17
Algunas reflexiones sobre la Desigualdad del Ingreso y la Riqueza: A propósito del libro de Thomas Piketty y el impuesto a las herencias en el Ecuador Aldo Salinas Aponte PhD Student -Universidad de Padua En su libro Justicia como Equidad, Rawls (2002), manifiesta que la justicia es la primera virtud de las instituciones sociales, como la verdad lo es de los sistemas de pensamiento. En otra parte manifiesta que no importa que las leyes e instituciones estén ordenadas y sean eficientes: sin son injustas han de ser reformadas o abolidas. En la Economía el debate sobre justicia ha girado principalmente en torno a la desigualdad. En su libro Un Examen de la Desigualdad, el Premio Nobel de Economía Amartya Sen (1995), empieza con la pregunta ¿Igualdad de qué?. La respuesta a esta pregunta a implicado el surgimiento de diferencias entre distintas escuelas del pensamiento, pues cada una de ellas escogerá un ámbito distinto sobre el cual exigir la igualdad. Adicionalmente como Sen manifiesta “Esta demanda de igualdad referida a una sola variable implica que la teoría en cuestión resulte no igualitaria respecto a otra variable ya que es posible que ambas perspectivas se hallen en conflicto”. En definitiva la respuesta a la pregunta ¿Igualdad de qué?, se convierte de por sí en una fuente de conflicto social. La Declaración Universal de los derechos Humanos establece que todos los seres humanos nacen libres e iguales; sin embargo la fuerza moral de esta frase pasa por alto el hecho de la diversidad humana. Siguiendo nuevamente a Sen “Cada uno de nosotros es distinto de los demás, no sólo por las características externas, como el patrimonio heredado, o el medio ambiente natural y social en el que vivimos, sino también por nuestras características personales, por ejemplo, la edad, el sexo, la propensión a la enfermedad, las condiciones físicas y mentales”. Aspectos tan diversos como estos tienen implicaciones relevantes sobre todo en términos de orden social y política pública. Cuando hablamos de igualdad, normalmente esta se juzga en términos de algunas variables, tales como: los ingresos, la riqueza, la felicidad, la libertad, o las oportunidades, derechos o necesidad de realizarse, entre otras. Como ya se dijo enfocar la igualdad en una sola variable puede implicar perdidas de igualdad en alguna otra u otras. Sen lo ejemplifica brillantemente: “la igualdad de oportunidades puede llevar a ingresos muy desiguales. Unos ingresos idénticos pueden ir acompañados de diferencias significativas de riqueza. La misma cantidad de riqueza puede coexistir con muy diferentes niveles de felicidad. Un grado igual de felicidad puede estar asociado con una gran divergencia en la satisfacción de las necesidades. La igualdad de felicidad puede ir acompañada de diferencias significativas en la satisfacción de las necesidades. La satisfacción de necesidades iguales puede ir asociada con muy diferente grado de libertad de elección. Y así sucesivamente.” Tradicionalmente el ingreso y la riqueza han sido las variables centrales a lo largo de la historia en cualquier discusión sobre desigualdad. Sin desmerecer la importancia de otras variables, hay que reconocer que el ingreso y la riqueza son esenciales como medio para acceder a ciertos tipos de derechos, bienes y servicios elementales. Por tanto, tradicionalmente la evaluación de la desigualdad en una sociedad ha sido una evaluación

Algunas reflexiones sobre la desigualdad del ingreso y la riqueza

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: Algunas reflexiones sobre la desigualdad del ingreso y la riqueza

Algunas reflexiones sobre la Desigualdad del Ingreso y la Riqueza: A propósito del libro de

Thomas Piketty y el impuesto a las herencias en el Ecuador

Aldo Salinas Aponte

PhD Student -Universidad de Padua

En su libro Justicia como Equidad, Rawls (2002), manifiesta que la justicia es la primera

virtud de las instituciones sociales, como la verdad lo es de los sistemas de pensamiento. En

otra parte manifiesta que no importa que las leyes e instituciones estén ordenadas y sean

eficientes: sin son injustas han de ser reformadas o abolidas. En la Economía el debate

sobre justicia ha girado principalmente en torno a la desigualdad. En su libro Un Examen

de la Desigualdad, el Premio Nobel de Economía Amartya Sen (1995), empieza con la

pregunta ¿Igualdad de qué?. La respuesta a esta pregunta a implicado el surgimiento de

diferencias entre distintas escuelas del pensamiento, pues cada una de ellas escogerá un

ámbito distinto sobre el cual exigir la igualdad. Adicionalmente como Sen manifiesta “Esta

demanda de igualdad referida a una sola variable implica que la teoría en cuestión resulte

no igualitaria respecto a otra variable ya que es posible que ambas perspectivas se hallen en

conflicto”. En definitiva la respuesta a la pregunta ¿Igualdad de qué?, se convierte de por sí

en una fuente de conflicto social.

La Declaración Universal de los derechos Humanos establece que todos los seres humanos

nacen libres e iguales; sin embargo la fuerza moral de esta frase pasa por alto el hecho de la

diversidad humana. Siguiendo nuevamente a Sen “Cada uno de nosotros es distinto de los

demás, no sólo por las características externas, como el patrimonio heredado, o el medio

ambiente natural y social en el que vivimos, sino también por nuestras características

personales, por ejemplo, la edad, el sexo, la propensión a la enfermedad, las condiciones

físicas y mentales”. Aspectos tan diversos como estos tienen implicaciones relevantes

sobre todo en términos de orden social y política pública.

Cuando hablamos de igualdad, normalmente esta se juzga en términos de algunas variables,

tales como: los ingresos, la riqueza, la felicidad, la libertad, o las oportunidades, derechos o

necesidad de realizarse, entre otras. Como ya se dijo enfocar la igualdad en una sola

variable puede implicar perdidas de igualdad en alguna otra u otras. Sen lo ejemplifica

brillantemente: “la igualdad de oportunidades puede llevar a ingresos muy desiguales. Unos

ingresos idénticos pueden ir acompañados de diferencias significativas de riqueza. La

misma cantidad de riqueza puede coexistir con muy diferentes niveles de felicidad. Un

grado igual de felicidad puede estar asociado con una gran divergencia en la satisfacción de

las necesidades. La igualdad de felicidad puede ir acompañada de diferencias significativas

en la satisfacción de las necesidades. La satisfacción de necesidades iguales puede ir

asociada con muy diferente grado de libertad de elección. Y así sucesivamente.”

Tradicionalmente el ingreso y la riqueza han sido las variables centrales a lo largo de la

historia en cualquier discusión sobre desigualdad. Sin desmerecer la importancia de otras

variables, hay que reconocer que el ingreso y la riqueza son esenciales como medio para

acceder a ciertos tipos de derechos, bienes y servicios elementales. Por tanto,

tradicionalmente la evaluación de la desigualdad en una sociedad ha sido una evaluación

Page 2: Algunas reflexiones sobre la desigualdad del ingreso y la riqueza

ante todo económica, ligada al ingreso y riqueza y a su vez la evaluación de la desigualdad

está unida a la valoración de la pobreza.

La Distribución del Ingreso y la Riqueza

Desde los inicios de la Economía como Ciencia, a finales del siglo del siglo XVIII e inicios

del siglo XIX, la distribución de la riqueza fue una preocupación central para los

Economistas. Siguiendo a Piketty (2014) en su libro el Capital en el Siglo XXI, tres

economistas destacan históricamente por su contribución al debate sobre cuestiones

distributivas. En orden cronológico destaca David Ricardo en los inicios del siglo XIX,

para quien la concentración de la riqueza en manos de los terratenientes era una lógica

inevitable. Esta inevitabilidad radicaba en la observación que hacia Ricardo del incremento

sostenido de la población y por tanto de la producción agrícola, que conllevaría a una

escasez de la tierra, y por tanto a un incremento de la renta pagada a los terratenientes, y un

proceso de acumulación de riqueza y crecimiento de la desigualdad.

A mitad de siglo XIX y en plena revolución industrial en marcha, surge la figura de Karl

Marx. En la época de Marx la preocupación de la acumulación de riqueza ya no estaba en

los terratenientes sino en los capitalistas y fundamentalmente en la miseria del proletariado.

Para Marx el sistema capitalista inevitablemente conlleva a un proceso de acumulación

infinita en donde no sería posible sostener un equilibrio social estable, por tanto el conflicto

social llevaría inevitablemente a la destrucción del capitalismo.

Es claro que ambas visiones apocalípticas sobre el capitalismo no se cumplieron. La

explicación radica, en que ni Ricardo ni Marx pudieron predecir la fuerza del progreso

técnico y por ende el crecimiento continuo de la productividad, factores que permitieron

suavizar el proceso de distribución de la riqueza, aunque en ningún caso han resuelto el

conflicto entre trabajo y capital.

Como bien sostiene Piketty, una vez superada está visión apocalíptica del capitalismo, en

cambio entramos a una “atracción no menos excesiva por los cuentos de hadas o al menos

por finales felices”. En esta lógica entra la figura de Kuznets en la segunda mitad del siglo

XX, para quien la desigualdad del ingreso tiende a disminuir conforme nos dirigimos a

etapas más avanzadas del desarrollo y luego tiende a estabilizarse (la famosa curva de

Kuznets). Esta visión del desarrollo ha inspirado la conocida teoría del goteo que ha sido

promovida por los organismos internacionales como el Banco Mundial y el Fondo

Monetario Internacional. Acorde a esta teoría, es necesario confiar en las fuerzas del

mercado y conforme los países se vayan acercando a la frontera tecnológica, esta riqueza

adicional se irá filtrando hacia los estratos sociales menos favorecidos.

En esta parte viene al caso una frase que consta en el libro de Piketty y que resume el

sentimiento que predominaba en esa época entre los economistas: “El crecimiento es una

marea ascendente que levanta todos los barcos”. Como veremos más adelante y siguiendo

los datos aportados por Piketty esta visión no se cumplió y al día de hoy la desigualdad en

los países más avanzados está nuevamente tomando los valores históricos del siglo XIX e

inicios del Siglo XX y las proyecciones presentadas por Piketty indican que serán

superados, a menos que se genere deliberadamente un mecanismo corrector desde los

Page 3: Algunas reflexiones sobre la desigualdad del ingreso y la riqueza

gobiernos, por ejemplo un impuestos global y progresivo a la riqueza que es la propuesta

de Piketty.

Para Piketty gran parte del fracaso de estas teorías, se deben a la ausencia total de datos en

los casos de Ricardo y Marx que les hubiera permitido poder comprobar empíricamente sus

hipótesis. En el caso de Kuznets si bien se trató del primer intento por establecer cuentas

nacionales, la limitación del periodo de estudio (30 años), hacen que su fundamento

empírico sea muy frágil y adicionalmente, de acuerdo a Piketty la disminución de la

desigualdad que Kuznets observó entre el periodo 1914-1945 poco tiene que ver con la

dinámica productiva y más bien se debe a factores provenientes de las consecuencias de las

dos guerras mundiales sucedidas en ese periodo que produjo efectos distributivos

impresionantes, sobre todo por la destrucción de gran parte del capital en muchas

sociedades y la liquidación de la carga de la deuda pública, a través de la inflación. Es decir

parte de los conflictos distributivos en la primera mitad del Siglo XX se resolvieron por

medio de las guerras. Que la resolución de gran parte de los conflictos distributivos en el

siglo XX se hayan debido a shocks violentos es una observación bastante triste que no nos

puede dejar indiferentes.

El Capital en el Siglo XXI

Con la publicación del libro de Thomas Piketty “El capital en el Siglo XXI”, y sobre todo

con el impacto generado más allá de las esferas académicas, sin duda ha significado volver

a poner la cuestión distributiva en el debate político. La Economía de la Distribución,

dentro de los campos de la Economía ha sido un área vibrante, sobre todo a partir de la

disponibilidad de bases de datos con información de ingreso o consumo de los hogares

alrededor del mundo. En el Ecuador por ejemplo, a través de la Encuesta de Condiciones de

vida o de la Encuestas de Empleo y desempleo que regularmente se levantan en el país, es

posible acceder a información sobre distribución del ingreso. En Latinoamérica el Centro

de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales (CEDLAS) de la Universidad Nacional de

la Plata (Argentina), conjuntamente con el Banco Mundial mantienen una base de datos

denominada SEDLAC (Disponible en: http://sedlac.econo.unlp.edu.ar/eng/) para la

totalidad de países latinoamericanos sobre información de ingreso de los hogares.

Sin duda la mayor fortaleza del libro de Piketty , se encuentra en la fuerza de sus datos.

Piketty junto con Emmanuel Saez (UC Berkeley) y Anthony Atkinson (London School of

Economics) generaron una base de datos conocida como World Top Incomes Database

(Disponible en: http://topincomes.parisschoolofeconomics.eu/) que cubre más de 20 países

y en algunos casos la información se remite a cerca de tres siglos. Sin duda una Data de

este tamaño y cobertura le ha permitido al autor ser convincente en sus conclusiones y

echar por tierra muchas teorías que se tomaban como verdades absolutas en la profesión

económica, sobre todo en las teorías de crecimiento económico. Como manifiesta Piketty

“hay que desconfiar de todo determinismo económico en este asunto: la historia de la

distribución de la riqueza es siempre profundamente política y no podría resumirse en

mecanismos puramente económicos”.

Entre las conclusiones más interesantes de Piketty se encuentra que gran parte de las

mejoras distributivas observadas en los países desarrollados entre 1950 y 1960 se debieron

ante todo a las políticas públicas de postguerra. Recordemos que esta fase coincide con el

Page 4: Algunas reflexiones sobre la desigualdad del ingreso y la riqueza

predominio de las políticas keynesianas que otorgan un rol central al estado. Así mismo el

incremento de la desigualdad se da entre el periodo 1970-1980 debido presumiblemente a

cambios surgidos en materia fiscal y financiera. Este periodo coincide con el ascenso del

Neoliberalismo a través de gobiernos conservadores como Margaret Thatcher en el Reino

Unido y Ronald Reagan en los EE.UU con fuertes políticas de desregulación. Es decir

Piketty pone en el centro de la escena factores políticos como explicación de una menor o

mayor desigualdad.”La historia de las desigualdades depende de las representaciones que se

hacen los actores económicos, políticos y sociales, de lo que es justo y de lo que no lo es,

de las relaciones de fuerza entre esos actores y de las elecciones colectivas que resultan de

ello; es el producto conjunto de todos los actores interesados”. En este punto se debe

resaltar que Piketty no cree en la inevitabilidad del proceso de acumulación capitalista, para

él la trayectoria distributiva que tome una sociedad en particular dependerá de las

instituciones políticas y económicas que elija.

En la gráfica podemos ver la evolución para EEUU y Europa de la participación del último

decil (el diez por ciento más rico de la población) durante el periodo 1910-2010. La gráfica

es clara en mostrarnos que la desigualdad a partir de los setenta ha venido incrementándose

y volviendo a los niveles de inicios del siglo. Piketty muestra que este periodo de

incremento de la desigualdad, sobre todo en los EE.UU coincide con la disminución

marginal de los impuestos al ingreso y a la herencia en el decil más alto de la distribución.

Piketty sostiene que en la Economía operan dos tipos de fuerzas sobre la desigualdad.

Fuerzas convergentes y fuerzas divergentes. Dentro de las fuerzas convergentes que llevan

a una economía a un mayor nivel de igualdad se encuentran la difusión de los

Page 5: Algunas reflexiones sobre la desigualdad del ingreso y la riqueza

conocimientos y las cualificaciones. Como fuerzas de divergencia tenemos al proceso de

acumulación y concentración de la riqueza. Este proceso de acumulación está

principalmente atado al elevado rendimiento del capital. Si las fuerzas de convergencia

podrían ser superiores o iguales a las fuerzas divergentes, la desigualdad en el largo plazo

podría no ser un problema. Sin embargo Piketty encuentra que las fuerzas divergentes, es

decir los procesos de acumulación del capital superan en gran medida a las fuerzas

convergentes. Aun cuando la economía sea eficiente en la generación de conocimiento e

incremento de las cualificaciones de sus trabajadores, no bastará para cerrar brechas en la

desigualdad, principalmente con el 10 por ciento más rico de la población.

Para el caso del Ecuador esto se puede volver doblemente problemático. Pues es claro que

nuestra población aún está lejos de cerrar la brecha educativa y de habilidades con los

países más ricos y es evidente que los procesos de concentración de riqueza son más altos

que los países ricos. Es decir contamos con débiles factores convergentes y fuertes factores

divergentes que en largo plazo exacerbarían aún más los problemas de desigualdad

actuales. En términos de políticas públicas necesitaríamos atacar la desigualdad

fortaleciendo los factores convergentes (mayor inversión en capital humano y difusión del

conocimiento) y disminuir la fuerza de los factores divergentes (Por ejemplo a través de un

impuesto a la riqueza, como propone Piketty o el ya vigente impuesto a las herencias, o ser

creativos en alguna otra medida).

En la siguiente gráfica se muestra la relación entre la riqueza total (Capital) y el ingreso

nacional (PIB) para tres países europeos. Como se observa la gráfica tiene una forma de U.

Es decir arranca con altos valores durante el siglo XVIII y XIX; fuerte caída entre los

periodos de entreguerras. Y vemos un sostenible incremento a partir de la década del 1970,

hasta el punto que al siglo XXI se observa una tendencia a volver a los valores más altos,

observados previos a la primera guerra mundial. Piketty explica el fenómeno observado de

la siguiente manera: “En particular vemos que el regreso de relaciones elevadas entre el

acervo de capital y el flujo de ingreso nacional a lo largo de los últimos decenios se explica

en gran medida por la vuelta a un régimen de crecimiento relativamente lento. En las

sociedades de bajo crecimiento, la riqueza originada en el pasado adquiere naturalmente

una importancia desproporcionada, pues basta con un bajo flujo de ahorro nuevo para

incrementar de manera continua y sustancial el acervo de la riqueza”.

Page 6: Algunas reflexiones sobre la desigualdad del ingreso y la riqueza

Sin duda el principal hallazgo de Piketty, tiene que ver con demostrar en una perspectiva de

largo plazo que la tasa de rendimiento del capital (r) ha sido mayor que la tasa de

crecimiento económico(g). Para Piketty el hecho de que la tasa de crecimiento económico

(r) sea menor a la tasa de rendimiento del capital (g), conllevaría a niveles de desigualdad

extremos. Para entenderlo mejor, sigamos nuevamente el argumento de Piketty:“Cuando la

tasa de rendimiento del capital supera de manera significativa la tasa de crecimiento —y

veremos que esto casi siempre ha sucedido en la historia, por lo menos hasta el siglo XIX ,

y que existen grandes posibilidades de que vuelva a ser la norma en el siglo XXI —, ello

implica mecánicamente que la riqueza originada en el pasado se recapitaliza más rápido

que el ritmo de crecimiento de la producción y de los ingresos. Basta, pues, que los

herederos ahorren una parte limitada de los ingresos de su capital para que este último

aumente más rápido que la economía en su conjunto. En estas condiciones, es casi

inevitable que los patrimonios heredados dominen por mucho a los patrimonios

constituidos a lo largo de una vida de trabajo, y que la concentración del capital alcance

niveles muy elevados y potencialmente incompatibles con los valores meritocráticos y los

principios de justicia social que son el cimiento de nuestras sociedades democráticas”. Aquí

podemos ver la lógica que tiene un impuesto a las herencias en corregir esta trayectoria

hacia una mayor desigualdad descrita por Piketty. Vale la pena aclarar que es la

desigualdad creciente entre el 10 por ciento más rico de la población y el resto de la

población lo que preocupa a Piketty.

Page 7: Algunas reflexiones sobre la desigualdad del ingreso y la riqueza

Al observar estas cifras muchos dirán que se trata de la realidad de las economías más

avanzadas. Sin embargo no debemos olvidar que estamos en la región más desigual del

mundo, por tanto las lecciones que podemos sacar de los datos observados por Piketty ,

tendrían mucha validez para nuestra realidad. A continuación una tabla (Tomada de:

Panorama Social de América Latina 2014: CEPAL) que nos muestra los altos niveles de

concentración del ingreso en Latino América por parte del quintil superior (20 por ciento

más rico de la población). Por ejemplo para el caso del Ecuador, el 20 por ciento más rico

de la población capta aproximadamente el 45 por ciento del ingreso total. Si bien es cierto

en la mayoría de países latinoamericanos se observa una tendencia a la baja, debe tomarse

en cuenta que estos cálculos son realizados en base a encuesta de hogares en donde la

subdeclaración por parte de los más ricos es un problema metodológico serio. De hecho

Piketty en una presentación en la Universidad Diego Portales de Chile muestra datos de un

estudio realizado para Brasil que no utiliza encuestas de hogares sino declaraciones

tributarias del último decil y encuentra contradicción con la información proveniente de la

encuesta de hogares. Es decir partiendo de la información de la encuesta de hogares Brasil

disminuye sus niveles de desigualdad, sin embargo cuando se utiliza información tributaria,

que para Piketty es mucho más confiable, la desigualdad aumenta.

Page 8: Algunas reflexiones sobre la desigualdad del ingreso y la riqueza

Participación del veinte por ciento más rico en el Ingreso Nacional

También es relevante recalcar que mucha gente pensaría que las imperfecciones que

existen en nuestros mercados podrían explicar nuestras altas tasas de desigualdad. Sin duda

corregir estas imperfecciones nos pueden dar margen para provocar un mayor acceso a la

propiedad. Sin embargo Piketty nuevamente se muestra pesimista: “En particular, es

importante recalcar que la desigualdad fundamental r > g —principal fuerza de divergencia

en nuestro esquema explicativo— nada tiene que ver con una imperfección del mercado;

muy por el contrario: mientras más “perfecto” sea el mercado del capital, en el sentido de

los economistas, más posibilidades tiene de cumplirse la desigualdad”. Frente a esta

realidad la propuesta de Piketty es generar un impuesto mundial y progresivo sobre el

capital, pero reconoce que su propuesta tiene serios problemas de aplicabilidad práctica, por

la coordinación internacional que esto conllevaría.

La posición de Piketty respecto a la acumulación de riqueza y a poner en duda incluso la

propia viabilidad del sistema capitalista, podría llevar a pensar que se trata de un académico

muy cercano a posiciones marxistas o de extrema izquierda. Sin embargo para pesar de

algunos que se sientan tentados a utilizar la figura de Piketty como reivindicador de las

viejas luchas de clase o como un súper héroe anticapitalista, debo compartir su reflexión:

“Formo parte de esa generación que se volvió adulta escuchando en la radio el

desmoronamiento de las dictaduras comunistas, y que jamás sintió la más mínima ternura o

nostalgia por esos regímenes o por la Unión Soviética. Estoy vacunado de por vida contra

los convencionales y perezosos discursos anticapitalistas, que a veces parecen ignorar ese

fracaso histórico fundamental y que muy a menudo niegan procurarse los medios

intelectuales para superarlo. No me interesa denunciar las desigualdades o el capitalismo

como tal, sobre todo porque las desigualdades sociales no plantean problemas en sí —

aunque no estén muy justificadas—, esto es, si están “fundadas en la utilidad común”,

como lo proclama el artículo primero de la Declaración de los Derechos del Hombre y del

Ciudadano de 1789 (esta definición de la justicia social es imprecisa pero seductora, y está

anclada en la historia: adoptémosla por el momento; volveremos a ella). Lo que me interesa

Page 9: Algunas reflexiones sobre la desigualdad del ingreso y la riqueza

es tratar de contribuir, modestamente, a determinar los modos de organización social, las

instituciones y las políticas públicas más apropiadas que permitan instaurar real y

eficazmente una sociedad justa, todo ello en el marco de un Estado de derecho, cuyas reglas

se conocen por adelantado y se aplican a todos, y que pueden ser democráticamente

debatidas.”

En otra parte Piketty también deja un recado a los economistas estadounidenses y a la

profesión económica como tal: “no me convencieron mucho los economistas

estadunidenses. Desde luego, todo el mundo era muy inteligente —y conservo muchos

amigos en el seno de ese universo—, pero había algo extraño: estaba bien calificado para

saber que no conocía nada de los problemas económicos del mundo (mi tesis constaba de

algunos teoremas matemáticos relativamente abstractos), y sin embargo la profesión me

quería. Digámoslo muy claro: la disciplina económica aún no ha abandonado su pasión

infantil por las matemáticas y las especulaciones puramente teóricas, y a menudo muy

ideológicas, en detrimento de la investigación histórica y de la reconciliación con las demás

ciencias sociales. Con mucha frecuencia, los economistas se preocupan ante todo por

pequeños problemas matemáticos que sólo les interesan a ellos, lo que les permite darse, sin

mucha dificultad, apariencias de cientificidad y les evita tener que contestar las preguntas

mucho más complicadas que les hace la gente que los rodea”

El Impuesto al Capital

En el Capítulo V de su libro, Piketty plantea las siguientes preguntas: ¿Podemos imaginar

para el siglo XXI algo que trascienda al capitalismo y que sea al mismo tiempo más

pacífico y duradero, o bien debemos simplemente esperar las próximas crisis o las próximas

guerras, esta vez verdaderamente mundiales?, ¿qué instituciones y políticas públicas

podrían permitir regular, de manera tanto justa como eficaz, el capitalismo patrimonial

globalizado del siglo que comienza? Para Piketty el instrumento ideal para disminuir las

desigualdades a nivel mundial es un impuesto mundial y progresivo sobre el capital.

Se trataría de un impuesto anual y progresivo. De hecho Piketty propone una escala

tributaria: 0% para patrimonios por debajo de un millón de euros, una tasa de 1% para

patrimonios de entre uno y cinco millones de euros y de 2% para patrimonios de más de

cinco millones de euros. La idea es gravar la totalidad de los activos, es decir tomar en

cuenta activos inmobiliarios, financieros o empresariales. Piketty piensa al impuesto de una

forma global, de hecho admite que se trataría de una utopia , al menos en el corto plazo. La

realización de la utopia está supeditada a la necesidad de coordinación, transparencia y

trasmisión de información internacional, sobre todo en los mercados financieros y

obviamente a la decisión de todos los países del mundo de establecer una misma escala

tributaria para todas las fortunas del planeta y finalmente que esos ingresos se repartan

armoniosamente entre los países.

Así mismo Piketty deja claro que el objetivo último del impuesto no sería financiar el

estado del bienestar de los países sino regular el capitalismo. De hecho Piketty considera

que cuando se grava una parte de los ingresos o de las sucesiones de los estratos superiores

con tasas elevadas, es evidente que el objetivo no es recaudar ingresos fiscales. “Se trata, a

la postre de poner fin a este tipo de ingresos o patrimonios que el legislador considera

socialmente excesivos y económicamente estériles, o cuando menos de hacerlo muy

Page 10: Algunas reflexiones sobre la desigualdad del ingreso y la riqueza

costoso mantenerlo en ese nivel y desalentar su perpetuación”. Así mismo Piketty subraya

“No es casualidad, pues, que hayan sido los países anglosajones , que hasta cierto punto han

demostrado un mayor apego a las libertades individuales en el curso de su historia, los que

también fueron más lejos en la dirección de la progresividad fiscal durante el Siglo XX ”.

Para fines del debate actual en torno al impuesto a la herencia es crucial resaltar esta

realidad, pues permite desmitificar o sacar la discusión del plano ideológico. La evidencia

es clara: los EE.UU de Norteamérica, el país de las libertades y el espíritu emprendedor, en

el periodo de 1932 a 1980, tuvo en promedio una tasa superior del impuesto federal sobre el

ingreso del 81 por ciento y un impuesto a las herencias que en su punto más alto a finales

de los años 70 llegó al 70 por ciento. Como ya lo dijo Piketty, impuestos de estas

magnitudes en los estratos superiores no tienen fines recaudatorios sino preservar los

valores democráticos de una sociedad, y así lo entendieron los políticos americanos de

primer tercio del siglo XX, incluidos los economistas más conservadores.

Así por ejemplo Irving Fisher, un economista estadounidense, famoso por ser quien llevó

las ideas neoclásicas (Neoliberalismo) a los círculos académicos americanos en un discurso

para la Asociación Americana de Economía que reproduce Piketty , manifestó lo siguiente:

“El hecho de que el 2 por ciento de la población posea más de 50 por ciento de la riqueza y

que dos tercios no posean casi nada es una distribución antidemocrática de la riqueza, que

amenaza las bases mismas de la sociedad estadounidense”. Siguiendo a Piketty “para Fisher

el método más adecuado era gravar intensamente las herencias más importantes (una tasa

de dos terceras partes de la sucesión , e incluso la totalidad, si la herencia tenía ya tres

generaciones)”.

Es necesario indicar que el impuesto al Capital de Piketty es distinto en su estructura al

impuesto a las herencias. Puesto que su impuesto implica una carga permanente sobre la

riqueza de su poseedor en vida, a diferencia del impuesto a las herencias, que se pagaría por

una sola vez y recaería sobre lo recibido por los herederos. En su libro Piketty hace una

mención rápida y general a una posible escala tributaria a aplicar a las sucesiones.

La razón por la que Piketty no hace gran mención del impuesto a las herencias, no se debe a

que lo considere innecesario o ineficiente; sino más bien porque asume que este ya existe

en la mayoría de países desarrollados y por tanto su impuesto al capital no sustituye ni el

impuesto a la renta, ni el impuesto a la herencias, sino más bien los complementa. Aquí es

necesario hacer una aclaración, si bien es cierto el impuesto a las herencias en el Ecuador,

existe desde el primer cuarto del siglo XX (5% de la herencia al estado,

independientemente de cuanto recibamos), su estructura tributaria recién empieza a ser

progresiva desde el 2007, que se reformó la ley; a diferencia de los países desarrollados en

donde desde hace mucho tiempo ya presenta una estructura progresiva (Primer cuarto del

siglo XX) , concentrándose en los estratos superiores.

La siguiente gráfica permite ver la dinámica del impuesto a las herencias a lo largo del siglo

XX para cuatro economías desarrolladas. Es claro ver que hasta los años setenta la tasa

marginal de impuesto a las herencias para el decil superior siempre fue creciente. Es decir

hasta los años setenta, siempre la exigencia marginal sobre las sucesiones de los más ricos

fue creciente. A partir de los años ochenta los cuatro países empezaron a ser más

indulgentes con los deciles superiores, estabilizándose el impuesto entre el 30-45 por

Page 11: Algunas reflexiones sobre la desigualdad del ingreso y la riqueza

ciento. De hecho en EE.UU pasó del 70% en 1980 a 35% en el 2013. Si el objetivo del

impuesto a las sucesiones es disminuir la desigualdad, es claro que la disminución del

impuesto a las sucesiones coincidió con la época de un incremento en la desigualdad en los

países ricos, tal como se vio en una gráfica anterior.

El debate debería girar en encontrar la estructura tributaria progresiva óptima para ese

impuesto, aunque siempre va a ser imperfecta. Como se pregunta el propio Piketty: “¿Cuál

sería el esquema ideal? Como siempre, no hay una fórmula matemática que permita

responder a esta pregunta y que sustituya la deliberación democrática”.

¿Afecta el impuesto a las herencias el crecimiento económico?

Escapa del objetivo de este documento contribuir con evidencia empírica que pueda

responder esta pregunta. Sin embargo hay algunos eventos históricos en el libro de Piketty

que pueden ayudarnos a intentar responderla.

Una lógica económica simple respecto al efecto negativo del impuesto a las herencias sobre

el crecimiento económico nos podría llevar a la siguiente cadena argumentativa: sí se

incrementa o se implementa el impuesto a las herencias, los herederos o los propios padres

en vida podrían llegar a la conclusión que no es bueno esforzarse demasiado o que sólo

tiene sentido hacerlo hasta cierto límite, o que es preferible consumir a ahorrar

(disminuyendo la tasa de inversión) con lo cual se generaría menos actividad económica,

menos empleo y por tanto más pobreza. La desigualdad disminuiría, pero ahora seriamos

“igualmente pobres”. Aunque muchos pueden encontrar sentido intuitivo a esta lógica, la

realidad es que el siglo XX, fue el siglo de la innovación y el crecimiento económico y a su

vez fue el siglo, que vio el nacimiento de las dos innovaciones fiscales más importantes: el

impuesto progresivo sobre la renta y el impuesto progresivo a las sucesiones. Es decir el

Page 12: Algunas reflexiones sobre la desigualdad del ingreso y la riqueza

periodo de mayor innovación y crecimiento económico jamás visto por el hombre coincidió

con el periodo de mayor crecimiento impositivo, sobre todo sobre los más ricos.

Para ejemplificarlo de forma más clara: en el periodo entre 1950 y 1970 las tasas

impositivas superiores al ingreso y las sucesiones llegaron al 70 por ciento en su punto más

alto y sin embargo la tasa de crecimiento de la productividad durante este periodo (1950-

1970) fue casi dos veces mayor que el periodo 1990-2010, que a su vez fue el periodo en

donde las tasas superiores del impuesto a los ingresos y las herencias pasaron del promedio

del 70 por ciento a tasas por debajo del 30 por ciento. Por tanto la época más innovadora

(1950-1970) fue también la época de las mayores tasas superiores impositivas.

Con estos argumentos, de ninguna manera se trata de insinuar que los impuestos no tienen

efecto sobre la actividad económica, esto iría en contra de cualquier lógica económica. La

conclusión va en el sentido, que el crecimiento económico depende de muchos factores y

que al igual que la desigualdad, operan factores convergentes y divergentes. Los impuestos

podrían ser un factor divergente sobre el crecimiento económico al influir negativamente

sobre las decisiones de inversión de los empresarios, pero también podrían ser un factor

convergente cuando estos impuestos se invierten en educación inclusiva, salud,

Investigación básica, infraestructura, etc.

Nuevamente el resultado dependerá de que fuerzas logren imponerse. Dicho de otra

manera, si el gobierno logra canalizar gran parte de la recaudación tributaria hacia

actividades relacionadas sobre todo con difusión de habilidades y conocimiento, podrá

lograr crecimiento económico a través de aumentar la productividad y la tasa de progreso

técnico, a pesar de haber tenido que ampliar su base tributaria para poder financiar estas

actividades. Sin embargo si al mismo tiempo opera dentro de la economía una fuerza

divergente, como por ejemplo un deficiente marco institucional, esto podría anular el efecto

positivo de los retornos de las inversiones en educación o salud.

De hecho para autores como Douglas North (1993) o Acemoglu y Robinson (2012) los

pobres niveles de crecimiento y desarrollo económico observados en América Latina a lo

largo de la historia, se explica por la evolución de sus instituciones políticas y económicas

que no generaron un marco institucional proclive al crecimiento y al desarrollo

(Instituciones inclusivas en la terminología de Acemoglu y Robinson). De hecho para

Acemoglu y Robinson la presencia de instituciones extractivas en América Latina han sido

producto de las decisiones tomadas por las elites económicas y políticas, que no han

permitido a la población acceder a oportunidades económicas. Para Acemoglu y Robinson

nuestros países tienen instituciones que suelen beneficiar a las élites, por lo que son

sociedades que inhiben la innovación y la destrucción creativa.

El modo en que las instituciones extractivas presentes en las economías latinoamericanas

convirtieron a Carlos Slim en el hombre más rico del mundo, es descrito por Acemoglu y

Robinson en los siguientes términos:

“Las instituciones económicas que hicieron que Carlos Slim fuera quien es son muy

distintas de las de Estados Unidos. Para un emprendedor mexicano, los obstáculos de

entrada serán cruciales en todas las etapas de su carrera profesional. Estos obstáculos

incluyen licencias caras que obtener, burocracia con la que lidiar , políticos y titulares de

Page 13: Algunas reflexiones sobre la desigualdad del ingreso y la riqueza

otros cargos que obstaculizan el camino y la dificultad de conseguir financiación en un

sector financiero a menudo confabulado con los titulares de los cargos con los que el

emprendedor está tratando de competir. Estos obstáculos pueden ser insuperables, y

mantener al emprendedor fuera de las áreas lucrativas, o ser su mejor amigo, y mantener a

distancia la competencia. Evidentemente, la diferencia entre ambos casos radica en a quien

conoce uno, y , sí también a quien puede sobornar . Carlos Slim es un hombre ambicioso y

con talento, de origen relativamente humilde , procedente de una familia de inmigrantes

libaneses , que ha sido un maestro a la hora de mantener contratos exclusivos, Consiguió

monopolizar el lucrativo mercado de las telecomunicaciones de México, y posteriormente ,

amplió su alcance al resto de América Látina”.

Reflexiones finales

Creo que a casi todos nos gusta escuchar, leer y hasta desearíamos emular las historias de

éxito de Bill Gates, Steb Jobs, Mark Zuckerberg, que son ejemplos de un emprendedor

innovador y que encajan en la definición del emprendedor dada por Shumpeter (1934) “El

empresario es aquel que afecta a la actividad económica a través de su capacidad de generar

innovación mediante la incorporación de nuevos productos en el mercado, que a su vez

genera más competencia y obliga a las empresas existentes a reinventarse a sí mismos,

generando un proceso de destrucción creativa”. Es claro que el promedio de nuestros

millonarios está muy lejos de este tipo de emprendedor. Como manifiesta Acemoglu y

Robinson:

“El contraste entre como Bill Gates y Carlos Slim se convirtieron en los hombres más ricos

del mundo ilustra las fuerzas imperantes. El auge de Gates y Microsoft como persona más

rica del mundo y fundadora de una de las empresas más innovadoras desde el punto de vista

tecnológico es muy conocido. En México Carlos Slim no ganó dinero mediante la

innovación. Al principio destacó en negocios bursátiles en comprar y modernizar empresas

que no eran rentables. Su golpe maestro fue la adquisición de Telmex, el monopolio de

telecomunicaciones mexicano que fue privatizado por el presidente Carlos Salinas en 1990.

El gobierno anunció su intención de vender el 51 por ciento de las acciones con derecho a

voto (el 20,4 por ciento de las acciones totales) en la empresa en septiembre de 1989 y

recibió ofertas en noviembre de 1990. A pesar de que Slim no hizo la oferta más elevada,

un consorcio liderado por su grupo Carso ganó la subasta. Y en lugar de pasar las acciones

inmediatamente, Slim consiguió retrasar el pago, y utilizó los dividendos del mismo

TELMEX para pagar las acciones. Lo que una vez fue un monopolio público se había

convertido en el monopolio de Slim, y era enormemente rentable”.

La historia de gran parte de nuestros millonarios latinoamericanos es análoga a la descrita

por Acemoglu y Robinson. Cuando Piketty muestra su preocupación por el incremento de

la desigualdad que se observa a nivel mundial y específicamente en las economías más

desarrolladas no tiene que ver con posiciones de envidia y aversión a la riqueza, o

únicamente con temas de justicia distributiva. Sobre todo tiene que ver con el peligro de

convertir a las sociedades actuales en sociedades oligárquicas y patrimoniales, en donde

una elite acumula suficiente poder para tomar decisiones en beneficio propio y excluir a las

grandes mayores de los beneficios del progreso económico.

Page 14: Algunas reflexiones sobre la desigualdad del ingreso y la riqueza

Oligarquia es un término muy conocido en nuestras sociedades, tal vez por esta razón

cuando nos hablan de ella consideramos vacio el concepto. Parece que nos acostumbramos

a vivir y aceptar una sociedad oligárquica. Es sorprendente el nivel de aceptación que el

libro de Pikketty ha tenido en las economías desarrolladas, para quienes la palabra

Oligarquía siempre fue una característica de las sociedades atrasadas y específicamente de

la sociedad latinoamericana. Con los datos mostrados por Piketty han iniciado un debate

por la posibilidad real de convertirse en una sociedad oligárquica. Es decir mientras ellos

encienden luces de alarmas para no llegar a convertirse en lo que nosotros somos. Nosotros

en cambio encendemos luces de alerta porque queremos seguir siendo lo que somos: una

sociedad oligárquica y patrimonial.

Acá replico una de las preguntas realizada en una entrevista para Foco Económico

(Disponible en: http://focoeconomico.org/2013/08/14/entrevista-a-james-robinson/) a

James Robinson (Universidad de Harvard), que junto con Daron Acemoglu (MIT) son

autores del libro “Porqué fracasan los países”. La respuesta de Robinson ejemplifica de

forma clara los peligros de una sociedad patrimonial, que a inicios del siglo XX estuvo

presente en los EE.UU:

“Engel: Me gustó mucho el contraste que haces entre Bill Gates y Carlos Slim. Gates fue

innovador y generó mucho valor para muchísimas personas, mientras que Slim dedicó sus

energías y vínculos a proteger su monopolio en las telecomunicaciones de potenciales

rivales, bloqueando así la generación de un mayor valor social. Estados Unidos hace 100

años estaba lleno de empresarios al estilo Slim, como Carnegie, Mellon, Rockefeller y

Stanford. Sin embargo, Estados Unidos hizo la transición desde una sociedad dominada por

poderosos monopolios a una en que pueden emerger nuevos ganadores gracias al proceso

de la destrucción creativa. ¿Qué llevó al Presidente Theodore Roosevelt a romper los

monopolios a comienzos del siglo 20 y por qué no ha sucedido nada parecido en América

Latina?

Robinson: Bueno, ello forma parte de lo que llamanos el círculo virtuoso. Instituciones

inclusivas generan un feedback positivo, lo que permite responder a los desafíos. El

desmontaje de los monopolios en Estados Unidos fue posible porque sus instituciones

políticas son mucho más inclusivas. El poder político estaba más esparcido, de forma tal

que el interés particular de los monopolistas no podía dominar toda la política, aunque

ciertamente hicieron intentos en ese sentido. Y la presión popular obligó a Roosevelt a

actuar. Además, el Estado era suficientemente poderoso para aplicar y poner en práctica la

legislación anti-monopolio. Muchos países latinoamericanos han aprobado leyes

antimonopolio, pero no son capaces de, o a veces no quieren, hacerlas cumplir. Entonces,

cuando comenzaron a surgir grandes inequidades económicas en Estados Unidos, creando

amenazas a la inclusividad de las instituciones, la naturaleza inclusiva de las instituciones

políticas fue capaz de enfrentar ese desafío”.

No existe evidencia a nivel mundial de un país con un alto nivel de desarrollo económico y

una carga tributaria baja. A nivel de las economías desarrolladas, encontramos países como

EE.UU y Japón con una carga tributaría entre el 30%-35% y para el caso Europeo entre el

40% y 50%. Mientras el promedio latinoamericano está en el 20%. De acuerdo al Índice de

Competitividad Global, las economías escandinavas (Suecia, Dinamarca, Finlandia,

Page 15: Algunas reflexiones sobre la desigualdad del ingreso y la riqueza

Noruega) se ubican en los primeros puestos y a su vez presentan la mayor carga impositiva

(50%) a nivel mundial.

Por tanto el problema, no son los impuestos en sí mismo, sino para que se utilizan los

mismos y ahí es donde debería concentrarse la discusión. Así mismo si nuestro objetivo es

llegar a tener los niveles de desarrollo de Suecia o Dinamarca, no pretendamos lograrlo con

una carga tributaria del 15%-20%. Nuevamente más que un tema de discutir sobre sí los

impuestos son buenos o malos, se trata de discutir sí el gobierno está gestionando,

organizando y asignando de la forma más eficiente posible esas contribuciones hacia usos

con los mayores retornos sociales y productivos y a su vez preguntarnos si la actual

estructura tributaria está distribuyendo esta carga de una manera justa (Progresiva). Estas

discusiones son relevantes no sólo en términos de justicia distributiva sino de crecimiento

económico.

A continuación se muestra dos gráficas que describen claramente las diferencias en

términos de carga distributiva entre los países miembros de la OCDE (Organización para la

Cooperación y Desarrollo Económicos) y los países latinoamericanos (Tomadas de:

http://www.latameconomy.org/es/revenue-statistics/). Así mismo el segundo gráfico deja

claro que mientras los países más desarrollados descansan su fuerza contributiva en

impuestos sobre el ingreso o la riqueza (Progresivos), nosotros lo hacemos en impuestos

sobre el consumo (Regresivos).

Recaudación tributaria en América Latina y el Caribe y la OCDE

(% PIB, 1990-2013)

0

5

10

15

20

25

30

35

40

1991 1993 1995 1997 1999 2001 2003 2005 2007 2009 2011 2013

Diferencia (A-B) ALC (20)¹ (A) OCDE (34)² (B)

Page 16: Algunas reflexiones sobre la desigualdad del ingreso y la riqueza

Estructuras impositivas en América Latina y el Caribe y la OCDE (% de los ingresos

tributarios totales, 2012)

Referencias:

Acemoglu, D., & Robinson, J. A. (2012). Por qué fracasan los países. Editorial Planeta

Colombiana, Bogotá.

CEPAL (2014). Panorama Social de América Latina

Douglass, N. (1993). Instituciones, cambio institucional y desempeño económico. México,

DF: Fondo de Cultura Económica.

Piketty, T. (2014). El capital en el siglo XXI. Fondo de Cultura Económica.

Rawls, J. (2002). La justicia como equidad: una reformulación.

Sen, A., & Schwartz, P. (1995). Nuevo examen de la desigualdad. Madrid: Alianza.

Schumpeter, J.A., 1934. The Theory of Economic Development. Harvard University Press,

Cambridge, MA.

Page 17: Algunas reflexiones sobre la desigualdad del ingreso y la riqueza

Notas:

Gráficas disponibles en : http://piketty.pse.ens.fr/fr/capital21c

Los gráficos correspondientes a tributación fueron tomados de:

http://www.latameconomy.org/es/revenue-statistics/

El gráfico correspondiente a distribución del ingreso en Latinoamérica fue tomado

de:

http://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/37626/S1420729_es.pdf?sequen

ce=4