distinción aspectual entre el imperfecto y el
indefinido no está legitimada, dado que considera que al no haber coincidencia
temporal entre ambas formas verbales no hay razón alguna para establecer nuevos
rasgos distintivos. Sin embargo, conviene aclarar que la teoría temporal que
acabamos de ver y la aspectual, que veremos en lo que sigue, no difieren mucho en
sus planteamientos, dado que ambas reconocen que el imperfecto es un tiempo del
pasado que se puede prolongar hacia el presente. La particularidad de cada
propuesta reside en la importancia que se asigne al tiempo o al aspecto. Para Rojo y
Veiga, la no visualización del límite final del evento descrito en imperfecto se deriva
de la simultaneidad, ya que no se puede ver lo que aún no ha sucedido. Por el
contrario, para quienes defienden la imperfectividad del imperfecto esta es la
responsable de la necesidad de un marco temporal al que anclar la referencia del
evento. Por tanto, no se trata realmente de dos propuestas enfrentadas, sino de dos
concepciones diferentes de la misma realidad.
Capítulo 2. El pretérito imperfecto
88
3. EL IMPERFECTO COMO FORMA IMPERFECTIVA
3.1. El imperfecto imperfectivo
Desde una perspectiva aspectual del imperfecto, en la que se sitúan Alarcos
Llorach (1994), Fernández Ramírez (1986), García Fernández (2004, 2008) o la Real
Academia de la Lengua española (2009), no se niega, como ya he señalado, el rasgo
temporal de pasado del imperfecto, sino que este queda expresado en la presencia
de un marco de referencia temporal requerido por dicha forma verbal. Se
considera que el aspecto imperfectivo, retomando la metáfora de la lente, focaliza
el evento desde dentro, sin visualizar los límites, por lo que carece de autonomía
referencial. Para poder ser ordenado temporalmente el evento descrito por el
imperfecto, es necesario un marco temporal –real o ficticio-, de donde se deriva el
carácter anafórico de dicho forma verbal (Leonetti 2004).
Retomo las palabras de Leonetti (2004) con las que explica esta propiedad
anafórica del imperfecto.
Si se tiene en cuenta que el IMP, como pasado imperfectivo, codifica la instrucción de situar
en el pasado una situación no delimitada, y que una situación sin límites temporales
requiere un marco en el que integrarse para poder ser situada y ordenada temporalmente
con respecto a otros eventos, entonces el carácter anafórico es un efecto producido por una
propiedad más básica, semánticamente, que es la imperfectividad. En otras palabras, el
hecho de enfocar el interior de una situación difuminando los “bordes” hace que, para
completar la proposición expresada por el enunciado, sea necesario anclar esa imagen
parcial a una situación determinada, cuya localización depende de procesos inferenciales y
no está guiada por ninguna instrucción más específica. De esta manera es posible capturar
un efecto semejante a los de la definitud sin postular ninguna clase de definitud en la
semántica verbal (Leonetti, 2004: 489).
Leonetti especifica que el marco temporal ha de estar situado en el pasado,
de manera que el rasgo temporal se satisface. Sin embargo, no especifica por qué
razón este ha de estar en el pasado, ya que la semántica del imperfecto –
imperfectividad- no parece incluir información acerca del modo en que el marco
Capítulo 2. El pretérito imperfecto
89
debe ser recuperado. Es necesario señalar a propósito de esto que la idea
presentada por Leonetti no es más que un esbozo de una propuesta inicial que
debe ser retomada y ampliada. Amenós (2010), por su parte, opta por incluir en la
semántica verbal el marco de referencia, de manera que el imperfecto se define por
codificar la siguiente instrucción: “el oyente tiene que representarse mentalmente
un evento de cualquier tipo como no acotado y encontrar un marco de referencia
anterior a S [H] para la localización temporal del mismo” (2010: 223).
La principal ventaja que se desprende de la semántica propuesta por
Amenós es la inclusión de los dos rasgos definitorios del imperfecto: temporalidad,
expresado por el marco temporal, y aspectualidad. Para este lingüista, como para
Escandell-Vidal y Leonetti (2002, 2011 en colaboración con Ahern), los tiempos
verbales codifican una semántica procedimental que ofrece pistas para el
procesamiento de la información y, por tanto, para la interpretación de los
enunciados. La distinción semántica entre el contenido conceptual y el
procedimental, a la luz de la Teoría de la Relevancia, ha sido presentada en el
capítulo 1, por lo que no voy a retomarla aquí de nuevo, pero sí voy a incidir en que
para estos lingüistas la semántica procedimental es única, rígida e invariable. Es
decir, ha de mantenerse invariable en todos los usos, en este caso, del imperfecto.
Los trabajos de Amenós, Escandell y Leonetti están próximos, en cierta
medida, a las propuestas de Saussure (2003). En lo que sigue me voy a detener en
la teoría sobre el imperfecto que plantea Saussure dado que supone la base sobre
la que se asienta mi trabajo. Si bien es cierto que algunas cuestiones de esta teoría
ya han sido presentadas, considero de gran importancia retomarlas aquí de forma
unitaria.
Saussure mantiene en su explicación de los tiempos verbales los tres
primitivos temporales propuestos por Reichenbach: R, E, S/H, cuyas relaciones son
R_S/H, es decir, anterioridad del evento con respecto al momento de la
enunciación, y RcE, o inclusión del marco de referencia requerido por el imperfecto
en el evento, de manera que se focaliza una parte interna de la eventualidad. Para
Capítulo 2. El pretérito imperfecto
90
ejemplificar la inclusión del marco en el evento, Saussure (2003: 239) ofrece un
enunciado, reproducido aquí como (14).
(14) L’année dernière, Paul habitait à Paris (*mais seulement en
mai).
El año pasado, Paul vivía en París (*pero solamente en mayo).
(Traducción propia)
La inadecuación de la especificación de un único mes está determinada por
la relación de inclusión del marco en el evento. Si R corresponde a el año pasado,
debemos suponer que todo el periodo está incluido en la eventualidad vivir en
París, ya que de lo contrario el propio marco de referencia estaría imponiendo
límites al evento y cuestionando, por tanto, la aspectualidad imperfectiva del
imperfecto. Así las cosas, ante un enunciado que presenta un imperfecto, el
destinatario debe recuperar un marco temporal situado en el pasado (R-S/H) e
incluido en el evento (RcE), de manera que se mantiene tanto la temporalidad
como la aspectualidad, y el imperfecto es un pasado imperfectivo.
Hasta aquí parece que esta descripción del imperfecto no arroja grandes
diferencias con respecto a la propuesta de Rojo y Veiga. Mientras que para estos
dos lingüistas la no visualización de los límites del evento se deriva de la
simultaneidad, dado que al focalizar la situación desde dentro no se puede ver lo
que queda fuera, Saussure incluye ambas condiciones –anterioridad e
imperfectividad- en la semántica de la forma verbal.
Ahora bien, sabemos que existen unos usos del imperfecto que parecen
contradecir el rasgo de anterioridad, es decir, para los que no hay a simple vista un
marco situado en el pasado accesible, como los que ejemplifico en (15) y en (16).
(15) [Al abrir la puerta] – ¡Si eras tú!
Capítulo 2. El pretérito imperfecto
91
(16) Quería hablar con el director del centro, por favor.
En estos casos no parece posible recuperar un elemento temporal
susceptible de funcionar de marco de referencia, por lo que el destinatario deberá
poner en marcha una serie de mecanismos que le permitan interpretar
adecuadamente dichos enunciados. Saussure denomina a estos usos del imperfecto
interpretativos, frente a los casos en los que el marco está disponible
contextualmente que los denomina descriptivos. Esta distinción entre uso
descriptivo y uso interpretativo no está tomada de la Teoría de la Relevancia
(Sperber y Wilson 1986).
Veamos en el siguiente apartado la explicación que ofrece Saussure para los
usos ‘especiales’ o interpretativos del imperfecto.
Capítulo 2. El pretérito imperfecto
92
3.2. Usos interpretativos del imperfecto
Para entender de forma adecuada de qué manera los usos ‘especiales’ del
imperfecto encajan en la teoría propuesta por Saussure, debemos, en primer lugar,
redefinir la semántica que ofrece este lingüista para dicha forma verbal. Como he
dicho anteriormente, Saussure incluye en la semántica –de tipo procedimental,
recordemos- del imperfecto dos condiciones que corresponden a los rasgos de
temporalidad y de aspectualidad: anterioridad del evento con respecto al momento
del habla (E_H) e inclusión de un marco de referencia en el evento. Dado que,
como hemos visto a propósito de (15) y (16), es posible encontrar enunciados en
los que no parece haber un marco temporal accesible, dicho elemento se
representa en la semántica con la variable P –punto de aprehensión del proceso-.
Pues bien, la variable P ha de estar incluida en el evento (PcE). Esta inclusión de P
en E se explica por la imperfectividad, ya que, si P coincide con E (P=E) o P incluye
E (EcP), el evento se concebiría como delimitado o finalizado, y no habría
diferencias entre el imperfecto y el pretérito indefinido. De este modo, la variable P
constituye la semántica fundamental del imperfecto (Saussure, 2003: 240).
En el proceso interpretativo que lleva a cabo el destinatario ante un
enunciado cualquiera, debe saturar la variable P, bien como R –esto es, como un
elemento temporal accesible contextualmente-, en cuyo caso estaremos ante un
uso descriptivo del imperfecto, bien como C, entendiendo este como un sujeto de
consciencia, en caso de que no sea posible recuperar un elemento temporal que
satisfaga las dos condiciones –anterioridad e inclusión-. En este último caso, el
destinatario debe inferir la presencia de un sujeto situado en el pasado que asiste a
los hechos, de manera que funciona como marco de referencia. Si el destinatario
debe recuperar la presencia de un sujeto de percepción, estaremos ante un uso
interpretativo o metarrepresentacional del imperfecto con el que se reproduce un
pensamiento o un discurso atribuido a dicho sujeto.
En palabras de Saussure (2003),
Capítulo 2. El pretérito imperfecto
93
[…] l’imparfait amène le destinataire, lorsqu’il ne peut pas réaliser l’inclusion du point de
référence dans l’événement (ceci pour des raisons contextuelles) à construire un sujet de
conscience qui « «observe la scène » de l’intérieur. Ce sont donc des usages interprétatifs
de l’imparfait, puisqu’ils rapportent une pensée au sujet d’un état de fait (Saussure, 2003 :
240).
[…] el imperfecto obliga al destinatario, cuando no puede realizar la inclusión del punto de
referencia en el evento (por razones contextuales), a construir un sujeto de consciencia que
“observa la escena” desde el interior. Estos son usos interpretativos del imperfecto, ya que
reproducen un pensamiento sobre un estado de cosas (traducción propia).
Si volvemos ahora los enunciados (17) y (18), repetidos aquí por
comodidad, podremos aplicar la propuesta de Saussure.
(17) [Al abrir la puerta] – ¡Si eras tú!
(18) Quería hablar con el director del centro, por favor.
En ambos enunciados aparece un imperfecto, por lo que el destinatario
debe recuperar un marco temporal en el pasado y que esté incluido en el evento.
Como vemos, en ninguno de ellos hay un elemento temporal con referencia pasada,
puesto que se describen dos hechos que tienen lugar en el momento de la
enunciación. Por tanto, es imposible recuperar un elemento susceptible de
funcionar como marco de referencia, es decir, el destinatario no puede saturar la
variable P como R. Ante la imposibilidad de identificar P como R, el destinatario
debe inferir la presencia de un sujeto de consciencia en el pasado y con respecto al
cual la situación descrita en el enunciado es imperfectiva.
Pues bien, en (17), se recupera como sujeto al propio hablante en un punto
anterior al momento del habla, en concreto al momento en que ha sonado el
timbre. De este modo, (17) reproduce la representación mental que se ha creado
dicho sujeto ante la llamada y que constata al abrir la puerta en el presente. Este
enunciado supone, por tanto, una representación de otra representación mental, o
Capítulo 2. El pretérito imperfecto
94
dicho con otras palabras, una metarrepresentación. Este uso del imperfecto se
conoce como hipocorístico.
En (18) la explicación no difiere de la anterior, ya que, al igual que en (17),
el evento descrito hace referencia al presente y no a un hecho del pasado, por lo
que no encontramos ningún elemento temporal con el que saturar la variable P. El
destinatario debe inferir la presencia de un sujeto de consciencia que desempeñe
el papel de marco de referencia, situado en el pasado e incluido en el evento. Una
vez más, se trata del hablante en un momento anterior al habla, más
específicamente al punto en que el hablante ha considerado oportuno hablar con el
director del centro. Así, (18) reproduce la representación mental del sujeto en el
pasado, similar a “he de hablar con el director del centro”. Este enunciado
reproduce así un pensamiento atribuido a un sujeto en el pasado, lo que tiene
consecuencias para la gestión de la distancia interpersonal en el discurso y por
tanto para la expresión de la cortesía. Afirman Saussure y Sthioul (2005: 113) a
propósito de este uso de cortesía del imperfecto que el efecto de atenuación
proviene de la reproducción de un pensamiento, en lugar de un hecho sucedido.
En estos dos usos, como cabe esperar, no se agotan las posibilidades de
empleos del imperfecto, sino que también encontramos el prelúdico, el citativo, el
prospectivo, entre otros. Todos ellos presentan la particularidad de no satisfacer la
condición derivada de la semántica de la forma verbal de anterioridad de R. Un
ejemplo claro es el enunciado (19), donde aparece el uso citativo del imperfecto.
(19) Mañana era la reunión para organizar la fiesta, ¿verdad?
En (19) se produce un desajuste entre el rasgo temporal del imperfecto y la
presencia del adverbio mañana, por lo que este no puede actuar como punto de
referencia, al no estar situado en el pasado. Para poder resolver el conflicto, el
destinatario de este enunciado identifica la variable P como un punto de
perspectiva de un sujeto en el pasado: la persona que comunica, en un punto
anterior al momento del habla, la fecha en la que tendrá lugar la reunión para
Capítulo 2. El pretérito imperfecto
95
organizar la fiesta. Se trata, pues, de un uso interpretativo del imperfecto: el
citativo. El sujeto de consciencia es la fuente de información de la que se extrae el
contenido comunicado. Si pensamos en la estructura de este enunciado, sería
similar a
[Alguien (C) dijo que [mañana es la reunión para organizar la fiesta (E)]]
En (19), al igual que en el caso que acabo de presentar, el destinatario no
puede acceder a ningún marco temporal en el pasado que funcione como punto de
referencia; por ello, ha de recuperar la presencia de un sujeto de consciencia
situado en el pasado a quien atribuye la información comunicada. En el caso de
(19), el sujeto es el propio hablante en el pasado, en concreto, en el momento en
que decidió que quería hablar con su interlocutor.
El lector puede preguntarse en este punto qué ventaja supone esta
explicación de los usos interpretativos sobre la teoría de la dislocación de Rojo,
puesto que esta última también permite dar cuenta de estos empleos del
imperfecto. Pues bien, la principal ventaja es que no se recurre a un mecanismo
creado ad hoc: el mecanismo invocado –recurrir a una metarrepresentación como
solución de una incompatibilidad- se emplea asimismo para explicar usos
“especiales” de otras formas verbales como el presente, el pretérito perfecto, el
indefinido o el futuro. Pensemos en un ejemplo como (20).
(20)La semana que viene he pintado la casa.
En este enunciado, la temporalidad pasada de la forma verbal contradice
aparentemente la referencia futura de la expresión la semana que viene, y sin
embargo el resultado es aceptable. Para poder resolver el conflicto, al igual que
sucede en el caso del imperfecto, el destinatario debe recuperar un sujeto de
consciencia al que atribuir el pensamiento comunicado: la intención de haber
pintado la casa en el transcurso de la semana. Para entender cómo funciona (20) es
necesario pensar que el enunciado reproduce la imagen mental que tiene el
Capítulo 2. El pretérito imperfecto
96
hablante con respecto a un momento del futuro, en el que ya habrá terminado de
pintar la casa. Es decir, el destinatario infiere la presencia de un sujeto de
consciencia que actúe como punto de referencia, que corresponde al propio
hablante en el pasado. Este crea una representación mental o una idea
concerniente al tiempo estimado que tardará en pintar la casa y en el momento de
la enunciación reproduce dicha representación mental. Como vemos, el mecanismo
interpretativo para (20) similar a los enunciados anteriores en los que la forma
verbal era el imperfecto.
De los párrafos anteriores se deduce la que quizá sea la principal ventaja de
la propuesta de Saussure: el hecho de que cualquier tiempo verbal sea susceptible
de presentar usos interpretativos. De esta manera es posible predecir en qué casos
estaremos ante dichos usos, a saber, cuando no haya ningún elemento temporal
accesible en el contexto apto para funcionar como R para localizar la eventualidad.
Si bien esta teoría propuesta por Saussure y sus colaboradores presenta
importantes ventajas, en España es poco conocida. En nuestro país, una hipótesis
que ha cobrado fuerza en los últimos años es la de la Lingüística Cognitiva.
Capítulo 2. El pretérito imperfecto
97
4. EL IMPERFECTO EN LA LINGÜÍSTICA COGNITIVA
La distinción entre imperfecto e indefinido en español ha sido abordada
desde la Lingüística Cognitiva en los trabajos de Doiz-Bienzobas (2000, 2002) y de
Castañeda (2004, 2006). En lo que sigue revisaré la explicación que ofrece cada
lingüista del imperfecto.
Para poder entender de qué manera concibe Castañeda dicha forma verbal,
debo aludir al concepto de modelo epistémico elaborado de Langacker (1991),
consistente en dar cuenta de los diferentes ámbitos epistémicos “que configuran la
representación de la realidad y su devenir a través del tiempo, tal y como la
construye el sujeto conceptualizador” (Castañeda, 2004: 55), como recoge el
propio Castañeda en la figura 13.
Figura 13. Ámbitos epistémicos de la representación de la realidad.
En esta figura aparece un conceptualizador (C) u observador, que puede ser
Capítulo 2. El pretérito imperfecto
98
real o no, además de la representación del presente, del futuro y del pasado,
atendiendo al punto de vista. Tal y como explica Castañeda (2004: 57), el futuro se
equipara a la realidad desconocida así como los hechos probables o supuestos que
se proyectan hacia el futuro, representados por el cilindro exterior. La disminución
de los discos implica la lejanía de los eventos con respecto al presente.
En lo que respecta al presente y al pasado, se dividen dos zonas: un presente
conocido y un presente supuesto, por un lado, y un pasado conocido y un pasado
desconocido, por otro. La distinción entre supuesto y desconocido está en el acceso
a los hechos, si son accesibles de forma directa por el conceptualizador o si, por el
contrario, tiene lugar algún proceso inferencial o se llega a ellos a través de alguna
fuente de información indirecta. De esta manera, cuando interpretamos un tiempo
del pasado –o del presente-, hemos de tener en cuenta que no siempre hablamos
de hechos de los que tenemos conocimiento directo, sino que en muchas ocasiones
recurrimos a suposiciones.
En lo que sigue me voy a centrar en los tiempos del pasado y, en concreto, al
imperfecto, ya que es la forma verbal que aquí me interesa. Si bien es cierto que
Castañeda propone una explicación del imperfecto en términos de ámbitos
epistémicos, no renuncia a una distinción de índole aspectual del indefinido y del
imperfecto. De hecho, aúna ambas concepciones de los tiempos verbales. Tal y
como señala,
la idea clave es considerar que el indefinido e imperfecto [sic.] constituyen dos
percepciones alternativas de un mismo proceso. En ambos casos proponemos un modelo
cognitivo sobre la forma en que los distintos tipos de procesos se generan, se desarrollan y
concluyen. Pues bien, cada morfema temporal proyecta una imagen distinta de esa
concepción compleja que poseemos de los procesos: mientras que el indefinido representa
una visión distante o panorámica que abarca el principio, el desarrollo y el término del
proceso, el imperfecto representa una visión fragmentaria o menos abarcadora que no
incluye la representación del término o la conclusión del proceso (Castañeda, 2004: 65).
El imperfecto es una forma verbal que expresa simultaneidad al momento
de la enunciación, de donde se deriva su carácter aspectual imperfectivo, frente al
Capítulo 2. El pretérito imperfecto
99
indefinido que es una forma aspectualmente perfectiva. La relación de
simultaneidad del imperfecto aproxima esta forma al presente. Así,
si con el Presente nos referimos a hechos que ocurren en el momento en que hablamos, con
el Imperfecto nos referimos a hechos que ocurren (ocurrían) en el momento de la historia
en que nos encontramos cuando la estamos contando. Ahora bien, es el tiempo subjetivo
correspondiente al recorrido mental de la historia que reconstruimos secuencialmente el
que nos permite entender los hechos expresados en Imperfecto como realidades
localizadas en el ‘presente de la historia’. Es decir, se perciben como simultáneos al
momento de su enunciación, pues ocurren, en el tiempo de procesamiento, en el momento
en el que los expresamos: los vemos mentalmente en el momento en que los contamos
(Castañeda, 2006: 113).
Este verlos mentalmente recuerda el recurso a un sujeto de consciencia
testigo de la escena que presenta los hechos ante los ojos del destinatario. Parece,
por tanto, que las propuestas que se han comentado presentan puntos
convergentes a propósito del imperfecto: la no terminación del evento y la
sensación de que con dicha forma verbal se visualizan los hechos como si quedaran
relativizados al punto de vista de un observador en el pasado. Cambian las
perspectivas desde las que se explica la oposición imperfecto-indefinido y, por
tanto, las herramientas.
Castañeda (2006: 125) explica los usos modales o ‘especiales’ del
imperfecto de una forma similar a la que he presentado a propósito de los empleos
interpretativos. Ejemplifico dos de ellos: el de cortesía y el citativo, en (21) y (22)4,
respectivamente.
(21) A: ¿Qué deseaba?
B: Yo sólo quería un kilo de naranjas.
(22) Mañana venía tu padre, ¿no?
4 Castañeda (2006: 125).
Capítulo 2. El pretérito imperfecto
100
El imperfecto de cortesía, en (21), pierde el carácter impositivo al tratarse
de un deseo pasado que puede tener vigencia en el presente, dado su carácter no
terminativo. Próximo a este empleo se encuentra (23).
(23) Perdona, pero ¿cómo te llamabas?
Para explicar este uso atenuador, señala Castañeda que
el carácter no cerrado o no terminativo del Imperfecto permite aludir al nombre de esa
persona en el pasado sin cerrar la posibilidad de su vigencia en el presente (cosa que
impediría el Indefinido), y con ello podemos ser más corteses cuando tenemos que
preguntar el nombre de alguien que se supone deberíamos recordar de una presentación o
identificación anterior. El imperfecto permite, por consiguiente, aludir a una situación
discursiva previa para amortiguar el efecto de una posible señal de desconsideración o
desinterés al tener que preguntar el nombre dos veces (Castañeda, 2006: 124).
Para explicar el imperfecto citativo, ilustrado en (22), señala Castañeda que
“la situación futura se representa desde el punto de vista que se tenía de ella desde
el pasado y que, a falta de confirmación actual, es la única de la que se dispone”;
por tanto, no se trata de un uso del imperfecto con referencia futura, sino que alude
a un hecho en el pasado: en concreto, un discurso previo similar a ‘me dijiste que
mañana venía tu padre’.
Como vemos, la explicación de Casteñada, desde la Lingüística Cognitiva, no
dista mucho de la teoría propuesta por Saussure y asumida aquí. La diferencia está
en la base semántica que se asigna a la forma verbal: mientras que el lingüista
suizo opta por presentar un significado tanto temporal (P_H) como aspectual
(PcE), el lingüista español incluye en su descripción un ámbito extra: el epistémico.
Sin embargo, las explicaciones resultan similares, puesto que Saussure incluye en
la semántica del imperfecto una variable P que indica la perspectiva desde la que se
focalizan los hechos: desde un marco temporal (usos descriptivos) o desde el
punto de vista de un sujeto de consciencia (usos interpretativos) que bien podría
corresponder al conceptualizador de la propuesta de Langacker.
Capítulo 2. El pretérito imperfecto
101
En la línea de la Lingüística Cognitiva también se inscribe Doiz-Bienzobas
(2000, 2002). Esta autora explica la distinción entre las dos formas verbales
simples del pasado en el marco de la gramática cognitiva y, en concreto, de la teoría
de los espacios mentales de Fauconnier (1994). Doiz-Bienzobas y Mejías-Bikandi
(2000: 282-283), a la luz de Fauconnier (1994), consideran que los espacios
mentales “son estructuras cognoscitivas que no forman parte del lenguaje o de una
gramática sino que consisten en dominios de estructura referencial que contienen
descripciones parciales especificadas en el discurso” (Fauconnier, 1994: xi-xxxvi,
Doiz-Bienzobas y Mejías-Bikandi, 2000: 282-283). Es decir, conforme avanza el
discurso se van creando nuevos espacios a partir de información contextual. Entre
estos dominios, hay que destacar principalmente un espacio matriz, que
corresponde a la realidad del hablante (R) y uno o varios espacios subordinados
que se forman pragmáticamente o lingüísticamente (P), como por ejemplo en la
película, como señalan Doiz-Bienzobas y Mejías-Bikandi (2000: 283).
En lo que respecta a los tiempos verbales simples del pasado en español,
Doiz-Bienzobas estima que la diferencia entre el empleo de una forma y otra –
imperfecto e indefinido- se encuentra en el punto de vista, es decir, si la situación
está vista desde el momento del habla o si, por el contrario, es vista desde un punto
del pasado –ya sea anterior, simultáneo o posterior al evento-. De esta forma, con el
indefinido se observa la situación desde el momento de la enunciación, como se
muestra en la figura 14.
Figura 14. El indefinido. Doiz-Bienzobas (2000: 121).
Capítulo 2. El pretérito imperfecto
102
El hablante se sitúa en el momento presente (VP/spk) y desde ahí visualiza
y evalúa la situación (sit) pasada. Con el imperfecto, la perspectiva desplaza a un
punto anterior al momento del habla, como se aprecia en la figura 15.
Figura 15. El imperfecto. Doiz-Bienzobas (2000: 121).
En esta figura se puede apreciar un desplazamiento del punto de vista, bien
al momento en que tiene lugar la situación en el pasado, bien a un punto anterior.
Así las cosas, la distinción imperfecto-indefinido se basa en el punto de vista
desde el que se evalúan los hechos pasado: desde el punto del habla o desde un
momento del pasado. Ejemplifico este contraste con (24) y (25)5.
(24) [El sermón] me pareció eterno.
(25) [El sermón] me parecía eterno.
5 Ejemplos tomados de Doiz-Bienzobas (1995)
Capítulo 2. El pretérito imperfecto
103
Tal y como señala Doiz-Bienzobas (1995), en (24), el hablante describe la
impresión que le causó el sermón evaluándolo en el presente; se presenta la
situación como pasada y terminada. Por el contrario, en (25), el hablante describe
los hechos desde el presente del evento en cuestión, es decir, el hablante
transporta, gracias al imperfecto, al oyente al momento en que se produjo el
sermón y la sensación que este le causó en ese preciso momento. En este
enunciado, se muestra la percepción del sermón atendiendo al momento en que
este tenía lugar; el imperfecto nos transporta al sermón en el pasado.
Un ejemplo de los que cita Doiz Bienzobas me parece especialmente
interesante para evaluar las consecuencias de su enfoque: el que aparece en (26).
(26) a. En la película Robert Redford tuvo problemas.
b. En la película Robert Redford tenía problemas.
Para explicar el contraste de (26), Doiz-Bienzobas y Mejías-Bikandi (2000)
proponen que con el imperfecto se crea un espacio secundario, mientras que con el
indefinido se hace referencia al espacio matriz. De este modo,
el imperfecto se utiliza para introducir información en el espacio ficticio de la película en la
que Robert Redford trabajaba, espacio subordinado a R. Esta frase se interpreta de la
siguiente manera: el personaje interpretado por Robert Redford tenía problemas. En este
caso, el uso del pretérito es marginalmente aceptable. Sin embargo, cuando el verbo está en
pretérito, aunque las relaciones temporales establecidas son similares, la interpretación de
la frase es un poco diferente. Con el pretérito, la frase […] se interpreta de la siguiente
manera: Robert Redford, el actor, persona real, tuvo problemas durante el rodaje de la
película (tal vez no se llevaba bien con el director, o algunos de los actores). Crucialmente
en este caso, la frase no elabora un espacio subordinado, sino el espacio matriz R, y el
sintagma en la película se interpreta como ‘durante el rodaje’ (Doiz-Bienzobas y Mejías-
Bikandi, 2000: 288).
Dicho con otras palabras, el enunciado (26a) nos informa de que Robert
Redford tuvo problemas durante el rodaje de la película –problemas que le afectan
Capítulo 2. El pretérito imperfecto
104
personalmente-; en cambio, el enunciado (26b) indica que quien tuvo problemas
no fue el propio actor, sino el personaje interpretado en la película por el actor. El
cambio de tiempo, por tanto, determina que la situación ‘Robert Redford tener
problemas’ se sitúe fuera o dentro del mundo narrado en la película: es un claro
efecto de perspectivización.
Esta inclusión o no en la película está condicionada al momento desde el
que se observa la situación tener problemas. Con el imperfecto, el hablante
transporta al interlocutor al espacio subordinado a la realidad, es decir, al interior
de la película, que está en un plano del pasado. Con el indefinido, el evento es
evaluado o descrito desde el presente, por lo que el destinatario no es trasladado al
interior de la película e interpreta, por tanto, que quien sufre los problemas es el
actor y no el personaje.
Como vemos, la propuesta de Doiz-Bienzobas incluye en su descripción del
imperfecto el punto de vista de un sujeto o de un conceptualizador situado en el
pasado o en un plano subordinado a la realidad del hablante. Se trata de una
explicación que atiende a la creación de espacios mentales conforme avanza el
discurso. Por tanto, el empleo de una forma simple del pasado u otra está
determinando la perspectiva adoptada por el hablante, que, como sabemos, no es
rígida, sino que va cambiando al servicio de la intencionalidad del emisor. Tal y
como señala la propia autora (2000: 130) “la localización del punto de vista
adecuado para la descripción de una situación está determinada por las
necesidades comunicativas y el contexto”.
Tanto la explicación de Castañeda como la de Doiz-Bienzobas son dos
propuestas interesantes que no se pueden obviar en un trabajo como este. Los
trabajos de Castañeda están adquiriendo gran relevancia en los últimos años en las
investigaciones hispánicas, sobre todo, en el ámbito de la enseñanza de lenguas
extranjeras, lo cual no ha de resultar sorprendente si tenemos en cuenta el
desarrollo de la Lingüística Cognitiva.
Capítulo 2. El pretérito imperfecto
105
5. CONCLUSIONES
A lo largo de estas páginas he presentado tres explicaciones alternativas de
la oposición imperfecto-indefinido: una temporal, una temporal-aspectual y una
cognitiva. Todas ellas suponen un avance en el estudio de una forma verbal como
es el imperfecto, puesto que pretenden dar cuenta de sus diversos usos,
recurriendo a mecanismos generales previstos en el marco teórico adoptado
(entre ellos, dislocación temporal, metarrepresentación o conceptualización del
punto de vista y del ámbito epistémico). La gran ventaja de la teoría temporal, en la
versión de Rojo, es su simplicidad, y el hecho de que da cuenta de usos “especiales”
de ciertas formas verbales de una forma explícita y que, incluso, permite entender
los dos efectos que se activan con el condicional: irrealidad y probabilidad, en
función del rasgo temporal que se disloque –de futuro o de anterioridad-. Sin
embargo, esta explicación de las formas verbales en términos temporales necesita
ser revisada en dos aspectos: la posibilidad de que otras formas presenten usos
dislocados, y el propio concepto de dislocación, puesto que no se explica qué tipo
de operación subyace a tal mecanismo, como ya he señalado con anterioridad.
Asimismo, no se entiende por qué las formas simples del pasado interaccionan con
el modo de acción si no se recurre al aspecto gramatical.
A la luz de estas precisiones, parece que la propuesta temporal-aspectual y
la explicación en el marco de la Lingüística Cognitiva resultan más satisfactorias.
De hecho es posible encontrar puntos en los que ambas hipótesis confluyen. Doiz-
Bienzobas propone especificar en la semántica verbal el punto de vista, lo cual no
resulta ajeno a la propuesta de Saussure, dado que el lingüista suizo introduce una
variable P –punto de vista- que ha de ser saturada. Si para Saussure la
identificación de dicha variable con un punto de referencia temporal o con un
sujeto de consciencia, desde cuya posición se focaliza el evento descrito, se obtiene
pragmáticamente, para Doiz-Bienzobas, como ya he señalado, el punto de vista
responde a necesidades comunicativas y contextuales. Parece, por tanto, que la
diferencia entre Saussure, Doiz-Bienzobas y Castañeda responde al marco en el
que se inscriben y, por tanto, a las herramientas y nociones empleadas para la
explicación de ciertos fenómenos.
Capítulo 2. El pretérito imperfecto
106
Si volvemos al ejemplo (26), repetido aquí, veremos que puede ser
explicado sin necesidad de recurrir a espacios mentales.
(26) a. En la película Robert Redford tuvo problemas.
b. En la película Robert Redford tenía problemas.
Desde la perspectiva que adopto en este trabajo (Saussure 2003), es posible
dar cuenta de este contraste. En (26a), el evento es simultáneo a un punto de
referencia (en la película) situado con anterioridad al momento del habla, es decir,
tener problemas se localiza en el pasado y, en concreto, en el punto expresado por
el circunstancial6. Así, el actor tuvo problemas durante el rodaje de la película. En
cuanto a (26b), la semántica del imperfecto requiere saturar la variable P bien
como R bien como C. En este caso, se podría considerar que el elemento temporal
válido para actuar como punto de referencia es en la película; sin embargo, para
que este marco pueda estar incluido en el evento, el sujeto tiene que estar dentro
de la película, es decir, ser un personaje límites. Por tanto, el destinatario debe
inferir la presencia de un sujeto de consciencia con respecto al cual el imperfecto
es imperfectivo puesto que está incluido en el evento. Este enunciado reproduce el
contenido desde la perspectiva de dicho sujeto, por lo que nos introduce en la
película: el personaje de Robert Redford quien tiene problemas en la película. Se
trata, por tanto, de un empleo interpretativo o subjetivo del imperfecto gracias a la
recuperación de un sujeto de consciencia como mecanismo de resolución para
mantener la semántica verbal.
Resulta evidente, por tanto, que con una semántica que incluya rasgos
temporales y aspectuales –sin que uno derive del otro- es posible dar cuenta de las
diferentes perspectivas que se activan, puesto que en la interpretación de los
enunciados entran en juego procesos pragmáticos que permiten completar y
enriquecer el significado. De este modo, se explica la contribución de los tiempos
6 La semántica del indefinido es <E, R-S>.
Capítulo 2. El pretérito imperfecto
107
verbales a la determinación del punto de vista atendiendo a principios
pragmáticos.
Esta idea cobra especial importancia en un trabajo como este por el valor
del imperfecto que me interesa estudiar: el narrativo, ejemplificado en (27).
(27) El 11 de julio de 1561, nacía Luis de Góngora.
Como se puede apreciar, en un contexto como el de (27), lo esperable sería
el indefinido puesto que el contexto fuerza una interpretación en la que el evento
ha tenido lugar en el pasado –de hecho, el predicado es télico-. Si es factible
reemplazar el imperfecto por el indefinido, como en (28), las preguntas que surgen
son ¿cuál es la aspectualidad del imperfecto de (28)? Y ¿cómo es posible explicar
este empleo?
(28) El 11 de julio de 1561, nació Luis de Góngora.
En lo que sigue me centraré en explicar este uso “peculiar” del imperfecto
puesto que en torno a él se generan grandes interrogantes, tales como su valor
aspectual, su interpretación, los elementos que activan este uso narrativo, su
origen, etc.
Capítulo 2. El pretérito imperfecto
108
Capítulo 3. El imperfecto narrativo
109
CAPÍTULO 3. EL IMPERFECTO NARRATIVO
Capítulo 3. El imperfecto narrativo
110
Capítulo 3. El imperfecto narrativo
111
1. INTRODUCCIÓN
Antes de analizar en detalle este uso del imperfecto, he de señalar que el
calificativo narrativo no es más que una etiqueta que se utiliza para referirse al
empleo del imperfecto en un contexto donde la forma verbal esperable sería el
indefinido. De hecho, Bres (2005a) propone hablar de imperfecto en la narración,
en lugar de imperfecto narrativo. A este uso también se le ha denominado de
ruptura o pictórico, sobre todo en francés, o histórico, en el caso del italiano. En
este trabajo emplearé la denominación narrativo para designar el imperfecto que
describe un evento único, susceptible de ser reemplazado por un indefinido, dado
que el evento parece interpretarse como concluido en el pasado, como se aprecia
en (1).
(1) Cinco minutos más tarde, llegaba a casa.
En este enunciado, se puede observar que la forma verbal esperable no es el
imperfecto, sino el indefinido llegó, puesto que el evento es interpretado como
culminado. La cuestión que surge entonces es la de por qué se emplea una forma
imperfectiva en un contexto apto para un tiempo perfectivo como es el indefinido.
Si bien es cierto que en francés –y en menor medida en italiano- se han
dedicado estudios específicos a este empleo, en español se ha descrito en las
gramáticas, pero no tengo constancia de la existencia de ningún estudio centrado
en el valor narrativo del imperfecto en español en el que se analicen los
interrogantes que suscita: valor, interpretación, elementos que activan este uso y
origen. Por ello, considero que un estudio monográfico en español a la luz de los
análisis realizados para el francés está perfectamente justificado en la lingüística
hispánica.
En la primera parte de este capítulo, que corresponde al apartado 2,
presentaré el imperfecto narrativo atendiendo a dos perspectivas fundamentales
que ya han sido abordadas en el capítulo 2: la temporal y la aspectual. Veremos de
Capítulo 3. El imperfecto narrativo
112
qué manera puede encajar un empleo del imperfecto que parece contradecir la
aspectualidad de dicha forma verbal en una teoría que aboga por el aspecto como
rasgo definitorio del imperfecto frente al indefinido. Y para terminar ese segundo
apartado, explicaré cuál es su interpretación a la luz de la propuesta de Saussure
(2003) en el marco de la Teoría de la Relevancia.
En la segunda parte –apartado 3-, analizaré, a partir del estudio realizado
por Bres (2005a) para el imperfecto narrativo en francés, cuáles son los elementos
que activan dicha lectura: a saber, el modo de acción, la presencia de un
circunstancial temporal y la progresión temporal. De este modo, podremos
comprobar ciertas semejanzas y diferencias entre el español y el francés en lo que
al valor narrativo del imperfecto se refiere.
Capítulo 3. El imperfecto narrativo
113
2. EL IMPERFECTO NARRATIVO: ¿QUÉ ES? Y ¿CUÁL ES SU
INTERPRETACIÓN?
El imperfecto narrativo no ha pasado desapercibido para los lingüistas
españoles (Fernández Ramírez 1986, García Fernández 2008 [1998], RAE 2009),
ya que dan cuenta de este empleo en las descripciones del imperfecto. Sin
embargo, se limitan a describir cómo funciona y lo catalogan como un uso especial
que indica puntualidad, como es el caso de Fernández Ramírez. Los autores
parecen coincidir en que este empleo del imperfecto es susceptible de ser
reemplazado por el indefinido, aunque se pierde el efecto que produce el
imperfecto en el contexto narrativo (Ramírez Fernández, RAE). Dicho efecto se ha
denominado efecto cámara, al presentarse los hechos en desarrollo como si
estuvieran sucediendo ante el interlocutor. De hecho, para Urrutia y Álvarez
(1988),
con el uso del imperfecto con significado de pretérito indefinido (tiempo narrativo por
excelencia) no se produce un cambio real de tiempo, sino más bien un cambio de enfoque.
En vez de comunicar objetivamente hechos pasados, el poeta anónimo prefiere participar
afectivamente de ellos, trasladándose mentalmente a la época en que estos ocurrían. En
todo caso, este tiempo, aparte de impregnar la narración de matices afectivos, impone un
ritmo más lento que el pretérito indefinido (Urrutia y Álvarez, 1988: 275).
En esta misma línea se sitúa Szertics (1974: 102) cuando afirma que el
imperfecto narrativo no representa un cambio aspectual, sino un “cambio de
enfoque en la presentación de los hechos pasados”. Es decir, los hechos pasados
son retomados como si estuvieran sucediendo en ese preciso momento; tendré
ocasión más delante de explicar cómo es posible dar cuenta de este efecto
producido por el empleo del imperfecto en un contexto narrativo.
Este empleo se caracteriza, según Fernández Ramírez (1986: 283), por
aparecer al principio o al final del capítulo en el que se inserte en una obra
literaria. El hecho de que pueda ir acompañado o no de un circunstancial temporal
dificulta “hallar una explicación satisfactoria de este empleo del imperfecto”
presente asimismo en otras lenguas románicas. Este complemento temporal
Capítulo 3. El imperfecto narrativo
114
“expresa en muchos casos la sucesión rápida en el tiempo de los hechos
enunciados con el imperfecto, la relación con las incidencias que los preceden”
(1986: 282), por lo que parece que su función es expresar la temporalidad en la
que suceden los hechos narrados. Señala este gramático que se no se trata de “un
empleo arbitrario del imperfecto puntual, majado a merced de los humores y de
los caprichos del escritor”, de lo cual se desprende que su empleo responde a otras
razones. Una de estas es la naturaleza analítica del imperfecto, de manera que
entre el narrador y el hecho que narra se interpone la percepción del personaje y el
contenido de esta percepción el lenguaje lo resuelve con un enunciado analítico. Esta
PRESENTACIÓN del proceso, en la operación perceptivo-analítica, supone un asistir a todos
los momentos del suceder, un retardo en la acción y por lo tanto una situación diferente a
la del relato del hecho concluso (el relato recae aquí exclusivamente sobre los verbos del
percibir: vio, sentí, creyeron, etc.) (1986: 282).
Para Fernández Ramírez, este imperfecto puntual, además de en los
contextos en los que aparece subordinado a verbos de percepción, Además de este
contexto en el que los imperfectos puntuales se subordinan a verbos de
percepción, aparece en contextos oníricos, en el sentido que aquí defiendo:
imperfectos que describen eventos que se interpretan como culminados en el
pasado. Esta división de los imperfectos puntuales en función del contexto en que
aparecen suscita un interrogante: ¿el imperfecto onírico y el imperfecto narrativo
guardan alguna relación? Esta cuestión será abordada más adelante, pero la
descripción que hace Fernández Ramírez invita a considerar que se establece
alguna relación entre ambos valores. En efecto, en un contexto onírico aparecen
con frecuencia imperfectos que describen un único evento y que parecen haber
llegado a su término.
La RAE (2009), por su parte, considera que el imperfecto narrativo aparece
con predicados télicos y en textos literarios y periodísticos. En la Gramática de la
Academia (2009: 1761) se advierte que “a favor de considerar el imperfecto
narrativo como tiempo perfectivo está el hecho de que pueda sustituirse por el
pretérito perfecto simple”. Si bien es cierto que la oración no cambia de significado
ante el cambio de forma verbal, sí se pierde un efecto estilístico cuando se
Capítulo 3. El imperfecto narrativo
115
reemplaza el imperfecto por el indefinido. Esto, como cabe esperar, demuestra que
el imperfecto en su empleo narrativo presenta alguna particularidad que lo
diferencia del indefinido; esta no es otra que su imperfectividad. Es decir, el efecto
que se activa con el empleo del imperfecto en un contexto narrativo se deriva de la
aspectualidad de dicha forma verbal.
Como vemos, el valor narrativo del imperfecto está presente en las
descripciones de este tiempo que aparecen en la bibliografía hispánica; sin
embargo, no hay ningún trabajo en español que se centre de forma detallada en
este empleo. Por ello, en lo que sigue tomo como punto de partida
fundamentalmente los trabajos presentados en la bibliografía francesa.
Capítulo 3. El imperfecto narrativo
116
2.1. ¿Qué se entiende por imperfecto narrativo?
Siguiendo a Bres (2005a), entiendo por imperfecto narrativo
le produit de l’interaction tendanciellement discordante entre (i) d’une part, un cotexte qui
demande, par la voix de différents éléments, que le procès soit représenté dans son
incidence au temps; et (ii) d’autre part, l’imparfait qui ne répond pas positivement à cette
demande dans la mesure où il représente le procès comme non incident au temps, à savoir
dans son cours. (Bres, 2005a: 9).
El producto de interacción tendencialmente discordante entre (i) de una parte, un contexto
que demanda, por diferentes elementos, que el proceso sea representado en su incidencia
en el tiempo; y (ii) de otra parte, el imperfecto que no responde positivamente a esta
demanda en la medida en que representa el proceso como no incidente en el tiempo, a
saber en su curso. (Traducción propia).
Por tanto, el efecto narrativo surge ante el empleo de una forma verbal
imperfectiva en un contexto que demanda perfectividad, como se muestra en (2).
(2) Cinco minutos más tarde, llegaba a la reunión con el jefe de la
empresa.
En este enunciado, la forma verbal describe un evento puntual que parece
haber culminado en el pasado. Esta interpretación se ve reforzada no solo por el
tipo de predicado –logro-, sino también por la presencia de un circunstancial del
tipo x tiempo después y la contribución a la progresión temporal. Resulta evidente
que se trata de un contexto más apropiado para el indefinido llegó que para el
imperfecto llegaba, cuya semántica aspectual no parece encajar con estas
propiedades. De hecho, el imperfecto se considera un tiempo no apto para la
narración (Caudal y Vetters 2003) o, más específicamente, para el primer plano de
la narración (Bello 1998 [1847], Weinrich 1973), lo cual no significa que no pueda
aparecer, puesto que estos autores advierten del empleo del imperfecto en el
primer plano de la narración. Tal vez sea Bello el primer gramático en dar cuenta
de este hecho. Ahora bien, cuando aparece un imperfecto en un contexto propio del
Capítulo 3. El imperfecto narrativo
117
indefinido, es esperable poder sustituir el imperfecto por la forma verbal esperada.
Si realizamos tal operación, podemos comprobar que no se produce ningún
conflicto (3).
(3) Cinco minutos más tarde, llegó a la reunión con el jefe de la
empresa.
Al comparar ambos enunciados, se aprecia un matiz o un efecto en (3) que
desaparece con el indefinido: con el imperfecto los hechos parecen suceder ante
nuestros ojos, es decir, se activa un efecto cámara (Le Goffic 1995).
Como mostraré a lo largo de las páginas que siguen, las explicaciones que se
han ofrecido acerca del valor narrativo del imperfecto dejan entrever, de forma
más o menos explícita, que se trata de un cambio de enfoque o de perspectiva del
hablante, lo cual dota a este empleo de cierta subjetividad. La focalización o cambio
de punto de vista está típicamente ligada al empleo de los tiempos verbales, tal y
como he mostrado en el capítulo 2.
Si el imperfecto, entonces, puede ser sustituido por el indefinido y el evento
que describe se interpreta como culminado en el pasado, cabe preguntarse si se
trata de un imperfecto imperfectivo o si es perfectivo, como han señalado algunos
autores (Bres 2005a y b, Gosselin 2005): es decir, ¿existe un único imperfecto o
existen dos? Este empleo supone un contraejemplo aparente para la hipótesis
aspectual, ya que la aspectualidad es puesta en tela de juicio y, de hecho, se ha
considerado como un caso de imperfecto perfectivo (Gosselin 2005, Molendijk
1990) o como una neutralización (García Fernández 2008 [1998]), mientras que
parece encajar en un enfoque puramente temporal, sin necesidad de modificar la
semántica básica de la forma verbal, como veremos en el siguiente apartado. No
obstante, comprobaremos que este valor no está exento de problemas si se atiende
únicamente a su rasgo temporal.
Capítulo 3. El imperfecto narrativo
118
2.1.1. El imperfecto narrativo desde la perspectiva temporal
Para Rojo (1974) y Rojo y Veiga (1999) el valor narrativo del imperfecto no
implica un empleo especial, sino un uso propio de la semántica de dicha forma
verbal: simultaneidad con respecto a un punto del pasado, ya sea un elemento
temporal o un verbo en pretérito, que puede estar presente u omitido. Cuando
dicho elemento está elidido es factible recuperar un antes genérico que funciona
como marco de referencia.
Para explicar el funcionamiento del imperfecto narrativo como un uso
básico, conviene analizarlo de forma paralela con la forma en indefinido, como los
enunciados de (4) y de (5)1, respectivamente.
(4) Salió de casa sin decir nada; tres días después llegaba a París.
(5) Salió de casa sin decir nada; tres días después llegó a París.
Sigo a Rojo (1974) en la explicación de estos datos y asigno a salió un valor
m y a tres días después, un valor m+3. Pues bien, tanto salió como llegó, en (4),
son eventos visualizados desde el momento del habla, esto es, desde el origen. El
enunciado comunica que el sujeto llegó a París tres después de su partida. En (4),
el evento salir es localizado igualmente a partir del origen –el momento del habla-,
pero, a diferencia de (5), la llegada es evaluada desde el punto m+3, con el que
establece una relación temporal de simultaneidad, y no desde el momento del
habla. Dicho con otras palabras, en (4) la llegada es contemplada desde el
momento en que esta se produce.
Como se aprecia, para Rojo y Veiga la distinción puede ser explicada en
términos de punto de vista, aunque ellos no hablan de punto de vista: dónde se
ubica el hablante para describir la llegada, en el momento del habla o en m+3, esto
es, en el punto en que se produce el evento. Esto no debe resultar extraño si
1 Ejemplos tomados de Rojo (1974).
Capítulo 3. El imperfecto narrativo
119
tenemos en cuenta que los tiempos verbales contribuyen a determinar el punto de
vista adoptado por el hablante, a pesar de que estos lingüistas no explican la
distinción en términos de perspectivismo, como ya he señalado. Próximo a esta
propuesta se sitúa Brucart (2001) cuando asume que en el imperfecto narrativo se
desplaza el marco de referencia al momento en que suceden los hechos y, de esta
forma, el efecto que se obtiene es similar a emitir el enunciado el mismo día en que
tiene lugar el evento en cuestión; en el enunciado (4) sería el momento de la
llegada.
El imperfecto narrativo, como vemos, parece estar perfectamente integrado
en una teoría temporal sin necesidad de recurrir al concepto de dislocación, al que
apelan Rojo y Veiga para explicar toda una gama de empleos de esta forma verbal –
imperfecto de cortesía, lúdico, etc. –. Esto es, se trata de un valor básico o recto del
imperfecto. Ahora bien, estos autores no explican de qué modo un tiempo cuya
semántica es la simultaneidad puede contribuir a la progresión temporal2.
Posiblemente en este caso, la relación temporal de progresión forma parte de la
interpretación discursiva –nivel al que no atienden estos lingüistas en su
explicación del sistema verbal-, es decir, que se trate de información inferencial a
partir del contexto. Rojo y Veiga se centran en el nivel puramente gramatical y
eluden los procesos pragmáticos que intervienen en la interpretación de
enunciados, lo cual ofrece una teoría parcial de los tiempos verbales, puesto que en
la interpretación han de tenerse en cuenta todos y cada uno de los procesos que la
configuran.
Ligada a esta línea temporal o anafórica, recordemos, se encuentra la
propuesta de Berthonneau y Kleiber (1999) en la que defienden un carácter
anafórico meronómico del imperfecto. Para estos autores (1999: 154), el
antecedente del imperfecto no es un momento, sino una situación localizada en el
pasado y la relación que se establece entre la forma verbal y su antecedente es del
tipo parte (imperfecto)-todo (antecedente). Por tanto, el evento descrito en
2Veiga (2008) considera que la no visualización de los límites del evento en copretérito no es más que una consecuencia de la relación de simultaneidad que expresa dicha forma verbal. Por tanto, y siguiendo este argumento, no se entiende cómo el copretérito puede hacer avanzar la narración.
Capítulo 3. El imperfecto narrativo
120
imperfecto debe ser interpretado como una parte de una situación más extensa
que desempeña el papel de antecedente. Veamos cómo se puede explicar el
imperfecto narrativo manteniendo la relación anafórica-meronómica, a partir del
enunciado (6)3.
(6) Paul tomba de la falaise. Quelques heures plus tard, un chirurgien
de l’Hôpital Pasteur l’opérait d’une triple fracture du tibia.
Paul se cayó del acantilado. Algunas horas más tarde, un cirujano del
Hospital Pasteur le operaba de una triple factura de tibia. (Traducción
propia)
En este enunciado, la situación que actúa como todo en la relación
meronómica es el accidente en su conjunto: desde la caída hasta la operación,
pasando por una serie de procesos que se han omitido (llamar a la ambulancia, ir
al hospital, ser diagnosticado por un médico, etc.). De esta manera, el imperfecto
operaba constituye la última parte de dicha situación general. Entre el primer
evento que abre el macroproceso o serie y el último, expresado por el imperfecto,
solo pasan algunas horas, por lo que el enunciado adquiere un matiz de rapidez.
Este efecto proviene, en palabras de Berthonneau y Kleiber, “de la combinaison
entre un intervalle où rien n’est dit de ce qui se passe et le fait que l’imparfait
présence un événement comme conclusif” (1999: 156) (“de la combinación entre
un intervalo donde no se dice nada de lo que pasa y el hecho de que el imperfecto
presencia un evento como conclusivo” (traducción propia)). Así, el imperfecto
“oblige à appréhender un événement qui succède à un ou plusieurs autres comme
une parte d’un tout, dont l’événement à l’imparfait se présente comme le dernier
élément, puisqu’il est mentionné en dernier” (1999: 157) (“obliga a aprehender un
evento que sucede en uno u otros como una parte de un todo, en el que el evento
en imperfecto se presenta como el último elemento, ya que es mencionado al final”
(traducción propia)).
3 Ejemplo tomado de Berthonneau y Kleiber (1999).
Capítulo 3. El imperfecto narrativo
121
Esta hipótesis da cuenta de la cohesión discursiva del imperfecto y da
cuenta de la demanda de temporalidad pasada. El imperfecto narrativo supone el
cierre de la serie, de manera que adquiere un matiz conclusivo. Para explicar tal
matiz, puesto que el imperfecto en sí mismo no marca ni consecuencia ni
conclusión, estos lingüistas recurren a elementos contextuales: la incorporación de
un adverbio temporal que señala la posterioridad del evento en imperfecto con
respecto a otros y su posición sintáctica, los procesos precedentes que constituyen
una secuencia discursiva y la presencia de un antecedente, con el que el evento en
imperfecto mantiene una relación temporal de simultaneidad.
A la luz de esta afirmación, se desprende la necesidad de que los elementos
referidos anteriormente confluyan para que un imperfecto sea interpretado de
forma narrativa, como en (7).
(7) Dos horas después de partir, el barco se hundía.
Para explicar este enunciado, hay que suponer que el imperfecto describe el
proceso final de un viaje en barco, de manera que es necesario activar el
conocimiento extralingüístico para interpretar el imperfecto narrativo. El barco ha
partido a una determinada hora y ha iniciado el viaje que finaliza con el
hundimiento. Como vemos, el evento presentado en imperfecto forma parte de un
todo –el viaje en barco- en el que constituye el evento final, lo cual parece estar en
consonancia con la hipótesis propuesta por Berthonneau y Kleiber.
Esta teoría incorpora en su explicación del imperfecto narrativo el papel del
conocimiento del mundo, lo que supone un obstáculo en aquellos casos en que no
sea compartido por los hablantes. Además, no se especifican los criterios y/o los
límites para determinar cuál es el evento en el que se incluye el imperfecto.
Fijémonos en el enunciado de (8).
(8) Cinco minutos más tarde, nacía el heredero de la corona española.
Capítulo 3. El imperfecto narrativo
122
La explicación para este ejemplo podría ser que se trata de un evento final
incluido en el proceso de la concepción, embarazo y parto. Ahora bien, se trata de
una serie o macroproceso creado ad hoc y recurriendo únicamente al
conocimiento del mundo; por tanto, es lícito preguntarse ¿dónde ponen estos
autores los límites para determinar lo que constituye el final de un proceso o no?
Por otro lado, si, como he señalado, para estos lingüistas la presencia de un
circunstancial, junto a otros elementos, es necesaria ¿cómo se explica un
enunciado donde no se incluye un circunstancial y la interpretación parece ser la
misma que en los ejemplos anteriores, como sucede en (9)?
(9) Moría Juan Romero en plena popularidad y lleno de facultades, en
México, y de tan desgraciado modo como hemos descrito, (CREA,
Historia del toreo, 1992).
Estas cuestiones quedan sin respuesta en una propuesta como la de
Berthonneau y Kleiber, por lo que resulta necesaria una revisión de la misma para
poder explicar el imperfecto narrativo de (9). Por otra parte, el imperfecto
narrativo no necesariamente aparece como cierre de un macroproceso, sino que
también puede encontrarse como apertura del mismo, al marcar el comienzo de
una nueva situación narrativa, como en el enunciado de (10).
(10) Aquella noche, el viejo moría. (Dieste, El regreso).
En resumen, el imperfecto narrativo parece estar bien integrado en una
teoría temporal de los tiempos verbales, sin necesidad de considerarlo un uso
“especial” o “problemático”. Junto a esta indudable e innegable ventaja, he de
señalar el peligro que entraña, en la explicación de Berthonneau y Kleiber, el
carecer de límites en la creación de un macroproceso que desempeña el rol de
antecedente del imperfecto y el restringir su uso a un efecto conclusivo. Asimismo,
es reseñable la falta de referencia, en ambas propuestas – Berthonneau y Kleiber y
Rojo y Veiga-, a los procesos pragmáticos que intervienen en toda situación
comunicativa y que permiten interpretar adecuadamente los enunciados. Si no se
Capítulo 3. El imperfecto narrativo
123
atiende a estos procesos, difícilmente se podrá dar cuenta de la contribución a la
progresión temporal de un tiempo que expresa simultaneidad, como hemos visto a
propósito de la explicación ofrecida por Rojo y Veiga. Y por último, la propuesta
temporal, como he señalado en el capítulo anterior, no tiene en cuenta la
interacción que se establece entre las formas verbales y el modo de acción, lo que
supone un inconveniente para esta hipótesis, puesto que a partir de la
temporalidad no se entiende por qué una forma se combina de manera más natural
con un tipo de predicado que con otro.
De lo anterior se desprende la idea de que el imperfecto narrativo no está
exento de problemas en una explicación temporal del imperfecto. Sin embargo, los
defensores de esta han recurrido al imperfecto narrativo para rechazar el aspecto
como rasgo definitorio en la oposición indefinido/imperfecto: si se trata de un
imperfecto reemplazable por un indefinido, se cuestiona la aspectualidad
imperfectiva.
Veamos a continuación cómo este valor puede encajar en una hipótesis
aspectual.
2.1.2. El imperfecto narrativo desde la perspectiva temporal-aspectual
Para resolver el problema de la aspectualidad del imperfecto narrativo han
surgido dos posturas opuestas: considerar al imperfecto narrativo un imperfecto
perfectivo (Gosselin 1999, 2005, Molendijk 1990), de manera que se asume una
perspectiva polisémica del imperfecto, o considerarlo un imperfecto imperfectivo
como todos los demás (Bres 2005a y b, Saussure y Sthioul 1999), lo cual apoya la
monosemia de dicha forma verbal. Dicho con otras palabras, desde una hipótesis
aspectual-temporal se discute si el imperfecto es polisémico o monosémico.
Capítulo 3. El imperfecto narrativo
124
2.1.2.1. El imperfecto narrativo: perfectivo
Quienes defienden que el imperfecto modifica su aspectualidad (García
Fernández 2008 [1998], Gosselin 1999, 2005, Molendijk, 1990, Demirdache y
Uribe-Etxebarria 2014) abogan por la existencia de un imperfecto polisémico, en
tanto que hay un imperfecto básico, imperfectivo, y un imperfecto aspectualmente
modificado, ya sea neutralizado o perfectivizado.
Uno de los lingüistas que opta por una aspectualidad perfectiva del
imperfecto narrativo es Gosselin (2005). A fin de definir este valor, este autor
parte de la caracterización del indefinido y del imperfecto propuesta por
Tasmowski De-Ryck (1985) atendiendo a los rasgos [+/-globalidad] y [+/-
progresión]. De esta manera, el indefinido se define como [+globalidad], [+
progresión], el imperfecto estándar como [-globalidad], [-progresión] y el
imperfecto narrativo como [+globalidad], [+ progresión]. Es decir, el imperfecto
narrativo comparte los mismos rasgos que el indefinido. La diferencia, para
Tasmowski De-Ryck, está en la necesidad del imperfecto narrativo –al igual que el
imperfecto estándar- de recuperar un antecedente, que puede estar explícito –un
circunstancial u otra eventualidad- o implícito. En este último caso, el destinatario
debe interpretar que el imperfecto ancla su referencia en un sujeto-testigo que
percibe los hechos –este puede ser real o ficticio4-.
Como vemos, el imperfecto narrativo participa tanto del indefinido –
[+globalidad], [+progresión]-, como del imperfecto, por su necesidad de un marco
temporal.
Hay aspectos poco claros en la postura que defiende Tasmowski De-Ryck.
En la primera parte de su trabajo parece que esta lingüista defiende un aspecto
perfectivo para el imperfecto de ruptura, ya que señala la globalidad y la
progresión como rasgos definitorios; sin embargo, en las conclusiones afirma
4 Esta recurrencia a un testigo conecta con la explicación ofrecida –desde una concepción monosémica del imperfecto- por Saussure y Sthioul (1999), en la que acuden a un sujeto de consciencia.
Capítulo 3. El imperfecto narrativo
125
“somme toute, pour les emplois que nous avons examinés, l’IR est bien encore un
IMP comme les autres” (1985: 76) (“en resumidas cuentas, para los empleos que
estamos examinando, el imperfecto de ruptura es un imperfecto como los otros”
(traducción propia)). Ante esta paradójica contradicción, no es fácil determinar
cuál es la postura de esta lingüista.
En cuanto a los dos rasgos señalados para el imperfecto narrativo, Gosselin
señala que la progresión aparece, en algunos casos, marcada por un circunstancial
del tipo x tiempo más tarde, como hemos podido comprobar en los ejemplos
presentados anteriormente. Sin embargo, no se trata de una condición
indispensable, puesto que es factible obtener progresión temporal en ausencia de
dicho elemento. Este hecho se puede constatar en un enunciado como el de (9),
repetido aquí por comodidad, como (11).
(11) Moría Juan Romero en plena popularidad y lleno de facultades, en
México, y de tan desgraciado modo como hemos descrito, (CREA,
Historia del toreo, 1992)5.
Este enunciado presenta un imperfecto combinado con un predicado télico
–moría-, susceptible de recibir una interpretación narrativa. De hecho, si
prestamos atención a su interpretación, parece innegable que el lector entienda
que el evento ha tenido lugar en el pasado y el sujeto ha fallecido. Si nos fijamos
ahora en la relación temporal que expresa moría, coincidiremos en que esta es de
progresión, ya que hace avanzar el discurso. Como vemos, esto es así aunque no
presente un circunstancial que haga explícita dicha relación. Por tanto, a diferencia
de lo que sugieren Berthonneau y Kleiber, la presencia de un complemento del tipo
x tiempo más tarde no es obligatoria para que el efecto narrativo del imperfecto se
active.
5 Para Muriel Barbazan (2006), el imperfecto narrativo de (11) sería un ejemplo de imperfecto de abertura; este “donne au récepteur l’impression d’entrer ex abrupto dans ‘le vif du sujet’” (2006: 302) (“da en el receptor la impresión de entrar ex abrupto en ‘la vida del sujeto’” (traducción propia)).
Capítulo 3. El imperfecto narrativo
126
Si el imperfecto narrativo contribuye a la progresión temporal, Gosselin
señala que es conveniente precisar si se focaliza todo el evento o una parte del
mismo; en concreto, la parte inicial. En este último caso, el evento en cuestión
recibiría una lectura incoativa, como ejemplifica el propio autor con (12).
(12) Et il ouvrait les enveloppes, parcourait rapidement les épitrês des
toutes sortes qui lui étaient adressées. (Laffont, Le train perdu)
Y abría los sobres, recorría rápidamente las epístolas de todo tipo que le
fueron enviadas. (Traducción propia)
Este enunciado activa no una lectura narrativa, sino iterativa, gracias a la
naturaleza plural de los argumentos de los verbos. Lo que parece justificar (12),
donde “il y a ici succession des bornes initiales des séries itératives” (Gosselin
2005: 189) (“hay una sucesión de límites iniciales de series iterativas” (traducción
propia)), es que la progresión no es un rasgo idiosincrático del valor narrativo,
sino que puede aparecer igualmente con otros usos del imperfecto, siempre que el
contexto así lo requiera.
Gosselin da un paso más en su estudio y señala que un imperfecto narrativo
no marca necesariamente sucesión, como ejemplifica con (13).
(13) L’endroit était sinistre; le cœur de la jeune fille se serrait et, tout
d’un coup, elle poussa un cri épouvantable. À ses pieds, brusquement,
elle apercevait le corps d’un homme étendu […]. (op. cit.)
El lugar era siniestro; el corazón de la joven chica se estrechaba y, de
pronto, dio un grito espantoso. A sus pies, bruscamente, percibía el
cuerpo de un hombre tendido […]. (Traducción propia)
En este enunciado, el evento percibir no mantiene una relación de
progresión temporal con respecto a gritar, sino de simultaneidad. Esto justifica
Capítulo 3. El imperfecto narrativo
127
que, si bien el imperfecto narrativo contribuye con frecuencia a la relación
temporal de progresión, esta no es la única. Es decir, no podemos caracterizar este
empleo del imperfecto por la progresión temporal, puesto que puede aparecer
igualmente expresando otras relaciones.
Hasta el momento, la revisión de la propuesta de Gosselin ha mostrado que
el imperfecto narrativo no se define ni por su progresión, ni por la presencia de un
circunstancial6, pero aún no sabemos cómo se explica este valor de una forma
verbal imperfectiva.
Para poder dar cuenta del valor del imperfecto narrativo desde una
perspectiva polisémica, es necesario, como sugiere Gosselin, distinguir dos niveles
de análisis: “celui des valeurs en langue, stables et reconstruites par le linguiste car
non directement observables, et celui des effets de sens observables et variables
selon les contextes” (2005: 193) (“los valores en lengua, estables y reconstruidos
por el lingüista porque no son directamente observables, y los efectos de sentido
observables y variables según los contextos” (traducción propia)). Así pues,
notre hypothèse est que l’IMP narratif constitue un effet de sens dérivé de la résolution
d’un conflit […]. La résolution du conflit est opérée au moyen de la constitution d’une série
D (une série de procès différents), sans itération. De sorte que l’aspect est aoristique sur le
procès lui-même, mais inaccompli sur la série (dont le procès ne constitue qu’une partie)
(Gosselin, 2005 : 197).
nuestra hipótesis es que el imperfecto narrativo constituye un efecto de sentido derivado
de la resolución de un conflicto […]. La resolución del conflicto opera en medio de la
constitución de una serie D (una serie de procesos diferentes), sin iteración. De suerte que
el aspecto es aorístico sobre el proceso mismo, pero inacabado sobre la serie (en el que el
proceso no constituye más que una parte). (Traducción propia).
A fin de resolver el conflicto, entran en juego dos estrategias: la de
deformación y la de desplazamiento. El imperfecto, por tanto, deforma su valor
6 A estas mismas conclusiones llegará Bres (2005a), como tendré ocasión de mostrar en el apartado 3, donde analizaré los elementos que definen el valor narrativo del imperfecto.
Capítulo 3. El imperfecto narrativo
128
aspectual a favor de un aspecto perfectivo, demandado por el contexto. De este
modo, Gosselin, mediante la estrategia de deformación, respeta la demanda de
perfectividad del contexto, a costa de modificar el valor de la forma verbal. Esto
obliga a emplear una segunda estrategia a fin de satisfacer la imperfectividad del
imperfecto: el desplazamiento. Se desplaza el valor imperfectivo del imperfecto a
todo el proceso o macroevento, quedando este último abierto. Dicho con las
palabras del propio autor:
nommé imparfait narratif, qui résulte de la constitution d’une série de procès différents,
dont le procès considéré constitue une partie. Ainsi l’aspect aoristique (imposé par le
contexte) affecte le procès lui-même, tandis que l’aspect inaccompli, marqué par
l’imparfait, porte sur la sériel (Gosselin, 2005: 203).
Denominado imperfecto narrativo, que resulta de la constitución de una serie de procesos
diferentes, de los cuales el proceso considerado constituye una parte. Así el aspecto de
aoristo [perfectivo] (impuesto por el contexto) afecta al proceso mismo, mientras que el
aspecto imperfectivo, marcado por el imperfecto, recae sobre la serie (traducción propia).
Voy a explicar ambas estrategias con un ejemplo muy utilizado en la
bibliografía francesa, mostrado en (14).
(14) Le train quitta Genève. Quelques heures plus tard, il entrait déjà en
gare de Lyon. (Bres, 2005: 87)
El tren salió de Ginebra. Algunas horas más tarde, entraba ya en la
estación de Lyon. (Traducción propia)
Si queremos entender cómo funciona el imperfecto narrativo de (14) desde
la óptica de Gosselin, hay que concebir un macroevento formado por los diferentes
microeventos que constituyen el viaje desde que el tren sale de Ginebra hasta que
llega a Lyon7. Cada uno de los procesos que conforman la serie, entre los que se
encuentra entraba, son eventos perfectivos, de forma que la demanda de
7 Gosselin no explica de qué manera el destinatario puede conocer los microeventos que componen el macroevento, dado que se trata de un concepto extralingüístico.
Capítulo 3. El imperfecto narrativo
129
perfectividad del contexto se satisface gracias a la estrategia de deformación. Dicho
con otras palabras, la aspectualidad de la forma verbal se deforma a favor del
contexto, con lo que la imperfectividad del imperfecto no se respeta. Para cumplir
con todas las exigencias, Gosselin propone recurrir a la estrategia de
desplazamiento, de manera que la imperfectividad repercute en el macroproceso.
De este modo, todas las demandas se respetan.
El adverbio ya ha servido de argumento a favor de la imperfectividad del
imperfecto narrativo, puesto que resulta incompatible si se reemplaza el
imperfecto por un indefinido. Para Gosselin, este adverbio refuerza la
imperfectividad, por lo que no incide sobre el evento –recordemos que la
aspectualidad es deformada-, sino sobre la serie compleja. Así, ya en el enunciado
(14) indica rapidez en la serie creada, es decir, el poco tiempo que dura el viaje.
Si bien es cierto que el imperfecto narrativo puede ser reemplazado por un
indefinido, el efecto de sentido que produce el empleo del imperfecto en un
contexto narrativo no se mantiene con el indefinido. La explicación hay que
buscarla en que la resolución de conflictos –o, lo que es lo mismo, la recurrencia a
estrategias- produce un efecto de sentido derivado. Por ello, la inserción de un
indefinido en un contexto que demanda perfectividad no produce conflicto ni, por
ende, efecto de sentido, a diferencia de lo que ocurre con el imperfecto en tal
contexto. El efecto cámara que se desprende del imperfecto narrativo, por el cual
los hechos parecen suceder ante los ojos de un observador, no supone una
propiedad del imperfecto narrativo, sino una consecuencia de la resolución de un
conflicto.
En conclusión, en la hipótesis de Gosselin (2005),
l’IMP code une instruction aspectuelle, unique et stable: B1<I, II<B2 (aspect inaccompli).
Cette instruction peut entrer en conflit avec des marqueurs impliquant l’aspect aoristique
(compléments de durée…) ou avec un phénomène de succession (dû soit à l’incompatibilité
référentielle entre procès, soit à des marqueurs de succession) qui impose aussi […]
l’aspect aoristique. Lorsque ce conflit ne peut être résolu par l’interaction (à cause de
Capítulo 3. El imperfecto narrativo
130
contraintes sur la plausibilité de la répétition des procès), on obtient un effet de sens
dérivé, nommé IMP narratif […] (Gosselin, 2005: 203).
El imperfecto codifica una instrucción aspectual, única y estable: B1<I, II<B2 (aspecto
inacabado). Esta instrucción puede entrar en conflicto con los marcadores que implican
aspecto aorístico (complementos de duración…) o con un fenómeno de sucesión (debido
sea a la incompatibilidad referencial entre procesos, sea con marcadores de sucesión) que
imponen también [...] aspecto aorístico. Cuando este conflicto no puede ser resuelto por la
interacción (a causa de limitaciones sobre la posibilidad de la repetición de los procesos),
se obtiene un efecto de sentido derivado, denominado imperfecto narrativo […].
(Traducción propia).
La propuesta polisémica de este lingüista ofrece una explicación del
imperfecto narrativo atendiendo al papel que ejerce el contexto en la
interpretación de los enunciados. Asimismo, no se trata de una explicación
limitada al valor narrativo del imperfecto, sino que se extiende a todos los tiempos
verbales, puesto que este lingüista propone un valor en lengua único y estable de
los tiempos verbales. En caso de que este valor entre en conflicto con algún
elemento, el destinatario dispone de estrategias de resolución, para satisfacer
todas las demandas. Cuando se activa alguna estrategia, se obtienen efectos de
sentido derivados, por lo que es posible explicar los usos “especiales” de los
tiempos verbales como consecuencia de la resolución de conflictos, si el contexto
así lo requiere. La teoría propuesta por Gosselin se puede resumir, en palabras del
propio autor, como sigue:
à chaque marqueur est(sont) associée(s) une ou plusieurs instruction(s) pour la
construction d’éléments constitutifs de la structure sémantique globale ; ces instructions
sont considérées comme représentant la part aspectuo-temporelle des valeurs en langue
(A) des marqueurs, et constituent des entrées stables pour un système de calcul. Plongées
dans un contexte, soit elles entrent en conflit avec d’autres instructions ou avec des
contraintes pragmatique-référentielles, et les conflits sont résolus au moyen de procédures
régulières de déformation, qui donnent lieu à des effets de sens dérivés :
Capítulo 3. El imperfecto narrativo
131
(Gosselin, 2005: 121).
A cada marcador es (son) asociado(s) una o más instrucción(es) para la construcción de
elementos constitutivos de la estructura semántica global: estas instrucciones son
consideradas como las que representan la parte aspectual-temporal de los valores en
lengua (A) de los marcadores, y constituyen las entradas estables para un sistema de
cálculo. Introducidas en un contexto, entran en conflicto con otras instrucciones o con
limitaciones pragmático-referenciales, y los conflictos son resueltos en medio de
procedimientos regulares de deformación, que dan lugar a efectos de sentido derivados.
(Traducción propia).
El imperfecto posee un valor en lengua único que puede deformarse por
exigencias contextuales, lo que supone que el contexto es más fuerte que el
contenido gramatical dado que este último está, por así decirlo, al servicio de la
información contextual. Tal y como señala el propio autor, no todos los conflictos
pueden ser resueltos mediante estrategias, pero no explica cuál es la razón ni en
qué casos no es posible. Esto impide poder predecir usos.
Para mantener la aspectualidad del imperfecto, en su valor narrativo, se
desplaza la imperfectividad a una serie de eventos creada sin que se ofrezcan, al
igual que sucede en la propuesta de Berthonneau y Kleiber, pautas. De hecho, esta
serie es creada para poder mantener la imperfectividad únicamente por ser este el
rasgo que queda por satisfacer. Por tanto, la pregunta que hemos de hacernos es
¿bajo qué criterios y condiciones se crea una serie de procesos susceptible de ser
marcada imperfectivamente?; por otro lado, hemos de preguntarnos ¿de qué
herramientas disponemos para determinar qué eventos pueden aparecer en dicha
serie? Estos interrogantes quedan sin respuesta en la hipótesis de Gosselin.
Capítulo 3. El imperfecto narrativo
132
Asumir una propuesta polisémica del imperfecto va en contra de la
economía lingüística, puesto que la semántica de los elementos gramaticales
parece estar al servicio del contexto y, si este así lo requiere, se adapta a sus
requisitos, como sucede con el imperfecto narrativo. Esto sugiere que podamos
tener infinidad de valores, tantos como contextos en los que pueda aparecer dicha
forma verbal, puesto que no hay una explicación que permita predecir cuándo el
valor es modificable y, por tanto, el enunciado es interpretable, y cuándo resulta
agramatical. Por ello, considero que adoptar una propuesta monosémica del
imperfecto en la que la forma verbal posea un significado, en el sentido de
Escandell-Vidal y Leonetti (2002), único, rígido e invariable, y derivar
pragmáticamente los usos presenta la ventaja, frente a la hipótesis polisémica, de
no duplicar los valores del imperfecto. Asimismo, permite predecir usos que, como
hemos visto, no resulta posible predecir siguiendo la propuesta de Gosselin.
2.1.2.2. El imperfecto narrativo: imperfectivo
La hipótesis que defiende un único valor aspectual para el imperfecto –
imperfectivo- que se mantiene en todos sus usos está defendida por Amenós
(2010), Bres (2005a y b), Saussure y Sthioul (1999). Estos lingüistas encuentran
un aparente obstáculo en el imperfecto narrativo, puesto que parece difícil
sostener que se mantiene la imperfectividad en el evento entraba del enunciado de
(15).
(15) Un quart d’heure plus tard, M. Sigisbert entrait chez
moi et me contait son aventure. (Maupassant, Clochette II)
Un cuarto de hora más tarde, M. Sigisbert entraba en mi casa
y me contaba su aventura. (Traducción propia)
Capítulo 3. El imperfecto narrativo
133
En este enunciado el interés del imperfecto entraba reside en que se
combina con un predicado télico –un logro- introducido por un circunstancial
puntual –un cuarto de hora más tarde-. Además, el imperfecto contribuye a la
progresión temporal, por lo que (15) presenta todas las propiedades que se han
señalado para definir al imperfecto narrativo. Pues bien, entrar se interpreta como
un evento en el pasado que ha tenido lugar en su totalidad, puesto que, de lo
contrario, el evento contar no tendría lugar. Es decir, por el contexto sabemos que
M. Sigisbert ha entrado en la casa.
Si atendemos a la información ofrecida por la forma verbal, podemos
esperar que la situación se focalice sin atender a los límites, puesto que se trata de
una forma imperfectiva. Dicho con otras palabras, el imperfecto entraba no señala
que el evento se haya completado, sino que focaliza la situación en desarrollo. Son
el contexto posterior, la presencia del circunstancial y la puntualidad del predicado
los elementos que fuerzan una interpretación culminada del evento. A diferencia
de la propuesta de Gosselin, aquí no se modifica el significado básico de la forma
verbal, sino que se enriquece y se activan inferencias pragmáticas.
A este respecto, Bres sostiene que no se trata de una contradicción entre las
propiedades del contexto y las de la forma verbal, sino de una contribución de
información por parte del contexto. En esta misma línea se sitúan Caudal y Vetters
(2003) al afirmar que
l’imparfait y exprime un type particulier de point de vue imperfectif et renvoie à une sous-
partie (au sens large) de phase interne, de sorte que la phase résultante n’est pas explicitée
pas ce temps – on pourrait dire que la phase résultante et le changement d’état associé font
l’objet d’une “ellipse aspectuelle”. C’est le contexte qui permet d’inférer que la phase
résultante a été atteinte, et qu’une interprétation transitionnelle doit être construite
(Caudal y Vetters, 2003 : 110).
El imperfecto expresa un tipo particular de punto de vista imperfectivo y visualiza
una subparte (en el sentido amplio) de la fase interna, de modo que la fase
resultante no es explicitada por este tiempo - podríamos decir que la fase
resultante y el cambio de estado asociado son objeto de una “elipsis aspectual”. Es
Capítulo 3. El imperfecto narrativo
134
el contexto el que permite inferir que la fase resultante ha sido alcanzada y que se
debe construir una interpretación transitoria. (Traducción propia).
Uno de los argumentos que se ha señalado a favor de la imperfectividad de
este valor del imperfecto es el adverbio ya, como he señalado a propósito de la
hipótesis polisémica. Si volvemos al ejemplo (12), repetido aquí como (16), donde
aparece dicho elemento, podremos comprobar que el empleo del indefinido en
lugar del imperfecto entraña una anomalía.
(16)Le train quitta Genève. Quelques heures plus tard, il entrait / ?
entra déjà en Gare de Lyon.
El tren salió de Ginebra. Algunas horas más tarde, entraba / ? entró ya
en la estación de Lyon. (Traducción propia)
La presencia de ‘ya’ ha sido aducida en diversos trabajos como argumento
para la imperfectividad del imperfecto narrativo, pero no se ha señalado de qué
manera interacciona con el aspecto gramatical o flexivo. La única explicación que
va más allá de una mera mención es la de Bres (2007), como se observa a
continuación.
Déjà, en tant que signifiant ‘depuis déjà x temps’, demande que le temps interne du procès
soit représenté en partie accompli, demande aspectuelle à laquelle l’imparfait s’accorde
parfaitement puisque l’instruction [-incidence] présuppose, par la saisie du procès au-delà
de sa borne initiale, qu’une certaine partie du procès –celle précisément antérieure à ce
point de saisie- est déjà réalisée. Au contraire, l’instruction aspectuelle [+incidence] du PS,
qui interdit que le temps interne soit représenté comme en partie accompli, récuse
l’association de ce temps avec déjà (au sens de ‘depuis déjà x temps’). Si donc l’imparfait en
emploi narratif, généralement remplaçable par le PS, ne peut l’être lorsqu’il s’adjoint déjà,
c’est bien que l’imparfait est d’abord une question d’aspect (Bres, 2007 : 46).
Ya, como significado ‘después de ya x tiempo’, demanda que el tiempo interno del proceso
sea representado como en parte cumplido, demanda aspectual a la que el imperfecto se
acomoda perfectamente, ya que la instrucción [-incidencia] presupone, por la entrada de su
Capítulo 3. El imperfecto narrativo
135
límite inicial, que una cierta parte del proceso –precisamente anterior a este punto de
entrada- es ya realizado. Al contrario, la instrucción aspectual [+ incidencia] del pasado
simple, que prohíbe que el tiempo interno sea representado como en parte cumplido,
declina la asociación de este tiempo con ya (con el sentido de ‘después de ya x tiempo’).
Entonces, si el imperfecto en empleo narrativo, generalmente reemplazable por el pasado
simple, no puede hacerlo cuando se adjunta a ya, el imperfecto es una cuestión de aspecto.
(Traducción propia).
Tahara (2004)8 ofrece una explicación del adverbio ya en francés que
resulta muy relevante para entender cómo funciona dicho elemento con el
imperfecto narrativo, desde una perspectiva semántico-pragmática de los tiempos
verbales como la que aquí se adopta. Para esta lingüista (2004: 386), los tiempos
verbales juegan un papel fundamental la producción de un efecto de
subjetivización.
Así, “déjà exprime toujours la subjectivité d’un locuteur, plus précisément
un jugement d’un locuteur sur une éventualité” (Tahara, 2004: 390) (“ya exprime
siempre la subjetividad de un locutor, más precisamente un juicio de un locutor
sobre una eventualidad” (traducción propia)). De este modo, la función del
adverbio ya no es otra que reforzar el valor subjetivo que se activa con los tiempos
verbales. Por tanto, si volvemos al ejemplo de (16), el adverbio ya afianza el efecto
que produce el imperfecto en un contexto narrativo: el efecto cámara, de manera
que incide en el desarrollo del evento. A propósito del adverbio ya, remito al lector
al anexo 2.
A la luz de estos hechos, es posible afirmar que el imperfecto narrativo
mantiene el carácter imperfectivo que lo define a la vez que puede ser enriquecido
por el contexto, como proponen autores como Caudal y Vetters (2003) y Bres9
(2005). Suponer que el imperfecto narrativo es un imperfecto como todos los
demás resulta sin duda la opción más simple y económica para el análisis.
8 En esta misma línea se encuentran los estudios de Mosegaard-Hansen (2002) y Morency (2009). 9 De hecho Bres (2005a) rechaza la terminología de imperfecto narrativo a favor de imperfecto en contexto narrativo, en tanto que la semántica del imperfecto no se ve modificada. Es el contexto el que lleva a una interpretación narrativa del evento
Capítulo 3. El imperfecto narrativo
136
Llegados a este punto, es necesario explicar qué mecanismos permiten dar
cuenta de forma coherente de que una forma verbal imperfectiva pueda recibir una
interpretación perfectiva gracias a diferentes factores: a saber, la telicidad del
predicado, la puntualidad de un circunstancial y la progresión temporal. Es decir,
de qué manera es plausible postular la imperfectividad de una forma verbal que
parece describir un evento como llegado a su término, esto es, de forma perfectiva.
En este sentido, resulta fundamental recurrir a la explicación del imperfecto
narrativo propuesta por Saussure y Sthioul (1999), para quienes el imperfecto es
una forma verbal imperfectiva en todos sus empleos y la interpretación perfectiva
del imperfecto narrativo es producto de una inferencia pragmática. A continuación
explico cómo se interpreta dicho valor del imperfecto a la luz de una teoría
semántico-pragmática de los tiempos verbales.
Capítulo 3. El imperfecto narrativo
137
2.2. Interpretación
Parece que lo más económico desde el punto de vista lingüístico es
proponer una semántica única de los tiempos verbales y derivar los usos
“especiales” inferencialmente. En este apartado voy a presentar cómo puede
mantenerse la imperfectividad del imperfecto, para lo cual sigo a Saussure y
Sthioul (1999). La interpretación que asignamos al imperfecto narrativo es la base
para entender todo lo que sigue: los elementos que lo favorecen, su origen, su
relación con la perspectivización, etc.
Para Saussure y Sthioul el imperfecto codifica una semántica procedimental
que debe ser mantenida en caso de conflicto. Conviene recordar cuál es la
semántica que codifica este tiempo verbal, en palabras de Sthioul (1998):
d’une part, il [l’imparfait] marque une appréhension interne du procès, que nous notons
par une relation d´inclusion entre un moment de perspective P et un événement E (P⊂E).
D’autre part, il impose que l’appréhension du procès soit déconnectée du moment de
l’énonciation, ce que nous notons P≠S. La tâche de l’allocutaire, lors du processus
interprétatif, est de parvenir à identifier les variables P et E et de préciser le sens des
relations ‘≠’ et ‘⊂’ (Sthioul, 1998 : 86).
de una parte, él [el imperfecto] marca una aprehensión interna del proceso, que señalamos
por una relación de inclusión entre un momento de perspectiva P y un evento E (P⊂E). De
otra parte, impone que la aprehensión del proceso sea desconectada del momento de la
enunciación, lo que señalamos como P≠S. La tarea del interlocutor, en el proceso
interpretativo, es llegar a identificar las variables P y E y precisar el sentido de las
relaciones ‘≠’ et ‘⊂’. (Traducción propia).
Es decir, la semántica del imperfecto incluye tanto temporalidad (P≠S),
como aspectualidad (P⊂E). El momento de perspectiva P debe ser saturado por el
destinatario bien como R (punto de referencia temporal), bien como C si se infiere
la presencia de un sujeto de conciencia. Si el destinatario puede recuperar un
marco temporal de referencia para saturar la variable P que satisfaga tanto la
temporalidad como la aspectualidad, estaremos ante un empleo básico del
Capítulo 3. El imperfecto narrativo
138
imperfecto; si, por el contrario, dicho marco no está accesible contextualmente, es
necesario recurrir a un sujeto de conciencia, testigo de la escena. En este sentido,
se obtienen empleos interpretativos o metarrepresentacionales, como he
mostrado en el apartado de los usos interpretativos. Una vez retomadas las ideas
esenciales de la teoría de Saussure y Sthioul, estamos en condiciones de explicar de
qué manera puede ser descrita la interpretación que recibe el imperfecto
narrativo.
Este valor surge a causa de un conflicto producido por la instrucción del
imperfecto y la demanda contextual, como vemos en (17).
(17) Cinq minutes après, le train partait. (Sthioul, 2000: 88)
Cinco minutos después, el tren partía. (Traducción propia)
El destinatario, ante tal enunciado, debe recuperar un marco temporal al
que anclar la referencia del imperfecto a fin de saturar la variable P. Para ello, ha
de tomar en consideración el contexto en el que se incluye el enunciado, dado que
puede influir en la interpretación del tiempo verbal. Así, por ejemplo, Sthioul
(2000: 88) señala tres contextos diferentes, donde únicamente el tercero de ellos
favorece una lectura narrativa del imperfecto:
(18) Le chef de la sécurité intervint just à temps. Cinq minutes après, le
train partait.
El jefe de seguridad intervino justo a tiempo. Cinco minutos después, el
tren partía. (Traducción propia)
(19) Paul s’énerva. Il fallait arriver à la gare à 8 heures dernier délai.
Cinq minutes après, le train partait.
Capítulo 3. El imperfecto narrativo
139
Paul se puso nervio. Era necesario llegar a la estación a las 8 horas
como último plazo. Cinco minutos después, el tren partía. (Traducción
propia)
(20) Le chef de gare donna le signal. Cinq minutes après, le train partait.
El jefe de la estación dio la señal. Cinco minutos después, el tren partía.
(Traducción propia)
En (18) el jefe de seguridad intervino porque la salida del tren estaba
prevista, es decir, se trata de un imperfecto que describe un hecho programado
para un momento futuro, pero que al parecer no llega a producirse; en (19) la
interpretación puede ser similar a la (18), salvo por que nada indica si el evento si
ha producido o no. Ambos imperfectos reciben una interpretación prospectiva en
la que se hace referencia a un plan establecido que no ha tenido lugar en el
momento del habla. En cambio, en (20) se establece una progresión entre el evento
1 –dar la señal- y el evento 2 –partir el tren-, forzada por el propio contexto. Para
poder mantener la semántica aspectual en este último ejemplo, donde partir
parece que ha tenido lugar en el pasado –a diferencia de (18) y (19)-, el
destinatario debe inferir la presencia de un sujeto de consciencia, con respecto al
cual la situación es imperfectiva. Dicho con otras palabras, dado que no hay ningún
elemento susceptible de actuar como marco de referencia –el complemento cinco
minutos después no está incluido en el evento, sino que se establece una relación
de coincidencia10-, el destinatario satura esa variable P gracias a la recuperación de
un sujeto, de forma que los hechos se describen tal y como este los percibió en el
pasado, de manera que el evento es imperfectivo con respecto a dicho sujeto.
Ahora bien, si el imperfecto narrativo es imperfectivo como todos los
demás, ¿cómo es posible que pueda ser reemplazado por un indefinido y que
interpretemos que el evento ha tenido lugar en el pasado? Para poder responder a
estas cuestiones, parto de un ejemplo como (21).
10 Esta relación no satisface la inclusión de P en E, es decir, la imperfectividad del imperfecto.
Capítulo 3. El imperfecto narrativo
140
(21) Diez minutos después cruzaba la calle.
Ante este enunciado es posible considerar en un primer momento que el
evento ha tenido lugar en el pasado gracias al propio contexto, que fuerza una
interpretación perfectiva: progresión temporal, puntualidad del circunstancial y
telicidad del predicado. Sin embargo, esto no es más que un efecto de sentido, ya
que el imperfecto no visualiza el límite final, es decir, mantiene su carácter
aspectual. De hecho, si lo reemplazamos por el indefinido podemos observar que
se percibe cierta diferencia entre ambos enunciados, como en (22).
(22) Diez minutos después cruzó la calle.
En (22) se afirma que el sujeto ha llegado a la otra acera, mientras que en
(21) no necesariamente el cruce ha tenido lugar. Prueba de ello son los ejemplos
de (23) y de (24).
(23) Diez minutos después cruzaba la calle. Nunca llegó a la otra acera11
12.
(24) Diez minutos después cruzó la calle. # Nunca llegó a la otra acera.
Se trata, por tanto, de una inferencia pragmática forzada por el contexto, ya
que el imperfecto mantiene su semántica en todos sus usos. A fin de mantener la
imperfectividad del imperfecto narrativo, el destinatario recupera la presencia de
un sujeto de consciencia, de manera que el tiempo verbal no está empleado en su
forma descriptiva, sino interpretativa. Es decir, se recupera un contenido atribuido
a un sujeto de percepción, testigo de la escena.
11 Agradezco a I. Pérez este ejemplo. 12 No es factible cancelar la inferencia pragmática de perfectividad obtenida con el imperfecto narrativo cuando el predicado es un logro puro o con fase previa, puesto que tales predicados no son susceptibles de ser coaccionados en tanto que para que el evento exista es necesario que el inicio y el final del mismo coincidan en el mismo punto temporal. No considero que se trate de un problema para esta hipótesis, sino una limitación del fenómeno de coacción aspectual.
Capítulo 3. El imperfecto narrativo
141
Mediante el empleo del imperfecto narrativo el hablante presenta los
hechos en su desarrollo como si ocurrieran ante los ojos del destinatario; esto es, el
evento es representado desde la perspectiva del sujeto de consciencia que puede
ser el propio hablante en un momento anterior u otro sujeto diferente,
inespecífico, de manera que este uso contribuye a la subjetivización o a la
perspectivización.
Capítulo 3. El imperfecto narrativo
142
2.3. Conclusiones
Una vez presentadas las diferentes explicaciones que se han ofrecido para el
imperfecto en un contexto narrativo, se puede concluir que existen dos opciones
fundamentales: dotarlo de un rasgo aspectual [+perfectivo] a fin de satisfacer la
demanda contextual de perfectividad y atribuir el rasgo [- perfectivo] a un
macroevento, o bien considerarlo un imperfecto como todos los demás. Esta última
opción es la que me parece más satisfactoria. Así, todos los usos atípicos del
imperfecto, como son el citativo, el lúdico, el de cortesía y el narrativo, entre otros,
se derivan pragmáticamente, mediante el mecanismo de la metarrepresentación,
válido asimismo para otros fenómenos lingüísticos, como he señalado en el
capítulo 2.
La principal ventaja que se desprende de la hipótesis propuesta por
Saussure y Sthioul, y que asumo aquí para el imperfecto, es la explicación de usos
problemáticos del imperfecto a partir de la interacción entre semántica y
pragmática, sin necesidad de modificar la semántica ni de recurrir a nociones
creadas ad hoc. Por tanto, el imperfecto narrativo es un imperfecto imperfectivo
como todos los demás. Bres explica este hecho de forma visual gracias a la
siguiente metáfora:
il en va de l’imparfait comme du coucou. Ce n’est pas parce que l’œuf du coucou se retrouve
dans un nid qui ne lui était pas destiné, p. ex. dans un nid de perdreaux, que l’oeuf de
coucou devient un œuf de perdreau: il reste un œuf de coucou, et quand il èclot, naît un
coucou, même si le petit coucou apparait un peu étrange dans le nid de perdreaux (Bres,
2005b : 29-30).
El imperfecto es como el cuco. No porque el huevo del cuco se encuentre en un nido que no
estaba destinado para él, por ejemplo, en un nido de perdigón, el huevo de cuco se
convierte en huevo de perdigón : sigue siendo un huevo de cuco, y cuando eclosiona, nace
un cuco, aunque el pequeño cuco parezca un poco extraño en el nido de perdigón.
(Traducción propia).
Capítulo 3. El imperfecto narrativo
143
Para dar cuenta de los mecanismos que permiten mantener dicha semántica
aspectual, es necesario recurrir a una teoría adecuada de la interacción entre
semántica y pragmática, como la Teoría de la Relevancia. De este modo no tiene
cabida la modificación del significado del imperfecto en su uso narrativo, puesto
que la interpretación perfectiva se obtiene inferencialmente –de ahí que pueda ser
cancelada–, como hemos visto en (23).
Capítulo 3. El imperfecto narrativo
144
3. EL IMPERFECTO NARRATIVO: ELEMENTOS QUE LO DEFINEN
Una vez que sabemos que el imperfecto en su uso narrativo mantiene su
semántica básica, debo atender a los elementos que lo definen puesto que son
determinantes para entender el funcionamiento de este empleo. Si bien es cierto
que estos han sido ya aludidos en las páginas precedentes, no he me he detenido
en explicar cada uno de ellos de forma independiente. Por ello, en este apartado
daré cuenta de los tres aspectos que se han empleado en las investigaciones acerca
del imperfecto narrativo para definirlo: la presencia de un circunstancial del tipo x
tiempo más tarde, la contribución a la progresión temporal y el modo de acción. En
palabras de Bres (2005a), para obtener un imperfecto narrativo es necesario
prendre un beau procès et l’accommoder à la sauce de l’imparfait dans un énoncé à fond
plat, en veillant scrupuleusement à ce qu’aucun autre élément n’empêche ledit procès de
pouvoir s’étaler sur toute la surface du récipient. Choisir, pour que le mets soit plus épicé,
un procès de type achèvement. Ajouter pour relever la recette, le condiment d’un
circonstant de temps de préférence antéposé, une pointe de progression temporelle, un
zeste de semelfactivité, une pincée d’autonomie syntaxique. Compléter éventuellement,
selon goût, par l’aromate de l’alinéa. Servir tiède sur un lit de procès au passé simple, au
passé composé, ou même à l’imparfait narratif (Bres, 2005a: 86).
Tomar un buen proceso y acomodarlo en la salsa del imperfecto en un enunciado de fondo
plano velando escrupulosamente por que ningún otro elemento impida al proceso poder
extenderse sobre la superficie del recipiente. Escoger, para que el plato esté más
condimentado, un proceso de tipo télico. Añadir el condimento de un circunstancial de
tiempo preferentemente antepuesto, un punto de progresión temporal, una cáscara de
semelfactividad, un ajuste de autonomía sintáctica. Completar eventualmente, según el
gusto, con el aroma del aparte textual. Servir tibio sobre la cama de proceso en indefinido,
en perfecto compuesto, o en imperfecto narrativo. (Traducción propia).
Todos estos elementos han sido estudiados pormenorizadamente por Bres
para l’imparfait narratif, pero carecemos de un estudio semejante para el español.
En lo que sigue parto del estudio de Bres y comparo sus conclusiones con los datos
del español; se trata, por tanto, de una visión comparativa del imperfecto narrativo
en francés y en español. Para los datos de esta última lengua me baso tanto en
Capítulo 3. El imperfecto narrativo
145
ejemplos incluidos en mi corpus (cf. Anexo 1) como en datos obtenidos de las
bases disponibles en línea para el español. En aquellos en los que no se especifique
la base de datos, ha de entenderse que están tomados del corpus que he elaborado
para esta investigación.
Pues bien, a continuación muestro de qué manera el modo de acción, la
presencia del circunstancial o la progresión temporal pueden activar o no la
interpretación narrativa del imperfecto.
Capítulo 3. El imperfecto narrativo
146
3.1. El modo de acción
Empezaré analizando el modo de acción o aspecto léxico que, como señalé
en el capítulo 1, posee un significado conceptual. Este tipo de semántica,
recordemos, se define por ser moldeable y por ser accesible a la introspección
(Escandell y Leonetti 2002). A pesar de las diversas investigaciones que se han
llevado a cabo sobre el modo de acción en los últimos años, parto de la
clasificación tradicional de las situaciones propuesta por Vendler (estados,
actividades, realizaciones y logros) y asumo la existencia de una estructura
subeventiva para los logros (logros con fase previa, con fase posterior y puros).
Asimismo, tengo en cuenta la distinción entre un estado como ser de Madrid y uno
como estar cansado, por lo que adopto la clasificación de los estados en
transitorios y permanentes13, de manera informal porque esta clasificación es
problemática.
El modo de acción ha sido considerado el factor determinante en la
activación del valor narrativo del imperfecto, tal y como señalan Martin (1971) y
Vetters (1996). Para estos autores es necesario que el predicado sea télico, es
decir, una realización o un logro. A fin de poder constatar esta afirmación, es
necesario analizar la interacción del imperfecto con el modo de acción en un
contexto narrativo. Para ello, emplearé, en la medida de lo posible, la misma
estructura: un enunciado que contribuya a la progresión temporal, encabezado por
un circunstancial del tipo x tiempo más tarde, para poder determinar el impacto
que ejerce el modo de acción en la obtención del imperfecto narrativo.
3.1.1. Predicados télicos: realizaciones y logros
Dentro de los predicados télicos, se distinguen dos grupos: las realizaciones
y los logros, cuyo rasgo diferenciador es la duración. Bosque y Gutiérrez Rexach
13 Todos estos aspectos ya han sido tratados en el capítulo 1.
Capítulo 3. El imperfecto narrativo
147
(2009: 300) representan gráficamente ambos tipos de modo de acción, como en la
figura 16.
Figura 16. Gráfico de los predicados télicos. Bosque y Gutiérrez Rexach
(2009: 300).
Realizaciones >>>>>>* (escribir una carta)
Logros * (encontrar las llaves)
Los ángulos horizontales (>>>) que aparecen en las realizaciones indican la
duración, mientras que el asterisco (*) representa el telos o fin inherente, que
caracteriza a las realizaciones y a los logros. Como vemos, la diferencia entre un
tipo de predicado y otro está en la presencia o no de fase durativa.
Cuando estos tipos de predicado se combinan con un imperfecto, es
necesario reajustar su contenido conceptual a favor de la instrucción semántica
representada por el imperfecto: el predicado télico es reinterpretado a fin de
mantener la perspectiva imperfectiva de la forma verbal. Pues bien, como he
mostrado a propósito de los valores del imperfecto, la combinación <imperfecto +
realización> puede activar, en principio, una lectura progresiva en la que se
focaliza un instante en el desarrollo del evento previo a su culminación, así como
una lectura habitual o iterativa en la que el macroevento es marcado
imperfectivamente. Por otra parte, esta combinación es susceptible de recibir
lecturas interpretativas o metarrepresentacionales si el contexto así lo requiere,
tales como la citativa, la prospectiva, etc. No me detengo en estos usos puesto que
ya han sido abordados en el capítulo 2 y serán retomados en el capítulo 6.
Más interesantes resultan, en este sentido, los logros, dada la ausencia de
duración, puesto que el conflicto al combinarse con un imperfecto es más
sobresaliente. Para poder determinar cómo interactúa el imperfecto con un
Capítulo 3. El imperfecto narrativo
148
predicado puntual hay que establecer en primer lugar la estructura subeventiva de
este último, como muestro en la figura 17.
Figura 17. Estructura subeventiva de los logros.
Logros con fase previa >>>* (morir)
Logros puros * (encontrar las llaves)
Logros con fase posterior *>>>> (hervir el agua)
En esta figura, al igual que en la anterior, los ángulos horizontales (>>)
representan la duración y el asterisco (*) indica el telos. Como se aprecia, dentro
de los logros, es posible distinguir entre logros puros o puntuales y logros con una
fase durativa, ya sea previa o posterior.
El primer tipo puede ser interpretado como una realización al entender la
fase previa como la parte durativa de la que están dotadas las realizaciones. Es
decir, tanto un logro con fase previa como una realización están compuestos por
una fase más o menos durativa y el telos. El segundo tipo responde a los logros
puramente puntuales, esto es, a aquellos logros en los que la duración es mínima,
lo cual produce que sean más costosos de interpretar cuando se combinan con un
imperfecto, que no muestra los límites del evento. El tercer tipo, por último, es el
de los logros formados por un telos y un estado resultante, de manera que pueden
recibir una interpretación próxima a la de los estados si se incide sobre el estado
final. Como vemos, los logros con fase –previa o posterior- presentan dos partes en
su estructura subeventiva, por lo cual recibirán diferentes interpretaciones en
función de la parte en la que se incida: la fase o el telos.
Capítulo 3. El imperfecto narrativo
149
Analizaré, en lo que sigue, cada tipo de predicado de forma independiente.
Para comenzar, obsérvese el enunciado de (25).
(25) À neuf heures les Prussiens attaquaient. Ils battaient en retraite à
midi. (Maupassant, Le mariage du lieutenant Laré)
A las nueve los prusianos atacaban. Se batían en retirada a mediodía.
(Traducción propia).
En este enunciado, tomado de Bres (2005a), tenemos dos imperfectos:
atacaban y se batían en retirada; sin embargo, me voy a ocupar únicamente,
siguiendo al propio Bres, de este último, puesto que se trata de un predicado télico.
Batirse en retirada aparece junto a un circunstancial puntual: a mediodía, que
puede desempeñar la función de marco de referencia, de manera que la primera
condición del imperfecto se cumple (P_H). Para poder determinar si el punto de
referencia está incluido o no en el evento, debemos atender a la estructura de este
predicado: posee una fase durativa y un final inherente. Si el circunstancial señala
un instante en el desarrollo del evento o, lo que es lo mismo, en la fase durativa,
nos encontramos ante un uso descriptivo del imperfecto, puesto que la semántica
no se ve amenazada. Se trata de un imperfecto progresivo, parafraseable con la
perífrasis progresiva. Frente a esta interpretación, es posible señalar una segunda,
en la que el circunstancial incida sobre el límite final y en cuyo caso se establezca
una coincidencia temporal entre el complemento y el evento. Dada esta situación
en la que se carece de un marco que satisfaga las condiciones impuestas por la
semántica verbal, es necesario inferir la presencia de un testigo de la escena que
actúa de punto de referencia. Junto a estas dos lecturas, Bres señala una tercera en
la que a mediodía señala el momento exacto en el que comienza el evento en
cuestión, esto es, una lectura incoativa.
De las tres lecturas posibles, solo la segunda parece ser narrativa, de
manera que parece inferirse que el evento ha llegado a su término ya que el
circunstancial señala el telos, lo cual, como hemos visto, obliga a recuperar un
Capítulo 3. El imperfecto narrativo
150
sujeto de consciencia que actúe como marco de referencia. Prueba de que esta
lectura es narrativa es el hecho de que es factible reemplazar el imperfecto por el
indefinido, como vemos en (26).
(26) A las nueve los prusianos atacaban. Se batieron en retirada a
mediodía.
Recordemos que la interpretación de culminación o de perfectividad es un
efecto de sentido derivado de una inferencia pragmática forzada por el contexto, y
no una información ofrecida por la forma verbal. El hecho de que aparezca un
predicado télico introducido por un circunstancial puntual y contribuya a la
progresión temporal legitima que el destinatario infiera que el evento ha llegado a
su término. Por tanto, el imperfecto no modifica su semántica a favor de la
perfectividad que demanda el contexto, sino que mantiene su imperfectividad,
puesto que se trata de un elemento procedimental, gracias al mecanismo de la
metarrepresentación o, dicho con otras palabras, gracias a la concepción del
enunciado como un pensamiento atribuido a un sujeto de percepción.
Como vemos, en francés un predicado con una fase durativa y un telos –ya
sea un logro con fase previa o una realización- es susceptible de activar, al menos,
dos lecturas: una progresiva, si se atiende a la fase previa a la culminación, y una
narrativa, si se pone el énfasis en el punto final. Como el lector puede observar, la
suposición de una estructura subeventiva para los logros no es fortuita, sino que
parece arrojar luz acerca del impacto del modo de acción en la obtención del efecto
narrativo del imperfecto. Es decir, parece que el valor narrativo es sensible a la
estructura subeventiva de los logros. Este hecho no parece ser contemplado por
Bres, puesto que no hace distinción entre los diferentes tipos de predicados
puntuales.
En español la situación no difiere de lo que ocurre en la lengua francesa,
dado que esta misma ambigüedad se mantiene en los datos que he registrado en
mi corpus. Veamos algunos ejemplos.
Capítulo 3. El imperfecto narrativo
151
(27) Gracias a la ayuda de Corpus Barga, consiguieron llegar a Collioure
e instalarse en el hotel Bougnol Quintana. Menos de un mes más tarde,
moría el poeta; su madre le sobrevivió tres días. (J. Cercas, Soldados de
Salamina,).
En este enunciado aparece el predicado de logro morir combinado con el
imperfecto e introducido por el circunstancial puntual menos de un mes más tarde,
por lo que presenta el escenario favorable para un imperfecto narrativo. El evento
es interpretado como finalizado, no solo por la naturaleza puntual del mismo, sino
también por el contexto. Debido a que el narrador nos cuenta que la madre
sobrevivió al poeta tres días, sabemos que el sujeto llegó a fallecer. Esta
información extra –culminación del evento- no está en la forma verbal, sino que se
trata de un enriquecimiento pragmático, favorecido por el contexto.
Morir es un logro con una fase previa que corresponde a un periodo de
agonía que precede al instante de expirar. De hecho, obsérvese la diferencia entre
morir y fallecer.
(28) Mientras el rey moría, la reina rezaba por él; finalmente los rezos
surtieron efecto y a los pocos días, el rey recobró las fuerzas14.
(29) #Mientras el rey fallecía, la reina rezaba por él; finalmente los rezos
surtieron efecto y a los pocos días, el rey recobró las fuerzas.
Fallecer, a diferencia de morir, expresa un logro puro, carente de fase previa
o posterior, lo cual dificulta la cancelación de la inferencia de culminación del
evento: el inicio y el final coinciden temporalmente. Si volvemos a nuestro ejemplo
de Javier Cercas, podremos constatar que, al igual que en francés, un predicado
télico dotado de cierta duración oscila entre dos lecturas: progresiva o en
desarrollo, si el circunstancial señala un punto en la fase durativa, y narrativa, si
incide sobre el límite final. La determinación de una lectura u otra está forzada por
14 Enunciado adaptado del ejemplo de García Fernández (2008 [1998]).
Capítulo 3. El imperfecto narrativo
152
el contexto, ya que este ofrece información adicional necesaria para interpretar el
enunciado. En este caso, la lectura que sobresale es la narrativa. El destinatario no
puede acceder a un elemento apto para funcionar de marco de referencia, puesto
que el circunstancial y el evento no mantienen una relación de inclusión de R en E,
sino de coincidencia. Por tanto, se debe inferir la presencia de un sujeto que asiste
a los hechos y que los presenta como si ocurrieran ante los ojos del lector. El
imperfecto mantiene su imperfectividad con respecto a este sujeto.
Si nos fijamos ahora en todo el fragmento seleccionado, comprobaremos que
el autor ha jugado con el indefinido –consiguieron y sobrevivió- y el imperfecto –
moría-, con lo que presenta un cambio de perspectiva o de punto de vista que hace
resaltar el evento morir. Con los indefinidos se narra la historia desde un punto de
vista objetivo y, para poner mayor énfasis en un hecho concreto, el autor emplea el
imperfecto de tal manera que parece ser presenciado por el propio narrador y nos
lo presenta ante nuestros ojos.
Otro ejemplo es el de (30), donde aparece el logro salir.
(30) Minutos después salía del jardín, tomando una de las veredas que
corría en dirección oeste y que, según la “señora”, me llevaría al
encuentro de su hermano. (J.J. Benítez, Caballo de Troya. CREA).
La explicación para (30) es semejante a la de los enunciados anteriores,
puesto que puede tener un valor progresivo y un valor narrativo. Sin embargo, de
este enunciado quiero resaltar el punto de vista adoptado gracias a la inferencia de
un sujeto de consciencia que permite mantener la semántica verbal. En este caso la
perspectiva es la del propio personaje que narra en primera persona los hechos y
nos hace partícipes a los lectores gracias al empleo metarrepresentacional del
imperfecto. Salía nos sitúa fuera del jardín junto al personaje, dado que nos
presenta los hechos ante nuestros ojos. Es decir, el empleo del imperfecto salía y la
consecuente recuperación de un sujeto de percepción nos invitan a asistir a los
hechos desde la focalización o punto de vista de dicho sujeto.
Capítulo 3. El imperfecto narrativo
153
No quiero detenerme mucho más en los predicados télicos, puesto que
parece claro que son aptos para activar una interpretación narrativa si el contexto
la favorece dada la presencia de un telos inherente. Ahora bien, los logros con fase
–previa o posterior- y las realizaciones alternan esta lectura con una progresiva o
en desarrollo. El elemento fundamental para establecer cuál es la interpretación
adecuada es el contexto. Por su parte, los logros puros parecen bloquear la
interpretación progresiva, dada su escasa duración, como vemos en (31).
(31) Cinco minutos después, marcaba el gol de la victoria.
A pesar de que en (31) aparece un predicado de logro puro describiendo un
evento único y combinado con el imperfecto, podemos encontrar un contexto en el
que se aprecie cómo el evento en cuestión es visualizado en desarrollo y no de
forma perfectiva, como muestro en (32)15.
(32) Cinco minutos después, cuando por fin pude verlo correr entre la
maraña de cabezas del graderío, marcaba el gol de la victoria.
El ejemplo (31) fuerza la recuperación de un sujeto de percepción que asiste
a los hechos y con respecto al cual la situación es presentada en desarrollo; así, se
mantiene la imperfectividad del imperfecto con un predicado puntual puro. Aquí,
el sujeto corresponde al propio hablante. Como vemos, con un logro puro, parece
innegable la imposibilidad de recuperar un elemento temporal que satisfaga la
condición de inclusión de P en E, dada la naturaleza puntual del evento cuando la
interpretación iterativa queda bloqueada.
De todo lo anterior se desprende que el imperfecto narrativo resulta de la
combinación del imperfecto con un predicado télico. Sin embargo, esto no es
siempre así: en algunas ocasiones, como hemos visto, la interpretación más
saliente parece ser la progresiva, en la que el circunstancial indica un punto en que
el evento estaba en desarrollo y no necesariamente la totalidad del mismo. Será el
15 Agradezco a José Amenós este ejemplo.
Capítulo 3. El imperfecto narrativo
154
contexto el que determine en última instancia cuál es la lectura más natural. Dicho
esto, conviene aclarar que no en todos los casos en los que aparece un imperfecto
combinado con predicado télico y encabezado por un circunstancial del tipo x
tiempo más tarde, es posible obtener una lectura narrativa. Esto es lo que podemos
apreciar en (33).
(33) Pocos días más tarde escribía Fröbel las cartas a Barop y a Adolf
Frankenberg. (Ureña, El Krausismo alemán).
Si observamos con detenimiento este ejemplo, podremos comprobar que el
imperfecto recibe una lectura distributiva, de manera que no hay un único evento
sino tantos como cartas sean escritas. Esta interpretación está favorecida por la
pluralidad del argumento interno de escribir –las cartas-. De hecho, si sustituimos
el imperfecto por el indefinido, se apreciará un cambio de significado, tal y como se
observa en (34).
(34) Pocos días más tarde escribió Fröbel las cartas a Barop y a Adolf
Frankenberg.
En (34) la totalidad de las cartas han sido escritas en bloque, en un periodo
determinado, frente a lo que sucede en (33), donde se van escribiendo
progresivamente. Por tanto, el contexto juega un papel determinante en la
interpretación de un enunciado, puesto que lo enriquece a la vez que la semántica
verbal se mantiene inalterada.
Hasta aquí he explicado de qué manera un predicado télico puede influir en la
obtención de un imperfecto narrativo. Para poder establecer si el modo de acción
condiciona o no el uso narrativo del imperfecto, es preciso analizar qué sucede
cuando un imperfecto combinado con un predicado atélico se inserta en un
contexto narrativo.
Capítulo 3. El imperfecto narrativo
155
3.1.2. Predicados atélicos: actividades y estados
Los predicados atélicos se combinan de forma natural con el imperfecto,
puesto que carecen de límite final o telos y poseen duración. Estos rasgos
favorecen la semántica del imperfecto, dado que no parece haber razón para que el
elemento susceptible de actuar como marco de referencia no pueda estar incluido
en la duración del evento. Así, las lecturas del imperfecto más sobresalientes con
los estados y con las actividades son la continua y la progresiva, en virtud del tipo
del marco temporal disponible –periodo o puntual, respectivamente-.
Ahora bien, ¿esto significa que el imperfecto al combinarse con predicados
atélicos no puede recibir lecturas interpretativas o metarrepresentacionales? La
respuesta, obviamente, es negativa, puesto que la recuperación de un sujeto de
consciencia o, lo que es lo mismo, de un valor interpretativo, es un mecanismo
general para poder mantener la semántica verbal en caso de conflicto entre esta y
algún elemento contextual. Por tanto, si en un enunciado, independientemente del
modo de acción del predicado, se produce un desajuste que pone en tela de juicio
las instrucciones codificadas por la forma verbal se pone en marcha algún
mecanismo de resolución, como sucede en (35).
(35) Este lunes corría Paula, ¿verdad?
El conflicto surge a propósito del marco de referencia, puesto que el
circunstancial este lunes no está situado en un punto del pasado, sino del futuro.
Por tanto, la condición de anterioridad de R (R_H) no se satisface y el destinatario,
como ya sabemos, infiere la presencia de un sujeto de consciencia que actúa como
marco. De esta manera, el enunciado (35) reproduce las palabras emitidas por una
persona en el pasado y se obtiene un valor citativo.
Esta misma lectura puede activarse con un estado si el contexto así lo
favorece, como muestro en (36).
Capítulo 3. El imperfecto narrativo
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(36) El mes que viene Susana estaba en Brasil.
Este enunciado, al igual que el anterior, reproduce palabras o supuestos
emitidos en el pasado, por lo que es posible mantener la semántica del imperfecto
gracias a la recuperación de un sujeto en el pasado. Como vemos, no parece haber
una correspondencia entre usos interpretativos del imperfecto y modo de acción,
ya que el contexto desempeña un papel fundamental en la obtención de efectos de
sentido. De acuerdo con lo expuesto hasta aquí acerca de los predicados atélicos,
parece legítimo pensar que el valor narrativo puede obtenerse también con
estados y actividades. Esta idea está defendida por Bres al presentar un ejemplo
considerado por él como narrativo, reproducido en (37).
(37) (cotexte semelfactif) Après une tournée de cassis, on montait dans
deux fiacres, et l’on roulait. Arrivé à Vincennes, on descendait, et toute
la troupe se mettait à marcher en bande. (Goncourt, Germinie
Lacerteux).
(contexto semelfactivo) Después de una ronda de licor de casís,
subíamos en dos taxis y circulábamos. Llegados a Vincennes,
descendíamos, y toda la tropa comenzaba a marchar en banda.
(Traducción propia)
En este enunciado aparecen cuatro imperfectos, de los cuales solo circulaba
corresponde a un predicado atélico –actividad-. Sabemos por el contexto que el
evento ha tenido lugar, ya que el sujeto ha llegado a Vincennes, lo que lleva a Bres a
considerarlo un imperfecto narrativo. Ahora bien, es cuestionable el modo de
acción de este imperfecto, ya que en el contexto se explicita la meta –Vincennes-,
por lo que es lícito pensar que se trata de una realización y no tanto de una
actividad –no olvidemos que el modo de acción es composicional y que ciertos
complementos imponen telicidad al evento-. Así, este enunciado supone la
enumeración de imperfectos narrativos, que nos presentan los hechos en
desarrollo a través de la mirada y de la perspectiva de un sujeto de percepción,
Capítulo 3. El imperfecto narrativo
157
testigo de la escena. Por tanto, no considero que se trate de un ejemplo de
imperfecto narrativo con un predicado atélico, sino, una vez más, de un imperfecto
narrativo con un predicado télico: una realización.
Veamos otro ejemplo que ofrece Bres (2005).
(39) Comme elle ne répondait pas, il essaya d’ouvrir. Le verrou n’était
point poussé.
Elle rêvait, accoudée á la fenêtre.
Il se jeta à ses genoux qu’il baisait éperdument à travers la robe de nuit.
Elle ne disait rien, enfonçant ses doigts fins, d’une manière caressante,
dans les cheveux du baron. Et soudain, se dégageant comme si elle eût
pris une grande résolution, elle murmura de soin air hardi.
(Maupassant, Un coq chanta).
Como ella no respondía, él trató de abrir. El cerrojo no estaba echado.
Ella soñaba, asomada a la ventana.
Él se dejó caer a sus rodillas, que besaba locamente a través del
camisón. Ella no decía nada, presionando sus finos dedos, de una
manera cariñosa, en el cabello del barón. Y de repente, saliendo como si
hubiera tomado una gran solución, ella susurró el cuidado aire audaz.
(Traducción propia).
El imperfecto susceptible de análisis para Bres es besaba. A fin de establecer
si se trata de un imperfecto narrativo a o no, el lingüista francés reemplaza el
imperfecto por el indefinido besó para comprobar si tal sustitución es factible. En
efecto, esta operación es posible, por lo que este lingüista determina que el valor
narrativo del imperfecto se puede obtener asimismo con actividades.
Capítulo 3. El imperfecto narrativo
158
A propósito de esta afirmación, creo que es necesario reseñar que si
cambiamos el imperfecto besaba por la correspondiente forma perfectiva, se
produce un cambio sustancial de significado, ya que el predicado besar en
imperfecto no remite a un único evento, sino a múltiples. Aquí, besaba recibe una
interpretación iterativa en la que el hombre besa repetidamente a la mujer, frente
a la interpretación que recibe el indefinido, en la que parece que solo ha tenido
lugar un único beso. No se trata, por tanto, de un imperfecto narrativo, sino de un
imperfecto iterativo.
Como vemos, es necesario prestar atención a todos los elementos antes de
determinar cuál es la lectura que se activa en un enunciado dado, puesto que
intervienen diferentes factores, y no siempre la prueba es tan sencilla como
sustituir el imperfecto por el indefinido correspondiente para determinar si se
trata de un imperfecto narrativo.
En cuanto a los estados, Bres considera que pueden dar lugar a un
imperfecto narrativo si el contexto favorece tal interpretación y ofrece prueba de
ello, como muestro en (39) y (40).
(39) Elle le vit, se montra, sourit.
Le soir même, il [le capitaine] était son amant.
Ils s’affichèrent, se donnèrent en spectacle, se compromirent
mutuellement, fiers tous deux d’une pareille aventure. (Maupassant, Le
lit 29).
Ella lo vio, subió, sonrió.
Esa misma noche, [el capitán] era su amante.
Capítulo 3. El imperfecto narrativo
159
Se prometieron, se dieron en espectáculo, se comprometieron
mutuamente, orgullosos de una aventura semejante. (Traducción
propia)
(40) Quand la Chautefleurie apprit ces choses horribles, elle ne pleura
pas, elle remua les lèvres comme pour parler, mais ne put. Le
lendemain, ses cheveux étaient gris. Le surlendemain elle avait disparu.
(Hugo, Notre-Dame de Paris).
Cuando Chautefleurie se enteró de estas cosas horribles, no lloró,
removió los labios como para hablar, pero no pudo. Al día siguiente, sus
cabellos estaban grises. Dos días después había desaparecido.
(Traducción propia).
No cabe duda de que Ser su amante y ser grises los cabellos son estados y,
como tales, se combinan de forma natural con el imperfecto. Sin embargo,
aparecen en un contexto prototípicamente narrativo, donde aparece un
circunstancial que expresa progresión temporal. Bres comprueba que ambos
imperfectos pueden reemplazarse por los correspondientes indefinidos, como
se aprecia en (41) y (42).
(41)Le soir même il fut son amant.
Esa misma noche fue su amante. (Traducción propia)
(42) Le lendemain, ses cheveux furent gris. Le surlendemain elle avait
disparu.
Al día siguiente, su cabellos fueron grises. Dos días más tarde, había
desaparecido. (Traducción propia)
Capítulo 3. El imperfecto narrativo
160
Por tanto, para Bres, los imperfectos de (41) y (42) son ejemplos de
imperfectos narrativos con estados. A pesar de la conclusión a la que llega el
lingüista francés, no es muy aceptada entre los investigadores de este uso del
imperfecto. En efecto, Vetters (1996) considera que el valor que surge en un
enunciado como el de (41) es incoativo, en tanto que muestra el límite inicial, es
decir, el momento en que el evento tiene lugar. Es lícito pensar, en este sentido,
que posiblemente este valor incoativo que se activa en (39) sea el resultado del
empleo de un estado en un contexto narrativo, es decir, el equivalente del
imperfecto narrativo para los estados.
Con todo, parece que, del mismo modo que el contexto puede forzar una
interpretación en la que el evento ha llegado a su término a pesar de estar en
imperfecto, el contexto podría forzar una interpretación incoativa, puesto que
podría explicarse igualmente como un efecto producido por el contexto, sin
necesidad de modificar la semántica verbal. Por otro lado, el enunciado (39) puede
recibir una interpretación continua, esto es, una lectura básica o descriptiva del
imperfecto, en la que el evento hubiera comenzado previamente y se prolongara
más allá de la temporalidad establecida por el circunstancial. Frente a esta, al
emplear el indefinido, el predicado puede entenderse como un logro, es decir, de
manera que el estado sería coaccionado aspectualmente.
No considero, frente a la conclusión a la que llega Bres, que en (39) y en (40)
estemos ante imperfectos narrativos, sino más bien ante imperfectos continuos o,
en todo caso, con un valor incoativo en el que se incide sobre el momento en que
tiene lugar el nuevo estado.
Para Labeau (2004)16, por su parte, el enunciado (40) no constituye un ejemplo
de imperfecto narrativo puesto que no puede ser reemplazado por un indefinido;
(42) sería un enunciado anómalo. Coincido con Labeau en este aspecto, ya que me
resulta poco natural el empleo del indefinido en ese enunciado.
16Seguimos a Bres (2005a: 100) en esta argumentación.
Capítulo 3. El imperfecto narrativo
161
Es necesario señalar que Bres (2005) considera que dicho enunciado es
aceptable por extensión, puesto que lo son otros enunciados en los que aparece un
estado en indefinido y un circunstancial puntual, como ejemplifica con (43).
(43) Et je le laisse là à se tordre comme un osier pelé.
Ça, c’était Saturnin.
Le soir, mon assiette fut à côté de la sienne.
Y le dejé allí, torciéndose como un mimbre pelado.
Era Saturnino.
Por la noche, mi plato estuvo al lado del suyo. (Traducción propia)
Si en la mayor parte de los casos un estado en imperfecto con un
circunstancial puntual puede ser sustituido por un indefinido y, por tanto, se
obtiene una lectura narrativa del imperfecto, Bres considera que no hay razón para
que un enunciado como el de (40) no constituya un ejemplo de imperfecto
narrativo. Sin embargo, es necesario señalar aquí que la razón por la que ciertos
estados son más propensos a combinarse con un indefinido que otros radica en la
naturaleza del propio estado –recordemos que es habitual reconocer que los
estados no constituyen un tipo homogéneo y se han distinguido varios subtipos de
ellos, como los permanentes y los transitorios-. De esta manera, un estado
permanente será más difícilmente combinable con un indefinido que un estado
transitorio.
A partir de estos datos, Bres llega a la conclusión de que, a pesar de que el
efecto narrativo es más frecuente con predicados télicos –y dentro de estos con
predicados puntuales más que con predicados durativos-, no se puede restringir
dicho efecto a los predicados télicos puesto que también surge, aunque en menor
Capítulo 3. El imperfecto narrativo
162
medida, con actividades y estados. El factor determinante no es, por tanto, el modo
de acción, sino el contexto, que es el elemento que fuerza una interpretación del
imperfecto en la que el evento parece haber llegado a su término. En palabras de
Bres (2005a),
c’est, d’un point de vue qualitatif, sur les achèvements que ledit effet est le plus net. L’effet
narratif est manifeste avec un achèvement ; il s’atténue un peu avec un accomplissement,
davantage avec une activité, plus encore avec un état (Bres, 2005a : 104).
Es, desde un punto de vista cualitativo, sobre los logros que dicho efecto es menos nítido. El
efecto narrativo se manifiesta con un logro ; se atenúa un poco con una realización, más con
una actividad, más todavía con un estado. (Traducción propia).
Ahora bien, si aceptamos dicha afirmación, deberemos considerar los
imperfectos de (44) como imperfectos narrativos, puesto que el contexto
posterior obliga a interpretar que el evento en cuestión ha llegado a su fin.
(44) En 2004 trabajaba en una empresa de publicidad, en 2009
trabajaba en un hotel y ahora es autónomo.
A pesar de que el contexto fuerce una interpretación en la que los eventos
han llegado a su término, no me parecen verdaderos imperfectos narrativos, sino
más bien enumeración de imperfectos progresivos o continuos. De hecho, este
enunciado sería parafraseado con la perífrasis progresiva en vez con el indefinido,
de forma más natural.
Sintetizando lo expuesto hasta aquí, a diferencia de Bres, considero que el
modo de acción es un factor esencial en la obtención del valor narrativo del
imperfecto, lo cual no significa que todos los logros y las realizaciones en
imperfecto admitan tal lectura, como hemos visto con anterioridad. Con los logros
puros, la lectura narrativa es más sobresaliente, con los logros con fase y con las
realizaciones será el contexto el que favorezca una interpretación narrativa o
progresiva y con los predicados atélicos resulta más natural la lectura progresiva o
Capítulo 3. El imperfecto narrativo
163
en desarrollo. Por tanto, el modo de acción es determinante en la interpretación de
un enunciado.
Si tenemos en cuenta esta situación en la que estados y actividades reciben
una interpretación en desarrollo del imperfecto en un contexto narrativo y las
realizaciones en semejante contexto parecen estar a caballo entre la lectura
progresiva y la narrativa, es lícito preguntarse hasta qué punto el imperfecto
narrativo no puede ser un tipo especial de uso progresivo. Con los estados, las
actividades y las realizaciones, parece una idea sostenible, pero encuentra un
obstáculo con los logros puros, ya que carecen de duración.
Pues bien, si recordamos que para mantener la imperfectividad del
imperfecto narrativo es necesario recuperar la presencia de un sujeto de
consciencia con respecto al cual la situación está en desarrollo, podemos
considerar que, incluso con los logros puros, es factible mantener el valor
progresivo, gracias a dicho sujeto. Recordemos el ejemplo (32), repetido aquí por
comodidad como (45), para comprobar que incluso con los logros puros resulta el
evidente la visualización en desarrollo del evento –solo es necesario encontrar un
contexto adecuado-.
(45) Cinco minutos después, cuando por fin pude verlo correr entre la
maraña de cabezas del graderío, marcaba el gol de la victoria.
Veamos ahora qué impacto tiene el circunstancial en la obtención del
imperfecto narrativo.
Capítulo 3. El imperfecto narrativo
164
3.2. Presencia de complemento circunstancial
En el apartado anterior he expuesto por qué para Bres el modo de acción no
constituye un requisito obligatorio para la producción del valor narrativo, por lo
que resulta conveniente preguntarse ahora si la presencia del circunstancial del
tipo x tiempo más tarde es obligatoria o es facultativa.
Tal y como señala Bres, hay gramáticos que consideran la presencia del
circunstancial un requisito obligatorio para la obtención del valor narrativo del
imperfecto, como Brunot y Bruneau (1947/1969), Grevisse (1955/1969) o Martin
(1971); sin embargo, este hecho no parece estar confirmado por los datos de su
propio corpus, donde el circunstancial aparece únicamente en un 35% de los casos.
Bres (2005a: 106) ofrece un ejemplo extenso en el que se conjugan
imperfectos narrativos tanto con circunstancial, como sin él. Lo presento aquí
como (46).
(46) Grisé par l’alcool, le maçon nîmois voit rouge
[…]. Le dimanche déjà, les hasards de son périple le (a) conduisaient
une première fois au Maryand. Sans un sou après 24 heures où il avait,
dit-il, « claqué » 2000F, le jeune maçon (b) demandait au patron de
l’établissement un peu d’argent. Comme A. Boissin refusait
catégoriquement de lui prêter les 2000F exigés, Comte (c) quittait les
lieux sans incident. Mais le soir, après un bref passage chez sa
compagne qui lui (d) reprochait vertement son absence et son état
d’ivresse, Comte (e) revenait au bar. Une arme dans chaque main, il (f)
tenait de s’emparer du tiroir-caisse et comme M. Boissin voulait
s’interposer, il (g) faisait feu à trois reprises. L’un des coups (h)
atteignait le propriétaire des lieux au niveau de la tête. Un autre
projectile (i) allait se ficher sous la machine à café. L’épouse de M.
Boissin (j) devait alors, toujours sous la menace des armes, remettre
Capítulo 3. El imperfecto narrativo
165
500F au forcené qui (k) prenait la fuite pour se réfugier chez sa mère
(Midi Libre).
Embriagado por el alcohol, el albañil nimés ve rojo.
[…]El domingo ya las casualidades de su periplo le (a) conducían una
primera vez a Maryand. Sin dinero después de 24 horas donde tenía,
dijo, "pulidos" 2000F, el joven albañil (b) pedía al titular del
establecimiento un poco de dinero. Como A. Boissin se negaba
categóricamente a prestar los 2000F requeridos, Comte (c) dejaba los
locales sin incidentes. Pero por la noche, después de un breve paseo a
casa de su compañera que le (d) reprochaba duramente su ausencia y
su borrachera, Comte (e) volvía al bar. Un arma en cada mano, él (f)
quería apoderarse de la caja registradora y como Sr. Boissin quería
intervenir, él (g) disparaba tres veces. Uno de los disparos (h)
alcanzaba al propietario de los locales a la cabeza. Otro proyectil (i) iba
a parar debajo de la máquina de café. La esposa del Sr. Boissin (j) debía
entonces, todavía bajo la amenaza de las armas, entregar 500F al loco
que (k) se escapaba para refugiarse en casa de su madre. (Traducción
propia).
En este ejemplo se percibe gran heterogeneidad en cuanto a la presencia del
circunstancial: tres de los imperfectos considerados por Bres como narrativos son
introducidos por dicho complemento, mientras que siete carecen de él. Si nos
fijamos en los circunstanciales el domingo y la tarde, de (a) y de (d)
respectivamente, resultan obligatorios asimismo con el pasado simple, por lo que,
en estos casos, no pueden ser considerados elementos propios del valor narrativo
del imperfecto, sino elementos favorecedores de la cohesión discursiva. La
presencia o ausencia del circunstancial parece estar circunscrita al contexto y no
tanto a la forma verbal.
Capítulo 3. El imperfecto narrativo
166
En español, a partir de los datos recopilados en mi corpus, también se
emplea el imperfecto narrativo sin la presencia del circunstancial, como
ejemplifico en (47) y (48).
(47) Y he aquí que oyó risas, exclamaciones; dos transeúntes se habían
fijado en su facha; un guardia le detenía severamente, amenazándole,
(Pardón Bazán, El pajarraco).
(48) Salió de nuestra casa como había entrado. Con las manos en los
bolsillos y una gran sonrisa desolada. Su gran sonrisa desolada se
repetía en su gran frente despejada y en las entradas de esa frente, que
penetraban por el pelo como una hoz por un campo de hierba. Nosotros
lo veíamos partir impotentes. Abría la puerta, bajaba por la escalera,
desaparecía por ella y luego aparecía en los rellanos, el sonido de
sus pasos descendía y descendía, hasta que dejaba de verse y de oírse
(C. Sánchez, El palacio varado. CREA).
Como podemos apreciar, en estos enunciados aparecen imperfectos cuya
interpretación es narrativa sin necesidad de que aparezcan acompañados por un
circunstancial del tipo x tiempo más tarde. La razón de esta ausencia en (48) puede
estar relacionada con la subordinación de los imperfectos al verbo de percepción
ver, de manera que se enumeran los hechos conforme tienen lugar sin el
requerimiento de un elemento temporal, puesto que están previamente
contextualizados. Si en (47) añadimos un circunstancial, parece que no se produce
ningún cambio de significado ni de matiz. De hecho, dicho elemento solo incide en
el tiempo transcurrido entre el evento anterior y la situación descrita por el
imperfecto narrativo.
En ambos enunciados, el destinatario debe inferir la presencia de un sujeto
de percepción ante la inexistencia de un marco de referencia disponible en el
contexto que esté situado en el pasado e incluido en el evento. Se trata, como
vemos, de la misma explicación que he ofrecido en casos anteriores.
Capítulo 3. El imperfecto narrativo
167
Bres trata de determinar bajo qué condiciones la presencia del
circunstancial es demandada contextualmente. Los datos de su corpus revelan
cuatro posibles razones que condicionan la presencia del circunstancial (Bres,
2005: 113): la relación temporal de contigüidad, los predicados estativos, la
cohesión contextual o el cumplimiento de las expectativas y la determinación de
una parte del evento o del evento global. Las presentaré aquí de forma sucinta,
dado que no arrojan ninguna luz sobre el impacto del circunstancial en la
activación del valor narrativo del imperfecto.
Tal y como señala este lingüista, la primera razón se propone para los
predicados télicos y “concerne la distance entre l’événement auquel réfère le
procès à l’IN et le dernier événement qui le précède” (2005a : 107) (“concierne la
distancia entre el evento al que se refiere el proceso en imperfecto narrativo y el
último evento que le precede” (traducción propia)). De este modo, si la relación
que mantienen es de continuidad sucesiva, el circunstancial puede ser omitido; si,
por el contrario, ambos eventos no aparecen en relación de continuidad sino que
se establece una ruptura o un salto temporal, la presencia del circunstancial es
obligatoria, como ejemplifica Bres con (49) y con (50), respectivamente:
(49) Je lui remis discrètement une enveloppe contenant ses frais de
voyage.
?(Huit jours plus tard), elle m’adressait une lettre de Gênes.
(Maupassant, Rouerie).
Le di discretamente un sobre con los gastos del viaje.
? (Ocho días más tarde), me enviaba una carta de Génova. (Traducción
propia)
(50) Le grand-mère vint ouvrir en s’essuyant les mains avec son tablier
dont le cordon trop serré faisait rebondir son ventre de vieille femme.
Capítulo 3. El imperfecto narrativo
168
Quand elle vit l’instituteur, elle eut un geste vers ses cheveux pour les
peigner. « Alors, la mémé, dit M. Bernard, en plein travail, comme
d’habitude ? Ah! Vous avez verres et de l’anisette (Camus, Le Premier
Homme).
La abuela abrió la puerta secándose las manos en el delantal, cuyo
cordón apretaba bastante su vientre de mujer mayor. Cuando vio al
maestro, hizo un gesto hacia su pelo para peinarlos. « Así que, abuelita,
dijo Sr. Bernard, ¿en pleno trabajo, como de costumbre ? ¡ Ah! Tiene
vasos y anisete. (Traducción propia).
En el primer enunciado, el evento enviar no mantiene una relación de
contigüidad con el evento entregar, puesto que entre ellos media un periodo más o
menos extenso de tiempo; de ahí, la necesidad del circunstancial ocho días más
tarde. En el segundo, en cambio, los eventos suceden de forma secuencial, es decir,
entre ellos no se establece ningún periodo temporal, lo cual autoriza la ausencia
del circunstancial. El indefinido, a diferencia del imperfecto narrativo, sí puede
aparecer sin el circunstancial cuando expresa un evento que no está en relación de
contigüidad con el anterior, como ejemplifica con (51) y (52).
(51) Pour la première fois de sa vie, il ne s’ennuya pas ou théâtre et il
passa sa nuit avec des filles.
Six moins plus tard, il se remariait. Sa seconde femme était très
honnête, mais d’un caractère difficile. Elle le fit beaucoup souffrir
(Maupassant, Les Bijoux).
Por primera vez en su vida, no se aburrió en el teatro y pasó la noche
con las chicas.
Capítulo 3. El imperfecto narrativo
169
Seis meses más tarde, se volvía a casar. Su segunda mujer era muy
honesta, pero de un carácter difícil. Ella le hizo sufrir mucho.
(Traducción propia).
(52) Pour la première fois de sa vie, il ne s’ennuya pas ou théâtre et il
passa sa nuit avec des filles.
?Il se remariait/ Il se remaria. Sa seconde femme était très honnête,
mais d’un caractère difficile. Elle le fit beaucoup souffrir.
Por primera vez en su vida, no se aburrió en el teatro y pasó la noche
con las chicas.
? Se volvía a casar / se volvió a casar. Su segunda mujer era muy
honesta, pero de un carácter difícil. Ella le hizo sufrir mucho.
(Traducción propia).
Si bien es cierto que esta explicación para las realizaciones y los logros
parece encajar con los datos, esto no sucede con los estados, dado que la presencia
del circunstancial resulta imprescindible con este tipo de predicado, como muestra
Bres con (53) y (54).
(53) Elle le vit, se montra, sourit.
Le soir même il était son amant. (Maupassat, Le Lit 29).
Ella le vio, subió, sonrió.
Esa misma noche era su amante. (Traducción propia).
(54) Elle le vit, se montra, sourit.
Capítulo 3. El imperfecto narrativo
170
? Il était son amant.
Ella le vio, subió, sonrió.
? Era su amante. (Traducción propia).
Como he señalado en el apartado anterior, considero que el modo de acción
es un factor determinante en la obtención del efecto narrativo del imperfecto y que
este se activa únicamente con predicados télicos. Por esta razón, no considero que
(53) suponga un ejemplo de imperfecto narrativo. En este caso, la exigencia
contextual del circunstancial puede deberse a cuestiones de cohesión textual, a fin
de restringir la temporalidad del estado y concretar que no eran amantes antes de
verse, sino que fue a raíz de esa misma tarde. El circunstancial resulta
imprescindible en este enunciado, porque si no aparece el estado no puede recibir
la lectura incoativa que parece ser equivalente de la narrativa para este tipo de
predicados.
Hay un hecho que para Bres supone un contraejemplo a la hipótesis de la
relación de contigüidad que he presentado y que ejemplica con el enunciado
reproducido como (55)17.
(55) Son mari lui envoya une lettre dans laquelle il lui enjoignait
tendrement de revenir auprès de lui.
Elle retournait au Val de Ciré. Son mari l’accueillit éperdu d’amour.
Su marido le envió una carta en la que le ordenaba cariñosamente ir
cerca de él.
Ella volvía al Val de Ciré. Su marido la recibía loco de amor. (Traducción
propia)
17 Bres (2005a: 111).
Capítulo 3. El imperfecto narrativo
171
En este enunciado, observamos que el imperfecto narrativo puede aparecer en
ausencia de circunstancial, a pesar de que entre el evento en cuestión y el anterior
se interpone un determinado periodo de tiempo. A este respecto, señala Bres
(2005a : 111) que “on fera l’hypothèse que ce qui impose le circonstant avec
l’imparfait, c’est, complémentaire à la distance temporelle, le caractère imprévu de
l’événement” (ʺse hará la hipótesis de que lo que impone le circunstancial con el
imperfecto es, complementaria a la distancia temporal, le carácter imprevisto del
eventoʺ (traducción propia)). Es decir, si el imperfecto describe una situación que
responde a las expectativas del destinatario, el circunstancial no es necesario.
En el enunciado (55), la vuelta de la mujer es esperable puesto que,
previamente, el marido le ha solicitado que regresara junto a él, lo que favorece la
ausencia del circunstancial. Sin embargo, esta hipótesis no permite dar cuenta de
un enunciado donde el imperfecto narrativo describe un evento que cumple las
expectativas, como (56).
(56) « […] Voulez-vous accepter de venir passer un mois chez nous. Ce
serait très gracieux de votre part. »
Je fus stupéfait mais j’acceptai.
Donc, un mois plus tard, j’arrivais chez eux dans leur domaine de
Vertcresson, en Touraine […] (Maupassant, La Porte).
“¿Acepta venir a pasar un mes a nuestra casa? Sería muy amable por
vuestra parte”.
Me quedé estupefacto pero acepté.
Entonces, un mes más tarde, yo llegaba a su casa en su hacienda de
Vertcresson, en Touraine. (Traducción propia).
Capítulo 3. El imperfecto narrativo
172
En (56) lo esperable es la llegada del sujeto a Touraine, dado que en un
momento previo ha sido aceptada la invitación, y, sin embargo, la presencia del
circunstancial parece ser obligatoria a pesar de que el evento en imperfecto
cumple las expectativas generadas por la previa aceptación. Podríamos pensar que
la presencia del circunstancial en este enunciado está sujeta a la distancia temporal
que se establece entre el envío de la invitación y la llegada del sujeto.
Bres da un paso más allá al analizar el enunciado (56) y percibe que el
evento llegar supone la fase final de todo el proceso que se inicia desde la
aceptación de la invitación. Por ello, propone sustituir dicho evento por uno que
describa todo el desplazamiento, como ir, a fin de comprobar si el hecho de que el
proceso focalice una parte de todo el proceso o describa todo el proceso en sí
mismo influye en la presencia o ausencia del circunstancial, como vemos en (57).
(57) Je fus stupéfait mais j’acceptai.
Donc, je me rendais chez eux dans leur domaine de Vertcresson, en
Touraine. On m’attendait à la gare.
Me quedé estupefacto pero acepté.
Entonces, me quedé en su casa en su hacienda de Vertcresson, en
Touraine. Me esperaba en la estación. (Traducción propia).
Al sustituir el verbo llegar por ir se produce un cambio importante ya que
con este último la presencia del circunstancial parece ser opcional. Esto demuestra
que si el imperfecto narrativo describe el proceso en sí mismo y no solo una parte,
es posible la omisión del circunstancial. En palabras de Bres (2005a),
quand il y a saut temporel entre deux événements, le seconde procès ne peut se présenter
sans circonstant, au passé simple comme á l’imparfait, que s’il verbalise l’entier de
l’événement et non, métonymiquement, une partie de celui-ci (Bres, 2005a : 112).
Capítulo 3. El imperfecto narrativo
173
cuando hay un salto temporal entre dos eventos, el segundo proceso no puede
representarse sin circunstancial, en pasado simple como en imperfecto, si verbaliza todo el
evento y no, metonímicamente, una parte de este. (Traducción propia).
Ahora bien, a la luz de esta última hipótesis, este lingüista se pregunta por
qué con la locución verbal tomar el camino, que supone igualmente el proceso que
tiene lugar, resulta anómalo un enunciado el enunciado donde se omite el
elemento circunstancial, como sucede en (58).
(58) Je fus stupéfait mais j’acceptai.
Donc, ?je prenais chez eux dans leur domaine de Vertcresson, en
Touraine. On m’attendait à la gare.
A raíz de las diferentes propuestas presentadas por Bres para esclarecer el
comportamiento del circunstancial y las razones que avalan su presencia o
ausencia, da la sensación de que lo que hace el autor es ofrecer explicaciones
creadas ad hoc. De hecho, al final del capítulo que dedica al circunstancial junto al
imperfecto narrativo, señala que los enunciados sin circunstancial que juzgamos
como anómalos son reales, por lo que pueden ser empleados en francés. Esto se
puede entender si asumimos que es el contexto el que determina la presencia o
ausencia de dicho elemento lingüístico. Lo que parece claro es que “la présence
d’un circonstant est loin d’être “cruciale” dans la production du tour narratif, dans
la mesure où l’IN peut fréquemment apparaître en son absence” (2005a : 118) (“la
presencia de un circunstancial está lejos de ser ‘crucial’ en la producción del giro
narrativo, en la medida en que el imperfecto narrativo puede aparecer
frecuentemente en su ausencia” (traducción propia)).
Esta misma situación la encontramos en español, como he señalado al
comienzo de este apartado, de manera que el imperfecto narrativo no puede ser
definido por la presencia de un circunstancial del tipo x tiempo más tarde, puesto
que es posible encontrar este valor sin la presencia del circunstancial. Es el que
contexto el que favorece que este elemento se materialice o no.
Capítulo 3. El imperfecto narrativo
174
Hasta ahora, todos los circunstanciales analizados responden al tipo x
tiempo más tarde o x tiempo después; de hecho, al describir el imperfecto
narrativo, es habitual situarlo detrás de un elemento semejante. Sin embargo, en el
corpus de Bres aparecen imperfectos narrativos en combinación con
complementos durativos y no puntuales, a diferencia de los anteriores. A
continuación cito algunos de ellos.
(59) Coriolis s’était mis à attaquer deux grandes toiles. Il y travaillait
quinze mois […]. À l’exposition du 15 mai, ces deux toiles montraient un
renouvellement du peintre. (Goncourt, Manette Salomon).
Coriolis comenzaba a atacar dos grandes lienzos. Trabajaba en ello
quince meses […]. En la exposición del 15 de mayo, estos dos lienzos
mostraban una renovación del pintor. (Traducción propia)
(60) Le soir, à 22h30, le révérend Jackson était appelé à la Maison
Blanche où il passait deux heures à parler et à prier avec Hilary et
Chelsea. (Le Monde).
Por la noche, a las 22h30, el reverendo Jackson era llamado a la Casa
Blanca donde pasaba dos horas hablando y rezando con Hilary y
Chelsea. (Traducción propia)
(61) Et ce mort-vivant, ainsi privé de tous les moyens, restait l’œil
toujours dirigé sur le secrétaire, et il demeurait ainsi du mardi au jeudi,
ayant, aux dires du médecin, sa connaissance jusqu’à dernier moment.
(Goncourt, Journal).
Y este muerto-viviendo, privado de todos los medios, quedaba el ojo
siempre dirigido hacia el secretario, y permanecía así de martes a
jueves, teniendo, en palabras del médico, su conocimiento hasta el
último momento. (Traducción propia)
Capítulo 3. El imperfecto narrativo
175
(62) Appelées en renfort, des forces de l’ordre tentaient de disperser
les trublions à coup de gaz lacrymogène. Les deux camps en présence
jouaient jusqu’au petit matin au chat et à la souris. (Goncourt, La
Faustin).
Acudidos los refuerzos, las fuerzas del orden trataban de dispersar a los
alborotadores con gas lacrimógeno. Los dos bandos implicados jugaban
hasta la madrugada al gato y al ratón. (Traducción propia)
En estos cuatro enunciados, el circunstancial mide la duración del evento, lo
que resulta, en principio, incompatible con el imperfecto debido a su carácter
aspectual imperfectivo; de hecho, como podemos apreciar, los imperfectos
narrativos que aparecen pueden ser reemplazados por un indefinido, que visualiza
el evento en su totalidad. Ahora bien, como he señalado en el capítulo 1, el
imperfecto en combinación con un complemento circunstancial que mide la
duración del evento es apto para obtener una lectura habitual, en la que cada uno
de los microeventos es perfectivo –de ahí la razón por la que se combina con un
complemento que demanda perfectividad- y lo marcado imperfectivamente es el
macroevento. Sin embargo, de estos enunciados solo el tercero –número (61)-
parece ser susceptible de recibir semejante lectura debido a la presencia del
adverbio temporal siempre. Este puede interpretarse de forma habitual o
distributiva, es decir, en repetidas ocasiones el sujeto se ha quedado observando al
secretario de martes a jueves, frente a la interpretación continua que se obtiene de
la combinación del indefinido y del adverbio siempre.
Si nos fijamos ahora en los enunciados restantes, en los que, de igual modo,
aparece un imperfecto junto a un complemento que mide la duración del evento,
comprobaremos que todos los imperfectos pueden recibir una lectura continua –
recordemos que dicha lectura es uno de los valores básicos del imperfecto, junto a
la habitual y a la progresiva-, en la que el evento ha comenzado con anterioridad y
se prolonga más allá del límite expresado por el circunstancial.
Capítulo 3. El imperfecto narrativo
176
Si esto es así, no creo que haya razón para catalogar estos enunciados como
casos de imperfectos narrativos como afirma Bres, sino más bien como
imperfectos continuos. La razón para no considerar estos imperfectos como
narrativos no está en la naturaleza del complemento circunstancial, sino en la del
predicado, dado que todos los eventos en imperfecto son durativos –ya hemos
visto que, en este caso, la lectura en desarrollo parece más natural-. De hecho es
posible encontrar imperfectos narrativos combinados con circunstanciales de
diferentes tipos y no exclusivamente con complementos del tipo x tiempos más
tarde, como ejemplifico en (63) y (64).
(63) Tres minutos más tarde nacía el heredero.
(64) Entre las 10 y las 12 nacía el heredero.
En estos enunciados aparece un predicado puntual –logro- combinado con
el imperfecto y remite a un único evento. Como ya sabemos, el imperfecto requiere
la presencia de un marco de referencia situado en el pasado, como podrían ser los
circunstanciales tres minutos más tarde y entre las 10 y las 12, respectivamente. El
segundo requisito que se desprende de la semántica del imperfecto es la inclusión
del marco en el evento para poder mantener la imperfectividad. En el primer caso,
la relación de inclusión no se mantiene puesto que se establece una relación de
simultaneidad entre el circunstancial y el evento. En el segundo ejemplo, la
relación de inclusión no es del marco en el evento, sino del evento en el marco
puesto que el nacimiento se produce en un momento preciso comprendido entre
las 10 y las 12. Así pues, es necesario recuperar un sujeto de percepción que actúe
de marco de referencia, debido a que ninguno satisface las exigencias impuestas
por la semántica verbal. Así las cosas, es posible obtener imperfectos narrativos
con circunstanciales durativos, siempre que el contexto lo favorezca.
Veamos a continuación qué sucede con el tercero de los rasgos definitorios
del imperfecto narrativo: la contribución a la progresión temporal.
Capítulo 3. El imperfecto narrativo
177
3.3. Progresión temporal
En varias ocasiones he hecho referencia a la relación temporal que se
establece entre dos eventos dados; sin embargo, aún no hemos explicado de dónde
surge dicha relación. Para explicar qué elementos activan una determinada
relación temporal se ha recurrido al tipo de discurso, pero no parece que el orden
temporal se limite a unos tipos discursivos específicos. Si bien es cierto que el
orden positivo –con el que el tiempo avanza- parece ser más propio del discurso
narrativo y el orden inverso –o regresión temporal- del discurso explicativo, esto
no impide que con otros tipos de discurso como el procedimental –las recetas de
cocina, por ejemplo- los eventos se organicen de forma progresiva, es decir, que el
tiempo de los eventos avance.
Asimismo, en una narración es posible encontrar pasajes en los que la
relación temporal no es de progresión, sino de regresión, de simultaneidad o de
inclusión, entre otras. Por tanto, parece que el tipo de discurso no resulta ser el
elemento crucial para la determinación del orden temporal, lo que no implica que
no pueda percibirse cierta tendencia de orden en un discurso u otro. Dicho con
otras palabras, el hecho de que la tipología discursiva no imponga las relaciones
temporales establecidas entre los eventos no implica que no pueda favorecer una
relación u otra.
Frente a la hipótesis que asocia la relación temporal al tipo de discurso,
encontramos una explicación semántica basada en las reglas codificadas por los
tiempos verbales, de manera que el orden establecido entre los eventos está
determinado por la semántica verbal. Para Kamp y Rohrer (1983), el tiempo solo
avanza con el indefinido y con ciertos usos del pretérito perfecto. La razón hay que
buscarla en la propia semántica del indefinido, tal y como señala Saussure (2000):
pour Kamp y Rohrer, le passé simple délivre une instruction forte sur la progression
temporelle, qui se traduit par une incrémentation de la position du point R, le point de
référence de Reichenbach, et, du même coup, du point de l’événement, le point E, puisque la
combinaison de Reichenbach pour le passé simple est <E,R-S> (Saussure, 2000 : 38).
Capítulo 3. El imperfecto narrativo
178
para Kamp y Rohrer, el pasado simple ofrece una instrucción fuerte sobre la progresión
temporal, que se traduce por un incremento de la posición del punto R, el punto de
referencia de Reichenbach, y, al mismo tiempo, del punto del evetno, el punto E, ya que la
combinación de Reichenbach para el pasado siempre es <E,R-S>. (Traducción propia).
Si esto es así, ¿cómo se puede explicar que el tiempo progrese también con
el empleo narrativo del imperfecto y que el indefinido pueda también contribuir a
la simultaneidad e, incluso, a la regresión temporal, como se aprecia en los
enunciados de (65) a (67), respectivamente?
(65) Cinco minutos después, entraba en casa, subía las escaleras, iba a
su dormitorio y cogía la carta.
(66) María tocó la guitarra y Juan la acompañó con el violín.
(67) El paciente perdió un dedo. Tuvo un accidente en el trabajo.
En (65) vemos cómo el sujeto realiza las acciones presentes en el enunciado
de forma progresiva, de manera que el tiempo de los eventos avanza, a pesar de ser
descritos por imperfectos y no por indefinidos. En (66), los eventos tocar la
guitarra y acompañar con el violín tienen lugar de forma simultánea y no de forma
progresiva como cabría esperar. En (67), por su parte, los indefinidos no
mantienen una relación temporal que hace avanzar el discurso, sino que se
establece una regresión temporal, en la que e2 es la causa de e1. Por tanto, parece
que los tiempos verbales no expresan ninguna instrucción fija con respecto a la
relación temporal que se ha de mantener entre los eventos.
A propósito de las relaciones temporales, señala Dowty (1979) que el modo
de acción interviene en el orden temporal, en tanto que “pour qu’il y ait ordre
temporel, il faut que les processus impliqués soient autonomes et que,
minimalement, leur référence temporelle soit localisable à l’intérieur d’un
Capítulo 3. El imperfecto narrativo
179
intervalle donné ou inférable18” (en Moeschler, 2002 : 175) (“para que haya orden
temporal, es necesario que los procesos implicados sean autónomos y que,
mínimamente, su referencia temporal sea localizada en el interior de un intervalo
dado o inferible” (traducción propia)). Esta explicación encuentra fácilmente
contraejemplos. Basta recuperar los enunciados (66) y (67), puesto que se trata de
eventos télicos que no contribuyen a la progresión temporal, como acabamos de
ver.
Así las cosas, es lícito pensar que ni los tiempos verbales ni el modo de
acción son el elemento crucial responsable de la relación temporal, del mismo
modo que no lo es el tipo de discurso; lo que no significa que la tipología
discursiva, la semántica temporal y el modo de acción no pueda favorecerla.
Entonces, ¿cuál es el elemento que activa una relación u otra?
La tercera explicación que se ha ofrecido –asumida aquí- es de índole
pragmática: el orden temporal es inferido a partir de la información lingüística
disponible en el enunciado y del conocimiento del mundo. Así, “l’ordre temporel
est le résultat d’une interprétation qui vise à optimiser le rapport entre effort de
traitement et effets contextuels” (Moeschler, 2002 : 180) (“el orden temporal es el
resultado de una interpretación que pretende optimizar la relación entre esfuerzo
de tratamiento y efectos contextuales” (traducción propia)). Según la perspectiva
adoptada por Saussure (2000),
l’ordre temporel n’est pas uniquement fonction du temps verbal. Il dépend aussi d’autres
facteurs. Premièrement, la présence d’adverbiaux temporels dans l’énoncé ou la séquence
d’énoncés, que ce soit pour dénoter un moment […], pour connecter temporellement les
énoncés entre eux […], peuvent confirmer ou contredire l’ordre temporel donné par le
temps verbal. Deuxièmement, des relations conceptuelles entre les procès, notamment des
relations de causalité, peuvent être nécessaires au destinataire pour interpréter la
séquence d’énoncés à ordonner. Ces relations conceptuelles sont des facteurs contextuels
liés à la connaissance encyclopédique du locuteur et du destinataire (Saussure, 2000 : 37).
18 Kozlowska (2002) considera que no es la telicidad de los eventos la que determina la relación temporal, sino la culminación de los eventos.
Capítulo 3. El imperfecto narrativo
180
El orden temporal no es únicamente función del tiempo verbal. Depende también de otros
factores. En primer lugar, la presencia de adverbios temporales en el enunciado o la
secuencia de enunicados, ya sea para denotar un momento […],para conectar
temporalmente los enunciados entre ellos, pueden confirmar o contradecir el orden
temporal dado por el tiempo verbal. En segundo lugar, las relaciones conceptuales entre los
procesos, incluyendo las relaciones de causalidad, pueden ser necesarias para que el
destinatario interprete la secuencia de enunciados a ordenar. Estas relaciones conceptuales
son factores contextuales ligados al conocimiento enciclopédico del locutor y del
destinatario. (Traducción propia).
Si bien es cierto que los tiempos verbales no contienen en su significado
ninguna instrucción acerca del orden con respecto a los eventos anterior y
posterior, su semántica especifica la relación que se establece entre un punto de
referencia, R, y el evento, E, de manera que contribuye en cierto sentido a la
relación temporal. Así, el indefinido contribuirá con la progresión temporal, puesto
que un incremento, como hemos visto, del punto de referencia supone un
incremento en el evento, mientras que el imperfecto parece favorecer una relación
temporal de simultaneidad y el pluscuamperfecto, de regresión.
Además, como señala Saussure, hay que tener en cuenta la presencia de
adverbios de tiempo, así como la semántica conceptual de los eventos, puesto que
en algunas ocasiones esta puede arrojar luz acerca de la relación temporal. De este
modo, el destinatario dispone de diferentes fuentes de información que le
permiten inferir una relación temporal u otra. Tanto los tiempos verbales, como
los adverbios temporales, las relaciones conceptuales y la tipología discursiva
ofrecen pistas al destinatario que guían las inferencias pragmáticas acerca del
orden de los eventos en el discurso.
Por tanto, asumo que la relación temporal es el resultado de una inferencia
pragmática guiada por la información lingüística y contextual, así como por el
conocimiento del mundo. A la luz de esta propuesta, es esperable que el imperfecto
narrativo aparezca no solo contribuyendo a la progresión temporal, sino también a
otras relaciones. En efecto, Bres señala ejemplos del francés que confirman esta
idea, como el de (68).
Capítulo 3. El imperfecto narrativo
181
(68) Dans les heures suivant la découverte du corps, les gendarmes […]
ont procédé de multiples interrogatoires. La plupart des adultes étaient
entendus. En début d’après-midi, le substitut […] annonçait le
placement en garde à vue du cuisinier […]. Au même moment, à Lille,
Pierre Mauroy présentait ses condoléances à la famille (Le Figaro).
En las horas siguientes al descubrimiento del cuerpo, los policías […]
han procedido a múltiples interrogatorios. La mayoría de los adultos
eran escuchados. Por la tarde, el sustituto […] anunciaba la colocación
bajo la vista del cocinero […]. En el mismo momento, en Lille, Piere
Mauroy presentaba sus condolencias a la familia. (Traducción propia).
De igual modo, en español encontramos enunciados en los que el imperfecto
narrativo mantiene o bien una relación de simultaneidad o bien de regresión, como
en (69) y (70).
(69) Sólo unos días antes, una niña de 13 años, una más, moría en un
hospital público, donde su familia la había llevado para practicarle la
ablación del clítoris, al no resistir la anestesia. (El país, 1997)
(70) Pura salió al pasillo seguida a cierta distancia por Luisa y en ese
mismo momento se abría también la puerta del cuarto de al lado,
(Martín Gaite, Fragmentos de interior.)
El hecho de que un imperfecto narrativo aparezca asociado a una relación
temporal de simultaneidad y/o de regresión no ha de resultar extraño si se tiene
en cuenta que ambas relaciones pueden ser expresadas, de igual modo, con el
indefinido, como ya he señalado. Considero que la relación temporal es el resultado
de un cálculo cognitivo efectuado por el interlocutor a partir de la información
contextual y lingüística. Es decir, los tiempos verbales, desde nuestra concepción,
no expresan relaciones temporales en sí mismos, sino que estas se infieren a partir
de la semántica de las formas verbales y de los elementos contextuales.
Capítulo 3. El imperfecto narrativo
182
Por tanto, la progresión temporal, al igual que sucede con la presencia –y
tipo- del circunstancial, si bien resulta favorecedora para la activación el valor
narrativo del imperfecto, no parece en modo alguno ser condición indispensable.
Capítulo 3. El imperfecto narrativo
183
3.4. Conclusiones
A lo largo de este apartado dedicado a las propiedades que definen al
imperfecto narrativo –a saber, el modo de acción, la presencia de un circunstancial
puntual y la contribución a la progresión temporal-, he seguido el estudio realizado
por Bres (2005) sobre el francés y he comprobado cómo para dicho autor las tres
propiedades que, en principio, producen la lectura narrativa del imperfecto no son
condiciones sine qua non. De hecho, el autor ofrece ejemplos de imperfecto
narrativo con predicados atélicos, sin la presencia del circunstancial y expresando
una relación temporal diferente de no progresión. Bres pretende buscar una
explicación a semejante disparidad, pero parece que todas las hipótesis que
propone presentan contraejemplos que le obligan a desecharlas y a proponer
nuevas.
El único elemento que activa la lectura narrativa del imperfecto no es otro
que el contexto, según Bres: es el contexto el que fuerza a interpretar el imperfecto
en su empleo narrativo. Ahora bien, es necesario señalar que su estudio presenta
algunos puntos cuestionables: ¿todos los ejemplos que ofrece como imperfectos
narrativos lo son en realidad?; si el contexto fuera el único elemento responsable
en la obtención del valor narrativo del imperfecto, deberíamos considerar
imperfectos narrativos otros muchos ejemplos que no parecen serlo, como vimos
en (13) y (15). Bres mantiene la hipótesis de que el imperfecto narrativo es un
imperfecto imperfectivo como todos los demás; sin embargo, no explica qué
mecanismos son necesarios para poder mantener una semántica imperfectiva de
una forma verbal que describe una situación que parece haber llegado a su
término.
Al analizar los datos del español a fin de entender el comportamiento del
valor narrativo del imperfecto en dicha lengua, considero, como sostiene Bres para
el francés, que ni el circunstancial ni la relación temporal de progresión son
indispensables. En efecto, es posible encontrar imperfectos narrativos sin la
presencia de un circunstancial del tipo x tiempo más tarde así como encabezados
con circunstanciales durativos. De modo semejante, el imperfecto narrativo no está
Capítulo 3. El imperfecto narrativo
184
definido por la relación de progresión ya que aparece también expresando otras
relaciones temporales, al igual que sucede con el indefinido. Por tanto, ambos
elementos pueden ser favorecedores pero no determinantes.
A propósito del tercer elemento –el modo de acción-, me distancio de las
conclusiones a las que llega Bres para el francés puesto que considero que este sí
tiene un gran impacto en la obtención del valor narrativo del imperfecto. Dicho
empleo se deriva de la resolución de un conflicto producido entre la demanda de
perfectividad del contexto –favorecida por la presencia de un circunstancial
puntual, la progresión temporal y el modo de acción, y quizá también por datos
adicionales en el contexto- y la semántica del imperfecto y, en concreto, de la
imposibilidad de encontrar en el contexto un elemento temporal susceptible de
desempeñar el papel de marco, requerido por el imperfecto. Este ha de estar
situado en el pasado (P_H), lo cual no parece presentar mucho inconveniente en
los usos que se examinan aquí, y debe estar incluido en el evento (PcE) a fin de
mantener la aspectualidad imperfectiva. Cuando el predicado es durativo y atélico
–estados y actividades- no parece haber impedimento para que un elemento
temporal situado en el pasado y accesible en el contexto funcione como marco,
dado que puede situarse dentro de la duración del evento. Es decir, un enunciado
prototípico para el imperfecto narrativo que presenta un estado o una actividad no
recibe de forma natural una lectura narrativa en la que el evento sea interpretado
como llegado a su término –salvo que el predicado sea reinterpretado-. Esto se
debe a su naturaleza durativa, apta para albergar en su extensión el marco de
referencia sin necesidad de recurrir a mecanismos de resolución, puesto que no se
produce ningún conflicto.
A diferencia de estos predicados, con las realizaciones la lectura que recibe el
imperfecto oscila entre una progresiva o en desarrollo, si el elemento temporal
apto para actuar como marco de referencia incide sobre la fase durativa, y una
lectura narrativa, si toma en consideración el evento completo, incluyendo el telos.
En este caso, dada la imposibilidad de que el marco quede incluido en el evento y
satisfaga la aspectualidad imperfectiva del imperfecto, el destinatario pone en
funcionamiento un mecanismo pragmático de resolución de conflictos: la
Capítulo 3. El imperfecto narrativo
185
metarrepresentación, de manera que el enunciado se considera un pensamiento
atribuido a un sujeto de percepción que ejerce de marco y con respecto al cual la
situación es imperfectiva. A estas dos lecturas se puede añadir una tercera: la
incoativa, en la que el circunstancial focaliza el punto inicial del evento. Esta misma
ambigüedad la encontramos en los logros con fase, ya sea previa o posterior,
puesto que están dotados de una parte más o menos durativa y un telos.
Frente a estos, los logros puros, carentes de duración, reciben de forma más
sobresaliente una interpretación narrativa –siempre y cuando, como sabemos, el
predicado remita a un único evento-, ya que parece insostenible que pueda
encontrarse un marco temporal incluido en un evento cuya duración es mínima,
puesto que hay coincidencia entre el límite inicial y el límite final. Para poder
mantener la semántica del imperfecto, el destinatario ha de inferir la presencia de
un sujeto de percepción que asiste a los hechos.
Incluso en aquellos casos en los que una interpretación progresiva o en
desarrollo parece difícil –logros puros- es posible considerar que los hechos se
presentan en desarrollo, gracias a la presencia de un sujeto que presencia la escena
y a través del cual visualizamos los hechos como si sucedieran ante nuestros ojos.
Es decir, parece que, gracias al mecanismo de la metarrepresentación, es posible
considerar un valor del imperfecto ‘especial’ como un tipo de valor básico del
mismo.
Todo ello tiene consecuencias interesantes para la forma en la que
entendemos y empleamos la noción de ‘usos de los tiempos verbales’. El análisis
del caso particular del imperfecto narrativo nos permite vislumbrar respuestas a
preguntas del tipo ‘¿Qué constituye un uso de un tiempo?’ o ‘¿Cómo distinguimos
entre los diferentes usos de un tiempo?’. Sobre este punto volveré en el capítulo 5.
Capítulo 3. El imperfecto narrativo
186
Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico
187
CAPÍTULO 4. EL IMPERFECTO NARRATIVO DESDE EL PUNTO DE
VISTA HISTÓRICO Y DEL REGISTRO LINGÜÍSTICO
Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico
188
Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico
189
1. INTRODUCCIÓN
Como he tenido ocasión de señalar, el imperfecto narrativo encierra tras de
sí numerosos interrogantes que merecen una atención especial. Uno de ellos tiene
relación con el origen y el desarrollo histórico de este valor. Es innegable que la
idea más extendida en las investigaciones es que se trata de una innovación del s.
XIX, dado que empieza a aparecer en las obras de Flaubert, Balzac, Clarín, Galdós,
etc.
Ahora bien, si esta fuera la realidad asumida de forma unánime, un capítulo
como este carecería de relevancia. En efecto, no faltan quienes sitúan el imperfecto
narrativo ya en la Edad Media y, en concreto, en la épica, considerándolo un rasgo
propio de dicho género (Moreno de Alba 2006). Dada esta situación en la que, por
un lado, se afirma que se trata de una innovación del s. XIX y, por otro, se atestigua
el uso de este valor ya en la épica, es necesario sumergirse en los datos para
analizar la evolución del imperfecto narrativo, como veremos en 2.
La idea de que el imperfecto narrativo tiene una antigüedad de dos siglos no
es la única afirmación sobre este uso repetida en la bibliografía, sino que también
se ha considerado que se trata de un empleo restringido a la lengua escrita y, en
concreto, al ámbito literario y periodístico. Antes de asumir esta cuestión tal y
como se recoge en las investigaciones recientes (García Fernández 2008 [1998]),
considero de sumo interés indagar en la lengua oral a fin de establecer si es posible
encontrar usos de imperfecto narrativo o no en la lengua espontánea. Este aspecto
se abordará en el apartado 3.
Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico
190
2. EL IMPERFECTO NARRATIVO A TRAVÉS DE LOS SIGLOS
Una de las cuestiones que señala Kabatek (2005) a propósito de las
tradiciones discursivas y el cambio lingüístico es el hecho de que el investigador
tiende a preguntarse por qué cambian las lenguas, en lugar de
para qué, en determinadas circunstancias, un hablante x habló de una manera
determinada, cuáles fueron las motivaciones para hablar así y no de otra manera, y cuáles
los motivos de otros hablantes a la hora de adoptar ese modo determinado de hablar que
en una visión histórica se presenta como nuevo (Kabatek, 2005: 151).
Pues bien, en este apartado, en el que pretendo dar cuenta de cuál es el
panorama que presenta el imperfecto narrativo desde un punto de vista
diacrónico, no me centraré en determinar por qué surgió este valor en un
momento dado, sino más bien en explicar qué consiguen los autores con este
empleo y cuál ha sido su evolución. Para ello, no presentaré un estudio
cuantitativo, sino cualitativo, de los datos que he ido registrando en mi corpus. En
lo que sigue, revisaré las diferentes épocas y los datos que he encontrado, lo cual
permitirá establecer si se trata de un uso que se origina como una innovación en el
s. XIX o si, por el contrario, estaba disponible en épocas anteriores.
Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico
191
2.1. ¿Innovación del s. XIX?
A pesar de que no contamos con muchos trabajos dedicados al origen del
imperfecto narrativo, parece que la idea más aceptada es la que afirma que es una
innovación del siglo XIX. Es decir, se trata un empleo relativamente reciente. Tal
vez el estudio diacrónico específico más detallado sea el de Muller (1966) sobre el
francés. Muller considera que esta innovación no surge por una disminución del
empleo del pasado simple en francés, puesto que el uso del imperfecto narrativo
parece estar relegado a la lengua escrita (como sabemos, en francés el pasado
simple ha ido perdiendo terreno a favor del pasado compuesto en la lengua oral).
Además, si esta fuera la causa del origen del imperfecto narrativo, no se entendería
por qué aparece en otras lenguas románicas donde el pretérito indefinido no ha
sufrido ningún cambio en su empleo, como el español.
Se trata de un uso del imperfecto, tal y como sostiene Muller, propio de la
lengua literaria, por lo que parece que es sensible al tipo de registro –oral o
escrito-1. El de (1) es un ejemplo representativo que ofrece este autor:
(1) Vingt jours avant moi, le 15 août 1768, nassait dans une autre
île, à l’autre extrémité de la France, l’homme qui a mis fin à l’ancienne
société, Bonaparte (Chateaubriand, Mémories d’Outre-tumbe).
Veinte días antes que yo, el 15 de agosto de 1768, nacía en otra isla, al
otro extremo de Francia, el hombre que puso fin a la Antigua Sociedad,
Bonaparte. (Traducción propia)
El enunciado de (1) supone un caso prototípico de imperfecto narrativo, ya
que aparece un logro –nacer- combinado con el imperfecto en un contexto que
demanda perfectividad y encabezado por un circunstancial del tipo x tiempo más
tarde. En este caso, el imperfecto nacía puede ser reemplazado por el indefinido
nació, dado que el evento descrito ha tenido lugar en el pasado –recordemos que
1 Como he avanzado al comienzo de este capítulo, al final del mismo abordaré la relación entre el empleo del imperfecto narrativo y el registro lingüístico, a fin de determinar si es realmente un uso restringido a la lengua escrita o si, por el contrario, podemos encontrarlo en la lengua oral.
Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico
192
esta interpretación no es más que una inferencia pragmática, puesto que el
imperfecto mantiene su aspectualidad imperfectiva-. De este modo, se presenta el
evento en desarrollo gracias, como ya sabemos, a la recuperación de un sujeto de
percepción que reproduce una representación mental.
Para Muller (1966), el valor narrativo del imperfecto
représente l’innovation syntaxique: l’indication temporelle, devenue plus précise et plus
expressive, devient à son tour un « tremplin », et le verbe à l’imparfait reçoit la charge de
l’énoncé proprement dit, du fait principal considéré dans son déroulement, et pour ainsi
dire immobilisé dans un instant de ce déroulement (1966 : 258-9).
representa la innovación sintáctica : la indicación temporal se hace más precisa y más
expresiva, se convierte en un “trampolín”, y el verbo en imperfecto recibe la carga del
enunciado propiamente dicho, del hecho principal considerado en su desarrollo y, por así
decirlo, inmovilizado en un instante de este desarrollo. (Traducción propia).
Este empleo se comienza a dar, en francés, al precisar el momento temporal
en que tienen lugar los hechos, como señala Muller a propósito del enunciado de
(2).
(2) Le lendemain, comme midi sonnait, il sortait de la ville2.
Al día siguiente, cuando tocaba mediodía, salía de la villa. (Traducción
propia)
La evolución que sigue, por tanto, la expresión del momento de la acción queda
representada en el esquema siguiente, obtenido de Muller (1966: 258) 3.
1. Il sortit de la ville le lendemain. (Salió de la villa al día siguiente).
2. Le lendemain, il sortit de la ville. (Al día siguiente, salió de la villa).
2 Muller (1966: 258). 3 No será hasta el final del estudio de Muller (1966) cuando sepamos cuáles son para él las razones que justifican el surgimiento y el empleo del imperfecto narrativo a partir del s. XIX.
Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico
193
3. Le lendemain, à midi, il sortit de la ville. (Al día siguiente, a mediodía,
salió de la villa).
4. Le lendemain, comme midi sonnait, il sortait de la ville. (Al día
siguiente, tocaba mediodía, salía de la villa). (Traducciones propias)
En primer lugar, la innovación que supone el imperfecto narrativo afectaría
al nivel del significado, dado que se especifica el momento de la acción descrita, y, a
continuación, pasaría al nivel del significante, lo que Muller considera “empleo de
las formas verbales”. Es decir, una vez que se ha concretado cuándo tiene lugar el
evento, el imperfecto comienza a emplearse puesto que la tendencia a concretar el
momento de la acción favorece, como señala Muller (1966: 258), “une vision de
l’action elle-même comme déjà commencée et non accomplie à ce moment précis”
(“una visión de la acción como comenzada y no terminada en este preciso
momento” (traducción propia)). Esta idea sugiere, como he defendido el capítulo
anterior, que el imperfecto narrativo es un imperfecto en desarrollo en el que se
focaliza un instante.
Tal y como señala Muller, la estructura del último paso de la evolución
señalada anteriormente, con estados o actividades, no “viola” las reglas sintácticas
al contrario de lo que sucede cuando aparece un predicado télico, como se ve en
(3) y (4), respectivamente.
(3) Peu de minutes après, la neige tombait en abondance
(Senancour, Oberman)4.
Pocos minutos después, la nieve caía abundantemente. (Traducción
propia)
(4) Je passai par Londres, où je m’arrêtai fort inutilement trois
semaines, et j’arrivais à Paris dans le mois de mars 1978 (Constant, Le
cahier rouge).
4 Muller (1966: 260).
Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico
194
Pasé por Londres, donde me quedé inútilmente tres semanas, y llegaba
a París en el mes de marzo de 1978. (Traducción propia)
En (3) el imperfecto caía no entraña ninguna anomalía, puesto que se trata
de un predicado durativo y atélico –actividad-, y el circunstancial es puntual y
focaliza un instante en el desarrollo del evento; el imperfecto recibe, por tanto, una
interpretación progresiva, esto es, un uso descriptivo o básico.
El enunciado de (4) resulta más complejo, dado que el imperfecto se
combina con un predicado puntual y la interpretación iterativa queda bloqueada
por el contexto ya que el evento tiene lugar una sola vez. El destinatario infiere que
la llegada a París se efectuó por completo en el pasado. De este modo, nos
encontramos ante un imperfecto narrativo, susceptible de ser reemplazado por un
indefinido, lo cual conlleva la pérdida del efecto cámara que se desprende con el
imperfecto.
En cuanto a la pregunta sobre el origen del valor narrativo en francés,
Muller responde
on peut avancer provisoirement que dans le premier quart du XIXe siècle se développe
l’habitude de mettre l’indication temporelle en vedette, et de l’exprimer souvent sous la
forme d’un intervalle de temps ; l’imparfait commence à paraître dans ce type de phrase.
Pendant le second quart du siècle et jusqu’aux environs de 1860, cette construction se
répand, surtout dans les récits de voyages (contextes de départs et d’arrivé) […] (Muller,
1966 : 261).
Podemos avanzar que en el primer cuarto del s. XIX se desarrolla el hábito de poner la
identificación temporal destacada y de expresarla bajo la forma de un intervalo de tiempo;
el imperfecto comienza a aparecer en este tipo de frase. Durante el segundo cuarto de siglo
y hasta aproximadamente 1860, esta construcción se expande, sobre todo en las
narraciones de viajes (contexto de salida y de llegada). (Traducción propia).
Bertinetto (1987: 84) llega a la misma conclusión para el imperfecto
narrativo en italiano, al afirmar que “the generalization of these uses [imperfecto
narrativo] of the IPF [imperfecto] may indeed be a relatively recent phenomenon”
Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico
195
(“la generalización de estos usos [imperfecto narrativo] del imperfecto puede ser
un fenómeno relativamente reciente” (traducción propia)).
La situación no es diferente en español, donde también encontramos casos
prototípicos de imperfecto narrativo en la narrativa del siglo XIX. A continuación
presento algunos enunciados que he registrado en mi corpus para mostrar el
panorama en la lengua española.
(5) A los pocos días dejaba también el pueblo, (Clarín, Adiós,
cordera).
(6) Un minuto después se veía a sí mismo en figura semejante
a la de D. Teodoro Golfín. (Galdós, Torquemada en la hoguera)5.
(7) Y he aquí que oyó risas, exclamaciones; dos transeúntes se
habían fijado en su facha; un guardia le detenía severamente,
amenazándole. (Pardo Bazán, El pajarraco).
(8) Pocos momentos después el infeliz d. Aparicio Respaldiza
salía empujado y arrastrado por la soldadesca. (Galdós, El
equipaje del rey José).
Como podemos apreciar en los enunciados de (5)-(8), aparece un
predicado puntual –es decir, un logro-, combinado con el imperfecto en un
contexto semelfactivo –esto es, el evento tiene lugar una única vez-, por lo que la
lectura iterativa queda bloqueada. En esta situación, la interpretación que se activa
es la narrativa y el destinatario infiere que el evento ha culminado en el pasado,
por lo que los imperfectos pueden ser reemplazados por los indefinidos
correspondientes.
Si atendemos al enunciado (7), comprobaremos que el imperfecto
narrativo detenía no aparece acompañado por ningún circunstancial del tipo x
tiempo después; sin embargo, el destinatario infiere igualmente la relación de
5 Ignoro otras interpretaciones posibles.
Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico
196
progresión temporal entre los eventos y la culminación del evento descrito. En este
caso en particular, el contexto es menos marcado que en los ejemplos restantes, lo
cual no impide la obtención de la lectura narrativa, que simplemente parece menos
prominente.
Ahora bien, en español, como en italiano o en francés, este empleo del
imperfecto se extiende hasta nuestros días, como se aprecia en (9)-(11).
(9) Aquella noche el viejo moría. (Dieste, “El regreso”).
(10) Catorce meses después llegaba al Everest en una expedición
que tenía como jefe honorario al mítico Edmund Hillary en el cuarenta
aniversario de la primera ascensión a la cima más alta de la Tierra. (La
Vanguardia).
(11) Pocos meses después llegaba al banquillo azulgrana su actual
técnico, Aíto García Reneses. (Diario El País).
En estos últimos ejemplos aparecen datos literarios, pero también
periodísticos. En efecto, el imperfecto narrativo parece haberse convencionalizado
sobre todo en la prensa deportiva, y es frecuente oír este empleo a locutores de
radio y televisión, o leerlo en periódicos6; narran los hechos como si los estuviesen
visualizando, de manera que los recrean y los ponen ante los ojos del destinatario.
Tal y como señala Baralo (2003: 219), “el redactor pretende presentar la noticia
como si estuviera sucediendo, al mismo tiempo que muestran las imágenes de lo
sucedido”, de manera que es “como si el imperfecto lo [al espectador] metiera en el
escenario de los hechos”.
Este tipo de imperfecto se caracteriza por desempeñar una función de
“cierre” o de “ruptura”, de manera que el evento descrito por el imperfecto supone
6 Aunque el género periodístico comenzó a darse ya en el s. XVIII, no es hasta el s. XIX cuando se afianza el nacimiento del periodismo moderno, gracias a la necesidad de contar lo que sucedía en de la Guerra de la Independencia. De hecho, la mayoría de los escritores del s. XIX colaboraban en los periódicos, por lo que las técnicas de narrar y de presentar los hechos en una noticia y en una novela pueden ser, en algunas ocasiones, similares (Reyes, 1982).
Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico
197
el último de una serie narrada, generalmente, en indefinido. Reyes (1990: 55)
ejemplifica esta propiedad de clausura con un enunciado del Esbozo de la RAE,
reproducido en (12).
(12) Al amanecer salió el regimiento, atravesó la montaña, y poco
después establecía contacto con el enemigo.
Para esta lingüista (1990: 55), el imperfecto “atrapa” al lector y este pasa a
desempeñar un papel activo en el discurso, de manera que no solo escucha o lee el
relato, sino que, además, lo percibe.
La situación que encontramos en francés es similar a la del español, como
señalan Ayres-Bennet & Carruthers (2001: 183-4), en Labeau (2005: 82):
this usage [of the imparfait narratif] increases in the middle of the nineteenth century,
spreading to travel literature, memories, etc., and is found in the work of Nerval,
Châteaubriand and Sand, to name a few. It is also adopted by the novel, especially the
roman feuilleton. Its use increases, becoming particularly frequent with the Goncourt
brothers and subsequent authors such as Maupassant and Daudet, the romantics and the
naturalists, as well as in modern literary prose […]. More recently, the imparfait narratif
has also penetrated journalism, where it is common in a variety of types of articles.
Este uso [del imperfecto narrativo] se incrementa en la mitad del siglo XIX, expandiéndose
a la literatura de viajes, memorias, etc. y se encuentra en los trabajos de Nerval,
Châteaubriand y Sand, por citar unos pocos. Se adopta también en la novela, especialmente
en la novela de folletín. Su uso se incrementa, llegando a ser particularmente frecuente con
los hermanos Goncourt y otros autores como Maupassant y Daudet, los románticos y los
naturalistas, como también en la prosa literaria moderna […]. Más recientemente, el
imperfecto narrativo ha penetrado también en el periodismo, donde es común en una
variedad de tipos de artículos.
Como vemos, es un hecho innegable que en el s. XIX contamos ya con casos
de imperfecto narrativo. Ahora bien, ¿por qué surge en este siglo? La explicación
que ofrece Muller (1966: 268-9) concierne no solo a fenómenos literarios como el
nacimiento de la novela histórica, autobiográfica, de folletín, etc., sino también a
otros hechos como la invención de la fotografía, el cine o la inmediatez que
Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico
198
caracteriza a los medios de información. Todo ello contribuye a la intención del
autor realista y naturalista de observar la realidad que le rodea y de plasmarla en
la obra de forma objetiva y verosímil, de manera que parece que se describe el
mundo como si se tratara de lienzo en el que se representa una escena en la que
participa el destinatario como espectador.
Un caso interesante es el que encontramos en un pasaje extenso de Mari
Belcha, de Pío Baroja, presentado a continuación.
(13) Hace unos días, el martes que hubo feria, ¿te acuerdas?, tus padres
habían bajado al pueblo y tú paseabas por la heredad con tu hermanillo
en brazos.
El chico tenía mal humor, tú querías distraerle y le enseñabas las vacas,
la Gorriya y la Beltza, que pastaban la hierba, resoplando con alegría,
corriendo pesadamente de un lado a otro, mientras azotaban las
piernas con sus largas colas.
Tú le decías al condenado del chico: «Mira a la Gorriya…, a esa tonta....
con esos cuernos.... pregúntale tú, maitia: ¿por qué cierras los ojos, esos
ojos tan grandes y tan tontos?... No muevas la cola.»
Y la Gorriya se acercaba a ti y te miraba con su mirada triste de
rumiante, y tendía la cabeza para que acariciaras su rizada testuz.
Luego te acercabas a la otra vaca, y señalándola con el dedo, decías: «Ésta
es la Beltza... Hum... qué negra... qué mala... A ésta no la queremos. A la
Gorriya sí». (Pío Baroja, Mari Belcha).
En este enunciado, los imperfectos empleados en la narración, a partir de
“tú le decías”, reciben una interpretación narrativa, en tanto que parecen describir
eventos que han culminado en el pasado y pueden, por tanto, ser reemplazados
por indefinidos. Además, contribuyen a la progresión temporal, ya que hacen
avanzar la narración. Si para poder satisfacer la semántica aspectual de la forma
Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico
199
verbal es necesario recuperar un sujeto de percepción, es lícito pensar que, en este
caso, dicho observador está explícito en el contexto –el personaje que narra los
hechos-, puesto que los imperfectos en cuestión aparecen subordinados a la
pregunta ¿te acuerdas? Gracias a esta, el personaje sitúa en su perspectiva al lector,
quien tiene la sensación de asistir al desarrollo de los acontecimientos a través del
recuerdo del personaje. Así pues, este pasaje supone un caso de
metarrepresentación gracias al empleo de los imperfectos dependientes del
recuerdo, es decir, de una representación de otra representación. Este pasaje será
retomado en el apartado 3, dado que podría darse de forma espontánea en la
lengua oral sin que produjera extrañeza en el interlocutor el empleo de los
imperfectos al narrar los hechos y, sin embargo, el imperfecto narrativo parece ser
propio a la lengua escrita.
Ahora bien, este fragmento de la novela no difiere mucho de una narración
en la que se relate un sueño, puesto que en ambos casos la forma verbal empleada
generalmente es el imperfecto, los hechos forman parte bien de un recuerdo bien
de un sueño y son presentados en su desarrollo ante los ojos del destinatario,
gracias a la recuperación de un testigo de la escena –el soñador o el poseedor del
recuerdo-. Así las cosas, parece que el imperfecto onírico y el imperfecto narrativo
no son usos independientes, sino conectados al remitir ambos a hechos situados en
el pasado –ya sea en un sueño, en un momento anterior del pasado o en un mundo
ficticio- que supuestamente han alcanzado la culminación.
Como se desprende de estos párrafos, parece que el imperfecto narrativo
responde a cuestiones de técnicas narrativas y, en concreto, a la intención del autor
de presentar la información o los hechos de una determinada forma. Sin embargo,
como he señalado al comienzo de este capítulo, no faltan quienes atestigüan el
imperfecto narrativo ya en la Edad Media (Moreno de Alba 2006, Szertics 1974),
por lo que resulta conveniente revisar qué sucede en las épocas literarias previas
al s. XIX.
Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico
200
2.2. ¿Uso medieval?
Si se piensa en la literatura anterior al s. XIX, es fácil recordar un género
cuya finalidad era presentar ante los ojos del espectador los hechos que acaecían:
la épica medieval. En efecto, los juglares pueden ser considerados los reporteros o
los periodistas de la Edad Media. Se trata de un género en el que se cantan las
hazañas de un héroe de forma oral, de manera que cabe esperar que el modo de
expresión condicione la forma: el juglar emplea una serie de recursos que
favorecen la oralidad y la memorización del cantar a fin de presentar los hechos
acecidos al pueblo (repeticiones, fórmulas…).
La cuestión que surge a este respecto es la siguiente: ¿también los juglares
usan el imperfecto narrativo como técnica para presentar los hechos ante los ojos
de los espectadores? Esta pregunta ha suscitado el interés de algunos
investigadores como Moreno de Alba (2006) o Szertics (1974). De hecho, ambos
autores consideran que el imperfecto narrativo está presente ya en la Edad Media,
en concreto en el Poema de Mio Cid y en el Romancero.
A continuación analizaré algunos datos obtenidos de mi corpus para
determinar si el valor narrativo se encuentra ya en la época medieval, al contrario
de lo que sostiene Muller.
Empecemos por el enunciado de (14).
(14) Mio Cid Ruy Díaz por Burgos entrava,
en su compaña LX pendones,
exiénlo ver mugieres e varones,
burgeses e burgesas por las finiestras son,
plorando de los ojos, tanto avién el dolor;
de las sus bocas todos dizían una razón:
¡Dios, qué buen vassallo, sí oviesse buen señor! (Cantar de Mio Cid).
Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico
201
En este pasaje del Cantar de Mio Cid, me interesa especialmente el evento
de entrar. Se trata de un predicado puntual –logro- combinado con el imperfecto,
susceptible de activar una interpretación narrativa, puesto que la lectura habitual
queda bloqueada al describir un evento único: la entrada del Cid en Burgos, en el
pasaje descrito, tiene lugar una sola vez. El destinatario de este poema entiende
gracias al contexto que el evento ha tenido lugar y que, por tanto, el héroe ha
penetrado en la ciudad. El imperfecto contribuye, por tanto, a la progresión
temporal. Como vemos, este enunciado presenta las propiedades que caracterizan
al imperfecto narrativo, con la salvedad de que no está encabezado por un
circunstancial temporal.
Si recordamos lo expuesto en el capítulo anterior, el único elemento
esencial para la obtención del imperfecto narrativo es el modo de acción, aunque,
no olvidemos, no todo predicado télico combinado con el imperfecto recibe dicha
interpretación. Un buen ejemplo de esto lo encontramos también en (14), en de las
sus bocas todos dizían una razón […]. Decir X es una realización puesto que el
complemento impone la telicidad, por lo que podría ser considerado un imperfecto
narrativo. Sin embargo, esto no es suficiente: hay que analizar el contexto a fin de
interpretar adecuadamente el enunciado. En este caso, el contexto lingüístico –en
concreto el sujeto plural todos- favorece una lectura iterativa del imperfecto en la
que cada individuo lleva a cabo un acto de ese decir x.
A propósito del verbo de lengua, es necesario hacer notar que introduce un
discurso en estilo directo, de manera que oímos la razón, dicha por todos, en boca
del juglar. Es decir, se presenta el evento como si asistiéramos a los hechos, a pesar
de que no se produce en este predicado ningún conflicto que obligue al
destinatario a recuperar un testigo de la escena, como vimos que proponen
Saussure y Sthioul (1999). Por tanto, parece que ese asistir a los hechos gracias a
un sujeto de percepción puede estar presente incluso con usos descriptivos del
imperfecto. Se trata de un enriquecimiento pragmático, es decir, de un efecto extra
que responde a la intencionalidad del juglar, en este caso, de hacer partícipe al
público.
Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico
202
Junto a decir es habitual encontrar otros verbos de lengua como hablar,
ejemplificado en (15).
(15) Fablava mio Cid como odredes contar:
-Todos iscamos fuera, que nadi non raste
si non dos peones solos por la puerta guardar;
si ós muriéremos en campo en castiello nos entrarán,
si venciéremos la batalla creçremos en rictad. (Cantar de Mio Cid).
En este caso, el imperfecto no describe un evento iterativo, sino más bien un
evento único, por lo que es susceptible de recibir una interpretación narrativa. En
el primer verso de esta estrofa, el juglar sitúa al público en la escena y lo prepara
para oír al Cid a través de él. Esto lo consigue gracias al empleo del imperfecto, que
obliga al destinatario a adoptar la perspectiva de un testigo de la escena. Se
introduce el discurso de forma directa como si el propio héroe estuviera emitiendo
sus palabras en ese momento.
Los verbos de lengua o dicendi tienden a aparecer en los textos alternando
entre el indefinido y el imperfecto. No he encontrado ningún estudio que dé cuenta
de dicha alternancia más allá de meras especulaciones. Los verbos de lengua, para
Lerch (1922), recrean una “visualización vivida” (apud Szertics 1974: 82). Ariza
(2005: 11), por su parte, sostiene que la alternancia entre decía y dijo en Los
Milagros de Berceo no responde a necesidades métricas ni presenta diferencias,
por lo que “solo se puede interpretar como variatio”. Obsérvese el enunciado de
(16).
(16) Fo duramente movido el obispo a saña,
Dicié: “Nuncua de preste oí atal fazaña”
Disso: “Dicit al fijo de la mala putaña
Que venga ante mí, non lo pare por maña” (Berceo, Los Milagros de
Nuestra Señora).
Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico
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Esta alternancia entre decía y dijo es muy frecuente en los discursos
narrativos, sin que parezca haber diferencias sustanciales entre ambas formas. Se
puede, por tanto, considerar el empleo del imperfecto en estos casos –cuando una
interpretación iterativa queda excluida- como narrativo ya que se reproduce un
enunciado emitido en el pasado, es decir, el evento es interpretado como
culminado, y puede aparecer en indefinido. Se trata de un imperfecto narrativo
menos marcado, al igual que sucedía en el s. XIX en el pasaje de MariBelcha de
Baroja
Una particularidad que presenta el Poema de Mio Cid es la coordinación (o
yuxtaposición) en el mismo verso de un indefinido y de un imperfecto, como
ejemplifico en (17) y (18).
(17) Aguijó Mio Cid, a la puerta se llegava,
sacó el pie del estribera, una ferida·l dava;
non se abre la puerta, ca bien era cerrada. (Cantar de Mio Cid).
(18) partió·s de la puerta, por Burgos aguijava,
llegó a Santa María, luego descavalga,
fincó los inojos, de coraçón rogava.
La oración fecha, luego cavalgava,
salió por la puerta e Arlançón passava,
cabo essa villa en la glera posava,
fincava la tienda e luego descavalgava. (Cantar de Mio Cid).
Esta peculiaridad ha sido señalada por Ariza (2005: 11), para quien “es
indudable que a veces su empleo [la “mezcla” de formas temporales]” se debe a
necesidades rimáticas, como en el verso 52 [llegó a Santa María, luego descavalga].
Pero en otras ocasiones son meras variaciones estilísticas para dar variedad a la
narración”.
Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico
204
Este fenómeno, para Ariza, es similar al comentado anteriormente: la
alternancia entre indefinido e imperfecto de los verbos de lengua. Sin embargo,
considero que ambos hechos no se dan en el mismo nivel: uno de ellos consiste
simplemente en la alternancia entre una forma u otra, lo cual aporta, en el caso del
imperfecto, un efecto cámara que desaparece con el empleo del indefinido; el otro
–la coaparición de eventos en indefinido y de eventos en imperfecto- contribuye
con un valor estilístico muy saliente. En los versos en los que se da dicha
alternancia, el juglar presenta los hechos en progresión, de forma rápida y parece
que, mediante el imperfecto, detiene o “congela” la imagen como si se tratara de
una fotografía. Es decir, en los versos en los que se da, se produce un juego en la
manera de presentar los hechos que responde al interés del juglar por enfatizar
más una situación u otra. De este modo, “los personajes adquieren vida en la mente
del autor cuando hablan y éste nos los entrega de la misma manera” (Colin Smith,
1972).
Esta afirmación contradice la distribución de las formas verbales
atendiendo a los diferentes planos narrativos como propone Weinrich, para quien
el indefinido es el tiempo del mundo narrado o del primer plano y el imperfecto lo
es del mundo comentado o del segundo plano. Si bien es cierto que este reparto
puede considerarse el punto de partida, no debe, sin embargo, asumirse como una
distribución rígida, como sostienen Torrego (1995) y Ramos Guerreira (2009).
Se acostumbra a interpretar que en los relatos históricos el imperfecto es la FV [forma
verbal] que significa el marco o trasfondo en el que tienen lugar los acontecimientos,
mientras que estos se expresan en Perfecto (Pinkster 1995: 307-310). Esta afirmación
atribuye en alguna medida valores pragmáticos de focalidad (acontecimientos en primer
plano o en segundo plano) a las FV. Tal interpretación no parece enteramente adecuada
(Torrego 1995) y es más bien una inferencia derivada de las ocasiones en que se emplean
dichas FV. (Ramos Guerreira: 2009: 433).
El imperfecto es una forma verbal apta para presentar asimismo los hechos
en el primer plano de narración, por lo que no ha de resultar extraño encontrarlo
en el Cid. De hecho, Moreno de Alba (2002: 32) encuentra la explicación del
imperfecto narrativo en “la necesidad en la épica del Cid de destacar en el primer
Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico
205
plano de la narración la multitud de sucesos heroicos o el carácter heroico de la
mayor parte de los hechos narrados”. En esta misma línea se sitúa Menéndez Pidal
(1964: 354), para quien “el imperfecto se usa por el perfecto para dar viveza a la
narración”. Para Soler Bistué (2013: 286), el empleo del imperfecto para describir
una situación puntual implica “suspende el decurso del tiempo”, por lo que detiene
la acción como si se tratara de una escena representada pictóricamente en un
lienzo.
En el Romancero también es frecuente encontrar imperfectos narrativos
similares a los señalados para el Cid, como ejemplifico con (19)-(21).
(19) El rey quando oyera al conde
Al encuentro le salia,
Hirieronse de la lança
El rey muerto alli caya
El conde muy mal herido,
Tambien en tierra yazia. (Romance del conde Fernan Gonçales).
(20) su capellan les dezia
Que luego vernia a ellos
Enesto el rey ya salia
El conde esta enel estrado
Que ningun recelo auia (Romance del Rey don Sancho).
(21) vio venir una leona
Con la boca ensangrentada
Viene a beber a una fuente
Que esta cerca do ella estaba
Con miedo que ella tiene
En una cueva se entraua (Romance de Piramo y Thisbe).
Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico
206
Vayamos uno por uno en la explicación de estos enunciados. En (19),
interesan los imperfectos salía y caía; ambos son predicados puntuales
combinados con el imperfecto y remiten a un único evento en el pasado, por lo cual
la lectura iterativa queda bloqueada. El destinatario interpreta que el evento en
cuestión ha tenido lugar por completo ya que el contexto así lo determina. Dado
que no hay ningún elemento disponible apto para actuar como marco de referencia
situado en el pasado e incluido en el evento –condiciones impuestas por la
semántica verbal, recordemos-, se recupera la presencia de un sujeto de
percepción que asiste a los hechos y que desempeña el papel de marco de
referencia. De este modo, los imperfectos salía y caía son imperfectivos con
respecto a dicho testigo.
Yacía, en cambio, no recibe una lectura narrativa, sino continua o en
desarrollo, parafraseable con ‘estaba en el suelo’. Tanto el modo de acción –estado-
como la aspectualidad de la forma verbal favorecen un valor descriptivo del
imperfecto ya que no hay en el contexto ningún elemento que contradiga la
semántica verbal.
En (20) tenemos un verbo de lengua combinado con el imperfecto, aspecto
que ya ha sido tratado con anterioridad. No obstante, en este caso la interpretación
más saliente es la continua o en desarrollo, de manera que se presenta al capellán
llevando a cabo el evento, y no tanto una interpretación narrativa en la que el
evento parece haber culminado en el pasado. La lectura en desarrollo está
favorecida por el contexto, dado que, mientras que el capellán emite su enunciado,
tiene lugar la salida del rey. Este es el evento relevante aquí, en tanto que se trata
de un logro en imperfecto para describir un evento único, esto es, se trata de un
imperfecto apropiado para recibir una interpretación narrativa. Ahora bien, a
diferencia del enunciado (19), en (20), salía aparece acompañado del adverbio ya.
Para Szertics (1974: 107), “el empleo de “ya” con el imperfecto hace más
durativa una acción momentánea como “apearse de un caballo” [ejemplo que cita],
y nos parece como si tuviésemos al Cid en tal actitud plásticamente ante los ojos”.
Como hemos visto en el capítulo 2, este elemento ha servido como argumento a
Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico
207
favor de una hipótesis imperfectiva del imperfecto (Saussure y Sthioul 1999, Bres
2005), debido a que refuerza el carácter inacabado de la forma verbal. De hecho, si
reemplazamos el imperfecto por el indefinido salió en el mismo contexto,
podremos comprobar que el enunciado es anómalo, como se observa en (22).
(22) su capellan les dezia
Que luego vernia a ellos
?Enesto el rey ya salió
El conde esta enel estrado
El adverbio ya refuerza el carácter progresivo en el desarrollo del evento, de
forma que la acción de salir se presenta en desarrollo ante los ojos del espectador.
Este mismo empleo está presente hoy en día tanto en la Literatura como en la
prensa, con la salvedad de que actualmente es frecuente encontrar esta estructura
encabezada por un circunstancial temporal.
A la luz de estos datos, podemos confirmar que en la época medieval se
registran ya los mismos casos de imperfecto en contexto narrativo que los que
encontramos a partir del s. XIX. La diferencia está en la presencia del circunstancial
del tipo x tiempo más tarde, cuyo empleo está generalizado en el s. XIX. Este
elemento fuerza una interpretación narrativa del imperfecto más marcada.
Parece claro que el imperfecto narrativo aparece ya en El Cid y en El
Romancero. en francés la situación es similar a la que se observa en español. En
palabras de Labeau (2005: 82) :
on reconnaît généralement (Müller 1966, Vetters 1996, Wilmet 1998) que l’utilisation de
l’IMP […] s’est répandu au dix-neuviène siècle sous l’influence de la littérature, mais on ne
s’accorde pas sur la date d’apparition de cet IMP. Certains auteurs fournissent des
exemples antérieures remontant jusqu’au XVIIIe siècle (ex. de Diderot in Vetters 1996),
jusqu’au XVIe siècle (ex. de Marguerite de Navarre, in Buffin 1925) et même jusqu’à l’ancien
français (Faye 1933).
Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico
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Se reconoce generalmente (Müller 1966, Vetters 1996, Wilmet 1998) que el empleo del
imperfecto […] se expande en el siglo XIX bajo la influencia de la literatura pero no hay
acuerdo acerca de la fecha de aparición de este imperfecto. Algunos autores proporcionan
ejemplos anteriores que se remontan hasta el s. XVIII (ejemplo De Diderot en Vetters
1996), hasta el s. XVI (ejemplo de Margarita de Navarra, en Buffin 1925) e incluso hasta el
francés antiguo (Faye 1933).
Sin embargo, es necesario dar un paso más allá y analizar qué ocurre en el
resto de los géneros literarios medievales. Para empezar, un hecho interesante que
desvelan los datos que he recogido en mi corpus es la escasa presencia de este
empleo del imperfecto en el Mester de Clerecía. No obstante, se puede apreciar
algún caso, como ejemplifico a continuación en (23).
(23) Venié un iüdezno, natural del logar,
Por sabor de los niños, por con ellos jogar;
Acongiénlo los otros, no li fazién pesar,
Avién con elli todos sabor de deportar. (Berceo, Milagros de
Nuestra Señora)
(24) La Madre glorïosa lo que li prometió,
Benedicta sea Ella que bien gelo cumplió:
Como lo dizié Ella él no lo entendió,
Mas en cuanto que disso verdadera issió. (op. cit.)
(25) El campo de Alcudia e todo Calatrava,
El campo de Fasalvaro, en Basaín entrava,
En tres días los anduvo, semeja que volava,
El rosín del sabí con miedo bien andava. (Juan Ruiz, Libro de Buen
Amor,)
(26) Un caballo muy gordo pasçía en la defesa,
Veníe el león de caza, pero con él non pesa,
Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico
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El león tan golaso al caballo sopesa,
‘Vasallo’, dixo, ‘mío, la mano tú me besa’ (op. cit.)
En estos versos de dos obras pertenecientes al Mester de Clerecía, aparecen
imperfectos susceptibles de recibir una interpretación narrativa, ya que el
contexto fuerza una interpretación en la que los eventos han tenido lugar en el
pasado y favorece una relación temporal de progresión. En (23), el predicado
télico venir en imperfecto describe una situación que ha culminado puesto que el
autor nos informa de que ha sido acogido por ‘los otros’. De hecho, hubiera sido
posible emplear el indefinido vino en ese contexto. En este caso, los hechos se
narran desde la perspectiva del sujeto de percepción inferido, lo cual justifica el
verbo de movimiento venir. Esta explicación es válida asimismo para (26), donde
aparece el mismo predicado.
No me detengo en el caso de (24) puesto que presenta un verbo de lengua,
lo cual ha sido explicado con anterioridad. En (25), entrava recibe una lectura
narrativa puesto que el destinatario infiere que la acción se ha llevado a cabo por
completo. Se trata de una información adicional favorecida por el contexto y por el
tipo de predicado, pero no por la forma verbal, que mantiene, como ya sabemos, su
imperfectividad.
Hasta aquí he presentado casos de imperfecto narrativo en obras escritas en
verso, por lo que es interesante preguntarse hasta qué punto los elementos
propios del verso pueden condicionar el uso del imperfecto donde lo esperable
sería el indefinido. A este respecto, Colin Smith (1972), en su edición de El Cid,
rehúsa atribuir una explicación basada en la estética literaria a la variedad
temporal que aparece en el poema. Aunque se trata de una cita extensa, me parece
interesante reproducirla aquí para poder constatar una interpretación diferente a
la de Ariza y el propio Szertics, como veremos.
El único aspecto que aquí nos interesa es la libertad que muestra el poeta en el uso de los
tiempos verbales. Algo de esto se observa en otros géneros, como la lírica, y es una
constante en los romances. No se trata solamente del uso del presente histórico para hacer
Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico
210
más vívida la narración, común sin duda a muchas lenguas, pero que aquí bien puede
deberse al ejemplo de la épica francesa (Adams, 1980). Respetamos los esfuerzos que se
han hecho por analizar la estructura temporal del poema, pero algunos de éstos pecan de
excesiva sutileza al pretender atribuir al poeta una clara intención estética en cada uso
anormal. […]. Es preferible explicarlos como debidos a las exigencias de la métrica: el
sistema de acentos, el equilibrio del verso habrá exigido alguna aparente anormalidad, y
cuando el uso anormal aparece al final del verso, a estas consideraciones se añade la de la
rima (Colin Smith, 1972: 62).
Buscar en la métrica y en la rima la razón del empleo del imperfecto en un
contexto donde lo esperable sería el indefinido parece lícito, dado el género del
que se trata. Si esto es así, ¿hasta qué punto ambos elementos –la rima y la métrica-
son susceptibles de manipular un contenido lingüístico? A diferencia de Smith,
considero que si el poeta o juglar emplea un imperfecto donde lo esperable sería
un indefinido para dar un efecto estilístico es porque la semántica del imperfecto
facilita dicho empleo, más allá de las exigencias del poema. De este modo, la rima y
la métrica pueden favorecer la presencia de un imperfecto, pero en ningún caso
determinarla.
Si bien es cierto que puedo afirmar que en los textos en verso aparece ya en
la época medieval el imperfecto narrativo, no puedo concluir lo mismo para las
obras en prosa. De hecho, son escasos los ejemplos en prosa que he registrado en
la época medieval. Veamos en primer lugar el enunciado de (27).
(27) E desque Adam e Eva vinieron a aquel logar de val de Ebrón ó los
Dios enviava fallaron ý muy buena tierra, (Alfonso X El Sabio, General
Estoria, Libro I).
Este enunciado presenta una serie de peculiaridades que no hemos visto en
los casos anteriores: no parece contribuir a la progresión temporal, sino más bien a
la regresión y aparece en una oración subordinada, a excepción de los casos
anteriores. Sin embargo, es factible sustituirlo por el indefinido envió, dado que se
trata de un evento único –sabemos que Adán y Eva fueron desterrados una única
vez-. En este caso, la situación no es presentada a través de la mirada de un sujeto
de percepción que asiste a los hechos, sino que alude a un evento previo: Dios ya
Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico
211
había enviado a Adán y a Eva al Valle de Hebrón. Este hecho hace que se trate de un
uso especial, que hace que sea perfecto en el español hablado hoy.
De hecho, en esta interpretación la forma verbal más natural sería el
pluscuamperfecto, dado que, al haber descrito el autor previamente el momento de
la expulsión, adquiere un valor anafórico. Saussure (2003) señala que el
pluscuamperfecto presenta también usos interpretativos en los que es necesario
recuperar un sujeto de percepción y desde cuya perspectiva son presentados los
hechos. A este respecto, no hemos de olvidar que el pluscuamperfecto incluye el
imperfecto como uno de sus componentes.
Si definimos el imperfecto narrativo como el empleo de un imperfecto en un
contexto que demanda perfectividad, en el que la interpretación iterativa está
bloqueada, es posible considerar el imperfecto de (27) en su uso narrativo, a pesar
de que Dios no envía a Adán y Eva en ese momento sino que los ha enviado
previamente, e independientemente de que lo reemplacemos de forma más natural
con un indefinido o con un pluscuamperfecto.
Otro pasaje que merece asimismo un comentario es el de (28).
(28) Estando ellos assí, vieron salir del castillo cincuenta cavalleros que
llevaban a los cuatro cavalleros ha justiciar, amarrados en sogas
fuertemente. E después salía Sinadán el Roxo con dozientos cavalleros,
(Tristán de Leonís, CORDE).
El enunciado de (28) presenta un logro combinado con el imperfecto y
encabezado por un circunstancial puntual, luego. A pesar de que el empleo del
imperfecto esté legitimado por cuestiones gramaticales, no podemos obviar cierta
proximidad de este empleo al imperfecto narrativo, donde, para interpretarlo,
necesitamos recuperar un sujeto de percepción que asiste a los hechos y con
respecto al cual la situación es imperfectiva. Pues bien, en el enunciado de (28)
este sujeto está especificado: ellos, por lo cual el contexto crea la situación
apropiada para narrar los hechos en su desarrollo, ante la mirada de los personajes
y del lector.
Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico
212
Por tanto, en la época medieval parece emplearse el imperfecto narrativo en
la épica y en la lírica, tal y como sostiene Moreno de Alba, para quien “este empleo
[…] puede quizá explicarse mejor como un rasgo estilístico de la poesía épica y
lírico-épica, frecuente en los siglos XII-XV, que como un uso característico de
determinada época de la lengua española” (2006: 34-35).
Así las cosas, el uso del imperfecto narrativo queda justificado por
cuestiones estilísticas y narrativas, en tanto que responde a una forma de
presentar los hechos desde la perspectiva de un narrador. Para ello, es necesario
restringir el contexto y la perspectiva desde la que se observan. No debemos
olvidar que en esta época la única manera que tenía el pueblo de acceder a los
hechos acecidos –fueran leyenda o no- era a través de los juglares o los poetas, por
lo que estos habían de poner en juego una serie de estrategias que permitieran
mostrar las situaciones ante los ojos del espectador y hacerle partícipe. Por ello, no
ha de resultar anómalo que se registre con mayor frecuencia en el Mester de
Juglaría que en el Mester de Clerecía. Fleischman (1990: 273) explica el empleo de
los tiempos verbales en la épica atendiendo a la perspectiva adoptada por el juglar,
de manera que el poeta canta lo que ve y trae el pasado hacia el presente como si
se tratara de una representación dramática. En función del tiempo verbal
empleado, Fleischman describe diferentes puntos de vista como el del historiador,
si se emplea el indefinido, o el del pintor, si se utiliza el imperfecto.
Pues bien, hasta aquí hemos podido observar que el imperfecto narrativo no
constituye una innovación del s. XIX, sino que ya estaba presente en la época
medieval como un recurso estilístico, como una forma de presentar los hechos
pasados. Sin embargo, hemos podido comprobar que entre el imperfecto narrativo
medieval y el imperfecto narrativo del s. XIX y de la actualidad hay una gran
diferencia: la presencia del circunstancial temporal del tipo x tiempo más tarde
parece convencionalizarse hace dos siglos. Es decir, se trata de un uso más
marcado. Hay, por tanto, una evolución formal del imperfecto narrativo que va
desde un uso más flexible hasta un empleo más rígido caracterizado por la
presencia del circunstancial y por desempeñar un papel de ‘ruptura’ o de cierre de
episodios. El efecto de cierre produce un matiz de suspense, dado que el
Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico
213
imperfecto deja abierto el desarrollo de la acción y el lector no sabe cómo continúa
la narración.
Si esto es así, debemos preguntarnos cuál es la situación en los siglos entre
la Edad Media y el s. XIX. En los siguientes apartados analizaré imperfectos
susceptibles de recibir una interpretación narrativa de los Siglos de Oro y de la
Ilustración.
Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico
214
2.3. El imperfecto narrativo en la época áurea.
Bajo la etiqueta Siglos de Oro incluyo tanto el siglo XVI como el XVII –esto es
Renacimiento y Barroco-, puesto que para lo que me interesa mostrar aquí no es
relevante separar ambos siglos –en el siglo XVI asistimos a la consolidación de la
novela, que absorbe el género épico de la época anterior, y se especializa en
diversos tipos: novela de caballerías, sentimental, pastoril, morisca, bizantina y
picaresca, junto a la prosa didáctica-.
En la época áurea, se emplea el imperfecto en su uso descriptivo, es decir, en
su uso progresivo, habitual y continuo, como cabe esperar. Así, por ejemplo, en un
enunciado como (29), los imperfectos corresponden a una enumeración de
eventos que se van sucediendo.
(29) Y así, corrieron todas a ellas: unas la abrazaban, otras la miraban,
éstas la bendecían, aquéllas la alababan. (Cervantes, La gitanilla).
Si prestamos atención a estos imperfectos, podemos comprobar que
remiten a eventos culminados en el pasado, esto es, que reciben una interpretación
perfectiva. Sin embargo, a diferencia de lo que sucede con el imperfecto narrativo,
en (29) la pluralidad del sujeto contribuye a una lectura iterativa en la que se
repiten los eventos. De esta manera, la interpretación narrativa queda bloqueada.
En El Buscón de Quevedo he registrado un uso del imperfecto cuya forma
está muy próxima a la del imperfecto narrativo del s. XIX, como muestro en (30).
(30) Menudeaban tanto las piedras y cascotes, que dentro de poco tiempo
tenía el dicho don Toribio más golpes en la cabeza que una ropilla abierta.
(Quevedo, El Buscón).
Este enunciado presenta un circunstancial puntual que contribuye
explícitamente a la progresión temporal, dentro de poco tiempo, y que parece ser
apto para actuar como marco de referencia para el pasado. Para poder determinar
si este marco está incluido en el evento, lo cual satisface la imperfectividad del
Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico
215
imperfecto, debemos atender al modo de acción. En este caso, tener golpes es un
estado y como tal es durativo y atélico. El circunstancial señala el estado
resultante: se pasa de no tener golpes a tener golpes. Por tanto, la interpretación
que recibe el imperfecto de (30), pese a tener la misma estructura que un
imperfecto narrativo, es la continua o en desarrollo, en la que se focaliza un
instante de un estado; sabemos que el evento descrito ha comenzado en un
momento determinado, pero no se incide sobre su límite final. Como vemos, el
nivel formal del enunciado no es suficiente para determinar si estamos ante un
imperfecto narrativo, sino que hay que atender al contexto para confirmar cuál es
la interpretación que recibe el imperfecto.
Más interesante resulta el ejemplo de (31).
(31) Todo pasaba a vista de mi dama y de don Diego. (Quevedo, El
Buscón).
En este enunciado, el predicado, pasar X, es un logro combinado con el
imperfecto, que describe un único evento, y se interpreta como finalizado en el
pasado. Si analizamos el contexto a fin de establecer si se mantiene o no la
semántica temporal, lo primero que constataremos es la ausencia de un marco
temporal accesible situado en el pasado e incluido en el evento. No obstante, el
destinatario puede recuperar como marco el momento en que tienen lugar los
hechos que narra previamente y a los que remite el cuantificador todo. Este posible
marco quedaría, tal y como requiere la semántica del imperfecto, situado en el
pasado.
Ahora bien, si esto es así, es necesario que el marco esté incluido en el
evento, lo que no parece mantenerse puesto que se establece una relación de
coincidencia temporal entre el desarrollo de los hechos y el evento pasar; sabemos
que este predicado en un contexto como (31) conlleva que los hechos tengan lugar,
dado que es parafraseable con ‘suceder’. El narrador nos presenta los hechos a
través de la mirada del observador, que aparece explícito en el contexto –puede
Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico
216
corresponder a la dama y a don Diego-, por lo que parece recibir una lectura
progresiva.
Otro ejemplo que merece un comentario es (32).
(32) Tanto se tardaron en estos conciertos y debates, que apenas estaba
vuelto a cubrir con la ropa, y monseñor entraba por la puerta. Uno de los
dos cirujanos le dijo […] (Mateo Alemán, Guzmán de Alfarache).
En este enunciado, el imperfecto que me interesa resaltar es entraba, puesto
que, una vez más, estamos ante un logro combinado con el imperfecto que describe
un único evento. En este ejemplo, el lector de la obra percibe la entrada de
Monseñor a través de la mirada de un testigo de la escena situado en el momento
en que tienen lugar los hechos; en este caso, corresponde al propio Guzmán de
Alfarache, ya que sabemos que se trata de una novela picaresca narrada en
primera persona. Asistimos, de este modo, a un cambio de perspectiva en el que el
narrador decide, en el momento de la entrada, hacer partícipe al lector para
ponerlo en situación. Se trata, por tanto, de un uso interpretativo o
metarrepresentacional del imperfecto, derivado de un conflicto entre el contexto y
la semántica verbal.
En esta época que estoy comentando –los Siglos de Oro- es muy recurrente
la ya comentada alternancia entre el indefinido y el imperfecto de los verbos de
lengua, como muestro en (33).
(33) Díjome:
- ¿Cobre le parece al pícaro? ¡Alto!, aguije, que lo voy a pagar a un
mercader forastero que me vendió algunas cosas para la tienda.
Esto me decía; mas yo en otro pensaba, que era cómo darle cantonada.
(op. cit.).
En este enunciado es evidente la alternancia entre dijo y decía ya que ambas
formas verbales remiten al mismo enunciado. Si bien es cierto que decía puede ser
Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico
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reemplazado por dijo, es necesario hacer notar que tal sustitución implica la
pérdida de un efecto que se activa con el imperfecto: decía responde al deseo del
narrador de presentar las palabras enunciadas en desarrollo. Es decir, a través del
imperfecto volvemos al momento en que el personaje emitió el discurso y parece
que asistimos al momento en que Guzmán de Alfarache piensa en otra cosa a
medida que ‘oímos’ de nuevo las palabras.
En cuanto a los textos en verso debo señalar que no he encontrado ningún
caso de imperfecto narrativo, a diferencia de lo que sucede en la época medieval.
La razón puede buscarse en la finalidad de las obras: mientras que la épica y los
romances se cantaban ante el público, la lírica del Renacimiento y el Barroco
estaba compuesta para leerse; por tanto, no es necesario recurrir a ninguna técnica
para dramatizar los hechos narrados.
Como vemos, en los Siglos de Oro se registran algunos usos de imperfecto
narrativo en la prosa, aunque muy pocos y excepcionales, a diferencia de lo que
sucedía en la Edad Media, época en la que aparecen numerosos casos en las obras
en verso, y no en la prosa. Se trata, por tanto, de una técnica narrativa que aparece
en la épica y en los romances y que podemos encontrarla en las novelas de los
siglos XVI y XVII, aunque en menor medida y, generalmente, reservada para los
verbos de lengua.
Veamos ahora qué sucede en el s. XVIII, siglo previo a la consolidación del
imperfecto narrativo.
Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico
218
2.4. Siglo de la Ilustración
Generalmente se ha afirmado que el siglo de la Ilustración supone el declive
de la novela y el auge del género ensayístico. Esto es fácilmente constatable en
cualquier estudio sobre Literatura española; de hecho, a este siglo se le ha
denominado “el siglo sin novela” (Pedraza y Rodríguez, 2002). De esta época tengo
datos escasos, pero sí he podido registrar entre ellos el empleo narrativo del verbo
decir, como ejemplifico en (34).
(33) Pídote perdón de lo que antes te decía, que no tenías ingenio para
delicadezas (F. J. Isla, Fray Gerundio de Campazas).
En diversas ocasiones me he referido al imperfecto de los verbos de lengua
como ejemplo de imperfecto narrativo; sin embargo, esta combinación puede
recibir también una lectura progresiva o en desarrollo, ya que decir algo es una
realización y, como tal, posee duración, además de telos. Se trata de un caso muy
próximo al empleo en la lengua espontánea de “como te decía antes…”,
parafraseable con “como te estaba diciendo…” o “como te iba diciendo”, donde la
interpretación progresiva parece más natural. Podemos apreciar que, cuando el
contexto lo favorece, el imperfecto se mueve entre una lectura narrativa y una
lectura progresiva, de manera que será el destinatario quien determine cuál es la
interpretación más relevante dada la situación comunicativa en la que se dé.
No he encontrado ejemplos claros de imperfecto narrativo, más allá de los
verbos de lengua, lo cual no significa que no se empleara. El hecho de que en mi
corpus no registre ningún caso de imperfecto narrativo no significa
necesariamente que en esta época haya desaparecido, sino más bien que los
géneros propios o las técnicas que imperan en la época no favorecen su empleo. A
continuación comentaré algunos de los ejemplos del s. XVIII que he recogido en mi
corpus.
(35) Todos gritaban: ¡Viva el señorito! (Cadalso, Cartas marruecas
(Carta VII)).
Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico
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(36) Pasaba yo un día por el frente del regimiento formado en parada,
cuyo aspecto infundía terror, (opus cit. Carta XXXVII)
A propósito de (35) y de (36), es necesario notar que los imperfectos
pueden ser reemplazados por indefinidos, ya que los eventos que describen son
interpretados como acaecidos con anterioridad al momento del habla. Ahora bien,
a pesar de esta afirmación, no podemos considerar que se trata de imperfectos
narrativos. La razón de esta imposibilidad, en (35), radica en el hecho de que el
imperfecto gritaban recibe una interpretación distributiva o iterativa en la que
cada uno de los miembros que forman el conjunto gritó ¡viva el señorito!; prueba
de ello es la diferente lectura que recibe en este contexto el indefinido, donde
parece que el colectivo gritó al unísono las palabras anteriormente referidas.
En (36), el imperfecto pasaba recibe de forma más natural una
interpretación progresiva, mediante la cual el hablante nos describe unos hechos
vividos por él en el pasado. De hecho, considero que el imperfecto aquí se
reemplazaría de forma menos forzada con la perífrasis progresiva estaba pasando
que con el indefinido pasé, puesto que la finalidad es situar al destinario en el
escenario en que se desarrollaron los hechos que se van a narrar a continuación.
Por tanto, no estamos ante un imperfecto narrativo, a pesar de que a simple vista
pudiera parecerlo por el tipo de predicado con el que se combina la forma verbal y
su posible sustitución por el indefinido. Como he dicho anteriormente, es necesario
analizar el contexto a fin de determinar cuándo estamos ante verdaderos
imperfectos narrativos.
Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico
220
2.5. Conclusiones
Hasta aquí he mostrado que desde la Edad Media se emplea el valor
narrativo del imperfecto como una estrategia o técnica narrativa que permite
presentar los hechos ante los ojos del destinatario, gracias a la recuperación de un
sujeto de percepción que actúa de marco de referencia requerido por la forma
verbal. De este modo, el imperfecto contribuye a un cambio de perspectiva o de
enfoque (Szertics 1974), ya que los hechos son presentados a través de la mirada
de dicho sujeto. En este sentido, tal y como sostiene Fleischman (1990: 266), “it is
often pointed out that epic poets speak as if they were on the scene of events,
giving an account of a spectacle taking place before their eyes” (“a menudo se
señala que los poetas épicos hablan como si estuvieran en la escena de los hechos,
dado cuenta de un espectáculo que tiene lugar ante sus ojos” (traducción propia)).
Esta perspectivización está favorecida por el hecho de que “the historical events
told in the chanson de geste are re-lived by the community formed by jongleurs
and their audiences” (Marnette, 2005: 198) (“los eventos históricos contados en la
canción de gesta se reviven por la comunidad formada por juglares y sus
audiencias” (traducción propia)). Es decir, se trata de una técnica narrativa
empleada por el juglar a fin de presentar los hechos ante los ojos de la audiencia.
A partir de esta época, el empleo del imperfecto narrativo se registra en
obras en prosa, aunque con mayor frecuencia con los verba dicendi y en contextos
específicos, donde se explicita la perspectiva adoptada por algún personaje que
asiste a una escena. Este valor del imperfecto tiende a aparecer con predicados
durativos –realizaciones-, por lo que no se trata de un uso narrativo prototípico
como el que se emplea en la Edad Media y en el s. XIX, sino más bien de una lectura
a caballo entre el valor narrativo y el progresivo. Dada esta situación, resulta
relevante el hecho de que Fleischman (1990: 375) señala que para Lerch (1922) el
imperfecto narrativo en francés surge en la Edad Media, se “eclipsa” en el periodo
clásico y resurge en el siglo XIX.
A la luz de los datos registrados en mi corpus, parece que, en realidad, se
trata de una estrategia disponible en todas las épocas. Es necesario señalar que hay
Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico
221
una gran diferencia entre los casos de imperfecto narrativo que se registran en los
siglos previos al s. XIX y este siglo, que probablemente responda a la forma de
presentar la información al lector. Los casos de imperfecto narrativo registrados
con anterioridad al s. XIX se encuentran en contextos en los que se explicita la
situación en la que tienen lugar los hechos presenciados por el observador –
también especificado en el contexto-, de manera que resulta un enunciado más
natural y menos costoso para interpretarse ya que el autor ofrece el marco.
En cambio, llegados al siglo XIX, el imperfecto narrativo tiende a aparecer
en una estructura fija mucho más marcada. Hasta este momento son raros los
casos en los que aparece encabezado por un circunstancial del tipo x tiempo
después, que cobra especial fuerza en el s. XIX. Podríamos considerar que se trata
de un uso convencionalizado gracias a las técnicas narrativas que imperan en esta
época, cuyo objetivo no es otro que presentar los hechos tal y como suceden. De
hecho, este siglo ha sido considerado el momento en que surge también el estilo
indirecto libre7 que, como sabemos, no es más que una técnica empleada para
penetrar en los pensamientos y sentimientos de los personajes.
A este respecto, resulta interesante plasmar lo que señala Marnette (2005)
acerca de las estrategias que predominan a partir del s. XIX.
While 19 th-c. literature saw the rise and expansion of Free Indirect Discourse, 20 th-c.
writers seem to have further developed other ways of ‘freeing’ the speech and the thoughts
of their characters, notably by using what is now called ‘Free Direct Discourse’ (including,
but not restricted to, interior monologue). Both evolutions brought about new possibilities
for the expression of point of view, allowing narrators to cast doubt on the stability and
homogeneity of their narration and giving readers an active responsibility in decrypting
the various levels of ‘enunciation’ at play in the narrative (Marnette, 2005 : 225).
Mientras que la literatura del s. XIX vio el surgimiento y la expansión del Discurso Indirecto
Libre, los escritores del s. XX parecen tener más desarrollados otros caminos de ‘liberación’
7 A propósito del estilo indirecto libre, conviene señalar que se trata de una estrategia presente ya en la época medieval, como hemos visto que sucede con el valor narrativo del imperfecto, tal y como señala Marnette (2005). Analizar el estilo indirecto libre merece, al igual que el uso en el que aquí me centro, un estudio independiente.
Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico
222
del habla y de los pensamientos de los personajes, en particular usando lo que ahora se
denomina ‘Estilo Indirecto Libre’ (incluyendo, pero no únicamente, el monólogo interior).
Ambas evoluciones provocaron nuevas posibilidades de expresión del punto de vista,
permitiendo a los narradores arrojar dudas sobre la estabilidad y la homogeneidad de sus
narraciones y dando a los lectores una responsabilidad activa en descifrar los varios
niveles de ‘enunciación’ envueltos en la narrativa. (Traduccción propia).
Como he tenido ocasión de señalar, el hecho de que el imperfecto narrativo
se registre ya en la época medieval en español no es una idiosincrasia de esta
lengua, puesto que algunos lingüistas han atestiguado este mismo valor en la Edad
Media también en italiano y en francés. Este hecho me lleva a cuestionarme hasta
qué punto se trata de un empleo que surge de forma espontánea en español,
francés, italiano, portugués o catalán –todas ellas lenguas románicas- y esta
pregunta apunta en una única dirección, como cabe esperar: el latín.
Pues bien, si revisamos las gramáticas latinas podremos encontrar
referencias al hecho, ya mencionado, de que en esta lengua el imperfecto se
pudiera emplear para expresar eventos del primer plano de la narración y no
únicamente del segundo plano o del decorado. Ramos Guerreira (2009: 416)
señala que, en latín, una forma verbal imperfectiva al combinarse con un predicado
puntual puede ser entendida bien como iterativo, bien como un evento que –y este
el valor que aquí me interesa resaltar- “mediante un efecto de cámara lenta, sea
prolongado artificialmente de forma que su significado adquiera ligeras
variaciones”.
El uso narrativo del imperfecto, como vemos, se puede registrar en la lengua
latina, aunque en menor medida que en otras lenguas como el griego o el
indoeuropeo, como sugiere Bassols (1987) acerca del imperfecto aorístico o
puntual:
era muy frecuente en indoeuropeo y también en griego, [sic] emplear el imperfecto para
enunciar hechos pasados que no guardaban relación alguna con ningún otro tiempo, pues
gustaban presentar los hechos pasados como un film. La lengua latina, menos plástica, no
sentía necesidad de describir los hechos, contentándose con enunciarlos fría y
objetivamente, para lo cual le bastaba el perfecto […]. En las lenguas romances este uso ha
Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico
223
cobrado mucha amplitud, por ejemplo; “¿pero a qué debo este gran favor? decía Lázaro”
(Galdós) (Bassols, 1987: 2002-3).
A la luz de estas afirmaciones parece que el imperfecto narrativo se
remonta al indoeuropeo, aunque esta afirmación merece un estudio centrado en
esta lengua y en el latín. Lo que parece claro es que en la lengua española este
empleo no es una innovación del s. XIX, sino que se da con anterioridad como
forma de expresión literaria y de presentar los hechos. Como ya he dicho, esto no
significa que en el s. XIX no se haya podido convencionalizar gracias a las técnicas
narrativas que surgieron en la época.
Retomando las palabras de Kabatek (2005),
si comparamos el español antiguo con el español moderno, la mayoría de los cambios
gramaticales y lexicales se debe a procesos de metonimización, de metaforización o de
formación de palabras sobre unos principios básicos ya establecidos desde la Edad Media.
Y la adopción de nuevas tradiciones discursivas ha servido, a lo largo de la historia de la
lengua, como motor de estas innovaciones. Con cada nueva tradición, se da un proceso de
búsqueda de los medios lingüísticos apropiados, el cual puede llevar tanto a la
conservación de lo ya existente como a la creación de algo nuevo (Kabatek, 2005: 159).
En lo que respecta al imperfecto narrativo, como ya hemos visto, es una
opción disponible desde el latín; sin embargo, no es hasta el s. XIX cuando se
consolida y se convencionaliza en una estructura rígida que busca producir un
efecto estilístico en el destinatario. El hecho de que esta convención se produzca en
esta época no ha de resultar extraño si tenemos en cuenta que este siglo supone
grandes cambios no solo en la literatura, sino también en otras artes como la
pintura (se busca la libertad artística, se describe la realidad de forma subjetiva,
surgen las vanguardias, el impresionismo o el Art nouveau) o la arquitectura
(aparecen nuevos materiales como el hierro, el acero, el hormigón, que se
incorporan a las creaciones).
Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico
224
3. EL IMPERFECTO NARRATIVO Y SU RELACIÓN CON EL REGISTRO
LINGÜÍSTICO
Tal y como he señalado al comienzo de este capítulo, el imperfecto narrativo
se considera un uso restringido a la lengua escrita con un fuerte impacto en la
Literatura a partir del s. XIX y en la prensa, como sostienen lingüistas como García
Fernández (2008 [1998]). Este autor afirma que los imperfectos narrativos “se
sienten como estilísticamente connotados y que además la lengua hablada no
tolera este tipo de alternancias [imperfecto e indefinido]” (2008 [1998]: 47). Es
decir, se trata de un valor propio del registro escrito formal que no parece
traspasar la frontera entre lo escrito y lo oral. Como sabemos, los tiempos verbales
por excelencia en la lengua oral para narrar hechos pasados son el indefinido y el
denominado presente histórico, que permite acercar los hechos al destinatario. En
lo que sigue tendré ocasión de mostrar algunos ejemplos de este empleo, que será
retomado en el capítulo 6.
Recordemos algunos ejemplos presentados en el apartado anterior, como el
de (13), repetido aquí como (37).
(37) Hace unos días, el martes que hubo feria, ¿te acuerdas?, tus padres
habían bajado al pueblo y tú paseabas por la heredad con tu hermanillo
en brazos.
El chico tenía mal humor, tú querías distraerle y le enseñabas las vacas,
la Gorriya y la Beltza, que pastaban la hierba, resoplando con alegría,
corriendo pesadamente de un lado a otro, mientras azotaban las
piernas con sus largas colas.
Tú le decías al condenado del chico: «Mira a la Gorriya…, a esa tonta....
con esos cuernos.... pregúntale tú, maitia: ¿por qué cierras los ojos, esos
ojos tan grandes y tan tontos?... No muevas la cola.»
Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico
225
Y la Gorriya se acercaba a ti y te miraba con su mirada triste de
rumiante, y tendía la cabeza para que acariciaras su rizada testuz.
Luego te acercabas a la otra vaca, y señalándola con el dedo, decías:
«Ésta es la Beltza... Hum... qué negra... qué mala... A ésta no la queremos.
A la Gorriya sí». (Pío Baroja, Mari Belcha).
A partir de este enunciado, podremos comprobar que se trata de un pasaje
muy próximo al que podríamos emplear hoy en día en la lengua oral. Los
imperfectos se acercaba, miraba, tendía y acercabas están empleados en su uso
narrativo, por lo que el destinatario ha de inferir pragmáticamente la presencia de
un sujeto de percepción situado en el pasado. Este no es otro que el personaje que
cuenta los hechos y los presenta ante los ojos de su interlocutor y del lector. La
narración de este pasaje está subordinada al verbo acordarse, de manera que todo
constituye un recuerdo y es posible encontrarla en la lengua oral, como se observa
en (38).
(38) - ¿Te acuerdas de cuando fuimos al monólogo del frutero?
- Sí. Recuerdo que era por la noche y habíamos estado cenando y
estábamos en una mesa viendo el monólogo en la chocita. Recuerdo que
subía una mujer al escenario para ayudarle a contar una parte del
monólogo. También que al final se ponía fuera para saludar y hacerse
fotos con nosotros. (Conversación espontánea).
A partir del enunciado de (38), es posible considerar que el imperfecto es
una opción narrativa en el contexto del recuerdo. Gracias a él, el hablante ha
revivido los hechos pasados y los ha presentado como si los estuviera visualizando.
Si sustituyéramos los imperfectos subía y se ponía por los correspondientes
indefinidos, podremos sostener que el efecto que se activa con el empleo del
imperfecto es similar al que hemos visto en los casos de imperfecto narrativo en el
registro formal escrito. Es decir, se trata de una forma de presentar los hechos
pasados en desarrollo.
Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico
226
Ahora bien, el empleo del imperfecto en estos caso no resulta ser la opción
más natural; de hecho, en muchos casos, los hablantes optan por emplear el
indefinido, tal vez por considerarlo menos marcado o más natural, como podemos
apreciar en (39).
(39) ¿No te acuerdas de que una vez llegó a casa un primo de papá y
teníamos que ir a dormir porque nos íbamos de vacaciones al día
siguiente y no se iba? Pensábamos que se venía con nosotros. Menos
mal que al final se dio cuenta de la hora y se fue. (Conversación
espontánea).
En este enunciado, el hablante opta por el indefinido para narrar los hechos
que constituyen el recuerdo, como llegó, se dio cuenta y se fue. La preferencia por
una forma u otra responde a cuestiones estilísticas y de punto de vista. Es decir, el
empleo de un tiempo verbal concierne al interés del hablante por presentar los
hechos ante los ojos del destinatario o, por el contrario, narrarlos sin más. El
contexto de (38) no difiere de un contexto muy habitual en la lengua oral y en el
que se emplea generalmente el imperfecto para describir las situaciones acaecidas.
Se trata de los sueños, como se observa en (40).
(40) Ayer soñé que participaba en Máster Chef y tenía que hacer un
solomillo. Lo sellaba bien en la sartén pero quedaba crudo. (Narración
oral).
En esta narración espontánea, el hablante cuenta un sueño que ha tenido y
especifica el marco contextual mediante el predicado soñar en pasado. Una vez que
ha creado el ambiente y ha ubicado a su interlocutor en la escena, narra los hechos
soñados en imperfecto. Todos los eventos son interpretados como culminados en
el pasado, por lo que son susceptibles de recibir una lectura narrativa. Como ya
sabemos, para mantener la semántica temporal del imperfecto narrativo, el
destinatario debe inferir la presencia de un sujeto de percepción o de un
observador que presencia la escena. En este caso, dicho sujeto no es otro que el
propio hablante, que reproduce el sueño como si estuviera sucediendo ante sus
Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico
227
ojos y los del oyente, al cual hace partícipe del mismo. Si esto es así, parece que el
imperfecto narrativo y el imperfecto onírico son dos valores estrechamente
relacionados, ya que cuando contamos un sueño empleamos el imperfecto
narrativo.
Esta situación resulta paradójica. Por un lado, es habitual en la lengua
espontánea emplear el imperfecto para narrar sueños y, por otro lado, el valor
narrativo del imperfecto está restringido –se dice- a la lengua escrita literaria y
periodística. Tal vez la explicación a dicha paradoja haya que buscarla en el
empeño por marcar fronteras entre usos de una misma forma verbal –en este caso
el onírico y el narrativo- y obviar que, en ocasiones, confluyen. Antes de afirmar si
en la lengua oral se emplea o no el imperfecto narrativo –aunque estamos viendo
que parece que sí por los ejemplos ofrecidos-, conviene analizar más datos para
poder concluir cuál es la situación.
Un contexto próximo al onírico y al de los recuerdos es el de la explicación
de películas, libros o documentales vistos o leídos en el pasado. En efecto, cuando
queremos contar a alguien el argumento de una película o de un libro,
especificamos el contexto de percepción –en este caso, en la película, en el libro- y
los hechos se cuentan en imperfecto, como se muestra en el enunciado de (41).
(41) Ayer en un documental un tío se bebía dos cervezas, un tinto, un
vodka y daba 1.20. (Conversación espontánea).
El hablante de (41) visualiza mentalmente aquello que observó en el
documental el día anterior y lo cuenta como si estuviera reviviendo la emisión de
los hechos. De esta manera, invita a su interlocutor a asistir a los mismos y a
presenciar lo que sucedió. Para ello, como sabemos, sitúa al oyente en el contexto
de percepción y narra los hechos en imperfecto. Se trata de imperfectos narrativos,
dado que describen eventos que parecen haber culminado en el pasado y son
susceptibles de ser reemplazados por indefinidos; el imperfecto narrativo más
sobresaliente es daba, puesto que se trata de un predicado puntual –ya hemos
Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico
228
visto que el modo de acción es fundamental en la obtención del valor narrativo del
imperfecto-.
Dos ejemplos similares son los de (42) y (43).
(42) El otro día echaron una peli en la tele en la que el protagonista se
mudaba a Berlín con su hija pequeña, se enamoraba de la bibliotecaria
del pueblo donde trabajaba como consultor […] y al final la mataba.
(Narración oral).
(43) En lo último que he leído, tras la conquista de Toledo, el rey se iba
a León con el Cid y mandaba a Álvar Fáñez y a Fan Fáñez que vigilaran
la frontera del reino. (Explicación oral del argumento del libro La tierra
de Álvar Fáñez).
En estos enunciados se cuenta el argumento de una película y de un libro,
respectivamente. Las explicaciones para ambos ejemplos son semejantes a la de
(41), por lo que no voy a detenerme en ellos.
El imperfecto no es el único tiempo que puede aparecer en la narración de
los argumentos de películas o libros, al igual que sucede con los recuerdos –y en
menor medida con los sueños-; de hecho, esta forma verbal alterna con el
indefinido y con el presente. Recordemos que el empleo de los tiempos verbales
está estrechamente relacionado con el punto de vista, como ya he señalado –
recordemos que Saussure incluye en la semántica temporal una variable P, punto
de vista, que debe ser saturada bien como un elemento temporal, bien como un
sujeto de consciencia desde cuya perspectiva se observan los hechos descritos-.
En los mismos contextos que en (42) y (43) se puede emplear el indefinido
y el presente –esta última forma verbal es más frecuente en las narraciones de
películas que el indefinido-, como se muestra en (44) y (45).
Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico
229
(44) […] se encontró con uno que la convenció y se fue a Ceuta. Allí
conoció a su padre, que era rico. (Explicación del argumento del libro El
tiempo entre costuras).
(45) Los niños se escapan de la tutora, se pierden por el parque, se
meten en una bola súper inteligente y deciden hacer su mundo. De
repente el dinosaurio se escapa […]. (Explicación de la película Jurassic
World).
La diferencia entre el empleo de una forma verbal u otra radica en el efecto
de sentido que busca el narrador o el hablante. En (44) los hechos están narrados
en indefinido, tiempo por excelencia en las narraciones pasadas como sabemos y
que, por tanto, no requiere ningún comentario adicional. En cambio, el hablante de
(45) opta por el presente, que, al igual que el imperfecto, acerca los hechos al
destinatario del discurso. Se trata del presente histórico, que guarda muchas
similitudes con el imperfecto narrativo, dado que tanto el presente como el
imperfecto comparten el rasgo aspectual imperfectivo. Esta forma de presentar los
hechos en su desarrollo, sin atender a los límites, produce un efecto estilístico al
narrar situaciones pasadas y culminadas que responde a la manera en que el
hablante desea presentar aquello que revive mentalmente.
Hasta aquí hemos visto que tanto en la narración de un recuerdo, como la
de un sueño, un libro, un documental o una película, el emisor puede emplear el
imperfecto para contar unos hechos que se interpretan como finalizados, ya sean
en el mundo ficticio o en el real. El denominador común de estos usos orales es la
especificación del contexto de percepción, es decir, es necesario que en el contexto
se expliciten los datos de la situación en la que tienen lugar los hechos percibidos
por el observado. De esta manera, el enunciado no requiere gran esfuerzo
cognitivo en la interpretación del enunciado. Si esto es así, sería necesario matizar
la idea que impera en la bibliografía acerca del empleo del imperfecto narrativo
restringido a la lengua escrita, dado que parece que la lengua oral no desconoce
dicho valor.
Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico
230
En esta línea se sitúa Martínez Atienza (2012: 71), quien señala que
podemos encontrar el imperfecto narrativo también en registros orales
coloquiales, aunque con menor frecuencia que en registros escritos formales. El
ejemplo que ofrece esta lingüista es el de (46).
(46) El otro día David me decía que había hablado con Laura y le había
confesado que ya no soportaba a Lucía.
Este enunciado es similar a otros presentados en el apartado 2, donde
hemos visto que el imperfecto de los verbos dicendi es muy frecuente en la
literatura, sobre todo a partir del s. XVI. En (46), al igual que en (42) y (43), se
especifica el contexto en que tienen lugar los hechos: el encuentro y la
conversación mantenida por los dos hablantes en el pasado. El de (47) es un uso
habitual en la lengua oral.
(47) Ayer hablé con el nene por teléfono. Me decía lo que había comido,
pero yo no le entendía. (Conversación espontánea).
Tanto en este enunciado como en el anterior, los hablantes podrían haber
empleado el indefinido dijo en lugar del imperfecto decía, puesto que el contexto
favorece la presencia de la forma verbal perfectiva y el hablante infiere
pragmáticamente que el acto de decir ha llegado a su fin en el pasado. Una vez más
vemos que la presencia de la forma imperfectiva se justifica por el interés de los
hablantes de presentar el discurso en desarrollo; así el destinatario parece asistir a
la escena.
Como podemos apreciar, no es cierto que el imperfecto narrativo se emplee
únicamente en el discurso literario y en el periodístico, sino que puede encontrarse
asimismo en una conversación espontánea. A lo largo de este apartado, he ido
mostrando algunos contextos propiamente orales en los que el imperfecto puede
ser empleado, a pesar de tratarse de un contexto en el que los eventos se
interpretan como finalizados en el pasado: narraciones de sueños, recuerdos,
películas, documentales, libros o discursos previos. Para que esto suceda, es
Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico
231
necesario contextualizar el marco de percepción y situar de este modo al
interlocutor ante la escena que se dispone a contar el hablante.
Conviene señalar que los ejemplos propuestos como usos orales no son
ajenos al registro escrito. De hecho, si revisamos los casos de imperfecto narrativo
en la literatura de los siglos anteriores al s. XIX, podremos comprobar que no
difieren mucho, dado que también estos últimos requieren que se especifique el
contexto de percepción. Por tanto, es posible afirmar que los ejemplos de
imperfectos narrativos que se dan en la lengua espontánea en la actualidad son
similares a los que encontramos en la literatura anterior al s. XIX.
Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico
232
4. CONCLUSIONES
En los dos apartados anteriores, se ha seguido la pista del imperfecto
narrativo para poder constatar dos afirmaciones que aparecen en la bibliografía: se
trata de un uso que se desarrolla a partir del s. XIX y se registra únicamente en la
lengua escrita. Gracias a los datos recogidos, podemos comprobar que ambas
afirmaciones no describen exactamente la situación del imperfecto narrativo, al
menos, en español. Es posible encontrar usos narrativos en las épocas anteriores al
s. XIX y es un hecho que en la lengua oral se emplea, pero siempre en contextos
muy concretos.
Así las cosas, podemos pensar que se dan, al menos en español, dos niveles
de imperfecto narrativo. Por un lado, un uso del imperfecto narrativo ajeno al
registro lingüístico y a la época, es decir, que puede darse tanto en la lengua oral
como en la lengua escrita y que parece estar disponible en todas las épocas -al
menos en lo que respecta a la literatura, dado que carecemos de datos orales que
permitan comprobar si ya se daba este uso con anterioridad a nuestros días-. Para
que se dé este uso, es necesario que se especifique el contexto de percepción, es
decir, el que percibe la escena descrita aparece explícitamente en el discurso o es
el propio hablante. De este modo, la interpretación del imperfecto resulta más fácil,
al no tener que inferir el proceso de percepción, ya que está accesible
contextualmente. Por tanto, no es necesario realizar un gran esfuerzo cognitivo en
la interpretación del enunciado, dado que los datos que permiten reconstruir el
marco de percepción y situar al destinatario están accesibles.
Frente a este uso, encontramos uno más fijo o convencionalizado que se
define por estar encabezado por un circunstancial temporal. Se trata del
imperfecto narrativo que encontramos en los textos literarios y periodísticos a
partir del s. XIX. Este requiere mayor esfuerzo interpretativo por parte del
destinatario, ya que el contexto de percepción no se especifica y ha de ser inferido
pragmáticamente. Esto, como cabe esperar, supone un mayor esfuerzo cognitivo a
la hora de interpretar el enunciado y de resolver el desajuste producido por el
empleo del imperfecto narrativo, de manera que el matiz estilístico es más
Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico
233
sobresaliente que el que se activa con el imperfecto narrativo de la lengua oral o de
los textos previos a dicho siglo. Cuando se afirma en la bibliografía que este valor
del imperfecto no se emplea en la lengua oral, debe entenderse que la afirmación
se limita a este uso convencionalizado del s. XIX y se obvian las similitudes que
guarda con los imperfectos en los contextos señalados con anterioridad. En este
caso, el imperfecto narrativo supone, claramente, una ruptura en la forma de
escribir.
Como vemos, el empleo de ambos niveles o tipos de imperfecto narrativo –
el que se da desde los orígenes en la literatura y que aparece hoy en día en la
lengua oral y el que se convencionaliza en el s. XIX y está restringido a la lengua
escrita- responde a una razón contextual. Mientras que uno requiere una
especificación del contexto de percepción para que se pueda emplear, el otro
obliga al destinatario a poner en funcionamiento una serie de mecanismos que le
permita interpretar de forma adecuada el efecto estilístico buscado por el autor, en
este caso. Si esto es así, parece que el imperfecto narrativo es una cuestión de
percepción, es decir, de forma de presentar los hechos ante los ojos del
destinatario gracias a un observador en el pasado. Como vemos, se trata de un uso
estrechamente relacionado con el punto de vista adoptado por el emisor.
Capítulo 4. El imperfecto narrativo desde el punto de vista histórico y del registro lingüístico
234
Capítulo 5. Los usos del imperfecto
235
CAPÍTULO 5. LOS USOS DEL IMPERFECTO
Capítulo 5. Los usos del imperfecto
236
Capítulo 5. Los usos del imperfecto
237
1. INTRODUCCIÓN
A lo largo de los capítulos precedentes, he ido haciendo alusión a algunos
usos del imperfecto (continuo, progresivo, habitual, onírico, citativo, hipocorístico,
etc.) además del narrativo. Pues bien, llegados a este último capítulo, conviene
tratar de presentar una propuesta sobre los usos del imperfecto de forma
unificada, dado que todos y cada uno de ellos se derivan de la semántica temporal
de dicha forma. Sin embargo, para interpretar los usos del imperfecto no siempre
son necesarias las mismas herramientas, como quedará patente en este capítulo.
Para poder interpretar un enunciado, es necesario que el destinatario
realice unas operaciones cognitivas para determinar el tipo de contenido
expresado, atendiendo a la distinción propuesta por Sperber y Wilson (1994)
entre uso descriptivo y uso interpretativo. En palabras de estos lingüistas,
cualquier representación que tenga una forma proposicional, y en particular cualquier
enunciado, puede utilizarse de dos maneras distintas para representar cosas. Puede
representar un estado de cosas en virtud de que su forma proposicional refleja fielmente
ese estado de cosas: en ese caso, diremos que la representación es una descripción, o que
se utiliza descriptivamente. O puede representar a otra representación que también tenga
una forma proposicional (un pensamiento, por ejemplo) en virtud del parecido que existe
entre ambas formas proposicionales: en ese caso diremos que la primera representación es
una interpretación de la segunda, o que se utiliza interpretativamente (Sperber y Wilson,
1994: 279-280).
Sperber y Wilson dan un paso más allá en la interpretación de los
enunciados al considerar que “todo enunciado es una expresión interpretativa de
un pensamiento del hablante” (1994: 282), en el sentido de que cuando emitimos
un enunciado este recoge un pensamiento. Ahora bien, esta expresión
interpretativa puede emplearse descriptiva o interpretativamente. Obsérvese la
siguiente figura.
Capítulo 5. Los usos del imperfecto
238
Figura 18. Interpretación de un enunciado. Sperber y Wilson (1994: 283).
Tal y como queda recogido, todo enunciado es una expresión de un
pensamiento que puede ser una interpretación, bien de un pensamiento atribuido
a otra persona o bien un pensamiento de algo que se desea, o una descripción de
un hecho real o deseable. Esta clasificación pragmática está en la base de la
variedad de usos del imperfecto y de los tiempos en general, por lo cual es
Capítulo 5. Los usos del imperfecto
239
necesario distinguir entre aquellos usos que son descriptivos y aquellos que son
interpretativos. Para ello, es necesario prestar atención a la semántica temporal y,
en concreto, al modo en que el destinatario satura la variable P: si P es identificado
con un elemento temporal que cumple las dos condiciones –anterioridad e
inclusión en el evento-, el imperfecto es empleado descriptivamente; si, por el
contrario, no hay ningún elemento accesible que cumpla las condiciones y sea, por
tanto, válido para actuar como marco de referencia, el destinatario recupera un
sujeto de consciencia y el imperfecto recibe un uso interpretativo. Veamos en lo
que sigue estas dos situaciones.
Capítulo 5. Los usos del imperfecto
240
2. USOS DEL IMPERFECTO
2.1. Usos descriptivos del imperfecto.
Como acabo de señalar, un enunciado en el que el destinatario pueda
recuperar un elemento temporal situado en el pasado e incluido en el evento con el
que saturar P recibirá un empleo descriptivo. Entre los usos descriptivos del
imperfecto encontramos el continuo (1), el progresivo (2) y el habitual (3)1.
(1) De pequeño, su amigo de la infancia vivía en Francia.
(2) A las 3 de la mañana mi vecina escuchaba música clásica.
(3) Cuando era militar, madrugaba mucho.
En estos tres enunciados, el elemento susceptible de actuar como marco de
referencia está explícito –recordemos que si no está presente en el contexto
lingüístico, el destinatario lo infiere gracias a la información contextual y a su
conocimiento del mundo, por lo que no es estrictamente necesaria su presencia en
el caso, sobre todo, de (1)-: de pequeño, a las tres de la mañana y de joven. Los tres
elementos temporales están situados en el pasado, por lo que ahora debemos
atender a la relación que se establece entre estos y los eventos para poder
comprobar si la segunda condición impuesta por la semántica temporal –esto es la
imperfectividad- se mantiene también.
Tanto en (1) como en (2) la relación que se establece entre el evento y el
marco es de inclusión de R en E, por lo que la imperfectividad de la forma verbal, y
por tanto la semántica, no se ve amenazada. Los circunstanciales de pequeño y a
1 Estos valores han sido explicados en el capítulo 1, por lo que aquí solo les dedicaré un breve repaso.
Capítulo 5. Los usos del imperfecto
241
las tres de la mañana señalan un intervalo y un instante, respectivamente, en el
desarrollo del evento, sin atender a los límites del mismo: los
eventos vivir y escuchar han comenzado con anterioridad y se prolongan más allá
del punto focalizado por el circunstancial. De hecho, desconocemos si en el
momento actual continúan en desarrollo, ya que el imperfecto no ofrece
información al respecto.
Para entender cómo se mantiene la imperfectividad en (3), es necesario
recurrir a la idea de que el imperfecto habitual está formado por la iteración de
eventos o microeventos, cada uno de los cuales ha tenido lugar y, por tanto, ha
culminado. La serie de microeventos recibe el nombre de macroevento y es
marcada imperfectivamente. Es decir, en (3), la imperfectividad incide sobre el
conjunto de microeventos –el macrovento- y no sobre estos últimos
(Bertinetto 2004). De este modo, el marco militar está incluido en el macroevento,
por lo que no se informa acerca de su culminación, al igual que sucede en los dos
casos anteriores.
Para poder identificar un uso frente a los otros, debemos tener en cuenta el
contexto en que se inserta el imperfecto, puesto que este ofrece pistas para
interpretar un enunciado. En el caso del imperfecto progresivo, es necesaria la
presencia de un circunstancial puntual, frente al habitual y al continuo, que
requieren no una referencia puntual, sino un intervalo y un evento iterativo que se
prolonga. A este respecto Amenós (2010) señala que el continuo puede ser
entendido como un evento que se repite en un período determinado, como en (4).
(4) Durante la entrevista, tomaba notas en el ordenador.
En este ejemplo, como vemos, el sujeto realiza la acción de forma iterativa
en el transcurso de tiempo que dura la entrevista de trabajo. A fin de diferenciar
estos dos últimos valores del imperfecto –continuo y habitual-, resulta
indispensable atender al hecho de si la iteración caracteriza o no al sujeto. Es decir,
mientras que la iteración del imperfecto continuo “no se entiende como propiedad
Capítulo 5. Los usos del imperfecto
242
caracterizadora” (Amenós, 2010: 229), con el imperfecto habitual la iteratividad
supone una propiedad caracterizadora, de manera que podemos afirmar que el
sujeto del enunciado de (3) era madrugador cuando era militar.
En algunas ocasiones discernir entre un uso del imperfecto y otro no es
sencillo, ya que comparten propiedades, como sucede entre el imperfecto continuo
de (4) y el habitual, siendo ambos empleos iterativos. Por tanto, no basta con
identificar los elementos lingüísticos que definen un valor u otro, sino que hay que
prestar atención al significado y al impacto que tiene, en el caso del continuo y del
habitual, sobre el sujeto.
Tahara (2004: 178) incluye entre los usos descriptivos del imperfecto el uso
hipotético, que ejemplifica en francés con (5).
(5) Si Luc était malade lundi prochain, ça serait ennuyeux.
Si Luc estaba malo el próximo lunes, sería muy molesto.
Esta autora considera que se trata de un caso de descripción de estado de
cosas deseable, atendiendo al esquema propuesto por Sperber y Wilson (figura
18), ya que no describe un estado de cosas real ni una representación de otra
representación. Amenós (2010: 261) señala que este empleo estándar del
imperfecto se da en francés, pero no en español. Explica a este respecto que la
diferente interpretación está sujeta a las propiedades del sistema verbal de cada
lengua; mientras que el español posee un imperfecto del subjuntivo de “gran
vitalidad” que alterna en ciertos contextos con el imperfecto de indicativo, el
francés tiene un imperfecto de subjuntivo que “carece de vitalidad”. Por ello, el
empleo del imperfecto de indicativo en un contexto como el de (5) activa efectos
interpretativos o de sentido, puesto que se trata de un contexto apto para el
Capítulo 5. Los usos del imperfecto
243
imperfecto de subjuntivo de forma no marcada2. Veremos en el apartado siguiente
cómo se explica el imperfecto en prótasis condicional.
En los empleos básicos –continuo, progresivo y habitual-, las condiciones
impuestas por la semántica temporal del imperfecto se mantienen sin necesidad de
recurrir a un sujeto de consciencia, de forma que se trata de usos descriptivos de
dicha forma verbal. De hecho, estos se han denominado usos básicos o rectos del
imperfecto.
2 Véase Amenós (2015).
Capítulo 5. Los usos del imperfecto
244
2.2. Usos interpretativos del imperfecto.
Ahora bien, ¿qué sucede cuando una de las dos condiciones derivadas de la
semántica del imperfecto no se ve satisfecha? Veamos algunos ejemplos.
(6) Quería un café con leche, por favor.
(7) Yo era la princesa y tú venías a salvarme.
(8) Mañana se examinaba tu primo, ¿verdad?
(9) Cinco minutos más tarde, llegaba a la cita.
En los enunciados de (6) a (9), podemos apreciar que o bien la anterioridad
de un punto de referencia o bien la inclusión de este en el evento no se cumplen. En
(6)-(8), no solo no hay ningún elemento temporal situado en el pasado accesible,
sino que el imperfecto parece describir un hecho situado en el presente, como en
(6) y (7), o en el futuro, como sucede en (8). Dada la imposibilidad de identificar la
variable P como R, en ausencia de un marco situado en el pasado disponible, el
destinatario está obligado a inferir la presencia de un sujeto de consciencia que
asiste a los hechos en el pasado.
En (9), sí hay un elemento temporal situado en el pasado, por lo que la
anterioridad del marco de referencia se cumple; sin embargo, la relación que se
mantiene entre dicho elemento y el evento no es de inclusión de R en E, sino de
coincidencia, de forma que la imperfectividad del imperfecto se ve amenazada. En
este caso, al igual que en los anteriores, al no haber un marco disponible en el
contexto que satisfaga las dos condiciones de la semántica temporal, se infiere la
presencia de un sujeto de consciencia en el pasado y con respecto al cual la
situación es imperfectiva.
Capítulo 5. Los usos del imperfecto
245
De este modo, los enunciados suponen casos de metarrepresentaciones o, lo
que es lo mismo, representaciones de otras representaciones, ya sea un discurso
previo o un pensamiento deseado, tal y como hemos visto en la figura 18. Antes de
intentar ordenar la variedad de usos que presenta el imperfecto, considero
conveniente revisar los valores interpretativos que se han incluido durante años
en las gramáticas (Gutiérrez Araus 1995, Fernández Ramírez 1986, RAE 2009,
Reyes 1990, Urrutia y Álvarez 1988, etc.)3.
Estos usos se han explicado a partir de la noción de marco temporal,
requerido por el imperfecto para anclar su referencia; tal es la postura de la RAE
en su NGLE (2009: 1748). En esta obra, se consideran usos modales del imperfecto
al imperfecto onírico, prelúdico, de cortesía, de cita o citativo y al prospectivo,
ejemplificados en (10)-(14).
(10) En mi sueño usted me soplaba lo que tenía que dictarle a los
alumnos. Y yo le daba un premio. (Cohen, Insomnio)4.
(11) Yo era la vendedora y tú venías a comprar.
(12) Yo… venía a pedirle un favor. (Buero, Valmy)5.
(13) ¿Tú jugabas a fútbol, no es cierto?6
(14) ¿A qué hora empezaba la película esta noche?7
Estos usos “son modales, en el sentido de que hacen referencia a situaciones
no factuales, y también en cuanto que aparecen introducidos por operadores de
irrealidad” (RAE, 2009: 1754). Se explican como desarrollo de la noción de marco,
3 Para otras lenguas, véase Bazzanella (1990), Fleischman (1995), Ippolito (2004) y Saussure (2010). 4 RAE (2009: 1748 y ss.) 5 Ídem. 6 Ídem. 7 Ídem.
Capítulo 5. Los usos del imperfecto
246
de manera que se caracterizan por el tipo de marco o espacio propuesto. Más
adelante me detendré en estos usos y en ofrecer una explicación atendiendo a la
semántica temporal del imperfecto.
En otros casos, como el de Gutiérrez Araus (1995), se trata de usos
pragmáticos del imperfecto, que responden a matices discursivos. Tal y como
señala esta autora,
dado que el imperfecto en los casos que nos ocupan marca una presencia clara del hablante
en su discurso, más notoria en el discurso oral, podemos considerarlos valores
pragmáticos, según ha demostrado G. Reyes (1990-a, 25). La característica que une a todos
ellos es la relevancia de la actitud del hablante hacia lo que dice, sus reservas
epistemológicas y su aprobación o desaprobación al interlocutor (Gutiérrez Araus, 1995:
179).
La descripción de estos valores secundarios del imperfecto se hace habitualmente por los
diversos matices discursivos que aporta y de ahí que sea conocido el imperfecto de
cortesía, el de excusa, el desiderativo, el de sorpresa, el de conato, el lúdico, etc.
Para clasificarlos, Gutiérrez Araus (1996) atiende al contexto en el que se
inserta el imperfecto. Así, distingue tres situaciones: el imperfecto en un contexto
de presente, el imperfecto en un contexto de futuro y el imperfecto de un discurso
presupuesto. Alcina y Blecua (1974), por su parte, explican los valores del
imperfecto a causa de la atemporalidad de dicha forma verbal, dado que
por su carácter durativo y su valor de coetaneidad, el pretérito imperfecto puede pasar
desde describir el pasado a representar el presente y el futuro entrando en el campo de
acciones no realizadas. Su atemporalidad se amolda perfectamente tanto al presente como
al futuro en cuyos campos cabe situar usos muy característicos (Alcina y Blecua, 1974:
797).
Como vemos, son diversos los argumentos que se han ofrecido sobre la
variedad de usos que presenta un tiempo como el imperfecto. La primera pregunta
que surge a este respecto es la de cuántos usos interpretativos, modales o
dislocados presenta el imperfecto. La respuesta no es sencilla, ya que en una
Capítulo 5. Los usos del imperfecto
247
gramática podemos encontrar usos que no se recogen en otra, del mismo modo
que hay empleos que se dan en una lengua y no en otra, como sucede con el
denominado imparfait forain en francés. Si bien es cierto que no podemos
determinar el número exacto de valores que presenta, sí podemos hacer referencia
a los más frecuentes, como el prelúdico, el onírico, el citativo, en prótasis
condicional, el de cortesía, el prospectivo o el narrativo. Todos ellos se
caracterizan, como ya he señalado, por no expresar a primera vista una referencia
temporal pasada o por poner en tela de juicio la aspectualidad imperfectiva de la
forma verbal.
Un uso del imperfecto muy frecuente en la lengua espontánea es el de
cortesía, como podemos comprobar en (15).
(15) Buenas tardes. Quería hablar con el encargado de la sección
de deportes.
Gracias a la presencia del imperfecto, se reduce el carácter impositivo que
se activa con el empleo del presente en actos de habla directivos como las
peticiones. Como hemos visto a propósito de los usos dislocados de Rojo (1974),
desde una teoría temporal, el imperfecto de cortesía se explica como un caso de
dislocación del vector o del rasgo temporal de anterioridad al expresar una
relación de simultaneidad con el momento del habla. Esta alteración del sistema
temporal conlleva un efecto de irrealidad y/o de alejamiento que permite suavizar
la imposición de la petición. Desde la perspectiva adoptada aquí, hay que atender a
las dos condiciones impuestas por la semántica temporal: anterioridad del marco
de referencia e inclusión de este en el evento. Como vemos, no hay ningún
elemento temporal pasado accesible en el contexto, puesto que el evento descrito
hace referencia al presente. A fin de respetar la instrucción establecida por el
imperfecto, el destinatario debe inferir la presencia de un sujeto de consciencia
que funcione como marco de referencia para el imperfecto. Este, como sabemos,
debe estar situado en el pasado, por lo que es lícito pensar que se trata del propio
hablante en un momento anterior al de la enunciación. De este modo, el enunciado
(15) supone la representación de la representación mental del hablante en el
Capítulo 5. Los usos del imperfecto
248
momento en que ha decidido hablar con el encargado de la sección de deportes. Al
hacer referencia a un pensamiento previo, la fuerza impositiva de la petición se ve
reducida, por lo que se activa un efecto de cortesía.
El alejamiento o el distanciamiento entre el hablante que emplea el
imperfecto para realizar una petición y su interlocutor está justificada, por tanto,
por el mecanismo de metarrepresentación que permite mantener la semántica
temporal del imperfecto en caso de conflicto (Saussure 2003 y Saussure y Sthioul
2005). Muy ligado al imperfecto de cortesía está el imperfecto prelúdico.
Dicho uso, empleado por los niños en el reparto de roles para llevar a cabo
un juego, remite a un hecho presente o futuro, como se aprecia en (16).
(16) Yo era la vendedora de la joyería y tú venías a comprar unos
anillos porque te casabas.
Con el imperfecto, los hablantes –generalmente niños- distribuyen los
papeles del juego y explican la situación que se va a desarrollar de forma lúdica.
Por tanto, no parece haber ningún elemento en el pasado susceptible de actuar
como marco de referencia. Para poder explicar este empleo, más allá de una mera
descripción del mismo, debemos contar con una teoría del imperfecto del tipo de la
propuesta por Saussure (2003) y asumida en este trabajo. El interlocutor infiere la
presencia de un sujeto de consciencia situado en el pasado a quien se le atribuye el
pensamiento representado por el enunciado. Se trata de la idea que tiene el
hablante en un punto anterior al momento del habla que reproduce en el presente
para contextualizar a su interlocutor. Es decir, se trata del pensamiento de un
sujeto que corresponde al propio hablante en el pasado.
En palabras de Saussure (2003),
les usages traditionnellement dits hypocoristique, d’atténuation, de conséquence non
réalisée préludique, […] sont explicables par l’instanciation d’un point de vue distinct du
Capítulo 5. Los usos del imperfecto
249
locuteur au moment de l’énonciation, tout comme l’imparfait dit narratif (Saussure, 2003 :
244).
los usos tradicionalmente denominados hipocorístico, de atenuación, de consecuencia no
realizada, prelúdico, […] son explicables por la instanciación de un punto de vista distinto
del locutor en el momento de la enunciación, como el imperfecto narrativo. (Traducción
propia).
Si atendemos al modelo interpretativo de un enunciado de Sperber y Wilson
(figura 18), podemos considerar que el imperfecto prelúdico es un pensamiento
deseable del propio hablante, que lo expresa a fin de simular el mundo ficticio que
supone el juego.
Próximo al imperfecto prelúdico, en tanto que se trata de un uso que remite
a un mundo ficticio, está el imperfecto onírico. Generalmente, cuando se narra un
sueño, se emplea el imperfecto, como se ilustra en (17).
(17) En el sueño, tú trabajabas en la empresa de tu padre y te
ascendían a subdirectora el segundo día.
Es factible pensar que en este caso sí hay un marco temporal pasado
accesible: el sueño. Sin embargo, tal y como se explica en la NGLE de la RAE (2009:
1748), este elemento no es un adjunto temporal, sino un locativo, de forma que su
finalidad es contextualizar el enunciado y no situarlo temporalmente. Si esto es así
no hay ningún elemento temporal en el pasado disponible de forma explícita,
aunque sí se puede recuperar el momento en que los eventos narrados tienen
lugar: mientras el hablante duerme. Suponiendo que podamos reconstruir
contextualmente un marco temporal pasado, solo se cumpliría la condición de
anterioridad (P-H), pero no la de inclusión del marco en el evento, ya que sería al
contrario, inclusión de los eventos en el marco, y el requisito de imperfectividad no
se vería satisfecho. De este modo, es necesario inferir un sujeto de consciencia que,
al igual que en el caso del imperfecto prelúdico, corresponde al propio hablante.
Este enunciado representa una representación mental previa –el sueño- y los
Capítulo 5. Los usos del imperfecto
250
hechos son presentados como si estuvieran sucediendo ante los ojos tanto del
hablante como del oyente.
En el capítulo 4 hemos visto que, del mismo modo que los sueños se narran
en imperfecto, este tiempo verbal también es empleado para explicar el argumento
de un libro o de una película. Por tanto, son usos que no distan mucho, puesto que
presentan hechos observados bien en un sueño, bien en una película o leídos en un
libro, como si el hablante estuviera reproduciendo las imágenes mentales que
tiene. En dicho capítulo, he mostrado además que el imperfecto onírico se asemeja
al imperfecto narrativo.
El valor narrativo del imperfecto, como he mostrado anteriormente, surge a
consecuencia de un conflicto entre la demanda de perfectividad del contexto y la
imperfectividad del imperfecto que se resuelve, como en los casos anteriores,
recurriendo al mecanismo de metarrepresentación. El imperfecto narrativo
representa la representación mental o el pensamiento del propio hablante o de
otro sujeto. Este uso mantiene una fuerte vinculación con otro uso del que también
se ha afirmado que surge en el s. XIX y que está relegado a la literatura y a la lengua
escrita: el imperfecto en estilo indirecto libre.
El imperfecto en estilo indirecto libre es muy recurrente en la literatura,
sobre todo realista, en la que se mezcla el punto de vista del narrador con el del
personaje, hasta el punto de que el lector no sabe bien quién habla, quién observa,
quién piensa ni quién siente, como se aprecia en (18).
(18) Esta conciencia de la rebelión la desesperaba; quería aplacarla
y se irritaba. Sentía cardos en el alma. En tales horas no quería a nadie,
no compadecía a nadie. En aquel instante deseaba oír música; no podía
haber voz más oportuna. (Clarín, La Regenta).
En este pasaje de La Regenta, parece que quien habla es el propio narrador
y, sin embargo, se presentan los pensamientos más íntimos de uno de los
Capítulo 5. Los usos del imperfecto
251
personajes de la novela. Se trata, por tanto, de un cambio de perspectiva, dado que
el narrador no cuenta lo que ve, sino que penetra en el interior del personaje y
adopta su punto de vista, sin necesidad de señalar explícitamente este cambio. Es
el empleo del imperfecto el que permite este juego de focalización.
El imperfecto en estilo indirecto libre requiere un estudio pormenorizado
similar al del imperfecto narrativo, puesto que son los mismos interrogantes los
que despierta: ¿se trata realmente de una innovación del s. XIX?, ¿por qué en esta
época y no en otra?, ¿es cierto que no se da en la lengua oral de forma espontánea?
Lo que parece innegable es su similitud con el imperfecto narrativo, en tanto que
ambos empleos parecen responder a técnicas narrativas para representar un juego
de perspectivización: en el caso del imperfecto narrativo se puede recuperar bien
el punto de vista del narrador o bien el de un personaje, mientras que en el estilo
indirecto libre la focalización pertenece siempre a uno de los personajes de la obra,
en cuyo interior penetramos a través del empleo del imperfecto y de la búsqueda
de un sujeto de consciencia pertinente. Convendría realizar un estudio específico
para el imperfecto en estilo indirecto libre que permitiera arrojar luz acerca de las
similitudes que guarda con el imperfecto narrativo; se trata, pues, de una futura
línea de investigación.
Como estamos viendo en este recorrido por los usos interpretativos del
imperfecto, no parece haber fronteras rígidas entre unos y otros, sino que están
estrechamente vinculados y es el contexto el que determina en última instancia
una interpretación u otra, como veremos con el prospectivo, el citativo y el
imperfecto en prótasis condicional.
El imperfecto prospectivo describe un hecho que ha sido planificado o
previsto en el pasado, de manera que parece tener referencia futura. Un ejemplo de
este uso es el de (19).
(19) El avión salía hoy a las 21h.
Capítulo 5. Los usos del imperfecto
252
Este enunciado describe un evento que no ha tenido lugar en el pasado,
pero que ha sido programado en un momento del pasado. Para poder interpretar
de forma adecuada el imperfecto, cuya semántica temporal parece entrar en
conflicto con la referencia presente o futura, el destinatario recupera el punto en el
pasado en el que un sujeto de consciencia ha programado o ha informado del
horario del vuelo. De este modo, la semántica de la forma verbal se mantiene
gracias, una vez, a la recuperación de un sujeto; estamos ante un uso interpretativo
en el que se representa otra representación, la de la comunicación de la
programación.
La RAE (2009: 1751) señala que el imperfecto prospectivo no es sensible al
modo de acción, puesto que se da tanto con predicados télicos, como con
predicados atélicos. Sin embargo, Borràs (2000: 28)8 considera que esta lectura
parece más natural con unos predicados que con otros, tal y como ejemplifica con
(20) y (21).
(20) # Ando mañana.
(21) Corro mañana.
Antes de explicar la razón por la que (21) puede recibir una lectura
prospectiva, frente a (20), conviene hacer mención del hecho de que ambos
enunciados aparecen en presente. Tanto el presente como el imperfecto pueden
recibir una interpretación prospectiva, lo cual puede explicarse por el rasgo
aspectual imperfectivo que comparten estas dos formas verbales. Al no visualizar
los límites, el evento programado puede hacer referencia a un punto posterior al
momento en que se planificó o al momento del habla. La peculiaridad que presenta
el presente prospectivo con respecto al empleo del futuro es, tal y como señala la
RAE (2009: 1720), es la presencia de “un complemento que aporte la información
necesaria para poder situar la acción en un momento posterior de la línea
8 Borràs (2000) propone un análisis del valor prospectivo del imperfecto basándose en la presencia de un operador modal parafraseable con ‘iba a’.
Capítulo 5. Los usos del imperfecto
253
temporal”. Con el imperfecto, este requerimiento parece mantenerse, dado que se
explicita el momento en que está planificado que el evento en cuestión tenga lugar.
Si volvemos a los ejemplos de (20) y de (21), se puede explicar la razón
para el contraste que presentan por el propio significado de los eventos andar y
correr; mientras que andar es una actividad intrínseca al ser humano, correr
implica cierta voluntad o predisposición por parte del sujeto. Es decir, resulta más
natural programar el evento correr que el evento andar, salvo que con este último
nos refiramos a ‘salir a andar por las mañanas para hacer deporte’. Lo que parece
innegable es que para que se active la interpretación prospectiva es necesario que
el evento en sí sea susceptible de ser programado. Dicho con otras palabras, si con
prospectivo nos referimos a un evento que tiene lugar en el futuro y podemos
hablar de él en el momento del habla, necesariamente el evento debe describir una
acción susceptible de ser programada o planificada. Esto explica que el valor
prospectivo del imperfecto quede bloqueado ante estados, como se aprecia en
(22).
(22) # Mañana era médico.
No olvidemos que los estados son eventos que se dan, por lo que no se
pueden programar, ni forzar (cf. capítulo 1). Para Amenós (2010), el imperfecto
prospectivo se puede activar también con predicados atélicos, pero en unas
condiciones específicas: “la prospectividad exige entonces disponer de dos
expresiones referenciales diferentes en el pasado; la primera establece un marco
situacional, y la segunda fuerza la progresión temporal a partir de ese marco”
(2010: 244), como ejemplifica con (23).
(23) (Conversación entre dos personas que se vieron ayer por la
mañana, y hoy se vuelven a encontrar)
+ ¿Qué te pasaba ayer? Estabas muy serio.
- Sí, es que por la tarde tenía una reunión…
Capítulo 5. Los usos del imperfecto
254
Tal y como se aprecia en este enunciado, se dan las dos condiciones
señaladas por Amenós para que se active la lectura prospectiva con un predicado
atélico: en primer lugar, la pregunta de uno de los hablantes, localiza el marco
situacional, de manera que podemos reconstruir el momento al que hacen
referencia los eventos. En segundo lugar, el circunstancial por la tarde marca la
progresión temporal con respecto al marco establecido en la pregunta, ya que,
sabemos, la interpretación prospectiva hace referencia a un evento posterior en el
eje temporal.
Con un predicado atélico, como en (23), la interpretación prospectiva
resulta más forzada y supone mayor esfuerzo cognitivo por parte del destinatario.
Por ello, se requiere un contexto en el que se especifique la situación y la
progresión temporal, a fin de facilitar la interpretación del enunciado; no
olvidemos que de forma natural, si no aparece ningún dato que especifique el
contexto, la lectura que surge es la continua.
Estrechamente relacionado con este valor del imperfecto está el citativo,
“hasta el punto de que algunos autores no hacen distinción entre estos dos usos”
(RAE, 2009: 1751). El imperfecto citativo se obtiene al reproducir un discurso
previo, con cuyo contenido el hablante no se compromete. La información
comunicada puede corresponder a una fuente de conocimiento diferente del
hablante o a un rumor, en cuyo caso se denomina ecoico.
Leonetti y Escandell-Vidal (2003: 149) señalan entre las condiciones que
han de satisfacerse para que se active la interpretación citativa la presencia de un
imperfecto prospectivo. Esta condición es fácil de entender si tenemos que cuenta
que, en muchos casos, cuando reproducimos el discurso de una tercera persona,
este se refiere a eventos futuros planificados. Entre las otras condiciones señalan la
presencia de un adjunto temporal9 y un predicado télico.
9 Como acertadamente señala Amenós (2010: 245), “la referencia temporal puede no venir dada por un adjunto deíctico, sino directamente por la situación del enunciado”, que es lo sucede en el enunciado de (23).
Capítulo 5. Los usos del imperfecto
255
Al combinarse un predicado télico con un adjunto temporal de referencia
futura, y el imperfecto, se produce un conflicto que debe ser resuelto mediante
alguna estrategia. Leonetti y Escandell-Vidal (2003: 142) señalan que se trata de
un caso de coacción aspectual; sin embargo, considero que más que una coacción,
se trata de una metarrepresentación, puesto que para resolver el conflicto no basta
con reajustar el contenido conceptual, sino que es necesario recuperar
inferencialmente la presencia de un sujeto de consciencia, al que se atribuye el
discurso reproducido.
Volviendo a la relación entre el valor citativo y el prospectivo, conviene
señalar que la presencia del imperfecto prospectivo no es una condición sine qua
non; de hecho, es posible obtener lecturas citativas sin imperfectos prospectivos,
como sucede cuando aparece un verbo de lengua subordinante, como señala
Amenós (2010: 318). Por tanto, dentro del valor citativo del imperfecto es posible
encontrar un tipo especial de prospectivo-citativo, pero en modo alguno todos los
imperfectos citativos son prospectivos, ni todos los prospectivos son citativos.
Veamos a continuación un ejemplo propuesto en Leonetti y Escandell-Vidal
(2003: 135), en el que ambas lecturas –la prospectiva y la citativa- confluyen. Lo
reproduzco aquí como (24).
(24) Ya telefoneé a Ernesto. Terminaba un capítulo, compraba unas
cervezas y venía para acá.
En este enunciado se activan las dos interpretaciones referidas
anteriormente. Por un lado, recibe un valor citativo, puesto que para entender el
empleo del imperfecto es necesario recuperar un sujeto de consciencia al que se
atribuye el contenido expresado. De esta manera, el enunciado es parafraseable
con “Ernesto me dijo que terminaba un capítulo, compraba unas cervezas y venía
para acá”. Se trata, por tanto, de un enunciado metarrepresentacional, en el que se
representa el pensamiento o el discurso previo del sujeto inferido que alude a
eventos futuros planificados en un momento del pasado. Por otro lado, la lectura
Capítulo 5. Los usos del imperfecto
256
prospectiva está presente, dado que se trata de un plan preestablecido en un
momento del pasado. Es decir, Ernesto ha programado una serie de acciones que
llevará a cabo en un momento posterior y la comunica por teléfono a su
interlocutor.
Algo similar sucede con el imperfecto en prótasis condicional, ejemplificado
en (25), tomado de Amenós (2015: 247).
(25) + Al final, ¿Pedro se jubila?
- Pues sí, se jubila. Bueno, parece que si podía seguir en la
misma situación no se jubilaba. Pero al final no le han dado
permiso.
En este enunciado, el imperfecto remite a un hecho irreal, inducido por la
partícula condicional si. Ante la imposibilidad de recuperar un marco temporal
válido, el enunciado se interpreta metarrepresentacionalmente gracias a la
inferencia de un sujeto de consciencia. De este modo, la oración si podía seguir en
la misma situación no se jubilaba reproduce un discurso previo emitido por dicho
sujeto, similar a “me dijo que, si podía seguir en la misma situación, no se jubilaba”
o en estilo directo “me dijo: si puedo seguir en la misma situación, no me jubilo”. El
imperfecto en prótasis condicional, por tanto, puede ser un tipo especial de
imperfecto citativo, como señala Amenós (2010).
En todos los casos señalados, el imperfecto se emplea en lugar de otra
forma verbal: el presente, el condicional, el indefinido o el imperfecto de
subjuntivo. Sin embargo, el empleo del imperfecto en tales contextos activa una
interpretación metarrepresentacional que, lejos de contradecir su semántica
temporal, se deriva de ella y de la búsqueda de que las dos condiciones –
anterioridad e imperfectividad- se satisfagan. Se trata de unos valores especiales
del imperfecto derivados de la propia semántica de esta forma verbal.
Capítulo 5. Los usos del imperfecto
257
2.3. Clasificaciones de los usos del imperfecto
Al hablar de usos interpretativos, cabe, como hemos visto, una variedad
heterogénea de usos, por lo que resulta interesante organizar de algún modo la
disparidad de empleos que presenta el imperfecto. Como sabemos, en las
gramáticas tradicionales los usos aparecen descritos y ejemplificados en amplios
catálogos, lo que provoca que para un estudiante extranjero resulten difíciles de
entender, y se limite a memorizarlos o a reconocerlos en actividades, como señala
Martí (2015), sin garantía de comprender cómo funciona realmente el imperfecto,
puesto que enseguida estará expuesto a ejemplos que tienen cabida bajo dos
etiquetas de los usos descritos10. Esta misma situación se da en la tradición
francesa, como sostiene Moeschler (1998).
La plupart du temps, les solutions adoptées sont des solutions par encodage conceptuel. On
peut par exemple penser aux descriptions des temps verbaux donnés dans les grammaires
traditionnelles, où le contenu du temps verbal (sa valeur de base) est censé gouverner
l’ensemble de ses emplois. Il n’y a malheureusement qu’à consulter les listes des différents
types d’emplois pour voir la distance qu’il peut y avoir entre le contenu général et les
emplois spécifiques (Moeschler, 1998 : 8-9).
La mayor parte del tiempo, las soluciones adoptadas son soluciones por codificación
conceptual. Podemos, por ejemplo, pensar en las descripciones de los tiempos verbales
dadas en las gramáticas tradicionales, donde el contenido del tiempo verbal (su valor de
base) dirige el conjunto de empleos. No hay, desafortunadamente, más que consultar las
listas de los diferentes tipos de empleos para ver la distancia que puede haber entre el
contenido general y los empleos específicos. (Traducción propia).
El principal problema que presentan las gramáticas es que proponen listas
de usos y de ejemplos sin explicar qué hipótesis subyace a tal clasificación, ni cómo
se derivan los usos ‘especiales’ del imperfecto de su semántica temporal. Tampoco
permiten predecir usos, dado que no se entiende qué mecanismos operan en la
10 Bru Peral (2011) propone una lista de preguntas que surgen a los estudiantes de E/LE a propósito de los usos del imperfecto.
Capítulo 5. Los usos del imperfecto
258
interpretación de un imperfecto modal. Por tanto, parece conveniente presentar
una teoría del imperfecto que permita dar cuenta tanto de los usos descriptivos
como de los usos modales o interpretativos Como hemos visto, en este trabajo
adopto la hipótesis de Saussure (2003).
A fin de presentar una clasificación que dé cuenta de las condiciones que
han de cumplirse para que se active una interpretación de un enunciado u otra, se
han propuesto dos algoritmos para el imperfecto, desarrollados en el seno de las
investigaciones de la escuela de la Universidad de Ginebra: Saussure y Sthioul
(2005)11 y Tahara (2004). De este modo, se observan a simple vista los procesos
que intervienen en la interpretación de los enunciados y las pautas que sigue el
destinatario en la atribución de un valor u otro del imperfecto.
Figura 19. Algoritmo de Saussure y Sthioul (2005: 119).
Sémantique de base: R≠S & RcE
Si l’énoncé peut représenter de manière pertinente un état de fait considéré de manière
non-bornée à partir d’un point du passé, le traitement cesse et l’on obtient l’usage
descriptif de l’imparfait.
Si une contrainte contextuelle bloque cette possibilité. nous avons un usage interprétatif :
S’il s’agit d’une contrainte temporelle :
Si le destinataire doit inférer l’achèvement du procès ou le séquencement
temporel, pour des raisons de consistance : récupération d’un sujet
d’observation dans le passé (imparfait « narratif» ou «pittoresque»).
S’il est mutuellement manifeste que le procès est encore vrai à S :
11 Saussure (2003: 173) señala que un procesamiento no es simplemente un árbol con múltiples ramas, como se desprende de Moeschler (1994). Un procesamiento consiste aplicar una lógica en la elección de las rutas disponibles. Es decir, ante una situación, el destinatario debe elegir una opción entre dos, generalmente, dadas. Es lo que conocemos en lógica con el nombre de algoritmo.
Capítulo 5. Los usos del imperfecto
259
Si le locuteur représente sa propre pensée au passé : effet
d’atténuation car la vérité de la situation à S n’est pas
qu’implicitée.
Si le locuteur représente la pensée du destinataire au passé : effet
« forain» pour les mêmes raisons.
Si le locuteur représente la pensée d’une instance fusionnelle
locuteur-être non donné de parole : effet « hypocoristique».
S’il est mutuellement manifeste que le procès n’est jamais vrai : effets de contre-factualité
(« conséquence non réalisée» et « préludique»).
Semántica de base : R≠S & RcE
Si el enunciado representa de manera pertinente un estado de cosas considerado de forma
no limitada a partir de un punto de vista pasado, el procesamiento cesa y se obtiene un uso
descriptivo del imperfecto.
Si una restricción contextual bloquea esta posibilidad, tenemos un uso interpretativo:
Si se trata de una restricción temporal:
Si el destinatario debe inferir la culminación del proceso o la secuencia
temporal, por razones de consistencia: recuperación de un sujeto de
observación en el pasado (imperfecto “narrativo” o “pintoresco”).
Si es mutuamente manifiesto que el proceso es verdad en el momento del
habla:
Si el hablante representa su propio pensamiento en el pasado:
efecto de atenuación porque la veracidad de la situación en S [H]
está implícita.
Capítulo 5. Los usos del imperfecto
260
Si el hablante representa el pensamiento del destinatario en el
pasado: efecto de cortesía por las mismas razones.
Si el hablante representa el pensamiento de una instancia
fusionada no dado en el acto del habla: efecto “hipocorístico”.
Si es mutuamente manifiesto que el proceso no es jamás verdad: efectos de
contrafactualidad (“consecuencia no realizada” o “prelúdico”). (Traducción propia).
Saussure y Sthioul proponen una semántica procedimental del imperfecto,
que ha de mantenerse en todos sus usos. Cuando hay algún elemento que
contradice la semántica temporal, el destinatario debe recurrir a mecanismos
pragmáticos que permitan mantener el significado temporal. Esto es lo que sucede
en el caso de los usos interpretativos del imperfecto. En el algoritmo se especifican
las condiciones que llevan a la activación de una lectura u otra, como el sujeto al
que se atribuye el contenido representado.
Esta propuesta permite entender los procesos que tienen lugar en la
interpretación de un imperfecto de una forma lógica y ordenada, pero es necesario
notar que resulta incompleta, ya que faltan usos como el citativo, que podría
responder a la condición “si el hablante representa el pensamiento de un sujeto en
tercera persona en el pasado”, atendiendo a la explicación sobre este uso
desarrollada por Leonetti y Escandell-Vidal (2003).
Una segunda propuesta de algoritmo es la de Tahara (2004), quien se basa
también en la Teoría de la Relevancia. Esta queda recogida en la figura 20.
Figura 20. Algoritmo de Tahara (2004: 187).
Capítulo 5. Los usos del imperfecto
261
Capítulo 5. Los usos del imperfecto
262
Como se desprende del algoritmo de Tahara, una vez que se han separado
los usos descriptivos del imperfecto de los usos interpretativos, en los que
interviene la figura del sujeto de consciencia, es necesario prestar atención a la
temporalidad expresada: si remite a un evento con referencia pasada o no. Esta
condición permite distinguir el imperfecto narrativo y el estilo indirecto libre del
imperfecto hipocorístico, prelúdico, de cortesía, etc. que poseen una referencia
temporal no pasada. Si esto es así, el imperfecto onírico ocuparía un lugar próximo
al imperfecto narrativo, dado que se trata asimismo de un empleo con referencia
pasada –cuando tuvo lugar el sueño-. En efecto, tal y como he señalado en el
capítulo 5, considero que el imperfecto narrativo y el imperfecto onírico están
vinculados de algún modo, ya que ambos narran hechos pasados como si
estuvieran sucediendo ante los ojos del hablante. La diferencia entre ambos usos
está en la forma de presentar la información: mientras que con el imperfecto
onírico se especifica en el contexto quién es el sujeto de consciencia –o, dicho de
otro modo, quién percibe la representación y cuándo-, con el imperfecto narrativo
toda la información relativa al sujeto de consciencia o de percepción está implícita
y es el destinatario el que debe inferirla pragmáticamente –a excepción del empleo
del imperfecto narrativo en la lengua oral, donde, al igual que con el onírico, se
ofrecen los datos que permiten construir la situación de percepción-.
Proponer una clasificación de los usos del imperfecto en forma de algoritmo
presenta la ventaja de dar cuenta de las condiciones que han de darse para obtener
una interpretación u otra. Por ello, he tratado de elaborar un algoritmo propio para
el imperfecto en español, de manera que quedaran recogidos tanto los usos
descriptivos como los usos interpretativos de dicha forma verbal. Para llevar a
cabo esta labor, es necesario partir de condiciones que permitan ir ramificando los
diferentes valores. Las dos primeras condiciones que propongo en mi algoritmo
son las que se derivan de la propia semántica temporal: anterioridad de un marco
e inclusión de este en el evento, ya que de esta forma queda patente la derivación
de los usos del imperfecto a partir de la propia semántica.
Capítulo 5. Los usos del imperfecto
263
Pues bien, la primera pregunta que me planteo en mi propuesta es si hay
disponible un elemento temporal situado en el pasado susceptible de actuar como
marco de referencia o, dicho con otras palabras, alguna expresión temporal con la
que saturar la variable P. Las respuestas no y sí llevan directamente a una
distinción entre usos interpretativos –aquellos que necesitan un sujeto de
consciencia- y un grupo heterogéneo, donde encontramos los usos descriptivos del
imperfecto, por un lado, y el onírico, el narrativo –recordemos que estos dos
últimos describen hechos en el pasado- y un uso concreto del prospectivo, del
citativo y en prótasis condicional, por otro. El primer problema que surge en este
paso inicial es la inserción de estos tres últimos valores en una parte u otra del
algoritmo, dado que, como hemos visto, pueden hacer referencia bien a un evento
futuro y, por tanto, aparecer un complemento temporal no situado en el pasado, o
bien hacer referencia a un evento futuro con respecto a un pasado, tal y como se
aprecia en (26) y en (27), respectivamente.
(26) El partido era mañana a las 20h.
(27) + ¿Por qué no viniste ayer a la cena?
- A las 17h era la final de baloncesto.
En el enunciado de (26), el evento programado –el partido- se localiza en un
punto posterior al momento del habla, gracias a la presencia del adverbio temporal
mañana. Por tanto, no parece posible acceder a un marco situado en el pasado y el
destinatario debe recuperar un sujeto de consciencia a quien atribuye el contenido
comunicado. En (27), en cambio, la final de baloncesto ha sido planificada para un
momento posterior a la programación de la misma, pero anterior al punto del
habla. En este caso, sí se puede recuperar un marco de referencia pasado: ayer a
las 17h. Parece, por tanto, que en este segundo caso el destinatario puede
recuperar un marco de referencia situado en el pasado, con lo cual el valor
prospectivo puede incluirse tanto a un lado como al otro del algoritmo.
Capítulo 5. Los usos del imperfecto
264
La siguiente pregunta que surge a propósito de los usos en los que es
posible acceder a un marco en el pasado es la segunda condición derivada de la
semántica del imperfecto: la inclusión del marco en el evento, lo cual expresa la
aspectualidad imperfectiva, como ya sabemos. Ante la pregunta de si el marco está
incluido en el evento, una vez más, las respuestas son sí y no. Estas nos conducen a
clasificar los valores que se incluyen en esta parte del algoritmo en usos
descriptivos –aquellos cuya respuesta es afirmativa- y en usos interpretativos, en
los que es necesario recuperar inferencialmente la presencia de un sujeto de
consciencia. Entre los primeros tenemos el continuo, el progresivo y el habitual y,
entre los segundos, el narrativo, el onírico y el prospectivo –junto a los dos valores
con los que se relaciona: citativo y en prótasis condicional-.
Para poder clasificar los usos descriptivos, la siguiente condición propuesta
es la del tipo de marco: si es puntual, en cuyo caso estaremos ante el imperfecto
progresivo, o si es intervalo. En este último caso encontramos el continuo y el
habitual. Para poder diferenciarlos, podemos atender al modo de acción, ya que el
imperfecto continuo surge de forma natural con predicados atélicos, mientras que
el valor habitual es el resultado de la creación de un macroevento para
salvaguardar la imperfectividad de la forma verbal. De este modo, los usos
descriptivos quedan recogidos en el algoritmo. En los siguientes enunciados
ejemplifico estos tres usos descriptivos del imperfecto: el progresivo, el continuo y
el habitual.
(28) A las tres, Juan corría por el parque con su perro.
(29) Su amigo de la infancia vivía en su mismo barrio.
(30) Cuando estudiaba en el instituto, se levantaba a las 8h.
Con respecto a aquellos valores del imperfecto en los que es factible
recuperar un marco en el pasado pero que no está incluido en el evento, la
condición que permite clasificarlos es la referencia temporal a la que aluden: si el
Capítulo 5. Los usos del imperfecto
265
evento descrito remite a una referencia futura o no. En el primer caso, tenemos el
prospectivo, mientras que en el segundo encontramos el narrativo y el onírico. La
siguiente pregunta que propongo en el algoritmo es si se da un contexto de
percepción explícito, lo que permite diferenciar entre el imperfecto narrativo
convencionalizado que surge en el s. XIX y que está restringido a la lengua escrita y
el imperfecto narrativo que se da en la lengua oral y que parece próximo al
imperfecto onírico, dado que se ofrece el marco de percepción. La diferencia última
entre estos es el tipo de contexto que se da: onírico o no. Para ejemplificar estos
usos, de los que he hablado en las páginas precedentes, obsérvense los enunciados
de (31), (32) y (33).
(31) Cinco minutos después, la bomba explotaba.
(32) He soñado que me tocaba la lotería y hacíamos un viaje por toda
Europa.
(33) Ayer vi a tu padre y me contaba que te habían llamado de un
trabajo nuevo.
En (31) tenemos un imperfecto narrativo propio del registro escrito y
convencionalizado desde el s. XIX, donde no se explicita el contexto de percepción.
De este modo, el destinatario debe reconstruir la situación, lo cual supone un
mayor esfuerzo de procesamiento: el destinatario no recibe ninguna indicación de
que se trata de un uso metarrepresentacional, sino que lo debe inferir él mismo. En
cambio, en (32) y (33), donde encontramos el imperfecto onírico y el imperfecto
narrativo que podemos encontrar en la lengua oral, el hablante ofrece el contexto
de percepción, por lo que el destinatario recupera fácilmente cuál es el sujeto de
consciencia y la situación descrita de forma metarrepresentacional.
En la figura 21 ilustro la parte del algoritmo recién descrita.
Figura 21. Algoritmo del imperfecto en español
Capítulo 5. Los usos del imperfecto
266
Capítulo 5. Los usos del imperfecto
267
Conviene hacer una pequeña aclaración a propósito del valor prospectivo,
dado que, junto a este, pueden aparecer asimismo el imperfecto en prótasis
condicional y el citativo siempre que el evento descrito por el imperfecto remita a
un hecho anterior al momento del habla y cuya planificación sea, como es de
esperar, anterior. Estos tres usos –prospectivo, citativo y en prótasis condicional-
comparten unas condiciones que dificultan la clasificación de estos tres valores en
un algoritmo.
Frente a estos usos del imperfecto, en los que parece posible acceder en un
primer momento a un marco de referencia situado en el pasado, encontramos
diversos usos en los que el evento parece tener una referencia bien presente, bien
futura. Esto obliga a inferir la presencia de un sujeto de consciencia que actúe
como marco y con respecto al cual la situación sea imperfectiva. Dicho con otras
palabras, estos empleos del imperfecto reciben una interpretación
metarrepresentacional.
Estos valores resultan más heterogéneos que los descritos anteriormente,
por lo que es más difícil determinar las condiciones que permiten clasificarlos en el
algoritmo. Como he señalado, el imperfecto prospectivo, el citativo y en prótasis
condicional poseen unas condiciones comunes, por lo que no parece posible
determinar cuáles son las propiedades intrínsecas a cada uno que permitan
insertarlas en el algoritmo, sin caer en una mera descripción del uso. Es decir, la
finalidad del esquema es clasificar los diferentes usos del imperfecto atendiendo a
las condiciones que han de establecerse para que se active una interpretación u
otra; sin embargo, si damos un paso más allá y, para poder incluir los usos,
debemos recurrir a idiosincrasias de cada uso muy detalladas estaremos, una vez
más, describiendo los usos como se ha hecho tradicionalmente en las gramáticas.
De hecho, no hemos de olvidar que en la interpretación de un enunciado entran en
juego diversos elementos: lingüísticos, semánticos, pragmáticos y contextuales.
Para poder clasificar los usos interpretativos que surgen ante la ausencia de
un marco de referencia en el pasado accesible, podemos, en primer lugar, atender a
la persona que ejerce como sujeto de conciencia. Si dicho sujeto corresponde a la
Capítulo 5. Los usos del imperfecto
268
primera persona, encontramos los usos hipocorístico, de cortesía y prelúdico, dado
que todos ellos representan una representación mental del yo. Frente a estos, el
citativo, el prospectivo y el imperfecto en prótasis condicional reproducen las
palabras o la representación mental de otro hablante situado en el pasado. Por
tanto, parece que la entidad que corresponde al sujeto inferido es una condición
que permite establecer una nueva división.
Dentro del primer grupo, en el que tenemos el hipocorístico, el de cortesía y
el prelúdico, podemos atender al carácter evidencial o no del enunciado en
cuestión. De manera que de los tres, solo el hipocorístico parece ser evidencial, al
tratarse de una representación mental creada por el hablante en un momento del
pasado y cuya veracidad constata en el momento del habla, como ejemplifico con
(34).
(34) (Suena el timbre y al abrir la puerta…)
¡Pero si eras tú!
En la escena descrita, el hablante, al oír el timbre de la puerta, especula
acerca de quién estará al otro lado de la puerta y se crea una idea de quién puede
ser. Al abrir, comprueba si su deducción es correcta o no. Gracias a la presencia de
la conjunción pero, sabemos que la persona que llama no es la que se esperaba.
Por el contrario, las representaciones mentales expresadas por el prelúdico
y por el de cortesía no son usos sometidos a comprobación alguna. Para poder
distinguir entre ambos valores, basta con atender al contexto: volitivo o prelúdico,
como vemos en (35) y (36), respectivamente.
(35) Quería hablar contigo cuando termines de trabajar.
(36) Yo era el policía y tú robabas el banco…
Capítulo 5. Los usos del imperfecto
269
Ya he señalado que mayor dificultad presentan los usos que reproducen
discursos previos, puesto que en muchas ocasiones los tres valores confluyen en
un mismo enunciado. En este última parte del algoritmo, parece que intervienen
factores pragmáticos que no pueden representarse gráficamente, sino que
responden al propio contexto conversacional que se va creando.
En la figura 22 muestro la segunda parte del algoritmo que he elaborado y
que acabo de comentar.
Figura 22. Algoritmo del imperfecto en español II
Capítulo 5. Los usos del imperfecto
270
Capítulo 5. Los usos del imperfecto
271
Proponer un algoritmo de los usos del imperfecto ofrece grandes ventajas,
puesto que presenta los pasos que se siguen en la interpretación de un imperfecto
y recoge las condiciones que han de cumplirse para la activación de los diferentes
usos. Como podemos ver en las propuestas de Saussure, de Tahara y la esbozada
en este trabajo, es el contexto el que fuerza una interpretación u otra a partir de
una semántica temporal común, que se caracteriza por ser única e invariable. De
hecho, para que esta se mantenga en todos los usos, el destinatario tiene a su
alcance unos recursos o unos mecanismos pragmáticos que le permiten reajustar
la información a favor del significado de la forma verbal, como he tenido ocasión
de mostrar en las páginas precedentes.
No obstante, hay que tener en cuenta que hay contextos en los que se dan
las condiciones para más de un uso, como sucede con el citativo y el prospectivo,
de manera que el algoritmo no permite distinguir, dada esta situación, cuál es la
lectura más natural. Por ello, parece que, además de presentar la semántica de la
forma verbal y las condiciones que han de cumplirse, es necesario ofrecer y
describir las herramientas o los mecanismos de los que se vale el destinatario a la
hora de asignar la lectura más relevante, en función del contexto. Solo de este
modo parece ser posible predecir usos.
Si bien es cierto que una clasificación en términos algorítmicos entraña
importantes ventajas, no podemos obviar el hecho de que las condiciones están
creadas ad hoc. Es decir, centrándome en mi propio algoritmo, ¿por qué presentar
esas condiciones y no otras?, ¿por qué en ese orden? Algunas preguntas podrían
alterar su orden, lo cual supondría una organización diferente, pero el mismo
resultado, dado que no hay razón para que un valor aparezca antes que otro. En
cuanto a la cuestión de por qué esas condiciones y no otras, parece que las dos
únicas necesarias para entender cómo funcionan los valores del imperfecto son las
que se derivan directamente de su semántica temporal: la anterioridad de un
marco y la inclusión de este en el evento, esto es, la imperfectividad. Las demás
condiciones responden a una necesidad de ir desgranando y definiendo cada valor,
para lo cual es necesario previamente analizar los diferentes usos como he
realizado en la primera parte de este capítulo.
Capítulo 5. Los usos del imperfecto
272
El algoritmo esbozado responde, por tanto, a una necesidad de clasificar los
diferentes valores que presenta el imperfecto, intentando no caer en una mera
descripción de estos como las que pueden encontrarse en cualquier gramática.
Para ello, se recurre a condiciones creadas con esta finalidad que no responden a
ninguna explicación, puesto que podrían haberse propuesto otras. De hecho, para
llegar a este algoritmo se han ensayado otros con condiciones diferentes y parece
que los únicos valores que más sólidos son para insertarse en una clasificación de
este tipo son los descriptivos, puesto que parecen responder a unas condiciones
estables –a pesar de que se puedan afinar aún más-. Sin embargo, los problemas
surgen a propósito de los usos interpretativos y la razón no es otra que la
intervención de mecanismos pragmáticos que no pueden recogerse en un
diagrama como el propuesto.
Capítulo 5. Los usos del imperfecto
273
2.4. Conclusiones
A lo largo de este último capítulo, he presentado tanto los usos descriptivos
como los usos interpretativos del imperfecto. Todos ellos se derivan directamente
de la semántica temporal de dicha forma verbal: unos al no producirse ningún
conflicto entre el contexto y el significado del imperfecto y otros al tener que
recurrir al mecanismo de la metarrepresentación para satisfacer las dos
condiciones impuestas por la semántica –anterioridad e imperfectividad-.
Una vez descritos, he mostrado dos propuestas de algoritmo en las que no
solo se recogen los valores, sino también las condiciones que han de cumplirse
para la activación de un valor u otro. El esquema de Tahara no es en sí un
algoritmo, puesto que en la última parte de los usos interpretativos se limita a
explicar el contexto, por lo que se trata de una mera explicación. La razón,
posiblemente, que le lleva a esto es la dificultad que supone extraer las condiciones
que han de satisfacerse para activación de un uso interpretativo u otro, puesto que
en ciertas ocasiones las diferencias son sutiles y están sujetas a factores
extralingüísticos. Este es el principal obstáculo con el que me he encontrado al
realizar el algoritmo del imperfecto en español, dado que los usos interpretativos,
en muchas ocasiones, son resbaladizos y no responden a unos parámetros fijos y
preestablecidos.
Para poder comprender cómo funciona el imperfecto y de dónde surge la
variedad de valores que presenta es necesario partir de un significado
procedimental, único, rígido e invariable de dicha forma verbal y derivar
pragmáticamente los usos, gracias a mecanismos como la metarrepresentación,
empleada asimismo para explicar otros fenómenos lingüísticos. Esta explicación
del imperfecto tiene la principal ventaja de ser simple y económica, puesto que
parte de una instrucción estable y propone las herramientas para reajustar
cualquier conflicto a fin de mantener la semántica del imperfecto.
Capítulo 5. Los usos del imperfecto
274
Capítulo 6. Conclusiones
275
CAPÍTULO 6. CONCLUSIONES
Capítulo 6. Conclusiones
276
Capítulo 6. Conclusiones
277
1. CONCLUSIONES
En este trabajo hemos tenido ocasión de realizar un recorrido en el que he
realizado una breve presentación de las nociones básicas necesarias –capítulo 1-,
he expuesto algunas de las explicaciones más relevantes en la bibliografía
hispánica sobre el imperfecto –capítulo 2-, me he detenido en el imperfecto
narrativo y en los puntos más controvertidos, como su valor aspectual y los
elementos que activan esta lectura –capítulo 3-, así como en el debate acerca de si
se trata de una innovación del s. XIX y si está restringido a la lengua escrita –
capítulo 4-. En el último capítulo, el 5, he presentado los diversos valores que se
pueden asignar al imperfecto, y he comentado dos propuestas de algoritmo para
explicarlos, así como un esbozo de una clasificación propia. Para la realización de
esta investigación he tenido que recoger un corpus de datos propios –como se
detalla en el anexo 1-.
Como se ha podido comprobar, he partido de las ideas más generales –qué
entendemos por tiempo o aspecto- para poder tratar finalmente cuestiones
específicas del imperfecto narrativo. Todas las nociones teóricas que he
presentado nos permiten entender de una forma clara de qué manera el
imperfecto –aunque se pueden extender a todos los tiempos verbales- contribuye a
la interpretación de un enunciado. Para ello, es necesario asumir ciertas cuestiones
que serán retomadas a continuación.
Uno de los pilares en los que se asienta este trabajo es la forma de abordar
la interacción entre la semántica y la pragmática, analizada en el capítulo 1, a
propósito de las propuestas sintácticas que se han presentado en la bibliografía de
los últimos años para codificar los diferentes usos de las formas verbales. Como
hemos tenido ocasión de comprobar, en este trabajo se opta por una semántica
instruccional o procedimental del imperfecto, que ha de mantenerse en todos sus
usos, y explicar los usos de dicha forma verbal pragmáticamente. De este modo, es
posible dar cuenta del modo en que se combina la información contextual y
lingüística –ya sea conceptual o procedimental- con la semántica temporal y los
Capítulo 6. Conclusiones
278
efectos que se derivan de los reajustes que se producen. Para ello, como sabemos,
el destinatario explota mecanismos pragmáticos como la acomodación, la coacción
o la metarrepresentación. Podemos dar cuenta de todos los usos del imperfecto
partiendo de un significado básico y sin necesidad de presentar una sintaxis
compleja, que obligaría a postular tantas representaciones sintácticas como usos
podamos registrar. Resulta, por tanto, más económico y enriquecedor proponer
que los diferentes valores que posee el imperfecto se derivan de la interacción de
su semántica con la información lingüística y contextual.
Si asumimos que los tiempos verbales codifican un único significado y que
este es invariable, evitamos modificar su semántica en función del valor que se
active en un enunciado dado y caer en el inconveniente de no poder predecir en
qué casos es posible obtener un efecto especial, como sucede con el indefinido en
la propuesta de los usos dislocados, dado que no se explica por qué dicha forma
verbal no es susceptible de dislocar el rasgo de anterioridad, como sucede con el
imperfecto. Por tanto, parece que partir de una semántica estable y única y derivar
los usos ‘problemáticos’ o ‘especiales’ de algún mecanismo pragmático tiene
importantes repercusiones para entender de qué manera interpretamos los
enunciados.
Según la hipótesis adoptada aquí, una forma verbal, en este caso el
imperfecto, no solo sitúa la eventualidad sobre el eje temporal e incide sobre la
parte visualizada de la misma, sino que, además, al combinarse la instrucción
codificada por la forma verbal con los datos lingüísticos y contextuales puede dar
lugar a efectos de perspectivización o de punto de vista como consecuencia de
reajustes para salvaguardar la semántica temporal. Es decir, cuando la instrucción
entra en conflicto en un enunciado con algún elemento, entra en juego un proceso
de reinterpretación, gracias a determinados mecanismos pragmáticos, que
produce un efecto interpretativo, como es la recuperación de un sujeto de
consciencia. El destinatario infiere la presencia de un sujeto, que puede ser el
propio hablante u otro sujeto situado en un punto del pasado, al que se atribuye la
representación mental expresada en el enunciado en cuestión. De este modo, el
enunciado es considerado una metarrepresentación. Gracias a los principios
Capítulo 6. Conclusiones
279
pragmáticos que intervienen en la interpretación de los enunciados, podemos dar
cuenta de los usos que se han considerado ‘problemáticos’ para una hipótesis
aspectual de los tiempos verbales. Sin embargo, lejos de ser obstáculos para
mantener la imperfectividad del imperfecto, pueden ser explicados de forma eficaz
atendiendo tanto a la temporalidad –pasado- como a la aspectualidad –
imperfectivo- del imperfecto.
Tanto los usos descriptivos como los usos interpretativos o
metarrepresentacionales pueden explicarse atendiendo a la semántica
procedimental del imperfecto e infiriendo, en aquellos casos en los que resulta
necesario para mantener la instrucción codificada, un sujeto de consciencia. Este
mecanismo de metarrepresentación no constituye un fenómeno propio del
imperfecto –ni de los tiempos verbales, por extensión, ya que el imperfecto no es la
única forma verbal que presenta usos interpretativos-, sino que es necesario para
explicar otros hechos lingüísticos, como hemos podido comprobar a propósito de
las cópulas ser y estar en combinación con los predicados de estadio y de individuo
(cf. capítulo 1).
El uso del imperfecto que da origen a este trabajo, el narrativo, se nutre de
todo lo anteriomente señalado, de manera que se explica como un efecto de
sentido que surge ante un conflicto producido por la imperfectividad de la forma
verbal y la demanda de perfectividad del contexto. Como acabo de apuntar, un
recurso para salvaguardar la semántica temporal es la inferencia de un sujeto de
consciencia –en este caso, hablar de sujeto de percepción parece más
transparente- y dotar al enunciado de perspectivización, gracias a la consideración
del enunciado como una metarrepresentación.
A lo largo de este trabajo, se han planteado unas preguntas, generadas,
fundamentalmente, en la bibliografía francesa, a las que he tratado de dar
respuesta. Dado que se trata del tema central de esta investigación, considero
relevante listarlas aquí.
Capítulo 6. Conclusiones
280
a) Si el imperfecto es un tiempo imperfectivo, que presenta la situación
en desarrollo, sin atender a los límites, ¿cómo es posible que en un
enunciado el imperfecto pueda reemplazarse por el indefinido, cuyo
aspecto es perfectivo? ¿Se trata de un imperfecto perfectivo (García
Fernández, 1998) o de un imperfecto imperfectivo como todos los demás
(Amenós, 2010)?
b) Se define el imperfecto narrativo como un imperfecto en un contexto
donde lo esperable es el indefinido, generalmente combinado con un
predicado télico, encabezado por un complemento temporal del tipo x
tiempo más tarde y que favorece la progresión temporal. Ahora bien, ¿se
trata de condiciones indispensables para la obtención del valor narrativo
del imperfecto?
c) Este empleo se considera una innovación del s. XIX, ligada a la
Literatura, que, posteriormente, ha cobrado fuerza en la prensa, sobre todo,
deportiva. Sin embargo, hay autores (Szertics, 1974, y Moreno de Alba,
2006) que ubican el empleo narrativo del imperfecto ya en la Edad Media.
Entonces, ¿se trata de una innovación del s. XIX o de un uso que ya se
empleaba con anterioridad?
d) El imperfecto narrativo está restringido a la lengua literaria y
periodística (García Fernández, 1998), pero parece que es posible encontrar
usos de este valor en la lengua oral (Martínez Atienza, 2014). Por tanto, ¿se
trata de un uso propio de la lengua escrita o se da también en la lengua
espontánea?
Pues bien, a partir de una hipótesis sobre los tiempos verbales y, en
concreto, a partir de la teoría del imperfecto propuesta por Saussure (2003), es
posible entender que el imperfecto narrativo mantiene su aspectualidad
imperfectiva, gracias a la inferencia, como he señalado anteriormente, de un sujeto
de percepción. La recuperación de dicho sujeto, situado en el pasado, permite
Capítulo 6. Conclusiones
281
saturar la variable P, presente en la semántica temporal, de forma que desempeña
la función de marco de referencia. Recordemos que el imperfecto impone dos
condiciones: anterioridad (P_H) e imperfectividad o, dicho con otras palabras,
inclusión del marco en el evento (PcE). Como vemos, el imperfecto narrativo es un
uso a priori ‘problemático’ del imperfecto que puede explicarse de forma adecuada
como un uso metarrepresentacional o de perspectivización, puesto que interviene
un sujeto de consciencia en la interpretación. Por tanto, no se trata de un empleo
aislado, sino de un valor similar a otros como el citativo o el onírico.
Como vemos, se trata de un cambio de focalización o de punto de vista del
hablante que se deriva de la forma verbal empleada. Esto no quiere decir que se
asocie a cada tiempo un punto de vista, sino más bien que a partir de la semántica
temporal se pueden explicar las diferentes perspectivizaciones que se derivan.
Para ello, es necesario contar con una teoría pragmática desarrollada, como es la
Teoría de la Relevancia, y una adecuada explicación de los tiempos verbales, como
la que propone Saussure (2003).
Este uso, como ya sabemos, es sensible al modo de acción, por lo que se
activa con predicados télicos y, en especial, con logros. La razón para ello debe
buscarse en la necesidad de que el marco esté incluido en el evento, dado que, al
tratarse de un predicado de escasa duración, es difícil sostener que el posible
marco susceptible de funcionar como marco de referencia pueda incluirse en el
evento y esto obliga a reinterpretar metarrepresentacionalmente el enunciado. De
hecho, en el capítulo 3, vimos que en un mismo contexto, con los estados y las
actividades y, en menor medida, con las realizaciones la lectura más sobresaliente
–siempre y cuando no se active una interpretación iterativa- es la progresiva. Esto
me ha llevado a pensar que el imperfecto narrativo tiene cierta relación con el
imperfecto progresivo, debido a que, gracias al sujeto de consciencia o de
percepción inferido, es posible entender el evento en desarrollo, a pesar de la
brevedad de su duración. Si esto es así, el imperfecto narrativo podría considerarse
un uso especial del progresivo, en el sentido de que se focaliza un instante en el
desarrollo del evento.
Capítulo 6. Conclusiones
282
Tal vez la cuestión más relevante sea la restricción de este uso a la lengua
escrita –sobre todo al discurso literario y al periodístico- a partir del s. XIX. Las
razones que se pueden señalar responden a técnicas narrativas y al interés del
autor por presentar el contenido de una determinada manera, en concreto, desde
una determinada perspectiva: la de un sujeto de percepción, que puede
corresponder al narrador o a uno de los personajes, como sucede de forma más
sobresaliente con el empleo del imperfecto en estilo indirecto libre.
El valor narrativo del imperfecto que aparece en el s. XIX en los discursos ya
señalados parece responder a una estructura más o menos rígida: presencia de un
circunstancial puntual que hace avanzar el discurso y un predicado puntual. Es
decir, se trata de una estructura convencionalizada. A fin de mantener la semántica
temporal del imperfecto, es necesario reinterpretar el enunciado
metarrepresentacionalmente, recurriendo a un sujeto de consciencia. Este ha de
ser inferido puesto que no parece haber en el discurso ningún dato acerca del
contexto de percepción, por lo que requiere un mayor esfuerzo cognitivo, que, a su
vez, se ve recompensado por el efecto de sentido que produce: una
perspectivización marcada. Es posible considerar que este empleo se
convencionaliza o se generaliza en el s. XIX por cuestiones narrativas, ya que se
trata de una forma estilística de presentar la información, en la que el narrador no
ofrece toda la información, sino que presenta un contenido y es el destinatario el
que debe inferir el marco. Esto mismo sucede en la presa, sobre todo, deportiva,
donde el periodista busca recrear unos hechos pasados y presentarlos ante los ojos
del destinatario. El empleo del imperfecto en lugar del indefinido se explica por
cuestiones de punto de vista; no se trata de presentar la información sin más, sino
de presentarla tal y como fue visualizada bien por el hablante, bien por otro sujeto.
Frente a este uso convencionalizado del imperfecto narrativo que aparece
relegado a una determinada época y a un discurso concreto, sujeto a
reinterpretaciones inferenciales por parte del destinatario, encontramos un
empleo del imperfecto narrativo más flexible, presente en todas las épocas y, hoy
en día, en la lengua oral. Este uso está condicionado a la especificación contextual
del marco de percepción. Es decir, se ofrecen los datos acerca del contexto de
Capítulo 6. Conclusiones
283
percepción, de manera que el destinatario dispone de toda la información
necesaria para recuperar el sujeto de consciencia al que se atribuye la
representación comunicada. De este modo, no se requiere gran esfuerzo cognitivo,
puesto que el proceso inferencial es menos costoso que el que tiene lugar en la
interpretación del imperfecto narrativo que se convencionaliza en una estructura
fija. Por tanto, podemos considerar que hay dos contextos que favorecen el empleo
del imperfecto narrativo: uno rígido, restringido, convencionalizado y
caracterizado por la presencia de un predicado puntual y de un circunstancial del
tipo de x tiempo más tarde; otro más flexible, que acepta no solo logros sino
también realizaciones y en el que la presencia del circunstancial no parece
necesaria. La diferencia entre ambos tipos solo puede ser explicada si asumimos
que en la reinterpretación de usos ‘especiales’ del imperfecto interviene la
presencia de un sujeto de consciencia; en función de la especificación de dicho
sujeto y del contexto de percepción, nos encontraremos ante un uso del imperfecto
narrativo u otro.
Evidentemente, en una conversación espontánea, es necesario ofrecer datos
contextuales que faciliten al oyente la interpretación de la información no
codificada, puesto que se requiere un menor esfuerzo y se dispone de menos
tiempo de procesamiento. En cambio, en la lengua escrita y, sobre todo, en el
ámbito literario a partir del s. XIX, se busca una ruptura, unos efectos estilísticos
más marcados, y el autor, a través del narrador, deja parte de la información
suspendida para que sea el propio lector el que recree el contexto.
Así las cosas, para poder dar cuenta del imperfecto narrativo y de estas dos
variantes, es necesario disponer de una teoría del imperfecto adecuada, así como
de herramientas pragmáticas que permitan entender las reinterpretaciones que
tienen lugar ante los usos ‘problemáticos’ del imperfecto. De este modo, no se trata
de una explicación creada ad hoc para el valor que aquí analizo, sino para explicar
de forma sistemática todos los usos interpretativos: el citativo, el prospectivo, el
hipocorístico, etc.
Capítulo 6. Conclusiones
284
2. FUTURAS LÍNEAS DE INVESTIGACIÓN
Son varias las cuestiones que he señalado a lo largo de las páginas
precedentes y en las que no he podido detenerme. Por ello, considero necesario
listar aquí dos aspectos que merecen un estudio detallado.
1) Si, como he señalado a propósito del imperfecto narrativo en la lengua
oral, un uso muy frecuente en los mismos contextos en los que podría
aparecer un imperfecto narrativo es el presente histórico, conviene
analizar qué relación se puede establecer entre ambos usos. Cuando
usamos un presente histórico, se produce una perspectivización, como
se observa en (1).
(1) En 1492 Colón descubre América.
Tanto con el imperfecto narrativo como con el presente histórico los
hechos se presentan como si estuvieran sucediendo en el momento.
Resultaría interesante, por tanto, analizar el juego de focalización que
se produce en ambos usos.
2) En el capítulo 5, he apuntado que el imperfecto en estilo indirecto libre
guarda una estrecha relación con el imperfecto narrativo, dado que de
ambos se afirma que surgen en el s. XIX en el ámbito literario y que
están restringidos a la lengua escrita. El imperfecto en estilo indirecto
libre parece, al igual que el imperfecto narrativo, una cuestión de
perspectiva, puesto que a través de este empleo penetramos en el
interior de los personajes de una novela y sabemos lo que sienten y lo
que piensan. Resultaría interesante, por tanto, comprobar si el
mecanismo de reinterpretación es el mismo que en el imperfecto
narrativo, lo cual explicaría la presencia del imperfecto en el estilo
indirecto libre.
Capítulo 6. Conclusiones
285
3) A propósito del imperfecto prospectivo, abordado en el capítulo 5, sería
interesante estudiar por qué en un enunciado los hablantes tienden a
rechazar una lectura narrativa y, en cambio, consideran que la lectura
prospectiva es más natural. Para se entienda el contraste, obsérvense
los enunciados (2) y (3).
(2) Sandra llegaba a Madrid ayer.
(3) Sandra llegó a Madrid ayer.
Como podemos apreciar, el imperfecto puede ser reemplazado por el
indefinido en semejante contexto, por lo que una lectura posible para el imperfecto
en (2) es la narrativa. Sin embargo, esta no es la única, ya que junto a ella podemos
señalar una interpretación prospectiva o citativa en la que el hablante no se
responsabiliza de la veracidad de la llegada de Sandra –solo ofrece un contenido
que conoce por alguna otra fuente, ya sea la propia Sandra o simplemente un
rumor que ha llegado hasta él-. En (3), en cambio, el hablante se compromete con
la información expresada, dado que tiene evidencias de que Sandra ha llegado a
Madrid.
Pues bien, ante estas dos interpretaciones posibles, parece más natural la
prospectiva-citativa que la narrativa y, sin embargo, el proceso de reinterpretación
parece ser el mismo en un valor que en otro. Por ello, sería interesante estudiar
este contraste y por qué la lectura narrativa se considera marcada, frente a la
prospectiva-citativa, que parece más sobresaliente.
El desarrollo de estas ideas enriquecería, sin duda, este trabajo, puesto que
arrojaría luz acerca del imperfecto narrativo. Soy consciente de que son muchos
los aspectos que merecen comentarios en profundidad y muchas las ideas que
deben ser perfiladas. A partir de este momento, este trabajo se irá ampliando con
futuras investigaciones.
Capítulo 6. Conclusiones
286
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Anexo 1. El corpus
305
ANEXO 1. EL CORPUS
Anexo 1. El corpus
306
Anexo 1. El corpus
307
Este trabajo se centra en el imperfecto narrativo en español, en su
desarrollo y en sus implicaciones teóricas, como se desprende del propio título.
Para poder llevar a cabo un estudio de este valor, es necesario contar con datos
que permitan ahondar en cuestiones como la interpretación que recibe el
imperfecto narrativo, los elementos que favorecen esta lectura o su presencia en la
Literatura y en la lengua oral. Para los ejemplos del español disponemos de varias
bases de acceso libre en red: el CREA (Corpus de Referencia del Español Actual de
la Real Academia Española1), el CORDE (Corpus Diacrónico del Español2), la base
de datos de Mark Davies3, en la que se recogen datos tanto diacrónicos como
sincrónicos, el AGLE4 (Archivo Gramatical de la Lengua Española) y el CODEA
(Corpus de Documentos Españoles Anteriores a 17005).
Ahora bien, de las bases señaladas la única que puede ofrecernos datos sin
condicionar la búsqueda es el AGLE, puesto que podemos acceder a la ficha del
valor del imperfecto que nos interesa de forma directa y analizar los ejemplos que
en ella aparecen. Las otras bases, en cambio, requieren necesariamente la
introducción de un campo de búsqueda para acceder a los datos. Para el objeto de
estudio de esta investigación, la búsqueda adecuada sería mediante los morfemas
verbales del imperfecto, para obtener todos los casos de dicha forma verbal en una
época determinada y proceder, posteriormente, al estudio de los mismos para
recoger aquellos que sean narrativos. Sin embargo, esta búsqueda es muy general y
vaga, por lo que registra un número extremadamente elevado de casos, y el
programa no puede generar los datos.
1REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: Banco de datos (CREA) [en línea]. Corpus de referencia del español actual. http://www.rae.es 2REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: Banco de datos (CORDE) [en línea]. Corpus diacrónico del español. http://www.rae.es 3Corpus del Español: 100 million words, 1200s-1900s. [en línea] http://www.corpusdelespanol.org 4 http://cvc.cervantes.es/lengua/agle/ 5 http://demos.bitext.com/codea/
Anexo 1. El corpus
308
Esto no significa que no podamos encontrar casos de imperfecto narrativo
en el CREA o en el CORDE, dado que he recurrido en algunas ocasiones a estas
bases para obtener ejemplos concretos, sino que para ello es necesario restringir la
búsqueda, bien seleccionando determinados predicados, bien incluyendo una
sintaxis de búsqueda más compleja –con algún complemento, por ejemplo-. El
problema de esta forma de proceder radica en que no se registrarán casos de
imperfecto narrativo que se distancien de lo que se espera encontrar y, por tanto,
el estudio estaría condicionado a lo que se conoce de antemano sobre este empleo.
Por todo ello, he considerado conveniente elaborar un corpus propio para el
estudio del imperfecto narrativo en español, formado por obras literarias, desde la
Edad Media hasta la actualidad, y por textos periodísticos. Si no todas, la mayor
parte de las obras está en formato electrónico a fin de facilitar las búsquedas.
En el momento de seleccionar las obras, he tratado de disponer de un
conjunto de obras de diversos autores, para evitar que la presencia o ausencia del
valor narrativo del imperfecto se deba a cuestiones de estilo del autor, por lo que
ha primado la variedad más que la popularidad de las mismas. Asimismo, he
recopilado ejemplos procedentes de textos periodísticos, dado que el valor
narrativo del imperfecto es empleado con mucha frecuencia en la prensa,
fundamentalmente, deportiva.
En lo que respecta a la veracidad de los textos, sobre todo en las obras
antiguas, se debe contar con la posible intervención de los editores así como con el
problema de la interpretación. Tal y como señala Almeida (2013),
cuando analizando un testimonio manuscrito se hallan fenómenos sintácticos llamativos o
poco frecuentes, surge, especialmente para el editor, la pregunta de si se trata de
soluciones lingüísticas genuinas, existentes en la lengua de una época, o bien son errores,
como los hay en todo texto, sin relevancia lingüística alguna. En palabras de Pedro Sánchez-
Prieto, la tarea de edición "nos pone muchas veces en el límite de lo que sabemos sobre la
lengua antigua, pues no pocas veces nos vemos obligados a discernir si una lección es
errónea o es una alternativa verbal" (Sánchez-Prieto 2006: 135). (Almeida, 2013: 3).
Anexo 1. El corpus
309
Como vemos, el editor, cuando se enfrenta a un texto poco reciente, debe
tomar ciertas decisiones que pueden interferir en la veracidad de los datos. En este
trabajo, no voy a cuestionar la validez de los mismos, dado que eso supondría
realizar una investigación paralela en el ámbito de la Historia de la Lengua y de la
Lingüística de Corpus. Además de la posible intervención del editor, carezco de
herramientas que permitan entender con exactitud cuál es la intencionalidad del
autor al emplear una forma verbal u otra en textos antiguos, lo que complica aún
más el análisis del valor del imperfecto. A pesar de ello, he tratado de ser objetiva
en las interpretaciones y de evitar aceptar sin más las afirmaciones acerca del
imperfecto narrativo habituales en la bibliografía, puesto que no conviene suponer
que el comportamiento sea semejante en todas las lenguas.
El corpus recopilado supone un corpus textual y diacrónico, atendiendo a la
clasificación propuesta por Torruella y Llisterri (1999). Dado que se ha creado ad
hoc para esta investigación concreta no se han recogido todos los imperfectos, sino
solo aquellos en los que el imperfecto es susceptible de ser reemplazado por un
indefinido, aquellos que presentan un circunstancial temporal y aquellos que
contribuyen a la progresión temporal. De este modo quedan recogidos tanto los
imperfectos narrativos que presentan un circunstancial –independientemente de
su interpretación- como aquellos en los que dicho elemento no aparece explícito;
así será posible arrojar luz acerca del papel del circunstancial y del modo de acción
en la obtención del valor narrativo del imperfecto.
No se trata de un corpus exhaustivo, puesto que la finalidad de este trabajo
no es analizar el imperfecto narrativo en las obras, sino entender de forma
adecuada cuál es su interpretación, su semántica y las razones que mueven a los
emisores a emplearlo. Por tanto, no se ha buscado registrar todos y cada uno de los
casos; más bien se ha tratado de disponer de una variedad de ejemplos extraídos
de los textos que permitan presentan el panorama de este empleo en la lengua
española. Conviene señalar asimismo que no se trata de un estudio cuantitativo,
sino más bien cualitativo. No me interesa mostrar aquí la frecuencia de empleo del
imperfecto narrativo, sino su posible presencia en las diferentes épocas, así como
los elementos que favorecen la lectura narrativa. No debemos olvidar que esta
Anexo 1. El corpus
310
investigación no se inscribe en el campo de la Lingüística de Corpus y que la
finalidad de crear una base de datos no era otra que apoyar o contradecir la
hipótesis adoptada.
A partir de los datos recabados, se ha analizado la interpretación que se
activa en aquellos casos en los que –a pesar de la presencia del circunstancial, de la
progresión temporal y de la posible sustitución por un indefinido- no es necesario
recurrir a una lectura narrativa del imperfecto. En un principio, se habían revisado
únicamente obras propiamente narrativas, por considerar que este género es más
propenso a albergar el empleo del imperfecto narrativo. Sin embargo, a la luz de
las afirmaciones de Szertics (1974) y de Moreno de Alba (2006), como se muestra
en el capítulo 5, se han incluido la épica –no olvidemos que esta constituye un
género narrativo- y los romances, surgidos a consecuencia de la fragmentación de
los poemas épicos. Una vez analizada la épica, se han analizado algunas obras del
Mester de Clerecía para poder apreciar similitudes entre ambos tipos de
composiciones a propósito del posible uso del imperfecto narrativo.
Si bien es cierto que en estos últimos textos la métrica y la rima son factores
que pueden incidir en la presencia o ausencia del imperfecto, creo, no obstante,
que el empleo de un imperfecto en lugar de un indefinido es una opción de la que
dispone el autor para expresar hechos pasados con cierto matiz estilístico,
determinado por la propia semántica del imperfecto. Es decir, la rima y la métrica
pueden favorecer la presencia de un imperfecto en lugar de un indefinido, pero en
ningún caso condicionarla si la semántica del imperfecto no facilita dicho empleo.
Al avanzar en la investigación, ha sido necesario recurrir a datos orales para
poder determinar si el empleo que aquí se analiza puede emplearse o no, dado que
en la bibliografía se afirma que no, pero los hechos parecen mostrar lo contrario. A
raíz de un ejemplo oído en una conversación espontánea, hubo que ampliar el
campo de análisis e incluir la lengua oral.
Anexo 1. El corpus
311
Los datos recogidos en el corpus han permitido ahondar en la cuestión del
imperfecto narrativo y determinar no solo su interpretación, los elementos que lo
determinan, sino también su desarrollo histórico y su relación con los registros
escrito y oral.
A continuación, señalo el catálogo de obras consultadas.
Edad Media:
Alfonso X ‘El Sabio’: General estoria, primera parte, disponible en http://dspace.uah.es/dspace/bitstream/handle/10017/7286/General%20Estoria%20I.pdf?sequence=1
Anónimo: Calila e Dimna, disponible en http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/otras/calila/calila-i.htm
Anónimo: Lazarillo de Tormes, disponible en http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/la-vida-de-lazarillo-de-tormes-y-de-sus-fortunas-y-adversidades--0/html/fedb2f54-82b1-11df-acc7-002185ce6064_2.html#I_0_
Anónimo: Poema de Mio Cid, disponible en http://www.cervantesvirtual.com/portales/cantar_de_mio_cid/6
Anónimo: Romancero viejo, disponible en http://www.fprorae.es/sites/default/files/Romancero.pdf
Berceo, G.: Libro de Buen Amor, disponible en http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/el-libro-de-buen-amor--0/html/
Berceo, G.: Vida de San Millán, disponible en http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/vida-de-san-millan-de-la-cogolla--0/html/0025e250-82b2-11df-acc7-002185ce6064_2.html
Berceo, G.: Vida de Santa Oria, disponible en http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/vida-de-santa-oria-virgen--0/html/
Don Juan Manuel: El conde Lucanor, disponible en http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/el-conde-lucanor--0/html/
6 Riaño Rodríguez, Timoteo/Gutiérrez Aja, M.ª del Carmen (1998) (eds.), Cantar de Mío Cid, Burgos, Diputación Provincial de Burgos 3 vols. I. Transcripción paleográfica – II. Fecha del Cantar; Autor del Cantar; El códice y la fecha del manuscrito – III. Versión modernizada. Versión normalizada por el Grupo de Investigación de Textos para la Historia del Español (GITHE http://www.textoshispanicos.es) en las grafías i-j, u-v y otros detalles (como la forma de las letras, esp. d y s), y con acentuación y puntuación, y reparto de mayúsculas y minúsculas.
Anexo 1. El corpus
312
Flores, J.: Grisel y Mirabella, disponible en http://www.ciudadseva.com/textos/novela/esp/flores/grisel_y_mirabella.htm
Siglos de Oro:
Cervantes, M.: La Galatea, disponible en http://biblioteca.org.ar/libros/656352.pdf
Cervantes, M.: La gitanilla, disponible en http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/cervan/la_gitanilla.htm
Montemayor, J.: Los siete libros de la Diana, disponible en http://www.ciudadseva.com/textos/novela/esp/montemayor/prefacio.htm
Quevedo, F.: El Buscón, disponible en http://www.ciudadseva.com/textos/novela/buscon.htm
Sampedro, D.: Cárcel de amor, disponible en http://www.ciudadseva.com/textos/novela/carcel.htm
Zayas y Sotomayor, Mª.: Cuentos, disponible en http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/zayas/maria_de_zayas.htm
S. XVIII:
Cadalso, J.: Cartas marruecas, disponible en http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/cartas-marruecas--0/html/
Isla, F.: Fray Gerundio de Campazas, disponible en http://www.biblioteca.org.ar/libros/70073.pdf
Jovellanos, G. M.: Cartas a lord Holland sobre la forma de reunión de las Cortes de Cádiz, disponible en http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/cartas-a-lord-holland-sobre-la-forma-de-reunion-de-las-cortes-de-cadiz--0/html/
A partir siglo XIX:
Ayala, F. J.: Cuentos, disponible en http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/ayala/francisco_ayala.htm
Baroja, P.: Cuentos, disponible en http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/baroja/pb.htm
Anexo 1. El corpus
313
Bécquer, G.A. : Leyendas, disponible en http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/becquer/gab.htm
Clarín: Cuentos, disponible en http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/alas/leopoldo_alas_clarin.htm
Gómez Redondo, F. (ed.) (1999): Cuentos contemporáneos, Madrid: Edelvives.
Martín Santos, L.: Tiempo de silencio, disponible en http://www.aldevara.es/download/TiempoDeSilencio_LuisMartinSantos.pdf
Palacio Valdés, A.: Cuentos, disponible en http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/palacio/armando_palacio_valdes.htm
Pérez Galdós, B.: Cuentos, disponible en http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/galdos/bpg.htm
Unamuno, M.: San Manuel Bueno, mártir, disponible en http://www.ciudadseva.com/textos/novela/sanmanu.htm
Valera, J.: Cuentos, disponible en http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/valera/jv.htm
Otras páginas de referencia
AGLE http://cvc.cervantes.es/lengua/agle/
CODEA http://corpuscodea.es/corpus/consultas.php
CORDE http://corpus.rae.es/cordenet.html
CREA, http://corpus.rae.es/creanet.html
Hemeroteca ABC http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/madrid/abc/1984.html
Periódicos actuales en línea
20 minutos: http://www.20minutos.es/
El mundo: http://www.elmundo.es/
El país: http://elpais.com/
Marca: http://www.marca.com/
Anexo 1. El corpus
314
Anexo 2. El adverbio ya
315
ANEXO 2. EL ADVERBIO YA
Anexo 2. El adverbio ya
316
Anexo 2. El adverbio ya
317
El adverbio ya ha dado lugar a la formulación de un argumento a favor de la
imperfectividad del imperfecto narrativo, dada su incompatibilidad con el
indefinido en un contexto prototípico del valor narrativo, como muestro en (1) con
un ejemplo tomado en la bibliografía francesa .
(1)Le train quitta Genève. Quelques heures plus tard, il entrait déjà en
Gare de Lyon.
El tren salió de Ginebra. Algunas horas más tarde, entraba ya en la
estación de Lyon.
Este adverbio se define como un adverbio de fase, en tanto que marca una
transición desde un estado de cosas previo a un estado posterior, es decir,
“presupone la negación de la continuidad de una determinada etapa de un proceso
que concluye cuando esa continuidad cesa y comienza otra etapa; además, ese
cambio es esperado por el hablante, dado el sentido del proceso” (Girón Alconchel,
1991: 9-10). En un enunciado como (2), ya indica la transición de no-p a p o, dicho
con otras palabras, incide sobre la presencia del sujeto en el momento del habla,
frente a su ausencia en un momento anterior: antes no estaba y ahora está.
(2) Ya está aquí.
En esta misma línea se sitúa De Swart (2013: 241) al afirmar que “already
(p, t0) and its counterparts presuppose a change from a negative phase (-p) to a
positive phase (p), and thus assert that the evaluation point t0 is included in the
positive phase” (“ya y sus contrapartidas presuponen un cambio de una fase
negativa a una fase positiva y aseveran que el punto de evaluación t0 está incluido
en la fase positiva” traducción propia). Esta idea queda recogida en la siguiente
figura.
Anexo 2. El adverbio ya
318
Figura a: Representación del adverbio ya. (De Swart (2013: 241)).
Ya parece combinarse con los diversos modos de acción, como se aprecia en
(3)-(6).
(3) Ya es español.
(4) Ya corro.
(5) Ya pinto el cuadro.
(6) Ya nace.
Si bien es cierto que con todos ellos el adverbio ya presupone la negación
del evento en una fase previa, con las actividades, las realizaciones y los logros, se
obtiene, a su vez, una interpretación de inmediatez o de disposición a llevar a cabo
el evento. Así las cosas, se puede afirmar que en (3)-(6) se presupone que en un
Anexo 2. El adverbio ya
319
período previo el sujeto no tenía la nacionalidad española, no tenía capacidad para
correr o por algún motivo no realizaba tal actividad, no pintaba el cuadro y no
había nacido, respectivamente. A su vez, en (4)-(6) se obtiene una lectura de
disponerse a correr, a pintar el cuadro y a nacer, sin que hayan comenzado tales
eventos; es decir, parece que se obtiene cierto valor ingresivo. En el caso del logro,
probablemente el efecto que surja no sea tanto de disponerse a, como de ir a o
comenzar a.
Es interesante señalar que ya no se combina con estados “a los que no se
puede llegar desde una fase anterior” (RAE, 2009: 2336), lo cual explica el
contraste entre (7) y (8).
(7) Ya es viejo.
(8)# Ya es joven.
Mientras que en (7) podemos afirmar que en una fase previa el sujeto no
era viejo, sino joven, en (8) no es posible considerar un periodo previo en que no
sea joven, salvo que pensemos en joven en oposición a infante o niño, en cuyo caso
será sinónimo de jovenzuelo o de jovencito.
Como hemos visto, ya se combina con todos los modos de acción, por lo que
debemos ahora analizar su interacción con el aspecto gramatical. Para Havu
(2004), este adverbio pertenece al grupo de los adverbios presuposicionales y,
como señala, se producen diferencias en función del tipo de forma verbal con la
que se combine (2004: 10): mientras que con los tiempos internos –imperfectivos-
se refiere a las diferentes fases que se dan de la situación o los estados anterior y
posterior, con los tiempos externos –perfectivos- ofrece una interpretación
heterogénea o global.
Veamos los ejemplos de (9)-(12).
Anexo 2. El adverbio ya
320
(9) Ya ha salido.
(10) Ya va a salir.
(11) Ya salió.
(12) Ya salía.
A partir de estos enunciados, podemos afirmar que ya aparece junto a un
evento perfecto (9), prospectivo (10), perfectivo (11) e imperfectivo (12); sin
embargo, el comportamiento de dicho adverbio, como cabe esperar, difiere al
combinarse con uno u otro tipo de aspecto gramatical.
Con un tiempo perfecto como el de (9), el adverbio focaliza el resultado o la
experiencia que se obtiene del evento en cuestión; en este caso concreto, ya incide
sobre la ausencia del sujeto en el momento del habla. En la siguiente figura aparece
representado el punto focalizado por el adverbio1.
Figura b. Ya con aspecto perfecto2.
+++++.++[++++]++++++ Ya ha salido.
El adverbio ya, en el caso de los tiempos compuestos, permite discriminar
entre una lectura perfectiva y una lectura perfecta, como muestro en (13) con un
ejemplo de Carrasco (1998: 167), donde se pueden obtener ambas
interpretaciones.
(13) María había hecho la paella a las tres.
1 Para poder entender la figura, es necesario señalar que el símbolo ‘+’ indica la parte previa y posterior del evento, los puntos ‘.’ representan el evento en cuestión y los corchetes ‘[ ]’, la parte focalizada. 2 Para un estudio detallado de la interpretación de los tiempos compuestos, remito al lector al trabajo de Carrasco (2008).
Anexo 2. El adverbio ya
321
En este caso, es posible que a las tres tuviera lugar el evento o que la paella
se hubiera hecho con anterioridad. Esta última lectura, la perfecta, es compatible
con el adverbio ya, como se aprecia en (14).
(14) María ya había hecho la paella a las tres.
Ante el aspecto prospectivo, el adverbio señala el momento en que se va a
iniciar el proceso. Si observamos el enunciado (10) y el mismo sin la presencia de
ya –va a salir-, podemos comprobar que el adverbio focaliza el momento
inmediatamente anterior al evento, mientras que, si se prescinde de él, la distancia
entre la disposición a llevar a cabo la salida y el inicio del proceso puede ser mayor.
Es decir, ya visualiza el punto en que se produce el cambio de fase, como se aprecia
en la figura c.
Figura c. Ya con aspecto prospectivo.
++++++[+].++++++++++ Ya va a salir.
Al tratarse de un aspecto prospectivo, es posible interrumpir el evento de
manera que este no llegue a producirse, ya que el adverbio señala un momento
inmediatamente anterior a la efectuación del evento en cuestión, lo cual no implica
que este haya tenido lugar.
En un enunciado con un tiempo perfectivo como (11), ya incide sobre el
carácter terminativo del mismo, es decir, focaliza un punto anterior al momento
del habla y, a su vez, posterior a la terminación del evento en cuestión.
Figura d. Ya con aspecto perfectivo.
+++++[+.+]+++++++++ Ya salió.
Anexo 2. El adverbio ya
322
Para García Fernández (1995: 385), cuando ya se combina con el
indefinido, indica que el evento se ha producido antes de lo esperable, pero no se
afirma que el evento se prolongue hacia el presente. Es decir, ya incide sobre todo
el evento descrito y no sobre alguna de sus partes, dado que “no podemos aislar
dos periodos distintos”. Volveré a la combinación entre el adverbio ya y el
indefinido más adelante.
En cuanto al aspecto imperfectivo, el adverbio focaliza bien un momento
anterior al inicio del evento –dando lugar de este modo a una lectura prospectiva-,
bien un momento interno del proceso mismo, con una interpretación progresiva,
tal y como se ilustra en la figura e.
Figura e. Ya con aspecto imperfectivo.
+++++[+].+++++++++ Ya salía.
++++++.[.].+++++++++
Esta doble posibilidad radica en el carácter aspectual imperfectivo, que
presenta la situación en desarrollo, sin visualizar los límites. Así, en un enunciado
como (1), repetido como (15), no se puede afirmar que la entrada haya tenido
lugar, como vemos en (16).
(15) Algunas horas más tarde, el tren entraba ya en la estación de Lyon.
(16) Algunas horas más tarde, el tren entraba ya en la estación de Lyon,
cuando un imprevisto obligó al conductor a detenerlo.
El enunciado (15) es susceptible de recibir bien una lectura
progresiva en la que la entrada se está produciendo o bien una lectura prospectiva
en la que va a tener lugar en un momento cercano, de manera que en ninguna de
ellas el evento se ha completado. La función del adverbio ya junto al imperfecto es
Anexo 2. El adverbio ya
323
la de señalar el comienzo del evento en un punto anterior y valorar “el
proseguimiento de la misma” del evento en cuestión (García Fernández 1995:
385).
Para explicar por qué el logro entrar puede recibir una
interpretación progresiva, es necesario recurrir a la presencia de un sujeto de
percepción, como mecanismo de resolución (cf. capítulo 3).
A propósito de la semántica del adverbio ya, considero que la propuesta de
Tahara (2004) cobra especial relevancia y más en un trabajo como este que se
enmarca en una teoría semántico-pragmática como la que asume Tahara. En la
explicación que ofrece acerca de déjà (ya, en francés), propone dos significados
fundamentales: temporal y no temporal, que a su vez subdivide en anterioridad y
precocidad o inmediatez, y en expresión de un grado relativo y un uso que no se da
en español y al que no me voy a referir aquí.
Los dos usos temporales aparecen descritos por la RAE (2009: 2337): “el
adverbio ya expresa tiempo cuando significa ‘ahora’ o ‘ahora mismo’ (-¿cuándo
salgo? -Ya) y, en cierto modo, también cuando equivale a ‘antes, en un tiempo
anterior’ (Ya hemos estado aquí; Ya te lo dije)”. Para poder discriminar entre una
lectura temporal u otra, el destinatario dispone de la información lingüística, pero
también de información contextual, de gran importancia en un proceso
interpretativo como el que tiene lugar cuando nos comunicamos, puesto que no
ofrecemos toda la información a nuestro interlocutor. Tal y como señala Tahara
(2004: 311)
il y a des situations où les informations linguistiques d’un énoncé comportant déjà ne
suffisent pas pour que le destinataire sélectionne l’une des interprétations possibles, à
savoir soit l’usage de précocité, soit celui d’antériorité. Il est clair que le contexte, plus
précisément les informations contextuelles accessibles, jouent un rôle très important dans
la détermination de l’interprétation de déjà.
Anexo 2. El adverbio ya
324
Hay situaciones donde las informaciones lingüísticos de un enunciado que tiene ya no es
suficiente para que el destinatario seleccione una de las interpretaciones posibles, a saber
sea el uso de precocidad, sea el uso de anterioridad. Está claro que el contexto, más
precisamente las informaciones contextuales accesibles, desempeña un papel muy
importante en la determinación de la interpretación de ya. (Traducción propia).
Esta lingüista (2004: 313) ofrece dos ejemplos similares a (17) y (18) con
los que explica la razón por la que la precocidad es más sobresaliente que la
anterioridad.
(17) ¿Su hijo va ya al colegio?
(18) Cuando le he llamado, ya estaba en la cama.
En ambos ejemplos el adverbio incide sobre el valor de precocidad más que
en el de anterioridad por la semántica de las formas verbales que aparecen:
presente e imperfecto, respectivamente. Como ya sabemos, el presente describe un
evento simultáneo al punto de referencia y al momento del habla, mientras que el
imperfecto es una forma verbal que localiza el evento en un punto anterior al
momento del habla y simultáneo al punto de referencia. De este modo, cuando el
evento no es anterior a R, la interpretación de anterioridad parece bloqueada.
Ahora bien, tanto el uso de anterioridad como el de precocidad llevan
asociada la intención del hablante de comunicar un efecto u otro, según su propio
punto de vista. Es decir, la inmediatez o precocidad y la anterioridad no son más
que juicios emitidos por el hablante en un momento determinado. Esto conlleva el
hecho de que Tahara considere la posibilidad de que la semántica de ya sea en
cierto modo la subjetivización, en tanto que es información adicional aportada por
el hablante desde su propia perspectiva.
Para poder establecer si esta es la semántica o no de dicho adverbio, analiza
el uso de grado relativo de ya para determinar si también este supone algún efecto
Anexo 2. El adverbio ya
325
subjetivizador. Ejemplifico este uso en (19) con un enunciado de Tahara (2004:
321).
(19) Mon fils pesait quatre kilos quand il est né. Quatre kilos, c’est déjà
grand pour un nouveau-né.
Mi hijo pesaba cuatro kilos cuando nació. Cuatro kilos es ya bastante
para un recién nacido (traducción propia).
Señala Tahara (2004: 322) que “cet usage de déjà s’interpréte comme
communiquant le jugement du locuteur selon lequel un procès peur être considéré
comme atteignant le degré ou la limite au-delà de laquelle il mérite une certaine
qualification” (“este uso de ya se interpreta como el juicio del locutor que
comunica, en el que un proceso puede ser considerado como que ha alcanzado el
grado más allá del que merece una cierta cualificación” traducción propia). Es
decir, con este empleo, el hablante emite un juicio en el que compara la
información con el grado que él mismo considera estándar. Parece, por lo tanto,
que los tres usos de ya que hemos visto remiten a un juicio del hablante o a un
pensamiento suyo evaluado desde su perspectiva o punto de vista. Como afirma la
propia lingüista (2004: 324),
nous en concluons que déjà n’est pas un simple adverbe qui précise la propriété temporelle
d’une éventualité. Cet adverbe s’interprété toujours à travers le point de vue du locuteur.
En effet, comme l’avons vu, tous les usages de déjà impliquent l’intervention du point de
vue du locuteur dans le jugement porté sur une éventualité, et la portée du jugement varie
selon les usages. Nous considérons qu’une expression linguistique, comme déjà, qui
implique nécessairement le point de vue du locuteur dans son interprétation, est donc un
des moyens auxquels le locuteur peur recourir afin de manifester sa subjectivité.
Concluimos que ya no es un simple adverbio que precisa la propiedad temporal de una
eventualidad. Este adverbio se interpreta siempre a través del punto de vista del locutor.
En efecto, como hemos visto, todos los usos de ya implican la intervención del punto de
vista del locutor en el juicio emitido sobre una eventualidad y la emisión del juicio varía
según los usos. Consideramos que una expresión lingüística como ya, que implica
Anexo 2. El adverbio ya
326
necesariamente el punto de vista del locutor en su interpretación, es uno de los medios a
los que el locutor puede recurrir para manifestar su subjetividad. (Traducción propia).
Si bien es cierto que la propuesta de Tahara resulta interesante, conviene
señalar el peligro que entraña, ya que podría pensarse que cualquier elemento es
susceptible de ser subjetivizador, dado que cualquier información comunicada
lleva asociada la perspectiva del hablante. El adverbio ya parece reforzar la
perspectiva del hablante, pero sería necesario especificar las condiciones que
hacen que una expresión lingüística exprese subjetivización para no caer en la
tentación de pensar que cualquier elemento que se dice pueda ser interpretado de
esta manera, al representar el punto de vista o la intención del hablante. De este
modo, la subjetivización y la perspectiva son el resultado inferencial de la
interacción entre la semántica de un elemento y los supuestos contextuales.
Como sabemos, a la hora de interpretar enunciados no tenemos en cuenta
exclusivamente la información lingüística codificada en los mismos, sino también
toda aquella información accesible contextualmente. Por ello, para determinar cuál
es el punto de vista desde el que se emite un enunciado no basta con recurrir a la
expresión adverbial ya, en este caso, sino que buena parte de la información estará
determinada por el empleo del tiempo verbal que se haya usado en el enunciado en
cuestión. Esto se debe a que ya, como hemos visto a propósito del aspecto
gramatical, refuerza el significado aspectual de la forma verbal. De este modo, para
determinar si el punto de vista es del hablante o de otro sujeto –ya sea un
personaje en el caso de la ficción o de otro hablante- debemos atender al empleo
de la forma verbal.
Volvamos al ejemplo que nos ha traído hasta este repaso del adverbio ya,
repetido ahora como (20).
(20) El tren salió de Ginebra. Algunas horas más tarde, entraba ya en la
estación de Lyon.
Anexo 2. El adverbio ya
327
Si la semántica del imperfecto demanda un marco temporal situado en el
pasado y que esté incluido en el evento para no imponerle límites y, por tanto, para
no poner en tela de juicio la imperfectividad, es lícito pensar que este marco no
puede ser algunas horas más tarde. La razón para esto está en la naturaleza
puntual del predicado, que hace pensar que la relación que se establece entre el
complemento circunstancial y el evento no es de inclusión de R en E, sino de
coincidencia, por lo que no se puede mantener la imperfectividad del imperfecto.
Para ello, el hablante ha de recuperar la presencia de un sujeto de percepción
situado en el pasado que actúa como punto de referencia. De este modo, el
imperfecto, empleado en su uso narrativo, remite a un uso metarrepresentacional
o interpretativo, en el que un testigo de la escena presenta los hechos como si
estuvieran ocurriendo ante sus ojos. Es decir, se muestra el evento a través de su
mirada, de su perspectiva.
La función del adverbio ya es incidir sobre la aspectualidad de la forma
verbal, de manera que, si el imperfecto narrativo mantiene su imperfectividad
gracias a la recuperación de un sujeto de percepción, dicho adverbio refuerza el
carácter progresivo o en desarrollo del evento a la vez que emite un juicio –ya sea
anterioridad o inmediatez- desde la perspectiva de dicho sujeto. Esta idea resulta
de gran relevancia si tenemos en cuenta la abundancia de empleos ‘especiales’ del
imperfecto en la ficción –aunque no solo en este ámbito- donde ejerce un especial
papel el punto de vista desde el que se observan los hechos.
Como ya he señalado, la presencia de ya en un enunciado como el de (20) se
ha considerado argumento a favor de la imperfectividad del imperfecto. En efecto,
parece que no es posible en este contexto reemplazar el imperfecto por el
indefinido, a diferencia de lo que sucede con otros casos de imperfecto narrativo.
Es necesario explicar brevemente por qué no resulta adecuado un enunciado como
(21).
(21) El tren salió de Ginebra. Algunas horas más tarde, #entró ya en la
estación de Lyon.
Anexo 2. El adverbio ya
328
La explicación que ofrece Bres (2007: 40) al respecto se basa en la
interacción entre la forma verbal y el adverbio ya, de manera que
déjà, en tant que signifiant ‘depuis déjà x temps’, demande que le temps interne du procès
soit représenté en partie accompli, demande aspectuelle à laquelle l’imparfait s’accorde
parfaitement puisque l’instruction [-incidence] présuppose, par la saisie du procès au-delà
de sa borne initiale, qu’une certaine partie du procès –celle précisément antérieure à ce
point de saisie- est déjà réalisée. Au contraire, l’instruction aspectuelle [+incidence] du PS,
qui interdit que le temps interne soit représenté comme en partie accompli, récuse
l’association de ce temps avec déjà (au sens de ‘depuis déjà x temps’). Si donc l’imparfait en
emploi narratif, généralement remplaçable par le PS, ne peut l’être lorsqu’il s’adjoint déjà,
c’est bien que l’imparfait est d’abord une question d’aspect.
Ya, como significado ‘después de ya x tiempo’, demanda que el tiempo interno del proceso
sea representado como en parte cumplido, demanda aspectual a la que el imperfecto se
acomoda perfectamente, ya que la instrucción [-incidencia] presupone, por la entrada de su
límite inicial, que una cierta parte del proceso –precisamente anterior a este punto de
entrada- se ha realizado ya. Al contrario, la instrucción aspectual [+ incidencia] del pasado
simple, que prohíbe que el tiempo interno sea representado como en parte cumplido,
rechaza la asociación de este tiempo con ya (con el sentido de ‘después de ya x tiempo’).
Entonces, si el imperfecto en empleo narrativo, generalmente reemplazable por el pasado
simple, no puede hacerlo cuando se adjunta a ya, el imperfecto es una cuestión de aspecto.
(Traducción propia).
Sin embargo, esta explicación no permite dar cuenta de un enunciado
en el que el adverbio ya se combine con el indefinido, como hemos visto en (11).
Por tanto, es necesario buscar, además, otra razón al conflicto que se produce en
(21): probablemente la coaparición de dos complementos temporales, algunas
horas más tarde y ya. De hecho, si omitimos alguno de ellos, el enunciado resulta
adecuado, como se observa en (22) y (23).
(22) El tren salió de Ginebra. Algunas horas más tarde, entró en la
estación de Lyon.
Anexo 2. El adverbio ya
329
(23) El tren salió de Ginebra. Ya entró en la estación de Lyon3.
La explicación para esta incompatibilidad está en que ambos complementos
localizan el evento sobre el eje temporal: mientras que algunas horas más tarde
sitúa el evento en un punto posterior al evento 1, el adverbio ya localiza la
situación en su totalidad en un punto del pasado. Se trata, de un conflicto entre la
presencia de dos complementos temporales que inciden sobre el mismo punto –el
evento- y no tanto del adverbio ya en combinación con el indefinido. No puedo
detenerme aquí en la explicación de la doble modificación temporal; para un
estudio sobre la modificación temporal, remito al lector a los trabajo de Carrasco
(2008) y de García Fernández (1995). Para lo que aquí quiero mostrar, basta con
apreciar que el conflicto que se produce en (22) se debe fundamentalmente a la
incompatibilidad de los dos complementos temporales.
Si ya sitúa el evento en indefinido en su totalidad y algunas horas más tarde
localiza la situación en un punto del pasado, la forma verbal más natural hubiera
sido el pluscuamperfecto y no el indefinido, como se muestra en (24).
(24) Algunas horas más tarde, el tren ya había entrado en la estación de
Lyon.
Sin embargo, con el imperfecto, ya visualiza una parte previa del evento que
corresponde, en (20), con el punto expresado por algunas horas más tarde, de
manera que se produce una relación de simultaneidad no contradictoria. Esto se
debe a que el adverbio ya incide sobre el aspecto del tiempo verbal, en este caso,
sobre el desarrollo del evento.
3 En mi variedad dialectal, la forma más natural para este enunciado sería el perfecto compuesto y no tanto el indefinido.