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ABEL ENRIQUE SINNING CASTAÑEDA [email protected] - [email protected] Colombia HUMBERTO DE LA CALLE LOMBANA Nadie ha pensado ni por un solo segundo de dónde procede el jefe de negociaciones con las FARCUP en La Habana, Humberto de la Calle Lombana. De la Calle es un político caldense nacido en 1946 que, por aquello de las afinidades, terminó siendo nombrado como ministro de Gobierno de César Gaviria Trujillo con el encargo primordial de concretar el indulto al M-19 y organizar la Asamblea Nacional Constituyente de 1991, producto narco guerrillero por el cual la mafia venía luchando durante varios años. Sin exagerar, De la Calle ha sido un aliado incondicional de los bandoleros de la guerrilla. Tan buenos fueron sus oficios a favor del terrorismo, que el mismo César Gaviria lo postula para ser candidato presidencial por el Partido Liberal. La consulta del liberalismo la gana Samper y De la Calle queda de subcampeón, así que es nombrado candidato a la Vicepresidencia. Obviamente, De la Calle también se untó de los dineros del Cartel de Cali con el cual se financió esta campaña. Él y Samper, según lo aseguró en su momento Guillermo Pallomari (el contador del Cartel de Cali), cenaron a manteles en uno de los apartamentos de los Rodríguez Orejuela en Cali; exactamente el 15 de abril de 1994, para más señas. Allí hablaron de todo, acordaron trabajar por la legalización de la droga, tramaron la farsa de la entrega de los hermanos Rodríguez Orejuela y, sobretodo, Samper y De la Calle se les arrodillaron a los mafiosos para que manaran abundantes ríos de dólares para la campaña presidencial. En plena campaña, a escasos tres meses posteriores de las elecciones, la ONG francesa Observatoire Géopolique des Drogues (“Observatorio Geopolítico de Drogas”), publica un contundente informe donde acusa sin preludios al ex viceministro de Gaviria y entonces vicepresidente electo (De la Calle), de blanqueo de dinero para el Cartel de Cali, e importación de precursores químicos con destino a la fabricación de cocaína. Lo más bochornoso del asunto es que el informe involucra a la propia esposa de De la Calle, doña Rosalba Restrepo de De la Calle, quien a la postre era una alta ejecutiva de la Caja Nacional de Previsión Social –Cajanal. La información fue suministrada, dice el informe, por unos funcionarios de Cajanal que viajaron a refugiarse en los Estados Unidos ya que sus vidas corrían serio peligro. Por esos años, Cajanal contaba con cerca de 300.000 afiliados. En 1992, siendo De La Calle todavía ministro de Gaviria, alguna prensa había publicado que allí se estaba suministrando medicamentos vencidos y adulterados a los afiliados. El asunto involucraba a la esposa de De la Calle, Rosalba Restrepo, acusada de haber presionado para que se contrataran como proveedores a 18 laboratorios que eran 314-3702962 301-3057824

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Colombia

HUMBERTO DE LA CALLE LOMBANA

Nadie ha pensado ni por un solo segundo de dónde procede el jefe de negociaciones con las FARCUP en La Habana, Humberto de la Calle Lombana.

De la Calle es un político caldense nacido en 1946 que, por aquello de las afinidades, terminó siendo nombrado como ministro de Gobierno de César Gaviria Trujillo con el encargo primordial de concretar el indulto al M-19 y organizar la Asamblea Nacional Constituyente de 1991, producto narco guerrillero por el cual la mafia venía luchando durante varios años. Sin exagerar, De la Calle ha sido un aliado incondicional de los bandoleros de la guerrilla.

Tan buenos fueron sus oficios a favor del terrorismo, que el mismo César Gaviria lo postula para ser candidato presidencial por el Partido Liberal. La consulta del liberalismo la gana Samper y De la Calle queda de subcampeón, así que es nombrado candidato a la Vicepresidencia.

Obviamente, De la Calle también se untó de los dineros del Cartel de Cali con el cual se financió esta campaña. Él y Samper, según lo aseguró en su momento Guillermo Pallomari (el contador del Cartel de Cali), cenaron a manteles en uno de los apartamentos de los Rodríguez Orejuela en Cali; exactamente el 15 de abril de 1994, para más señas. Allí hablaron de todo, acordaron trabajar por la legalización de la droga, tramaron la farsa de la entrega de los hermanos Rodríguez Orejuela y, sobretodo, Samper y De la Calle se les arrodillaron a los mafiosos para que manaran abundantes ríos de dólares para la campaña presidencial.

En plena campaña, a escasos tres meses posteriores de las elecciones, la ONG francesa Observatoire Géopolique des Drogues (“Observatorio Geopolítico de Drogas”), publica un contundente informe donde acusa sin preludios al ex viceministro de Gaviria y entonces vicepresidente electo (De la Calle), de blanqueo de dinero para el Cartel de Cali, e importación de precursores químicos con destino a la fabricación de cocaína.

Lo más bochornoso del asunto es que el informe involucra a la propia esposa de De la Calle, doña Rosalba Restrepo de De la Calle, quien a la postre era una alta ejecutiva de la Caja Nacional de Previsión Social –Cajanal. La información fue suministrada, dice el informe, por unos funcionarios de Cajanal que viajaron a refugiarse en los Estados Unidos ya que sus vidas corrían serio peligro.

Por esos años, Cajanal contaba con cerca de 300.000 afiliados. En 1992, siendo De La Calle todavía ministro de Gaviria, alguna prensa había publicado que allí se estaba suministrando medicamentos vencidos y adulterados a los afiliados. El asunto involucraba a la esposa de De la Calle, Rosalba Restrepo, acusada de haber presionado para que se contrataran como proveedores a 18 laboratorios que eran totalmente ficticios, con direcciones falsas. Estos 18 laboratorios farmacéuticos falsos “vendían” a Cajanal, con notable sobreprecio, millones y millones de pesos representados en medicamentos adulterados, falsos, que dejaban monstruosas ganancias a la banda. También, de ñapa, estos laboratorios ficticios importaban los químicos necesarios para la fabricación y refinación de la cocaína de los Rodríguez Orejuela. Y, los pocos medicamentos genuinos que había, Cajanal los compraba a Drogas La Rebaja… también de propiedad de los Rodríguez Orejuela.

Tanto Humberto De la Calle como su esposa Rosalba Restrepo se defienden diciendo que el Fiscal Gustavo de Greiff Restrepo se había abstenido de iniciar investigación en contra de la señora Restrepo de De la Calle, y que el Procurador Carlos Gustavo Arrieta la exoneraron.

Se les olvida mencionar que Gustavo De Greiff fue socio de los Rodríguez Orejuela, y que Carlos Gustavo Arrieta, además de ser alcahueta de Pablo Escobar, vivía diciendo que no había pruebas jurídicas para 314-3702962 301-3057824

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condenar a estos capos del Cartel del Cali. Fue Carlos Gustavo Arrieta quien cerró la investigación contra los miembros de la Asamblea Nacional Constituyente por los sobornos recibidos de manos de los Carteles de la droga, y registrados en el famoso narcovideo. Eso, sin mencionar que Carlos Gustavo Arrieta metió a la Procuraduría a guerrilleros activos de las FARCUP para que trabajaran como sus escoltas. Pequeños detalles.

Las tres funcionarias que investigaban a Rosalba Restrepo murieron cruelmente asesinadas. La abogada de la Comisión de licitaciones de la entidad, Isabel Romero, quien llevara el caso ante los tribunales, murió asesinada en su apartamento a finales de agosto de 1992. Días después, la fiscal Rocío Vélez Pérez también fue asesinada a balazos junto con su chofer y dos escoltas. Y Lucía Munar de Ardila fue la última en ser masacrada.

¿Casualidades…?

Por supuesto, el asunto se olvidó y Samper y De la Calle ganaron la presidencia. Humberto De la Calle se va como embajador a España, con su esposa, y allá los reciben como si fueran los representantes de la decencia criolla. Entretanto, Andrés Pastrana, el perdedor en la contienda por la presidencia, se dedica en exclusiva a despotricar de Samper sacando unos cassettes –cual mago hace con el conejo del cubilete- donde se ponía en evidencia la vergüenza de presidente, vicepresidente y ministros que tenía Colombia. ¿Por qué Pastrana esperó hasta después de ser vencido para hacer la denuncia? Pues porque a él, como a la mayoría de la clase política, le importa un comino el país… Sólo quería ganar y ya. Estaba ardido.

Después de unos años, en 1998, De la Calle abandona el barco como lo hacen los roedores ante el navío que se hunde. Viendo que el gobierno de Samper estaba hundiéndose en su propia inmundicia, renuncia a la Vicepresidencia y decide apoyar a Andrés Pastrana en su campaña, en ese mismo año 1998. Increíblemente, después de que Pastrana denunció hasta el cansancio los dineros del cartel de Cali en la campaña de Samper y De la Calle, él mismo nombra a Humberto de la Calle como embajador y luego, en 2000, como su ministro más importante.

Ya como flamante ministro caguanero, Humberto De la Calle ayuda a los narcoguerrilleros del ELN para imponerles a unos humildes labriegos del sur de Bolívar, la maldita carga de convertir su región en un mini Caguán. Queriendo despejar para el ELN su propio territorio alterno al que tenían ya las FARCUP, De la Calle lanza enfurecidos ataques a los sencillos e indefensos campesinos, y les impone a la fuerza el dominio del ELN.

De la Calle llamó “Zona de Encuentro” a esta pequeña republiqueta ubicada en el corregimiento de Villaflor, municipio de Santa Rosa, un nombre muy rosa para lo que en verdad ocurría allí: secuestros, asesinatos selectivos, mutilaciones, masacres, desapariciones y violaciones. Esta “Zona de Encuentro” regalada por De la Calle al ELN muy pronto empezó a mostrar su verdadero objetivo. No bien se instaló allí, el ELN se dio a la tarea de desplegar toda su sevicia. A punta de fusil y machetes, los narcoterroristas arrearon como ganado a los habitantes de Villaflor y luego secuestraron al pobre agricultor Jorge Velandia de 24 años. Otro agricultor, Eduardo Zamudio Ramírez, intentó oponerse a que se llevaran a Velandia, y el ELN lo masacró a tiros de fusil luego de torturarlo salvajemente. De la Calle no ha mencionado ni una sola palabra de esto, a pesar de las denuncias que se hicieron en ese entonces. Le valió cinco.

Como tampoco dijo nada ese 11 de enero de 2001 cuando el ELN entró de nuevo a su “Zona de Encuentro” entregada por gentileza de De la Calle, y asesinó a bala a José Jeremías Roa Rodríguez, otro labriego humilde y paupérrimo. A De la Calle no le importaron estos y otros muertos, como la masacre de Machuca, cometida por

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el ELN. Pues estaba empecinado en otorgarles indulto y beneficios a los del ELN. Humberto De la Calle llevará siempre en su conciencia –si es que la tiene- estas atrocidades.

Hoy, Humberto De la Calle vive su vida despreocupadamente, de reunión en reunión con sus símiles en La Habana. Logró que Juan Manuel Santos nombrara a su hijo José Miguel (concuñado de Alejandro Santos) como Superintendente de Industria y Comercio, cargo al que renunció luego de que su papá fuera nombrado jefe de la mesa de negociaciones con las FARCUP.

Y esa es, a grandes rasgos, la trayectoria de Humberto De la Calle, enemigo del ejército y amigo de las guerrillas. Un experto en otorgarles beneficios penales a los terroristas más siniestros, que quiere entregarles a las FARCUP y al ELN toda esa impunidad que él consiguió para los bandidos del M-19, el EPL, Quintín Lame y PRT. Ese es el personaje al que hoy el General Mora Rangel le estrecha la mano y lo abraza manifestando entre risotada y risotada que ahora son grandes amigos, deshaciéndose en mutuos elogios. Yo no diría que son “grandes amigos”; diría más bien “cómplices”. Porque Mora, a cambio de que la Fiscalía de Montealegre no lo envaine en algo, está colaborando con esta infamia en la que están hundiendo a Colombia.

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