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¿Cómo estamos recordando?
Propuestas para una democratización de la memoria en
Colombia
Andersson Hernando Lizarazo Guerrero
Universidad Distrital Francisco José de Caldas
Facultad de Educación
Maestría en Investigación Social Interdisciplinaria
Bogotá D.C., Colombia
2017
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¿Cómo estamos recordando?
Propuestas para una democratización de la memoria en
Colombia
Andersson Hernando Lizarazo Guerrero
Trabajo de investigación presentado como requisito para optar al título de:
Magister en Investigación Social Interdisciplinaria
Director:
Adrián Perea Acevedo
Doctor en Filosofía
Línea de investigación:
Imaginarios y representaciones
Universidad Distrital Francisco José de Caldas
Facultad de Educación
Bogotá D.C., Colombia
2017
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A Lady, quien por su apoyo y sensatez
puede sentir que este trabajo es suyo, tanto como lo es mío.
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Contenido
Introducción ............................................................................................................ 5
1. La memoria en Colombia: exclusiones y desapropiación ........................................ 6
1.1. Objetivos ............................................................................................................................... 16
1.2. Claridades, límites y convicciones ....................................................................................... 17
1.3. Memoria e interdisciplina. ................................................................................................... 18
2. El vínculo analógico y la ciudadanía no afectada ................................................. 23
2.1. La interpretación como posibilidad crítica: texto, imaginación y ficción. ...................... 24
2.2. El vínculo analógico (o la mutua pertenencia ontológica con los otros) .......................... 28
2.3. Ideología y utopía: constitución del imaginario social ...................................................... 31
2.4. Ejes de la categoría de la acción común: discursos de la ciudadanía no afectada sobre
las afectaciones de la violencia ................................................................................................... 40
2.4.1. Eje 1: qué es memoria, para qué sirve y qué temas debe abordar en el contexto
colombiano. .............................................................................................................................. 42
2.4.2. Eje 2: actores que han dado forma a las dinámicas de la guerra y la violencia
sociopolítica en Colombia. ...................................................................................................... 54
2.4.3. Eje 3: papel de la ciudadanía no afectada en los procesos de rememoración en el
país. ........................................................................................................................................... 61
2.5. Vínculo analógico en la ciudadanía no afectada: reconocimiento de las afectaciones de
la guerra y la violencia sociopolítica en Colombia. .................................................................. 65
3. Los abusos de la memoria: el Grupo (Centro) de Memoria Histórica y las Víctimas
de crímenes de Estado. ........................................................................................... 72
3.1. La interpretación del texto como posibilidad de acceder a los abusos de la memoria ... 74
3.2. La memoria abusada ............................................................................................................ 76
3.2.1. Memoria manipulada .................................................................................................... 76
3.2.2. Memoria obligada (o dirigida abusivamente) ............................................................. 78
3.3. Descripción de hallazgos (la voz de los productores de memoria) ................................... 80
3.3.1. Víctimas de crímenes de Estado ................................................................................... 81
3.3.2. Grupo (Centro) de Memoria Histórica ....................................................................... 84
3.4. Los abusos de la memoria en Colombia. ............................................................................ 86
4. Hacia una democratización de la memoria: consolidación de hallazgos, propuestas y
discusión. ............................................................................................................... 90
5. Bibliografía ...................................................................................................... 103
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Introducción
El presente trabajo es un cuestionamiento a las formas en que se ha elaborado la memoria de la
violencia en Colombia, en el cual, partiendo de los aportes teóricos de Paul Ricoeur en relación
con la interpretación crítica del texto (2002) y los abusos de la memoria (2013), se estudia la
ruptura existente entre quienes no han sido afectados de forma directa por la guerra y los
procesos de reconstrucción del pasado violento, con el fin de generar propuestas que permitan
pensarse la posibilidad de una democratización de la memoria. Los elementos mencionados se
articulan en la siguiente indagación ¿Cómo sería posible establecer los elementos que
fundamentan el alejamiento entre la “ciudadanía no afectada” y la memoria de la guerra y la
violencia sociopolítica en Colombia por medio de una interpretación crítica del texto en miras a
una “democratización de la memoria”?
El abordaje de la situación descrita se realiza por medio de cuatro apartados. El primero “La
memoria en Colombia: exclusiones y desapropiación” permite una contextualización en
relación con la forma en que se han adelantado procesos de reconstrucción de memoria en
Colombia y da cuenta de la situación problema que guía la investigación; el segundo “El
vínculo analógico y la ciudadanía no afectada” aborda la forma en que la ciudadanía no
afectada establece relaciones con los sujetos que han intervenido en la guerra y la violencia
sociopolítica, así como la manera en que conciben la memoria, todo en el marco de los
planteamientos de Paul Ricoeur sobre la interpretación crítica del texto, el vínculo analógico; y
la ideología y la utopía como prácticas imaginativas.
El tercer apartado “Los abusos de la memoria: el Grupo (Centro) de Memoria Histórica y las
Víctimas de Crímenes de Estado” da cuenta de la forma en que los productores de memoria
trabajados en la investigación han elaborado una idea de la memoria en relación con sus
deberes, posibilidades, y formas de hacerse pública, ello se desarrolla en relación con los
planteamientos de Paul Ricoeur sobre los abusos de la memoria. El segundo y tercer apartado
se interrelacionan en tanto que dan cuenta del trabajo de campo realizado.
Por último, en el apartado “Hacia una democratización de la memoria: consolidación de
hallazgos, propuestas y discusión.”, se agrupan los resultados plasmados a lo largo del
documento, exponiendo la forma en que se evidenció la ruptura entre ciudadanía y memoria
que fundamenta la exigencia de una democratización de la memoria, la cual se desarrolla para
finalizar el documento.
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1. La memoria en Colombia: exclusiones y desapropiación
El presente escrito hace parte de una creciente iniciativa académica por comprender la
memoria de la guerra y la violencia sociopolítica en Colombia1, una iniciativa que se ha
venido fortaleciendo mediante el reconocimiento y abordaje del tema a partir de toda una
serie de esfuerzos y “propuestas que se enmarcan en discursos de justicia transicional o aún
de reivindicación de proyectos inconclusos de construcción de paz y democracia”
(Antequera, 2011, p. 16). Dichas propuestas no solo surgen en contextos académicos, sino
comunitarios, artísticos y políticos.
Son variadas las reflexiones que existen sobre la memoria, sus definiciones, posibilidades y
objetivos, sin embargo para hacer claridad sobre la memoria que se aborda aquí, es posible
1 Tanto la guerra como la violencia sociopolítica son dos caras de un mismo fenómeno acontecido en
Colombia, sin embargo cuentan con una serie de particularidades, que requieren ser especificadas para poder lograr un acercamiento a la forma en que dicho fenómeno se desarrolla.
Con respecto a lo que aquí se entiende como guerra, es posible hacer referencia al confrontamiento histórico - si se quiere – acontecido en el país, el cual en las décadas recientes ha sido protagonizado por una serie de actores armados dentro de los que se encuentran las Fuerzas Militares colombianas, las agrupaciones paramilitares, las guerrillas armadas de extrema izquierda, los carteles de narcotráfico y grupos criminales; tal confrontación se dota de una serie de complejidades e interconexiones que varían dependiendo de las condiciones territoriales y coyunturales en las que se desarrolle, lo que da paso a alianzas, modalidades de ejercer la violencia, y establecimiento de objetivos (los cuales suelen transitar entre las dimensiones política y económica). Esta guerra ha sido ampliamente documentada e incluso reconocida por medio de leyes colombianas en las que ocupa un papel central, dentro de las que se puede mencionar la ley 975 de 2005 y la ley 1448 de 2011.
Dicha guerra se suele nombrar como “conflicto armado interno”, sin embargo aquí se rechaza tal caracterización en tanto que asimilar las dinámicas de violencia, exterminio y guerra que se han establecido en Colombia con el concepto de conflicto, anula cualquier posibilidad de concebir a este último como un elemento propio de la dinámica social, el cual además de ser inevitable, es portador de nuevas posibilidades de pensarse la realidad a partir de un buen manejo que facilite su transformación efectiva y evite que devenga en cualquier tipo de violencia.
En lo que refiere a la violencia sociopolítica, se acoge la definición retomada por José Antequera (2011) en donde se describe como “…una ejecución sistemática de vulneraciones a los derechos humanos en impunidad, motivada por un interés de acumulación de poder político y económico que se superpone con la confrontación entre actores armados, como ataque contra la población civil, y como consecuencia de la cual son violentados sectores políticos y sociales de acuerdo con prácticas delimitables que se diferencian de las situaciones de violencia común.” (Antequera, 2011, p. 22). Esta violencia sociopolítica rebasa la lógica de la guerra en donde se enfrentan actores armados de manera consiente y voluntaria; al contrario de ello se comienzan a generar acciones violentas sobre la sociedad civil que hace presencia (territorial y/o políticamente) en el marco de las confrontaciones entre tales actores, pero que no tiene intencionalidad en ejercer o sufrir afectaciones por medio de la violencia.
El fenómeno caracterizado y compuesto por los dos elementos descritos se encontrará enunciado a lo largo del trabajo como “guerra y violencia sociopolítica en Colombia” y en ocasiones simplemente como “violencia”. En ningún momento se desligan ambos elementos ya que se interrelacionan permanentemente en la realidad nacional y las implicaciones de uno repercuten en las dinámicas del otro.
7
mencionar que ha sido establecida en el país como aquel recurso, mediante el cual se
realiza una reconstrucción de acontecimientos del pasado a partir de testimonios y fuentes
que dan cuenta de lo ocurrido, dando paso diferentes producciones (escritas, audiovisuales,
artísticas, entre otros) en las que se registra lo acontecido y se analiza en relación con unas
finalidades específicas que varían dependiendo de quien realice el ejercicio. La memoria
que aborda la presente investigación es aquella que refiere a los hechos violentos
acontecidos en el país en el marco de la guerra y la violencia sociopolítica.
La construcción de dicha memoria desde diferentes contextos ha llegado a hacer presencia
recurrentemente en la agenda nacional, cobrando un lugar privilegiado en toda una serie de
iniciativas tanto gubernamentales como no gubernamentales.
Esta importancia de la que se ha venido dotando la memoria, se constituye como
consecuencia de una serie de ejercicios que a lo largo de la última década han sido
adelantados por diferentes gobiernos, como el centrado en gestionar procesos de
desmovilización de integrantes de grupos paramilitares y el que estableció un acuerdo para
finalizar la guerra entre el Estado colombiano y la guerrilla “Fuerzas Armadas
Revolucionarias Colombianas – Ejercito del pueblo” (FARC – EP), gestiones encabezadas
por los gobiernos de Álvaro Uribe Vélez (2002 – 2010) y de Juan Manuel Santos (2010 –
2018) respectivamente.
La visibilización del tema de la memoria en el panorama nacional a partir de proyectos
gubernamentales (especialmente desde lo adelantado en el año 2005, tema que se abordará
más adelante), trajo consigo la posibilidad de evidenciar que desde varias décadas atrás se
venían adelantando procesos e iniciativas de memoria desde otros contextos alejados del
gobierno, como desde el de las organizaciones de víctimas (en especial las víctimas de
crímenes de Estado), los establecimientos académicos y diversas Organizaciones No
Gubernamentales.
Una diferenciación que permita entender las distancias entre ambos procesos
(gubernamentales y no gubernamentales) podría realizarse por medio del concepto “deber
de memoria”, mencionado por Todorov como esa responsabilidad del historiador de “nunca
solamente establecer hechos sino también escoger los más destacados y significativos de
entre ellos, y en relacionarlos luego entre sí; este trabajo de selección y de combinación está
8
orientado necesariamente por la búsqueda , no de la verdad, sino del bien” (Todorov en
Ricoeur, 2013, p. 117). Esa idea del bien es el elemento diferencial de los procesos de
memoria, llevando a que (en línea con los desarrollos del concepto de “deber de memoria”
realizados por autores como Elizabeth Jelin (2002) y José Antequera (2011)) el deber de
memoria se entienda aquí como la motivación que, en cada caso, lleva a generar procesos
centrados en abordar el pasado.
Con respecto a los esfuerzos adelantados desde entes gubernamentales, se ha concebido el
deber de memoria a partir de la necesidad de cumplir los requerimientos de normas
internacionales para así poder entrar en marcos de justicia transicional, mediante los cuales
se pueda, con el aval de la comunidad internacional, continuar con las agendas de gobierno
mencionadas anteriormente. Así las cosas, en el 2005, bajo el marco de la Ley de Justicia y
Paz, se establece la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación (CNRR) y dentro
de ésta el Grupo de Memoria Histórica (GMH) , el cual ubicó su accionar dentro de:
Los marcos normativos de la ley 975 de 2005 (ley de Justicia y Paz), de la jurisprudencia de la
Corte Constitucional y de los estándares jurídicos internacionales en torno a los derechos de las
víctimas a la verdad, la justicia, la reparación y las garantías de no repetición.” (GMH, 2008, p.
3)
En línea con el marco legal que reguló2 su accionar, el GMH actuó con base en un objetivo
central:
Construir una narrativa sobre el origen y la evolución del conflicto armado interno, en sintonía
con las voces de todas las víctimas, fundada en la reconstrucción más rigurosa posible, desde el
punto de vista académico, de la verdad de lo sucedido. (GMH, 2008, p. 03)
Por otra parte, como ejemplo de una iniciativa gubernamental reciente en relación con
procesos de memoria, se destaca el documento “Contribución al entendimiento del
2 El mandato del GMH se establece dentro de un lapso de tiempo entre 2007 y 2012 (GMH. 2012: 3).Con la
terminación de las funciones de la CNRR en el 2012, consecuencia de la sanción de la Ley 1448 de 2011 (Ley
de Víctimas y Restitución de Tierras), la CNRR realiza una transición a la Unidad de Atención y Reparación
Integral a las Victimas (Congreso de la República de Colombia. 2011, Art. 71). Junto con ello, el GMH hace
una transición hacia el Centro Nacional de Memoria Histórica (Centro Nacional de Memoria Histórica. 2012:
2), el cual se constituye como materialización de las “medidas de satisfacción” decretadas en la Ley de
Victimas y Restitución de Tierras. La labor del Centro Nacional de Memoria Histórica va en línea directa con
el GMH, conservando en general sus integrantes y los objetivos principales que guían su actuación.
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conflicto armado en Colombia” desarrollado por la “Comisión Histórica del conflicto y sus
víctimas” y publicado en febrero del 2015, adelantado a partir de un acuerdo realizado en el
marco de la “negociación por el fin de conflicto”3 llevada a cabo por representantes del
gobierno colombiano y de las FARC4, donde se encargó a dicha comisión histórica de
“Producir un informe sobre los orígenes y las múltiples causas del conflicto, los principales
factores y condiciones que han facilitado o contribuido a su persistencia, y los efectos e
impactos más notorios del mismo sobre la población” (CHCV, 2015, p. 2).
En relación con las iniciativas que se alejan del ámbito gubernamental, se puede mencionar
que el “deber de memoria” responde a la búsqueda de reivindicaciones en relación con los
crímenes cometidos contra la sociedad civil, la cual no interviene de forma voluntaria en la
guerra y la violencia sociopolítica y se ve posteriormente sumida en procesos sistemáticos
de ocultamiento de lo ocurrido, se busca así el “…reconocimiento social y de legitimidad
política de una (su) versión o narrativa del pasado.” (Jelin, 2002, p. 49), con el fin de
“…alcanzar una sociedad con los derechos a la verdad, la justicia y la reparación, pero
también para hacer visibles las vivencias y las voces de personas que han luchado por una
Colombia más justa” (Hijos e hijas por la memoria y contra la impunidad, 2012, p. 14).
Estos procesos no gubernamentales tienen su surgimiento incluso mucho tiempo antes de la
creación del GMH, Castillejo (2010) plantea lo siguiente respecto al tema:
En Colombia, particularmente, pensar el pasado ha sido un fenómeno reciente, lo cual no
quiere decir que antes no haya habido reflexiones al respecto. Las décadas de reclamos
históricos que organizaciones especificas –como sobrevivientes del exterminio de la unión
patriótica o, más en general, quienes constituyen al Movimiento de Víctimas de Crímenes de
Estado (MOVICE)- han elaborado, revelan el silencio estructural en el que diversos sucesos
aún están sumidos. En Colombia, esta relativa preocupación oficial por el pasado, en el que
las leyes relacionadas producen víctimas “certificadas” y “oficializadas” y en este sentido un
3 Para información al respecto revisar la página web https://www.mesadeconversaciones.com.co/
4 Es importante mencionar que los integrantes de la comisión histórica fueron sugeridos tanto por el gobierno
como por las FARC, situación que daría paso a cuestionarse por la calidad de “memoria gubernamental” con
que cuenta dicho informe, sin embargo se enuncia de esa forma en el presente escrito en tanto que el proceso
de construcción se dio en el marco de un ejercicio propiamente gubernamental y va en línea con los objetivos
que ha solido perseguir el gobierno a través de la elaboración de memoria.
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interés limitado en el tema, se debe a la creación de la CNRR y la institucionalización en
Colombia de tecnologías globales de transición política. (p. 29)
El panorama expuesto evidencia que existen diferentes motivaciones en el momento de
desarrollar procesos relacionados con la memoria de la violencia colombiana, esto de
acuerdo con la forma en que cada quien conciba el “deber de memoria”, el cual tiende a
tener un carácter político que sirve a unas finalidades particulares.
Habiendo realizado las claridades anteriores, es posible abordar el tema central que aquí se
busca proponer, el cual plantea la necesidad de generar procesos investigativos en miras al
desarrollo de una “democratización de la memoria”.
Una comprensión de la idea de “democratización de la memoria”, requiere partir de una
situación compuesta por dos dimensiones que sustentan la necesidad de la misma: la
primera surge cuando los discursos de quienes generan acciones de reconstrucción de
memoria en el país, se plantean la necesidad de que los procesos estén enfocados en darle
prioridad a la voz de las víctimas, para así poder avanzar por una parte en la elaboración y
divulgación de “una narrativa sobre el conflicto armado en Colombia que identifique las
razones para el surgimiento y la evolución de los grupos armados ilegales así como las
distintas verdades y memorias de la violencia” (GMH, 2012) y por otra la consecución de
“la verdad, la justicia y la reparación” (Hijos e hijas por la memoria y contra la impunidad,
2012, p. 14).
El establecimiento de las finalidades5 mencionadas ha dado paso a una problemática que
consiste en la omisión en el ejercicio de elaboración de memoria, para ambos procesos
estudiados, de la sociedad que no ha intervenido de forma directa en dicha violencia, ni
ejerciéndola, ni recibiéndola, es decir, dicha sociedad no constituye un elemento central en
los diferentes procesos de construcción y discusión del pasado violento del país.
5 Establecer finalidades, enfoques y contenidos específicos en el momento de elaborar memoria es un
elemento fundamental y necesario en el desarrollo de la misma, en tanto que si la memoria no se realiza buscando visibilizar lo ocurrido a la luz de unas motivaciones concretas, va a caer en la falsa pretensión de constituirse como una versión objetiva e imparcial de lo sucedido, por esta razón no debe entenderse como un problema la existencia de finalidades concretas en los diferentes procesos de memoria en Colombia, sin embargo es importante que se parta del requerimiento ético de hacerlos explícitos para que quien acceda a los productos elaborados, tenga claridades frente la información a la que va a acceder.
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Este grupo de sujetos que no han sido afectados de forma directa por la guerra y por la
violencia sociopolítica y que son omitidos dentro de los fines de quienes elaboran la
memoria va a ser entendido a lo largo del presente documento como “ciudadanía6 no
afectada7”.
El hablar de dicha omisión de la “ciudadanía no afectada” no busca aseverar que dentro de
los procesos mencionados se haga una exclusión total de los no afectados, al contrario de
ello se reconocen esfuerzos y gestiones en donde se menciona la importancia de que los
frutos de los procesos de memoria sean socializados de manera que llegue al amplio de la
sociedad; desde las publicaciones de las víctimas se evidencian iniciativas en sintonía con
ello:
“es provechoso centrarse en el rol de las víctimas y de las y los ciudadanos en general, para
pensar caminos que permitan alcanzar la justicia y reconocer y divulgar las verdades de lo
que ha ocurrido en Colombia. El rol de esa ciudadanía y de las víctimas debe estar
acompañado de pedagogías de memoria que permitan la difusión de otras versiones del
pasado, de la historia.” (Hijos e hijas por la memoria y contra la impunidad, 2012, p. 259).
Lo mismo ocurre en el caso del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH):
“La construcción de memorias emblemáticas de la violencia y de sus resistencias puede y
debe realizarse tanto desde los centros como desde la periferia del país. Tanto desde los
6 Abordar el tema desde el concepto de ciudadanía responde a la necesidad de evidenciar el carácter político
de la memoria en Colombia, principal elemento para establecer las bases de una democratización de la misma.
Entrar en el campo democrático aterriza la reflexión sobre el pasado en una dimensión práctica, más allá de
un ejercicio académico de elaboración formal del recuerdo. De ésta manera, el reconocimiento de la
ciudadanía como eje fundamental para procesos de apropiación y reflexión sobre el pasado, permite pensarse
el ejercicio de rememoración en el marco de derechos y deberes, es decir, tanto el derecho de que se generen
procesos de documentación del pasado, los cuales sean de acceso público a la ciudadanía, así como la
responsabilidad de que la ciudadanía en general comience a generar procesos colectivos de reflexión en torno
a las afectaciones propias de la guerra y la violencia sociopolítica, ambos proyectos en el marco de un fin
ulterior, a saber, un ejercicio de reconciliación. La memoria como reflexión y los procesos de reconciliación
son temas que se dejan aquí enunciados y que se desarrollan a lo largo del documento.
7 Si bien se reconoce la vasta existencia de posturas frente a los grados de afectación que pueden tener los
diferentes integrantes de la sociedad en el marco de la violencia colombiana, para la presente investigación se
entenderá a la “ciudadanía no afectada” como todos aquellos que cumplen con dos condiciones
fundamentales: 1. No haber sido víctimas de actos propios de la dinámica de la guerra y la violencia socio
política (homicidios, masacres, desplazamientos forzados, desapariciones forzadas, torturas, secuestros,
reclutamiento ilegal, despojo de tierras, entre otros) que hayan sido ejercidos en contra de ellos y/o de sus
familiares o conocidos cercanos. 2. No hacer parte de grupos políticos, académicos, comunitarios,
gubernamentales, entre otros, que dentro de su accionar generen procesos de reflexión con respecto al pasado
(y presente) violento del país y que por lo tanto hayan tenido algún grado de cercanía con el tema de la
memoria.
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liderazgos nacionales y los liderazgos enraizados en las regiones, como desde los pobladores
comunes y corrientes.” (GMH, 2013, p. 14)
Sin embargo, el involucramiento de la “ciudadanía no afectada” en la construcción propia
de la memoria no se ha constituido como un objetivo guía para las agrupaciones, lo cual ha
dado paso a que la relación de dicha ciudadanía con el pasado, suela ser de (cuando se da)
acceso a una memoria ya producida, elaborada previamente con una serie de procesos de
selección, en donde lo que se adquiere no es lo ocurrido, sino reflexiones sobre lo ocurrido.
Una memoria elaborada con base en intereses particulares (a lo cual no se puede escapar),
corre el riesgo de tener inscritas (en línea con Ricoeur, 2013) maneras de manipular el
recuerdo en relación con el reforzamiento de identidades, así como de establecer unas
formas correctas de recordar en relación con la búsqueda del bien; dando paso a que se
puedan ejercer un serie de abusos sobre quienes acceden a la memoria ya producida.
La situación en la que se aleja a la “ciudadanía no afectada” de los fines centrales de los
procesos en mención, se complementa al evidenciar que si bien, dada la existencia de
diferentes voces que hablan sobre la memoria de la violencia, se han logrado vastos
avances en relación con una construcción plural de reflexiones sobre el pasado en
Colombia, esto no ha salido de los límites (cada vez más rígidos) encarnados por las
organizaciones de víctimas, grupos académicos, organizaciones gubernamentales y no
gubernamentales que generan acciones sobre el pasado violento del país, la guerra y
violencia sociopolítica en general, entre estas agrupaciones que entenderemos como
“actores de la memoria”, se establecen distintas relaciones (no necesariamente armónicas)
con base en la producción de recuerdo, estableciendo un campo de interacción en donde la
memoria es el elemento central.
Éstos procesos de interacción con base en la memoria hacen que cada quien establezca
ejercicios de reconstrucción del pasado en función de otros “actores de la memoria”,
llevando a que por ejemplo, los esfuerzos de algunas agrupaciones de víctimas busquen
evidenciar las responsabilidades de entidades gubernamentales en el marco de la guerra; así
mismo algunos esfuerzos gubernamentales pueden tener como fin el elaborar insumos para
procesos de reparación de las víctimas; por otra parte los esfuerzos académicos podrían
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generar procesos que les permita una comprensión del conflicto a partir de las voces de los
diferentes “actores de la memoria” que han elaborado el recuerdo.
Este tipo de relaciones que se entretejen dentro del campo descrito, han rodeado con
barreras cada vez más altas a la memoria, estableciendo un espacio cerrado en el que no
hay cabida para las reflexiones realizadas desde afuera, en donde se ubica la “ciudadanía no
afectada”, y dando paso a que lo único que conecte dicho círculo con el exterior, sean
producciones ya elaboradas sobre el pasado, las cuales se ponen en público por medio de
informes, conmemoraciones, documentos audiovisuales, galerías, entre otros; con el fin de
que sean legitimadas por el grueso de la sociedad. Asistimos a ejercicios de popularización
de la memoria.
La situación descrita se agudiza con la existencia de una segunda dimensión del fenómeno
expuesto: la propia “ciudadanía no afectada” se establece como ajena a los ejercicios de
reflexión sobre el pasado violento del país, entendiendo lo ocurrido como actos alejados de
su realidad, los cuales sólo generaron impacto para aquellos que los vivieron. No existen
ejercicios de apropiación8 efectiva de lo ocurrido en Colombia, lo cual genera una
fragmentación más amplia, en donde ya no sólo se ve una exclusión de la “ciudadanía no
afectada” por parte de los ejercicios de construcción y reflexión sobre el pasado en el marco
de los abusos que se realizan sobre la memoria, sino que se ve una situación de
desapropiación por parte de la misma ciudadanía.
La situación de desapropiación de la “ciudadanía no afectada” responde no sólo a una falta
de interés frente a las dinámicas propias de la construcción de memoria, sino que da cuenta
de un desconocimiento de las afectaciones de la guerra y la violencia sociopolítica en
Colombia, y junto con ello un desconocimiento (o negación) de aquellos sujetos que la han
vivido, tanto los perpetradores, como los afectados directamente.
Se establece así un fenómeno de doble exclusión, del que dan cuenta tanto la existencia de
diferentes iniciativas (gubernamentales como no gubernamentales) que reflexionan en torno
8 Se acuña en éste punto lo planteado por Paul Ricoeur sobre el término apropiación, en donde se establece
como un elemento para hacer frente a las distancias culturales, en tanto que estas dan paso a un alejamiento
del sentido mismo de los elementos bajo los que se constituye, en este caso, la reconstrucción de memoria y
las afectaciones de la violencia. La apropiación permite un acercamiento, permite “hacer propio lo que en
principio era extraño” (Ricoeur, 2002, p. 141), da paso a que la población en general se relacione con los
procesos de memoria y reconozca los impactos de la guerra.
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a un pasado violento y que omiten a la sociedad no afectada; como la desapropiación que se
genera por parte de la “ciudadanía no afectada” en torno a cada ejercicio de recuerdo.
Esa doble exclusión, constituye un obstáculo para que la memoria pueda constituirse como
un elemento generador de cambios en relación con el contexto de violencia que atraviesa el
país, ya que se impide la construcción de proyectos colectivos en donde por medio de un
reconocimiento de los otros y de lo que nos ha ocurrido sea posible establecer un camino
hacia la reconciliación. Si en el marco de las propuestas para una “democratización de la
memoria”, ubicadas en la parte final del documento, se entiende la importancia de que la
memoria se establezca como posibilitadora de procesos de reconciliación, éste trabajo habrá
logrado su objetivo ulterior.
Buscar formas de integrar al grueso de la sociedad en los procesos de re significación del
pasado potencia esa posibilidad de pensarse el futuro a partir de una reflexión colectiva
centrada en lo ya ocurrido, tema que sería susceptible de ser ampliado trayendo a colación
lo planteado por Jelín (2002): “El pasado ya pasó, es algo de-terminado, no puede ser
cambiado. El futuro, por el contrario, es abierto, incierto, indeterminado. Lo que puede
cambiar es el sentido de ese pasado, sujeto a interpretaciones ancladas en la intencionalidad
y en las expectativas hacia ese futuro.” (p. 39).
Si sólo se cambia el sentido del pasado para algunos grupos y se excluye al grueso de la
sociedad, los cambios que se podrían generar a la luz del futuro van a ser parciales o
inexistentes, situación que sugiere la necesidad de trascender las dinámicas actuales de
popularización de la memoria por medio de acciones que apunten a una “democratización
de la memoria”.
Se plantea la democratización de la memoria no como un proceso mediante el cual se
busque una propagación masiva que permita que la población tenga un fácil acceso a las
diferentes producciones que surjan de los procesos de reconstrucción del pasado (informes,
documentales, entre otros), más bien constituye la necesidad de generar iniciativas dentro
de las cuales la apropiación de la memoria de los hechos violentos ocurridos en el país, sea
concebida como un elemento necesario en la formación de los ciudadanos.
La generación efectiva de tales iniciativas requiere de un análisis profundo que indague por
el fenómeno de doble exclusión desarrollado párrafos atrás, en donde se indague sobre la
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manera en que sus dos dimensiones se desarrollan, es decir, la forma en que la “ciudadanía
no afectada” se relaciona con los procesos de memoria y con quienes han vivido la
violencia; y la manera en que se ha elaborado memoria en el país respondiendo a fines
particulares. Para el desarrollo de tal fin, se acogen los planteamientos desarrollados por
Paul Ricoeur en relación con la imaginación en el discurso y en la acción (2002), y los
abusos de la memoria natural (2013), ambos en el marco de sus fundamentos
epistemológicos frente a la constitución del texto como herramienta fundamental para una
interpretación crítica de los fenómenos.
El análisis de la mano de Ricoeur permitirá avanzar en los puntos mencionados y brindaría
los elementos necesarios para establecer el concepto de democratización de la memoria, así
como los elementos en los que se debe ahondar para avanzar hacia su consolidación.
La situación desarrollada hasta este punto da paso a una serie de indagaciones que guían el
proceso investigativo a adelantar, estas comprenden cuestiones como ¿Qué relación se
establece por parte de población que no ha intervenido directamente en la guerra y la
violencia sociopolítica con los procesos de memoria y quienes han vivido la violencia?
¿Bajo qué intereses y finalidades se ha realizado una definición y elaboración de la
memoria del pasado violento del país en Colombia? Y la pregunta que encierra dichas
cuestiones y da paso a abordar la problemática central, ¿Cómo sería posible establecer los
elementos que fundamentan el alejamiento entre la “ciudadanía no afectada” y la
memoria de la guerra y la violencia sociopolítica en Colombia por medio de una
interpretación crítica del texto en miras a una “democratización de la memoria”?
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1.1. Objetivos
General
Establecer los elementos que fundamentan el alejamiento entre la “ciudadanía no afectada”
y la memoria de la guerra y la violencia sociopolítica en Colombia por medio de una
interpretación crítica del texto en miras a una “Democratización de la memoria”.
Específicos
- Elaborar un marco interpretativo que permita, desde los planteamientos de Paul
Ricoeur, abordar la forma en que la memoria ha sido ejercida en Colombia.
- Identificar la relación que establece la población que no ha intervenido directamente
en la guerra y la violencia sociopolítica en Colombia con los procesos de memoria
sobre la misma y con quienes la han vivido directamente.
- Establecer la forma en que se ha elaborado una idea de memoria por parte de
quienes realizan procesos de producción de la misma en Colombia.
- Establecer propuestas que permitan concebir una “democratización de la memoria”
en el marco de ejercicios de reconciliación.
17
1.2. Claridades, límites y convicciones
Así como es importante dar cuenta de las finalidades que se tienen al elaborar procesos de
memoria para que estos no sean vistos como ejercicios con la pretensión de elaborar el
pasado de una forma objetiva e imparcial, resulta fundamental realizar algunas claridades
para el presente ejercicio investigativo, esperando que permitan una comprensión más clara
del mismo a través de saber cuáles son sus motivaciones, límites y expectativas.
Un primer elemento a tener en cuenta es que el presente trabajo no cuenta con la pretensión
de ser demostrativo y absoluto, es decir, la propuesta metodológica desarrollada toma un
número determinado de sujetos, ubicados en unos marcos espacio-temporales concretos, los
cuales no son necesariamente representativos ni de la ciudadanía no afectada en su
totalidad, ni de las iniciativas de elaboración de memoria que tienen lugar a lo largo y
ancho del país. De manera que se busca que lo aquí construido genere una aproximación a
la problemática, lo suficientemente rigurosa para que sea tenida en cuenta al realizar nuevos
ejercicios y reflexiones en los que se aborde el pasado violento del país.
La idea de memoria como posible plataforma de reconciliación es una convicción que
puede rastrearse transversalmente en el documento, por lo que es importante que su lectura
se dé en ese enclave.
La investigación parte de los planteamientos teóricos formulados por Paul Ricoeur, de los
cuales se toman una serie de conceptos y se contextualizan en el marco de la situación
problema. Dentro de dichos conceptos se encuentran elementos que pueden ser
desarrollados de formas diferentes por otros autores, como es el caso de la ideología, la
utopía, la imaginación, la crítica, entre otros. En la medida en que se utilizan son definidos
y ubicados en el marco de la investigación, sin embargo es importante tener presente dicha
fundamentación conceptual.
El lugar de las víctimas no es central en la investigación, en tanto que no se ha buscado
realizar un proceso de reivindicación y visibilización de sus afectaciones en relación con el
pasado y presente de la guerra y la violencia sociopolítica (como suele realizarse en los
trabajos que abordan la memoria como objeto central), esto responde a que dicho abordaje
quitaría eficacia a la propuesta que se elabora. Sin embargo visibilizar el papel de quienes
han sufrido la violencia y propugnar por acciones que permitan que estos sean reconocidos
18
a la luz de su pasado, potencialidades y dignidad, es una de las motivaciones que da paso al
desarrollo de la situación problema. De manera que alejada la finalidad del campo de las
víctimas, debe entenderse que el trabajo constituye básicamente una cruzada por la
reivindicación política del papel de la memoria y sus posibilidades.
1.3. Memoria e interdisciplina.
Una vez expuesta la problemática trabajada en el presente ejercicio investigativo, los
objetivos que se persiguen y las expectativas que se pueden generar frente a ello, resulta
pertinente dar cuenta del marco de producción de conocimiento en el cuál se desarrolló, en
donde más que abordar de métodos y técnicas, se desarrollan varios enclaves
epistemológicos.
La presente investigación se desarrolla en el marco de la Maestría en Investigación Social
Interdisciplinaria de la Universidad Francisco José de Caldas, la cual se encuentra dividida
en cuatro líneas de investigación: (1) poder, política y sujetos; (2) sujeto, subjetividades e
identidades; (3) lenguaje e interpretación cultural; e (4) imaginarios y representaciones, es
en ésta última en la que ha sido posible realizar las reflexiones sobre la memoria y sus
posibilidades de democratización.
Realizar la investigación desde este campo académico da paso a que se implementen
elementos epistemológicos propios de la interdisciplina, los cuales son trasversales, aunque
no evidentes, a lo largo del presente documento, por lo cual a continuación se pretende dar
cuenta de los mismos, mostrando la forma en que se articulan con el tema abordado.
La interdisciplinariedad constituye un término cada vez más acuñado en el discurso no sólo
de espacios académicos, sino de diferentes sectores laborales, comunicativos y sociales en
general, llenándola así de una suerte de versatilidad que hace que se difuminen cada vez
más sus potencialidades concretas en el marco de la investigación social, esto ya que se le
llena de atribuciones que no le corresponden, dando paso a que termine “saturada de
implicaciones abstractas, pero cuyas consecuencias concretas en las capilaridades del
quehacer investigativo tienden a ser reducidas o escasas” (Serna, Oviedo & Bravo, 2010:
137).
Se ha tendido a instaurar la interdisciplina como un discurso innovador y sencillo, el cual
resulta llamativo en tanto que genera la idea de un abordaje más completo de las cosas, en
19
donde se trabaja una misma realidad desde varios campos disciplinares. Esa idea falsa9 que
reduce lo interdisciplinar a la conjunción de disciplinas, desconoce los aportes que ésta
realiza en relación con “la reinvención de las formas de pensar los objetos de conocimiento,
la crítica a la instrumentalización de los métodos y la apertura de los recursos de
representación.” (Serna, Oviedo & Bravo, 2010: 137), elementos que se ubican en tres
principios fundamentales y que dan paso a pensarse la memoria en el marco de la
interdisciplinariedad. Tales principios son la historicidad, la reflexividad y la
contextualidad.
La historicidad hace frente a la fabricación de objetos que se ha realizado desde las
superficies de las historias oficiales o formales de las ciencias y las disciplinas” (Serna,
Oviedo & Bravo, 2010: 137), en donde tales objetos se entienden como elementos propios
de la realidad, ocultando su carácter de construcciones sociales. Así mismo busca intervenir
los procesos de especialización que sobre los objetos se desarrolla, para poder devolver a
estos su carácter complejo, el cual es susceptible de estudio y transformación a partir de
análisis que lo aborden en su totalidad y no a partir de una fragmentación de sus
dimensiones.
En relación con la memoria, existe una línea de estudios iniciada con los planteamientos
sociológicos de Maurice Halbwachs (Los marcos sociales de la memoria, 2004), quien
instaura la memoria colectiva, diferenciándola de la histórica y que lleva a que
posteriormente muchos esfuerzos disciplinares se centren en la forma adecuada de nombrar
no tanto al pasado, sino a la memoria en relación con sus condiciones de producción y
finalidades, lo que ha impedido trascender hacia los elementos fundamentales que
constituyen los ejercicios de resignificación del pasado.
En el contexto Colombiano actual, la memoria histórica cuenta con un lugar privilegiado en
el debate nacional, en donde se generan discusiones y propuestas en relación con el estatuto
epistemológico de la misma, las formas adecuadas de su producción y el contenido y
enfoque que debería abordar en relación con reivindicaciones políticas. El enfoque
interdisciplinar de nuestra investigación busca por medio de la historicidad, retornarle al
tema de la memoria su carácter amplio y complejo, alejándola del concepto cerrado de
9 Que en muchos casos también se utiliza con intenciones de atacar al enfoque interdisciplinar.
20
memoria histórica, y llegando a reconocerla como una plataforma reflexiva con más
posibilidades que relatar lo ocurrido en el pasado para perseguir ideas de verdad y justicia.
Si la historicidad centra su atención en los objetos construidos por las disciplinas, la
reflexividad por su parte se fija en el lenguaje de éstas y la forma en que contribuye a la
objetivación (fijar construcciones sociales como realidades dadas) de los objetos tratados
anteriormente, así como la construcción de las realidades en las que se desempeñan esos
objetos; es decir, el lenguaje disciplinar se concibe desde la reflexividad como un elemento
que produce, pero que así mismo es producido. Dicho lenguaje disciplinar responde a un
entramado conceptual que se establece como neutral y con cierto nivel de objetividad, de
manera que la interdisciplina entra a indagar por las “condiciones de producción y modos
de uso” (Serna, 2008, p. 68) de los lenguajes disciplinares para cuestionar esa pretensión de
veracidad.
Esta situación busca, más que anular la utilización de construcciones lingüísticas para el
abordaje de fenómenos sociales, evidenciar las formas en que se elaboraron y situaron
como discursos incuestionables, para así mismo retornarlos a su carácter terrenal y desde
allí comprender la forma en que pueden ser o no pertinentes para el abordaje de distintas
problemáticas. El retorno del lenguaje a lo terrenal permite además una visibilización tanto
de los sujetos (transformados en objetos) producidos desde la disciplina, como de los
sujetos productores, “supone la visibilidad de los sujetos que históricamente objetivados
fueron desaparecidos por los imperativos del totalismo, la crítica al pensamiento categorial
que puesto en la base de los métodos pudo enmascarar al sujeto objetivamente revistiéndolo
como observador externo” (Serna, Oviedo & Bravo, 2010: 137).
En el marco de la investigación, el ejercicio de reflexividad surge como esa posibilidad de
dar cuenta de dos temas concretos, el primero, la manera en que el lenguaje especializado
es utilizado para la construcción de la memoria como objeto, no tanto en relación con su
contenido, como sí en relación con sus funciones y posibilidades.
Por otra parte, un segundo elemento (los dos elementos hacen presencia de forma paralela
en el documento) permite hacer visibles a quienes han dado esa(s) forma(s) a la memoria.
Indagar por el entramado lingüístico utilizado para establecer la memoria como objeto da
paso a una comprensión profunda de los sujetos que la elaboraron, no como entidades
21
productoras de versiones inobjetables, sino como individuos con una historia y unas
expectativas.
Ambos elementos del principio reflexivo permiten dar cuenta de la forma en que se ha
construido la memoria y de quienes lo han hecho, brindando herramientas suficientes para
establecer si se desarrolla de la mejor manera posible a la luz de la realidad social10
o si
requiere ser reformulada en línea con elementos que no hayan sido tenidos en cuenta.
La contextualidad, como último principio a desarrollar en el marco de la interdisciplina
menciona la manera en que no se deben tomar las construcciones académicas de las
disciplinas como modelos en los que se acomode la realidad social; al contrario de ello, es
la propia realidad la que debe realizar exigencias a lo académico, de manera que surjan y se
planteen las maneras adecuadas de comprender las problemáticas sociales, la interdisciplina
establece “no supeditar el comportamiento del mundo social a la lógica de los modelos
sino, más allá, de reconocer la capacidad de los agentes sociales y modelizar las lógicas
sociales en ajuste a las contingencias de los contextos” (Serna, Oviedo & Bravo, 2010, p.
137).
Habiendo restituido los objetos a sus condiciones de producción por medio de la
historicidad, y una vez abordado el lenguaje disciplinar para medir su efectividad y
posibilitando la visibilización de los actores que intervienen en la elaboración de los objetos
por medio de la reflexividad, se encuentran dadas las condiciones para que por medio de la
contextualidad se logre avanzar en la “ampliación de posibilidades de representación”
(Serna, 2008, p. 70), en donde se haga una reconstrucción de los objetos y los lenguajes en
que se sustentan, llegando al establecimiento de nuevas formas de concebirlos en línea con
las exigencias que establezca la realidad social.
La contextualidad en el marco de la investigación, permitió la búsqueda de discursos, que
alejados de posturas disciplinares, posibilitaran una comprensión de la problemática
abordada, en donde a partir de examinar la forma en que la memoria se ha constituido como
objeto, y mediante la indagación por los modos en que se establecen los discursos que la
10
No apelando a opiniones personales sino contrastando con lo encontrado a partir del trabajo con la “ciudadanía no afectada” a partir de los planteamientos teóricos de Paul Ricoeur.
22
elaboran, fuera posible generar nuevas propuestas para su abordaje, tales propuestas se
ubican en el último capítulo del presente documento.
Una vez desarrollados sus tres principios, se hace visible la forma en que la interdisciplina
constituye más que un enfoque académico, una exigencia del problema de investigación, el
cual por medio del camino trazado, busca devolver a la memoria sus capacidades originales
– si se quiere -, para así poder indagar por las posibilidades de su democratización en
relación con la guerra y la violencia sociopolítica en Colombia.
23
2. El vínculo analógico y la ciudadanía no afectada
Se mencionó al inicio del documento que la exclusión de la “ciudadanía no afectada” por
parte de los “actores de la memoria”, así como la desapropiación de la misma ciudadanía
con respecto a las reflexiones sobre el pasado, son los elementos que argumentan con más
fuerza la necesidad de una democratización de la memoria; en este capítulo se busca
ahondar en uno de estos, a saber, el fenómeno de desapropiación.
Un acercamiento hacia la desapropiación requiere un estudio sobre la ruptura existente en
el sentido de pertenencia de tal “ciudadanía no afectada” con los otros, un debilitamiento de
lo que más adelante se describe -en línea con Ricoeur- como vínculo analógico, y que se
establece como el núcleo de la desapropiación en mención, siendo consecuencia de la
omisión por parte de la ciudadanía de los elementos que la hace semejante tanto con los
actores de la guerra, como con los productores de memoria.
El estudio de tal situación exige un abordaje crítico, en donde a partir de la interpretación
desde la distancia (tema que se amplía más adelante) se logre identificar aquellos elementos
explicativos que dan cuenta de la forma en que se establecen los relacionamientos en el
marco del vínculo analógico y así mismo, la forma en que surge la situación de
desapropiación. Los requerimientos enunciados se desarrollan al dar respuesta a las
siguientes indagaciones: 1. ¿De qué manera es posible rastrear, a partir de un ejercicio de
interpretación crítica, la forma en que la “ciudadanía no afectada” establece relaciones en el
marco del vínculo analógico? 2. ¿Cómo se establece el vínculo analógico para la
“ciudadanía no afectada” en el marco de la memoria sobre la guerra y la violencia
sociopolítica en Colombia?
El camino para responder tal cuestionamiento se compone de una serie de elementos que
plantea Paul Ricoeur (2002) al trabajar el papel de la imaginación en el discurso y en la
acción, los cuales se retoman y desarrollan a continuación (antes de dar paso a los hallazgos
del proceso) de forma paralela con el esquema metodológico utilizado. El recorrido cuenta
con el siguiente orden: 1. Las posibilidades críticas del análisis de la imaginación presente
en el relato de la ciudadanía no afectada, en línea con el papel de la ficción en el texto; 2. El
vínculo analógico como elemento interpretativo que permite identificar la posibilidad de la
experiencia histórica y la pertenencia ontológica de nuestro ser con otros seres; 3. La
24
ideología y la utopía como prácticas imaginativas mediante las cuales es posible dar cuenta
del vínculo analógico en el marco del imaginario social. 4. Descripción de hallazgos (la voz
de la ciudadanía no afectada”) y 5. Vínculo analógico en la ciudadanía no afectada:
reconocimiento de las afectaciones de la guerra y la violencia sociopolítica en Colombia.
2.1. La interpretación como posibilidad crítica: texto, imaginación y ficción.
En línea con los enclaves epistemológicos desarrollados en el primer capítulo, el insumo
fundamental para el desarrollo de la investigación es el texto como elemento en el que
descansa la posibilidad interpretativa. Para el presente capítulo, tal texto surgió de los
relatos de la “ciudadanía no afectada”, los cuales se obtuvieron a partir del desarrollo de
encuentros grupales11
, que estuvieron orientados por una serie de preguntas generadoras de
discurso. Las preguntas se establecieron como indagaciones abiertas, que dieron paso a
relatos libres pero siempre anclados al tema de la memoria en relación con una serie de
elementos que los ubicaban en el contexto violento de Colombia y particularmente, de la
presente investigación, de manera que no se recibieron respuestas cerradas, sino que se tuvo
la posibilidad de establecer en ellas relatos y proyectos frente a las dimensiones abordadas.
Luego de conversar al inicio sobre percepciones generales de la memoria como concepto,
algunas preguntas requerían de claridades previas que, por ejemplo, delimitaran a la
memoria como relativa a la guerra y la violencia sociopolítica en Colombia, o explicaran
cómo se ha solido producir memoria en el país; así mismo podían surgir nuevos temas a
tratar dependiendo de lo mencionado por los participantes del diálogo, sin embargo los
puntos principales se enfocaron en lo siguiente: ¿Qué es hacer memoria? ¿Cree que en
Colombia se debe hacer memoria? ¿Sobre qué? ¿Para qué se debería hacer memoria? ¿Cuál
es la función? ¿Por qué cree que en Colombia se hace memoria de los mismos hechos desde
diferentes procesos? ¿Debe enseñarse en los colegios sobre el pasado violento en
Colombia? ¿Cómo se han enterado sobre las cosas violentas que han pasado en el país?
11 Se realizaron encuentros con tres grupos, los cuales en total contaron con 34 asistentes, que además de cumplir con los dos elementos constitutivos de la ciudadanía no afectada tal como se trabaja en el presente trabajo, tuvieron las siguientes características: contaban con edades entre 18 y 67 años, sin embargo el mayor número (28) se concentraba entre los 21 y 37. 21 cuentan con formación profesional, 5 son bachilleres, 3 cuentan con básica segundaria, tres con formación técnica y dos con básica primaria. Se contó con 23 mujeres y 11 hombres, pertenecientes a los estratos socioeconómicos 2 (14 participantes), 3 (17 participantes) y 4 (4 participantes). En los anexos se encuentran las tablas en donde se discrimina la información de los participantes de forma más amplia.
25
¿Conocer las diferentes versiones sobre lo ocurrido en el pasado sirve para perdonar? ¿Es
deber del ciudadano saber sobre memoria?
Los relatos obtenidos fueron el insumo central para el análisis, ya que en ellos se inscriben
las construcciones imaginativas de los participantes, tanto sus proyectos como aquellas
interpretaciones atadas a su propia historia, ambas por medio de innovaciones semánticas
ubicadas en el plano de la ficción, temas que se desarrollan a continuación.
En línea con Ricoeur (2002), si bien en el discurso se inscriben unas ideas y un sentido
explicito que busca transmitir quien lo emite, también es posible avanzar en un ejercicio de
interpretación que da cuenta de las innovaciones semánticas (entendidas como el elemento
que surge para mediar el conflicto entre campos semánticos a partir de la generación, por
medio de la ficción, de una nueva pertinencia predicativa12
) que allí se encuentran y que
dan paso a la existencia de nuevas realidades. Dicha innovación se puede dar en un doble
escenario, primero, cuando el emisor la realiza de forma intencional con el fin de hacer más
eficaz su relato en relación con su intencionalidad, y segundo (que es el que nos ocupa),
cuando el relato se configura como texto y es susceptible de ser interpretado de varias
maneras dependiendo de quién lo lea, lo cual entenderemos como “actualización del texto”.
El ejercicio de actualización del texto en línea con las innovaciones semánticas resulta
particularmente importante en el marco de la investigación, esto en tanto que el análisis se
realizó sobre documentos textuales en donde se encontraban transcritos los discursos de los
diferentes participantes del ejercicio descrito anteriormente, lo cual en términos de Ricoeur
constituiría una “fijación del texto” en el que se establece un alejamiento entre el relato y su
autor, dotando al primero (establecido como texto) de una ontología propia, una existencia
12 Dicha mediación surge a partir de la facultad que tiene la imaginación de esquematizar, la cual es
desarrollada por Ricoeur (2002), quien referenciando a Kant, menciona que el esquematismo es una
posibilidad metodológica que permite atribuir una imagen a un concepto, esto por medio de “captar lo
semejante” (Ricoeur, 2002, p. 202), es decir, la posibilidad de esquematizar con que cuenta la imaginación,
llega a ordenar las atribuciones metafóricas que surgen en el discurso para hacer inteligibles las diferencias
que pueden surgir entre campos semánticos alejados entre sí, esto se logra a partir de la atribución de
imágenes, en tanto que estas cuentan con un aspecto “cuasi sensorial” (Ricoeur, 2002), de manera que la
innovación semántica se liga con el surgimiento de tales imágenes frente a un concepto, las cuales son
próximas a una construcción óptica y reconocible, lo que facilita reducir la distancia e identificar la similitud
entre campos semánticos ajenos, es decir, crear una pertinencia predicativa.
26
independiente13
, lo cual brinda la posibilidad de un proceso de actualización del mismo a
partir de un ejercicio de interpretación.
Es en el proceso de interpretación en donde reside el valor crítico del presente trabajo. La
posibilidad crítica inicia en el momento en que el texto es alejado de su contexto de
producción y ya no se establece como una herramienta de quien lo enunció para movilizar
unas ideas, sino que alejado de dicha finalidad, se establece de nuevas formas.
La interpretación de los textos (tanto en éste capítulo como en el siguiente), busca ser un
ejercicio de análisis, en donde se sobrepasan los límites de “una actividad mimética”
(Ricoeur, 2002, p. 209) la cual tiene su realización final en un ejercicio de descripción y
clasificación del discurso. Al contrario de ello, el ejercicio interpretativo parte de un
principio fundamental de alejamiento, mediante el cual es posible identificar en el texto
aquellos elementos que dan paso a la construcción de anclajes históricos y nuevas
posibilidades de ser, elementos que si bien no se encuentran explícitos, han sido allí
inscritos apelando a un ejercicio de imaginación y emergen en la medida en que el texto, en
su autonomía, tiene un encuentro con el lector, es decir, se actualiza.
Es por medio de ese ejercicio de actualización del texto, que continúa haciendo presencia la
posibilidad crítica del presente ejercicio, en donde el investigador se encuentra con el texto
en su autonomía y entabla con él un diálogo del cual surgen, por medio de la imaginación
como herramienta fundamental, nuevas formas de pensarse la realidad a partir de los
anclajes históricos que allí se evidencian e incluso de las construcciones posibles que se
dejan entrever.
Identificar las construcciones ideológicas de los textos para, desde una mirada utópica,
pensar nuevas formas de ser es el ejercicio que completa la interpretación crítica, si bien
aún no se dan los elementos suficientes para la comprensión de la relación que establecen
13
Al ser registrado el relato oral en forma de texto, éste se dota de una autonomía en diferentes órdenes, tanto
en relación con la intención del autor, es decir, quien lo enunció oralmente “que al no estar ya más presente,
abandona el texto a su propia significación” (Silva, 2005, p. 190); posteriormente una autonomía ante la
situación como tal que dio paso al surgimiento del discurso, es decir el ejercicio propio de diálogo dotado con
dinámicas particulares, y por último una autonomía frente al contexto compartido entre los interlocutores que
dio paso al surgimiento de la narrativa y lo dotaría de una serie de significaciones de acuerdo a las
condiciones de enunciación. Es el alejamiento de estos elementos el que lleva a un proceso de autonomía del
texto por medio de su fijación, situación que es “constitutiva del fenómeno del texto como escritura” (Ricoeur
en Silva, 2005, p. 190).
27
ideología y utopía, tal reflexión tomará sentido en la medida en que se vaya avanzando en
el recorrido.
El proceso de indagar sobre las nuevas posibilidades que abre el texto, requiere no olvidar
que éstas surgen a partir de la omisión de las condiciones de existencia del mundo presente,
lo que permite reconocer otras condiciones, que a su vez no se fundamentan en las
“referencias del discurso ordinario” (Ricoeur, 2002), sino que parten de una – llamada por
Ricoeur – “referencia de segundo orden”, la cual va más allá de los elementos que suelen
fundar el discurso cotidiano, llevando a que esas nuevas posibilidades no se sustenten en
referencias presentes y palpables, sino que “permite que aparezca nuestra pertenencia
profunda al mundo de la vida, que se manifieste el vínculo ontológico de nuestro ser con
otros seres y con el ser.” (Ricoeur, 2002, p. 204), de manera que la referencia que nos
interesa al estudiar el texto será aquella constituida por el ejercicio de intersubjetividad, que
da cuenta del relacionamiento ontológico de la “ciudadanía no afectada” con los otros. Será
el situarnos en el estudio de la ficción, lo que permitirá avanzar en dicha dirección.
La ficción rastreada en los textos se entiende como aquella práctica de re descripción de la
realidad, a través de la imaginación de mundos posibles, y en donde se pueden inscribir
toda una serie de expectativas, proyectos y “nuevas dimensiones de realidad, gracias a la
suspensión de nuestra creencia en una descripción anterior” (Ricoeur, 2002, p. 204), no es
una elaboración premeditada en el caso de los textos abordados, sino que hace presencia
como un elemento cotidiano en el relato, ya que “la primera manera según la cual el
hombre intenta comprender y dominar lo diverso del campo práctico es la de procurarse
una representación ficticia de él” (Ricoeur, 2002, p. 205).
Se ha recorrido hasta éste punto el primer paso del proceso investigativo desarrollado, esto
a partir de la caracterización del elemento de estudio, a saber, los textos en los que se
inscriben una serie de relatos y proyectos de la “ciudadanía no afectada” con respecto a la
memoria de la violencia en Colombia. Junto con ello, se ha hecho claridad frente a las
posibilidades críticas del ejercicio a partir de establecer las relaciones existentes entre la
constitución autónoma del texto, el papel de la interpretación en línea con el imaginario
social, la ficción y la intersubjetividad. Ésta última se establece como el punto neurálgico
sobre el cual se enfocaron los esfuerzos interpretativos, dada su posibilidad de dar cuenta
28
del principio de analogía y las dinámicas de relacionamiento ontológico que surgen en el
campo de la memoria, el siguiente apartado busca establecer una serie de reflexiones que
permitan su comprensión en el marco de la investigación.
2.2. El vínculo analógico (o la mutua pertenencia ontológica con los otros)
Un ejercicio investigativo que pretenda ahondar en el campo de la experiencia histórica,
incluso de la experiencia no vivida, la experiencia del otro, requiere de un análisis en donde
una guía transversal sea la comprensión de las relaciones intersubjetivas, en tanto que tal
campo (el de la experiencia histórica) se encuentra constituido de forma analógica.
Frente al problema de investigación, la indagación por las relaciones que se establecen
entre la “ciudadanía no afectada” y los “actores de la memoria” (para hacer referencia a las
personas afectadas de forma directa por los hechos de la guerra y la violencia sociopolítica,
a quienes perpetraron los hechos y a las organizaciones e instituciones que han abordado el
tema de la guerra y preferencialmente el de la memoria de la misma) en el marco del
vínculo analógico resulta uno de los puntos centrales del proceso, en tanto que allí descansa
una posibilidad comprensiva de la situación de desapropiación por parte de la ciudadanía
no afectada sobre la reflexión acerca del pasado violento del país.
La posibilidad de rastrear el vínculo analógico descansa en la existencia de una serie de
categorías de la acción común que le dan forma, las cuales deben tener la suficiente
amplitud para englobar diferentes flujos temporales, constituyéndose como elementos que
“hacen posibles relaciones específicas entre contemporáneos, predecesores y sucesores”
(Ricoeur, 2002, p. 209), en línea con Ricoeur (2002), un ejemplo de estas categorías puede
ser la transmisión de tradiciones.
La transmisión de tradiciones no acontece de una forma estandarizada, sino que varía
dependiendo de los marcos en que se desarrolle y los sujetos que medien la acción, así
como los flujos de acoplamiento que permitan el contacto entre los sujetos establecidos en
distintos contextos temporales; de manera que a partir de tales factores, la transmisión de
tradiciones (y en general cualquier categoría de la acción común) se constituye como “un
vínculo que puede ser interrumpido o regenerado” (Ricoeur, 2002, p. 209), en resumen, en
dicho ejemplo la tradición es la conexión que me une con el otro, ya sea contemporáneo,
29
predecesor o sucesor, y dependiendo de la forma en que ese relacionamiento se desarrolle,
mediado por procesos de reflexión al respecto, esa conexión se reforzará o debilitará.
Una categoría de la acción común que emerge en el campo de la investigación, y que guió
el ejercicio de interpretación de textos para poder dar cuenta del vínculo analógico, es el
reconocimiento de las afectaciones de la guerra y la violencia sociopolítica en Colombia,
en tanto que tiene la capacidad de establecer una conexión entre contemporáneos,
predecesores y sucesores, y así mismo puede ser reforzado o debilitado. Junto con ello,
(haciendo una anticipación a la parte final del presente documento) sería un elemento
constitutivo de la memoria, entendida esta vez no como un producto elaborado por actores
específicos sino como una práctica de reflexión colectiva sobre un tema que repercute sobre
la vida de todos. El establecer la manera en que esa categoría de la acción común es
interrumpida o regenerada desde la “ciudadanía no afectada”, brindará las luces necesarias
para observar el problema de investigación con más claridad.
Antes se seguir avanzando en éste punto y ligarlo con las prácticas imaginativas, se debe
evidenciar la existencia de un principio superior en el campo de la experiencia histórica y la
acción común, este es, el “principio de analogía”, constitutivo de lo humano y posibilitador
del reconocimiento de los otros, el desarrollo de éste facilitará la comprensión de la
intersubjetividad en el proceso investigativo.
El principio de analogía parte de reconocer que los “otros” cuentan con una construcción
ontológica tal y como la tengo “yo”, en palabras de Ricoeur “cada uno de nosotros puede,
en principio, ejercer como cualquier otro la función de yo e imputarse a sí mismo su propia
experiencia” (Ricoeur, 2002, p. 209), de esta forma que es posible la existencia de
categorías de la acción común, como la del reconocimiento de las afectaciones de la guerra
y la violencia sociopolítica en Colombia, la cual tiene la posibilidad de vincular y generar
un acoplamiento entre un “yo”, y “los otros”, que en este caso serán la “ciudadanía no
afectada” y los “actores de la memoria” respectivamente, la forma en que se constituye el
vínculo analógico se observa en el Gráfico1.
Si bien se ha hecho claridad frente a la dinámica que maneja el vínculo analógico, se
encuentra pendiente mencionar la forma en que esto se desarrolla en el campo práctico,
sobre el que se realizó el proceso interpretativo, para lo cual se hace una remisión
30
nuevamente a la imaginación. En éste punto obra su función esquematizante y productora14
,
enfocada en la posibilidad con que contó, para este caso la “ciudadanía no afectada”, de
llegar a reconocer
Gráfico 1. Constitución del vínculo analógico
Historia
Fuente: Elaborado a partir de lo registrado en Ricoeur, P. (2002). Del texto a la acción, ensayos de
hermenéutica II. Fondo de cultura económica. México.
en algunos momentos que en tanto que hay un otro que tiene mis mismas posibilidades de
pensar y sentir, así mismo, “yo” podría “imaginar lo que yo pensaría y experimentaría si
estuviera en su lugar” (Ricoeur, 2002, p. 210).
La imaginación vuelve a cobrar importancia, al ser la generadora de las mediaciones y
categorías de la acción que posibilitan el vínculo histórico y que me permiten llegar a
14
Se hizo claridad anteriormente frente a la posibilidad esquematizante con que cuenta la imaginación a partir
de la asignación de imágenes a conceptos, lo cual permite una organización de la atribución metafórica a
través del aspecto cuasisensorial que tienen esas imágenes. Dicho aspecto cuasisensorial permite a su vez que
el ejercicio de imaginación se “difunda en todas direcciones” (Ricoeur, 2002, p. 203), es decir, despierta toda
una serie de campos sensoriales que permite que se vaya más allá del concepto tal como está escrito,
dotándose de una posibilidad creadora y productora de nuevas realidades.
Dinamizados por
relaciones de
acoplamiento
Predecesores
Contemporáneos
Sucesores
FLUJO ENGLOBANTE
Los tres se
relacionan
mediante
categorías
de la acción
común.
Subordinadas
a un principio
trascendental
superior
ANALOGÍA
Acto principal de
acoplamiento
Como el
reconocimiento de
las afectaciones de
la guerra y la
violencia
sociopolítica en
Colombia.
31
reconocerme en el otro, la imaginación posibilita el desarrollo de “las relaciones con
nuestros contemporáneos, nuestro predecesores, y nuestros sucesores, la analogía del ego”
(Ricoeur, 2002, p. 210).
La imaginación inscrita en el texto se establece como un elemento sobre el que se deben
centrar los esfuerzos interpretativos, de manera que si en un primer momento permite un
ejercicio crítico a partir del distanciamiento para poder establecer los relatos y proyectos de
la “ciudadanía no afectada” en el marco de la memoria de la guerra y la violencia
sociopolítica; ahora delimita ese campo (en relación con la investigación) al ligarlo con la
búsqueda de la forma en que el vínculo se inscribe en los textos a la luz de una categoría
concreta de la acción, a saber, el reconocimiento de las afectaciones de la guerra y la
violencia sociopolítica en Colombia; buscando establecer si se encuentran procesos
narrativos, ya sean de regeneración de vínculos intersubjetivos o interrupción de los
mismos. Esa regeneración e interrupción se corresponden, en el ejercicio de análisis, de
manera directa con las condiciones positivas y patológicas con que cuentan la ideología y la
utopía, las cuales se establecen como prácticas imaginativas y se desarrollan a
continuación.
2.3. Ideología y utopía: constitución del imaginario social
Se ha insistido en que el vínculo analógico no está presente de forma explícita en los textos,
por lo cual se requiere un ejercicio crítico en donde se puedan hacer visibles los esquemas
imaginativos que allí se inscriben en relación con los intereses de la investigación, este
ejercicio es posible gracias a la identificación por parte de Paul Ricoeur (2002), de dos
elementos mediante los que el imaginario se manifiesta en términos prácticos, estos son la
ideología y la utopía. El autor lo desarrolla de la siguiente manera: “La verdad de nuestra
condición es que el vínculo analógico que convierte a todo hombre en mi semejante no nos
es accesible sino a través de un cierto número de prácticas imaginativas, tales como la
ideología y la utopía” (Ricoeur, 2002, p. 211).
Estas prácticas, lejos de corresponder a los significados sociales que les suelen ser
asignados en los encuentros cotidianos, están inmersas en unas dinámicas complejas que se
establecen tanto entre ellas, como al interior de cada una. Una interpretación de las mismas
debe tener presentes los diferentes niveles que las componen, tanto sus funciones positivas,
32
las cuales reforzarían el vínculo analógico; como las patológicas, que lo debilitarían. A
continuación se busca hacer una descripción sucinta de éstas, en donde se dé cuenta de los
elementos relevantes para la investigación.
Para avanzar en la comprensión de las prácticas imaginativas, se debe iniciar haciendo
mención sobre el concepto de acción social, el cual se constituye como elemento básico que
sustenta la existencia del imaginario. La acción social es definida por Ricoeur (acuñando a
Max Weber) en los siguientes términos: “…un comportamiento significativo, mutuamente
orientado y socialmente integrado.” (Ricoeur, 2002, p. 212), es en el marco de ese
comportamiento en el que se evidencia una acción común, en donde a partir de un acuerdo
(explícito o no) entre varios sujetos se persiguen fines colectivos y en donde las acciones
individuales están orientadas por las acciones de los otros.
Es sobre la acción social que la ideología establece sus cimientos y surge en su dimensión
más fundamental, en el primero de los tres niveles que la componen y que da cuenta de su
función positiva, la de integración: aquella en la que un pueblo o grupo elabora una imagen
de sí a partir de su relación con los acontecimientos significativos que le dieron origen o
que lo han establecido históricamente de una manera particular.
La ideología como integración es ese puente que permite que un grupo pueda transitar hacia
tales hechos independientemente de la distancia temporal que exista, mantiene viva una
relación histórica con aquellos elementos que le dan los insumos necesarios para
constituirse y reconocer sus rasgos comunes, la ideología cumple esa función de
“…difundir la convicción de que esos acontecimientos fundadores son constitutivos de la
memoria social y, a través de ella, de la identidad misma de la comunidad.” (Ricoeur, 2002,
p. 354).
De ésta manera, el carácter positivo de la ideología descansa en la posibilidad de que una
comunidad perdure en el tiempo al tener una relación permanente con su historia. Si los
actos fundacionales estuvieron en su momento dotados de una energía que les permitió
acontecer, la ideología es el elemento que permite “perpetuar su energía inicial más allá del
período de efervescencia” (Ricoeur, 2002, p. 282), para que de esta forma el grupo se
mantenga cohesionado y asegure su permanencia, por medio de la ideología éste “se
mantiene en pie, adquiere una consistencia y una permanencia, gracias a la imagen estable
33
y perdurable que da de sí. Esta imagen estable y perdurable expresa el nivel más profundo
del fenómeno ideológico” (Ricoeur, 2002, p. 355). Es de ese primer nivel de la ideología,
del que parten los otros dos, los cuales la dirigen hacia su dimensión patológica.
En el caso de la presente investigación, el ejercicio de análisis requiere de una delimitación,
ya que si bien se ubica dentro del campo de la acción social, no tiene la pretensión (ni la
requiere) de abordarla en su totalidad, al contrario de ello, se centra en un rasgo concreto de
la misma, el cual ya ha sido mencionado y se corresponde con una categoría de la acción
común, a saber, el reconocimiento de las afectaciones de la guerra y la violencia
sociopolítica en Colombia.
Tal categoría de la acción común es en sí misma un entramado de varios elementos propios
del contexto de la violencia en Colombia y los procesos de rememoración de la misma.
Tales elementos fueron los rastreados en el momento de realizar el ejercicio de
interpretación de los textos de la “ciudadanía no afectada” e hicieron presencia por medio
de tres ejes:
1 La concepción sobre qué es memoria, para qué sirve y los temas que debe abordar en el
contexto colombiano; ya que es por medio de la memoria que es posible un reconocimiento
de las afectaciones de la violencia, constituyéndose como el insumo fundamental para el
análisis.
2 Los actores que han dado forma a las dinámicas de la guerra y la violencia sociopolítica
en Colombia; en tanto que una vez reconocida la memoria como medio privilegiado por el
cual se vehiculiza el pasado violento, se reconoce que dicha violencia rememorada ha sido
ejercida y recibida por sujetos heterogéneos que son fundamentales en la comprensión de
sus lógicas y aconteceres.
3 El papel de la ciudadanía no afectada en los procesos de rememoración en el país; ya que
por medio de ello es posible dar cuenta de la forma en que la ciudadanía no afectada
entiende su relación con los dos primeros ejes, tanto con el ejercicio de rememoración,
como con aquellos sujetos presentes en los actos violentos.
Fueron estos ejes los que permitieron un acercamiento al imaginario social existente frente
a las afectaciones de la guerra y la violencia sociopolítica en Colombia una vez que fueron
ubicados en los planos de la ideología y la utopía.
34
Volviendo al plano de la ideología, si su función positiva en el marco general de la acción
social es aquella que posibilita la integración a partir del contacto de un grupo con sus actos
fundadores, para la categoría de la acción común establecida en el presente trabajo es
aquella que permite la existencia de procesos de reconciliación (retomando lo desarrollado
sobre este punto en los capítulos anteriores) a partir de ejercicios históricos (e incluso
actuales) de reconocimiento de los otros, es decir, de reforzamiento del vínculo analógico.
En línea con lo anterior, en el proceso de análisis de los textos, se establecieron como
elementos positivos en el marco de lo ideológico, todos aquellos que dieran cuenta de
relatos en donde se evidenciara un reforzamiento del vínculo analógico en el marco de los 3
ejes que dan forma a la categoría de la acción común definida.
El segundo nivel ideológico, en el que la ideología pasa de la integración al disimulo, surge
en el momento en el que esa relación entre un grupo y sus actos fundacionales es captada
por los esquemas de autoridad que detentan el poder, esto con el fin de disminuir la brecha
que existe entre el nivel de creencia esperando por parte de dicha autoridad y la creencia
que el grupo como tal está dispuesto a brindar, la cual tiende a ser menor a la que la
autoridad espera recibir. La ideología en este punto es utilizada como una herramienta de
legitimación de una forma de detentar el poder a partir de “cubrir la distancia entre la
demanda proveniente de arriba y la creencia proveniente de abajo” (Ricoeur, 2002, p. 213).
Un tercer y último nivel da el paso del disimulo hacia la distorsión. El proceso de
justificación realizado por los esquemas de autoridad en el segundo de nivel de la ideología,
tiene como un paso necesario el generar unas nociones que siendo creadas por unos pocos,
tengan la facultad de establecerse como universales; es en el momento en que ese paso se
concluye en que se genera una situación en la que se produce una inversión de la realidad y
donde “La ideología constituye así el procedimiento general mediante el cual el proceso de
la vida real, la praxis, es falsificado por la representación imaginaria que los hombres se
hacen de él” (Ricoeur, 2002, p. 351), concluyéndose el tercer nivel de la ideología, en
donde se establece como distorsión de lo real. Estos dos últimos niveles llegan hacia la
dimensión patológica de la ideología, alejándola de su posibilidad de integración y
constituyéndola como una herramienta de dominación.
35
La dimensión patológica de la ideología en el marco de la investigación se establece en
contraparte a la función positiva antes descrita como aquella que refuerza el vínculo
analógico y abre paso hacia procesos de reconciliación. Al contrario de ello, la función
patológica, dentro de la categoría de la acción común que nos interesa, sustenta la
existencia de una forma imperante (mencionada en la primera parte del documento) de
percibir el pasado violento de Colombia, es decir, las afectaciones de la guerra y la
violencia sociopolítica, las cuales se han instaurado como afectaciones ajenas a quienes no
se enfrentaron directamente a los hechos.
La ideología en su sentido patológico fue entendida en el proceso de análisis como aquellos
relatos que buscaran justificar (disimulo) o que entendieran como normal (distorsión) el
punto mencionado (comprensión de la violencia como fenómeno ajeno) y que de esta forma
debilitaran el vínculo analógico en el marco de los 3 ejes que dan forma a la categoría de la
acción común definida.
Una explicación de la utopía, tanto en el marco de los planteamientos de Ricoeur, como en
línea con lo delimitado por la investigación, resulta sencilla al haber hecho claridad sobre la
forma en que se entiende la ideología, ya que si ésta última se centra tanto en los elementos
históricos que integran a un grupo, como en los ejercicios de justificación y de distorsión; la
utopía por su parte hace frente a ésta, al apartarse de la conexión entre los grupos y su
historia y al generar ejercicios de desenmascaramiento de los esquemas de poder.
La utopía busca nuevas formas de ser a partir de un alejamiento de la realidad establecida,
lo cual se conecta con un elemento desarrollado anteriormente para dar cuenta de la
referencia de segundo orden, propia de la autonomía ontológica de los textos, a saber: la
ficción entendida como aquella práctica de re descripción de la realidad, a través de la
imaginación de mundos posibles, y en donde se pueden inscribir toda una serie de
expectativas, proyectos y “nuevas dimensiones de realidad, gracias a la suspensión de
nuestra creencia en una descripción anterior” (Ricoeur, 2002, p. 204).
Al igual que la ideología, la utopía cuenta con tres niveles que dan cuenta de sus
dimensiones positiva y patológica, estas se desarrollan a continuación en la medida en que
se delimitan para el marco de la investigación.
36
La dimensión fundamental de la utopía, que constituye su primer nivel, es aquella mediante
la cual “el campo de lo posible se abre (…) más allá del ámbito de lo real” (Ricoeur, 2002,
p. 214), es un alejamiento de lo establecido para pensar nuevas formas de ser, de manera
que si la ideología en su sentido positivo apela a las construcciones históricas que han
constituido el presente de un grupo, el sentido positivo de la utopía niega tales procesos
históricos y la realidad misma en sí para poder pensar otras maneras de existir, en su
sentido positivo la utopía es subversión, “es la expresión de todas las potencialidades de un
grupo que se encuentran reprimidas por el orden existente. La utopía es un ejercicio de la
imaginación para pensar en otro modo de ser de lo social” (Ricoeur, 2002, p. 357).
Es importante hacer claridad en que esa dimensión que inaugura la utopía en donde se
pueden inscribir realidades alejadas de la actual, tiene cabida para todo tipo de proyectos,
de manera que tales proyectos no deben tener un carácter o contenido establecido, es decir,
en el plano de la utopía se pueden inscribir tanto ideas que contrarían la realidad actual,
como otras que la complementan y refuerzan, la utopía “puede justificar las opciones más
opuestas” (Ricoeur, 2002, p. 213). Junto con ello, es importante tener presente que éste
primer nivel de la utopía hace parte de la dimensión positiva de la misma y de esa forma
requiere que el situarse fuera de lo real este precedido por contemplar las posibilidades de
que ello sea factible, así como los elementos necesarios para su realización, de lo contrario
se ubicaría en un estado patológico.
Un segundo nivel de la utopía se ubica en oposición al nivel intermedio de la ideología,
aquel en el que ésta última figura como una herramienta de justificación y reduce la
distancia existente entre la creencia que buscan quienes detentan el poder y la creencia que
un grupo está dispuesto a dar. La utopía hace frente a esta faceta de la ideología al ser
aquella que desenmascara esas estructuras de autoridad junto con sus expectativas de
creencia, realiza un ejercicio de exposición de la pretensión de legitimidad, junto con ello,
luego del desenmascaramiento plantea otras maneras en las que se puede ejercer ese poder,
“esta otra manera puede significar, como se ha visto, cosas tan opuestas como una
autoridad más racional o más ética, o cómo la ausencia de poder, si es cierto que al poder
como tal en última instancia se lo reconoce como radicalmente malo e incurable” (Ricoeur,
2002, p. 215)
37
En el marco de la investigación, se ha expuesto una situación problema en donde existe una
ruptura entre la ciudadanía no afectada y los procesos de reconstrucción de memoria del
pasado violento del país, así mismo se ha propuesto que la forma en que se desarrolla el
vínculo analógico da cuenta de dicha situación, por lo cual el análisis de los textos permitió
clasificar como elementos propios de la utopía en su función positiva a aquellos fragmentos
relativos a los dos primeros niveles de la utopía, es decir, aquellas partes del relato que se
alejan de la realidad descrita y que así mismo permitirían un fortalecimiento de los
relacionamientos que se desarrollan en el marco del vínculo analógico15
mediante el
reconocimiento de los otros como nuestros semejantes.
Así mismo se encuentran allí los relatos que buscan exponer esquemas y dinámicas que
permiten la existencia y mantenimiento de la situación problema (o que hacen mención a la
situación problema en sí) mencionada. Por último, se ubican allí, aquellas ideas que
planteen nuevas formas de concebir los temas centrales de los 3 ejes que componen a la
categoría de la acción común aquí trabajada, es decir, que en el marco del reconocimiento
de las afectaciones de la guerra y la violencia sociopolítica en Colombia, generen nuevas
formas de concebir la memoria, sus funciones y contenido (1 eje), nuevas maneras de
vinculación con los actores que han dado forma a las dinámicas de la guerra y la violencia
sociopolítica (2 eje) y otras maneras de ver el papel de la ciudadanía no afectada en los
procesos de rememoración del país (3 eje).
En lo que refiere a la dimensión patológica de la utopía, nos encontramos con su tercer
nivel, en el cual esa función positiva de pensar nuevas formas de ser, exponer esquemas de
autoridad y pensar nuevas formas de ejercer el poder, da un paso hacia un estado de
esquizofrenia, el cual se caracteriza por la “tendencia a someter la realidad al sueño”
(Ricoeur, 2002, p. 215), una situación en donde no se generan procesos premeditados que
permitan avanzar hacia la conquista de las nuevas formas de ser, sino que al contrario de
15 Se ha mencionado que la utopía se constituye como una plataforma en la que se pueden inscribir los
proyectos más opuestos, de manera que existe la posibilidad de que dentro de ésta, en el marco de la
investigación, se ubiquen elementos tanto que fortalezcan, como que debiliten el vínculo analógico, sin
embargo se pone de presente que en aras de una coherencia con el objetivo de formular propuestas que
contribuyan a una democratización de la memoria para avanzar en procesos de reconciliación, se omiten de
ésta parte aquellos fragmentos que apunten a un debilitamiento de las relaciones intersubjetivas, sin embargo
serán retomados como elementos propios de la utopía en su dimensión patológica, la cual se desarrolla más
adelante.
38
ello, plantea posibilidades irreales que se quieren como inmediatas sin tener en cuenta todos
los factores que pueden incidir en su cumplimiento (tiempo, recursos, etc.).
Las dimensiones positiva y patológica de la utopía pueden ser fácilmente confundidas, en
tanto que parten de la misma idea de otra realidad, por ello, la clasificación de elementos
patológicos en el marco de la investigación se dio al identificar la existencia de fragmentos
que cumplieran alguna de las siguientes características: 1. Que plantearan proyectos que
debilitaran el vínculo analógico, 2. Que al ubicarse en alguno de los ejes de la categoría de
la acción común trabajada, plantearan proyectos irrealizables a la luz de las condiciones
actuales. Una claridad con respecto a la forma en que los planteamientos de Ricoeur en
relación con la interacción entre ideología y utopía son retomados en el marco de la
investigación, puede verse en los gráficos 2 y 3.
Gráfico 2. Ideología y utopía en Ricoeur
Fuente: Elaborado a partir de lo registrado en Ricoeur, P. (2002). Del texto a la acción, ensayos de
hermenéutica II. Fondo de cultura económica. México.
39
Gráfico 3. Ideología y utopía en el marco de la investigación.
Fuente: Elaborado para la presente investigación partiendo de las reflexiones que se desarrollan en la misma.
Desarrollados los tres niveles que componen tanto a la ideología como a la utopía, dando
cuenta de sus dimensiones positivas y patológicas, se cuenta con los fundamentos
necesarios para precisar que es la interrelación de tales elementos la que da forma al
imaginario social, ya que tales niveles se presentan de forma paralela en la realidad. Así
mismo, en el marco de la investigación existen fragmentos que en su totalidad tienen una
idea central, pero que al ser desagregados tienen elementos que pueden responder tanto a la
utopía como a la ideología y así mismo pueden transitar en los diferentes niveles de las
mismas, este tránsito además, permite un equilibrio de las dimensiones patológicas de cada
práctica imaginativa:
“Pareciera que, para curar a la utopía de la locura en la que sin cesar corre el riesgo de
hundirse, hubiera que recurrir a la función saludable de la ideología, a su capacidad de dar a
40
una comunidad histórica el equivalente de lo que podríamos llamar una identidad narrativa
(…), para poder soñar con otro lugar es necesario haber ya conquistado, mediante una
interpretación siempre nueva de las tradiciones de las que procedemos, algo así como una
identidad narrativa. Pero, por otra parte, las ideologías en las cuales esta identidad se disimula
reclaman una conciencia capaz de contemplarse a sí misma sin vacilar, a partir de ningún
lugar” (Ricoeur, 2002, p. 360)
Si bien aquí se propone un esquema de análisis en donde se realiza una fragmentación del
relato a la luz de las categorías desarrolladas para dar respuesta a las exigencias
establecidas por la situación problema, se debe tener presente que estos elementos se
interrelacionan permanentemente en el discurso, situación que permite afirmar que la forma
en que se plasman los resultados obtenidos es una muestra del imaginario existente por
parte de la ciudadanía no afectada, el cual se evidencia en la constitución del vínculo
analógico en el marco de las afectaciones de la guerra y la violencia sociopolítica en
Colombia.
Los diferentes elementos desarrollados hasta este punto a lo largo del capítulo fueron
delimitando cada vez más el campo de acción, estableciendo en un primer momento que la
imaginación inscrita en el texto se establece como aquel elemento fundamental sobre el que
se deben centrar los esfuerzos interpretativos, en tanto que permite realizar un ejercicio
crítico a partir del distanciamiento para poder establecer los relatos y proyectos de la
“ciudadanía no afectada; posteriormente se delimitó más el campo, al ligarlo con la
búsqueda de la forma en que el vínculo analógico se encuentra inscrito en los textos a la luz
de una categoría concreta de la acción, a saber, el reconocimiento de las afectaciones de la
guerra y la violencia sociopolítica en Colombia; buscando establecer si se encuentran
procesos narrativos, ya sean de regeneración de vínculos intersubjetivos o interrupción de
los mismos. Por último, se estableció que ese ejercicio sería realizado en el marco de las
prácticas imaginativas de ideología y utopía, dando cuenta de sus dimensiones positivas y
patológicas.
2.4. Ejes de la categoría de la acción común: discursos de la ciudadanía no afectada
sobre las afectaciones de la violencia
Los tres puntos desarrollados hasta el momento, han dejado claro el entramado teórico-
metodológico que en línea con los planteamientos de Paul Ricoeur, abre la posibilidad de
41
indagar por la forma en que la “ciudadanía no afectada” establece el vínculo analógico en el
campo de la acción común descrito.
La interrelación de los elementos desarrollados da paso a una matriz de análisis
interpretativo (Matriz 1)16
17
, la cual se ubica como respuesta a la primera indagación que
guió el presente capítulo, a saber ¿De qué manera es posible rastrear, a partir de un ejercicio
de interpretación crítica, la forma en que la “ciudadanía no afectada” establece relaciones
en el marco del vínculo analógico?
Dicha matriz, además de constituirse como respuesta a la primera indagación establecida al
inicio del capítulo, fue una herramienta de trabajo para el desarrollo de la segunda, la cual
una vez relacionada con la categoría de la acción común trabajada se formuló de la
siguiente manera: ¿Cómo se establece el vínculo analógico para la “ciudadanía no afectada”
en el marco de los ejes que componen el reconocimiento de las afectaciones de la guerra y
la violencia sociopolítica en Colombia?
Los resultados18
obtenidos se socializan a continuación, dando cuenta de cada uno de los
tres ejes que dinamizaron el proceso interpretativo. Para cada eje se da cuenta en un primer
momento de la ideología en sus dimensiones positiva y patológica y posteriormente la
16
La matriz diligenciada en su totalidad se encuentra en el anexo 2 17
Los colores que se encuentran en la matriz se encuentran allí para facilitar la explicación que se desarrolla a continuación sobre la forma en que se realizó la interpretación. 18 Antes de dar cuenta de los hallazgos obtenidos en el ejercicio de interpretación de los textos por medio de
la matriz, es importante mencionar cómo se utilizó la misma a partir del desarrollo de tres fases: clasificación,
explicación y análisis (las cuales harían parte de un proceso más largo, iniciado en el mismo momento en que
se establecieron los grupos focales y se seleccionó a los integrantes de la “ciudadanía no afectada”, para
posteriormente obtener relatos que fueron fijados como textos autónomos susceptibles de ser interpretados).
La primera fase, de clasificación, consistió en la desagregación de los textos, esto teniendo en cuenta tres
aspectos, en un primer momento, estableciendo a cuál de los tres ejes que componen la categoría de la acción
común (color morado en la matriz) hacía referencia cada fragmento; una vez establecido ello, se ubicó dentro
de una de las dos prácticas imaginativas desarrolladas (color gris en la matriz), a saber ideología o utopía.
Finalmente, teniendo claro el eje y la práctica imaginativa a la que pertenecía, se estableció si respondía a la
dimensión patológica o positiva de la práctica (color azul en la matriz).
El ejercicio de explicación consistió en dar cuenta del porqué cada fragmento se clasificaba en una casilla
específica y así mismo se realizaba un análisis de dicho tema en línea con el vínculo analógico y los procesos
de memoria (color verde en la matriz). Por último, se tomaron los análisis obtenidos para cada eje y se
articulaban de forma que dieran cuenta de la manera en que estos se constituyeron, tanto en el caso de la
ideología como la utopía, a partir de una articulación entre la dimensiones patológica y positiva (color naranja
en la matriz).
Como resultado final del ejercicio se realizó un análisis por eje, estableciendo un diálogo entre los resultados
tanto del aspecto ideológico como del utópico, dando paso a un consolidado final, que se ubicó en la última
casilla de la parte derecha de la matriz.
42
utopía de la misma manera, esto se realiza de una forma descriptiva, mostrando la manera
en que la propia “ciudadanía no afectada” desarrolló por medio del relato los temas más
relevantes, por lo cual no se realiza ninguna intervención, en lo que refiere a contenido y
análisis, por parte nuestra.
Al finalizar cada eje se encuentra un apartado de resultados, es allí en donde se retoman los
elementos descritos en el punto anterior y se interpretan, estableciendo una serie de
resultados sobre la constitución del vínculo analógico, de manera que lo que resta del
capítulo puede leerse de dos formas: 1. Leer de corrido el documento; 2. Remitirse en cada
eje a la parte de resultados, en donde se establecen los hallazgos del proceso interpretativo.
2.4.1. Eje 1: qué es memoria, para qué sirve y qué temas debe abordar en el
contexto colombiano.
El discurso de la “ciudadanía no afectada” le atribuye una serie variada de significados y
funciones a la memoria, esto en relación con la forma en que se ha venido desarrollando en
el país, la idea que proyecta en la cotidianidad, el contenido que maneja, las posibilidades
con que cuenta y las formas en que podría elaborarse; tales temáticas no se abordan de
forma consensuada entre los diferentes integrantes de la “ciudadanía no afectada” en tanto
que es un grupo heterogéneo con la capacidad de establecer miradas opuestas, de manera
que durante el recorrido se encuentran posturas que pueden hacer frente a otras ya
desarrolladas en el mismo espacio, dicha situación posibilita una comprensión amplia, en
donde esa interacción dialéctica es el elemento central que permite evidenciar resultados
consistentes que aporten a la descripción de los elementos que dan forma al vínculo
analógico.
2.4.1.1. Carácter ideológico
Es posible mencionar en un primer momento, la existencia de algunas posiciones que en
relación con el carácter ideológico en su dimensión positiva, reconocen la necesidad de un
elemento que permita entender nuestro presente como el producto de una serie de hechos y
fenómenos históricos, ese elemento es la memoria, y su necesidad se justifica al evidenciar
que en la actualidad no se cuenta con marcos establecidos que permitan una comprensión
colectiva de la realidad, de manera que apelar a la memoria permitiría un entendimiento de
43
nuestro presente, y así mismo, el descubrimiento de elementos que a simple vista no se
evidencian, pero que al mirarlos desde el pasado surgen y dan sentido a la vida.
44
Matriz 1. Procesamiento e interpretación - vínculo analógico ciudadanía no afectada
Ejes de la
acción común:
reconocimiento
de las
afectaciones de
la guerra y la
violencia
sociopolítica
en Colombia
Ideología Utopía
Resultados
finales por
eje
Sentido positivo Permite la existencia de
procesos de reconciliación a
partir de ejercicios históricos
de reconocimiento de los
otros como semejantes, es
decir, de reforzamiento del
vínculo analógico.
Reconoce rasgos positivos en
las formas en que se ha hecho
memoria en el país. An
ális
is p
or
eje
sen
tid
o p
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tiv
o
ideo
log
ía
Sentido patológico Justifica y/o normaliza
la idea de que las
afectaciones de la
guerra y la violencia
sociopolítica en
Colombia son ajenas a
quienes no se
enfrentaron
directamente a los
hechos.
Debilita el vínculo
analógico An
ális
is p
or
eje
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tid
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ico
ideo
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Res
ult
ado
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Sentido positivo Plantea nuevas formas de
fortalecimiento del vínculo
analógico.
Expone los elementos que
permiten la existencia y
mantenimiento de la idea de que
justifica la ideología en su
sentido patológico.
Propone nuevas formas de
concebir las afectaciones de la
violencia. An
ális
is p
or
eje
sen
tid
o p
osi
tiv
o
uto
pía
Sentido patológico Plantea proyectos que
debilitarían el vínculo
analógico.
Propone proyectos
irrealizables a la luz de las
condiciones actuales.
An
ális
is p
or
eje
sen
tid
o p
ato
lóg
ico
uto
pía
Res
ult
ado
po
r ej
e u
top
ía
Eje 1: qué es
memoria, para
qué sirve y qué
temas debe
abordar en el
contexto
colombiano.
Eje 2: actores
que han dado
forma a las
dinámicas de la
guerra y la
violencia
sociopolítica en
Colombia.
Eje 3: papel de
la ciudadanía
no afectada en
los procesos de
rememoración
en el país.
45
Así mismo, se menciona que dicho papel de la memoria debe tener énfasis en los hechos
traumáticos que han determinado al país en el marco de la violencia, postura que se encuentra en
línea con las iniciativas de memoria trabajadas en el proyecto, a saber la del GMH y las Víctimas
de Crímenes de Estado.
Otro punto mencionado, es la existencia de varias formas en las que cualquiera puede acceder al
pasado del país, como bibliotecas y sobretodo, por medio de internet, en donde además de
obtener información se encuentran documentos de análisis y espacios (como foros) que invitan a
una reflexión sobre lo ocurrido; se tiende a hacer referencia sobre todo a portales de noticias,
constituyendo a la prensa como el recurso al que se acude por excelencia al querer saber qué
ocurrió en momentos específicos de la historia del país.
Junto con las posibilidades que brinda el internet, se reconoce que hay espacios en algunas
universidades y grupos comunitarios en donde se realizan procesos de análisis y rememoración a
partir del encuentro de varios puntos de vista.
Una vez mencionados los elementos relacionados con la dimensión positiva de la ideología,
serán los elementos propios de su dimensión patológica, los que permitirán ahondar en algunos
factores que producen la falta de apropiación en el marco del primer eje de la categoría de la
acción común.
Un primer elemento de la dimensión patológica de la ideología, que es a su vez el que más
resalta en lo que refiere tanto al primer eje, como a la totalidad de los hallazgos, ya que surgió en
los diferentes espacios de manera recurrente con más frecuencia y énfasis que los demás, es el
relativo a la desconfianza que existe frente a la “memoria” que se hace en el país.
Las funciones que se atribuyen al pasado narrado desde entes gubernamentales, lo establecen
como algo que genera un ambiente de miedo y sumisión, lo cual podría explicarse como
producto de las lógicas violentas instauradas en el país luego de décadas de procesos de guerra y
violencia sociopolítica, en donde un ejercicio que busque reflexionar sobre el pasado es visto con
desconfianza y a servicio de intereses políticos y económicos particulares:
“Entre más nos llenemos de rencores con esa memoria histórica violenta pues más le conviene a
los dirigentes." (Grupo focal ciudadanía no afectada 2, anexo 5)
46
"Y habría que ver a quién va a beneficiar el replicar eso, porque es que en últimas no es por un
ejercicio educativo ni informativo sino debe de haber una parte atrás negra política y económica
que se va a beneficiar, y así mismo va a orientar el enfoque." (Grupo focal ciudadanía no afectada
2, anexo 5)
Junto con ello, el abordaje del pasado centrado en temas de violencia, llevado a cabo por parte de
uno de los perpetradores de la misma, como lo es el gobierno, se ve como una posibilidad de que
esos actos se repitan, se teme que el recuerdo manipulado sirva como justificación de más
violencia, lo que lleva a que se plantee la opción de reflexionar sobre el pasado omitiendo la
guerra y potenciando los aspectos "positivos" que han dado forma al país.
"Yo creo que hay también un problema con la memoria y es que siempre se están recordando los
eventos negativos, cuando se puede hacer memoria histórica sobre cosas positivas que le aportan
al país, que para mí son más importantes para la construcción del país que recordar esos eventos
trágicos que igual los recordamos y lo siguen pasando." (Grupo focal ciudadanía no afectada 2,
anexo 5)
En sintonía con las acusaciones sobre la memoria, al indagar por las posibilidades que ésta
genera para avanzar en procesos de perdón, se menciona que éste último se establece como otra
herramienta de manipulación, ya que debe ser algo personal y quiere ser implantado a nivel
nacional por el gobierno, argumento que descansa en la afirmación de que es imposible la
existencia de memoria y de perdón de manera simultánea:
"- Es que si tú te quedas averiguando qué fue lo que pasó, pues tú no estás perdonando, tú nunca
vas a perdonar.
- Por eso, pero si tú sabes la verdad ¿no te quitarías una carga de encima?
- No, es tener más carga.
- Entonces ¿por qué en todos los procesos de paz la verdad tiene un componente tan grande?
- Eso es un tema político y económico que está beneficiando a otros." (Grupo focal ciudadanía no
afectada 2, anexo 5)
La situación descrita, en donde se concibe la memoria como un elemento que tergiversa la
realidad a la luz de algunos intereses, da paso a que se indague frente a las expectativas sobre las
47
funciones que debería cumplir la misma, sobresaliendo la responsabilidad de dar cuenta de la
verdad, esto a partir de la elaboración de una memoria que se base en “lo correcto”.
2.4.2.3. Carácter utópico
Las posturas frente a la memoria, establecidas desde el “no lugar” propio de la utopía, responden
a varios puntos que se desarrollarán a continuación de la siguiente manera: en un primer
momento expone una serie de factores que han imposibilitado una consolidación de la memoria
como aliada de la “ciudadanía no afectada” en la construcción de su realidad, estos puntos, al
contrario de los desarrollados en el marco de la ideología en su dimensión patológica, no
cumplen la función de justificar el fenómeno de desapropiación, sino que evidencian situaciones
que deben ser corregidas para que éste no continúe presentándose.
Posteriormente se establecen tres puntos que plantean nuevas formas en las que se debería
desarrollar la memoria, según la “ciudadanía no afectada”, para que tenga más efectividad, y por
último, en relación con su dimensión patológica, se da cuenta de un proyecto, que planteado
desde el no lugar, tendría implicaciones negativas tanto en la consolidación del vínculo
analógico, como en la efectividad de la memoria misma.
Un primer elemento, el cual se constituye como primordial en el trabajo realizado es aquel en
donde se expone el desentendimiento que ha habido desde el hogar frente a la responsabilidad de
formar a los hijos en relación con una serie de temas que resultan fundamentales para la
realización personal, dentro de los cuales se encuentra la memoria violenta del país. La
ciudadanía denuncia que se sobrecarga de funciones al colegio y las diferentes instituciones
educativas como lugares en donde se deben aprender los elementos más fundamentales para
constituirse como ciudadanos, lo que da paso a que se espere que la memoria sea un contenido
más del currículo, alejándola de su carácter cultural, el cual debe ser transmitido en las diferentes
esferas de lo social y no debe reservarse para un aula en donde brinden una calificación por
obtenerla.
Así mismo, el delegar al colegio la tarea de enseñar sobre memoria de la violencia, da paso a que
se caiga en un aprendizaje centrado en la memorización del pasado y no que se realice una
reflexión al respecto:
48
"las cosas que uno aprende de pronto se han reforzado en la medida en que uno crece
más, pero de pequeño yo creo que en ese momento aprendí para la evaluación y ya, y pues
lo que he aprendido ha sido también para la universidad, cuando a uno le surge la
necesidad de informarse sobre eso, de lo contrario no." (Grupo focal ciudadanía no
afectada 1, anexo 4)
Tal dinámica de memorización aprendida en el colegio permea la esfera social y hace que en el
grueso de la sociedad se establezca una memorización que se utiliza en algunos momentos
concretos, pero no como un proceso que genere reflexión y transformaciones:
“El problema es que memorizamos, pero no sabemos para qué. Y se recuerda en algún
momento coyuntural del país, no es una memoria cultural para la construcción de país
sino para la coyuntura. Y como no hemos sido afectados por eso directamente pues
solamente lo recordamos pero no más." (Grupo focal ciudadanía no afectada 1, anexo 4)
Esas dinámicas han llevado a que la memoria sea ineficaz con respecto a la no repetición de los
hechos, lo cual se agudiza en el momento en que se reconoce que la memoria se encuentra
mediada por diferentes intereses particulares:
"Yo también pienso que el Estado en sus instituciones tiene unos intereses políticos,
entonces esos intereses también influyen en el tipo de memoria que tengamos, sí los
intereses privados de las personas, pero también las instituciones tiene intereses privados"
(Grupo focal ciudadanía no afectada 2, anexo 5)
Esta situación, en relación con el tema del perdón, da paso para que se mencione que el discurso
institucional que se ha dado sobre el mismo lleva a que se vea como algo requerido por el
gobierno para poder consolidar sus fines en relación con la terminación del conflicto, de manera
que mientras el discurso no cambie y se comience a trabajar para que el perdón se reconozca en
su dimensión individual y se centren los esfuerzos en crear una convivencia armoniosa, no se va
poder avanzar en dicho campo:
"entonces tendría que verse desde qué punto de vista se está viendo el perdón, si desde el
punto de vista del Estado o desde el punto de vista del ciudadano como ser humano en
todas sus condiciones." (Grupo focal ciudadanía no afectada 2, anexo 5)
49
En lo que refiere a las propuestas generadas, es posible mencionar en un inicio aquella que
plantea la necesidad de elaborar una memoria plural, como una manera de hacer frente a la
desconfianza que puede haber en una memoria mediada por intereses particulares, y donde se
puedan reconocer distintas voces sobre lo ocurrido en el pasado, lo que permitiría contrastar las
versiones oficiales con otras versiones de lo ocurrido para poder tener un conocimiento más
completo de los hechos.
Tal pluralidad se podría lograr al hacer frente a la asimetría en la elaboración de la memoria, en
donde se le dé espacio a quienes no tienen el poder para que den sus versiones de lo ocurrido y
así mismo, tener como “ciudadanía no afectada” la posibilidad de realizar un análisis frente a las
afectaciones que nos ha generado la guerra y la violencia sociopolítica:
"yo creo que si se debe abordar la memoria desde diferentes puntos de vista, a pesar de
que en éste momento la historia, la memoria del país se enseña muy sesgada, siempre se
ha enseñado desde los que tienen el poder" (Grupo focal ciudadanía no afectada 1, anexo
4)
"nuestras formas de pensar también se vio afectada desde la colonización, o sea, acá nos
dijeron bueno, los españoles vinieron y nos cambiaron el oro por un espejo, pero no
dijeron que ellos dijeron también que ellos vinieron a violar también a nuestras mujeres, a
imponernos una religión que para ellos era al que tenía que existir acá, es decir nos
quitaron a nuestra madre naturaleza para venir a alabar a una estatua o algo así, que es
lo que estamos viendo hoy" (Grupo focal ciudadanía no afectada 1, anexo 4)
La generación de acuerdos con respecto al qué es ser colombiano, y la consolidación de una
imagen como grupo se enuncia como requerimiento en la construcción de la memoria, esto es
justificado al mencionar que la desapropiación del pasado violento por parte de la “ciudadanía no
afectada” responde a que no existe una idea compartida de lo que es ser colombianos, y por ello
mismo se establece una ruptura con quienes sufrieron directamente lo ocurrido en la guerra, de
manera que avanzar en la consolidación de una imagen colectiva, podría hacernos ver como
propias las consecuencias de lo ocurrido en otras partes del país.
"primero hay que definir quiénes somos cómo colombianos, porque aquí todos tienen un
pensamiento acerca de qué es ser un colombiano, pero hay que ponernos de acuerdo qué
50
es ser un colombiano de verdad, cuando sepamos eso y averigüemos eso y lo tengamos
claro como nación, porque no todos lo tienen claro, ahí si hay que ponerse de acuerdo
sobre qué se va a enseñar" (Grupo focal ciudadanía no afectada 1, anexo 4)
“Acá en Colombia lo que hace falta es un verdadero significado y un verdadero
conocimiento del patriotismo, (…) creen que patriotismo es usar una camiseta de
Colombia y ver jugar a James y ver jugar a Cuadrado y entonces “yo soy lo más
colombiano”, pero entonces la gente se está muriendo de hambre en la Guajira y ahí si yo
me hago indiferente a eso porque como no me está afectando a mí." (Grupo focal
ciudadanía no afectada 1, anexo 4)
Frente a la noción de memoria que tiene la “ciudadanía no afectada” establecida en el apartado
del carácter ideológico, surge la idea de comenzar a entenderla como la posibilidad de reconocer
elementos sociopolíticos que han marcado históricamente el país, no sólo haciendo referencia a
hechos violentos sino a elementos estructurales que establecen las condiciones de posibilidad
para que dichas cosas ocurran, para ejemplificar ello se menciona que el sólo reflexionar con
respecto a los dirigentes que se eligen, es una forma adecuada de dar sentido a la realidad:
"los colombianos olvidamos muchos qué tipos de gobernantes tenemos y que hemos traído
desde el pasado y que los arrastramos todo el tiempo, es una cadena ahí que nos está
causando heridas continuamente, y olvidamos qué es lo que han hecho y volvemos a
elegirlos." (Grupo focal ciudadanía no afectada 2, anexo 5)
En relación con la dimensión patológica de la utopía se genera un proyecto de iniciar procesos de
memoria con los niños a partir de un establecimiento de lo bueno y de lo malo, es decir, una
imposición dualista sobre la visión personal de la realidad el cual es un elemento que se puede
ver en diferentes discursos y que termina por reproducir las lógicas mismas de la violencia en
donde se hace parte de un bando o del otro sin reflexionar en que son otras personas como
nosotros a las que estamos enfrentando, una muestra de dichos discursos se plasma a
continuación en un fragmento que surgió como una idea para enseñar a los niños sobre el pasado:
"enseñarles con plastilina, tuvimos ésta guerra en tal fecha, ésta en tal fecha y desde ahí la
guerra no ha parado, pero es como sentarse y hacerles entender esas dos cosas, qué es lo
bueno, qué es lo malo" (Grupo focal ciudadanía no afectada 1, anexo 4)
51
2.4.2.4. Resultados
Habiendo dado cuenta de la forma en que se articula el relato de la “ciudadanía no afectada”
sobre el primer eje de la categoría de la acción común, en este punto se busca mencionar una
serie de resultados establecidos al hacer una interpretación del mismo.
La desconfianza manifiesta con respecto a los procesos de memoria en el país es uno de los
temas que debe ser desarrollado con más atención, no tanto porque tal desconfianza en sí misma
se establezca como una clave central que dé cuenta de la situación de desapropiación estudiada,
sino porque su mención por parte de la ciudadanía evidencia varios elementos que dan forma al
alejamiento entre “ciudadanía no afectada” y pasado violento.
Al mencionarse que la memoria es una forma de manipulación, no se está haciendo referencia a
la memoria en sí sino a los esquemas de poder que son quienes ejercen tal manipulación, los
cuales, en línea con esa lógica, se manifiestan en lo social a través de una serie de elementos que
utilizan para ejercer control, dentro de tales elementos la memoria sería sólo una de muchas
modalidades que pueden existir. De esta forma, se evidencia una utilización del discurso por
parte de la ciudadanía, en donde más que analizar su relación con la memoria, busca justificar la
falta de ejercicios críticos frente a las afectaciones de la guerra y la violencia sociopolítica.
Otro elemento que sale a flote es el desconocimiento que existe con respecto a los procesos de
elaboración de memoria en Colombia, que desde hace varias décadas han centrado sus esfuerzos
en la elaboración y documentación de los hechos violentos que han marcado al país y que han
sido mencionados transversalmente en el presente documento. Dicho desconocimiento se
evidencia en el momento en que se denuncia una utilización con fines personales de la memoria
en donde se establece a los dirigentes como los encargados de elaborarla, haciendo referencia de
forma indirecta a las versiones oficiales que son emitidas por parte de la prensa y comunicados
gubernamentales.
En ningún momento se hace mención a los procesos de reconstrucción de memoria elaborados
desde el GMH o las organizaciones de víctimas de crímenes de Estado, de manera que
confunden memoria con documentación de hechos. Es tal situación la que lleva a que propongan
una reconstrucción objetiva del pasado violento, en donde se tenga un acceso sin posturas de
ningún tipo, donde el relato de lo ocurrido sea transparente e imparcial. Tal iniciativa equipara a
52
la memoria con la idea de historia formal, la cual es considerada como neutra e imparcial,
poseedora de una cierta verdad que permite un acceso puro al pasado, dejando de reconocer que
esta es fabricada por sujetos y en tal medida es elaborada a partir de ejercicios de selección.
Así mismo, se menciona que la memoria está mal elaborada en el momento en que en ella
intervienen posiciones políticas, religiosas y/o morales, dejando de lado cualquier ejercicio
analítico sobre el pasado que reconozca posturas y lugares de enunciación, esperando que quien
haga la memoria simplemente relate los hechos y los establezca como la realidad.
Partiendo de esa serie de problemáticas, propias de la dimensión patológica de la ideología, surge
en la dimensión positiva de la utopía la idea de enfrentar a la intervención de actores dominantes
en la elaboración de la memoria, a partir de un ejercicio de pluralización, lo cual hace frente a la
idea de memoria objetiva a partir de mencionar que el pasado debe elaborarse a varias voces, en
donde quepan las diferentes versiones de lo ocurrido, lo cual permita una comprensión más
completa de los hechos.
Esta pretensión de memoria plural se encuentra en línea con la posibilidad que se adjudicó a la
memoria en el marco positivo de la ideología, en donde se reconoce que es por medio de ésta que
se puede generar un sentido de la realidad actual, reconociendo nuestro presente como producto
de una serie de sucesos y acontecimientos históricos que nos han marcado de formas específicas.
Tal planteamiento no fue debatido en ningún momento por la “ciudadanía no afectada”, ya que si
bien se entró a cuestionar la forma en que se hace memoria en Colombia, nunca se buscó
denigrar su posibilidad de comprender el presente.
Un tema en el que se encuentran dos posturas enfrentadas está relacionado con la elección entre
si se debe hacer una memoria sobre los hechos violentos ocurridos en el país o si tales hechos se
deben omitir. Cada postura tiene sus argumentos y modos de ser analizada.
En lo que refiere a la postura que defiende hacer memoria sobre la guerra y la violencia
sociopolítica tal vez no se deban agregar muchos argumentos, ya que el presente trabajo y lo
desarrollado hasta éste punto pueden constituirse como uno, sin embargo es posible mencionar
que por parte de la ciudadanía, la memoria sobre la violencia debe realizarse en tanto que
permite conocer muchas verdades sobre lo ocurrido en el marco de la guerra, así mismo permite
aprender de lecciones del pasado.
53
En lo que refiere a la postura de realizar una memoria de la cara “positiva” del pasado del país,
se argumenta que el recordar hechos dolorosos sólo va a dar paso a la generación de rencor y
odio y por ende a nuevas prácticas violentas, junto con ello no se le suele dar cabida en el
recuerdo a los hechos positivos y así mismo tienden a olvidarse. Este planteamiento evidencia
dos dificultades a la luz de los fines de la investigación, en un primer momento desconoce a la
memoria como plataforma reflexiva que permite partir de los hechos violentos para generar
nuevas formas de concebir la realidad, identificando las condiciones de posibilidad que
permitieron que se ejercieran las violencias para así mismo generar procesos de difusión y
transformación social que evite que se repitan en el futuro.
Por otra parte, buscar desconocer los eventos de un pasado violento, es a la vez desconocer las
historias de quienes las vivieron, negando el dolor de los afectados directos que pueden encontrar
en el reconocimiento social de lo que les pasó una suerte de alivio, y así mismo negando las
responsabilidades de quienes perpetraron los hechos y disponiendo las condiciones para que se
repita lo ocurrido.
Los planteamientos frente a la ineficacia del colegio para formar sobre memoria constituyen una
base frente a una propuesta en la que la memoria no sea vista como un producto que debe ser
aprendido sino como un elemento a interiorizar por medio de prácticas y ejercicios reflexivos, lo
cual se complementa con otro aspecto desarrollado por la “ciudadanía no afectada” sobre la
necesidad de establecer para qué sirve la memoria, ya que si no se llega a un acuerdo
fundamental sobre los fines que debe perseguir un ejercicio de rememoración colectiva, este no
va a ser sólido ni va a generar transformaciones sociales. En el caso de la presente investigación
se liga esa finalidad con la posibilidad de reconocer las afectaciones de la guerra y la violencia
sociopolítica en Colombia, este aspecto se desarrolla en el cuarto capítulo.
En relación con el tema del perdón, se establece una postura compartida de forma transversal, en
donde si bien se encuentran algunas particularidades, se fija un consenso en el que se menciona
que los discursos gubernamentales, publicitarios y académicos sobre el perdón buscan fabricar
un perdón artificial y formal que certifique la efectividad de procesos de transición y pos
conflicto; se menciona que al contrario de ello se requieren procesos que establezcan unas
condiciones en donde el perdón y el vivir juntos sea posible, pero no como algo forzado y
obligatorio, sino como algo que nazca de cada quién, este elemento aporta en la discusión sobre
54
el concepto de reconciliación y la manera en que puede definirse y lograrse en Colombia por
medio de la memoria, la reflexión al respecto se desarrolla en el cuarto capítulo.
Por último, el abordaje que hace la “ciudadanía no afectada” de la memoria estuvo fluctuando
permanentemente entre distintas dimensiones, como la de la gubernamentalidad, la educación, la
familia, entre otras; de manera que se debe tener de presente que un estudio sobre la memoria no
puede enfocarse sólo en ese tema sin ver las dimensiones con las que interactúa, estableciendo
las influencias mutuas que en esos relacionamientos se entretejen.
2.4.2. Eje 2: actores que han dado forma a las dinámicas de la guerra y la violencia
sociopolítica en Colombia.
Una vez establecidos los elementos que dan forma a la memoria para la “ciudadanía no
afectada”, el segundo eje de la categoría de la acción común permite establecer la manera en que
dicha ciudadanía se ubica en relación con los sujetos que protagonizaron y dan forma a los
hechos del pasado violento sobre los cuales trata la memoria.
2.4.2.1. Carácter ideológico
La dimensión positiva de la ideología para éste eje, establece la idea por parte de la “ciudadanía
no afectada” de que el sufrimiento experimentado en la guerra, es algo que está mal, algo que no
es justificable, específicamente en el caso de las víctimas. Se manifiesta que la violencia surgida
en el marco de la guerra y la violencia sociopolítica debería ser evitada, así como sus
manifestaciones restantes.
En relación con las afectaciones que genera la violencia, se evidencia en varios relatos el
reconocimiento de que quienes han sufrido la guerra son quienes pueden posibilitarnos un acceso
al pasado, esto a partir del establecimiento de relaciones entre sus testimonios y la “ciudadanía
no afectada”, dando paso a que pueda entender mi realidad a partir de la historia del otro.
El abordar las posibilidades de comprender las afectaciones de la violencia dio paso a que se
reflexionara sobre los perpetradores de la violencia en el marco de la guerra y la violencia
sociopolítica, especialmente de los actores ilegales, a saber, las guerrillas y los grupos
paramilitares, sobre los que se comenzó a reflexionar en relación con las motivaciones que
pudieron tener para unirse a un grupo armado en relación con sus lugares de origen y condición
socioeconómica.
55
En su dimensión patológica, la ideología se manifiesta en el momento en que la “ciudadanía no
afectada” justifica su alejamiento con los fenómenos inherentes a las dinámicas de la guerra, al
mencionar que ésta cuenta con un carácter premeditado por algunos pocos, mencionando que tal
violencia cuenta con unas lógicas dentro de las que no debemos entrar para no ser engañados, se
apela a grupos de poder secretos que son quienes manejan dichas dinámicas y de esa forma se
argumenta la posibilidad de no estar afectados por los hechos violentos. Se entiende así que
cualquier voluntad por continuar o terminar el conflicto responde a intereses específicos y no a
un bienestar general:
"¿para qué quiere acabar la guerra? Para tomar el poder completo, eso suena a muy
comics, a muy capitán américa o lo que sea pero realmente la gente no hace estudios, no
se pone a pensar por qué estamos engañados." (Grupo focal ciudadanía no afectada 1,
anexo 4)
En el marco de la idea de una violencia fabricada se menciona que la naturaleza de los grupos
armados ilegales y su proceder es siempre igual, ya que en tanto que surgen en contra del
gobierno, van a terminar entrando en las armas y cambiando sus ideales. Tal discurso plantea
también que la violencia ejercida por tales actores no puede ser justificada
"definitivamente creo que no se puede justificar la violencia desde ningún punto de vista,
ningún grupo armado de los que hemos tenido hasta el día de hoy son justificables.
Levantarse en armas desde cualquier punto de vista, el ELN y las FARC, no comenzaron
con una buena idea, ellos comenzaron a hacer un golpe de Estado y nunca usaron vías
democráticas, entonces desde ahí se puede juzgar y decirles “ustedes han estado mal,
porque nunca han pensado en utilizar las vías democráticas”, entonces cuando tu no
piensas usar una vía democrática, automáticamente vas a usar la fuerza para llegar a
imponer tus ideas, y esa es una de las cosas que nos ha hecho tanto daño al país durante
todo éste tiempo" (Grupo focal ciudadanía no afectada 1, anexo 4)
"Ahí referente a lo que tú dices, yo creo que todas las organizaciones al margen de un
Estado siempre empiezan con un buen propósito, todas empiezan con un buen propósito,
pero al pasar los años, esos propósitos cambian considerablemente y pierden todo su
rumbo, y digamos que hacen mucho daño al país." (Grupo focal ciudadanía no afectada 1,
anexo 4)
56
Un tema que sobresale es que los hechos violentos ocurridos en el país no afectan a quienes no
los vivieron, y por ende son quienes intervinieron en lo ocurrido los que tienen la posibilidad de
generar procesos de reivindicación:
"Y lo que pasa con el tema de la memoria, en últimas los que fueron víctimas y
victimizantes, son las que de una u otra forma reviven eso, (…) es algo que no nos afecta a
nosotros, porque si a mí me afectara, muy seguramente saldría a marchar como el resto
del mundo, y desde un sentido." (Grupo focal ciudadanía no afectada 2, anexo 5)
Otro elemento mencionado para no generar acciones frente a las afectaciones de la violencia es
el no tener acceso a los lugares propios de los acontecimientos, a los cuales si tienen o han tenido
acceso las víctimas por ello tendrían más posibilidad de recordar, ya que se menciona que no se
pueden generar procesos de rememoración sin ese tipo de insumos.
En tanto que no hay forma de acceder de manera directa a los hechos ocurridos en el marco de la
violencia, sino por medio de testimonios, la ciudadanía denuncia la posibilidad de que la
memoria sea elaborada de forma imparcial incluso desde las propias víctimas, ya que
independientemente de lo que digan, nunca van a existir pruebas que permitan verificar la
veracidad de sus narraciones.
"la gente estaba armando una historia para el propio beneficio, entonces no sé hasta qué
grado también ocurre eso en la historia que cuentan las personas víctimas del conflicto"
(Grupo focal ciudadanía no afectada 2, anexo 5)
Haciendo frente a las posturas que establece la ideología, en donde se sustenta la ruptura de la
“ciudadanía no afectada” a partir de su imposibilidad de recordar al no haber hecho parte de los
hechos y al no poder confiar en los testimonios de quienes los vivieron, surge en la dimensión
positiva de la utopía una posibilidad para generar una apropiación tanto con el pasado, como con
los otros.
En un primer momento se propone establecer nuevas formas de relacionamiento con las personas
que han sufrido de forma directa las repercusiones de la violencia, esto a partir de ejercicios de
alteridad:
57
"es muy importante hacer memoria porque de pronto nosotros en vez de decir “ay, que
pecado”, podríamos ponernos en los zapatos de esa gente y hacer algo, así suene muy
revolucionario y todo eso" (Grupo focal ciudadanía no afectada 1, anexo 4)
Una vez propuesta la idea de ponerse en el lugar del otro, se establece la posibilidad de comenzar
a ver a las víctimas más allá de la posición social en las que se han sido ubicadas en el presente:
sujetos a los cuales se les debe tener lastima y compasión; al contrario de ello se plantea la
posibilidad de ver a quienes han sido afectados por la violencia como personas con la
potencialidad de enriquecer a los demás por medio de su testimonio, como sujetos que además de
sufrimiento han acumulado una serie de experiencias y aprendizajes que podrían ser transmitidos
a quienes no se sienten afectados:
"Alguien que esté en un conflicto realmente, que haya sido desplazado, o que haya visto
cómo su familia es masacrada frente a sus ojos por tierras o por divisiones políticas, debe
ser alguien que puede enriquecer a las personas para no volver a cometer esos errores."
(Grupo focal ciudadanía no afectada 1, anexo 4)
Como una forma en la que podrían desarrollarse esos procesos de transmisión de conocimiento
se menciona a la conversación como el elemento más adecuado, donde el encuentro cara a cara,
el escuchar las historias de forma directa por parte de quienes las vivieron genera una interacción
mediante la que se tiene un acceso privilegiado a lo ocurrido. La conversación como posibilidad
de acercarse al pasado se menciona además no sólo como una práctica para acercarse al pasado
violento sino al pasado en general, se propone la conversación con los abuelos y quienes han
vivido varias experiencias para poder avanzar en la comprensión de la realidad por medio de la
reflexión sobre el recuerdo.
Por último, en línea con el proyecto establecido para avanzar en el acercamiento entre la
“ciudadanía no afectada” y las víctimas directas de la violencia, se explica la situación de
distanciamiento al enunciar procesos históricos que han debilitado la vinculación con otros
colombianos por medio de la utilización del lenguaje. Se proponen nuevas formas de entender
nuestra pertenencia con los otros y con el territorio:
"Yo creo que hay como una falencia desde que muy pequeño se nos ha enseñado todo lo
malo de Colombia, es algo que uno tiene acá, que Colombia es malo, si te dicen que tienes
58
cara de indígena te sientes mal, si a ti te dicen negro te sientes mal, y yo creo que no se
nos hecho esa memoria bonita de Colombia" (Grupo focal ciudadanía no afectada 1,
anexo 4)
2.4.2.2. Resultados
El segundo eje de la categoría de la acción común, que refiere a los actores que han dado forma a
las dinámicas de la guerra y la violencia sociopolítica en Colombia, se establece de una manera
en la que se evidencian dos caras de un mismo discurso, que trata sobre los modos en que la
“ciudadanía no afectada” se relaciona con quienes intervinieron en la guerra. El recorrido
realizado por dicho discurso, permite establecer una serie de elementos a resaltar en línea con los
fines de la investigación.
Siguiendo el mismo orden que maneja el discurso referenciado, es importante destacar la
claridad con que cuenta la “ciudadanía no afectada” en el momento de rechazar los actos
violentos ocurridos en el marco de la guerra y la violencia sociopolítica. Al plantear su
descontento con dicha situación, la ciudadanía muestra un alto grado de indignación
especialmente frente a la violencia ejercida sobre los integrantes de la sociedad civil, lo cual da
muestra de un relacionamiento que media la constitución del vínculo analógico, ya que el
rechazo de los actos de victimización debe pasar por una reflexión en la que se entienda a partir
de la experiencia personal, el sufrimiento que se puede llegar a sentir.
Sin embargo, un punto al tener en cuenta para el análisis de dicha situación, es que la postura
mencionada reconoce las afectaciones que han sufrido los otros pero no llegan e relacionar la
situación con las afectaciones que trascienden los marcos de espacio y tiempo en que se
desarrollaron los hechos. De manera que la consideración sobre las afectaciones que sufren las
víctimas se constituye tanto en un elemento que las reconoce como sujetos que tienen
construcciones ontológicas al igual que nosotros, pero aleja de nuestra cotidianidad las
repercusiones de la guerra, se siente solidaridad por la situación de afectación de los otros pero
no se reconoce la propia19
.
19
En este punto resulta oportuno realizar una pausa para hacer una aclaración con respecto a las finalidades de la investigación. Si bien se propugna por un reconocimiento de las repercusiones que nos genera la violencia, no se busca equiparar el grado de afectación existente entre las víctimas directas de los hechos y una sociedad general que se enfrenta a sus repercusiones estructurales en la cotidianidad, pero que no ha sentido en su cuerpo y emocionalidad un sufrimiento a causa de lo ocurrido.
59
El relacionamiento con los perpetradores de la violencia es otro elemento a resaltar, en la medida
en que se establecieron posturas que buscan una comprensión de los mismos más allá de la forma
en que han sido instaurados por los discursos oficiales, discursos en donde un guerrillero o un
paramilitar se construyen de una forma específica y deben ser entendidos como seres
homogéneos sin historias particulares.
Al contrario de ello, se reconoce que estos actores de la guerra, si bien tienen una serie de
responsabilidades que afrontar, producto de la violencia que ejercieron y las repercusiones
existentes a lo largo de la sociedad; también tienen una historia, y así mismo ingresaron en las
lógicas de la guerra y la violencia sociopolítica producto de unas condiciones propias del
contexto en el que se ubicaban, las cuales no justifican la decisión de ejercer violencia sobre los
otros, pero sí brindan elementos que permiten una comprensión más amplia de las dinámicas que
se abordan.
Este tipo de reflexiones vuelve a realizar aportes al fortalecimiento del vínculo analógico en la
medida en que busca entender las motivaciones por las cuales actuaron unos perpetradores
específicos de la violencia, lo que permite plantear nuevas formas de establecer los procesos de
memoria, que si bien deben reconocer las voces de las víctimas como prioridad, también deben
tener en cuenta la forma en que se consolidaron y actuaron los grupos armados.
Un punto que resalta por la omisión que se realiza, es la ausencia de las fuerzas militares al hacer
mención sobre las dinámicas de la violencia. Se desarrollan posturas y relaciones con las
víctimas directas de los hechos, con los grupos armados ilegales e incluso se hace mención al
gobierno en su dimensión estructural para analizar su influencia en la guerra y violencia
sociopolítica, sin embargo el papel del ejército colombiano en los enfrentamientos y masacres no
se menciona, ya sea porque se considere políticamente incorrecto levantar juicios sobre éste, o
porque no se considera pertinente abordarlo como tema de discusión.
La omisión del ejército nacional constituye un vacío importante en la medida en que se ve la
forma en que los análisis que se realizan sobre los actores de la guerra no tienen en cuenta todos
los sufrimientos y responsabilidades que allí pueden surgir, haciendo énfasis en algunos sujetos
concretos pero desconociendo la presencia de otros con la misma constitución ontológica
60
Una vez expuesta la forma en que se reconoce a quienes intervienen directamente en las
dinámicas de la violencia en el país, surge una postura de alejamiento con dicha situación. Se
establece que al no haber vivido los hechos propios de la guerra, existe una imposibilidad por
parte de la “ciudadanía no afectada” de reconocer algún tipo de repercusión en su vida a partir de
lo ocurrido. Bajo esa misma justificación se precisa la forma en que la misma ciudadanía no
tiene los elementos necesarios para generar procesos de memoria al no haber vivido los hechos, y
se agrega que, al no haber vivido los hechos, tampoco tiene la posibilidad de saber si las víctimas
dicen la verdad al contar sus versiones del pasado. De esta manera se blinda cualquier
posibilidad de generar procesos de reconocimiento de las afectaciones y reflexión sobre el
pasado de la violencia.
Frente a dicha situación de ruptura presente en la actualidad, propia del fenómeno ideológico,
surge de la misma “ciudadanía no afectada” una ruta a seguir en donde se pueda hacer un
reconocimiento de las implicaciones de los hechos a lo largo de la sociedad, por medio de
procesos centrados en la memoria. Dicha ruta cuenta con tres momentos establecidos a
continuación.
Un primer punto es el ponerse en el lugar de la víctima para poder reflexionar frente al
sufrimiento que yo podría sentir al estar en su situación; posteriormente se plantea dotar a la
imagen de víctima de una serie de propiedades que no le suelen ser reconocidas generalmente y
que dan cuenta de su posibilidad de transmitir el pasado, no como pruebas testimoniales para
procesos judiciales, sino como sujetos portadores de conocimientos y reflexiones. Por último se
propone que debe haber un contacto directo con las víctimas por medio de ejercicios de
conversación, en donde a partir del encuentro con el otro, sea posible adquirir los conocimientos
que éste tiene para ofrecerme y por medio de los cuales puedo reconocer la forma en que nos ha
afectado la guerra y la violencia sociopolítica.
El panorama planteado evidencia una situación en la que si bien en la actualidad existe una
voluntad de reconocimiento de algunos actores de la violencia más allá de los rótulos que puedan
tener en el marco del discurso oficial, se establece un alejamiento intencional con los hechos que
han experimentado los mismos, para lo cual se elaboran diferentes justificaciones desde el
discurso. Sin embargo frente a ello, surgen posibilidades pensadas desde el “no lugar”, en donde
se pueden establecer vinculaciones que permitan, además de reconocer a los sujetos, comenzar a
61
identificar los elementos históricos que nos unen, que nos han constituido de formas particulares
en la actualidad, y que a partir de ejercicios de diálogo permitirían pensar un futuro elaborado de
manera colectiva.
2.4.3. Eje 3: papel de la ciudadanía no afectada en los procesos de rememoración en el
país.
El tercer y último eje que compone a la categoría de la acción común corresponde a la forma en
que la “ciudadanía no afectada” se ha establecido en los procesos de rememoración en el país.
Habiendo hecho mención a la idea que se tiene de memoria y a la forma en que se establece una
relación con quienes intervienen en la guerra y la violencia sociopolítica, éste punto busca dar
cuenta de la manera en que la ciudadanía se ve a sí misma en relación con los diferentes
procesos.
2.4.3.1. Carácter ideológico
El carácter patológico de la dimensión ideológica brinda los primeros elementos que establece la
“ciudadanía no afectada” y en donde resalta la referencia que se hace sobre los otros integrantes
de la misma ciudadanía.
Se reconoce la existencia de falencias con respecto a la relación que ha establecido la
“ciudadanía no afectada” con la violencia en el país, teniendo un papel poco reflexivo y en donde
no hay un esfuerzo por informarse y saber sobre lo ocurrido, así como la falta de construcción de
identidad que permita avanzar en ejercicios de reconciliación. Se agrega además la fuerte
relación con los medios, en tanto que son la forma mediante la cual la ciudadanía tiende a
informarse de lo ocurrido.
"la gente no sabe quiénes somos (…) aquí todo el mundo se cree de todo pero no sabemos
quiénes somos"
“ahorita las generaciones se están criando con una forma de pensar muy indiferente a eso
¿Qué son las FARC? Para ellos no son nada, ¿qué son los paramilitares? Para ellos
jamás existen los paramilitares porque no les afecta a Bogotá como la capital de
Colombia, entonces hacemos caso omiso a todas las repercusiones de las guerras”
"Colombia tiene una cultura de que a ellos les gusta es como escuchar las noticias y no les
gusta de pronto leer o ser críticos, es que al menos leer."
62
Una vez que los integrantes de la “ciudadanía no afectada” mencionan el alejamiento de “los
otros no afectados”, se les indaga con respecto al por qué no existe un involucramiento con el
pasado violento del país, frente a lo cual mencionan que si bien existe la posibilidad de
reflexionar sobre la situación del país, en tanto que no vivieron los hechos de la guerra, no se
establecen como afectados y así mismo no existiría una responsabilidad ni posibilidad frente a
ejercicios de memoria.
En relación con esa postura se menciona también que muchas veces el adelantar ejercicios
centrados en la violencia o la memoria sin ser afectado puede tener consecuencias en la medida
en que en el momento en que alguien que no es afectado comienza a intervenir por la defensa de
los otros, es considerado como alguien que quiere buscar algún beneficio propio de esas
situaciones.
Como otro elemento explicativo del alejamiento con la memoria, se menciona que no se tiene
confianza en la efectividad de la misma, esto ya que se encuentra gran documentación e
información sobre los hechos que han ocurrido en el país y que todos conocemos, pero sin
embargo las cosas siguen igual:
"Y además también hay una situación de desesperanza frente a la memoria histórica,
porque siempre estamos viendo las mismas situaciones y que pues se vuelven comunes y se
normalizan, como que no pasa nada diferente al hecho."
Por otra parte, se apela a la efectividad con que contaría el olvido en miras a la generación de
procesos de perdón, al contrario de la memoria, que al dar cuenta de temas violentos e injustos
establece situaciones que impiden ponerse de acuerdo con el otro.
"Yo no creo que la memoria histórica sea adecuada para el perdón, porque el perdón lo
enfocaría yo más hacia las acciones del futuro que a las acciones del pasado que siempre
nos va a mostrar las coyunturas, las diferencias, y es muy difícil uno poder ponerse de
acuerdo con otro para estar tranquilo, entonces es mejor la visión de futuro que es lo que
me va a permitir perdonar, lo del pasado yo creo que me va a recordar violencia e
injusticia, y cosas casi imperdonables."
63
2.4.3.2. Carácter utópico
Con respecto a esa última postura, en donde la memoria no tiene efectividad en tanto que todavía
se repiten los mismos hechos así existan procesos de memoria, surge en la utopía en su función
positiva una exposición de fallas en las formas en que se desarrolla la memoria, mencionando
que memorizan sobretodo nombres de personalidades y acontecimientos pero no se sabe a fondo
lo ocurrido y sus implicaciones, es como si se aprendieran algunos elementos por requisito
social, pero no porque se quiera realmente elaborar una memoria de lo ocurrido, lo mismo pasa
con los hechos de la guerra, se saben cuáles son los actores, cuales son las masacres más
reconocidas, pero no se tiene un conocimiento profundo sobre ello.
"nosotros nos acordamos de un Lucho Herrera que hizo algo, pero cuando uno le
pregunta a alguien qué hizo Lucho Herrera no sabe. Cuando se dice, bueno, la
constituyente del 91, qué fue eso, nadie sabe qué fue eso, por qué se hizo, lo que pasó, las
guerras más hacia atrás, muchas más cosas que nosotros no conocemos, somos un país de
ilusiones, donde sólo escuchamos lo que va voz a voz y nos creamos toda una película sin
referenciar, lo mismo pasa con el conflicto."
2.4.2.3. Resultados
El tercer eje, que busca dar cuenta de la forma en que la “ciudadanía no afectada” se ubica en
relación con los procesos de rememoración, cuenta con menos contenido que los otros dos,
concentrando la mayoría de fragmentos en la ideología en su sentido patológico.
El hecho de que no hayan fragmentos que apunten a la ideología en su función positiva, impide
que existan elementos en donde la misma “ciudadanía no afectada” reconozca haber realizado
procesos de reconocimiento de los otros que han intervenido en el marco de la guerra y la
violencia sociopolítica, así mismo, tampoco se encuentran pistas que den cuenta de la manera en
que tal ciudadanía se haya visto relacionada con procesos de memoria. Éste punto se constituye
como un elemento demostrativo de la desapropiación que existe por parte de la “ciudadanía no
afectada” en relación con los otros y con el pasado violento del país.
Al indagar con respecto a la forma en que la “ciudadanía no afectada” ha generado procesos de
relacionamiento con los otros dos ejes desarrollados, se esperaba encontrar posturas y
narraciones frente a la manera en que ésta se conectaba o alejaba de diferentes maneras; sin
64
embargo un elemento que surgió de forma implícita en las respuestas refiere a una fuerte ruptura
con los otros integrantes de la misma ciudadanía.
Un elemento transversal a tener en cuenta es la utilización de términos que establecen una
distancia para referirse a los demás sujetos que no han sido afectados directamente por la
violencia, de manera que términos como “los colombianos” o “la gente” es algo común para
abordar el tema indagado, es decir, se hace una crítica con respecto a la relación entre
“ciudadanía no afectada”, memoria y actores de la guerra, pero se realiza un alejamiento de dicha
ciudadanía, se realiza un análisis desde afuera.
Ese ejercicio de distanciamiento con los otros semejantes se basa en una aparente superioridad
frente a estos, mediada por un conocimiento y actitud reflexiva con respecto a la violencia y el
pasado del país. Se constituye así el conocimiento sobre la realidad nacional como un elemento
de distinción que genera ruptura entre la “ciudadanía no afectada”.
Otra dimensión de ese alejamiento con los otros no afectados responde a la idea de quien realiza
procesos activos para abordar el pasado violento y generar beneficio a las víctimas, es
considerado como alguien de quien se debe confiar, en la medida en que ese tipo de cosas no las
haría alguien que no esté esperando algo a cambio o que tenga intereses personales en el tema.
Entrando en la forma en que la “ciudadanía no afectada” se relaciona con la memoria y los otros,
se apela a la fuerte relación con los medios de comunicación como principal fuente de
información, sobre el presente y sobre el pasado. Junto con ello se manifiesta la existencia de
desesperanza con respecto al papel de la memoria ya que hay mucha memoria pero todo sigue
igual.
Ambos elementos evidencian una problemática en relación con la comprensión de la memoria, es
un primer momento se evidencia un desconocimiento frente a las modalidades de elaboración de
memoria existentes en el país, asemejando la memoria a las noticias que se presentan en los
medios, y junto con ello, el desconocimiento de la memoria lleva a plantear que ésta no es
efectiva ya que por más que hace presencia en lo social, no genera cambios, de manera que no es
efectiva, alejándose así de la necesidad de apropiarse de los hechos y generar transformaciones,
ya que éstos no pueden generar cambios por sí mismos.
65
Un elemento explicativo de los procesos de desapropiación, tiene que ver con que la ciudadanía
manifiesta que no se generan procesos a favor de las víctimas ya que cuando alguien que no es
afectado realiza dichas acciones tiende generar desconfianza en tanto que realiza ello sin una
razón aparente, por lo cual se sospecha de intereses personales y ocultos. Esa desconfianza que
surgiría en esa situación establece la forma crítica en que el vínculo analógico es debilitado, tanto
en relación con las víctimas, como con los otros ciudadanos. No se ve el recuerdo de los hechos
y la relación de apoyo con los otros como un deber sino como una amenaza.
2.5. Vínculo analógico en la ciudadanía no afectada: reconocimiento de las afectaciones de
la guerra y la violencia sociopolítica en Colombia.
Habiendo dado muestra, por medio de un relato articulador, de lo mencionado por la “ciudadanía
no afectada”, sobre los diferentes elementos que componen al vínculo analógico en relación con
los tres ejes de la categoría de la acción común, en éste punto se busca hacer una agrupación de
los resultados de cada eje para establecer un panorama general sobre la forma en que se
constituye el vínculo analógico frente a las afectaciones de la guerra y la violencia sociopolítica
en Colombia, tal agrupación de los resultados ya expuestos se realiza por medio de seis puntos:
¿qué es la memoria?, ¿cómo la memoria? , relación con las víctimas, relación con los victimarios
y relación con la ciudadanía no afectada. El sexto punto hace referencia a hallazgos generales.
¿Qué es la memoria?
Un elemento del cual se debe partir para poder comprender los siguientes, es la concepción que
se maneja sobre la memoria por parte de la “ciudadanía no afectada”. La memoria se caracteriza
primordialmente como una forma de manipulación, sin embargo tal aseveración más que
evidenciar un carácter propio de la memoria, está haciendo referencia a unos esquemas de poder
que son quienes ejercen tal manipulación, los cuales, en línea con esa lógica, se manifiestan en lo
social a través de una serie de elementos que utilizan para ejercer control. Dentro de las
herramientas utilizadas por los esquemas de autoridad se encuentra la memoria como uno de los
muchos elementos que pueden existir.
De esta forma, se evidencia una utilización del discurso por parte de la ciudadanía, en donde más
que analizar su relación con la memoria, busca justificar la falta de ejercicios críticos frente a las
afectaciones de la guerra y la violencia sociopolítica.
66
Otro elemento que sale a flote es el desconocimiento que existe con respecto a los procesos de
elaboración de memoria en Colombia, que desde hace varias décadas han centrado sus esfuerzos
en la elaboración y documentación de los hechos violentos que han marcado al país y que han
sido mencionados transversalmente en el presente documento. En ningún momento se hace
mención a los procesos de reconstrucción de memoria elaborados desde el GMH o las
organizaciones de víctimas de crímenes de Estado.
Dicho desconocimiento se evidencia además en el momento en que se denuncia una utilización
con fines personales de la memoria en donde se establece a los dirigentes como los encargados
de elaborarla, haciendo una definición de la memoria entendiéndola como la consolidación de
versiones oficiales que se emiten por parte de la prensa y comunicados gubernamentales.
Frente a la desconfianza y desconocimiento existente con respecto a la memoria, surgen
iniciativas desde la misma ciudadanía en donde se invita a que ésta no sea vista como un
producto que debe ser aprendido sino como un elemento a interiorizar por medio de prácticas y
ejercicios reflexivos, lo cual se complementa con la necesidad de establecer para qué sirve la
memoria, ya que si no se llega a un acuerdo fundamental sobre los fines que debe perseguir un
ejercicio de rememoración colectiva, esta no va a ser sólida ni va a generar transformaciones
sociales.
Junto con ello se apela a la función general que tendría la memoria de establecerse como un
marco comprensivo por medio del cual reconozcamos nuestro presente como producto de una
serie de sucesos y acontecimientos históricos que nos han marcado de formas específicas. Tal
planteamiento no fue debatido en ningún momento por la “ciudadanía no afectada”, ya que si
bien se entró a cuestionar la forma en que se hace memoria en Colombia, nunca se buscó
denigrar su posibilidad de comprender el presente.
¿Cómo la memoria?
Un punto que suscitó variedad de posturas refiere al cómo se debe hacer la memoria,
estableciéndose en un primer momento la propuesta de una reconstrucción objetiva del pasado
violento, en donde se tenga un acceso sin posturas de ningún tipo, donde el relato de lo ocurrido
sea transparente e imparcial. Tal iniciativa equipara a la memoria con la idea de historia formal,
la cual es considerada como neutra e imparcial, poseedora de una cierta verdad que permite un
67
acceso puro al pasado, dejando de reconocer que esta es fabricada por sujetos y en tal medida es
elaborada a partir de ejercicios de selección.
Así mismo, se menciona que la memoria está mal elaborada en el momento en que en ella
intervienen posiciones políticas, religiosas y/o morales, dejando de lado cualquier ejercicio
analítico sobre el pasado que reconozca posturas y lugares de enunciación, esperando que quien
haga la memoria simplemente relate los hechos y los establezca como la realidad.
Por otra parte se plantea elaborar una memoria en la que se omitan los hechos violentos y se dé
énfasis a los “positivos”, ya que el recordar hechos dolorosos sólo va a dar paso a la generación
de rencor y odio y por ende a nuevas prácticas violentas. Este planteamiento evidencia dos
dificultades a la luz de los fines de la investigación, en un primer momento desconoce a la
memoria como plataforma reflexiva que permite partir de los hechos violentos para generar
nuevas formas de concebir la realidad, identificando las condiciones de posibilidad que
permitieron que se ejercieran las violencias para así mismo generar procesos de difusión y
transformación social que evite que se repitan en el futuro.
Por otra parte, buscar desconocer los eventos de un pasado violento, es a la vez desconocer las
historias de quienes las vivieron, negando el dolor de los afectados directos que pueden encontrar
en el reconocimiento social de lo que les pasó una suerte de alivio, y así mismo negando las
responsabilidades de quienes perpetraron los hechos y disponiendo las condiciones para que se
repita lo ocurrido.
Con respecto a esas posturas reduccionistas de la memoria, se establece el requerimiento de que
la memoria sea sobre todo un ejercicio de pluralización, lo cual hace frente a la idea de memoria
objetiva a partir de mencionar que el pasado debe elaborarse a varias voces, en donde quepan las
diferentes versiones de lo ocurrido, lo cual permita una comprensión más completa de los
hechos.
Relación con las víctimas
La relación que establece la “ciudadanía no afectada con las víctimas es otro elemento a resaltar,
en donde se realizan ejercicios de consideración de los afectados de forma directa pero no se
llega a relacionar la situación con las afectaciones que trascienden los marcos de espacio y
tiempo en que se desarrollaron los hechos. De manera que la consideración sobre las
68
afectaciones que sufren las víctimas se constituye tanto en un elemento que las reconoce como
sujetos que tienen construcciones ontológicas al igual que nosotros, pero aleja de nuestra
cotidianidad las repercusiones de la guerra, se siente solidaridad por la situación de afectación de
los otros pero no se reconoce la propia20
, aquí el vínculo analógico se establece como una
herramienta argumentativa más que una posibilidad para avanzar en procesos de reconciliación.
Una vez expuesta la forma en que se reconoce a quienes intervienen directamente en las
dinámicas de la violencia en el país, surge una postura de alejamiento con dicha situación. Se
establece que al no haber vivido los hechos propios de la guerra, existe una imposibilidad por
parte de la “ciudadanía no afectada” de reconocer algún tipo de repercusión en su vida a partir de
lo ocurrido.
Así mismo, se apela al no haber vivido los hechos para justificar una imposibilidad de saber si
las víctimas dicen la verdad al contar sus versiones del pasado. De esta manera se blinda
cualquier posibilidad de generar procesos de reconocimiento de las afectaciones y reflexión
sobre el pasado de la violencia.
Un punto a destacar, el cual si bien no es mencionado por las “ciudadanía no afectada”, pero sí se
evidencia a lo largo del texto, es el establecimiento de una imagen de víctima como un sujeto
alejado del contexto de la ciudad, como una suerte de campesino que al vivir en zonas rurales ha
enfrentado de primera mano a la guerra y sus actores armados. Esta situación da muestra de una
imagen establecida con respecto a quienes son afectados por la guerra, negando tanto la forma en
que todos nos enfrentamos a sus repercusiones, como a otras formas de victimización que no
ocurren en lo rural bajo las propias lógicas de la guerra. Se evidencia un desconocimiento de la
violencia sociopolítica que acontece en el país.
Ese alejamiento mencionado entre la ciudadanía y las víctimas comienza al reducirse en el
momento en que los discursos se centran en rechazar los actos violentos ocurridos en el marco de
la guerra y la violencia sociopolítica. Al plantear su descontento con dicha situación, la
ciudadanía muestra un alto grado de indignación especialmente frente a la violencia ejercida
20
En este punto resulta oportuno realizar una pausa para hacer una aclaración con respecto a las finalidades de la investigación. Si bien se propugna por un reconocimiento de las repercusiones que nos genera la violencia, no se busca equiparar el grado de afectación existente entre las víctimas directas de los hechos y una sociedad general que se enfrenta a sus repercusiones estructurales en la cotidianidad, pero que no ha sentido en su cuerpo y emocionalidad un sufrimiento a causa de lo ocurrido.
69
sobre los integrantes de la sociedad civil, lo cual da muestra de un relacionamiento que media la
constitución del vínculo analógico, ya que el rechazo de los actos de victimización debe pasar
por una reflexión en la que se entienda a partir de la experiencia personal, el sufrimiento que se
puede llegar a sentir.
Luego del establecimiento de los hechos violentos como negativos se da otro paso hacia el
fortalecimiento del vínculo, el cual se realiza al ponerse en el lugar de la víctima para poder
reflexionar frente al sufrimiento que yo podría sentir al estar en su situación; posteriormente se
plantea dotar a la imagen de víctima de una serie de propiedades que no le suelen ser reconocidas
generalmente y que dan cuenta de su posibilidad de transmitir el pasado, no como pruebas
testimoniales para procesos judiciales, sino como sujetos portadores de conocimientos y
reflexiones.
Por último se propone que debe haber un contacto directo con las víctimas por medio de
ejercicios de conversación, en donde a partir del encuentro con el otro, sea posible adquirir los
conocimientos que éste tiene para ofrecerme y por medio de los cuales puedo reconocer la forma
en que nos ha afectado la guerra y la violencia sociopolítica.
Relación con los victimarios
En lo que refiere a la relación con los victimarios, un punto que resalta por la omisión que se
realiza, es la ausencia de las fuerzas militares al hacer mención sobre las dinámicas de la
violencia. Se desarrollan posturas y relaciones con las víctimas directas de los hechos, con los
grupos armados ilegales e incluso se hace mención al gobierno en su dimensión estructural para
analizar su influencia en la guerra y violencia sociopolítica, sin embargo el papel del ejército
colombiano en los enfrentamientos y masacres no se menciona, ya sea porque se considere
políticamente incorrecto levantar juicios sobre éste, o porque no se considera pertinente
abordarlo como tema de discusión. Frente a dicha situación no hay elementos que permitan
realizar un análisis más allá de lo enunciado, sin embargo se deja abierto a nuevas formas de ser
entendido.
En lo que refiere a los otros perpetradores, comienzan a surgir discursos que transitan en dos
espacios, primero, en donde un guerrillero o un paramilitar se construyen de una forma
específica y deben ser entendidos como seres homogéneos sin historias particulares, y segundo,
70
donde éstos tienen una historia, y así mismo ingresaron en las lógicas de la guerra y la violencia
sociopolítica producto de unas condiciones propias del contexto en el que se ubicaban, las cuales
no justifican la decisión de ejercer violencia sobre los otros, pero sí brindan elementos que
permiten una comprensión más amplia de las dinámicas que se abordan.
Relación con la ciudadanía no afectada
Por último, en lo que refiere con la propia imagen que establece la “ciudadanía no afectada” de sí
en relación con los otros fenómenos desarrollados, se puede iniciar retomando el fenómeno de
desapropiación mencionado recurrentemente, ya que el hecho de que no hayan fragmentos que
apunten a la ideología en su función positiva, impide que existan elementos en donde la misma
“ciudadanía no afectada” reconozca haber realizado procesos de reconocimiento de los otros que
han intervenido en el marco de la guerra y la violencia sociopolítica, así mismo, tampoco se
encuentran pistas que den cuenta de la manera en que tal ciudadanía se haya visto relacionada
con procesos de memoria. Éste punto se constituye como un elemento demostrativo de la
desapropiación que existe por parte de la “ciudadanía no afectada” en relación con los otros y
con el pasado violento del país.
La utilización del lenguaje es otro punto a resaltar, en donde la utilización de términos como “los
colombianos” o “la gente” es algo común para abordar el tema indagado, es decir, se hace una
crítica con respecto a la relación entre “ciudadanía no afectada”, memoria y actores de la guerra,
pero se realiza un alejamiento de dicha ciudadanía, se realiza un análisis desde afuera.
Ese análisis desde afuera, esa autoexclusión de la “ciudadanía no afectada” se basa en una
aparente superioridad frente a estos, mediada por un conocimiento y actitud reflexiva con
respecto a la violencia y el pasado del país. Se constituye así el conocimiento sobre la realidad
nacional como un elemento de distinción que genera ruptura dentro de la “ciudadanía no
afectada”.
Sin embargo se señala el carácter problemático que podría existir en el momento en que esa
actitud reflexiva se transforme en la generación de acciones que busquen abordar el pasado
violento y generar beneficio a las víctimas, ya que quien lo haga es considerado como alguien de
quien se debe desconfiar, en la medida en que ese tipo de cosas no las haría quien no esté
esperando algo a cambio o que tenga intereses personales en el tema. De esta forma no se ve el
71
recuerdo de los hechos y la relación de apoyo con los otros como un deber sino como una
amenaza.
Hallazgos Generales
Un elemento importante a resaltar es la no existencia de consensos frente a ninguno de los temas
abordados, existiendo para todos una postura que entra a debilitar el vínculo analógico pero otra
que lo fortalece y potencia, generalmente esos últimos discursos ubicados desde la dimensión de
la utopía.
Se observa que la percepción sobre la memoria fluctúa entre una pretensión de historia objetiva,
las versiones oficiales de los hechos recientes, y los actos fundadores, pero en ningún momento
se establece como una memoria reflexiva que articule los hechos del pasado y los analice,
impidiendo darle rostro a quienes vivieron los hechos y alejando sus impactos de nuestra vida y
nuestro presente.
El vínculo analógico, entendido no como un fundamento que permita la constitución de identidad
de una agrupación, sino el reconocimiento del otro con sus posibilidades ontológicas iguales a
las mías, se ve fragmentado en la actualidad por parte de la “ciudadanía no afectada”, en donde si
bien existen avances y propuestas frente a la inclusión de los actores de la guerra y nuevas
comprensiones de la violencia, no se encuentran iniciativas que permitan un reconocimiento de
las afectaciones de la guerra y la violencia sociopolítica en Colombia más allá del marco en el
que se produjeron los hechos violentos. Existen una serie de rupturas entre la misma ciudadanía,
las víctimas los victimarios y el pasado de todos que requiere de un ejercicio de reencuentro a
partir de generar reflexiones colectivas que nos permitan recordar para lograr fines comunes, lo
cual puede desarrollarse partiendo de la reconciliación.
72
3. Los abusos de la memoria: el Grupo (Centro) de Memoria Histórica y las Víctimas de
crímenes de Estado.
El abordaje de la desapropiación existente por parte de la “ciudadanía no afectada” frente a la
memoria, desde una perspectiva de análisis guiada por el vínculo analógico y las prácticas
imaginativas, ha permitido avanzar en la comprensión del problema central, sin embargo resta
abordar la otra situación que sustenta la necesidad de una “democratización de la memoria”: la
exclusión realizada por parte de quienes producen la memoria frente a quienes no han sido
afectados directamente por la guerra y la violencia sociopolítica.
Se ha mencionado anteriormente la forma en que esa exclusión se realiza por medio de una idea
de memoria en la que se omite a la “ciudadanía no afectada”, de manera que para abordar tal
situación se requiere indagar por la forma en que se ha venido construyendo la memoria como
objeto, es decir, no indagando por los contenidos que la conforman sino por la manera en que es
entendida (con una serie de características, funciones, posibilidades, limitaciones, etc.) por parte
de los productores enunciados en la primera parte del documento como los más representativos
en relación con el fenómeno, a saber, el Grupo (ahora Centro) Nacional de Memoria Histórica y
las Víctimas de crímenes de Estado.
Tales productores se entienden aquí como aquellos que – en línea con Ricoeur – “ejercen” la
memoria en el país y que así mismo pueden realizar abusos de la misma. Una breve mención de
la postura del autor sobre el tema brindará claridades acerca de dicho planeamiento.
Paul Ricoeur (2013) parte de la idea de que acordarse de algo no es sólo acoger una imagen del
pasado, sino que es un acto mediado por la intención de buscar dicha imagen, de ésta manera es
que se da paso al acto de rememoración, mediante el cual se ejerce la memoria, se convierte en
verbo. Si bien los productores de memoria no recuerdan – necesariamente – de forma directa los
acontecimientos, sí suelen realizar una elaboración de los mismos a partir de testimonios de
quienes los experimentaron, y es de esa forma que ejercen la memoria.
Una vez ejercida dicha memoria, se dan las condiciones para que ésta sea tanto usada como
abusada21
, esto en línea con los niveles de fidelidad – si se quiere – que se tenga con los hechos
rememorados, los cuales pueden variar dependiendo del tratamiento que se realice de testimonios
21
Este punto se amplía a lo largo de los capítulos restantes en donde se hace un desarrollo de los diferentes abusos de la memoria natural.
73
sobre lo ocurrido. En lo que refiere a la memoria abusada, se precisa que se puede dar por medio
de dos tipos de abusos, por una parte los relativos a la memoria artificial en donde hace presencia
la memorización, aquella que “consiste en una manera de aprender que tiene como objeto
saberes, destrezas, posibilidades de hacer, de tal manera que éstos sean estables, que
permanezcan disponibles para una efectuación” (Ricoeur, 2013, p. 83).
Por otra parte se encuentran los abusos centrados en la memoria natural, siendo los que se
retoman para la presente investigación y los cuales están divididos en tres, en donde la memoria
puede ser impedida, manipulada y dirigida abusivamente (Ricoeur, 2013). Son la memoria
manipulada y la memoria dirigida abusivamente los elementos que nos permitirán abordar la
forma en que se ha elaborado la memoria en Colombia.
El desarrollo de la temática estableció que para dar cuenta de la forma en que se ha construido la
memoria en Colombia se debía realizar un análisis en relación con los abusos, ya que
evidenciando la forma en que estos hacen presencia en los diferentes productores de memoria, es
posible establecer los puntos que dan paso a que no haya un involucramiento efectivo con la
sociedad no afectada, y así mismo permite generar propuestas que aporten a la situación
problema.
El proceso buscó rastrear la presencia de abusos, teniendo clara la posibilidad de que estos no se
presentaran, lo cual aportaría de igual manera al análisis de la situación, sin embargo sólo se
vería la forma en que se desarrollan (en caso de que lo hicieran) al realizar el ejercicio. A
continuación se da cuenta de la forma en que se realizó y los resultados que se obtuvieron en
línea con la siguiente indagación: ¿De qué manera los posibles abusos ejercidos por parte de los
productores de memoria generan un alejamiento entre la memoria de la guerra y violencia
sociopolítica en Colombia y la “ciudadanía no afectada”?
El camino para responder tal cuestionamiento se compone de cuatro elementos: 1. La
interpretación del texto como posibilidad de acceder a los abusos de la memoria. 2. La memoria
abusada y la memoria dirigida abusivamente (desarrollo y contextualización), 3. Descripción de
hallazgos (la voz de los productores de memoria), 4. Los abusos de la memoria en Colombia.
74
3.1. La interpretación del texto como posibilidad de acceder a los abusos de la memoria
Al igual que en el segundo capítulo, el texto se estableció aquí en relación con la indagación por
los abusos, como el elemento en el que descansa la posibilidad de interpretación crítica, en donde
no se buscó realizar un simple rastreo y descripción de los abusos de la memoria, sino que se
realizó un procesamiento de análisis interpretativo, en donde a partir de una desagregación del
discurso se lograran establecer tanto las formas en que hacen presencia los abusos, así como la
manera en que se interrelacionan.
El texto interpretado en el marco del presente capítulo se obtuvo por medio del desarrollo de dos
encuentros adelantados con representantes de las agrupaciones que constituyen a los productores
de memoria. El primer encuentro fue llevado a cabo con Diana Gómez Correal, integrante de la
agrupación Hijos e Hijas por la Memoria y Contra la Impunidad desde su año de fundación
(2006), así como del Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes de Estado (MOVICE)
desde ese mismo año (un año después de su formación)22
, para la investigación se establece
como representante de uno de los dos productores de memoria, a saber las organizaciones de
Víctimas de crímenes de Estado23
.
El segundo encuentro fue realizado con Gonzalo Sánchez, director del Centro Nacional de
Memoria Histórica desde su fundación en el año 2005 (cuando se llamaba Grupo de Memoria
Histórica)24
, quien se establece como representante del productor de memoria restante.
Ambos representantes fueron seleccionados en tanto que han estado presentes desde hace más de
una década en cada proceso, lo cual les ha permitido ser parte activa en la construcción de la
memoria del país y conocer las diferentes reflexiones y posturas que se establecen con respecto a
las formas en que la memoria debe ser realizada y los fines que debe perseguir.
22
Diana Gómez es vocera del MOVICE desde el año 2012 e integra dos espacios que componen a dicho movimiento, por una parte el centrado en la conformación de una comisión de la verdad, y por otra, el espacio de discusión y toma de decisiones, llamado Comité Operativo. Tiene 38 años, es Antropóloga, con una maestría en historia y un doctorado en Historia. 23 Se establece a una sola persona como representante de las diferentes agrupaciones y colectividades de víctimas ya que se ha encontrado que tales organizaciones realizan labores conjuntas en relación con fines que comparten, concretamente sobre las ideas de verdad y justicia. Un ejemplo del trabajo conjunto de tales organizaciones se puede ver en el informe “Paz sin crímenes de Estado. Memoria y propuestas de las víctimas”, del año 2013, en el cual intervienen las siguientes organizaciones: MOVICE, ASFADDES, Familiares Colombia, Fundación Nidya Erika Bautista y Comisión Intercongregacional de Justicia y Paz. 24
Gonzalo Sánchez estudio derecho y filosofía, tiene una maestría en Gobierno y es doctor en Sociología Política, tiene 72 años. Antes de pertenecer al Grupo de Memoria Histórica desarrolló una serie de trabajos e investigaciones con respecto al fenómeno de la violencia en Colombia.
75
En el marco de los encuentros se desarrollaron distintas indagaciones, precedidas por una
claridad en donde se solicitaba que en su calidad de representantes, se esperaba que las
respuestas dieran cuenta de la percepción general con que se cuenta tanto en el marco de las
agrupaciones Víctimas de crímenes de Estado, como en el CNMH, frente a lo cual ambos
representantes manifestaron que intentarían realizarlo de esa forma, sin embargo sería inevitable
apelar a posturas personales ya que dentro de las agrupaciones no existen consensos absolutos
sobre algunas temáticas (frente a las que tampoco existen disensos irreconciliables), de manera
que lo desarrollado desde éste punto debe tener en cuenta esa claridad.
Las preguntas realizadas, se establecieron como indagaciones abiertas, que dieron paso a relatos
libres pero siempre anclados al tema de la memoria en relación con los elementos propios de la
investigación, esto con el fin de no recibir respuestas cerradas que imposibilitaran una
interpretación, sino que se tuvo la posibilidad de establecer en ellas de una forma amplia, los
modos en los que se ha elaborado la memoria.
Las preguntas se realizaron de forma general, sin realizar claridades en relación con los fines de
la investigación para evitar que las respuestas estuvieran direccionas a generar algún tipo de idea
frente a la presencia de los abusos en ambos procesos, una vez desarrolladas las indagaciones se
realizó una socialización de la finalidad del proyecto y se recogieron recomendaciones al
respecto. Los elementos que dinamizaron la conversación y que incluso dieron paso al desarrollo
de nuevas preguntas, fueron los siguientes:
¿Qué es la memoria?, ¿Para qué se hace memoria?, ¿Para quién se hace memoria?, ¿De qué
manera contribuye la memoria a la reconciliación?, ¿Cómo se debe hacer memoria?, ¿Existe una
relación entre identidad y memoria?, ¿Existe una forma correcta de recordar?, ¿Qué fines tienen
los espacios y medios en los que se difunde la memoria elaborada?, ¿Qué papel tiene la
ciudadanía no afectada por el conflicto en la elaboración del pasado?, ¿Es importante la memoria
en la constitución de la ciudadanía en Colombia?, ¿Es más valida la memoria que se construye
por iniciativa de las víctimas?.
Del desarrollo de los encuentros se obtuvieron discursos en donde se registran las respuestas,
aportes y posiciones frente al tema abordado, el tratamiento que se le dio a esos discursos fue
igual al de la “ciudadanía no afectada” y que se encuentra desarrollado en el capítulo anterior, de
manera que al estar ya desarrollados en línea con lo planeado por Paul Ricoeur, aquí sólo se
76
precisará que se realizó un proceso de fijación del texto en donde adquiere una constitución
autónoma, para posteriormente poder realizar una actualización del mismo por medio de un
encuentro entre dos construcciones ontológicas, la del texto y la del lector.
Así mismo se adelantó un proceso de interpretación, el cual parte de un principio fundamental de
alejamiento, mediante el que es posible identificar en el texto aquellos elementos que van más
allá de la intención de quien enunció el discurso y que responden al problema de investigación.
Habiendo dado cuenta de la forma en que se concibe el texto para el presente capítulo y la forma
en que fue obtenido, fijado y actualizado, se requiere hacer claridad con respecto a los elementos
que posibilitaron su interpretación, para lo cual se apela en el siguiente apartado a la memoria
manipulada y la memoria dirigida abusivamente.
3.2. La memoria abusada
Se ha planteado la forma en que la memoria se concibe como abusada en el momento en que se
ejerce de una manera en donde lo elaborado no cumple con requisitos básicos de fidelidad con
los hechos (sin que ello signifique que se debe realizar una reconstrucción literal de lo ocurrido),
y así mismo se ha ligado esa idea de abuso con la forma en que podría explicarse el cómo los
productores de memoria en Colombia la han establecido desde su quehacer, para ello se
utilizarán concretamente dos elementos interpretativos: la memoria manipulada y la memoria
dirigida abusivamente (u obligada), estos elementos retomados de la teoría de Ricoeur, no son
abordados en toda su complejidad, ya que el problema de investigación no lo requiere, al
contrario se toman aquellos elementos que permiten un acercamiento con la situación.
3.2.1. Memoria manipulada
Hablar sobre la memoria manipulada es reconocer en un primer momento que la memoria se
enfrenta en Colombia a ejercicios de instrumentalización, en donde se toma como una
herramienta para servir a unos fines específicos, dentro de los que podría encontrarse – en línea
con Ricoeur- la reivindicación de la identidad “La memoria puede ser estudiada desde el punto
de vista de su uso, excesivo o insuficiente, relacionándola con estas numerosas fuentes de la
vulnerabilidad de la identidad personal o colectiva” (Ricoeur, 1992, p. 32) Esta necesidad de
reivindicación se sustenta en la debilidad con que llega a contar tal identidad a raíz de tres
elementos que se buscan revertir por medio de la memoria, el primero es una relación conflictiva
con el tiempo, en tanto que dicha identidad por sí misma no cuenta con la capacidad de
77
permanecer de la misma manera a lo largo que éste transcurre; de manera que la memoria se
establece como que instrumento que permite que la identidad se conserve y que el grupo que la
porte, sea el “mismo” independientemente de la época. El recuerdo se establece como el
“componente temporal de la identidad, en unión con la evaluación del presente y la proyección
del futuro.” (Ricoeur, 2013, p. 110).
Un segundo elemento refiere a una confrontación con el otro, que se constituye en una amenaza,
no tanto para la integridad, como para la propia identidad; tal sentimiento de amenaza toma lugar
al pensar posibilidades de “humillaciones, los atentados reales o imaginarios contra la estima de
sí, bajo los golpes de la alteridad mal tolerada, los que hacen cambiar radicalmente de la acogida
al rechazo, a la exclusión, la relación que el mismo mantiene con el otro.” (Ricoeur, 2013, p.
111).
El último elemento que sustenta la fragilidad de la identidad es la herencia de la violencia
fundadora. Ricoeur establece que “no existe comunidad histórica que no haya nacido de una
relación que se puede llamar original, con la guerra. Lo que celebramos con el nombre de
acontecimientos fundadores son, en lo esencial, actos violentos legitimados después por un
Estado de derecho precario.” (Ricoeur, 2013, p. 111), esta herencia violenta se interrelaciona con
el segundo elemento mencionado anteriormente por medio de ejercicios mutuos de justificación
en donde la confrontación con el otro se posibilita mediante una violencia arraigada y así mismo
tal violencia exige una actitud de defensa frente a lo diferente, la presencia de esa herencia de
violencia se puede realizar por medio de la memoria.
Será la ideología el elemento que permita una conexión entre los requerimientos de la identidad
debilitada y la memoria producida, de la cual trata el presente capítulo. La ideología,
desarrollada en el capítulo anterior, hace presencia en los procesos de fortalecimiento de
identidad en su dimensión de integración, por medio de la cual “ofrece una réplica simbólica a
las causas de fragilidad de esta identidad.” (Ricoeur, 2013, p. 112). Sin embargo la manipulación
sólo aparece a la par con la segunda función de la ideología, en la cual se entra a legitimar la
autoridad del orden establecido con respecto a los tres ejes que tienden a dotar de fragilidad a la
identidad.
Es por medio de la justificación de unas formas de detentar del poder en relación con la
consolidación de la identidad en donde la memoria se establece como abusada en relación con la
78
manipulación. Tales estructuras de autoridad elaboradas desde el poder y justificadas por la
memoria manipulada, toman cuerpo por medio de los discursos oficiales con respecto a la guerra
y la violencia sociopolítica, en donde se defiende la intervención estatal por medio de las fuerzas
militares en el marco de la guerra, y se niega la existencia de violencia sociopolítica en la cual la
fuerza armada gubernamental tiene alto grado de responsabilidad.
La forma en que se indagó por las relaciones que se establecen entre los productores de memoria
y los tres elementos que vinculan a la ideología y la identidad en el marco de la memoria
manipulada se evidencia en la Matriz 2.
Matriz 2. Análisis interpretativo memoria manipulada.
Memoria manipulada
Víctimas de crímenes de Estado Grupo (Centro) Nacional de Memoria
Histórica
Integración Justificación Consolidación Integración Justificación Consolidación
Identidad
Relación
conflictiva con
el tiempo
Confrontación
con el otro visto
como amenaza
Herencia de
violencia
fundadora
3.2.2. Memoria obligada (o dirigida abusivamente)
Si bien la memoria manipulada aborda los elementos que posibilitan establecer la manera en que
la memoria producida en Colombia se relaciona con los procesos de reforzamiento de identidad a
partir de legitimar (o no) los esquemas de autoridad existentes en relación con la guerra y la
violencia sociopolítica en Colombia; por su parte la memoria obligada en línea con lo planteado
por Ricoeur, cuenta con la enunciación de una serie de elementos, de la que se toman dos
concretos que bastan para establecer la forma en que se puede dar esa memoria obligada en los
productores de memoria, estos son el deber de memoria y la esquematización de la misma.
79
En lo que refiere al deber de memoria, si bien el autor menciona que su abordaje en ese punto no
da cuenta del elemento en toda su complejidad, sí brinda una visión que aporta a la forma en que
puede interpretarse el texto para dar cuenta de la manera en que la memoria se dirige
abusivamente y se constituye en relación con unas finalidades específicas, en el marco de la
investigación éste es el primer rasgo de la memoria obligada.
El deber de memoria es establecido por quien la produce, en relación con quién debe recordar,
qué debe ser recordado y el para qué se recuerda; es importante tener en cuenta que tal deber
puede transitar entre una buena y mala mimética - al decir de Ricoeur - o si se quiere, un buen o
mal nivel de fidelidad con los acontecimientos recordados: “decir ‘tú te acordarás’ es decir
también ‘no te olvidarás’. Incluso es posible que el deber de memoria constituya a la vez la cima
del buen uso y la del abuso en el ejercicio de la memoria.”(Ricoeur, 2013, p. 118), por lo cual
una interpretación desde el deber de memoria permite dar cuenta del nivel de uso correcto o de
abuso que hacen de la memoria sus productores.
Una vez establecido el deber de memoria en relación con las finalidades de la memoria, se
requiere hacer mención a la instrumentalización como el segundo elemento que compone y
completa a la memoria obligada en el marco de la investigación, dicho elemento es por medio
del cual aquellas pretensiones establecidas desde del deber de memoria toman forma en lo
público.
Ricoeur retoma los planteamientos de Pierre Nora, quien menciona que los actos de
conmemoración, propios de la memoria han cobrado un lugar bastante relevante en lo social y
siendo por medio de los cuales se ponen en público unas versiones sobre el pasado, las cuales no
dan cuenta de una construcción histórica sino de una elaboración particular de lo acontecido: “Se
invirtió la propia dinámica de la conmemoración, el modelo memorial prevaleció sobre el
histórico y, con él, un uso totalmente distinto del pasado, imprevisible, caprichoso” (Nora en
Ricoeur, 2013, p. 122).
Para el caso de Colombia, dichas conmemoraciones se extienden y sustentan en productos
escritos, audiovisuales, puestas en escena, entre otros, dando paso a una suerte de cristalización
del sentido que en línea con el deber de memoria, se le da a los hechos de la guerra y la violencia
sociopolítica; es de esta forma que se realiza una instrumentalización de la memoria, en donde al
darle una forma específica, impide que el sentido que se le dé a su contenido vaya más allá de
80
unas barreras establecidas, cerrando las posibilidades reflexivas que superen las pretensiones del
deber de memoria.
Para dar cuenta de la relación entre la labor de los productores de memoria y la memoria
obligada, se propuso la Matriz 3.
Matriz 3. Análisis interpretativo memoria manipulada.
Memoria obligada
Víctimas de
crímenes de
Estado
Grupo (Centro)
Nacional de Memoria
Histórica
Deber de memoria ¿Qué es memoria? ¿Para
qué se hace memoria? ¿Para quién se hace
memoria?
Instrumentalización de la memoria (puesta en
público) ¿Cómo se debe hacer memoria?
¿Existe una forma correcta de recordar?
¿Qué fines tienen los espacios y medios en los
que se difunde la memoria elaborada?
3.3. Descripción de hallazgos (la voz de los productores de memoria)
Habiendo hecho claridad con respecto a la manera en que se pueden rastrear los abusos de
memoria a partir de una interpretación del texto, y luego de precisar la forma y sentido en que
dichos abusos se retoman para la investigación, a continuación se da cuenta de los hallazgos que
se obtuvieron del proceso de indagación a los productores de memoria.
Tales hallazgos se plasman en este punto por medio de un ejercicio de descripción, en donde no
se realizan procesos de análisis de los textos obtenidos, sino que al contrario de ello, estos se
agrupan en relación con las categorías de análisis planteadas, dando paso a un relato articulado
por cada uno de los productores de memoria, recurriendo a fragmentos del texto y utilizando
párrafos articuladores; para cada productor se realizan dos apartes en donde se da cuenta de la
forma en hace presencia en su relato la memoria manipulada y posteriormente la memoria
obligada.
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3.3.1. Víctimas de crímenes de Estado
3.3.1.1 Memoria manipulada
Un primer elemento que surge en el discurso de las Víctimas de crímenes de Estado, plantea que
la memoria es aquella herramienta que dota de sentido a la agrupación, la memoria se establece
en un eje central en donde
todo sujeto social para constituirse como sujeto tiene que basarse en una memoria (…) yo creo que
la memoria si ha sido fundamental para la creación de la identidad del movimiento, a través de sus
acciones, a través de la galería, a través de las conmemoraciones, a través de los informes, de
seguir pensando en el proyecto “Colombia nunca más”, a través de las campañas, a través del 6
de marzo, todas esas terminan siendo estrategias de memoria que han sido necesarias para la
constitución de la identidad del MOVICE. (Diana Gómez, entrevista, anexo 6)
Sin embargo se menciona que dicha memoria permite también una transformación, en donde la
identidad de víctima se moviliza hacia la de actor político a partir del conocimiento de los
hechos.
En relación con el otro visto como amenaza y la forma en que ello aporta al mantenimiento de la
identidad, se menciona la existencia de la ciudadanía en general como apática con respecto a la
situación de las víctimas, lo cual establece un alejamiento. En medio de dicha situación se
plantea la posibilidad de que por medio de la memoria se genere un nuevo tipo de ciudadanía en
donde se pueda sentir más afectación por la violencia ocurrida en el país, se concibe a la
ciudadanía como un actor que se enfrenta a la víctima a partir de la apatía, sin embargo se rescata
la posibilidad de generar acciones que entren en detrimento de tal apatía y generen cercanía entre
ambos sectores de la sociedad
entonces yo creo que la memoria si puede ayudar a construir otro tipo de ciudadanía donde el otro
importe más de lo que importa ahora, y donde nos tomemos más enserio el rechazo a la violencia
por ejemplo, y donde tuviésemos más capacidad crítica de mirar por quién votamos y a quienes
elegimos por gobernantes, yo creo que si ayudaría a construir otro tipo de ciudadanía, pero de
nuevo insisto, no en un proceso de la memoria por la memoria sino en una memoria que sea
pensada pedagógicamente para construir esos sujetos críticos. (Diana Gómez, entrevista, anexo 6)
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3.3.1.2. Memoria obligada
El desarrollo del papel de la memoria desde las Víctimas de crímenes de Estado tiene diversos
elementos que se articulan a continuación, esperando lograr un orden claro que va desde la
definición de lo que es memoria, hasta la forma en que se pone en público, abordando así tanto el
deber de memoria, como la instrumentalización de la misma.
La memoria se establece como un recurso al que se acude para saber lo que pasó en el pasado y
que cobra efectividad al relacionarse con la historia y la verdad, sin embargo tiene un carácter
más específico en relación con dos puntos, el primero refiere a “una manifestación de la rebeldía
de las víctima, porque es una manera de mantener vivo lo que ha querido ocultarse y matarse,
invisibilizarse” (Diana Gómez, entrevista, anexo 6), un segundo elemento responde a la
posibilidad de hacer visible la criminalidad estatal de la que han sido víctimas.
Estas funciones de la memoria se piensan como posibilitadoras de construcción de paz y otro
tipo de sociedad, por medio de “interpelar al sistema de justicia y a los distintos entes que les
corresponde velar por los derechos de las personas que han sufrido violencia.” (Diana Gómez,
entrevista, anexo 6), esto para lograr hacer que la memoria trascienda de un acto de
reconstrucción de lo ocurrido, y generar un acercamiento a la sociedad, en donde por medio de
pedagogías de la memoria que den paso a una ciudadanía crítica, se contribuya a ejercicios de no
repetición, en línea con eso se plantean nuevas formas de desarrollar los procesos de memoria
“…no generar sólo un informe de la verdad o un informe de lo que ocurrió sino también lograr
que la sociedad lo apropie y que a través de apropiarlo tengamos más sujetos críticos en
Colombia, que pues es parte de lo que falta para avanzar en un cambio en el país para la
construcción de paz.” (Diana Gómez, entrevista, anexo 6)
La memoria en relación con la “ciudadanía no afectada” se aborda al mencionar la existencia de
galerías de la memoria en donde se invita a que esta reflexione sobre lo ocurrido para así poder
“comprender en su totalidad el fenómeno de la violencia estatal, 1. Que se entienda que existe, 2.
Que se comprenda por qué existe y 3. Los actores que fueron víctimas de esa violencia,” (Diana
Gómez, entrevista, anexo 6). Junto con ello plantea un enfoque de visibilización de las víctimas
no sólo a la luz de su nombre y forma de victimización, sino dando cuenta de los fines que
existían al afectar a ese sujeto,
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“que sea claro a qué estaba articulada políticamente esa víctima, es decir, al Movimiento le gusta
hablar de “Pepito Pérez” y “Sultanita” porque fueron victimizados, pero también porque hacían
parte de la “Unión Patriótica”, del “M19”, de “A Luchar” o del “Movimiento Campesino”, del
“Movimiento Indígenas”, o de las víctimas que se organizaron por la restitución de tierras y que
han sido asesinadas; ese es como de los principales objetivos.”(Diana Gómez, entrevista, anexo 6)
Como un elemento para el que ha servido la memoria, pero que no se consideraba al inicio, se
menciona la posibilidad de sanar el duelo de las víctimas.
Un tema que se reitera es la finalidad de que la memoria interpele a la sociedad en general y no
que sirva sólo para las víctimas:
“cuando hablo de sociedad en general estoy hablando de todos esos distintos actores, pero es
importante el ciudadano de la calle, los medios de comunicación, la academia, y por otro lado el
otro gran actor es el Estado y todas sus instituciones ¿no?” (Diana Gómez, entrevista, anexo 6)
Con respecto a la forma en que debe elaborarse la memoria, se apela a la necesidad de
testimonios y un enfoque que privilegia a las víctimas, sin embargo de enuncia como
fundamental la posibilidad de realizar un contraste histórico que enriquezca el relato de los
afectados a partir de ejercicios de contrastación, la elaboración de la memoria se establece como
una construcción que se debe hacer desde distintas fuentes.
En línea con lo anterior, se refuerza la idea de que la memoria debe ser contrastada con la
historia para tener un carácter verídico
“sabemos que la memoria es también un proceso de selección, entonces no todos recordamos lo
mismo, entonces por eso para mí es tan necesario el vínculo entre memoria, historia y verdad;
pero por ejemplo en HIJOS e HIJAS, y se comparte con el MOVICE, la memoria debe ser
reconstruida desde ahí, desde distintas fuentes, la fuente histórica para el MOVICE es muy
importante, las fuentes judiciales son importantes, los testimonios de las víctimas, lo que puedan
aportar los victimarios, pero también tenemos una visión crítica de la memoria por la memoria”
(Diana Gómez, entrevista, anexo 6)
Por último, se reconoce como un triunfo el avance que supone un relacionamiento con la
ciudadanía a partir de galerías de la memoria, textos, entrevistas, entre otros, ya que comienzan a
generar inquietud con respecto a la criminalidad estatal en el país y su carácter complejo y
sistemático.
84
3.3.2. Grupo (Centro) de Memoria Histórica
3.3.2.1. Memoria manipulada
El establecimiento de casos emblemáticos para realizar procesos de memoria histórica se
menciona como una estrategia para poder abarcar las diferentes formas de violencia que se
evidencian en el país, en este punto se puede entender la relación del caso emblemático con los
actos fundadores, esto ya que comparten su carácter de violencia y posibilidad de generación de
nuevas realidades.
el primer caso, que fue el de Trujillo, precisamente muy a propósito escogido Trujillo, lo
escogimos porque era una de las masacres más horrendas del país, de las más visibles, en donde
más se había luchado por la justicia y nada que llegaba la justicia, entonces nosotros llegábamos
un poquito a hacer aporte desde la memoria para que la memoria sirviera como soporte dela
justicia, pero lo más importante era, en el caso de Trujillo, era evidente y aceptado ya incluso a
nivel de la Comisión Interamericana, que había habido una responsabilidad fundamental de
agentes del Estado. (Gonzalo Sánchez, entrevista, anexo 7)
3.3.2.2. Memoria obligada
La memoria se establece para el Centro Nacional de Memoria Histórica como una práctica social y
política en donde se reconoce lo acontecido en el pasado y sus afectaciones en los diferentes grupos
sociales, sus implicaciones se piensan en relación con la reconciliación
Creo que la memoria en el día de hoy en éste país cumple un papel político fundamental, y es abrir
de manera distinta el espacio para los temas de la reconciliación. (Gonzalo Sánchez, entrevista,
anexo 7)
Frente al para qué se hace memoria, se menciona que si bien el grupo de Memoria Histórica
surgió en línea con un mandato que le asignaba la elaboración de un informe sobre el origen y
evolución de los grupos armados ilegales, se estableció una posición en donde ese límite debía
ser rebasado, comprendiendo que la memoria debería hacerse como un ejercicio que privilegiara
la voz de las víctimas, que se convirtiera en una plataforma para esas versiones de los afectados y
en donde estas mismas víctimas se vieran reflejadas, una memoria por y para las víctimas.
Con respecto a la forma en que dicha memoria debe ser elaborada a partir de los fines
establecidos, se menciona la imposibilidad al inicio de comenzar a realizar ejercicios de
producción de memoria ya que existía una gran desconfianza por parte de las mismas víctimas,
de manera que la primera parte consistió en acercarlas y hacerlas parte activas del proceso
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…nosotros teníamos que construir unas bases de confianza con las víctimas y con las
organizaciones de Derechos Humanos, para que vieran que nosotros si íbamos a asumir la tarea
en forma, que es dar respuesta a esas expectativas y esas necesidades de las víctimas. (Gonzalo
Sánchez, entrevista, anexo 7)
Esa elaboración de memoria y acercamiento a las víctimas se dio por medio de la conformación
de un equipo con cierto nivel de autonomía tanto académica como política, así mismo,
solicitaron autonomía en tres sentidos:
Necesitamos tres cosas como condiciones para poder aceptar éste reto” uno entonces este de la
autonomía en la conformación del grupo, el grupo no lo conformo la CNRR, el grupo lo conformé
yo, al director se le entrega la autonomía para conformar su grupo. Segundo, autonomía para el
ejercicio de la función de esclarecimiento, y esa autonomía implicaba autonomía para dialogar
con todos los distintos sectores de la sociedad para hacer el trabajo, privilegiadamente con las
víctimas, pero incluso hasta reclamábamos el derecho a hablar con la propia insurgencia
(Gonzalo Sánchez, entrevista, anexo 7)
Se plantea por otra parte, la necesidad de que las poblaciones sean quienes tengan la posibilidad de hacer
memoria de forma autónoma y que no sea el Centro Nacional de Memoria Histórica un actor fundamental
para el desarrollo de procesos de rememoración.
Entonces, hay mucho de eso, de cómo generar las herramientas para que las comunidades sigan
andando por sí solas, nosotros n nos sentimos ni indispensables, ni necesarios ni eternos, sabemos
que esto tiene un fin y esto es relativamente corto e inmediato, y tenemos que correr para que las
comunidades queden con eso, porque las comunidades no van a renunciar, es decir el escenario de
la firma de los acuerdos al contrario va a multiplicar demandas de memoria allí donde la
memoria no se ha podido hacer. (Gonzalo Sánchez, entrevista, anexo 7)
Como un aprendizaje de la labor realizada en relación con la memoria, se menciona la existencia
de formas de hacer memoria que trascienden la formalidad y que tienen más impacto a nivel
social, como las canciones de las víctimas
Junto con ello, en relación con las formas en que se hace memoria y los impactos que tienen en
la población, mencionan la existencia de instrumentos pedagógicos que se suman a los informes,
audiovisuales y canciones, los cuales permiten además aprender a elaborar memoria desde las
propias agrupaciones
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Hay cartillas sobre cómo trabajar el tema de la tierra, sobre todo sobre cómo trabajar el tema de
la justicia, cómo trabajar el tema de los archivos, es como generando todo un instrumento para
que los maestros se vuelvan socios de ésta gran empresa de la memoria, aunque también las
comunidades.
Llevamos dos o tres años con ese trabajo de caja de herramientas y la gente sigue, la gente ya con
una mínima introducción arranca, entonces la otra tarea nuestra es conectarnos con los ejes
centros universitarios regionales, los centros universitarios aquí pueden jugar un papel muy
importante, los profesores, las diversas facultades, pero también los mismos estudiantes, volverlos
a ellos replicadores regionales de memoria en su trabajo con las comunidades y les damos el
material “sigan ustedes con eso”. (Gonzalo Sánchez, entrevista, anexo 7)
3.4. Los abusos de la memoria en Colombia.
Una vez establecidos los relatos de ambos productores de memoria, en donde se logra evidenciar
la forma en que elaboran una idea de memoria en el marco de los abusos, se prosigue a
mencionar una serie de elementos que se constituyen como resultados parciales, en donde lo
desarrollado en el punto anterior se relaciona con la finalidad de la investigación.
Un elemento a destacar en un primer momento es la ausencia de elementos en los dos textos que
permitan establecer ejercicios de rememoración por medio de los cuales se manipule la memoria.
Éste primer abuso, en donde se utilizaría la memoria para fortalecer una identidad establecida
por las estructuras de poder mediante una dimensión negativa de la ideología, no hace presencia.
En relación con los tres ejes que maneja la memoria manipulada, se puede establecer que la el
reforzamiento de identidad hace presencia en términos positivos, tendientes a la integración de la
siguiente forma: por parte de las Víctimas de crímenes de Estado se evidencia la utilización de la
memoria en relación con el fortalecimiento de la identidad de las víctimas, pero se dejan abiertas
posibilidades de una inclusión de la ciudadanía y una resignificación del papel de los afectados,
pasando de sujetos pasivos a sujetos políticos. Surge así la utopía en su dimensión subversiva
para equilibrar el peso de la huella ideológica en relación con la constitución de identidad.
Por otra parte, la Víctimas también entienden a la memoria como un elemento que les permite
constituir su identidad, sin embargo es relación no se da por medio de ejercicios de
rememoración en donde encuentren los rasgos del pasado que les permita la elaboración de una
imagen de sí, sino que el hacer memoria es una característica que los define y elabora su
87
identidad. Esta situación da apertura a nuevas formas de entender las relaciones que entretejen
entre memoria e identidad.
Por su parte, el Centro Nacional de Memoria Histórica utiliza la memoria como un recurso que
permite un reconocimiento de las diferentes agrupaciones de víctimas en el país con sus
particularidades, de manera que es un elemento que contribuye a que se elaboren identidades
específicas, no en línea con esquemas de autoridad, sino a partir de las elaboraciones locales, la
memoria se establece en relación con la dimensión positiva de la ideología.
Un rasgo que podría tender a la memoria manipulada en relación con su herencia de violencia
fundadora, es el establecimiento por parte del Centro Nacional de Memoria Histórica de casos
emblemáticos para dar cuenta de la guerra y la violencia sociopolítica en el país, ya que se
fortalecen unos hechos específicos que se han constituido como puntos centrales en la
construcción de identidad en las regiones. El establecimiento de éste punto como abuso se queda,
sin embargo, sin elementos que puedan sustentar más a fondo dicho carácter, por lo cual esa
situación sólo se deja enunciada como posibilidad.
En lo que respecta a la forma en que se concibe la memoria, las Víctimas de crímenes de Estado
la reconocen como un recurso con carácter político que permite saber lo que pasó en el pasado,
brindando posibilidades de resistencia y de visibilización de hechos ocultados por el Estado. Esta
pretensión descansa en el establecimiento de un vínculo necesario entre memoria, historia y
verdad, que asegure una rigurosidad para que dicha memoria tenga eficacia en la interpelación de
un sistema de justicia que no reconoce lo ocurrido.
Por su parte, el Centro Nacional de Memoria Histórica la entiende como una práctica social y
política que cuenta con la posibilidad de evidenciar las afectaciones que los hechos del pasado
han traído a los diferentes sectores sociales, esto por medio de privilegiar la voz de las víctimas.
Estas formas de concebir la memoria tienen puntos de encuentro y rupturas que vale la pena
hacer visibles. Un primer elemento a tener en cuenta es que se le reconoce a la memoria
primordialmente un carácter político, en donde se mueven una serie de intereses que responden a
dinámicas de obtención y manejo de poder; reconocer su carácter político también es reconocer
sus posibilidades como herramienta de definición del pasado.
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Por otra parte se encuentra una ruptura en donde por una parte se entiende a la memoria como
una posibilidad de dar cuenta del pasado de una forma rigurosa metódica frente a otra en donde
la pretensión central es la visibilización de los afectados más que la veracidad legal que pueda
tener un hecho. Tal ruptura sin embargo, puede verse como una posibilidad de complementación
entre ambos enfoques, en donde no existen puntos que se contradigan, solamente se alejan por el
énfasis que le dan al papel del recuerdo. Por otra parte de evidencia la voluntad de hacer visibles
hechos ocultos frente a la voluntad de hacer visibles hechos desconocidos.
Para las Víctimas de crímenes de Estado se debe hacer un énfasis al elaborar el recuerdo, en
donde la existencia de fuentes confiables y plurales asegura una memoria con la suficiente
rigurosidad para exigencias de justicia. Se establece que los testimonios de las víctimas son
insuficientes para dar cuenta de lo ocurrido en el pasado.
Al contrario de ello, el Centro Nacional de Memoria Histórica privilegia el lugar de las víctimas
en la elaboración de memoria y en su propia recepción. Se busca hacer una memoria desde y
para las víctimas, por lo cual han tenido que realizar diferentes procesos de construcción de lazos
de confianza, los cuales permitan contar con una legitimidad de la versión del pasado que se
produce.
El abordaje de las víctimas en la memoria, se menciona por parte de las Víctimas de Crímenes de
Estado como un proceso en el que más que recordar su nombre y el momento en que se
victimizó, debe centrarse en dar cuenta de su historia y carácter político, elementos que darían
cuenta de motivos por los cuales se victimizó y así mismo, daría paso a comprender las lógicas
de la guerra y la violencia sociopolítica.
Se menciona por parte de las Víctimas la necesidad de que más que pensar en hacer informes se
debe pensar en la forma en que pueden ser apropiados por la ciudadanía, esto si bien hace frente
a las lógicas de desapropiación, sigue invitando a que la "ciudadanía no afectada" siga
obteniendo una memoria producida y limitada, en donde no existe mucho espacio para pensar
más allá.
Dicha problemática también se ve en la iniciativa de dejar de hacer informes de memoria y
permitir otras formas de acercarse al pasado como las galerías de la memoria. En esa misma
lógica se ubica el Centro Nacional de Memoria Histórica al mencionar la existencia de procesos
de memoria centrados en el canto de las víctimas. Frente estas iniciativas es posible mencionar
89
que si bien los nuevos formatos propuestos podrían generar un interés más alto por parte de la
“Ciudadanía no afectada”, siguen siendo producciones de memoria con un contenido delimitado
y unas reflexiones ya inscritas y prefabricadas.
El Centro Nacional de Memoria Histórica reitera la tenencia de una autonomía política, esta
mención frecuente da cuenta de la forma en que se piensa desde el Grupo una tener una posición
política en el marco de un problema político como la memoria, podría generar implicaciones
negativas. Por su parte las Víctimas reconocen constantemente que sus motivaciones son
políticas en relación con la exposición de la criminalidad estatal.
En línea con lo desarrollado en éste apartado es posible evidenciar la forma en que los abusos de
memoria hacen presencia en ambos productores de memoria por medio de la memoria obligada,
ya que al reconocer el carácter político de la misma, reconocen que su posición al realizar
ejercicios de rememoración es la de buscar establecer su manera de elaborar el recuerdo en línea
con un deber de memoria, por lo cual entran a establecer mediante informes, galería, audios,
entre otros, esas formas de recordar que consideran las más adecuadas en relación con unos fines
ya sea de reivindicación y visibilización o de reconocimiento de lo ocurrido.
En lo que refiere a la forma en que esas maneras de concebir la memoria establecen a la
“ciudadanía no afectada”, se evidencia una exclusión en la construcción de la memoria como
objeto, relegando el lugar de los no afectados como aquellos que deben obtener un producto para
saber sobre el pasado y en el marco de éste generar las reflexiones que le sean posible.
90
4. Hacia una democratización de la memoria: consolidación de hallazgos, propuestas y
discusión.
El recorrido que nos ha traído hasta este punto ha permitido ahondar en una serie de dimensiones
problemáticas de la memoria en Colombia, específicamente en relación con procesos de
exclusión y desapropiación que han impedido que por medio del recuerdo de los hechos propios
de la guerra y la violencia sociopolítica en Colombia, se generen cambios que hagan de la
memoria una posibilidad transformadora, y en lugar de ello, esta ha tendido a fortalecerse como
una herramienta útil para procesos de legitimación de finalidades particulares.
El trabajo realizado tanto con la “ciudadanía no afectada” como con los productores de memoria
ha brindado elementos suficientes para el entendimiento de dicha situación y la posibilidad de
plantear propuestas para superar los problemas establecidos. Ambos elementos (resultados y
propuesta) se plasman a lo largo del presente capítulo, el cual se encuentra dividido en dos
partes: Un primer momento retoma los hallazgos establecidos al final del segundo y tercer
capítulo.
En tanto que tales resultados se encuentran desarrollados ampliamente en dichos capítulos, en
éste punto se mostrarán a modo de lista, en donde se enuncien de forma precisa los elementos
que surgieron fruto del trabajo realizado, tales resultados se muestran primero en relación con el
vínculo analógico de la “ciudadanía no afectada” y posteriormente en relación con los abusos de
la memoria.
Un segundo momento del capítulo establece una serie de propuestas, en donde partiendo de los
resultados establecidos, se generen elementos necesarios para pensarse un ejercicio de
“democratización de la memoria” en línea con el papel de la reconciliación.
Vínculo analógico de la “ciudadanía no afectada” (consolidación resultados)
Los elementos establecidos por parte de la “ciudadanía no afectada” se enlistan a continuación a
través de una división, en donde primero están aquellos que generan rupturas en el vínculo
analógico y posteriormente aquellos que lo refuerzan.
91
Generadores de rupturas
- La memoria se caracteriza primordialmente como una forma de manipulación, sin embargo tal
aseveración más que evidenciar un carácter propio de la memoria, está haciendo referencia a
unos esquemas de poder que son quienes ejercen tal manipulación. Se evidencia una utilización
del discurso por parte de la ciudadanía, en donde más que analizar su relación con la memoria,
busca justificar la falta de ejercicios críticos frente a las afectaciones de la guerra y la violencia
sociopolítica.
- Existe un desconocimiento frente a los procesos de elaboración de memoria en Colombia, que
desde hace varias décadas han centrado sus esfuerzos en la producción y documentación de los
hechos violentos que han marcado al país.
- El desconocimiento frente a las formas de hacer memoria hace que ésta se entienda como una
herramienta para cumplir fines personales, concibiendo a los dirigentes políticos y económicos
como los encargados de elaborarla y llevando a definir la memoria como la consolidación de
versiones oficiales que se emiten por parte de la prensa y comunicados gubernamentales.
- Se propone una reconstrucción objetiva del pasado violento, en donde se tenga un acceso a lo
ocurrido sin posturas de ningún tipo, donde el relato de lo ocurrido sea transparente e imparcial.
Tal iniciativa equipara a la memoria con la idea de historia formal, la cual es considerada como
neutra e imparcial, poseedora de una cierta verdad que permite un acceso puro al pasado,
dejando de reconocer que esta es fabricada por sujetos y en tal medida es elaborada a partir de
ejercicios de selección.
- Se alega frente a posiciones políticas, religiosas y/o morales que puedan intervenir en la
construcción de memoria, dejando de lado cualquier ejercicio analítico sobre el pasado que
reconozca posturas y lugares de enunciación, esperando que quien haga la memoria simplemente
relate los hechos y los establezca como la realidad.
- Se plantea elaborar una memoria en la que se omitan los hechos violentos y se dé énfasis a los
“positivos”, ya que el recordar hechos dolorosos sólo daría paso a la generación de rencor y odio
y por ende a nuevas prácticas violentas. Este planteamiento evidencia dos dificultades a la luz de
los fines de la investigación, en un primer momento desconoce a la memoria como plataforma
92
reflexiva que permite partir de los hechos violentos para generar nuevas formas de concebir la
realidad, identificando las condiciones de posibilidad que permitieron que se ejercieran las
violencias para así mismo generar procesos de difusión y transformación social que evite que se
repitan en el futuro. Por otra parte, buscar desconocer los eventos de un pasado violento, es a la
vez desconocer las historias de quienes las vivieron, negando el dolor de los afectados directos
que pueden encontrar en el reconocimiento social de lo que les pasó una suerte de alivio, y así
mismo negando las responsabilidades de quienes perpetraron los hechos y disponiendo las
condiciones para que se repita lo ocurrido.
- Se evidencia una suerte de solidaridad con quienes han sido afectados de forma directa pero no
se llega a relacionar la situación con las afectaciones que trascienden los marcos de espacio y
tiempo en que se desarrollaron los hechos. De manera que la consideración sobre las
afectaciones que sufren las víctimas se constituye tanto en un elemento que las reconoce como
sujetos que tienen construcciones ontológicas al igual que nosotros, pero aleja de nuestra
cotidianidad las repercusiones de la guerra, se siente solidaridad por la situación de afectación de
los otros pero no se reconoce la propia25
, aquí el vínculo analógico se establece como una
herramienta argumentativa más que una posibilidad para avanzar en procesos de reconciliación.
- Se establece que al no haber vivido los hechos propios de la guerra, existe una imposibilidad
por parte de la “ciudadanía no afectada” de reconocer algún tipo de repercusión en su vida a
partir de lo ocurrido.
- Se plantea que al no haber vivido los hechos es posible justificar una imposibilidad de saber si
las víctimas dicen la verdad al contar sus versiones del pasado. De esta manera se blinda
cualquier posibilidad de generar procesos de reconocimiento de las afectaciones y reflexión
sobre el pasado de la violencia.
- Se construye una imagen de víctima como un sujeto alejado del contexto de la ciudad, como
una suerte de campesino que al vivir en zonas rurales ha enfrentado de primera mano a la guerra
y sus actores armados. Esta situación da muestra de una imagen establecida con respecto a
25
En este punto resulta oportuno realizar una pausa para hacer una aclaración con respecto a las finalidades de la investigación. Si bien se propugna por un reconocimiento de las repercusiones que nos genera la violencia, no se busca equiparar el grado de afectación existente entre las víctimas directas de los hechos y una sociedad general que se enfrenta a sus repercusiones estructurales en la cotidianidad, pero que no ha sentido en su cuerpo y emocionalidad un sufrimiento a causa de lo ocurrido.
93
quienes son afectados por la guerra, negando tanto la forma en que todos nos enfrentamos a sus
repercusiones, como a otras formas de victimización que no ocurren en lo rural bajo las propias
lógicas de la guerra. Se evidencia un desconocimiento de la violencia sociopolítica que acontece
en el país.
- Existe una ausencia de las fuerzas militares al hacer mención sobre las dinámicas de la
violencia. Se desarrollan posturas y relaciones con las víctimas directas de los hechos, con los
grupos armados ilegales e incluso se hace mención al gobierno en su dimensión estructural para
analizar su influencia en la guerra y violencia sociopolítica, sin embargo el papel del ejército
colombiano en los enfrentamientos y masacres no se menciona, ya sea porque se considere
políticamente incorrecto levantar juicios sobre éste, o porque no se considera pertinente
abordarlo como tema de discusión. Frente a dicha situación no hay elementos que permitan
realizar un análisis más allá de lo enunciado, sin embargo se deja abierto a nuevas formas de ser
entendido.
- Se elaboran imágenes homogéneas de los actores armados ilegales de la guerra en donde un
guerrillero o un paramilitar se construyen de una forma específica y deben ser entendidos como
seres homogéneos sin historias particulares, lo que impide entender la complejidad de sus
actuaciones en la guerra y violencia sociopolítica.
- La utilización de términos como “los colombianos” o “la gente” es algo común para abordar el
tema indagado, es decir, se hace una crítica con respecto a la relación entre “ciudadanía no
afectada”, memoria y actores de la guerra, pero se realiza un alejamiento de dicha ciudadanía, se
realiza un análisis desde afuera desconociendo el lugar de enunciación y generando una ruptura.
- Esa autoexclusión de la “ciudadanía no afectada” se basa en una aparente superioridad frente a
los otros, mediada por un conocimiento y actitud reflexiva con respecto a la violencia y el pasado
del país. Se constituye así el conocimiento sobre la realidad nacional como un elemento de
distinción que genera ruptura dentro de la “ciudadanía no afectada”.
- La existencia de una postura reflexiva que de paso a acciones que busquen abordar el pasado
violento y generar beneficio a las víctimas se ve con desconfianza, ya que quien lo haga es
considerado como alguien que persigue intereses personales en el tema. De esta forma no se ve
el recuerdo de los hechos y la relación de apoyo con los otros como un deber sino como una
amenaza.
94
Reforzadores del vínculo analógico
En este punto se encuentran elementos enunciados por la misma “ciudadanía no afectada”, los
cuales no deben ser vistos en contraposición a los mencionados como generadores de rupturas ya
que fueron mencionados por los mismos sujetos, al contrario deben ser entendidos como salidas
a las problemáticas planteadas.
- Se propone que la memoria no sea vista como un producto que debe ser aprendido sino como
un elemento a interiorizar por medio de prácticas y ejercicios reflexivos, lo cual se complementa
con la necesidad de establecer para qué sirve la memoria, ya que si no se llega a un acuerdo
fundamental sobre los fines que debe perseguir un ejercicio de rememoración colectiva, esta no
va a ser sólida ni va a generar transformaciones sociales.
- Se apela a la función general que tendría la memoria de establecerse como un marco
comprensivo por medio del cual reconozcamos nuestro presente como producto de una serie de
sucesos y acontecimientos históricos que nos han marcado de formas específicas. Tal
planteamiento no fue debatido en ningún momento por la “ciudadanía no afectada”, ya que si
bien se entró a cuestionar la forma en que se hace memoria en Colombia, nunca se buscó
denigrar su posibilidad de comprender el presente.
- Se piensa la memoria como un ejercicio de pluralización, lo cual hace frente a la idea de
memoria objetiva a partir de mencionar que el pasado debe elaborarse a varias voces, en donde
quepan las diferentes versiones de lo ocurrido, lo cual permita una comprensión más completa de
los hechos.
- El discurso de la ciudadanía rechaza los actos violentos ocurridos en el marco de la guerra y la
violencia sociopolítica. Al plantear su descontento con dicha situación, la ciudadanía muestra un
alto grado de indignación especialmente frente a la violencia ejercida sobre los integrantes de la
sociedad civil, lo cual da muestra de un relacionamiento que media la constitución del vínculo
analógico, ya que el rechazo de los actos de victimización debe pasar por una reflexión en la que
se entienda a partir de la experiencia personal, el sufrimiento que se puede llegar a sentir.
- Se realizan procesos de alteridad al ponerse en el lugar de la víctima para poder reflexionar
frente al sufrimiento que yo podría sentir al estar en su situación; posteriormente se plantea dotar
a la imagen de víctima de una serie de propiedades que no le suelen ser reconocidas
95
generalmente y que dan cuenta de su posibilidad de transmitir el pasado, no como pruebas
testimoniales para procesos judiciales, sino como sujetos portadores de conocimientos y
reflexiones.
- Se propone que debe haber un contacto directo con las víctimas por medio de ejercicios de
conversación, en donde a partir del encuentro con el otro, sea posible adquirir los conocimientos
que éste tiene para ofrecerme y por medio de los cuales puedo reconocer la forma en que nos ha
afectado la guerra y la violencia sociopolítica.
- Se reconoce que los actores armados ilegales de la guerra tienen una historia, y así mismo
ingresaron en las lógicas de la guerra y la violencia sociopolítica producto de unas condiciones
propias del contexto en el que se ubicaban, las cuales no justifican la decisión de ejercer
violencia sobre los otros, pero sí brindan elementos que permiten una comprensión más amplia
de las dinámicas que se abordan.
Abusos de la memoria (consolidación resultados)
La indagación por los abusos de la memoria se realizó con dos productores de memoria, a saber,
el Grupo (Centro) de Memoria Histórica y las Víctimas de crímenes de Estado, el
relacionamiento de los textos obtenidos a la luz de la memoria manipulada y la memoria
obligada dio paso al establecimiento de unos hallazgos centrales que se enlistan a continuación.
- Existe una ausencia de elementos en los dos textos que permitan establecer ejercicios de
rememoración por medio de los cuales se manipule la memoria. Éste primer abuso, en donde se
utilizaría la memoria para fortalecer una identidad establecida por las estructuras de poder
mediante una dimensión negativa de la ideología, no hace presencia, lo que da paso a concluir
que los posibles abusos que se realizan de la memoria, no ocurren en relación con esquemas de
autoridad y poder imperantes en lo social.
- En relación con la memoria manipulada, se puede establecer que la el reforzamiento de
identidad hace presencia en términos positivos, tendientes a la integración de la siguiente forma:
por parte de las Víctimas de crímenes de Estado se evidencia la utilización de la memoria en
relación con el fortalecimiento de la identidad de las víctimas, pero se dejan abiertas
posibilidades de una inclusión de la ciudadanía y una resignificación del papel de los afectados,
pasando de sujetos pasivos a sujetos políticos. Surge así la utopía en su dimensión subversiva
96
para equilibrar el peso de la huella ideológica en relación con la constitución de identidad. Por su
parte, el Centro Nacional de Memoria Histórica utiliza la memoria como un recurso que permite
un reconocimiento de las diferentes agrupaciones de víctimas en el país con sus particularidades,
de manera que es un elemento que contribuye a que se elaboren identidades específicas, no en
línea con esquemas de autoridad, sino a partir de las elaboraciones locales, la memoria se
establece en relación con la dimensión positiva de la ideología.
- Ambos productores reconocen a la memoria un carácter primordialmente político, en donde se
mueven una serie de intereses que responden a dinámicas de obtención y manejo de poder;
reconocer su carácter político también es reconocer sus posibilidades como herramienta de
definición del pasado.
- Existen puntos de alejamiento entre los productores a partir de la finalidad que se le da a la
memoria, ya que por una parte se ve como una posibilidad de dar cuenta del pasado de una forma
rigurosa y metódica (Víctimas de crímenes de Estado) frente a otra en donde la pretensión
central es la visibilización de los afectados más que la veracidad legal que pueda tener un hecho
(Centro Nacional de Memoria Histórica). Tal ruptura sin embargo, puede verse como una
posibilidad de complementación entre ambos enfoques, en donde no existen puntos que se
contradigan, solamente se alejan por el énfasis que le dan al papel del recuerdo. Por otra parte de
evidencia la voluntad de hacer visibles hechos ocultos frente a la voluntad de hacer visibles
hechos desconocidos.
- Para las Víctimas de crímenes de Estado se debe hacer un énfasis al elaborar el recuerdo, en
donde la existencia de fuentes confiables y plurales asegura una memoria con la suficiente
rigurosidad para exigencias de justicia. Se establece que los testimonios de las víctimas son
insuficientes para dar cuenta de lo ocurrido en el pasado.
- El Centro Nacional de Memoria Histórica privilegia el lugar de las víctimas en la elaboración
de memoria y en su propia recepción. Se busca hacer una memoria desde y para las víctimas, por
lo cual han tenido que realizar diferentes procesos de construcción de lazos de confianza, los
cuales permitan contar con una legitimidad de la versión del pasado que se produce.
- El abordaje de las víctimas en la memoria, se menciona por parte de las Víctimas de Crímenes
de Estado como un proceso en el que más que recordar su nombre y el momento en que se
victimizó, debe centrarse en dar cuenta de su historia y carácter político, elementos que darían
97
cuenta de motivos por los cuales se victimizó y así mismo, daría paso a comprender las lógicas
de la guerra y la violencia sociopolítica.
- Se menciona por parte de las Víctimas la necesidad de que más que pensar en hacer informes se
debe pensar en la forma en que pueden ser apropiados por la ciudadanía, esto si bien hace frente
a las lógicas de desapropiación, sigue invitando a que la "ciudadanía no afectada" siga
obteniendo una memoria producida y limitada, en donde no existe mucho espacio para pensar
más allá.
- Existe la iniciativa por parte de las Víctimas de crímenes de Estado de dejar de hacer informes
de memoria y permitir otras formas de acercarse al pasado como las galerías de la memoria. En
esa misma lógica se ubica el Centro Nacional de Memoria Histórica al mencionar la existencia
de procesos de memoria centrados en el canto de las víctimas. Frente estas iniciativas es posible
mencionar que si bien los nuevos formatos propuestos podrían generar un interés más alto por
parte de la “Ciudadanía no afectada”, siguen siendo producciones de memoria con un contenido
delimitado y unas reflexiones ya inscritas y prefabricadas.
- El Centro Nacional de Memoria Histórica reitera la tenencia de una autonomía política, esta
mención frecuente da cuenta de la forma en que se piensa desde el Grupo una tener una posición
política en el marco de un problema político como la memoria, podría generar implicaciones
negativas. Por su parte las Víctimas reconocen constantemente que sus motivaciones son
políticas en relación con la exposición de la criminalidad estatal.
- En línea con lo desarrollado en éste apartado es posible evidenciar la forma en que los abusos
de memoria hacen presencia en ambos productores de memoria por medio de la memoria
obligada, ya que al reconocer el carácter político de la misma, reconocen que su posición al
realizar ejercicios de rememoración es la de buscar legitimación de su manera de elaborar el
recuerdo en línea con un deber de memoria, por lo cual entran a establecer mediante informes,
galería, audios, entre otros, esas formas de recordar que consideran las más adecuadas en
relación con unos fines ya sea de reivindicación y visibilización o de reconocimiento de lo
ocurrido.
- En lo que refiere a la forma en que esas maneras de concebir la memoria establecen a la
“ciudadanía no afectada”, se evidencia una exclusión en la construcción de la memoria como
98
objeto, relegando el lugar de los no afectados como aquellos que deben obtener un producto para
saber sobre el pasado y en el marco de éste generar las reflexiones que le sean posible.
Propuesta: reconciliar para democratizar.
Habiendo abordado y desarrollado hasta este punto los objetivos perseguidos por la
investigación, en donde se brindó un panorama general que da cuenta de los elementos
principales que sustentan la ineficacia social con que cuenta la memoria en relación con procesos
de transformación social, a continuación se busca realizar una propuesta, que a partir de los
hallazgos obtenidos, muestre las posibilidades que habría de generar dicha transformación por
medio de una “democratización de la memoria” en el marco de ejercicios de reconciliación.
La democratización referida es una propuesta compuesta por una serie de elementos que surgen a
partir de la reflexión sobre los puntos problemáticos identificados a lo largo de la investigación,
planteando la posibilidad de dar paso a una resignificación de la memoria, constituyéndola como
un elemento que debe ser apropiado de igual manera por toda la ciudadanía. Democratizar es
hacer común esa memoria que se ha ido encapsulando en esferas y grupos sociales determinados,
dando paso a una ineficacia de la misma.
Un tema que sobresale y se establece como un pilar de la inefectividad de la memoria es la
constitución de esta como un producto. La situación es problemática desde el momento en que se
entiende que los productos ya están preestablecidos para ser consumidos. Si no se generan
relaciones de sensibilidad con el pasado violento del país no es posible que haya una
identificación frente a lo ocurrido. Se debe propugnar por la memoria como práctica social, en la
que no existan unos productores determinados, en quienes descansa la responsabilidad de
reconocimiento de afectaciones, sino en donde el grueso de lo social realice ejercicios de
reflexión en torno a lo sucedido. De avanzar en dicho objetivo ya no se requeriría un deber de
memoria para dar cuenta de los procesos de rememoración, sino que se daría paso a la memoria
como un elemento transversal en lo social, como constitutivo de la ciudadanía.
Otro elemento que se observa de forma transversal en los resultados obtenidos, establece que no
hay un consenso sobre un para qué de la memoria, ni entre los productores de memoria, ni entre
la “ciudadanía no afectada” y posiblemente tampoco entre las víctimas en general. La memoria
ha sido dotada de una lista inagotable de responsabilidades y prejuicios que más que potenciar
sus posibilidades de transformación, la limitan y dividen, existe una suerte de especialización de
99
la memoria para servir a reivindicaciones particulares, lo que fragmenta sus posibilidades de
incidir en la realidad.
La falta de consenso frente a los fines de la memoria cuenta con una especial importancia siendo
otro pilar de la inefectividad de ésta, en la medida en que el trabajo de investigación ha permitido
establecer cómo la forma en que la memoria es vista con desconfianza por parte de la
“ciudadanía no afectada” (en tanto que se puede consolidar cómo un elemento de manipulación
por parte del poder) no se corresponde con la forma en que es producida, ya que se evidenció una
ausencia de manipulación de la memoria que responda a unos fines legitimadores del esquemas
de autoridad. De manera que para abordar la ineficacia de la memoria no debe hacerse tanta
centralidad (en un primer momento) en la forma en que se hace, sino en la forma en que se
entiende como concepto.
Esta situación plantea un panorama en el que existen décadas de trabajo sobre memoria en
Colombia desde varios sectores, y sin embargo no se tienen consensos básicos frente al carácter
teleológico de la misma, la memoria se ha constituido en su carácter político cada vez más como
una herramienta de defensa o de visibilización, pero no ha sido pensada como un bien común
que, de establecer un marco compartido de acción en donde se respeten las diferentes
particularidades, podría generar transformaciones sociales de forma efectiva en relación con
ejercicios de justicia, paz, visualización de las víctimas y victimarios, no repetición, entre otros.
Frente dicha situación, surge la reconciliación como plataforma que permitiría una visión
compartida de los modos de recordar.
La reconciliación, al igual que la memoria ha sido entendida de varias formas desde distintos
puntos de vista, lo que le da un carácter difuso en el marco de los procesos de rememoración,
incluso dentro del trabajo con la ciudadanía y los productores de memoria se evidenciaron
distintas concepciones, por lo cual a continuación, partiendo de tales nociones se elabora un
concepto de la reconciliación en pro de la democratización.
Por parte de la “ciudadanía no afectada” se entiende como una construcción gubernamental
forzada, la cual se relaciona con el perdón y se ve como un elemento que legitima unos
discursos, junto con ello se menciona que dicho perdón no puede ser forzado, es algo que se da
de forma espontánea y personal.
100
Por parte de las Víctimas de crímenes de Estado la reconciliación se concibe en los siguientes
términos:
Frente a la reconciliación, yo creo que gran parte del MOVICE y las organizaciones que la
conforman, pero también otras, pienso en ASSFADES, tienen una visión crítica frente a la
reconciliación, o tenemos, porque a veces la reconciliación en distintos países y aquí en Colombia
también lo hemos vivido, termina siendo como una cosa forzada que termina pasando por encima
de los derechos de las víctimas, y uno lo puede ver en la experiencia con los paramilitares, hubo
mucho procesos en el nivel local donde se realizaron procesos de reconciliación forzada, donde las
víctimas terminaron re victimizadas. (Diana Gómez, entrevista, anexo 6)
El Centro Nacional de Memoria Histórica la entiende de la siguiente forma:
Los temas de la reconciliación a veces tienden a poner como de manera muy simplista,
simplemente aceptar que hubo errores personales, errores colectivos, errores sociales, errores
políticos y cerremos página, y yo creo que la memoria no es ajena a los temas de la reconciliación
pero le pone unos condicionantes básicos, primero es ese, pensamos que es el tema del
reconocimiento de lo que ha pasado y quiénes lo han hecho, porque el problema es que tiende a
olvidarse mucho con el tema de la reconciliación que el tema de las responsabilidades no puede
ser ajeno. (…) ¿Quiénes se reconcilian? Bueno, se reconcilian muchos, se reconcilian primero
obviamente se reconcilian las partes enfrentadas, finalmente cuando se ponen a la mesa gobierno e
insurgencia están abriendo espacios, creando el camino para resolver los antagonismos, o no
resolver los antagonismos, sino resolver la manera en que deben enfrentarse los antagonismos,
aceptando que hay discursos, que hay proyectos distintos, que la insurgencia no se sienta allí
renunciando a lo que es y a lo que quiere seguir siendo. Probablemente hay muchas líneas de
continuidad en el proyecto, porque a lo que se están sentando es a reconocer que a lo que estaban
aspirando con las armas, si el proceso llega a buen término, se podrá hacer por otros medios.
(Gonzalo Sánchez, entrevista, anexo 7)
Estas posturas establecen una fuerte relación entre el perdón y la reconciliación, lo cual
evidentemente genera una serie de reclamos y contradicciones dada la constitución política que
ha venido adhiriéndose a la noción de perdón en el marco de la violencia. Al contrario de ello, el
perdón se desliga aquí de la reconciliación y se entiende a esta última, más que como un
elemento dotado de un carácter político, como una posibilidad ética.
101
Dicha posibilidad ética se plantea como propuesta para responder a un riesgo y como una
posibilidad de para resolver una diferencia.
El riesgo mencionado se evidencia al sugerir que la memoria sea concebida como una práctica y
no como un producto. Se han desarrollado las posibilidades que existen de abusar de la memoria
en el momento en que se ejerce. Practicar la memoria requiere un imperativo ético que guie las
formas en que se realiza, ya que de lo contrario podrían darse las condiciones para que la
ineficacia actual de la memoria sea reforzada. En lo que refiere a la diferencia que llega a
resolver la reconciliación, se hace mención a aquel conflicto en el que no hay consenso frente a
un para qué de la memoria y que exige la constitución de un eje compartido desde el cual se
parta para concebir el pasado.
La reconciliación alejada de la idea de perdón se entiende aquí como un ejercicio del
reconocimiento de las afectaciones que el pasado ha dejado en la vida de cada quién. Por medio
de la indagación sobre las formas en que la guerra y la violencia sociopolítica han determinado
mi presente, es posible un ejercicio de reconciliación, no con los otros sino con mi pasado. Esa es
la posibilidad que brinda la reconciliación para establecer un eje común de acción.
Una reconciliación con el pasado es la práctica que fundamenta y da paso a cualquier otro tipo de
reconciliación social que pueda existir, en tanto que reconciliarme con lo ocurrido implica una
comprensión compleja de la forma en que ocurrió, de su contexto y sus actores. Tal
reconciliación permite entender las dinámicas de lo cotidiano a la luz de lo ocurrido, establece un
vínculo en el que por medio de verme como un producto histórico, voy a poder pensarme un
futuro que aprenda de lo ocurrido y que en ese mismo orden, reconozca a los otros. La
reconciliación posibilitaría así un reconocimiento del pasado, una comprensión de mi presente, y
una proyección de mi futuro.
El elemento que haría posible avanzar en la reconciliación como eje transversal y como
posibilidad ética para la memora como práctica es uno de los marcos interpretativos utilizado en
la investigación: el reconocimiento de las afectaciones y la guerra sociopolítica en Colombia.
De esta forma el reconocimiento de las afectaciones contendría la posibilidad de reconciliación y
de establecimiento del eje de acción común para pensarse la memoria desde una noción
colectiva, en donde no se haga una producción de la memoria en la que esas afectaciones se
describan, sino en donde se generen acciones para que la ciudadanía reflexione con respecto a lo
102
ocurrido y se saque a la memoria de su campo limitado de elaboración para que pueda ser
democratizada.
Democratizar la memoria es sacarla de las condiciones de producción en las que se ha venido
desarrollando por unos pocos, si bien es importante la elaboración de documentos históricos que
permitan un acceso a lo ocurrido, democratizarla es establecerla como una práctica común,
donde además de ver las afectaciones también reconozcamos nuestras responsabilidades en lo
ocurrido.
Un camino para avanzar en procesos de democratización de la memoria, en donde se consolide
como un elemento inherente a la ciudadanía al ser una práctica guiada por un principio ético de
reconciliación es seguir abordándola desde lo académico por medio de la interdisciplinariedad.
Seguir indagando por las formas en que se ha construido la idea de memoria, es el primer paso
para poder encontrar la forma de reformularla en lo práctico y establecer estrategias efectivas que
lleven a democratizarla, sin embargo se requiere de más gestiones que posibiliten que tal
iniciativa se consolide a la luz del trabajo que viene para la memoria en el marco de procesos de
dialogo entre actores armados.
Sin embargo, junto con las iniciativas académicas se requiere de esfuerzos institucionales,
políticos e incluso económicos pendientes por ser desarrollados, la situación exige preguntarnos
¿De qué manera es posible generar una articulación de sectores, que teniendo como eje común la
reconciliación, establezcan acciones en miras hacia una democratización de la memoria?
103
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