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BRONQUIOLITIS AGUDA Alumnos: Bruno Concha Gretchen Günther Viernes 28 de Septiembre del 2012

Bronquiolitis aguda

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BRONQUIOLITIS AGUDA

Alumnos: Bruno Concha

Gretchen Günther

Viernes 28 de Septiembre del 2012

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Índice

1. Introducción

2. Etiología

3. Epidemiología

4. Fisiopatología

5. Factores de riesgo

6. Manifestaciones Clínicas

7. Diagnóstico

8. Exploraciones complementarias

9. Diagnóstico diferencial

10. Tratamiento

11. Criterios de Hospitalización

12. Complicaciones

13. Pronóstico

14. Prevención

15. Conclusiones

16. Bibliografía

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1. Introducción

La práctica asistencial se hace cada vez más compleja por múltiples factores, de los que el

incremento exponencial de información científica es uno de los más relevantes. Para que las

decisiones clínicas sean adecuadas, eficientes y seguras, los profesionales necesitan actualizar

permanentemente sus conocimientos.

Las infecciones respiratorias agudas (IRA), son la principal causa de consulta pediátrica en la

atención primaria y el servicio de urgencia, constituyendo el 60% de todas las consultas anuales

en promedio, por lo que es de vital importancia su investigación científica para el adecuado uso

de la medicina. Las IRA pueden ser causadas por variados agentes infecciosos, siendo los más

importantes los virales y en segundo lugar, los bacterianos. De ellas, aproximadamente el 50%

son IRA altas y el 50% IRA bajas.

La bronquiolitis aguda es una enfermedad infecciosa aguda del tracto respiratorio inferior y

superior que resulta en una obstrucción de las vías aéreas pequeñas denominadas bronquiolos.

Usualmente es autolimitada y ocurre con mayor frecuencia en niños menores de dos años,

causada por un agente infeccioso el cual es generalmente viral.

En este contexto, el término bronquiolitis hace referencia al primer episodio bronco-obstructivo

en niños menores de dos años, caracterizada por signos de infección de las vías aéreas superiores,

seguido por la aparición de sibilancias o ruidos bronquiales, diferenciando el primer episodio

correspondiente a la “bronquilitis aguda típica”, del segundo o ulteriores episodios en la vida del

niño que se denomina “sibilancia recurrente”.

Esta patología genera una importante demanda asistencial, tanto en el servicio público como en el

privado. Además, existen controversias científicas en cuanto al manejo de esta patología que

generan una gran variabilidad en la manera de abordarla.

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2. Etiología

Corresponde a una patología infecciosa principalmente viral, en la que el agente predominante es

el virus respiratorio sincicial (VRS), con sus dos serotipos A y B, causantes del 80% de los casos

de bronquiolitis en los períodos epidérmicos.

Se reconocen también como agentes etiológicos a los virus parainfluenza 1 y 3, adenovirus,

rinovirus y excepcionalmente a la bordetella pertussis y al mycoplasma pneumoniae, encontrado

sobretodo en niños mayores.

3. Epidemiología

La bronquiolitis es una infección de amplia distribución mundial que se presenta en forma de

brotes epidémicos durante los meses de invierno y principios de primavera. Es la patología de

mayor incidencia entre los 2 y los 6 meses, ocurriendo el 80% de los casos durante el primer año

de vida.

En las epidemias, la mitad de los lactantes son infectados por el VSR, pero sólo el 35% desarrolla

bronquiolitis y de éstos, el 10 a 15 % presenta formas moderadas o graves de la enfermedad

requiriendo necesariamente su hospitalización, siendo ésta la causa más frecuente de ingreso

hospitalario en menores de 1 año. La mortalidad en niños hospitalizados se estima entre 1 al 2 %.

Aproximadamente 50.000 a 80.000 de las hospitalizaciones anuales entre los niños menores de

un año son atribuibles a infección por VRS, siendo la causa de 200 a 500 muertes anuales en

Estados Unidos. La tasa creciente de ingresos hospitalarios podría ser explicada por la

importancia que ha adquirido la mujer en el ámbito laboral, obligando consecuentemente a una

mayor asistencia de los lactantes a la sala cuna y por lo tanto, a una mayor exposición de éstos a

los agentes patógenos.

Se considera que al cumplir los dos años, el 90% de los niños ya han sido infectados por este

virus al menos una vez, sin embargo, la infección primaria no induce inmunidad prolongada y

completa, pudiendo ocurrir reinfecciones.

La bronquiolitis afecta por lo general más a varones que a mujeres en una proporción de 1,5:1.

Por otra parte, se plantea que el varón desarrolla un cuadro clínico de mayor gravedad, pues las

mujeres tienen características anatomo-bronquiales diferentes que les favorecen ante la

inflamación bronquial aguda.

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4. Fisiopatología

La fisiopatología no es totalmente conocida, pero al parecer cobra importancia la interacción

entre los factores del huésped como la susceptibilidad genética, la alteración de las vías aéreas, la

atopía, la liberación de citocinas, entre otras y los factores ambientales como el tabaquismo y la

exposición temprana y continua a diferentes alérgenos.

La fuente de infección es una persona con una infección respiratoria viral leve o asintomática. El

principal mecanismo de transmisión lo constituyen las partículas en el aire espirado y la

autoinoculación tras tocar superficies contaminadas, debido a que la transmisión se realiza por

contacto directo con una persona infectada o con sus secreciones nasales u orales que pueden ser

contagiosas durante una semana o más. El virus puede transmitirse compartiendo los mismos

platos, al no lavarse las manos después de estornudar, toser o al limpiarse la nariz.

El VRS sobrevive aproximadamente siete horas en la superficie inanimada y una a dos horas en

los tejidos. El período de incubación es de 4 a 7 días, el virus se replica en la nasofaringe y se

disemina a las vías bajas. El período prodrómico dura 1 a 3 días y se caracteriza por

manifestaciones respiratorias altas, tos, fiebre, malestar ligero entre otros, continuándose con el

período patogénico que dura entre 3 a 7 días y lo más característico es la polipnea asociada a

sibilancias, aunque puede prolongarse más tiempo pasando al período de convalecencia, donde

después de 4 a 7 días el niño se recupera rápidamente ya que comienza la regeneración del

epitelio bronquiolar, la remoción de los tapones de moco por parte de los macrófagos y una nueva

aparición de cilios aproximadamente 15 días después de la injuria celular aguda.

La replicación del VRS produce cambios citolíticos en el epitelio respiratorio, con necrosis de

éste, destrucción de la capa de revestimiento ciliar y edema de la submucosa y adventicia.

La obstrucción de la vía aérea es causada por edema y detritus celulares, fibrina y en menor grado

por broncocontricción. Puede ser parcial o completa, produciendo sobredistensión de algunas

zonas y atelectasia en otras y como resultado se producen zonas de hipoventilación alveolar en

las que la perfusión está conservada, determinando una caída en la presión arterial de oxígeno

con pCO2 inicialmente normal y que aumenta al producirse mayor gravedad.

Las principales manifestaciones fisiológicas son la hiperinsuflación pulmonar, aumento de la

resistencia en la vía aérea y una disminución de la distensibilidad (compliance) lo que se traduce

en un aumento del trabajo respiratorio.

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5. Factores de riesgo

Entre los factores de riesgo más importantes se consideran, el humo del tabaco o cigarro, el

contacto con otros niños y la asistencia a sala cuna. Otros factores de riesgo son: época

epidémica, menor de seis meses, sexo masculino, lactancia artificial, el medio urbano, vivienda

desfavorable, hacinamiento y antecedentes de patología respiratoria neonatal.

Los niños con alto riesgo de presentar bronquiolitis graves y de fallecer, son sobre todo los

menores de seis meses con las características siguientes: recién nacido de pretérmino, bajo peso

al nacer, desnutridos, los que tuvieron afecciones respiratorias neonatales, anomalías congénitas

cardíacas o pulmonares que cursan con shunt de izquierda a derecha e hipertensión pulmonar,

displasia broncopulmonar, fibrosis quística u otras afecciones pulmonares crónicas, síndromes

malformativos, inmunodeficiencias primarias o secundarias, atopia familiar o personal y

afecciones neuromusculares.

Existe menor incidencia de Bronquiolitis y es de menor gravedad el cuadro clínico en aquellos

niños que han recibido lactancia materna exclusiva. Por lo tanto, se atribuye cierto efecto

protector a la lactancia materna por la transmisión en el calostro y la leche madura de anticuerpos

anti VRS particularmente la fracción IgA que durante las regurgitaciones impregnan las vías

respiratorias superiores impidiendo la adhesión del VRS.

Los lactantes cuyas madres fuman cigarrillos tienen más probabilidades de padecer bronquiolitis,

incluso en comparación con los que permanecen en la sala cuna, a pesar de conocerse el riesgo de

infección respiratoria que existe en los círculos infantiles.

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6. Manifestaciones Clínicas

Inicialmente, vemos a un lactante que comienza con síntomas y signos de una infección de vía

respiratoria alta, dadas por rinorrea y estornudos, estado que dura alrededor de 48 a 72 horas y

puede acompañarse de poco apetito y fiebre poco elevada de 38 ºC.

Posteriormente aparece de forma gradual la tos en accesos y la dificultad respiratoria progresiva

como expresión del cuadro de obstrucción bronquial, con irritabilidad y dificultad para

alimentarse.

En los enfermos leves, los síntomas desaparecen entre tres a cuatro días aunque vuelven a la

normalidad entre cinco a siete días y en algunos pueden persistir síntomas leves por mayor

tiempo. En los enfermos más graves en cambio, los síntomas pueden aparecer en pocas horas y su

evolución es rápida prolongada, empeorando la tos y la dificultad respiratoria. Aparece además,

el rechazo a la alimentación, la taquipnea y en algunos casos cianosis y crisis de apnea.

En el primer mes de vida la clínica puede ser atípica con febrículas, irritabilidad y apnea central,

confundiéndose muchas veces con una sepsis. Se podría resumir diciendo que es un cuadro

respiratorio obstructivo de vía aérea baja, precedido por una infección respiratoria alta.

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7. Diagnóstico

Es clínico, por lo que es necesario una exhaustiva anamnesis y examen físico.

Anamnesis: Tos de intensidad variable, fiebre, polipnea, sibilancias audibles en los casos más

severos, dificultad respiratoria y para alimentarse, según el grado de obstrucción. En el

menor de 3 meses puede presentarse episodios de apnea por inmadurez del centro respiratorio.

Examen físico: Dependiendo del grado de obstrucción encontramos taquipnea, retracción

torácica, palidez, cianosis, hipersonoridad a la percusión, espiración prolongada, sibilancias,

roncus. En los casos más severos hay murmullo pulmonar disminuido o ausente, aleteo nasal,

taquicardia, ruidos cardíacos apagados, descenso del hígado y del bazo consecuente al descenso

diafragmático por la hiperinsuflación pulmonar, compromiso del estado general, excitación o

depresión psicomotora.

La evaluación de gravedad de la obstrucción bronquial nos permite clasificarla en leve,

moderada y severa. Esto se efectúa mediante la aplicación de puntajes clínicos, siendo el más

utilizado internacionalmente el Bierman y Pierson modificado, que toma en cuenta frecuencia

respiratoria, presencia de sibilancias, cianosis y retracción de partes blandas, asociándolo a la

satumetría. Debe evaluase dicho puntaje pre y post tratamiento con el propósito de objetivar la

respuesta terapéutica.

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8. Exploraciones complementarias

De forma general, puede decirse que no está justificada la realización rutinaria de exploraciones

complementarias (pruebas rápidas para detección de virus en aspirado nasofaríngeo, radiografía

de tórax, cultivos, gases) en la evaluación inicial de pacientes con bronquiolitis aguda ya que la

mayoría de las veces el resultado de estos test no cambia el manejo ni el pronóstico de los niños

con bronquiolitis diagnosticada clínicamente.

Sin embargo, a pesar de no ser de uso rutinario, el diagnóstico clínico se podría confirmar con el

hallazgo del VSR en el aspirado nasofaríngeo, dentro de los 8 primeros días mediante la técnica

de inmunofluorescencia indirecta (IFI), la cual emplea anticuerpos monoclonales del VSR. Su

rapidez y alta sensibilidad y especificidad lo hace el método de estudio electivo, sin embargo,

requiere de personal con gran entrenamiento. También está descrito el uso del método de ELISA,

que es menos sensible pero que por ser más rápido, permite el tratamiento precoz.

La radiografía de tórax muestra característicamente hiperinsuflación pulmonar, con diámetro

anteroposterior aumentado en la proyección lateral, aplanamiento del diafragma y reforzamiento

de imágenes intersticiales; es frecuente el hallazgo de atelectasias laminares y segmentarias. Sin

embargo, su uso se restringe a pacientes hospitalizados que no mejoran según lo esperado,

pacientes con duda diagnóstica o sospecha clínica de complicaciones pulmonares.

El diagnóstico etiológico se puede lograr con el cultivo viral y la serología, pero son métodos de

lentos, dificultosos y de alto costo lo que limita su utilidad.

El hemograma no ayuda al diagnóstico ya que habitualmente es normal, al igual que la velocidad

de sedimentación y la proteína C reactiva.

La gasometría suele revelar hipoxia en relación a la gravedad del cuadro clínico y con menos

frecuencia hipercapnia.

La saturometría es el mejor método para evaluar la gravedad y la necesidad de oxígenoterapia.

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9. Diagnóstico diferencial

Debe plantearse con neumonías virales y bacterianas, coqueluche, intoxicación salicílica,

insuficiencia cardiaca congestiva en caso de existir antecedente de cardiopatía congénita, ruidos

cardiacos apagados o galope; miocarditis viral, cuerpo extraño endobronquial si es de inicio

brusco y sobre todo si el niño es mayor a 8 meses, pólipos de tráquea o bronquios, tumores,

displasia broncopulmonar, laringotraqueobronquitis y patologías obstructivas del lactante como

fibrosis quística y asma, el cual es lo que con mayor frecuencia confunde el diagnóstico de

bronquiolitis, sin embargo, responde rápidamente a la acción se salbutamol y puede sospecharse

si es que existe antecedentes familiares de atopía.

10. Tratamiento

El tratamiento se divide en ambulatorio y hospitalario.

a) Tratamiento ambulatorio:

Suele ser suficiente en las formas leves. Se basa en las medidas generales o de soporte tales como

aislamiento, hidratación oral adecuada, medidas antitérmicas, mantener la lactancia materna,

alimentación fraccionada, mantener limpias las fosas nasales y libre de secreciones, posición

semisentada, ambiente tranquilo y evitar irritantes como el humo, lavado constante de las manos,

vigilar la frecuencia respiratoria, frecuencia cardiaca y coloración de la piel. No se recomienda la

humidificación ni la fisioterapia porque pese a prevenir las atelectasias y de aumentar el

clearence de secreciones bronquiales, es de alto costo y puede producir daño y estrés.

b) Tratamiento Hospitalario:

Las formas moderadas y graves y las de presentación en niños de alto riesgo deben ser atendidas

hospitalariamente valorando otras medidas terapéuticas como son la alimentación por sondas

nasogástricas o incluso la hidratación intravenosa si hay intolerancia digestiva o gran dificultad

respiratoria.

La hidratación es por vía oral preferentemente, para prevenir deshidratación. Se debe garantizar

el aporte de los requerimientos hídricos basales más las pérdidas extraordinarias secundarias a la

taquipnea y fiebre. En caso de intolerancia oral, se recurre a la vía parenteral. Deben corregirse

además las alteraciones electrolíticas si es que existen.

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El oxígeno es el tratamiento más útil en los casos moderados y severos y en los niños de alto

riesgo, debe mantenerse una saturación del O2 por encima del 94 %. A los lactantes pequeños

debe administrarse húmedo y caliente.

La respiración artificial es requerida en muy pocos casos. Está indicada cuando la PaO2 es menor

de 50 mmHg y la PaCO2 es mayor a 75 mmHg. Cuando el tratamiento de soporte es adecuado,

muy pocos niños necesitan ventilación mecánica.

La indicación de intubación en estos niños es cuando hay apneas recurrentes con caída de la

saturación de oxigeno y fallo respiratorio con acidosis o hipoxemia a pesar del tratamiento con

oxígeno.

Fármacos

No existen evidencias de que algún agente terapéutico puede ser recomendado para la

bronquiolitis. Entre ellos encontramos:

- Broncodilatadores. (Salbutamol, Bromuro de Ipratropio) son utilizados en el 80 % de

los casos aproximadamente. Se ha demostrado que producen una leve y corta mejoría en los

parámetros clínicos de algunos pacientes, pero no alteran la oxigenación, ni reducen los ingresos.

Está demostrado que la lesión anatomopatológica de la bronquiolitis reside más en el daño

epitelial, el edema, la infiltración celular peribronquial y la obstrucción por células y fibrina en la

luz, que en el broncoespasmo. Además se sabe que a estas edades aún no existe prácticamente

receptores beta - 2 en la pared bronquial, pero si podrían ser más útiles en niños mayores de seis

meses. Se administra salbutamol en solución al 0,5 % a dosis de 0,1 a 0,3 mg/kg.

Se sugieren que la adrenalina aerosolizada produciría una mejoría clínica más importante que el

salbutamol gracias a su efecto Alfa y Beta adrenérgico, pero la respuesta es pobre y de corta

duración. La estimulación alfa puede reducir el edema y la secreción mucosa de la luz

bronquiolar, siendo el broncodilatador preferido en urgencias y en casos hospitalizados. No se

conoce la duración y la frecuencia de administración en estas situaciones Se puede administrar

2,5 ml de adrenalina al 1:1000 con 2,5 ml de suero fisiológico.

En conclusión los broncodilatadores orales no se recomiendan en el niño pequeño debido a que

su efecto es pobre y las reacciones colaterales pueden ser de consideración, no deben usarse en

casos leves de manejo ambulatorio ya que algunos encuentran eficacia y otros no demuestran

ningún beneficio. Los Anticolinérgicos no alteran el curso de la enfermedad y la Aminofilina no

se usa y es peligrosa.

- Esteroides. El uso sistémico es controversial, actualmente algunas investigaciones

plantean que son poco útiles y pueden ser peligrosos y otras en cambio, afirman que podrían ser

beneficiosos por vía sistémica o inhalada, cuando hay sibilancias persistentes debido a que la

inflamación y la respuesta inmune están implicadas en su patogénesis.

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Los Esteroides no se usan rutinariamente en el manejo de la Bronquiolitis por sus limitaciones y

la preponderancia del riesgo sobre el beneficio. Con los esteroides sistémicos (Metilprednisolona,

Dexametasona) no existen dudas acerca de la ineficacia e incluso en ocasiones pueden ser

perjudiciales, por ejemplo en la bronquiolitis grave causada por Adenovirus pueden causar

secuelas a largo plazo por lesión necrosantes. Con los esteroides inhalados no se han visto

beneficios a corto plazo en la fase aguda de la bronquiolitis, tampoco que su uso reduzca los

episodios de sibilancias recurrentes en estos pacientes, aunque algunos autores consideran podría

disminuir las posibilidades de desarrollar asma posteriormente.

- Ribavirin. Es un nucleósido análogo sintético de la guanosina e inosina, que interfiere la

expresión del RNA mensajero e inhibe la síntesis proteica viral, con actividad frente al VSR.

Inicialmente suscitó gran entusiasmo con mejoría en la saturación de oxígeno y disminución de la

severidad, pero no de otros parámetros, tanto en niños sanos como en los que presentan factores

de riesgos. Revisiones posteriores han modificado su uso, por resultados menos favorables

restringiéndolo sólo para lactantes de riesgo como son los prematuros, los que tienen cardiopatías

congénitas, los que tienen enfermedad pulmonar crónica y los inmunodeficientes.

Es muy costoso y los reportes sobre su efectividad son controvertidos, se refiere efecto teratógeno

en gestantes y personal sanitario por lo que no se usa rutinariamente. Se administra en aerosol

durante 12 a 20 horas diarias durante 3 a 5 días, sus resultados no han sido satisfactorios y sólo se

indica en el paciente con bronquiolitis grave.

- Antibióticos. Éstos carecen de valor terapéutico salvo que exista una neumonía

bacteriana secundaria, una otitis media aguda o una Infección bacteriana severa en cuyo caso se

recomienda Cefotaxima o Ceftriaxona.

- Adrenalina. Posee un efecto vasocontrictor alfa y beta, produciendo broncodilatación

lo que resultaría favorable en la etapa precoz de la enfermedad. Según estudios publicados en

SOCHIPE el 2012, su uso evitaría la hospitalización pero no acortaría la estadía hospitalaria en

caso contrario. Sin embargo, para este fin, se sugiere el uso asociado a corticoides.

- Heliox. Corresponde a la mezcla de helio al 70-80% con oxígeno al 20-30% . Como es

menos denso que el aire, fluye a través de la vía aérea con menor turbulencia mejorando la

ventilación y disminuyendo el trabajo respiratorio. Sin embargo, es una técnica que no se utiliza

masivamente aún, debido a que los estudios realizados al respecto posee sesgos.

- Nebulización con solución salina hipertónica al 3%. Posee tres principales efectos

favorables para el manejo de la bronquilitis aguda moderada-severa: aumenta el barrido

mucociliar, hidrata la superficie de la vía aérea y disminuye el edema y los tapones mucosos.

Además, existen estudios que revelan que su uso reduce la estadía hospitalaria en más de 24hrs

y de que mejora la sintomatología percibida por el paciente.

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11. Criterios de hospitalización

El criterio de ingreso hospitalario es fundamental y debe ser jerarquizado por el personal más

calificado para evitar innecesario hacinamiento de los hospitales y la presencia de infecciones

cruzadas, lo que produce mayor riesgo de muerte por neumonías bacteriana y sepsis que por

bronquiolitis, los lactantes con factores de riesgos y con dificultad respiratoria deben ser

ingresados aunque sólo requieran tratamiento de sostén.

Lo más importante es hacer una adecuada valoración clínica, que asociada o no a la presencia de

factores de riesgo establezca si requiere ingreso en el hogar u hospitalario.

Ingreso en el Hogar

Niños con cuadro clínico de severidad leve, sin factores de riesgo, sobre todo en mayores de seis

meses, sin complicaciones asociadas y con una frecuencia respiratoria menor de 60 respiraciones

por minuto.

Ingreso Hospitalario

1. Cuadros de severidad moderada y grave

2. Frecuencia respiratoria mayor de 60 respiraciones por minutos

3. Rechazo a la alimentación

4. Visitas frecuentes a urgencia

5. Niños de alto riesgo, recién nacido, pretérmino, cardiópata, desnutrido

6. Ambiente social desfavorable

7. Distres moderado y/o episodios de apnea en menos de 48 horas de evolución

8. Signos de hipoxia (cianosis, somnolencia, letargia, agitación, irritabilidad, alteraciones de la

conciencia, PCO2 > 50 Y PO2 < 50.

Ingreso en UCI

1. Cuadro grave con cianosis generalizada, llanto débil, quejido intenso, esfuerzo respiratorio

importante con mínima entrada de aire

2. Bradicardia

3. Pausas de apnea o apnea con bradicardia o cianosis

4. Saturación de oxígeno < 90 (PaO2 < 60 mmHg) con O2 al 40 % y PCO2 > 65 mmHg

5. pH ≤7,20 de origen respiratorio o mixto.

Criterios de alta

1. Frecuencia respiratoria menor de 70 rpm

2. Padres capaces de despejar la vía aérea con la perilla de succión

3. Que tolere oxígeno ambiente

4. Tolerancia oral

5. Capaz de recibir seguimiento en el nivel primario de atención en salud

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12. Complicaciones

- La IRA es la principal complicación y suelen presentarla alrededor de 7 % de los

pacientes respondiendo favorablemente a las medidas de soporte, siendo mínima la

cantidad de niños que requieren soporte ventilatorio

- Las crisis de apnea pueden tener lugar tanto en el curso de la enfermedad como ser el

primer signo de la misma

- Las neumonías, son las que pueden presentarse con mayor frecuencia

- Otitis media aguda

- Atelectasias

- Neumotórax, Neumomediastino y Enfisema subcutáneo

- Edema pulmonar no cardiogénico

- Deshidratación

- Bronquiolitis obliterante y pulmón hiperlúcido unilateral

- Hiperreactividad de las vías respiratorias un considerable grupo de estos lactantes la

presentan más adelante

- Insuficiencia cardiaca

13. Pronóstico

La bronquiolitis es benigna y autolimitada, siendo más severa en los niños menores de seis

meses, en los tres primeros días de evolución y sobre todo en los niños con factores de riesgo. La

fase más crítica de la enfermedad es durante las primeras 72 horas después de comenzar con la

tos y la disnea, pasado este período la mejoría se produce rápidamente y de modo sorprendente,

siendo en pocos días la recuperación completa, la gran mayoría evoluciona hacia la curación en

menos de una semana, otro grupo presenta cuadros de menor intensidad en los próximos meses y

el tercer grupo que son los atópicos presentará asma posteriormente.

El VRS no se asocia clásicamente con la producción de secuelas pulmonares determinantes de

insuficiencia respiratoria crónica. Si luego de una bronquiolitis aguda se observa daño pulmonar

severo, generalmente se plantea coinfección con adenovirus.

El 40-70% de los lactantes con bronquiolitis viral aguda presentan sibilancias durante los 2 a 3

años siguientes en el curso de las infecciones respiratorias. La producción de citocinas durante la

bronquiolitis aguda se asocia con el desarrollo posterior de asma.

La eosinofilia mayor al 1% presente durante el episodio de bronquiolitis aguda en lactantes se

asocia con un mayor riesgo de presentar episodios de obstrucción bronquial en los primeros 5

años de vida.

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14. Prevención

El tratamiento preventivo es el fundamental. Es difícil de prevenir teniendo en cuenta que no

existen vacunas efectivas por lo que se recomienda:

1. Evitar el contacto con niños u otras personas enfermas de gripe después de 3 a 5 días del

diagnóstico

2. Lavado correcto de las manos, realizándolo frecuentemente y antes de tener contacto con el

niño

3. No utilizar gotas nasales ni oculares

4. Evitar que el niño juegue con juguetes tocados por niños enfermos

5. Mantener al niño alejado de los sitios cerrados donde puede estar en contacto con personas

enfermas, no llevar a lugares públicos, evitar el círculo infantil o las guarderías en épocas

tempranas de la vida fundamentalmente durante la lactancia

6. Fomentar la lactancia materna

7. Lavar los recipientes del niño con agua caliente y jabón

8. No fumar cerca del bebé

9. Mantener la habitación bien ventilada

11. Inmunización contra VRS

12. Educación

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15. Conclusiones

Es indudable que el aumento de los cuadros de bronquiolitis en niños pequeños va unido a un

aumento de la hospitalización en niños menores de 1 año de edad. Se han desarrollado puntajes

de evaluación clínicos con el propósito de medir en forma objetiva el grado de obstrucción

bronquial y su respuesta terapéutica.

A pesar de la frecuencia e importancia de esta enfermedad, aún existen grandes controversias en

cuanto al protocolo terapéutico más adecuado.

El VRS es el patógeno respiratorio principal de los lactantes y preescolares, pero se ha

reconocido que tal infección pudiera ser causa de problemas crónicos.

Son factores que aumentan el riesgo de bronquiolitis el antecedente personal de prematurez y el

antecedente de asma bronquial en familiares de primer grado. Ejerce efecto protector la lactancia

matera durante el tiempo que ésta es proporcionada.

Lo primordial en el tratamiento de la bronquiolitis es el manejo del sostén hídrico, calórico, de

oxigenación y el térmico. Los broncodilatadores orales no se deben utilizar en niños pequeños ya

que su efecto broncodilatador es pobre y los efectos indeseables son más frecuentes. Los

broncodilatadores inhalados, al igual que los corticoides inhalados no han demostrado utilidad.

Los resultados con antivirales no han sido satisfactorios.

Realmente se está en espera del desarrollo de una vacuna, en especial del VRS, el cual es el

causante de la mayoría de las hospitalizaciones y muerte, en niños menores de 1 año de edad, lo

cual disminuiría la incidencia que está en aumento.

A la fecha la mejor terapéutica que se le puede ofrecer al niño es el tratamiento de sostén, los

demás analizados no han demostrado un resultado satisfactorio.

El reto del porvenir es profundizar los conocimientos, encontrar soluciones mejores y más

económicas, que generen el máximo beneficio y la satisfacción plena de nuestros pacientes y de

la sociedad en general.

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16. Bibliografía

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- CURSO DE ACTUALIZACIÓN EN PEDIATRÍA SOCHIPE 2012: BRONQUIOLITIS

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