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Sinopsis
eniendo lugar en la nave espacial Godspeed antes de que
Amy Martin se despierte y Elder tome el liderazgo, esta
novela describe la vida en el Hospital durante el reinado de
Eldest. Centrándose principalmente en los personajes de fondo, los lectores
verán a los personajes favoritos de los fans: Harley, Orion, Victria, y más.
Selene es una cantante en una nave espacial que solo valora a las
personas por las importantes habilidades que puedan proporcionar para
mejorar la supervivencia. Mientras sus amigos —compañeros igual de “locos”
en el Hospital— comienzan a unirse al aprendizaje para convertir sus
habilidades en un trabajo valioso, Selene es enviada con un puñado de otros
estudiantes para aprender acerca de la importancia del arte de la Grabación,
con Orion. La asignan en pareja con un joven escultor, Luthor, y su peligroso
romance demuestra cuán aterrador podría ser estar atrapado en una nave
espacial bajo el gobierno de un despiadado dictador.
Esta trágica historia explora el fondo de un personaje hasta ahora
desconocido, que une la historia de la nave y de sus residentes a Amy y Elder,
dando profundidad al mundo de Godspeed.
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Contenido Sinopsis
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Beth Revis
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1
Tres Meses Antes de Morir
e quedo mirando la cesta de agujas hipodérmicas. Tan
delgadas y bonitas, cada uno llena con un líquido amarillo
que me recuerda a la pintura dorada.
—Inoculaciones —digo. Consulto el disquete que contiene mis
instrucciones de las labores de hoy.
En la parte superior de la pantalla está un gráfico y en él las palabras
MODIFICACIÓN GENÉTICA. Eso… no está bien. Estas agujas están llenas
con inoculaciones. Eldest me lo dijo. Eso es lo que dijo esta mañana, cuando
me trajo la cesta el mismo.
—Selene —me había dicho, su voz cálida y sutil—, estas son
inoculaciones para los conejos. Inyecta una dosis completa por conejo hoy.
Mis ojos arden por el dolor mientras escaneo el texto en el disquete.
No hay nada acerca de inoculaciones aquí.
Dolor agudo se dispara a través de mi cabeza.
Eldest me dijo que se trataba de inoculaciones.
—Inoculaciones —digo, una suave sonrisa curvando mis labios.
Acaricio la cesta de agujas como si realmente el conocimiento fuera el
consuelo. No importa lo que el gráfico y las palabras en el disquete digan. Solo
importa lo que Eldest diga. Todo es solo sobre lo que Eldest diga que es.
El campo de conejos está tranquilo, pero no en silencio. Eso es lo que
me gusta de él. Me gusta el sonido. Golpes suaves en el suelo, mientras los
conejos saltan alrededor. Los pequeños ruidos de gorgoreo que hacen. Los
suaves sonidos secos mientras escarban en la grama.
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Me siento en el campo de hierba.
Por un momento, miro hacia el cielo. Hecho de metal y pintado con
nubes que nunca se mueven. Mi cielo es una certeza. Eso está bien. A veces,
pienso en lo que estoy viviendo a bordo de una nave espacial volando por las
estrellas hacia un nuevo planeta. Pero esos pensamientos son demasiado
grandes, y por eso no les creo a menudo.
Parpadeo y veo oscuridad.
Abro mis ojos y veo azul.
Parpadeo. Oscuridad.
Luz. Azul.
Parpadeo. Oscuridad. Oscuridad. No abro mis ojos. Oscuridad.
Sangremoretonestraicióndolorsolasolasolasola
Abro mis ojos.
No me gusta la oscuridad.
Me paro. Hay trabajo que hacer.
Los conejos son gordos y perezosos. Pero no les gusta cuando trato de
agarrarlos.
Tal vez saben que a veces cuando los tomo, les envío a la carnicería y
se convierten en alimento. Pero si lo saben, no están muy preocupados por
ello. Ellos se van corriendo, pero solo un metro más o menos. Entonces me
escabullo. Me escabullo detrás de ellos, donde ellos no pueden ver, no saben
que vengo.
Ellos piensan que soy su amiga.
Y luego hago la estocada.
Abordo al conejo más cercano, sujetándolo por sus hombros. Después
de escanear su chip de identificación, Número 424 dice la pantalla,
introduzco una aguja hipodérmica en su pata trasera.
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—Número 424, inoculado —dijo en voz alta.
No tengo que decirlo en voz alta.
Pero me gusta el sonido.
Este es mi día.
Acercarse sigilosamente a los conejos. Estocada. Agarrar. Retener.
Inocular.
A veces miro el cielo. A veces miro a mí alrededor, a las verdes
colinas. Veo a alguien corriendo por el campo, un vaivén de color, brillante
contra el verde normal.
Tarareo, y trabajo.
Y entonces.
Entonces aparece una chica.
Ella es un fenómeno. Eldest me dijo que es un fenómeno, nos dijo a
todos nosotros en la nave. Un experimento transgénico que salió mal. Se ve
como un bicho raro. Piel pálida, casi del color de las mullidas colas blancas de
los conejos. Brillante, brillante cabello. Cabello rojo. Con naranja y dorado en
él.
Al igual que el koi en el estanque del Hospital.
Amigosdesaparecidosdesaparecidosdesaparecidossolasolasolasola.
—Hola —dice la chica.
La miro. Miro su cabello de pez-koi.
—Hola —digo. Ella es diferente. Me recuerda a… algo. Un dolor
agudo se dispara a través de mi cabeza. Miro hacia abajo, lejos de ella.
—Eres el experimento genéticamente modificado —digo. Espero que
confirme que es verdad, aunque sé que lo es porque Eldest dijo que ella lo
era—. Eldest dice que no debemos hablarte.
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La chica está molesta conmigo. Lo sé por su voz. Me gustan los
sonidos. Le prestó atención no solo a cuales palabras dicen, sino cómo ellos las
dicen, y esta chica las dice molesta. Pero no se va. Me sigue hablando.
Pregunta por los conejos. Me pregunta por las agujas.
Habla mucho.
—Te vi corriendo —digo de repente, dándome cuenta que la persona
que vi antes era esta chica, el color brillante en los verdes campos era su
cabello de pez-koi.
Un extraño sentimiento me envuelve. Mi corazón es fuerte y lento, y
me duele la cabeza.
—¿De qué estas huyendo? —pregunto. Mi voz se quiebra. Le presto
atención al sonido. Incluso a los que yo hago. Y el sonido que hago es de
miedo.
Elmeatraparácorrecorrecorrecorrecorreescondete.
—Solo corro —dice la cica, como si no fuese extraño correr sin razón.
Habla más. Preguntas, preguntas. Tengo trabajo que hacer. Pero recuerdo más
acerca de lo que nos dijo Eldest acerca de esta chica. Que ella iba a vivir en el
Hospital.
Le pregunto, y me lo confirma. Vive en el Hospital.
—Mi abuelo fue llevado llevaron al Hospital —le digo.
Idoidoido.
—¿Está mejor ahora? —pregunta la chica.
—Se ha ido.
Idoidoido.
—Lo siento —dice la chica. Su voz me sorprende. Es sincera. De
verdad lo siente.
—¿Por qué? —pregunto—. Era su tiempo.
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La chica me mira por tanto tiempo que pienso que ha terminado de
hablar. Pero luego dice:
—Estas llorando.
Toco mi cara.
Mis dedos se alejan húmedos con lágrimas saladas.
—No tengo razones para estar triste —digo.
Es verdad.
No tengo razones para estar triste.
En lo absoluto.
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2
Siete Años antes de Morir
upongo que debería estar molesta de que esté loca, pero en
realidad estoy un poco satisfecha acerca de eso. Estar loca
significa que no tengo que trabajar en los campos o en la
Ciudad. Significa que puedo quedarme aquí, en el Hospital
Con mis amigos.
—Selene —murmura Kayleigh desde el sofá de la sala común.
Victria, que había estado junto a la ventana mirando a los campos
abiertos que separan el Hospital del resto de la población de la nave en la
Ciudad, se deja caer en el asiento central del sofá naranja de lana áspera. Se
pone más cerca de Kayleigh, y las dos chicas se ven casi como hermanas, con
el mismo tono de piel aceitunada y la misma longitud de cabello castaño
oscuro. Todo el mundo en la nave tiene un color similar, pero creo que Victria
trata de convertirse en una sombra de Kayleigh. Se digna a mirar en mi
dirección. Yo no le importo, exactamente, simplemente le gusta saber el orden
de las cosas.
Y el orden de las cosas aquí es que Kayleigh viene primero, y Victria
siempre está a su lado, y algunas veces, detrás al final, estoy yo.
Es casi la hora de clases. Doc y las enfermeras ponen a todos a tomar
medicamentos al mismo tiempo, justo antes de que la luz solar en el techo
metálico se encienda.
—Odio los medicamentos —dice Kayleigh en voz baja mientras Doc
entra en la sala común. Él y las enfermeras distribuyen las pastillas, y todos
ellos tragan obedientemente. Excepto Kayleigh.
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Contempla la pastilla hasta que Doc lo nota, y no aparta la mirada de
ella hasta que ella la traga con un poco de agua.
No me importan las pastillas inhibidoras, no como a Kayleigh. Tragar
una pastilla azul y blanca al día es un pequeño precio a pagar por la vida en el
Hospital. Así que estamos locos. Así que tenemos que tomar medicamentos
mentales. No es tan malo que Eldest que nos mantenga aquí, alejados del resto
de la nave, en el otro lado de Godspeed, en el Hospital, lejos de la gente
normal. No es tan malo ser anormal aquí, donde todo el mundo es extraño
también.
Pero si esa pastilla se supone que me mantiene alejada de estar loca, no
hace un muy buen trabajo. En lugar de hacerme menos loca, a veces me
preocupa que me ponga mucho más. Soy diferente. Nosotros, todos nosotros
en el hospital somos diferentes. Yo no tenía que ver la forma en que los
vidriosos ojos de mis padres parpadeaban con preocupación cuando hablaba
sabiendo que las cosas que dije no eran normales.
Doc dice que somos especiales, pero "especial" es una buena manera de
decir "loco”.
—A veces —susurra Kayleigh—, creo que son todos los demás quienes
son raros.
Los ojos de Victria se mueven rápidamente por la sala común,
demorándose en las enfermeras reunidas en torno a Doc por la puerta. Una de
las primeras cosas que aprendimos fue a no hacer demasiadas preguntas o
llamar la atención sobre nosotros mismos, y las palabras de Kayleigh son
incendiarias.
—No —digo—. Nosotros somos los fenómenos.
Y lo somos. Todos los demás en la nave espacial Godspeed no se
quedan hasta tarde en la noche, preocupándose acerca de si la nave aterrizará
o no alguna vez. Ellos no pasan su tiempo haciendo cosas inútiles como cantar
canciones o hacer dibujos. Nunca se preocupan acerca de si Bartie podrá
arrancar su mirada de Victria el tiempo suficiente para notar a cualquier otra
persona…
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—No somos tan raros —dice Victria—. Oí que Elder también toma
medicamentos mentales.
Jadeo con sorpresa. ¿Elder, nuestro futuro líder, toma medicamentos
mentales como nosotros? Él todavía es joven —viviendo ahora en la Ciudad,
esperando el momento hasta que alcance la mayoría de edad y se una a Eldest
en el Nivel de Conservación de la nave— pero incluso un indicio de locura en
nuestro líder me perturba.
—¿Él vendrá a vivir en el Hospital?
Victria asiente.
—Escuché a Doc hablando con Eldest al respecto. Elder se mudará
aquí dentro de unos meses, después de ir a una de las granjas por un tiempo.
Quiero saber más, pero Kayleigh nos interrumpe.
—Es lo mejor. Tomar medicamentos mentales. Los odiabas antes de
empezar a tomarlos —dice Kayleigh. Su voz es clara y lenta, como si estuviese
midiendo el peso de cada palabra y determinando su valor antes de decirlas.
—Tú no recuerdas cómo era antes. Ninguno de nosotros lo hace.
—Lo recuerdo —insiste ella.
—¿Sí? —Mi voz es un desafío—. ¿Cómo era?
—Nada.
—Dinos —exijo.
—Nada. Era como la nada. Era como estar vacío por dentro.
Victria y yo intercambiamos una mirada.
—A veces… —Kayleigh suspira—. Hay mucho sobre esta nave que no
tiene sentido.
—Así coooomo —grita una voz desde el otro lado de la sala—, ¡el que
no dejes que te bese!
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Kayleigh agarra un cojín del sofá y se lo lanza a Harley, no muy duro,
pero lo suficiente. Harley lo tira a un lado fácilmente, riendo. Si tuviera que
describir a Harley como nada más que un sonido, sería eso: risa. Siempre está
sonriendo, sus dientes blancos incapaces de contener el sonido. Él ve el
mundo en tonos de alegría. Harley recoge el cojín del suelo, y noto que la
pintura embarra la parte inferior de sus uñas, goteando por la punta de sus
dedos.
—Estábamos teniendo —dice Kayleigh, su voz puntualizando cada
palabra—, una conversación privada.
—Sí, sí, y mientras tanto el resto de nosotros estamos yendo a clases.
—¿Yendo a clases? —pregunto, inclinándome hacia adelante—. Pero
las clases siempre han sido aquí antes. —No sé si tiene mucho sentido
enseñarle cosas a personas locas, pero Doc insiste en que es nuestro deber
“perfeccionar nuestros talentos inherentes”. Todos los días, él o las enfermeras
dirigen una discusión sobre temas de interés para los estudios: arte,
matemáticas, ciencia. Cosas así. Y normalmente se hacen aquí, en la sala
común, donde hay asientos suficientes para todos y nada que nos distraiga de
aprender más allá de los campos verdes perfectamente simétricos y
uniformemente espaciados fuera de la ventana.
—Vamos a la Sala de Grabación —dice Harley, con una luz maliciosa
en sus ojos.
Kayleigh pone los ojos en blanco.
—Lo haces sonar como si hoy estuviésemos haciendo algo importante
—dice—. Hemos estado en la Sala de Grabación antes.
—Sí —dice Harley—. Pero Doc no va a dar la clase allá. Lo hará el
Grabador.
Mis ojos se amplían ante eso. ¿El Grabador nos va a enseñar a partir de
ahora? Pero…
—¿Por qué? —pregunto.
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Harley se encoge de hombros. Un momento después, Doc comienza a
decir en voz alta nuestros nombres. Harley estaba parcialmente equivocado: la
mayoría de los demás residentes del Hospital van a ir a clases en el Nivel de
Carga. Doc les dice que están siendo aprendices. Son personas como Buck,
Britne y Taylor, los buenos en clases de ciencias y matemáticas. Las personas
como Kayleigh, Harley y yo —a quienes les gusta el arte— están siendo
enviadas a la Sala de Grabación.
Para el momento en que Doc ha terminado de anunciar nuestros
nuevos roles y de enviar a los estudiosos al Nivel de Carga, solo un puñado de
nosotros permanecemos para ir a la Sala de Grabación.
—Esto debería ser divertido —me dice Bartie, el mejor amigo de
Harley, al entrar en el ascensor. Le sonrío, esperando que el calor que siento
elevarse dentro de mí no esté reflejado en mis mejillas. No puedo arrancar los
ojos de él hasta que se voltea hacia Harley y dice algo que lo hace reír, el
sonido de su voz sacándome de mi ensoñación. Victria me lanza una mirada, y
mis ojos caen al suelo de metal del ascensor. No quiero que ella sepa lo que
siento por Bartie. No quiero que nadie lo sepa. Quiero mantenerlo en el lugar
secreto de mi corazón, la parte de mí que todavía se aferra a la esperanza.
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3 a Sala de Grabación está oscura y húmeda, como siempre.
Solo hemos estado aquí unas cuantas veces, para ser honesta.
Clases sobre la nave y su misión son dadas a todos los niños,
locos o no, al menos una vez al año hasta su aprendizaje. Es vital que cada
persona en Godspeed conozca y entienda la importancia de lo que estamos
haciendo. Estamos llevando las esperanzas de un viejo planeta a través del
universo con el fin de crear todo un mundo nuevo.
La entrada a la Sala de Grabación es enorme, con un techo alto y
estrechas ventanas diminutas que se supone dejaban entrar la luz, pero en
realidad solo sumían todo en las sombras. Pantallas de membrana digital se
extienden desde el suelo al techo a lo largo de las paredes. Las llamamos discos
flexibles de pared, que es un nombre estúpido, realmente, pero cuelgan en la
pared y son, bueno, flexibles. Cada una brilla ahora con una imagen: una
muestra una constelación, otra una pintura, otra una escultura.
Nos quedamos torpemente en el centro del salón, seis adolescentes
rodeados de la historia tanto del viejo mundo como de la nave. La enfermera
que nos acompañó se desliza por la puerta y la cierra detrás de ella, el sonido
de un golpe sólido comparado con el de las puertas electrónicas del Hospital
que se cierran rápidamente con un susurro.
—Así que… —dice Harley, su voz resonando por toda la alta sala a
pesar de su bajo tono.
—Esto es aburrido.
Bartie, de pie detrás de él, resopla con la risa. Victria le pone los ojos
en blanco a ambos, y Bartie se calla inmediatamente.
Me doy la vuelta, mi estómago retorciéndose de la envidia. Mis ojos se
dirigen hacia unos claros ojos color avellana, esos de Luthor, el rezagado de
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nuestro grupo. Él había estado observándome, mirándome fijamente, y no se
molesta en tratar de ocultar su interés.
Me sonrojo y miro hacia otra parte.
—Gracias por venir hoy aquí —retumba una voz a través de la Sala de
Grabación. Un hombre emerge desde el otro extremo de la entrada. Es muy
alto, con el cabello largo y despeinado que casi cubre una cicatriz con forma
de tela de araña en un lado de su cuello.
—Como si tuviéramos opción —murmura Victria.
La cabeza del hombre gira rápidamente.
—La tienen —dice—. Ustedes siempre tienen una opción. —Abre su
boca como para decir algo más, pero se traga las palabras. En cambio, dice—:
Soy Orion, el Grabador.
—¿Por qué hoy nos está enseñando usted? —pregunta Kayleigh—.
¿Por qué no Doc?
—¿O uno de los habitantes de la nave? —añade Bartie—. ¿No estamos
recibiendo un aprendizaje?
—Los aprendizajes son para mano de obra —dice Orion—. Ustedes no
van a ser obreros.
—Porque estamos locos. —No puedo evitar decir.
—¿Lo son? —pregunta Orion con sinceridad. Parpadea hacia mí, como
si tratara de determinar si realmente estoy loca o no.
—Tomo los medicamentos mentales todos los días —digo
bruscamente. No me gusta la forma en que me mira.
—Esa no es una muy buena indicación de si se está loco o no
—responde Orion.
Comienzo a espetar algo, pero el codo de Kayleigh me golpea en las
costillas y me callo.
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—La Sala de Grabación no es solo un registro de los conocimientos y
la historia —dice Orion, barriendo sus brazos hacia los discos blandos de
pared que cuelgan del techo. Cruza la habitación hacia el disco blando
etiquetado HISTORIA. Todos trotamos obedientemente detrás de él. La
pantalla se enciende cuando pasa su mano a través de ella, y un mapa de una
península e islas ilumina la pantalla.
—Esta es Grecia, un país en Sol-Tierra —dice Orión.
Mis ojos se deslizan hacia los de Kayleigh. Hay una intensa especie de
foco en su mirada, y no es para menos.
Aunque el modelo gigante de arcilla de Sol-Tierra cuelga del techo de
la entrada, sus países no están etiquetados. Se nos enseña que el mundo estaba
dividido en naciones, pero no los nombres de estas divisiones.
El hecho mismo de que el viejo mundo estaba dividido en diferentes
países demuestra por qué la vida a bordo de la nave es mejor. No tiene sentido
aprender la historia de las naciones de Sol-Tierra, excepto como una
advertencia de las malas civilizaciones que no podemos permitir se emulen en
el Godspeed.
—Los griegos, sabían apreciar el arte —continúa Orion—. Ellos creían
en el arte por el bien del arte, que una escultura o una pintura no tiene un
propósito superior, ésta simplemente es.
Una ansiosa tristeza llena mi pecho. Aquellos en el Hospital que eran
mejores en matemáticas y ciencia han sido aprendices porque tienen algo que
aportar a la nave. Pero nosotros —Kayleigh, Victria, Bartie, Harley, Luthor y
yo— solo somos artistas. No tenemos nada que aportar.
—O —dice Orion, hablando hacía el mapa en un tono
contemplativo—, tal vez sea mejor decir que el arte es un propósito más
elevado en sí mismo. Eso es lo que los griegos entendían, eso es algo que
incluso Eldest logra entender. El arte es importante. Hay valor en el arte que
no puede ser contado como respuestas correctas o incorrectas en un examen.
Incluso aquí, incluso en esta maldita nave, el arte es importante.
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Victria se remueve incómodamente a mi lado. Nadie habla mal de
Godspeed o de sus líderes, pero Orion baila alrededor del desacato de una
manera que nos pone nerviosos a todos. A excepción de Kayleigh. Ella está
pendiente de cada palabra que dice Orion, con los ojos brillantes.
—Su misión es investigar a los griegos. Ellos hicieron héroes de sus
artistas, a algunos incluso los convirtieron en "dioses". Encuentren un griego
que coincida con su estilo artístico.
Trato de imaginar por un momento, un mundo que valora a las
personas que cantan. Nunca he sido capaz de pensar en mi canto como algo
más que como una inútil habilidad de usar y tirar.
Harley se aclara la garganta.
—No lo entiendo.
—Tus padres son tejedores, ¿no? —pregunta Orion.
Harley asiente. Su habitual actitud despreocupada inmediatamente se
oculta detrás de una máscara impasible:
No le gusta hablar de sus padres. Ninguno de nosotros lo hacemos. El
traslado al Hospital significa dejar atrás a tus padres. Pero si los padres de
Harley eran como los míos, no es como si les importara cuando se fue.
O siquiera lo notaron.
—En Grecia —continúa Orion como que nada es diferente—, el mejor
tejedor de su historia fue una mujer llamada Arachne. Era tan buena que los
dioses le tenían envidia, y la convirtieron en araña para que únicamente
pudiera tejer telarañas. —Mis ojos van a la deriva por el cuello de Orion, a la
cicatriz de telaraña detrás de la oreja izquierda. Se da cuenta de mi mirada y
toca la cicatriz antes de llamar la atención sobre si mismo y bajar la mano.
—¿Y qué? —pregunta Bartie—. ¿Quieres que escribamos un informe
sobre ella, o cualquier cosa sobre un dios acorde a nuestras habilidades?
—No —dice Orion con entusiasmo—. Yo quiero que ustedes creen. Si,
por ejemplo, eligieron a Arachne, entonces quiero que tejan su historia en un
tapiz.
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Puedo ver el momento en que la comprensión se apodera de cada uno
de nuestros rostros, él quiere que hagamos arte. Una sonrisa descuidada se
extiende sobre la cara de Harley. Luthor murmura para sí mismo, como si
vinieran ya las ideas de lo que le gustaría hacer. Incluso Victria se mira
extasiada.
Godspeed no es Grecia: No importa lo que dice Orion, no se siente
como si que el arte está muy valorado aquí. Doc nos ha tenido en el arte de la
investigación, seguro, pero nunca realmente experimentamos con él. Estuvo
mucho más centrado en lo que nuestro arte podía hacer por la nave, ¿cómo
podríamos convertirlo en algo útil?
Yo llamo la atención de Bartie. Doc nunca ha sido capaz de darnos las
asignaciones que utilizan nuestros talentos. Podría tener a Luthor haciendo
maquetas de barro en lugar de la escultura, o Harley puede dibujar planos de
arquitectura en vez de la pintura, pero no había mucho que pudiera hacer con
la habilidad Bartie con los instrumentos o mi voz cantando.
—Su tarea —repite Orion—, es la investigación técnica… y luego
hacer algo.
Es un delicioso desafío.
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4 so es brillante —dice Harley mientras estamos
sentados en un círculo en el suelo en la entrada
de la Sala de Grabación.
Cada uno tenemos nuestros propios disquetes personales, cada
parpadeo con imágenes de la antigua Grecia. Orion se aventuró más en la Sala
de Grabación con promesas de mostrarnos los libros reales de Sol-Tierra.
—¡Lo sé! —dice Kayleigh. Ella está tan emocionada que se ha olvidado
que ella quiere estar al margen delante de Harley—. ¡No puedo creer que nos
esté animando a hacer arte!
Harley se enciende con la alegría en la voz de Kayleigh.
—¿Qué vas a investigar? —pregunta, acercándose a Kayleigh mientras
ella lo deja—. Creo que podría ser Poseidón. —Él tiende su disquete hacia ella.
Kayleigh escanea la información de este “dios” griego.
—Me parece ridículo que los griegos adoraran en realidad a estas
personas, creyendo que tenían algún tipo de poder real. Tonto Sol-Tierra con
cuentos de hadas y religiones.
—Puaj. —Kayleigh tiende el disquete de nuevo hacia Harley—. Este
hombre está medio desnudo.
Harley ríe.
—Sí, pero él es el dios del mar, y a ti te encanta nadar.
—Tal vez deberías estudiar a Afrodita —dice Kayleigh con voz
pegajosa y dulce—, y vestirte con algunas conchas marinas.
—Yo no soy un coqueto —dice Harley tan en serio que la habitación
entera se silencia—.No con nadie más que contigo.
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Kayleigh se sonroja furiosamente y se levanta para sentarse en el otro
lado de Victria, poniéndome al lado de Harley en su lugar.
A Harley no parece importarle. Tal vez esté confiado, tal vez
simplemente no ve un punto en el que finge tener sentimientos diferentes a
los que él tiene por Kayleigh. Se vuelve hacia mí, como si no hubiera pasado
nada.
—¿Qué hay de ti? Podrías ser una sirena.
Toco la palabra en mi disquete y soy saludada con una imagen de algo
que parece un cruce entre una chica y un pez.
—Esto se parece más a algo que a Kayleigh gustaría —le digo. Ella es
la que pasa cada mañana nadando en el estanque detrás del Hospital.
—No, lee —insiste Harley.
Empiezo a leer, los suaves sonidos de todos los demás argumentos
desapareciendo a medida que me centro en la historia. Ahora veo por qué
Harley pensaba que esta criatura mitológica en particular me convenía: las
sirenas cantan. Mis dedos se arrastran a lo largo de un retrato de una sirena
encaramada en una roca, un instrumento de cuerda en una mano mientras
mira impasible al chico hundiéndose en el agua debajo de ella.
Sí. Me gustan estas sirenas.
Cuando levanto la vista, Orion regresó con los libros. Harley hojea las
páginas con demasiada rapidez, con el descuidado papel antiguo hecho de los
árboles reales de Sol-Tierra. No tenemos árboles en Godspeed, y casi nunca
utilizamos el papel sintético hecho por los habitantes todo está grabado en
disquetes en su lugar. Orion frunce el ceño hacia Harley hasta que deja el libro
suavemente en el suelo.
—¿Ha seleccionado tu tema? —pregunta Luthor.
Asiento con la cabeza y sostengo el disquete hacia él. Él sonríe al leer
acerca de las criaturas que cantan para atraer a los barcos de los hombres a las
aguas peligrosas y la muerte segura.
Harley levanta la vista mientras Bartie inclina para leer también.
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—¡Ja! ¡Tu voz podría hacer que los hombres se suiciden! —El grazna
de risa, pero le arrebato el disquete de sus manos y leo sobre el griego que él
seleccionó. Yo sé que él no quería decir las palabras para aguijonear, pero lo
hace.
—¡Tu música es tan mala que Hades te mantendría en el infra mundo
para salvarnos a todos de tener que oírte! —Trato de mantener mi luz voz
como la suya, convirtiendo las palabras en una broma inofensiva entre amigos.
Nada más que amigos.
—¡No lo es! —Bartie me arrebata el disquete—. Orfeo fue el músico
más grande de todos los tiempos.
—Apuesto a que no podía cantar —devuelvo abruptamente.
—¿A quién han elegido todos? —llama la voz de Orion a lo largo de
nuestro argumento.
—Safo —dice Victria.
Harley resopla.
—Podrías recogerla.
—¿Qué se supone que significa eso?
—No me puedo decidir entre Hefesto y Prometeo —dice Kayleigh,
llamando la atención sobre ella. Victria le dispara una pequeña sonrisa.
—¿Por qué Prometeo? —pregunta Orion.
Harley golpea el nombre en su disquete.
—No lo quieres. ¡Su hígado fue comido por un ave gigante!
—Pero me gusta la forma en que trajo el conocimiento a la gente
—dice Kayleigh.
—Pero eres más de un inventor. —Orion levanta el disquete de sus
manos y golpea la pantalla, con la imagen de un hombre enorme, feo, con una
forja detrás de él—. Hefesto es probablemente más apropiado. Y menos
peligroso.
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Incluso en este caso, hay que recordar que el Eldest es más un dios que
cualquiera de estos griegos muertos hace mucho tiempo, y puede hacer algo
mucho peor que nuestro hígado sea arrancado.
—Estoy seleccionando a Pigmalión —dice Luthor.
Salto un poco, me había olvidado de lo cerca que estaba de mí. Es tan
tranquilo.
—¡Piggy el cerdo! —Bartie se burla—. ¡Eso suena bien!
—Pigmalión fue un escultor —dice Orion—. Buena elección, Luthor.
¿Y tú, Harley?
—No puedo encontrar ningún pintor —rezonga.
—¿Por qué no hacer un fresco —es como la pintura, pero con yeso—
y puedes utilizar a las Musas como tu tema? —sugiere Orión.
Se inclina hacia abajo para mostrar las musas a Harley, pero yo soy
distraída por Victria. Ella vocaliza algo hacia mí, mientras indica Bartie y
Luthor con la cabeza.
—¿Qué? —vocalizo de regreso.
Sus ojos se abren hacia mí, y sacude la cabeza hacia Luthor. Entonces
mira significativamente a Kayleigh, quién se inclinó hacia Harley, y sacude su
cabeza hacia atrás.
—Ella quiere que les demos un poco de privacidad —susurra Luthor
en mi oído.
—Yo… ¡oh! —digo, sonrojándose.
Victria pone los ojos en blanco.
Atrapando el disquete y uno de los libros, sigo a Victria y a Bartie más
adentro de la Sala de Grabación, pasando puertas cerradas que conducen a
habitaciones llenas de libros y artefactos Sol-Tierr. Luthor se arrastra detrás de
mí, riéndose de cómo Harley y Kayleigh siguen ignorando nuestro complot.
Victria se detiene en la puerta de la entrada.
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—Voy a distraer a Orion en un minuto, darles un poco de tiempo a
solas de verdad. —Cuando no me muevo, agrega—: Sigue adelante. —Y
mueve sus manos hacia mí.
Continúo más hacia abajo por la oscura sala. Luthor duda, luego me
sigue, pero Bartie me guiña un ojo y se queda atrás con Victria. Estoy
decepcionada… de hecho, me gustaría hablar con él acerca de tal vez trabajar
juntos en nuestro proyecto. Él podría componer música, yo podría escribir
letras y tal vez podríamos. . .
Pero prefiere quedarse con Victria.
Bien.
Lo que sea.
No me importa.
—Vamos arriba —dice Luthor en voz baja, así que lo sigo. Nunca
antes he explorado tanto la Sala de Grabación, sé que el segundo y tercer piso
tienen reliquias de Sol-Tierra, pero no mucho más.
Luthor me lleva a una habitación en el segundo piso… una enorme
galería con puertas dobles. A diferencia de la entrada, esta sala está llena de
luz, iluminando los objetos en su interior.
—¿Qué es esto? —susurro. Lienzos colgando de las paredes,
iluminados por las ventanas.
Esculturas salpican el suelo de baldosas, un móvil hecho de brillante
cristal cuelga del techo.
—Es el arte de las generaciones anteriores —dice Luthor. Da un paso
adentro, y mientras me quedo ahí parada, mirando a mí alrededor, mira mi
expresión como ansioso por ver si me había complacido.
—Yo. . . Yo no sabía —le digo, impresionada. Y no lo hacía. No es que
la Sala de Grabación esté prohibida o se mantenga oculta… aunque tienes que
tener permiso para ver los libros. Es que nunca se me ocurrió que una nave
dirigida por Eldest pudiera contener estos tesoros.
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—Y mira —dice Luthor, caminando hacia la pared, donde hay
incrustada una caja electrónica.
Marca un número y la música llena la sala.
—Estas fueron todas hechas por gente que vivió en esta nave —dice.
Cierro los ojos y escucho.
La cantante es una soprano, como yo, y su voz es clara y rica. Ella
canta sobre los imposibles: las estrellas a su alcance, la tierra sólida bajo sus
pies, y la bruma del océano besando sus mejillas.
Cuando la canción se termina, abro los ojos.
Luthor está inmóvil, mirándome con una expresión en su rostro que
no reconozco.
—Vamos a hacer de este nuestro estudio —dice de pronto—. Tú y yo.
Vamos a trabajar en nuestros proyectos aquí. —Hace una pausa, mojando sus
labios—. Juntos.
Pienso en la adoración con la que Harley cubre a Kayleigh, la forma
en que la boca de Kayleigh se tuerce cada vez que intenta tomar su mano.
Pienso en la forma en que Bartie se quedó atrás para quedarse con Victria.
—Sí —le digo, y en ese momento, no existe nada más entre él y yo
que la música de fondo entre nosotros.
Pági
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5 rion nos dio todo un mes para completar nuestros
proyectos, pero no perdemos el tiempo de empezar. Una
oportunidad de dedicar nuestro tiempo a las artes que
amamos ha sido poco frecuente en el Hospital, y por eso ninguno de nosotros
está tomando este tiempo por sentado. Kayleigh trabaja fuera… ella está
usando metal y un soplete para hacer… algo, pero solo ella sabe qué. Harley
ha decidido que también tiene que trabajar fuera, para mantener su fresco
húmedo, y los dos se han creado espacios cerca del estanque de koi en el que a
Kayleigh le gusta nadar.
Bartie está pegado a cualquier lugar al que Vitria va, y Victria
deambula por el campo hacia la ciudad, garabateando en el pequeño libro
encuadernado en cuero que Orion le dio después de que ella le dijera su idea
sobre una colección de poesía. Casi parece como si Bartie tomara su tarea
demasiado literalmente… está siguiendo al objeto de su afecto a ciegas, no
importa donde lo lleve. Sin embargo, sospecho que Bartie estaría devastado al
descubrir lo que realmente contiene el cuaderno… mi conjetura es que más de
la mitad de sus poemas están, de hecho, dedicados a Orion.
¿Y Luthor y yo? Nos encontramos cada mañana, antes de que las
lámparas solares se enciendan, y entramos a hurtadillas a nuestro pequeño
estudio improvisado.
—Me alegro de que no decidieras trabajar con Bartie —dice después
de la primera semana.
—¿Por qué iba yo a trabajar con Bartie? —pregunto inocentemente,
aunque eso es lo que yo creía que quería antes. Me concentro en escribir notas
sobre mi disquete para que no note mi sonrojo.
Luthor sonríe y vuelve su atención hacia su propio disquete. Orion ha
ordenado arcilla para él, fabricada químicamente en los laboratorios en el
Nivel de Carga, pero cuando llegue, tendrá que trabajar con rapidez para
O
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terminar la escultura antes de que se seque. Por esa razón, Orion insistió en
que llegara a un diseño antes de que realmente comience la escultura.
—En serio, Luthor —le digo—, estoy muy contenta de que estemos
trabajando juntos.
Murmura algo.
—¿Qué? —pregunto.
—Luthe. Podrías llamarme Luthe. Mis amigos lo hacen.
Me pregunto a quien se refiere con "amigos". ¿Bartie? Probablemente,
aunque si le preguntaras a Bartie, estoy segura de que no hubiera aplicado el
término "amigo" a Luthor. Luthor ha estado viviendo en el Hospital tanto
tiempo como cualquiera, de hecho, creo que fue uno de los primero a los que
Doc seleccionó para que se mudara. Aun así, él siempre ha sido poco amable
en el mejor de los casos.
Le disparo una rápida sonrisa.
—Me alegro de ser tu amiga —le digo—. Aunque, ¿estaría bien si
todavía te llamara Luthor? Te queda.
Se vuelve de nuevo hacia su disquete, pero no puede ocultar su
sonrisa.
Al final de la segunda semana, Victria golpea la puerta de mi
dormitorio. La abre antes de que tenga oportunidad de levantarme de la mesa
y responder a su llamada.
—¡No solo entres…! —digo, saltando.
Victria pone los ojos en blanco y se deja caer en la cama sin hacer.
No hay cerraduras en Godspeed. Nosotros no las necesitamos. La nave
es tan pequeña que todo el mundo respeta la privacidad. En Sol-Tierra, la
gente tenía que preocuparse por cosas como robos, pero no aquí. Godspeed es
perfectamente segura.
Excepto por Victria cuando quiere hablar.
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—Seleeeeene —prolonga mi nombre.
—¿Quéeee? —imito su gimoteo.
Ella cae en mis almohadas dramáticamente.
—Estoy aburrida.
Empujo a un lado la partitura en la que había estado trabajando.
—¿Dónde está Kayleigh? —pregunto.
—Con Harley. —Su voz gotea con desdén, como si hasta su nombre la
disgustara.
Echo un vistazo a la ventana.
—Es casi la hora de que la luz solar se oscurezca. ¿Todavía están
trabajando en sus proyectos?
Victria se pone sobre los codos.
—Estoy segura de que la única cosa que no están haciendo es trabajar
en sus proyectos.
Asimilo sus palabras.
—¡Oh!
—Sip.
—Bueno… —Hago una pausa, teniendo cuidado con las palabras que
uso —. ¿Qué pasa entre tú y, uh, Bartie?
—Es molesto —suelta, sentándose y lanzando mi almohada al aire. La
atrapa y luego me mira fijamente—. ¿Qué pasa entre tú y Luthor?
Me encojo de hombros, sin mirarla a los ojos.
—Has estado trabajando mucho con él en la Sala de Grabación
—añade, inclinándose hacia adelante.
—Sí, pero…
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—Escucha, ten cuidado con él. —Ella no me mira a los ojos, su
actitud ha cambiado. Vuelve a poner la almohada en mi cama, con cuidado,
alisándola y fingiendo que la simple tarea merece toda su atención.
—Luthor es inofensivo. —Incluso cuando lo digo, puedo escuchar la
duda en mi propia voz, la pregunta buscando confirmación.
—Él es… espeluznante —dice Victria—. Yo solo… me preocupo.
—No tienes que preocuparte por mí —le digo mientras la empujo
fuera de mi cama—. ¡Es en Kayleigh en quien deberías mantener tus ojos!
Pero la preocupación que arruga la frente Victria no se desvanece
cuando ella se va.
Alguien llama a mi puerta antes de que las lámparas solares se
enciendan el día siguiente.
—¿Quién es? —llamo, bostezando. Me pongo mi camiseta de algodón
sobre la cintura de mis suaves pantalones cortos de punto y me tambaleo hacia
la puerta. Por lo menos yo sé que no es Victria: habría entrado antes de que
tuviera la oportunidad de levantarme.
Luthor está esperando del otro lado, luciendo emocionado.
—Ya sé lo que quiero esculpir —dice, entrando a la habitación.
—¿Qué? —Después de que la puerta se cerrara detrás de él, pulso el
botón grande en mi pared y pronto la habitación se llenó con el olor del
desayuno. La comida-pared no es tan genial —podemos ir a la cafetería y
conseguir algo un poco mejor— pero es conveniente. Saco la empanada de
carne caliente de la cavidad incorporada en mi pared y la parto, ofreciéndole
la mitad a Luthor.
Él la toma, un destello de sorpresa en su rostro.
—Gracias —murmura.
—Entonces —le digo, rociando pan rallado antes de pensar en
tragar—. ¿Qué vas a hacer?
—A ti.
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—¿Qué?
—A ti. —Luthor pone su medio desayuno sobre el escritorio. Está
demasiado emocionado, necesita las dos manos para moverlas mientras
habla—. He leído más sobre Piggy el cerdo.
—Pygmalion —le digo, sonriendo. Sé el nombre mejor que él.
—Sí. Y él hizo una escultura de cómo pensaba que sería la mujer ideal.
Ese es el punto central de su historia, que creó a la mujer perfecta con su arte.
Y eso es lo que quiero hacer. Quiero hacer a la mujer perfecta.
—¿Y me quieres a… mi?
Luthor frena su agitado entusiasmo, en realidad viéndome,
considerando mi despeinado cabello, mis ropas arrugadas y mis ojos
incrustados con sueño.
—Por supuesto que a ti —dice simplemente, y mi corazón se llena con
música.
Estoy parada completamente quieta en nuestro pequeño estudio,
mientras Luthor me esboza. Quiere hacer la estatua en una pose “clásica”,
como lo llama, y no deja de decirme que reacomode mis brazos, o que encorve
mi espalda o que levante una mano.
—No, no, no —dice frustrado. No me ofendo; él está frustrado con mi
pose de la misma manera en que yo me frustro con mi voz cuando no puede
alcanzar una nota—. Así.
Se desliza por el piso y baja mi brazo. Pasa ambas manos por debajo de
mis brazos, haciendo que mis codos se estiren, y tira ligeramente mis manos
hacia atrás de mi cadera. Lo miro, no parece verme como si fuera una persona
en este momento, no soy Selene, soy una modelo.
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Luthor se desliza por detrás de mí, presionando una mano contra mi
columna, para que mi espalda se curve hacia adentro, haciendo que mi pecho
sobresalga.
Lentamente, camina a mí alrededor, inspeccionándonos a mí y a mi
pose, deteniéndose cuando me enfrenta.
—Arriba —dice gentilmente, tocando mi mejilla. Levanto mi rostro
hacia el cielo, la cálida luz de las altas ventanas derramándose sobre mis
mejillas.
—Perfecto —susurra—. Tú eres perfecta.
Bajo la mirada hacia él, cuidadosa de no mover mi cuerpo o mi rostro.
Cuando me mira ahora, se que está viendo más allá de mi piel, directamente
hacia el centro de quién soy.
Orion aprueba el diseño de Luthor rápidamente, y si piensa que es
algo raro que me haya seleccionado como modelo no lo dice. Luego del
almuerzo, los trabajadores del Nivel Alimentador traen una enorme pila de
arcilla marrón, y Luthor les dice que la dejen justo ahí, en el centro del piso,
donde la luz de las ventanas llega.
Trae cubos de agua y acomoda sus herramientas en un semicírculo
cerca de la arcilla.
—Podríamos ir a la fuente con Kayleigh y Harley —le sugiero.
Luthor niega con su cabeza, su atención puesta en alinear
correctamente cada herramienta. Se ven casi como los instrumentos médicos
de Doc: un cuchillo sin filo, pequeñitos picos como agujas, un escalpelo.
—Quiero trabajar aquí —dice Luthor—. Contigo. A solas.
Como con una señal, Victria irrumpe en el estudio.
—Así que —dice audiblemente, su voz rebotando contra las
paredes—, aquí es donde se han estado escondiendo.
Bartie entra por detrás de Victria. Carga su guitarra con una banda en
sus hombros, una mano inconscientemente punteando las cuerdas.
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—Estamos trabajando —dice Luthor enfáticamente.
—También nosotros. Buscando una inspiración y todo eso. —Victria
lo ignora y se dirige directo hacia mí. Hay algo casi protector en su posición.
—Busquen su inspiración en otra parte —les gruñe Luthor, y no
puedo culparlo. Estaba solo a punto de empezar con la escultura que ha
planeado desde hace dos semanas, la interrupción de Victria y Bartie no
podría haber sido en peor momento.
—Necesito a Selene. —Victria levanta un hombro, como si estuviera
de frente a su caprichosa musa.
—Yo también. —Luthor no se ha movido de su arcilla, pero sus manos
están inmóviles, su cuerpo tenso.
Victira se inclina hacia delante.
—Tú tienes un esbozo. —Sus palabras son casuales, pero toca mí
brazo, presionando mi piel, como si intentara transmitir un mensaje a través
de mi carne. Bartie se mueve nerviosamente en la puerta.
—Pero aún así la necesito.
Antes de que puedan disolverse en una verdadera pelea, hablo:
—¿Para qué me necesitas Victria.
—Necesito una canción. Música.
—Tienes a Bartie. —Espero que ninguno note la amargura en mi voz.
Sí tiene a Bartie, todo él, aún si ella no parece quererlo de la manera en que yo
solía hacerlo.
—Pero necesito el canto.
—Sí —dice Bartie, por primera vez mirando hacia arriba—. Tú ere la
sirena, recuerda. Cántanos una canción que nos haga querer ahogarnos.
Victria y Bartie se ríen de la burla, pero Luthor solo frunce el ceño.
—¿Se irán si les canta? —dice.
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Victra duda, pero Bartie dice:
—Sí.
—Solo deshazte de ellos —me dice Luthor, ondeando sus manos como
si estuviera sacrificando algo al dejarme cantar.
—Yo… yo no sé que cantar —digo, de pronto tímida.
—Canta una de esas canciones en que has estado trabajando para el
proyecto de Orion.
Mis manos se mueven inconscientemente para hacia los papeles
sueltos desparramados por mi improvisado escritorio.
—No están listas.
Victria gira los ojos.
—Solo canta.
Así que canto.
Comienzo con una larga nota, una E alta, y la sostengo tanto como
puedo, dejando que la fuerza de mi voz levante el sonido hasta el techo. Hago
mi cabeza hacia atrás y cierro los ojos, permitiéndome olvidar a Luthor, y lo
que sea que ponga nerviosa a Victria de él, olvidar la forma en que la presencia
de Bartie me llena con arrepentimiento, olvidar todo excepto el sonido.
Sostengo la nota hasta que mi aliento se rinde, y colapso un poco sobre
mí misma, hasta que succiono más aire, pero no abro los ojos.
Sé qué notas quiero, las palabras que irán con ellas
Comienzo lentamente, un contraste con la apertura de la canción.
Canto sobre estar asustada, y encontrar una amistad. Del amor y la
añoranza.
Muy suavemente, Bartie agarra el ritmo, agregando acordes simples en
coordinación con mi voz. Su guitarra suena vacilante al principio, pero
mientras mi voz aumenta, los acordes se vuelven más fuertes.
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Mi voz se tambalea un poco, un poco triste por la manera en que
podemos hacer música tan hermosa juntos, a pesar de que Bartie nunca me va
a querer de la manera en yo quería. Entonces le doy un vistazo a Luthor, y mi
canción surge de mi garganta.
Canto sobre el océano que nunca he visto en la vida real. Canto sobre
la soledad. Transformo la sirena en algo simpático. Ella no quiere matar lo que
ama. Simplemente no puede evitarlo.
El silencio me envuelve, y lo lleno con mi voz. Canto sobre todo lo
que está mal, sobre la esperanza y la muerte. Canto sobe infinitas maravillas, y
en como todo debe terminar.
Cuando abro los ojos, mi pecho está agitado mi cabeza hecha hacia
atrás, mis brazos estirados por detrás de mí.
Inconscientemente me he transformado en el tributo Pigmalión de
Luthor. Y aunque canto una canción de amor, mis ojos no se posan sobre
Bartie, quien aún rasguea su guitarra con una temblorosa mano, sino en
Luthor, quien está garabateando en su cuaderno, esbozándome, intentando
capturar el momento en el que canto en el papel, para luego poder tallarlo
luego en la arcilla.
—Gracias —susurra Victria.
—¿Era eso lo que buscaban? —pregunto. Hay un brillo de sudor en mi
frente.
—Sí —dice lentamente.
—Yo no he terminado. —De pronto me doy cuenta de la manera en
que mi voz se quebró en el segundo verso, y de la desordenada lírica que se
aceleró en el tercero—. Quiero decir, aún no he terminado con la letra y con
el ritmo…
—Es buena.
—Es realmente triste —dice Bartie.
Río.
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—¡No es triste! Es una canción de amor.
Bartie se pone de pie, deslizando su guitarra hasta su espalda.
—Las canciones de amor pueden ser tristes.
—Vamos —dice Victria, colocando una mano en el codo de Bartie—.
Dejemos a estos dos a solas para que trabajen.
Ella asiente hacia mí mientras sale, y aunque evita pasar muy cerca de
Luthor y evita su mirada, debe haber habido algo en mi canción para hacerle
saber que él no es una verdadera amenaza y que nuestro mayor enfoque es
hacia nuestro arte.
Como para probarlo, Luthor recoge una herramienta de hoja larga y
comienza a escrudiñar la arcilla.
—Tengo una idea perfecta —dice sin detenerse—. Sé exactamente
como hacer que esto funcione. —Me mira ahora—. Pero… ¿te importaría
cantar mientras esculpo? Podrías practicar más para tu presentación.
Yo tenía la intención de presentarme a Orion con una serie de
canciones, una ópera completa, pero solo tenía trozos de cada canción aquí y
allá. Odio comenzar a cantar algo incompleto, la canción de amor era bastante
mala, pero al menos estaba completamente terminada.
Aún así, hay algo en la manera en que las manos de Luthor se deslizan
sobre la arcilla, en el silencio de su trabajo, que me hace querer llenar el
estudio con música una vez más. Abro mi boca y canto.
Luthor trabaja rápido, sin recesos y meriendas. La arcilla que Orion
ordenó está químicamente producida para no secarse por completo hasta que
Luthor le aplique un esmalte exterior, pero mientras más la moldea, más
difícil es trabajar con está, volviéndose menos flexible y más propensa a
desmoronarse.
Ni siquiera pienso en irme. ¿Cómo podría? Aun así, mi voz se quiebra
y, a pesar de que bebo una abundante cantidad de agua, lentamente sucumbo
al silencio. He trabajado más en mis canciones hoy día que en cualquier otro
día de las dos semanas anteriores, y sé que una gran parte se debe a que la
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contagiosa necesitad de esculpir de Luthor ha influenciado mi necesidad de
cantar
Las luces de la galería se encienden con un clic cuando la bombilla
solar se apaga. Luthor gruñe por el cambio de luz, pero apenas se detiene.
Me muevo detrás de él, inspeccionando el trabajo que ha hecho.
La escultura es hermosa, mucho más hermosa que yo. La versión de
arcilla de mí es delicada y ágil, más grácil en su reposo de lo que yo jamás
podría ser cuando me muevo
—¿Puedes…? —empieza él, después se distrae con su escultura,
aplanando una rugosidad en la arcilla. Observo sus manos pasar por la
superficie. Él casi debe haber terminado, la escultura parece tan real ahora,
como si la perfecta replica de arcilla de mí fuese a levantar sus pies y salir de la
angosta base
Las manos de Luthor se mueven a su frente, cuatro dedos en cada
mano girando a lo largo de su frente, sobre sus cerrados y delicados parpados,
por sus mejillas, bajando por los huecos de su cuello, enderezando con una
canción silenciosa, deteniéndose en su clavícula y siguiendo, finalmente,
hasta detenerse en sus pechos de arcilla
Tomo un respiro tembloroso
—Me gusta suavizar las líneas —dice Luthor, su atención todavía en
la escultura
—Todo tiene que combinar
—Es hermosa —digo, mi voz más suave de lo que había intentado
Él se detiene ahora, y se voltea a mirarme.
—Tú eres hermosa —dice
Levanta sus manos cubiertas de barro hacia mí, después se detiene. Me
inclino hacia adelante. Él toca mi frente, así como tocó su escultura, y yo
cierro mis ojos, presionando mi cara en su mano. Ignoro la arcilla que deja en
mi piel, disfrutando la sensación de su suave dedo repasando mi cara, bajando
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por mi cuello, a través de mi clavícula… pero se detiene. Abro mis ojos. Él tira
de mí más cerca. Y el beso que compartimos hace que me alegre de no ser solo
una vacía chica de arcilla.
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6 o vuelvo al Hospital hasta mucho después del amanecer, y
cuando lo hago, dejo a Luthor en nuestro estudio.
Él todavía está trabajando como un loco en la escultura, aun
cuando, para mí, luce completa.
Deambulo por el sendero entre la Sala de Grabación y el Hospital. He
pasado la mitad de mi vida enamorada de Bartie, quien apenas me notaba, y
ahora está Luthor, a quien nunca había visto realmente antes, y hay esta cosa
entre nosotros que nunca seré capaz de volver a ignorar. Cerca del estanque,
una enorme monstruosidad crece desde el piso. El trabajo de Kaylegih, una
escultura de metal móvil que luce medio orgánica, medio pesadilla. Ella ha
usado algún tipo de gel transparente rojizo para crear la apariencia de fuego en
la base, y agregó brazos de metal extendiéndose a través de las llamas, hacia el
cielo. Pero nuestro cielo también está hecho de metal, y si está escultura está
luchando por libertad, solo se encontrara con otra pared
El muralismo de Harley parece solo una capa de yeso, sospecho que ha
estado más ocupado mirando a Kayleigh que trabajando. Él usualmente pinta
todo los días, pero en cambio ha estado distraído por el hecho de que
Kayleigh ya no está rechazándolo.
Estoy de un humor silencioso, contemplativo para cuando llego al
Hospital
—¡Oye, Selene!
Salto, sorprendida por la repentina voz
—Te he estado esperando —dice Bartie, sonriendo desde el cómodo
sofá en la sala común. Un sonido de música sigue sus palabras, su guitarra yace
en su regazo, sus dedos rasgueando inconscientemente las cuerdas
Cruzo el cuarto y me siento en la silla frente a él. Un mes atrás,
descubrir que Bartie había estado esperando solo para verme hubiera hecho
N
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que mi cara se sonrojase y que mis rodillas temblasen. Pero ahora, todavía
puedo sentir el beso de Luthor sobre mis labios
—¿Por qué? —digo simplemente
—Victria… —Su voz se va apagando
Este era el punto, un mes atrás, eso me habría hecho querer llorar.
Pero la parte de mi corazón que siempre reconocerá a Bartie como mi primer
amor está en silencio
—Estoy segura cambiará de opinión —digo—. Victria no es muy, no
lo sé, emotiva. Pero apuesto que ella se enamorará de ti eventualmente.
Bartie se ríe.
—¡No, no me refería a eso! —Aun así, está satisfecho con lo que dije
—¿Entonces qué?
Bartie se mueve incómodamente, su mano volviendo a su guitarra,
moviendo sus dedos por las cuerdas.
—Victria dije que tú… y Luthe…
—Está bien —digo inmediatamente. Mejor que bien
—Luthe… él no es —Bartie se mueve de nuevo, mirando hacia afuera
de la ventana—, él ha dicho cosas… yo solo…
—Victria debería prestarle más atención a su vida amorosa y menos a
la mía —digo bruscamente
—Escucha —dice Bartie, inclinándose más cerca—. Si Luthe tiene
amigos, entonces yo soy uno de ellos. Y la manera en que habla de las
personas… de las chicas…
—¿Chicas? ¿Más de una? —digo, mi corazón hundiéndose
—Eso no es lo que estoy tratando de decir
No puedo evitarlo un suspiro de alivio se escapa de mis labios
—Solo se cuidadosa, ¿Está bien? —masculla finalmente Bartie
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Asiento, pero aun no estoy segura de a que se refiere
Las manos de Bartie vagan de vuelta a su guitarra.
—¿Quieres improvisar un poco?
—¿Improvisar? —Me río
—Leí sobre eso. Así le decían a hacer música, atrás en Sol-Tierra
—Improvisar —digo de nuevo. Que palabra más ridícula
—He estado trabajando un poco en esto —agrega Bartie, y coloca la
guitarra en su correcta posición, sus callosos dedos presionando las cuerdas en
el cuello. Él vacila, escuchando los acordes, hasta que encuentra la correcta
armonía
La canción es rápida, y se vuelve más fuerte a medida que continua,
pero aun suena melancólica para mí. Creo que es la manera en que las notas
zigzaguean, siempre volviendo a los mismos profundos acordes, como si, sin
importa cuán rápido se mueve los dedos de Bartie sobre las cuerdas, no
pudiera evitar caer en la misma triste melodía. Cuando levanta la mirada hacia
mí, detiene la canción abruptamente
—¿Qué pasa? —pregunto cuando la música muere
—Parecía que ibas a llorar —dice
Toco mi mejilla, pero está seca
—¿Qué hay de esto? —dice Bartie, sonriendo, y él empieza con la
misma melodía que había hecho para la canción que escribí
Sonrió, y tan pronto como atrapo el ritmo, abro mi boca para cantar.
No dejo que la música se desgarre de mí como hice en el estudio, en cambio
obligo a la canción a fluir de mi como un constante flujo de agua. No quiero
despertar a nadie, y aun si la sala común está separada del resto del Hospital,
no es a prueba de sonidos.
Aun así, la música me abruma. Para cuando llego al final, he alzado mi
voz, y estoy sin aliento. No es hasta ese momento que noto a Luthor, parado
en frente del elevador, observándome. Bartie presiona su palmas en las
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cuerdas de la guitara, silenciándolas. Luthor no hace ruido mientras sus ojos
revolotean de Bartie hacia mí y viceversa. De repente soy consciente de cuan
cerca estoy de Bartie, del rubor en mis mejillas, de la manera en que mis dedos
casi están tocando su rodilla. Quito mi mano. Luthor sale de la sala común sin
decir una palabra.
Cuando despierto la siguiente mañana, mi puerta está abierta. Sé que
la cerré la noche anterior, pero ahora está abierta, las luces del pasillo
entrando. Me levanto, frotando mis ojos y tirando de mi camiseta de tirantes
abajo sobre mis caderas mientras presiono el botón para cerrar la puerta. Me
pregunto si fue Victria, vino a hablar o irrumpir como siempre, y si al último
minuto decidió dejarme dormir. O tal vez fue solo un fallo de la puerta.
Presiono el botón en mi pared por mi comida, y mientras espero, meto
mis dedos en la pequeña cavidad cerca de la puerta. Una pequeña pastilla azul-
y-blanca espera por mi ahí. Me quedo mirando la capsula, preguntándome
como esta pequeña pastilla me separa de casi todos los demás en la nave afuera
del Hospital. Trago la pastilla seca. Doc dice que estamos locos, que nuestra
agitación y expresión artística viene de esa locura, y que las pastillas
inhibidoras son lo único que evita que realmente perdamos la razón.
Pero creo que Kayleigh probablemente tiene razón. Las patillas
inhibidoras no evitan que nos desmoronemos; nos mantienen humanos,
evitan que nos convirtamos en la pasiva nada que el resto de los
Alimentadores sienten.
El pequeño compartimiento en mi pared se abre, y el vapor flota fuera
de él, dejando atrás el olor a empanada de carne. La devoro tan rápido como
puedo; la pared de comida no es lo mejor, y es insoportable comerlo frío.
Debo haberme quedado dormida, no hay nadie en la sala común, y el
Hospital está vacío. Me dirijo directo a la Sala de Grabación, Orion me saluda
con la cabeza en la entrada, pero está ocupado trabajando en un disquete.
Algo bloquea la puerta de nuestro pequeño estudio, y tengo que
empujar fuerte para entrar. Lo primero que noto es a Luthor. Él está todo
marrón debido a la arcilla, cubierto hasta sus codos con manchas sobre su ropa
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y arrugas sobre su frente. Pequeñas líneas de sudor gotean a través de la
suciedad en su cara .
Por debajo de la arcilla y el sudor hay un ceño más enojado que
cualquiera que he visto.
Lo siguiente que noto es la escultura. Mientras que la cara de Luthor
irradia emoción, el rostro de arcilla de la escultura está en blanco. No es de
extrañar que las manos de Luthor estén cubiertas de barro. Él alisó todas las
facciones del rostro de la escultura, haciendo a las mejillas tan planas que
están casi desaparecidas, alisando la nariz en nada más que un bache, borrando
por completo los labios. Los ojos —él había trabajado todo el día solamente en
los ojos, usando una pequeña herramienta como un palo para tallar en las
pestañas— son ahora nada más de muescas pequeñas en la apenas existente
frente.
Hay una cualidad extraña a la escultura ahora: El cuerpo sigue intacto,
perfectamente bello y meticulosamente detallado, pero la cara no es más que
una sombra plana.
Aún así, parece que me mira con sus ojos vacíos.
—Está mejor ahora —dice Luthor rotundamente.
—Era una maravilla antes. —Mi voz sale débil.
Luthor nivela su mirada hacia mí.
—Es mejor ahora —repite.
Mi mano se extiende detrás de mí hacia la puerta, mi cuerpo buscando
una vía de escape antes de que mi mente pueda decirme lo que tengo que
hacer.
—¿Qué estabas haciendo con Bartie? —pregunta Luthor.
—¿Qué?
—Ayer por la noche. En la sala común. ¿Qué estabas haciendo con
Bartie? —Muerde cada palabra como si supieran desagradables en su boca.
—Nada. Cantando. Nada.
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Luthor llega hacia mí con sus manos cubiertas de arcilla. Me
estremezco. Se da cuenta, y, en lugar de cada ser cada vez más amable como lo
habría hecho un día antes, su mano se tensa y sus ojos se entrecierran. Toca mi
frente, sus dedos rastillando a través de mi piel con fuerza mientras los
arrastra hacia abajo, sobre mis párpados, dejando manchas marrones en mi
cara.
—Eres mía —susurra—. Mía.
Salgo malditamente de ahí.
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7 partir de ese momento, no trabajo en el estudio. Me voy por
la noche —con Bartie y Victria, ambos llevando miradas de
interés y preocupación— para recoger mis cuadernos y
partituras de la Sala. Luthor cubrió su escultura con un paño grande, y no
tengo el coraje de mirar a la cara en blanco de nuevo.
Mi música adquiere un tono diferente mientras escribo con Victria y
Bartie, que han convertido el jardín detrás del Hospital en su estudio. Es
agradable ser capaz de obtener la ayuda de un poeta cuando trabajo en letras,
o el consejo de un colega músico cuando estoy luchando para encontrar los
acordes. Yo trabajo más rápido, pero al mismo tiempo, se siente como si
hubiera perdido algo de la emoción detrás de la música. Yo había empezado a
escribir canciones de amor, y acabé escribiendo tristes. Quizás apropiado para
las Sirenas, pero no para mí.
Y luego, casi antes de que realmente haya tenido la oportunidad de
poner todo junto de la manera que quiero, es el momento de presentar nuestro
trabajo a Orion.
Kayleigh y Harley enlistan toda nuestra ayuda para conseguir sus
piezas en el estanque detrás del Hospital hasta la Sala de Grabación. Harley
quería hacer las presentaciones en el estanque, pero Orion insistió en que se
realizara dentro de la Sala. Además, los proyectos se supone que se instalarían
en las galerías de las plantas superiores una vez que hubiéramos terminado
con nuestras presentaciones. Supongo que eso significa que Luthor tuvo que
limpiar también, que nuestro estudio es una vez más solo la galería, pero trato
de no pensar demasiado en ello.
La galería parece más oscura con tres descomunales nuevas adiciones
de Kayleigh de esculturas de metal, pinturas de Harley, y la cubierta escultura
de arcilla de Luthor.
A
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Orion nos pide a cada uno que expliquemos nuestro trabajo como
parte de nuestras presentaciones. Kayleigh va primero, seguida de Harley,
pero apenas los oigo. Estoy demasiado ocupada mirando el trapo lleno de
parches sobre la escultura de Luthor. No tiene esa misma forma familiar que
había llegado a conocer. Parece más pequeña.
Orion asiente hacia Luthor, indicando que él debe ir después, pero
Luthor niega con la cabeza.
En cambio, Victria comienza recitando su poesía.
No es hasta que Bartie va que soy capaz de alejar mi atención de la
demasiado-pequeña escultura de Luthor.
Su música es hueca de la mejor manera posible. Habla de nostalgia y
tristeza, y quiero llenarla con mi voz, pero no lo hago. Es mejor así.
Mientras se desvanece su música, doy un paso adelante con la mía.
Cierro los ojos y olvido todo y solo canto.
Y por ese breve momento, todo está bien.
Pero entonces el momento desaparece.
Abro los ojos, y sigo aquí. Y también lo está Luthor.
—Gracias, Selene —dice Orion—. Ahora, es tu turno, Luthor.
No se molesta en presentar su obra. En su lugar, Luthor se acerca a la
escultura y en un movimiento rápido arranca la tela.
Yo jadeo, el único sonido en la galería silenciosa.
La escultura ya no es anónima, está decapitada. De las ásperas marcas
en los diezmados restos del cuello, no me cuesta imaginarlo envolviendo sus
dedos alrededor de la arcilla, apretando con cuidado y precisamente,
apretando, apretando hasta que la cabeza simplemente saliera disparada.
Del cuello para abajo, la escultura es hermosa, incluso más grácil y
elegante de lo que recordaba. Hay grabados en las cutículas de las uñas, las
venas de las delicadas muñecas. Dedos de los pies individuales se enrollan en
la base, y el vestido drapeado parece que está hecho de seda, no barro.
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Pero desde el cuello hacia arriba, nada.
—Bueno. —La voz de Orion atraviesa el resonante silencio—. Esto es
bastante... iluminador Luthor.
Luthor deja caer al suelo la sábana que había estado cubriendo su
escultura mientras se da la vuelta y sale corriendo de la galería.
Incluso Kayleigh y Harley, tan envueltos como lo están el uno en el
otro, han notado la forma en que Bartie y Victria nunca se alejan de mi lado.
Su preocupación es palpable.
—Vayamos con Doc —dice Harley finalmente—. Desgarrar la cabeza
de una escultura de alguien es alocado. Tal vez pueda aumentar las medicinas
de Luthor.
—Yo no creo que los medicamentos que tomamos tengan algo que ver
con ser alocados —dice Kayleigh.
—Ellos solo...
—Este no es el momento para eso —espeta Victria. Estoy sorprendida,
nunca la he visto ser brusca con Kayleigh antes—. Pero Harley tiene razón.
Deberíamos hablar con Doc. ¿O tal vez incluso Eldest?
Dejamos que el peso de sus palabras antes de que yo diga algo.
—Eldest no. Es solo una espeluznante escultura. No hay razón para
ponerse en contacto con Eldest.
Aunque nadie dice nada, la tensión en la sala se disuelve un poco
ahora que he dicho dejar a Eldest fuera de esto.
—Aún así... ¿Doc? —dice Bartie.
Niego con la cabeza.
—Es sólo una escultura.
No puedo dormir esa noche, lo cual es el por qué, cuando mis puertas
se abren, estoy despierta para ver a Luthor de pie en el umbral.
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—Se supone que estuvieras dormida —dice.
—Se supone que deberías estar en tu propia habitación —espeto de
regreso.
Se encoge de hombros y entra, dejando la puerta cerrarse tras él.
—¡No he dicho que podías entrar!
Él solo se queda ahí.
—¡Fuera! —digo, mi voz elevándose.
En dos pasos, está en mi cama, con su mano abierta cubriendo mi
boca. Trato de gritar, pero el sonido se amortigua. Aprieta su peso contra mí,
empujándome a mi colchón. Me agito, pero no puedo escapar de su agarre.
—Se supone que eras mía —dice. Su aliento es cálido, las pupilas
dilatadas.
Niego con la cabeza lo mejor que puedo bajo su agarre.
—No me gusta compartir.
Su mano se desliza hacia abajo.
—¡No sé de qué estás hablando! —grito.
Pero su mano no me deja ir, solo se mueve más abajo. Su otra mano se
une a la primera alrededor de mi cuello.
Soy híper consiente de la situación. Puedo sentir cada golpe sordo de
mi corazón cada vez más fuerte y más rápido. Puedo sentir cada uno de sus
dedos alrededor de mi garganta, cada presión en mi piel. No me está
ahogando, él simplemente está asegurándose de que sé que podría hacerlo.
Espontáneamente y no deseada, una imagen de la escultura me viene a
la mente: un cuerpo perfecto con su cabeza arrancada.
Mis ojos arden.
―No ―susurro, con miedo de decir algo más. La palabra tiene que
luchar su camino desde mi garganta hasta la boca.
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―Podría ―dice él―. Yo podría. Puedo hacer lo que quiera.
―No ―le imploro.
―Tu cantas. Te conviertes en otra persona cuando cantas: más bella,
más perfecta.
Su dedo índice acaricia el frente de mi garganta, donde mis cuerdas
vocales están.
―No cantes para nadie más ―ordena.
Yo asiento… cualquier cosa para hacer que se vaya.
Su agarre se aprieta alrededor de mi cuello, empujándome más lejos en
mi colchón. Levanta su pierna derecha y, sin quitar sus manos de mi garganta,
se sube por encima de mí de modo que queda a horcajadas en mi propia cama.
Todo su peso se presiona hacia abajo en mi contra.
Las lágrimas se derraman de mis ojos, deslizándose entre mi cabello.
―Eres mía ―susurra.
Pasa un tiempo muy largo antes de que se vaya, pero cuando
finalmente lo hace, una parte de mí se ha muerto ya.
Mi espalda está recta incómodamente en la silla de plástico azul frente
al escritorio de Doc en su oficina.
Él entrelaza sus dedos mientras me mira.
―Pero ―dice con una voz cuidadosamente controlada―, ¿él en
realidad no hizo nada?
En respuesta, me quito la bufanda alrededor de mi cuello. Diez
contusiones en forma de largas huellas dactilares decoran mi garganta.
―Pero, ¿nada más? ―Doc se remueve incómodamente―. Él te ha
amenazado, sí, lo entiendo, ¿pero no hizo en realidad...?
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―¿Importaría si lo hizo? ―pregunto. Mi voz es ronca, resultado de
los sollozos jadeantes que rastrillaron por mi garganta en la ducha esta mañana
y la presión ejercida por Luthor sobre mis cuerdas vocales cuando él… Doc se
inclina hacia adelante.
―Esto es muy grave ―dice―. Creo que tal vez debería dar a Luthor
algunos supresores de hormonas, por lo menos hasta la Temporada...
―¿Pastillas? ¿Solo vas a darle pastillas?
―Su, eh, deseo por ti no es del todo natural. Podemos aplacar ese
deseo, al menos durante unos años, hasta la Temporada.
―No solo estoy preocupada por su deseo.
Los ojos de Doc derivan más abajo, a los moretones en mi cuello.
―Podría involucrar a Eldest en esto ―murmura, casi para sí
mismo―. Pero la cosa es...
―¿Qué? ―Mi débil voz se agrieta―. ¿Qué es? ¿Por qué estás tratando
de decir muy amablemente que Luthor no será castigado por lo que me ha
hecho?
―Pero si él en realidad no hizo nada…
―¿Qué quieres que diga? ―Me pongo de pie, mi voz luchando contra
mi deseo de gritar―. ¿Qué me sostuvo en contra de la cama, incluso cuando le
rogué que se levantara? ¿Que aplastó mi garganta hasta que no pude emitir ni
un sonido? ¿Que se rió de mí mientras luchaba contra él? ―Que me hizo
cosas de las que estoy demasiado disgustada para describir incluso con
palabras.
Doc no me mira a los ojos.
―Luthor es experto en estudios táctiles y cinéticos ―le dice a su
escritorio perfectamente ordenado―. Puede que se centre en la creación de
esculturas ahora, pero sus habilidades podrían llevarnos a un avance en los
estudios modulares de los motores de la nave, o ayudar a aumentar la
eficiencia en la Ciudad o a través de la red de disquete...
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―Y todo lo que yo puedo hacer es cantar ―grazno.
Me derrumbo de nuevo en la silla, con la esperanza de que Doc
proteste, pero ambos sabemos que es verdad. No hay mucho espacio para el
arte en Godspeed; soy superflua como mucho. Gente como Kayleigh o Luthor
serán capaces de encontrar una manera productiva para contribuir a la nave.
La gente como yo o Bartie somos capaz de nada más que proveer un poco de
diversión para los verdaderos trabajadores.
Luthor es más importante que yo, porque sus habilidades pueden
ayudar a la nave. Una canción no es nada comparado con la productividad.
Me echo a reír, un agrietado sonido amargo y dañado por el
estrangulamiento de Luthor anoche.
Ni siquiera puedo cantar, no ahora. Un día, pronto, si Doc tiene razón,
mis cuerdas vocales sanarán.
Pero, ¿alguna vez realmente podré cantar otra vez? ¿Si Luthor dice
que tan solo puedo cantar para él, y él puede hacer lo que quiera en esta nave
que valora a las personas en base a qué trabajo o habilidades pueden aportar,
me atrevería alguna vez a hacer música?
―Voy a empezar con los supresores hormonales en Luthor ―dice
Doc en el silencio―. Eso debería detener sus… impulsos.
Pero no sus manos, sus manos grandes y fuertes que ahogaron el
sonido de mí, que hicieron estallar la cabeza de su escultura, que sostiene los
escalpelos afilados que utiliza para esculpir en barro, que podría utilizar para
tallar en mí.
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8 e protegeremos ―dice Victria. Kayleigh,
sentada en mi cama, asiente―. Si Doc no te
protegerá, nosotros lo haremos.
―¿Qué pueden hacer? ―pregunto con una sonrisa débil.
Kayleigh y Victria intercambian miradas.
―Los chicos van a ayudar ―dice Kayleigh―. Harley y Bartie.
―Ellos no me conocen tan bien.
―Aún así van a ayudar.
Lo puedo ver ahora: toda una vida donde yo estoy siempre vigilada por
al menos uno de ellos. Antes, había pensado en Kayleigh como una amiga
esporádica y Victria como una compañera ocasional. Harley y Bartie estaban
siempre en el fondo de mi mente. Pero sé ―puedo verlo en la mirada seria
que ambas chicas me están dando― que aquí está una oportunidad para mí,
para convertirme en algo más para todos ellos.
No una amiga. Una pupila.
―No puedo pedirte eso, ni a ninguno de ustedes ―digo.
Victria niega con la cabeza.
―No podemos permitir que eso te suceda de nuevo.
Mira a mi cuello, pero ella no puede ver las heridas que he escondido
detrás de mi ropa.
―No me pueden proteger todo el día, todos los días.
―Te puedes mudar a mi habitación ―dice Kayleigh.
―O a la mía ―añade Victria.
―T
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Miro por la ventana.
―¿Selene? ―pregunta Kayleigh. Algo en su voz me llama la
atención―. Se te olvidó tomar tu pastilla ―dice. Ella sostiene la pequeña
cápsula azul y blanca que contiene los medicamentos que me mantienen
consciente, consciente del mundo.
Yo no la había olvidado.
―Tonta de mí ―murmuro, tomando la pastilla. Kayleigh me mira
con cuidado a medida que la pongo en mi lengua y pretendo tragar.
Pero no lo hago.
Después de un rato, declaro un dolor de cabeza, y las dos chicas se
van. No van muy lejos; puedo oírlas hablar, cuidando mi habitación. Gritan a
Luthor cuando se acerca demasiado; puedo oírlo negar sus acusaciones, sus
voces elevándose hasta que Doc sale y todos se callan.
Escupo la pastilla azul y blanca de mi boca y la arrojo al inodoro, luego
me enjuago inmediatamente.
Kayleigh dijo que las pastillas no te hacen nada, y nada parece ser una
cosa muy buena para estar en este momento.
Alguien llama a mi puerta. Sé que no puede ser Luthor; él no llama.
Doc se encuentra de pie en el otro lado.
―He enviado a tus pequeñas guardias a sus habitaciones ―dice.
Luego su expresión dura se derrite―. También he puesto un guardia, uno de
verdad, en la habitación de Luthor. No quiero que te sientas amenazada.
Pero lo hago. Con guardia o no. Porque al final, en unos días, semanas
o incluso un mes entero, el guardia se irá. Y todavía no tendré una cerradura
en mi puerta. Y Luthor no habrá olvidado.
Nunca podrás escapar de mí. Esas fueron las últimas palabras que me
dijo, justo antes de dejar mi habitación esa noche.
Pero al final, es muy fácil escapar.
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Al pasar por delante de la sala común, puedo ver cómo serán las cosas
algún día. Kayleigh está acurrucada en el brazo de Harley en el sofá junto a la
ventana; su amor crecerá, se propagará y será todo lo que quieran. Bartie
interpreta una canción para Victria. Victria puede o no enamorarse del
guitarrista, pero su amistad no se desvanecerá. Se trata de una visión idílica de
lo que alguna vez quise en mi vida.
En la esquina, seguido de cerca por Doc, está Luthor. Él me mira
fijamente, con los ojos entrecerrados, mientras cruzo la habitación. Él me
culpa por la estrecha vigilancia en la que ha estado en estas últimas semanas,
las pastillas adicionales. Él no ha olvidado.
Pero yo estuve a punto de hacerlo.
Tomo el ascensor hasta el vestíbulo, luego doy un paseo por el camino
que conduce desde el Hospital a la Sala de Grabación. Pienso en entrar en la
Sala, tal vez ver la escultura por última vez, pero la idea no es crear un
impulso en mí para hacer el esfuerzo de seguir subiendo las escaleras.
Orion se encuentra en el umbral. Él empieza a hablar conmigo, pero
luego frunce el ceño mientras paso. El camino sale al pasillo que lleva más
profundamente al Nivel Alimentador. Sé a dónde voy, ya he hablado de esto
con Doc, quien obtuvo el permiso de Eldest para mi reasignación. Kayleigh
tenía razón. Sin las pastillas, realmente no sientes nada. Y la nada puede ser
agradable.
Abro mi mano, dejando que mi última pastilla azul y blanca caiga
descuidadamente al suelo.
Estoy en la valla mirando hacia abajo a los conejos de grandes
dimensiones utilizados para carne en la nave. Este es mi nuevo trabajo.
No canciones.
Conejos.
Miro hacia atrás una vez.
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Luthor se olvidará de mí. Él quería mi música, pero la gente vacía no
canta. Yo me quedaré aquí. Cuidaré de los conejos. Me dejaré convertirme en
nada, y entonces Luthor no me querrá, porque no habrá nada que desee.
Tomó varios días antes de que sintiera el miedo desvanecerse.
Yo no sabía que todo lo demás se desvanecería también.
Pero es agradable estar sin miedo. Sin tristeza.
Al final, ese no parecía un tan alto precio a pagar.
Mis canciones, a cambio de nada.
Nada es agradable.
El vacío es bueno.
Cruzo sobre la valla. Los conejos saltan. Arriba y abajo. Las orejas se
contraen.
Seré esta chica, la chica que cuida a los conejos. Luthor tomó mi música
cuando tomó todo lo demás de mí esa noche. ¿Qué me importa si dejo que el
vacío llene mi armazón?
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9
El dia que mori
arareo una canción.
Hago eso a veces.
Tarareo.
Me gustan los sonidos.
—Hola, Selene. —Una profunda voz masculina dice desde la valla de
los campos de conejos.
Dejo de tararear.
—¿Te acuerdas de mí? —pregunta el hombre.
—Eres Luthor —le digo.
Luthor asiente.
—Te lo dije antes, llámame Luthe. Todos mis amigos lo hacen.
Pero. . . Yo no creo que él sea un amigo.
La valla alrededor del campo de conejos no es más que tela metálica.
Él la arruga y la empuja lejos tan fácilmente como si fuera de papel.
—Selene —dice. Me gustan los sonidos, pero no me gusta la forma en
que mi nombre gruñe alrededor de sus labios.
—Siempre fuiste mi chica perfecta —dice en voz baja. Los conejos
corren fuera de su camino mientras camina lentamente hacia mí.
Correcorrecorrecorrecorrecorrecorrecorrecorre. Mi mente me grita,
pero mi cuerpo no se mueve.
T
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Todo es aburrido a mí alrededor. Fragmentos de recuerdos golpean mi
cerebro, tratando de despertar la vida dentro de mí, pero todo es lento y
constante. Puedo escuchar los latidos de mi corazón en mis oídos, un aburrido
y normal pum. . . pum. . . pum. No es que el pánico compita con los latidos del
corazón de los conejos cuando los mantengo presionados. Pero me siento
como un conejo, uno seleccionado para la masacre.
Luthor toca el lado de mi cara, pasa los dedos por mi mejilla, mete un
mechón de cabello detrás de mi oreja.
—Canta para mí —dice.
—Cantar no es productivo —le digo. Pero yo canto, a veces. O
tarareo. Me gustan los sonidos. Los conejos como los sonidos. A veces
cantamos juntos.
Pero yo no quiero cantar para él.
Las manos de Luthor se deslizan por mi cuello, sus dedos presionando
ligeramente contra mi garganta.
—Canta —me ordena.
Mi boca se abre, automáticamente mi cuerpo listo para obedecer la
orden.
Pero hay algo dentro de mí que silencia mi voz.
No voy a darle lo que quiere, esta rebelde dentro de mí susurra.
Yo no canto.
El apretón de Luthor en mi cuello se tensa, y él me empuja hacia
abajo, primero de rodillas y luego de espaldas.
—Tú eres mía —gruñe—. Si no puedo tenerte, voy a llevarte.
Mi cuerpo no protesta. Ha sido entrenado por años de drogas y
conformidad.
Cierro los ojos.
—Eres más como la arcilla ahora de lo que lo eras antes.
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Abro los ojos.
Luthor está sonriendo.
—En la historia, Pigmalión convirtió a su chica de arcilla en humana.
Pero yo he convertido a una humana en una chica de arcilla. Y esa es, de lejos,
la mejor opción.
Abro mi boca.
Y entonces canto. No la canción que Luthor quiere. Canto para mí, un
canto fúnebre, un gemido lastimero. Canto —chillo— hasta que las manos de
Luthor alrededor de mi garganta me silencian.
Y yo muero. Pero al menos muero en la canción.
Fin
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Beth Revis
Beth Revis, escribe novelas de fantasía y ciencia ficción.
Beth nació y creció a los pies de los Montes Apalaches, en
Carolina del Norte. Ocasionalmente pasa tiempo ahí cuando no
está escribiendo, en compañía de su esposo y su perro... uno de
ellos es su mejor amigo y el otro su segundo mejor amigo.
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Créditos Moderadora
Lizzie
Traductoras Carmen170796
Dai
LizC
Lizzie
Mari NC
Otravaga
Sweet Nemesis
ƸӜƷYossƸӜƷ
Corrección, Revisión y Recopilación Lizzie
Diseño Lizzie
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¡Gracias por ser parte de este sueño, feliz primer aniversario
bookzinguero!
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