Introducción
Los biocombustibles ocupan un lugar especial como fuente de energía renovable. Como
uno de los pocos combustibles alternativos a los combustibles fósiles en el sector del transporte,
los biocombustibles se consideran importantes para la seguridad energética y un recurso para la
diversificación de las fuentes de energía, así como promotores en algunos casos de un mejor
acceso a los combustibles para el transporte en zonas remotas. También se considera que los
biocombustibles contribuyen al desarrollo agrícola y rural, generando oportunidades de empleo
en los sectores asociados, es decir, agricultura, industria, infraestructura e investigación. Para los
países importadores de petróleo, constituyen un medio para reducir su factura de importación del
mismo. Para los principales países productores de biocombustibles, suponen nuevas inversiones
y oportunidades comerciales junto al desarrollo de mercados internacionales. A menudo también
se considera a los biocombustibles como una forma de contribuir a mitigar el cambio climático
mediante la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero del transporte, generando
menos contaminantes atmosféricos a nivel local. Se perciben como un medio para aumentar la
eficiencia de los sistemas alimentarios incrementando la productividad, por ejemplo mediante el
uso de residuos y desechos agrícolas, al tiempo que generan ingresos adicionales para los
agricultores si logran un mejor acceso al mercado (ver fao, Mayo, 2012).
Ante la situación actual, la tendencia decreciente de los combustibles fósiles, el exceso de
emisiones de CO2, cambio climático, la crisis alimentaria y la crisis energética a nivel mundial
se ha pensado y en el caso de algunos países se han tomado medidas para contrarrestar sus
efectos, mediante el uso de bioenergéticos. En el caso de México Ante la situación actual: la
tendencia decreciente de los combustibles fósiles, el exceso de emisiones de CO2, el cambio
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climático, la crisis alimentaria y la crisis energética a nivel mundial, se ha pensado tomar, y en el
caso de algunos países se ha tomado, medidas para contrarrestar sus efectos mediante el uso de
bioenergéticos. En el caso de México, el 1º de febrero de 2008, el Gobierno Federal y el
Congreso de la Unión expidieron en el Diario Oficial de la Federación la Ley de Promoción y
Desarrollo de los Bioenergéticos (lpdb). La naturaleza principal de la ley es promover y
desarrollar los bioenergéticos para el bienestar social, fomentando la actividad agropecuaria y
forestal; al mismo tiempo, con el fin de favorecer la transición energética y el desarrollo
sustentable como entorno que permitan avalar el apoyo al campo mexicano, estableciendo las
bases necesarias para la promoción del desarrollo e investigación en tecnología obligatoria para
la utilización de los bioenergéticos (Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, Art.
25 y 27, fracción XX)
En el continente Americano los principales países que han desarrollado biocombustibles
son Estados Unidos y Brasil. Otra de las regiones que ha incrementado las investigaciones y
estudios sobre biocombustibles es la Unión Europea. México, a pesar tener muy poco tiempo
dentro de este campo, ha logrado varias investigaciones importantes mediante el Instituto
Nacional de Investigaciones Forestales Agrícolas y Pecuarias (inifap) y la Secretaria de
Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa).
Las políticas de biocombustibles en Estados Unidos, la Unión Europea, Brasil y otros
países, se benefician a menudo de un apoyo público notable, ya sea en términos de aranceles, de
mandatos para realizar mezclas con la gasolina o diésel, o de subvenciones. Las tendencias
actuales de crecimiento del mercado mundial de biocombustibles (aumento del 400% entre 2000
y 2008) han motivado controversias a diferentes niveles y entre las numerosas partes interesadas
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(desde grupos de países hasta entidades de negocios y consumidores individuales), debatiéndose
ampliamente sus efectos económicos, medioambientales y sociales (fao/hlp (Food and
Agriculture Organization of the United Nations/High Level Panel of Experts on Food Security
and Nutrition), 2012).
La Secretaría de Energía (Sener), ha expedido cierta legislación y ha generado
investigaciones sobre la viabilidad de producir biocombustibles. La promoción es parte del
objetivo de muchos legisladores que pretenden el desarrollo de biocombustibles en México que
se ha convertido en un objetivo de política gubernamental dentro del Plan Nacional de Desarrollo
2007-2012 (Estrategia 15.141).
En el actual gobierno, con el Pacto por México se ha establecido como “Acuerdo 2 el
crecimiento económico, empleo y competitividad, mismo que tiene entre sus compromisos
incrementar el financiamiento para la investigación científica y desarrollo tecnológico (Gobierno
Federal, 2012, Compromiso 46); impulsar la investigación y el desarrollo de proyectos de
energía a partir de fuentes renovables, como la energía solar y la eólica a fin de reducir nuestra
dependencia de los combustibles fósiles (Compromiso 49); aprovechar el potencial de los
residuos de todo el país (Compromiso 53), y reactivar el campo mexicano para garantizar la
seguridad alimentaria como una política de Estado (Objetivo 2.8) (Ver Sagarpa, 2013b).
Los avances en bioenergéticos realizados por el Gobierno Mexicano para la producción
de biodiésel y bioetanol van en dos perspectivas, una por la parte de cultivos ya conocidos y la
otra por los cultivos llamados “nuevas especies”. En las investigaciones de cultivos ya conocidos
tenemos, para la producción de bioetanol, los cultivos sorgo dulce y remolacha, y para la
producción de biodiésel, las plantas oleaginosas como el cártamo, las semillas de soya, el girasol,
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la jatropha o la palma de aceite, además del producido con aceite de cocina usado o el de grasas
animales). En la otra perspectiva tenemos “las nuevas especies”: Crescentia cujete, Thevetia
peruviana, Scheelea Lundelli y Acrocomia mexicana. Las cuatro para la producción de
biocombustibles.
Actualmente existen diversos estudios sobre los bioenergéticos o biocombustibles,
también hay controversia en si es factible o no cultivarlos, producirlos y consumirlos. Ha ciencia
cierta no se ha comprobado si realmente hay menores emisiones de CO2 al producir estos
bioenergéticos. En lo que respecta al consumo final de los bioenergéticos, no hay suficientes
empresas, transporte o medios que utilicen biocombustibles.
El objetivo de este trabajo es explorar las motivaciones que han impulsado a desarrollar
esquemas de producción de biocombustibles. Se analizará las limitaciones y los problemas que
han presentado dichos esquemas. También se indagará la importancia del desarrollo e
investigación tecnológica para dar viabilidad a la industria de la bioenergía.
Generaciones de biocombustibles
Actualmente existen muchos cultivos que podrían reemplazar a los combustibles fósiles,
pero no todos son viables económicamente, algunos podrían poner en riesgo el consumo humano
y en algunos casos la soberanía alimentaria. La clasificación de los biocombustibles depende de
la materia prima que se utiliza para su elaboración. Actualmente existen 3 generaciones de
biocombustibles, la primera generación utiliza cultivos alimenticios que se procesan por medios
convencionales, es el caso del bioetanol que se obtiene de la caña de azúcar o la remolacha, o el
biodiésel que proviene de las semillas de cártamo o girasol. Esta forma de producir
biocombustibles ha sido fuertemente criticada, principalmente porque los agricultores han
preferido cambiar de cultivos no tan rentables, pero necesarios para el consumo humano, a
cultivos rentables para la producción de biocombustibles.
En estudios realizados por la Sagarpa se ha hecho hincapié en la oportunidad de producir
biocombustibles de primera generación para el aprovechamiento de tierras de baja productividad
sin perjudicar la producción de alimentos . Sin embargo, las tierras de baja productividad
requieren de mayor inversión para generar cultivos rentables.
Los biocombustibles llamados segunda generación son los que se elaboran con materia
prima que puede convertirse en celulosa . Muchos de estos métodos están en experimentación y
todavía no son económicamente rentables, pero la velocidad a la que se desarrollan sus
tecnologías es muy alta, por lo que existe la posibilidad de que en el mediano plazo den
resultados satisfactorios que permitan su implementación (Ver Sener, 2014).
La tercera generación es la que utiliza cultivos específicos, el cultivo más estudiado para
la producción de biocombustibles de tercera generación es el de algas, pues éstas contienen un
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gran potencial energético debido a la captura de la gran cantidad de energía solar y a su rápida
reproducción. Pero a pesar de ser una de los cultivos potencialmente viables por la cantidad de
energía que posee, la tecnología que se requiere para una producción mayor de biocombustible
con algas no es económicamente rentable.
Esquemas de producción de biocombustibles
El actual gobierno ha enfatizado en el desarrollo de “energía para abastecer al país con
precios competitivos, calidad y eficiencia a lo largo de la cadena productiva” (Gobierno Federal,
2013). México ha logrado incursionar en los estudios e investigaciones sobre los diferentes
cultivos que podrían sustituir a los combustibles fósiles, aunque aún no ha logrado producir su
propia tecnología para la elaboración de éstos. Gracias a organizaciones internacionales como la
FAO es que la información de biocombustibles ha llegado a diferentes países. Este avance
internacional ha dado la base a México para entender de mejor forma el papel de los
biocombustibles. En la siguiente figura se muestra de manera esquemática los impactos de los
biocombustibles, la flecha verde sencilla entre A y B muestra los efectos “positivos” (el efecto A
incrementa el efecto B). La flecha roja muestra los efectos “negativos” (el efecto A reduce o
disminuye el efecto B). Comienza con la adopción de políticas o la demanda de biocombustible,
que desencadena una mayor competencia respecto a los productos, lo cual se traduce a su vez en
una serie de efectos: i) en el sistema de producción, el aumento de la competencia por los
recursos (en la parte inferior a la izquierda de la Figura); ii) en los hogares, tanto agrícolas como
no agrícolas (en la parte inferior de la Figura); iii) en general, en el desarrollo rural y la economía
nacional (a la derecha de la Figura). No se hace una distinción entre la magnitud de los distintos
efectos y los bucles de realimentación, ni entre las repercusiones a largo y a corto plazo (FAO/
HLP, 2012).
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Fig. 1.1 Impacto de los biocombustibles en diversos aspectos de la economía mexicana.
Fuente fao/hlp, 2012.
A pesar de las múltiples investigaciones sobre los impactos, tanto negativos como
positivos, de la utilización de biocombustibles, no se ha llegado a una respuesta certera sobre su
utilización. El avance de la tecnología podría ayudar a mejorar estos procesos de producción de
biocombustibles, pero en lo que respecta a la utilización de tierras para cultivos de consumo
humano, aún no existen estrategias para utilizar algunas de baja productividad con viabilidad
económica o para que los precios de cultivos como el de la caña de azúcar no impacte en el
poder adquisitivo para el consumo humano.
México necesita seguir su propio modelo de producción, distribución, circulación y
consumo de biocombustibles. Puesto que aún no se avanza en el desarrollo de transporte que
utilizará este insumo, tampoco existe la suficiente capacitación para aquellos que deseen formar
grupos especializados en el desarrollo de biocombustibles. En lo que respecta a la tecnología
necesaria, México no ha desarrollado suficiente capacidad instalada para producir bioenergía que
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satisfaga la necesidad de la sociedad. Hay dos formas de producir bioenergía, una es la
producción de bioetanol y la otra es la producción de biodiésel.
El bioetanol puede obtenerse de dos tipos de cultivos: los que son ricos en azúcares y los
que son ricos en almidones. El proceso para ambos es muy similar, siendo su principal diferencia
que los cultivos ricos en almidón requieren de un paso adicional al inicio del proceso llamado
hidrólisis enzimática (Sagarpa, 2011a).
Fig 1.2 Esquema tecnológico de los procesos de producción de bioetanol.
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Fuente: Sagarpa, 2011a.
Como suele suceder, en los mercados nuevos no existe una rentabilidad asegurada para
ninguno de los cultivos ni de los métodos de producción, pero todos presentan oportunidades
para los inversionistas que deseen tomar el reto: México requerirá de grandes cantidades de
bioetanol y Pémex será el organismo encargado de comprarlo. Hay un mercado internacional que
crece a pasos agigantados y que hace de la exportación un prospecto interesante. Todos los
métodos de cultivo y cosecha, así como los procesos industriales de producción, son susceptibles
de mejora y optimización y existen oportunidades de negocio, tanto para grandes industriales
como para pequeños emprendedores o cooperativas campesinas, así como para ingenios
azucareros (Sagarpa, 2011f).
El problema de una inversión sin rentabilidad asegurada podría generarse principalmente
por la falta de capacitación de quienes quieran desarrollarse en este ámbito, además de lo costosa
que es la capacidad instalada que se requiere.
Las inversiones para instalar una planta procesadora de bioetanol van desde los 15
millones de dólares y dependiendo de si se trata de hacer modificaciones a ingenios azucareros
existentes para optimizar la producción de bioetanol o si la intención es crear una planta
enteramente nueva, dedicada sólo a la producción de bioetanol estas pueden variar en gran parte
por la tecnología a emplear (Sagarpa, 2014). Dependiendo del tipo de proyecto, su organización
y beneficios sociales, existe la posibilidad de acceder a apoyos gubernamentales, que van desde
la implementación de esquemas de capital de riesgo y capitalización así como, garantías para
acceder al crédito comercial o de la banca de desarrollo (Sagarpa, 2014).
El potencial productivo es estimado por el Instituto Nacional de Investigaciones
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Forestales Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) e incluye las tierras agrícolas de temporal en la que es
susceptible la siembra de insumos para bioenergéticos, sin embargo este potencial no significa
que estén disponibles para la cocecha de los mismos. Para el etanol la caña de azúcar
actualmente se cosecha en aproximadamente 700 mil hectáreas, sin embargo su potencial
productivo (alto y medio) es de más de 4 millones de hectáreas. De sorgo grano existen 4.83
millones de hectárea con potencial productivo alto, con un rendimiento de hasta 2,800 litros de
etanol por hectárea (Sagarpa, 2014)..
La remolacha azucarera es un cultivo cuya superficie registrada en México es muy
incipiente, sin embargo su potencial productivo es de más de 2 millones de hectáreas de
temporal. De Sorgo dulce existe un potencial de 2 millones de hectáreas. El bioetanol se puede
usar como oxigenante de las gasolinas (6%), como mezclas en las mismas (hasta un 85%), o
como sustituto de las gasolinas en vehículos Flex Fuel como actualmente se realiza en países
como Brasil. Para inversión en una planta de capacidad de 92 millones de litros de etanol por año
con un costo de 100 mdd. Para empleos permanentes, se requieren 50 jornales por hectárea de
caña de azúcar y 270 jornales como un empleo permanente (Sagarpa, 2014) (Ver anexo 1.1).
En lo que respecta a la producción de biodiésel México no ha avanzado mucho para
mejorar la rentabilidad de su producción. “El precio de producción del biodiésel es más alto que
el de diésel Pémex, por lo que se recomienda esperar a conocer las condiciones en las cuales lo
adquirirá Pémexen los próximos meses” (Sagarpa 2011f) (Ver anexo 1.2). Como se observa en la
siguiente gráfica, Sagarpa a través de la página “biocombustibles.gob.mx” hizo públicos los
costos de las plantas para producir biodiésel (Ver anexo 1.3).
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Fig. 1.3 Costos de producción del biodiésel en México.
Fuente Sagarpa.
Como se puede ver, a pesar de los estudios realizados en las diferentes plantas
industriales ninguna de las 4 formas logra un precio menor al del diésel de Pémex. La materia
prima representa el mayor porcentaje del costo total de producción de biodiésel. Tal vez si se
crean mejores estrategias de cultivo, podría mejorar la opción de la planta industrial de biodiésel
multi-materias primas.
Avances en Bioenergéticos en México
La bioenergía se define como la energía que se obtiene de la biomasa, es decir energía
que se produce a partir de materiales orgánicos. Estos materiales orgánicos pueden tener su
origen en cultivos energéticos, acuacultivos, algacultivos; productos, subproductos y residuos
forestales; residuos orgánicos municipales (basura orgánica, excremento de animales, grasas y
aceites de origen vegetal o animal) (Sagarpa, 2014).
La bioenergía se está convirtiendo en una industria dinámica con un acelerado
crecimiento a nivel global. Las tecnologías que utilizan Bioenergéticos para producir energía, ya
sea en forma de calor, electricidad o combustibles para el transporte, están avanzando
rápidamente. Recientemente el principal enfoque se ha dirigido hacia los biocombustibles
líquidos, en particular hacia el bioetanol y biodiésel (Sagarpa, 2014). Se conocen 3 tipos de
biocombustibles que podrían reemplazar a los combustibles fósiles, bioetanol, biodiésel y biogás.
Sagarpa e inifap han realizado avances en cuatro cultivos alternativos a los ya conocidos
(maíz, sorgo dulce, caña de azúcar y palma de aceite). Dichos cultivos son:
1. Crescentia cujete
2. Thevetia peruviana
3. Scheelea Lundelli
4. Acrocomia mexicana
Los estudios reflejan que existen 2 especies de Crescentia (Jícaro o Morro): Crescentia
cujete y Crescentia alata. Esta semilla representa el 5% del peso bruto de una fruta madura y
alrededor del 33 al 37 por ciento de la semilla es aceite. El aceite contiene 23.6% de ácidos
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grasos saturados, 52.6% de ácidos grasos mono-insaturados y 23.8% de ácidos grasos linoléicos
y linolénicos. Tiene un valor calórico de 9.66 kilocalorías por kilogramo (Kcal/kg) y un índice de
cetano de 55.5%. Esta especie tiene potencial para ser usada en la producción de combustibles
renovables. Además de la producción de aceite, la pulpa de la fruta contiene aproximadamente
70% de azúcares fermentables. Por fermentación controlada se puede producir alcohol etílico
para consumo humano o para el consumo energético. Algunos autores reportan la obtención de
30 litros de etanol de una tonelada de frutas frescas (Sagarpa, 2012).
La Thevetia contiene más del 60% de aceite, y de proteína más del 30%; actualmente su
uso es ornamental. Investigaciones del inifap muestran que el contenido de aceite en 20 ecotipos
evaluados varía de 63 a 69%, la mayor parte de la investigación ha girado en torno a aspectos
clínicos, toxicológicos, farmacológicos, entre otros. Por lo tanto es importante seguir con los
trabajos de investigación para evaluar sus características industriales y que pueda ser una
alternativa para la producción de biocombustible. Además es importante tomar en cuenta que es
una planta que no se utiliza como alimento (Sagarpa, 2012).
Las semillas de acrocomia mexicana (coyol) contienen entre el 40 y el 60% de aceite.
Actualmente no existen cultivos comerciales en México, pero ensayos experimentales realizados
en países como Brasil muestran que pueden plantarse con éxito en densidades de hasta 600
plantas por hectárea. El rendimiento por planta es de 4 a 12 racimos anuales con 200 a 700 frutos
por racimo, encontrándose variaciones de entre 6 y 110 kilogramos de fruto por árbol al año y
rendimientos de 73 toneladas por hectárea (Sagarpa, 2012).
En lo que respecta a las semillas de scheelea lundellii (El corozo) está ubicada
principalmente cerca del rio Usumacinta y de los ríos Lacantún y Salinas. Sus semillas contienen
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entre el 40 y el 50% de aceite, lo que representa un alto potencial para la producción de Biodiésel
(Sagarpa, 2012).
El inifap ha iniciado la búsqueda de nuevas alternativas para la producción de
biocombustible de primera y segunda generación, a la fecha cuenta con parcelas experimentales
de pastos y forrajes para la producción de bioetanol y parcelas de evaluación de especies
arbóreas como el totoposte y mapahuite para la producción de aceite.
México es un país que dispone de diversidad climática y edáfica de diferentes regiones y
gran riqueza genética en diversas especies para alcanzar una producción sostenible y competitiva
de insumos para la obtención de biocombustibles. No obstante, aun conociendo las ventajas y el
gran potencial de estas especies, es de suma importancia desarrollar investigación aplicada que
permita generar conocimiento y tecnologías que sean adoptadas por los productores para lograr
una producción de insumos agros energéticos rentables, y competitiva y ambientalmente
sustentables.
Asumiendo lo anterior, estas medidas de utilizar biocombustibles para el transporte, se
adecuan para la preservación del ambiente, así como para reducir costos y mejorar la calidad de
los combustibles actuales. Suponiendo que es viable esta producción, entonces México tendrá
que invertir ahora en la infraestructura necesaria para la producción de estos bioenergéticos,
¿Qué empresas (privadas o públicas) tendrán la principal responsabilidad al invertir en este
proyecto? Al respecto, en 2009 el sector privado tomo la iniciativa a través de una inversión
extranjera proveniente de Colombia, país que aventaja a México en este campo.
El gobierno colombiano informó que construirá una planta de biocombustibles en México
tras los acuerdos firmados por los mandatarios de ambos países en el marco del Proyecto de
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Integración y Desarrollo de Mesoamérica. La planta estará ubicada en el estado de Chiapas y
demandará inversiones por un valor total de dos millones de dólares que serán aportados por
ambos países en partes iguales. El complejo tendrá tecnología 100 por ciento colombiana y
tendrá capacidad de producir en un comienzo 10.000 litros de biodiésel a partir de aceite, y luego
50.000 litros por día del combustible, precisó el Ejecutivo en un comunicado.
Según el reporte, la planta contará con tanques externos para almacenamiento de 16.000
litros cada uno y un tanque adicional externo para alcohol, con capacidad de 6.000 litros
(Milenio, 2009).
En México se ha evaluado la viabilidad de la producción de bioenergéticos e
independientemente del balance de energía, se ha apuntado que reemplazar la gasolina con etanol
derivado del maíz reduciría considerablemente el consumo de petróleo, porque la producción de
biomasa y el proceso de conversión requieren poco petróleo.
En la primera fase (2007-2012) se tendría como meta producir 411.9 miles de m3 de
etanol el cual se obtendría principalmente de mieles de caña de azúcar y se dirigiría a reemplazar
al metanol en los éteres producidos en el mercado nacional (MTBE y TAME) para fabricar
ETBE. El etanol como componente del ETBE fabricado en México correspondería a una
penetración del 5.7% en volumen de un porcentaje de las gasolinas suministradas a las Zonas
Metropolitanas. Para 2012, y sobre la base de etanol de jugo de caña de azúcar de cultivo de
temporal en pastizales y tierras marginales, así como en proyectos de etanol que podrían
desarrollarse a partir de otros insumos, podría tener lugar la sustitución del 5.7% de todas las
gasolinas de las áreas metropolitanas, correspondiendo a una demanda de 1,110.6 miles de m3.
De 2012 en adelante, y sobre la base de caña de azúcar y otros posibles insumos, como el cultivo
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múltiple anual de sorgo dulce o maíz, el 10% de todas las gasolinas en México podría ser
reemplazado por etanol, correspondiendo a una producción de 4,406.3 miles de m3. En todos
estos desarrollos podría haber oportunidades para la exportación e importación de etanol,
directamente o como etbe.
Determinados procesos de producción de biocombustibles son más eficientes que otros
en cuanto al consumo de recursos y a la contaminación ambiental. Por ejemplo, el cultivo de la
caña de azúcar requiere el uso de menos fertilizantes que el cultivo del maíz, por lo que el ciclo
de vida del bioetanol de caña de azúcar supone una mayor reducción de emisiones de gases de
efecto invernadero que el ciclo del bioetanol derivado del maíz.
Empleando las técnicas agrícolas y las estrategias de procesamiento apropiadas, los
biocombustibles pueden ofrecer ahorros en las emisiones de al menos el 50%, comparados con
combustibles fósiles como el gasóleo o la gasolina. Se debe preservar la seguridad energética,
como objetivo central, debido a que nuestro consumo de energéticos depende principalmente del
petróleo y del gas natural. Por ello, y con el objetivo de reducir los riesgos esenciales al alto
consumo de combustibles fósiles, es conveniente que en materia energética se incluya una mayor
participación de fuentes renovables.
Un programa de elaboración de etanol a partir de la caña de azúcar parecería una buena
solución para contrarrestar el efecto contaminante de los combustibles fósiles, pero
"políticamente es imposible" por la Ley cañera y el precio exorbitante de la caña de azúcar, que
se cotiza alrededor de los 40 dólares por tonelada, lo que convierte en poco rentable hacer etanol
a partir de este cultivo. Por lo que
las industrias privadas deberían ser bienvenidas a participar, pero los fondos básicos
21
deberían ser aportados por el Gobierno para asegurar la disponibilidad de la información
relevante de los interesados. Estos fondos de base podrían ser aportados a través de un módico
impuesto estatal sobre los biocombustibles. En estos centros deberían llevarse a cabo programas
de alcance institucional y de asistencia técnica y parte de este esfuerzo podría ser combinado con
los centros existentes de investigación y tecnología agrícola operados por Fideicomisos
Instituidos en Relación con la Agricultura en el Banco de México (fira) (Sener, año).
El problema no es aplicar nuevos impuestos, más bien es lograr que el gobierno incentive
el empleo sin necesidad de dejar únicamente al sector privado apropiarse de la ganancia obtenida
de la producción de biocombustibles. Si se asume que la mejor manera de producir
bioenergéticos es a través de empresas privadas, esto sólo promocionará que en un mediano
plazo tomen las riendas de la producción y el gobierno pasaría de ser el encargado de esta
producción a la de simple observador que subsidiaría los gastos de esas empresas.
No podemos dejar de lado la importancia de buscar energías alternas, pero tomando en
cuenta que uno de los sectores más importantes para el desarrollo del país es el de transporte, el
uso de energía alterna para enfrentar la crisis de energéticos debe hacerse de manera que no
impacte negativamente al ambiente ni implique poner en riesgo la capacidad alimentaría del país.
Es importante señalar que el uso de biocombustibles tiene impactos ambientales negativos que
hacen que, a pesar de ser una energía renovable, no sea considerado por muchos expertos como
una energía no contaminante. Esto se debe, entre otras cosas, a que en muchos países se están
destruyendo espacios naturales como selvas y bosques para crear plantaciones para
biocombustibles. Esto último resulta contradictorio en términos ecológicos, pues es más
necesaria una proporción de selva consumidora de gases de invernadero, que una plantación para
22
crear combustibles ecológicos.
Otro aspecto negativo de los biocombustibles es la utilización de fertilizantes, ya que
varios tipos de fertilizantes tienden a degradar los suelos al acidificarlos. Otro inconveniente que
tiene este tipo de combustible es que el consumo de agua que se requiere para mantener los
cultivos se agregará al consumo mundial actual del agua. El problema del agua es ya fehaciente
en varias partes del mundo y si ahora se agrega un nuevo vector de consumo, es casi seguro que
propiciará cierto déficit adicional.
Otras repercusiones se harían evidentes en los fenómenos económicos de oferta y
demanda; ya que al destinar suelo agrario a cultivos que serán de uso exclusivo para la creación
de biocombustibles, se produce un efecto de competencia entre la producción de alimentos y la
de estos carburantes. El resultado sería el encarecimiento de los primeros.
En el caso de México y la producción de maíz, la compra de maíz mexicano para
producir biocombustibles por parte de los Estados Unidos ha hecho que, en lo que va de este año,
la tortilla de maíz haya llegado a duplicar o aún triplicar su costo, y hay que tener en cuenta que
la tortilla de maíz es un producto básico en la alimentación de los mexicanos, por lo que el
aumento en su costo tiene un fuerte impacto a nivel nacional.
Por lo tanto, las consecuencias para la agricultura en general tienen una doble vertiente.
Desde un punto de vista positivo "la producción de biocombustibles líquidos puede beneficiar a
los campesinos al conferir valor añadido a sus productos" (fao, 1983, p. 23). Sin embargo, desde
un punto de vista negativo "puede producirse una concentración de la propiedad que expulse de
sus tierras a los campesinos con menos recursos y los lleve a una mayor pobreza" (fao, 1983, p.
23).
23
La producción de los biocombustibles no puede sustentarse en prácticas agrícolas que
pongan en peligro la alimentación de las personas más desfavorecidas, debemos ver en qué
escenarios y bajo qué condiciones podemos ser más competitivos para producir biocombustibles
sin agudizar la dependencia alimentaria y sobre todo sin incurrir en el deterioro del medio
ambiente. Por último, consideremos que se ha elegido a un mal sucesor energético y que será
muy difícil cambiar la tendencia, pues no sólo hay que considerar los beneficios energéticos y
ecológicos. Esperemos que el crecimiento de los así llamados biocombustibles no empeoren
mucho el ya muy deteriorado escenario nacional.
Conclusiones
¿Está beneficiando a la agricultura existente las inversiones en biocombustibles y las
cadenas de producción de biocombustibles? Es esta una pregunta controversial y está aún lejos
de una respuesta concreta y cierta. A pesar de las múltiples investigaciones y estudios realizados
por importantes organizaciones como la fao, la Sagarpa, el Firco, el Banco Mundial, etc., no se
ha llegado a un estrategia única ni a un plan completamente viable económicamente, tampoco se
ha dado solución a costos altos en materia prima para producir biocombustibles, no se ha logrado
reducir los costos de inversión en tierras de baja productividad, además de la contaminación que
resulta de la utilización de los fertilizantes requeridos. En lo que respecta a la producción de
cultivos de primera generación, aún no se libera de las críticas con respecto a la utilización de
tierras de cultivo para el consumo humano. Los biocombustibles de segunda generación aún se
encuentran en experimentación y sus costos no son rentables. Los de tercera generación podrían
ser una excepción en lo económico, pero la tecnología que requieren para su producción es muy
costosa. Si miramos hacia nuevas especies, tal vez podamos encontrar una mejor respuesta a los
problemas que se han presentado; para México serían una gran opción los cultivos en los que ha
experimentado el inifap, pues estos cultivos no representarían una amenaza a la seguridad y
soberanía alimentaria, además de que su producción no es costosa; tal vez a lo que habría que
poner atención es a la inversión en la tecnología que se necesita para la producción de
biocombustibles a partir de ellos..
Pies de página
1 Fomentar el aprovechamiento de fuentes renovables de energía y biocombustibles,
generando un marco jurídico que establezca las facultades del Estado para orientar sus vertientes
y promoviendo inversiones que impulsen el potencial que tiene el país en la materia.
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Anexo 1.2
Plantas de Biodiésel (Sagarpa, 2014)
Con Prensa (PEQUEÑA ESCALA)
El sector agrícola no sólo produce la materia prima para hacer biodiésel, sino que es
también consumidora de diésel. Por ello contar con una pequeña planta con prensa para crear
biodiésel puede ser una opción atractiva para granjas, cooperativas, ejidos y cualquier otro tipo
de asociaciones de tamaño pequeño o mediano.
Contar con una planta de este tipo tiene las siguientes ventajas:
•
Permite que la producción se encuentre en el mismo lugar del consumo, por lo que el
manejo de la energía gana en eficiencia.
•
Hace que los productos cultivados localmente incorporen un mayor volumen de valor
agregado.
•
Reduce el daño al medio ambiente porque no genera más gases de efecto invernadero de
los que los cultivos absorbieron en su crecimiento.
•
Genera más empleos, en especial los de las personas encargadas de la planta.
•
El negocio agrícola diversifica su oferta al agregarle los subproductos del proceso de
producción del biodiésel, ya sean para vender o para autoconsumo (por ejemplo, alimento para
30
ganado, combustible o fertilizante natural).
•
El cultivo de la palma africana o la jatropha permite aprovechar y enriquecer tierras antes
ociosas.
•
Es un negocio que puede iniciarse con poco capital.
Una planta típica bajo este concepto puede tener una capacidad de procesamiento de 3
mil 600 a 5 mil toneladas anuales de jatropha o palma de aceite.
31
PLANTAS INDUSTRIALES DE PRODUCCIÓN DE BIODIéSEL CON Y SIN
EXTRACCIÓN DE ACEITE PRIMARIO (GRAN ESCALA)
Estas plantas se dedican exclusivamente al tratamiento de aceites vegetales. Pueden ser
parte de un negocio de aceites y tener la capacidad para extraer el aceite primario a partir de los
frutos frescos o secos, o pueden ser solamente plantas que compran el aceite primario listo para
usarse. Tienen la capacidad para procesar 100 mil toneladas anuales de materia prima.
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PLANTA INDUSTRIAL DE BIODIESEL MULTI-MATERIAS PRIMAS (GRAN
ESCALA)
Pueden procesar desde plantas oleaginosas y aceites vegetales hasta grasa animal de
manera industrial a gran escala. Tienen la ventaja de poder reaccionar con flexibilidad ante las
condiciones del mercado y, con base en ellas, seleccionar la materia prima que más convenga.
Sin embargo, una desventaja es que requieren de más controles de calidad; dado que las materias
primas son variables, su operación es más compleja y su inversión mayor.
36
La vida económica de la planta se consideró a 10 años, que es un periodo de referencia
familiar para los inversionistas, con una tasa anualizada de 5.5% y una tasa de interés sobre
créditos del 7%.
COSTOS RELACIONADOS AL CAPITAL
Se consideraron tres rubros:
• La planta de biodiésel como tal.
• Los costos del terreno periférico a la planta.
• Los costos de desarrollo e ingeniería.
El precio del metro de terreno se calculó en 872 pesos. La cantidad de terreno se calculó a
razón de 0.33 m2 por cada tonelada de combustible a procesar para plantas pequeñas, y
de .075 y .085 metros2 por tonelada de producción para plantas grandes.
COSTOS DE MANTENIMIENTO
Para el cálculo de los siguientes costos, se partió de la definición de tamaños y tipos de
plantas referida en el apartado anterior.
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a. Sin iva.
b. Sin incluir el transporte.
PRECIOS DE SUSTANCIAS AUXILIARES Y ENERGÍA
Estas sustancias son aquellas que se requieren para procesar el aceite y convertirlo en
biodiésel. Incluye al proceso de esterificación.
• Metanol (CH3OH): 3,630 pesos.
• Ácido sulfúrico (H2SO4): 1,330 pesos.
• Hidróxido de potasio (KOH): 9,970 pesos.
• Metilato de sodio (NaOCH3 en H3OH): 8,310 pesos.
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• Electricidad: aproximadamente: 0.75 pesos por kWhel.
• Gas natural (producción en gran escala): 75 pesos por MJ.
• Diésel (producción en pequeña escala): 5.50 pesos por litro.
PERSONAL
• Plantas agrícolas: 81.000 pesos al año.
• Plantas industriales: 121,500 pesos al año.
SEGURO Y SERVICIOS
• Cada uno corresponde a un 1% de la inversión de capital.
INGRESOS POR VENTA DE SUBPRODUCTOS
Se emplearon para el cálculo los siguientes precios de venta:
• Torta de jatropha: 780 pesos la tonelada.
• Glicerina cruda: 1,635 pesos la tonelada.
TRANSPORTE DEL PRODUCTO FINAL
• Se calculó en 0.34 pesos por litro.