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7 EDUCAR PARA SALIR DE LA PREHISTORIA DE F. Javier Vitoria Cormenzana CONVOCADOS HOY

Educar para tener una mirada humana

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EDUCAR PARA SALIR DE LA PREHISTORIA

DE F. Javier Vitoria Cormenzana

El pasado verano leí en un importante periódico de tirada nacional un provocativo artículo de opinión a propósito de la campaña «Acción Mundial contra la Pobreza» impulsada por una inmensa red de ciudadanos internacionalistas. Su autor dejaba correr su imaginación y comenzaba su escrito de la siguiente manera: CONVOCADOS HOY

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«Cuando en el siglo XXV nuestros descendientes estudien la historia del inicio del tercer milenio, se estremecerán ante el holocausto permitido por sus antepasados bárbaros que habitaban la Tierra en el año 2005, La sala central del Museo Internacional de las Víctimas de la Pobreza, con sede en el próspero Estado del Bienestar de Etiopía, estará presidida por un gran panel en el que aparecerán estos datos:

A finales del siglo XX los habitantes de Europa y Estados Unidos gastaron 17.000 millones de dólares anuales en alimentos para animales domésticos, pero no lograron

invertir 13.000 millones de dólares anulles necesarios para eliminar el hambre.

En el año 2000 existía una entidad, llamada Unión Europea, que subvencionaba con 913 dólares a cada vaca de su territorio destinaba 8 dólares a cada persona africana para ayudarle

a salir de su pobreza.

Los profesores del curso 2440-2441 enseñarán que la prehistoria finalizó el año 2132, pues hasta entonces, tal como había vaticinado un Informe del PNUD allá en el lejano 2002, no se había conseguido erradicar el hambre del mundo. A los estudiantes les costará entender por qué en aquellos tiempos prehistóricos del 2005,

70 personas tenían una riqueza superior a la renta de 1455 millones de pobres asiáticos, por qué la financiación anual del programa mundial contra el sida y la malaria era igual a logastado durante medio día en una guerra ilegal contra Irak, por qué una política llamada AOD

(Ayuda Oficial al Desarrollo) destinaba sólo 17 de cada 100 dólares de sus fondos a combatir la pobreza extrema»

Inmediatamente recordé que unos días antes me había comprometido con Misión Joven a colaborar en un número sobre educación en la justicia. Y se me agolparon las preguntas: si los jóvenes actuales leyesen el texto

¿cómo reaccionarán?¿Qué buscarán en su educación?

¿Les seguirá pareciendo lo último de lo último ser expertos en el manejo de la tecnología informática?

¿Se considerarán seres prehistóricos a pesar de sus recursos tecnológicos?

Sabiduría cristiana y educación en la justicia

ENFRENTARSE con éxito con la barbarie de la injusticia y conseguir educar para la libertad solidaria a los jóvenes de nuestro tiempo no es hoy tarea fácil. Sin embargo algunas voces nos alertan sobre la necesidad de esta porfía y nos ofrecen algunas claves orientadoras de la tarea educativa que olvidamos o minusvaloramos frecuentemente en nuestra acción pastoral. Paulo Freire defendió con enorme vigor y honestidad que una tarea ineludible de la educación liberadora consiste en descubrir las posibilidades para la esperanza, que existen en las situaciones límites y cualesquiera que sean los obstáculos que haya que afrontar . Sin esperanza poco podremos hacer y difícilmente lucharemos.

Más recientemente el Informe de la UNESCO sobre la educación para el siglo XXI nos ha recordado que hasta ahora solamente nos hemos preocupado de dos fundamentos de la educación: aprender a saber y aprender a hacer. Necesitamos la sabiduría y la compasión para que los conocimientos y tecnologías que poseemos nos ayuden a alcanzar los otros dos fundamentos de la educación olvidados: aprender a vivir juntos y aprender a ser humanos en el siglo XXI.

Esta monumental empresa está reclamando unas reservas muy importantes de energía moral, cultural y vital. Aunque no corran buenos tiempos para ellas, sigo creyendo en el potencial humanizador de las tradiciones religiosas. La religión entendida -¡claro está!- como «el inextinguible impulso, sostenido contra la realidad, de que ésta debe cambiar, que se rompa la maldición y se abra paso la justicia» (M. Horkheimer). Especial atención me merece el cristianismo a pesar de la ambigüedad de su institucionalización y de sus prostituciones históricas. La aportación de la esperanza, la mirada y la compasión de Jesús de Nazaret tiene mucho de mística para un combate en favor de un orden mundial solidario y justo.

Existen todavía fuentes de energía espiritual en nuestra cultura o se han agostado definitivamente ? CONVOCADOS HOY

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EDUCAR LA ESPERANZA

La flagrante injusticia de nuestro mundo se levanta como la gran negación de la voluntad salvífica de Dios, como la aniquilación de la presencia liberadora de Dios entre los hombres. La negación del derecho y la justicia entre los hombres atenta directamente al contenido del credo cristiano, en cuanto que parece desmentir esa soberanía de Dios que como misericordia fiel se va haciendo historia de nuestra historia y carne de nuestra carne en el envío del Hijo-Jesucristo y de su Espíritu. «Los pobres y la pobreza injustamente infligida, las estructuras sociales, económicas y políticas que fundan su realidad, las complicadas ramificaciones en forma de hambre, enfermedad, cárcel, tortura, asesinatos etc.,... es la negación del reino de Dios y no puede pensarse en el anuncio sincero del reino de Dios dando la espalda a esa realidad o echando sobre ella un manto que cubra sus vergüenzas»

Educar en la esperanza supone, por ello mismo, suscitar el coraje de la libertad que más disiente de la opinión mayoritaria (“sólo podemos aspirar a ir tirando”) y rompe con la evidencia común “el futuro que nos aguarda será más de lo mismo”. En medio de esta sociedad amnésica y posmoderna la educación de la esperanza despertará la memoria colectiva de las causas que ayudaron a vivir y morir con dignidad en el pasado, recuperará sus esperanzas y alentará la resistencia crítica contra las fuerzas de la barbarie.

Desde esta perspectiva la educación en la justicia intenta modestamente aportar un granito de arena a la construcción de una cultura de la participación y de la solidaridad. Esta pedagogía busca suscitar hombres y mujeres, expertos en la ética herida de la compasión, diestros en la promoción de una acción social de resistencia.

“Todas estas realizaciones serán «cosas chiquitas. No acaban con la pobreza, no nos sacan de la espiral de la violencia, no socializan los medios de producción y de cambio, no expropian las cuevas de Alí Babá. Pero quizá han tenido la capacidad de desencadenar la alegría de hacer y de traducirla en actos. Y al fin y al cabo, actuar sobre la realidad y cambiarla, aunque sea un poquito, es la única manera de probar que la realidad es transformable»

EDUCAR LA MIRADA

En sistemas organizados al revés, cuando crece la economía también crece, con ella, la injusticia social» .

La sabiduría cristiana se constituye como una «mística de ojos abiertos» (J. B. Metz) que dilata, como si de un colirio se tratase, las pupilas de los ojos para llorar el horror tremendo del infierno de la pobreza y la exclusión (Ap 3, 18). Su secreto radica en la pretensión de servir a Dios en el enorme dolor del mundo. El cristianismo, revestido de las armas de Dios, combate contra las potestades (Ef 6, 10-20). Con las armas de Dios, el cristianismo está dispuesto a introducirse en las intrincadas condiciones de nuestro mundo para transformarlo en favor de la justicia y la vida. El cristianismo está obligado por fe, y no solamente por razones éticas y políticas, a alzar su voz contra la barbarie del actual orden internacional.

A) Develar la mentira de la realidad

Las víctimas de la injusticia están reclamando la educación de la «la responsabilidad de tener ojos cuando otros los perdieron» (J. Saramago). Se trata de educar una mirada que devela la mentira de la realidad (cf. Jn 9) y al mismo tiempo revela sus oportunidades históricas. Si el acompañamiento educativo ayuda a que los chicos/as salgan con los ojos abiertos, ofrecerá para el camino una nueva fuente de conocimiento que brota de la indignación sobresaltada por tanto sufrimiento inocente e injusto que nos hiere. La educación de la mirada promueve coraje y fortaleza para afrontar la prueba, recordando que ése es el precio pagado por un sinfín de historias contemporáneas de hombres y mujeres valientes comprometidos en la historia. Sería bueno estar atentos y llevar a las aulas los ejemplos de personas, asociaciones y proyectos que cerca de nosotros intentan construir un mundo mejor.

B) Enseñar a percibir el pecado estructural

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Tras analizar la situación de extrema pobreza en que vive gran parte de la humanidad, la multiplicación de masas urbanas sin trabajo o que subsisten en empleos inestables y poco productivos, la pérdida de conciencia democrática como consecuencia del despilfarro de los ricos, el crecimiento de la desigualdad y el escándalo de la corrupción, el aumento de la criminalidad y de la violencia urbana provocada no pocas veces por el hambre y la desesperación más profunda.

La educación de la mirada enseña a percibir este pecado estructural, analizarlo y desvelarlo. Una mirada de los ojos abiertos por la fe en el Dios de Vida impide que el cristianismo se refugie en una concepción puramente personal de la vida.

C) Dejarse mirar por el otro

EDUCAR la mirada es también enseñar a dejarse mirar por el otro, por el pobre. Mirarse con los ojos del otro que nos visita, supone una auténtica revolución del corazón. Así lo experimentaron Francisco de Asís y Bartolomé de las Casas. La mirada de un leproso y la mirada del indio les cambiaron respectivamente la vida.La mirada del otro nos ayudará a descubrir la verdad de modelo cultural de modernización occidental y a liberarla de su encubrimiento.La mirada del otro nos desvela que ser sujeto no es primariamente acto de autoafirmación, sino sujeción al otro. Él es quien me singulariza, me arranca del ensimismamiento que me ciega. La mirada del otro nos desenmascara que la enfermedad raíz de nuestra cultura actual es la indiferencia y cínica apatía ante el dolor de los pobres para que la presencia del otro, con sus gritos de dolor no perturbe.

EDUCAR LA COMPASIÓN

La respuesta a la injusticia del mundo la hallamos en la compasión.(cf.Lc 10, 29-37). El cristianismo originario de Jesús de Nazaret, en cuanto religión de la fraternidad, tiene un fortísimo componente igualitario que introduce una pasión en la historia: que los últimos dejen de serlo, que se adopten comportamientos y se organicen políticas y economías que les den primacía para construir una sociedad sin últimos ni primeros.

A) Iniciarse en la civilización de “la austeridad compartida”

Nada de lo que pretendemos en favor de la justicia será posible sin un nuevo estilo cultural, sin cambios en los estilos de vida. Para que deje de haber pobres otros tienen que dejar de despilfarrar.

Cada día son más urgentes y necesarios los estilos intempestivos de vida austera y solidaria, tanto en el ámbito persona como comunitario, que hagan correr «rumores» del Dios Solidario.

B) Purificar la solidaridad

La educación de la compasión permite que del corazón humano brote el corazón y la mente solidaria, sensible al sufrimiento de los otros y feliz de y por compartir su ser y sus bienes con los desposeídos.

Entonces el educador fomentando la participación en “voluntariados” ayuda como una partera al nacimiento de la pulsión solidaria y compasiva que siempre es colaboración con los otros y construcción común de la historia.

C) Dejar sitio al otro

Dejar sitio al otro es un aprendizaje, es decir se tiene que aprender, ejercitar. «El ser-con» y «el ser-para» es la primera verdad alcanzada de todo ser humano con independencia de su calidad ética. En el arte de dejar y abrir sitio al otro, al extraño, al no-solvente (diríamos en términos económicos) la persona humana crece y alcanza su mayor grado de dignidad.

… CON MIRADA DOMINICANA

LA COMPASIÓN DOMINICANA

La compasión es fundamental en el carisma dominicano. A Domingo le afectaba el dolor y sufrimiento de la gente. Domingo se muestra sobretodo como un hombre de compasión. Vivió la

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compasión con los que necesitaban una ayuda, un gesto de misericordia. En su oración tuvo presente a los que sufrían y pedía a Dios que tuviese compasión. El Dios de Domingo es un Dios de misericordia.

Quiénes eran los pobres para Domingo? Las víctimas del hambre, la esclavitud y la guerra, las víctimas de la pobreza material y la explotación, privadas de su dignidad humana. El pueblo estaba a merced de los abusos de los señores de la guerra y de un clero corrupto. Pero aún más, pedía compasión para los pecadores y los que habían sido llevados por el mal camino y que habían perdido contacto con el Jesús de los Evangelios, junto con los que nunca habían oído la predicación de la Palabra. Estos eran los pobres de Domingo, los veía, se reunía con ellos, se sentaba a escucharles y hablaba con ellos. Entraron en su vida por la ventana de la experiencia.

¿QUÉ SIGNIFICA LA COMPASIÓN DOMINICANA?

“Compasión significa ir liberándose de esa dureza del corazón que se manifiesta en el juicio sobre los otros, despojarse de la armadura que mantiene a los demás a raya, aprender la vulnerabilidad ante el dolor y desorientación del otro, escuchar su grito de ayuda”. No basta la compasión, que las entrañas se estremezcan... la compasión cristiana y dominicana exige gestos y respuestas, actitudes de misericordia. La compasión es el primer impulso que surge del corazón..."¡la misericordia nos lanza, nos implica, se hace gesto solidario!".

Compasión es más que un sentimiento, es abrir los ojos para ver a Cristo entre nosotros todavía sufriente. Como Las Casas vio a Cristo crucificado en los indios de la Española. Fray Bartolomé de Las Casas (1474-1566), precursor de los Derechos Humanos

Siguiendo las huellas de Fr. Antonio de Montesinos, el primer predicador que denunciara la suerte indigna impuesta a los indígenas por los colonizadores españoles, Bartolomé de Las Casas empleó su larga vida en promover sus derechos. Ante el Virrey de las Indias primero y después ante la Corona de España, insistió con vigor y competencia para que la dignidad de los indígenas como seres humanos fuera reconocida y respetada.Gracias a él, la escuela dominicana de Salamanca puso las bases de la teoría de los Derechos Humanos y del Derecho Internacional Público.

Compasión es una educación del corazón y de los ojos lo que nos hace estar atentos al Señor que está con nosotros en los agobiados y heridos. Compasión es aprender a mirar a los otros de manera desinteresada.Felicísimo Martínez OP describió una vez la espiritualidad dominicana como una espiritualidad de “ojos abiertos”…Es doloroso ver lo que sucede ante nuestros ojos…Pero no basta con limitarnos a ver esos lugares del sufrimiento humano y ser como turistas de la crucifixión del mundo. Es en estos lugares de Calvario donde puede encontrarse a Dios y descubrirse una nueva palabra de esperanza

La compasión dominicana es una fuerza del amor que vence el miedo de enamorarse de la realidad con la misma pasión con que la vivió Santo Domingo, recogiendo toda la energía de compasión que hay en la humanidad. La compasión, desde el amor, es la fuerza más eficaz, es la fuente de energía de la humanidad en la que se hace presente el Reino, porque es ella la que abre la puerta e instaura la cultura de la Misericordia que es el modo humano ¡y femenino! de amar Dios

“La compasión es un compromiso con la VIDA que sufre que toma el corazón, gesta amistad e irrumpe nuestra interioridad. La Compasión es la pedagogía de Dios para convertirnos, para humanizarnos; ante ella somos despojadas y no es que nos despojemos.... Viene de Espíritu y es el Espíritu el que nos despoja y nos hace sufrir con... sentir con.. estar con.... ¡AMAR! Y genera un encuentro que nos lanza a acoger con ternura; que nos vacía para que el otro tenga en nosotras un sitio donde alojarse, donde depositar sus ansias y preocupaciones...

Solo vaciándonos, podremos acoger al que sufre, y podremos después vaciar su

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sufrimiento en las entrañas de Dios: única y auténtica fuente de consuelo. En ésta línea de reflexión la compasión genera en nosotras un compromiso con la pobreza más auténtica que nos hace solidarias con los pobres, y mendigas ante Dios de su don”.

Hoy, nuestro mundo también necesita oír, palpar, sentir de cerca la predicación del Evangelio de la misericordia, nos necesita cercanas, y transparentando la cercanía de Dios que consuela, camina con su pueblo y engendra esperanza.

La Compasión es el del distintivo de la Orden desde los orígenes: Los frailes de Domingo eran los que predicaban el Evangelio de la misericordia en medio de un mundo –no muy diferente del nuestro- que vivía angustiado por el error y la superficialidad... allí, los frailes de Domingo encarnaban la misericordia anunciando la Verdad.

“¿Cómo se manifestará la compasión y la misericordia hoy?. De múltiples formas. Para comenzar, en un mundo donde hay tanta injusticia y opresión, se nos pedirá que nos pongamos al lado de aquellos que sufren y que asumamos su causa como algo propio. La compasión que nos capacita para acercamos al dolor humanos, nos perturba, pero no nos desespera, al contrario, nos lleva, como a Domingo, a implorar a aquel que puede sanar, dar vida, reconciliar...”.

“Para vivir la compasión dominicana hoy, es preciso entrar de lleno en la dinámica y en la militancia de la solidaridad con las victimas. Esta dinámica implica:

Una cercanía a las víctimas (inserción);Un análisis crítico de la realidad social, para identificar las raíces de las injusticias (análisis

social),Una reflexión de la situación desde la Palabra de Dios (reflexión teológica compartida);Caer en la cuenta y experimentar que la gratificación de la solidaridad compensa con creces

el costo de dolor y sufrimiento que lleva consigo la compasión”.

ð¿Cómo se puede traducir esto en el sistema educativo?ð¿Cómo van aprender si no se les enseña?ð¿Cómo soy testigo de los valores dominicanos en el día a día?ð¿Cómo podemos potenciar más lo social en nuestro Centro educativo?

Notas Bibliograficas

1. R. Díaz-Salazar, El final de la prehistoria: pobreza cero, El País, 3 de julio 2005

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2. P. Freire, Pedagogía de la esperanza. Un reencuentro con la Pedagogía del oprimido, Siglo XXI, Madrid, 1993.3. J. Delors, y otros, La educación encierra un tesoro, Santillana/ UNESCO, Madrid, 1996.4. Ellacuría, Historicidad de la salvación cristiana en Revista Latinoam. de Teología (1984),p.34

5. E. Galeano, Ser como ellos y otros artículos, Siglo XXI, Madrid, 1992, pp. 84-85.6. Id., Las venas abiertas de América Latina, Siglo XXI, Madrid, 1994, p. 4647. Timothy Radcliffe o p

8.Mary O'Driscoll o p 9. Felicísimo Martínez, o.p.

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