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ENSAYO ANTECEDENTES DEL PENSAMIENTO ANTROPOLÓGICO Nombre: Paloma Vargas A

Ensayo antecedentes del pensamiento antropológico

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ENSAYO

ANTECEDENTES DEL PENSAMIENTO ANTROPOLÓGICO

Nombre: Paloma Vargas A

Curso: Primer año

Profesor: Francisco Vergara

Ayudante: Fabiola Miranda

Fecha: 02/08/2013

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Antecedentes para el pensamiento de una antropología crítica.

La reflexión que da atisbos a un pensamiento crítico y antropológico surge desde los albores de la Ilustración con el cuestionamiento del que hacer del otro y con el otro en un mundo plano sin más que un modelo donde Dios y la moral de la iglesia giraban en una centrífuga en el que el hombre se ubicaba por fuera de ésta y asentía de manera incondicional. Luego de la apertura del mundo científico con la creación de grandes instrumentos tecnológicos para crear más tarde navíos que lograron el descubrimiento de nuevas tierras, “propiedades” para los conquistadores; pasando por las aventuras de los europeos en la otraedad y las diferencias entre los estados de las naciones en el Viejo Mundo causando que las leyes de esta misma empresa fueran cuestionadas junto con el hombre y sus obras en su generalidad. Así, tras los postulados de los padres de la ilustración y el pensamiento crítico desde ese entonces se escucharán repetidas veces las palabras; tolerancia, desigualdad, naturaleza, derecho natural, libertad y moral. Tras esto, el inicio de la modernidad llega con una chispa de curiosidad en cada explorador y surgen los relatos de cada uno de viajeros con los cuales se logra conocer el “espejo” entre ambos mundos, la barbarie y la civilización, cuya reflexión del otro irá creciendo con los relatos escritos y documentados hasta llegar a una antropología ya definida. Así el hombre llega a estos tiempos con una intensa retórica que nos llevará a la etnografía y luego a la antropología con incógnita aún no respondida en el transcurso de nuestra sociedad; ¿Es posible la comprensión de una cultura distinta a la nuestra?

Con una Tolerancia Colonial, es así cuando John Locke responde esta pregunta y cuestiona a la vez el orden de lo religioso y de lo civil en “Carta sobre la Tolerancia y otros escritos”. Postula que la intención del Estado y la iglesia se distinguen en la propia confusión que ejerce la intolerancia religiosa que incluso su origen podría llegar a una dificultad enorme conducida por una concatenación de pautas afectando a la vida civil. Este cuestionamiento fue un gran aporte a las posteriores ciencias sociales ya que tales reflexiones pudieron secularizar al Estado de la religión demostrando así una religión con un comportamiento libre, en contraste de una religión basada en fundamentos absolutistas y que solo apela a un sentimiento excluyendo a la razón. Sin embargo, este pensamiento aún sigue siendo eurocentrista por otorgar un cierto sentido paternalista entre el gobernante y la comunidad, ya que la función de éste es velar que la comunidad no reciba ningún perjuicio en un bien común temporal, en un mundo mundano donde “…los hombres que piensan de otro modo no están obligados por ley, pues la sociedad política está instituida solamente para asegurar a cada hombre la correcta marcha de las cosas en esta vida y el cuidado de las almas debe quedar para cada particular.” Así Locke muestra que su intención fue separar el culto y el dogma de la legislación que apela a un bienestar público y “… quien fuera disidente en materia sacra debe ser tolerado y no debe ser obligado en materia de religión por la ley o la fuerza”, llegando a concluir que es necesario tener los mismos derechos que sean gozados por los ciudadanos, y es en esta palabra donde el nosotros y el otro cae en una abismante frontera.

En aquellos tiempos el ciudadano era quien pertenecía a esa comunidad hablante, pensante y practicante de ciertas normas comunes y pertenecientes a ese mundo “occidental”. Rousseau por otra parte, plantea una crítica sobre la desigualdad entre los hombres y es que es el pensador más cercano a la antropología en tiempos donde se alejaba a casi un siglo de la ilustración. Sostiene con hechos históricos la relación del hombre y sus costumbres con sus propias acciones en su generalidad, también escribe que todos los hombres tienen el derecho natural de su libertad porque está en su propia naturaleza. Plantea que la piedad, es una disposición de todo hombre y “…los

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hombres jamás hubiesen sido otra cosa que monstruos si la naturaleza no les hubiese dado la piedad en apoyo a la razón”, es esta quien colabora a la conservación mutua de toda la especie y además el primer sentimiento del hombre es el cuidado de su conservación para su propia existencia. Es así como nos explica Rousseau que tras el sentimiento de nuestra especie de conservar nuestra existencia nace el amor conyugal y el amor paterno,estableciéndose la diferencia en el modo de vida y el de los sexos. Pero la seguridad también lleva a la competencia, a la rivalidad y “…al deseo oculto de conseguir provecho a expensas del otro; todos estos males son el primer efecto de la propiedad y el cortejo inseparable de la desigualdad naciente.” Es por esto que critica al origen de la sociedad occidental y sus leyes “… que dieron nuevas trabas al débil y nuevas fuerzas al rico, destruyeron sin retorno la libertad natural y fijaron para siempre la propiedad y la desigualdad, de una astuta usurpación hicieron un derecho irrevocable y, para el provecho de algunos ambiciosos, sometieron desde entonces todo el género humano al trabajo, a la servidumbre y a la miseria.” Surge la idea de libertad y le sigue detrás la palabra del sometimiento y obediencia tras las capturas en las conquistas y la riqueza, así hay mil modificaciones con respecto a la desigualdad creciente entre los pueblos y sus jefes según las pasiones, talentos y las ocurrencias.

Estas ideas donde cambia la perspectiva y visión de sociedad y una apertura a las ciencias sociales no se hacen carne hasta recoger la experiencia de los viajeros que experimentan este cambio de mundo tras las misiones de conquista y exploración. Aquí en pleno siglo XVIII, la relación con el otro y sus propias vivencias en el viaje promueven a la creación de un nuevo género literario; el relato. Con la descripción del relato, la visión del conquistador reflejada en el Capitán Cook muestra una mirada más pragmática en un espíritu mercantilista; donde se colecciona lo exótico y desconocido, se recoge la riqueza artística y cultural de los nativos y que más tarde se lleva a los fríos museos europeos, pero a su vez llega a ser un gran aporte al espíritu de la ciencia, a la tecnología, de la cartografía y hasta la etnografía.

Con Boungainville en Viaje a Tahiti el relato se vuelve en una división de viaje real y el viaje imaginario; se muestra una observación minuciosa que trasforma lo salvaje a una atracción y misterio capaz de romper las mayores certidumbres de la cultura europea, se crea un “espejo” donde se muestra la imagen de felicidad que los pueblos podían sugerir, sus modos de vida y la comparación de ambas costumbres. Sin estos viajes y sin los relatos sería muy difícil el avance para los métodos y la aplicación para una antropología de carácter crítica.

El viaje se transforma en una de las piedras angulares de la antropología, el escritorio ya no sirve más que para crear reflexiones después de una salida a terreno. Es por esto que el relato toma forma y es Levi Strauss en Tristes trópicos que relata de una forma crítica su viaje en barco desde Europa a América del sur en el periodo entreguerras. Como antropólogo, describe su estadía en el barco; quiénes son los acompañantes de su viaje, la situación histórica a la que está inmerso, las condiciones de su viaje y sus aventuras bajo tierra; todo esto bajo la descripción de lo que ve, siente y piensa además de utilizar su baúl con los documentos de sus expediciones: ficheros lingüísticos y tecnológicos, diario de ruta, notas tomadas del terreno, mapas, planos y negativos fotográficos.

Strauss deja en claro que “Mi propósito no es denunciar mistificaciones ni otorgar diplomas sino más bien comprender un fenómeno moral y social muy característico de Francia y de reciente aparición.” Y es que en unos de sus relatos cuenta que por estar fotografiando en Brasil a dos niños brasileños de piel negra y descalzos queda arrestado por cometer un acto de hostilidad contra Brasil. Con las siguientes vivencias tras este largo viaje logra aclarar que los relatos de viajes entregan engaño, pasión y locura; “.. la civilización no es más que esa flor frágil que preservamos” y que solo se instala un monocultivo en la sociedad, o sea se produce esa civilización en masa donde

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la hegemonía del conquistador impera y hace reproducir su propia cultura a los pueblos sometidos. Es así como entra en reflexión y da cuenta que el mismo es un arqueólogo del espacio y viajero a la vez intentando reconstruir el exotismo de la sociedad con la ayuda de pequeños residuos que queda en la cultura del otro.

A esta reflexión Aimé Césaire plantea una crítica más dura aún; donde plantea una crítica apuntando al colonialismo no europeo y la civilización preguntándose abiertamente: ¿Qué es un principio de la colonización?. Acusa a los propósitos colonizadores; al pedantismo cristiano por haber planteado las ecuaciones cristianismo-civilización y paganismo-salvajismo que nosotros heredamos tras las abominables consecuencias colonialistas y racistas y cuyas víctimas seríamos los negros, indios y amarillos. Césaire mantiene una retórica antiiracista y fue quien impulsó a teóricos de la liberación nacional y a la descolonización de la negritud para crear un movimiento de emancipación. También sostiene que la “barbarie” de la Europa occidental solo es sobrepasada por la norteamericana donde se replica la “virtud cristiana” esa que miente, que es corrupta y que lleva en el alma la burguesía europea.

Esta fuerte crítica llega a la antropología con el estudio de los procesos de la diversidad cultural en un contexto donde hoy estamos en plena lucha social entre comunidades, pueblos y sociedades. Donde la civilización irrumpe en las semi-colonias del capitalismo y el juego de la supervivencia trastoca los conceptos de libertades y de mercados. Hoy aún asentimos las bases de Rousseau pero también las descripciones y apreciaciones de Levi Strauss junto con la capacidad de ver en el otro como un sujeto descrito en El discurso del colonialismo de Césaire, un sujeto muchas veces oprimido y muchas veces acabado por no llegar acuerdos que permitan comprender nuestra diversidad y nuestra diferencia.